One-shot ¿Len está celoso de Luka?

Tema en 'Vocaloid' iniciado por Al Dolmayan, 23 Noviembre 2012.

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    Al Dolmayan

    Al Dolmayan Entusiasta

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    Escritor
    Título:
    ¿Len está celoso de Luka?
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1438
    Nota: Con motivo de mi fic "La hija del mal", surgió este pequeño fic como una abecdota de los dos chicos.
    “¿Len está celoso de Luka?”​
    Megurine Len no era un sirviente como cualquiera; dentro de País Amarillo tenia tanto poder e influencias como el mismo General Misawa o el consejero Hiyama, aunque prefería no usarlas; su salario era cinco veces lo que ganaban ocho sirvientes juntos, sin contar casa y alimentos gratis; podía entrar a cualquier lugar al que le diera gana como si el fuera el rey en persona, y lo que era más importante: ser la única persona en todo el reino que podía salvarse de los regaños y reclamos de la reina.
    En apariencia, Len podía tener los lujos de un noble, no le faltaba dinero ni la atención de las señoritas del reino que, ya fuera por su forma típica tan amable y humilde de ser, o por sus facciones que lo hacían ver como un “niño tierno”, provocaba que más de una se sonrojara al verlo o hablarle.
    Pero había una cosa que le incomodaba y le hacia sentir celos de la persona que más admiraba en el mundo: su hermana Luka.
    Desde que vivía en ka provincia de Camelia, los halagos a Luka por su cabello nunca habían parado, eran el pan de todos los días. Jóvenes y viejos, hombres y mujeres, no importaba, todo el mundo le decía numerosos cumplidos a Luka por su bello rostro, delicada y definida figura, y especialmente por su larga, brillantes y hermosa cabellera de color rosa. En Camelia, ella era el centro de atención, y, aunque Len no pasaba desapercibido, un chico rubio en un lugar donde casi todos lo son, no llamaba tanto la atención como la pelirosada de su hermana.
    Fue así como este niño creció acomplejado por su rubio cabello. Y en más de una ocasión intentó conseguir ese color; desde devorar flores rosas, beber mucho jugo de fresa y sandia; incluso intentó cambiar su alimentación para sólo comer atún, algo que le gustaba mucho a su hermana, aunque se cansó de esto en una semana. Pero todos sus planes fracasaron, posiblemente porque tenía ocho años cuando lo intentó.
    Pero ahora tenía 14 años; esos infantiles celos habían quedado atrás… o al menos eso creía.
    Una mañana cuando se disponía a desayunar, escuchó como algunas sirvientas hablaban con su hermana, y para su mala suerte, era sobre el trauma con el que creció.
    -Es muy lindo Luka- decía una.
    -¿Sólo lindo? Este cabello es toda una obra de arte. ¡Es hermoso!
    -Chicas, chicas, por favor. Hacen que me de pena.- respondió ligeramente sonrojada. –Es únicamente cabello, nada especial.
    -¿Nada especial? Es el más hermoso que he visto. Largo, brillante, vivo.
    -¡Ah! Quisiera tener mi cabello así.
    -¿Me regalas un poco, Luka?
    -¡¿Qué les pasa?! Chicas, ya me están asustando.- dijo completamente nerviosa.
    -Estábamos jugando. Es una forma de decir como nos gusta tu cabello- se disculpó una de las sirvientas.
    -Ustedes dos me asustan- respondió en un suspiro Luka.
    -Oye… ¿Por qué Len no tiene el cabello tan bonito como el tuyo?

    “¿Por qué Len no tiene el cabello tan bonito como el tuyo?” “Cabello tan lindo como el tuyo” “Lindo cabello” Estas frases resonaban en la cabeza del chico, quien se dejó caer de rodillas. Permaneció en el suelo, moviendo en círculos su dedo mientras abrazaba sus rodillas. ¿Acaso su trauma de la infancia volvería para acabar con él? ¿Entraría en profunda depresión de nuevo? ¿Qué podía hacer ahora?
    Así permaneció varias horas o minutos, tal vez días, aunque en verdad fueron quince minutos los que pasó sentado en el suelo, hundido en una profunda depresión. Nada podía secarlo de su gris mundo de tristeza, hasta que una espada lo golpeo en la cabeza.
    -¡Oye!- rugió a voz de Misawa. –La reina lleva buscándote toda la mañana y tú aquí holgazaneando. Lleva tu perezoso ser al cuarto de los pintores y revisa que todo se encuentre en orden.
    -Pero no sé ni que están pintando- respondió totalmente deprimido. –No creo poder preguntarles algo si desconozco que hacen.
    -Lo único que debes hacer, es verificar que no les falte nada y preguntar que tanto ha avanzado su trabajo. Ahora ve, antes de que te use como blanco en la práctica de hoy.
    -Ya voy General Misawa- respondió automáticamente Len, sin mirarlo y con una voz tan seca como deprimente.

    Por primera vez en su vida, los pasillos y escalones del palacio le parecían inmensos, oscuros y fríos, a pesar de estar todos iluminados por la luz del sol y que era un día caluroso. Sin darle importancia al palacio, el joven Megurine llegó por fin al cuarto donde se encontraban los pintores, un rincón escondido del palacio, muy cerca de las celdas donde encerraban a los rebeldes, aunque por el momento se encontraban vacías. El sirviente llamó a la puerta de aquel cuarto sin recibir respuesta alguna. Volvió a hacer repetidas ocasiones hasta que, cansado de esperar a que el abrieran, se decidió a entrar por la fuerza.
    Dio unos pasos haca atrás para tomar vuelo y al topar con la pared, hecho a correr a toda velocidad para impactar la puerta. Pero lo único que consiguió fue caer de cara al llegar a la puerta; se encontraba abierta. Se levantó lentamente, frotando su nariz y llorando de un ojo por el dolor.
    Miró el lugar a detalle, avergonzado por si alguno de los pintores lo había visto. Para su buena suerte, el lugar estaba vacío, así que nadie pudo ver su peripecia. Aun así, no podía evitar sentirse algo tonto por lo que acababa de suceder, y tampoco le ayudaba en su estado actual. Siendo vencido por su curiosidad, el joven sirviente decidió que al estar ahí podría echar un vistazo y encontrar la famosa pintura secreta de la cual nadie más que la reina tenia conocimiento de lo que contendría. Desde que se enteró de eso, había pasado los últimos días persuadiendo a Rin para que le dijera porque ese cuadro sería tan especial, pero nunca lo logró.
    Resignado al no encontrar otra cosa que no fueran lienzos destrozados, en blanco o manchados de pintura, marcos vacíos y pinceles inservibles, dio media vuelta y se dirigió a la puerta para abandonar la habitación; pero antes de hacerlo, algo llamó su atención. Frente a sus ojos tenia un bote lleno de pintura rosa, pero no un tono cualquiera, era un tono idéntico al color del cabello de su hermana. Titubeo unos segundos, su mente era un caos en ese momento ¿podría robarse esa pintura y así tener el cabello rosa por una vez en su vida? ¿Dejaría que el trauma se apoderara de él? Y así fue.
    Sin pensarlo mucho, el joven se llevó el bote de pintura hasta su habitación, evitando a cuanto sirviente, guardia y demás personas se topara. Al llegar, cerró con un portazo y se fue directo al espejo que tenia cerca de su escritorio. Tomó el bote en sus manos de de un solo movimiento, lo vació sobre su cabeza, procurando que hasta el mas pequeño de sus cabellos fuera cubierto en su totalidad. La sensación en su cabeza era extraña; sentía un peso extra sobre su cráneo, los cabellos pegados uno a otro y un extraño olor se apoderaba de su cabeza; pero por dentro se sentía… extraño ¡no podía creer lo que hizo! Había actuado igual que cuando era un niño de ocho años, tal vez menos. Ahora no se sentía deprimido, sino avergonzado consigo mismo; pero al mirarse al espejo no pudo evitar decir.
    -Me veo bien después de todo- sonrió después de sus palabras, pero rápidamente regresó a la realidad. –Y ahora… ¡¿Cómo me quito esto?!
    Justo en ese instante, la puerta se abrió de golpe y sin previo aviso, la reina entró al cuarto de su sirviente personal, aparentemente apurada y algo molesta.
    -¡Len! Tengo toda la mañana buscándote. Hay muchas cosas que hacer y tú sigues aquí.- le reclamaba, pero de inmediato guardo silencio y se limitó a ver al chico.
    -Rin- dijo nervioso, ahora estaba realmente apenado. –Yo… esto… puedo explicarlo.
    Pero antes de poder hablar, la reina ya estaba tirada en el suelo, soltando una fuerte carcajada por la escena que acababa de ver.

    Ese día, Len aprendió dos lecciones muy importantes. Primero, debes ser feliz tal y como eres, por el simple hecho de ser tu. Segundo, nunca vacíes pintura sobre tu cabello, es doloroso quitarla después.
     
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    Sango Asakura

    Sango Asakura Entusiasta

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    Jajajajaja, me mate de la risa, en verdad jajajaja, pobre Len, ni Haku se intentó pintar el cabello de verde en Shiro no Musume, bueno, que yo sepa, solo se que me mató de la risa, que ideas las de Len de como teñirse el cabello de rosa, no creo que en la actualidad a un hombre le gustaria hacer lo mismo, bueno, tomar agua de fresa y sandía o comer mucho atún si, pero no con la misma itensión XD!

    Me gusto mucho, sigue así, ya espero la conti de la Hija del Mal :D
     
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