¿Yūrei tenshi? (TRC)

Tema en 'CLAMP' iniciado por Leonhart, 19 Febrero 2011.

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    Leonhart

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    ¿Yūrei tenshi? (TRC)
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    Hace mil años que no publico nada por aquí D:! /Se pega contra el teclado.

    Estoy feliz de regresar a poner mi granito de arena en CLAMP. Éste escrito es algo viejo ya, lo utilicé para los Olímpicos CLAMP del año pasado (si mal no recuerdo), pero prefiero publicar a que se quede por ahí arrumbado, como estuvo tanto tiempo.

    Es algo extraño, pero espero le entiendan :3

    Título: ¿Yūrei tenshi?
    Fandom: Tsubasa RESERVoir CHRoNiCLE
    Summary: <<Ahogó un grito desesperado y se desplomó sobre la alfombra intentando entender la situación y las palabras de la joven sin poder llegar a una conclusión concreta...>>
    Pareja: Syaoran ~ Sakura
    Tipo: One-shot.
    Género: Romance/Fantasía.
    Clasificación: K+
    Advertencias: Universo alterno y trama extraña.
    ¿Yūrei tenshi?
    Aclaración al final del texto.

    —¡Syaoran-kun!

    Una voz tierna y melodiosa resonó dentro del quimérico recinto. El lúgubre castillo se vio iluminado en poco tiempo mientras un joven de cabellos castaños y rebeldes esperaba fuera del lugar, frente a la enorme reja momentáneamente cerrada.

    Sus ojos marrones se posicionaron en la hermosa silueta de la joven dirigiéndose hacia él. Sonrió de medio lado mientras apretaba con fuerza la canastilla llena de panes y dulcecillos que había llevado para la jovenzuela vivaracha.

    La mencionada chica llegó frente al joven castaño, abriéndole la reja sin siquiera prestar atención a lo demás. Se abalanzó contra su delgado cuerpo, rodeándole el cuello con sus delicados y femeninos brazos. Pegó su torso al de él y le susurró al oído con notable alegría:

    —¡Te extrañé mucho!

    El que respondía al nombre de Syaoran sonrió con bondad y un tenue rosado le coloreó las mejillas por un momento. Normalizó sus ojos antes abiertos de forma desmesurada para luego corresponder el abrazo de la muchachita con tranquilidad.

    Acarició sus cabellos color miel con delicadeza y cariño, envolviéndola después con sus brazos igualmente delgados.

    —Igual yo, Sakura —respondió en tono de complicidad con una ligera sonrisita iluminándole el rostro.
    —¡Pasa! —pidió la chica saliendo del ensueño luego de soltar al castaño.

    El mencionado asintió con afecto y entrecerró sus ojos para sincerar su sonrisa de manera notable.
    Sakura le tomó de la mano. Syaoran pudo notar cómo esta estaba gélida y algo pálida, pero desde que la había conocido, ella siempre había sido así.

    Llevaban conviviendo aproximadamente cuatro años. La razón de su unión fue el bello jardín de la enorme mansión de la chica. Éste rodeaba todo el aparatoso castillo y era en serio lindo: siempre verde y lleno de flores.
    Un día, Syaoran pasaba por el abandonado lugar con un par de rosas rojas que le había comprado a su madre enferma. Eran como las seis de la tarde y Sakura se encontraba arreglando el jardín.

    De alguna extraña manera, sus miradas se cruzaron por un momento. La chica, al ver tan bellas flores entre las manos del joven, le llamó pidiéndole si le podía regalar alguna para su casa. El castaño desde luego se extrañó, no estaba acostumbrado a hablar con chicas y mucho menos con desconocidas; pero finalmente asintió a la propuesta de la ambarina.

    Ella le agradeció grácil y afectuosamente, provocando en el chico un extraño pero cálido sentimiento. Por alguna extraña razón, le tuvo confianza.

    Desde luego el sentir del jovencito no era amor, ¡era la primera vez que se veían! Claro está que después de aquella primera vez, los adolescentes comenzaron frecuentándose. Primero, por accidente, luego a propósito… finalmente, dejaron de esconderse y entablaron una linda amistad que había durado años hasta ese momento.

    Caminaron tomados de la mano en dirección al gigante portón de madera. La chica lo abrió con dificultad, siendo ayudada por el muchacho, y ambos entraron en el hogar.

    Lo que había extrañado a Syaoran desde el inicio era que Sakura estaba siempre sola. Él repetidas veces le preguntaba por familiares o amigos, mas ella jamás decía algo concreto. Lo único que el castaño sabía, era que Sakura tenía un hermano mayor; pero no más. Ni padres, ni tíos, ni abuelos… ¡ni siquiera un mayordomo o nana tenía! El saber que su amiga vivía sola en un lugar tan enorme desde luego que le preocupaba, por ello, repetidas veces se quedaba a dormir en su casa —obviamente, en habitaciones diferentes—.

    Intentaba protegerla de cualquier cosa, de cualquier individuo, a cualquier precio. Syaoran podía asegurar que ella era la persona que más quería, pues había sido la única que permaneció junto con él después de la trágica y dolorosa muerte de su madre. Aquello le dolió bastante, pero la chica siempre estuvo ahí para apoyarle. Por eso, ella era su amiga; su mejor amiga.

    Para su ‘desgracia’, Syaoran no había podido controlar sus emociones en ningún momento, culminando enamorado de Sakura.

    —¿Qué llevas ahí, Syaoran-kun? —cuestionó la jovencita posando inocentemente sus ojos esmeralda en el castaño.
    —Te traje unos cuantos dulces. ¡Ojalá te gusten!

    El rostro de la blanquecina se iluminó al igual que su mirada. Ella amaba los dulces, y Syaoran lo sabía bastante bien. Por eso, cada que podía y tenía dinero le compraba golosinas de infinita variedad; verdaderamente él adoraba verla feliz.

    Le estiró la mano con la canastilla llena de confituras y sonrió automáticamente, ganándose a pulso un etéreo beso en la mejilla por parte de la muchacha de cabello ámbar.
    Ambos se sonrojaron gentilmente y Syaoran pudo sentir una brisa gélida acariciarle el rostro, haciéndole verse un poco más pálido y enfriándole el porte de inmediato.


    —Vamos más adentro —pidió Sakura en tono infantil—. Aquí hace frío.

    Acto seguido, caminaron juntos a la sala. Prendieron la aparatosa chimenea buscando calor y se quedaron próximos para aumentar el respectivo ardor corporal. Syaoran sentía sus esfuerzos vanos, la pequeña cerezo siempre estaba fría.

    —¿Tienes frío? —cuestionó él tocando el fino rostro de la joven con delicadeza.

    Ella se negó y sonrió tiernamente.

    —Estoy bien.

    Quedaron en silencio unos momentos mientras Sakura comía un bombón de fresa con cubierta de chocolate. Terminó de saborearlo y quedó mirando al fuego por un rato para luego posicionar las esmeraldas sobre el rostro de su mejor amigo.

    —Syaoran-kun… —volvió a mirar al fuego—. ¿Te quedarías a dormir conmigo esta noche?

    El castaño sintió una descarga eléctrica danzar por su espina dorsal y percibió sus orejas fuera de temperatura ambiente. Miró a la chica y en un movimiento rápido, asintió.

    —Claro que sí.

    Al parecer, la aprobación había hecho feliz a la ambarina, por lo que el chico no objetó en ningún momento.

    Percibió a la joven recargar la cabeza en su hombro y sonrió conmovido. ¡La pequeña Sakura sí que era linda! Acarició su melena corta despacio y se extrañó al no sentirle igual que otras veces. No pudo explicarse esa sensación netamente distinta, así que decidió olvidarla.

    Se quedaron juntos mirando el fuego, ambos comiendo dulces. La chica rogó al muchacho para que también ingiriera algunos.
    Charlaron de varias cuestiones, pero era más que seguro que Sakura estaba más extraña de lo habitual; Syaoran comenzaba a preocuparse.

    Entre tanto comentario y pasadas las doce de la noche, la joven se quedó dormida en el hombro de él, quien no hizo más que sonreír con ternura reflejada. Alejó los objetos que pudiesen lastimarle y la recostó sobre la aterciopelada alfombra roja de la sala, culminando al lado suyo luego de reacomodar los dulces aún con contenido.

    La miró fijamente y sonrió con afecto. En un momento, acortó la distancia entre sus labios, besándole superficial pero hermosamente. Su rostro recibió infinitas descargas eléctricas; él no hizo más que arquear sus labios de manera ascendente, sonreír.

    Y luego del adorable momento, cerró los ojos y también durmió.

    A la mañana siguiente, despertó sin ver a Sakura a su lado; se asustó demasiado. Levantó su cuerpo de golpe y miró a todos lados, mas no la vio en la sala. De inmediato salió esperando encontrarla en la cocina, pero no halló nada. Revisó el jardín, el patio trasero, su habitación y nada…

    —¿Sakura? —preguntaba cada que se asomaba a una habitación del enorme lugar.


    …pero Sakura no estaba.

    Comenzó a asustarse en serio cuando hubo registrado cada lugar dentro de la casa y no obtuvo su paradero. Pensó en el solo y único lugar fuera de la casa donde podría haber estado: la azotea.

    Corrió escaleras arriba hasta llegar al cuarto piso. Subió con cuidado y, al mirar a lo lejano, sobre las tejas, descubrió la melena ambarina que había requerido durante tanto tiempo.
    Se alegró al verle y apresuró el paso a su encuentro teniendo extremo cuidado en no pisar tejas sueltas.
    De inmediato se preguntó: ¿cómo es que ella había llegado ahí? Decidió no responderse y correr a su rescate.

    —Sakura —le llamó bondadosamente mientras estiraba una de sus manos—. Vamos dentro, es peligroso que estés aquí.

    Pero la joven se negó fugaz.

    —No quiero.

    Syaoran percibió eterna paz en su tono, pero tormento y miedo a la vez. Su mirada estaba perdida en un desconocido punto del cielo matutino, realmente no parecía ella.

    —Por favor… —pidió el chico estirando la mano de nuevo—. Vamos dentro. No quiero que te hagas nada.
    —No pasará nada —aseguró ella sonriendo de medio lado—. Yūrei.

    Syaoran frunció el entrecejo y estiró la mano.

    —Sakura…
    Tenshi.

    El castaño se quedó paralizado al observar a la joven dar un paso al frente, sobre las tejas moviéndose en falso. Su mirada se atormentó más que considerablemente.

    —Tu madre está bien, Syaoran-kun. Igualmente yo.

    Aquello le petrificó aún más.

    Tenshi —pronunció de nuevo la de mirada verdosa volteando su rostro hacia el cielo.

    Un excesivo resplandor rodeó a la cerezo por completo haciendo que Syaoran se escandalizara y su corazón se acelerara al máximo. Sakura dio un paso al frente, finalizando la ruptura de los frágiles ladrillos del techo del castillo, haciéndole descender desde cuatro pisos arriba.

    El castaño estuvo a punto de lanzarse a su rescate, si a ella le pasara algo, él debía compartir su dolor. Para su sorpresa y antes de que pudiera resbalar a la par de la ambarina, observó el cuerpo de la jovencita sostenerse por dos extrañas alas; una a cada costado de su espalda. Éstas mencionadas parecieran salir de su cuerpo, pero a la par, no se le veía gesto de dolor alguno.

    Las alas se batieron en el aire de manera rápida, elevando a Sakura lejos; muy lejos.

    El castaño le miró asombrado, quería ir con ella. Syaoran iría a donde fuera que Sakura estuviese, de eso no había duda.
    Gritó su nombre repetidas veces, pero la joven parecía no escucharle. Se notaba tremendamente ensimismada musitando únicamente:

    Tenshi…

    Aleteó subiendo metros y metros de altura. Lo último que Syaoran pudo observar fue las enormes alas de Sakura calcinándose frente al sol…

    … y despertó en la sala bañado en helado sudor.

    Volteó su cuerpo por completo buscando a la jovencita, percatándose de que estaba junto a él justo como la había dejado, con la única diferencia de que tenía los ojos abiertos.

    —¿Sakura? —le llamó mientras acercaba su rostro al de ella.

    No recibió respuesta alguna. Sólo distinguía el absorto gesto de la muchachita; su mirada clavada en un punto seguramente inexistente.
    Vislumbró los labios de la cerezo moverse, mas no pudo distinguir lo mencionado.

    —¿Qué sucede? —cuestionó queriendo colocar la mano en su cabeza, percatándose de que una extraña fuerza le rechazaba el intento de roce.

    Extrañado, puso atención al susurro de su amiga.

    Yūrei…

    Le sonaba conocido…

    —Tu madre está bien, Syaoran-kun. Igualmente yo —reiteró la joven dibujando una sonrisa en el rostro fantasmal.
    —¡¿Qué dices, Sakura?!

    Su rostro se distorsionó tremendamente, culminando en una mueca de aguda desesperación. Sakura estaba diciéndole lo mismo que en el sueño. ¡Syaoran no quería perderla!

    Aishiteru, Syaoran-kun. Ki o tsukete…

    Le extrañó haber escuchado la voz de Sakura dentro de su cabeza, pues estaba bien seguro que no había emitido sonido alguno en ese preciso momento. Sus labios para nada se habían movido.
    Volvió a dejar una ranura entre sus labios para hablar verdadera y finalmente.

    Yūrei.

    Y en aquella última frase, Syaoran observó a su amada Sakura desaparecer frente a sus ojos. Ahogó un grito desesperado y se desplomó sobre la alfombra intentando entender la situación y las palabras de la joven sin poder llegar a una conclusión concreta...

    Pero el castaño no entendía.

    ¿Acaso ella era un ángel y un fantasma?

    Yūrei: Fantasma, en japonés.
    Tenshi: Ángel, en japonés.
    Aishiteru: Te quiero/te amo, en japonés.
    Ki o tsukete: Cuídate, en japonés.
    ~
    Final abierto (o algo así xD), espero les haya agradado; está tal y como lo envié :3​
    ¡Gracias por leer!
     
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  2.  
    Lady Lira

    Lady Lira Entusiasta

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    Escritora
    ¡Me gusto mucho! sospeche que era fantasma cuando dijo la primera vez que solía estar pálida y fría, y cuando lo dijo la segunda vez lo confirme.
    Lastima que Sakura y Syaoran no estuvieran juntos para siempre, ¿o si?
     
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