Arena Sangrienta Casa Mautino

Tema en 'Partidas Inacabadas' iniciado por SacriDH, 16 Junio 2020.

  1.  
    Amelie

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    Iulian

    —De hecho se me ha perdido todo el día de hoy; mi suerte; mis armas; mi brazo; mi orgullo... mi libertad —decía mirando al hombre que seguramente también sabía de pérdidas, a pesar de que ahora parecía importarle poco —He perdido tantas cosas que la verdad lo único que conservo es mi vida, y eso está a ser juzgado porque es prestada— dijo pensando en que aquel hombre lo había salvado en la Arena; soltó una pequeña carcajada —¡Ah! Y casi pierdo una nueva virginidad que desconocía— eso lo dijo también a oídos de los chismosos — así que respondiéndote he perdido prácticamente todo; y creo que todos estamos en esa posición porque estamos aquí— suspiró; ese aire salió de él con tanta paz; liberando un poco su frustración a su derrota —Por eso quieres usar la ironía en tus palabras; porque lo único que nos queda aquí dentro es la vida; bueno, y los lujos de esclavo que nos pueda dar un mecenas. Y para proteger esa comodidad se debe de pelear, ¿o me equivoco? Pues no será nada difícil para ti librarte de esta basurita —Iulian no sabía que esperar de aquel Gladiador —Te hubieras evitado todas estas palabras simplemente diciéndome....— ya estaba esperando lo peor —...Fuera de mi vista—
     
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  2.  
    Monpoke

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    Aldor

    Recibí comida... Así como así. Sin necesidad de rogar por está o ver con es escupida en mí cara.
    Lo más rico que he probado. Siendo servido con una gran sonrisa. Cantidad...

    ... Estoy... Agradecido.

    Antes de siquiera darme cuenta me encontré lamiendo el plato, tragando hasta las migajas sobrantes.

    Pagaré. Devolveré.
    Aún si se trata de su obligación alimentarme. Este sentimiento. Este deseo de agradecer, no me puedo deshacer de el.

    Este calor originado en ni pecho, causado por un comida caliente. Suave. Tratable. Digerible...

    Frías y secas lágrimas olvidadas se asoman de mis secos ojos.

    Este lugar... Cocina. Te protegeré.

    Dejo con cuidado el plato sobre la mesa, cuidando de que no sufra el más mínimo daño.

    Es ahí cuando dirijo la mirada a esos dos. Otro conocido de la arena y otro tipo.
    El ardor de una inminente lucha se siente entre los dos. Las causas no son de mí interés. Si se quieren matas que se maten. Pero mejor que lo hagan en otro lugar.

    "Aquí no. Pelear".

    Está cocina... Es mí santuario. Y no permitire que lo destrocen en una pelea ridícula.
     
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  3.  
    Insane

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    Génesis

    El sentir tantos ojos encima suyo provocó que sus mejillas de forma inconsciente comenzaran a arder en vergüenza, algo poco común en ella, pero era una mujer a fin de cuentas, y la atención la ponía levemente con los pelos de punta. Bebió del vaso de agua con gracilidad, disimulando aquel sonrojo al tener el vaso cubriéndole parte de su rostro. Asintió tímida por las palabras de Marga ante aquel trato amable, dejando el vaso nuevamente en la mesa mientras comía con la vista fija en una esquina.

    En el momento que terminó su comida situó los cubiertos con delicadeza sobre el plato, dando las gracias por el alimento en lo más recóndito de su cabeza, escuchando las palabras de aquel hombre desconocido hacia Iulian, provocando que su ceño se frunciera levemente, pues ella no era un mueble que podían simplemente proclamar como una propiedad ajena, privada o pública. Sin embargo no tenía un vello de tonta.

    Se levantó con elegancia del comedor, notando la iniciativa de Aldor en silencio por detener aquel encuentro bochornoso, caminando ella hasta Iulian, dándole la espada al gladiador mientras lo miraba de perfil.

    —Él es Iulian —se lo presentó tratando de diluir la dirección de la conversación pese a estar entre dos cuerpos que le doblaban la altura—. Es parte de mi familia —susurró inventando una tras otra— como un hermanito menor, ya sabes, un buen chico.

    Sus gráciles manos sujetaron la muñeca no lastimada de Iulian, halándolo con suavidad hasta la salida de la cocina mientras le susurraba lejos de los tipos desconocidos, esperando no ser perseguida por nadie más.

    —Ey, ¿dormimos juntos esta noche?

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    Gigavehl

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    Habilidades: Escudado

    Reparto esos 5 Extra a la Fuerza también.


    Rundus Fustus

    Cazar... Oh, no. Lo que menos tengo ahora es fuerza para encargarme de algo así. Aunque me lo tomaré en cuenta, inclusive los otros sujetos estaban hablando sobre ir a cazar o les tocaría una mala comida.
    Ví a Génesis de lejos, pero no le di mayor relevancia, por lo que terminé apresurando mi paso hacia el campo de entrenamiento, al menos habían menos personas y eso ayudaba un poco. Al menos si hacía el ridículo no lo iba a hacer con medio público presente, al menos en el acto.

    Me olvidé de todo, incapaz de ver lo que pudiese pasarle a Iulian y me puse a entrenar, un sujeto vino a echarme una mano, y la verdad le agradecí. Podía sentir como mis brazos sucumbían rápido, pero también iban ganando rítmo con la práctica y poco después la cosa empezaba a mejorar poco a poco.
    Pasado un buen rato, y sintiéndome indudablemente mejor, miré a un par de aspirantes, solo había una espada y un escudo. Pero no importaba. De hecho, creo que empezaba a agarrarle un buen ritmo al escudo. Por lo que los miré y expresé.

    —¿Apetecen un combate?—. Dije con calma, aunque dirigiéndome en especial al Aspirante 1. Solo quería entrenar un poco más y pasado esto tal vez vaya a ver al herrero. A ver qué puede decirme, siguiendo los consejos de aquella mujer.
     
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    Amelie

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    Iulian

    Se quedó pretificado por unos instantes —Pensé que ese sería mi final; bueno, aún lo pienso. Posiblemente estoy ahora en el cielo, siendo escoltado por una ninfa, que al parecer es como mi hermana mayor —rió, queriendo voltear para ver si los seguían; pero lo evitó, si la muerte llega que lo haga de manera inesperada —Gracias; al parecer sólo puedo sostener la idea de vivir si alguien me defiende—Dijo avergonzado —Y si no muero o termino tan destruído por algún Gladiador claro que podríamos dormir juntos esta noche— Miró a Génesis sonriendo; su suerte no ha sido nada buena con los eventos pero al menos su suerte se ha visto reflejada en las relaciones que ha empezado a forjar dentro de la casa.
     
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  6.  
    SacriDH

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    Primero, permitanme felicitarlos porque están escribiendo tremendas respuestas que me motivan muchísimo a seguir con la trama del rol. ¡Gracias!

    Aldor Monpoke, Génesis Insane y Iulian Amelie :

    Las cosas sucedieron muy pero muy rápido.

    Primero que nada, ante la sorpresiva iniciativa del gladiador, Iulian no pudo hacer otra cosa más que dejar salir todo esa densa ponzoña que lo estaba carcomiendo. Ya estaba harto, si lo mataban que lo hicieran de una vez y no días después cuando ya se hubiera comido todo el sufrimiento.

    Sus palabras silenciaron todo el murmullo, incluso el de la propia Marga. Algunos gladiadores se vieron realmente afectados por su tristeza y su mala suerte, muchos se sintieron identificados e incluso el gladiador frente a Iulian flaqueo y se noto la duda en sus ojos. No era para nada honorable matar a un insecto al que la vida ya lo estaba matando con más brutalidad que cualquier humano pudiera hacerlo.

    Sin embargo, Aldor tuvo un inconveniente con la comida en esos momentos. El sabor exquisito de tremendo manjar servido sin pedir nada a cambio lo enloqueció. Se sentía en el mejor sitio que había estado y empezó a balbucear en voz cada vez más alta, preocupado por impedir que la discusión de eso dos afectara el ambiente de aquel increíble santuario. Con tanta mala suerte que cuando quiso volver a sentarse lo hizo sin cuidado, la silla de madera flaqueo, se fue hacia un costado y cayó estrepitosamente al piso.

    Los de la mesa de Aldor incluyendo a Moreto fueron los primeros en empezar a reír con fuerza. Incluso las esclavas que tan entusiasmadas estaban no pudieron contenerse sus burlas ante tan aparatosa actuación del joven, que acompañado por su forma de expresarse había parecido un energúmeno de las tierras bárbaras.

    Los que estaban en la mesa de Génesis, un poco distraidos por la situación, no fueron tan conscientes de la caída de Aldor por lo que interpretaron que las risas era más bien una burla al gladiador o al joven triste que lo enfrentaba. Se levantaron bastante molestos, dispuestos a despachar a quien hiciera falta para establecer respeto. Génesis se levantó también. Era momento de hacer algo para salvar un poco la situación.

    Se acercó a Iulian y frenó con sus palabras firmes al gladiador que aun no estaba seguro qué le había producido ese hermoso y sincero discurso de Iulian. Por un lado, la belleza de esa rubia aspirante a gladiadora y su inigualable soberbia lo habían deslumbrado. Por el otro, la ternura y la entrega del joven muchacho habían tocado en él una fibra sensible que nunca creyó tener.

    Aprovechando esa distracción, Génesis se llevó a Iulian, que aún miraba al suelo apesadumbrado, a un costado de la cocina. Ahí le arrojó una pesada piedra hecha propuesta. El chico no lo esperaba y llegaba en un momento útil pero no tan deseado. Se le ocurrió pensar si ahora se pelearían por protegerlo. Su inutilidad lo sorprendía.

    Aceptó a su manera la propuesta de la chica pero la cocina era otro mundo. Cuando terminaron de decir esas pocas palabras un plato de arcilla les llegó volando y se hizo trizas en el suelo a pocos centímetros. Levantaron la cabeza para ver como todos en el comedor estaban en una batalla sin cuartel, dándose golpes con lo que tuvieran a mano. También pudieron ver que el gladiador de la discordia se acercaba a ellos extrañamente tranquilo.

    —No se asusten. No les haré nada. Déjenme acompañarlos, los protegeré si alguien les quiere hacer algo. Quiero que arreglemos este malentendido.

    Génesis y Iulian intercambiaron miradas. Ese gladiador no los iba a dejar tranquilos. Decidieran lo que decidieran iban a tener que llevarlo con ustedes. La decisión de dormir en la misma habitación estaba prácticamente tomada pero, ¿debían hablar de eso al frente del gladiador? Como sea se terminaría enterando y no tienen idea qué tan obsesivo podría llegar a ser.

    —Me llamo Gredic. ¿A dónde vamos?

    Observó a ambos pero sobre todo a Génesis. Parecía considerarla la líder, al menos entre ustedes. Tienen que abandonar la cocina porque el ambiente ya se está poniendo tenso, pueden ver varios rostros sangrantes. ¿Donde van a ir? ¿Tratarán de quitarse de encima al gladiador o aceptarán su protección?

    ¡Génesis gana 10 puntos de carisma!
    ¡Génesis ahora puede usar Diplomacia!
    (Tira un dado de 10 caras para saber tu Diplomacia inicial)

    (No hace falta que tiren dados en esta ocasión a menos que decidan ponerse a entrenar)

    *********************************

    Del otro lado, Aldor no la estaba pasando nada bien. La vergüenza de haberse desconcentrado y perder pie al querer sentarse había sido reemplazada por la confusión de ver algunos gladiadores darse de puñetazos limpios entre las mesas. Los platos de deliciosa comida esparcidos por el piso lo golpearon en lo más profundo. ¡Tanto desperdicio! Y quizá por su culpa...

    No tuvo mucho tiempo para preocuparse por eso. Los gladiadores lo rodearon y también empezaron a darle y no consejos. Se defendió como pudo y entregó muestras gratuitas de su fuerza también. Un poco de mala suerte lo había llevado de estar en un buen momento al desastre total.

    ¡Aldor pierde 5 puntos de carisma!
    ¡Aldor pierde 3 puntos de suerte!

    (Vas a arrojar 4 dados por tu total de fuerza para este entrenamiento improvisado)

    Rundus Fustus Gigavehl

    Luego de tu entrenamiento luchaste un poco con uno de los aspirantes. Te notaste un poco pesado al posicionarte y el tipo a pura fuerza y con poca habilidad te dio una tunda. En realidad no sufriste gran daño gracias a tu destreza con el escudo. Te sentías un experto al manejarlo y entendías en qué momento escudarte y a qué velocidad. Sin embargo, a pesar de sentirte más fuerte, te faltó mucha ofensiva. Quizá fuera por el cansancio propio de la situación.

    Cuando tuviste suficiente le agradeciste por la lección y te retiraste con un mal sabor de boca del salón de entrenamiento. Decidiste despejarte un poco yendo a visitar el único lugar que no habías pisado que era la herrería.

    Sin embargo, contrario a tus deseos, un alboroto que provenía de la cocina impidió que siguieras avanzando. ¿Qué había pasado? Hacía apenas unas horas habías estado allí. Varios guardias estaban reunidos y algunas esclavas atendían las heridas leves de dos o tres gladiadores. Necesitabas atravesar ese lugar para llegar al solar y encontrar la herrería.

    —Lo siento pero por el momento no puedes pasar. Ve a entrenar o a dormir —dijo un guardia robusto de ceño pronunciado.

    Ya había sido suficiente de entrenar. ¿Sólo quedaba la opción de dormir? Podías optar por buscar a Iulian... si es que no estaba metido de alguna manera en el alboroto. Entonces el guardia habló.

    —¡Oye! Quieres ir a la herrería ¿verdad? Si te interesa, un compañero y yo estamos por escoltar a algunos aspirantes y gladiadores a la mazmorra, ahí vas a conseguir materiales para armas y puede que incluso algunos elementos para ayudar a... reponer lo que se perdió aquí en este desastre.

    Habías escuchado de la mazmorra aunque era tarde ya, el sol se estaba ocultando. Podías aceptar acompañarlo o dejarlo para otro momento y buscar a tu compañeros o la habitación para echarte un rato.
     
    Última edición: 26 Junio 2020
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  7.  
    Monpoke

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    Aldor

    Comida volada por los aires, gladiadores golpeándose y derribando cualquier mueble en su camino. Destruyendo.

    Lo que había tratado de evitar acabo sucediendo de todas formas. En vez de ser una pelea de dos, termino siendo un gran pelea a gran escala.

    No.
    Imperdonable.

    Avergüenceme que es más sencillo de digerir. Pero no. Con la comida no.

    Me quedo perdido arrodillado en el suelo, perdido, atónito. Contemplando la vista lamentable de como se desperdicia comida y mi santuario es destruido.

    Mí mano se mueve temblorosa se dirije a una pasta flácida que una vez descanso en un plato, esperando ser comido. Tirado al suelo, acabando echo una pulpa por inevitables pisadas y siendo cubierto de suciedad.
    Además de mí ¿Quien considera esto comestible?

    Mis rígidos dedos se hunden en la pasta, sintiendo aún el calor y frescura en mis dedos.

    Por estos minutos éramos nosotros dos. Solos en esta habitación. Concentrando cada uno de mis sentidos en la sensación trasmitida a mí dedos.
    Golpes, ruidos, gritos y demás. No tienen lugar para mí ahora.

    No...

    Falle es proteger lo que más adoro y casi muriendo en el fracaso. Pico...
    Ahora, contempló con mis propios ojos como mí santuario se va reduciendo a pedazos.

    No. ¡Esta vez no!
    ¡No más!

    Planto mis firmes brazos y piernas en el suelo, volviendo a incorporarme de pie con un poderoso impulso.

    Esto no quedará así. Van a a pagar...

    Características:
    Fuerza: 30 (23+5+2)
    Carisma: 14 (13+1+5-5)
    Resistencia: 29 (17+2+10)
    Suerte: 4 (7-3)
     
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    Gigavehl

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    Rundus Fustus

    Maldita sea, no pude hacer gran cosa. Pero por lo menos me sentía indudablemente más fuerte, y ya tenía la seguridad que utilizar el Escudo era ya algo que podría considerar una maestría mía.
    Cuando quise ir a la herrería, fui detenido. Escuché las palabras de este, ¿ir a la mazmorra? Bueno, al menos iría acompañado y eso es algo, si sobreviví hace poco en un combate que los tenía de todas las de perder, no perdería nada con intentarlo. Tener un material extra podría servirme.

    Pese al caos en la cocina que desconocía porqué diantres había iniciado, pude ver al gigante que Iulian me mencionó con suma furia, pero nunca pude ver a Iulian, y no creo que quiera estar allí dentro, en especial si su orgullo estaba hecho cenizas, como sus fuerzas, me temo.
    Miré al guardia y me quedé pensando, el sol estaba cayendo pero en cualquier momento podría ser llamado a un nuevo combate, y no quería sufrir por agonizar y mucho menos pedirle favor a alguien más como Génesis. Que no me querría imaginar que clase de favor me pediría de vuelta.

    —Esta bien, iré con ustedes—. Dije con seguridad.
    ¿Sería mala idea? Tal vez, pero es que en este sitio, literalmente cada paso que das podría ser una condena.
     
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    Amelie

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    Sonrió. Había algo poético en todo lo que estaba viendo; no poseía nada de fuerza comparado a todos los que lo rodeaban y aún así sus palabras habían desencadenado parte de ese enredo; y él podía salir de allí sin un razguño. Miró a Génesis aún sonriendo, esperaba que ella tomara la iniciativa para hablar con el Gladiador que ahora parecía ver a Iulian con compasión; no era para menos. Y para ser sincero consigo mismo, no le molestaba.
    —Yo agradezco que quieras cuidar a esta alma en pena— dijo borrando su sonrisa por completo a pesar de querer seguir haciéndolo. Estaba vivo, y no mal parado —Pero con ella es distinto; dudo que necesite protección— dijo mirando a Génesis, lo que decía era sincero —¿Gredic? —Se preguntó a sí mismo a pesar de que la pregunta se había externado; no era un nombre común ni de Grecia ni de Roma; consideró que Gredic podría ser extranjero —Mi nombre es Iulian —no presentó a Génesis pues consideraba una descortesía obligar a alguien a hacerlo —Y estoy interesado en saber la historia de esos tatuajes— volvió a mirar a Génesis, esta vez intentando decirle con su mirada que no sabía que hacer —Que les parece que de mientras terminemos de salir de aquí; antes de que alguien recuerde que somos los causantes de eso —dijo señalando a la cocina nuevamente dónde veía la furia de aquel hombre por su comida; el hombre Pico era alguien difícil de decifrar.
     
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  10.  
    Insane

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    Génesis

    Sus orbes escudriñaron aquel plato en el suelo. Animales. Al volver la vista a Iulian escuchó la voz del gladiador que se presentó, mirándolo por unos instantes dejando que Iulian hablase con él para después sentir aquella mirada de "no sé qué más hacer" Provocando un cosquilleo en su estómago que por poco la hace reír, comenzando a caminar mientras su cabello se ondeaba al ritmo de sus caderas, ya que permanecer en la cocina no era una opción. Su charla había quedado aplazada por el recién llegado... pero, en la noche lo jalaría de vuelta a ella, a escondidas de él.

    —Iré a entrenar —avisó marcando el hecho de no contarlos a ellos en el objetivo que tenía —. Nos vemos después —se perdió entre la oscuridad de los pasillos al aumentar el ritmo de sus pasos.

    Al llegar a aquel sitio se encontró un hombre bastante alto que parecía rondar los cuarenta años, tenía en mente entrenar su fuerza que estaba bastante quedada en ello.
     
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  11.  
    Amelie

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    Iulian

    Observaba a Génesis irse con tranquilidad; quitándose de encima el tener que hablar con alguien mas; Iulian no podía reprocharle, ya lo había salvado antes; además ya se consideraba afortunado con sólo poder hablarle.
    —Parte de su personalidad Gredic; cómo la mía es jamás quedarme callado — seguía hablando para que algo se le ocurriera en ese instante —Yo no creo poder entrenar hoy; salir vivo mas de una vez, lo considero la porción de suerte que me toca a la semana, así que no planeo perder todo el brazo por querer demostrar que no soy tan débil— observaba a Génesis y reconoció a Rundus de inmediato; él también quería entrenar pero lo que había dicho era cierto; debía mantenerse al margen con tanto escándalo que ha causado en un día —Creo que es algo peculiar; pero no estaría mal poder tomar una ducha— había pensado en ello desde que llegó a la Casa pero nada bueno sucedía en las duchas, menos en unas tan públicas; Iulian no había tomado un baño decente desde que era niño; al convertirse en esclavo en la prisión sólo le lanzaban agua de un cubo esporádicamente. —Tengo mucha sangre y polvo; huelo a óxido y mala suerte — esto último lo dijo con vergüenza pero le provocó volver a sonreir; quería estar limpio y no oler fatal ante Génesis— Pero antes Gredic; entiendo que te he causado mucha lástima, pero hay algo mas en el fondo ¿no es así? si sólo fuera lástima posiblemente sólo me hubieras ignorado; y eso lo aseguro porque no me destruiste con tus músculos; quiere decir que piensas antes de actuar —
     
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  12.  
    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Aldor Monpoke

    Tus esfuerzos por hacer algo contra los rivales que te acosaban fueron bastante mediocres: algunos arañazos, algunos puñetazos, quizá un codazo metiste pero te dejaron la cara totalmente bañada en sangre y hematomas.

    Para tu suerte, Marga estaba allí.

    —¡Deténganse brutos insensatos, esta es mi cocina! —chilló mientras portaba un gordo palo de amasar.

    Un golpe en la cabeza a cada uno los hizo volver a la realidad y uno a uno se fueron separando. A ti también te tocó un correctivo.

    —La próxima que quieras defender a mi cocina lo mejor que puedes hacer es comer y largarte. Agradezco el gesto pero esta cocina ha sobrevivido desde hace años sin ayuda de ninguno de ustedes, sólo gracias a mi.

    Eso fue todo lo que pudo decir. Luego te tocó la peor parte. Algunos guardias entraron en la cocina y tomaron a varios de los brazos para llevarlos fuera. Eras uno de los que tuvo que pasar por eso.

    Por lo general estabas acostumbrado a generar ese tipo de trifulcas donde fueras, tu vida se había nutrido de ellas, sin embargo nunca había habido manjares así en juego. No querías que por nada del mundo te prohibieran el ingreso a ese lugar.

    Fuera de eso, los guardias no te sacaron de la cocina para impedirte la entrada sino para llevarte escaleras arriba, al segundo piso. Mientras ibas te cruzaste a varias personas que te observaban extrañados, algunos hasta negaban con la cabeza. ¿Había estado tan mal lo que habías hecho?

    El segundo piso parecía otro universo. Las paredes rústicas estaban recubiertas por cortinas de tela fina o seda. Había gran cantidad de moviliario de madera tallada, vasijas de porcelana trabajada y varias esclavas vestidas con ropa bastante más elegante que las del primer piso. Los guardias te llevaron hasta una puerta que daba a una habitación pequeña. Junto a ti había otros aspirantes y gladiadores que habían estado metidos en el problema. Golpearon la puerta y de allí salió Fausto Mautino, tu dominus. Los escaneó a todos y cada uno con una mirada reprobatoria.

    —Espero que estén contentos, han interrumpido mi siesta y saben del humor que me pongo cuando eso pasa. ¡¿EN QUE RAYOS ESTABAN PENSANDO?! ¿PELEAR EN LA COCINA?

    Nunca pensaste oír un tono de voz tan autoritario de una persona. El tipo era bajito y rechoncho, ya casi no tenía pelo y posiblemente lo mandarías al inframundo de un puñetazo pero te provocó un intenso temor y respeto. Era alguien que posiblemente había estado en una situación similar a la tuya y había salido de ella, se había educado y había ganado mucho. Estaba muy enojado por lo que había sucedido y sobre todo quería demostrar que no les tenía miedo a ustedes y que el que estaba al mando era él.

    —Los gladiadores: me decepcionan. Parece que entreno bárbaros. ¿Acaso soy Grunitti? Díganme, ¿estamos en casa Grunitti?

    Los gladiadores agacharon las cabezas. No tenías idea de lo que estaban hablando pero a ellos pareció afectarles y mucho. Tanto que incluso uno hasta se arrodillo y plantó la cabeza en el suelo.

    —Miren no me importa. Retírense. No estarán en el próximo rodeo.

    Todos los gladiadores balbucearon disculpas y se quejaron aunque no hicieron más que sufrir y darse la vuelta, como queriendo escapar de su destino. Tras los lamentos, los guardias los soltaron y ellos solos se dieron la vuelta para irse. Fausto volvió a hablar con voz rígida. Entre los aspirantes solo estabas tu y otro muchacho muy blanco de cabello rojizo.

    —Yo entiendo que ustedes sean unos brutos porque acaban de llegar y quiero que sepan que me han hecho perder dinero y eso no debería pasar. Ustedes están aquí para hacerme ganar dinero. Si un esclavo no sirve para alguna cosa bueno, puedo ponerlo a hacer otra cosa y ver si allí funciona. Pero si un esclavo me hace perder dinero sólo hay una solución: hay que tirarlo del risco más alto hacia un precipicio de rocas y troncos para ver qué dibujo hace su sangre.

    Te sorprendió el escenario que planteó de repente. Pudiste percibir que tu compañero se puso pálido.

    —Si están ansiosos por luchar los meteré en la siguiente arena, faltan pocos días para eso. Lucharán a muerte y nadie intercederá por ustedes. Se convertirán rápido en gladiadores educados o morirán en el intento. Lamento si no pudieron aprender a través de un entrenamiento adecuado como los demás. Ahora váyanse y vean qué pueden hacer para convertirse en gladiadores expertos en... algunos días.

    Dicho eso, Fausto les dio la espalda, volvió a su habitación y los guardias te llevaron de vuelta. ¿Era un castigo? ¿Darte la oportunidad de luchar otra vez en la arena era tu castigo? No pudiste evitar sonreír.

    —Debes estar loco si sonríes. En la arena esta vez no lucharás contra novatos como la última vez. Te enviarán a luchar contra algún Gladiador protegido, quizá un combate arreglado, tal vez incluso te toque pelear contra el mejor gladiador de la ciudad. Y no estás listo para eso, te lo aseguro, ni con los dioses de tu lado.

    Las palabras del guardia que te acompañaba te quedaron resonando en la mente. No sabías cuando ibas a tener que luchar en la arena pero tenías que volverte más fuerte y conseguir un arma. En este momento no puede interesarte otra cosa que no sea entrenar o forjar un arma. Si vas a entrenar, tenes que tirar dado de fuerza y resistencia. Si vas a conseguir un arma, puedes hacer un post en La Mazmorra.

    ¡Pierdes 5 puntos en fuerza!
    ¡Ganas 5 puntos en resistencia!
    ¡Ganas 5 puntos en suerte!


    Génesis Insane

    Como en todos lados donde ibas, cuando entraste a la sala de entrenamiento, que estaba a pocos pasos de la cocina, sentiste la mirada de todos los hombres posarse sobre ti. Los cuchicheos se empezaron a escuchar.

    Decidiste ignorarlos con tanta frescura como ignoraste al gladiador Gredic. Fuiste directamente por esos bloques de yeso a ver qué tan pesados eran. Era pesado pero nada del otro mundo. Te sentiste con buen ánimo para darle una intensa sesión de repeticiones a tus biceps y a tus hombros. Drecius, el entrenador, se te acercó rascando su barbilla para darte algunas indicaciones útiles.

    —Así que aquí tenemos a la niña amazona. Te ves más imponente aquí que en la arena la verdad. Marga no deja de hablar de ti. Y no quiero que la molesten cuando entrene —les advirtió a los demás presentes sin dejar de mirarte—, eso va a ser parte del entrenamiento de todos, ver si pueden concentrarse con una belleza así manipulando los mismos elementos que ustedes y luchando codo a codo con ustedes.

    Acto seguido, Drecius te mostró que, en sus 20 años de experiencia más que tu, no había perdido el tiempo. Levantó con una sola mano un peso del triple de lo que levantabas con las dos. Y te sonrió.

    —La fuerza es vital en el campo de batalla pero creo que en tu caso, por tu físico, debes enfocarte en la resistencia. Difícilmente puedas volver a hacer lo que hiciste en la arena con tipos que hayan tenido algunas sesiones de entrenamiento y no sean un completos idiotas como esos que te enfrentaste antes de venir aquí.

    De repente la caballerosidad del inicio de había convertido en bravuconearía. Lo observaste sin dejar de subir y bajar el peso que llevabas en tu manos.

    —Como no vas a ganar en fuerza, debes hacerlo en velocidad y aguante. Si le das a tu oponente tres golpes antes que él te de uno, te será fácil llevar la delantera.

    Dicho eso dejó caer la pesa que había levantado cerca de tus pies y te dio la espalda.

    —¡Toma aquellas espadas pequeñas de madera! A ver si puedes repetir lo de la arena. ¡Si lo haces te recomendaré para el próximo rodeo! Si es que te interesa ir —habló Drecius con voz potente—. Goti, Magnesi, tomen una espada y enfrentenla. ¿Por qué me miran? No se si dudan por honor o por cobardía. ¡No es una mujer lo que tienen al frente! ¡Es una posible futura gladiadora y no dudaré en tatuarla si se lo gana! Pero tendrá que hacer lo mismo o más que cualquier hombre para lograrlo.

    Tu sesión de entrenamiento parece haberse puesto más picante.

    Goti
    Fuerza:
    15
    Carisma: 15
    Resistencia: 15
    Suerte: 15

    Magnesi
    Fuerza:
    20
    Carisma: 20
    Resistencia: 10
    Suerte: 15

    (Tira 3 dados de 20 caras. Uno es para medir la fuerza que ganaste por el entrenamiento, los otros son uno para cada oponente.)

    Iulian Amelie

    Génesis había desaparecido tan rápido como la viste pedirte que durmieras con ella. Esa mujer era llevaba las riendas de su vida y de la de los demás, cosa que tu no habías logrado hacer todavía ni con tu propia existencia. Viendo que no te quedaba otra opción más que soportar al gladiador que se quedó parado viéndote con rostro algo hosco por la ausencia de la chica, decidiste hablar un poco y poner a prueba tu carisma.

    Le hablas de sus tatuajes, de tu brazo en mal estado y de tus ganas de tomar una ducha. Ves como a medida que le hablas Gredic va tornándose cada vez más y más ceñudo, hasta el punto de no saber si se está poniendo serio o se está enojando. Al final, tu pregunta puntual al sujeto le hizo desviar la mirada y sobar sus triceps marcados con nerviosismo.

    —Ven, sígueme.

    Sólo dijo eso y, de forma muy varonil, se acercó a ti y te medio empujó por la espalda para que avanzaras. Fue un empujón leve, amistoso, aunque lo notabas un poco hostil.

    Caminaron por el pasillo en dirección al baño comunitario. Pasaron las salas de entrenamiento y tomaron un pequeño pasillo antes de las habitaciones. Cuando estabas llegando al portal de ingreso de lo que debía ser el baño, pudiste ver salir de ahí dos figuras que te pusieron los pelos de punta.

    Eran los gladiadores calvo y moreno a los cuales le habías invadido la pieza. Esta vez por lo menos tenían la entrepierna cubierta con la subligaria pero te los ibas a cruzar, no te quedaba otra opción. Gredic y tu se detuvieron frente a ellos, quienes los imitaron. No te prestaron atención y fijaron sus miradas en tu compañero, sonrientes.

    —G-G-Gredic, qué tal, ¿vas a tomar un baño? —habló el calvo, con bastante lambisconería.

    —Desaparezcan —les dijo con voz ronca y firme.

    Los dos tipos no dijeron nada y se escabulleron entre ustedes como serpientes. Te provocó un poco de gracia al principio pero luego te empezaste a preguntar quién era Gredic que causaba esa impresión en otros gladiadores.

    El baño comunitario era un enorme pozo excavado por expertos, repleto de agua y calentado por braceros hirviendo que provocaban burbujas en el agua. No habías visto nunca uno igual. Había otros gladiadores allí metidos, al igual que otros conversando fuera de la mismo e incluso algunos ayudando a otros a lavarse sus enormes espaldas. Gredic no dijo nada, se quitó la toga y la subligaria quedando completamente desnudo frente a ti. No estabas demasiado acostumbrado a eso y todavía tenías que procesarlo un poco pero ibas a pasarte los próximos años viendo a tus compañeros desnudos así que tarde o temprano te ibas a tener que acostumbrar.

    —¿Te querías bañar o no? —cuestionó Gredic con sus enormes brazos ya superpuestos al borde del pozo—. No hace falta que te desnudes si te da vergüenza, pero aquí todos somos hermanos, así como digo Génesis. Al menos los gladiadores lo somos, pero no te preocupes que no te molestarán mientras estés conmigo.

    Te metes, pues habías decidido bañarte. Increíblemente sientes como se relajan todos tus músculos, incluso las heridas de tu mano.

    —No tienes que preocuparte tanto por tu herida o te matarán antes de que se cure. Tenes que entrenar igual, encontrarás la forma de hacerlo con una mano en mal estado. —Acto seguido, se levantó sin avisar y, sí, además de volver a ver su pene tuviste que ver su trasero pues se puso de espaldas a ti. El tipo tenía una espalda que parecía hecha de piedras por un albañil muy meticuloso. En el centro tenía una enorme herida, muy ancha, que posiblemente le costó muchísimo tiempo cicatrizar—. Con esta llegué yo aquí. Y tuve que entrenar herido, luchar herido y buscar comida estando herido. Te terminas por acostumbrar al dolor aquí.

    De repente tu brazo no se sintió tan mal. Él volvió a sentarse a tu lado. Un poco más cerca que antes. Por júpiter que estaba cerca, al menos no estiró tanto sus fornidos brazos. Habló en voz baja para que solo tu lo escuches.

    —Los tatuajes son símbolos que tenemos los gladiadores, los hace el ayudante de Justino, el herrero, no son importantes para el que no los entiende. Este es el primero. —Te mostró su cuello donde había un pequeño lobo—. Y el que más orgullo me da y va a darte a ti. Es el tatuaje de la casa Mautino.

    Luego hizo un poco de silencio y dio un vistazo a su alrededor. Volvió a posar sus ojos iracundos en ti y se acercó un poco más. Su muslo chocó contra el tuyo bajo el agua.

    —¿Qué sabes de Génesis? Cuéntame cómo se conocieron. Además... ¿puedo confesarte algo muy importante?

    No estabas en una situación sencilla. Tenías que estar a la altura.

    (Responde al sujeto con tu dado de 20)
     
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    Monpoke

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    Fracaso. Un fracaso total. Poca importa que trate de defender, estoy destinado a fallar en eso. Mi fuerza es insuficiente, habilidad escasa y conocimiento inexistente.
    Sino puedo proteger mi honor o mi santuario ¿Qué probabilidad hay de proteger mi estadía de aquí en adelante?

    No asegurare si tengo o no algún Dios conmigo, pero si así es, les estoy eternamente agradecido por fijar su mirada en mi. No me aprovechare de ustedes, el rezo es en caso de vital importancia. Cuando se cree que es necesario demostrar nuestro valor.
    Mi nombre, donde casi muero. Mi santuario, siendo amenazado por el nuevo amo. ¿Me han guiado a estos resultados?
    No voy a desaprovechar el camino que me han dado. Libertad. Tengo fe en acabar en eso.

    Conseguir un arma es algo sin sentido. Si no me encuentro capaz empuñarla adecuadamente, es un desperdicio hacer gaste de materiales en estas inútiles manos.

    Fuerza. Resistencia. El orgullo que tengo hacia mis cualidades físicas se han ido desmoronando por cada día que pasa. Todo es tan ineficiente.

    Más, debo entrenar más. Por esto días y en adelante, hasta que vuelva a sentir la seguridad con la cual he cargado desde años atrás.

    Aprieto los puños de ambas manos, determinado. Me dirijo a seguir entrenando.

    Características:
    Fuerza: 25 (23+5+2-5)
    Carisma: 14 (13+1+5-5)
    Resistencia: 34 (17+2+10+5)
    Suerte: 9(7-3+5)
     
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    Amelie

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    Iulian

    Miró su brazo recordando la profunda cicatriz en la espalda del Gladiador; miró al agua en la que estaba "se vió reflejado en mi por un instante" pensaba —El temor al dolor es algo de lo que debo deshacerme primero ¿eh? tiene sentido — Después el Gladiador le explicó el significado de los tatuajes; Iulian no ocultó su rostro de admiración; sabía muy bien que a final de cuentas eran marcas por ser un esclavo; pero esa era su vida ahora, y al ver los símbolos entendió el respeto que irradiaban, no planeaba hacer lo opuesto, era un orgullo; una cicatriz mas por sobrevivir cada día y poder ostentarlo; posiblemente Gredic era lo que buscaba, el ejemplo de un guerrero con honor —Tú fortaleza no es nada mas externa Gredic; y eso es de admirarse —dijo con sinceridad; para después escuchar el nombre de Génesis, su fama ya era tal que el nombre llegó a Gladiadores como él —Ella.... tiene el mismo tipo de fortaleza que te acabo de mencionar; la conocí en la Arena tratando de crear alguna estrategia o lazos; para mi fortuna varios de ellos hablaron conmigo en lugar de golpearme mientras esperábamos entre cadáveres; no parece temerle ni al dolor ni a la muerte. De su estilo de combate no te podría decir mas de lo que tu ya has de conocer; yo me estaba muriendo en otro lado y no podía ver que sucedía alrededor. Tiene un afecto hacia mi; como de alguien que ve a un cordero recién nacido; con sus piernas temblorosas sin su madre que lo cuide— no pudo evitar reírse ante la comparación; después afirmó viendo a Gedric; vaya que si estaba muy cerca de él — Puedes desnudar tu confesión — "¿Pero qué demonios acabo de decir?" pensaba avergonzado; eran demasiadas referencias gráficas por un día.
     
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    Insane

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    Génesis

    Comenzaba a acostumbrarse a ser observada. Quizá era solo el efecto de ser la primera chica con aspiración a gladiadora, luego de que se acostumbraran a su presencia, si es que lo hacían pasaría inadvertida. El hacer ejercicio con implementos pesados le agradaba para liberar un poco el estrés, siendo consciente de las palabras de aquel hombre que la hizo respetar al implementar un límite con los muchachos desde el inicio. Sabía que su fuerza no aumentaría exponencialmente... por mucho que su cabeza terca le dijera que debía ejercitarla.

    Cuando lo vio cargar el triple con una sola mano y sin esfuerzo desvió la mirada, escuchándolo atenta, para el final sin rechistar, sujetando aquellos artefactos de madera que asemejaban sus dos preciosas dagas, caminando a paso lento hasta un extremo del lugar, mirando con aquella luz azul de sus pupilas a los dos varones que en esta ocasión representarían ser sus enemigos. Era un entrenamiento que no deseaba perder. Se relamió los labios, flexionando levemente las rodillas mientras jugaba con la punta de sus dedos en base a las armas que poseía en cada mano, lanzándose en un movimiento hábil.

    En primera instancia atacó a Magnesi, siguiendo con Gothi mientras sus mejillas se manchaban del carmín al pensar en Iulian por un instante, sacudiendo la cabeza.

    ¿Qué mierda?

    Concéntrate.
     
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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

    Libra
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    Aldor Monpoke

    Decides volver a entrenar y Drecius te mira desde lejos. Estás exhausto y tu entrenamiento lo muestra. No puedes ni levantar bien los pesos ni puedes correr siquiera sin tropezarte. El veterano se acerca a ti.

    —Valoro tu espíritu, amigo. Pero mirate, estás golpeado, agotado y se te nota poco concentrado. Vuelve luego de descansar un poco y te daré un entrenamiento especial. ¿Sabes? No todo es fuerza o velocidad aquí. Hay algunas cosas que son importantes aprender para ganar una batalla. He oído lo que sucedió en la cocina, Moreto me ha contado. Dice que te has ganado varios enemigos sin motivo, incluso él ahora teme que le traiga problemas relacionarse contigo.

    No entiendes a donde quiere ir con eso. Si quería que te fueras a dormir bien podría decirtelo y ya.

    —No todas las batallas en la arena son a matar o morir. Algunas requieren trabajo en equipo. Otras necesitan de una buena actuación más que de fuerza. Creo que te falta pulir un poco más tu actitud sobre tu físico, creo que estás bien preparado para una batalla.

    Sin decir más te dejó donde estabas. Trataste de levantar nuevamente una pesa y te rendiste. Tus músculos necesitaban un descanso.

    Camino a las habitaciones te cruzaste con una esclava que salió a tu encuentro.

    —Hola, soy Fenicia, ¿buscas una habitación para descansar?

    Frunciste tus hombros pues te daba igual dormir en el suelo. Ella insistió, llevándote a una pequeña habitación con una puerta de barrotes de metal. La abrió y te dejó pasar. Allí había un sujeto recostado sobre una cama de madera sobre cobijas. Casi no se inmutó al verte entrar, sólo siguió ahí viéndote con poca preocupación. Tomaste rumbo a la otra cama y te propusiste cerrar los ojos. Antes de que lo hicieras, el sujeto habló.

    —Eres nuevo aquí, ¿eh? Pocos amigos ¿eh? Eres mi quinto compañero de habitación en poco tiempo. El último no volvió del último duelo en la arena.

    No entiendes por qué la gente te busca conversación.

    —¿Escuchas ese sujeto?

    Habló en voz baja haciendote notar unos groseros ronquidos que venían de afuera. Luego también oíste algunos quejidos y llanto con dolor.

    —Hace días que no me deja pegar un ojo. ¿Quieres ayudarme a distraer a Fenicia para que pueda ir a decirle que se calme? Si lo haces luego te daré una pista que te ayudará la próxima vez que vayas a la arena, ya estoy cansado de tener nuevos compañeros.

    La voz del sujeto era despreocupada y fina. No tenía el típico físico robusto de los gladiadores, parecía más bien un aspirante, pero estaba demasiado despreocupado para hacerlo, como si llevara años en Casa Mautino.

    Ya tuviste demasiados problemas por meterte donde no era de tu incumbencia aunque era cierto que necesitarías toda la ayuda posible para tu próximo encuentro en la arena. Además, no te hacía mucha gracia dormir en el mismo lugar con alguien que estuviera enojado contigo por arruinar sus planes. ¿Qué harás?

    (Tira el dado de 20, por favor)

    Iulian Amelie

    Gredic al oirte entrecerró sus ojos observándote fijamente. Alejó un poco su torso del tuyo y el agua hondeó. Levantó sus potentes brazos para colocarlos al borde del hoyo. Su brazo izquierdo cercó tu cabeza y te tensionaste. Si quería podría reventar tu cráneo abrazándolo sólo con una mano. Acercó su cara a la tuya y la hundió cerca de tu hombro. Te habló al oído.

    —Voy a irme de aquí. Nunca seremos libres de verdad por este camino. Si te interesa ve con Génesis a mi habitación. No tiene que ser hoy, no tiene que ser mañana, pero cuando más demoren más estaré cerca de irme sin ustedes.

    El tipo se alejó un poco, volviendo a posar sus ojos en los tuyos. Su cara era seriedad absoluta. Luego sonrió para romper la tensión del momento y te abrazó por la nuca.

    —Sé que puedo confiar en ti. En ustedes. Creo que Génesis y tu podrían ser buenos amigos para mi. No como la mayoría aquí que dicen ser mis amigos y sólo quieren verme caer.

    Acto seguido lo viste sonreirles burlones a otros tipos que también le sonreían de la misma manera al otro lado del pozo. Luego, Gredic se levantó para abandonar el sitio.

    —Por cierto, amigo, mañana el mercader viene con algunas chicas. No son baratas pero puedo echarte unos denarios. Creo que te van a hacer falta para alimentar a esa mascota tuya, eh. —Acto seguido te guiñó un ojo y sonrió muy ampliamente mientras se colocaba una toga.

    Decidiste inspeccionar con la mirada tu entrepierna. Sí, te habías empalmado, pero como una roca. Te llevaste la mano izquierda a la frente con vergüenza. Tu mala suerte no te dejaba en paz. ¿Tanta testosterona emanaba Gredic que hasta te había afectado de esa manera? Esperabas que al menos nadie más se hubiera dado cuenta.

    Luego del baño y de esperar a que tu sangre volviera a su curso normal te dirijiste a las habitaciones para dormir en lo posible hasta el día de tu muerte. Antes de llegar al lugar que Fenicia te había mostrado te cruzaste con la esclava quien te dedicó una pequeña sonrisa. Mientras intercambiabas algunas palabras con ella no pudiste evitar recordar lo que te había dicho Gredic. ¿Iba en serio? ¿Era algo que debías compartir con Génesis? ¿Y qué tal con Rundus? ¿Y con Fenicia? ¿Era bueno andar por ahí de bocón? La cabeza se te hacía un mar. Debías descansar.

    (Te vas a dormir. Puedes elegir qué harás al despertar, si buscarás a alguien o si irás a alguno de los lugares de Casa Mautino. Es importante que no narres que te despiertas. Y tira un dado de 20)

    Génesis Insane

    Cuando encaraste a tus rivales tu cuerpo otra vez se movió con mucha velocidad y fluidez. Avanzaste hasta estar cerca de ellos y volviste a girar con fuerza pero esta vez tus dagas no dañaban como en la arena. Sentiste el primer golpe rebotar sin mucho éxito contra el hombro de Magnasi y el segundo le dio en el pecho a Goti aunque sentiste que tampoco era el daño que buscabas. Los sujetos movieron sus espadas, golpeandote con ellas sin piedad en la cadera y en el costado, uno de cada lado. Retrocediste y respiraste con dificultad. Volviste a la carga pues eso no te iba a hacer ceder. Te agazapaste para tratar de evitar algun ataque. Tus oponentes esperaron su oportunidad. Magnasi logró desviar tu daga con su espada y Goti se cubrió la cara con sus antebrazos. Pudiste evitar la respuesta de Goti pero Magnasi te dio una fuerte palmada en el trasero con la cara de la espada. Lo observaste enfurecida pero el sujeto, sonriéndote con sus dientes ennegrecidos y sus cabellos crespos sudados, levanto ambas manos pidiendo disculpas.

    Arremetiste una tercera y una cuarta vez sin mayores resultados. Estabas llegando a tu límite. Oiste a algunos de los presentes aplaudir.

    —¡Bravo, chica!

    —¡Buen trabajo, mujer de las dagas!

    Viste que tus oponentes se acercaban a darte la mano con la guardia baja y acccediste.

    —Disculpa ese golpe, se lo hubiera dado también a Goti —dijo Magnasi sonriente.

    —Ya sabes lo que dicen, das lo que quieres recibir. Buen trabajo, compañera, mañana entrenemos de nuevo, no te lo voy a dejar tan fácil —reconoció Goti.

    Drecius aplaudió también mientras se colocó en el centro del salón.

    —Bien iré a tomar un descanso por hoy, los que se queden entrenando guardan los elementos en su lugar.

    Acto seguido, comenzó a retirarse pero luego se detuvo y se dirigió a ti.

    —¿Quieres acompañarme? Creo que has hecho un buen trabajo, la próxima ocasión con un buen descanso lo harás mejor aún.

    Drecius esperaba tu respuesta mientras guardaba las dagas. Parece que tuviera algo para mostrarte o decirte. Puedes acompañarlo si quieres o dirigirte a algún otro lugar.

    ¡Ganaste 2 puntos en fuerza!
    ¡Ganaste 5 puntos en carisma!

    Rundus Fustus Gigavehl

    Luego de una larga travesía en la mazmorra llegas a Casa Mautino muy agotado. No sabes qué hacer primero. Tienes un gran botín de carne y materiales para la forja. Además de que no tienes idea de qué hacer con el dinero que has conseguido. Puedes ir a la herrería, a la cocina y a dormir al mismo tiempo, pero cuéntame el orden en que lo haces. No puedes hacer nada más hasta que hayas al menos comido, dormido y pasado por la sala de curaciones para que atiendan tus heridas.
     
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    Monpoke

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    Aldor

    Con solo recostar una parte del cuerpo en la cama fue suficiente para arrastrarme inmediatamente al mundo de los sueños. Guiado por una comodidad nunca antes sentida.

    Si hay algo me define sería mí peculiar sueño. Puede llegar a ser tan pesado como ligero de un momento a otro.

    Dormir en la mina era un trabajo difícil, un lugar donde el trabajo rara vez se detenía por completo. Casi ningún ruido me sacaría de mí sueño una vez inicio.

    Excepto voces dirigidas a mí. El llamado del trabajo puede ser a cualquier hora, no hay tiempo que perder mientras te llaman.

    Por esto, a pesar de estar casi plenamente dormido en menos de unos segundos. Registro la voz de este sujeto.

    El llanto y ronquidos fueron pasado totalmente por alto, sino lo decía quizás nunca lo hubiera notado.

    Me ofrece un trato interesante, en plan de sobrevivir en la arena. Lo único que debo hacer es servil de distracción.

    Me incorporo en una posición sentada en la cama y le dirijo una mirada sin demaciadas emociones.

    "No. Voy a, morir".

    Nada me detendrá. Estoy decidido en mí libertad. Lucharé y mataré por ella.

    Pero. No todo trata de fuerza.

    Soy débil. Pista o consejo, todo puede ser útil.
    El entrador se ofreció a enseñarme algo especial. Puedo arruinarla.

    Debo aumentar mí posibilidad de vivir.

    Dirijo una mirada a la puerta y luego regreso a mirar a este sujeto.

    "Lo, haré. Yo no. Tengo nada, que ver".

    Me levanto con lentitud de la cama, sintiendo pesado mí cuerpo al separarme de esta.

    Está bien. La voy a distraer.

     
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    Amelie

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    Iulian

    Gredic hablaba y él escuchaba atentamente; sus palabras lo sorprendieron, sabía que le diría algo interesante por el simple hecho de ser un Gladiador que era digno de admirar y temer; pero no esperaba eso, justo cuando Iulian asimilaba que esa iba a ser su vida de ahora en adelante, Gredic básicamente le ha dicho que no debía ser así necesariamente; que había opciones.
    Ser su amigo; Iulian no tenía ningún conflicto con serlo y sus palabras lo halagaban, le gustaba hacer amigos; de la misma manera que a la suerte le gustaba burlarse de él en momentos importantes; posiblemente la emoción fue demasiada, o sus sentimientos estaban por todos lados; lo peor es que Gredic lo había visto y eso lo avergonzaba ¿qué estaría pensando un Gladiador como él ante esa situación? Iulian necesitaba ocupar su mente en otra cosa para que la sangre bajara antes de levantarse. Estaba intrigado por la situación, pero sobre todo estaba lleno de preguntas; el Gladiador se había ido dejándolo con una serie de dudas; las cuales eventualmente externaría en su habitación. Mientras tanto rebotaban en su mente
    "¿Tendrá ya un plan ideado? o ¿Estará en etapas de inicio?... tal vez por eso quiere que Génesis y yo nos unamos a él, para ayudarlo en la planeación. No; debe de tener al menos algo, el árbol no crece sin una raíz; ¿Me estará considerando como señuelo? ¿Pues yo que podría aportar a este plan? incluso el hombre Pico o Rundus serían mejores adiciones...Creo que ha considerado que al menos tengo honor por defender lo que pienso; aún así cuál sería su estrategia agregándome a todo esto. ¡Génesis! Quiere a Génesis de su lado y sabe que ella gusta de ver por mi bien; le dijo que era su familia. ¿Quién escaparía sin su familia? Gredic sabe que para huir con ella me necesita a mi; vaya... si eso es cierto es más deprimente que la vergüenza que acabo de pasar ante él" pensaba miranado en su entrepierna. Todo en orden.
    Se levantó y se dirigió a su habitación, su mente y emociones estaban en confusión; no le gustaba sentirse así; si de algo tenía control era de su mente. Llegó a los dormitorios, esta vez a los correctos. Rundus aún no estaba allí, Génesis tampoco; posiblemente se había desanimado cuando vió a Gredic unírseles; pensar en ellos le agregó un conflicto mas a su mente "¿Debería hablar con Rundus? Tiene pensamientos parecidos a los míos; el tampoco nació esclavo, y es incluso más letrado que yo; seguramente podría ayudar. Pero yo no soy el líder en todo esto; no es mi decisión. Aún así, mi moralidad... esto es complejo. Génesis podría saberlo, la mencionó en su plan. Gredic me ha dado un poder el cuál no sé controlar; mantenerme callado... qué cruel has sido Gredic" se recostó sin cerrar sus ojos.
    "Mañana debo entrenar, seguramente eso me ayudará a despejarme un poco, si es que realmente puedo dormir; mis pensamientos no se mantienen en silencio tan fácilmente. Hubiera entrenado hoy, así al menos el cansancio me hubiera hecho dormir plácidamente. El baño no me ha relajado como yo creí que lo haría" miraba al techo de piedra; esperando que le cayera una encima y lo noqueara.
     
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    Rundus Fustus

    Estaba acabado, realmente agotado. Aunque en parte era mi intriga lo que podía saber y hacer ahora teniendo sus buenos materiales, comida y hasta dinero conmigo... Por lo que recordé un poco lo acontecido estos días y opté por dirigirme a la herrería, posteriormente seguro me pasaría a la cocina a hablarle a Marga sobre todo lo que conseguí, y después. No lo sé, tocará supongo tratar mis heridas. No creo que sea bueno dormir con todo el daño encima...
     
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    Insane

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    Sus mejillas se mantuvieron manchadas por la palmada de la espada, pero mantuvo la compostura al igual que aquella torcedura en sus ojos, relajando los hombros. Respiró profundo como si la vida se le fuese en los pulmones, sintiendo los músculos cansados. Definitivamente necesitaba descansar en una abollonada cama, unas frescas almohadas y estaría como nueva al día siguiente. Comenzó a caminar con disposición de irse, en silencio, deteniéndose al escuchar la voz gruesa del varón.

    —En otra ocasión —le rechazó de forma amable.

    Sus párpados estaban por cerrarse por la necesidad fisiológica de dormir.

    Comenzó a caminar entre los pasillos, buscando a Iulian entre las habitaciones sin ser ruidosa en el proceso, hasta que dio con él. Estaba ahí acostado con aquella aura tranquila que solía emanar, como el de un conejillo en la madriguera en pleno invierno. Cerró la puerta con pasador y se acostó en una de las camas vacías, mirándolo mientras se quitaba las botas, quedando descalza.

    —¿Qué piensas? —se atrevió a preguntar de forma agridulce, indagando por primera vez fuera de un ámbito conflictivo en él con aquella frialdad que la caracterizaba, dejándose caer en la colcha, acostando la cabeza en la almohada con el brazo derecho bajo la misma, y el izquierdo al nivel de su corazón, manteniendo sus ojos sobre él, apretando con sus gráciles dedos la sábana bajo la almohada, escondida de la mirada ajena.
     
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