Harry Potter Ñ de Ñoña [Hermione Granger]

Escrito paar la actividad "Días de Abecedario", espero les guste :3


Título: Ñoña
Fandom: Harry Potter
Personajes: Hermione
Palabras: 760
Prompt: Ñ de Ñoña
Summary: Un pequeño pedazo de la vida de Hermione antes de conocer a Harry Potter.
Advertencias: Pre-series.



—¿Otra vez leyendo sola, Granger? —dijo una voz burlona.

Hermione Granger, una alumna de diez años de aquella escuela londinense, no necesitó levantar la mirada para saber que quien le hablaba desde la puerta del aula era Alice Lowell.

Alice era la clásica niñita mimada que había recibido todo lo que quería en la vida de sus padres. Era engreída y con un ego más grande que una casa, pero de algún modo era a la vez la más popular de la escuela. Era un ángel con los profesores y padres, pero con los niños poco populares (como Hermione, a quien calificaba como una ñoña sabelotodo) podía ser realmente malvada.

Era seguida a todas partes por sus "secuaces" Georgina Austen y Zara Williams, y esta ocasión no era la excepción. Las tres atravesaron la puerta del aula y se acercaron a Hermione, quien hasta entonces había estado leyendo un libro pacíficamente desde su pupitre.

—Que sorpresa, tú sola leyendo en el aula mientras todos están en el recreo —comentó Georgina Austen con sarcasmo.

—¿Qué no te cansas de ser tan ñoña? —aportó Zara Williams, riendo como una tonta.

—No, no me canso —respondió Hermione mordazmente, volviendo su mirada al libro. Sabía que era incapaz de concentrarse con ellas allí, pero quizás si actuaba como que sus insultos no le afectaban se marcharían y dejarían de molestarla.

Pero no fue el caso. Alice, veloz como sólo ella podía serlo, le arrebató el libro de la mano y se lo lanzó a Zara antes de que la castaña tuviese tiempo de reaccionar. Hermione se levantó y se apresuró a intentar ir a recuperarlo; ese libro era un regalo de sus padres, y no quería que sufriese ningún daño. Sin embargo, Zara fue más veloz y se lo lanzó a Georgina.

—¿Qué pasa? ¿Acaso no quieres tu libro? —rió Alice—. Si lo quieres ven por el, Granger.

Hermione estaba al borde del llanto ya, no sabía si de la tristeza o de la rabia o de una combinación de ambas. Miró a Alice con profundo odio mientras ésta recibía el libro de parte de Georgina y volvía arrojárselo a Zara…

Excepto que el libro nunca llegó a Zara. Las tres chicas abrieron la boca de asombro al ver como el libro de la muchacha se detenía en el aire por su cuenta en mitad del trayecto. Pero Hermione no prestó atención al libro volador; su mirada estaba enfocada en Alice, sus manos apretadas en puños y una expresión de profunda ira dominaba su rostro.

El libro realizó un giro en el aire y se lanzó con tremenda fuerza sobre Alice, dándole de lleno en la cara. La niña cayó hacia atrás, lanzando un potente aullido de dolor, y terminando en el suelo. Las otras dos se miraron, horrorizadas, mientras que Hermione apenas si podía creer la escena. Esta vez reaccionó rápido; recogió su libro y el resto de sus cosas y huyó de la escena.

Un par de horas más tarde, el horario escolar finalizó y Hermione regresó a su casa. Caminó el trayecto del colegio a su hogar en soledad, como hacía todos los días, y al cabo de unas seis cuadras llegó a la residencia de los Granger. Sacó su juego de llaves e ingresó a la casa.

—¡Mamá! ¡Papá! ¡No van a creer lo que sucedió hoy en la escuela! —exclamó Hermione con emoción al entrar, mientras colgaba su saco en el perchero junto a la puerta.

—Hermione, cariño, ven a la cocina —le llegó la suave voz de la Sra. Granger—. Hay alguien que quiere hablar contigo…

La niña se paralizó. ¿Acaso sería alguien de la escuela? ¿Tal vez la directora, para acusarla por lo que le había ocurrido a Alice y castigarla? No había detectado enojo en la voz de su madre, por lo que tragó saliva e ingresó a la cocina.

Tomando el té con su madre se encontraba una mujer mayor que la Sra. Granger. Era alta, con anteojos y el cabello arreglado en un elegante rodete. La desconocida le miró analíticamente a través de sus anteojos y su mirada, que hasta entonces parecía severa, se suavizó; sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa, lo cual pareció asegurarle a Hermione que no estaba en problemas.

—Buenas tardes, Hermione. Soy la profesora Minerva McGonagall —se presentó la mujer—. Y tengo una carta para ti.

La mujer sacó de su capa una carta escrita en papel de pergamino, escrita con tinta verde escarlata y con el sello del colegio Hogwarts en la parte posterior.