Audiohistoria Adalid VS Anaizel

Tema en 'Literatura experimental' iniciado por EricssonTwo, 26 Mayo 2022.

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    EricssonTwo

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    Aries
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    POR FAVOR ABRIR ESTE SPOILER ANTES DE LEER


    ****Aviso****


    Esta historia ha sido escrita por tres motivos iniciales:

    1) Para una user de un sitio de videos muy popular cuyo nombre empieza con "Y"; y a quien le dedico esta historia, pero por razones de SPAM/PUBLICIDAD no mencionare ni su nombre; ni el nombre del sitio o links ( Si quieren conocer mas solo contactar por privado). Por lo que si llegan a mirar en otro sitio de videos o algo asi preguntenme los motivos, que con gusto aclarare.

    2) Para compartirla con ustedes para disfrute de cada uno(a) en donde te metes en la piel de un/una adalid que defiende su pueblo de las amezas de un espiritu maligno y vive una gran aventura.

    3) Para ser usado en un proyecto para el foro en el que estoy trabajando junto con una talentosa user a quien dejare que se presente si asi lo desea. Asi que guardare su identidad hasta que me pida lo contrario; lo siento.

    -- Cosas por aclarar ---

    1) La voz usada es la mia y cuando gusten se pueden comprobar de la forma que sea posible.
    2) Las musicas instrumentales que se escuchan de fondo son libres de copyright, con excepcion de la utima; que pertenece a Kokia Fukurou (Lo siento no pretendo hacer SPAM, pero debo dar credito a quien credito merece; igual si he incumplido en algo por favor haganmelo saber).
    3) Son exactamente 28 minutos con 5 segundos de audio.

    Creo que eso es todo por ahora; cualquier detalle que se me haya escapado lo ire actualizando aqui mismo.

    Saludos y disfruten la lectura y el audio.





    - Tu ( Adalid) VS Anaizel -

    Link del audio
    https://voca.ro/1jHfGcmZYh3h

    Aquella noche no tenías claro si saldrías con vida de aquella cueva; solo sabias que iras a combatir aquella amenaza que azotaba a tu pueblo. Y mientras avanzabas recordabas aquel día en que iniciaste tu entrenamiento con el anciano maestro “Kiro”.


    Hace tiempo atrás…


    “Anaizel” un antiguo espíritu maléfico capaz de poder materializarse a voluntad; adquiriendo cualquier forma que deseara, anualmente atacaba tu pueblo natal; destruyendo toda edificación a su paso si no se le ofrendaba una persona de corazón puro; siendo principalmente los niños quienes prefería debido a su pureza e inocencia.


    El pueblo durante años soporto los ataques del espíritu; no queriendo sacrificar la vida de ninguno. Inclusive intentaron vivir en otros sitios, pero a donde quiera que iban; el espíritu los perseguía y continuaba con su rutina anual de destrucción al no encontrar ofrenda que lo apaciguara.


    Cansados de tanta destrucción decidieron elegir un héroe o heroína. Un adalid; alguien que los representara y que se encargara de acabar con aquella amenaza. Pero algunos tenían mucho miedo al espectro ya que sabían que podían perder la vida al intentarlo; mientras otros querían lucrarse, pero lamentablemente el pueblo no estaba en su mejor momento. Parecía que no quedaban opciones y justo cuando estaban por decidir a qué niño sacrificar para ofrendar alzaste tu mano y te ofreciste para entrenar y enfrentarte a la abominación y traer finalmente la paz a tu pueblo. Algunos se sorprendieron por la disposición con la que te ofrecías e inclusive dudaban si se trataba de valentía o estupidez, pero dentro de ti el hervor de sangre ante tan terrible situación hacia que una llama de determinación y valor ardiera en ti; haciéndote querer enfrentarte cara a cara ante tan peligroso destino.


    Finalmente y tras varios días de deliberaciones decidieron aceptar tu humilde ofrecimiento y encargaron al anciano maestro Kiro que se encargara de entrenarte. Kiro era un experimentado guerrero quien en su tiempo había librado muchas batallas y conseguido incontables victorias para el pueblo; era un alguien muy respetado y a quien más de uno acudía a él para pedir consejo y quien gustosamente atendía, no queriendo ser protagonista; sino compartir de su conocimiento para que el pueblo mejorara cada vez más.


    El quedo contigo en encontrarse frente a una antigua una cascada, donde decidieron realizar los entrenamientos y en el día y hora acordados acudiste al lugar encontrándote con tu mentor quien se encontraba sentado sobre una enorme roca a pocos metros de la cascada esperando tu llegada.



    Cuando finalmente llegaste donde se encontraba el mostro una ligera sonrisa; complacido por tu determinación y tras bajar de la roca te dijo “Me alegra que vinieras; espero que estés en condiciones porque lo que te espera es un largo entrenamiento…” Le expresaste que tenías gran ansia y disposición para empezar; a lo que te respondió: “Excelente… Comencemos entonces.” Dijo y de ahí en adelante dieron inicio al entrenamiento que duro varios meses.


    Recibiste un arduo y extenso entrenamiento en el que tanto tu cuerpo; mente y espíritu fueron llevados a sus límites e impulsados a superarlos de maneras que jamás pensaste que podrías llegar a alcanzar. Todo fue progresivo; iniciando torpemente y en más de una ocasión tropezabas con los mismos obstáculos y dificultades una y otra vez, y, aunque el anciano maestro fue muy estricto contigo; sabias que era algo totalmente necesario, porque si no podías soportar ese entrenamiento; no estarías en condiciones para poder enfrentarte al terrible Anaizel. ¡No!, no podías permitirte el venir abajo ante cualquier obstáculo que se te presentara; ¡Tenías que conseguir el éxito y nada ni nadie impediría tu victoria sobre ese despreciable ente! Y después de mucho tiempo y dificultades superadas; pudiste terminar triunfante y feliz con tu entrenamiento.


    Tu maestro no podría estar más satisfecho con los resultados. Llegaste inclusive a superarlo; logrando desarrollar un estilo propio y muy particular de combate sin armas; pero aparte del entrenamiento había algo que debía indicarte el anciano Kiro y fue en una noche de luna llena; cuando hicieron una ceremonia de despedida para ti en la que descubrirías eso.


    Era una reunión bastante peculiar debido a la mezcla de sentimientos y reacciones que causaba; en especial en tus seres más cercanos, ya que por un lado estaba el hecho de la gran felicidad de que al fin habías completado tu entrenamiento; lo cual causaba gran alegría ya que tenían fé que tu preparación te ayudaría a derrotar el azote que llevaba tiempo molestándoles, pero por otra parte la tristeza de que te irías sin saber cuándo regresarías.


    Entre risas y lágrimas compartían una emotiva noche antes de la mañana del día siguiente. Y justo cuando estaba por terminar la ceremonia; el anciano Kiro dirigió a ti unas palabras. “Los meses que estuviste bajo mis enseñanzas lograste desarrollar tus habilidades y fortalezas alcanzando niveles que nunca llegue a imaginar e increíblemente superaron las mías… Pero esa solo fue la mitad de tu preparación” Te quedaste pensando… “¿Solo la mitad? ¿Qué más podría faltarme?” Fue entonces cuando el anciano vio la expresión en tu rostro y esbozando una sonrisa dijo. “Sé que tienes dudas; pero no te preocupes, ahora lo que debes hacer es hallar un objeto en particular…” Decía, pero en ese momento; volando en su forma espectral apareció Él.


    Anaizel descubrió los planes que tenían e inmediatamente fue a donde estaban ustedes y disparo una ráfaga de energía que impacto a Kiro tumbándole en el suelo. “Gya, ja, ja, ja… ¡Son patéticos!” Decía burlonamente el terrorífico ser. “¿Realmente creen que pueden acabar conmigo?... ¡Ilusos!” Entonces dirigió unas palabras a ti. “Y tu… Si realmente crees que puedes derrotarme ven entonces a la cueva “Eiverab” y demuéstrame de lo que eres capaz; ¡Gya, ja, ja, ja!” Termino riendo y desvaneciéndose dejando atónitos y aterrados.


    Inmediatamente fuiste a donde estaba Kiro; quien se encontraba aun tumbado en el suelo con una herida mortal en su pecho. “N…No le pr… Prestes… (Tos)… Atención.” Decía con gran dificultad para respirar. Tú intentas decirle que no hable y que todo estaría bien; que lo ayudarían, pero el anciano solo se limitó a sonreír; pues sabía que sus días estaban por terminar. “An…tes… De ir a… a…” Le costaba cada vez más hablar; tu le tomaste de la mano y él apretó fuertemente la tuya como queriendo aferrarse a la vida. “De…bes buscar… Bibli… oteca… Ahhj…” Estaba por expirar. “..Yz… Peeeh.” De pronto ves como el anciano dice eso con su último aliento; soltando lentamente tu mano y lo único que puedes hacer es dar un fuerte grito de dolor al ver como el que fue tu maestro moría entre tus manos por culpa del desgraciado espíritu.


    Las demás personas lloraron a tu lado por tan horrible pérdida y una sensación de impotencia e ira querían apoderarse de ti; pero gracias a tu entrenamiento pudiste hacer eso de lado y concentrarte en las últimas palabras que dijo tu difunto maestro.


    Algo sobre una “Biblioteca” y la palabra “Yzpe” o algo así; ¿Qué significarían?... Repentinamente recordaste que tu maestro tenía una biblioteca. ¿Podría ser allí donde se encontraba eso que decía?; dejaste a tu maestro en manos de tus amigos confiándoles que se encargaran de dar sepultura adecuada e inmediatamente corriste hasta su hogar y entraste a la biblioteca.


    Buscaste concienzudamente estante por estante; su colección era enorme, pero luego de un buen rato lograste hallar un libro algo reciente. “Secretos de Yzpe” se titulaba. Realmente no comprendías como este libro podía ayudarte, pero sin embargo lo cogiste y llevaste contigo y algunas antorchas en dirección a donde Anaizel te había indicado que fueras a buscarle; la cueva de Eiverab…


    Eiverab era una profunda cueva ubicada en una enorme montaña la cual estaba infestada por toda clase de animales y seres peligrosos; y nadie se atrevía siquiera a acercarse a ese sitio. Sus niveles eran muy profundos y poblados de toda clase de peligros para cualquier ser viviente. Sin embargo y a sabiendas de ello; emprendiste camino hasta allí con la sola y única intención de acabar de una vez por todas con Anaizel.


    Entonces te encaminaste en dirección a la montaña donde estaba la cueva de Eiverab.


    Eventualmente y conforme fuiste subiendo la montaña una y otra criatura te atacaba; poniendo a prueba cada vez más y más tus habilidades. Afortunadamente no representaron gran problema y todo gracias a la preparación que tenías y al entrenamiento. Tras rato de escalar; tropezar con obstáculos y derrotar cuanta criatura quería atacarte; finalmente llegas a la cima. Y ahí es donde nos lleva al principio del relato.


    Volvemos al presente…


    Todavía era de noche y por un momento la incertidumbre y una rara sensación de miedo y ansiedad se apoderaron de ti poniéndote en la mente si volverías con vida de aquel terrible lugar… Los recuerdos de tu entrenamiento pasaron por tu mente en cuestión de segundo y fue una de las cosas que te dio la fortaleza para continuar e ingresar a las fauces de un destino incierto.



    Ya dentro del lugar te diste cuenta de la humedad y frio en el ambiente. Te daba escalofríos y te lamentabas el no haber podido traer algo para entrar en calor, además de las antorchas; pero solo vestías tu ropa de siempre y nada más. Y aunque muchos hubieran cuestionado el que salieras sin ningún tipo de protección o armamento; sabias que era algo inútil en la lucha contra un ser de índole espiritual, No; no podías combatir algo así solo físicamente. ¡Sería una intensa batalla!


    Conforme avanzabas cada vez más se dificultaba el tramo a niveles imposibles, pero una vez más y gracias a tu entrenamiento; aunque con un poco de dificultad pudiste: Correr a gran velocidad cuando había algún derrumbe; saltar grandes distancias y esquivar ágilmente rocas que en ocasiones estaban por caer sobre ti. Descendiste cada vez más y la temperatura aumentaba a medida que descendías. Ya no lamentabas tanto el no haber traído abrigo.


    Cuando llegas a un espacio amplio escuchas una risa burlona la cual reconoces inmediatamente. “Gya, ja, ja, ja” El mal que atormentaba a tu pueblo; aquel que acabo con la vida de tu maestro; aquel a quien juraste acabar estaba ahí. No sabias donde se encontraba e intentabas buscarle con la mirada pero sin éxito. “¡No puedes golpear lo que no puedes ver! Jajaja” Dijo e inmediatamente sentiste un golpe en tu brazo derecho. La fuerza del impacto hizo que pusieras tu otra mano sobre el brazo afectado. Intentaste concentrarte y usar todos los sentidos posibles para poder ubicarle. Abajo; al centro. ¡Arriba! Lograste percibir algo que se aproximaba a ti a gran velocidad y por muy poco pudiste evadirlo. “Nada mal, nada mal. ¡Pero necesitaras más que reflejos para derrotarme!” Dijo avalándose y ubicándose a diez metros frente a ti permitiéndote poder observarle completamente.


    Ante ti estaba una figura humanoide pero con características de murciélago. Alas; orejas; garras y color de piel, era algo repulsivo de apreciar y causaba cierto grado de miedo al verle. “¿Qué te pasa? ¡No me digas que me tienes miedo! Gya, ja, ja.” Eso último te hizo correr y atacarle para hacerle lamentar el haber dicho eso; y así lo hiciste. Corriste lo más rápido que pudiste y logras alcanzarle con un golpe con tu mano izquierda; dándole de lleno en la boca del estómago, pero al recibir el impacto este desapareció en una estela de esferas brillantes que flotaban y se distorsionaban hasta no quedar nada. “Nada mal… Esta batalla promete.” Afirmo el terrible ser apareciendo esta vez mas lejos de ti pero en esta ocasión en la forma de una pantera negra con enormes y filosos colmillos.


    La batalla continuo, pero no te percataste a tiempo de que Anaizel estaba jugando la estrategia del agotamiento. Cada vez que le derrotabas se convertía en un ser totalmente diferente; con formas que variaban desde las más comunes, hasta otras similares a la primera con la que te enfrentaste. Trágicamente con cada golpe; cada aparición derrotada; cada esfuerzo hacia que te agotaras más y más.


    “Gya, ja, ja, ja… ¡Ríndete!¡No tienes posibilidad alguna de vencerme!” Dijo el Anaizel sintiéndose triunfante. “Jurame lealtad y te perdonare la vida.” Ordeno soberbiamente el despreciable ser.


    En ese momento ya presa del cansancio te encontrabas preguntándote “¿por qué no puedo derrotarle?” tu mente daba vueltas mientras Anaizel esperaba una respuesta de ti. Por un instante viste que todo estaba por terminar… Todo había sido en vano… Tu decisión… Tu preparación… Todos estos meses se veían venir abajo y todo en vano. Por momentos recordaste todo lo que viviste hasta ahora y solo para tener un fuerte remordimiento en tu ser; sintiéndote impotente ante lo que para ti se avecinaba.



    Entonces…



    “¡El libro!” Exclamaste; recordando que lo habías traído contigo. Lo sacas de donde lo tenías guardado. “¿Eh?... ¿Qué se supone que es eso?” Pregunto Anaizel ignorante de lo que hacías en ese momento. Luego lees el texto que estaba escrito en él y tras pasar un par de páginas descubres un hueco y dentro un collar con una hermosa gema. En ese momento; después de haber leído lo que había escrito supiste que hacer. “¿Qué pretendes patético ser?... ¡¿No vas a atender a lo que te dije?!” Demando el ente quien ya se disponía a atacarte, pero en ese momento y cuando colocaste el collar en tu cuello; cerraste tus ojos y sentías como tus fuerzas eran renovadas. No, mejor aún; aumentadas increíblemente haciendo que de ti emanara una intensa luz clara. “¿Pero qué demo…?” Iba a preguntar; pero el lugar fue iluminándose cada vez más y más; hasta quedar totalmente irradiado por la intensa luz para luego apagarse gradualmente y revelar algo diferente en ti. “¡NO PUEDE SER!” Dijo airado.



    Al principio no lo comprendías; Pero al verte pudiste apreciar una armadura espectral brillante; la cual te protegía completamente. Cabeza; hombros; brazos; manos: tórax; abdomen; Piernas y pies. Pudiste sentir una agradable sensación de confort y seguridad. “¡¡¡No pienses que tienes oportunidad alguna infeliz!!!” Grito fuertemente mientras se abalanzaba contra ti y daba un golpe; luego otro y otro. Hasta que se detuvo observándote atónito. “No… Es… Posible” Dijo al darse cuenta de lo que había pasado. Entonces; luego de que bajaras tus brazos cuando te intentabas proteger; te diste cuenta que no tenías ninguna herida, es más, ni siquiera tenías un rasguño. No había diferencia; seguías sintiéndote igual de bien y el cansancio ya no estaba.


    “Increíble” pensaste e inmediatamente dirigiste la mirada al espectro; el cual se puso trémulo; presa del miedo ante tu imponente presencia. “Ahora es el momento de terminar con esto” Afirmaste colocando un puño cerrado frente a ti. “Por mi familia… Por mis amigos… Por mi pueblo… Y por mi maestro.” Te colocas en guardia y empiezas a correr en dirección a Anaizel; aquel despreciable ser que tanto daño te hizo a ti y a los tuyos. “¡TE DESTRUIRE!” Gritaste mientras lanzabas un golpe como jamás lo habías hecho antes y a una increíble velocidad. “¡Nooooo, piedaaaaad!” dijo Anaizel soltando un escalofriante alarido que resonó en toda la cueva; para luego el espectro recibir de lleno el impacto que inclusive hizo estremecer todo el lugar.


    Todo parecía moverse en cámara lenta. La cueva se estaba derrumbando; el impacto no solo destruyo al diabólico ser; sino también la cueva. Todo se tornó nuevamente en blanco.



    Mientras que en el pueblo podían apreciar que a lo lejos la montaña se derrumbaba. Algunos se alegraron imaginando que todo había salido bien; otros asumieron lo peor y pensaban que Anaizel iría por ellos; pero tu familia y amigos corrieron a todo lo que podían para saber que había sido de ti.





    “Cree en ti… No dejes nunca que nada, ni nadie derribe tus sueños ni tus esperanzas. Procura el bienestar y la paz para ti sin afectar la de los demás.”


    “Cree en los tuyos; pues ellos serán quienes te den animo cuando creas que ya no lo tienes.”


    “Cree en el mañana; porque esa es la garantía que te dará el ánimo que necesitas para que te forjes el futuro que desees.”


    “Nunca pierdas la fé ni la esperanza; pues de ellas depende el éxito que tengas en lo que te propongas”


    “… Como ultima cosa te dejo este collar… Canalizara tu voluntad y tu fe; mostrándolas reflejadas en una forma espectral que podrá ayudarte a derrotar a Anaizel…”


    “Lamento no poder compartir este instante junto a ti; pero confió en que sabrás que hacer llegado el momento, porque si has hallado este libro puede que ya no este con vida…”


    “Gracias mi adalid, por traer un rayo de esperanza al pueblo… Y particularmente a mi… Espero poder reencontrarme contigo algún día en la eternidad para darte personalmente las gracias.”


    “Tuyo sinceramente: Kiro Kesquii Yzpe”






    Las palabras que leíste en el libro pasaron por tu mente antes que todo quedara en blanco. “Quizás nos veremos más pronto de lo que pensabas, querido maestro” Fueron tus últimos pensamientos antes de perder el conocimiento.



    Mucho tiempo más tarde…


    Despierta en una habitación y te preguntas “¿en dónde estás?”. Rápidamente te levantas de la cama en la que te encontrabas y cuando paso por tu mente el salir por la puerta ves entrar a tu madre quien con una gran sonrisa de oreja a oreja corre a ti y te da un fuerte abrazo y te dice lo contenta que estaba de verte despertar y que estaba muy preocupada por ti, pero que le alegraba mucho saber que todo el tormento había llegado a su fin gracias a ti y que se sentía muy orgullosa e inmediatamente te toma de la mano y te dice que vayas con ella puesto que te tiene una sorpresa; a lo que aceptas con mucho gusto.


    Caminas aun sosteniendo la mano de tu madre y cuando salen de la casa tu madre suelta tu mano y dice “¡Sorpresa!” te asombras mucho al ver a todos los habitantes del pueblo reunidos frente a ti sosteniendo carteles de bienvenida y felicitaciones. No solo eso, sino que también con parte de lo que les quedaba de alimentos; organizaron una fiesta en tu honor por derrotar al terrible Anaizel y traer la paz de nuevo al pueblo.


    Todo fue algarabía y alegría. La gente celebrando contigo; conversaban; algunos reían; otros lloraban de felicidad; habían quienes se acercaban y te pedían autógrafos. Era algo que no llegaste a pensar que pasaría, pero que te llenaba de mucha alegría; aunque por otro lado recordaban al anciano maestro con cierta melancolía.


    Al pasar el tiempo tú y los habitantes del pueblo lograron nuevamente terminar de reconstruir las casas y edificios que habían sido destruidos y lograron restablecer una buena economía en el lugar recuperando la prosperidad alguna vez perdida. También alzaron dos estatuas una tuya junto a la del ya fallecido maestro Kiro; de quien nunca olvidaran sus consejos y enseñanzas.


    Viviste muchas aventuras con el paso del tiempo, pero esa son otras historias para contarlas en otra ocasión.


    El fin.
     

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