DC Al murciélago que le han roto las alas (Batman x lector)

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por Melody cleary, 29 Enero 2022.

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    Melody cleary

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    Escritora
    Título:
    Al murciélago que le han roto las alas (Batman x lector)
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1194
    1
    Los delincuentes lo llaman criatura del averno. Los villanos más retorcidos, lo alaban como el némesis ideal. Alguien que pararles los pies en el momento oportuno.
    Hacerlo más divertido, y obligarles a seguir buscando formas innovadoras de ver arder el mundo.
    BATMAN...BATMAN... BATMAN...
    El nombre resuena en los rascacielos de Gotham city como una plegaria. Porque mientras existan universos paralelos que engendren una ciudad como está, habrá un Batman para mantenerla a flote.
    Como también habrá ciudadanos que lo quieran. Tal cual lo haces tú ahora. Aun cuando él nunca acepta las gracias de nadie. Y los sacrificios que él haga en la noche sean ofuscados por el día.
    Después de todo, Batman no es tan brillante como es Superman. Y la carga del pasado siempre le da bienvenida cada vez que el murciélago cierra los ojos.
    Muchos se preguntarán incluso si el héroe duerme siquiera.
    Pero no hay respuesta. Nunca las hay del vigilante de la noche.

    2
    Entonces el foco recae sobre el playboy del momento que es Bruce Wayne. Saliendo en la primera página de las revistas de prensa rosa de Gotham.
    La modelo que aparece apretujada a él es una que recién ha pegado el boom al estrellato. Ambos están en un restaurante que tú no tienes los medios, ni la fama para entrar siquiera. Te salen sarpullidos en la piel con apenas ver la escena.
    —El hijo de unos padres maravillosos, que en paz descansen —dices con desprecio —. Solo es una lástima que de ellos haya salido un hombre tan hueco por dentro. —tiras la revista a un lado. No hay nada allí de interés después de todo.
    Y no te equivocas por desgracia.
    Porque al final, Batman nunca ha sido la máscara.
    Bruce Wayne sí.
    Batman tiene una familia que llamar Batfamily. Bruce Wayne no tiene nada más que una fortuna para despilfarrar.
    Y, sin embargo, la única forma de amar a Batman, es primero aprendiendo a aceptar la farsa en él. Pero eso tú, un simple ser humano más que habita en Gotham, no lo podrías saber por tus propios medios.
    No cuando él lo esconde tan endiabladamente bien de los demás.
    Entonces te pasa algo excepcional en una noche como tantas otras de Gotham. Nunca olvidarás ese momento mientras vivas.

    3
    Algo choca en la pared de tu edificio. Tú te despiertas con el miedo en el cuerpo de que algún ladrón quiera entrar en tu piso. Te levantas y sales corriendo hasta el comedor. La ventana está hecha un cristo y los cristales se encuentran desperdigados en todas partes. Como también hay un cuerpo inerte en el suelo.
    La máscara que lo protege está rota por la mitad.
    El símbolo que él lleva enmarcado en el pecho solo hace más evidente quien realmente es.

    Se te corta la respiración mientras oye como algo está sobrevolando el cielo en busca del hombre que yace en tu piso.
    Algo en ti te hace arrastrarlo hasta la habitación y meterlo en el armario.
    Y dios, como pesa.
    Pero no tanto como el secreto que acabas de descubrir de él.

    Hay ruido de fondo y tú no puedes hacer otra cosa más que tirar la manta sobre el cuerpo en el armario, cerrar la puerta y hundirte en la cama. Rezando para que el villano salga en disparado al ver que Batman ya no está allí.
    Que solo estás tú.
    Que no eres una amenaza para los planes de nadie.

    Hace años que no rezas, y esta es la primera vez lo haces con tanto fervor.
    El milagro parece tocarte la puerta, porque después de unos minutos que se hacen eternos, ya no se escuchan pasos.
    Hoy vivirás para contarlo. Como también hoy vivirás para recordarlo.

    4
    Te levantas de la cama lentamente y te acercas al armario. Lo abres con cuidado. El cuerpo aún sigue allí, inerte. Por momentos te asusta de que sea un cadáver. Pero no.
    Aún le late el corazón. Lo oyes cuando te acercas a su cuello y tocas la máscara.
    Apartas la vista no mucho después. No te parece correcto ver al hombre detrás de la máscara. Por eso empiezas a buscar en uno de tus cajones la máscara que compraste hace años para Halloween. Por suerte todavía la tienes, y la goma de atar aún sigue entera. No se ha roto.
    Vuelves a acercarte al armario y acercas el artilugio al rostro del héroe. Él no se mueve. Aún sigue inconsciente y es evidente que tú tienes que llamar la ambulancia. Pero no con él estando al descubierto.
    Como a un murciélago al que le han roto las alas. Dejándolo a su suerte.
    No te parece correcto.
    Tampoco justo.
    —Será rápido. —prometes mientras toca la parte intacta de la máscara y la quitas del todo para reemplazarla por la tuya, de plástico. Haces un nodo fuerte detrás de la cabeza de él para que se aguante por un rato, y la máscara rota la ubicas en la mano derecha enguantada del héroe. —Llamaré a urgencias. No te preocupes. T-todo irá bien. —no puedes evitar balbucear antes de irte al comedor en busca de tu móvil con nerviosismo.
    De la ventana rota entra el gélido frío de la noche. Poniéndote los pelos del brazo como escarpias. Te preocupas tanto en hacer la bendita llamada que no oyes el ruido de algo moviéndose en la habitación que no hace mucho has salido.
    Y, sin embargo, cuando vuelves para ver el estado del héroe, todo lo que encuentras es una máscara sobre la cama.
    Pero no la tuya, de plástico.
    Si no la otra, la rota.

    5
    Después de ese día aprendiste algo más. Como también a amar una nueva faceta de algo, por superfluo que parezca a simple vista.

    Los paramédicos de la ambulancia aquel día te han regañado fieramente tras ver que no había heridos. Te abstuviste de contar lo que ocurrió realmente.
    Sería tu secreto.
    —L-ladrones han sido. —es lo que dijiste. También comentaste que alguien de negro vino a salvarte.
    Lo de siempre.
    Y funcionó.


    Días después apareció en tu cuenta bancaria una cantidad de dinero abismal que no deberías de tener allí. Un benefactor anónimo, te explicó el banco.
    Pero es evidente para ti que el benefactor tiene por apellido Wayne.

    Entonces, el playboy que veías tan a menudo en las revistas de cotilleo ya no te parece tan hueco como creías.
    Nadie lo es realmente.
    Y te gustó haberte dado cuenta de ello.
    Porque no puede haber un Batman sin un Bruce.
    No importa que Wayne solo sea la máscara, y Batman es el real de los dos.
    Y Dios... como te cuesta deshacerte de la máscara rota que él te dejó antes de hacerse uno con la noche de Gotham.
    El murciélago que sobrevuela el cielo cada noche para mantenernos a salvo.
    Como también, el murciélago que le han roto las alas, y que tú, ayudaste a remendarlas.
     
    Última edición: 29 Enero 2022

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