Crossover 7Days! [Día 3]

Tema en 'Archivo' iniciado por Hygge, 8 Febrero 2020.

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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Bianca Altobelli

    Sí, mi vista no me engañaba. En pocos segundos, una figura de un hombre que quizás rondaba mi edad acabó delante de nosotros. No dijo nada, y no pude evitar sentir un escalofrío recorriendo mi espalda.

    Sentí mi cuerpo tensarse, una vez más, pero no dudé en dar un par de pasos y cubrir así el cuerpo de Clevert con mi figura. No supe por qué, ¿quizás no era la primera vez que quería cuidar a alguien? Fue como un instinto.

    —¿Cómo te llamas? —le pregunté, no muy brusca pero tampoco amable, en un intento de sonar calmada y neutra.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Katrina Akaisa

    Bufó una vez más, llevándose la mano derecha al puente de la nariz y observó la mano de Morgan viajando sobre el mapa.
    Solo quería dejar ese cuartucho, con eso se hubiese quedado tranquila, quería un espacio abierto. ¿Cómo es que no estaba harta ella también de estar allí adentro?

    Tomó el mapa con cierta brusquedad cuando se lo regresó y volvió a guardarlo en el bolsillo de la chaqueta, no estaba dispuesta a preguntárselo o sugerírselo más, iba a salir del puto ático. No era una maldita rata para estar allí metida un minuto más.
    Avanzó fuera, comenzando a bajar las escaleras, apenas guiándose por su memoria y la poquísima luz natural, y habló desde allí antes de llegar a la primera planta.

    —Dudo mucho que haya algo de importancia en la colina, más allá de ser un punto de observación ligeramente más alto. El templo quizás tenga algo, así que optaría por movernos allí.

    1. Encendedor.
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    Gigi Blanche

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    Morgan O'Connor

    Notó las reacciones de Katrina, mas decidió no hacer nada en consecuencia. Se acercó a la vela, soplándola suavemente para extinguir su llama, y siguió a la joven por las escaleras, hacia planta baja. En el fondo, podía notar cómo ciertamente le daba igual la forma en que aquella chica le hablara, y se preguntó si aquello era algo bueno o malo. Entre tanto, frunció el ceño. ¿El templo, eh?

    Eso era un inconveniente. Tendría que tomar una decisión en los próximos minutos.

    —De acuerdo —soltó sin más, siguiendo a Katrina desde cerca.

    1. Cantimplora vacía
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    Última edición: 17 Febrero 2020
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    Hygge

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    Primera misión global: Completada

    "Interactúa con al menos una persona"


    Jugadores que han cumplido:
    -Clevert
    -Bianca
    -Morgan
    -Katrina
    -Sean
    -Steven
    -Andrea


    Jugadores que faltan por cumplir:
    Ninguno



    ¡Genial, felicidades por conseguirlo! Tal y como os dije, ahora por mp todos podéis pedir a elegir entre 3 objetos máximo (podeis darme el orden de preferencia en el caso de que no os lo admita), y os quedaréis con uno. Mañana actualizaré alguna cositas. En el caso de que no tengáis suficiente espacio, podéis quitar algo del inventario a cambio.

    Ahora bien, tal y como sucedió con Clevert podéis narrar en el momento que queráis que vuestros personajes recuperan un primer recuerdo. Cada recuerdo obtenido por las misiones globales tendrá una consigna a la que tendréis que adaptaros como prefirais siempre que esté relacionado con ella.

    La premisa de la misión 1 es...

    "Temor"
     
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  5.  
    EstebanDV

    EstebanDV Usuario común

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    Steven

    ¿Que es esto? Siento mucho... ¿Miedo?

    No, esto no es miedo. De nuevo el mismo sentimiento de amenaza salto desde mi mente hasta expandirse por todo mi cuerpo como si fuera una corriente eléctrica. Mis manos comienzan a temblar, siento que me cuesta respirar y siento como mi sangre comienza a calentarse mientras corre rápidamente por mis venas. Por mas que quiero correr mi cuerpo no me obedece, no puedo huir...

    — Ah... agh...

    La navaja que Charon me dio y el cuchillo que yacía enfundado en mi pecho terminaron en mis manos mientras los apretaba con fuerza, poco a poco esos entes se acercaron a mi y yo cerré los ojos esperando lo peor. Ambos cuchillos terminaron clavados en las gargantas de esos entes mientras aún los sostenía en mis manos.

    Mire sin poder creer lo que mis manos estaban haciendo, se movían solas y aplicaban precio contra sus gargantas encajando ambas armas blancas más profundo.

    Matar, asesino...

    ¿Que acabó de hacer?
     
    EstebanDV ha tirado dados de 5 caras para Total: 1 $dice
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Andrea Dalcorvo

    Y tal como mis sospechas se confirmaron, dos personas aparecieron frente a mí. Sin embargo, no era para nada lo que esperaba. Un niño y una joven, y ambos parecían bastante conmocionados por mi presencia. Alcé una ceja ante sus reacciones, y como la muchacha parecía querer proteger al niño. Analicé que ella no debía ser mucho más chica que yo. Me quedé estudiándolos durante unos segundos, observándolos en silencio. ¿De dónde venía ese afán por analizar todo a mi alrededor? ¿Acaso era un vestigio de mi vida pasada?

    Al final, simplemente saqué mis manos de mis bolsillos y las alcé, en señal de que no venía con malas intenciones. Mi mirada, sin embargo, seguía siendo la de cansancio. Esperaba otra cosa la verdad que no fueran dos muchachos. Aunque tal vez ellos podrían ayudarme a aclarar que diablos sucedía aquí.

    — Perdón por asustarlos, no era la intención.— dije, con una mueca que intentaba ser una sonrisa. Al darme cuenta que estaba fallando horriblemente, la cambié por mi expresión normal.— ¿Podrían decirme que carajos ocurre aquí? Son las primeras personas que encuentro en un tiempo.

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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Clevert

    —N-No otra vez....—susurre con cierto hastio y nervios, justo ahora la llegada del sujeto revivio por un segundo aquel recuerdo. Pero nada que una pequeña bofetada para espabilar pueda resolver...fijandome bien no pude evitar reir un poco...parecia una hermana mayor defendiendo al menor, no pensaba ser superado en estatura, pero aunque mis rostro refleje un bochorno sin igual sentia que dejar a Bianca pelear sola no era opcion para mi.

    Di unos pasos al costado para enfrentar nuestro visitante...

    —Creo que esta bien Bianca...muchas gracias por cubrirme....si intenta algo dejame una parte ¿si?—murmure sonriente pero cauteloso cerca de su oido...si ibamos a pelear seria como proteccion mutua.

    Y si pensaba que Bianca me superaba un poco en estatura...creo que los casi dos metros de este hombre cambiaron de tajo mi visión lo peor fue el nudo en mi garganta cuando formo esa mueca, era ¿una sonrisa?

    —Ah de acuerdo señor esta bien—respondi con cierto temor...si no tenia las intenciones de aterrar, no me gustaria ver cuando las tenga.

    —Pues tenemos la misma preguntas somos parte de este juego de Charon, aun hay mucho por saber.Por cierto señor mi nombre es Clevert.

    De nuevo los formalismos...quizas me educaron en las estrictas normas de etiqueta, bueno quizas sea de utilidad para evitar conflictos...eso esperaba.

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    Última edición: 18 Febrero 2020
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    Zireael

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    Katrina Akaisa

    Ropa.

    Colores.

    Una cabellera rubia y ojos dispares abalanzándose sobre ella.

    Rubia.

    Rubia.
    Rubia.

    El suelo lleno de hilos dorados, ella tomando las tijeras antes de mirarse al espejo y cortar. ¿Era ella, de verdad? ¿Esa niña delgada, rubia y con piel de porcelana?

    El mundo parpadeó a su alrededor con violencia un instante y tuvo que apoyarse en la pared, justo cuando había bajado el último peldaño.
    La muñeca era ella y, de repente, odiaba verse a a sí misma de aquella manera. Las muñecas eran controladas y usadas, luego desechadas. Ella quería controlar, usar y desechar si la mantenía a salvo, ¿no? Claro que sí.
    La mujer rubia, su copia... ¿Era su madre? El corazón se le detuvo en el pecho, dándole una punzada tan fuerte que a pesar de usar la pared como punto de apoyo, hizo que sus rodillas cedieran.

    Una madre.

    No. Su madre, con ojos de gato y corazón de oro.

    Otro fragmento del recuerdo, cegador, apareció frente a ella. Su madre, Hailee, tarareando una nana mientras la sostenía en su regazo, meciéndose, tratando de calmarla.
    Y su voz, su dulce voz, como un arrullo... rodeada de un terrible olor a humo.

    ¿Un recuerdo superpuesto?

    Se llevó las manos al cabello teñido y por un instante, tiró con fuerza, arrancándose varias hebras en el proceso. Sentía la profunda necesidad de gritar, de desgarrarse la garganta, y la calidez que sentía en rostro le había hecho notar que algunas lágrimas se habían escapado de sus ojos, rodando por su rostro.
    ¿Todos sus recuerdos estaban así, fragmentados? ¿Por qué?


    —Mamá —murmuró sin siquiera darse cuenta y el corazón hasta ahora detenido, aceleró, presa de un repentino terror—. Mamá, lo siento.


    ¿Y se disculpaba por qué exactamente? Porque estaba muerta, porque todo el trabajo para cuidar de ella y sus monstruos había sido en vano, ¿no? Estaba muerta y esa madre amorosa nunca tendría a su hija de nuevo, aunque esa hija fuese ella, aunque hubiese destrozado su imagen y probablemente hasta su psique con tal de ser otra persona, como decía el espejo en el que se había visto antes de despertar allí.
    Su estupidez había roto el corazón de su madre una vez más, irremediablemente.

    Morgan.

    No podía dejar que la mandona de la chispa púrpura la viese en ese estado tan patético, sabía que le seguía los pasos, aunque fuese a regañadientes, había escuchado sus pisadas apenas comenzaba a bajar.
    Se levantó a tropezones y avanzó hasta poder ocultarse de la vista que permitían las escaleras, apoyándose en la pared.

    Se limpió el rostro con fuerza, para luego comenzar a regular su respiración y su desgraciada cabeza que avanzaba a mil por hora, intentando alcanzar algún otro recuerdo.


    —Maldita sea —siseó para sí misma—, lo que daría por un jodido cigarro.



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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master yes, and?

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    Morgan O'Connor

    Frío.

    La sensación bañó su cuerpo con la intensidad de un rayo, y creyó oír truenos a lo lejos. Se detuvo en medio de las escaleras, sumida en las penumbras, y alzó la vista hacia el rastro de luz matutina arrastrándose por el pasillo que apenas habían abandonado. Por alguna razón estaba conteniendo el aliento. Relámpagos fugaces parpadearon, inundando el negro de blanco doloroso, y Morgan cerró los ojos con fuerza. Nada de eso era real, ¿verdad?

    De pie bajo la tormenta, observando en silencio la puerta de entrada.

    No, no era real. Lo había sido. Porque aquella criatura empapada era ella, y a través de sus ojos reconoció de inmediato la hoja doble de roble y aldabas doradas como la puerta de su casa. Sus pies permanecían congelados entre dos peldaños de la escalera, tanto en sus recuerdos como en el presente. Viendo hacia arriba, con el pecho oprimido, hundida en el temor de la anticipación.

    Unos gritos desgarraron el aire, anteponiéndose al repiqueteo constante de la lluvia. Sus piernas se activaron por reflejo y se lanzó hacia el pomo de bronce.

    Morgan bajó la vista hacia sus manos, mientras la Morgan de sus recuerdos manipulaba con dedos temblorosos y congelados su manojo de llaves, accesorios y un abrelatas.

    Repasó la sala, el pasillo y la cocina en un santiamén, y caminó hacia el único rastro de luz en medio de la oscuridad: las escaleras. Caminó con pies de plomo, los gritos transformándose poco a poco en palabras, luego frases, luego discursos enteros de odio y resentimiento. Cuando arribó a la primera planta, se desvió de repente del rastro de luz e ingresó a una habitación oscura.

    Una canción.

    Había... alguien allí, ¿verdad? La escasa iluminación le impedía distinguir más que siluetas difusas, pero Morgan había sabido sortearlas de memoria; como si hubiese realizado el mismo trayecto cientos de veces. La Morgan hundida en sus recuerdos se llevó una mano al cabello y arrastró el flequillo hacia atrás, esforzándose por mantener tranquila su respiración. Pero ¿qué era esa canción? ¿Y por qué... sentía ese dolor en el pecho?

    Calidez.

    El frío desapareció, los gritos también, e incluso las penumbras resultaron confortantes. Morgan no estaba segura qué había cambiado exactamente, pero la mezcla de tibieza y terror que se revolvió en su estómago se sintió en extremo agobiante. Susurros débiles se agolparon en sus oídos.

    Está todo bien.
    Ya va a pasar.
    No es nada.


    El aire abandonó sus pulmones y apretó los dientes, irritada, desgarrada, sin comprender. ¿Por qué? ¿Por qué se oía tan tranquila cuando parecía estar muriendo por dentro? ¿Cómo no estallaba? ¿Cómo no ardía? Era tan frustrante. Las imágenes siguieron repitiéndose en su mente, desincronizadas, a destiempo; sintiendo la lluvia en el recibidor, oyendo su canción al pie de la casa, los gritos transformados en rayos, el frío derritiéndose sobre su piel. Mientras más se esforzaba por recordar, más caóticas se tornaban las secuencias. Pero estaba desesperada, porque faltaba algo. Lo sabía.

    Decidió, a fin de cuentas, enfocarse en recobrar la compostura. Le tomó algunos segundos. Se acomodó el cabello, volvió la vista hacia abajo y retomó el camino, advirtiendo que la silueta de Katrina había desaparecido. Cuando llegó a planta baja, la encontró con la espalda apoyada sobre la pared.

    —¿Te hice esperar? Perdona —murmuró serena, adelantándose.

    ¿Realmente se sorprendía de la Morgan de sus recuerdos, esquiva y engañosa? Si allí mismo, en ese instante, parecía exactamente la misma persona.

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    Bianca Altobelli

    Y de repente, las figuras de Clevert y aquel hombre se volvieron difusas, y la cabeza comenzó a darme vueltas.

    Me vi a mí misma, de pequeña, en la parte baja de una litera. La habitación en la que me encontraba estaba llena de literas idénticas, y en ellas había niños como yo, durmiendo plácidamente.

    Pero yo no era capaz de dormir.

    Me había acurrucado, tapándome con la manta por completo y estaba sollozando. ¿Por qué?

    Lo recordé entonces. Al día siguiente iban a adoptar a mi mejor amigo, y por muy feliz que pretendí estar al saberlo, lo cierto es que la noticia me resultó desgarradora. Se habían llevado ya a todos mis amigos y yo seguí ahí, atrapada, ninguna familia me quería.

    ¿P-por qué nadie me quería? ¿Que tenía yo de malo para que nadie me quisiese adoptar...?

    Tenía miedo de no ser aceptada, de no tener nunca una familia, de acabar sola y desamparada porque no parecía ser suficiente para nadie. ¿Conseguí ser adoptada o moría antes de ello...?

    Me llevé las manos a la cabeza, intentando calamar el dolor que había comenzado a atacarme después de recordar aquello. Ugh... ¿qué rayos, Charon? Eso era tan innecesario...

    Abrí de nuevo los ojos y me fijé en los chicos que seguían ahí. Esperando que no se hubiesen dado cuenta del episodio, intenté recomponerme y tras carraspear un poco, volví a alzar la voz.

    —Creo que estamos todos igual de perdidos —dije, finalmente, sin dejar de apartar la mirada del hombre—. Creo que sería buena idea intentar encontrar al resto, estoy segura que hay más gente por ahí. Quizás descubramos algo más...

    No me había respondido a la pregunta, ¿de verdad no tenía intenciones de asustarnos? Ya...
     
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  11.  
    Reual Nathan Onyrian

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    Escritor
    Andrea Dalcorvo

    Levanté una ceja ante las reacciones de ambos. El niño se abofeteaba, y la joven se había agarrado la cabeza. Vaya panda de locos me había encontrado. Y luego el niño decía que si yo intentaba algo, ¿le dejara una parte a él? Bufé, cansado. Creo que en estos momentos, prefería seguir caminando rodeado de bayas y pinos silenciosos. Al menos, sabía lo que esperar de ellos. Absolutamente nada.

    El niño se presentó. Clevert. Vaya nombre. Se podía hacer una especie de juego de palabras con eso. Parecía demasiado recto, demasiado educado. Era obvio que tenía una educación formal. Tan solo esperaba que no le entraran urgencias de tomar el té a las cinco de la tarde en punto. Porque eso sí sería el colmo. Bueno, al menos todos estábamos de acuerdo que no teníamos idea de donde estábamos. Eso era...interesante.

    Me acaricié pesadamente la nuca, mientras escuchaba a la muchacha. Había más gente al parecer, lo cual no era extraño. Sin embargo, si bien había tenido suerte con estos dos niños, no podía asegurarme de que el resto de las personas con las que nos fuéramos a encontrar no tuvieran malas intenciones. Era una apuesta, la verdad.

    — Supongo que estabas esperando mi nombre.— le dije a la muchacha, mirándola fijamente.— Sin embargo, no estaríamos en igualdad de condiciones si tú no me dijer...

    Tuve que interrumpirme, porque de improviso, un agudo pitido inundó mis oídos y mi mente, y todo se puso negro. La muchacha y Clevert aparecieron ante mí, pero sus figuras se iban deformando de a poco, hasta transformarse en dos siluetas que no reconocía, aunque adentro mío, sentía que sí.

    El latido de un corazón

    Una figura yacía inerte en el suelo.

    Un péndulo de reloj

    Otra, parecía flotar en el aire, meciéndose rítmicamente.

    Un latido de corazón

    La figura en el suelo estaba sobre un charco. Un charco carmesí.

    Un péndulo de reloj

    La figura que flotaba no flotaba, si no que estaba atada a una cuerda.

    Un latido de corazón

    Mis sienes amenazaban con explotar, y me agarré la cabeza, rasguñándome la frente, en un intento de acabar con aquella tortura.

    Un péndulo de reloj

    La cuerda estaba atada al cuello de aquella figura. Y debajo de ella, como si fuera una grotesca representación de un nacimiento, la otra figura se encontraba en posición fetal.

    Un latido de corazón

    Lancé un grito desgarrador, mientras cerraba los ojos con fuerza, en un futil intento por dejar de mirar la macabra escena, que tanto me dañaba, sin entenderlo.

    Tic

    La visión comenzó a desvanecerse, dejando paso al mundo real. O lo que pudiera considerarse como real.

    Toc

    Inspiré y expiré para calmarme, y pude notar que tenía lágrimas en los ojos.

    Gruñí, como si fuera un animal molesto, y miré hacia mis dos acompañantes.

    — Me llamo Andrea.— respondí, tajante.— Terminemos con esto cuanto antes.

    Pasé entre ellos, sin importarme si se movían del lugar o no, hacia una dirección, cualquiera. Cualquier cosa era mejor antes de quedarme parado y seguir sufriendo esas visiones.
     
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  12.  
    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Clevert

    De la nada todo se había vuelto todo una confusión, Bianca, aunque tratase de disimular, algo en su mente le agobiaba dejando entrever una palpable tension en su mirada y en cuanto al hombre que se presentó como Andrea repentinamente empezó a lagrimear y mostrar una expresión...de total inquietud. Incluso un gruñido que para nada ayudaba al momento.
    Tal evento provocó un sudor frío que recorría mi cuello al punto de llevarme a un estado de pánico...

    Pero aquello quedaría pequeño cuando de la nada...

    Se escuchaba una respiración agitada...el panorama de aquel purgatorio se retorció para mostrarme el lugubre panorama de un bosque, donde podía verme corriendo, huyendo desesperadamente de algo que seguía mi rastro en las sombras de aquella fría noche.
    Dejé escapar entonces un alarido de dolor producto de una laceración en mi pierna derecha que apenas me dejaba correr.
    Perdido no ubicaba una salida rapida, entre jadeos la imagen de una niña que yacía inerte sobre un charco de sangre parpadeaba en mi mente en medio de una sala.

    —Hermanita—siseaba con gran dolor y temor ¿Que tenía ella que ver? Ella no les hizo nada y...
    —Vaya...vaya si es el chico actor.
    Alce la vista hasta una de las ramas donde una joven fémina peli verde ,ojos carmesí y sonrisa ladina sostenía una daga en cuyo filo resbalaba un líquido rojo.

    —Vaya eres tan escurridizo pequeño roedor...hoy no estoy en mi racha—lamentaba irónica, la mujer penetro con su mirada paralizando mi cuerpo ante tal sed de sangre—oh bueno al menos ...al menos no eres llorón, no tendría sentido pues—Sonrio aún más cuando apunto su daga.

    —Muy pronto acompañaras a tu hermanita en el infierno...

    —Bah ¡si de verdad lo hiciste y-ya m-mamá tendría tu c-cabeza!
    Mi cuerpo temblaba sin cesar pese aquel arranque de coraje, cosa que provocó una risilla en la asesina.

    —Pero nadie ni el consejo mágico...les brindo el apoyo...—dijo mientras jugaba con su daga escucha niño nuestro gremio, es un gremio de negocios así que ¡Re-equipar!

    Una gran cantidad de dagas me rodeaban, ¡Miserables! No podían salirse con la suya, entonces vi como sujetaba entre mis manos una rara gema ¿Un dije? No sabía si aquellas dagas me empalarian pero...debía hacer algo...esto era...demasiado solo quería ir casa.

    La mujer mostró cierto interés en aquel colgante en mi cuello pero sin más dilación dio una sacudida con su mano y la gran lluvia de acero se precipitó con todo para cercenar mi humanidad.
    Luego oscuridad... pero una visión difusa me mostró volando sobre una extraña ave plateada.
    —Maestro...¡Debemos buscar ayuda! Mejor dejar el asunto del gremio para otro día.
    Rendido en el suave plumaje de la criatura en mi mente martillaba la imagen del cuerpo de mi hermana...ilusión o no, tarde o temprano podría ser una horrible realidad.
    Mi visión regresaba a la normalidad. Con un sudor frío y un incesante temblor en mis rodillas mantuve como pude la compostura, no sabía de que iba esto ¿Otro recuerdo? ¿Sería lo último que vi al morir? Aquello de verdad apestaba.

    —Creo que p-por e-el momento no hay problema ¿cierto?—interrumpi aquel tenso episodio. Si no quería problemas creí mejor dar una bienvenida más cálida ...de momento.
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    Amane

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    Bianca Altobelli

    No parecía haber sido la única en recordar algo, estaba claro al ver las expresiones de los otros dos chicos. Uhm, tenía que haber algún motivo por el que Charon había decidido devolvernos un recuerdo justo en ese momento a todos, y sinceramente me preguntaba cuál era.

    Viendo las reacciones del hombre y de Clevert, y conociendo el recuerdo que yo misma había visto, tampoco parecía que ellos hubiesen recordado algo especialmente agradable.

    —Me llamo Bianca —dije, finalmente, tras escuchar al hombre presentarse.

    Parecía que lo sucedido le había afectado, aunque quizás igual que yo, no quería que se notase. Así pues, no dije nada al respecto y miré a Clevert una vez más.

    >>Necesito moverme —sentencié.

    Y tras sopesar un poco los alrededores, decidí dirigirme hacia el sur, abrazándome a mi misma mientras lo hacía. Todo aquello seguía sin darme buena espina...
     
  14.  
    Hygge

    Hygge Game Master

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    DÍA 2
    (Actualizaré el mapa del primer post igual y marcaré este)

    [​IMG]



    Un chasquido.

    Un simple chasquido bastó para detener los pasos de cada uno de los presentes. Era algo nimio; algo que, en otra ocasión, no se hubiesen detenido a escuchar. Quizá ni siquiera se hubiesen percatado de ello. Pero en medio del silencio sepulcral, de la incertidumbre y la tensión que les ahogaba, se sintió muy cercano. Demasiado real.

    Los chicos del templo contemplaron cómo el cerro que se alzaba en la distancia desaparecía en un parpadeo. Morgan y Katrina, desde donde se encontraban, no estuvieron exentas de dicho cambio. El enorme relieve había sido erradicado ante sus ojos. Nada parecía atestiguar que escasos segundos antes la colosal acumulación de sedimentos se había encontrado allí.

    Después del chasquido vino la luz violeta. En mitad de la escasa claridad del día, algo pareció iluminar el cielo durante una milésima de segundo. Como un proyectil lanzado hacia el cielo. No estalló, la paz no fue perturbada. Pero algo en sus cuerpos, en la pesadez de sus hombros, les decía que algo había cambiado. La voz de Charon resonó en sus cabezas.

    Él lo llamaba... La tormenta.



    • Opciones para los chicos del templo:

    a) Avanzar hacia donde se encontraba el cerro.

    b) Seguir la dirección del proyectil

    c) Escoger dirección propia​



    • Opciones para Katrina y Morgan:

    a) Dirigirse hacia el templo (si una escoge esta opción, la otra puede escoger una de las de los chicos del templo)

    b) Seguir la dirección del proyectil

    c) Escoger dirección propia​



    Steven encajó los golpes con su cuchillo, pero grande fue su sorpresa al ver que no brotaba sangre de sus cuellos. Que el arma traspasaba sus cuerpos como si estuviesen hechos de humo. Pero sus golpes y arañazos dolían, y se sentían reales. Ambos chicos parecían rodeados, y ninguna de sus armas funcionaría contra ellos. Se habían metido en la boca del lobo, y la luz parecía haberse desvanecido al final del camino.

    Todo sucedió a cámara lenta: el proyectil en el cielo, las tonalidades violetas que destellaron sobre sus cabezas durante milésimas de segundo, y los chillidos adoloridos de las criaturas a su alrededor. Fue breve, pero soltaron su agarre, brindándoles una última oportunidad.

    Era ahora o nunca...

    Opción final (Dead end): cada jugador puede lanzar un dado de 10 caras. De 1 a 3 huiréis. De 4 a 6 tendréis una herida leve, pero huiréis. De 7 a 9 lo mismo, con una herida grave. Si sale 10... moriréis.​
     
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    Hygge

    Hygge Game Master

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    Segunda misión global:

    "Obtén al menos dos nombres de manos de sus propietarios"

    Jugadores que han cumplido:

    -Andrea
    -Bianca
    -Clevert
    Jugadores que faltan por cumplir:

    -Sean
    -Steven
    -Katrina
    -Morgan



    Os pondré los objetos del reto 1 mañana, que me caigo del sueño (esta vez no tardaré 1 mes i promise)
     
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  16.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Bianca Altobelli

    Apenas di un par de pasos cuando todo... cambió.

    Aquel chasquido que escuché hizo que me parase en seco y presentí que no había sido la única en hacerlo. No fue nada escandaloso, ni siquiera le hubiese prestado atención en una situación normal, pero tuve que hacerlo en ese momento... porque no me daba buena espina.

    Y... pasó. De repente, justo delante de nuestros ojos, el cerro desapareció. Como si nada. Antes estaba ahí, pero ahora ya no lo estaba más. Y a pesar de que la situación había sido irreal desde el principio, no pude evitar sentir... que aquello no estaba bien.

    Ugh... ¿qué rayos Charon? ¿Las cosas desaparecen, luces violetas, y una "tormenta"?

    Y yo era demasiado curiosa. Con un gruñido, dirigí mis pasos hasta donde el proyectil había sido lanzado. ¿Una tormenta? Claro que tenía que ir a meterme en ella, fuese lo que fuese.

    >>Seguir dirección del proyectil.
     
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  17.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Andrea Dalcorvo

    No logramos avanzar ni un par de metros que Charon había decidido poner nuestro mundo de cabeza. Con un pequeño chasquido, como si fuera un encendedor con poco combustible peleando por encender una llama, el cerro que teníamos frente a nuestros ojos desapareció. No explotó, ni se destrozó en cientos de pedazos. No colapsó, ni fue succionado por la tierra. Simplemente...desapareció. Como si hubiera sido borrado de la existencia. Como si un caprichoso niño hubiera decidido que ya no le gustaba más, y simplemente había chasqueado los dedos para desmaterializarlo.

    Y teniendo en cuenta la voz en mi cabeza, no dudaba de la veracidad de la última oración.

    Un proyectil iluminó el cielo. Tan solo eso. Como una estrella fugaz, hirió el terso terciopelo de la bóveda celeste, y luego se desvaneció en el horizonte. Y por alguna razón, sentía mucha curiosidad por saber de que trataba todo esto. La muchacha ya había comenzado a dirigirse hacia allí, por lo que lo más sensato, si no quería volver a caminar con tan solo mis ganas de volarme la cabeza como compañía, sería acompañarla.

    Con un movimiento de cabeza, le indiqué al otro chico que nos acompañaba que nos siguiera, y con las manos en los bolsillos, comencé a caminar, siguiendo el trazo del proyectil en el cielo.

    >> Seguir el proyectil

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  18.  
    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Clevert

    El juego se tornaba más extraño aun, vaya que podia cambiar y mi mayor sorpresa, asi como la de Bianca y Andrea era como por arte de magia aquel cerro se desvanecio ante nuestras narices.

    —¿uh? ¿Pero como?— un gesto de confusion se formo en mi al sentir la voz de Charon en mi cabeza

    —¿Tormenta?—susurre al escucharlo ¿que tramaba el para nosotros? Quien sabe...a veces era fastidioso lidiar con cambios en el juego, pero los primeros recuerdos sobre mi vida eran el motor que movia mi determinación para avanzar, como sea averiguaria lo que hicese falta.

    Y como la desaparición de aquel cerro era simplemente trivial( al menos para Charon o quien controle este mundo) un proyectil o algo parecido fue lanzado de algun punto a otro ¿a donde querian llevarnos?

    —Bianca...—note que Bianca tomo su iniciativa al igual que Andre de seguir aquel proyectil, no sentia que era el momento de separarme de Bianca así que considere averiguar el enigma de aquella luz al igual que el resto.

    >> Seguir el proyectil

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  19.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Katrina Akaisa

    ¿Te hice esperar? Perdona.

    La voz de Morgan llamó su atención, haciendo que despegara la espalda de la pared. El recuerdo aún rasgaba las paredes de su mente.

    —Vamos —dijo sin darle mayor importancia, mientras se dirigía a la puerta para salir de la cabaña y entonces... el chasquido.

    Se detuvo un instante, con todos los demás sentidos alerta, y puedo observar como el cerro desaparecía y luego una luz violeta, casi como los ojos de Morgan, iluminaba el cielo.

    ¿Qué coño?

    Suspiró, como si realmente no hubiera sorpresa alguna en ella a pesar de lo que acababa de ocurrir. ¿Era siempre así de indiferente? Dios, qué fastidio, con razón estaba muerta.
    Avanzó en dirección al templo, como habían acordado de por sí.

    1. Encendedor.
    2. Mapas.
    3. Walkie-talkie.
    4. Lata de conserva.
     
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  20.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master yes, and?

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    Morgan O'Connor

    Su reacción ante los eventos recientes fue bastante, quizá demasiado similar a la de Katrina. Percibió el chasquido, la desaparición del monte y el destello morado con precaución y sigilo, atendiendo en silencio a cada estímulo con sus sentidos totalmente alerta. Frunció el ceño. Ni siquiera gastó recursos intentando comprender lo que había ocurrido, pues sabía era un sinsentido.

    Estaba en un mundo extraño, no debía olvidarlo. Cualquier cosa podía ocurrir.

    Katrina renovó la marcha hacia el templo, sin grandes reflexiones, y Morgan la imitió apenas un paso por detrás. Escrutó el horizonte en todas direcciones un par de veces, hasta asegurarse que nadie ni nada las seguía. Vaya, ¿quizás estaba siendo algo paranoica? Bah, a ella le gustaba llamarlo precavida. Cuando volvió la vista al frente, reparó unos segundos en la espalda de su compañera y se encogió de hombros.

    Eran bastante parecidas. Al menos no debería preocuparse por agradarle a nadie, ya sabía que no lo lograría.

    >> Hacia el templo.

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    3. Cerillas
    4. Walkie-talkie
     
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