Drama [Días de abecedario] A de Anabel

Tema en 'Relatos' iniciado por Angelivi, 1 Mayo 2017.

  1.  
    Angelivi

    Angelivi Bruja ordinaria

    Libra
    Miembro desde:
    7 Febrero 2017
    Mensajes:
    326
    Pluma de

    Inventory:

    Escritor
    Título:
    [Días de abecedario] A de Anabel
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1454
    Aparté la vista del monitor. ¡Al fin terminé el último documento de hoy! Estaba agotada, durante estos días había tenido mucho trabajo; pero mi férrea voluntad no se doblegaría ante unas pocas decenas de documentos. Por alguna razón el jefe me estaba dando más trabajo del que debería y hace tres días tuve que repetir el trabajo de tres horas porque, según él, no había entregado nada. En realidad yo creo que chochea, el hombre ya es muy mayor y cualquier día saldrá por la puerta de su despacho y nos anunciará su jubilación. Por esa misma razón casi todos los empleados están dando su alma en la empresa, compitiendo por ver quién se gana el ascenso a director. A mí personalmente no me interesa ese asunto, estoy muy tranquila con mi puesto, ganando mi sueldo mileurista y conservando mi vida tranquila con mi familia. ¿No es el sueño de cualquier persona? No busco grandes ambiciones, solo estabilidad. Me siento una mujer muy afortunada, aunque esa fortuna costó su esfuerzo.

    Me dejé caer sobre el respaldo de mi silla. No se oía otra cosa que el incansable teclear de un ejército de ambiciosas manos obreras y un par de personas charlando tranquilamente al lado de la máquina de café, incluso sin ser la hora del descanso.

    — Ana, cari. ¿Me podrías ayudar con este documento? —me pidió una mano que se asomaba por encima del pequeño muro de plástico que separaba mi zona de trabajo del de mi compañera Verónica.

    — Claro Vero, trae.

    Recogí el folio y lo analicé con cautela. Notaba la fatiga después de todo el trabajo realizado, pero una hojita más no me iba a matar, todo sea por ayudar a una compañera. Verónica fue la primera amiga que tuve en la empresa, ella fue mi apoyo durante los primeros días y desde entonces siempre nos hemos estado echando una mano de vez en cuando. Era una persona en la que se puede confiar, daba gracias a que haya tenido la suerte de tener una compañera tan buena.

    Me llevó un tiempo terminar con el documento, pues resultaba que de él había que redactar otros cinco documentos más; pero nada se resiste ante Súper Anabel. Envié el trabajo bien terminado al correo de Verónica.

    — ¡Gracias, Ana! ¡Te debo una! —dijo en cuanto recibió el correo.

    Ahora sí, no había nada que me separase entre mí y la deliciosa y calentita taza de café de media jornada. Me levanté y me dirigía hacia la máquina, pero una voz me llamó, posponiendo por un rato más mi merecida gloria.

    — ¿Anabel López?

    — ¿Sí? —cuando me giré vi que era la secretaría del director quien me había llamado.

    — El señor Quijada pide que deje cualquier cosa que esté haciendo en este momento y acuda a su despacho inmediatamente —comunicó con frialdad. Nunca me cayó bien esa mujer estirada de tacón alto y escote amplio.

    — Eh... Sí, claro. Ahora mismo voy —antes de irme fui un momento adonde estaba mi compañera—. Vero, hazme un favor y dale al coordinador en cuanto tengas un momento libre el montón de papeles que tengo junto a la impresora. Ya sabes lo que se puede enrollar nuestro amigo calvito cuando llama a alguien —dije esto último en voz baja. Vero afirmó con la cabeza, me quedé más tranquila.

    ¿Qué querría el director de mí? ¿Más trabajo? No, por Dios, que no sea eso... ¿Querrá que asista a alguna reunión? No lo creo, no tiene tanta confianza en mí, no soy más que una currante más. ¿Me despedirá? ¡Si últimamente estoy trabajando más que nunca con tanto que me mandan! Por la mente se me pasó una fugaz idea, era una tontería, pero no era imposible. ¿No será que ya va a jubilarse y me va a proponer que sea yo la directora? ¡Qué tontería! ¿Por qué iba a serlo yo teniendo a tantos trabajadores tan aplicados? Además, no estaba interesada en tomar tanta responsabilidad; aunque era muy tentador no podía aceptarlo.

    — Recuerda, Ana. Si te pide que seas la directora dile que no. Un no rotundo. N-o. No es difícil —me dije a mí misma autoconvenciéndome.

    Tomé aire y entré al despacho del director. Era una amplia estancia, lo que se esperaría de cualquier despacho de director. El hombre que se sentaba en la elegante silla de cuero, detrás del escritorio de caoba, tenía los brazos apoyados con los dedos entrelazados impaciente por la espera. Tan impaciente para unas cosas y tan calmado para otras, solo espero que no me tenga aquí el resto de la tarde.

    El director me hizo una seña para que me sentase. Tras un breve carraspeo, comenzó a hablar.

    — Seré breve señorita Isabel.

    — Disculpe, es Anabel —no le pareció importarle mucho mi corrección, siguió hablando como si no hubiese dicho nada.

    — Sabe que ya tengo una edad y muy pronto me jubilaré —me puse nerviosa. ¿Mis sospechas serían ciertas?—. Cuando lo haga, mi sucesor necesitará que tenga empleados eficientes. ¿Entiende lo que es la eficacia?

    —Sí, señor. Puedo asegurarle que durante esta semana he sido la definición personificada de "eficacia".

    El director se recostó y se acarició con la mano derecha su canosa barba. Todo lo que no tenía en la azotea se le había caído a la barbilla.

    — ¿Ah, sí? ¿Y cómo puede explicar su bajo rendimiento durante estas últimas semanas? ¡No ha sido capaz de entregar ni una cuarta parte!

    — No puede ser. Siempre llevo mi trabajo al día, nunca dejo nada sin hacer.

    — Pues a mí no me han informado lo mismo. Incluso a pesar de los esfuerzos de su compañera Verónica por cubrir parte de su trabajo, no ha sido capaz de alcanzar el mínimo exigido. Ahí fuera hay un montón de personas que arden en deseo de trabajar en una empresa tan prestigiosa como la nuestra, y usted no hace honor a nuestro nombre. Ha llegado la hora de que deje su puesto a alguien con más talento.

    Me quedé pálida, aún no podía creer lo que me estaba diciendo.

    — ¿Está diciendo que...?

    — Sí: está despedida. Cuando acabe la jornada recoja sus cosas. Mientras tanto haga el trabajo que no ha hecho durante estos días. Aquí tiene una carpeta con varios de nuestros clientes, redacte un informe con...

    No dejé que terminase su explicación. Me levanté indignada, manteniendo las lágrimas que luchaban por salir, y dejé atrás a ese viejo estúpido. No cogí absolutamente nada de mi escritorio, que se quedasen con toda la basura que había acumulado en esta empresa. Que recoja otra. Solo cogí mi chaqueta y salí sin decir ni una sola palabra, sin hacer caso siquiera a la llamada de Verónica.

    ¿Cómo podían hacerme eso? Después de tantos años dándolo todo, ¿así era como me lo pagaban? Era indignante. ¡Que les den por culo! Volví a casa en coche, hecha una furia y con ganas de reventar a llorar al mismo tiempo, era una extraña sensación. Necesitaba sacar todos estos sentimientos... No se me ocurrió otra cosa que tumbarme en la cama, pasaría toda la tarde gritando, llorando o lo que me pidiese el cuerpo para sacar de dentro todo este estrés.

    Cuando llegué me fijé en que la mochila de Quique estaba tirada en mitad del pasillo. Conociéndole seguro que la habrá dejado a toda prisa y se habrá ido a jugar con sus amigos. Mejor, así no paso la vergüenza de que me vea así. Oliver aún estará trabajando, así que estaba sola. Podría desfogarme a mi antojo.

    Fui al dormitorio, me detuve ante la puerta entreabierta. Se escuchaban ruidos extraños, como gemidos. Entré rápidamente y lo que vi completó el día. Mi marido se volteó en cuanto entré y una segunda persona salió de debajo de las sábanas.

    — ¿Pero qué coño...?

    — ¡Lo... siento, mi amor! ¡Te lo puedo explicar! —titubeó Oliver tratando de dar explicaciones a algo que no se podía defender.

    — ¡Y una mierda! No necesito que me des detalles de lo que estás haciendo, está más que claro. Espero que te haya gustado el polvo.

    Salí corriendo de mi propia casa. No podía más, era demasiado para mí. Me volví a montar en el coche y arranqué el motor. No sabía adónde ir, en un día mi excelente vida se había arruinado. ¿Qué haría ahora? En ese momento quería morir, deseaba que nada de eso hubiese pasado; pero no se puede cambiar el pasado. Me habían despedido del trabajo y mi marido me estaba poniendo los cuernos, ¿podía pasar algo peor? Necesitaba ayuda, sentía que me ahogaba en mis propias lágrimas.

    Entonces recordé a mi padre, todos los consejos que me daba cuando era joven, sus cálidos brazos rodeándome. Le necesitaba. Configuré el GPS y puse rumbo a casa de mi padre.
     
    Última edición: 1 Mayo 2017
    • Me gusta Me gusta x 3
  2.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
    Miembro desde:
    10 Diciembre 2010
    Mensajes:
    2,063
    Pluma de
    Escritora
    Awww, qué mal le fue a Anabel. Tanto esfuerzo para nada. Algo de lo que le dijo su exjefe me intrigó mucho, y eso fue que mencionara a Verónica, pues parece que le dio a su amiga todo el mérito de su trabajo o a mí me quedó esa sensación. Y luego para rematar, ahí llega derramando sus lágrimas a su casa, ese lugar que se cree es el más seguro y ¿para qué? Para encontrar a su esposo con otra.
    Sólo espero que cuando llegue con su padre encuentre el consuelo que tanto necesita.
    Es bonito verte participando en esta actividad, sigue así xD
    Saludos.
     
Cargando...
Similar Threads - abecedario]
  1. Kaisa Morinachi
    Respuestas:
    1
    Vistas:
    513
  2. Gamenor
    Respuestas:
    3
    Vistas:
    519
  3. AldiiUchiha
    Respuestas:
    0
    Vistas:
    470
  4. AldiiUchiha
    Respuestas:
    0
    Vistas:
    468
  5. AldiiUchiha
    Respuestas:
    0
    Vistas:
    421

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso