Microrrelato [Actividad] Ignorancia

Para la actividad: Te quiero, aunque me duela.

Ignorancia​

Seco con discreción la solitaria lágrima que se desliza por mi mejilla mientras trato de dibujar en mis labios la sonrisa que esperas de mí. He escuchado decir que los hombres no deben llorar, pero, ¿qué más da? Aun cuando mi cuerpo físicamente desarrollado muestra mi edad; veinticinco años, parecido al más guapo actor de cine, mi mente, por decisión médica, encierra la de un niño… mente y corazón de niño.

Sin embargo me pregunto, ¿qué niño puede sentir esto que siento por ti? ¿Qué corazón de niño puede palpitar con tal frenesí en tu presencia como lo hace el mío? ¿Qué pensamiento infantil puede dar cabida a los más ardientes sueños de conseguir tu amor?

Amor.

Amor romántico prohibido para mí, porque desde la perspectiva ajena, solo soy un niño en un cuerpo de hombre y al niño es lo que tú ves, como si fuera tu hermanito pequeño, en completa ignorancia del torrente de sentimientos que despiertas en toda mi persona.

¡Bésame! ¡Abrázame! ¡Acaríciame! ¡Ámame! ¡Cásate conmigo! Esas son las frases de la melodía que canta mi mente enamorada día a día, mientras tú me cantas las melodías didácticas que según la opinión de los sabios, me harán aprender, y como mi terapista que eres, deseas que aprenda muchas más cosas, pero ¿y tú? ¿Cuándo aprenderás a observar con detenimiento mis señales? ¿Cuándo será que aprenderás a escucharme de verdad? ¿Cuándo será el día en que descubras que mi declaración de “te amo”, significa el grandioso y eterno amor de un hombre, y no de un niño, que muere un poco cada día ante la completa ignorancia de su amor imposible?

Lloro, sí. De dolor y decepción. De desesperación y amargura, porque doña Ignorancia se ha empeñado en ocultar de tu mirada mi más grande y sublime amor, cegándote para que jamás lo veas y mi sonrisa disfraza la desesperanza que se traga mis ilusiones, siendo también mi sufrimiento invisible a tus ojos.

Otra lágrima se asoma y tú en lo que enfocas tu mirada, es en mi sonrisa. La seco también maldiciendo mi desdicha. Verme sonreír te hace sentir bien. Sonreiré. Seguiré brillando externamente mientras en el interior agonizo en una profunda e interminable tristeza, esa “amiga” que me abraza por completo por culpa de doña Ignorancia.