Título:.~*Ángel*~. Tipo: Cuento corto (con poesía) Resumen: Valorar la vida muchas veces no ocurre hasta que ésta se pierde. Advertencias: Ninguna Género: ¿Drama? No. de palabras: 1689 Éste escrito lo utilicé en un encuentro nacional de estudiantes de literatura, espero les guste, es la primera vez que coloco originales, soy un poco temerosa de los plagios ^^U pero éste ya se encuentra protegido legalmente así que lo comparto con ustedes, espero les guste. ------- .~* Ángel *~. ¿Y yo qué era? Si ahora no soy nada… no era más que un ángel que lloraba,un ángel con alas que sangraban…y con un poder que lentamente la agotaba. - ¡Levántate! ¡Ya no sé lo que voy a hacer contigo! Llegas de la escuela… ¡¡y a dormir!! Mi mamá gritaba desde la sala en donde se encontraba limpiando, yo… en mi recamara despertaba con lágrimas en los ojos. - ¿Qué me pasa? ¿Por qué lloro? –pensaba. ¿Y yo qué era? Sino un sueño que acababa…un sueño que se iba y con la tarde se esfumaba,el sueño de una vida que quería y no alcanzaba,un sueño que moría en el instante que lloraba… Sentada al comedor miraba la sopa que aun no me atrevía a probar. Mis ojos siempre tristes, se perdían mirando a través del vaso con limonada. - ¿Qué te pasa Ennie? ¿Por qué tan seria? –me preguntó mamá… - No lo sé mamá –le respondí con una paz tan inmensa como nunca había sentido–. Es sólo que hoy me siento un poco extraña. - ¿Más que de costumbre? Porque tú siempre te sientes extraña. No le respondí nada, sólo la miré, vi a mi madre y sentí un inmenso vacío en mi pecho, me levanté y la abracé con fuerza. Sin dar tiempo a que preguntara algo me dirigí a la puerta… - Saldré a caminar un rato –dije y salí dejando la ya fría sopa. ¿Y yo qué era? El destino de las sombras…un destino que marcaba mi agonía,el destino que mi alma consumía,el destino que acababa con mi vida… Ese día, que fue mi último día, no me preocupaba de mucho, sólo trataba de recordar un sueño que había olvidado y que sabía era importante. Pensando en eso iba, cuando pasando por un parque, vi a un anciano mendigando una moneda a personas que lo veían indiferentes. Al pasar a su lado y sentir su mirada sobre la mía sentí una inmensa tristeza y podría jurar, que también el sufrimiento de ese hombre. Busqué en mi bolsillo y encontré entre pelusas una moneda de diez pesos que había olvidado en mi pantalón. Se la di al anciano sin que a mí me hubiera pedido algo, tomó la moneda y con ojos llorosos me dijo… - Muchas gracias… y lamento no poder darte una bendición, pero tú no la necesitas. Sólo ruego a Dios que por el bien de todos sigas más tiempo entre nosotros. Las palabras del anciano me dejaron un tanto confundida, volteando a verlo cada momento que me fue posible seguí mi camino, y el anciano no dejó de mirarme hasta que crucé la calle y doblé en la siguiente esquina. ¿Y yo qué era? Sino un ser que no vivía,que creía existir y no existía,un ser que jamás miró la vida,un ser que nunca supo lo que era… Caminaba ida… pensativa, sin saber siquiera lo que pensaba… me detuve ante el semáforo que estaba en rojo y los autos pasaban rápidamente, después de esperar un momento, la luz roja comenzó a parpadear, cambió a amarilla y casi de inmediato a verde. Me disponía a cruzar cuando un zumbido se apoderó de mis sentidos, entonces escuché un hilo de voz que susurró… - ¡Ángel de la misericordia! Ángel de la misericordia… no entendí por qué ese susurro, sin embargo, recordé una vieja historia que una vez me contó mi abuelita. “El ángel de la misericordia; el ángel que carga con sus alas rotas, es el ángel que nace y crece como humano y que no se entera de que es un ángel hasta el momento de su muerte. Sobre él cae el dolor de todas las penas de los seres humanos aligerando así el sufrir de cada uno de ellos. Sufre mucho, siempre… y sin saber la razón.” - Así que el ángel… -pensé… Comencé a cruzar la calle sin percatarme de que el semáforo había cambiado nuevamente a rojo… apenas di unos pasos y escuché el rechinido de las llantas de un auto, sentí un golpe, vi todo oscuro… sentí mi cuerpo desplomarse poco a poco… era extraño, algo que debió doler, ni siquiera lo sentí. Creí ser una pluma y cuando por fin toqué el suelo no supe más. ¿Y yo qué era? Me pregunto todavía…a pesar de que observo aquellos días,los días de una vida que vivía…una vida que vivía y no existía… Hoy sigo tan confundida como en aquel día que fue mi último día. Esa noche vi a mi madre llorar desesperada por mí, vi a mis “amigos” asistir a mi casa para velar mi cuerpo, pero así mismo los vi reír y bromear bajito apenas a unos metros de mí. Vi a aquél chico tímido que jamás me dirigió la palabra desgarrarse en llanto abrazado a mi ataúd, y lo escuché susurrar más de diez veces… - Soy un idiota, debí decírselo… Debí decirle lo mucho que la amaba. Desde entonces sigo vagando por esos lugares que recorrí cuando “vivía” y trato de recordar algún momento especial en mi vida y me doy cuenta de que jamás hubo uno. ¿Y yo qué era? Sino un ser que sufría sin notarlo…un ser que moría y vivía sin saberlo,un ser que existía y reía sin sentirlo,un ser que lloraba… que lloraba todo el tiempo. Observo a la gente caminar por mi mismo camino, pero veo que ellos viven de forma distinta a como yo viví. Vagamente me recuerdo entonces… y sólo me veo estudiando, llorando y fingiendo sonrisas. Yo vivía mi vida, sin darme cuenta que esa vida poco a poco me iba matando… observo que reía de alguna tontería en el colegio y ni siquiera sentía en verdad deseos de hacerlo. Lo único que veo y recuerdo y aun siento claramente son mis ganas de llorar. Siempre lloraba, lloraba en mis sueños, lloraba con mis palabras, lloraba con mi mirada, lloraba con mi risa fingida… siempre viví triste. ¿Y yo qué era? Un ángel que lloraba…un ángel de alas rotas que lentamente me mataban,un ángel con heridas que jamás fueron curadas,con heridas de un mundo que sin saberlo yo amaba… Ha pasado mucho tiempo desde mi último día, no sé cuanto a ciencia cierta, pero mucho… y después de tanto tiempo, por fin comprendí que yo lo era… yo era ese ángel que sufre por los demás, hasta entonces comprendí por qué mi tristeza de siempre, sólo hasta entonces. Comprendí que cada dolor que sentía no era mío, comprendí aquellas tardes de sueño que siempre me reclamó mi mamá, ese agotamiento que ahora sé era resultado de la carga de mis alas rotas y sangradas… de esas alas que nunca pude ver hasta unos instantes antes de mi muerte. Porque sí… las vi… vi mis alas sangrando cubrir mi cuerpo de aquél golpe mortal, fue por eso quizá que ya no sufrí y sólo al abrir los ojos me di cuenta de que estaba ahí, de pie… ¿junto a mí? Después de mucho comprendí que aquellas lágrimas, aquél sufrir que yo desconocía y vivía normal era el sufrir de toda esa gente que no conocía pero que sé que quería. ¿Y yo qué soy? No tengo una respuesta…soy un alma que vaga en el camino,un alma que no encuentra su destino,un alma que jamás tendrá descanso… Sigo tratando de recordar lo que fui, y al intentar recordarlo me doy cuenta de que incluso me estoy olvidando. Estoy olvidando mi rostro, y es que no puedo verlo… y ahora que lo pienso, nunca fui como otras muchas chicas de mi edad que se ven al espejo y admiran la belleza que ese ser que nos creó nos dio… yo nunca me detuve a observarme y hoy, hoy no puedo reflejarme ya en un espejo, o un cristal, o algún metal brillante, ni siquiera en el agua cristalina… ya no puedo ni podré jamás admirar mi rostro, y es triste reconocer que sé que un día lo olvidaré por completo. Me pregunto lo que soy ahora y no lo sé… no sé tampoco lo que fui, alguien me dijo una vez, después de aquél día que fui un ángel, yo misma lo creí, pero… no sé lo que fui y ahora no sé lo que soy. ¿Un fantasma? ¿Un espíritu? ¿Un espectro?. Sea lo que sea… sólo sé que soy un “algo” que no tiene ni camino, ni destino, ni descanso… ¿Y yo qué soy? ¿Y yo qué era?Preguntas que no encuentran un sentido…porque escribo ahora que no existo,y porque hoy que no estoy sé que vivía… No puedo decir lo que soy porque no lo sé, no puedo decir lo que era porque en realidad nunca fui algo, ya no entiendo siquiera el por qué he de preguntar lo que fui, si después de todo, de algo estoy muy segura, y es, de que para el mundo… ya no existo. Hace mucho que dejé de existir para ese mundo con el cual sufrí, hace mucho que no estoy entre esas gentes que pueden gozar de estar con vida. ¿Y lo peor? Lo peor es que hoy que ya no estoy… sé lo maravilloso que era vivir. Hoy que ya no estoy, sé lo hermoso que era respirar el aire puro del campo en el que crecí, sé lo bello que era ver las estrellas por las noches en aquél balcón de mi casa, sé que el bullicio de la ciudad en donde terminé mis días no era tan malo, e incluso aprecio hoy cada reprimenda que recibí de mis familiares. Hoy que no estoy sé que siempre viví mi vida sin disfrutar al máximo ni siquiera un instante, sé que viví ahogada por la maldita rutina, sin valorar las palabras, ni lo que sentía… hoy que no estoy sé que mi vida no era vida, y que jamás aprecie el tenerla. Es difícil y triste decirlo… pero hasta hoy que no estoy, descubrí que alguna vez estuve con vida.
Me guató mucho! muy triste la verdad, pero muy linda igual. Me gustó mucho la poesía más que nada jejej bueno hermoso en verdad, la reflexión que hacés sobre el valor de vivir la vida y aprovechar cada momento que se pueda es muy buena! No sé que más podría decirte aparte de eso me gustó mucho y gracias por compartirlo!;)