Drabble de Inuyasha - Ángel Maldito [Inu&Kikyô]

Título: Ángel Maldito
Famdom: InuYasha
Pareja: InuYasha & Kikyô
Tipo: Drabble
Advertencias: UA, Muerte de un personaje, posible OoC.
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Ángel Maldito​

Habías oído tanto de ella… Que era sexy, era hermosa y una asesina a sangre fría. Que hipnotizaban sus sonrisas; que su forma de caminar tentaba hasta al más rudo, que se vestía de blanco y de negro porque era un ángel enviado al infierno…

Pero a ti eso te tenía sin cuidado.

La suavidad de sus manos acariciándote no tenía comparación, ni tampoco la forma tan sensual con la cual sus labios se movían sobre los tuyos propios, tan inexpertos en comparación a los de aquella fémina. Sus ojos negros, cegados por la avaricia reflejaban su alma llena de deseo, rebozada de pecados hasta el borde de lo imperdonable; rozando lo bizarro y lo prohibido.

Su melodiosa voz, tan delicada y a la vez, tan fuerte, pronunciando tu nombre al más mínimo suspiro.

Tan blanca como la nieve, tan suave como la seda, tan mujer como sólo ella lo era… Había sido enviada desde el mismísimo infierno para hacerte compañía unas pocas horas y luego, como un pago justo por sus atenciones, degollarte de la forma más cruel y provocativa que algún hombre sobre la tierra haya podido ver o sentir en al menos cien años.

Tenerla era una bendición, y una maldición…

Y a sabiendas de que te quedaban horas de vida, seguías besándola y saciándote de sus labios, acariciando cada recoveco de su cuerpo; era como una droga, se había convertido en tan poco tiempo en tu obsesión y tu única meta… Que poco te importaba ver la hoja de su cuchillo siendo blandido por ella misma muy alto en el aire, y mucho menos sentir el dolor punzante del acero perforar tu garganta rápidamente mientras la sangre manchaba lo que quedaba de ti y lo que, ahora, sobraba y bastaba de ella.

Se levantó de tu cadáver con desgano mientras sus largos cabellos de ébano caían con gracia sobre su tersa espalda. Pasó el dorso de una de sus manos por su boca, roja de tantos besos limpiando cualquier impureza.

No sonreía, porque no estaba feliz al haberte hecho lo que te hizo.

No lloraba, porque no le quedaban lágrimas que derramar.

Y no sentía nada, porque al estar maldita los sentimientos eran un lujo que ella no se podía dar.