Two-Shot Celular lejano. [Mystic Messenger]

Autor: Temarii Juuzou.
Actividad: Ayúdame a volver.

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Celular ajeno.

Mis ojos se abrían más & más conforme las palabras del pelirrojo frente a mi salían; mi boca se abría y cerraba y mis oídos se esforzaban por retener la información que aquel chico me estaba dando, pero simplemente no podía. Entonces se quedó callado y me miró con el ceño fruncido y la respiración agitada.

—Yo… —comencé a balbucear — ¿Acaso esta es una broma punk?

El chico soltó un suspiro lleno de fastidio y soltó mis hombros. Miré el celular mi mano, donde hace tan solo unos momentos había un celular, y luego mire al chico. También me miró, pero ahora no parecía molesto, más bien desesperado.

—En verdad necesito que me ayudes… —se volvió a acercar a mí, yo me aleje —. Si no vuelvo al juego… los otros miembros saldrán y la empresa va a colapsar, el juego dejará de existir.

—No sé como ayudarte…

—Tú me sacaste, tú me meterás de nuevo.

Tomó mi mano y me jaloneo, por suerte para ambos, estábamos en un evento donde había muchos igual a él… ¿Eso era bueno, no? Ahora el problema era ¿Cómo ayudarlo? Miré nuestras manos entrelazadas y no pude evitar soltar un grito algo agudo, él se giró espantado para ver qué había pasado, mis mejillas se sonrojaron y comencé a reír como toda una retrasada.

—Mi mayor sueño siempre fue que fueras real —le dije sin pensarlo — ¡Y lo eres! Deberías no querer volver… deberían ser libres.

—No podemos ser libres ¿Entiendes? Nadie tiene razón para vivir más allá del juego —el pelirrojo me tomo de los hombros una vez más y se acercó a mi rostro para susurrarme — ¿Cómo le explicarás a Jumin que su empresa no existe y no es el hijo rico del CEO como él cree? ¿Tú le dirás a Zen que todas sus interpretaciones han sido falsas y solo existen en su propia mente y algunas imágenes dibujadas por alguien? —mordí mi labio y desvíe la mirada —. Eso creí, ahora ayúdame.

Continúe mi camino entre las personas con Seven tomando mi mano, porque claro, olvide explicarles todo lo que estaba pasando. Era una afortunada, siempre lo fui, o eso es lo que mi madre siempre me decía. Hacía unos meses había ganado un concurso para poder asistir a un evento privado de Cheritz, la empresa creadora de mi juego otome favorito. Ahora mismo, estaba en el evento, pero unas horas atrás, yo solo me dedicaba a observar la mercancía con emoción y practicar mi coreano. Hasta que un celular me había hecho tropezar; un celular, un maldito celular sin contraseña y con el juego instalado.

¿Qué ganaba con abrir la app en un celular ajeno? Ni yo misma puedo contestar esa pregunta ahora, tan solo sé que si no lo hubiera hecho, ahora mismo estaría comiendo algo mientras esperaba a que el evento principal comenzara.

—Aquí esta —dijo el pelirrojo mientras se agachaba para tomar un celular, olvidado en una esquina con casi nada de gente al redor —. Toma, haz lo que sea que hiciste para sacarme.

—Yo no hice nada —le contesté a la defensiva. Y no mentía. Tan solo había abierto la app, me había metido al historial y había disfrutado de fotos que yo no tenía, también había ido de curiosa a ver en qué día y ruta estaba el dueño del móvil, pero me había saltado un anunció en el idiota natal del juego. Sabía hablar coreano, pero no tenía ni la más mínima idea de cómo leerlo.

— ¡Haz algo, por favor! —el chico casi me suplico.

Prendí el celular, pero claramente no era este. Miré a Seven con mis labios apretados, este soltó una exclamación de desesperación.

—Este no es… este está bloqueado, el otro no lo estaba…

El pelirrojo iba a decir algo, pero entonces las bocinas sonaron llamando a todos los presentes a acercarse para escuchar los anuncios que los creadores del juego tenían que dar; entonces lo vi, en la mano de uno de los encargados, el celular…

—Seven… encontré el celular.

— ¿Dónde? —el chico miró por todas partes cerca de nosotros, lo que incomodo a muchas chicas que no dejaban de mirarlo con el ceño fruncido, lo tomé con delicadeza para calmarlo.

—Lo tiene aquel hombre… debes ir y pedírselo.

—No… si se da cuenta que pude salir me hará lo mismo que a ellos… me quitara la conciencia. No, no quiero estar igual…

—Bien, tranquilo… planearemos como quitárselo.

Nos giramos para escuchar a los adultos en la mesa, necesitábamos un plan ahora mismo… entonces un foco se enciende en mi cabeza. Con una sonrisa volteó a ver al pelirrojo, quien me mira con una ceja levantada. Con la cabeza señalo la alarma de incendios, la cual nadie vigila. Sonríe y, joder, es aún más hermoso de esa forma, no puedo evitar sonrojarme. Carraspeo y desvío la mirada.

—Yo me acercaré y le quitaré el celular, tú prende la alarma. Nos vemos a fuera ¿De acuerdo?

El pelirrojo fue directo a la alarma de incendios, yo me acerqué tanto como pude, aunque los guardias de seguridad no me permitieran acercarme más, sabía que al final estaría no solo más cerca de los creadores, sino que también tendría el celular en mis manos. La alarma sonó y unos segundos después el foro se llenó del agua de los rociadores. Los de seguridad se apresuraron a proteger al staff, dándome pase libre hasta el hombre dueño del móvil. Un hombre dueño del móvil, un dueño muy distraído cabe destacar, ya que tan solo había tenido que tomar el celular de la mesa y correr para evitar se encontrada. Ahora el único problema sería encontrar a Seven entre tantas cabezas corriendo hacia la salida.

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Solté un suspiro mientras me sentaba en la banqueta. Hace rato todo el foro había sido vaciado y no encontraba rastro alguno del pelirrojo… ¿acaso sus creadores lo habían atrapado? ¿Sería mi culpa que Seven terminé siendo un robot como los demás miembros? Un nudo se formó en mi estómago al imaginar que era la culpable de tan horrible situación.

—Supongo que tendré que buscarlo… —me levanté del suelo y con la mirada gacha y los ánimos caídos me dispuse a entrar una vez más al foro cuando un cuerpo chocó contra el mío. Con lentitud fui subiendo mi mirada hasta el rostro del cuerpo ajeno, empezando por sus lujosos zapatos negros, pasando por su traje carísimo pero sin querer llegar al rostro…

Al parecer Seven no sería el único capturado.

 

Quería gritar, realmente estaba aterrada. ¿Ahora yo también sería atrapada? ¿Qué pasaría conmigo? Lo más probable es que sería enviada a prisión… al menos que… ¿Me matarán? Sí, eso podría pasar, porque ahora era poseedora de un secreto peligroso acerca del gran juego de Cheritz. Me borrarían de la faz de la tierra y sin haber podido ayudar a Seven.

Comencé a sollozar y rogar por mi vida antes de levantar mi rostro, entonces una voz conocida comenzó a reír y pedirme que dejará el drama. Levanté mi mirada para ver al estúpido pelirrojo y me sentí tan aliviada, que quise gritar.

—Tranquila… ahora solo hay que irnos a un sitio más tranquilo.

Tomó mi mano y nos perdimos entre la gente. En cuanto estuvimos lo suficientemente lejos me pidió que lo regresará, el problema es que en verdad no tenía idea de cómo hacerlo. Le sonreí nerviosa y me ofrecí a alimentarlo antes, necesitaba ganar tiempo.

— ¿Crees que vendan papas…?

—No dejaré que comas comida chatarra. Hoy te alimentarás con algo más sano —le dije mientras nos formábamos en la fila de un puesto de comida rápida.

Comer hubiese sido una buena idea. Pero Seven, pese a haber disfrutado la comida y haber comido doble, ya estaba listo para regresar después de una hora.

—No, aún no has visto…

—En el juego existe una corea virtual, no necesito ver más.

—Pero… —cerré mis labios y solté un suspiro. Realmente necesitaba averiguar cómo regresar al chico. Quizá solo tendría que abrir la aplicación y presionar un botón… el problema era que no tenía ni la más mínima idea de la escritura coreana. Me senté muy triste al borde de una fuente, entonces decidí que Seven merecía saber toda la verdad —. Mira, yo no…

Pero él no me miraba. Estaba con la mirada pérdida en un pequeño gato callejero. Me acerqué al gato para tomarlo entre mis brazos y pasárselo con delicadeza; sonrío y tomó al gato entre sus brazos mientras comenzaba a reír. Realmente lucía hermoso de esa forma.

—En el juego… siempre estoy solo. Elly solo está en la cabeza de Jumin y los demás —soltó una risa cargada de tristeza que solo logró apachurrar mi corazón. Lo abracé sin pensarlo y le di un beso en la mejilla.

—Hagamos que al menos disfrutes este día ¿Vale?

Y la tarde pasó. Entre risas, paseos, burlas, juegos. Al final Seven fue lanzado a la fuente y yo terminé con helado en todo mi rostro. Sus ojos se veían menos vacíos y realmente no puedo entender ¿Por qué quiere volver a estar solo y encerrado? Si tiene la oportunidad de huir… miré mi propio celular. Los miembros de la RFA estaban preocupados por no encontrar a Seven. No puedo evitar hacer una mueca amarga; al final, el lugar de Seven es en el juego, no importaba si el se sentía bien o no con eso.

En la noche, al final de aquel extraño día, ambos estábamos en la habitación de mi hotel. Nos sentamos en la cama y tomé mi celular. Nos miramos mientras en silencio.

—Creo que me estas mintiendo.

— ¿Cómo dices?

—No creo que ellos vallan a poder salir… solamente tú ya no estarás ahí.

Estaba intentando ganar tiempo, quizá así lograba salvar, de verdad, a Seven, pero al ver su rostro me di cuenta que estaba en lo cierto. Él tomo mis brazos de nuevo y miró directo a mis ojos, con suplica.

—Te lo ruego… si yo no estoy ahí, controlando el juego, mi vida no tendrá sentido…

— ¿No te duele?

—Cada maldito segundo de mi vida… pero vale la pena cuando las jugadoras logran salvarme… y a mi hermano.

Las lágrimas salieron de su rostro y mi impulso fue abrazarlo. Era un alivio estar solos, porque aquel dolor que Seven estaba sintiendo debía ser algo privado, íntimo. Porque era tan fuerte, que lograba lastimar a quienes lo vieran. Como a mí.

—Toma —le entrego el celular con una media sonrisa en mi boca —. No sé leer el idioma… quizá tu sepas que hacer. —Seven tomó el aparato y comenzó a teclear en silencio, aun con lágrimas brillando en sus ojos amarillos. Lo observé con curiosidad.

—Creo que ya está…

—Lamento haberte sacado y… haber pensado por un momento que quería que te quedaras aquí.

—Lo entiendo… —su mano fue directo a mi mejilla, la acarició con ternura —. Este es uno de esos momentos donde todo vale la pena… donde la MC logra salvarme. No creo poder olvidarte nunca, y mucho menos este grandioso día juntos.

Me indicó que picará en una de las dos opciones en la pantalla y así como salió, con una luz roja, volvió a entrar. Tome el celular del suelo y me fui a la cama. Al día siguiente intentaría regresar el celular a su dueño.

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El viaje en avión era agotador debido al cambio de horario, pero el viaje había valido la pena totalmente; mi mochila llena de suvenires podían decirlo. Recargue mi cabeza en la ventana mientras poco a poco cerraba mis ojos, hasta que el sonido de mi celular vibrando me sacó de mis pensamientos. Lo tomé y con el corazón palpitándome en el pecho, abrí el mensaje del juego.

Quizá no pueda sobrevivir a fuera, pero tienes razón, a veces estoy muy solo… ¿Qué tal si tu entras?