Ángeles

Introducción.
​

-"I need your love, I need..."- sonó el despertador de Alejandra. Había llegado el día los nervios se apoderaban de ella, pero tenía que controlarse aquello iba a ser bueno para ella.
"Alejandra, todo va a salir bien, tranquilízate" pensó para ella misma.
Con mucha voluntad propia consiguió levantarse de la cama, cogió la ropa que se iba a poner que ya tenía preparada del día anterior, para no molestar a su hermana que se encontraba en la misma habitación y se metió en el baño.

En el edificio de enfrente...
-"Buenos días princesa...he soñado toda la noche contigo..."- sonó el despertador de Ainhoa.
No podía ser, aquel día con el que había tenido pesadillas había llegado. Se levantó de la cama con poco esfuerzo ya que no había conseguido dormir nada por culpa de los nervios. Salió de su habitación con cuidado de no hacer ruido y se dirigió a la cocina para intentar comer algo.

Mientras Alejandra...

Se puso una bota y después la otra, nunca había sentido que le costara tanto vestirse pero es que ese día estaba tan nerviosa que las manos le temblaban hasta para ponerse una simple bota. Se puso frente al espejo, quitó su neceser de los Luny Tonnes que le había regalado su mejor amiga por el cumpleaños, y empezó a maquillarse. Ese día solo se pintó la raya del ojo, un poco de rímel y unas débiles sombras que iban a juego con su tono de piel. Salió del baño con cuidado de no despertar a su hermana que estaba durmiendo en la habitación de al lado y se dirigió al salón. Allí estaban sus padres al lado de tres maletas.

-Ale, ¿desayunaste?- preguntó su madre intentando ocultar su tristeza a que su hija se fuera a un internado que se encontraba a las afueras de la ciudad, en Barcelona.
-No- dijo ella. Al ver que a su madre se le estaban asomando pequeñas lágrimas, le dijo- Venga ya mamá, sabes que voy a venir todos los fines de semana- dijo intentando calmar la tristeza de su madre.
-Ya lo sé hija, pero aún así no me hace gracia que estés lejos de casa. Y ahora a desayunar- dijo ella limpiándose los ojos y dirigiéndose a la cocina para preparar los desayunos.

Mientras Ainhoa...
Ella estaba de rodillas frente al váter. De lo nerviosa que estaba había vomitado todo el desayuno. Al terminar se lavó la cara y entró en su habitación esquivando las maletas que allí se encontraban y se empezó a maquillar. Como de costumbre, se pintó la raya del ojo, se echó rímel, se puso una sombra de ojos negra y se echó brillo de labios.
Detrás de ella se escucharon unos ruidos, se dio la vuelta y allí estaban sus padres.

-Cariño- dijo su madre que le dio un abrazo y empezó a besuquearla como si estuviera en el mismísimo corredor de la muerte. -Pórtate bien, come mucho y no te metas en problemas.
-Que sí mamá, solo es un internado no es la guerra. Además me vas a ver todos los fines de semana.

Después de despedirse de todos, bajó a la calle con su padre.

-Ainhoa, vete pasándome las maletas que yo las voy metiendo en el maletero- le dijo su padre.
Pero justo cuando iba a darle la primera maleta, lo vio, y allí fue Ainhoa corriendo como una loca a los brazos de aquel chico.

-Ainhoa, cielo, no aguantaba más, te quiero vale, y no quiero que te vayas, pero sé que es lo mejor para ti, así que solo te pido una cosa, no me olvides por favor. Y cuando vuelvas los fines de semana te estaré aquí esperando para pasar el mayor tiempo que podamos los dos juntos.-
-Yo no te olvidaría jamás, también te quiero, espero que tú tampoco. Ahora tengo que ir a ayudar a mi padre que sino vamos a llegar tarde pero te prometo que a la primera persona que iré a ver será a ti.
-Vale, amor, te amo.

Cerrando esa despedida con un significativo beso que dentro de unos meses no significaría lo mismo.
Unos minutos más tarde Ainhoa y su padre ya habían conseguido meter todas las maletas en el coche, y justo en ese instante:

-¡Ainhoa!- gritó una chica morena, de altura media y pelo largo con un cuerpo que sería envidiado por muchas.
-¡Ale!- gritó Ainhoa que era morena, delgada, de pelo largo castaño largo a juego con sus ojos y un poco más alta que Ale. -¿Ya te despediste?
-Sí, ¿y tú de Luís?-
-Sí- se rio.

Juntas consiguieron encajar las grandes maletas que llevaba Ale.

-Bueno chicas, hay que ponerse en marcha- gritó el padre de Ainhoa desde el asiento del conductor.
Ellas se subieron al coche sin saber que a partir de ahí todo cambiaría, y el misterio y el amor empezaría a dominar sus vidas...

​

 

Capítulo 1:

El viaje en coche se les estaba haciendo muy largo. Tanto Ainhoa como Ale habían soñado con ese día, estudiar en internado como ese hubiera sido el sueño de cualquier adolescente. Las dos querían ir, pero los nervios se apoderaban de ellas.
Aihnoa iba en el lado derecho de la parte de atrás del Land Rover de su padre, sus pensamientos solo se centraban en Luis, tenía claro que lo quería y que no quería dejarlo; pero sinceramente no sabía que pasaría entre ellos, podría verlo todos los fines de semana. Claro, todos los fines de semana no había pensado en eso, pero si lo veía todos los findes no había problema, lo que no sabía Aihnoa era lo mucho que podía pasar en cinco días.
Ale, por lo contrario iba en el lado izquierdo sus pensamientos daban vueltas alrededor del mismo tema," ¿habría chicos guapos?" Hacía unos meses que lo había dejado con Javi, pero solo habían estado dos meses juntos y como fue de mutuo acuerdo ya lo habían olvidado.


Tres horas más tarde...

-¡Niñas despertar!-gritaba el padre de Aihnoa.
-Eh, ¿ en dónde estamos?- preguntó aun dormida Ale.
-Ya llegamos, hace media hora que os quedasteis dormidas después del helado de postre que os zampasteis...
-Papá, ¿estoy en el cielo?-Aihnoa miraba asombrada el maravilloso internado "Rosa blanca".
-Yo creo que sí, porque hay unos cuantos ángeles-también Ale se había embobado. Desde allí podían ver el lujoso edificio principal que delante tenía una especie de patio que ahora se hallaba abarrotado de gente. El recinto estaba rodeado por una grandiosa valla pero de lo bonita que era no importaba que después de pasarla no las dejaran salir al menos de momento. A los laterales habían unos jardines preciosos con una fuente en medio. Lo que habían soñado de pequeñas se había hecho realidad.
Ale y el padre de Aihnoa fueron sacando las maletas del coche mientras Aihnoa vigilaba las que iban sacando.
Ella no les estaba haciendo mucho caso ya que la había llamado Luis para ver que tal había llegado. Después de un rato hablando...

-Chao amor, te quiero mucho - se despidió cariñosamente Aihnoa.
-Si te embobas tanto hablando con tu chico un tipo como yo podría robarte las maletas-se dio la vuelta y se encontró a un chico alto, rubio, de tez morena ojos grises y con unos brazos de infarto que quedaban al descubierto por su camiseta negra de manga corta.
-Me embobo con quien me da la gana, y no creo que sea de tu estilo la ropa que lleva dentro.
-Pero el de mi novia sí- claro, como un chaval como aquel no iba a tener novia, era realmente guapo.
-Pero no creo que a tu novia le guste la ropa robada.
-Si existiera le gustaría todo lo que viniera de mi, pero como no existe...-
No sabía que responderle y justo en ese momento llegaron mi padre y Ale con unas cuantas maletas más.
El rubio había desaparecido, y Aihnoa se había quedado con las ganas de saber su nombre.
-No sé para que traigo tanta ropa, total tenemos uniforme- se lamentaba Ale de lo que pesaban sus maletas.
-Sí, yo te recomiendo lo mismo- dijo el padre de Ainhoa que llevaba dos maletas a tope.
El uniforme que llevarían se componía de una falda a cuadros roja, negra y blanca, con una camisa básica y botas negras (se podía llevar una corbata roja). A Ale y Aihnoa era lo que lo más le gustaba del internado.

-Bueno chicas yo me voy y ya hablamos por el móvil y eso- dijo su padre intentando ocultar la tristeza de que su única hija se fuera.
El caso de Ale era diferente, ella tenía otro hermano pequeño de un añito y una hermana. A Ale lo que más le había costado fue despedirse de su hermano pequeño. Le encantaban los niños y le habían dejado escoger su nombre. Se llamaba Sergio. Sin embargo a Aihnoa no le gustaban nada los niños pequeños, no tenía paciencia.
Entraron en el internado cargadísimas y subieron a sus distintas habitaciones, sí distintas. Al parecer por los apellidos las cambiaron de habitación, así harían más amigas.

En la habitación de Ainhoa...

Ella llegó a su habitación nº 135 y dejó sus maletas al lado de la única cama desocupada. Había dos camas por habitación, y la suya era la de al lado de la puerta. La cama de al lado estaba ocupada por maletas pero no había nadie. De pronto apareció una rubia enganchada al cuello de un chico al que pareció conocer. Al darse cuenta de la presencia de Ainhoa se separaron y lo comprendió, era aquel rubio, el de la maleta, ¿y como no? ese era el típico chico que se tiraba a todas, por eso no tenía novia, tendría unas cuantas.

-Lo siento, me llamo Sara y creo que soy tu compañera de habitación, ¿y tú eres?- le preguntó amablemente la rubia alta, esquelética y con unos ojos castaños inocentes.
-Soy Ainhoa, y sí, somos compañeras, encantada.
-Así que Ainhoa, la que no se preocupa de sus semejantes maletas, yo soy Athan- se metió en la conversación aquel rubio despampanante dejando mostrar una sonrisa pícara en la cara.
-Bueno nosotros nos vamos a otro lado para que puedas instalarte cómodamente- se despidió Sara agarrándose fuertemente al brazo de Athan.
-Gracias- ya se habían ido. Ainhoa estaba cabreada aunque no entendía porque le había molestado que la rubia se fuera con Athan.

Mientras en la habitación de Ale...

Abrió la puerta nº 203 con su llave, y en la cama que estaba pegada a la puerta se encontró a un moreno de ojos verdes hipnotizantes.
- Ups, creo que te has confundido de habitación- dijo Ale.
-Pues yo creo que la que se confundió fuiste tú, morenita- se rió con una sonrisa burlona pero encantadora a la vez.
Llevaba unos vaqueros desgastados y una camiseta blanca de manga corta que dejaba ver su trabajado cuerpo.
"Uff que brazos" pensó Ale antes de responder.
-Mira me pesan mucho las maletas y quiero tumbarme en la cama ya- dijo con un tono arrogante.
-Yo te tumbo en la mia si quieres- otra vez aquella sonrisa que embobaría a muchas.
-Pues si es cómoda y tú te vas al infierno acepto- Ale se adentró en la habitación.
-Hermanito, ya conociste a mi compañera de habitación, así que ya puedes marcharte- dijo una chica morena alta y de piel pálida que acababa de salir del baño- Soy Julia y este es el pesado de mi hermano, Dany.
-Perdona, pesado nada, yo soy el adorable Dany- se levantó y le besó la mano a Ale con cara de golfo.
-Ejem, hola Julia soy Ale, Alejandra- se presentó ignorando por completo a Dany.
-Como veo que no me queréis me voy a buscar a alguna por ahí que realmente necesite de mis encantos- y salió de la habitación cerrando la puerta detrás de sí. Las chicas estuvieron hablando mientras se conocían mejor...

 

Capítulo 2:

Ese mismo domingo en una de las habitaciones del internado Rosa Blanca dos chicas...

-No me puedo creer que se estuvieran enrollando delante tuya- dice Alejandra que está tumbada en la cama de Ainhoa jugando a tirar un cojín de arriba a abajo.
-Ya yo tampoco. Odio a esos típicos tíos que van de "yo me tiro a quien quiera donde sea" enserio es que me parecen aaaaag...buff menos mal que Luís es un chico decente- ese nombre despierta muchos sentimientos dentro de Ainhoa, lo echa de menos pero no sabe si su relación con él durará mucho, es difícil estar tan separados aunque vaya a estar todos los fines de semana con él tiene la sensación de que algo no va a salir bien y eso le preocupa.

Mientras en una habitación no muy lejos de allí...

Lucas apenas lleva la maleta llena, tampoco es que tuviera que llevar a diferencia de los niños de papá que se encontrará en ese internado privado, él tiene una familia de clase media sin muchos privilegios y esta ahí gracias a una beca que le costó sudor y lágrimas conseguir y por la que no cambiaría nada en el mundo ya que es una oportunidad de todas las semanas alejarse de su terrrible vida.
Justo al dejar las maletas encima de la cama que se encontraba más cerca de la ventana, la puerta se abrió un chico de ojos verdes, moreno y brazos de escándalo entró.

Dany comprobó bien los números de la habitación antes de entrar , abrió con cuidado y se dio cuenta de que al lado de la cama que estaba pegada a la ventana se encontraba un chico de pie que tendría su misma edad a pesar de que era un poco más bajo que él. Eso no era difícil ya que Dany siempre había sido el más alto de la clase y de sus amigos.

-Hola, soy Lucas creo que vamos a ser compañeros de habitación .
-Enserio? Has llegado a eso tú solito?-dijo Dany con una sonrisa sarcástica. A Lucas un escalofrió le recorrió el cuerpo. Aquel internado iba a ser su oportunidad de empezar de cero, de que toda aquella pesadilla que había ocupado todos sus anteriores años de instituto llegara a su fin pero ya empezaba mal, su compañero de habitación era muy parecido a los típicos chicos que le habían echo sufrir tanto.

-Lo siento, tío. Te acabas de quedar pálido. Yo soy Dany- ese tío que le había tocado de compañero de habitación era muy raro pero había algo que hacía que le cayese bien, se le parecía a Tomás su hermano pequeño, al recordarlo notó como algo se le clavaba en el corazón, lo echaba de menos y eso no lo podía negar. Pero no podía ser débil, ahora no. Sin embargo el no sabía que a escasos metros de allí en ese mismo internado se encontraba su mayor debilidad, la única capaz de romper esas barreras.

En la habitación de enfrente...

Esa rubia se había portado bien, menuda forma de empezar el curso. Cierra los ojos, está cansado a su mente llega la imagen de una chica una sonrisa alumbra su cara, la recuerda, la chica de las maleta, cómo olvidarla menudo carácter, pobre de su novio. En ese instante la puerta se abre con un pequeño crujido y sus recuerdos desaparecen.

Al entrar Iago mira a un chico tumbado encima de la cama que está al lado de la puerta.
-Hola
-Hola-contesta Athan aún sobresaltado por el ruido de la puerta.
-Soy Iago tú debes de ser Athan no?
-Eh...sí...cómo lo sabes?
-Tenía curiosidad por ver con quien me tocaba asín que espíe un poco la lista de alumnado.

Bueno, lo que le faltaba un psicópata que se metiera en su vida como compañero de habitación. En ese momento los altavoces que están distribuidos por todo el internado empiezan a sonar: "Por favor que todo el alumnado y profesorado se dirija al salón de actos, repito que todo el alumnado y profesorado se dirija al salón de actos. Gracias"

Ainhoa se levantó de la cama con mucha pereza y salió acompañada de Ale. El pasillo estaba lleno de chicos que hablaban entre ellos y se dirigían juntos en la misma dirección. Ellas siguieron al mogollón.

El salón de actos era enorme con un techo que no tenía fin, alumbrado con la típica lámpara de araña que decora los grandes teatros.
Al llegar los profesores los fueron colocando intercalando chica y chico por lo que las Alejandar tuvo que separarse de Ainhoa que pronto la divisó dos filas detrás de ella.

Lo que le faltaba le había tocado al lado de las chicas de las maletas-pensó Athan.

-Tú!-dijo Ainhoa al ver al chico, menuda mañana llevaba, a la persona que menos quería ver y va y le tocaba al lado como se nota que el destino no estaba de su lado.
-Yo! Me echabas de menos a que sí
-¿Perdona? Ya te gustaría
-Claro, claro entonces dime¿ por qué tu cara está del mismo color que tus uñas?-Ainhoa se tapó la cara con las manos, siempre le pasaba, cualquier cosa que le decían la hacía ponerse roja.
-Déjala, pobre-dijo una voz que venía del otro lado de Ainhoa- Hola, soy Lucas.
-Hola, yo Ainhoa.
-Chaval quién te dio vela en ese entierro?- que hable con otro que no sea él le molesta y mucho. No le gusta nada esa sensación, lo hace sentir débil, dependiente.

Dos filas delante...

No, no y no Alejandra se esconde la cara con el cuello de la camiseta no quiere que la vea. Ese chico...la desquicia, la cabrea y la pone muy muy nerviosa.

-Nena, no te escondas que te estoy viendo.
Ale vuelve a su posición incial
-No me estaba escondiendo. Es que tenía frío.
-Quieres mi chaqueta?
-No, ya no tengo frío.
-Normal, al verme a mi tendrás otra cosa.
-¿Perdona?
-Si quieres después de este rollo vienes a mi habitación y te lo muestro de forma práctica.
-Eres un cerdo
-Yo también, te quiero.

El director comienza a hablar.
"... os hemos colocado sentados de forma que todos seaís parejas con unos de los miembros que lleve ya un tiempo en el internado es decir lo que llamamos de forma vulgar los veteranos/as así que ahora sin protestar van a salir del salón acompañados de su pareja que esta encargado de enseñarle el Rosa Blanca a lo largo del día y está terminantemente prohibido cambiar de pareja."

-Creo que nos toca juntos- le dice Dany a Ale en el oído.
-Espero que no.
-Ustedes dos-dice una señora con pintas de estirada señalando a Ale y a Dany- juntos.
-Mmmm que bien nos lo vamos a pasar- le susurra Dany a Ale en el oído. Un escalofrío le recorre le cuerpo, odia que se le acerque tanto.

Mientras...

-Que quieres empezar por mi habitación o por la tuya?-le dice Athan a Ainhoa con un tono pícaro en la voz.
-Contigo, a ningún lado.
-Pues va a ser que no o no as oído al director que no se puede cambiar de pareja.
-¿Esto te hace gracia no?
- No sabes tú, cuanta- dice Athan a la espalda de Ainhoa haciendo que su mano acaricie el cuello de la chica.
Todo el mundo sale del salón de actos algunos más contentos que otros pero todos con la sensación de que nada va a volver a ser lo mismo.