One-shot Alma de niño [Steve & Liza | Pokémon]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Hygge, 2 Noviembre 2016.

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    Hygge

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    Escritora
    Título:
    Alma de niño [Steve & Liza | Pokémon]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2299
    Escrito para el reto de @SweetSorrow <3 Espero haber usado bien a Steve, @Steve Yops /-\ Es la primera vez que hago un Gentle, you know xD Ojalá os guste :D


    Alma de niño


    La noche estaba totalmente despejada, plácida y serena. La Luna llena, enorme y brillante, arrojaba su tenue luz sobre las calles de la hermosa ciudad Aerosol, ciudad que, en aquella fecha tan especial, ya brillaba con luz propia. Niños de todas las edades recorrían sus calles portando disfraces monstruosos en busca de llenar sus bolsas de todo tipo de dulces, asombrados por las decoraciones que los propios hogares preparaban para la época. La inocencia y emoción creaban un ambiente de alegría entre sus habitantes; Halloween al fin había llegado.

    Atraídos por las luces que decoraban aquella noche la entrada de la residencia Stone, un pequeño grupo de niños se aproximó hacia la verja dispuestos a tocar el timbre, deseosos de recibir más golosinas para su gran colección. Aquel que parecía liderar la marcha, un jovencito de no más de ocho años, fue el valiente que optó por llamar, siendo recibido por un par de ladridos desde el jardín.

    —¡Ya va, ya va! —se oyó una voz femenina provenir del hogar, y aquellos que habían retrocedido, asustados por los ladridos de los Herdier, regresaron curiosos las miradas hacia la entrada.

    En cuestión de segundos una joven de cabello castaño y expresión afable abrió la puerta y apartó con suavidad a los Herdier guardianes del jardín, a sabiendas de que podrían asustar a los niños por error. Caminó cargando una bolsita llena de dulces, admirando la sonrisa de los más pequeños, y no tardó en abrirles la puerta para que pudiesen pasar.

    —¿Y bien? Oh, no, no me digáis que venís a por los dulces —preguntó con cariño en su voz, paseando la mirada entre todos los presentes con cierta sorpresa fingida.

    —¡Así es! ¿Dulce o truco? —vociferaron todos a la vez, sacándole una sonrisa a la chica.

    —Bueeno, está bien. Pero solo porque no puedo tomarme todos estos dulces yo sola, ¿eh? —y ante las risas de algunos de ellos, comenzó a depositar dulces en el interior de las calabazas de juguete que portaban.

    Una vez acabó de repartir, y con todos los niños ya contentos, se despidieron de la joven con un sonoro "gracias" para dirigirse ahora hacia la siguiente casa. Apoyada en la verja entreabierta del hogar, se abrazó a sí misma, sorprendida por el frío de la noche, y admiró en silencio a los pequeños rondar las coloridas calles de Halloween.

    —Vas a coger frío si te quedas mucho rato aquí fuera, Liz.

    Antes de que la joven pudiese girarse sobre sus pasos y recibir a aquella voz tan familiar, sintió la calidez que le brindaba la liviana manta que depositó sobre sus hombros. Steve le observaba sonriente y tan atento como siempre, y aquello sólo le provocó cierta ternura que no se esforzó en ocultar.

    Tomó su brazo y lo atrajo hacia sí con suavidad, echando sobre sus hombros parte de la manta que llevaba encima. Así, al menos, ambos se proporcionaban algo de calor.

    Debido a la popularidad que había cobrado estas fechas tan señaladas en Galeia, gran parte de los torneos y actividades dirigidas por el Gran Campeonato de la región acabaron siendo suspendidas, y la mayor parte de los entrenadores pokemon optaron por pasar aquellas pequeñas vacaciones junto a sus familias y amigos. Así fue como, en un acto que Steve y su familia no dudaron en pensárselo dos veces, Liza acabó quedándose en su hogar durante aquellos días, hasta que todo volviese a normalizarse.

    —Halloween siempre me trae buenos recuerdos, ¿sabes? —murmuró, volviendo la vista hacia las calles de la ciudad, sus orbes brillantes de la emoción. Una pequeña sonrisa decoraba sus labios—. A veces me gustaría volver a ser una niña pequeña para disfrutar cosas como estas.

    —¿Y qué te impide seguir haciéndolo ahora? —preguntó, rodeando a la castaña con su brazo en un pequeño impulso mientras seguía su mirada con curiosidad—. Nunca es tarde para continuar con la tradición, al menos mamá Stephanie aún continúa a día de hoy ofreciéndome trajes que va encontrando en su tienda favorita con la oferta de 1 al precio de 2.

    Liza soltó una breve risa, no le fue complicado imaginar aquella escena conociendo a la señora Stephanie como lo hacía a esas alturas. A sus pies, su fiel Sylveon escuchaba en silencio, manteniendo su atención de vez en cuando en el pequeño elefantito que tenía al lado. Phanpy no le quitaba la mirada de encima a la bolsa de chuches, una muy mala señal.

    —Ya, lo sé, pero aún así... ¿No sería más fácil autorregalarnos los dulces? —bromeó, reparando en la bolsita que aún seguía guardando. Pero antes de poder abrirla y hacer un ademán de tomar una de ellas, Steve se la quitó de las manos.

    —¡Eso le quitaría toda la gracia! Además... —contuvo la risa ante la expresión de la joven, quien ya se encontraba inflando sus mejillas con molestia, y alzó una ceja, inquisitivo—. ¿Dónde está tu disfraz?

    Liza guardó silencio ante aquella pregunta: Steve la había vuelto a pillar de lleno. Sin embargo su mentecilla ya andaba maquinando algún plan extra, y acabó despojando de la manta a su novio para colocársela en la cabeza, para sorpresa del oriundo de Hoenn.

    —Listo, ahora quiero mi dulce —tendió su mano hacia el chico con su sonrisa más dulce, a la espera de que su disfraz resultase convincente.

    —Uhm... ¿Pero qué se supone que eres?

    —¿Acaso no está claro? Me ofendes, Steve —se llevó una mano al pecho para corroborar sus palabras, dramatizando la escena. No tardó en colocarse en una posicion pensativa, mirándolo de reojo—. No lo sé, dímelo tú. ¿Qué crees que soy?

    —Em... ¿Una encapuchada? ¿Un fantasma, acaso? —intentó adivinar, en vano. Una manta sobre la cabeza no podía ser muchas cosas... ¿no?

    —¡Bingo, justo era eso! Un... una... lo primero que has dicho —por la expresión desorientada de Steve supo que no iba a creerse semejante disparate, aunque no le extrañaba. ¡Pero por intentar no perdía nada!—. Ahora, ¿me das un dulce ya?

    —¿Acaso tengo otra opción? —suspiró, esbozado una sonrisa tras sus palabras. Pero para su sorpresa, lo único que halló fue un envoltorio abierto perdido en el fondo. Alzó la mirada con evidente sorpresa, justo a tiempo para pillar al elefantito manchado de chocolate con las patas en la masa—. ¡Phanpy, te he dicho mil veces que no está bien comerse la comida de los demás sin permiso!

    A pesar de todo, la única respuesta que el pokémon glotón pudo dar fue un sonoro bostezo. Ahora que su tripita estaba llena (de momento) le había entrado sueño, pero el rostro molesto de Steve le hizo agachar la trompa algo entristecido por la regañina. El entrenador, incapaz de verlo así, no tardó en intentar consolarlo de alguna forma, mientras Liza a su vez trataba de encontrar algún dulce superviviente. Para su mala suerte, no sobrevivió ninguno.

    Lejos del lío que se había formado en la residencia Stone, Sylveon se asomó hacia el exterior al oír pasos corretear próximos hacia el hogar. Sus orejas no la engañaban, un par de niños se acercaban a pedir dulces. Sin embargo, estos lucían diferente, como si no hubiesen tenido mucha suerte en su búsqueda por los barrios vecinos. Y sin dulces, su destino sería el mismo...

    —¡Dulce o truco!

    Steve y Liza se miraron, formando una mueca entristecida, y fue la joven la que se encaminó primera hacia los pequeños con malas noticias.

    —Lo siento, peques, pero acabamos de quedarnos sin chuches... —murmuró, intentando soñar lo mejor posible. Ante las caras largas de los niños alzó sus manos, intentando buscar una solución rápida—. ¡Pero tranquilos, saldremos a comprar en seguida! Si os pasáis dentro de un rato quizás...

    —¡Pero señorita, para entonces será demasiado tarde! —exclamó una de las niñas, tirando del pantalón de la mayor con insistencia.

    —¿Y eso por qué? ¿Qué es lo que ocurre? —Steve, movido por la curiosidad, se agachó junto a los pequeños intentando comprender mejor la situación.

    —Unos niños muy malos nos han robado todos nuestros dulces, y dicen que si no conseguimos juntar una mayor cantidad, ¡se los quedarán todos para ellos! ¡No vamos a conseguirlo a tiempo!

    —Por como van las cosas, nos vamos a quedar sin Halloween este año...

    Instintivamente, ambos entrenadores se sintieron conmovidos por la situación de los niños, y los sollozos de los más pequeños solo lograban empeorar la situación. Pero... ¿qué podían hacer ellos para ayudar si no tenían dulces que ofrecerles?

    Steve agachó la cabeza, encontrándose con la mirada culpable de Phanpy. El elefantito se puso a olfatear el suelo, encontrando no muy lejos un dulce perdido entre la multitud. Fue entonces cuando una idea cruzó por su mente.

    —Creo que tengo la solución. ¡Ven conmigo, Liza! —exclamó, tomándola de la mano para tirar de ella hacia la casa ante las miradas sorprendidas de todos, incluida la de la aludida.

    —¡Pero Steve, los niños...!

    —¡Solo confía en mí!

    Y le brindó una sonrisa tranquilizadora que sin duda calmó sus dudas. Porque conocía aquella mirada, y sabía que iba a salir una locura de todo esto.

    Tal y como a ella le gustaba.


    ***


    —¡Chicos, mirad!

    Ante el grito de uno de los niños, todos corrieron a asomarse a la verja de la casa. Algunos, impacientados por los diez minutos transcurridos desde que la pareja se adentró en el hogar, se replantearon la idea de abandonar la espera y seguir intentando recolectar dulces, pues ni siquiera sabían a qué estaban esperando. Mas, cuando de la entrada aparecieron ambos, los niños comenzaron a murmurar sorprendidos. ¿Habían esperado tanto tiempo solo para ver cómo se disfrazaban los mayores?

    Steve fue el primero en dejarse ver vestido en traje, chistera, y un par de cartas adheridas a su disfraz. No fue difícil descubrir que iba disfrazado de mago pokémon, y que sus ayudantes eran nada más ni nada menos que un adorable Phanpy con gorrita y un imponente Blaziken que parecía estar disfrutando mucho su traje a medida, como si aún fuese un pequeño Torchic. Liza se encontraba escondida tras la espalda del chico, totalmente sonrojada por la vergüenza que le suponía todo aquello. Ella, a diferencia de su acompañante, iba disfrazada de bruja con un vestido negro (cosa que acrecentaba aún más su vergüenza), y no dejaba de bajar la visera de su sombrero de bruja, como si aquello fuese a ocultarla de las miradas de los demás. Sylveon por su parte saltaba de un lado para el otro, sujetando con sus cintas su sombrero conjuntado.

    Antes de que nadie pudiese agregar nada más, Steve se colocó dando paso un frente, enseñando una cesta con forma de Gastly que podría servir perfectamente para coger dulces. Los niños admiraron sorprendidos este hecho y no tardaron en preguntar, presos de la emoción.

    —Si os habéis disfrazado, eso significa que...

    —¡Exacto, os ayudaremos a recaudar todos los dulces que hagan falta! ¿Verdad que sí, chicos? —ante la pregunta las voces de los pokémon animando su propuesta no tardaron el llegar. Liza se limitó a asentir varias veces, aunque alguno juraría haber oído un "sí" muy bajito.

    —¡Bieeen! —vociferaron todos, con esperanzas renovadas puestas en su nuevo equipo busca-dulces. Varios niños tomaron del brazo a los mayores, tirando de ellos hacia la salida sin darles tiempo siquiera de prepararse para la carrera—. ¡Entonces en marcha, no hay tiempo que perder!

    Fue así como ambos entrenadores se vieron inmersos en una carrera rodeados de niños, quienes a empujones les recordaban que aquella era una carrera que no podían perder. Echaron a correr calle abajo ante las miradas de otros niños acompañados de sus padres, pero este hecho no pareció afectarles a Steve y a Liza en lo más mínimo, quienes corrían junto a ellos con la misma o incluso con mayor emoción que la de los pequeños. Blaziken por su parte tomó en brazos a Sylveon e intentó hacer lo mismo con Phanpy para aligerar la marcha, pero debido a su enorme peso tuvo que dejarlos correr libremente.

    Steve desvió la mirada hacia la castaña, encontrándose con sus orbes azulados devolviéndole la mirada al instante. Sonrió, pletórica, sin dejar de correr calle abajo.

    —¿Estás seguro de que esto sea una buena idea? —gritó, intentando hacerse oír entre la multitud.

    —¡Claro que sí, no hay por qué preocuparse! ¡Solo disfruta!

    Liza pareció asentir ante sus palabras, y de repente tomó la mano de Steve, frenando sus pasos poco a poco. Cuando quiso dar la vuelta para comprobar si algo iba mal, sintió como la chica se aproximaba a él y le daba un cálido beso que no dudó en corresponder.

    —Gracias —murmuró tras separarse, sin soltar su mano.

    —¿G-gracias? ¿Por qué?

    La joven miró hacia el frente sin dejar de mantener la expresión en su rostro, y apretó con cariño el agarre de su mano.

    —Porque al final conseguiste devolverme Halloween a mí también —pero poco duró aquella pausa, pues no dudó en volver a tirar de su mano para volver a la carrera—. ¡Y ahora vamos, que a este paso nos quedaremos atrás!

    Steve tardó unos segundos en recomponerse, mas no tardó en imitar su acción entusiasmado.

    —¡De acuerdo, el que consiga menos dulces deberá poner la mesa esta noche!

    —¡¿Eh?! ¡Eso no era parte del trato...!

    Fue entonces cuando, corriendo entre las calles de la ciudad, se dieron cuenta que a pesar de la edad nada les impedía seguir disfrutando como en el pasado. Aún guardaban algo de inocencia en su interior, algo que permanecería intacto siempre.

    Porque, después de todo, aún conservaban su alma de niño.
     
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    Noviembre sin ti es sentir que la lluvia,

    Me dice llorando que Liza me forreó,

    Otra veeeez, ooooo-tra veeeeeeeeez!

    Sip, entramos en Noviembre como Reik escala posiciones cada vez que se acerca dicho mes. Y Sugar Sweet Sorrow – para nada una referencia a Monogatari – tenía una actividad más preparada para la roffita. Y Pokémon se alza de las cenizas, con el bombonazo husbando máximo de hombres, mujeres y caballos cisgénero, Steven Fucking Stone.

    >Chuches.

    Nunca cambies, torrifa. Esto tiene un efecto diez mil veces mejor si uno piensa que es una especie de self-insert muy, pero muy raro. La confusión se incrementó por mil cuando leí que un fic de Halloween esté en noviembre…

    Pero dah, octubre está después de noviembre. INTELIGENTE ME DICEN.

    Y POR QUE ESTOS FICS NO TENÍAN COMENTARIOS. ME ESTOY ENOJANDO.
     
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