One-shot de Inuyasha - ¿decorar? (inuxkag)

Buenas.

Mis intentos de escribir fanfics nunca me ha salido como quiero xD no son lo mío, no me sale bien expresarlos :¨c y de paso estoy oxidada, así que perdón, se acepta de todo. Pero es mi anime favorito, así que al menos espero haya quedado decente.

Espero que te agrade, @Insane, este mi regalo para ti por el Intercambio navideño.

Pareja: InuYasha y Kagome, la orginal.
Aviso: basado en la época de Kagome; diciembre. Traté de no hacerlo meloso como me pidieron, de hecho creo que hasta quedó muy limitado, no daba para más.


Música para ambiente, traten de repetirla sino han terminado de leer:

Contenido oculto: Melodía

Afuera, la noche llamaba luces de colores por todas las calles, copo a copo formaban grandes masas de nieve, el frío se dispersaba por todo el lugar, era algo muy ameno.

Hasta InuYasha ocupaba una bufanda verde que le había proporcionado Kagome, pues si él le había replicado que podía ella enfermarse, ¿acaso él no?


Su madre y abuelo apenas pudieron decorar la parte exterior de la casa debido al tiempo, en el interior faltaban varias cosas aún. Restaban dos días para regresar a la época feudal, así que no había problema, tenía tiempo suficiente.

Mientras tanto, InuYasha jugueteaba con Buyo por toda la sala entre los presentes, incluso el juguetón gato le rasguñó en momentos de distracción, pero seguían en su diversión.

Sonreía, eran contados los momentos cuando veía al hanyou sonreír y divertirse de esa forma.

En su época él no se preocupaba más nada que por ella, se lo había demostrado enumeradas veces, y trataba de aislar muchas veces los pensamientos que la hundían en los celos.

Entonces se aproximó con una idea en mente, queriendo acercarse un poco más a él.

—Inuyasha, ¿nos ayudarías a decorar? —preguntó con voz amigable y animada, típica de su persona.

Viró hacia ella con cierta duda, dejando caer en ondas su grueso cabello plateado, sin soltar al adorable gato.—¿Decorar?

—Sí, decorar el árbol para navidad, es una costumbre en estas fechas de celebración, sabes.

—Pero Kagome, es de noche y además está nevando como para salir a ‘decorar’.

Rió, las ocurrencias de InuYasha no siempre acertaban en lo que ella pensase.

—¿Y ahora por qué te ríes, Kagome? —espetó con cierta impaciencia.

La chica sonriente señaló el árbol tras ella, se encontraba en el pasillo que da paso a las escaleras. Lanzó cierta mirada de ingenio.

—Ése árbol, InuYasha. No es necesario salir afuera porque el árbol siempre permanece dentro de la casa —prosiguió a buscar con sus ojos chocolates las cajas con bambalinas y más—. ¿Ves esas cajas? —señaló.

—Sí, ¿qué tienen? —Se acercó a curiosear, tocándolas y moviéndolas como si fueran las cosas más raras del mundo— ¿Por qué tienen tantos colores, Kagome?

—Oh, porque… El árbol debe mostrar alegría, debe ser llamativo, además lleva luces y otros adornos. Vamos.

Le tomó de la mano y lo llevó hasta el árbol. Él al sentir la calidez de su mano se sonrojó prudentemente, volteando hacia otro lado.

—Sota, trae la caja por favor. Vamos a decorar el árbol con InuYasha.

—Vamos Sota, ayuda a tu hermana —animó su mamá desde la cocina, mientras el abuelo observaba concentradamente la tv.

Asintió cordialmente, y se dirigió hacia ellos.

¿Decorar un árbol? Algo curioso para alguien como InuYasha, pero seguiría Kagome. Y ella lo quería, lo quería mucho, y compartir este tipo de costumbres desconocidas para él la hacían sentir feliz.

Era especial.

El pequeño dejó la caja cerca del árbol, y sacó la primera bambalina. La colocó en el primer lugar del árbol que alcanzase, y así prosiguió con las demás.

—Muy bien, Sota. Así debes hacerlo InuYasha, cuidado que algunos adornos son delicados —advirtió.

—Sí Kagome, no te preocupes, esto será rápido —expresó con cierto entusiasmo y decisión, como muchas otras veces tomaba las situaciones, esta no era otra de perder.

Y así prosiguieron los tres, divirtiéndose, compartiendo… Hubo varios gritos de Kagome regañando a InuYasha puesto que rompió una campana y dos bambalinas, y se enredó con algunas luces, sin embargo también hubo risas, y sobre todo, sonrisas y miradas especiales entre los dos. El árbol estaba casi terminado.

—InuYasha, colocaste ésta al revés —señaló con deje de pesadez, InuYasha le gastaba mucha energía a veces, incluso en su propia casa— Va así…

—Deja, yo lo acomodo, Kagome.

En el momento cruzaron sus manos, y por su parte, ella la retiró enseguida. Él quedó atónito en un instante, y arregló el adorno.

—¿Listo, Kagome? —preguntó con suavidad.

—Sí, InuYasha —sonrió—. Ahora…

Caminó pocos pasos hasta el conector de luz, enchufó los cables, y encendieron resplandecientes luces de los focos. InuYasha se asombró un poco, varios colores seguían un patrón por todo el árbol, lo observaba.

Y ahí se encontraban ambos, junto a todos, disfrutando el momento.

Y estaba Kagome, contemplando al único hombre, o en su caso, hanyou, que había cautivado su jóven corazón.