Microrrelato [12 Deseos] El deseo infantil

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Este es mi sexta aportación a la actividad "12 Deseos" de @Pire . ¡Muchas gracias por leer!

EL DESEO INFANTIL​

“Quiero ser la más popular del colegio.”

En medio del examen de lengua castellana, escuché la llamada de la naturaleza. Levanté la mano rápidamente e hice aspavientos para que el profesor levantase la vista de los trabajos que estaba corrigiendo.


Un par de minutos después el profesor reparó en mí.


—¿Sí, Marta? —dijo observándome por encima de las gafas.


—¿Puedo ir al baño?


—Estamos en medio de un examen, ya sabes que las reglas son que no se puede ir al baño. Podrías usar ese método para copiar.


—Pero... ¡Es urgente! —dije en un intento de que se apiadase aquel maquiavélico profesor de mí.


—Ya eres mayorcita, podrás aguantar veinte minutos más.


¡Veinte minutos! ¡Quiere que aguante veinte minutos! ¡Y que además siga con mi examen sin que me explote la vejiga! ¡Claro! ¡Muy sencillo!


Me intenté concentrar en rellenar los huecos con “v” y “b” en el cuarto ejercicio. Pero no lograba discernir lo que tenía que poner. No, necesitaba ir al baño, después podría seguir con aquel examen tranquilamente.


No podía aguantar más, me quedaba muy poco para sucumbir y quedar completamente humillada delante de todos. Pero si me iba de la clase, no podría evitar la sanción. Levanté la mano otra vez, en un último hilo de esperanza.


—¿Marta? —dijo el profesor alzando una ceja.


—Necesito ir al baño, por favor.


—He dicho no y es no, las reglas son iguales para todos.


—¡Pero!


—No hay pero que valga, solo quedan quince minutos, termina el examen y podrás ir al baño.


En ese momento, noté el vergonzoso calor del pis resbalando por mis piernas, el hosco olor de la orina penetró mis fosas nasales. Y todos se giraron hacia mí.


Darío el más rebelde de la clase me señaló y dijo:


—¡Vas a ser la más popular del colegio! ¡La meona! ¡Marta la meona!


Y todos empezaron a corear “Marta la meona”. Quise que la tierra me tragase, pero lo que más deseaba en ese momento, era venganza. Ese profesor no saldría impune, mis padres le harían pagar su ineptitud. Seguro... ¿Verdad?


Clavé la mirada en el profesor y pude denotar que se estaba aguantando la risa. ¿Qué había de gracioso en ello? En ese momento, se convirtió en el profesor que más he odiado y odiaré jamás. El desalmado profesor de lengua castellana.


Gracias a él había cumplido mi sueño, ser popular, ¡y una apestada!