One-shot de Naruto - A de Acarofobia. [Días de Abecedario 3.0]

Tema en 'Fanfics Terminados de Naruto' iniciado por Lincoqueo, 30 Abril 2017.

  1.  
    Lincoqueo

    Lincoqueo

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    Título:
    A de Acarofobia. [Días de Abecedario 3.0]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1482
    Título: A de Acarofobia.
    Autora: Lincoqueo.
    Advertencias: Ooc – UA.
    Personajes: Kiba I. Shino A. Tamaki.
    Extensión: One Shot. [1301 palabras]





    Acarofobia: persistente, anormal e injustificado miedo a las picaduras de insectos o los insectos que pican. Cuando el caso es extremo, se sienten ácaros picando la dermis.




    Llevaba casi ya dos años desempeñándose como veterinario, al igual que cada uno de los miembros de su familia. Desde que conoció a su fiel compañero perruno, el cual lo acompañaba tanto a su trote diario matutino como ir a comprar los abarrotes a la tienda de la esquina. Su madre, Tsume, le había presentado a Akamaru cuando apenas era un pequeño cachorro y al momento en que sintió la orina del can en su polera supo que iban a llevarse bien.

    Y vaya que tenía razón.

    Había pasado muchos años desde ese incidente y aunque habían pasado de ser un dúo, a un trío —para el asombro del animal, su dueño había conseguido novia—, los intereses de Inuzuka no habían cambiado. De hecho, estos se vieron potenciados gracias a Tamaki ya que ella, al igual que su novio Kiba, también compartía la devoción por la vida animal, específicamente por los gatos.

    Al principio de su relación esto fue motivo de discusión, pero con el pasar del tiempo, los mininos se sumaron como un factor más en su vida como los perros en la de ella. Su ética profesional le ladraba que no podía dejarse llevar por sus inclinaciones, finalmente aceptando que conviviría con su novia, colega veterinaria además de algún que otro felino.

    Juntos se establecieron con una pequeña clínica de atención y farmacia para animales la cual hasta la fecha estaba dando muy prometedores resultados y proyecciones. La vocación sí que daba sus frutos.

    Con más cansancio que cuidado, Kiba pasaba la escoba con tanta pereza que pareciera que de un momento a otro sus brazos se le caerían por el esfuerzo que estaba haciendo. Ese día sí que había sido agotador y para rematar, le tocaba a él cerrar la tienda ya que Tamaki posiblemente estuviese en cama debido a su resfriado.

    Bufó por lo bajo, mientras veía como su compañero le acercaba la pala con la boca. Inevitablemente sonrió por el gesto, aunque este fue cambiado por horror, al ver que una hormiga lo suficientemente grande para ser vista se paseaba por el pelaje blanco de Akamaru.

    Su mano impactó más fuerte de lo necesario en el lomo del animal, generando un sonoro quejido lastimero y confundido de parte del perro. Sus ojos conectaron y pudo sentir el dolor del inocente can, sin embargo, no se sintió arrepentido.

    ―Lo siento ―se disculpó a la vez limpiaba su mano en un papel que tenía en el bolsillo de la bata que eventualmente fue blanca― pero sabes que era necesario.

    Recibió por respuesta un mordisco en el pantalón.

    ―Ya, ya, pero eres alérgico a las picaduras ―le recordó al animal, el cual se sentó mirándolo fijamente como si entendiera todo lo que su dueño le estaba diciendo― de no ser por mi hermana no sé si estarías acá acompañándome.

    Esta vez sintió cómo la lengua de Akamaru acariciaba la piel de su mano derecha, haciéndole cosquillas en el proceso. Recordó cuando una avispa había picado al can cuando apenas era un cachorro, produciéndole una reacción que casi termina en un shock anafiláctico. Por fortuna, su hermana pudo salvarlo a tiempo. Nunca olvidaría lo nervioso que estuvo ese día ni el dolor que sintió cuando su salvaje madre lo golpeó por descuidado.

    La campanita de la puerta de entrada lo sacó de sus divagaciones.

    ―Está cerrado. ―En cuanto informó, supo que la persona que había pasado prescindía de sus servicios.

    ―Lo sé, Kiba ―le respondió Shino, un viejo amigo de la infancia. Notó que continuaba con su tan peculiar vestimenta que le tapaba casi toda la piel disponible, a excepción de las manos y parte de la cara; una chaqueta grisácea que básicamente cubría todo su cuerpo― vengo a buscar una paraponera clavata, la seguí y debe estar aquí.

    ―¿Sigues siendo bichólogo? ―permitió burlarse del recién llegado por su obsesión con los insectos, ganando una mirada inexpresiva bajo esas gafas que Shino habituaba portar.

    ―Entomólogo, para ser exactos ―aclaró, comenzando con el menester que lo había traído a la clínica veterinaria en primer lugar.

    El dueño del local lo miró con una ceja levantada, permitiendo que hiciera lo que quisiera hacer distrayéndose en el proceso.

    En ese punto de la tarde lo último en que quería gastar sus nulas energías era en la limpieza que se supone que debía ejecutar. Así que se dio la libertar de interesarse por primera ―y posiblemente única vez― en los bichos que tanto le gustaban a su compañero.

    ―¿Y cómo es esa cosa que andas buscando? ―preguntó al momento en que veía al abrigado hombre revisando los estantes y sillas como si su vida dependiera de ello.

    ―Es una hormiga de gran tamaño, negra, con un abdomen prominente. ―Kiba sudó frío cuando escuchó esa descripción ya que encajaba perfectamente con el bicho feo que había asesinado de un manotazo hace unos momentos atrás.

    Si sólo Aburame hubiese llegado antes…

    Guardó el papel con el cual que había estado limpiándose las manos, lo más disimuladamente posible.

    Se abstuvo de hacer más preguntas y tomó la escoba con tanto ahínco que daba la sensación que barrer era la tarea más excitante y vigorizante del mundo.

    Sintió remordimiento, porque sabía lo sensible que era Shino cuando no se le tomaba en cuenta y vaya, él siempre encargaba que cuando viera un insecto lo guardara en una cajita de vidrio que él mismo le había facilitado.

    Ni siquiera sabía si la hormiga picaba, pero su instinto no lo dejó razonar por lo que se vio involucrado en un asesinato.

    Vamos, cualquiera lo hubiese hecho ―pensó mientras efusivamente las hebras de la escoba rozaban el piso.

    Recordó que su novia le había dicho que posiblemente padecía de acarofobia. En otras palabras, miedo o incomodidad irracional a los insectos que pican o a ellas como tales. Ipso facto, desechó la idea. Kiba Inuzuka nunca sería tan idiota como padecer una fobia, pero sí reconocía que tenía una moderada obsesión con las picaduras desde el incidente ocurrido hace años tras. Ni siquiera era a él, el afectado, sino su perro, pero bueno, cuando se trataba de su perruno compañero se tomaba las cosas muy personales.

    Bajo su punto de vista, todas sus acciones —todos los insectos que había matado— fueron justificadas.

    Estaba tan ensimismado que no notó cuando el papel que guardaba la evidencia se salió de su bolsillo, cayendo lo suficientemente cerca de Shino para que este pudiera inspeccionarlo.

    Al notar que el cadáver de la hormiga que con tanto énfasis buscaba se encontraba esparcido en un papel higiénico, procedió a encararlo.

    ―¿La mataste, verdad? ―inquirió escueto, con una tranquilidad que llegaba a ser perturbadora.

    Kiba sonrió nervioso.

    ―No… o sea sí, pero yo no quería ―un balbuceo ilegible se deslizaba por sus labios― la situación lo requería. Ese bicho era muy feo, ¿sabes?, no sabía si podía picar a Akamaru, ya sabes cómo se pone por las alergias y eso, ya me pasó una vez por una avispa cuando era cachorro.

    Taciturno, Shino no reaccionó como pensó que lo haría. Sólo le encargó que cuando viera otro ejemplar por favor lo guardara en la maldita cajita de vidrio que tan amablemente le había regalado, retirándose del lugar tan silencioso como llegó.

    Kiba suspiró cansado por el largo día que había tenido como por la visita de su amigo.

    Miró a Akamaru y recordó el momento de su primera picadura de insecto.

    No iba a poner en riesgo la vida de su mejor amigo por un bicho asqueroso que podía matarlo con solo meter su aguijón en la piel.

    ―Una mierda que voy a guardar una hormiga.

    Sonrió al ver que el perro le batía la cola demostrando su felicidad, seguido por un ladrido amistoso.

    De verdad pensó que Akamaru y él estaban conectados.

    Y también consideró ser acarofóbico.





    Estoy muy oxidada, de verdad, lo siento por el ooc ;_; pero es lo mejor que pude hacer.
    Espero que les haya gustado, apesar de estar con la restricción de ocupar una palabra, preferí incluir un reto personal mío: ocupar una fobia para desarrollar esta actividad. Por lo que verán que es complicado dar coherencia si no se modifica el escenario y parte de la personalidad de los personajes. Aun así, espero que les guste, cualquier comentario o crítica es muy bien recibida <3.
    PD: No sé si la clasificación está bien, la comedia no es lo mío.
     
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  2.  
    Angelivi

    Angelivi Bruja ordinaria

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    Escritor
    Me ha parecido un relato muy bien escrito, no he visto errores ortográficos. Además, la narración es excelente: buena introducción de los personajes (aunque la de Shino ha pasado ligeramente desapercibida), buen desarrollo y buena conclusión. El desarrollo de los acontecimientos no se ha visto forzado, todo sucede a un ritmo adecuado. No tengo ninguna pega en este aspecto.

    Siendo muy quisquilloso, solo he visto un "que" que te ha faltado en "—se disculpó a la vez que limpiaba su mano [...]". Luego he visto una coma que sobraba además de un "que" en la oración "Guardó el papel con el cual que había estado limpiándose las manos, lo más disimuladamente posible."

    Del resto no he visto más fallos. Todo está bien estructurado. Te doy mis más sinceras felicitaciones, me sorprende que relatos tan buenos como éste no hayan recibido comentarios.
     
    Última edición: 12 Julio 2017
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