Título: Aún no. Fandom: Sword Art Online Personajes: Ethan, Akizu, Stan Colt. Summary: "¿Aquí se termina mi camino? ¿En el piso 100?" La bestia rugió tan fuerte que por un segundo Ethan creyó que lo derribaría; pudo ver al último jefe del piso 100 pararse en cuatro patas, listo para un último ataque. El chico sentía su frente perlada por el sudor frío del miedo, apenas reconocía la débil silueta de Akizu a un costado de él, inconsciente por un golpe brutal. Sus cabellos estaban empapados de sangre pero aún su torso subía y bajaba regularmente, respiraba… por el momento. “Esto no puede terminar así. Aún no…” Sus pensamientos le hicieron temblar las rodillas y casi cae por la fragilidad de su energía casi en 0. ¿Habían llegado tan lejos solo para morir por el último boss? ¿Así de irónica era la vida? ¿Acaso serían olvidados en pixeles que se remontarían como mariposas para perderse para siempre? Si Stan viviera seguro se le ocurriría algún comentario sarcástico al respecto… —Ethan… —la voz de Akizu era débil, casi quebrada por el ruido de la pelea. El resto de players yacían regados por la arena de combate, muy pocos aún se mantenían en pie dando pelea. —Ethan… —¡Akizu! —el chico la abrazó y la cabeza lánguida se apoyó sobre su pecho. El pequeño cuerpo de la chica tenía leves espasmos, acaso… ¿acaso estaba a punto de partir? —Saldremos de esta. Lo juro, yo… Y una nueva onda de energía realizada por el jefe final los derribó por completo, anulando las tácticas de ataque que aún prevalecían. El resto de jugadores cayeron en la arena, algunos explotaron en pixeles y otros aún se aferraban a sus escasos puntos de vida. Era el final, sin duda el trágico final. Ethan cerró los ojos y entrelazó los dedos con los de Akizu y apretó fuerte la mano. Al menos si se irá de ese mundo, se iría junto con ella. —Chaval si te rindes en este momento juro por mi sagrada madre que te patearé tanto el trasero que no tendrás donde apoyar tu esqueleto en la otra vida. Sano olor a grasa, a metal y a tela planchada. Ethan abrió los ojos y observó una desgarbada figura sobre él. Una sombra inmóvil y de ojos ciegos de guerrero que miraba más allá. —Arriba, niñato. No me digas que ese felpudo puede contigo. Y la carcajada que resonó por toda la estancia; una carcajada que le lastimaba los oídos y el cuerpo. Ethan se reincorporó con lentitud, apretando el hacha en su mano derecha, hacha del loco anciano que compartió el viaje con él. La sombra traslúcida de Colt se evaporó con un leve guiño de ojo y se reflejó una estrella en el cielo. Ethan se movió como un insecto sobre la arena. Un insecto pequeño, aplastado, casi destruido, valiente en su desesperada terquedad de marcha, un insecto negro sobre el cual se abate un sol de muerte. No podía rendirse. No, no. Tenía cosas que hacer todavía. Mientras viviese podría recordar los años en Sword y el futuro que le esperaba fuera del juego. Stan Colt, el anciano loco, había vivido siempre así, toreándole a la muerte hasta el último momento. Él podría hacerlo también. Le debía eso a su memoria. A seguir adelante. Por él, por su futuro… y por Akizu.
