Drabble Es un secreto.

Mientras termino el Mimily que estoy haciendo traigo esta cosita que se me acaba de ocurrir ahora. No tiene mucho planteamiento pero creo que la idea se entiende.

Advertencias: Angst.

En serio me duele haber escrito esto (?)

***

Lo había conseguido.

Ellos estaban juntos ahora. Juntos y felices, como debió ser desde un inicio. Y Mimi era feliz, como ella quería que fuese. Feliz como se merecía ser. Feliz con una persona... que no era ella.

Emily se forzó por sonreír mientras los veía hablar como los tontos enamorados que eran.

Como Mimi se avergonzaba por sus comentarios y terminaba gritándole y llamándole idiota mientras Alpha reía y disfrutaba genuinamente de que ella volviese a hablarle. Del hecho de que estuviesen juntos. De que Emily hubiese cumplido su palabra de volver a unirlos.

Juntos.

Nunca pensó que terminarían saliendo después de todo. Que terminarían siendo una pareja. Y todo porque ella quiso ayudarlos a ser felices.

Mimi y Alpha... se merecían el uno al otro. Eran perfectos el uno para el otro. Tan distintos y a la vez tan similares, lo sabía desde el inicio.

¿Entonces por qué? ¿Por qué no podía compartir ese gozo?

Debería estar feliz por ellos. Debería... poder sonreír de verdad al ver lo felices que eran. Lo mucho que pegaban, la buena pareja que hacían.

Pero no podía hacerlo.

Esa felicidad... se le antojaba ajena. Tan intangible como la niebla. Y dolía.

"Tu felicidad es mi felicidad"

¿Por qué no podía ser cierto? ¡Maldito fuese aquel que lo dijo!

Mimi le cuestionó una de esas tardes en el Centro Pokémon de Témpera, sin embargo, mientras tomaban el té.

—Emily, ¿aún estas enamorada de Dante?

Era una pregunta casual, de hecho. Ni siquiera pensó demasiado un por qué. Había pasado el tiempo, las cosas habían cambiado. Sus sentimientos tomaron un rumbo que nunca se planteó que tomarían.

Que caprichoso era el destino a veces.

—¿Huh? No, no lo creo—respondió con una pequeña sonrisa de disculpa—. Ahora hay otra persona que me gusta.

Mimi la miró con curiosidad. Eran tan buenas amigas y sin embargo nunca imaginó algo semejante.

—¿Ah?—soltó dejando la taza de té sobre el plato— ¿Quién es? ¿Le conozco?

Y la miraba con esos ojos tan azules...

Pero Emily solo sonrió. Una de esas sonrisas de falso conformismo. Una felicidad plastificada que tanto se había acostumbrado a imitar.

Se llevó el dedo a los labios.

—Es un secreto.

¿Por qué debía fingir y obligarse a pensar que su felicidad era la suya? No lo era. No podía serlo.

Lo mucho que anhelaba un amor imposible. Lo mucho que deseaba cambiar las cosas. El dolor que soportaba su corazón a diario... eran un secreto que Mimi nunca sabría.