Añoranza. No encontré algo más acorde a este poema, dirigido a mi amigo. A quien necesito ahora, a alguien que es muchas cosas para mí y sobre todo, sabe cómo subirme el ánimo y mantenerme siempre feliz. ¿Dónde estás mi fantasma…? Fantasma de otoño que cuidó de alma, Que arrulló mi sombra con sus cantos fríos Y sus ojos tan faltos de luz: sombríos. ¿Dónde estás, Señor sin nombre...? Que fue el único que se quedó a mi lado, Quien prestó su pecho como refugio en el pasado, Fuiste mi vigía, mi amigo y noble hombre. ¿Me matarás por pedirte esto, Señor Reloj…? Porque su actuar es sabio, sus manecillas aciertan. Siempre terminan dando la hora cierta. ¿Dónde quedó su nombre, Señor Reloj…? Dígame, respóndame. Le necesito ahora cerca de mi alma noble. Dedicada a:Sólo él se llama así.Sólo mi amigo.
Buenas, en sí, se sintió un aire de melancolía entre sus versos, pero tristemente la redundancia y la poca armonía al juntar las ideas, me torturaron todo hilo en la lectura. Ciertamente no tengo mucho que decir, le haré caer en cuenta el error que tuvo al poner mayúsculas después de las comas, y sobre todo algo que me llamó la atención: narración. Las preguntas son directas, no dejan duda alguna, pero los versos siguientes no lo son. La estructura, las palabras escogidas dejan vacíos que no logran formar un lazo que vaya acorde con la fuerza de la pregunta. Cómo explicarme, sí, sí, un cambio de persona. Se repite en las tres primeras estrofas pero en la cuarta es correcta, si relee quizás se de cuenta sola, sin que yo le esté mareando tanto con mi poca gracia al explicar. Nada más que agregar, tenga un buen día.