Harry Potter Acromántula - [Fantastic Beasts]

Newt habría tenido aproximadamente siete años, él siempre aseguraba recordarlo a la perfección, incluso lo que había desayunado antes de aventurarse con su abuelo, el misterioso señor Scamander, al peligroso bosque de Escocia.

Tal vez su rara obsesión por las criaturas mágicas había nacido ese día. Tal vez, no lo daba por hecho. Pero sabía a ciencia cierta, que las vacaciones con su abuelo hasta entonces, habían sido sus preferidas; ninguna terminaba de la misma forma ni siquiera sus heridas.

*

Aquel día había prometido ser excelente, no había habido una pizca de exceso de frío o calor, había estado sereno, despejado y con un sol radiante en lo alto. Tanto él como el señor Scamander se habían puesto unos sombreros de exploradores; el suyo, recordaba, le había quedado ridículamente grande que apenas se le veían los ojos, pero estaba demasiado extasiado como para que aquello le hubiera afectado.

Ni siquiera se había despedido de sus padres. Aunque aquello eso tampoco le había importado, mucho menos al anciano. Aún así, antes de desaparecer con él, no había podido evitar girar hacia la casa. Sólo para asegurarse de que ahí todo estaba en orden y que así seguiría al regresar.

*

—¿Ves eso, hijo? —habían caminado por horas entre tupidos árboles, raíces gruesas y arbustos mágicos que quisieron más de una vez enredarlo con sus engañosos ganchos. De no ser por el machete del anciano estaría ya estrangulado o peor, partido en pedazos.

Se habían detenido en un lugar bastante escondido, ni siquiera los rayos del sol penetraban las copas de aquellos viejos árboles. Sin embargo, su abuelo estaba satisfecho, de alguna manera sabía que estaban en el lugar correcto.

—¿Qué cosa? —se atrevió a preguntar, estaba muy interesado en saber porqué los ojos de su abuelo brillaban de esa forma.

—Las telarañas en forma de cúpula, Newt. Sabía que no estaba equivocado ¿sabes? hace un mes venimos con Rodrick por aquí y encontré restos de huevos de Acromántula. Sé que puede sonar imposible dado que no hay forma de que hayan llegado hasta aquí. Pero debes creerme, Newt cuando te digo que aquí hay un nido de Acromántula. Pero el viejo Rodrick me lo negó, yo creo que lo hizo por su enfermiza fobia a las arañas y no me dejó bajar ahí. —Newt siguió el dedo arrugado y torcido del señor Scamander. Una cueva bastante grande estaba a pasos de ambos ¿cómo es que no la había visto?

—¿Bajaremos? —el anciano sonrió orgulloso. Sabía que su nieto no lo defraudaría.

—¡Por supuesto! —exclamó extasiado, Newt lo notó como un pequeño chillido infantil, como esos que él hacía cuando encontraba Horklumps en los alrededores de su casa.

Daba por hecho que era escalofriante, pero estaba emocionado tanto o más que el viejo. Al adentrarse se dieron cuenta lo oscura que realmente era, parecía tan espeso y frío. De inmediato el señor Scamander sacó su varita y la única luz que los cubría era la del Lumos de la misma.

—¿Dónde están?

—No desees algo que no quieres, hijo. Sólo echaremos un vistazo, quiero comprobar si se trata claramente de una Acromántula. Hay apuestas que ganar.

—¿Apuestas? —su pregunta no fue respondida inmediatamente y por primera vez eso no le molestó. Tanto su abuelo como él habían dejado de caminar. Un sonido, demasiado sutil, los había alarmado —¿abuelo?

—Lo sé, retrocede lentamente —le susurró tomándolo del brazo. No habían hecho ni dos pasos hacia atrás cuando una voz con tono amistoso, claramente fingido, los detuvo.

—¿Se van tan rápido? ¡Pero si apenas han llegado!

—¡Lumos Maxima! —una hermosa y a la vez aterradora criatura de ocho ojos, de patas de casi cuatro metros de longitud y de un escalofriante y grueso pelaje negro estaba frente a ellos. Sólo unos miserables dos metros los separaban y tanto ellos como la criatura sabían lo que aquello significaba.

Escucharon nuevamente aquel ruido sutil que los había alertado minutos atrás. Muy, muy cerca de ellos; Newt fue el único que se atrevió a mirar hacia arriba. Pequeñas arañas de un metro caían silenciosamente a su alrededor. Notó de inmediato que eran sus pinzas las que provocaban aquel peculiar chasquido.

—¿Qué vamos hacer?

—Estoy pensando, hijo, estoy pensando —le susurró tratando de calmarlo a pesar de no haberle escuchado temblor alguno en su aniñada voz —. Intenta que no te incrusten sus colmillos, poseen un veneno muy tóxico. —Newt apenas le había susurrado un «sí». Sin notarlo, habían retrocedido varios pasos y era en lo único en lo que estaba concentrado.

—No lo intenten, mis hijos e hijas están hambrientos. No ha sido una época buena, así que no permitiré que se vayan.

—Entiendo, en serio que lo entiendo, pero no podemos. En otra oportunidad, quizás.

—No habrá otra oportunidad —de repente el sonido como la de una estampida, logró que finalmente el señor Scamander tomara a su nieto de las solapas de su camisa y desaparecer como una exhalación.

Calleron en el jardín de la residencia Scamander. Newt sin su sombrero, su abuelo sin aire. Se miraron y no tardaron en comenzar a reír. El alivio de seguir vivos y enteros era incomparable.

Sus padres se acercaron corriendo, su madre pasó de una expresión de preocupación a una de horror. Al parecer una de las Acromántula había querido sostenerlo con sus pinzas, pero el repentino tirón de la aparición logró cortársela. La misma estaba a su lado, y eso había impedido que su querida madre se acercara como hubiera querido.

—¡Estupendo, tengo evidencias! —había exclamado el señor Scamander sosteniendo triunfal la pinza de una Acromántula bebé. Los dos ese día habían recibido un sermón, una suculenta merienda y unos cuántos galeones cada uno. Después de todo el señor Scamander no lo hubiera conseguido sin el pequeño Newt.





No sé qué tal habrá quedado, así que espero sus comentarios.