Riverdale «R:G&G» [intro.] WELCOME BACK TO RIVERDALE HIGH

Tema en 'Partidas Inacabadas' iniciado por Ceci, 24 Agosto 2019.

  1.  
    Ceci

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    Viernes 28 de Agosto de 1998, 13.29 pm
    Riverdale High



    .
    .
    .


    E
    l caos reina en la secundaria a medida que los segundos pasan. Dos disparos fueron escuchados y se sabe que al menos uno de ellos ha terminado con la vida de Jimmy Martínez, alguien a quien todos conocían, lo que vuelve la situación totalmente real a pesar de que no lo hayan visto en vivo y en directo.

    Muchos estudiantes están en su propia nebulosa personal, presos del miedo y de sus pensamientos, y otros, en cambio, tratan de mantener su cabeza fría y pensar en cuáles son sus opciones más racionales para enfrentar esta situación, y otros, simplemente, miran hacia todos lados como si estuvieran esperando que la respuesta a todas sus preguntas se materializara en el aire.

    Entonces, un tenue ruido a estática despierta la intriga de todos los estudiantes, porque es algo que todos reconocen. Los parlantes se han encendido, y a través de ellos, se escucha la voz del director de la secundaria.

    —Hay un tirador activo en el perímetro escolar —les avisa, como si no se hubieran dado cuenta—. Código rojo. Repito, código rojo.

    Todos saben qué hacer: buscar refugio.

    Y eso ha hecho un grupo de estudiantes al llegar al gimnasio: aventarse tras las puertas y cerrarlas en un golpe seco cuando dejaron de verse estudiantes por los pasillos.

    --------------​

    Bienvenidos a la introducción del rol. Esto es lo que deben saber por ahora:

    Ambientación
    De momento se encuentran en el gimnasio de la secundaria. El mismo tiene una puerta para entrar desde la escuela (por la que el grupo se metió) que de momento se encuentra cerrada, y otra puerta secundaria que los llevaría hasta el patio. El gimnasio es básicamente una cancha de basketball completamente cerrada con gradas retráctiles y alguna que otra indumentaria deportiva en algunos cajones repartidos por la periferia del gimnasio, contra las paredes.

    «pueden interactuar con los objetos resaltados en negrita»

    Estado de los personajes
    Aquí hay quienes tienen cierta libertad para elegir los momentos previos de sus personajes. Se sabe que tanto Aria, Adam y Janna vienen de la cafetería, pero el resto puede elegir lo que estuvo haciendo antes de escuchar los disparos y salir corriendo a buscar refugio hasta terminar en el gimnasio con el resto de los estudiantes.

    Ty, Logner, Malcom, Tessa, Tori, Lilly: tienen total libertad sobre sus personajes y pueden incluir lo que estaban haciendo en su primer post, a modo de narración introductoria para orientarnos a todos, si es que quieren.
    Aria: se encuentra cubierta por la sangre de Jimmy, aún en estado de shock (total o parcial, como vos veas, Amane).
    Adam y Janna: vienen del comedor. sin particularidades a no ser que sus jugadores indiquen lo contrario.

    Nota: de momento no tinen ninguna noción de G&G, por si las dudas.
    Nota 2.0: hay npcs presentes en el gimnasio junto con sus personajes. Serán narrados a medida que su presencia se haga relevante.

     
    Última edición: 24 Agosto 2019
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    Nekita

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    Tyler “Ty” Hicks

    Como dictaba siempre su rutina, a primera hora de la mañana en la que la escuela había sido abierta había aprovechado para tomar un baño dentro de las regaderas para quitar todo rastro de naturaleza que podía tener sobre él y sentirse como una persona común y corriente en vez de un zombie andante consumido por el sueño y el hambre. Lo único que había cambiado ese día era que tenía encima su ropa deportiva por algo que el entrenador le había informado una vez que parecieron encontrarse en Riverdale: el primer día de clases tendría que estar calentando luego de que sus primeras clases terminaran para ir directo a hacer prácticas en su periodo libre.

    Y Tyler Hicks no iba a desperdiciar uno de sus cambios de ropa si iba a entrenar, no señor.

    Lo único malo, o más bien, lo único que no le agradaba era que, por estar allí encerrado en el gimnasio preparándose para iniciar a calentar mientras el entrenador llegaba, no iba a poder tener su desayuno tan preciado incluso cuando se las había ingeniado para tener una buena cena el día anterior, no podía simplemente permitirse perder comidas cuando sabía muy bien que las tenía contadas. Se encontraba molesto, decepcionado, farfullando mil y un cosas maldiciendo que el entrenamiento no iniciara un poco después, que se diera por hecho que iba a tener un desayuno en casa antes de iniciar el primer día de clases.

    Ugh, lo que mataría para solo tener una cucharada de lo que fuera que hubieran servido ese día.

    Comenzó a estirarse de forma tranquila, cosa que normalmente lo ayudaba a relajar su cuerpo luego de las noches que tenía que pasar fuera y para cuando estuvo preparado para iniciar a trotar por la cacha de basketball, los altavoces se encendieron.

    Hay un tirador activo en el perímetro escolar. Código rojo. Repito, código rojo.

    ¿Y los southsiders eran los peligrosos?

    Tenía el corazón acelerado y sus piernas algo inquietas por todo lo que implicaba tener a un tirador allí entre ellos, e incluso aunque no disfrutaba ver a la mayoría de los estudiantes todo el tiempo, sintió un alivio cuando vio una cantidad bastante grande de estudiantes cruzar las puertas del gimnasio antes de ayudar a cerrar las puertas. El desayuno...comenzaba a hacerse mucho menos importante en ese momento.

    ¿Era siquiera seguro quedarse allí? ¿Huir hacia el patio?

    No podía perder la razón si quería salir de allí con vida, incluso si tenía que controlarse a tal grado para que sus piernas simplemente no temblaran. Se acercó a los cajones de las paredes lo más rápido que pudo, esperando que tuvieran algo más útil que uniformes.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    ♠ Tessa "Tess" Myska ♠

    Levantarse.

    Tomar una ducha de agua fría que le clavaba agujas en la piel.

    Lavarse los dientes.

    Vestirse y pasar cinco minutos viendo las cicatrices de sus piernas.

    Secarse a medias el cabello y apenas dignarse a cepillarlo.

    Verse en el espejo sin poder evitar comparar su rostro con el de su madre, su preciosa madre.

    Darle los buenos días a la tía Reggie.

    Prepararle el desayuno como cada mañana.

    Discutir con la inservible de Larisa por nunca preparar las comidas.

    Desayunar de mala gana por ello.

    Tomar su bolso y aquel artículo de biología que había impreso el día anterior para tener algo que leer en el camino.

    Con todo y otros humanos involucrados, lo cierto es que sus mañanas acontecían con una rutina tan mecánica que ya casi se sabía las líneas de memoria, como si todos, incluida ella, fueran robots. La réplica de Larisa de que su desayuno se había enfriado, su respuesta de que no se enfriaría si levantara el punto culo de la cama diez minutos antes, la voz de tía Reggie diciéndoles que era demasiado temprano para discutir.
    Siempre la misma mierda. Lo cierto es que todo sería más sencillo si el culo inútil de su hermana mayor no estuviera en esa casa.

    Monotonía. Eso era todo, así había transcurrido todo el día desde que había abierto los ojos.
    Para cuando había llegado a las puertas del instituto, todavía le quedaban algunas páginas del artículo por leer que sabía debería dejar para el almuerzo, aunque tardara el doble por el ruido.
    Apenas se dio cuenta cuando el reloj había marcado el mediodía y tenía ese plato de estofado extraño frente a ella, en el maldito primer día de clases. Lamentó no haber preparado su almuerzo ayer en la noche.
    Sentada en una mesa apartada, tomaba diminutas cucharadas del plato frente a ella, con la vista recorriendo las letras de las hojas que tenía a su lado derecho, lo cierto es que siempre recibía miradas por leer mientras almorzaba, pero un par de rasguños y ojos morados ajenos luego de uno fin de semana movido había hecho que no pasaran de eso, miradas. A sus oídos llegaban las voces de Janna y Aria, que había aprendido a reconocer de sobra, no precisamente por tratar con ellas... al menos no en la escuela; y lo cierto es que su teatrito la tenía tan harta como siempre.
    Innecesario, exagerado, ridículo. Es más, ojalá realmente se mataran entre ellas.

    Matar.

    El silencio fue lo que la hizo despegar la mirada del papel por fin, con el ceño fruncido aún por el fastidio que aquellas dos eran capaces de provocarle, a partir de ese punto todo había ocurrido a una velocidad vertiginosa. El tipo de negro, el grito, el arma siendo detonada, la bala atravesando la cabeza idiota de Martínez, la sangre salpicando a Aria, los gritos reiniciándose.
    Su cuerpo había reaccionado por cuenta propia y fue solo el hecho de que estuviera apartada de esa mesa que se había transformado en el eje central lo que le permitió levantarse, avanzando a empujones entre estampida. La sola idea de que la tía Reggie tuviera que lidiar con otra persona asesinada era lo que la había sacado de allí.
    Cuando todos estuvieron dentro del gimnasio y las puertas se cerraron, dejó caer su peso en una de las paredes. Su mirada se deslizó a las hojas arrugadas que sostenía con tanta fuerza en la mano derecha que los nudillos se le tornaban blancos.

    Aria.

    El pensamiento le rayó la mente con tanta fuerza que no pudo evitar buscar a la chica con la mirada, a pesar de haber estado deseando que se matara con Janna hace apenas unos minutos. Pudo jurar que alguien la había hecho arrancada de la mesa donde estaba sentada, pero ahora sus ojos apenas podían enfocar el mundo y lo cierto es que no la ubicaba en ninguna parte.

    Aria acaba de ver cómo mataron a Jimmy. Todos lo vimos, pero ella estaba con él.

    Recordó la sangre sorprendentemente roja y no pudo evitar sentir náuseas. Deslizó su espalda por la pared hasta quedar de cuclillas, apoyándose en esta, y esta vez sostuvo las hojas arrugadas con ambas manos, como si esos papeles tuvieran la capacidad de evitar que el esfuerzo físico y la impresión terminaran por noquearla.


    El tochazo que escribí, dios mío. Perdón por nacer amiwis
     
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    Insane

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    Adam Angat.

    Su cabeza tintineaba como el timbre de un carrito de helados. Se sentía irreal el estar ahí, el haber escuchado aquellos disparos. Se pellizcó a sí mismo tratando de volver en sí, pues su ser se estaba yendo al carajo.

    —¿Tienes algo para el dolor de cabeza, Janna? —cuestionó con un deje de acidez, como si sus piernas le pidiesen que volviese al comedor, acción imposible, al menos por ahora.

    Sus manos mantuvieron enterradas en su sudadera deportiva, manteniendo la ansiedad bajo el escondite de sus bolsillos mientras deslizaba sus orbes por los estudiantes que estaban dentro, como si buscase alguien que fuese de utilidad. Aria. Suspiró como si el miedo le corriera las venas y tratase de escapar por su dióxido de carbono. No era bueno irrumpiendo los estados en crisis, él ya tenía su propia crisis y no deseaba cargar con la de otro, pese a saber que la de ella era menos llevadera al estar con Jimmy... al tener su sangre sobre ella.

    Movió su nuca de derecha a izquierda al pensar en las armas de fuego. Tan útiles en momentos así, tan inútiles a la vez. Una sonrisa sardónica hacia sí mismo se dibujó en sus labios al recostarse en la pared, porque sus malditas manos no dejaban de titilar dentro de sus bolsillos, ajenos a la mirada de los demás. La situación podría ser la más interesante vivida en lo que correspondía al ámbito escolar. Volvió su mirada a Janna y apaciguó su expresión, con su amabilidad natural y perfectamente preparada.

    —El tipo de allá parece buscar algo de utilidad —comentó y señaló a Tayler al verlo dirigirse hacia los cajones, sintiendo curiosidad por qué se pasaba por la cabeza de Harris en un momento como este.
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

    Capricornio
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    Logner "Logner" (?) Gankse

    Este día había iniciado como cualquier otro. Llegué temprano al colegio, para aprovechar las duchas después de salir a correr por la mañana, y cambiarme para el primer día de escuela. Mientras caminaba por los pasillos, con el pelo mojado y masticando el desayuno que se había llevado de casa, contemplaba curioso todo a mi alrededor. Los corredores vacíos, las aulas con sus luces apagadas, los casilleros con polvo encima. La escuela estaba muerta. Je, estaba muerta. Si estaba muerta, ¿podría acaso disecarla, y ver como funcionaba? Nunca lo había entendido, la verdad. Al menos, parecía que la gente me quería, o mi presencia no los molestaba, tal vez. Se encogí de hombros, mientras me limpiaba de migas la boca con la manga. No tenía sentido pensar en eso. Era triste que este fuera mi último año y siguiera sin entender como funcionaban todas esas extrañas relaciones y códigos sociales. Quienes se sentaban en que mesa, con quien tenías permitido conversar en los pasillos, quien era el encargado de hacer las tareas, quien podía acceder a ciertos beneficios. Al menos, mi tía lo pensaba así. A mí no me importaban demasiado esas cosas. No me molestaban, ni molestaban a mi prima. Ya no más. No después de aquella vez.

    La escuela comenzó a llenarse de alumnos, y con ellos, la vida floreció en ella como un capullo en primavera. Tal como hacía siempre, sin importar en dónde estuviera, me mezclé entre la muchedumbre, y me volví uno más, camuflándome entre los cientos de adolescentes que comenzaban el año lectivo. Todo en aquel día estaba siendo normal. Las ceremonias de inaguración fueron normales, las clases fueron normales, y los recesos fueron normales. Mi aislamiento fue normal, y la lectura de libros de anatomía fue normal. Todo fue normal. Hasta que nada más lo fue.

    Como siempre, estaba en una mesa apartada, disfrutando del almuerzo que mi tía me había preparado. Según había escuchado a varios alumnos, y por su cara, el menjunje que llamaban guiso estaba igual de horrible que siempre. Agradecía que mi tía no confiara en la cafetería de la escuela. Cada tanto, notaba miradas en mi espalda, y levantaba la vista del artículo que hablaba sobre el funcionamiento de los músculos para sonreírle de forma cálida a esos rostros curiosos, que después de unos segundos, volvían a sus asuntos. Yo volvía a mi lectura. Ese tipo de relaciones había sido así desde que había llegado a Riverdale, y para mí, eran normales. Todo era normal. Excepto...

    Los disparos. Los disparos no son normales. La sangre no lo es. No es normal. No es normal una persona ahogándose en su propia sangre. No es normal el grito maníaco de una persona que acaba de matar a otra. Los músculos de mi cuerpo comenzaron a sufrir espasmos, mientras el sudor frío bajaba por mi frente y mi espalda. Torcía el cuello de forma violenta, batallando contra lo que se estaba despertando dentro mío. Los ojos se me desencajaron, y comencé a hiperventilarme. Miré mi cuchillo, y luego hacia la figura de negro. Tomé el cubierto, y lo así con fuerza, para luego soltarlo, peleando contra el impulso. Peleando contra esa voz. Todos corrían, huían despavoridos por doquier, atropellándose los unos a los otros. Eso no era normal. Ya nada lo era. Volví a mirar a la figura, y volví a agarrar el cuchillo. Seguía sufriendo espasmos, y mi cabeza seguía con sus impulsos violentos. Hasta que...nada. Blanco. Volvía a quedarme en blanco. No podía hacer nada, más que mirar hacia el infinito. Los ojos perdidos. Me había desconectado.

    El grito de un estudiante, que pasaba corriendo al lado mío, me sacó del trance, así como también otro disparo que retumbó en mis oídos. Oculté el cuchillo en mi bolsillo, y salí corriendo de allí, siguiendo a la marea de estudiantes. Necesitaba agua. Necesitaba agua para tomar mi medicamento. Eso era normal. Era normal usar agua para poder tomar tus medicamentos. Arrebaté una botella de agua de una de las mesas, y volví a mezclarme con la multitud. Eso era algo que sabía hacer bien. Eso era normal.

    Apenas llegamos al gimnasio, me dirigí hacia una esquina, cerca de la puerta que daba al patio. Me atraganté con mis pastillas y el agua, haciendo un esfuerzo para que bajaran por la garganta. Mis ojos estaban llorosos, y mi respiración entrecortada. Apoyé la cabeza contra la pared, mientras miraba el suelo con ojos perdidos y exhalaba e inhalaba por la boca. Podía sentir el sudor en la frente, y el cuchillo en el bolsillo. Una mano se estiró hacia la puerta, pero la retiré rápidamente. No, el impulso ya se estaba yendo. Las medicinas lo estaban domando.

    Eso era lo normal.
     
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    Hygge

    Hygge Game Master

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    Victoria "Tori" Strauss

    Sus dedos recorrieron los contornos de su rostro, delineando la comisura de sus labios cuando el último toque de su maquillaje le brindó el resultado que esperaba. Permanecía frente al espejo durante horas cada día, cada mes del año. Maquillando, ocultando, pintando el lienzo blanco, absurdo e insignificante hasta que ya no quedase nada del color original. Y así, cuando finalizaba aquel ritual matutino, cuando ya era capaz de sostenerle la mirada a su yo del espejo por más de tres segundos, sonreía. Practicaba sus sonrisas, escuetas y brillantes, y las convertía en sinceras, hasta que su reflejo al otro lado del espejo le transmitiese felicidad genuina. Hasta que sintiese que se había aprendido el guión por completo, que ya podía salir a escena.

    Su primer y más fiel espectador siempre era su querido padre. Cada mañana le recibía con el desayuno en la cocina, siempre puntual, siempre perfecta ante sus ojos. Los huevos revueltos en su punto; tres trozos de bacon, ni uno más, ni uno menos. El café, con tres terrones de azúcar, siempre lo dejaba para después, cuando ya hubiese tomado asiento, para evitar así que se enfriase. Y él le sonreía, y sus ojos refulgían de verdadera admiración y cariño, volvían a la vida en aquellos instantes en los que la imagen de Victoria se diluía hasta asemejarse a la de su madre. Y para ella, aquella simple expresión merecía por completo la pena. Casi parecía sentir su ovación, los aplausos en su cabeza. Y ella le devolvía la sonrisa, como una humilde actriz al recibir el cariño del público como recompensa.

    —Que tengas un buen día, Corali...

    —...Victoria —le corregía como cada mañana, de manera mecánica, inconsciente. Y con la mano en el pomo de la puerta, mordiendo su labio inferior, agregaba—. Ten un buen día, papá.

    Aquel día, tal y como esperaba, las chicas con las que siempre se encaminaba hacia el instituto la esperaban en la puerta de su casa. Aquella efusividad y el cariño fingido que le profesaban todavía le producía náuseas, pero ella les correspondía con una expresividad apabullante, continuando con la rutina como si esta fuese apreciada de verdad. Y como cada regreso de vacaciones debía escuchar sobre sus amores de verano, así como sus vacaciones en las playas más costosas y prestigiosas, porque debían cuidar su imagen incluso cuando nadie miraba. Y Victoria les contaba acerca de sus viajes, de sus vacaciones y de sus aventuras, despertando la admiración en las demás, aquella asquerosa reputación que hacía que todas ellas se le pegasen como lapas para ganar popularidad, para sentirse respetadas. Todas volvían a dirigirse al comedor, inseparables, almorzando en la zona más prestigiosa dentro del escalafón que conformaba el elenco de Riverdale High a sus ojos, almorzando como cada día, siempre siguiendo la rutina a la que ya estaba acostumbrada.

    La rutina que le brindaba seguridad. La rutina que había pertenecido a mamá.

    Pero aquel grito no estaba dentro del guión.

    Aquel disparo no estaba dentro del guión.

    Aquel personaje, el hombre del grito, ni siquiera pertenecía a su perfecta obra.

    Cuando quiso darse cuenta, se había quedado en blanco frente a los focos. Apenas comprendía cómo había llegado al gimnasio, cómo había guiado a varios alumnos rezagados con ella, evitando que aquel psicópata les hiciese lo mismo que a Martínez. Allí, dentro de aquel lugar, sus ojos no supieron en dónde posarse. Clavó sus uñas sobre la piel expuesta de su brazo, buscando hacerse reaccionar. Su respiración agitada, el dolor de cabeza que la martilleaba, dando vueltas sobre el mismo eje. Escuchaba los gritos y llantos de los alumnos en algún lugar recóndito de su cabeza, pero era otra voz la que parecía gritar desesperada, en un intento por hacerla despertar.

    "¿Qué haría mamá? ¿Qué demonios haría mamá en esta situación?"


    Victoria no sabía hacer nada más que interpretar un papel falso. Y ahora que era el momento de improvisar, de salirse del personaje, no sabía cómo demonios reaccionar. Cuando varias gotas carmín se deslizaron sobre su piel, el chispazo de dolor sobre sus terminaciones nerviosas la hizo reaccionar. Dirigió un vistazo grupal hacia los alumnos encerrados con ella, recordando sus nombres uno a uno.

    —¿¡Estáis todos bien!? —exclamó entonces, buscando con la mirada alguna herida, algún percance sucedido durante la huida hacia el gimnasio. A pesar de la negación de varios de ellos, Tori volvió a insistir—. ¿¡No hay ningún herido más!? Joder, cómo necesitaría un micrófono ahora.

    Se revolvió ligeramente el cabello, respirando hondo, y al ver que nadie parecía realmente necesitar ayuda física, comenzó a barajar las posibilidades que tenían de protegerse de aquel psicópata. Un puto gimnasio no tenía nada para defenderse, y no aguantarían demasiado tiempo atrincherados. Notó que Tyler se dirigía hacia los cajones del gimnasio, y dirigió así sus pasos hacia las puertas que comunicaban con el patio en un momento de lucidez. Antes de abrir la puerta dirigió un rápido vistazo atrás, buscando ayuda con la mirada. Toda ella estaba temblando, a pesar de tratar de liderar la situación con todas sus fuerzas, pero al ver el estado de personas como Logner o Tessa, supo que debía centrarse en hacerlo sola.

    Quizás, y solo quizás, pudiesen pedir ayuda en el exterior, y el aire fresco de la calle les hiciese sentir mejor.


    Hola miss 3k al habla, qué tal
     
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  7.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Aria Everleigh

    Gritos.

    Lo único que podía escuchar a mi alrededor eran gritos, incluso cuando ya estábamos llegando a una zona segura, lo único que podía oír eran gritos. No fui completamente consciente de como llegué al gimnasio, si tenía que ser completamente sincera.

    En un momento estaba encima de la mesa, pensando en que había llegado mi hora y no había nada que pudiese hacer al respecto, y al siguiente estaba en el gimnasio junto a los demás.

    Alguien tuvo que haberme llevado ahí pero era incapaz de centrar mi vista y descubrir quién. Lo único que veía eran figuras borrosas moviéndose de un lado a otro. Supuse que eran estudiantes, pero no podía estar segura.

    Mi cuerpo temblaba y no tenía manera de parar es movimiento. Por mucho que lo intentase abrazándome a mi misma, no podía controlar mi cuerpo. ¿Había... muerto? Jimmy estaba... muerto. Le habían... disparado.

    No era alguien importante para mí, solo era una rollo más, alguien a quien poder utilizar. Había sido tan fácil encandilarle... Y ahora estaba muerto. Había recibido un disparo frente a mis propios ojos. ¡Joder! Tenía su sangre por toda mi cara. No importaba como lo mirase, ¡aquello estaba jodidamente mal!

    Mis piernas no pudieron soportar mucho más mi cuerpo y sentí como acababa cayendo de rodillas, aun abrazándome a mi misma, aun intentando controlar los temblores. Mi vista enfocada en el suelo, lo único que podía ver era el suelo desenfocado. Mis ojos se llenaron de lágrimas y solo pude sollozar, mordiéndome el labio inferior en un intento de controlar el temblor que también había poseído a este.

    Estaba jodida.
    Holi, me alegra que todos penséis en mi niña, eso a ella le gusta aunque esté traumatizada (?)
     
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    El Calabazo

    El Calabazo Y dime, ¿Quién soy yo?

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    ►►Malcom Dumm

    Regreso a clases.
    Levantarse temprano.
    El sonido del despertador golpeando sus tímpanos.
    ¿Mah' ya hizo café?
    — ¿Cinco minutos mas? solo quiero dormir cinco minutos mas... — Decía Malcom mientras intentaba sacarse la baba de encima, había dormido bien, demasiado bien. Escucho la puerta de su cuarto abrirse y a una pequeña ruidosa << Mi sanguijuelita hermanita>> gritándole sobre la Abuela y el desayuno que preparó hace rato y se estaba enfriando ahora.

    Haciendo un gran acto de fuerza de voluntad logro separar su cuerpo de aquellas pesadas y tormentosas sabanas que cubrían su cuerpo de forma fría y cómoda, el infierno hecho algodón. Para luego tambalear al caminar tres pasos para abrir el armario, todavía no habría completamente los ojos, sacó una franela, <<el suéter gris de siempre debe estar por aquí... en algún lado>>

    Bajo las escaleras descalzo para desayunar con la abuela y su hermana pequeña, su madre hacia ya media hora que se fue a su trabajo junto al padre. Waffles, había preparado Waffles su abuelita para el desayuno del primer día de clases. Termino de comer, se llevo la taza de café para tomarla mientras subía nuevamente las escaleras para terminar de alistarse y ahora, finalmente limpiarse los dientes.

    Era un pequeño cambio del orden de actividades usuales, pero Malcom pensaba que era estúpido levantarte y lavarte los dientes de forma inmediata, si luego de diez minutos los tendrías llenos de excesos y sobras de comida del desayuno... es mas higiénico este método nuevo, sin lugar a dudas.

    Se colocó sus zapatos, tomo su morral y antes de salir por la puerta, allí estaba su sueter recién lavado colgando frente a la puerta. Volteo un momento sonriendo pero no vio por allí a su hermana o a la abuela, alguna de las dos tuvo que haber sido. "Gracias" dijo en voz baja susurrante y partió al instituto.


    Por el camino abrió su morral para sacar el walkman, dentro estaba uno de sus mixtapes "The Best Vol. IV" ... ¿En que momento escribí esto con marcador en el papel del titulo? cambiare la cinta adhesiva cuando regrese a casa...


    Luego de las primeras clases, de saludar a un par de monos, llego la hora del almuerzo y saco su flameante sandwich de jamón y queso doble, un alimento digno de dioses y reyes por el que sin duda, alguien podría matar.

    Y Hablando de matar, fue una cosa completamente loca cuando entro aquél sujeto hablando sobre Kriptonita, y un segundo después, al ritmo de In the Army Now, Jimmy fallecía de un disparo a quemarropa.

    ¡La gente gritaba!
    ¡Aria estaba en pánico!
    ¡Mi sandwich estaba delicioso!
    Y luego, luego...
    ¡Auxilio, me lleva la estampida de gente corriendo! ¡A-ayuda!

    Arrastraron a Malcom hasta llegar al Gimnasio, por suerte, el sandwich estaba a salvo. No como Jimmy, Jimmy había tenido mala suerte.

    Vio un poco a los lados, algunos se acercaban a las cajas <<seguramente con material deportivo, ¿que esperan? ¿provisiones? es el gimnasio, no el almacén o el sótano.>> Otros en seguimiento a sus ataques de pánico intentaban inspeccionar si podrían huir a través del patio.

    Luego de revisar las opciones (A) Salir del gimnasio por donde entre > Muerte inminente B) Patio > ¿Muerte? esperemos a que pasen otros C) Esconderme detrás de los asientos y terminar de comer mi sandwich y ver que hacen los otros)

    Sin duda alguna, la C era la mejor de momento.
    La probabilidad de que entraran acribillando personas era alta, pero la posibilidad de que revisaran detrás de los asientos del gimnasio era casi nula debido a la adrenalina del momento. Era lo mas cercano a una verdadera "zona segura" mientras fuera el solo.

    Mientras caminaba para tirarse en aquel espacio cerrado, terminaba de zonar en el Walkman: Sweet Dreams. Ya habían pasado mas de 7 minutos desde el evento del almuerzo.



    Sweet dreams are made of this
    Who am I to disagree?


    — Nope, Malcom, nope... no es buen momento para juntarte con nadie... nope.... me pregunto... ¿Porqué Jimmy?... ¿Porqué ahora?

    Abran paso, que ya llego al rol el usuario favorito de todos por sus delirios :eyebrow: (????)
    #PrayForTheSandwich
     
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  9.  
    Etihw

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    Lilly Ainsworth~

    A través de la ventana abierta se adentraba un fresco y agradable viento que mecía con suavidad su cabello. Agarraba con sus dos manos una de sus nuevas adquisiciones, impidiendo que este le interrumpiese la lectura volteando todas las páginas. Desde hacía ya un rato que se encontraba enfrascada en la lectura, a punto de acabar al fin el libro.

    No, esta vez Lilly no estaba leyendo un manga. Era demasiado arriesgado hacer aquello en un lugar tan público como lo era la biblioteca de su propio instituto. A ella también le encantaban los libros normales, sin ningún tipo de ilustración o dibujo, los que aprovechaba a leer en ese tipo de situaciones.

    De forma algo despistada cogió su botella de agua y dio unos pequeños tragos. El sonido de su estomago hambriento le obligó a coger la barrita que tenía en uno de sus bolsillos, abriendo lentamente su envoltorio para no hacer mucho ruido. No le apetecía comer en el comedor, lleno de ruido y de cuchicheos.

    Un sonido algo lejano pero bien claro hizo que diese un respingo en la silla y que el libro cayese al suelo, provocando que las páginas se arrugasen. Lilly lo cogió, apretando sus labios y arrugando su ceño entre la confusión y la molestia que le causaba ver las hojas así. Pero pronto cerró el libro en cuanto escuchó nuevamente aquel sonido, agachada junto a la mesa de la biblioteca, y guardó con prisas sus pertenencias en su mochila para dirigirse a la salida de la biblioteca.

    Le había dado escalofríos.

    En el pasillo observó a todos los alumnos pasar junto a ella en un gran pánico, gritando cosas que no lograba captar del todo. ¿Jimmy Martinez estaba...?

    "Hay un tirador activo en el perímetro escolar. Código rojo. Repito, código rojo."

    Podía palpar la histeria y los nervios de los demás, y su cuerpo comenzó a reaccionar igual, temblando, tras escuchar las palabras del director. Se sentía repentinamente abrumada y demasiado confusa para siquiera dar un paso. Sus ojos se dirigían de un lado al otro, observando cómo la multitud se comenzaba a dispersar.

    Con cierta dificultad empezó a seguir a algunos estudiantes, buscando refugio como ellos, llegando así hasta el gimnasio. Se quedó junto a la puerta cerrada, insegura de si estuviese o no bien cerrada. Lo comprobó varias veces, y al estar segura de ello se alejó unos pasos, viendo el panorama. Todos los estudiantes se veían horrible, pero una persona en particular... estaba cubierta de sangre.

    Tragó duro. Definitivamente no escuchó mal. Jimmy... había muerto. Así, de la nada. ¿Por qué? ¿Por qué ocurrió algo como esto? ¿Qué pretendía aquel tirador?

    Se abrazó a sí misma, avanzando con cuidado entre los estudiantes evitando todo contacto visual. Y, con lentitud, había llegado casi al lado de Aria. No era como si hubiesen entablado una conversación más de un par de veces ni tenían confianza entre ellas, pero sentía que no podía dejarla allí, tirada en el suelo, cubierta en lágrimas y sangre.

    Se sentó a su lado sin decir nada, dejando su mochila a un lado. De uno de sus bolsillos cogió su pañuelo, y mirándola de reojo se lo acercó. Quizá podría limpiarle ella misma la cara, el cabello y su cuello, pero sintió que eso sería adentrarse demasiado en su espacio personal. Quizá aquello, en su estado, sería todavía más abrumador.

    Así que tan solo se quedó allí, callada, con la mano en el aire.
     
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    Ceci

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    En efecto, los viejos y desgastados cajones guardan poco más que uniformes de décadas anteriores, totalmente desactualizados, que huelen a humedad. Revolviendo entre los mismos has podido ecnontrar, en el fondo y totalmente sepultado entre esas playeras olvidadas, un bate de béisbol metálico que parece estar casi o más olvidado que las prendas por la cantidad de manchas de óxido que porta encima. ¿Podrá resultarte útil o se deshará ante el primer intento de golpe?

    Cando intentas abrir las puertas te das cuenta de que solo puedes hacerlo un par de centímetros, pues al otro lado de las mismas, alguien ha trabado las perillas con unas cadenas gruesas que han sido atadas con un gran candado. No parece ser una cadena fuera de lo normal, nada que no haya sido visto antes, pero... tanto las cadenas como el candado brillan de una forma muy inusual. Brillan... brillan como el metal cuando está nuevo... ¡no! Son, de hecho, cadenas totalmente nuevas, quizás compradas recientemente, y a juzgar por el hecho de que las puertas del gimnasio tienen sus propias cerraduras para trabarlas sin la necesidad de cadenas... parece ser algo extraño. ¿Alguien las habrá puesto ahí por algún motivo? ¿Alguien... no quiere que escapen del gimnasio?


    ------------♥------------​



    Janna Harris

    Aún podía sentir los disparos retumbando en su cabeza, tal y como si se tratara de una especie de cassette reproduciéndose a sí mismo una y otra vez, como si tratara de analizar lo que había pasado para encontrarle alguna clase de sentido. Boys being boys, Aria siendo Aria...

    Aria.

    Giró su cabeza hacia la rubia tan pronto aquel nombre se escuchó más fuerte en sus pensamientos que las propias explosiones de las armas, y no pudo evitar tragar grueso al ver su ropa ensangrentada. Si otra hubiera sido la situación se habría sentado allí mismo al ver tanto Chanel arruinado, pero no había tiempo de llorar, mucho menos de sentarse a contemplar las desgracias.

    '¿Tienes algo para el dolor de cabeza, Janna?'

    Se giró sobre su torso para ver a Adam mientras se inclinaba frente a Everleigh, alzando una ceja, prácticamente incrédula. ¿Acaso este niño de mamá estaba pidiendo una aspirina en medio de un tiroteo? ¿En serio se daba el lujo de detenerse a pensar en sus nanas cuando había un maniático con un arma matando personas entre los muros de la escuela?

    «Recuerda que cargó a Aria hasta aquí, Janna» pensó y suspiró, tratando de contener sus instintos primitivos y tragarse el sarcasmo que ya le dolía en la garganta, queriendo salir.

    'Hay un tirador activo en el perímetro escolar. Código rojo. Repito, código rojo.'

    Al carajo con mantener la compostura. Si iba a morir pronto a manos de un desquiciado entonces no se iba a guardar un último comentario sarcástico para la tumba, ¿o sí?

    —Oh, lo siento, cariño —le contestó, dándole la espalda por fin, dedicándose a Aria y al hecho de que aquella chiquilla, Lilly, se había manifestado de la nada frente a ellas, sosteniendo un pañuelo—. ¿Acaso olvidé quitarme el disfraz de farmacia esta mañana?

    Menudo imbécil. ¿De dónde se suponía que iba a sacarse analgésicos en semejante situación? Hombres...

    Chasqueó un par de veces la lengua mientras negaba lentamente con la cabeza, estirando una de sus manos para quitarle el cabello pegoteado del rostro a Aria, poniéndoselo detrás de la oreja. Si no le quitaba esa mugrosa sangre de la cara antes de que terminara de secarse iba a terminar vomitando su propia bilis de recordar cómo fue que la rubia había terminado por convertirse en la más reciente representación de Carrie.

    Así fue como tomó el pañuelo de las manos de Lilly. No se dignó a mirarla, tampoco a nombrarla, pero no tenía ningún motivo para comportarse grosera con ella.

    —¿Cargas agua en el bolso? —le preguntó en voz suave, envolviendo dos de sus dedos con la tela del pañuelo, tratando de limpiar las zonas que aún estaban frescas—. Esto de aquí no saldrá con un pañuelo seco.

    Primero necesitaba ocuparse de Aria antes de poder ocuparse del resto.
     
    Última edición: 28 Agosto 2019
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    Nekita

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    Tyler “Ty” Hicks

    Revolvía con estrés y demasiada imprecisión por el continuo temblar de sus manos. Había visto muchas cosas en el sur, desde pelas entre estudiantes con alguna que otra arma blanca a peleas entre miembros de pandillas frente al instituto, pero jamás en su vida se había envuelto en un sitio con riesgo a que le volaran la cabeza y ahora, ahora estaba en una escuela donde estaba seguro que un loco probablemente no lo veía como alguien bienvenido.

    ¿Cuántas eran las posibilidades que hubiera una bala a su nombre solo por ser aquel chico del sur?

    Tuvo que detenerse un momento para tranquilizarse, apretando sus puños en el filo del cajón con sus ojos fuertemente cerrados para tratar de respirar lo más lento que podía, de convencerse que no iba a terminar tendido en el suelo cubierto de su propia sangre imaginando que, de igual forma, no habría nadie que lloraría el hecho de que terminó muerto en un tiroteo de Riverdale y tampoco es que fuera a importarle a la gente de allí. Y lo imaginaba perfectamente, el director de Riverdale High solo dando unas palabras de pena ante los estudiantes fallecidos y ellos recordando a aquellos que realmente pertenecían a la escuela en cuestión, siendo olvidado prácticamente olvidado en cuestión de unos días.

    Suspiró.

    Tenía que concentrarse.

    Siguió apartando aquellas camisas desactualizadas de los equipos y finalmente encontró algo que le dio un poco de esperanza: un bate de béisbol. Un oxidado y feo bate, pero algo a fin de cuentas algo que podían usar si es que... podían acercarse a ese tirador lo suficiente y realizar un muy buen golpe que valiera la pena, puesto que esa cosa realmente no parecía en lo absoluto resistir más de uno. Finalmente se dignó a ver hacia los demás de una forma un poco más detallada y lo que estaban haciendo cada uno, que en realidad, no era realmente mucho a decir verdad, pero, ¿quién podía culparlos?

    —¡Rubia! —Apuntó con el bate hacia Victoria con un gesto serio en su intento de esconder la preocupación, ella era la única persona que podía considerar como un poco menos congelada —, el patio, di algo. ¿Podemos salir de aquí, esta afuera despejado?

    ¿Tendrían que encerrarse? ¿Correr por el patio? ¿Esperar a la policía?

    Necesitaba respuestas rápidas.

    No quería morir allí, no de esa forma ni a esa edad.
     
    Última edición: 29 Agosto 2019
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    Zireael

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    ♠ Tessa "Tess" Myska ♠

    No tenía ni la menor idea del tiempo que había pasado desde que se habían encerrado en ese maldito gimnasio, que de repente se le antojaba ridículamente parecido a una tumba gigante.

    No.

    Una fosa común.


    Apretó las hojas entre sus manos de nuevo, retorciéndolas, y casi pudo jurar que se había cortado con el papel por el ardor que sentía en alguna parte de la palma de sus manos; sin embargo, de su boca brotó una risa ronca, un sonido extraño, que casi no logró asociar a sí misma, algo salido de lo más profundo de sí, con una resignación que no terminaba de encajar con el impulso de supervivencia que la había hecho correr.
    Alzó la mirada por fin, separándola de las hojas hechas un rollo entre sus manos, y la dirigió hacia Aria. La odiosa Aria... cubierta de sangre.
    Janna intentaba limpiarle el rostro con un pañuelo que una bonita castaña parecía haberle extendido a la rubia.
    Su propia saliva había tomado un gusto amargo en su boca.

    Su mirada se deslizó entonces a la puerta del patio, deteniéndose un breve instante en Logner sin saber qué hacer porque parecía absolutamente sobrepasado por la situación, pero sus ojos siguieron avanzando hasta que dieron con... ¿Victoria? Eso. Ese era su pase de salida, el patio, pero la rubia apenas y empujó la puerta unos centímetros; no sabía si de repente la impresión la había vencido luego de estar chillando para ver si habían heridos o si... o si era que no había logrado abrir la puerta.

    Se levantó, sintiendo el mundo darle vueltas alrededor por un momento, y avanzó hacia ella esquivando a los demás estudiantes, sin siquiera darse cuenta de que había estado sudando y tenía hilos de cabello pegados al rostro. Cuando estaba por llegar a la famosa puerta y a Victoria, vio el bate que apuntaba a la chica y al joven moreno que hacía la pregunta que ella deseaba hacer también.

    —Hey. —La llamó también, haciéndole segunda a Tyler, a la vez que aflojaba por fin el agarra alrededor de las hojas arrugadas para dirigir sus manos a sus caderas, recuperando la actitud ciertamente soberbia que podía caracterizarla hasta en la peor de las situaciones—. ¿Qué tan mal pinta la situación entonces con esa condenada puerta?


    Bueno ya está, me largo (?)
     
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  13.  
    Hygge

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    Victoria "Tori" Strauss

    Contuvo el aliento, su cuerpo empujando las puertas que la separaban de su ansiada libertad, las voces de los estudiantes martilleando su cabeza, insistentes. Cuando la luz se filtró por el espacio que consiguió entreabrir y el aire fresco del exterior acarició su piel, una pequeña chispa de esperanza se instaló en su pecho y empujó con más fuerza, impaciente.

    Pero un ruido sordo, metálico, hizo que la puerta frenase en seco su movimiento, y Victoria chocó ligeramente contra su superficie, notoriamente contrariada. No tardó ni dos segundos en volver a empujar, para ser frenada una vez más contra aquel muro invisible, contra aquel ruido estridente. Tori apenas era capaz de pensar con claridad, y sus manos se cerraron en puños con fuerza, insistente, desesperada. Dejó escapar un pequeño grito de frustración que se perdió entre el bullicio, las palmas apoyadas sobre la puerta y su cuerpo inclinado hacia delante, conteniendo con todas sus fuerzas las ganas de echarse a llorar. Envidió por un momento a aquellos que simplemente se limitaban a ello.

    Frustrada, impotente, asustada. Aquel nudo se retorcía en su garganta y apenas era capaz de boquear por aire, aire que comenzaba a quemarle los pulmones.

    "¡Rubia!"

    Tori abrió los ojos, aturdida, y se giró hacia el origen de aquella voz de forma mecánica, como si hubiese salido de una especie de trance, como si volviese a respirar de nuevo después de un lapso eterno. Tyler le dirigía una mirada severa, apuntándola con lo que parecía ser un bate oxidado, y su mente en blanco por un instante decidió arrebatarle la capacidad de hablar.

    "El patio, di algo. ¿Podemos salir de aquí, esta afuera despejado?"

    Mordió su labio inferior, respirando con notoria dificultad a pesar de lograr mantenerse estable. Se sintió incapaz de derrumbar su única esperanza, y mucho menos cuando Tessa también se acercó a ellos, buscando confirmar sus sospechas.

    "¿Qué tan mal pinta la situación entonces con esa condenada puerta?"

    Horrible. Nefasta. Imposible.

    ¿Había dicho ya horrible?

    Se iban a ir a la mierda.

    —Estamos encerrados —logró articular entonces, con una claridad abrumadora. Una de sus manos sostenía su muñeca contraria, deteniendo el temblor de esta en contraste con el resto de su cuerpo. Necesitaban seguridad, que alguien pareciese saber lo que hacía. Tori necesitaba darles estabilidad—. Alguien ha cerrado las puertas con una cadena bastante nueva, probablemente todo esto estuviese friamente calculado.

    >>Tyler —se giró hacia el chico, apuntando hacia su bate con la cabeza—. ¿Crees que eso aguantará más de un golpe? Podemos intentar romper la cerradura, pero nos arriesgaríamos a destrozar nuestra única arma.

    Lo dudaba fuertemente a juzgar por su aspecto, pero no se le ocurría otra opción de momento. El pulso palpitante en su frente tentaba con hacerle perder los nervios. Respiró hondo, echando un vistazo general al gimnasio al completo. Debía haber algo que pudiesen usar, al menos para reforzar y trancar la puerta principal.
     
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  14.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Logner Gankse

    Respiré de forma calmada, metódica, pausada, mientras sentía como todo mi cuerpo se iba entumeciendo, cediendo a los efectos de las medicinas. Levanté el rostro al techo, los ojos cerrados, mi mano todavía apoyada en la pared, mientras sentía como los últimos rastros de sudor me caían por la frente. Por un segundo, pensé que iba a volver a espaciarme, pero seguía sintiendo todo lo que ocurría alrededor mío. Escuchaba los gritos del resto del alumnado, podía ver varios rostros asustados, otros serios. Había una chica llena de sangre, que parecía estar atendida por varias personas. Otro tenía un bate, bastante oxidado. Parecía rasposo, como la textura de la pared en la cual se apoyaba. Era lo único que habían encontrado en las cajas, al parecer. Lo único que tenía utilidad, al menos.

    A su alrededor solo había caos. Puro caos. Tan solo un par de personas estaban calmadas, y una de ellas había decidido ocultarse tras las gradas para seguir comiendo. ¿Sería eso lo mejor? Tal vez. Pero no había lugar para todos para ocultarse. Seguramente un par podrían salvarse, si lograba entrar aquí. Pero ¿iba a lograr entrar aquí? Tal vez. Había muchos tal vez. El problema era que ese tal vez fuera más un seguramente, después de escuchar lo que decía Tori sobre el candado y la puerta. Sí, escuchaba. Todavía no me había ido.

    Esto parecía planeado, habían dicho. No se podía escapar al patio, y estaban encerrados en el gimnasio. Como ovejas en un corral, en rumbo al matadero. Mi boca se torció un poco ante esa analogía. Había sido algo oscura. Volví a mirar para todos lados. Tenía que ayudar. Tenía que hacer algo. Pero ¿qué hacer? No podía hacer nada. Era inútil en estos momentos. A menos que...

    — Disculpa, ¿puedo tomar esto prestado?— inquirí hacia Ty, señalando el bate, con voz baja y tímida. Sin embargo, no esperé respuesta, y le arrebaté el bate.— Lo siento, lo necesito. Lo necesitamos.

    Me dirigí hacia la puerta, aferrando el bate con ciertas manos temblorosas. No estaba bien arrebatarle a la gente las cosas de la mano, pero quería hacer algo. Necesitaba hacer algo. O si no, el impulso volvería. Ellos volverían...

    — Permiso, necesito espacio.— dije a Tori, moviéndola suavemente con la mano. Me puse en posición, y levanté el bate sobre mi cabeza. Me giré hacia la gente que había allí, sonriéndoles como de costumbre, para luego mirar hacia el frente, y decir con voz temblorosa— Si...si el bate se rompe, que lo dudo, porque a menos que tenga años y años sufriendo ante el óxido constante, debería mantener suficiente integridad, todavía puede usarse como arma.

    >> Si...si se rompe, no lo hará de forma limpia, y no se haría añicos. No...no es de cristal. Quedarán puntas en cada lado, que pueden usarse para apuñalar, en caso de que sea necesario. Además, todavía se podría usar para golpear. De por sí, no importa el rango que tuviera anteriormente, porque el otro tiene una pistola. Sería lo mismo.

    Los volví a mirar, con otro intento de sonrisa tranquilizadora.

    — Lo siento por decir esas cosas. Solo quería tranquilizarlos, y quería hacer algo. No quiero que nadie más muera. Ya no.

    Inspiré con fuerza, y bajé el bate hacia el candado con toda mi fuerza y el peso que tenía. No tenía muchos kilos encima, pero sí bastante fibra. Denso era, y no solo de mente.

    Perdón Neki por robarte el bate :( Sé que no fue lo mejor, pero Logner está desesperado por hacer algo. Mierda que me siento mal por esto xD
     
    Última edición: 30 Agosto 2019
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    Nekita

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    Tyler “Ty” Hicks

    "Estamos encerrados. Alguien ha cerrado las puertas con una cadena bastante nueva, probablemente todo esto estuviese friamente calculado."

    Las malditas palabras que no quería escuchar y que, probablemente no hubiera estado sosteniendo el bate sus manos simplemente no hubieran podido evitar temblar de todo lo que eso significaba. Lo habían hecho apropósito, aquella persona muy bien que todos podrían terminar allí y por ende terminó tapando su vía de escape para tenerlos allí como los animales acorralados que solo esperaban su inminente muerte.

    Alguien realmente quería llevarse la mayor cantidad de personas posibles al encadenar las puertas.

    Su respiración comenzó a acelerarse ante la idea de sentirse más y más acorralado con menos posibilidades pasando por su cabeza, salir por la puerta delantera ya no le parecía una opción puesto que ni siquiera sabía si el tirador se habría terminado mezclando con los estudiantes, si habría esperado a que todos se acumularan aquí, si ya estaba caminando hacia donde se encontraban. Nada le parecía correcto más que esconderse probablemente detrás de las gradas y rogar que fueras lo suficientemente invisible o que el tirador estuviera suficientemente ciego para no verte para sobrevivir a lo que ya estaba visualizando como una masacre.

    "Tyler" Finalmente salió de sus pensamientos, regresando su vista a Victoria con su gesto todavía bastante serio "¿Crees que eso aguantará más de un golpe? Podemos intentar romper la cerradura, pero nos arriesgaríamos a destrozar nuestra única arma."

    —¿Qué? —De forma casi inmediata movió su cabeza de lado a lado mirando de reojo a aquel bate —No creo que aguante demasiado, esta cosa estaba enterrada entre varios uniformes bastante viejos, quizás un golpe a una persona pero una cerradura nueva no creo que...

    Fue entonces cuando una tercera voz entró a la conversación y antes de que lo pensara el bate había sido tomado de sus manos, ¿"lo necesitamos"? ¡Claro que lo necesitaban! Por eso había sido uno de los pocos que había estado buscando algo que les sirviera mientras la mayoría se notaba como zombie en las grades o como hormigas yendo de un lado a otro con un comprensible pánico.

    —¡Hey! —Intentó seguirlo para volver a traer su bate de vuelta pero toparse con estudiantes preguntandole lo mismo que Victoria le había dicho con mucha mas desesperación, impidiendo su paso hasta que prácticamente tuvo que hacerlos aun lado para también aproximarse la puerta, logrando ver aquella sonrisa que entendía más como disculpa y aquella última frase antes de verlo dirigir el bate hacia las cadenas.

    "...Fuck."

    Que ese jodido bate resistiera y no se rompiera en vano. Y si lo hacía, que lo pudieran seguir usando, porque si no, estaban bastante jodidos.

    Sorry por este post pero me parecía coherente porque... no habria otra forma de que Ty le dejara ir a pegarle a las cadenas sin querer arrebatarle todo xD
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Aria Everleigh

    Estuve sollozando por un buen rato, olvidándome por un momento que a mi alrededor los demás alumnos estaban también asustados, o quizás buscando alguna manera de salvarnos. Lo cierto es que era incapaz de pensar en nada de eso, lo único que sentía era mi cuerpo temblar y una terribles ganas de llorar y no parar nunca.

    ...

    No sé muy bien cómo, pero finalmente en algún momento logré tranquilizarme levemente. Los sollozos disminuyeron y mi vista poco a poco volvió a centrarse, incluso fui capaz de distinguir algunas voces y lo que decían.

    Fue entonces que me percaté de las dos personas que se habían posicionado a mi lado. Noté el tacto suave de Janna apartando mi pelo y limpiándome la sangre con un pañuelo, y noté el movimiento de otra chica, Lilly, buscando algo en su bolso. Supuse que buscaría el agua que Janna le había pedido.

    Solté un suspiro con voz trémula, intentando recuperar el control de la situación. Jimmy había sido asesinado, sí, pero... ahí estábamos todos vivos y debíamos hacer lo posible por mantenerlo así.

    Me limpié como pude los ojos y miré a Janna, asintiendo levemente con la cabeza.

    —G-gracias... —murmuré, mi voz algo pastosa.

    En una situación normal, no me agradaría tener que agradecerle la ayuda a Janna Harris... pero aquello no era una situación normal.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    ♠ Tessa "Tess" Myska ♠

    Alguien ha cerrado las puertas con una cadena bastante nueva, probablemente todo esto estuviese fríamente calculado.

    Otra risa ronca se le escapó contra su voluntad, porque aquellos cada vez pintaba peor, porque al final resultaría ser que el gimnasio sí era una fosa común. Bufó para sí misma y no pudo evitar dar un respingo cuando Logner se acercó a ellos, teniendo en cuenta el estado en que estaba el muchacho cuando había reparado en él.

    Disculpa, ¿puedo tomar esto prestado?

    Había tomado el bate que Tyler tenía en las manos, a pesar de que su propio pulso había temblado ligeramente, hizo a un lado a Tori y comenzó a explicar lo que podía ocurrir con el bate en caso de fracasar, con completa razón. No se haría polvo, se fracturaría como un hueso y conservaría puntas que servirían para apuñalar a alguien, sin embargo, ese alguien tenía un arma.
    Aún así, incluso con conocimiento de ello, lo escuchó con atención.

    —Toda tuya entonces. —Se apartó un poco, viendo como Logner bajaba el bate contra la cadena.

    Si esa mierda de bate herrumbrado se rompía, tendrían un argumento más para perder las esperanzas.
     
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    Ceci

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    Aunque las luces se encuentran totalmente apagadas por alguna razón, aún puedes ver la mayoría de la situación a través de la luz que se cuela por los ventanales que están próximos al techo, a varios metros por encima de ti. Logras ver lo que esperabas ver en una situación como esta: alrededor de treinta personas en pleno pánico, a su propia manera. Algunos orbitan a Aria y la miran como si estuvieran esperando alguna clase de explicación, otros hablan en secreto entre ellos, como si hubiera cierta clase de confianza, y hay alguien en particular cuyo comportamiento sobresale del resto; está tranquilo, sentado sobre una pila de colchonetas, y acaba de guardar un papel en su bolsillo mientras bosteza. ¿Quién siente sueño en una situación así? Lo reconoces luego de verlo por unos segundos, pues cómo olvidar el mejor promedio de tu clase: Thomas Mayer.

    El bate ha aguantado el primer golpe, así como también parece haberlo hecho el candado. Apenas has hundido el metal del mismo, y parece que has aflojado un poco las cadenas como para abrir más la puerta, lo suficiente como para estirar un brazo por afuera, pero no para que pase una persona. Parece que vas a estar en esto un buen rato si lo sigues intentando, pero el ruido que has generado ha sido bastante intenso. ¿Lograrás romper el candado antes de que te escuche el tirador y sepa exactamente dónde están escondidos la mayoría de los estudiantes?
     
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    Hygge

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    Victoria "Tori" Strauss

    Apretó los dientes ante la negativa de Tyler, y los mecanismos de su cabeza comenzaron a moverse una y otra vez, buscando otra alternativa. Sobreexigiéndose a pesar del dolor de cabeza y de la ansiedad acumulada en su pecho. Su atención recorrió en aquellos escasos segundos el gimnasio, y a pesar de la baja iluminación pareció reconocer a alguien en la distancia. Alguien que, por su aparente tranquilidad, podía ser de ayuda entre aquel mar de gritos y desesperación.

    "Permiso, necesito espacio".

    —¿...Eh? —su voz apenas salió en un susurro inaudible, tomada por sorpresa. Dio un paso hacia atrás de forma automática al divisar a Logner tan próximo a ella, confusa, pero al ver el bate entre sus manos entendió lo que estaba por hacer. Mordió su labio inferior, sin apartar la mirada de la puerta—. Adelante.

    El golpe resonó por todo el gimnasio, y el eco metálico se repitió una y otra vez en sus oídos, alertando a los presentes. Contuvo el aliento, su mirada enfocándose ahora en la puerta principal. Eso había sonado fuerte. Demasiado fuerte. Si seguían así iban a acabar delatándose de inmediato.

    —La puerta —fue lo primero que logró decir, por un segundo su mente se había quedado en blanco. Colocó su mano sobre el brazo de Logner, pidiéndole con la mirada que se detuviese, y se volvió hacia Tyler y Tessa—. Si sigues golpeando, nos vas a delatar a todos. Después de ese ruido deberíamos reforzar la seguridad de la puerta. Yo iré a buscar más ayuda.

    Y sin aguardar un solo segundo, porque ya no les quedaban apenas, comenzó a abrirse paso entre la muchedumbre hacia el joven sentado sobre las colchonetas. Lo recordaba bien, era Thomas Mayer, el mejor promedio de su clase. Conociéndole, y viendo la sangre fría que parecía tener en aquella extrema situación, podría serles de gran ayuda.

    —Thomas —le llamó una vez estuvo cerca de él, inclinándose a su lado mientras trataba de tranquilizar su respiración. Necesitaba sonar convincente frente al resto—. Este es tu momento para brillar de nuevo: ¿alguna idea de qué hacer ahora?
     
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    Ceci

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    Thomas Mayer, quien se encontraba bastante entretenido buscando algo entre sus bolsillos, se da vuelta a mirarte sin el mayor de los intereses, y logras divisar un atisbo de confusión en sus ojos; no está confundido por la situación, sino que lo notas confundido por tu pregunta, por el hecho de que le estés hablando, como si no compartiera tu preocupación por la situación en lo absoluto.

    Luego, cuando encuentra lo que estaba buscando, hace una breve pausa mientras alza una ceja, mirando el paquetillo en su mano por unos instantes para después devolverte la mirada.

    —Se me ocurre que debería encender esto pero no he traído un encendedor —te contesta, refiriéndose al cigarrillo casero que ahora sostiene entre sus dedos.

    Algo extraño le ocurre a Thomas, piensas, porque esta actitud no concuerda en lo más mínimo con lo que recuerdas de él: un estudiante completamente aplicado, sumamente correcto, con un código de vestimenta impecable y que jamás de los jamases se le ha visto romper las reglas escolares. ¿Por qué trae puesta ropa que parece que hace días no se lava, el cabello sucio y despeinado, y totalmente extraño a lo que recordabas del anterior año escolar?

    ¿Qué le habrá pasado a Thomas Mayer en sus vacaciones de verano para que cambiara tanto?
     
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