One-shot de Naruto - “Un día con los Nara” [One-Shot]

Tema en 'Fanfics Terminados de Naruto' iniciado por Reyka Akira, 5 Julio 2011.

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    Reyka Akira

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    Título:
    “Un día con los Nara” [One-Shot]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2829
    Bueno, después de algun tiempo de no escribir nada, vengo con este One-Shot que en un principio comence a escribirlo por el día del padre, pero por razones de fuerza mayor no lo pude terminar a tiempo, asi que decidi proceguirlo pero ahora cambiandolo, siendo especialmente porque se aproxima el "cumpleaños" de Shikaku Nara-suegro jeje. Espero que les guste y lo disfruten.
    -Autor: Reyka Kyoko Shika
    -Aclaraciones:
    -Lamentablemente Ooc. en los personajes
    * Yōkoso ie no ai—“Bienvenido a casa amor”
    * Tadaima —“Estoy en casa”
    *Trillizos: fue un mismo parto, solo que los varones venían en una misma bolsa y la nena solita ^.^

    Titulo: “Un día con los Nara”

    El sol, resplandece majestuosamente como solo en Sunna podía ser. El reloj marca las dos de la tarde, por lo que con paso perezoso el moreno se encamina a su hogar. Al transitar por las calles, las personas a las que se encuentra en su recorrido le saludan respetuosamente.

    Respeto que el masculino se ha ganado a pulso por su excelente desempeño como shinobi en Sunna, como también al ser el mejor estratega de su Aldea natal, sumándole que hacía casi seis años que se convirtió en el esposo de la hermana del Kazekage.

    Como cada día, el masculino acudía a la cita de almuerzo con su amada familia. Al encontrarse frente a la puerta de su hogar, tomo la llave del bolsillo derecho de su pantalón y con ella abrió el cerrojo de la puerta principal de la residencia Nara-Sabaku No.

    Tan solo cruzar la puerta la cerro tras de si, pudiendo apreciar desde ahí “el calor de hogar”. Una gran sonrisa se curvo en sus labios al escuchar el resonar de unos pasos provenientes del piso superior de la casa.

    El Nara tuvo que pararse firmemente ante el intempestivo empuje que le daban siempre, dos de sus pequeños traviesos a los que él recibía gustoso con los brazos abiertos.

    —¡Yo gané! —gritó impetuoso Senrí, uno de los pequeños, de cabellos oscuros como su progenitor pero de orbes esmeraldas.

    —¡No es verdad!... —rebatió el mayor a su Otôto, solo que este infante heredo por completo los rasgos físicos y carácter de los Nara, sumándole las características de la personalidad de su madre— …fui yo quien ganó.

    Una pequeña y monótona riña estaba por comenzar, el Nara rodo los ojos, pues como siempre, tendría que intervenir.

    —Senrí, Shikaí —les llamó para que lo miraran a los ojos— no hay porque discutir ya que fue empate. “Esto es de todos los días y resulta muy problemático” —pensó lo último, creyendo que con “un empate” la discusión terminaría, sin embargo...
    Al fijar su vista al frente, se percato de la mirada molesta de la más pequeña de la familia, casi idéntica a su madre debido a que las facciones de su rostro eran herencia Nara.

    —¿Qué ocurre Seiren, por qué me miras así? —la interrogó su progenitor al verla con el ceño fruncido y su pequeña boca torcida, que mostraba su característico puchero de enfado.

    —¡Porque ellos son unos tramposos!... —quejó la infante, señalando a sus dos hermanos mayores quienes aún estaban en brazos de su Otô-san, quien la miró sin comprender…— Onii-chan y Senrí-chan me encerraron en el armario —le aclaró a su amado padre.

    Ante las palabras de su pequeña, miró reprobatoriamente a los gemelos, a quienes puso de nuevo en el piso.

    —¿Cuántas veces su madre y yo, les hemos dicho que no le hagan eso a su hermana? —les reprendió mirándolos severamente.

    Desde el arco que da paso a la estancia, el cuarteto era observado por “la señora de la casa” con una sonrisa dibujada en su rostro.

    —¡Muchas Otô-san, pero es que… Seiren también nos hace trampa! —quejó el de orbes esmeraldas. Shikamaru le miró esperando una explicación a sus palabras.

    —Ayer —intervino el mayor— al salir de la academia hicimos unas carreras, al llegar, Imôto nos cerró la puerta en las narices para llegar primero con Okâ-san y no nos dejaba entrar a la casa —apoyó Shikai la queja de su Otôto.

    Un suspiro de resignación salió de boca de su progenitor quien al mismo tiempo, ocultó bajo el manto de sus parpados sus orbes ciruelos con el seño fruncido, muda muestra de que sus pequeños lo hacían pensar en “algo” para dar solución al pequeño conflicto.

    Yōkoso ie no ai—hablo por primera vez Temari.

    —Tadaima —respondió, borrando de su rostro sus expresiones anteriores al escuchar la voz de su esposa.

    —Niños, es hora de comer… —intervino al ver que su esposo no sabía que hacer con ese trió de diablillos— …vallan a lavarse las manos —ordenó la rubia a sus vástagos.

    —¡Sí! —gritaron los trillizos, para seguido salir corriendo al lavabo de la cocina.

    El masculino dejo escapar un suspiro, sin apartar sus orbes ciruelos de los esmeraldas de su esposa.

    —¿No sé, como es que no los has asesinado aún? —Interrogó el Nara, memorando el voluble carácter de la rubia— los tres son tan problemáticos que…

    —Por la misma razón que no lo hice contigo… —respondió la rubia de cuatro coletas, que lo miraba con esa picardía y malicia que desprendía las primeras veces después de que se conocieron, logrando que el Nara abriera sus ojos a más no poder— …por que los amo —finalizó con esa sonrisa que la Sabaku No, antaño, sólo le regalaba a él. Sonrisa que ahora el cabeza de familia compartía con sus hijos, ya que ellos cuatro eran los amores más importantes de la rubia, relegando a segundo plano a sus hermanos y sobrinos.

    Shikamaru se acerco a su amada esposa, depositando un beso cargado de todo ese amor que le profesaba, en los carnosos labios de la aludida. Después de unos eternos segundos, rompieron el contacto al rugir el estomago del masculino por el hambre que tenía, robando otra sonrisa de la fémina.

    —Vamos —susurró al estar entre sus brazos y sus rostros aun cerquita— sino, tus hijos te dejaran sin postre —le dijo Temari.

    Abrazados se encaminaron al comedor, y tal como había dicho su mujer, sus tres pequeños diablillos arrasaron primero con el manjar de durazno que les había preparado y era el favorito del los cuatro Nara.

    —¡Temari…! —quejó Shikamaru como si de un pequeño más se tratara, al ver el molde en forma de flor vacio, aún con leves rastros del delicioso manjar en el.

    —¡Ni modos amor! —Respondió con una enorme sonrisa ante el puchero del masculino— a comer ¡todo! —resalto lo ultimo para sus pequeños, amenazándoles indirectamente de que no quería que dejaran nada de los saludables alimentos.

    —¡Ha-hai Okâ-san! —respondieron al unisonó los menores al entender la muda advertencia.

    La familia degusto de una rica sopa de miso, un delicioso arroz y verduras al vapor, rollitos primavera, costillitas agridulces, un rico y refrescante té helado. Al terminar solo el cabeza de familia se miraba insatisfecho al mostrar un infantil puchero.

    —¿Qué te ocurre Shikamaru? —le pregunto la rubia, quien se imaginaba del porque su berrinche.

    —Es que yo… —el Nara suspiro— …quería comer manjar —finalizó al instante en que se cruzaba de brazos, robando una sonrisa de los presentes.

    —¡Ay Otô-san! A veces sentimos que tú eres hasta más infantil que nosotros —exteriorizó Shikai.

    Pero como toda buena esposa y estratega que era, la Sabaku No, se había anticipado a las acciones de sus hijos, guardando a parte la ración para su marido en el refrigerador y un extra más.

    La rubia se levanto en silencio, abrió el refrigerador del que saco un recipiente del doble de tamaño que, el que había dejado en la mesa con el postre.

    —Toma —le puso el recipiente frente a él dejándole ver su rico postre— bebe llorón —le susurró en el oído, logrando con ese acto que su marido sonriera.

    Los ojitos de los trillizos brillaban enormemente al ver “el tesoro” frente a ellos.

    —Otô-san ¿verdad que sabes que te quiero mucho? —se le acerco por el lado derecho Senrí, mirándolo con ojitos de quien no rompe ni un plato.

    —Otô-san ¿verdad que sabes que soy el mejor de mi clase, debido a tus enseñanzas? —Shikai imito a su hermano, acercándosele por el lado izquierdo.

    Shikamaru les miraba con sus orbes abiertos enormemente, de ver a lo que sus vástagos eran capaces de llegar por conseguir algo que desearan. Temari les miraba, el sonido de su sonrisa escapo de sus labios a pesar de que trato de acallarlo con su mano derecha al ver tremenda escena.

    —Otô-chan —se le colgó del cuello la pequeña que con esfuerzo para alcanzarle, le deposito un beso en la mejilla a su padre.

    —Temari… —le llamó el Nara, quien suspiro resignado al dejarse chantajear por las acciones de sus amados hijos— repártenos el postre —pidió aprisionando entre sus brazos a sus tres retoños, quienes gustosos se aferraron al cuerpo de su progenitor.— pequeños diablillos… —les llamó— le escribí una carta a sus abuelos, ¿desean ustedes mandarles a decir algo también? —les interrogó. A lo que los aludidos dieron una cabezada en afirmación.

    —Entonces… —intervino la rubia, mientras les ponía en sus lugares su porción— cuando terminen su postre, vayan a escribirlo, ya que en un par de días es el cumpleaños de su abuelo y queremos que el mensaje llegue para ese día.

    —¡Entendido Okâ-san! —respondieron enérgicos los tres al instante en que corrían a sus lugares y comenzaba a degustar el postre.

    —Trió de chantajistas —quejo falsamente el cabeza de familia, a lo que los aludidos le sonrieron pícaramente al igual que Temari, Shikamaru no pudo evitar quedarse mirándoles embelesados devolviéndoles la sonrisa.

    ---

    Un par de días después, a muy temprana hora le entregaron un pergamino con un mensaje dirigido a la líder de la Aldea de Konoha, que citaba:

    Hokage-sama he aquí el reporte trimestral, informándole que todo respecto a las misiones y negociaciones marchan bien, en el siguiente pergamino está todo detallado.

    Ahora, me he tomado el atrevimiento para pedirle de favor, que le haga llegar a mi Otô-san el pergamino que lleva el símbolo de mi clan.

    ¡No ponga caras extrañas, Hokage-sama! Solamente son felicitaciones por su cumpleaños, de mi parte unas cuantas palabras y unas de mis hijos, quienes por cierto le mandan muchos saludos.

    Dice Seiren, que dentro de unos días le estará dando guerra en su oficina. Senrí quiere que usted le enseñe sus técnicas, lo sé; ya se lo explique yo pero, aun así, él insiste en que las aprenderá.

    Shikai simplemente les manda saludos a todos.
    Atte. Nara Shikamaru.

    Una enorme sonrisa se plasmo en el rostro de la Hokage, pues fácilmente se daba cuenta que uno de sus hijos a pesar de encontrarse fuera de su hogar natal, se encontraba feliz. Mando un ave a que informara al jefe del clan Nara de que la Hokage solicitaba su presencia en su oficina.

    Unos minutos después de entregado el mensaje, un par de golpes en la puerta de la oficina Hokage llamaron la atención de la rubia en su interior.

    —Adelante.

    Ohayō, Hokage-sama—saludo respetuosamente el recién llegado.

    —Shikaku, hace una hora me llego un reporte de Sunna, Shikamaru mando junto con el, este pergamino familiar, para ti —finalizó, extendiendo su mano con el objeto, el masculino lo tomó mientras sonreía— eso es todo, puedes retirarte.

    —Ok, gracias Tsunade-sama —el Nara se dirigió a su cálido hogar.

    —¿Todo bien, cariño? —le pregunto Yoshino al verle entrar.

    —Por supuesto, solo me entregaron esto que envió Shikamaru —respondió mostrándole el pergamino. Los abismos negros de la fémina brillaron al escuchar que eran noticias de su vástago al que tenían más de medio año sin ver.

    —¿Qué dice, como están los niños? —interrogó con ímpetu al instante en que ambos se ponían cómodos en el sillón doble de la sala.

    —Espera mujer, aún no he des-hecho el sello —respondió con parsimonia en su proceder. Una vez abierto, desplego el pergamino y se dispusieron a leer ambos en silencio.

    Ciertamente no sé como sentirme ahora, después de todos esos años que los tuve a mi lado, más aun en los momentos de trago amargo.

    ¡No pongan esas caras! Todo esta bien por aquí, es solo que, quería agradecerles por otorgarme la vida, ya que gracias a ustedes ahora tengo esta magnifica familia.

    Otô-san, gracias por guiar mis pasos desde niño por el camino correcto, con tu sabiduría he logrado ahora llegar a ser el shinobi que soy.

    Siento que hay tantas cosas que debo agradecerle a ambos, pero al pensarlas, todas me llevan a una sola… “los quiero”

    Los rostros de la pareja se encontraban completamente sorprendidos, pues nunca antes su hijo se había expresado de esa manera.

    —Ciertamente el ser padre ahora, lo ha cambiado —musitó Yoshino al instante en que le sonreía a su esposo de la forma que a él le encantaba.

    —Sí, pero el problemático a cambiado para bien —respondió el masculino devolviéndole el gesto. Continuaron leyendo…

    Otô-san, te agradezco que hayas estado para mí aquella noche, ahora lo veo con mucha más claridad, me estaba dejando hundir en aquella terrible oscuridad después de perder a Asuma-sensei. Solamente tú fuiste capaz de rescatarme de ahí… con tus palabras sabias, atravesaste la coraza que después de verlo morir en mis brazos le había puesto a mi corazón y… en medio de mi rabieta la primera lágrima apareció.

    “Cuando termines, yo levantare las piezas” dijiste una vez que abandonaste la habitación en la que me dejaste.

    Ahora que también soy padre comprendo más claramente que, ¿quién mejor para proteger, guiar, volver a armar el rompecabezas del corazón de un hijo?... quien más, si no tu padre.

    Gracias por acompañarme a cada paso, también por no dejarme caer… pero sobre todo…

    ¡Gracias por ser mi padre!
    Feliz cumpleaños Otô-san
    Saludos, Shikamaru Nara.

    Sin ser consciente, las lágrimas se habían desbordado de los orbes de ambos ante aquellas palabras de su amado hijo. Yoshino se inclino, apoyando su cabeza en el hombro de su esposo, quien cruzo su mano derecha sobre el hombro de su mujer para reconfortarle cómplice. En eso se percataron de que ahí mismo había una pequeña nota más.

    Pd. Ojii-san, el fin de semana iremos todos a visitarlos a ti y a Obaa-san. Los extrañamos mucho.

    Otô-san nos dijo que era una sorpresa nuestra ida a Konoha, así que, muéstrense sorprendidos cuando nos vean llegar.

    Felicitaciones Ojii-san, de tus nietos que los quieren Shikai, Senrí y Seiren Nara.

    Una enorme sonrisa es la que ahora estaba plasmada en los rostros de los orgullosos y felices abuelos.

    —¡Esos niños, sin duda acabaran con la paciencia de Shikamaru! —expresó Shikaku después de leer lo que ese trió de infantes les mando.

    —Sí —sonrió abiertamente Yoshino— deseó tanto que llegue ya el día en que vendrán —susurró.

    —Yo también…

    Fin…
     
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