Contenido oculto: ost Hogar de pescadores, Aldea Canal se encuentra ubicado en el extremo oeste de la región. Bañados por las aguas de la costa, sus habitantes usan balsas de madera como medio de transporte. Se trata de una aldea pacífica y tranquila, donde la brisa marina y el olor a sal estan presentes cada día. Gracias a la ayuda de ciertos pokémon marinos, como los Samurott, logran cazar grandes cantidades de alimento para que sus habitantes jamás pasen hambre. Son personas optimistas, con ansias de exploración y de recorrer el océano en busca de nuevas tierras. Su lider desea desde hace años abrir rutas de comercio con el resto de aldeas, pero aún queda un largo camino para que las negociaciones lleguen a buen puerto. De esta forma, sus habitantes siempre están dispuestos a conocer gente venida de otros lugares de Sinnoh. La ausencia del protector de la aldea, Cresselia, hace que sus habitantes sean incapaces de soñar.
La noche había caído hacía escasos minutos pero el silencio que solía traer consigo no presagiaba en esa ocasión nada bueno. Cerca del agua los Samurotts y todos los Pokémon que usaban los pescadores estaban inquietos. En la protección de sus casas, los habitantes de Canal se dieron cuenta de que se aproximaba una tormenta. Pero no como las de hacían zozobrar sus botes pesqueros en altamar. —Las olas están inquietas...—sentenció una anciana, pesarosa—. Eso nunca es buena señal. Que la Guardiana nos proteja. —¿Qué sucede?—preguntó el líder asomándose a la puerta. Las antorchas dibujaban siluetas vestidas de blanco en la semi-oscuridad—. ¿Quienes son ustedes? Repentinamente se desató el caos. Los hombres de blanco entraron en las casas y sacaron a la fuerza a sus habitantes. El que parecía el cabecilla, acompañado por un Pokémon de fiero aspecto, alzó la voz: —¡No descanséis hasta encontrar el Corazón!—dijo— ¡Según nuestros datos está en esta época! En medio del caos generalizado la anciana sostuvo entre sí las manos de su nieta. Un pequeño Oshawott tiraba de su ropa con insistencia, preocupado. — Marian, querida, huye—le dijo—. La aldea ya no es segura. Vete y encuentra a la Guardiana. >>Cresselia es la única que puede ayudarnos.
Marian Justo cuando admiraba lo bonito de las estrellas en el cielo, y lo intempestivo del mar, unos hombres interrumpían nuestra paz. Corrí apenas vi a esos hombres de blanco junto a mi abuela y me abracé de ella, no sabía quiénes eran, pero no eran amistosos eso era seguro. —¿Que pasa abuela, quienes son esos hombres? — Pero antes de recibir una respuesta, mi abuela me pedía huir y buscar a Cresselia... Si hasta ahora nadie la había encontrado ¿Como lo haría yo sola? Abrace a Oshawott contra mi pecho mientras tomaba mi bolso y veía a la abuela —¿No vendrá conmigo? — Esos hombres parecían cada vez más cerca, pero yo no podía dejar a mi abuela sola, la tomé de una mano y esperé que ambas salieron juntas con Oshawott.
—No lo sé, hija, no lo sé. Lo cierto es que no sabía quién eran esos hombres y tampoco de donde habían salido. Pero el mar embravecido atenazaba el corazón en su pecho. Sabía que no eran buenas nuevas. La anciana negó y con suavidad soltó su mano arrugada de la de su nieta. Le rompía el corazón tener que despedirse porque no sabía siquiera si volverían a verse. Pero la aldea ahora era peligrosa. E incluso si no encontraba a Cresselia la mantendría lejos de la fuente del conflicto. >>Mis piernas están cansadas y viejas y no resistirían el viaje—le dijo y esbozó una sonrisa amarga—, pero tú eres joven y lozana. Y tienes a Oshawott contigo. Llegarás lejos. Las voces de los invasores sonaban cerca. Con brusquedad se afanaban entonces en desalojar a la gente de sus casas. El líder protestó pero recibió un golpe en la nuca que lo dejó inconsciente. Él, que nunca había desconfiado de los extranjeros. —¡Registrad todas las casas, deprisa!—gritó una voz. Apresurada, con el corazón en la garganta, su abuela le habló. >>Ve querida. Eres como el océano, recuérdalo siempre. Nada puede detenerte. Y mientras la joven y su Oshawott se perdían en la oscuridad de la noche la anciana se llevó las manos a su pecho. >>Guardiana de los sueños, cuida de mi pequeña Marian.<<
Marian Abrace con un poco más de fuerza a Oshawott cuando la abuela dijo no vendría con nosotros, entendía lo que me decía, pero no pude evitar sentir miedo y tristeza por dejar a mi abuela y a mi aldea. Quise decirle algo, tratar de convencerla de que al menos lo intentáramos juntas, pero las voces de esos hombres me lo impidieron, ya estaban tan cerca que solo pude abrazarme a mi abuela con Oshawott aun entre mis brazos y darle un beso en la mejilla —Encontraré a la guardia abuela, y regresaré contigo— La miré a los ojos una última vez y me alejé corriendo antes de que esos tipos llegarán. No quise mirar atrás, solo abracé a Oshawott tan fuerte como pude sin hacerle daño y corrí tan rapido como mis piernas me dejaron, no me detuve hasta que el cansancio me gano y al final me deje caer de rodillas cansada. Traté de controlar mi respiración y esta vez si miré atrás. Ya no veía mi aldea, y eso me puso triste, giré a ver a Oshawott y traté de no llorar —Ahora, solo somos tú y yo Oshawott — No sabía a donde debía ir, o como comenzar.
Marian y su Oshawott corrieron entre las calles de la aldea a toda velocidad. Algunos guardias que patrullaban la zona se percataron de aquella sombra que amenazaba con desaparecer en la distancia, pero su pequeño pokémon se encargó de ganar tiempo con uno de sus ataques, logrando desaparecer de su vista. Eran aún muy débiles, y no serían rivales para aquellos hombres. Pero eran jóvenes y ágiles, y esa fue la baza necesaria para lograr huir de allí antes de que fuese demasiado tarde. En las afueras de la aldea, Marian se detuvo junto a su inicial para recobrar el aliento. A lo lejos las luces de la aldea le recordaban todo aquello que dejaba atrás. Oshawott alzó la mirada hacia ella, apenado por la tristeza de su entrenadora. —Osha... En determinado momento el pokémon, decidido, saltó de sus brazos hacia el suelo. Se ajustó la vieira en su pequeño cuerpecito y asintió, echando a correr hacia el bosque colindante. A Marian no le quedó de otra que seguirle, con mil preguntas en su cabeza. Quizás esa era su forma de colaborar. Cuanto más rápido se hiciese fuerte, antes podrían regresar para darle su merecido a esos tipos de blanco. Era el inicio de su gran aventura. Contenido oculto Tu rol seguirá en el bioma del bosque, tema que crearé cuando termine tu batalla en el mapa!
