En el centro-norte de la isla más grande que comprende al archipiélago se ubica la capital del mismo. Se trata de la primera ciudad fundada en él, donde confluyen habitantes de todas las islas para tratos comerciales, entre otros. Se trata de una ciudad vasta y pintoresca, adornada con esmero para contrastar el pesado ambiente poblado por la niebla. Los veranos hacen a la ciudad apacible, momento del año en el cual la niebla se retira por completo y deja ver sin dificultad las estructuras. La ciudad posee una gran avenida en torno a la cual se ubican tiendas, y varias veces las calles se pueblan de puestos, transformándola en una feria. Al norte de la urbe se encuentra una taberna donde los viajeros pueden pasar el rato, y cerca de la misma se encuentra la posada de la ciudad llamada "El descanso del Náufrago" donde varios pasan sus noches. También al sur se encuentra otra posada, "El Ancla Dormida", famosa por sus licores de elaboración propia.

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Zonas Adyacentes

Oumi (3 Post)
Heibi no Hasso'chi (3 Post)

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La mañana era espectacular, excepto por la neblina que se formaba durante las tardes y cubría toda la región hasta el mediodía, de hecho, casi siempre había neblina por el lugar aunque para Konoe eso ya era normal y común en su región. Al levantarse decidió prepararse para poder ir y cumplir por primera vez, una misión como ninja, ya que no hace más de tres días había ingresado a la academia ninja de la capital.

• Konoe, debes relatar como te levantas y te diriges al despacho del lider tribal, donde te asignarán una nueva misión.
  Realiza un único post y espera nuevas instrucciones.

 

Konoe miró a través de la ventana de su cuarto. Afuera, el paisaje y las calles de Kyuryu no Sato estaban cubiertas de niebla. Una fantasmal niebla blanquecina y densa, difusa. En realidad... no le gustaba la niebla. Era húmed, fría y nunca sabía que podía ocultarse en ella.

Era algo natural en su región... pero no le agradaba en lo absoluto.

Se había incorporado de su cama sosteniendo entre sus brazos a Mushi, su gato negro de peluche. No había podido llevarse ninguno de sus gatos de verdad... pero Mushi no supondría ningún problema. Era un muñeco después de todo. Y en aquellos momentos el único conocido que tenía en la academia ninja de la capital.

—Ah...—suspiró.

Llevaba tres días allí y aún no había conseguido hacer ningún amigo. Con su actitud esquiva era difícil de todos modos socializar con los demás. Golpeó sus mejillas con las palmas de sus manos en un intento por infundirse ánimos.

—T-tú puedes Neko-chan—se dijo a sí misma—. No pasará nada malo... ayudar a los demás siempre fue nuestro sueño... ¿verdad Mushi?

El peluche en su regazo solo la observó con sus vacíos ojos. No hablaba ni se movía pero para Konoe era compañía suficiente. Lo llevaba con ella desde que tenía uso de razón. Se lo echó al hombro.

Abandonó su habitación con cuidado, tratando de no hacer ruido para evitar toparse con alguien desconocido en los pasillos. Si sus ojos se cruzaban con alguien enseguida su rostro enrojecía como flores de cerezo y apartaba la mirada con rapidez, esquiva. Llena de vergüenza.

No se sentía cómoda con extraños. Era demasiado tímida. Y sin embargo, no podía negarse a ayudar a alguien que estaba en problemas... Siempre. Como fuese. Daría todo de sí... porque nadie se merecía ningún tipo de mal a sus ojos. Quizás ese era un pensamiento extraño para una futura kunoichi... pero la violencia debería ser erradicada. Los clanes debían saber convivir en paz, evitar como fuese las guerras. La fuerza, si había que usarla, debía usarse para ayudar a otros y no para lastimarlos.

Ese era su sueño.

Estaba dispuesta a cumplir su cometido de lograr la felicidad de la gente como la mejor médico de su clan. Debía honrar el nombre de los Yakushi.

Detuvo sus pasos a las puertas del despacho del líder tribal. No se atrevía a acercarse y tocar la puerta. Acercaba trémula el puño, mordiendo su labio inferior... pero vacilante volvía a apartarlo a los pocos segundos.

—Mushi... ¿y si el jefe nos encomienda como misión cazar algún animal? Yo no quiero cazar animales...—se sobresaltó—. N-ni siquiera l-lobos... o zorros...

Su labio inferior tembló cuando pronunció aquellas palabras. Poseía cinofobia, miedo a los canes desde muy pequeña. Por eso no solo temía sobremanera a los Ninken y a los perros en sí... si no a toda clase de cánidos. Era una suerte que los perros ninja no se viesen en su región.

—U-uhm...—murmuró. Y temblorosa, acercó de nuevo el puño y golpeó la puerta—. ¿S-señor...?

 

Tras haber golpeado la puerta un ninja abrió la misma y realizó una reverencia, tu padre estaba terminando de hablar con un Jounin, el cual salió del lugar con una misión importante aparentemente.


—Hola hija, es un placer tenerte aquí para tu primera misión por primera vez. ¿no crees? —luego de eso le realizó una seña al guardia y se levantó para hacerte entrega de un pergamino en tus manos.
—Léelo —dijo.

Acto seguido observaste que se trataba de tu primera misión. Y era Rango C, una de las más sencillas., aunque podría haber algún que otro peligro por el camino.

Reunete con tu nueva instructora en el centro de la Aldea

 

Contenido oculto

ahora es cuando me entero que el líder tribal es su padre omg (?)

Konoe apretó los labios y a Mushi contra su pequeño pecho cuando la puerta del despacho fue abierta finalmente. Su pequeño corazón dio un respingo.

Con timidez, asintió a la cordial reverencia del ninja que abrió la puerta, con lentitud y ojos esquivos. Ella seguía siendo la primogénita después de todo. Pero no le gustaban las atenciones excesivas y protocolarias. Ella no se sentía diferente al resto solo por ser la hija del líder tribal.

Allí estaba su padre, hablando con un joven de mayor rango. Observó la escena con cierta incomodidad, sin atreverse a murmurar palabra. Su primera misión... le asustaba pensar de qué podría tratarse. Pero ese era su primer paso para cumplir su tan ansiado objetivo.

El pergamino contenía una misión en principio bastante fácil... pero la niña no pudo evitar apretar los labios cuando leyó su verdero cometido. Una alianza militar con el clan Nara.

"Alianza militar..."

Alzó la vista y miró a su padre a los ojos. Un pequeño velo los empañaba mientras se mordía el labio inferior. Pero sabía que aquel hombre no atendería a razones. "Son tiempos de guerra" —diría—"Un ninja debe saber defenderse. Y tú también"

Pero ella sabía defenderse. Lo que no quería era formar parte de ninguna pelea.

—B-bien—fue todo lo que dijo finalmente, agachando sumisamente la mirada—. Cumpliré mi misión con éxito... padre.

>>Vamos Mushi.

El gato no se movió de cualquier forma... seguía siendo un peluche. Y así abandonó de nuevo el despacho en dirección al centro de la aldea. Alianza Militar... ¿qué alianza militar?

En lo absoluto quería formar parte de eso.

 

Tras haber llegado al centro de la aldea y esperar un buen rato, llegó una persona, una niña para ser exactos, y se sentó a tu lado.


—Hola Konoe. —dijo, mientras aparentemente te observaba a través de su cabellera.
—Soy Hako. —comentó —compañera de tu equipo, aparentemente.

 

Konoe se había detenido en medio de la plaza entre la niebla y la gente que caminaba de un lado para otro en sus labores diarias. Sostenía a Mushi contra su pecho como una suerte de amuleto, con fuerza, y sus ojos iban a un lado y a otro de la plaza buscando con la mirada a aquel que sería su instructor. Cansada, decidió tomar asiento en un banco.

¿Quién sería? ¿Dónde estaba? Movió nerviosa los pies en el suelo preguntándose por qué tenía que hacer eso. No quería. Cumplir una misión que implicaba un pacto para la guerra. No le gustaban las guerras. La violencia. Se le partía el corazón cuando veía a animales cazando a otros para comer... como aquella vez en la que sanó un pájaro herido que había caído en garras de uno de sus gatos. Era solo instinto... pero los humanos no peleaban por instinto. Peleaban por su propia ambición.

—Mushi...—le murmuró a su peluche. Se abrazó a sí misma con sus pequeños brazos—. ¿Crees que soy rara porque no quiero luchar? A todos le gusta. Todos quieren ser fuertes y llevar honor a su clan. Y yo... y-yo solo quiero...

—Hola Konoe.

—¡Ah!

Aquella voz hizo que su cuerpo se tensase, rígido. Lentamente alzó la mirada y se volvió a su lado. Allí había una niña de más o menos su misma edad, de largo cabello negro que no dejaba ver sus ojos. Con calma se presentó como Hako, alegando que aparentemente sería su compañera de equipo. ¿Compañera de equipo? ¿Eso significaba que tendría que socializar con ella?

Konoe sintió como sus mejillas enrojecían, como le temblaba el labio inferior.

Apartó la mirada.

—Mmh...—asintió tímidamente apretando al pequeño Mushi contra su pecho—. H-hola...

 

Hako observó el sonrojo de Komoe y decidió guardar silencio tras sus últimas palabras.
—Siéntete a gusto —comentó, mientras se sentaba a tu lado en el banco y esperaban al resto del equipo.
Las hojas rojas de los árboles comenzaban a caer en el suelo, mientras que el silencio se apoderaba del lugar y se podía escuchar la brisa marítima que golpeaba los árboles y arbustos de la zona. Tras la espera, un alboroto las asustó a ambas y Hako se enfureció contra un chico que llegaba al lugar de manera escandalosa y agitada.


—Y ENTRANDO EN ESCENA —gritaba el niñato.
—LLEGA... BENTEN YAKUS... —Hako le propinó un cocotazo que le generó un chichón y comenzó a quejarse del escándalo.
Tras una breve discusió entre ambos, el chico se acerca y se presenta como Benten Yakushi, por razones obvias, parecía el otro compañero de equipo.