Observaba tu silueta embellecida por la luz lunar reflejada por el agua. Tu mirada indiferente mientras peinabas tus oscuros mechones que danzaban con la corriente. ¡Sonreíste y tenía celos! Del agua que podía estar en contacto con tu piel. De la luna que podía posarse sobre ti. Y de ese yo... Por lo feliz que se veía.