¿Por qué ella? (Inu&Kag)

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Andreína, 31 Agosto 2016.

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    Título:
    ¿Por qué ella? (Inu&Kag)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1250
    Título: ¿Por qué ella?
    Pareja: Inuyasha y Kagome.
    Serie de Drabbles.
    Advertencia: Este relato hace mención de Kikyo sin ningún animo de bashing, sin embargo, puede llegar a incomodar a aquellos que prefieran el Kik&Inu, o simplemente, a los que no simpaticen con el Inu&Kag. Así mismo, no está corregido aún.



    Drabble 1: ¿Qué tiene ella?

    Se quedó de pie en medio del campo, mientras Kagome recogía hierbas y las colocaba dentro de la canasta de mimbre que había tejido ella misma en su tiempo libre.

    La observó de reojo, escuchándola tararear una canción de esas que sólo ella conocía. A su lado, la anciana Kaede le daba indicaciones y se inclinaba paulatinamente para verificar que estuviera escogiendo las matas correctas.

    Llevándose una mano a la nuca, el hanyou dejó escapar un bostezo. El atardecer se ponía y el cielo se teñía cálidos colores, que le hacían sentirse ligeramente pesado.

    La sacerdotisa joven volteó a mirarlo y enarcó una ceja con reproche.

    —Inuyasha —le llamó, y él centró sus ojos dorados en ella—, deberías ir a recostarte si tienes tanto sueño.

    —¡Keh! —replicó ofendido—. No tengo tanto sueño, Kagome.

    —¿Ah no? —frunció el ceño— ¿Por qué no dejas de bostezar entonces?

    Él chasqueó la lengua y desvió la mirada, con desdén.

    —Quiero quedarme aquí —finalizó obstinado.

    Kagome suspiró y se volvió a seguir con su labor, que era bien delicada, pues no quería envenenar a ningún aldeano dándole la hierba que no era.

    El sonido de las risas infantiles le hizo girar el rostro. Su mirada femenina se posó en los niños de la aldea, que se aproximaban a ellas cantando y tambaleándose entre ellos. Sonrió entonces, con genuinidad y agradecimiento.

    Ellos caminaron hasta ella, revoloteando a su alrededor y riendo con despreocupación.

    —¡Kagome-sama! ¡Kaede-sama! ¡Inuyasha-kun! —gritaban, alegres.

    —Niños —les llamó Kagome con dulzura—, ¿por qué no convidan a Inuyasha-kun a jugar con ustedes?

    Un popular grito de "¡Sí!" le dijo que estaban más que de acuerdo con aquello. Sonrientes, se dirigieron al hanyou peleándose entre ellos por tomar su mano y lo rodearon dando saltos y tarareando canciones. El aludido se echó para atrás y la miró con reproche.

    —¡No quiero jugar, Kagome! —gruñó quejándose.

    Ella le miró de reojo, ceñuda.

    —Pero ellos sí —le dijo—, y si los asustas, te sentaré —amenazó.

    Tuvo que irse con los niños, pero no fueron muy lejos. No permitió que lo alejaran demasiado, porque quería mantenerse cerca de la aldea, y por qué negarlo, de Kagome que a tales alturas ya no era sólo su amiga, sino su compañera.

    —¡Inuyasha-kun! —llamó la voz de la pequeña Akemi, hija de uno de los aldeanos— ¿Usted ama mucho a la señorita Kagome?

    Él abrió los ojos grandemente y se echó para atrás, aturdido.

    —¿Qué dices? —tartamudeó sonrojándose, horrorizado por la frescura con que una niña tan pequeña le hacía semejante pregunta.

    —¡Claro que la ama, Akemi-baka! —le respondió Yuri, otra de las tantas, como si aquello fuera obvio y su pregunta fuera tonta— ¡Inuyasha-kun y Kagome-sama viven solos en la misma cabaña!

    —Mi abuela dice que Inuyasha-kun estaba enamorado también de la señorita Kikyo —comentó Akemi, mirándole con acusación repentina.

    —Al parecer le gustan las sacerdotisas —añadió otro pequeño, llamado Koketsu, y él se vio tentado a atestarle un coscorrón por impertinente, pero se contuvo, sintiendo el palpitar de su vena en la frente.

    Disgustado e incómodo por el tema de conversación tan personal, desvió la mirada y la centró en su compañera.

    —Mi abuelo dice que él la mató —murmuró Akemi en voz baja, como si fuera un secreto.

    Inuyasha se giró de inmediato, encolerizado y enarcando una ceja, manteniendo sus ojos cerrados en un intento de apresar la poca cordura que le quedaba.

    —¿Sus abuelas no tienen nada más de qué hablar? —preguntó tosco.

    —¿Pero es verdad? —inquirió Yuri, con sus ojos cafés recorriéndole con curiosidad— ¿Amó a la señorita Kikyo?

    Se quedó en silencio, con el rostro distorsionado en una mueca de disgusto, y las mejillas sonrojadas.

    —No te quedes callado —la burlesca voz familiar le hizo girar el rostro—, respóndeles Inuyasha.

    —¡Miroku-sama! ¡Miroku-sama! —gritaron los niños, aproximándose al monje.

    Miroku les acarició ligeramente el cabello a algunos, saludándoles con cariño, y se sentó junto a ellos, para mirar fijamente y con humor a su amigo hanyou.

    —¿No deberías estar en tu casa con tu mujer? —se quejó el híbrido, mirándole con desdén.

    —Sango está un poco malhumorada —respondió, como si eso explicara todo, y giró ligeramente el rostro para hacer notar el rocetón de su mejilla—. Pero no te detengas por mí, sigue con tu conversación.

    —¡Sí! —recriminó Yuri, mirándolo con enojo— ¡Responda, Inuyasha-kun!

    Gruñó ligeramente y desvió la mirada, hostigado por la presión constante y la escrudiñadora atención que le prestaban los niños. Ya no sólo los tres pequeños, sino todos.

    —¡Keh, claro que amé a Kikyo! —bramó con enojo.

    —Entonces es verdad —murmuró Yuri con desilusión, y sus ojos se aguaron ligeramente—. ¡Pobre señorita Kagome! ¡Debe decirle de inmediato que usted no la ama!

    Sus ojos se abrieron grandemente y luego los entrecerró con frustración. Miroku le miró con la diversión brillando en sus ojos azules, a pesar de que su expresión se mantenía impasible.

    —¿Quién ha dicho que no amo a Kagome? —replicó, y sus mejillas se ruborizaron sin proponérselo.

    —Usted —repuso Akemi, cruzándose de brazos—, cuando dijo que amó a la señorita Kikyo —infló los mofletes con disgusto y se sentó en la grama.

    Él resopló exasperado, indicándoles que no comprendía.

    —Mamá dice que sólo se ama una vez —explicó Yuri—, y usted no puede amar a la señorita Kagome si amó primero a la señorita Kikyo.

    —Se puede amar mucha veces, niños —intervino Miroku, compadeciéndose de su amigo—, y no podemos dudar que Inuyasha ama mucho a la señorita Kagome —sonrió con ligera malicia—. Cuando ella desapareció, él pasó sus días pegado al pozo.

    —¡Basta libidinoso! —se quejó avergonzado.

    —Cuéntales Inuyasha, cuánto la amas —siguió, burlándose.

    —Inuyasha-kun no ama a ninguna —replicó Naomi, un niño—, ¡porque él es un hombre fuerte!

    —¿Qué tiene eso que ver, Naomi-kun? —bufó Akemi.

    —¡El amor vuelve débiles a los hombres! —respondió el niño, gritando.

    —¡A Inuyasha-kun no! —gritó Akemi, rezongando— ¡Él se vuelve más fuerte para proteger a su amada, como un príncipe!

    —Inuyasha-kun, ¿entonces sí ama a la señorita Kagome? —preguntó Koketsu, mirándole con atención. Se encontraba sentado con las piernas en posición de indio, y su codo se apoyaba en su pierna mientras que su mentón estaba recostado de la palma de su mano.

    Inuyasha respiró fuerte, mirándoles con desdén y un poco de reciente odio. El sonrojo en sus mejillas, que se había hecho permanente, le daban un aspecto más cómico que amenazante y los niño rieron por ello.

    Entonces, él tomó aire, miró a Kagome sentada a lo lejos y casi deseó suspirar, aunque no lo hizo.

    —¡Keh! ¡Claro! ¡Es mi compañera! —repuso al fin, sin mirarlos.

    Los chillidos de las niñas casi hicieron voltear a Kagome, pero sólo frunció el ceño, cerró los ojos y luego volvió a abrirlos dispuesta a ignorarles y concentrarse en su tarea.

    —¿Por qué la ama, Inuyasha-kun? —Naomi le miraba con una mezcla de compasión y asco.

    —¡Sí! —le animó Akemi— ¡Díganos por qué la ama!

    La otra niña, Yuri, le miró haciendo un puchero y asintió, expresando que también quería oír sus motivos.

    Tragó fuerte, irritado por tener que compartir sus intimidades con aquellos mocosos entrometidos.

    —Pues, la amo porque....
     
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    ¿Por qué ella? (Inu&Kag)
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    2
     
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    403
    Para darles una idea de de qué va esto, dejaré seguidamente el segundo drabble.


    Drabble 2: Ella es amable.

    El atardecer que horas antes había avanzado tan rápido, ahora parecía haberse quedado pasmado con las horas sin pasar. No había deseado tanto antes que anocheciera, pero en un momento como ese, no sólo era válido hacerlo, sino que también era justo. Suspiró resignado, fulminando con la mirada a Miroku que reía ligeramente mientras lo observaba sufrir.

    Resoplando, miró fijamente a las niñas, y aún con el ceño fruncido se dispuso a hablar. Pero su boca se cerró tan pronto como la abrió porque, francamente, no encontraba qué decir.

    ¿Que por qué amaba a Kagome? Torció el gesto, y casi quiso soltar un grito de irritación.

    Maldición, ella lo había cuidado, había curado sus heridas. ¿Pero era suficiente eso para amar a alguien? Sin duda había influido, pero no era sólo eso. Kaede también curaba sus heridas, y estaba seguro de que Sango también lo haría. Aún así, él no amaba a Kaede o a Sango como amaba a Kagome.

    ¿Era quizás, porque ella le daba comida ninja?

    —¿Porque ella te aceptó como eres? —se aventuró Miroku, mirándole con extrañeza.

    Casi podía escucharlo gritando horrorizado, alegando que realmente él no amaba a Kagome, porque era incapaz de dar sus motivos. La vena en su frente volvió a a palpitar y apretó los puños, gruñendo por lo bajo.

    Reflexionó entonces en las palabras del monje. Sí, Kagome lo había aceptado como era. Y ella estaba pendiente de él, siempre. Se mantenía a su lado y velaba por su bienestar, era dulce -de vez en cuando- y le regalaba unas sonrisas que lo dejaban sin aliento. Le tenía sin cuidado que él fuera un híbrido, y jamás se atrevió a ofenderlo con insultos crueles.

    Tampoco se había aterrorizado de él cuando había estado en su forma youkai, ni lo había tildado de débil en su forma humano. Lejos de eso, en ambas ocasiones, ella lo había abrazado y había tratado de protegerlo.

    Y además, cuando algo malo ocurría, ella siempre tenía una palabra amable que...

    Sonrió, allí estaba.

    —La amo porque, ella es amable.

    ______________________________


    Este escrito quedó algo vago, pero lo editaré si me siento con ánimos más tarde o en un mes. Es para que tengan algo de noción de lo que será esta serie de Drabbles. Espero les guste. Saludos, besos, muá.
     
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  3.  
    Kai

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    Asd. Cosita.

    Por un momento sentí que leía en otro lado, eso por que extrañaba tanto leer cosillas así y con contenido...¡y con continuación! Amo que tengan continuaciones.

    ¡Por un momento olvidé que te leía a ti! Asd. Has crecido tanto que estoy orgullosa. Y la verdad, antes no había leído algo así, al menos no en drabbles donde Inu fuera resaltando lo que ama de ella de esa manera. Y en la situación que lo hace se me hace jodidamente tierno, y muero de amors.

    Y también te amo a tu y asdfg.
     
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