Adam

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Akambo, 7 Julio 2016.

  1.  
    Akambo

    Akambo Iniciado

    Acuario
    Miembro desde:
    31 Diciembre 2014
    Mensajes:
    5
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Adam
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1432
    I​

    Me llamo Daniel.
    Tengo 15 años.
    No soy bonita.
    Tampoco soy fea.
    Hace un mes comencé la preparatoria en un colegio de alto rendimiento, en donde llevamos una especialidad técnica.
    Logré ingresar en el mejor turno, a la mejor especialidad con un buen promedio.
    Tengo dos queridas amigas fuera del colegio.
    Estoy entablando una relación de amistad con dos compañeras de mi aula.
    Odio mi especialidad.
    Soy una chica.
    Me gusta un chico.

    ...

    Si bien llevo un mes aquí, aun no me adapto del todo a mi colegio, más estando en un grupo de cuarenta y cinco personas. Todos adolescentes con las hormonas a la máxima potencia, y yo no soy la excepción.
    Bien pude seguir con el buen comportamiento y la educación que mi querida madre me dio, pero todo sea por querer experimentar y probar las mieles de la desobediencia que me encuentro en esta situación.
    Lo explicaré mejor.
    Hace un par de semanas conocí a un chico, de lo mas normal, simpático, educado y con el "no se qué" que toda adolescente necesita para decirle "sí" a alguien que acaba de conocer hace dos semanas. Solo sé que se llama Adam, tiene 15 años, asiste al mismo grupo que yo y una vez me robó un beso que me hizo estremecer por dentro; lo que influyó lo suficiente para decirle que "sí" cuando me pregunto "¿quieres ser mi novia?". Y siendo honesta, con el calor de más de 15 minutos entre besos y una que otra caricia se escapó un lamentoso "sí", solo para no dejar al aire esa penosa situación y fingir que ya era una chica grande.

    Las clases transcurren de lo lindo, con las materias básicas ya que en el primer semestre no se ve nada de especialidad. Con un asiento al frente de la clase y mis amigas detrás y al lado mio el día en el aula se pasaba tan rápido que a veces ni siquiera recordaba que hacia un mes le dije a Adam que sí sería su novia. Aunque la cosa no pasara de mensajes y una que otra llamada de más de una hora diciendo tonteras, haciendole creer a mi madre que apenas se estaba dando algo con él.
    La vida normal de una adolescente promedio. Una chica promedio que necesita ayuda con sus clases de química, en donde mis amigas Gabi y Kelly tampoco dan una. No queda mas remedio que tomar asesorías con otra profesora.
    Para eso dejamos que el encargado del grupo acuerde la clase, porque no solo somos unos cuantos los que necesitamos las dichosas asesorías; más de cincuenta alumnos se han juntado, de todos los grupos, de todas las especialidades para asistir el viernes (en mi día libre) por la mañana.

    Le he dicho a mi madre que la asesoría dura de tres a cuatro horas, que no es cierto porque dura solo una y media, pero he quedado con Adam después de la asesoría y si le digo eso a mi madre seguro que no me deja.
    Salgo temprano de casa y dejo que mi cabeza se pierda en sus pensamientos, no es normal que le mienta a mi madre. Pero que más da, es preparatoria y uno hace lo que cree que es correcto. Y así tras quince minutos llego a la escuela y me encuentro con que la profesora no podrá dar la clase, la aburrida clase que no quería tomar, así que llamo a Adam para decirle que salí antes de lo planeado y que vaya a buscarme a un parque cerca del colegio. Y mientras espero socializo con mis compañeros, hacemos bromas, chistes dejando pasar los minutos y olvidando que quede con Adam.
    Miro el reloj y ha pasado más de media hora. Adam se va a molestar.
    Llego jadeando al parque y Adam está molesto.

    —¿Dónde estabas?— dijo con una cara de exasperación que jamás había visto.
    —Tranquilo cielo, me quedé platicando con Carlos y se me ha ido el tiempo—. Sí. Le he dicho "cielo".
    —¿Con Carlos?
    —Y con otros compañeros.
    —¡¿Y por qué primero mencionas a Carlos?!— No estaba molesto. Estaba encabronado. ¿Habrá sido por qué lo deje esperando? Pero no fueron mas de cinco minutos.
    —¿Te hice esperar mucho?
    —¡No me cambies el tema Daniel! Es que me llamas para que te entretengas con Carlos y a mi me dejes esperando, como tu idiota.

    ¿Pero que le pasa? Es un amigo, ni los celos deben ser así.

    —No es para tanto, además ya llegue, si estoy aquí es por ti.
    —Exacto, no debes fijarte en otro.

    Me tomo por el cuello y me dio un beso, agresivo, dejando algunas mordidas en el labio. Metió su mano bajo mi blusa y la deslizó hacia mi espalda. Trate de alejarlo de mi, pero me tenia atrapada entre sus brazos y entre jadeos de alguien que necesita de más que unos cuantos besos para demostrar lo que siente.
    Tras algunos minutos me apartó de su cuerpo, me miró como si todo lo anterior no hubiera pasado, con una expresión tan calmada, como si el faje anterior hubiera desquitado todas sus frustraciones y celos que, creo, que provoqué.

    —Daniel... tu respiración estaba muy agitada.

    No dije nada, solo pude ruborizarme. No estaba acostumbrada a ese tipo de actos, y menos en un lugar tan público. Abrí la boca.

    —Hacer ese tipo de cosas... no...
    —Daniel...

    Me interrumpió.

    —Por mi casa hay un parque más tranquilo, podemos pasar ahí el rato ¿quieres ir?
    —¿Está muy lejos tu casa?
    —Tal vez quince o veinte minutos.
    —¿Prometes que regresaré a tiempo?
    —Te lo prometo.

    Mi madre me advirtió de dejar que los chicos me lleven a lugares que no conozco, pero eran veinte minutos, a la casa de mi novio, no puede pasar nada malo.

    Y tras media hora llegamos a su casa, ubicada en "no sé donde". Me hizo pasar, pero me quede en la sala, esperando que en cualquier momento saliera su madre. Pero no. Me miro con ojos lascivos, tomó mi mano y me condujo hacia las escaleras.

    —¿No hay nadie?— pregunté.
    —No.

    Fue lo único que dijo hasta que me llevo a su habitación. Me he dejado llevar hasta este punto. Tan inconsciente he sido para no poder decir que no.
    Deje mi mochila cerca de la cama y mi celular en su buro, mientras el cerraba la puerta tras de si. Mi cabeza no deja de darle vueltas al cómo pude verme en esta situación.

    —No vamos a hacer nada que tu no quieras.

    Lo dijo mientras se quitaba los tenis y se quitaba la playera. Creo que me ruboricé, nunca me había encontrado en ésta situación. El sexo nunca había sido una de mis opciones. Me tengo que mentalizar para que eso no pase. Hoy no debe haber sexo.
    Me miro tan profundamente que mi mente se quedó en blanco, solo con el pensamiento "no debe haber sexo". ¿Tan débil soy?
    Se acercó a mi, a mis labios y los beso como no lo había hecho, uso su lengua y mordisqueo mis labios. Correspondí al beso.
    Lentamente metió su mano por mi blusa, deslizándola por mi cintura para atraerme hacia él. Su otra mano la metió en mi sostén y tomó con fuerza mi pecho, me quitó mi blusa y desató mi sostén. Se bajo los pantalones y siguió besándome. Me llevó ahí con un propósito, me ha estado trabajando para éste momento y ni siquiera han pasado tres meses, y yo le estaba facilitando las cosas. Comenzó a besarme el cuello soltando una pequeña mordida ocasional. Mi cuerpo no había sentido una excitación como esa. Solo me deje llevar. Deje que besara mis pechos mientras me quitaba el pantalón. Acarició mis piernas desnudas y cuando su mano se acercaba a mi entrepierna me pregunte si solo se estaba burlando de mi. ¿Por qué sabe que hacer?
    Le pare y note que su sexo estaba erecto. Mire la hora en mi teléfono y estaba a tiempo de regresar a mi casa.

    —Llévame a mi casa — Le dije mientras me ponía mi ropa lo más rápido que mis manos temblorosas me lo permitieron.

    —Perdóname.

    Fue lo único que dijo mientras tomábamos camino de regreso. Simplemente está mal, su comportamiento y el mio, esta relación no me dejará nada bueno.

    Mañana le diré que terminamos.

    Pero me llegó un mensaje de Adam diciendo:
    "Me he pasado con lo de hoy, primero mi ataque de celos y luego en mi habitación. Será mejor que antes nos conozcamos más."

    Un mensaje no es la mejor forma, pero parece que lo entiende.
     
  2.  
    Akambo

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    31 Diciembre 2014
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    5
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Adam
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1311
    II​


    Creía que las cosas irían mejor ahora que aclaré las cosas con Adam, pero ni siquiera me sostiene la mirada, cada vez que quiero hacer contacto de cualquier tipo con él me lanza la mirada más pesada que tiene, dejando ver el rencor que me tiene y dejando un sentimiento de culpa en mi interior. ¿Por qué me siento así? Si lo quiero, pero no para volverme loca por él.
    Gabi y Kelly me siguen apoyando en la "fase de ruptura" y les sorprende la actitud que ambos tomamos, así que me animan a hablar con él en la siguiente hora que tengamos libre. Aunque creo que el aproximarme a él va a ser difícil, nunca está de más tratar ¿qué estará pensando? ¿hice algo malo? ¿tengo yo la —culpa?

    Me aproximo a Adam por el pasillo sin dejarle por donde escapar. Lo tengo.
    Me mira furioso.

    —¿Qué pasa Adam? Creí que habiamos terminado bien.
    —Creíste mal Daniel.
    —Pues dime que pasa porque simplemente no lo entiendo.
    —¿Es que eres tan inocente?¿Tan poco te importo?
    —Es claro que me importas sino, no estaría aquí.
    —¡No mientas!
    —Que no te miento.
    —¡Ni siquiera te importó el que termináramos!
    —Claro que me importó, es una oportunidad para seguirnos conociendo.
    —¡No es así!¡No es tan fácil!
    —Bueno... entonces dime por qué no podemos convivir en paz.
    —¡Porque me enamoré de ti!¡Y tu no me correspondes de la misma manera!
    —Es normal que así sea.

    Éste chico está loco.
    No te puedes enamorar de alguien a quien apenas conoces. Además te esfuerzas para que las cosas funcionen. No las terminas y huyes de la situación solo porque algo no salió como tu querías.

    —Mira Daniel, deja las cosas como están. No importa que me quede solo, siempre lo he estado, te deseo lo mejor.

    Le dí un abrazo y me aleje de ahí pensando en sí podríamos convivir en paz el resto de los semestres. Las clases se reanudaron. Éste chico si que me consterna.

    ...
    Al cabo de dos semanas las cosas parecían normales. Mis calificaciones eran las promedio. No me quejo.
    Convivo en paz con la mayoría de mis compañeros. Menos con Adam. Sigo sin entenderlo y debería dejar de preocuparme por él.
    A pesar de que fue la primera persona que me dijo que me amaba, nunca he sentido tales cosas como el amor. No lo comprendo. No lo he necesitado hasta ahora.

    Adam me mandó un mensaje diciendo que me extraña, que extraña el contacto que tuvo con mi piel y aquellas caricias que compartimos en su cama. Que no ha dejado de pensar en mi. Lo cierto es que yo he pensado en lo mismo.

    Tras una serie de circunstancias que ni yo entiendo regresé a su casa. Y paso lo mismo que la vez anterior. Se detuvo jadeando y conteniendo sus ganas de arrancarme la ropa interior.

    —Te amo— me susurró al oido.

    Mi cuerpo se estremeció ¿Por qué éste chico conflictivo me hace sentir ésto?

    —No es para tanto Adam.
    —Regresa conmigo. Sé mi novia otra vez, prometo hacerlo bien.
    —Deja que lo piense aunque sea un poco.
    —¡¿Ves cómo no me amas?!

    Se apartó de mi violentamente.

    —Venga... Adam... — no puedo creer lo que voy a decir —Si te amo... y regresaré contigo... pero no me pongas esa cara.
    —¿En serio?
    —Si cielo, lo digo en serio.

    Cuando regresé a mi casa me quedé pensando seriamente en lo que pasó en su casa. Le conté a mi madre de la propuesta de Adam y que había aceptado. Pero no le diría a nadie que lo hice por lástima hacia él.
    Lástima.
    La relación trascurrió normal un mes más. Como si nada hubiera pasado. Era aún más dulce que de costumbre. Tan atento y apegado a mi que todo el día estábamos juntos. Deje de hablarle a mis amigas para pasar más tiempo con él. Cada día comenzó a pedirme más y más atención.
    Se molestaba que hablara con otras personas sin que le avisará. Y cuando me reunía con mis amigos de la secundaría se molestaba y me pedía que no fuera.
    Nunca le hice caso.
    Mi estrés subía cada que Adam hacía un berrinche. Eso es: berrinche. Cómo un niño que llora por no compartir su juguete. Yo soy el juguete.
    Cada que subía mi estrés mis calificaciones bajaban, y fue así como salí rozando algunas materias en el primer semestre.
    Mis padres estaban más que enojados.
    Ya no tenía amigos, mis calificaciones bajaron, mis padres están molestos conmigo y Adam sólo me ha estado presionando desde que regresé con él.
    Lo debo terminar.

    Salí con él y tras hablar un poco comencé a hablar.

    —No creo que ésto esté funcionando.
    —¿De qué hablas amor?
    —De nosotros.
    —No lo entiendo. Yo te amo y tu me amas.
    —Eso no basta.
    —¿Qué necesitas? ¡Te he dado todo!
    —Adam... ya no quiero seguir con ésto.
    —Daniel por favor no lo hagas.
    —Es lo mejor.
    —Dame..
    —¡No Adam!
    —Vamos a mi casa.
    —¿Para qué?
    —Para demostrarte que te amo.
    —¿Qué quieres hacer?
    —Quiero hacerte el amor, quiero tocarte por cada rincón de tu cuerpo.

    Me tomo a la fuerza y me besó. Comenzó a meter su mano en mi pantalón y por mis bragas.
    Me estremecí del miedo. Comenzó a mover sus dedos en mi interior, no dejaba de besarme.
    Tenía que detenerlo.

    —¡Adaam!...
    —No te resistas Daniel. Vamos a mi casa.

    Lo hizo otra vez.
    ¿Es compasión para con él? ¿Por qué al final me convence? ¿Que tiene él que me hace querer más y omitir todo lo malo que ha causado?

    Cuando llegamos a su casa me llevó directamente a su cuarto y comenzó a desvestirme. Me arrojó contra la cama, mientras me incorporaba comenzó a desvestirse y pude ver como su sexo estaba erecto.
    Me beso y comenzó a rozar nuestras intimidades.
    Solté un gemido.
    Me quitó el sostén y bajo una mano a mi entrepierna mientras acariciaba y mesaba mis pechos. No podía contener el aliento.
    Bajo mis bragas y con una mirada lasciva escupió.

    —Qué mojada estas Daniel.

    Dejo salir su sexo y se puso un condón. Mi cabeza estaba en blanco. Así iba a perder mi virginidad.
    Se acercó para besarme, un beso cálido como nunca lo había dado y con tan solo ese contacto de labios olvidé en que situación estaba. Hasta que el dolor apreció.
    Me estaba penetrando.
    Solté un grito ahogado y las lágrimas corrieron por mis mejillas.

    —Relájate... para que cueste menos.

    Trate de pensar que sólo sería una vez. Aunque me duela una parte de mi estaba emocionada.
    Comenzó a moverse y fue cuando él soltó un gemido.
    Aún me dolía cada que movía sus caderas, pero me gustaba... me gustaba el olor del sudor de ambos en esa habitación. Los sonidos obscenos que emitían nuestros cuerpos.
    Me gustaba que me besaba el cuello mientras subía la intensidad de sus movimientos. Me gustaba que podía morder parte de sus hombros y el gemía de a ratos. Me gustaban los gemidos de ambos.
    Me gustaba.
    Me volteó para penetrarme por detrás. Y una sensación de hormigueo invadió mi vientre. Tomó mi cabello y acarició mis glúteos al tiempo que el ritmo de sus caderas se aceleraba.
    No sentí el pasar del tiempo. Hasta que la última y más profunda penetración se hizo presente. Había terminado.
    Fui al baño a reflexionar lo que había pasado. A limpiar la sangre que había dejado.
    ¿Por qué no me sentía feliz? Al hacerlo fue lo más placentero que había hecho.

    Nos cambiamos y me acompañó hasta la parada del transporte.

    —¿No me vas a acompañar hasta mi casa?
    —No cielo, no tengo dinero para el regreso.

    Me besó en la frente y me dejó subir sola al transporte.
    El ardor en mi entrepierna regresó.
    Me sentía sucia.
     

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