One-shot de Naruto - Aquella que germina de noche[Au]

Tema en 'Fanfics Terminados de Naruto' iniciado por Fénix Kazeblade, 19 Octubre 2018.

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    Fénix Kazeblade

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    Escritor
    Título:
    Aquella que germina de noche[Au]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    7106
    Hola a todos los narufans esto es lo más ambicioso que he hecho en mucho, dista mucho de la temática ninja pero me ha gustado mucho como a quedado, el monstruo que me tocó es la Xtabay, en el relato irán descubriendo sobre ella.

    Nick: Fenix Parker
    Extensión: One-shot
    Personajes: Tenten y Neji Hyuga
    Genero: Terror, Misterio, Romance
    Actividad: Konoha Moster Royal
    Advertencias: Esto ocurren en un universo alterno, los personajes no tienen las mismas costumbres ni vida, por lo que su comportamiento varía acorde a esto manteniendo la esencia de su personalidad canon.





    Un humilde carruaje se detenía a la entrada del pueblo, un hombre de pelo negro y ojos exóticos color malva arrugaba la nariz y fruncía el señor al contacto con el sol, deslizaba su mano dentro de su chaqueta y daba un par de monedas al cochero que agradecía con buena cara, el joven tomaba su maleta y avanzaba por el sendero que se abría hacia lo que era la calle principal.

    La calle estaba concurrida pero no demasiado, eran a lo mucho 200 personas –que fácilmente podría ser todo el pueblo- comprando desde frutas, verduras, hasta calzado, armas y municiones, el muchacho mientras pasaba la mano por su garganta percatándose de lo que era la sombra de una barba a causa de los días de viaje observó como algunas ropas tenían agujeros y otras aún restos de sangre, no era de sorprenderle que mucha de la mercancía allí expuesta viniera de los campos de batalla, después de todo, esta gente ya era pobre y la guerra, por la razón que sea para muchos, terminaba generando más pobreza.

    Era un pueblo que visto desde el cielo tenía forma circular, estaba hecho de forma tradicional, con una parroquia formando el centro del pueblo y las casas abriéndose a su alrededor, de pronto algunas de ellas no tenían división y lo que en la acera de enfrente formaba media calle, allí era una sola hacienda.

    Una mestiza de rostro amigable lo observó desde lejos, iba vestida con un huipil y el cabello recogido. Le invitó a sentarse mientras avanzaba a lo que parecía era una pequeña fonda, consistía en un par de mesas con cuatro sillas en cada una, él creyó que sería una buena oportunidad para comer algo, en lo que se decidía por donde empezar.

    Su nombre era Neji Hyuga, había nacido en el rancho El Tajuko en una colonia japonesa situada en Chiapas, donde su padre era granjero y cuidaba una pequeña finca con su madre que era una indígena local, el chico había heredado la piel morena y voluntad de su madre, así como los ojos malva y el orgullo de su padre, por sí mismo había obtenido una inteligencia prodigiosa, que aplicaba en todo desde nuevas estrategias para mejorar producción, hasta solución de problemas mucho más complejos, pero ambicionó entonces a más, impulsado por su familia decidió partir de allí por nuevos horizontes su padre le bendijo orgulloso y en un México oprimido, silenciado e ignorante, él decidió ser verdad.

    ― Muchacho ―exclamó una mujer en forma de susurro desde la otra mesa― tú no eres de aquí ¿verdad?.

    Él levantó apenas la mirada y negó con la cabeza.

    ―¿ Y de dónde eres? ― preguntó la mujer inclinándose en la mesa curiosa.

    Un hombre de bigote, delgado por no decir demacrado la fulminó con la mirada y luego observó a Neji nervioso.

    Dispénsela, verá es que es muy extraño ver gente nueva ahora, al contrario dejamos de ver a muchos conocidos― explicó con su voz impregnada de melancolía.

    La mestiza le otorgó un plato de barro con frijoles negros, queso fresco y un par de tortillas, Neji se dispuso a comer partiendo una de las tortillas con la mano, más se detuvo, se quedó pensativo un momento, levantó la mirada y hablo.

    ― Soy reportero, ahora mismo cronista de El machete siguiendo la campaña de Zapata y el ejército del sur―declaró― el anterior, murió.

    El hombre le comentó algo en contestación a lo que había dicho, pero algo de manera inevitable robó su atención al momento, en la acera opuesta una jovencita peinada con un par de coletas y vestida con manta se despojaba de su reboso y lo colocaba en los hombros de un anciano que le tomaba su mano y la envolvía entre las suyas en agradecimiento, la observaba como si fuera un ángel, el Hyuga en secreto coincidía. Sin percatarse se había encontrado sonriendo mientras la veía.

    Un par de hombres la saludaron retirando su sombrero, ella alegremente les devolvió el saludo.

    ― Se llama Tenten, es muy bonita ¿verdad? ― preguntó el hombre.

    Neji lo miró sin responder, pero tampoco dejar de sonreír, decidió concentrarse en la comida que tenía enfrente, más sus ojos lo guiaba de nuevo a ella.

    Se encontraba ahora casi enfrente, de unos canastos tomaba un par de teleras y las repartía a un grupo de niños que se aproximaban abrazándola.

    ― ¡Jum!, es una cualquiera, eso es― espetó la mujer, sus palabras sonaron blasfemas y crueles. El hombre que la acompañaba intentó callarla pero ella le dio un codazo― tres de esos niños que la acompañan son de ella, dicen las malas lenguas que no sabe quién es el padre de ninguno y es que como sabría…―se jactó burlona.

    Neji frunció el ceño e intentó ignorarla, la mujer al percatarse de esto, se levantó de su mesa y se aproximó.

    ― No es que sean mis asuntos, pero joven, si tiene una reputación, aléjese de ella. ― le sentenció para luego retirarse.

    La muchacha se alejaba cabizabaja y apenada, probablemente lo había escuchado todo.

    Neji intentó tomar un bocado y aunque le parecía apetitoso no pudo, algo le bloqueaba la garganta y sentía el estómago algo revuelto, había sido una escena incomoda.

    Se mantuvo abstraído en sí mismo, hasta que sintió una mano en su hombro.

    ― Son puros chismes, cuídese y coma, que no tenemos mucho…― le indicó con el ademán de echarse algo a la boca.

    Con el sol ya ocultándose entre los edificios Neji entró con sus pertenecías a la habitación de una de las haciendas que ya habían sido tomadas por los revolucionarios, encendió una vela y se puso a revisar sus notas, en dos días más pasarían por allí y él partiría con ellos para documentar todo.

    ************************************

    Eran las cuatro de la mañana, las labores del sereno, hombre cuyo oficio consistía en levantar a las personas tocando en sus ventanas por las mañanas se veía abruptamente interrumpida por un grito, una chica que no pasaría de sus quince amaneceres corría por la calle con el vestido caído en uno de los hombros a causa del tejido roto que buscaba mantener con una de sus manos en su lugar mientras corría llorando mientras se perdía en un callejón, detrás de esta iba un hombre corpulento, embravecido y algo ebrio que fácilmente le doblaría la edad, cuando por las sombras alargadas fabricadas por la luz de las farolas pudo ver que la alcanzaba y le sostenía las manos, lamentó su cobardía y con despreció observó el pie izquierdo que arrastraba alcanzado por un cañón dejándolo minusválido.

    Se dispuso a dar media vuelta para no observar la trágica escena que acontecería, más se detuvo entonces al percatarse de un dulce aroma floral que de pronto había impregnado el aire, unos cuantos pétalos revoloteaban en el viento que silbaba seductoramente mientras haya donde todo acontecía una sombra más se formaba de pronto en segundos detrás del incauto.

    El sereno ya había avanzado un par de calles, cuando vio pasar junto a él a la quinceñera sana y salva, una flor sujetaba su prenda rota uniendo las dos mitades. Instantes después terminaba estrellando un cristal con su vara con la que tocaba en las ventanas escapando de sus manos, al sentir como su sangre se helaba al escuchar el grito desgarrador de aquel infeliz que había sido el agresor, mientras perdía la vida.

    ********************************


    Neji permanecía recostado con los ojos cerrados, cuando un ruido llamó su atención, era un sonido seco de arrastre, al igual que jadeos cansados, dos sombras frente al vidrio de su ventana se movían lentamente llevando algo con esfuerzo, murmurando bajo.

    Teniendo la curiosidad y el instinto de un periodista el Hyuga se levantó de la cama y se vistió con una camisa de manta, se calzó sus botas y abrió su habitación.

    Para cuando salió al exterior se habían ido, pero el rastro del remolque aún permanecía en el suelo de tierra y lo guiaba hasta una habitación, el joven siendo sumamente observador se percató de como a unos metros de su puerta a la huella de arrastre que era gruesa y recta se le añadía otra delgada paralelamente dejando un rastro que ondulaba en un par de ocasiones, solo con este detalle pudo entenderlo, ellos transportaban un cuerpo.

    Mientras caminaba cautelosamente hacia la habitación intentando percibir cualquier ruido que delatara si todavía se encontraban adentro, se preguntó por qué estarían ocultándolo, después de todo el país de encontraba en medio de una beligerancia y en este tipo de poblados en medio de la línea de fuego no era sorpresa que estos en ocasiones formaran de manera tétrica parte del paisaje hasta que alguien se dignaba a darles santa sepultura, pero dado la forma exponencial que estos incrementaban no se daba abasto, en todo caso lo hubieran enterrado, pero al contrario de ello, lo estaban escondiendo.

    Presionó sus dientes tensando su rostro cuando encontrándose ya dentro de la habitación, escuchó a los hombres hablar, su voz se notaba nerviosa e impregnada de temor, mirando bajo sus pies se percató que el rastro del arrastre continuaba en el piso, pero ahora con una línea desdibujada de sangre, además de algunas hojas, al parecer al entrar lo habían desenvuelto y arrastrado hacia la habitación siguiente ya sin la manta que lo envolvía. Alerta el reportero deslizó el picaporte lentamente contuvo la respiración mientras deslizaba la puerta cruzando el portal, apenas ingresó fue golpeado por un nauseabundo olor dulzón como a fruta pasada más no retrocedió, fue así que bajo el halo de luz que se proyectaba desde el exterior, los vio. Eran al menos seis o siete cuerpos apilados, todos ellos varones, sus cuerpos estaban torcidos como si solo los hubieran arrojado dentro, puso su palma cubriendo su mano y nariz y se agachó para observar mejor lo que creía haber imaginado por horrible que era, era como imaginar unos muñecos de tela rellenos de granos de algún cereal, entonces estos germinaban destrozando y deformando el exterior de lo que los contenía abriéndose paso por donde pudieran.


    ― ¿Quién diablos eres tú? ― preguntó una voz desde el exterior.


    Neji se levantó de golpe, se había distraído olvidándose por completo de los dos hombres y ahora estos, estaban detrás de él.


    Eran dos rancheros con los rostros sucios, sombreros y la tira de balas adornando su torso.


    ― Yo…


    ― ¿Qué crees que estás haciendo aquí? ― cuestionó el otro tomándolo del cuello.


    Sin darle tiempo de hablar lo jalaron empujándolo hacia afuera, apenas tuvo tiempo de bloquear con ambos brazos le dieron otro empujón que lo expulsó al exterior.


    ― ¿No hablas? ¿Acaso estas sordo?


    ― ¿Qué les paso? -- preguntó el Hyuga.


    ― Nada, porque no has visto nada ni le contaras a nadie ¿entiendes?


    ― ¿Quién les hizo eso? ― preguntó de nuevo sin dejarse intimidar.


    ― ¿Eres estúpido? ― espetó el otro ― mira muchachito chino, no sé quién eres, pero serás un hombre muerto sí abres la boca. ― declaró enfundando su revólver y presionando la boca del cañón en su pecho.


    Neji ya no dijo nada, pero permaneció sosteniéndole la mirada, su padre le había enseñado como defenderse y un muchacho que había considerado su amigo, conociéndolo en uno de sus reportajes, con su maestro armero le habían enseñado a disparar.


    ―Defiéndete muchacho, que no apaguen tu fuego de juventud― le decía siempre.


    Si hubiera querido, hubiera podido desarmarlos y derribarlos sin problema, pero no buscaba una pelea, si no respuestas y de ellos no sacaría nada.


    Una mujer y su hijo entraban por la puerta de la hacienda, se refugiaban allí como él, uno de ellos parecía conocerla pues le indicó al que le apuntaba que bajara el arma y fue hacia ella, el otro se quedó frente a él un momento y volvió a entrar a la habitación.


    Neji entonces dio la media vuelta y caminó hacia afuera.


    ― Buenos días― dijo a la mujer y al niño desafiando a quien lo había retado y ahora los acompañaba.


    ************************************

    El cielo se encontraba por densas nubes negras, los vientos anunciaban una lluvia torrencial, el día permanecía oscurecido por el manto negruzco de la tempestad que aprisionaba por detrás de él al sol, quien de cualquier manera se encontraba a punto de partir a su viaje por el inframundo según antiguas creencias, luego de desaparecer en el horizonte.

    Un hombre severo, un antiguo hacendado que mantenía su libertad a base tributos y sobornos, caminaba entre los senderos arrastrando un carruaje con un caballo viejo que en otros tiempos habría llevado uno de sus sirvientes, pero estos lo habían abandonado. Amargado desde siempre ahora lo era mucho más, despreciando todo en el mundo excepto las pocas posesiones que ahora mismo tenía y que ante cualquier costo buscaría conservar.

    Le habían asegurado que por más que pudiera pagar, una vez que el general Zapata pasara por el pueblo no toleraría su presencia y terminaría fusilado, además de lo que representaba lo peor para él, sus cosas subastadas o robadas. Por lo que esa misma mañana había subido todo en el carruaje y se lo había cargado al único caballo que le habían dejado, este era un animal leal, pues, aunque había tenido múltiples ocasiones para escapar, no lo había hecho, al avaro burócrata no le importaba.

    Un perro ingenuo se había aproximado suplicándote moviendo la cola por algo de comida y escapado apenas antes de que el hombre le golpeara en la cabeza luego de darle una patada, cuando el pequeño animalillo había llorado algo había ocurrido. Un suave siseo entre las hojas de los árboles que se alzaban alrededor del sendero. El capitalista había tomado el revolver que llevada en sus manos y había disparado al aire a modo de advertencia, esperando que alguien entre los arbustos, probablemente un ladrón saliera corriendo, pero nada ocurrió, al menos no en los arbustos. El anciano equino había dado todo de sí, cada día de su vida había transportado con esfuerzo cuanta mercancía habían puesto sobre sus hombros, pero la falta de alimento y agua por parte de su cruel dueño así como la edad lo hacían caer sobre sus rodillas delanteras desgastado, lanzando espuma que se formaba en su hocico sediento, este movimiento provocaba que uno de los arneses ya oxidados se rompiera y el carruaje entero atiborrado por más peso del que podía llevar cayera hacia atrás sobre su peso, justo en ese momento comenzaba a llover.

    El hombre frustrado, molesto y impotente, levantó la mano en la que llevaba su bastón y descargó con fuerza el primer golpe contra el pobre animal que lloró asustado, en su inocente perspectiva él le había servido bien cada uno de sus días, le había sido fiel permaneciendo con él, pero es que no entendía la malicia que esconde el corazón de algunos hombres, la inhumanidad que les impera, pero hay otros seres que sí y estaban a punto de encontrar a su dueño. Cuando aquel idiota se disponía a dar el segundo golpe, esta vez en su cabeza escuchó un silbido rompiendo el viento, instantes después se percató de un intenso dolor, al observar su mano que se retorcía por este soltando el bastón la vio atravesada por múltiples y gruesas espinas, ocurrió un segundo siseo y sucedió de nuevo, ahora en su pierna derecha, lo que lo obligó a tirarse de rodillas por el dolor. La lluvia se intensificaba y costaba ver incluso lo que se tenía enfrente, pero podía sentirlo en lo más profundo de su ser, algo se aproximaba.

    Una sombra avanzaba hacia él, podía escuchar sus pasos acuosos a pesar de la lluvia, con esfuerzo buscó sujetar su arma y apuntala hacia su atacante, disparó varias veces, pero al momento que las balas parecían alcanzarle su cuerpo se abría dándoles paso para ir a través sin tocarla, se aproximó primero al caballo, le soltó las riendas y le ayudó a ponerse de pie, el equino agradecido se acarició con ella y se alejó de allí.

    ― Yo…yo lo lamento, lo siento…por favor…no…por favor― suplicaba el hacendado temblando por temor, dolor y frío.

    Una mano se extendió hacia él, aliviado pensó que le ayudaría también a levantarse, pero un nuevo silbido se escuchó en el viento y entonces ya no pudo ver nada más que oscuridad.


    ************************************


    El Hyuga se había levantado temprano, aquel día era el último que pasaría en ese poblado y había decidido reunir un poco de información opiniones sobre la gente y como les impactaba el movimiento revolucionario, tal vez averiguar algo sobre los extraños cadáveres que había visto ayer y tal vez, solo tal vez volver a ver a ver a esa chica de nuevo.

    El día anterior caminando por la avenida observando los puestos, la había encontrado con un conejo negro entre sus manos, en aquella ocasión llevaba el cabello suelto, un vestido largo con arreglos florales de color rosa que resaltaban por mucho el color natural de sus labios, caminando por allí alegremente como si siempre tuviese una canción en su cabeza, acariciando el animalito con sus dedos lagos y rosados.

    Una niña se le aproximaba emocionada por lo que traía entre sus manos, dando unos saltitos extendía sus manos poniendo ojos tiernos para que se lo dejase acariciar, Tenten gentilmente y con una sonrisa se acercaba a ella y se lo ponía en sus manos con cuidado, la niña lo acariciaba.

    ― Se llama Kobi, le gusta mucho comer alfalfa, tengo una ramita en mi bolsillo ¿quieres intentarlo? ― preguntó la chica.

    La pequeña afirmó entusiasmada con la cabeza y tomó la ramita en sus manos.

    ― ¡ Atziri! ― exclamó la voz de una mujer.

    La niña se sobresaltó y le dio al instante el conejito a Tenten, mientras tanto la jovencita nerviosa retrocedió mientras la mujer se ponía entre ambas defensiva.

    ― Te he dicho que no le hables a gente como ella. ― le reprendió. ― ¡Tu! ― prorrumpió con repugnancia― quiero que te alejes de ella…

    Se disponía a insultarla cuando una mano se interpuso, a Neji le habían enseñado de caballerosidad y modales y fuera que fuese o lo que hubiese hecho no merecía un trato así, además de que sus pies se habían movido solos cuando observó su rostro preocupado, no quería que nadie le hiciese daño.

    Sin decir nada solo miró fijamente a la mujer, esta uso un ademán ofendida y se llevó apresuradamente a la niña, que había mirado la escena confundida.

    Los ojos castaños de la chica brillaban cristalizados, mientras veía hacia abajo sosteniendo sus manos, sus labios formaban una línea una línea recta y continua.

    ― Gracias, pero no debiste haberlo hecho― declaró mientras le acariciaba la mejilla con su mano para luego alejarse

    Neji equiparó su tacto al de una rosa y cálido como su hogar, su cerebro generalmente calculador ahora mismo no podía más que estar pensando en aquella sensación.

    Mientras rememoraba todo esto el Hyuga había llegado hasta las orillas del poblado por el otro lado donde había llegado hace unos días sin darse cuenta, se disponía a dar media vuelta, cuando se percató de algo, detrás del follaje de algunos arbustos de damas de noche, planta peculiar que olía al anochecer, encontró un pequeño sendero de piedras, sinuoso y descuidado, lo que había permitido que la naturaleza reclamara terreno nuevamente, enterrando parte de este en musgo y pasto, retiró un poco las platas y se adentró en él percatándose que subía la colina, avanzó un tanto más entre los arboles hasta llegar a un campo cultivado y aun lado de este una casa, elegante pero modesta, engalanada por un arco que comenzaba a consumir la humedad y dos pilares que enmarcaban el espacio frente a la puerta.

    Escuchó entonces su voz, como el más bello canto de los pájaros alabando las nubes, el sol y los bosques en su melodía, ella bailaba dejando que el viento guiara su cuerpo mientras se contoneaba, tenía un cesto de ropa que colgaba en tendederos sujetos de árbol a árbol, Neji sonrió, sorprendido de la manera tan sencilla ella lograba esto en él tan solo con verla.

    Ella entonces levantó la mirada y se encontró frente a frente con él, sus ojos se abrieron más entonces y teniendo uno de sus pies alzados e intentando girar terminó cayendo de bruces, Neji se apresuró a ayudarla. Al levantarla el aroma que emanaba su cabello lo impregnó era primaveral y exquisito como pequeños azares de mandarina bañados en rocío, por si fuera poco al girarse nerviosamente sus labios rosaron su mejilla, tersos y sublimes como un melocotón, ella se encontraba roja del rostro y él desviaba la mirada.

    ― Nadie nunca viene aquí― declaró por fin la chica luego de un silencio incómodo.

    Neji no supo que decir.

    ― Tu ropa, se ha mojado toda― indicó Tenten señalándolo y cubriendo su boca con sus manos.

    En efecto la ropa la camisa se le pegaba al abdomen así como el pantalón a su pierna derecha.

    ― Permíteme ayudarte, ven.

    Sin que él pudiera objetar o cuestionar algo lo tomó de la mano y lo guío dentro de la casa, caminaron por la sala hasta una habitación con una cama matrimonial y la chica le soltó la mano y se puso frente a un buro. Poco a poco comenzó a revisar entre ropas que parecían llevar allí un tiempo pero estaban cubiertas con otras telas que las habían protegido del polvo.

    ― Esto servirá― indicó la chica.

    Le otorgó lo que era un traje, pantalón de vestir negro, camisa blanca y un saco con mancuernillas, además de guantes blancos.

    Neji vio el traje, le observó agradecido hasta que un breve pensamiento pasó por su memoria, recordó todas esas ocasiones en las que esas mujeres la habían juzgado como una cualquiera y se preguntó de pronto al menos por un brevísimo instante ¿qué hacia ropa de hombre dentro de su armario? Al instante cientos de explicaciones más racionales vinieron a su mente como que tal vez sería de su padre, de algún hermano que había ido a la guerra, tal vez ni era su casa y solo la habitaba como tantos, pero era tarde, por ese pequeño instante había proyectado ese pensamiento hacia afuera y la había mirado de esa misma manera en la que la observaban todos, Tenten había retrocedido dolida sosteniendo la ropa cerca su cuerpo, suspiro y su rostro se puso entonces inexpresivo.

    ― Son mentiras ¿sabes? Todo eso que dicen de mí. ― indicó mientras le arrojaba la ropa a la cama―si quieres puedes usarla, lo mejor es que no te vean aquí, ya sabes, la reputación.

    El Hyuga se sintió estúpido, ella salió de la habitación y él comenzó a cambiarse.

    ― Quiero que me cuentes la verdad― declaró apenas salía de la habitación vestido con solo con la camisa y el pantalón.

    Los ojos generalmente inexorables del muchacho expresaban suplica, ella no pudo resistirlo.

    ― Esta bien, siéntate, te serviré un poco de café y té contaré todo.

    El muchacho le obedeció le acercó un pocillo de barro con adornos florales, desde una olla del mismo material, le sirvió café, ella de igual manera tomó un poco, respiró y así comenzó su relato abrazando con ambas manos la taza de barro humeante

    ― Hace algunos años en este pueblo hubo un hombre bueno que llegó para comprar algunas tierras, una vez que las tuvo en su poder las devolvió a cada uno sus legítimos dueños, pero había una zona que no era de nadie y allí construyó su casa, una mujer humilde de descendencia China que vivía en las calles pues su marido había padecido de joven por una enfermedad fue acogida como ama de llaves trayendo a su hija con ella, después de tiempo ella también enfermó y la niña quedó a cuidado de aquel hombre, su mujer una mujer llena de rencor y celos miró en la inocente niña una potencial rival apenas comenzó a verse como una mujer, en una ocasión propuso salir los tres de paseo, el hombre aceptó gustoso pues pensó que por fin podrían ser una familia, pues él veía a la pequeña como su hija, cuando se encontraron apenas fuera del pueblo, la mujer enloquecida apuntó a la chica con pistola que había tomado de las cosas de su marido, cuando jaló el disparador el hombre se atravesó sin dudarlo y la niña observó entristecida como otra persona que había querido perdía la vida frente sus ojos, viendo lo que había hecho gritó de rabia e intentó un nuevo disparó contra la jovencita que salió huyendo de allí, pero logró perderse en la oscuridad, refugiándose bajo el amparo de un árbol de ceiba. La mujer entonces volvió al pueblo, argumentó que la chica había buscado seducir a su esposo y lo luego lo había matado, les advirtió a todos de los peligros que representaba y por qué debían despreciarla. Cuando los primeros revolucionarios llegaron aquí le quitaron la casa como a la mayoría y como los papeles estaban a su nombre no vieron ninguna objeción en que me quedara con ella.

    Neji dio un sorbo y observó los granos de café en el fondo de la taza sentía la desolación que sentía con un vacío en su pecho, imaginándola entre el monte buscando sobrevivir, sintió pena por su vida tortuosa y la comparó su vida, llena de amor y bondad.

    ― Me parece admirable que sigas aquí, a pesar de todo― le indicó.

    La chica se sobresaltó mirándolo a los ojos y no solo por sus palabras; sin darse cuenta, sus manos habían ido en busca de la suyas y las habían tomado, su pulgar formaba pequeños círculos en la muñeca de ella.

    Neji Hyuga nunca había pensado en tener pareja, aunque había crecido en un buen hogar, con un padre lo motivaba y una madre que lo querían, con amor que se profesaban entre ellos y le brindaban a él, él sentía no tener los medios para externarlo, podía haber un fuego en su interior y él apenas expresaría una sonrisa, no solía tocar a las personas, no solía abrazarlas o darles una palmada, de manera general sus palabras solían sonar secas, rectas o hasta autoritarias, como quien lee un instructivo, no hubiera soñado jamás entregar una rosa, cantar una serenata o invitar a bailar alguien, mucho menos besarla o algo más.

    Sin embargo ahora mismo no podía dejar de hacerlo, era algo instintivo, como ocurre cuando respiras que tu cuerpo lo hace sin que se lo ordenes si no porque lo necesita, las manos de la chica comenzaron a hacer lo propio, pasaron por su palma y con su índice dibujó las líneas que se formaban allí, ella anhelaba contacto, específicamente él, se conocían de poco, apenas habían intercambiado unas palabras, pero de pronto parecía más de una vida, su rostro se había acercado al de él y él parecía saborear su aliento.

    Campadas.

    Anunciando las siete de la noche y con esto el inicio de una ceremonia religiosa en la iglesia ya ruinosa que había en el pueblo, estas fueron las que los devolvieron a la realidad, la chica pareció asustada y soltó de pronto su mano, se apresuró a la puerta y la abrió precipitadamente.

    ― Disculpa, yo… yo no…

    ―No, no créeme, no es eso, discúlpame por favor, no pienses que lo que estábamos haciendo no estaba bien, solo por favor, tienes que irte― declaró la chica.

    Neji decidió no poner objeción, confundido salió al monte y caminó en la oscuridad guiado apenas por la luz de una luna menguante, sumergido en sus pensamientos casi choca con un carruaje que estaba en medio del camino, estaba repleto de cosas y volcado, no había ningún caballo sujeto a él, había algo más, no lo hubiera notado si no hubiera estado a punto de caer, había una línea oscura de líquido en el piso, al aproximarse lo corroboró, era sangre seca.

    ****************************************

    Itzayana, era mujer mestiza, orgullosa como tantas entonces de sus raíces prehispánicas, de lo que le habían enseñado sus ancestros y de las historias que contaban, sabía sobre magias, maldiciones y leyendas, sabía sobre las personas que sin respeto alguno invadían territorios de los Aluxes y terminabas perdidos en los caminos por siempre, sabía sobre H-wayak gigantesco y por qué tantos que adentraban a la jungla terminaban en sus fauces y la conocía ella, aquella mujer que anhelaba amor y al mismo tiempo venganza, aquella que habían mancillado el árbol sagrado de la ceiba.

    Tocando apenas con las yemas de los dedos una mano envuelta en lianas de un hombre muerto, reconocía su marca, ella, la Xtabay.

    Siguió su camino sosteniendo con fuerza entre sus manos un amuleto que sabría la mantendría segura, si se cruzaba en su camino, de cualquier forma no iría tras ella, pero más valía prevenir, pues aún se percibía su aroma.

    Anduvo entre las calles hasta llegar a la hacienda donde se hospedaba aquel muchacho, justo en ese momento se aproximaba, le saludo brindándole las buenas noches, ella respondió.

    Desde el primer momento que lo vio, lo supo, solo él podría detenerla.

    *********************************

    Neji, se encontraba soñando. En su mente antes de dormir sus pensamientos eran un caos, por un lado no podía dejar de pensar en Tenten, imaginando en lo que podría ocurrir después entre ellos y por otro lado aquellos cuerpos que había encontrado, en la carreta y la mancha de sangre en el camino, en esa persistente sensación de que algo inexplicable ocurría.

    Por lo que sus sueños reflejaban lo mismo, haces intermitentes de luz y oscuridad, en un instante la sujetaba de la cintura, percibía la calidez de su cuerpo, sus manos acariciando su pecho, rosando sus labios. En otro momento corría entre los árboles que se deformabas hasta alcanzar terribles formas, algo le perseguía no solo de frente si no por debajo de la tierra, monstruosas raíces emergían serpenteando atrapándolo de las extremidades buscando engullirlo para arrastrarlo hasta el inframundo donde pretendían venir, dentro del orificio en la tierra algo rugía, lo hacía con voz ronca y metálica hasta llevarlo a sus fauces y consumirlo.

    El periodista entonces despertaba, empapado en sudor y agitado sosteniendo con sus manos la sabana percatándose que a pesar de haber despertado el rugido persistía.

    Era así como segundos después con un chiflido una enorme bala de cañón destrozaba su pared y se impactaba con la otra saliendo por el otro lado, pasando por encima de él.

    ************************************

    Se hablaba entre las calles que el caudillo del sur había muerto, que el ejército que había enviado había sido sometido, entonces una segunda fuerza de oposición en contra de las fuerzas militares había surgido de la mano de dos hermanos, entre las balas, los cañones y la muerte era difícil distinguir un bando, solo podía observarse un pueblo ya demasiadas ocasiones afectado por estos conflictos ser alcanzado de nuevo por ellos.

    ― Rápido, entren aquí, estarán seguras. ― indicó Neji abriendo la puerta de su habitación a la mujer y a la niña que había visto hace unos días a la entrada del lugar.

    Una vez que estuvieron dentro cerró la puerta de la hacienda bloqueándola.

    Sabía que algo más ocurría, algo más que aquel enfrentamiento armado, que la guerra, que el destino incluso de todo el país, era algo menos mundano y terrenal. Desde el momento en el que sus pasos lo habían guiado hacia la oficina justo en el momento en que solicitaban un corresponsal, el mismo impulso que lo había guiado a aquel pueblo en lugar de partir hacia Morelos y viajar en caravana con los zapatistas desde el principio, lo mismo que lo había hecho sentir pleno y en perfecto equilibrio al estar con ella, lo mismo lo impulsaba a ir en su búsqueda y salvarla.

    Afuera todo era un pandemonio, había cuerpos en el piso, las balas volaban en ambas direcciones, varios jinetes cabalgaban enfrentándose disparándose o arponeando a todo el que pudieran, Neji no tuvo que pensarlo dos veces, cuando uno de ellos estuvo cerca de él, saltó, lo envistió forcejeando con él hasta que logró tirarlo del caballo se colocó bien en las sillas y dio unos golpecillos con su bota al animal, agitando las riendas para que acelerara.

    En un par de ocasiones las balas le pasaron rozando, un par de ellas alcanzaron a morderle provocando rasgaduras en su dermis, más no se detuvo. Incluso tuvo que enfrentarlos a cualquiera de ellos, pues viéndolo allí, ninguno lo reconocía como un aliado.

    Cuando llegó al sendero se percató que cabalgando no podría pasar por allí, bajó de un saltó y le dio una palmada al equino para que se alejara galopando, así estaría seguro, la adrenalina comenzaba a pasar y las heridas a dolerle, sin embargo humo negro ascendiendo de su casa le hizo acelerar el paso. Al llegar allí sus temores se hicieron realidad la casa estaba en llamas, mirando a varias personas cerca intentando entrar sin meterse tomó lo primero que alcanzaron sus manos, una oz de arado entre los cultivos y valientemente fue a hacerles frente.

    Uno de ellos se dio cuenta al instante de su presencia y se giró para hacerle frente, Neji magistralmente logró repelerlo con una patada y contraatacar, un segundo lo ataca con él la cuchilla del fusil lo que le permite desarmarlo, lo golpea en la nuca y volteando el arma le dispara al tercero hiriéndolo, mientras el calor incrementaba se abría paso retirando los cristales rotos de una ventana ya destrozada, entonces, la escuchaba gritar.

    ****************************

    Muchas son las leyendas que se cuentan y las versiones de las mismas, en el caso de la Xtabay; se hablaba de dos mujeres la Xteban y la Utz-colel, donde la primera era pecadora y loca de amor, pero al mismo tiempo caritativa y humanitaria, la otra era una santa, pero con una alma fría y egoísta, ambas terminan muriendo y es cuando por el aroma que expedían sus cuerpos reflejaba sus verdaderas naturalezas, pues mientras que una emitía un dulce aroma, la otra pululaba putrefacción, entonces surgía la figura de la Xtabay, cuyo origen queda difuso pues busca hombres como lo hacía la primera, pero es cruel como lo era la segunda, la realidad es muy distinta y ocurrió varios años atrás.

    Existieron dos mujeres sí, pero hasta ese momento no eran vistos por nadie como dos polos opuestos entre la decencia y el yerro. Era solo una joven y una mujer, una muerta de miedo llorando huyendo entre el monte y otra llena de avaricia y envidia manchada por la sangre del hombre que había jurado amar.

    ― ¡Sal de donde quiera que estés maldita mocosa! ― exclamaba maníaca― muere con dignidad, después de todo, le diré a todos que has sido tú.

    La chica yacía escondida entre los arbustos implorando que solo fuese una pesadilla.

    Una rama debajo de ella terminaba cediendo a la presión de su cuerpo y se rompía rebelando su posición. Apenas tenía tiempo de salir huyendo cuando escuchaba el rugido férreo del fusil detonar a sus espaldas, corría con todas sus fuerzas mientras su perseguidora salía tras ella.

    Sin aliento, con sus piernas temblando se detenía debajo de un árbol, era gigantesco y frondoso en comparación del resto de los que se encontraban allí, rindiéndose alzó las manos al encontrase frente a frente a su atacante.

    Tenten no le imploraría por su vida, tenía dignidad, hasta el último segundo la miraría a los ojos.

    La bala salió disparada de la recamara del arma, recorrió el camino en segundos hasta salir, se dirigió justo hacia ella, dispuesta a impactarle justo en el corazón, más aunque estaba hecha de duro metal terminó hecha trizas por un trozo de madera. Esta se había alzado del árbol en forma de cientos de esquirlas que ahora mismo rodeaban el cuerpo de la chica flotando emanando energía mística, poco a poco comenzaban a cerrarse sobre la jovencita que observaba todo atónita.

    ― ¡No! ¡No vas a escapar! ― exclamó la mujer mientras corría hacia ella para atraparle

    De la misma manera que habían emergido, cada una de las partes del árbol se habían restituido, llevándose a la chica a su interior, sin embargo, la mano de aquella mujer también hacia atrapada entre ellas, exclamando un grito de dolor arrancaba su mano sangrante perforada por cientos de astillas que se había fundido con el tronco, caía de rodillas adolorida mientas el orificio que había reabierto desaparecía, llevándose su sangre con él.

    Unos días después la chica había resurgido sana y salva, encontrándose huérfana como muchos les había hecho compañía, les cuidaba y dedicaba lo poco que tenía para ver por los menos afortunados, a pesar de la reputación que le habían impuesto.

    La llamada mujer buena, a menos a ojos de la sociedad, había sido expulsada de su casa había huido a la capital, pero en el camino había sido alcanzada por una explosión, sus restos calcinados expedían un olor pestilente y además una vez muerta, la parte de ella que había quedado en la ceiba resurgió. Así fue, como el regalo que le habían otorgado a la chica se volvió maldición.

    Así emergió la criatura que buscaba el amor perdido en otros hombres, pero casi al mismo tiempo la venganza, una criatura dual entre luz y tinieblas, hermosa pero letal, en la que lo profundo de su ser había pureza, la que en el fondo de su ser buscaba justicia.

    *******************************

    ― ¡Tenten! ―exclamó Neji al entrar la habitación.

    Esta lucía con un paisaje selvático y feroz, gruesas ramas sofocaban el fuego impidiendo que este avanzara, en el terrible follaje varios hombres yacían atrapados sin vida enredados en lianas, perforados por espinas o cortados por hojas, el último de ellos perdía el aliento mientas los dedos de una criatura de piel verdosa usaba sus dedos como lianas que como víboras constrictoras presionaban su cuerpo.

    Podía lucir de mil formas pero él la reconocería, eran sus mismas piernas largas, su mismo rostro bello y delicado, eran sus mismos ojos almendrados, nariz fina y labios delegados.

    Recordó entonces los cuerpos que había encontrado en aquella habitación, el carruaje con la mancha de sangre, ella la responsable.

    Se sintió intranquilo y alterado, sus manos temblaron un momento y sintió que su corazón caia a sus pies, pero respiró, había algo más fuerte que lo motivaba a mantenerse bien, no volvería a mostrarle que dudaba en sus ojos.

    Él la salvaría.

    En cuanto lo veía lo soltaba a su antigua presa, esta caía como un bulto ya sin vida, clavaba sus ojos carmín en Neji, su sonrisa inocente gentil se había suplido por una perversa entre sus labios. Entre su cabello surgían hojas y flores espinosas, largos mechones que cubrían su pecho desnudo, púas emergiendo de sus hombros, de entre sus dedos. Avanzó a hacia él moviendo sus caderas de forma seductora, el Hyuga no se movió de su lugar.

    La Xtabay entonces presionó sus labios exponiendo más una dentadura de dientes puntiagudos, ondeo su mano y mientras lo hacía raíces y lianas destrozando el piso, Neji esquivó apenas enteramente sorprendido, silbaban como mortíferos látigos, apenas logró girar cuando otros más como una segadera que partió la pared de lado a lado, Neji corrió mientras volvía tomar impulso para un nuevo ataque hacia ella, intentando acercársele.

    Y ella entonces también fue a su encuentro, le acercó tomándolo del cuello, lo aproximó a ella a una distancia intima para besarlo, mientras de sus dedos comenzaban a surgir lianas para enredarlo mientras él intentaba liberarse, comprimiéndole.

    Neji Hyuga nunca había pensado en tener pareja, aunque había crecido con buenos ejemplos y buenos amigos, sentía no tener los medios para externarlo, no hubiera soñado jamás entregar una rosa, cantar una serenata o invitar a bailar alguien, pero él era un instrumento del destino en esos momentos, de los dioses que buscaban enmendarlo todo, que sabían que por más poder que existiera en ellos, nada podía ser más fuerte que encontrar a dos personas que siempre debieron estar juntas, pues de haber sido por lo que le ocurrió al hombre que la cuidaba aquella noche, habrían llegado a un sitio donde Neji cubría una historia, ella habría tomado la iniciativa de hablarle, se hubieran escrito por un año y medio y luego de esto, de enamorarse mutuamente, él habría viajado hacia ella para formalizarlo todo, no se suponía que este mal hubiera existido en ella, no se suponía que su regalo la hubiera transformado en esto, pero con esto, todo cambiaría.

    Él realizó un movimiento rápido, sus labios se unieron entre un frenesí apenas tuvieron contacto, ella quedó desarmada desde el primer instante, por ese intenso fuego de pasión y amor que hacia palidecer las llamas de aquel sitio, por la dulzura y cariño de aquel beso que era el primero para ella, pues aunque había incitado a tantos como Xtabay, jamás había siquiera besado a ninguno. El mal en su interior, la sangre infectada se consumía en si misma, se depuraba como cada uno de los aspectos letales de su cuerpo, las espinas puas y picos se marchitaban, floreciendo por el contrario aun más las flores que le formaban.

    Tenten rememoraba una nana cantada al dormir por su padre siendo pequeña, se observaba jugando con unas muñecas con su madre, leyendo cuantos fantásticos a la luz de una fogata con el hombre que la había cuidado, rodeada de los niños huérfanos que la seguían y jugaban con ella, como centellas en una lluvia de estrellas en la noche fueron perforando la oscuridad, iluminando su interior, provocando que solo su humildad, bondad y amor prevalecieran, que este último se incrementara.

    Lo rodeo con sus brazos y se entregó entonces, no solo su cuerpo sino su alma, sus sueños y sobretodo su corazón, después de todo ella también lo había sentido al instante de encontrarlo, debían de estar juntos y ahora lo estaban. Mientras sus cuerpos se aproximaban en lo que parecía ser un abrazo eterno, pequeñas explosiones de pétalos generaban un vendaval que provocaba que las llamas se sofocaran y se apagaran.

    Así el mal que la había poseido se destruyó para siempre y allí entre una guerra, fuego y destrucción, emergió como lo haría de las cenizas un pequeño brote, un nuevo amor.
     
    Última edición: 19 Octubre 2018
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