Aishiteru (NaruSaku/SasuHina)

Aishiteru (NaruSaku/SasuHina)

¡Hooolaa! :saltarin:
Aww... extraño este foro ;--; Pero bueno, éste es el one-shot que escribí para el concurso 'El mejor final', organizado por Itami-chan =D
Yo que recuerde, ya nos dieron permiso de publicar o,o
Por otra parte, en mi vida habia escrito NaruSaku, en parte porque soy más fan del NaruShion o NaruHina *¬* Y sí, me gusta el SasuHina <3
Sin más que decir, espero que les guste ;D Cualquier comentario, crítica, abucheo, jitomatazo, etc; aquí xD




—El sol se alza en lo alto de aquel hermoso paisaje, iluminando sus verdes pastos, el agua que corre en ese arroyo. Las flores y los árboles que le adornan lo hacen ver aún más irreal.

>> Miras en rededor, maravillado; es un lugar muy parecido al que frecuentabas cuando eras pequeño. Un paso vacilante inicia tu caminata, no sabes a ciencia cierta que es lo que puedes hacer allí.

>> Escuchas el sonido de las hojas crujir bajo tus pies: es otoño. Una ráfaga de viento llega hasta ti, acompañada de polvo, ocasionando que tus ojos se cierren. El escalofrío que recorre tu cuerpo momentos después te hace sentir que algo ha cambiado.

>> Tu mirada azulada se vuelve ha abrir a aquel lugar, sobresaltándote al ver el nuevo panorama. El sol ha desaparecido, pero eso no indica que sea de noche; no hay luna ni estrellas que asocien ese evento. Todo es oscuridad, sólo unas cuantas luces fosforescentes alumbran. Sabes lo que es, se trata de luciérnagas que, taciturnas, vuelan a tu alrededor.

>> Tratas de tocar una, mas se aleja de ti, como no queriendo romper la armonía del baile desconocido que realizaban ante tu presencia. La fresca brisa que comienza a caer rompe con esta danza, dejándote solo en la completa oscuridad…

Sakura, con su ya muy abultado vientre, caminó con su malteada de fresas hacia el rubio, quien seguía escuchando su terapia de relajación. El enterarse que se convertiría en padre lo había puesto más hiperactivo de lo normal, aunque ahora se portaba un tanto más sobreprotector para cuidar de la Haruno y su próximo descendiente.

La chica de esmeraldas ojos sonrió al verlo con los ojos cerrados, se encontraba plácidamente dormido. Con cuidado, quitó los auriculares de sus oídos, dejándolos en la mesa con cuidado de no tener que agacharse demasiado. Una idea descabellada paso por su mente, pero había veces que el hambre le ganaba al cariño que le tenía.

—Naruto…—susurró en su oído la joven, levemente inclinada, recibiendo por respuesta un suave quejido por parte de su esposo. — ¿Podrías ir a comprarme otra malteada de fresa, un pastel de cacahuate, sopa de camarones y una pizza de champiñones con jamón? —preguntó tranquilamente y poniéndose de pie a su lado.

El séptimo hokage asintió, levantándose del sillón donde había estado recostado, tal como si fuese un sonámbulo. Dio un beso en la mejilla de la chica de cabellos rosas y salió de su ahora bonito departamento, tomando las llaves previamente.

Sakura Haruno rió suavemente, aún buscaba la respuesta a cómo iba Naruto a encontrar todo lo que le pidió a altas horas de la noche. A pesar de que lo amaba tanto, seguía pensando que era un gran tonto, más cuando estaba adormilado.

No muy lejos de ahí, el medio inconsciente Uzumaki caminaba por las calles de Konoha, sin darse cuenta que estaban prácticamente solas y apenas iluminadas por las luces que seguían encendidas en las casas.

Para su buena suerte, encontró un puesto de comida aún en pie. Pidió cada cosa que su amor le ordenó, impresionantemente su memoria se había vuelto muy buena desde que se había casado con ella. La cuestión era simple: si no recordaba toda la comida que tenía que comprar, Sakura lo mataba.

Después de comprar todo, el rubio caminó de regreso a casa ya más despierto. Aún no podía creer que Sakura estuviera a su lado y menos aún que estuviese embarazada. Se sentía muy feliz, orgulloso y se divertía de lo lindo al molestar a Sasuke, ya que él tendría un hijo primero.

El choque que tuvo con una pareja que caminaba frente a él, provoco que callera al suelo y terminara de despertar. Miró algo molesto hacía ellos, hasta que se percato de quienes eran.

— ¿Qué haces aquí, tarado? —preguntó un joven de cabellos negros, mirándolo inquisitivamente. Su acompañante, una chica algo bajita, de cabello negro-azulado y ojos color blanco perla miraba al rubio con una tímida sonrisa.
—A ti que te importa, idiota —respondió Naruto, levantándose y sacudiendo su ropa.
—Hmp, no me digas que ahora Sakura te manda —se burló el Uchiha, atrayendo más a la tímida Hyuuga hacia su cuerpo.
— ¡Eso no es cierto, de veras! —contestó el hiperactivo chico, mirando hacia otro lado, bufando molesto.
—Naruto, ¿no deberías estar cuidando a Sakura? —preguntó Hinata, levemente sonrojada. —Mañana nace el bebé —finalizó con un lindo brillo en sus perlados ojos.
—Eso sí es cierto, tarado —dijo Sasuke, con una sonrisa de medio lado.
— ¡Lo había olvidado! —exclamó el rubio, poniéndose más nervioso que lo normal. Segundos después, echo a correr hacia su departamento, dejando una gran nube de polvo detrás.
—Me pregunto si ese menso logrará ser un buen padre —comentó Sasuke a su prometida, con un aire de desaprobación.
—Yo creo que sí —respondió ésta, sonriéndole. —Vamos a casa —propuso, recibiendo una pequeña sonrisa del chico al que amaba. Ambos se fueron.

Naruto llegó casi volando a su hogar, encontrándose con que Sakura se había quedado dormida en la cama de la habitación que compartían. Enternecido, se acercó a ella y la tapo con las sábanas, besando después su amplia frente. Pasado un rato, decidió acostarse a un lado.

Sus ojos azules se abrieron rápidamente a causa de unos gritos que provenían del baño. Asustado, se levantó y caminó hacia el lugar, encontrándose con su esposa, a quien se le había roto la fuente.

—Na-Naruto… —susurró ella.
— ¡Vamos al hospital! —de inmediato, la tomó entre sus brazos. Sakura se sonrojo levemente.

En poco tiempo, Sakura estaba siendo atendida en el quirófano. Naruto no había podido, ya que había olvidado la cámara y decidió volver por ella. Claro, no sin antes decirle que la amaba, mientras que las mejillas de Sakura adquirían un lindo tono rojizo.

Al volver al hospital, Naruto sintió un ambiente pesado a su alrededor. Como presintiendo algo, corrió de inmediato a la sala donde se encontraba la Haruno. En el camino, se topó con el doctor que atendía a su esposa.

— ¿Qué paso doctor? ¿Qué fue? ¿Cómo está Sakura? —preguntó sin caber en la emoción que su corazón experimentaba.
—Yo… —empezó a decir el doctor, con voz temerosa. Un escalofrío recorrió el cuerpo del Uzumaki. —Ella murió, lo siento mucho.
— ¡¿Qué?! —el Uzumaki estalló después de que la sonrisa se hubiese borrado de su rostro. — ¡Dígame dónde la tiene! ¡Ella no pudo haber muerto! —exclamó fuera de sí, tomando del cuello de la bata al matasanos.
Al verlo a los ojos, comprobó que éste no mentía. Lo soltó suavemente, mirando a un punto en el vacio. Inmediatamente después, echo a correr hacia el quirófano, ignorando las advertencias del personal del hospital.

Abrió la puerta sin tocar, encontrándose a su Sakura aún en la cama, con los ojos cerrados. Con la esperanza renovándose en su corazón, se acercó a ella; quería pensar que sólo estaba dormida.

Sus temores se confirmaron al tomar su mano entre las suyas. Su cuerpo se encontraba más frío que el mármol mismo. El joven kitsune rompió a llorar en ese mismo momento.

La puerta se abrió para dar paso a su viejo amigo, quien con mucho esfuerzo, lo abrazó y jaló, alejándolo del cuerpo de Sakura, aunque Naruto se resistió.

— ¡No! ¡Ella no puede estar muerta!... ¡Estaba muy bien! —sollozos lastimeros brotaban de la garganta del chico, quien forzaba a Sasuke a ir de nuevo al lado de Sakura, sin éxito…

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Naruto seguía en el mismo lugar, taciturno. Las lágrimas ya no salían de sus ojos, había pasado toda la noche llorando sin poder evitarlo. Acercó su mano al rostro nívea de Sakura, que estaba tan pálido y blanco como la nieve misma. El frío que sintió en su mano terminó recorriendo todo su cuerpo.

Su corazón se había roto ya, era un sonámbulo en vida, sólo una cosa quería: volver a verla sonreír. Quería volver a ver aquel ademán que le infundía fuerzas cuando todo era oscuro. Sin embargo, más que nunca en su vida, quería decirle cuanto la amaba, cuanto la necesitaba.

La había perdido a ella, al igual que su pequeño bebé. Su vida ya no tenía sentido sin las personas más amadas a su lado. Recostó su cabeza en el pecho de Sakura, sin poder evitar que más caprichosas lágrimas brotaran de sus ojos.

Un rato después, Sasuke llegó para ver como estaba. Lo encontró aún en la misma posición, muerto. Su corazón había dejado de latir, para unirse en el cielo junto a su esposa e hijo.