¡Sneasel en el poke-festival!

Bienvenidos, éste fic fue escrito para la actividad "Pokémon Am I", además, me basé en un capítulo de un anime que estoy viendo.

La historia constará de dos capítulos, aunque se suponía que sólo iba a ser uno ^^U

Sin más preámbulo, comencemos:

¡Sneasel en el poke-festival!
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Durante la noche, en lo profundo de un bosque, alguien sostenía una esfera azulada, y, después de contemplarla durante unos segundos, sonrió de manera siniestra.

–Esto tiene que funcionar –exclamó, haciendo una pausa, mientras en el suelo se formaba lentamente un círculo de color azul, en cuyo centro se dibujó la figura de un Haunter–. Esfera, escucha mi llamada; ábrete, ¡Yo te lo ordeno! –De repente, la esfera comenzó a brillar a la par de aquel círculo en el suelo, hasta que de pronto disparó un rayo de energía amarillo hacía el cielo durante unos segundos, para después desvanecerse.

–Vale –dijo la figura, mirando al cielo estrellado y después comenzando a andar hacía las afueras del bosque–, mi trabajo aquí ya está hecho.




Durante la mañana, frente a una cafetería en una pequeña ciudad, un joven delgado vestido con una playera roja y chamarra negra conversaba serenamente con otras dos chicas, rascando ocasionalmente su cabello castaño cuando quería dárselas de modesto, haciendo además comentarios que lo hacían ver como un sujeto frío, centrado y analítico.

Esa era la fachada que, Kobayakawa Sena, un estudiante de primer año de preparatoria, se había creado. La verdad es que Sena, a sus dieciséis años, siempre había sido el chico de los mandados, yendo y viniendo de aquí para allá una y otra vez, realizando los mandados que los otros chicos le encargaban todos los días, hasta que al entrar en la preparatoria logró, a base de engaños y actuaciones, convertirse en lo que algunos llaman “un chico popular y enigmático”, aunque dicha condición no estaba exenta de problemas.


–¡Allí está! –gritó un corpulento muchacho de chaleco verde y playera azul, quien con su bate de metal les señalaba a un numeroso grupo de adolescentes la ubicación del joven de chamarra negra– ¡Es él! Él fue el que se las dio de chulo y se agarró a golpes con nuestros compañeros ¡Vayan por él! –ordenó, apuntando de nuevo con su bate, movilizando así a toda su pandilla.

Sena, que se había percatado de la presencia de aquellos chicos apenas hacía un momento, se despidió improvisadamente de aquellas chicas, tratando de parecer que tenía muchos asuntos pendientes.

–Las veo luego chicas, cuídense. –Se despidió con aquellas palabras y emprendió una caminata despreocupada, mientras se llevaba las manos a la nuca y daba vuelta en la esquina más cercana. Al percatarse de que nadie lo veía, comenzó a correr sin rumbo alguno, con el único objetivo de huir de sus perseguidores.

Ciertamente era rápido, después de todo, sus piernas se habían fortalecido después de recorrer las mismas rutas una y otra vez haciendo mandados para los demás, sólo que ahora las usaba para lucirse, huir o en casos extraños, para pelear.

Siguió corriendo hasta que su pantalón se quedó atrapado en un pedazo de reja en un callejón, rompiéndose parte de la tela y cayendo el chico al suelo. Sena contempló desde el suelo la tela azul incrustada en la reja y se levantó rápidamente para no ser alcanzado; más al salir del callejón vio a la distancia a sus perseguidores, quienes, a juzgar por sus expresiones, también lo habían visto.

–¡Maldición! –se quejó mientras retrocedía lentamente– Todo por meterme donde no me llaman; ¿Quién diría que una pequeña discusión terminaría así? Además, ni siquiera lancé un maldito golpe –exclamó rememorando como simplemente se había limitado a evadir puñetazos y a ver como se golpeaban entre ellos, creyendo que con su velocidad podrían atinarle.

Rio levemente antes de intentar regresar por donde venía, pero un fuerte batazo en la espalda lo hizo caer.

–Je je je –se escuchó detrás de Sena– ¿Enserio creías que seríamos lo suficientemente estúpidos como para dejarte escapar por el otro lado? –El chico del bate lo pateó fuertemente en el estómago, al tiempo que reía estridentemente– ¡Al parecer eres más tonto de lo que creía!

Intentó asestar otra patada, más esta fue evitada rápidamente por Sena, quién se puso de pie como si nada.

–Ciertamente esperaba que fueran lo suficientemente idiotas como para no notarlo –admitió descaradamente–, pero eso no impide que pueda vencerlos con facilidad. –alardeó, a pesar de saber que aún con sus poderosas piernas, no podría escapar por un callejón tan angosto y con tanta gente; y más aún de que, con toda certeza, no ganaría una pelea a golpes.

–¿Con que muy seguro, no? –le dijo furioso aquel chico– ¡Pues te mostraré quien es el más fuerte! –Alzó el bate rápidamente e intentó golpear a Sena, más cuando este se disponía a esquivar el golpe, un enorme rayo de energía cayó del cielo, cubriendo por completo a Sena y mandando a volar el bate de metal varios metros en cuanto entró en contacto con aquella energía.

Cuando después de unos segundos el rayo se desvaneció, Sena había desaparecido.



Era mediodía en el pueblo pokémon de Villa Teikoku, un lugar rodeado de un pequeño, pero espeso bosque, el cual conectaba con otras villas.

El Sol resplandecía con fuerza y sus rayos se reflejaban en cada hoja del bosque, iluminándolo por completo, lo cual le daba un aspecto agradable y sereno; muy diferente al que se respiraba por la noche, cuando la espesa vegetación lo volvía un laberinto enorme y completamente oscuro, solamente iluminado por la tenue luz Lunar.

Debajo de uno de sus numerosos árboles dormía plácidamente un curioso pokémon que no era originario del bosque ni de sus cercanías: Un pequeño Sneasel que se movía ocasionalmente, como si soñara que huía de algo. Siguió durmiendo hasta que el Sol alcanzó su punto más alto y su luz fue demasiada molesta para el pokémon de tipo hielo, despertándolo irremediablemente.

Abrió los ojos lentamente y se incorporó con la misma lentitud, soltando un bostezo y percatándose, ya bien espabilado, de que no tenía el cuerpo de un humano.

–¡¿Pero qué rayos pasa?! –gritó incrédulo, examinándo una y otra vez cada parte de su ahora minúsculo cuerpo, hasta que al fin aceptó, con mucho pesar, que tenía el cuerpo de un pokémon.

–Tiene que haber una explicación –comentó delirante– ¡Ya sé! –exclamó, después de unos segundos, chasqueando los dedos– Seguro aquellos tipos me han molido a golpes y ahora estoy inconsciente en el hospital ¡Sí, seguro! –intentó en vano despertarse una y otra vez, hasta que se dio por vencido– Tal vez ha sido peor de lo que he imaginado y me han dejado en coma, es por ello que no puedo despertar; si es así, me he metido en un lío muy gordo. Seguro mi familia debe estar muy preocupada y, lamentablemente, no puedo hacer nada. –Así, siguió durante un rato con sus cavilaciones, hasta que un Mankey apareció columpiándose por encima de su cabeza sin prestarle la más mínima atención, más Sena sí que le había visto.

–¡Oye, espera! –le gritó el pokémon siniestro, haciendo que el Mankey se detuviera al instante; no era muy común que alguien osara hablarle así a un Mankey, y él se lo iba a hacer saber.

–¿Pero con quién crees que estás hablando? –le preguntó molesto el pokémon mono– No puedes ir por la vida hablándole así a tus superiores –Tomó aire y adoptó una pose ridícula de superioridad–. Después de todo soy uno de los pokémon más fuertes y bravos que existen, ¡Un Mankey!

–¿Un Monkey?

–Monkey no imbécil, ¡Mankey!

–¿Monkey?

–¡Mankey!

–¡Monkey!

–¡Es Mankey! ¡Mankey, Mankey, Mankey! ¡¿Qué parte de eso no entiendes?! –le preguntó furioso.

–…..¡Monkey! –exclamó contento Sneasel.

–¡AHHHHH! –exclamó furioso el pokémon mono, quien lanzó un devastador Puño Dinámico hacía Sena con el afán de debilitarlo; más el pequeño pokémon siniestro lo esquivó con un ligero movimiento de cabeza, fruto de sus nuevos reflejos más que nada.

Esto sacó de sus casillas al pokémon mono, quien comenzó a lanzar una ráfaga de ataques –siendo la mayoría Puños Dinámicos–, los cuales nunca acertaron debido a la gran agilidad y reflejos de Sneasel.

Sin saberlo, Sena se había vuelto una mezcla de lo que era y de lo que fingía ser: Un corredor nato con grandes reflejos, cuya personalidad, reflejada en sus tipos elementales, era fría y siniestra.



–¿Ya os has cansado? –preguntó con tono burlón el pequeño Sneasel, mientras se acercaba al Mankey, quien se encontraba jadeando de cansancio y a punto de caer de agotamiento. Más de repente, éste último lanzó un Puño Dinámico desesperado en forma de Upercut, cogiendo por sorpresa a Sena y tumbándolo al suelo irremediablemente.

–¿Ahora quien está cansado? –se burló el mono, quien se disponía a deshacerse del pokémon siniestro; sin embargo, recordó que a su equipo de “Pokéamericano” le faltaba un corredor y que, aunque no quisiera admitirlo, Sneasel era el sujeto indicado para el puesto.

Tomó al inconsciente pokémon y comenzó a arrastrarlo hacía la Villa Teikoku.

Después de quince minutos de ir a rastras por el suelo chocando con piedras y plantas, al fin Sena recuperó el conocimiento, y, viendo su posición actual, comenzó a gritar alarmado.

–¡Alto! ¡¿Qué vas a hacerme?! Juro que ya no te molestaré, ¡Pero por favor suéltame! –le rogó.

–Ni hablar, ahora pagarás por lo que has hecho; posiblemente tengas que pagar un precio, pero eso no lo decido yo, sino mis compañeros, los cuales están en el Festival del Instituto Deimon. Hacía allá nos dirigimos.

–¡No! ¡Espera! –gritó Sena– No quiero ir a ningún… ¿Dijiste festival?

–Sí, eso dije –le contestó Mankey un tanto confundido.

–¡Haberlo dicho antes! –exclamó Sneasel, lleno de un extraño entusiasmo.

Se incorporó de inmediato y tomó a Mankey del brazo, para después comenzar a correr como loco a una velocidad impresionante.

–¡Alto! ¡¿Pero qué haces?! ¡Ni siquiera sabes dónde queda la villa! ¡Deteeeeeente! –gritó desesperadamente el pokémon mono, quien no fue escuchado por su nuevo “compañero”.



Así inicia la aventura de Sena Kobayakawa, mejor conocido como “El Sneasel con las piernas de la velocidad de la luz”.

Continuará...​