La tarde se encendió en su último apogeo. Y el azul oscuro hizo su aparición, Howl aun dentro de su pequeña cabaña se alistaba para recibir la noche. Pronto dormiría después de haber estudiado toda la tarde. Entre muchos papeles se encontraban pociones que había inventado y más de un encantamiento e incluso hechizos. Howl miro todo con indiferencia, hubo en un momento que se puso a pensar en lo mucho que debía de aprender de Madame Sulimann, pero que aquello le causaba más molestia que otra cosa. “El preferido de Sulimann” Los otros estudiantes de la hechicera prestigiosa se burlaban a sus espaldas a vivas voces. Más aun el hacía caso omiso, era libre y no le importaba realmente lo que dijeran. Sin embargo estaba la responsabilidad con Madame Sulimann, había entonces un poco de culpa con una gran contradicción, él era dueño de su destino. Y aquella conclusión fue tan menesterosa para sí mismo ¿Dónde estaba el niño orientado por su propio instinto? aquel que no necesitaba realmente de nada y de nadie. En su mente paso la idea, una palabra que definió el momento. Quería tal vez, rebelarse. No acatar lo que era correcto según su maestra. Howl era tan talentoso pero insensato que no sabía, a donde se dirigían sus ideas. Muchas eran pensadas pocas eran ciertas, la contradicción de nuevo tomaba parte del juego. Una sola cosa en ese momento lo ayudaría a concluir con su dilema. Ser libre y dichoso o ser encadenado pero correcto. Su mirada se fijó en la ventana, cuando por fin pensaba dormir, prendiendo una vela para alumbrar mejor su sendero, se dijo en la luz que destellaba tal objeto. Pues no era lo que realmente le llamo la atención, que eran pocas las veces que eso sucedía. Eran estrellas, miles y miles cayendo. Esperando alguna de ellas ser recogida por Howl. El corazón de Howl tembló ante tal inminente hecho, abrió la puerta de madera, observando desde esta por unos instantes para luego correr en busca de alcanzar alguna. El campo verde de infinitas flores de colores, frescas por la noche, con una sutil pizca de roció fue presente de tal maravilloso momento mientras el corría. Con el corazón apretujado y las inmensas ganas de experimentar algo miro de cerca caer las estrellas. Unas al agua, otras lejos para poder ser alcanzadas. El niño esperando tal vez tener suerte entre muchas probabilidades, extendió los brazos y alcanzo tomar una. El impacto fue tal que la estrella lo contempló en un instante, la risa del muchacho ante tal dicha, se avivo con una pregunta significativa. —¿Por qué eres tan bello y poderoso?—pregunto aturdido el ingenuo Howl. —Porque soy demonio muchacho—dijo la estrella algo disgustada. —¿Un demonio? Eso es posible, buen amigo —¿Por qué ha de ser imposible? Tu eres un mago ¿no es cierto? —Soy Howl y sí, soy un mago. —Pues yo soy Calcifer, y Howl sé que el destino te aguarda un gran porvenir. Sin embargo, puedes ser mucho más fuerte. —Eso es imposible… —No lo es. Si quieres poder yo te lo daré pero a cambio quiero algo… —Dime ¿qué es? —Tu corazón. El niño, admirado por tal propuesta accedió. —Te daré mi corazón, Calcifer, pero prométeme hacerme más fuerte que ningún otro mago que haya existido.
Holi. (?) Por ese enlace que me enviaste en face, seré muy mala. >:c (?) Mi querida Ela, has tenido bastantes errores, no terribles, pero muy idiotas. Cosas muy insignificantes, a eso me refiero. xD Falta de las tildes en los tiempos en pasado, comas mal puestas (en ciertos lugares eran innecesarias y en otros estaban demás), y algunos puntos olvidados por ahí. Tenés que ser muy cuidadosa al escribir, hay algunas frases en las que no se entiende bien lo que querés decir porque faltan elementos vitales. Oh, y falta de mayúsculas (una, solamente). Bueno, saliendo de ese tema.... ¡El castillo ambulante, omg! Amo esa película, es genial; nunca había leído un fanfic de ella. Me encantó como narraste el encuentro con Calcifer, muy lindo. Eso es todo, sólo quería comentar. (?) Adiós :3
