¡Qué engaño!

Tema en 'Relatos' iniciado por Marina, 7 Noviembre 2011.

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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    ¡Qué engaño!
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    ¿Cómo están? Espero que bien xD​
    Dejaré este corto oneshot. Espero que les guste a los que lo lean.
    De antemano, gracias.

    ¡Qué engaño!


    Si alguien me preguntara cómo soy, le contestaría que soy una chica alegre, risueña, amable, positiva, diligente, cariñosa, compasiva. En fin, no terminaría con la larga lista de cualidades, sin embargo…

    ¿Qué ven los demás en mí? ¿Soy realmente como pienso que soy?

    Bueno, he descubierto algo muy importante. La mayoría de las veces, no necesitamos que alguien nos engañe porque los seres humanos somos muy buenos en engañarnos a nosotros mismos y no deseamos ver nuestros errores.​

    ¿Cuáles errores? Esos que están a flor de piel y nos cegamos para no verlos. Miren, quiero relatarles cómo los descubrí yo.

    Era una tarde como cualquier otra. Me encontraba en mi habitación escuchando música, cuando entra mi hermana menor a interrumpir mi sagrado descanso, o mejor dicho, a molestarme con su presencia. Si su presencia me molestaba, no quiero decirles lo que era escucharla y por desgracia, me habló. Me pidió que le ayudara a hacer la tarea de matemáticas. Había un problema que no entendía y…

    No la dejé continuar. Sacando los audífonos de mis oídos, le grité que se largara, que me dejara en paz y no fastidiara. Bueno, no sólo le grité, también la tomé por el brazo y sin compasión (¿Y soy compasiva?), la saqué de mi habitación.

    La escuché llorar en el pasillo y escuché cuando me gritó que era mala, más no me importó. Lo que sí me importó mucho, porque me irritó más, fue cuando más tarde, mi hermano, ese que está entre mi fastidiosa hermana menor y yo, se asomó por mi habitación para darme un mensaje de mamá. Ella quería que me reuniera en la cocina con ella para ayudarle a preparar la cena. "¡Con un demonio"! Exclamé enfadada. ¿Es que esa mujer no puede hacer nada sola? Además, ¿soy la única que cena? ¡No soy cenicienta!

    Visiblemente molesta, le grité (Y eso que soy amable) a mi hermano, que él le ayudara, que me dejara en paz porque no tenía tiempo de ayudarla. Mi hermano me miró con las cejas arqueadas, sorprendido de verme acostada en la cama sin hacer nada más. Tal vez pensando que esa noche sí tendría tiempo para irme al antro. Encogiéndose de hombros, se marchó y yo suspiré en paz. Finalmente se me dejaba en paz.

    No por mucho tiempo. Papá fue el siguiente que se asomó a verme no más de diez minutos después. Entró a la habitación y acercándose a mi cama, me habló con firmeza, pero con cariño. Yo volví a suspirar fastidiada y le lancé una mirada de casi odio al escucharle decir el mismo rollo de siempre. Que la familia significa unidad, que es un equipo donde todos colaboran, que debería ser trabajadora y estar agradecida por todo lo que tengo, que mi vida era buena, nada me faltaba y que estaba muy bendecida. Cuando terminó con su sermón, lloré, me hice la víctima y le dije que no me comprendían, que no me querían. Que nadie me quería. Que nadie podía ver lo mucho que sufría. ¡Siempre exigiéndome que haga cosas que no quiero hacer! (¿No se supone que soy alegre, risueña y positiva?) En fin, papá me consoló y antes de marcharse, me pidió que si no quería ayudarle a mamá a preparar la cena, de mínimo limpiara y ordenara mi cuarto que parecía un muladar. ¡Ahí estaba otra vez! Pidiéndome algo que no deseaba hacer! ¡Qué sufrimiento!

    Por supuesto (Aunque soy muy diligente), no le hice caso y no limpié ni ordené mi muladar. Así, mucho más tarde, me dirigí a la cocina para cenar. Como siempre, iba tarde. No llegué a entrar. La conversación que tenían mis padres, me detuvo en seco. Descubrí algo que me hizo retroceder espantada.

    Mi madre tenía una enfermedad mortal ¡Iba a morir! y su real preocupación era yo. Yo y mi vida mal dirigida. Corrí a mi habitación y allí, en medio de lágrimas, hice un repaso mental de mi vida al lado de mi madre y mi familia, fue cuando descubrí que vivía engañada por mí misma.

    No eran ellos los que no me querían. No eran ellos los que me pedían que hiciera cosas que no quería. ¡Era yo la que era como ellos no querían que fuera! ¡Era yo la que no los quería a ellos! ¡Era yo la que dirigía mal mi vida! ¡Era egoísta, floja, amargada y chantajista! Y le había provocado mucho sufrimiento a mi familia. y ahora, quizás no tuviera mucho tiempo de demostrarle a mi madre lo equivocada que había vivido todos estos años.​

    Saludos xD.​
     
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    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

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    Escritor
    Hola!
    Vaya, tremendo one shot, me dejó con un nudo en la garganta. Claro, tienes mucha razón, nosotros mismos nos cegamos y no nos damos cuenta de los errores que realmente cometemos, ni de los defectos tan horribles que nos marcan. Odié a la protagonista como no te das una idea, sabes? Supongo que ésa era tu intención... Lo narraste de tal manera que el lector pudo darse cuenta de todo lo malo que había en ella, que desde el principio se hiciera latente su defecto más importante que es el egoísmo. No quería a su familia pero dependía de ella, y sin ella no sería nada, y así mismo se vio tan débil cuando la impactó la noticia...
    Eso fue lo mejor del relato, el final, porque ahí pudimos comprobar que la protagonista al fin se daba cuenta de todo lo malo que había en ella, lástima que era demasiado tarde.
    Y lástima también, una familia muy bonita... A mí mi padre me llegaba a golpear, no a hablarme tiernamente como lo hizo con ella, aún dándole opciones de hacer las cosas bien y buscar la sinergia y la unión familiar, para que todos quedaran conformes... La pobre hermanita también, la quiere mucho y la protagonista que no le hace caso y que le responde de esa forma tan grosera, sin razón de ser... Y sobre todo cuando la madre le pidió que conviviera con ella, que pasara unos momentos juntas... ella no lo aprovechó, no valoró lo mucho que significaba simplemente hacer la cena juntas... Y bueno, la realidad la golpeó duramente.
    Bueh, me dejaste pensando con tu escrito... es que a mí me pasaron cosas feas, que me hizo recordar. Yo nunca tuve actitud grosera, jamás, pero sí muy indiferente... hasta que perdí a quien más quería y me di cuenta de la forma más horrible.
    En fin, buen relato! No noté errores ortográficos y tu expresión es exquisita. Sigue así!

    Saludos.
     
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  1. cindyhyuuga
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