Él y ella

Finalmente le iba a dejar.

En la habitación fue el único sonido que se escuchó. Sus rodillas golpeando contra el suelo polvoriento, piedras que se encajaron en su piel no le importaron. Lo único existente en ese momento era el semblante serio y frío, tan cruel de la mujer que siempre amó más que la felicidad, de pie frente a él. Mirándolo con esa indiferencia que le hacían derramar lágrimas de sufrimiento, una a una, apenas acariciadas por la brisa que le revolvía el cabello.

─ Lo… lo siento ─ se tropezó con su propia saliva, la boca se sentía tan sucia, no podía pronunciar bien lo que deseaba, en esos mostraba lo que siempre había sido y siempre había sido el motivo principal para el rechazo ajeno. Era tan patético ─ So… so… sólo sucedió.

¿Y él creía que ella se lo iba a tragar de buenas a primeras? La chica que estaba a espaldas de él, esa mujer castaña con gesto preocupado era su maldita amiga y le decía que simplemente había sucedido. ¿De nuevo? ¿Por qué? Un año había pasado desde que habían llegado y decía que no hubo forma alguna de evitarlo. Ella de igual forma se sentía mal. ¿No era suficiente para él? No… aparentemente siempre buscaría más… Metió sus manos delgadas en la parte trasera de su pantalón, sacando una cuchilla vieja y delgada, apenas cubierta por un viejo trapo verde con manchas de lo que parecía ser gasolina. La lanzó hacia el suelo, dejándola a centímetros de su aun pareja.

Rebecca, así se llamaba la mujer con apenas una sábana envuelta bajo sus axilas, cubriendo el cuerpo desnudo que delataba la traición cometida hacia la que ella todavía consideraba una extraña. No entendía lo que sucedía. Sólo miraba al chico dulce que, estaba segura, había correspondido sus sentimientos en un acto de amor, tomar la cuchilla, curioso, como si nunca hubiese visto uno. Miraba a su supuesta ex pareja y le sonreía, asintiendo con gran animo renovado. ¿Qué iba a hacer eso? ¿Por qué le miraba agradecido?

─ No… ¡No! ─ trató, intentó que él no le tocara. Intentó hacerle entrar en razón pero no era posible. “Es por amor” había escuchado le susurraba al momento de encajarle el filo tan frío como el hielo en lo más profundo de su corazón. Le dirigió una última mirada, ella realmente lo había amado… ¿Él no? No, él amaba a alguien más.

El cuerpo ya sin vida, todavía tibio fue depositado en el suelo de madera con cuidado. La sangre había formado un charco obscuro debajo de él, que combinaban perfectamente con los rizos rojizos de la fallecida. Su pecho estaba al descubierto. El corazón se veía perfectamente destrozado y él… él se lo ofrecía en un acto apasionado por conseguir el perdón de la chica que amaba… como muchas otras veces ya.

Ambos de pie. Él junto a ella, mirándole pidiendo permiso de besarla, ella le sonrió de esa forma en la que sólo ella sabía, con sus dulces hoyuelos decorando sus mejillas. Él sentía la felicidad arrastrarse de nuevo a los dos, quienes sujetaban sus manos, sucias y culpables por igual. Lo único que ahora les podría preocupar era que debían volver a viajar.

TR~​