Historia corta ZERO ZONE: Lost Years [Season 01]

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Zurel, 8 Abril 2018.

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  1. Threadmarks: Capítulo 01: Armonía.
     
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

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    ZERO ZONE: Lost Years [Season 01]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    3859
    El día de hoy vengo por fin con la continuación de la Zona Cero. Ha pasado un año desde que publiqué la versión anterior de Lost Years, aquellos que la han leído podrán notar algunos cambios en esta versión re-escrita.

    Les aviso que estaré publicando también la cronología de la temporada en mi blog, donde encontrarán no solo la cronología de Lost Years, sino también la de Zero Hour y todas las demás a medida que vaya avanzando las publicaciones. Agradezco de todo corazón aquellos que se han tomado la molestia en dejarme sus opiniones, y también a todos los que dejan su calificaciones con su "Me gusta", "Ganador", "Adorable", entre otros. Todos esos gestos me animan a seguir adelante con esta historia, muchas gracias. Sin más que decir, los dejaré con el primer capítulo de esta temporada.

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    Capítulo 01: Armonía.


    Trudering-Riem, München, Baviera, Alemania.
    Mediados de Otoño del Año 2188.


    La noche caía lentamente en la ciudad de Trudering-Riem en Múnich, Alemania. La ciudad empezaba a iluminarse conforme las horas avanzaban. Un ligero frío reinaba en el lugar, siendo esta la señal que indicaba la proximidad del invierno sobre el país europeo.

    Un niño de cabellos rubios y ojos azules intentaba armar un pequeño rompecabezas con la ayuda de su madre. Las luces del hogar estaban encendías y en el ambiente se apreciaba una tranquilidad inexplicable. Ambos se ayudaban entre sí para lograr armar el rompecabezas, hasta que llegado el momento el timbre de la casa resonó por todas las paredes que la conformaban.

    La señora se levantó para atender a quien sea que hubiese tocado el timbre. Al llegar abrió la puerta y se encontró con una señora casi de su misma edad. Una mujer de veinticinco años, tez blanca, dueña de un cabello lacio color negro y ojos azules. Vestida con una blusa negra, chaleco gris y una falda del mismo color, además de tacones negros ligeramente pequeños. Todo en un conjunto muy formal, digno de una mujer de negocios.

    A su lado se encontraba un pequeño de seis años, cabello negro con un corte a lo militar, ojos azules y de tez blanca. Vestía una camisa negra, suéter azul oscuro y pantalón blanco, además de un par de tenis del mismo color. La señora de la casa vio que el pequeño traía una mochila negra, le sonrió levemente al verlo a los ojos. El pequeño le devolvió la sonrisa con nerviosismo.

    —Hola, Khloe. —Saludó la señora de la casa, sonriente.

    —Buenas tardes, Kathrin. —Saludó formal.

    —¿Vienes a dejar a Keith? —Indagó la señora sorprendida, pues llegaron antes de tiempo— Estoy segura que Zelig se alegrará. —Sonrió levemente a la madre del pequeño.

    —Lamento venir antes de tiempo —Se disculpó Khloe—. Tenemos que viajar a Berlín lo más pronto posible, y no podemos llevar a nuestro hijo.

    —No tienes que disculparte, Khloe. Ustedes son bienvenidos en todo momento a nuestra casa, pero pasa adelante, nos tomaremos un delicioso capuchino. —Ofreció.

    —Perdóname, deberé rechazar la oferta —dijo Khloe, ligeramente triste. Quería conversar con Kathrin—. Mi esposo está esperando en el auto, tan solo venimos a dejar a Keith para dirigirnos después al aeropuerto.

    —Oh, vaya —Musitó Kathrin, deseaba compartir algo de tiempo con la madre de Keith—. Entonces lo dejaremos para en otra.

    —Sí, creo que deberemos esperar para pasar un tiempo juntas —Sonrió levemente. La señora se inclinó para darle un beso en la frente a su pequeño—. Keith, pórtate bien, ¿sí?

    —Sí, mamá. —Soltó el pequeño, avergonzado.

    Keith se pasó del lado de Kathrin, Khloe caminó algunos pasos hasta el auto que la esperaba, un BMW negro, pero antes de llegar giró levemente para volver a ver a su hijo.

    —Volveremos dentro de poco, lo prometo. —Le dijo su madre, triste por no poder llevar a su hijo.

    —Está bien, mamá. —Asintió levemente el pequeño.

    —Dentro de poco, nosotros también viajaremos. Estoy segura que con el viaje, Keith no llegará a notar su ausencia. —comentó Kathrin.

    —Me alegra escuchar eso, Kathrin. Te lo encargo.

    Khloe subió al auto y este en pocos segundos se marchó del lugar. Kathrin entró al hogar acompañada de Keith, quien llevaba la mochila sobre su hombro izquierdo. El pequeño de la casa aún seguía intentando resolver el rompecabezas, le faltaban al menos unas cien piezas para terminarlo. Cuando escuchó el sonido de la puerta al cerrarse preguntó;

    —¿Quién era mamá? —El pequeño logró identificar donde calzaba una de las piezas.

    Al no recibir respuesta de su madre se levantó del suelo y volteó su mirada a la entrada de su hogar. Abrió los ojos sorprendido al ver a su amigo Keith, rápidamente corrió a él para saludarlo. La señora al ver la reacción de su hijo, no evitó que una gran sonrisa se dibujara en su rostro.

    —Hola, Keith. —Saludó el pequeño con una sonrisa al ver a su amigo.

    —Hola, Zelig. Me alegro volver a verte. —dijo el mencionado, también feliz por ver a su único amigo.

    —Creí que vendrías en invierno. —dijo Zelig al recordar aquello de boca de su madre.

    —El viaje de mis padres se adelantó, y según parece también se extendió más de lo normal. No entiendo cómo funciona eso. —Se sinceró el pequeño.

    —No te preocupes, Keith. Verás que la pasarás de lo mejor con nosotros. —comentó Kathrin, sonriente.

    —Lo sé, señora —Keith fijó su ojos en la mencionada—. Yo los considero a todos ustedes como mi segunda familia. Estoy seguro que la pasaré de lo mejor aquí, aunque mis padres no estén conmigo.

    —Me alegro escucharlo —Kathrin estaba muy feliz de escuchar esas palabras por parte de Keith. Quizás no fuera su hijo, pero lo quería como si realmente fuera suyo—. Iré a preparar la cena, pórtense bien el uno con el otro. —Terminó por decir.

    La señora se marchó a la cocina, dejando así a los dos pequeños solos. Ambos se acercaron donde Zelig tenía el rompecabezas.

    —Por cierto, Zelig. ¿Qué clase de viaje harán? —Indagó el pequeño muy interesado al momento de sentarse en el suelo muy cerca del puzzle. No evitó sentir curiosidad por el viaje que mencionó Kathrin.

    —Iremos al Parque Nacional Bosque Bávaro —dijo Zelig, emocionado—. Al parecer hace algunos años, un meteorito se estrelló en ese lugar. Mi papá y yo queremos ir a verlo.

    —¿Un meteorito? Vaya, eso suena muy interesante. —Keith también se emocionó. La actitud de su amigo era algo contagiosa.

    —¿Verdad que sí? Me muero de ganas por verlo.

    —Sí, claro. Un meteorito no se ve todos los días. Admito, que he llegado a emocionarme con tan solo pensar cómo puede llegar a ser.

    —Lo mejor de todo es que mi papá me prometió que viajaríamos el fin de mes.

    —¿Mañana? —Cuestionó Keith, muy extrañado— ¿No crees que es demasiado pronto?

    —¿Bromeas? He esperado todo este tiempo para que llegara el día.

    —Ya veo, entonces me parece que llegué a tiempo, ¿no crees? —Sonrió el joven en son de broma.

    —Claro —Asintió—, ambos la pasaremos de lo mejor. Me alegra saber que esta será la primera vez que vamos a viajar juntos.

    —A mí también, Zelig.

    Al terminar la conversación respecto al lugar del viaje. Zelig continuó con su rompecabezas mientras que Keith decidió ayudarlo, al ver todas las piezas que le faltaban se arrepintió de hacerlo. Sin embargo, por ser su amigo decidió ayudarle, sin importar cuán difícil fuera el rompecabezas.

    —¿Cuántas piezas tiene este rompecabezas? —Indagó Keith, asustado al ver tantas piecitas.

    —La caja dice que tiene mil. —respondió Zelig, tranquilo, como si no fuera gran cosa.

    —¿¡Mil piezas!? ¿No era mejor uno más sencillo?

    —No me gustan los rompecabezas sencillos —Se sinceró el pequeño al momento de ver a su amigo a los ojos—. El punto es pasar varios días armándolo.

    —¿Y lo has hecho solo?

    —No, mamá me ayuda cuando tiene oportunidad.

    Keith se sorprendió bastante, se notaba que Zelig tenía paciencia para armar esos clásicos rompecabezas. Estaba claro que de haberlo tenido él ya lo habría enviado a la basura. No solía armar puzzles porque nunca le gustaron, prefería los videos juegos. Cosa que su amigo Zelig era muy bueno también, en especial en los juegos de rol.

    Al cabo de unos minutos el padre de Zelig llegó a casa, dejó su portafolio desinteresadamente en el sofá. El adulto llevaba un saco, pantalón y zapatos negros, todo muy formal. Su cabello era rubio oscuro y su peinado era hacia atrás, como complemento llevaba unos lentes ligeramente oscuros. El hombre saludó a su hijo con el simple hecho de acariciarle su cabeza, despeinando aún más su cabello, que de por sí era alborotado por naturaleza.

    —Hola, Keith. Veo que has llegado antes de tiempo. —dijo el padre de Zelig, sorprendido.

    —Así es, señor. El viaje de mis padres se adelantó —Explicó el joven—. Lamento ser una carga… —decía el pequeño al ser interrumpido.

    —Vamos, Keith. No eres ninguna carga —dijo el señor—, es cierto que los planes han cambiado ligeramente, pero no debes sentirte mal por ello.

    —Gracias, señor Edmund. —Keith se alegró al escuchar las palabras del padre de Zelig, ya que sentía que no encajaba de algún modo en el lugar.

    Edmund se acercó a su esposa para otorgarle un leve beso en los labios y tras cruzar unas pocas palabras con ella se sentó en el sofá para hacer una búsqueda por la red de internet. Kathrin preparaba la cena con toda la tranquilidad del mundo, mientras su hijo Zelig continuaba armando el rompecabezas con la ayuda de Keith.

    A las siete y treinta de la noche la señora Kathrin sirvió la comida en la mesa. Zelig y Keith se sentaron de un lado, mientras que los adultos en el otro. Una vez en sus lugares degustaron de su comida en silencio. Por cortesía las conversaciones en la familia de Zelig no tenían lugar durante la cena, al menos, que fuera algo de suma importancia y que el momento se prestara para ello.

    Cuando la cena terminó, Edmund ayudó a su esposa a lavar las vasijas. Zelig decidió guardar el rompecabezas, para que este no se desarmara y tuviera que empezar desde cero, lo desarmó con mucho cuidado en varios cuadros entenderos de piezas. Las cuales guardó en la caja en que venía para después continuar armándolo.

    Ambos pequeños subieron a la segunda planta de la casa. Una vez llegaron entraron a la habitación de Zelig. El pequeño guardó su rompecabezas en uno de los muebles que había en su habitación. Así mismo, abrió otro mueble y sacó de él una enorme frazada blanca y también una colcha, Keith le ayudó porque era imposible que él solo lograra sacar ambas cosas.

    Los dos jóvenes acomodaron el lugar donde dormiría Keith, a pesar que ambos eran muy buenos amigos, tiempo atrás intentaron dormir juntos como hermanos, pero eso se convirtió en una proeza imposible de realizar. Siempre alguno de los dos amanecía en el suelo sin darse cuenta de cómo era posible tal cosa. Así que por cualquier cosa, Keith siempre dormía en el suelo, si bien, no solía ser muy cómodo, por un lado le gustaba que su “cama” no fuera tan suave como solía ser en su casa. Kathrin llegó a la habitación de su hijo en el preciso momento en que terminaron, ambos pequeños se sorprendieron al verla de repente.

    —Zelig, no quiero que ambos se duerman tarde, recuerda que mañana temprano salimos de viaje. —Le recordó su madre.

    —No te preocupes, mamá. Nos dormiremos temprano. —dijo su hijo, tranquilo.

    —Está bien, buenas noches, chicos.

    —Buenas noches, mamá. —dijo Zelig.

    —Buenas noches, señora. —dijo Keith con una leve sonrisa.

    La madre de Zelig cerró la puerta de la habitación y después se marchó a la suya. Los pequeños decidieron jugar un rato video juegos para matar un poco el tiempo, ya que el reloj apenas indicaba las ocho y media de la noche. Tras un largo rato llegó la hora de dormir, Zelig apagó la pantalla y también la consola de juegos. Subió a su cama y se acomodó, al ver a Keith en su lugar, el pequeño de cabellos rubios tan solo chasqueó los dedos, con ese gesto hizo que las luces de su habitación se apagaran.

    Los minutos pasaron uno tras otro, el reloj marcaba las once y cuarenta y cinco. Ninguno de los pequeños se había dormido. Zelig no lograba dormir porque se sentía muy emocionado con el viaje, pensar que viajaría con Keith lo hacía más emocionante de alguna forma. Keith por su lado, no entendía el por qué le era tan difícil conciliar el sueño esa noche en particular, nunca solía tener dificultades para dormir. El silencio reinaba en la habitación hasta que llegado el momento fue roto.

    —¿No puedes dormir? —Indagó Keith con su vista en el cielo de la habitación.

    —No —Respondió Zelig—, estoy muy emocionado por el día de mañana, ¿y tú? —Indagó el pequeño al ver también el cielo de su habitación.

    —Es imposible. Sin importar lo que haga, no puedo dormir.

    —Ya veo —Musitó su amigo—. Supongo que debe ser por lo mismo. ¿No crees?

    —No, no es por eso, Zelig —decía Keith al momento de sentarse—. Cada vez que cierro mis ojos veo algo extraño en la oscuridad.

    —¿Algo extraño? ¿Cómo qué? —Zelig se extrañó mucho por las palabras de su amigo, escucharlo causó gran curiosidad en él.

    —No sé cómo explicarlo. —El pequeño no tenía las palabras correctas para explicarle a Zelig.

    —Ya veo —Musitó el pequeño ante las palabras de Keith—, no te preocupes, Keith, intenta dormir, de seguro es solo cosa de tu imaginación.

    —Lo intentaré, gracias por no creer que estoy loco. —Keith se acostó nuevamente en su cama al decir las últimas palabras.

    —Nunca creería eso, somos amigos. —Terminó por decir el pequeño de ojos azules.

    Keith sonrió levemente al escuchar a Zelig, realmente él era un gran amigo, uno muy especial y que resultaba muy diferente a muchos otros niños de sus mismas edades. Tiempo atrás conoció a otros pequeños, tuvo algunos que consideró amigos pero en el fondo tan solo eran niñitos mimados de mamá, los cuales terminaba detestando por sus actitudes de bebes. Zelig era diferente en ese aspecto, ya que su actitud era muy similar a la suya. Tenían los mismos gustos y sus conversaciones resultaban muy interesantes a tal punto que duraban horas charlando. Quizás eran niños, pero sus actitudes contrarrestaban totalmente a sus edades, lo cual resultaba muy curioso incluso para el mismo Keith.

    El pequeño de cabellos negros tenía la esperanza de que su amistad con Zelig nunca se destruyera, así pasaran años. Tras cruzarle algunos pensamientos en base al futuro, Keith terminó por dormirse, así como Zelig.

    La Luna reinó en los cielos nocturnos del país hasta la mañana siguiente. El Sol se mostraba en el horizonte con algunos débiles rayos de luz. El reloj marcaba las cinco de la madrugada cuando la señora entró a la habitación de su hijo para despertarlo, al mismo tiempo que hacía lo mismo con Keith. Una vez los dos pequeños se despertaron, Kathrin les mandó a que se fueran a duchar, por suerte el hogar contaba con agua caliente.

    Cuando los dos pequeños estuvieron listos bajaron a la primera planta de la casa para desayunar. Kathrin al ver a ambos les sonrió, le parecía dos chicos muy apuestos, así que no tardó en hacerles las típicas bromas que toda madre solía hacer, aun en esos tiempos.

    —Vaya, vaya, se ven muy atractivos —dijo Kathrin—. Si fuera una niña, estoy segura que me enamoraría de los dos. —Sonrió coqueta.

    —Mamá, no digas eso… —dijo Zelig al sonrojarse levemente.

    —No creo ser atractivo —comentó Keith, tranquilo—, no suelo ser muy llamativo para vestirme. —Confesó.

    La vestimenta de Zelig consistía en un suéter de capucha, camisa, pantalón largo con diversas bolsas a los lados y un par de tenis. Todo en un conjunto blanco con excepción de la camisa negra, la cual contaba con un pequeño logo con la forma de dos zetas hexagonales color blanco. Lo que más llamaba la atención de Zelig era su cabello que tenía algunos mechones hacia todas direcciones, algo muy natural en él, pues nunca se molestaba en peinarse.

    La forma de vestir de Keith contrarrestaba totalmente a la de Zelig. Quien llevaba un chaleco manga larga, camisa, pantalón largo y un par de tenis. Todo en un conjunto negro con excepción de la camisa que era blanca en su totalidad.

    Kathrin al verlos detenidamente logró ver que ambos pequeños parecían ser polos opuestos, al menos en su forma de vestir, porque en todo lo demás casi se podía jurar que eran hermanos. La señora continuó preparando el desayuno y tras algunos minutos se dispusieron a desayunar.

    Al cabo de algunos minutos, Kathrin alistó lo que aún le faltaba por terminar. Edmund llevaba las pertenencias de cada uno al auto, un Audi color plateado con los vidrios polarizados. Tras media hora todos subieron al auto y se marcharon con dirección al Parque Nacional Bosque Bávaro.

    Edmund decidió tomar la ruta más rápida para llegar al destino, según el GPS, indicaba que durarían cerca de tres horas en llegar con el tráfico normal. Esperaba que fuera así porque, según las noticias que leía en un holograma que materializaba el tablero del auto, indicaba que en esa ruta podría haber presas ya que, supuestamente, un furgón se salió de control y provocó un gran accidente.

    Una hora después de viajar cientos y cientos de kilómetros llegaron al lugar que Edmund temía. Las presas comenzaban, los autos se movían lentamente convirtiéndose en un factor estresante para todos, en especial para Zelig. El pequeño al ver la gran cantidad de automóviles que se movían al paso de la tortuga, decidió jugar un rato con su consola de juegos portátil.

    Sin embargo tras jugar alrededor de una hora y avanzar al menos diez niveles en su RPG, guardó todo su progreso y apagó la consola. Se sentía sumamente estresado, los autos apenas se movían y duraban varios minutos para avanzar al menos cien metros.

    —¿Cuánto falta para llegar, papá? —Indagó el pequeño al ver a su padre en el espejo desde el asiento trasero.

    —No lo sé, Zelig, es posible que duremos algunas horas. —respondió Edmund al ver a su hijo por el espejo.

    Kathrin miraba a todos lados con tranquilidad, no se lograba apreciar estrés alguno en su rostro. Edmund si estaba un poco estresado por la enorme presa, pero era consiente que lo único que podían hacer era esperar. Debido a la temprana salida del hogar, Keith no logró evitar que el sueño lo dominara, así que simplemente se durmió sin más.

    Minutos después la enorme presa empezó a avanzar con más rapidez. Aún faltaba medio kilómetro para llegar al punto donde el accidente ocurría. Zelig no logró evitar molestarse, estaba harto de esperar.

    El pequeño estaba por decir algo pero en ese momento recibió una mirada seria de parte de su padre, quien lo vio por medio del espejo. Al ver sus ojos decidió guardar silencio, Zelig vio a su madre que arreglaba su cabello rubio con gran dedicación, ayudándose con el espejo de la visera del auto. Rodó los ojos en señal de sentirse aburrido a más no poder.

    Finalmente, después de casi tres horas esperando. Los equipos de tránsito eliminaron los obstáculos de la carretera, dejando así la vía libre. Edmund presionó el acelerador a tope, por fin lograron salir de la terrible presa.

    En el rostro de Zelig se dibujó una gran sonrisa al ver que por fin tenían vía libre. Sin embargo el pequeño terminó por dormirse unos quince minutos después. Tras varias horas de largo viaje la familia llegó al lugar destinado.

    Randsberger Hof Hotel, Cham, Baviera, Alemania.

    Edmund estacionó el auto en el parqueo privado del hotel. Allí se encontraba distintos automóviles de marcas de renombre, entre ellos Lamborghini, McLaren, BMW, Audi e incluso Koenigsegg. Ambos adultos salieron del auto, Edmund sacó las maletas de la cajuela mientras que su esposa despertaba a los dos pequeños.

    Una vez los chicos despertaron y salieron del auto, Edmund activó el sistema de seguridad del vehículo. La familia se dirigió al hotel donde se hospedarían las próximas semanas. Cuando entraron al edificio un empleado los recibió dándoles la bienvenida como todo un caballero.

    Los dos pequeños no dejaban de asombrarse al ver todo el lugar que los rodeaba. Cada centímetro del hotel brillaba, literalmente. Las paredes brillaban de un color dorado y eran adornadas con algunas pinturas antiguas, ya sean retratos o bien paisajes del mundo. Lámparas bañadas en oro estaban esparcidas por todo el lugar. Algunas se encontraban en el centro de las mesas, las cuales eran adornadas con un mantel blanco debajo de ellas.

    En diferentes partes de lugar se veían muchos turistas, algunos nacionales y otros extranjeros. Los cuales disfrutaban de una conversación amena en ese lugar tan al estilo clásico.

    Edmund y su familia se acercaron a la recepción del hotel. El señor se presentó y le otorgó una tarjeta a la empleada, que materializaba un holograma con toda su información personal. Una vez comparó los datos del holograma con los datos del sistema la empleada informó;

    —Bienvenido. Señor, Schneider. Su habitación es la S12 en el sexto piso, aquí está la tarjeta de la puerta. Le deseo una feliz estancia. —Sonrió la joven, feliz de tener un nuevo cliente.

    —Muchas gracias. —dijo al recoger su tarjeta de identificación personal y la de su habitación.

    El empleado del hotel dirigió a la familia hasta la habitación acordada. Una vez allí, Edmund acercó la tarjeta a un pequeño escáner a un lado de la puerta, que terminó por escanear el código que daba acceso a la habitación. Cuando entraron Edmund dejó todo el equipaje de la familia en la sala.

    Zelig y Keith se sorprendieron al ver todo el lugar, el cual era muy hermoso. Sin embargo la impresión se desvaneció al escuchar a la señora preguntar;

    —Keith. ¿Alguna vez has estado en un lugar como este? —La señora vio al pequeño que al escuchar su nombre la volvió a ver.

    —Sí —Asintió levemente—, he tenido la oportunidad de conocer hermosos hoteles en las pocas ocasiones que he viajado con mi familia.

    —Ya veo. —Sonrió la señora, impresionada de escuchar al pequeño.

    —Por cierto, ¿cuándo iremos al parque? Quiero ver el meteorito. —Indagó Zelig tras acordarse del por qué estaban en ese lugar.

    —Aun no, Zelig, es muy tarde, quizás mañana tengamos la oportunidad de verlo. Así que, intenta ser paciente. —dijo su padre al ver a su pequeño.

    Zelig frunció el ceño, molesto. Quería ver el meteorito lo más pronto posible, y ahora sería imposible. Según su padre, el fragmento que se hallaba en el parque no era más que una astilla del meteorito que una vez cayó en ese lugar. Aun así, Zelig no podía negar sentirse emocionado, deseaba con todo su ser a que llegara el día para tener la oportunidad de ver el famoso meteorito del que tanto había escuchado de boca de su padre.
     
    Última edición: 12 Abril 2018
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  2.  
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola. Paso a comentar el primer capítulo.

    Creo que ha estado muy bien para tratarse de una introducción, aunque me habría gustado ver un poco más sobre Kathrin y Edmund de la misma forma en que se mostró con Walden y Kerstin en la temporada anterior. Igualmente quedan más capítulos para ver su desarrollo, y tratándose de una introducción a la nueva temporada, no hay un gran problema con esto.

    Me da curiosidad que se vea como Zelig prefiere armar rompecabezas que supongan un reto. Me sugiere que él es un chico inteligente al que le gustan los desafíos, tal como a Ilgen. No recuerdo muchas cosas sobre su personalidad en la versión anterior, lo único que recuerdo era que era un chico que se emocionaba mucho con el meteorito, cosa que también comparte en esta.

    Me parece muy interesante el hecho de que Keith vaya de viaje con ellos. En primer lugar, así se podrá ver mucho más de él antes de que llegue el clímax. Se podrán conocer varios aspectos de su personalidad y ver como contrasta con la de Zelig, cosa que en el anterior LY no se vio. Si eso se da, el impacto del final podría ser mayor que en la versión anterior.

    Aunque sé que es lo que ocurrirá, tal vez los cambios que hagas, y la nueva forma de contar los eventos hagan que me termine sorprendiendo después de todo. Me pregunto si ya en el segundo capítulo Zelig conoce a ya sabemos quién, o si será un capítulo dedicado al desarrollo de personajes. La verdad es que no me molestaría ninguno de los dos casos.

    Lo que sí espero es que se vea más de Edmund, dado a que él era el personaje más misterioso en la historia. Me gustaría ver más de él y ver si mantiene esa actitud, porque no recuerdo que se haya mencionado que él haya llevado equipo consigo para realizar investigaciones. A no ser que se lo concedan más adelante en la historia.

    En el momento en el que leí esta frase

    No pude evitar tener esta reacción

    [​IMG]

    Bueno, eso será todo de momento. No tengo mucho más que comentar. Estaré pendiente por el segundo capítulo. Saludos.
     
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  3.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

    Leo
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    Uff… debo admitir que me es difícil comentar una historia que ya he leído y que sé que viene. Pero te debo un comentario¿? Así que aquí estoy.

    Me abstendré de mencionar cosas venideras para no spoilear a los nuevos lectores, solo por si acaso. Pero si que comentaré las cosas que me gustaron de esta nueva versión.

    -Primeramente, me gustó mucho más este comienzo que la anterior. Aquí se nos mostró desde el hogar y no desde el vehículo pues ya estaban en camino al bosque.

    -Me agradó más el hecho de que Zelig actuara de tal manera a su edad, cosa que echaba de menos en la anterior entrega.

    -El que desde el principio Zelig y Keith mostraran que tenían una buena amistad y que el último los acompañe a su viaje.

    Por el momento, el comienzo (y disculpa por repetir esa palabra mil veces) es mucho mejor y se ve las mejoras. Esperaré que otras mejorar tendrán los próximos. Por mi parte, eso sería todo no tengo más que comentar, nos leemos.
     
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  4. Threadmarks: Capítulo 02: Perdido.
     
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

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    Reydelaperdicion , Sorel Rodriguez , muchas gracias a ambos por sus comentarios, les agradezco mucho que lean esta historia, que si bien seguirá el mismo rumbo de la anterior, tendrá diversos cambios a lo largo de la misma, incluso tengo preparadas algunas sorpresas que no se vieron nunca en la versión anterior de Lost Years y espero que sea de su agrado cuando llegue el momento.

    Por falta de tiempo, les diré que disfruten de este nuevo capítulo y espero que sea de su agrado. Gracias a ambos por sus comentarios y también a todos aquellos que se pasan a leer la historia en la sombras, nos vemos en la próxima oportunidad. Los dejo con la lectura.

    Capítulo 02: Perdido.

    Tras muchas actividades el día anterior con la llegada al hotel, por fin el día tan esperado llegó. La familia se dirigió al Parque Nacional Bosque Bávaro. Cuando llegaron al lugar, Edmund le otorgó al chofer de la buseta algunos euros demás por haber llegado en menos de una hora.

    Los dos pequeños se sorprendieron al ver la gran cantidad de turistas, se podía contar cerca de unos treinta a cuarenta personas sin contar niños. La familia de Edmund al igual que todos los turistas nacionales y extranjeros debieron pagar una pequeña cuota por una pulsera blanca, la cual contaba con un sistema de localización GPS y el mapa de todo el bosque. La pulsera le ayudaría a la S.R.G. poder localizarlos en caso de perderse.

    A momentos antes de iniciar el recorrido un helicóptero militar de color negro sobrevoló la zona a muy baja altura, esto provocó miedo en muchos adultos y niños, quienes pensaron que la máquina había rozado sus cabezas. En pocos segundos la aeronave ya se había alejado varios kilómetros.

    —No se preocupen —dijo la empleada turística—. En los últimos meses hemos tenido mucha actividad del ejército en las cercanías de la frontera con la República Checa. Les aseguramos que no habrá ningún impedimento para disfrutar del recorrido.

    Las palabras de la empleada tranquilizó en gran manera a la mayoría de los turistas. Una vez todos se tranquilizaron el recorrido por el bosque dio inicio.

    Todos los presentes se adentraron al bosque. La empleada caminaba al frente de todos, los que estaban tras ella observaban todo el lugar asombrados al ver cuán verde era todo a su alrededor. Muchos turistas provenían de países donde no solían ver muchas áreas verdes, y les impresionaba cuán hermoso eran lugares como esos.

    Conforme se acercaban al lugar donde se encontraba la atracción principal. La empleada les hablaba a todos sobre algunos datos del bosque así como algunas reglas que regían.

    —Sean bienvenidos al Parque Nacional Bosque Bávaro. Este parque se localiza en el lado Este de Baviera cerca de la frontera con la República Checa. Se estableció el 7 de octubre de 1970 como el primer parque nacional de Alemania.

    »Desde el 1° de octubre de 1997 cubre un área de 24 250 hectáreas junto con el Bosque Bohemio de la República Checa. El Bosque Bávaro constituye la mayor área contigua de bosques en la Europa Central.

    »Está rotundamente prohibido las quemas y la cacería, violar dichas reglas conlleva una multa excedente de los doscientos cincuenta mil euros.

    La advertencia de la empleada les cayó como agua fría a varios busca problema que se encontraban entre los turistas, quienes tenían intenciones de provocar maldades en el bosque.

    Zelig y Keith disfrutaban de la caminata por el bosque. El sol creaba una sombra en el suelo a causa de las hojas de los árboles. La fuerte luz que se apreciaba era muy llamativa ante los ojos de los chicos. Tras adentrarse unos dos kilómetros en la espesura del bosque llegaron al lugar de interés para muchos de los presentes. El lugar donde se encontraba el fragmento del meteorito que alguna vez llegó a caer en ese lugar.

    —Este es un fragmento del meteorito que cayó hace 6 años. El gobierno nos lo otorgó el 14 de abril del año 2184 por ser el primer meteorito en caer en esta región. Mide cerca de unos 7 centímetros de longitud y cerca de 3 centímetros de grosor. Su lugar de origen aún sigue siendo todo un misterio.

    El fragmento poseía una forma muy similar a la letra zeta, con las puntas superior e inferior levemente inclinados en direcciones opuestas. Su estructura era metálica con muchas irregularidades, las cuales eran filos muy peligrosos capaces de cortar a quien decidiera tocarlo. El color que tenía no era más que una combinación entre gris y blanco.

    El pedazo de meteorito estaba sujeto a un pequeño estante metálico. Donde había una señal con el dibujo de una mano y una línea en diagonal que indicaba No Tocar.

    Los turistas pasaron en grupos de cuatro personas para lograr ver el fragmento. Tras una larga espera los últimos en verlo fueron la familia de Zelig. Edmund al ver detenidamente el fragmento logró sentir algo extraño. Su cuerpo percibía una extraña sensación, algo que hacía estremecer cada célula de su cuerpo.

    —Kathrin, ¿sientes lo mismo que yo? —Indagó Edmund al oído de su esposa.

    —¿Qué cosa? —Expresó extrañada su mujer.

    Edmund hizo un ademán a su esposa para que olvidara el tema. Estaba claro que ella no lograba sentir lo que él sentía en sus genes. El padre de Zelig sabía que algo residía en ese extraño fragmento, nunca antes había sentido una energía tan abrumadora como esa. «¿De dónde proviene esa cosa?» Se preguntaba a su persona.

    Zelig y Keith estaban maravillados con el fragmento. Nunca antes vieron algo como ello y sin duda eran afortunados de poder ver un objeto proveniente del espacio sideral. El lugar que los científicos afirmaban que era infinito.

    Una vez terminaron de ver la atracción principal todos los grupos se reunieron para continuar el trayecto. Aún falta ver algunos ríos y precipicios que se formaron con el pasar de los años, así como animales salvajes en su hábitat natural.

    Los padres de Zelig no se dieron cuenta que su hijo se quedó atrás, el pequeño quería ver de cerca el fragmento, así que se acercó lo suficiente como para llegar a tocarlo. A Zelig no le importó en lo más mínimo la señal del estante, con algo de dificultad por su pequeña estatura logró rosar el fragmento con el dedo medio de su mano derecha.

    El fragmento al recibir el poco contacto físico por parte de Zelig, liberó una descarga eléctrica que le causó una herida diagonal en la palma de su mano. Rápidamente el fragmento reaccionó ante la descarga convirtiéndose así en miles de rayos metálicos que empezaron a girar sobre y alrededor de Zelig.

    Los rayos metálicos al percibir la presencia de Zelig se envolvieron en su brazo derecho formando una doble espiral igual a la cadena de ADN. Los rayos presionaron su brazo con fuerza a tal punto que su piel fue herida. Su sangre empezó a surgir con gran intensidad a través de las heridas, Zelig vio cómo su sangre caía al suelo y esta no se detenía en lo más mínimo.

    De pronto, los rayos metálicos entraron a su cuerpo por medio de la herida de su mano y brazo derecho. Cuando Zelig vio eso, sus ojos se abrieron de terror. Al ver que ahora ese fragmento estaba dentro de su cuerpo, salió corriendo a toda velocidad en la dirección contraria a la que tomaron los turistas.

    En ese momento, Keith, quien caminaba entre las demás personas se percató de la ausencia de Zelig. Vio hacia atrás y logró notar como su amigo salía corriendo en la dirección contraria. Al verlo decidió ir tras él para intentar detenerlo. Pasó de lado el estante, ignorando por completo la falta del fragmento, y continuó corriendo tras Zelig sin importar nada.

    Sin embargo, cuando menos se dio cuenta, Keith se encontraba perdido en medio del bosque. Observó en todas direcciones miles y miles de solo árboles. Ahora Zelig no era el único perdido, él también lo estaba.

    En la Profundidad del Bosque…

    Zelig corría a todo lo que sus pequeñas piernas le permitieran, el pequeño sentía terror al ver como los extraños rayos metálicos entraron a su cuerpo. Corrió sin parar hasta que de pronto se tropezó con una piedra que resalía del suelo. Al caer se reincorporó con algo de dificultad por el golpe tan seco.

    Una vez de pie observó en todas direcciones en donde lo único que había eran solo árboles. Zelig se vio su brazo derecho el cual aún sangraba sin parar, cayó de rodillas al suelo al momento de perder las esperanzas.

    —¿Dónde… estoy? —Se preguntó a sí mismo.

    Zelig se dio cuenta que estaba perdido, el terror que sentía aumentó al darse cuenta de ello, pronto empezó a cuestionarse si volvería a ver a sus padres, o bien, moriría por esa cosa que ahora corría por sus venas. Se encontraba en una situación que no le deseaba a nadie.

    El pequeño se levantó del suelo al pensar en la única posibilidad que tenía, intentar buscar el lugar donde iniciaba el trayecto por el bosque. Eso sería mejor que estar lamentándose en un mismo sitio. Nuevamente vio en todas direcciones para buscar el lugar donde, quizás, podría empezar a buscar. Fue en ese momento en que Zelig logró ver a varios metros frente suyo a una extraña niña que daba levemente algunos saltitos conforme caminaba. En una de tantas vio a la niña dar un giro completo sobre su eje, y fue ahí que Zelig vio a la pequeña con los ojos cerrados.

    A Zelig le parecía extraño ver a una niña en ese lugar, pero lo más inquietante fue ver la alegría que tenía, daba la impresión que la pequeña disfrutaba su paseo por el bosque. No sabía quién era ella, pero estaba consciente que en esa niña podría residir la única esperanza de salir de ese bosque.

    El pequeño corrió hacia ella y a varios metros antes de llegar vio que la niña se acercaba a un enorme precipicio. La niña seguía dando leves saltos y giros con una leve alegría. Zelig entendió que la pequeña ignoraba por completo el precipicio frente a ella, así que sin dudar le gritó;

    —¡Cuidado!

    La niña al percatarse de la voz giró levemente hacia atrás para ver el dueño de aquella fuerte voz, pero cuando lo hizo la pequeña dio un paso en falso. Su pie derecho lo puso en el filo rocoso del precipicio y esto causó que esa parte se resquebrajara, causando que la niña cayera inevitablemente.

    Cercanías del Fragmento Metálico…

    Keith se encontraba en un dilema, quería adentrarse en el bosque para buscar a su amigo, pero si lo hacía estaba consciente que se extendería la probabilidad de perderse en las profundidades. Otra de sus opciones sería volver sobre sus pasos e ir en busca de los padres de Zelig para informarles de lo ocurrido.

    Tras pensarlo algunos segundos se decidió por la segunda opción, la cual sería menos arriesgada. Por otra parte, los turistas decidieron comer una pequeña merienda para después continuar con el recorrido. Cada uno de los presentes se sentó en los diversos troncos que estaban sobre el suelo. Fue en ese momento en que Kathrin se percató de algo que aumentó su ritmo cardíaco.

    —Edmund, ¿dónde está Zelig? —Indagó la señora al borde de un ataque cardiaco tras percatarse de la ausencia de su hijo.

    Edmund observó a su alrededor, pronto lo atacó el pánico al no ver a Zelig y tampoco a Keith. Kathrin preguntó a todos los presentes si no habían visto a los chicos que los acompañaban. La madre intentó describir a los chicos lo más que podía, pero sin importar las descripciones fueron todas en vano. La señora empezó a llorar desesperadamente al ver que ninguno de los dos pequeños estaba con ellos, Edmund consoló a su esposa en un intento por tranquilizarla.

    La empleada turística al ver el estado en que se encontraba Kathrin, se comunicó con sus compañeros, gracias a un pequeño micrófono que estaba conectado a un auricular alojado en su oído izquierdo.

    —S.R.G. Código rojo. —dijo la empleada al comunicarse con sus compañeros de búsqueda y rescate.

    —Aquí S.R.G. ¿Cuál es la emergencia? —Indagó el que al parecer era el jefe. Sus palabras solo fueron escuchadas por la empleada.

    —Se trata de dos niños pequeños…

    Kathrin al ver a la empleada que se comunicaba con sus superiores se acercó junto a Edmund con la esperanza que le ayudara a encontrar a los pequeños.

    —Entendido —dijo el jefe—. Necesito sus datos y descripciones. —Informó.

    —Necesito las descripciones de los pequeños. —dijo la empleada a los adultos.

    —Ambos son de seis años. Uno de ellos viste de blanco, ojos azules y su cabello es rubio alborotado. —dijo Kathrin, describiendo a su hijo. La señora soltó varias lágrimas al momento de otorgar su descripción.

    —El otro niño viste de negro… —decía Edmund al momento de ver a la empleada.

    Edmund notó una expresión de sorpresa en el rostro de la empleada, al verla se dio la vuelta y se sorprendió al ver a Keith acercarse a ellos. Cuando el pequeño llegó, jadeó consecutivamente hasta que logró recuperar el aliento.

    —¡Keith! —Edmund se impresionó al verlo— ¿¡Estás bien!? ¿¡Dónde está Zelig!? —Su voz daba indicios de preocupación por el estado de Keith, pero sobretodo del paradero de Zelig.

    —Vi a Zelig correr en la dirección opuesta, parecía asustado por algo, así que intenté seguirlo pero no logré alcanzarlo. Quería adentrarme en el bosque para buscarlo, pero temí perderme si avanzaba más. Por esa razón volí sobre mis pasos para avisarles sobre lo ocurrido. —Terminó por decir Keith al ver los padres de su amigo a los ojos.

    —Hiciste muy bien en regresar, Keith. Gracias por intentar ayudar a mi hijo. —dijo Kathrin al inclinarse para estar a la misma altura que el pequeño. Con dificultad le sonrió levemente.

    —No tiene que agradecerme, señora. Zelig es mi amigo, haría lo que fuera por él.

    —Te felicito, Keith. Has tomado la decisión correcta al venir con nosotros, y no arriesgarte con intentar buscarlo. —Edmund se notaba impresionado por la actitud de Keith, a su edad era un niño muy inteligente. Fue una decisión muy sabia la que tomó.

    La empleada al ver que uno de los pequeños había regresado, estableció comunicación con sus superiores, ahora con la información actualizada.

    —Uno de los pequeños ha logrado regresar sano y salvo. El niño faltante viste de blanco, ojos azules y cabello rubio alborotado. Tiene tan solo seis años de edad. —Informó la empleada.

    —Recibido. Iniciaremos los operativos de búsqueda inmediatamente.

    —Entendido.

    Con la información del pequeño la S.R.G inició con los operativos de búsqueda tanto por tierra como por aire. Para evitar más inconvenientes se les ordenó a todos los turistas salir del bosque. Cuando los turistas salieron vieron todo una gran carpa que funcionaba como el Centro de Operaciones de la S.R.G. Desde ahí coordinarían a todos los equipos encargados de buscar al pequeño. La familia de Zelig fueron atendidos por el oficial al mando, encargado de todos los operativos de búsqueda y rescate que se realizaban.

    —Mi nombre es Ritter Freisler, oficial al mando —Se presentó—. Mi compañera me ha informado que ustedes son los padres del pequeño. —dijo el hombre de cabello negro a lo militar. Dueño de un aspecto delgado, vestido con un chaleco negro con varias bolsas en la zona del pectoral y debajo una camisa del mismo color. También llevaba un pantalón negro y unas botas, además de un cinturón con diversidad de objetos como alicates, sogas, poleas, cuchillo, entre otros.

    —Yo soy Edmund y ella es Kathrin, mi esposa. —Se presentó el padre ya que su esposa no estaba en condiciones para hablar.

    —Es un gusto. Quiero informarles que haremos todo lo que esté a nuestro alcance para encontrar a su hijo. Momentos antes de que llegaran envié dos helicópteros y tres grupos de hombres que se encargarán de buscar por tierra.

    —Se lo agradezco. —dijo Edmund, agradecido por la veloz actuación de todos ellos.

    —Lo único que necesito saber es el nombre de su hijo.

    —Su nombre es Zelig, Zelig Schneider.

    —Muchas gracias. Señor, Edmund. Le pediré que esperen en ese lugar. —Señaló el lugar que no eran más que un rincón del Centro de Operaciones donde se encontraban cuatro sillas.

    Edmund y compañía se sentaron en ese lugar a esperar alguna noticia. Mientras Ritter les decía a todos los miembros del equipo el nombre del niño que buscaban. El jefe le ordenó a uno de sus hombres que rastrearan el GPS que tenía Zelig en la pulsera, creía que sería más fácil encontrarlo sabiendo la ubicación del aparato.

    Uno de sus hombres al recibir las órdenes de su jefe se puso manos a la obra, cuando logró triangular la señal del GPS se llevó una sorpresa.

    —Señor, tenemos un problema. —dijo el hombre a cargo de rastrear la señal.

    —¿Qué clase de problema? —Indagó Ritter al ver a su compañero, ya que revisaba otra de las pantallas del lugar.

    —Hay algo en este punto —Indicó al señalar con su dedo índice la pantalla holográfica—. Como puede ver la imagen se distorsiona.

    La imagen que mostraba la pantalla gracias a los satélites era muy distorsionada y en algunas ocasiones se mostraba mucha estática.

    —Es imposible lograr identificar lo que hay en ese punto.

    —¿Cuáles son las coordenadas del lugar? ¿Es posible conocerlas?

    —Negativo, señor. Las coordenadas están siendo afectadas del mismo modo.

    A Ritter le parecía extraño que algo dentro del bosque interfiriera con sus equipos. Estaba seguro que si había algún humano en ese lugar la imagen infrarroja debería captar señales de calor. Así que le ordenó a su compañero realizar un escaneo de infrarrojo. Sin embargo, al realizar dicho escaneo se sorprendieron al descubrir que en ese lugar no existía un cuerpo que generase calor.

    Esto sin duda le pareció muy extraño e inexplicable a Ritter, por lo que la única opción restante sería localizar las coordenadas más cercanas a ese lugar y enviar un grupo de hombres a investigar la causa de las interferencias en ese punto. Unos minutos después obtuvo las coordenadas, con ellas en su poder se comunicó con uno de los grupos que había enviado al bosque para que se dirigieran al lugar en cuestión.

    Despeñadero…

    Zelig corrió lo más rápido que podía y en segundos logró llegar al filo del precipicio. Abrió los ojos impresionado al ver a la niña, quien se aferraba con todas sus fuerzas a una roca. Zelig intentó estirar su brazo derecho para tomar a la niña de la mano, pero le era imposible si la pequeña no estiraba el suyo.

    —¡Dame tu mano! —Le dijo, asustado de que la niña cayera en cualquier momento.

    —No puedo —respondió la pequeña—, tengo miedo, además tu brazo está… —dijo preocupada al ver su brazo con varios cortes que aun sangraban lentamente.

    —¡No te preocupes! ¡Dame tu mano, por favor! ¡Si no lo haces, podrías caer! —Insistió, quería tomarla de la mano para ayudarla, quizás no podría, pero solo necesitaba intentarlo.

    La pequeña estaba asustada, se aferraba a la roca con todas sus fuerzas. Vio hacia abajo y sabía que si caía podría morir. Ese despeñadero tenía cerca de unos ochocientos metros de caída y al final se lograba ver un río que, podría no ser lo suficientemente profundo para amortiguar la caída.

    Zelig deseaba que la niña se llenara de valor y decidiera darle su mano, la roca a la que se aferraba no parecía soportar por mucho tiempo.

    —Intenta darme tu mano, prometo que te protegeré en todo momento. —Le dijo Zelig, firme.

    La niña al escuchar las palabras de Zelig le mostraron que de algún modo ella era importante, nunca antes alguien se preocupó por ella y saber que alguien la apreciaba de esa manera la cautivó. Se llenó de valor y antes de que se diera cuenta, tomó la mano del niño que intentaba ayudarla.

    El pequeño al darse cuenta de ese hecho tomó con fuerza su mano derecha, intentó jalarla hacia él pero le fue imposible. Sus brazos no tenían la fuerza necesaria para ser capaz de sacarla de ese aprieto.

    Sin importar los intentos de fracaso, Zelig continuó jalando de ella con la esperanza de evitar que cayera al precipicio. La niña se sostenía con su mano libre a la roca por seguridad, mientras veía los intentos fallidos una y otra vez de Zelig. Pronto el pequeño de cabellos rubios notó que con cada intento fallido, su cuerpo poco a poco se resbalaba por el filo del despeñadero.

    Eso eran malas noticias, Zelig estaba consciente que debía sacar a la niña pronto, o ambos caerían. La pequeña al ver que era imposible poder ser auxiliada por el niño de su misma edad. Decidió decirle;

    —Sueltamente... —dijo la pequeña.

    —¿¡Qué!? —Su corazón se estremeció al escuchar esas palabras por parte de la niña—. No lo haré, no puedo dejarte caer.

    —Si no lo haces, podrías caer tú también. —replicó la niña, preocupada por la seguridad de Zelig.

    —No importa, prefería caer contigo antes de hacer eso. Prometí protegerte y no voy romper mi promesa.

    La niña no lograba entenderlo, pensaba que las palabras de ese niño no eran más que eso, palabras. ¿Por qué le importaba tanto una promesa? Otro en su lugar ya se habría rendido, pero él era diferente. Simplemente no podía comprender su actitud, ella era una desconocía para él, y a pesar de eso le dio a entender que era importarte.

    ¿Por qué? ¿Por qué era importante para él? ¿Qué los unía para llegar a tal punto de arriesgar su propia vida con tal de salvarla?

    Zelig intentó reiteradas veces jalar de la niña, esta solo veía al pequeño esforzarse en vano. Tras intentar varias veces el cuerpo de Zelig estaba, literalmente, a punto de caer. De pronto, el borde rocoso en donde se encontraba se resquebrajó, causando que ambos niños cayeran.

    Los pequeños vieron en cámara lenta como sus posibilidades se acabaron en ese preciso instante. Ambos cayeron al enorme precipicio mientras que lo único que se escuchaba a varios kilómetros a la distancia, era tan solo sus gritos en forma de eco conforme caían…

    Datos Curiosos:
    S.R.G: Significa Such und Rettungsgruppe. Que en español sería Grupo de Búsqueda y Rescate.

    El precipicio que se menciona en este capítulo es el mismo que cruzan Ingel y Liezel en el capítulo 03 de Zero Hour.
     
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  5.  
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola. Paso a comentar el capítulo.

    Este me ha gustado más que el primero. Tengo que decir que, desde ahora, Zelig está ganándose mi aprecio nuevamente con su personalidad. Ya demostró ser alguien valiente, inteligente y comprometido a sus palabras a pesar de su edad. Creo que es una buena forma de recordar la versión anterior.

    Tal como creí, se ha encontrado con ya sabemos quien (perdona que hable así, pero le quiero evitar spoilers a cualquiera que lea esta historia y que no haya leído la versión anterior). Ahora ya tengo una idea más clara de su identidad. La verdad es que no recuerdo varias circunstancias respecto a ella de la anterior versión, por lo que necesitaré un par de capítulos más para buscar el enlace entre los acontecimientos que ocurrirán al final y aquellos que ocurren en el principio de la siguiente historia.

    Estoy seguro que la temporada siguiente explicará varias cosas que rondan por mi cabeza ahora mismo. Pero el caso es que Zelig y Liezel ya se han encontrado. Realmente tengo deseos de saber que fue lo que sufrió la chica cuando la criatura intentó controlarla en la temporada anterior, porque aquí parece no recordar nada de ello. Ni la caída del meteorito, ni a sus padres, ni a su hermano (a saber a donde ha ido a parar él). Simplemente se la ve como una niña normal que no tiene recuerdos de nada del pasado. Eso es algo que me causa confusión e intriga.

    Antes del capítulo, no sabía si Keith acompañaría a Zelig al bosque o no, pero la duda se me aclaró cuando vi que el título estaba en singular. Ahí saqué la conclusión de que solo él se perdería.

    En fin, Zelig ahora también tiene fragmentos en su cuerpo, me pregunto si presentará las mismas reacciones a él que en la versión anterior o si le modificarás algunas cosas.

    Errores no creo haber encontrado en este capítulo. Eso es todo lo que tengo que decir por ahora. Estaré esperando al siguiente y ver como la trama se sigue desarrollando en este reboot. Saludos.
     
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  6.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    No cabe duda que esta versión es por mucho mejor que la anterior. Me está gustando todavía más y lo que no llegué a emocionarme o a gustarme de la anterior, esta si lo hace.

    Me gusta el desarrollo más calmado que tiene. Y el hecho de que Keith este con la familia Schneider me pareció un excelente detalle. Concuerdo con Rey sobre la actitud de Zelig. Ya te había comentado que nuestro protagonista no terminaba de gustarme del todo, pero con el nuevo desarrollo y trasfondo que tiene aquí, si que me está llamando más la atención. Ahora sí que me preocuparé por él si le ocurre algo o me interesé de las cosas que haga. Igualmente, el detalle de los Schneider preocupados por su hijo al no verlo, le dio un plus que a la anterior le faltó.

    El encuentro de ella (evitar spoilea) y Zelig fue más natural y menos forzado que la anterior.

    Tengo mucha fe en le nueva edición y créeme, ansío leer la próxima temporada, porque de las anteriores, era la que me gustaba más. Y si con ésta has mejorado mucho, no espero la hora de leer la temporada dos.

    Y, Zurel, disculpa si solo estoy comparando esta versión con la anterior, pero creo que es necesario recalcar las cosas en las que ha mejorado. Y creo que Zero Zone debería tener a más lectores.
     
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  7. Threadmarks: Capítulo 03: Nombre.
     
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

    Acuario
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    ZERO ZONE: Lost Years [Season 01]
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    Ciencia Ficción
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    10
     
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    4070
    Reydelaperdicion
    Me alegro que hayas descubierto quien es Liezel en realidad, dado que era algo que deseaba con muchas ganas revelarte. Espero que la historia siga siendo de tu agrado. Te agradezco mucho el apoyo que me has dado en esta historia. Saludos.

    Sorel Rodriguez
    Muchas gracias, Sorel, no sabes cuánto me alegra que te guste esta nueva versión, y más al saber que te has emocionado, es bueno saber que la historia te hace sentir así. Te digo algo, a mí también me gusta más esta versión que la anterior, no te imaginas cuánto. Quiero avisarte que después de que termine Lost Years, no seguirá Extinction como pasó antes, después de Lost Years sigue otra temporada y una vez que termine continua Extinction que es la temporada 03. El orden de las temporadas ha tenido también un ligero cambio tras el reinicio.

    No te preocupes, es bueno que compares esta versión con la anterior, de hecho me gusta saber las impresiones que tienes en base al cambio tan grande que ha tenido la historia. Así que puedes hacerlo, siempre es agradable saber en qué he mejorado, eso me ayuda en el futuro.

    Hola a todos.

    Hoy vengo una vez más con la continuación de Lost Years. Agradezco a todos aquellos que se pasan por aquí a leer esta historia. Espero que este capítulo sea de su agrado al igual que los otros dos. Sin nada más que decir, disfruten de la lectura.

    Advertencia: Este capítulo puede contener escenas de violencia moderada, se recomienda discreción.

    Capítulo 03: Nombre.

    El comandante jefe de la unidad S.R.G. Ritter Freisler, había enviado dos helicópteros a patrullar las miles de hectáreas del bosque Bávaro en busca de Zelig, así como también envió a un grupo de hombres por tierra a investigar un extraño lugar que interfería con sus equipos.

    Aquel grupo conformado por cinco hombres, se encontraban muy cerca del punto en cuestión, sin embargo, fueron sorprendidos al ver a un niño de seis años acercarse a ellos. El niño tenía su cabello rubio y sus ojos eran dorados como el oro. Vestía un suéter negro de capucha, camisa roja, pantalón negro con diversas bolsas a los lados, y un par de tenis del mismo color que su camisa.

    —¿Tú eres, Zelig? —Indagó uno de los hombres.

    —¿Zelig? —dijo el pequeño al ver al formulador de la pregunta. Le parecía muy extraño, nunca antes había escuchado un nombre como ese.

    —No creo que lo sea —Le dijo uno de sus colegas—. Según la descripción de Ritter…

    El niño sin tomar mucha importancia al asunto materializó una espada de metro y medio, rápidamente atacó al hombre con un movimiento vertical de abajo hacia arriba, el cual partió su cuerpo en dos desde la entrepierna hasta su cabeza. Ambas partes cayeron al suelo expulsado sangre mezclada con diversos fluidos de cada órgano cortado.

    Todos los hombres al ver eso se espantaron, intentaron correr pero les fue imposible. El niño con rapidez se acercó al segundo hombre y le cortó la cabeza. Su cabeza salió rodando unos pocos metros y su cuerpo simplemente cayó al suelo. Pronto, desapareció del lugar para aparecer frente al tercer hombre, el cual le cortó ambos brazos arraz de los hombros, su desgarrador grito de dolor resonó con fuerza por todo el bosque. Después le cortó el torso a la mitad igual a como hizo con el primero, acabando así con su vida.

    Al penúltimo hombre lo aniquiló con un ataque diagonal de Izquierda a derecha, la sangre de su cuerpo fue expulsada con violencia del corte, pronto, las dos partes cayeron al suelo como si de dos filetes se tratara. El último fue el más letal de todos, el pequeño le otorgó un golpe en el estómago que lo hizo caer de espaldas al suelo, rápidamente lo tomó del cuello y le arrancó la cabeza con todo y su espina dorsal.

    Ninguno de esos hombres tuvo oportunidad de avisar a su líder, ya que el niño los mató a todos en cuestión de segundos. El pequeño se marchó del lugar caminado con toda tranquilidad, dejando tras suyo un escenario completamente lleno de sangre en todos los lugares donde alcanzaba la vista.

    Orilla del Río…

    El pequeño Zelig abrió levemente los ojos, tras unos segundos su vista se ajustó hasta lograr ver a la misma niña de antes, quien lo veía directamente al rosto, también logró ver el cielo tras ella que se había tornado de un color naranja, señal de que pronto anochecería.

    Zelig al verla intentó reincorporarse pero sintió un terrible dolor en todo su brazo derecho que le impidió levantarse. La niña puso ambas manos sobre el pecho del niño para evitar que se levantara al mismo tiempo que le decía;

    —No te levantes. —Le dijo, preocupada.

    —¿Por qué me duele tanto el brazo? —Indagó el pequeño con unas leves lágrimas por el intenso dolor que sentía.

    —Tu brazo se ha fracturado en tres partes —respondió la niña, ligeramente triste—. Cuando caímos me protegiste antes de caer al agua, debiste golpearte el brazo con alguna roca del fondo.

    Al escuchar a la niña, Zelig recordó que momentos antes de caer al agua. Él tomó a la niña en el aire para protegerla usando su cuerpo como escudo humano. Al impactar al agua el pequeño había sentido un fuerte golpe en su brazo derecho, en ese momento no le tomó importancia porque terminó inconsciente pocos segundos después.

    Quizás se fracturó su brazo con su acto heroico, pero no se arrepentía de ello. Saber que ella se encontraba sana y salva opacaba todo el dolor que sentía.

    —Me protegiste hasta el último momento. —Una sonrisa se dibujó en su rostro, agradecida de que alguien hiciera tal cosa por ella.

    —¿Cómo llegamos hasta aquí? —A Zelig le parecía extraño estar en una zona de tierra a pocos metros del río.

    —Fuimos arrastrados río abajo, cuando llegamos a las aguas más calmadas te traje hasta aquí. Llevo esperando varios minutos a que reaccionaras.

    Zelig sonrió, se alegraba al saber que ambos sobrevivieron a la enorme caída. El pequeño hizo un nuevo intento por levantarse, pero la niña se lo impidió. Pronto la pequeña puso ambas manos en el brazo derecho de Zelig y de ellas emergieron varios rayos metálicos que se envolvieron con delicadeza en el brazo del niño. Los rayos metálicos sanaron el hueso fracturado, así como las heridas en su piel y también la de su mano.

    El pequeño tan solo se sorprendía al ver todos esos extraños rayos brillar de un leve color blanco. Cuando la niña terminó, los rayos desaparecieron y de igual forma todas las heridas que Zelig tenía. El joven se sentó al no sentir ninguna clase de dolor en su cuerpo, la pequeña sonrió al ver la cara de sorpresa que tenía Zelig.

    —¿Cómo te sientes? —Indagó, sonriente.

    —Perfectamente. —Atinó a decir, sorprendido. Movió su brazo de diferentes maneras y no sintió ninguna clase de dolor.

    —Me alegro, es lo menos que puedo hacer tras salvarme. —Se levantó tras estar de rodillas en el suelo.

    Zelig también se reincorporó, al postrar sus ojos azules en la niña y verla detenidamente durante unos segundos le pareció muy linda. La niña era de tez blanca, cabello plateado y muy largo llegando a varios centímetros abajo de su cadera. Vestía un vestido blanco de una sola pieza y unas sandalias del mismo color.

    —Muchas gracias por curarme. —dijo Zelig al ver a la joven.

    —No fue nada, tú fuiste quien me salvó, arriesgaste tu vida con tal de salvarme.

    —B-Bueno, es natural querer ayudar. D-Después de todo estabas en peligro. —Zelig se sonrojó levemente, se sentía avergonzado de alguna manera.

    —Es verdad —Asintió—, pero tú has sido el único que ha hecho algo así por mí. Gracias.

    —No me lo agradezcas, de verdad. Me alegra saber que estás sana y salva.

    Ambos se miraron para sonreírse entre sí. Zelig recordó que no se había presentado debidamente.

    —Por cierto, mi nombre es Zelig —Se presentó—. ¿Cuál es tu nombre? —Cuestionó el pequeño, queriendo saber el nombre de la linda niña frente a él.

    —Mucho gusto. —respondió la niña, le parecía muy lindo su nombre.

    —Y tú, ¿cómo te llamas? —Se extrañó mucho Zelig al no escuchar antes la respuesta de la niña.

    —Yo no tengo nombre… —Negó levemente.

    —¿No tienes nombre? Eso es muy extraño, todas las personas suelen tener un nombre —Expresó él, impresionado a más no poder—. ¿Qué hay de tus padres?

    —Tampoco tengo padres —dijo ella—, desde que tengo uso de razón, siempre he estado sola en este bosque. —Su rostro se tornó triste.

    A Zelig le parecía un extraño caso el de la niña. No tenía nombre y mucho menos padres. Llegó a pensar que a lo mejor estaba mintiendo, pero esa idea se desvaneció en un segundo. No tenía sentido que mintiera con algo tan importante. Su corazón empezó a latir rápidamente al ver una ligera tristeza en el rostro de la niña, eso lo impulsó a hacer algo al respecto.

    —Ya que no tienes un nombre, yo te pondré uno —Sonrió al verla a los ojos—. Sé que eso lo hacen nuestros padres cuando nacemos, pero creo que no importará en esta ocasión.

    Zelig pensó en un buen nombre, la niña solo lo veía, expectante, quería saber qué clase de nombre se le ocurría. Ella nunca lo hizo consigo misma porque nunca creyó que fuera necesario, pero dejaría que Zelig decidiera. Al ver que se preocupaba por ella hasta en las cosas más pequeñas, algo llegó a despertar dentro de su ser, algo que jamás imaginó llegar a sentir.

    —Muy bien —dijo Zelig, decidido—. ¿Qué te parece el nombre Zellene? —Indagó al ver a la niña con una enorme sonrisa.

    La niña tan solo se dignó a ver al niño durante unos pequeños minutos, los cuales le parecieron a Zelig toda una eternidad. Zelig sintió una oleada de nervios sobre él, pensó que quizás ese nombre no le gustaría, así que decidió pensar en otro, sin embargo, antes de llegar a hacer eso la niña dijo;

    —Es muy lindo —La pequeña abrazó a Zelig sin dudarlo—, muchas gracias por ese nombre, Zelig. —Sonrió en gran manera.

    —Me alegró que te guste… pero… no puedo respirar. —Zelig se sentía asfixiado, no por el hecho del abrazo, sino por tratarse de una niña. Nunca antes recibió un abrazo de alguien más que no fuera su madre.

    —Lo siento. —Se disculpó la niña al separarse de Zelig y ver su rostro un poco sonrojado.

    Ambos pequeños se miraron entre sí, pronto la niña que ahora tenía por nombre Zellene logró notar a Zelig algo pensativo, podía percibir preocupación en él.

    —¿Qué ocurre, Zelig? —Zellene se preocupó al ver al mencionado con su vista en el suelo.

    —No sé cómo volveré con mis padres. Me separé de ellos cuando toqué la astilla de meteorito. —respondió el pequeño, viendo a la niña a los ojos.

    —¿Te refieres al fragmento metálico?

    —Sí —Asintió—, el fragmento fue quien me causó las heridas en el brazo derecho. Me aterró ver como ingresaba a mi cuerpo, así que corrí sin parar hasta que me perdí en el bosque. Ahora no sé cómo volveré con mi familia.

    —Ya veo… —dijo la pequeña, desanimada levemente—. Puedo llevarte donde ellos se encuentran, yo conozco el bosque a la perfección, pero nos llevará algunas horas en llegar.

    —¿¡De verdad!? —Cuestionó el pequeño, emocionado al escuchar a la niña— No importa el tiempo que nos lleve si eso me conduce hasta mí familia.

    —Muy bien, entonces debemos darnos prisa, antes de que anochezca.

    Ambos niños empezaron caminar cuesta arriba ya que el río los había arrastrado al lado contrario. Zelig caminaba detrás de Zellene mientras esta lo guiaba en silencio. Tras caminar algunos minutos en una misma dirección llegaron a un lugar donde se abría un camino en medio de los árboles. Los dos se adentraron al camino en silencio.

    Centro de Operaciones de la S.R.G…

    La familia de Zelig esperaba noticias sobre su paradero, habían transcurrido varias horas desde que comenzaron la búsqueda por tierra y también por aire, pero aun no tenían noticias. Keith estaba en silencio, observando un punto fijo en el suelo.

    Se reprochaba a sí mismo el no poder evitar que su amigo se perdiera en el bosque, pensaba que era el peor amigo sobre la faz de la tierra. Se sentía todo un inútil, no logró alcanzar a Zelig y mucho menos gritó su nombre cuando tuvo oportunidad. Ahora se reprochaba lo que no hizo en su momento.

    Su amigo estaba dentro de ese bosque a miles de kilómetros de distancia del lugar donde ellos se encontraban. Se hallaba solo, hambriento, asustado, herido, tantas cosas podría estar sufriendo en esos momentos, mientras ellos solo podían dignarse a esperar pacientemente alguna noticia.

    Keith se puso de pie, sus brazos temblaban ligeramente de rabia al tener los puños cerrados. Sí, la rabia invadía todo su ser, se odiaba a sí mismo por ser tan inútil, su amigo lo necesitaba y él no estaba allí para ayudarlo. Edmund le pareció muy extraño la actitud de Keith al verlo caminar dos pasos con dirección a la salida del Centro de Operaciones.

    —¿Adónde vas, Keith? —Indagó Edmund al ver al mencionado actuar de forma extraña.

    —Voy a buscar a Zelig —respondió el pequeño—, no puedo quedarme aquí sabiendo que él está perdido en algún lugar de ese bosque. —Keith veía la salida.

    —Sé cómo te sientes, Keith —dijo Kathrin con un pañuelo en sus manos—, yo también desearía buscar a mi hijo…

    —Entonces, ¿por qué no lo hacen? —El pequeño giró para ver a los adultos.

    —Porque comprometeríamos el trabajo de la S.R.G. —respondió Edmund, serio.

    El pequeño de cabellos negros cayó en la razón, no había pensado que al ponerse él o cualquier otra persona a buscar a Zelig, comprometería el trabajo de la S.R.G. Su madre nunca le enseñó a maldecir, pero en ese momento maldecía no poder hacer algo para ayudar a su amigo, estaba seguro que si su madre tuviese la capacidad de escuchar sus pensamientos lo habría castigado durante al menos un mes. Eso implicaba cero videojuegos, agradecía que su madre no se encontraba entre ellos y aún más que no tenía la capacidad de leer su mente.

    El oficial Ritter fue llamado por uno de sus hombres, quien le informó sobre un dispositivo GPS que se encontraba en movimiento. Al igual que antes la pantalla se mostraba distorsionada y con ligera estática, así que para saber dónde se encontraba el GPS buscaron coordenadas cercanas. Una vez con los datos, Ritter envió las coordenadas a uno de sus helicópteros para que se dirigieran al lugar.

    También se comunicó con el piloto del segundo helicóptero para que buscara el grupo de hombres que había desaparecido, el mismo que envió hace unas horas a investigar el primer punto que fue detectado por sus equipos, y que no respondía a ningún llamado por parte del oficial al mando.

    A Cinco Kilómetros al Sureste del Centro de Operaciones de la S.R.G…

    Zelig y Zellene caminaban por una llanura rodeada de pocos árboles. Los dos charlaban para que su camino se hiciera un poco más ameno, ya que estaban algo preocupados al ver algunas estrellas en el firmamento, y eso era una clara señal de que pronto la noche caería sobre ellos.

    —Zellene, ¿puedo preguntarte algo? —Zelig vio a la niña que caminaba a su derecha.

    —Claro, dime. —La niña prestó atención.

    —¿Tus poderes provienen del fragmento de meteorito? —Su voz demostraba algo de miedo al formular la pregunta.

    —No —Negó levemente—, ¿por qué la pregunta?

    —Cuando me curaste los rayos metálicos eran exactamente iguales a los que ingresaron a mi brazo una vez toqué el fragmento. Me preocupa que eso pueda terminar con mi vida… —dijo Zelig, preocupado por su salud.

    —No te preocupes, Zelig —Sonrió Zellene al ver al mencionado—. Lo que ingresó a tu cuerpo, no terminará con tu vida.

    —¿Estás segura?

    —Sí —Asintió—, te lo puedo asegurar.

    Ambos jóvenes continuaron su camino en silencio, Zelig pensó que a lo mejor se estaba preocupando demás, después de todo, Zellene tenía unos poderes muy similares a los de ese fragmento metálico y si ella era una niña normal. Estaba seguro que él también podría tener una vida tranquila a pesar de lo que estaba dentro de su cuerpo.

    Tras caminar varios cientos de metros los chicos empezaron a escuchar el fuerte sonido de un helicóptero que se acercaba a su posición. La aeronave de color blanco sobrevoló el lugar y después volvió a sobrevolar el mismo lugar donde los pequeños se encontraban.

    El piloto del helicóptero informó a su líder una vez se percató de la presencia de los dos pequeños.

    —Aquí Águila Uno, hemos encontrado a dos pequeños. Uno de ellos coincide con la descripción del niño perdido. —Informó el piloto.

    —¿Ha encontrado a dos? —Indagó Ritter quien estaba en la línea. Le parecía muy extraño que su equipo encontrara a dos cuando se supone que era solo un niño perdido.

    —Afirmativo, señor. Quien acompaña al niño es una niña de unos seis años de edad.

    —Copiado. Procedan según las órdenes.

    —Entendido.

    La enorme aeronave empezó a bajar la altura poco a poco, conforme lo hacia Zellene empezó a sentir su corazón latir con rapidez. Conocía esos helicópteros mejor que nadie, eran de la S.R.G. Sabía que fueron enviados en busca de Zelig, sus padres debían estar muy preocupados por él, y era lógico. No podía compararse su vida solitaria con la de Zelig, quien tenía toda una familia que lo amaba.

    —Zelig, ellos vienen por ti. —dijo la niña al verlo a los ojos.

    —¿Quiénes son? —Zelig estaba preocupado, nunca antes vio un helicóptero como ese.

    —Son del grupo de búsqueda y rescate. Te llevarán de vuelta con tu familia.

    —¿No vendrás conmigo?

    —No puedo, no tengo familia…

    Unas leves lágrimas surgieron de los ojos plateados de Zellene, la niña se limpió su rostro para no llorar frente a Zelig, pero le era imposible controlar sus sentimientos. De pronto, Zelig tomó a la niña de su mano derecha, Zellene se sorprendió ante eso y antes de preguntar el pequeño le dijo;

    —Te llevaré con mi familia. —dijo el pequeño con una leve sonrisa al momento que Zellene lo veía.

    —¿Qué intentarás hacer? —No entendía las acciones de Zelig.

    —Convenceré a mis padres para que te adopten.

    —No puedes hacer eso, ellos nunca aceptarán, Zelig… —Replicó la joven, no creía que fuera posible algo así.

    —Nunca lo sabremos, sino lo intentamos. —dijo el joven, sonriente.

    Zellene no lo entendía, la firmeza del agarre de Zelig era sorprendente, estaba segura que no la dejaría escapar aunque lo intentara. Cuando el helicóptero estaba a pocos metros de tocar tierra, Zellene entendió que ya no habría marcha atrás. Si escapaba la S.R.G. la buscaría sin descanso por todo el bosque, ahora lo único que podía hacer era enfrentar la realidad. Su esperanza estaba en Zelig, de él dependía poder seguir a su lado.

    La niña quería estar con él, vivir juntos y nunca separarse del niño que arriesgó su vida con tal de salvarla. El poco tiempo que estuvieron juntos le hizo apreciar cada segundo de la cálida compañía de Zelig. Zellene tenía claro que no sabía nada sobre él, pero no podía ignorar que ese niño se había convertido en la persona más importante de su vida.

    A pocos centímetros de tocar tierra, el helicóptero abrió una de sus puertas laterales. El copiloto que viajaba junto al piloto de la aeronave bajó para ayudar a los niños a subir. Le dijo que todo estaría bien y que los llevaría a un lugar seguro. Los pequeños subieron a la aeronave y una vez dentro el copiloto les ayudó a ponerse los cinturones de seguridad, posteriormente cerró la puerta y la máquina se elevó en los aires.

    Zellene observó por las ventanas como se alejaban del bosque que se había convertido en su hogar, la pequeña tenía muchos sentimientos encontrados, entre ellos nostalgia, miedo, felicidad y amor. Ese último era igual de fuerte que el miedo, miedo que sentía al no saber cuál sería su futuro a partir de ese momento.

    Centro de Operaciones de la S.R.G…

    Cuando el piloto le informó a Ritter que localizaron a Zelig, se dirigió a informarles a sus padres para darles la buena noticia. Edmund, Keith y Kathrin al escuchar la noticia se alegraron en gran manera, en especial la madre que empezó a llorar de la felicidad.

    —Su hijo llegará en unos minutos. —dijo Ritter al ver a Edmund.

    —Muchas gracias. —dijo Edmund al estrechar la mano izquierda del oficial en señal de agradecimiento.

    —No tiene que agradecerme, es mi trabajo. Me alegra saber que recuperamos a su hijo. Sin embargo, hay algo extraño que debo informarles. —comentó el oficial al ver a los padres de Zelig.

    —¿Qué cosa? —Indagó la madre, extrañada. Se limpió algunas lágrimas con un pañuelo blanco.

    —Cuando encontraron a su hijo había una niña con él. No sé su descripción, pero no hay informes de otro niño perdido en el bosque. ¿Están seguros que no se trata de su hija? —Indagó el oficial, creyendo que la niña se trataba de algún miembro más de esa familia.

    —No —Negó levemente Kathrin—, Zelig es nuestro único hijo. —dijo sin poder creer lo que decía el oficial de la S.R.G.

    —¿No cree usted que provenga de alguna familia que esté acampando dentro del bosque? —Edmund creía que esa sería la única explicación posible.

    —Lo dudo —dijo Ritter al instante—. De ser así ya habríamos recibido una alerta. Por lo general, recibimos el aviso diez minutos después de que algún turista desaparece. La única alerta que hemos recibido en las últimas cuarenta y ocho horas ha sido la desaparición de su hijo.

    Las palabras de Ritter causaron mucha confusión y diversidad de expectativas sobre la niña que acompañaba a Zelig. No existía alerta de algún niño desaparecido con excepción del pequeño. Kathrin se imaginó la peor de las posibilidades; La niña fue abandonada en ese lugar.

    Con solo imaginarse tal cosa su corazón se estremeció como nunca antes. No podía creer que aun en esa época existiera gente capaz de hacer algo así. Su mente no lograba concebir cómo esa niña había sobrevivido tanto tiempo en caso de que esa teoría fuera cierta.

    El sonido del helicóptero se hizo escuchar por todo el lugar. Ritter salió con la familia de Zelig para recibir al pequeño. La aeronave llegó al Centro de Operaciones y descendió lentamente hasta llegar a tocar tierra. Los motores fueron apagados y las puertas laterales de la aeronave se abrieron, dejando salir a los dos pequeños y al copiloto que los ayudó a subir.

    Cuando ambos pequeños se acercaron a los adultos. Edmund y Kathrin corrieron a abrazar a su hijo. La familia estaba feliz de estar unida otra vez. Zellene solo veía la escena, nerviosa. Keith quería abrazar a su amigo pero decidió esperar su oportunidad, en cambio el pequeño veía fijamente a la niña. Al verla detenidamente le pareció muy linda, su belleza era escalofriante. Ante sus ojos era perfecta en todos los sentidos posibles.

    Zellene se percató de la mirada de Keith, giró su mirada a él y este tan solo vio hacia otro lado, nervioso. Keith estaba seguro que no tenía las agallas para verla directamente a los ojos.

    Zelig compartía la felicidad de su padres, en su momento llegó a pensar que nunca más volvería a ver a su familia. Ahora que estaba junto a ellos se prometía a sí mismo que jamás les haría pasar por otro susto tan terrible como el que vivieron ese día.

    Tras unos largos minutos de abrazos, besos y lágrimas. Los adultos se hicieron a un lado de su hijo. Observaron a la linda niña que acompañaba a Zelig. Al igual que le pasó a Keith, para los adultos esa niña era extremadamente linda. Nunca antes vieron a una pequeña con una belleza sin igual. Edmund al verla creía que era irreal, que todo se trataba de una mala jugada de su mente, pero no era así. Todos veían a la misma niña de cabellos plateados.
     
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola. Paso a comentar el capítulo. Esta versión de la historia me gusta mucho. Avanza de forma más calada y dándole importancia a varios detalles, cosa que la anterior no se vio de esa forma.

    Este capítulo ha ido mucho por el lado sentimental, usualmente son cosas que no me llaman mucho la atención, pero cuando son bien llevadas funcionan bien. Me agrada que esta historia vaya a durar más que la versión anterior, porque hay mucho de donde sacar.

    En primer lugar me pregunto por qué Ilgen atacó a esos hombres. Imagino que la criatura ya lo ha liberado porque se apoderó de su mente, pero sigo intrigado por conocer el por qué. Además de por qué Ilgen no ataca al resto de personas que trabajan en el parque. Dado a que apenas la criatura lo controló, fue capaz de encontrar a su padre y a Alven muy rápidamente. Me sorprende que no encuentre a los demás que están en el bosque. O tal vez la criatura no los necesite de momento.

    Ya me quedó claro la identidad de Liezel/Zellene. Pero lo que no entiendo es como ella no recuerda a su hermano ni a sus padres, ni siquiera lo que ocurrió al caer el meteorito, pero que sepa como usar sus poderes y que haya mencionado que conozca el bosque de memoria y que sepa lo que son los fragmentos metálicos. Su memoria parece que se vio afectada solo en partes. Será interesante ver como avanza todo.

    Parece que tanto Zelig como Keith están "hechizados" con Zellene. Me pregunto como avanzará la amistad entre ambos. Ya se como termina XD, pero quiero ver como se desencadena. Y me gusta que Edmund se haya fijado en ella, eso quiere decir que pronto empezará con sus investigaciones y el misterio que envuelve a su personaje.

    Me gusta más que en esta versión los hayan encontrado los encargados del parque, ya que el asesinato del oso por parte de Zelig cuando apenas adquirió sus poderes en la versión anterior parecía algo "ilógico". Ahora quedamos a la expectativa de conocer a fondo sus verdaderos poderes más adelante.

    Estaré ansioso por el siguiente capítulo. No recuerdo haber encontrado errores. Saludos.
     
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  9. Threadmarks: Capítulo 04: Interferencia.
     
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

    Acuario
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    Título:
    ZERO ZONE: Lost Years [Season 01]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    3958
    Reydelaperdicion
    Me alegra mucho que te guste más esta versión de Lost Years, eso es parte de la re-escritura, como sabes quise eliminar algunas cosas, pero también deseaba mejor otras. Ahora esta versión no es ni siquiera la sombra de la versión anterior, son tan similares y diferentes al mismo tiempo que me he quedado sorprendido de cuanto ha cambiado una versión a otra.

    Respecto a Ingel, bueno, deberás esperar, hay varios misterios que giran en torno a él, por algo es el hermano de Liezel/Zellene XD. Así que ten paciencia, en cualquier caso si llegaras a olvidarte de los hechos que ocurrieron en el capítulo anterior y los que ocurrirán en este nuevo, yo dejaré un dato curioso en el capítulo que esté vinculado a los eventos ocurridos aquí. Algo así como el dato curioso del capítulo 02, donde recordé uno de los eventos de ZH, así que no te preocupes.

    Gracias por seguir fielmente esta historia, espero que sea de tu agrado este nuevo capítulo.

    Muy buenas a todos, espero que estén bien el día de hoy porque les traigo el siguiente capítulo de esta temporada, ya casi estamos a la mitad de Lost Years y aun no se viene lo bueno, pero mientras eso llega, los dejo con el capítulo 04, espero que sea de su agrado. Sin nada más que decir, los dejo leer tranquilos.

    Capítulo 04: Interferencia.

    Todos los presentes estaban sumamente impresionados de ver a la linda niña que acompañaba a Zelig. Ninguno de ellos creía que fuese real, pues su belleza le daba la impresión de ser todo lo contrario. Keith era el único que no la veía directamente, su vista estaba en cualquier lugar menos en ella. Cada vez que la veía su corazón latía rápidamente.

    —¿Quién es ella? —Indagó Kathrin, curiosa. Quería saber el nombre de esa pequeña.

    —Papá, ¿podemos hablar a solas? —cuestionó el pequeño al ver a su padre.

    —Por supuesto, Zelig. —dijo su padre sin rechistar.

    Ritter se marchó al Centro de Operaciones para comunicarse con el segundo helicóptero que envió. Aún no había recibido noticias y quería saber la razón de ello. Así que dejó a la familia para que charlaran tranquilamente sin temor a que alguien más escuchara asuntos que no les concernían. Después volvería para hablar con ellos y también con la pequeña.

    Zelig tomó aire para explicarles a sus padres la situación. Les dijo todo con lujos de detalles, omitiendo el hecho de haber tocado el fragmento metálico que horas antes habían visto. También les reveló como conoció a la niña que estaba a su lado, siempre tratando de ser lo más descriptivo posible.

    Edmund y Kathrin al escuchar cada palabra de su hijo se sorprendieron. No lograban comprender como ambos pequeños sobrevivieron a una enorme caída por un precipicio, era un milagro que cayeran al agua y que ninguno de los dos resultara herido por las piedras en el fondo del río. Keith al escuchar todo eso, simplemente guardaba silencio. La conversación no le incumbía a él, así que lo único que podía hacer era escuchar.

    Los padres de Zelig le hicieron varias preguntas a la niña tomando en cuenta todo lo que su hijo les decía. Zellene explicó que ella siempre había estado sola en ese bosque, al menos desde que tenía uso de razón. Si ella tuvo familia tiempo atrás o algún otro familiar, eran cosas que carecían de sentido e importancia para ella, ya que no recordaba nada sobre su vida pasada. Tras una larga explicación que duró cerca de quince minutos, llegó el momento en que Zelig haría la petición más difícil hasta el momento.

    —Papá, mamá, quiero pedirles algo. —dijo Zelig, ligeramente nervioso al ver a Zellene que estaba a su lado.

    —¿Qué cosa? —cuestionó Edmund, queriendo saber la petición de su hijo.

    —Quiero pedirles que adopten a Zellene. —Un miedo indescriptible se apoderó de Zelig.

    Los adultos quedaron impactados ante la petición de su hijo. Keith al escucharlo, no evitó impresionarse, el pequeño estaba en shock al escuchar a su amigo. Zellene por su parte sintió el mismo miedo, o incluso peor que el sentido por Zelig.

    —Ella no tiene familia, y en nuestra casa sobra una habitación… —Zelig no sabía exactamente que decir al no escuchar respuesta alguna de sus padres.

    —No podemos… —decía Edmund al ser interrumpido.

    —Claro que lo haremos, Zelig. —dijo Kathrin al instante. Sin dudarlo.

    Zelig se sintió mal al escuchar a su padre, pero las palabras de su madre le alegraron bastante. Zellene también se alegró, se impresionó al no ver ninguna duda en la madre de Zelig. Keith no podía concebir el hecho de que Kathrin no dudara ni un segundo ante el pedido de su hijo.

    —¿Qué dices? Acaso, ¿has perdido la cabeza? —Edmund no podía creerlo. Es verdad que tenían los medios para mantener a un hijo más, pero eso no era un tema que se decidiera así como así.

    —Por supuesto que no —dijo su esposa—. Si Zellene no tiene una familia, entonces nosotros seremos la suya.

    —¿Estás loca? No podemos haces eso. —Reiteró Edmund, firme.

    —¿Por qué? —La señora frunció el ceño, molesta—. No voy a separar a mi hijo de la niña que intentó salvar.

    —Papá, por favor. Acepta a Zellene en nuestra familia. Ella me salvó cuando estuve inconsciente en el río, de no ser por ella ahora podría estar muerto.

    Ambos adultos se sorprendieron al escuchar eso por parte de Zelig. Esa información no se la reveló cuando le explicó todo lo vivido en el bosque. Cuando Edmund escuchó eso cambió en un segundo su forma de pensar ante la petición de su hijo.

    —Zellene, ¿eso es cierto? —Indagó el padre al ver a la niña.

    —Sí —Asintió tímidamente—, logré sacar a Zelig del agua cuando llegamos a las zonas más tranquilas del río. Él despertó unos minutos después. —Terminó de decir la joven.

    El panorama para los dos pequeños cambió totalmente. Ahora Edmund parecía estar de acuerdo con la idea de adoptar a Zellene. Edmund no fue capaz de imaginar todo el dolor que él y su esposa podrían haber sufrido si su hijo nunca hubiera regresado, o en el peor de los casos, si el cuerpo de Zelig hubiese sido encontrado sin vida en medio del bosque.

    —Kathrin, Zellene —dijo Edmund al verlas a las dos—. Les pido disculpas por mi patética actuación —Vio a la niña—. Zellene, te agradezco de todo corazón lo que hiciste por nuestro hijo.

    —No tiene que agradecerme —Negó levemente con una sonrisa—, es lo menos que pude hacer tras recibir la ayuda de Zelig. Él es el verdadero héroe, arriesgó su vida por salvarme, aun sin saber nada de mí.

    —Papá, mamá. ¿Aceptarán que Zellene viva con nosotros? —El pequeño parecía algo feliz, después de todo llegó a notar varios indicios sobre la respuesta de sus padres.

    —Por supuesto que sí, ¿verdad? —Indagó Kathrin al sonreírle a su esposo.

    —SÍ —Afirmó Edmund—, Zellene vivirá con nosotros a partir de hoy.

    Al escuchar a ambos adultos los dos pequeños se abrazaron de la emoción. Zellene empezó a llorar de felicidad, ahora estaría siempre a lado de Zelig. No había nada que la hiciera más feliz que eso. Kathrin le cautivó el momento, mientras Keith no cabía de la impresión. Al final el joven dejó pasarlo por alto, después de todo, eso fue decisión de los padres de Zelig, y sea cual sea su opinión respecto a eso, estaba seguro que no importaba en lo más mínimo.

    Lo que no podía negar, era que la belleza de Zellene lo traía congelado, no era capaz de mirarla fijamente durante mucho tiempo, y cada vez que la joven lo volvía a ver, él simplemente volteaba a ver a cualquier lado sin importar lo que hubiera.

    Tras muchas emociones encontradas, Edmund decidió ir a hablar con el oficial Ritter sobre Zellene. Zelig le presentó a Zellene su amigo Keith. Kathrin tan solo veía la escena, mientras esperaba a que su esposo llegara.

    —Hola, Keith. —Saludó Zelig, sonriente.

    —H-Hola, Zelig. Me alegra saber que estás bien. Nos preocupaste cuando desapareciste. —dijo Keith, nervioso al ver a Zellene a un lado de su amigo.

    —Lo siento, de verdad. Prometo que no volverá a ocurrir. —dijo el pequeño, tranquilo.

    —No te preocupes, es natural que esas cosas suelan pasar en lugares como estos.

    —Sí, bueno. Quiero presentarte a Zellene, ella vivirá con nosotros a partir de hoy —Zelig volvió a ver a Zellene con una gran sonrisa—. Él es Keith, es un gran amigo mío.

    —Mucho gusto, Keith. —dijo Zellene al ladear la cabeza a la izquierda.

    —E-El gusto es mío... —Terminó por decir Keith, antes de voltear la mirada hacia otro lado.

    Kathrin que veía todo con mucho cuidado llegó a notar el nerviosismo en Keith, esta fue la clara señal de que estaba impactado por la belleza de Zellene, ella como mujer conocía muy bien esa clase de cosas. Le parecía extraño que su hijo Zelig no se comportara así en ningún momento, supuso que se debía por todo lo que vivieron juntos el poco tiempo que estuvieron solos en el bosque. La señora sonrió al ver la escena tan bonita que los tres hacían.

    Edmund llegó donde el oficial Ritter. El hombre de la S.R.G aun no tenía noticia alguna de sus hombres, parecía que algo dentro del bosque creaba interferencias con los sistemas de comunicación. Sin embargo, dejó pasarlo por alto una vez el señor Edmund llegó para hablar con él. Ambos hombres se alejaron un poco para hablar más a gusto.

    —¿Cómo se encuentra su hijo? Si necesita ayuda médica, contamos con equipos médicos. —dijo Ritter al señalar donde estaban.

    —No, no hará falta. Mi hijo está muy bien, pero agradezco su preocupación. Quiero hablar con usted sobre la niña de cabello plateado. —dijo Edmund, directo.

    —Muy bien, lo escucho.

    —Mi esposa y yo, hemos decidido adoptarla. Todo parece indicar que la niña tiene amnesia.

    —Lo siento, señor, pero no puedo permitir que se lleve a la niña. Esa clase de decisiones no me corresponden a mí.

    —Escuche, Ritter. Soy consciente que debe seguir ciertos protocolos y créame que lo entiendo. Sin embargo, no necesitamos que nada de esto se vuelva público, eso es algo que no nos convendría a ninguno de los dos.

    —¿Qué quiere decir? —Ritter no comprendía las palabras de Edmund.

    —Estoy dispuesto a otorgarle la cantidad de euros que deseé con tal de que ignore por completo la existencia de esa niña.

    —¿Está usted sobornándome? —No podía creer que un hombre como Edmund fuera esa clase de persona.

    —Tómelo como usted quiera, eso es irrelevante.

    —¿Y qué le hace pensar que guardaré silencio aun recibiendo el dinero?

    —Dígame. ¿Usted conoce al presidente de este país? —respondió Edmund con una pregunta, vio a Ritter a los ojos.

    —No, no he tenido la oportunidad de conocerlo personalmente.

    —Déjeme decirle que está frente a la mano derecha del señor presidente, Heinrich Schwartz. Y le aseguro que puedo hundirlo a usted y a todos los que trabajan en la S.R.G en menos de una semana. Si intenta hablar lo lamentará por el resto de su vida, después de todo, es su palabra contra la mía.

    En ese momento Ritter sintió miedo de Edmund. Sus palabras tan directas, seguras y frías demostraban que era verdad lo que decía. Le parecía muy extraño su actitud. ¿Por qué estaba interesado en una niña que apenas conocía? ¿Escondía algo esa pequeña?

    Ritter Freisler guardó silencio, no tenía palabras para contrarrestar las amenazas de Edmund. Estaba claro que ese hombre frente a él tenía poder. El padre de Zelig al ver esto sacó su bolígrafo y también su talonario de cheques, se lo entregó a Freisler al momento de decirle;

    —Escriba la cifra que desea, da igual el número de ceros.

    Ritter recibió el talonario de cheques y escribió en uno de los talones la cantidad equivalente a diez millones de euros. Lo suficiente para vivir una larga temporada sin problemas de dinero, sino es toda una vida. Estaba consiente que había caído en la avaricia, el peor de todos los males. Freisler le entregó el talonario a Edmund, pero en ningún momento arrancó el cheque que tenía escrita la enorme cifra de dinero.

    Edmund vio en Ritter la incapacidad de arrancar el cheque, el hombre se notaba arrepentido por dejarse llevar por sus amenazas. El padre de Zellig arrancó el cheque y se lo entregó a Freisler, quien lo recibió.

    —Fue un placer hacer negocios con usted.

    Schneider pasó de lado a Freisler y se detuvo al momento de decirle;

    —Ah, se me olvidaba —dijo Edmund, viendo por el rabillo del ojo derecho a Ritter—. Le agradezco el excelente trabajo que hizo para encontrar a mis hijos.

    —Tome el cheque de vuelta. —dijo Freisler en un intento por devolverlo, ya que sentía que había traicionado sus propios principios al recibir el dinero.

    —Descuide, puede hacer lo que quiera con él, ese ya no es mi problema.

    Edmund se marchó dejando a Ritter con la palabra en la boca. El padre de Zelig le dio a entender que al momento de firmar el cheque, había aceptado cada una de sus amenazas. Ahora, si hablaba terminaría en la calle, o peor aún, muerto. Tenía claro que esa clase de personas eran muy peligrosas.

    El padre de Zelig se marchó del Centro de Operaciones de la S.R.G para volver con su familia. Al llegar con ellos vio a su hijo y a Zellene jugando juntos con excepción de Keith, quien simplemente esperaba a Edmund a un lado de Kathrin. Todos se reunieron para regresar al hotel, caminaron juntos a una de las busetas que esperaba por ellos.

    —¿Cómo terminó todo, amor? —Indagó Kathrin, refiriéndose a la charla de Edmund y Ritter.

    —Bien, no hubo problemas mayores que no se arreglaran hablando civilizadamente.

    —¿Estás seguro que no habrá problemas en el futuro?

    —No te preocupes, cariño. Déjame todo a mí, Zellene será nuestra hija, te lo prometo.

    —Me alegra escucharte decir eso. —Sonrió su esposa, feliz por Zellene y también por su hijo, quien arriesgó su vida por salvarla.

    La razón principal de la conversación con Ritter era para llegar a un acuerdo pacífico. Un acuerdo donde permitiría que Edmund se llevara a Zellene sin levantar sospechas de la realidad que la joven vivió durante meses, y quizás durante años. Esto como método para protegerla del ojo público. Sería muy difícil para Zellene, siendo una niña de seis años, llegar a ser el centro de atención de todo un país, en especial porque la joven no podría responder a preguntas que estuviesen relacionadas con su pasado. De modo que Edmund quería evitar un evento así.

    Sin embargo, cuando Freisler se negó por estúpidos protocolos. El padre de Zelig no le quedó de otra que ser más severo en su intento de proteger a Zellene. Edmund no aceptaba que alguien más se hiciera cargo de ella, sobre todo porque le debía la vida de su hijo. La vida de Zelig era más importante que cualquier otra cosa material, y estaba dispuesto a pagarle a Zellene todo eso y más.

    Cuando la familia de Edmund llegó a la buseta, todos subieron y poco después se marcharon del lugar, ahora con un nuevo integrante en su familia. Poco después, en el Centro de Operaciones de la S.R.G. Un hombre de Freisler llegó a él para informarle que habían encontrado al equipo que horas antes envió a investigar el punto que causaba la primera interferencia que detectaron.

    Ritter parecía ido, pero al escuchar a su compañero volvió a la realidad, guardó el cheque y fue con su compañero para ver si su equipo había encontrado lo que causaba las interferencias. Freisler vio que las pantallas holográficas poco a poco volvían a la normalidad, en segundos las interferencias se terminaron.

    Al oficial de la S.R.G le pareció extraño, volvió a ver hacia atrás y se percató que no estaba la familia de Edmund. Ritter pensó en la posibilidad de que esa extraña niña fuera la causante de todas las interferencias, ya que le parecía demasiada coincidencia que al momento en que se marchó, todos los problemas en sus equipos desaparecieran a los pocos minutos.

    Sin saber cuán exacta era esa teoría, tomó un auricular con micrófono y se comunicó con el piloto de la aeronave que horas antes envió. Esperaba que sus especulaciones se vieran desmentidas con la información que le otorgara el piloto.

    —Aquí, Ritter. ¿Encontraron la causa de las interferencias? —Indagó el oficial al ver las pantallas con diversos mapas del bosque.

    —N-Negativo, señor, en estos momentos sobrevolamos el lugar donde se perdió la comunicación con el equipo de búsqueda, y le puedo asegurar que todos están muertos. —La voz del piloto daba indicios de miedo. Desde el aire podía ver el lugar donde estaban todos sus compañeros muertos.

    —¿¡Muertos!? ¿¡Estás seguro!? —Ritter no podía creerlo, debía ser una mentira, o a lo mejor un mal entendido.

    —Afirmativo, señor. ¿Cuáles son sus órdenes?

    —Vuelva de inmediato. Enviaré un nuevo equipo a investigar.

    —Entendido, procede…

    En ese momento la comunicación de Ritter con el piloto se cortó, dejando escuchar solo un insoportable sonido de estática. El oficial formuló diversas preguntas con la esperanza que contestaran, pero sus esfuerzos fueron en vano. Freisler se asustó, algo pasaba en ese bosque y temía enviar un nuevo equipo de búsqueda. Si era verdad que todos los integrantes del equipo que envió estaban muertos, era lógico pensar que más personas morirían si los enviaba a investigar a ese lugar.

    Sector del Último Punto de Contacto…

    El helicóptero que encontró al equipo desaparecido se vio en peligro al momento en que algo destruyó el rotor de cola, causando que la máquina se precipitara a tierra. El lugar de impacto causó un fuerte estruendo que no se escuchó muy lejos, pero fue lo suficientemente fuerte para causar pánico en algunos animales cercanos a ese lugar.

    Ambos pilotos de la aeronave milagrosamente lograron salir de la aeronave con vida, tenían algunas heridas pero nada grave, la mayoría tan solo eran raspones y algunas cortadas. Por desgracia, el equipo de comunicaciones se dañó por completo, de modo que era imposible comunicarse con su líder.

    Uno de los pilotos logró ver a un niño de seis años que se acercaba a ellos, se asustaron al ver sus ojos dorados que brillaban con intensidad. Cuando el pequeño estuvo cerca de ellos levantó su brazo derecho al nivel de su cabeza y materializó la misma espada de metro y medio. Con rapidez y sin ninguna clase de compasión le asestó un ataque vertical de arriba hacia abajo a uno de los hombres. El devastador ataque fue tan letal que destrozó todo el cuerpo del hombre, sus órganos se esparcieron por todas partes, impregnando todo de un color carmesí.

    El hombre restante se vio impregnado de toda la sangre de su compañero, asustado, corrió del lugar para lograr escapar, pero su error fue detenerse para ver si el niño lo perseguía. Cuando volvió a ver hacia atrás el pequeño no estaba. Se sintió más tranquilo, dio media vuelta para seguir su camino, pero se detuvo en seco al ver al niño frente a él.

    —¡N-No me hagas daño! —gritó el hombre al momento de dar dos pasos hacia atrás.

    El niño no parecía estar armado, caminó para acercarse al hombre y sin importar sus suplicas. El pequeño materializó la misma espada tan rápido que al momento de materializarla empaló al hombre atravesándole la cabeza desde abajo hacia arriba. El niño sacó la espada y el cuerpo del hombre cayó al suelo sin vida.

    De pronto, el pequeño logró sentir la presencia de alguien que se adentraba en el bosque. Se marchó del lugar dispuesto a buscarlo. Eliminaría a todo aquel que se atreviera a entrar en ese bosque.

    A Dos Kilómetros del Centro de Operaciones de la S.R.G…

    Ritter Freisler decidió adentrarse en el bosque, quería investigar por su propia cuenta lo ocurrido a sus equipos. No solo perdió a un grupo de hombres, sino también a un helicóptero. Enviar a nuevos equipos a investigar no era una opción válida. Ya tenia sobre sus hombros la muerte de varios de sus hombres, y estaba seguro que lo pilotos habían corrido el mismo destino.

    De modo que ingresó al bosque sin importarle las consecuencias, muchos de sus hombres le sugirieron no hacerlo, pero aun en contra de eso decidió hacerlo. Freisler estaba dispuesto a buscar respuestas, aun si eso le costaba la vida.

    El oficial de la S.R.G fue llevado en un vehículo 4X4 hasta las profundidades del bosque, exactamente a un kilómetro al Norte del Centro de Operaciones de la S.R.G. Cuando llegó el vehículo se marchó, dejándolo a él solo. Después continuó caminando para adentrarse un kilómetro adicional en el gigantesco bosque.

    Ritter llevaba todo lo que necesitaba en un salveque negro. Lo único que portaba en sus manos era una linterna que tenía encendida, ya que la noche había caído sobre él, y debido a la oscuridad le era imposible ver su entorno.

    Freisler decidió seguir adentrándose más con la ayuda de un GPS, aun le faltaban varios kilómetros para llegar al lugar donde se perdió la comunicación con el helicóptero, estaba seguro que cerca de ese lugar se encontraban los cuerpos de los cinco hombres que envió horas atrás. Tras caminar algunos minutos, escuchó el crujir de algunas hojas secas, señal de que alguien se acercaba.

    Se detuvo, iluminó con su linterna en todas direcciones para intentar ver a la persona que se acercaba con gran lentitud.

    —¿¡Quién anda ahí!? —Indagó el hombre, ligeramente nervioso.

    Esperó respuesta pero esta nunca llegó. Escuchó el crujir de las hojas con más fuerza, intentó iluminar todo su alrededor, pero nuevamente fue inútil. De pronto, Ritter sintió como algo lo atravesaba con rapidez desde atrás. Freisler sintió un enorme dolor al sentir la espada, abrió los ojos al máximo, aterrado de saber que moriría en ese lugar.

    La espada fue sacada de su cuerpo con violencia y este cayó al suelo al instante. Ritter vio una sombra oscura de tamaño pequeño, con algo de dificultad iluminó la sombra y se sorprendió con verdadero terror al ver a un niño de cabellos rubios y ojos dorados, quizás de entre cinco a seis años de edad como mínimo.

    El pequeño tenía en su mano derecha la espada que utilizó para atravesarlo. Sus ojos dorados veían a Ritter quien ya le faltaba poco para morir.

    —¿Por qué… haces esto? —Indagó el hombre, en sus últimas palabras.

    —Raza insignificante. —dijo el pequeño.

    El niño desapareció su espada y se marchó del lugar. Ritter sabía que ese sería su final, en ese momento ya no tenía fuerzas para nada. Lo único que hizo fue esperar su muerte, que no tardó mucho en llegar. Su linterna quedó encendida, apuntando al lugar por donde el pequeño se marchó.

    El viento agitó con fuerza las hojas de los árboles minutos después de la muerte de Ritter Freisler. El oficial recibió varias llamadas de sus hombres, pero ninguno recibió respuesta. Al saber esto, todos los de la S.R.G se temieron lo peor.

    Lamentando la muerte de su líder al no escuchar respuesta tras algunas horas, los hombres informaron de todo lo ocurrido al ejército alemán, quienes les informaron a la S.R.G. suspender toda operación de búsqueda y rescate dentro de ese bosque, así como prohibir la entrada de turistas hasta nuevo aviso. Nadie sabía lo que en realidad pasaba y tenían la impresión de que nunca lo sabrían, al menos, no por boca del gobierno.
     
    Última edición: 27 Abril 2018
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola. Paso a comentar el capítulo. Tengo que decir que cada vez la historia me va atrapando más. Sin duda alguna, la versión anterior ya no le pisa los talones a esta. A pesar de saber el desenlace, me intriga saber que es lo que pasará en el medio.

    Sigo con las mismas dudas sobre Ilgen y Zellene que mencioné en el capítulo anterior. Volver a mencionarlas sería caer en la repetición, así que no lo haré.

    Me gusta el Edmund de esta versión. Aunque el de la primera versión fue bien logrado, este está en buen camino. Demostró que sabe negociar como Dios manda y que no se deja intimidad por nadie. Me pregunto si sus intenciones de tener a Zellene solo por salvar a Zelig son ciertas, o si tiene motivos ocultos. Me inclino más por lo segundo.

    En cierta forma me da lástima el oficial Ritter. Perder a sus hombres de esa forma, ser extorsionado, y luego morir no es agradable. No me llegó a agradar el personaje, pero no se lo puede despreciar porque él solo quería actuar como era debido y no se lo permitieron. Eso es algo que yo odiaría si me pasara.

    Estoy ansioso de ver escenas entre Zelig, Zellene, y Keith. Tengo curiosidad de ver todo sobre ellos antes de que ocurra el evento final. Como es algo que no se mostró muy bien en la anterior versión, es lo que más intriga me genera.

    También creo que, ahora que la familia no está en el bosque, Ilgen no volverá a aparecer hasta la temporada siguiente. Igualmente es algo que podría no suceder.

    Has hecho un gran capítulo, lo que justifica al 100% a esta nueva versión. Me alegro que la hayas reiniciado. Estaré esperando al siguiente con ansias. Saludos.
     
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  11. Threadmarks: Capítulo 05: Fragmento.
     
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

    Acuario
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    ZERO ZONE: Lost Years [Season 01]
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    Muchas gracias Rey, debo decirte que me alegra bastante que te guste esta nueva versión de Lost Years, la verdad es que no pensé que cambiaría tanto una versión de la otra, pero al final sí se ve un gran cambio. Déjame decirte que también me alegra mucho saber por boca de ti, que consideres el hecho de que esta historia ya no le pisa los talones a la otra. Me sorprende mucho, dado a que mi opinión es una cosa, pero saber eso por parte de ti es algo muy satisfactorio.

    Edmund se ha vuelto unos de mis personajes preferidos desde hace ya bastante tiempo, y te aseguró que haré todo lo que esté a mi alcance para rescatar parte de la esencia que tenía en la versión anterior, ya sabes a lo que me refiero. Espero que el nuevo Edmund que ves aquí no llegue a decepcionarte en ningún momento.

    Una vez más te agradezco por seguir fielmente esta historia, y aún más tras haberla reiniciado, gracias, de verdad.

    Hola a todos.

    Hoy vengo una vez más con el siguiente capítulo que marcará la mitad de esta temporada, debo decir que es uno de mis capítulos preferidos, ya sabrán a qué me refiero. Les agradezco a todos los que se pasan a leer por aquí. Espero que les guste y nos vemos la próxima oportunidad, saludos.

    Capítulo 05: Fragmento.

    Cercanías del Randsberger Hof Hotel….

    La familia de Zelig decidió hacer algunas paradas en diversas tiendas de ropa. Kathrin se llevó a Zellene para buscarle ropa adecuada a su edad, como era de esperarse, duraron varias horas en llegar al hotel. Cuando entraron a la habitación S12. Zellene se sorprendió al ver la belleza de la habitación.

    El lugar era muy espacioso. Lo primero que se veía apenas al entrar era la sala que contaba con un enorme sofá blanco, al frente una pequeña mesa de cristal con algunas figuras de animales hechas de vidrio. En la pared frente al sofá estaba una enorme pantalla de 55" y debajo un pequeño mueble de madera con una consola de video juegos lista para ser usada en cualquier momento.

    Lo siguiente que se lograba ver era la cocina que se conformaba por una lámina delgada de color negro con cuatros círculos ligeramente en relieve, donde se colocaban las ollas y demás. A la derecha de la cocina estaba el refrigerador de color blanco, y un poco más a la derecha un mueble de cristal donde se guardaban todos los utensilios de cocina, entre ellos los platos y vasos.

    El baño contaba con una bañera lo suficientemente grande para tres personas. La ducha, además de un pequeño mueble con un espejo arriba del lavamanos.

    Por último se hallaban las habitaciones siendo un total de tres. Una de ellas contaba con una enorme cama matrimonial y un mueble de madera blanco con un enorme espejo en forma de óvalo, además de una lámpara a ambos lado de la cama. Las otras habitaciones eran exactamente iguales entre sí, una cama blanca junto a dos lámparas a cada lado.

    Todo el lugar con excepción del baño tenía una gran alfombra con dibujos de animales típicos de la zona como lo eran linces, lobos, osos y demás. En el cielo de la habitación se apreciaba una lámpara de color dorado con diez bombillos en forma de llama. En total eran siete lámparas, dos en la sala, una en la cocina, baño y en cada habitación.

    Cuando llegaron, Kathrin le ofreció a Zellene bañarse juntas. La pequeña le pareció la idea, así que aceptó sin pensárselo dos veces. Keith encendió la pantalla en busca de algún programa interesante. Edmund, por su parte, decidió preparar algo para la cena mientras su esposa se duchaba. Zelig se marchó a buscar un cambio de ropa, para después irse a bañar una vez su madre terminara.

    La únicas dos mujeres de la familia entablaban una charla muy amena. Zellene se sentía muy bien al momento de hablar con su ya futura «Madre». Hablar con ella le ayudaba a conocerla más a fondo.

    —Zellene. ¿Estás segura que no recuerdas nada de tu pasado? —Indagó la señora, curiosa de saber más de la pequeña. Al momento de restregarle la espalda.

    —No —Negó levemente—, desde que tengo uso de razón he intentado recordar algo de mi pasado, pero es imposible, mi mente está en blanco.

    —¿Algún nombre? Quizás...

    Ante la pregunta de Kathrin, Zellene se detuvo a pensar si era posible que recordara algún nombre en particular, aunque este no tuviera mucha importancia. Tras unos segundos la joven logró recordar algo.

    —Hay un nombre… —Musitó la joven al ver fijamente el agua de la bañera que estaba llena de espuma.

    —¿Cuál nombre? —Kathrin quería saber el nombre, quizás esa sería una pista para saber quiénes eran los verdaderos padres de la pequeña.

    —Kerstin… Grünwald.

    La madre de Zelig al escuchar el nombre, entendió que se trataba de una mujer. Kathrin pensó que podría tratarse de la verdadera madre de Zellene, o bien de algún otro familiar. Sin importar de quien fuese ese nombre, pensaba utilizarlo para encontrar a los verdaderos padres de la pequeña.

    —¿Qué piensa hacer con ese nombre? —Indagó la pequeña, directa.

    —¿Qué haré…? —Kathrin estaba impresionada, no sabía que decir. Zellene fue capaz de ver sus verdaderas intenciones.

    —Sí. ¿Planea buscar a esa persona? —Zellene veía a Kathrin por el rabillo del ojo derecho. Su mirada hizo que la madre de Zelig se sintiera nerviosa.

    —¿No te gustaría saber si ella es tu madre?

    —No —respondió al instante—. Si ella fuera mi madre, le habría importado por ser su hija. No quiero saber nada de esa persona. Lo único que me importa es estar con ustedes.

    Las palabras de Zellene dejaron sorprendida a Kathrin. La joven le demostró que había renunciado a su pasado, ya no le importaba nada de eso con tal de estar con ellos. Una sonrisa se dibujó en su rostro al ver el cariño que Zellene les tenía en tan poco tiempo. Un simple «Te quiero» por parte de Kathrin fue suficiente para que el ambiente entre ambas volviera a la normalidad.

    Al cabo de unos minutos amabas mujeres salieron del baño. Zelig estaba por entrar al baño cuando se percató del vestido amarillo de una sola pieza que Zellene llevaba. Le pareció muy bonita y un leve sonrojo en el rostro del pequeño se hizo presente. Sin poder decir nada entró al baño para ducharse. Kathrin le pareció muy tierna la escena y lo único que hizo fue sonreír al ver el sonrojo de su hijo.

    La señora poco después se encargó de la cocina, mientras su esposo hablaba por teléfono. Zellene se sentó en el extremo izquierdo del sofá para ver televisión junto a Keith, quien se encontraba sentado en el extremo opuesto del sofá. Ver a Zellene a su lado causó que su corazón se acelerara.

    Una hora más tarde, mientras Kathrin prepara la comida. Edmund decidió llamar a sus dos pequeños a una de las habitaciones. Zelig y Zellene entraron a la habitación que el pequeño de cabellos rubios había escogido durante su estadía en el hotel. Al llegar, vieron a Edmund sentado en la orilla de la cama con un maletín negro a su izquierda.

    —Zelig, siéntate a mi derecha. —Le dijo su padre.

    El pequeño obedeció sin rechistar y se sentó a lado de su padre. Edmund abrió el maletín y sacó una jeringa. Zelig al ver eso se sintió nervioso, ya sabía el para qué su padre los llamaba.

    —¿Para qué nos sacarás sangre? —Imaginó que a Zellene le haría lo mismo, después de todo en el maletín se encontraba otra jeringa.

    —Como ambos han estado en el bosque. Es posible que hayan contraído alguna enfermedad. Si encuentro alguna anomalía podré tratarla con más rapidez. ¿Prefieres que te lleve a un hospital? —Indagó Edmund con un leve sarcasmo.

    —Mmm… no —Negó—, pero hazlo rápido. No me gustan las agujas. —dijo el pequeño al momento de cerrar los ojos.

    —Descuida. Ahora, inhala y exhala despacio.

    Zelig hizo lo sugerido por su padre mientras él metía la aguja en el brazo derecho de su hijo, pronto empezó a halar de la jeringa hasta llenarla de una sangre muy roja. Cuando terminó, Zelig abrió los ojos al momento en que su padre le puso un pedazo de algodón lleno de alcohol por cuestiones médicas.

    El pequeño se hizo un lado para que Zellene fuera la siguiente. La pequeña se sentó en el mismo lugar cuando Edmund se disponía a guardar la jeringa y a sacar la otra disponible.

    —¿No le tienes miedo a las agujas? —Cuestionó el hombre al ver a la pequeña.

    —No, puede hacerlo sin problema. —dijo Zellene, tranquila.

    —Muy bien.

    Edmund metió la aguja en el brazo de Zellene y esta no expresó molestia. Rápidamente la empezó a llenar de sangre hasta que terminó, al igual que Zelig le puso un pequeño trozo de algodón para evitar alguna infección. Una vez terminaron, Kathrin les avisó que la comida estaba lista, así que los tres fueron a la mesa para cenar en familia.

    Palacio de Bellevue, Berlín, Alemania.

    La noche caía sobre la capital de Alemania. El presidente Heinrich Schwartz observaba la llegada de la noche por una de las ventanas del palacio, pronto lo acompañó uno de sus hombres de mayor confianza. El vice-canciller Elster Wezler.

    —Señor, presidente. —dijo Elster con respeto.

    —Elster. ¿Cómo va la búsqueda? —Indagó el presidente.

    —Hemos tenido contratiempos. Según los informes; hemos perdido alrededor de ocho hombres. Dos de ellos, pilotos de un helicóptero con el nombre clave Águila Dos. Segundos antes de perder la comunicación. Los pilotos afirmaron la muerte de cinco hombres en medio del bosque, pertenecientes a la división de búsqueda y rescate de la S.R.G. El último de ellos fue Ritter Freisler, oficial al mando.

    —Entiendo. Todo indica que encontrarla se ha convertido en una proeza difícil de realizar.

    —Más que una proeza, yo diría una casualidad.

    —¿Qué quieres decir? —El presidente se volteó para ver a Elster a los ojos.

    —A las 14:00 horas la S.R.G. recibió la alerta de un niño perdido en el bosque Bávaro, y a las 17:45 informaron la localización del niño. En ese informe, mencionaron ver a una niña junto al niño perdido. Lo curioso es que no existe ninguna alerta en las últimas veinticuatro horas que rectifiquen la desaparición de otro menor.

    —¿Insinúas que esa niña…? —El presidente vio a Elster por el rabillo del ojo izquierdo.

    —Así es, señor. Es la niña que hemos buscado durante todos estos años.

    —¿Saben su localización actual?

    —Aún no, pero tenemos la información del niño perdido.

    —Continua. —dijo el presidente, interesado en escuchar lo que tenía que decir Elster.

    —El niño se llama Zelig Schneider, hijo de Edmund Schneider y Kathrin Fritz. —Elster estaba por continuar, pero el presidente le hizo un ademán para que no continuara.

    —No hace falta que continúes, sé quién es él.

    —¿Lo conoce? —Indagó Elster, refiriéndose al padre del niño.

    —Es uno de nuestros mejores científicos, quizás, el mejor que hayamos conocido en esta época.

    —¿Desea que investiguemos si posee alguna conexión con la niña?

    —No, no es necesario. Edmund podría ayudarnos a investigar el meteorito, si levantamos una investigación sobre él, estoy seguro que sospechará y no debemos permitir que alguien conozca información sobre esto.

    —Señor. Si él tuvo contacto con la pequeña, sugiero que lo investiguemos. —Insistió el vice-canciller.

    —Yo me encargaré personalmente de eso.

    —Entendido, con su permiso, me retiro.

    Elster dio media vuelta para disponerse a salir de la oficina del presidente. Heinrich giró levemente para seguir viendo la vista nocturna por la ventana. El vice-canciller tomó la manilla de la puerta al momento en que el presidente indagó;

    —¿Quién ha sido el causante de las muertes?

    —No lo sabemos con certeza, pero creemos que la niña es la responsable. —respondió Elster al ver al presidente por el rabillo del ojo izquierdo.

    —¿Crees que sea posible?

    —Hay muchas probabilidades. Ha estado oculta durante todos estos años, es lógico pensar que debe sentirse amenazada.

    —Si actúa de esa manera, debe ser por algo —dijo Heinrich al pensar por un momento—. Comuníquense con Edmund, es hora de conocer los secretos que encierra ese meteorito.

    —Como ordene, señor.

    Wezler se marchó de la oficina del presidente para proceder según sus órdenes. En su rostro se dibujó una sonrisa maquiavélica al momento de caminar por los pasillos del Palacio de Bellevue.

    Randsberger Hof Hotel, Cham, Baviera, Alemania.

    La familia terminó de cenar una hora después, Kathrin se dispuso a lavar las vasijas, mientras los tres pequeños veían un rato la televisión. Edmund estaba por realizar una búsqueda en su computadora cuando su móvil empezó a sonar. El científico tomó su móvil y no reconoció el número, aun así decidió contestar sin activar la función de video.

    —¿Hola? —dijo Edmund, quien se encontraba en el mismo lugar donde cenó anteriormente.

    —¿Eres Edmund Schneider, padre de Zelig Schneider? —Indagó una persona al otro lado de la línea.

    —Sí. ¿Qué es lo que quieres? —dijo Edmund, directo. Su experiencia le enseñó que debía sospechar de personas capaces de conocer información personal.

    —Necesito hablar con usted, es muy importante.

    —Habla, te escucho. —Edmund estaba dispuesto a escuchar lo que tuviera que decir esa persona.

    —Me temo que deberá ser personalmente. Lo espero en el estacionamiento.

    Una vez aquella extraña persona dijo esas palabras. La llamada concluyó, Edmund no sabía que pensar, miró con detenimiento su móvil, indeciso, no estaba muy seguro si debería obedecer ante el pedido del extraño joven. Porque sí, fue capaz de determinar que se trataba de un joven entre unos dieciocho a veinte años por el tono de voz.

    Edmund guardó su móvil y se dispuso a salir de la habitación del hotel. Al mismo tiempo que le decía a su esposa que regresaría en unos minutos. Kathrin no dijo nada al ver a su marido salir, estaba acostumbrada a ver su salidas repentinas, en donde pocas veces le informaba sobre el lugar al que iba. Los pequeños ni siquiera lo notaron, ya que veían con gran atención un programa del espacio que trasmitían por televisión.

    El padre de Zelig caminó por el hotel a gran velocidad, quería saber quién era esa persona que habló con él por teléfono. Rápidamente, llegó a la recepción y salió del hotel para dirigirse al estacionamiento. El lugar era iluminado por las luces que había en las esquinas y en medio del gigantesco parqueo donde se hallaban varios autos de marcas famosas.

    Edmund vio a ambos lados lentamente, tratando de identificar a alguien que resultara sospechoso, mas no logró ver a nadie. El lugar se encontraba vacío, por un momento llegó a pensar que alguien le había jugado una broma, pero esa idea desapareció al escuchar su móvil sonar por segunda vez.

    —Le agradezco que haya venido. —dijo la misma voz.

    —¿Dónde estás? —Indagó, directo, miró a todas partes con la esperanza de encontrar a la persona que tenía al teléfono.

    —Descuide, me reconocerá al verme.

    La llamada terminó, a los pocos segundos Edmund logró ver a alguien que salía de entre las sombras de algunos árboles alrededor del parqueo. Aquella persona caminó hasta detenerse en el centro del estacionamiento. Edmund al verlo se acercó a él lentamente hasta quedar frente a esa persona.

    Edmund vio que aquella extraña persona llevaba una gabardina negra que al mismo tiempo le cubría su rostro gracias a una capucha, que impendía ver su verdadera identidad. Debajo de la gabardina tenía una camisa negra y un pantalón del mismo color con diversas bolsas a los lados, también un par de tenis negras. Como accesorio llevaba una cadena envuelta a todo lo largo del brazo y antebrazo derecho por encima de la gabardina.

    —Me alegra conocerlo. Señor, Edmund. —dijo el joven, sin quitarse su capucha.

    —¿Quién eres? —Indagó Edmund nuevamente, quería saber de una vez por todas quien era ese tipo.

    —No lo he llamado para hablar sobre mí.

    —Entonces, le pido que sea breve.

    —Muy bien. Quiero pedirle que proteja a Zellene. —dijo directo y sin rodeos.

    —¿Zellene? —Abrió los ojos como platos al escuchar el nombre de la pequeña—. ¿La conoce?

    —La conozco mejor que nadie. Incluso, sé de lo que es capaz.

    —¿Qué quieres decir? —No comprendía sus palabras.

    —Zellene esconde un gran secreto dentro de su sangre.

    —¿Qué clase de secreto?

    —Un poder devastador, capaz de destruir mundos enteros. Ustedes los humanos jamás entenderán cuán peligroso es ese poder, e intentaran usarlo para sus propios fines.

    Ante las palabras del joven frente a él, Edmund logró sentir algo extraño, algo le decía que era verdad lo que escuchaba de su parte. Pensó por un momento, esa sensación era la misma que sintió cuando vio por primera vez el fragmento de meteorito en el bosque Bávaro.

    —¿Cómo sabes todo esto? —Edmund se replanteó la idea de que ese joven proviniera de una especie de futuro—. ¿Eres del futuro?

    —Mi proveniencia es lo que menos importa. Si añoran seguir viviendo en su planeta, le recomiendo que proteja a Zellene, y aún más los secretos que ella posee. De lo contrario, la Tierra correrá el mismo destino que Zenon.

    Edmund prestó mucha atención a las palabras del joven, su forma de referirse a los humanos y a la Tierra como si él no fuera de allí llamó su atención. Llegó a pensar que estaba frente a una forma de vida extraterrestre, pero lo que más lo sorprendía era escuchar el nombre de otro planeta, o al menos, lo que parecía ser un planeta.

    El misterioso joven le lanzó un extraño objeto a Edmund, quien lo recibió sin problemas. Edmund al ver el objeto abrió los ojos levemente al ver un fragmento metálico con forma de un triángulo isósceles, incrustado en una especie de cadena, formando en conjunto un colgante.

    —¿Qué es esto? —Edmund no tenía idea que era el objeto.

    —Es el único objeto capaz de evitar un caos global.

    —¿Qué quiere que haga con este objeto?

    —Protéjalo con su vida.

    El joven dio media vuelta para marcharse, pero se detuvo al momento de dar un paso al escuchar a Edmund preguntarle;

    —¿Puedes decirme quién eres? Al menos tu nombre.

    —Llámame, Rainhard…

    Edmund volvió a ver una vez más el extraño objeto que recibió, al postrar su vista donde el joven, este ya no estaba en el lugar. Había desaparecido, el lugar donde antes se encontraba aparecieron unos rayos de energía eléctrica de color azul que pronto desaparecieron. El padre de Zelig al presenciar ese extraño fenómeno entendió inmediatamente que ese joven de nombre Rainhard no era de la Tierra. Eso explicaba su forma de dirigirse a los humanos en general y al mismo planeta.

    De algo si estaba seguro, ese objeto que le otorgó Rainhard tenía un valor muy importante, y en base a eso lo protegería a toda costa. Edmund se lo puso al mismo tiempo que escondía el fragmento debajo de su camisa. No debía perderlo ante ninguna circunstancia, lo llevaría consigo hasta que llegara el momento de usarlo. Por ahora, tenía trabajo que hacer, pero lo primero sería regresar a Múnich.

    Se marchó del estacionamiento con tranquilidad, en su camino al hotel recibió un correo electrónico en su celular. Edmund lo revisó sin dejar de caminar. El correo provenía de sus superiores, al parecer requerían de su presencia lo más pronto posible para iniciar una investigación de alto secreto.

    Al leer varias veces el mensaje se sintió nervioso por la reacción que podrían tener los pequeños, en especial su hijo Zelig. Esperaba que lo tomara con un poco de madurez y entendiera su situación. Edmund llegó a la habitación y vio a los tres niños viendo la televisión. Su esposa Kathrin leía una revista en la mesa de la sala. Vio a su esposo y se sintió nerviosa al ver su rostro completamente serio.

    —¿Qué ocurre, amor? —Kathrin se preocupó por su esposo.

    —Dame un segundo, Kathrin —Edmund vio a donde estaban los pequeños—. Chicos, ¿pueden venir un momento? Debo hablar algo con ustedes.

    Los tres pequeños al escuchar el llamado de Edmund, dejaron de ver la tele y fueron con él. Zelig se extrañó ante el llamado de su padre, en especial porque no fue solo a él, sino a los tres.

    —¿Qué pasa, papá? —Indagó Zelig, extrañado.

    —¿Ocurre algo, señor? —Cuestionó Keith, preocupado de igual forma que Kathrin.

    —Chicos —dijo al ver a los tres—. Debemos volver a Múnich. —Vio a su esposa por unos segundos.

    —¿Qué? ¿Por qué? —Zelig se molestó al escuchar a su padre.

    —El gobierno requiere de mi presencia en la Base de Ramstein, y debo asistir lo más pronto posible.

    —No es justo, papá. —replicó el pequeño con el ceño fruncido.

    —Zelig —dijo Keith—. A mí tampoco me ha gustado que mis padres tengan un trabajo tan importante, pero yo los entiendo porque sé que son los más capacitados en su labor. Deberías entender a tu papá, debe ser de suma importancia si lo necesitan en esa base.

    Las palabras de Keith dejaron a todos impresionados, Edmund pensaba que el padre de Keith debía estar orgulloso de él, seguro que sí. No podía creer que esa fuera una de las pocas diferencias que existían entre los dos pequeños. El padre de Zelig volvió a ver a Zellene al momento de preguntarle;

    —¿Tu qué opinas, Zellene?

    —No tengo nada que opinar, a mí no me importa la decisión —dijo en tono serio—, mientras esté con ustedes estaré feliz. —Sonrió la joven.

    —Me alegro escucharte decir eso —dijo Edmund, feliz de saber que no habría problema con la pequeña—. ¿Kathrin cuál es tu opinión?

    —Estoy sorprendida, a decir verdad —dijo la madre de Zelig—, pero soy consciente de la importancia de tu trabajo. Así que no te preocupes, amor.

    Edmund se alegró al escuchar a todos, sabía que su hijo estaba molesto y eso se notaba en el leve ceño fruncido que tenía. Sin embargo, sabía que en algún momento lo entendería, después de todo, así solían ser los niños. La decisión de volver tan pronto a Múnich cayó de improviso, debido a la importancia de su deber, Edmund debía estar de regreso en poco menos de tres días.

    Por lo que entre familia decidieron volver a Múnich después del día siguiente, ya que Kathrin deseaba tener la oportunidad de realizar algunas compras adicionales, y hasta de comer en algún restaurante. De modo que una vez decidieron el plan, todos se marcharon a dormir.

    Kathrin se percató de un problema, solo había tres habitaciones disponibles, y en total eran cinco personas. La señora decidió que lo mejor sería que Zellene durmiera junto a Zelig en la habitación que este había escogido el día de su llegada al hotel, mientras Keith dormiría siempre en la otra habitación disponible.

    A Zellene no le pareció mal la idea de la señora, de modo que aceptó sin más. Una vez todo listo, cada uno se marchó a su respectiva habitación. Apagaron todas las luces para disponerse a descasar y esperar el día siguiente.
     
    Última edición: 5 Mayo 2018
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola. Paso a comentar el capítulo.

    Pese a ser corto, ha sido el capítulo que más me ha gustado hasta ahora. Cada capítulo que publicas justifica cada vez más el reinicio de Z/N. La historia se vuelve cada vez más interesante y misteriosa conforme pasa el tiempo. Me gustó mucho la descripción del hotel. Pusiste varios detalles sin dejar que estos consuman gran parte del capítulo.

    Para mí, este capítulo tiene 3 momentos clave.

    El primero es la extracción de sangre por parte de Edmund. Está claro que los estudios que haga le darán mucha más información sobre Zellene al comparar su sangre con la de un humano normal. Además de que, cuando compare las muestras de su hijo con las de su hija adoptiva, imagino que verá alguna anomalía en ambas, producto de la exposición a los fragmentos metálicos. Me pregunto que es lo que Edmund hará con esa información. Me ha gustado ver esa escena, porque me recuerda al Edmund de la versión anterior.

    El segundo es la charla entre el presidente con el vice canciller. Es una charla que abre más preguntas. ¿Cómo es que el presidente sabía sobre la desaparición de Liezel si es que todos los trabajadores del bosque fueron asesinados por Ilgen? ¿Por qué no conoce (o no le da importancia) a Ilgen? ¿Cómo está tan seguro de que Zellene es Liezel si él tiene entendido que pasaron cinco años desde la desaparición, por lo que debería asumir que Liezel debería tener diez años? Creo que él sabe más de lo que deja ver. Me gusta más su rol en este reboot. En la anterior, al presidente lo sentí como una herramienta para la trama, mientras que aquí realmente se siente como un personaje de la misma. Otro punto a favor de Zero Zone.

    El tercero es la aparición de Rainhard. La verdad no se que pensar sobre este ser misterioso. Y el hecho de que no haya aparecido en la versión anterior no me deja nada con lo que empezar con él. Pero realmente su aparición generó más preguntas. Y me da curiosidad que haya mencionado a Zenon. Estoy ansioso por ver como termina.

    En definitiva, tengo una enorme lista de preguntas sin responder. Y con cada capítulo se hacen más y más. Espero que estas se vayan respondiendo a medida que avance la trama.
    1. ¿Qué son los ruidos del espacio que Ilgen escuchó?
    2. ¿Por qué los dos cometas cayeron en el mismo país donde cayeron los fragmentos?
    3. ¿Cual es la relación entre los fragmentos y los cometas?
    4. ¿Ocurrió algo con el segundo cometa?
    5. ¿Qué es la criatura que salió del cometa?
    6. ¿Por qué controlar a Liezel y a Ilgen cuando controlar a un adulto sería más conveniente?
    7. ¿Por qué Liezel no fue controlada, pero Ilgen sí?
    8. ¿Por qué Liezel tiene recuerdos vagos sobre su familia y lo ocurrido, pero conoce el bosque, sus poderes y como usarlos?
    9. ¿Por qué Ilgen no encontró/atacó a Edmund, a su familia, a los turistas o al personal del bosque siendo que sí lo hizo con todos los demás hace cinco años?
    10. ¿Por qué el presidente conoce a Liezel si todos los que sabían al respecto fueron asesinados por Ilgen?
    11. ¿Por qué asume que Zellene es Liezel cuando las edades no deberían coincidir?
    12. ¿Por qué ignora o desconoce a Ilgen?
    13. ¿Quién es Rainhard?
    14. ¿Qué es Zenon?
    15. ¿Es la criatura que cayó a la Tierra la responsable de devastar Zenon?
    16. ¿Cómo hizo Rainhard para sobrevivir a eso?
    17. ¿Cómo es que Rainhard obtuvo acceso al teléfono de Edmund?
    18. ¿Cómo es que Rainhard conoce a Liezel, y cómo sabe que ahora se llama Zellene?
    19. ¿Por qué Zellene es tan importante?
    20. ¿Cual es la utilidad de ese fragmento metálico?

    En fin, son demasiadas preguntas XD. Y espero que cada una de ellas tenga una respuestas en algún momento. Mientras tanto, yo dejaré una lista de posibles respuestas:

    1. No tengo idea
    2. Porque los fragmentos los atrajeron.
    3. Lo único que se me ocurre es que su lugar de origen sea el mismo.
    4. Obviamente sí, pero hasta que no lo nombres, no se sabrá.
    5. No se me ocurre nada.
    6. Tal vez no sea muy fuerte, y controlar niños sea más sencillo.
    7. Probablemente porque Liezel tiene fragmentos en su cuerpo, mientras que Ilgen no.
    8. No tengo idea.
    9. Tal vez la criatura no los necesite muertos.
    10. No tengo idea.
    11. No tengo idea.
    12. Tal vez sí lo conozca, pero no le de importancia.
    13. Probablemente un sobreviviente de Zenon que vino a advertir a los humanos sobre la criatura.
    14. Podría ser una región, un planeta, un sistema, una galaxia. Sea lo que sea, es algún lugar en donde había vida.
    15. Probablemente lo sea. Y tras acabar Zenon, eligió a la Tierra como nuevo objetivo.
    16. Tal vez la criatura no sea tan fuerte aún.
    17. Debe tener algún poder desconocido.
    18. Tal vez como Liezel escapó del control de la criatura, Rainhard pueda conectarse con ella.
    19. Porque es tu personaje favorito XD.
    20. No tengo idea.

    Encontré estos errores, pero no son nada graves.

    Es irrelevante volver a mencionar la cocina.

    Imagino que quisiste poner lavamanos y pensaba.

    Allí faltaron los signos de interrogación, además de que te referiste a los chicos en singular.

    Como he dicho, nada grave.

    Estoy deseando ver una escena donde interactuen únicamente Zelig, Keith y Zellene. Creo que antes del final, como mínimo, debe haber dos escenas de ese estilo. Eso ayudará mucho a desarrollarlos adecuadamente antes de que ocurra el acontecimiento final.

    Eso será todo por ahora. Esperaré ansioso el siguiente capítulo. Saludos.
     
    Última edición: 4 Mayo 2018
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  13. Threadmarks: Capítulo 06: Phase 01 – Exón.
     
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

    Acuario
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    ZERO ZONE: Lost Years [Season 01]
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    Ciencia Ficción
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    10
     
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    Muchas gracias Reydelaperdicion por seguir leyendo esta historia, bien, como te dije se irán respondiendo las preguntas de a poco, así que paciencia. Gracias por hacerme notar esos errores, ya están corregidos.

    Hoy vengo una vez mas, como todos los viernes, a dejar el siguiente capítulo de esta temporada. Quiero aclarar que este capítulo comparte un titulo muy similar al capítulo 02 de Zero Hour, además de que tiene cierta relación el uno con el otro. No se preocupen si no saben a lo que me refiero, pronto crearé una nueva entrada en mi blog, donde explicaré el porqué tiene ese nombre. Una vez aclarado el punto, agradezco a todos aquellos que se pasan por aquí a leer la historia y sobretodo aquellos que han llegado hasta aquí. No tengo nada más que decir, así que disfruten de la lectura.

    Capítulo 06: Phase 01 – Exón.

    La Luna reinaba en los cielos nocturnos, iluminando con su luz todo el continente europeo. La familia de Zelig se encontraba en sus respectivas habitaciones para disponerse a descansar, ese día fue uno de los más largos y preocupantes para Edmund y su esposa Kathrin. Vivieron los peores momentos de su vida al creer que nunca volverían a ver a su hijo, tras haberse perdido en el inmenso bosque Bávaro. Afortunadamente, gracias al esfuerzo de los equipos de la S.R.G lograron rencontrarse con su hijo, ahora Zelig se encontraba con ellos sano y salvo.

    Y gracias a todo lo ocurrido, ahora un nuevo integrante formaba parte de su hermosa familia. Zellene, la niña por la que Zelig arriesgó su vida para salvarla. Todos estaban felices de tenerla entre ellos, pero Zellene era quien se sentía realmente afortunada de tener personas a la cuales llamar familia.

    Las luces de todo el lugar se encontraban apagadas. Solo la luz de la luna, que reinaba en los cielos nocturnos, entraba por las ventanas de todas las habitaciones, opacando la oscuridad y volviéndola un ambiente ligeramente tenue.

    En la habitación que compartían los padres de Zelig, ambos adultos tenían una ligera conversación. Kathrin estaba recostada en el pecho de su marido, mientras este solo acariciaba su cabello rubio.

    —Amor, hay algo que debo decirte. —dijo Kathrin con un leve tono nervioso.

    —¿Qué cosa?

    —Hace unas horas, hablé con Zellene para que intentara recordar algo de su pasado, y tras decirme que su mente estaba en blanco, ella logró recordar un nombre.

    —¿Qué nombre? —Edmund prestó mucha atención a lo que decía su esposa.

    —Una tal... Kerstin Grünwald. —respondió la señora al ver a su esposo a los ojos.

    —¿Crees que se trate de su madre biológica?

    —No lo sé, pero Zellene se molestó cuando le pregunté si quería saber más sobre ella. Su mirada fue tal, que me hizo sentir nerviosa. Llegué a tenerle miedo.

    —No te preocupes, cariño, es natural que ella tenga resentimientos contra esa persona, muy probable por su estado de amnesia. La mejor opción, es dejar de obligarla a recordar, por su bien y por el de los demás.

    —Tienes razón, le pediré disculpas por lo que hice —dijo Kathrin, arrepentida—. Sin embargo, no dejo de pensar en esa Kerstin.

    —Tranquila, yo me encargaré de investigarla. Lo único que importa en estos momentos, es apoyar a Zellene y hacerla feliz.

    —Es verdad —Sonrió—. Haremos lo que esté a nuestro alcance para que sea feliz.

    Kathrin se acomodó a lado de su esposo para disponerse a descansar. Keith ya se encontraba dormido en su habitación, el pequeño fue muy afortunado al no tener dificultades para dormir esa noche. En la habitación de Zelig, el pequeño de cabellos dorados parecía ya haberse dormido. Zellene al ver esto se acomodó lo más cerca posible del pequeño, incluso lo abrazó. La pequeña desconocía que Zelig aún seguía despierto.

    —Z-Zellene, ¿qué haces? —Indagó el joven, nervioso. Vio a la mencionada a los ojos al percatarse de sus acciones.

    —¿Te molesta que esté así contigo? —preguntó la pequeña, sin dejar de abrazar a Zelig.

    —N-No, es solo que me resulta extraño, eso es todo.

    —Entonces, déjame abrazarte. —Sonrió la joven, coqueta.

    Zelig asintió tímidamente al momento de cerrar los ojos, estaba seguro que le sería muy difícil conciliar el sueño con Zellene cerca de él, pero lo dejaría pasar. Unos minutos después, cuando Zelig pensó que la pequeña se había dormido;

    —Zelig. ¿Puedo hacerte una pregunta? —preguntó la pequeña con un tono de voz casi inaudible.

    —Claro, Zellene, puedes preguntarme lo que tú quieras.

    —¿Serias capaz de aceptarme aunque no fuera humana?

    —¿Por qué preguntas eso? —No entendía la pregunta de la joven.

    —Yo no poseo ningún recuerdo de mi pasado, y es posible que no sea humana, después de todo, mis poderes no son de este mundo. Me da miedo llegar a perderte por ello...

    —¿Miedo? —Indagó el pequeño, sorprendido.

    —Sí, eres lo más importante que tengo. Tú fuiste quien me dio un nombre…

    —No te preocupes, Zellene. Aunque no fueras humana, siempre contarás con mi apoyo, te lo prometo. —Le dijo el pequeño, sonriente, su voz demostraba que nunca la odiaría y mucho menos la rechazaría por algo como eso.

    Zellene al escuchar las palabras de Zelig, se sintió muy feliz. Saber que contaba con su apoyo le ayudaba a no caer en el terror que sentía de perderlo. Sin poder resistirse la pequeña lo abrazó con fuerza. Después le dio un beso en la mejilla al momento de decirle un «Gracias». Tras pocos segundos, ambos cayeron dormidos.

    A la mañana siguiente, Edmund y su esposa Kathrin tenían planeado salir de compras. Así que durante el desayuno, Edmund les preguntó a los pequeños si deseaban acompañarlos, pero ninguno estuvo dispuesto, y menos al saber que irían a un restaurante de clase alta. Dado a que los tres estarían solos, Kathrin les pidió que se comportaran bien, ya que volverían hasta dentro unas horas.


    Zelig y Zellene no contradijeron el pedido de Kathrin, y Keith mucho menos, si los dos pequeños de la familia estaban de acuerdo, él también. Con esto los dos adultos terminaron de desayunar y se prepararon para salir. Cuando llegó el momento, Kathrin le dio un beso en la frente a cada uno de los chicos para despedirse.

    Los adultos salieron de la habitación, dejando a los pequeños solos. Keith decidió irse a su habitación a jugar con su consola portátil, mientras que Zelig y Zellene se sentaron en el único sofá de la sala. Ahí estuvieron hablando de diversos temas, Zelig le habló sobre muchas cosas que le gustaba del espacio y Zellene solo se disponía a escucharlo con mucha atención. Llegado el momento, la niña le preguntó a Zelig como llegó a conocer a Keith.

    Zelig le comentó a Zellene que sus padres llevaban años de conocerse, desde que estudiaron en la Universidad Técnica de Múnich. El papá de Keith regresó a los Estados Unidos, su país natal, para convertirse en todo un hombre de negocios, y años después regresó a Alemania convertido en uno de los empresarios más respetados alrededor del mundo. Siendo dueño de casi el cincuenta por ciento de una de las aerolíneas más grandes e importantes de ese país. La Deutsche Lufthansa, además de poseer ciertas acciones de la propia compañía Boeing en los Estados Unidos.

    Años después, tanto Edmund como el padre de Keith se rencontraron. Ese día se dieron cuenta cuanto habían cambiado sus vidas desde que salieron de la TUM. Edmund se había convertido en uno de los mejores científicos del mundo sin tener que salir de su país natal. Además era afortunado de tener una esposa y un hijo. Mientras que el padre de Keith era todo un hombre de negocios, y como si ambos pensaran lo mismo, también tenía su esposa y un niño.

    Ese día en que se rencontraron, descubrieron que ambos vivían en la misma ciudad de Múnich, y eso fue razón más que suficiente para seguir en contacto, todo gracias a la hermosa amistad que tenían desde hacía años.

    —Y así fue como nos conocimos. Supongo que somos amigos por la amistad que existe entre nuestros padres. —dijo Zelig, sonriente.

    —Es una historia muy bonita. —Sonrió la pequeña.

    —Sí —Asintió—, Keith y yo nos llevamos muy bien, a pesar que somos polos opuestos en algunas cosas.

    —¿Cómo cuáles? —Indagó la joven, curiosa.

    —Por ejemplo; en nuestra forma de vestir. Cuando yo uso el blanco, él suele usar el negro. También somos opuestos en nuestros gustos, a mí me gusta mucho el dulce, y él prefiere lo salado. Ambos odiamos el sabor contrario.

    —Es interesante, Zelig. A mí siempre me ha gustado el dulce y por mucho detesto lo salado. —comentó la pequeña.

    —Me alegra saberlo, Zellene.

    Ambos rieron entre sí al disfrutar de la plática, pronto, los pequeños empezaron a hablar de los animales preferidos de cada uno. Por otra parte, Keith jugaba un video juego de guerra, estuvo jugando cerca de una hora hasta que decidió guardar su progreso para no terminarlo muy rápido, ya que deseaba poder disfrutar de él antes de pedirle otro a sus padres. Decidió dejar la consola en la cama para ir a la sala, allí se encontró a sus amigos charlando acerca de los animales que les gustaba a cada uno.

    Lo curioso para Keith, fue que en el momento preciso en que llegó, el tema del que hablaban Zelig y Zellene se dio por concluido. Keith no sabía qué hacer, se sentía extraño estando allí. Las horas pasaron y ninguno de los tres decía nada, a veces los pequeños estaban sentados en el sofá, después se sentaban en el suelo, encendía la TV y a los pocos minutos la apagaban al no encontrar nada interesante que ver. Intentaron entretenerse con algo, pero les fue imposible. Todos estaban aburridos al estar encerrados en medio de cuatro paredes.

    —Estoy aburrido… —Se quejaba Zelig al estar acostado completamente en el suelo.

    —¿No hay un lugar donde podamos jugar? —Cuestionó Zellene, sentada en el filo del sofá, movimiento hacia adelante y atrás sus pies.

    —D-De hecho, hay un lugar —dijo Keith, nervioso, sentado en una de las sillas de la mesa de cristal, donde solían comer.

    —¿Dónde? —Zellene se paró de rodillas sobre el sofá para ver a Keith que estaba detrás.

    —Hay un jardín detrás del hotel donde podríamos jugar, pero creo que es necesario la supervisión de un adulto. —respondió el pequeño de cabellos negros.

    —¿Crees que la recepcionista nos permita jugar en ese jardín? —Indagó la pequeña al ver a Keith a los ojos.

    —No lo sé. —Negó levemente.

    —¿Tu qué opinas, Zelig? —Zellene vio al mencionado completamente en el suelo.

    —Supongo que no perderíamos nada en intentarlo. —respondió el pequeño al levantarse del suelo.

    —Entonces, vayamos los tres. —Sugirió la pequeña al bajar del sofá.

    Zelig y Keith asintieron al estar de acuerdo con Zellene. Los tres pequeños salieron de la habitación, cerraron la puerta y se dirigieron a la recepción del hotel. Los dos niños iban detrás de Zellene quien iba al frente, liderándolos. Cuando llegaron a la recepción, vieron que no había muchos clientes. De pronto, los pequeños se percataron que la recepcionista se dirigía al sector de los baños, así que Zellene corrió hacia ella para alcanzarla.

    —¿Qué ocurre, pequeña? —Cuestionó la recepcionista al ver a Zellene quien logró alcanzarla.

    —¿Podemos jugar en el jardín detrás del hotel? —Indagó la pequeña al momento en que Zelig y Keith llegaron.

    —Lo siento, pero en ese lugar no pueden jugar niños, a menos que estén bajo la supervisión de un adulto. —dijo la recepcionista viendo a los tres pequeños.

    —Entiendo, solo queríamos jugar un rato… —decía Zellene, desanimada.

    —Sí, solo serían unas horas, mientras nuestros padres regresan de compras. —Completó de decir Zelig.

    —No íbamos hacer nada malo. —Comentó Keith, igual de desilucionado.

    La recepcionista sonrió levemente al ver como los tres pequeños intentaban convencerla de una manera un tanto ingeniosa. No estaba de acuerdo en darles permiso, ya que eso podría traerle problemas no solo a ella, sino también al hotel en general. Sin embargo, no era capaz de negarse ante esos tres pequeños tan adorables. Ante sus ojos la niña era la que más le llamaba su atención, le parecía tan linda que deseaba que fuera su hija.

    —Está bien, pueden jugar en el jardín, pero les pido que no causen ninguna clase de problema. —dijo la recepcionista al ver a la niña.

    —No se preocupe, no causaremos ningún problema. Se lo prometemos. —dijo Zellene, sonriente.

    Dicho eso los tres pequeños se marcharon al jardín. Esta vez fue Keith quien los lideró hasta el lugar. Llegaron a la salida trasera del hotel, allí los tres se aseguraron que nadie los viera, y al no ver a nadie pasaron dos grandes puertas de vidrio para entrar a la zona del jardín.

    Los tres se asombraron de la belleza de ese lugar. El jardín estaba lleno de muchas flores con diversidad de colores. En el suelo algunas flores formaban dibujos circulares, estrellas, incluso palabras. Cerca de la entra al jardín se podía leer «Bienvenidos» en alemán. En el jardín también había un total de siete árboles frutales, tres a la derecha y otros tres a izquierda con el último en el centro. Los siete arboles representaban una especie de Edén.

    Los pequeños una vez asombrados con el jardín decidieron jugar entre ellos a las escondidillas, estuvieron jugando cerca de unos treinta minutos hasta que, llegado el momento decidieron jugar a las atrapadas. Debido a que fue Zelig quien sugirió la idea, fue él quien empezó. El pequeño corrió por todas partes intentado atrapar a Keith, hasta que logró hacerlo, después atrapó a Zellene quien empezó el juego a la segunda.

    Así estuvieron cerca de una hora, disfrutando el jugar entre ellos en ese hermoso jardín. Cuando sus energías se agotaron, los tres se sentaron juntos en el césped para descansar. A la derecha de Zellene se sentó Zelig, quien se acostó en el suelo sin pensarlo mucho, y a la izquierda de la pequeña estaba Keith que siguió el ejemplo de su amigo. Zellene era la única que estaba sentada, esperando a reponer fuerzas para seguir jugando.

    Los tres disfrutaban estar juntos, Keith se percató que el nerviosismo que tenía hacia Zellene, poco a poco desaparecía. Jugar entre ellos le ayudó a conocerla mejor y eso fue eliminando su tonta actitud nerviosa cuando estaba frente a ella. Zelig ya estaba por dormirse en el suelo cuando, de pronto, algo asustó a los tres pequeños.

    —¿¡Qué hacen aquí!?

    Los pequeños se levantaron precipitadamente ante la fuerte voz. Zellene al asustarse vio al dueño de aquellas palabras al momento en que sus ojos cambiaban a un rojo carmesí. Zelig y Keith vieron que ese hombre trabajaba en el hotel por su uniforme. El hombre estaba por realizar otra pregunta, cuando empezó a notar algunos fragmentos metálicos que se materializaron en sus brazos. Los fragmentos comenzaron a propagarse por las demás partes de su cuerpo en menos de un minuto.

    Keith veía el rostro de terror que expresaba el hombre al ver como su cuerpo era consumido por los fragmentos. Zelig notó que los ojos de Zellene se habían vuelto rojos, tuvo intensiones de detenerla pero algo dentro de sí, le indicaba que no lo hiciera. Los ojos de la pequeña volvieron a su color plateado original en el preciso momento en que, el cuerpo del hombre fue cubierto totalmente por los fragmentos.

    Zellene vio cuando el cuerpo de aquel hombre se destrozó como un cristal, convirtiéndose así en simplemente polvo. Al ver esto la pequeña logró sentir miedo de sí misma, rápidamente salió corriendo del lugar con dirección a la habitación S12. Zelig al ver a Zellene decidió ir tras ella, pero la joven llevaba varios metros adelante. La pequeña de cabellos plateados llegó a la habitación y se encerró en la recamara que compartía con Zelig. Activó el seguro y se sentó lentamente en el suelo a la vez que se recostaba en la puerta.

    La niña abrazó sus piernas y escondió su rostro entre ellas, se sentía realmente asustada, había matado a un hombre inocente con sus poderes. Zellene empezó a llorar en silencio, arrepentida de lo que hizo. En ese momento, Zelig llegó a la habitación donde residía con sus padres. El joven vio que la puerta de su recamara estaba cerrada. Al verla así supo de inmediato que ahí estaba Zellene, ya que él siempre solía dejar las puertas abiertas. Zelig se acercó lentamente a la puerta, allí logró sentir la presencia de Zellene al otro lado.

    —Z-Zellene, abre la puerta, por favor —dijo el pequeño, sin saber que hacer exactamente ante esa situación.

    La pequeña al escuchar la voz de Zelig se sorprendió. Limpió su rostro para intentar ocultar el hecho de que estuvo llorando. Zellene no sabía si debía quedarse ahí encerrada, o debería obedecer a Zelig.

    —No puedo, Zelig. Tengo miedo de llegar a asesinar a alguien más, podría hacerte lo mismo, y eso es algo que nunca me perdonaría. —dijo la pequeña, intentando normalizar su tono de voz.

    —Lo que ocurrió, no fue tu culpa, Zellene.

    —Claro que si fue mi culpa, yo asesiné a ese hombre. Mis poderes actuaron solos, no puedo controlarlos. Soy una asesina.

    —No digas eso, tú no eres ninguna asesina. Abre la puerta, Zellene.

    La niña estaba impresionada, no entendía porque Zelig intentaba negar la realidad de los hechos. Zellene se dio cuenta que tarde o temprano debía salir de allí. No podía estar encerrada en esa habitación toda su vida. Nerviosa y algo indecisa la pequeña se levantó, quitó el seguro y abrió la puerta. Sorprendiéndose de ver a Zelig que la miraba con una gran sonrisa. Zellene abrazó al pequeño sin contenerse en lo más mínimo. El joven correspondió el abrazo haciendo que la pequeña se sintiera realmente feliz de contar con su apoyo.

    Zellene se sorprendió aún más al sentir que Zelig correspondía su abrazo, esa acción la hizo realmente feliz. Era la primera vez que el pequeño correspondía uno de sus abrazos, estaba segura que ese momento nunca lo olvidaría.

    —Zellene, espérame en la habitación. Iré a buscar a Keith para hablar con él —dijo el pequeño al separarse de la niña.

    —Está bien. Solo ten cuidado, no sabemos cómo reaccionará ahora que conoce mi secreto. —La pequeña se encontraba preocupada por su seguridad, sería terrible que sus padrastros se enterarán de sus poderes.

    —No te preocupes, tu solo espérame.

    —Lo haré. —Asintió.

    La pequeña entró a la habitación al momento en que Zelig cerraba la puerta. Una vez cerrada corrió para ir en busca de Keith, sin embargo, se encontró con su amigo a pocos centímetros de salir de la habitación del hotel.

    —Zelig. —dijo el pequeño, serio y con sus ojos fijos en los de su amigo.

    —Keith. Estaba por ir a buscarte… —Zelig estaba nervioso de verlo tan de repente.

    —¿Qué planeas hacer? —Indagó el de cabellos negros.

    —¿A qué te refieres?

    —No te hagas, Zelig. Sabes muy bien de lo que estoy hablando.

    —No podemos hablar con nadie sobre lo ocurrido.

    —¡Zellene es un monstruo! ¡Hemos sido testigos de un asesinato! —gritó, molesto.

    —Ella no tuvo la culpa. Zellene es incapaz de controlar sus poderes.

    —Eso no quita el hecho de que sea un asesinato. ¡Es una asesina!

    Al escuchar la fuerte discusión, Zellene decidió salir de la habitación. Al ver a Keith se asombró al notar algo diferente en él, no parecía el mismo de antes. Zelig, por su parte, no podía decir nada al ver a la joven salir de su escondite.

    —Tienes razón, Keith. Soy una asesina, asesiné a ese hombre sin ser consciente de ello.

    —Pero tú no tuviste la culpa, tus poderes reaccionaron por sí solos. —Insistió Zelig.

    —Entonces. ¿Qué sugieres? ¿Qué ocultemos el asesinato? Eso nos convertiría en cómplices. —dijo Keith, perspicaz. Su voz daba indicios de seriedad al máximo.

    —La policía nunca encontrará a ese hombre, ya viste como desapareció. Es casi imposible que la policía sospeche de nosotros. —respondió Zelig, ante el sarcasmo de su amigo.

    Keith le dio la razón a Zelig. La policía nunca sospecharía de ellos por tratarse de tres niños de seis años. En caso de hablar con algún policía es capaz que los tomarían de locos, de modo que nunca les creerían. Pero, si la policía no les creía su historia, si podían llegar a creerles con una prueba.

    —Me temo que no será tan sencillo ocultar el asesinato, Zelig. —dijo Keith, con su rostro serio.

    —¿Por qué? —El pequeño abrió los ojos, impresionado de las palabras de su amigo.

    —En el jardín, habían dos cámaras de vigilancia grabando todo.

    Zelig y Zellene se sorprendieron en gran manera, si habían dos cámaras grabando todo, sería imposible engañar a la policía. Eso significaba que los oficiales de seguridad del hotel podían haber informado a la policía al ver lo ocurrido. Keith sonrió al ver el rostro de terror que expresaban sus dos amigos.

    —Hagamos un trato. —dijo Keith tornando su rostro sonriente a uno serio.

    —¿Qué clase de trato? —Indagó Zellene, seria.

    —Quiero tener los mismos poderes que tienes, Zellene. Si me los otorgas, ingresaré a la red desde el computador del señor Edmund, y borraré todo rastro de esa grabación.

    —¿Cómo sé que eres capaz de hacer tal cosa? —Zellene desconfiaba de las palabras de Keith.

    —Mi padre es ingeniero en sistemas, créeme, conozco los métodos para hackear sistemas informáticos. La red de aquí es como un paseo en el parque.

    Zellene desconfiaba totalmente de las palabras de Keith, su voz solo le indicaba que fanfarroneaba de habilidades que ni siquiera poseía. Sin embargo, si era capaz de hacerlo, podía evitar un caos y eso no solo le ayudaba a ella, sino a los tres en general.

    —Entonces, hazlo. Si logras hacerlo, yo te daré el poder que deseas.

    —No, Zellene. Lamento informarte que tú no eres quien pones las condiciones aquí —Negó levemente—. Otórgame tu poder, y yo me haré cargo del resto.

    —El poder que deseas tener, puede terminar con tu vida antes de que des cuenta.

    —No me importa, solo dámelo —Keith vio a Zellene indecisa—. Te sugiero que te des prisa, la policía debe estar en camino. —Amenazó.

    La pequeña al ver que Keith no accedía a su pedido, decidió otorgarle lo que anhelaba tener. Zellene materializó en la punta de su dedo índice un fragmento igual a la astilla que Zelig había tocado en el bosque Bávaro. Después acercó su mano derecha a Keith para que este lo tocara. El joven de cabellos negros acercó lentamente su mano derecha al fragmento, con nerviosismo rozó la astilla con su dedo índice.

    En ese momento el fragmento desprendió un rayo eléctrico que le ocasionó una herida en diagonal en la palma de su mano derecha. Después la astilla se convirtió rápidamente en miles de rayos metálicos que formaron una doble espiral con forma de ADN, la cual se envolvió en su brazo con fuerza. Keith hizo una mueca de dolor al sentir la fuerte presión. Finalmente, los rayos metálicos de su brazo ingresaron a su cuerpo por la herida de su mano. Todas las heridas provocadas por los rayos metálicos y por el propio fragmento, se cerraron casi al instante.

    Keith cayó de rodillas al piso, sentía su cuerpo extremadamente cansado, desconocía el por qué. Zelig se acercó a él para ayudarlo a reincorporarse. Sin decir nada el pequeño solo lo observaba, no sabía con qué intenciones deseaba tener ese poder, pero ahora Keith era igual que ellos.

    —Ya posees el poder, ahora debes cumplir tu parte del trato. —dijo la pequeña, realmente seria.

    —No te preocupes, Zellene —dijo Keith, con una pequeña dificultad para hablar, su cuerpo estaba exhausto—. En el jardín, no había ninguna cámara de vigilancia.

    Zellene presionó los dientes, molesta, no podía creer que cayó en la trampa de Keith. Ese niño tonto y engreído solo quería poseer poderes iguales a los de ella.

    —En realidad, nunca me importó la muerte de ese hombre. —Confesó.

    —Solo deseabas tener mis poderes, ¿verdad? —Indagó la joven, viendo fijamente al pequeño.

    —Sí. —Asintió levemente.

    —Idiota, ¿no pensaste en siquiera preguntarme? —Su rostro se tornó a uno de furia, incluso sus ojos cambiaron de plateados a rojos.

    —Lo lamento, solo quería ser iguales a ustedes dos.

    —¿Cómo lograste saber que yo poseía los mismos poderes que Zellene? —cuestionó Zelig, interesado en saber.

    —Desde que conociste a Zellene. Logré sentir algo en ti, Zelig —decía Keith—. Además, aunque no te des cuenta, has cambiado. —dijo el pequeño al ver a su amigo a los ojos.

    —Zelig, lleva a Keith a su habitación. La próxima hora será crucial para él —Zellene vio a Keith fijamente—, en una hora se decidirá si tu estupidez no termina matándote.

    La pequeña se marchó a la habitación que compartía con Zelig, mientras que este se llevó a Keith a su recamara. Allí, Keith se acostó en su cama para descansar. Después su amigo rubio se marchó, Keith cerró lentamente sus ojos para disponerse a esperar. Los próximos sesenta minutos decidirían su destino para siempre.
     
    Última edición: 18 Mayo 2018
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    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Hola, es momento de pasar a comentar el capítulo. Intentaré ser breve, porque creo que me resfrié XD.

    Bueno, se ha visto una escena entre los chicos, cosa que yo quería que ocurriera antes del final. Estoy ansioso por ver una segunda escena, y ver que es lo que puede ocurrir aquí. Los padres de Zelig, y de Zellene, han dejado a sus hijos solos y no han tenido un gran peso en el capítulo, pero no hay ningún problema con eso, dado a que no era necesario que ellos estuvieran presentes en este. A decir verdad, me ha gustado mucho que se apartaran por un momento de la historia.

    Eso sí, me pregunto si Edmund habrá empezado los análisis de sangre, o si planea hacerlo en el futuro, dado a que él podría descubrir algo al momento de llevarlo a cabo. Pero estoy seguro de que ya habrá tiempo para eso.

    Me tomó por sorpresa las palabras de Zellene al no considerarse un ser humano, dado a que ella nunca lo hizo en la anterior versión. Estoy con muchas ganas de ver si en algún momento ella podría llegar a recordar su identidad anterior, y en base a eso comportarse de maneras diferentes. Cuando Zelig mencionó que le gustaba el espacio, creí que ella recordaría (aunque sea vagamente) a Ilgen, o a alguien con esas características, pero no fue así.

    Y quien me tomó por una sorpresa aun mayor es Keith. Me impresiona sus habilidades de "persuadir"/"extorsionar" a Zellene y a Zelig, y me pregunto si Zelig tomará una opinión diferente respecto a él. Debo decir que me impresiona que Keith fuera capaz de sentir los poderes de sus amigos. Si eso es posible, quiere decir que tal vez más gente sea capaz de hacerlo también. Esto ya lo he repetido en cada capítulo que te comenté, pero me gusta más la situación que se ve en esta versión. Aquí Keith logra manipular a Zellene para obtener los poderes que ella tenía. Mientras que en la versión anterior, ella le entregó los poderes porque sí. No me atrevería a decir que Keith fue cambiado, dado a que el Keith de Z/N no fue desarrollado apropiadamente. Más bien, el Keith de esta versión se está desarrollando de forma más apropiada.

    Me resulta muy interesante que Zellene no pueda controlar sus poderes cuando su estado de ánimo cambia constantemente. En la versión anterior no hubo una oportunidad para que se viera una situación así, por lo que era imposible saber si ella tenía el mismo problema. Esto vuelve a la historia más interesante, dado a que podría ocasionar un genocidio sin siquiera ser consciente si es que experimenta de repente una sensación desagradable.

    Encontré un único error en todo el capítulo, y no es nada grave en realidad:

    Debo decir que me apena mucho que nadie más lea esta historia. Es un escrito en donde podrían llegar a generarse teorías y debates sobre varios hechos que ocurren en la historia, además de discutir sobre los personajes, los cuales están muy bien llevados en esta versión. Me gustaría mucho ver teorías sobre otras personas, y ver si ellos consideraron cosas que yo pasé por alto. Lamentablemente no es así, y me da mucha pena... pero bueno.

    Eso será todo por ahora. Estaré esperando ansioso por el siguiente capítulo, como cada semana. Siento que el viernes llegó muy lento y se fue muy rápido XD. Saludos.
     
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  15. Threadmarks: Capítulo 07: Hogar.
     
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

    Acuario
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    ZERO ZONE: Lost Years [Season 01]
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    Reydelaperdicion Una vez más, te agradezco enormemente el apoyo que me brindas con esta historia. Muchas gracias, de verdad. Me alegro mucho que te vaya gustando aún mas esta versión, y aunque yo también te lo he dicho muchas veces, a mi también me gusta mucho esta versión. Espero que siga siendo de tu agrado.

    Hola a todos, en este momento procederé a publicar el siguiente capítulo de esta historia, aprovecho ahora que el Internet que tengo está rápido. Muchas gracias a todos los que hayan llegado hasta aquí, y sin mas nada que decir, los dejo con la lectura.

    Capítulo 07: Hogar.

    La luz del crepúsculo entraba por las ventanas de la habitación, iluminando cuanta cosa hubiera a su paso. Zelig y Zellene se encontraban juntos en el sofá de la sala, ambos esperaban a que se cumpliera la hora en que se decidiría la vida o la muerte de Keith. Zelig se preocupó por él, ¿qué tal si moría? ¿Qué explicación les daría a sus padres? Eran preguntas que rondaban por su mente minuto tras minuto, sin dejarlo en paz.

    —Zellene, ¿qué le diremos a nuestros padres si Keith llega a morir? —Indagó el pequeño, realmente preocupado por la vida de su amigo.

    —No te preocupes, Keith no morirá. —Sonrió la pequeña al ver a Zelig.

    —¿Cómo puedes saberlo?

    —Keith podría haber muerto cuando tocó el fragmento, pero el hecho de que siguiera vivo tras tocarlo, demuestra que seguirá con vida.

    —Entiendo —dijo Zelig, con una leve sonrisa—. Zellene, que son esos rayos que se crean de los fragmentos. ¿Qué es exactamente ese poder? —Indagó el pequeño, interesado en saber más.

    —No lo sé con certeza, pero, podemos decir que es una especie de virus.

    —¿Un virus? Eso no es bueno. —dijo Zelig, nervioso.

    —No debes preocuparte, Zelig. El virus no acabará con tu vida —decía Zellene al sonreírle—. Yo soy la primigenia y por consiguiente, poseo la capacidad de manipular el virus en otros seres para que este no actúe de cierta manera «Destructiva».

    —Eso quiere decir que, ¿has manipulado el virus que está dentro de mi cuerpo?

    —Yo no he dicho eso, Zelig —Afirmó la joven—. El virus que está dentro de ti, actuó sin necesidad de que yo interviniera, y lo mismo ocurre con Keith. Serán sus genes los que determinen su vida a última hora.

    Ante las palabras de Zellene, Zelig fue capaz de deducir que ese virus que residía dentro de Keith y de sí mismo, era un virus selectivo. Tenía la impresión de que Zellene no era capaz de responder preguntas muy complejas, ya que después de todo, era una niña. Y ni siquiera ella conocía el cómo obtuvo esas habilidades. Sin embargo, a pesar de ser un niño de seis años, Zelig estaba consciente que de alguna forma inexplicable, el virus le otorgaba ciertas respuestas a las preguntas que tenía.

    No conocía con exactitud qué clase de virus era, ni porque convertía a sus víctimas en metales, y mucho menos conocía su origen. Era consiente que pensar en esas cosas solo le traerían un dolor de cabeza, por lo que, decidió dejar ese tema de lado. Ambos pequeños decidieron hablar de otros temas más agradables.

    Los dos estuvieron charlando hasta que el sueño los dominó, Zelig terminó dormido en el costado izquierdo del sofá. Zellene se acercó al pequeño para recostarse a él y así entregarse a los brazos de Morfeo. Las horas pasaron hasta que llegada las seis de la tarde, Edmund y su esposa Kathrin hicieron acto de presencia. Encendieron las luces de la habitación, ya que todo se encontraba a oscuras.

    Ambos adultos sonrieron al ver a sus dos pequeños durmiendo juntos. Zelig y Zellene despertaron unos segundos después. Los dos pequeños bostezaron al ver a sus padres en la habitación. Kathrin se percató de la ausencia de Keith, así que no tardó mucho en preguntar por él.

    —Zelig, ¿dónde está, Keith? —Indagó la madre.

    —Está en su habitación, iré a buscarlo. —respondió el pequeño al bajar del sofá.

    Zelig corrió a gran velocidad hasta la habitación de Keith, cuando abrió la puerta encendió las luces. El pequeño se alegró al ver que su amigo respondió cuando encendió la luz, ya que hizo una mueca por la molestia que le causó la fuente de luz.

    —¿Cómo estás? —Indagó Zelig, preocupado, por como pudiera seguir su amigo.

    —Me siento bien, o eso creo. —respondió Keith al sentarse en el filo de su cama.

    —Me alegro, vamos, mis padres han llegado.

    Keith asintió, caminó a lado de su amigo y no sintió dolor alguno en su cuerpo, parecía que todo estaba bien dentro de él. Sintió un enorme alivio al no morir, ya que las palabras de Zellene le habían causado un poco de miedo. Cuando el pequeño vio a los adultos, los saludó y casi al instante se sentó en el sofá.

    Zellene estaba impresionada por las bolsas que sus padres adoptivos traían, que en total sumaban cerca de unas ocho bolsas. Zelig no aguantó la curiosidad, y empezó a preguntar que habían traído. Kathrin se sentó junto a los pequeños en el sofá, para empezar a sacar todo lo que llegaron a comprar.

    Los tres pequeños se sorprendieron de todas las cosas que el señor Edmund y la señora Kathrin habían comprado para ellos. Entre las cosas se encontraba, ropa, zapatos, video juegos e incluso peluches. Ketih llegó a pensar que todas esas cosas valían varios miles de euros, y se sintió mal de aceptar un video juego que siempre quiso tener, el cual Edmund le regaló.

    Al final, el pequeño decidió aceptarlo para no ofender la amabilidad del padre de Zelig. Los tres, sonrieron al ver la gran cantidad de cosas que les compraron. Tras unos largos minutos, una vez terminó Kathrin de repartir las nuevas pertenencias de cada quien, la señor se marchó a preparar la cena.

    —¿Y cómo la pasaron? —Cuestionó Edmund, interesado de saber lo que hicieron los tres pequeños. El padre de Zelig se sentó en el mismo lugar donde antes estaba su esposa.

    —Muy bien, estuvimos jugando los tres. —dijo Zellene, sonriente.

    —Eso es bueno —Sonrió Edmund—, ¿no ocurrió nada fuera de lo normal?

    —No, ¿por qué preguntas eso, papá? —A Zelig le parecía extraño que su padre hiciera una pregunta como esa.

    —Por nada, hijo. —Musitó el adulto, acariciando la cabeza de su hijo, y despeinado aún más su cabello rubio.

    Edmund recordó que al entrar al hotel vio algunos policías realizando preguntas de un empleado que supuestamente había desaparecido, dado a que eran cosas del mismo hotel, no le tomó mucha importancia, ya que desconocía por completo a la persona que buscaban. Sin embargo, cabía la posibilidad de que los policías entraran al hotel a realizar diversas preguntas a quienes se hospedaran en el lugar, y ya que los chicos estaban solos, se sintió un poco preocupado por ellos.

    Al cabo de algunas horas, la señora terminó de preparar la cena, todos los integrantes se sentaron en sus respectivos lugares al momento en que Kahtrin le servía a cada uno de ellos. Durante la cena, Zelig quería realizarle una pregunta a su padre, pero no estaba seguro si debía hacerla durante la cena, o esperar a hasta terminar. Sin poder resistirse, el pequeño decidió hacerlo, sin importar que su padre llegara a molestarse.

    —Papá, ¿siempre regresaremos a Múnich antes de tiempo?

    —Así es, Zelig. Mañana nos marcharemos de aquí. Creí que ya habíamos hablado sobre esto.

    —Lo sé, papá, es solo que me parece algo precipitado.

    —No eres al único que le parece precipitado. Mi trabajo es tan importante, como lo son ustedes, y así como tengo mis responsabilidades con mi familia, también debo cumplirla con mi trabajo. Estoy seguro que algún día lo entenderás.

    Aquellas palabras de Edmund, Zelig las sintió como una especie de regaño, pero a pesar de eso, no se sintió molesto. Es verdad que no le gustaba la idea de regresar a Múnich tan rápido, sin embargo, era consciente de la importancia del trabajo de su padre como uno de los mejores científicos en el país, y aunque nunca se lo había dicho a su padre. Zelig se sentía realmente feliz de todos los logros que Edmund había ido ganando con el pasar de los años.

    Lo mejor de todo es que Zelig era consciente de que ese viaje al bosque Bávaro, no fue en vano. Gracias a eso, Zellene se encontraba con ellos, y no existía algo mejor que eso. Se irían de ese lugar rápidamente, sí, pero se marcharían felices de tener a la pequeña como un miembro más de su familia. Estaba seguro que sus padres pensaban igual que él, en especial, su madre, ya que Zelig siempre fue consciente, de que Kathrin deseaba tener una hija.

    Y ella nunca tuvo una, no porque no fuera capaz de tener más hijos, sino porque antes de tener a Zelig. Kathrin llegó a sufrir problemas en su primer embarazo, el cual terminó siendo un embarazo espontaneo. Tiempo después de aquella tragedia, Kathrin supo que estaba embarazada de Zelig, y decidió dejar todo aquello en el pasado. Cuando dio a luz a su primogénito, no quiso tener más hijos, a pesar, de que siempre deseó tener una niña.

    Zelig tenía conocimiento de esa historia, pues fue su madre quien le platicó una vez sobre ello. Kathrin no quería ocultarle hechos como esos a su pequeño, siempre creyó que lo mejor era hablar con su hijo, así no le ocultaría nada y él siempre sabría la verdad por parte de su madre.

    La cena terminó después de algunos minutos, Kathrin lavó las vasijas, mientras su esposo y los tres pequeños, preparaban todo para su salida al día siguiente. Todos terminaron unas dos horas más tarde, Edmund les informó a todos que debían irse a dormir, ya que saldrían a tempranas horas de la mañana para evitar así inconvenientes. Ninguno replicó ante las palabras de Edmund, así que obedecieron y se fueron a sus respectivas habitaciones a descansar.

    Durante la noche, Keith empezó a sentir un ligero dolor en su cuerpo, el pequeño pensó que se debía alguna reacción del poder que ahora residía dentro de él. Intentó dormir para olvidarse del dolor, tenía la esperanza que a la mañana siguiente, se sentiría mejor. Afortunadamente, la noche para el joven transcurrió sin problemas, en pocos minutos logró dormirse.

    Cuando el reloj marcó las cuatro y treinta de la madrugada, Edmund y Kathrin se despertaron, la señora despertó a los tres pequeños y los envió a ducharse. Zellene fue la primera y la más rápida en ducharse y alistarse, cuando la joven salió del baño, el siguiente en entrar fue Keith. Mientras el joven de cabellos negros se duchaba, Zellene estaba con su madre en la cocina.

    La pequeña llevaba un suéter blanco de capucha, y debajo una blusa celeste. Una falda blanca, combinando con unas medias que llegaba hasta su rodilla y unos zapatos de tacón pequeño del mismo color. Su cabello lo tenía completamente suelto, y el único complemento que tenía en su cabello era una pequeña flor blanca en el lado derecho.

    Zellene ayudaba a Kathrin a preparar el desayuno, la pequeña no entendía de donde venía ese extraño gusto por ayudar en la cocina, pero tampoco le disgustaba sentirse así.

    —Zellene, quiero pedirte disculpas —dijo Kathrin, al ver a la mencionada a su derecha.

    —¿Disculpas? ¿Por qué? —Indagó la pequeña, sin entender porque se disculpaba su madre adoptiva.

    —Por haberte obligado a recordar, no debí hacerlo, y me siento mal por eso. —Kathrin se sentía realmente mal de lo que hizo.

    —No se preocupe, eso no tiene importancia. —Sonrió levemente.

    Ambas sonrieron entre sí, Zellene no estaba molesta por lo ocurrido anteriormente, y la señora se sintió feliz al saber que la pequeña no le guardaba rencor por lo que hizo. Las dos continuaron preparando el desayuno, ya que aún faltaban algunas cosas por hacer. Zellene sentía algo extraño dentro de ella, nunca antes lo sintió y creyó que estaba mal. La pequeña observó fijamente a su madre adoptiva, y la señora al percatarse de la mirada de la niña, preguntó;

    —¿Qué ocurre, Zellene? —La señora miró a la mencionada.

    —Hay algo que siento dentro de mí…

    —¿Te refieres a algún sentimiento? —Kathrin tenía una ligera sospecha de lo que sentía la pequeña.

    —No lo sé —dijo al ver al suelo, pensativa—, en el poco tiempo que llevo con ustedes, he llegado a sentir algo por Zelig. ¿Está mal que sienta algo por él? —Indagó Zellene, viendo a su madrastra a los ojos.

    Kathrin se extrañó demasiado por la pregunta que formuló la pequeña, parecía que la joven olvidó como se sentían los humanos. ¿Acaso desconoce cómo se comportaba un humano? Es verdad que Zellene era una niña, pero hasta ella debía conocer esas cosas. La señora pensó que Zellene sufría un estado grave de amnesia, sin embargo, dejó pasarlo por alto, ya después le comentaría sobre eso a su esposo, él sabría qué hacer.

    —¿Te sientes atraída hacia él?

    —Creo que sí —respondió la pequeña sin estar segura de su respuesta—, no estoy segura.

    —Cuando crezcas, sabrás con exactitud tus verdaderos sentimientos hacia Zelig.

    —Entonces, ¿no está mal que me sienta así?

    —Por supuesto que no. Lo que sientes es algo maravillo, pero aun ares una niña y debes comportarte como tal.

    Zellene sonrió tras escuchar el consejo de su madre, pensó que estaba mal sentirse atraída por Zelig, pero las palabras de Kathrin la tranquilizaron en gran manera. La pequeña no entendía muy bien sus sentimientos, se sentía como si perteneciera a otro mundo. Después de algunos segundos, Zellene continuó ayudando a su madre adoptiva con el desayuno. Al cabo de unos treinta minutos, Keith, Zelig y su padre Edmund hicieron acto de presencia.

    Todos se sentaron alrededor de la mesa para disponerse a desayunar. El desayunó concluyó pasado algunos minutos, Edmund recogió las maletas de cada habitación y las llevó todas a la sala mientras su esposa terminaba de lavar las vasijas. Los tres pequeños se pusieron un pequeño bolso donde guardaban algunas de sus pertenecías, se sentaron en el sofá a esperar a que los adultos terminaran sus deberes.

    Cuando terminaron, toda la familia se dispuso a salir de la habitación, llegaron rápidamente a la recepción de hotel y ahí Edmund pagó todo lo que debía por los días hospedados en el hotel. Una vez terminó, todos se dirigieron al estacionamiento para buscar el automóvil en que habían llegado. Allí Edmund se acercó a la puerta del conductor, en el vidrio se materializó un holograma donde ingresó una contraseña.

    Al ingresarla, todo el automóvil se desbloqueó al mismo tiempo que se abría la puerta de la cajuela. Edmund guardó todo el equipaje en la cajuela, mientras su familia entraba al automóvil. El señor entró a su automóvil, se puso el cinturón de seguridad y encendió el auto. Ya con todos listos, el auto arrancó.

    Salieron del estacionamiento y en pocos minutos también se marcharon de la ciudad de Cham. El sol empezaba a verse en el horizonte, cuando el automóvil en donde viajaba Edmund y su familia, entró a la autopista que indicaba el GPS. Edmund aceleró sin miedo alguno, ya que en Alemania no existe el límite de velocidad, así, se dirigieron a la ciudad de Múnich, más concretamente la ciudad de Trudering-Riem.

    Trudering-Riem, München, Baviera, Alemania.

    La llegada prevista del GPS, indicaba que durarían cerca de dos horas en llegar por la ruta más rápida, para suerte de todos, llegaron antes de tiempo y lo mejor es que no tuvieron algún percance que los atrasara. El automóvil entró al territorio de la ciudad cuando el reloj marcaba las siete de la mañana.

    Zellene observaba toda la ciudad por la ventana derecha del automóvil, y no podía evitar sorprenderse cuan hermoso era ese lugar. La ciudad de Trudering-Riem era una combinación en armonía con la naturaleza, varios lagos adornaban el distrito, que a su vez eran rodeados de diversidad de casas con grandes diseños en infraestructura. El distrito era tan ecologista que se penaba con cárcel todo aquel que contaminara la ciudad con basura.

    El automóvil continuó transitando por las calles de la ciudad hasta que ingresó a una propiedad, después de atravesar un portón negro, el cual se abrió automáticamente. El auto se estacionó frente a una casa de color blanco. Todos salieron del auto y Zellene al ver esto, supuso que se trataba del hogar de Zelig.

    Cuando todos salieron, Edmund abrió la cajuela del auto, después les entregó a los pequeños sus salveques respectivos y terminó sacando dos maletas negras. Kathrin ingresó una contraseña en el holograma que se materializó frente a la puerta, y una vez lo hizo ingresó al hogar acompañada de su familia.

    Edmund llevó las maletas directamente a su habitación, mientras que los pequeños dejaron sus bolsos en el sofá de la sala. Zellene vio toda la casa y se sorprendió al ver cuán hermoso era el hogar de Zelig.

    La casa de la familia de Zelig estaba conformada por dos plantas. En la primera se encontraba primeramente la sala, amueblado con un sofá de color marrón y al frente una pantalla hecha de una lámina semitransparente muy delgada, de aproximadamente unas 50”. Tras el sofá, a unos dos metros, se hallaba un juego de sala, la mesa era en su totalidad de vidrio pero ligeramente difuso. Además de un mueble con diversas figuras de cristal. Después estaba la cocina, hecha de una lámina negra muy delgada con un total de seis espacios para cocinar, a un lado se encontraba el refrigerador hecho de acero inoxidable.

    En la segunda planta estaban las habitaciones, siendo un total de tres. La primera era matrimonial, amueblada con una enorme cama con una frazada blanca, y al frente un mueble de madera para guardar ropa con un gran espejo en forma de círculo. En la siguiente habitación se podían ver dos estanterías llenas de toda clase de peluches. Una cama tendida con una frazada rosada se hallaba cerca de la única ventana de la habitación. A la izquierda de la cama había una mesita con dos compartimientos y encima una lámpara con forma de flor. Por último estaba una pantalla hecha de una lámina delgada pero más pequeña que la de la sala, siendo esta de unas 20”.

    La última de las habitaciones se encontraba una cama con una frazada azul cerca de la ventana. En la pared al frente de la cama se veía una pantalla igual a las otras dos, pero esta era de 55”, abajo estaba una mesita de cristal donde lo único que se veía era una consola de juegos con sus respectivos controles encima de ella. Y por último, a la izquierda de la cama se hallaba un pequeño mueble con tres compartimientos para guardar la ropa. En esa misma planta se encontraba el baño, la cual contaba con una bañera para dos personas, entre otras cosas comunes. Atrás del hogar había una piscina en forma de media luna, allí también se encontraba un pequeño jardín con diversidad de flores.

    En cada rincón de todo el hogar se apreciaban luces LED, además de algunas lámparas en el cielo en caso de ser necesarias. Las paredes de la sala eran adornadas con algunos paisajes, hechos por diversos pintores alrededor del mundo, y a donde quiera que se vieran el color predominante de toda la casa era un blanco cremoso, muy diferente al blanco puro de la cerámica.

    —¿Qué te parece tu nuevo hogar, Zellene? —Indagó Kathrin al ver a la pequeña con una sonrisa.

    —Es un lugar muy hermoso. —respondió la pequeña al ver a su madre.

    —Me alegro que te guste. —dijo la señora, feliz de que a Zellene le gustara el lugar donde viviría.

    —Te sentirás como en casa, Zellene —agregó Zelig, sonriente—, además contamos con una piscina. Estoy seguro que será tu lugar preferido.

    —Eso suena muy bien, Zelig. Espero poder disfrutar de ella pronto. —Sonrió la joven, deseando que llegara ese momento.

    —Claro que podrás, pero deberás esperar a que la temperatura suba, aún está haciendo mucho frío, podrías enfermarte. —Le dijo la señora.


    Zellene estaba por decir algo más, pero en ese momento Edmund bajaba las escaleras, todas las miradas se dirigieron a él.

    —Chicos, ¿Por qué no dejan sus pertenencias en sus habitaciones? —Sugirió el padre de Zelig.

    —Es una buena idea —dijo Kathrin—, Zelig, aprovecha para enseñarle a Zellene su habitación. Estoy segura que le encantará. —Sonrió la madre.

    —Está bien, mamá. —Asintió el pequeño.

    Zelig tomó a Zellene de la mano derecha y fueron corriendo con dirección a la habitación que sería desde ese momento de la nueva integrante de la familia. Keith se marchó a la habitación de Zelig para dejar sus pertenencias, ya que él seguiría durmiendo en la recamara de su amigo, al menos, durante su estadía.

    Cuando los dos pequeños llegaron, Zellene se sorprendió al ver la belleza de su alcoba. El color rosado no era su preferido, pero lo dejaría pasar, después de todo, se veía muy bien su cama con ese color. En ese momento la pequeña le dio un leve beso en la mejilla a Zelig, el pequeño se sonrojó de inmediato, no entendía a que venía esa acción de parte de Zellene.

    —¿A qué viene eso, Zellene? —Zelig no comprendía las acciones de la pequeña.

    —No sé, solo me apetecía darte un beso, ¿no puedo hacerlo? —Indagó, extrañada de sus mismas acciones.

    —N-No es eso, es solo que me parece muy extraño.

    —A mí también me pasa lo mismo —dijo la pequeña, sincera—, ¿está bien darte un beso? ¿O crees que se algo incorrecto?

    —Por supuesto que no —Negó levemente—, un beso es una muestra de cariño, pero hay también distintas muestras de cariño. —comentó el pequeño.

    —¿Cómo cuáles? —Zellene prestó bastante atención.

    —Una muestra de cariño de una madre a un hijo, es muy diferente al amor que sentimos por una mascota. También es diferente sentir amor por una persona especial, a sentir amor por un objeto en particular —Explicó Zelig—. Eso es un tema difícil, no sé cómo explicarlo. —Soltó, mientras se rascaba la cabeza en señal de sentirse nervioso.

    —No te preocupes, Zelig. Te entendí perfectamente.

    Zellene le sonrió a Zelig y este se sintió aliviado. Ambos pequeños estaban por volver a la sala, pero Zelig decidió ir primero a su habitación para dejar su mochila, Zellene mientras esperaba dejó la suya en su recamara. Durante ese poco tiempo que estuvo a solas la pequeña analizó las palabras de Zelig. Se percató que existían diferentes formas de expresar amor, y eso fue suficiente para lograr saber que ella se había enamorado del pequeño de cabellos rubios.

    Aquel sentimiento era desconocido para ella, pero no se sentía mal tras sentirlo, sino todo lo contrario. Estaba feliz, nunca antes sintió algo tan maravilloso y el hecho de sentirlo hacia Zelig, hacía que la pequeña se sintiera más atraída por él con cada segundo que pasa. Esa atracción era, sin duda, imposible de evitar por más que lo intentara. Zellene quería estar con él toda su vida, y creía que ese sentimiento era lo suficientemente fuerte para llegar a cumplir ese pequeño y añorado sueño.

    Zelig volvió con Zellene y ambos una vez juntos, bajaron a la primera planta. Cuando empezaron a bajar las escaleras, escucharon el fuerte ruido del automóvil del señor Edmund. Al llegar a la sala, Zelig vio a su madre, quien se sorprendió de cierta manera al ver a su pequeño.

    —Mamá, ¿dónde está papá? —Indagó el pequeño, curioso.

    —Tu padre ha tenido que ir a su trabajo. Al parecer lo necesitan con urgencia. —dijo su madre, intentado mantener un tono de voz normal para que su hijo no llegara a percibir lo nerviosa que estaba.

    —No te preocupes, mamá —dijo el pequeño al momento en que llegó su amigo Keith—, entiendo que su trabajo es importante.

    Zellene, Kathrin y Keith llegaron a percibir molestia total en Zelig, aunque este no lo demostrara físicamente. El pequeño estaba molesto con su padre, ni siquiera se despidió de ellos, y solo lo hizo con su madre. Ante los ojos de Zelig, parecía que su papá intentase evitarlo de alguna manera.

    Kathrin decidió preparar algo delicioso para los pequeños, quizás de ese modo ayudaría a Zelig a olvidar las acciones de su padre. La señora se sentía mal por su hijo, pero era algo que no podía haber evitado, su esposo siempre solía salir de casa cuando menos se lo esperaba, y no era un tema del cual solían discutir ambos adultos.

    Base Aérea de Ramstein, Kaiserslautern, Alemania.

    Edmund había llegado por fin a la Base Aérea de Ramstein, se sentía cansado tras conducir durante cinco horas en la autopista, pero lo importante es que ya estaba ahí. El automóvil llegó a un puesto de control en la entrada de la base, donde un guarda de seguridad le solicitó a Edmund su identificación. El guarda al ver que todo estaba en orden, le permitió a Edmund ingresar.

    El padre de Zelig detuvo el automóvil cerca de uno de los muchos hangares de la base, el cual se encontraba muy cerca del laboratorio donde trabajaba. Al salir del auto, fue recibido por tres soldados.

    —Profesor, Edmund —dijo uno de los soldados al mismo tiempo que los tres realizan su saludo militar—. El señor presidente lo espera en el hangar Zero – F. —Informó.

    —Muchas gracias, iré de inmediato. —Edmund agradecía las intenciones del soldado.

    —Lo llevaremos hasta el lugar.

    —No es necesario, soldado, conozco el camino. —No quería que los soldados se tomaran molestias innecesarias.

    —Lo siento, señor, son órdenes del presidente.

    Debido a que se trataba de órdenes explicitas del presidente, Edmund no le quedó de otra que dignarse a obedecer. Uno de los soldados iba caminando al frente del profesor, mientras que sus dos compañeros lo seguían por detrás. Edmund conocía las razones de ser escoltado hasta ese hangar.

    En ese lugar residía el meteorito que había caído hace seis años en las profundidades del bosque Bávaro. La roca que escondía un poder tan devastador, capaz de destruir mundos enteros.
     
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  16.  
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Hola. Como siempre, ha sido un buen capítulo. Me ha gustado mucho este reinicio, la verdad es que ver las cosas de forma más calmada y darle paso a más explicaciones y desarrollo de personajes fue la decisión correcta. Ya estamos cerca del final, y aunque sé que es lo que va a ocurrir, estoy muy ansioso por ver como se desenvuelve todo.

    En primer lugar, te diré que las descripciones que hiciste fueron muy buenas. De hecho, me pude imaginar la casa de Zelig por completo, además del uso de los hologramas.

    No recuerdo muchas cosas de Z/N, pero creo que no se mostró una escena donde Kathrin y Edmund le regalaban cosas a los niños, además de pasar tiempo con ellos. Esa escena del tipo familiar me gustó mucho. Además de que contribuye al desarrollo de todos los personajes.

    Si soy sincero, esperaba que Keith tomara más importancia en el capítulo, pero la verdad es que no tengo problemas con lo que se mostró. Eso sí, antes del final, me gustaría ver una escena suya reflexionando sobre los poderes que le acaban de otorgar. Me pregunto que tanto le afectarán estos a él, al igual que a Zelig, dado a que no lo hemos visto tampoco usando esos poderes.

    Me gusta más el personaje de Kathrin en esta versión, dado a que se ve como una madre más amorosa y preocupada. En la anterior no se mostró así, por lo que en el final me fue imposible sentirme mal por ella. Tal vez en esta parte sí lo sienta, pero eso dependerá de como se den las cosas.

    Me intriga saber que es lo que hará Edmund ahora que fue a su trabajo. Me resulta raro que no haya analizado las muestras de sangre para sacar conclusiones, pero aún queda tiempo para que él descubra el virus que portan sus hijos. Eso sí, no debería ser algo que se muestre en el mismo capítulo final, sino que se debería poder ver en el 8 o el 9.

    No pude evitar la primera escena entre Kerstin y Liezel en este capítulo. Cuando su madre le preguntó si tenía a alguien en mente al hablar del amor, ella se sonrojó. Me hace pensar que tal vez, ese alguien fuera un compañero de clase que se pareciera (en algo no en todo) a Zelig, y que el encontrarse con Zelig le hizo recordar a esa persona. O tal vez solo me esté imaginando cosas.

    El único error que encontré fue que el nombre de Keith aparece mal escrito una vez, pero nada más. No noté errores de narración o faltas de ortografía. Eso será todo por ahora. Me despido hasta el capítulo siguiente, con mucha ansiedad por ver como sigue. Tal y como he dicho, el viernes tarda en llegar pero no tarda en irse XD. Bye.
     
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  17. Threadmarks: Capítulo 08: Investigación.
     
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

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    ZERO ZONE: Lost Years [Season 01]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    4107
    Reydelaperdicion
    Me alegro que te haya agradado el capítulo anterior y espero que este te guste aún más por su contenido. No tengo nada más que decir, solo agradecerte por el apoyo y por tu fidelidad hacia esta historia tras haberla reiniciado, hace ya bastante tiempo. Gracias!

    Hola, el día de hoy traigo la continuación de esta historia, que poco a poco se va acercado a su fin, ya estamos a tan solo dos capítulos y esto apenas comienza, así que aún falta mucho (demasiado diría yo) para que se dé por terminada toda la saga de Zona Cero.

    Aprovecho el momento para comentarles que este capítulo es uno de mis preferidos de esta temporada, ya que en este capítulo se genera una pregunta/teoría aún más grande de las que se han ido generando en los capítulos pasados.

    Lo único que me queda por decir, es agradecerle a todos aquellos que se pasan por aquí a leer esta historia, espero que les guste este capítulo tanto como a mí. Nos vemos el próximo viernes con el penúltimo.

    Capítulo 08: Investigación.

    Base Aérea de Ramstein, Kaiserslautern, Alemania.

    El profesor Edmund Schneider fue escoltado por tres soldados del ejército alemán hasta el hangar Zero – F, donde lo esperaba el presidente Heinrich Schwartz. Una vez llegaron al hangar, Edmund vio en el centro del lugar un objeto metálico con forma cilíndrica de aproximadamente unos cinco metro de largo por cincuenta centímetros de ancho.

    A un lado del objeto lo esperaba el presidente del país. Heinrich era un hombre de unos 40 años de aspecto ligeramente obeso, tez blanca, cabello negro con un corte a lo militar. Vestía un saco negro y debajo una camisa blanca, además de una corbata con rayas en diagonal hacia la izquierda de color entre blanco y plateado. Su pantalón y zapatos eran del mismo color que su saco.

    Aparte del presidente, también lo esperaba cuatro soldados formando un cuadrado alrededor del objeto cilíndrico, a una distancia de unos diez metros. Los soldados que escoltaban a Edmund se hicieron a un lado, dejando al profesor al frente del mismísimo presidente.

    —Profesor Edmund, me alegro de verlo, le agradezco que haya venido antes de tiempo. —dijo el presidente, con su mirada fija en el profesor.

    —Quiero saber, ¿qué clase de investigación de alto secreto, necesitan que realice? —Indagó Edmund, directamente al grano.

    —Me gusta que sea directo, profesor —Heinrich sonrió al momento de ver el cilindro—. En este cilindro se encuentra el meteorito que cayó hace seis años en el bosque Bávaro. Usted será el encargado de investigarlo y utilizar su investigación para desarrollar un arma biológica. ¿Está usted de acuerdo?

    Al escuchar al presidente, las palabras de aquel joven llegaron a la mente de Edmund «Ustedes los humanos jamás entenderán cuán peligroso es ese poder». Las palabras de Rainhard se estaban cumpliendo poco a poco de una forma inexplicable.

    —Por supuesto, señor presidente. —Asintió Edmund.

    —Excelente. Desde este momento, contará con fondos ilimitados para que realice su investigación, esto con la condición de obtener buenos resultados, obviamente.

    —No se preocupe, señor. Le aseguro que tendrá resultados en menos de un mes.

    —Perfecto. No esperaba menos tratándose de usted, profesor. Enviaré el objeto a su laboratorio para que inicie su trabajo lo más pronto posible.

    —Entendido. —dijo Edmund, sin tener que decir más.

    Edmund se marchó del lugar con dirección a su laboratorio, cuando llegó dejó su portafolio en una mesa libre de instrumentos. Después se puso su bata de científico y le ordenó a su computadora que encendiera con solo decirlo. La computadora le avisó cuando todos los sistemas estaban en línea. Edmund se sentó en su silla al momento de realizar un largo suspiro, era hora de trabajar.

    Sin embargo, en ese preciso instante llegaron dos soldados con el objeto cilíndrico, Edmund les ordenó dejarlo sobre dos estructuras metálicas, las cuales eran perfectas para investigar meteoros. Los soldados colocaron las estructuras en los extremos del cilindro, dejándolo así en posición horizontal. Una vez terminaron los soldados se marcharon.

    —Activa el seguro de la puerta —Le dijo a la computadora—. No quiero sorpresas inesperadas.

    —Seguro activado. —Informó la computadora, con una voz femenina.

    La llegada imprevista de los soldados terminaron molestando a Edmund, detestaba con todo su ser que alguien llegara en el momento justo de empezar a trabajar. Ahora con el seguro, nadie sería capaz de molestarlo.

    —Polariza los vidrios del laboratorio. —Le dijo nuevamente.

    —Sistema de polarizado, activado.

    Todos los vidrios que conformaban las paredes del laboratorio se polarizaron en un color negro casi total. El laboratorio de Edmund se encontraba dentro de la Base de Ramstein, y en ese lugar abundaba el ruido. Así como las personas, quienes caminaban de un lugar a otro con sus obligaciones respectivas, y nunca faltaban aquellos entrometidos que les gustaba ver lo que otros hacían.

    Debido a eso, una vez los vidrios se polarizaban el ruido fuera del laboratorio disminuía casi totalmente y al mismo tiempo impendía que otras personas fueran capaces de ver sus investigaciones. La función de polarizado era una de las preferidas de Edmund en su lugar de trabajo.

    El laboratorio de Edmund media cerca de unos cincuenta metros de ancho por treinta metros de profundidad. En el lugar había una inmensa mesa metálica que iniciaba de un extremo a otro del laboratorio, donde se encontraban toda clase de instrumentos científicos de alta tecnología, entre ellos microscopios, osciloscopios, computadoras, entre otros.

    —¿Qué información tenemos sobre el meteorito que cayó hace seis años en el bosque Bávaro? —Indagó Edmund al recostarse en su cómoda silla.

    —El meteorito se estrelló el 24 de diciembre del año 2182 a las cero horas, con una velocidad cercana a los trescientos kilómetros por hora. —decía la computadora.

    —¿Hubieron personas encargadas en la investigación del meteorito?

    —Hay un registro en mi base de datos, pero la información se encuentra incompleta.

    —Entiendo. —Edmund pensó que la computadora no le diría más. Todo le indicaba que nadie logró analizar más a fondo ese meteorito, seguramente los científicos a cargo de la investigación fueron despedidos.

    —Sin embargo, poseo registros de un evento ocurrido el 15 de diciembre del año 2182.

    —¿Está vinculado al meteorito?

    —Mi análisis indica que existe un cincuenta por ciento de posibilidades.

    —Muy bien, muéstralo.

    Al frente del escritorio de Edmund se creó un holograma con la forma de un extraño rombo metálico. Edmund se levantó de su silla y se acercó al holograma, se sorprendió al ver el parecido que tenía con el fragmento metálico del bosque Bávaro.

    —Según mi base de datos. Existen reportes de múltiples fragmentos metálicos que cayeron el 15 de diciembre del año 2182 en todo el territorio nacional.

    A un lado del holograma de los fragmentos metálicos, se materializó la fotografía de un científico.

    —Su nombre es Johan Köning. Jefe del equipo de investigación a cargo de analizar las múltiples alteraciones genéticas, causadas por los fragmentos metálicos. Murió el 24 de diciembre del año 2182.

    —¿Cuál fue la causa de muerte? —A Edmund le parecía muy extraño que muriera justo en esa fecha, la misma en que llegó el meteorito.

    —Se cree que fue asesinado junto con todo su equipo.

    —¿Puedes mostrarme toda la información relacionada? —Edmund quería ver con sus propios ojos toda la información.

    —En un momento.

    Frente a Edmund se materializó toda la información respecto a lo ocurrido en esa fecha. El científico vio detenidamente cada uno de los informes, y aún más los nombres de las personas involucradas. Los informes indicaban de la muerte de un equipo completo de científicos, a cargo de la investigar alteraciones genéticas. El equipo fue liderado por Johan König, quien murió junto a sus compañeros. Si bien, no hubo rastro alguno de sus cuerpos, si encontraron todo el lugar destruido, lo que indicaba que algo atacó la Zona de Investigación.

    Edmund también pensó en esa posibilidad tras leer los informes. De pronto, algo llamó la atención del científico. En el informe se mencionaban los nombres de una familia completa, la cual estaba conformada por Walden Endler, Kerstin Grünwald y sus dos hijos Liezel Grünwald e Ingel Endler, los cuales eran clasificados como asesinados.

    Esto causó muchas preguntas en Edmund. ¿Acaso esa mujer era la madre de Zellene? Por un momento pensó que así era, pero Edmund logró ver que no había lógica. Si Zellene era la hija de Kerstin, ¿por qué no estaba entre esa familia? ¿Era Zellene la misma Liezel? El padre de Zelig quería tener respuestas en ese mismo momento.

    —Necesito toda la información que exista de Liezel Grünwald. —Ordenó Edmund a su computadora.

    —Entendido.

    Frente a los ojos de Edmund se materializó toda la información de Liezel, incluyendo fotografías donde ella estaba sola, y en otras en compañía de su familia. Cuando vio la foto de Liezel, Edmund sintió su cuerpo estremecerse como nunca antes. Esa niña era casi idéntica a Zellene, parecían gemelas. La única diferencia entre ellas era el color de sus ojos, y eso fue más que suficiente para descartar la idea de una coincidencia. Schneider lo tenía claro, esa niña de nombre Liezel era la misma Zellene.

    Sin embargo, de ser así, aun había algo que no encajaba. Según la información de Liezel, ella tenía tan solo seis años cuando ocurrió aquella extraña tragedia donde resultó asesinada. Si esa niña era la misma Zellene, en la actualidad debía tener doce años. ¿Qué había causado que la pequeña mantuviera esa misma edad durante seis años desde lo ocurrido? Y aún más, ¿cómo sobrevivió a ser asesinada?

    Esa última pregunta llevaba a Edmund a cuestionarse, ¿quién o qué asesinó a todas esas personas? Estaba más que claro que ese extraño meteorito tenía una estrecha relación con lo ocurrido. Y aún más Zellene, quien la rodeaba muchos misterios respecto a ese evento. El científico deseaba conocer los secretos de Zellene, pero era consciente que sería imposible saber la verdad preguntándole, por lo que, la única opción sería buscando las respuestas por sí solo.

    Edmund empezó a trabajar en el meteorito, si quería saber más del enigma que rodeaba a Zellene, debía comenzar su trabajo lo más pronto posible. Aun debía saber a qué se refería aquel extraño joven llamado Rainhard, con ese poder tan devastador que escondía la sangre de la joven.

    Trudering-Riem, München, Baviera, Alemania.

    Eran cerca de las cinco de la tarde y el sol ya estaba en su fase de crepúsculo, esperando a terminar las pocas horas que le faltaban para dar inicio a la noche. La señora Kathrin preparaba con gran dedicación los alimentos para la cena, mientras su hijo Zelig terminaba de hacer algunos mandatos que le había ordenado su madre, como por ejemplo recoger toda su ropa sucia y llevarla al lugar que correspondía para después lavarla.

    Zellene estuvo ayudando a su madre durante algunos minutos, hasta que se marchó al jardín del hogar, donde se encontraba Keith. Cuando la pequeña llegó, vio al joven de cabellos negros intentando fragmentar una pequeña planta verde que era producto de la mala hierba en el jardín. Keith, apuntaba con su mano derecha hacia la planta, formando una especie de garra con sus dedos para intentar manipular los metales de la misma.

    Intentó durante algunos segundos, pero le fue imposible por su poca experiencia con sus poderes. El joven se percató de la presencia de Zellene, así que giró levemente su cabeza a la izquierda para ver a la pequeña de cabellos plateados.

    —Veo que intentas controlar tus poderes. —decía la pequeña viendo al joven directo a los ojos.

    —Sí, quiero aprender a usarlos. —dijo el pequeño con voz seria.

    —Lo que intentas hacer es muy fácil, pero no llegarás a lograrlo de la manera en que lo estás haciendo.

    —¿Por qué? —Indagó, extrañado, queriendo saber cómo lograrlo.

    —Te centras en la planta y lo que necesitas es centrarte en los metales que posee.

    —¿Los metales? —Keith no entendía las palabras de Zellene.

    —Sí —Asintió la pequeña—. Debes manipular los metales, cuando lo hagas los metales se verán afectados en cadena, y cuando lo hagas la planta se fragmentará. Inténtalo, si es que puedes. —Zellene desafió a Keith a intentarlo.

    A Keith no le gustó para nada que Zellene lo desafiara, el pequeño volvió a ver la planta y estiró su brazo derecho hacia ella al mismo tiempo que formaba una garra con sus dedos. Intentó concentrarse para manipular los metales. Keith veía la planta con el ceño fruncido, molesto por las palabras de la pequeña. De pronto, Keith vio que la planta empezó a materializar ciertos fragmentos que se esparcieron por el tallo, pero se detuvieron a poco antes de llegar a las hojas.

    El joven se alegró por un momento, pero no le duró mucho su alegría cuando vio que los fragmentos ya no se esparcían por la planta, sin importar cuanto intentara concentrarse. Al ver que no podía, Keith decidió rendirse a pesar que no le gustaba la idea de hacerlo.

    —Aun te falta mucho, Keith. —dijo la pequeña, seria, viendo al mencionado fijamente.

    —Es demasiado difícil. —Se quejó el joven al ver a Zellene.

    —¿Difícil?

    En ese momento Keith vio que los ojos de Zellene cambiaron de plateados a un color rojo brillante. Al pequeño le dio algo de miedo al ver ese cambio en la niña, pero ese miedo se intensificó al escuchar el ruido de algo cristalizándose. Keith giró su cabeza al lugar donde provenía ese sonido tan agudo, se sorprendió al ver los fragmentos metálicos espaciándose por toda la planta. Los fragmentos al cubrir toda la planta, esta simplemente se quebró como un cristal, cayendo sus pedazos al suelo y posteriormente convertirse en residuos metálicos.

    —¿Te ha parecido difícil? —Indagó la niña con un tono sarcástico, sus ojos volvieron a la normalidad cuando Keith volvió a verla.

    —¿Cómo lograste hacerlo? —Keith no podía creer lo fácil que lo hizo parecer la joven.

    —Manipular los metales de una planta es un juego de niños. Debiste haber sido capaz de hacerlo, Keith.

    Keith se sentía mal por las palabras de Zellene, prácticamente le estaba dando a entender que era un completo inútil. Sin embargo, Keith no se molestó por sus palabras, él era capaz de ver más allá de eso. Se dio cuenta que Zellene lo trataba de esa manera, porque él ya no pertenecía a la raza humana. Ahora formaba parte de una raza más grande y poderosa.

    Hubo un silencio entre ambos jóvenes, un silencio sepulcral donde los dos se veían fijamente sin parpadear, y sin mencionar palabra alguna. Keith recordó algo y decidió preguntarle a Zellene de la forma más directa posible, igual a como ella solía hablarle.

    —Zellene. ¿Tú mataste a ese hombre a propósito, verdad? —Indagó el pequeño, directo.

    —No, mis poderes actuaron por sí solos. El miedo hace que pierda el control sobre ellos. —respondió, seria.

    —Ya veo… —Keith estaba por realizar otra pregunta, pero guardó silencio al ver a Zelig acercarse.

    Zelig llegó donde sus amigos y le sonrió a ambos, quienes le devolvieron la sonrisa, al menos Zellene, ya que la de Keith tan solo fue fingida, cosa que no percibió el pequeño de cabellos rubios.

    —¿Qué hacen? —Cuestionó Zelig, curioso.

    —Nada. —respondió al instante Keith.

    —Keith intentaba usar sus poderes, quiere controlarlos. —Le dijo Zellene, sincera. No había caso ocultarle algo así a Zelig.

    —¿De verdad? Eso suena interesante, ¿lograste hacerlo? —Vio a su amigo con una sonrisa.

    —No del todo. Tan solo llegué a fragmentar una pequeña parte de una planta.

    —Es genial —dijo Zelig, emocionado—. Yo no he utilizado mis poderes desde que los obtuve.

    —¿Por qué no lo intentas con esa planta? —Indagó Zellene, al señalar una planta igual a la de antes.

    —¿Crees que pueda hacerlo? —Zelig no estaba seguro de lograrlo.

    —Solo inténtalo. —Le motivó Zellene.

    —Muy bien, haré mi mejor esfuerzo.

    Zelig miró fijamente la planta, mientras que Zellene y Keith se paraban al frente del pequeño a unos pocos metros de él para ver si sufría algún cambio. Keith veía fijamente los ojos de Zelig, querían ver si sufrían el mismo cambio que los ojos de Zellene. El joven de cabellos negros creía que existía algo que los diferenciaba entre sí, y esa sería la oportunidad de saberlo.

    El pequeño Zelig se concentró en la planta, de pronto, sus ojos cambiaron de azul a dorados. Keith al ver ese cambio en los ojos de su amigo se impresionó en gran manera. La impresión no duró mucho cuando se escuchó el sonido de algo cristalizándose. Tanto Zellene como el propio Keith vieron la planta, que comenzaba a ser consumida por los fragmentos metálicos. Cuando los fragmentos terminaron de propagarse, la planta se partió en cristales que cayeron al suelo, convirtiéndose en simplemente residuos de metal.

    Los ojos de Zelig volvieron a la normalidad, y al ver lo que hizo, sintió miedo y emoción en partes iguales. No podía creer que lograra fragmentar la planta al primer intento. Keith al ser testigo de esto, se sintió molesto y su enojo no se hizo esperar durante mucho tiempo.

    —¿¡Cómo lograste hacerlo!? —Cuestionó, molesto, su voz se elevó.

    —N-No lo sé. —respondió Zelig, sin entender la reacción de Keith.

    —Lo he intentado durante varios minutos, y no he tenido resultados. En cambio, tú lo has hecho al primer intento —Keith se sentía molesto, vio a Zellene fijamente—. Zellene, ¿cómo explicas eso?

    —Es muy sencillo —dijo la joven con naturalidad—. Zelig lleva tiempo con sus poderes mientras que tú, tan solo tienes dos días con ellos. Es natural que Zelig tenga mayor facilidad de utilizar sus poderes. Solo usa la lógica, Keith.

    Keith maldijo por lo bajo, se sentía humillado como nunca antes. Zelig fue mejor utilizando sus poderes que él, y eso no lo hacía para nada feliz. Al contrario, un odio hacia él empezaba a emerger dentro suyo como un fuego abrazador que llegaría a consumirlo sin poder detenerlo. El joven de cabellos negros se acercó a su amigo, lo miró con un rostro lleno de ira, mientras que Zelig lo miraba nervioso, sin saber con exactitud lo que haría su amigo en ese momento de rabia.

    Zelig no entendía porque Keith se molestaba por algo como eso, si al final de cuentas, ambos tenían los mismos poderes. Ya no había nada que los diferenciara el uno del otro. Keith al estar cerca de su amigo, pensó por un momento en estrangularlo y eliminarlo ahí mismo, pero sabía que no podía hacerlo, así que se dio vuelta para no ver a Zelig, porque el simple hecho de verlo aumentaba su rabia hacia él.

    El joven de cabellos rubios tenía intenciones de hablar con Keith para solucionar el problema hablando civilizadamente, ya que ese fue uno de los principios que le enseñaron sus padres. Sin embargo, recordó que en algunos momentos, la mejor opción era marcharse y no insistir en solucionar el problema. De modo que decidió irse del jardín y buscar algo con qué entretenerse, mientras Keith olvidaba el asunto, y así poder hablar con él después.

    Zellene al ver que Zelig se marchó del jardín sin decir ni una palabra, giró sobre su eje para marcharse de ahí. Keith que se encontraba a unos metros tras ella, tan solo la observó en silencio. Zellene miró a Keith por el rabillo del ojo derecho y le dijo seriamente;

    —Si intentas hacerle algo a Zelig. Juro que te destruiré.

    Las palabras serias y frías de Zellene estremecieron el cuerpo de Keith. La joven de cabellos plateados se marchó del jardín, dejando a un Keith temblando sin control. El pequeño sabía que Zellene hablaba en serio y logró entenderlo porque sus genes le advertían de lo peligrosa que podía llegar a ser esa pequeña.

    Laboratorio, Base Aérea de Ramstein, Kaiserslautern, Alemania.

    Edmund llevaba varias horas analizando el meteorito y en poco tiempo hizo un gran hallazgo. Extrajo un pequeño trozo muy diminuto de la coraza del meteorito y encontró unas extrañas células. La función que cumplían esas células de aspecto plateado a las cuales Edmund llamó; Células Mena.

    Era regenerar las partes metálicas que fueran destruidas, o cortadas de la coraza del meteorito. Las células tenían la capacidad de regenerarse infinitivamente, sin importar cuantos daños sufriera la roca metálica. Edmund se sorprendió en gran manera, nunca antes vio algo como eso.

    Si las células eran capaces de regenerar partes metálicas infinitamente, también podían ser capaces de propagarse en cualquier superficie, incluso si llegaran a hacerlo sería posible hasta terraformar un planeta entero con esa clase de biotecnología. Estaba claro que solo una raza lo suficientemente inteligente sería capaz de crear algo como eso, pero, ¿con que fin lo crearon? ¿Usarlo como un arma? ¿Usarlo para terraformar planetas y extraer los recursos creados con esa tecnología?

    De ser así, los creadores de ese meteorito debían utilizar el metal como un recurso de extrema importancia, porque esa sería la única explicación para llegar a crear algo como eso. Si bien, la teoría de Edmund no estaba del todo mal, basándose en sus descubrimientos. El científico aun no encontraba una razón lógica para que esa roca llegara hasta la Tierra. No tenía sentido por más que intentara pensar en una teoría para explicar algo así.

    Edmund pensó por un momento. Según los registros, los fragmentos que cayeron en Alemania, cayeron el 3 de diciembre del año 2182, y el cometa llegó el 12 de diciembre de ese mismo año. Ambos sucesos no debían ser una casualidad, tenía que existir algo que conectara ambos eventos. El científico tenía todos los informes holográficos de ambos eventos, hizo desaparecer los informes que no necesitaba. Leyó cada uno de ellos hasta encontrar uno en particular.

    En uno de los informes, mencionaban que la energía de los fragmentos como del propio cometa coincidían a la perfección. También decía que el cometa estaba siendo atraído por los fragmentos, que actuaban como una especie de imán. Edmund no vio necesidad de llegar a desconfiar de lo que decía el informe. Científicamente eso podía ocurrir, ya que ambos objetos, según los informes, parecían que utilizaban el mismo principio de la gravedad.

    Aunque algo más sencillo y mucho más descabellado, era que algo dirigió los cometas hasta la Tierra. Una raza extraterrestre con tecnología suficiente para trascender miles de millones de años. Si eran capaces de crear un arma con biotecnología. ¿Qué les impendía dirigir un cometa? Esa era una de las teorías más sencillas de Edmund, aunque no dejaba de ser solo eso, una teoría.

    Sin embargo, aún no había nada que explicara por qué los fragmentos solo llegaron a caer en Alemania. Edmund era consciente de que no tenía conocimientos de astronomía. Pero defendía la teoría de que una enorme explosión estelar fuera la causante de la caída de los fragmentos metálicos.

    Una explosión con una inmensa fuerza de energía podía haber causado múltiples puntos de convergencia en el universo, y uno de esos puntos de convergencia donde se reunió parte de esa energía fue sobre Alemania durante el año 2182. Eso explicaría la caída de los fragmentos sobre ese país, ya que el punto donde se concentró gran parte de esa energía no era tan grande para extenderse a más de un país, y tampoco los suficientemente pequeño para tomar el tamaño de una ciudad.

    Edmund le ordenó a la inteligencia artificial de su computadora crear una simulación para rectificar su teoría. Pasaron algunos minutos hasta que la computadora materializó por medio de un holograma la simulación.

    Una estrella estalló en una supernova y la energía que liberó se expandió por todo el universo hasta llegar a la Tierra donde se creó un punto de convergencia, Edmund prestó atención a la rotación del planeta terrestre y justo en ese preciso momento. El punto de mayor energía se creó sobre el país de Alemania, causando la caída de los fragmentos. Sin embargo, su computadora le advirtió de algo.

    Según los cálculos de su IA, ese mismo punto de convergencia que se creó en la Tierra, se creó en otros planetas fuera del Sistema Solar. Los cálculos de Edmund fueron correctos en todo lo sentidos, incluso en su hipotética teoría de que el punto de convergencia se pudiera crear sobre otros planetas.

    Edmund se sorprendió al ver que no se equivocó en nada, parecía que sus teorías por más locas y descabelladas que pudieran llegar a ser tenían algo de lógica. Eso significaba que si ellos como humanos pensaban utilizar la tecnología de esa roca metálica. Otros seres de otros mundos podían estar pensando en lo mismo al utilizar los fragmentos metálicos.

    Todo indicaba que esos extraños fragmentos metálicos habían sembrado las semillas de la destrucción, no solo en la Tierra, sino en todo el universo.
     
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    Hola. Paso a comentar este capitulo. Para mi ha sido el mejor de todos hasta ahora.

    Finalmente Edmund se ha puesto a investigar, y parece que ahora ha logrado descubrir varias cosas que responden a mis dudas. Estaba claro que los fragmentos fueron los que causaron la llegada del meteoro a la Tierra, y está claro que Zenon (sea una galaxia o un simple planeta) fueron uno de los objetivos anteriores. Esta claro que esa criatura que llego planea devastar la Tierra, pero cabe la posibilidad de que no sea la unica. Podria haber mas, de hecho, si no hubiera mas, yo me sorprenderia.

    Me pregunto que mas podra llegar a descubrir Edmund y si podria dar respueata a mis teorias. Espero que si. Tambien me pregunto como tratara a Zellene ahora que sabe su identidad.

    Por otra parte, veo que Keith ha ganado un odio profundo hacia Zelig. Esta claro que tiene envidia hacia el, y que al sentirse inferior, lo desprecie mas y mas. Es sorprendente que un niño sea capaz de querer estrangular a alguien. Y Zelig me da la sensacion de que es muy inocente, dado a que no percibe nada de lo qie ocurre alrededor. Tengo una gran intriga por ver que es lo que pasara en los dos ultimos capitulos. Y puedes estar seguro de que esperare ansioso el proximo fin de semana. Creo que esta escena que se mostro, ha hecho bien su trabajo. El reinicio fue todo un acierto.

    Lo unico que note es que en la parte final confundias algunas comas con puntos seguidos. Te daras cuenta cuando revises esa parte.

    Espero tener el internet funcionando bien cuando publiques el capitulo final. Saludos.
     
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  19. Threadmarks: Capítulo 09: Perdición.
     
    Zurel

    Zurel —Vuestras historias han terminado.

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    Escritor
    Título:
    ZERO ZONE: Lost Years [Season 01]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    4506
    Reydelaperdicion Muchas gracias Rey por seguir fiel a esta historia. Me alegra mucho que Edmund haya respondido algunas de tus dudas, la verdad es que desde un principio, Edmund era quien se encargaría de responderlas y me alegra que lo haya echo, espero que estos dos últimos capítulos sean de tu agrado. Saludos.

    Hola a todos, aquí traigo el penúltimo capítulo de esta temporada, Lost Years se acerca al final y estamos ya a tan solo una semana más para decirle adiós y darle la bievenenida a la siguiente. No tengo mucho que decir, solo que disfruten de la lectura y agradecerle a todos los que se pasa a leer por aquí. Los dejo leer tranquilos.

    Capítulo 09: Perdición.

    Palacio de Bellevue, Berlín, Alemania.
    20 de Noviembre del Año 2188…


    El presidente alemán Heinrich Schwartz observaba el día a través de la ventana que se ubicaba atrás de su escritorio. Últimamente solía ver el pasar de los días con una enorme sonrisa en su rostro. No podía esperar a recibir los resultados de la investigación que realizaba su mejor científico, Edmund Schenider.

    Si toda la investigación marchaba a la perfección, y los resultados fueran favorables para sus planes. No dudaría en utilizarlos para iniciar el proyecto denominado; Proyecto Null Heer. El cual llevaría al gobierno alemán a ser uno de los más grandes y poderosos sobre la faz de la Tierra.

    También tenía algunas metas personales, como ser nuevamente el presidente de ese país, así como completar la construcción de la Instalación NGene en el centro del distrito de Hadern en Múnich. Tal construcción estaba estrechamente relacionada a los resultados que Edmund tuviera respecto al meteorito.

    A pesar que la construcción apenas había dado inicio, Heinrich confiaba plenamente en su científico, estaba seguro que le daría buenas noticias dentro de poco tiempo. Días después de que iniciara su trabajo en la investigación del meteorito. Schwartz investigó personalmente a Edmund, con la idea de conectarlo de alguna forma a la niña que habían estado buscando durante muchos años. Pero por desgracia, no tenía conexión alguna, de modo que destruyó toda la investigación sobre Edmund.

    Por un lado se sentía decepcionado por no encontrar conexión alguna con la niña, pero por otro, estaba feliz de que estuviera limpio. Sería terrible tener que perder a uno de los mejores científicos de esa época por algo como eso. Heinrich suspiró lentamente al ver como se acercaba, poco a poco el crepúsculo de ese día. Pronto caería la noche sobre el país.

    Laboratorio, Base Aérea de Ramstein, Kaiserslautern, Alemania.

    Schneider llevaba varias semanas en la investigación del meteorito. Durante esos días siempre tuvo presente el objetivo del presidente. Quien había dejado muy en claro sus objetivos de utilizar los resultados de la investigación para crear un arma biológica. Edmund estaba consciente que aún no tenía el conocimiento para manipular esa clase de biotecnología, y utilizarla en la Tierra sin saber cómo controlarla sería un suicidio.

    Edmund sabía muy bien que cualquier resultado de la investigación sería utilizado con el único fin de crear un arma, que al final mataría millones de personas sin importar si la usaban para el bien, o para el mal. No le gustaba la idea de saber que él estaría detrás del desarrollo de dicha arma, pero ese era su trabajo y debía cumplir con él. Cuando llegara el momento de utilizar el arma se lavaría las manos, después de todo, no sería él quien presionaría el botón rojo.

    Schneider tomó un pequeño descanso en su investigación para analizar la sangre que le sacó a su hijo Zelig y a Zellene. Quería analizarla para descartar alguna enfermedad que ambos pudieran haber contraído durante su estadía en el bosque Bávaro. Poco tiempo después guardó las muestras de sangre en dos tubos pequeños a una temperatura entre dos a seis grados bajo cero.

    Edmund sacó los dos tubos y con una jeringa extrajo una pequeña muestra de uno de ellos. Colocó una pequeña gota de sangre en un portaobjetos y este lo acopló al microscopio. Schenider prestó atención a una pantalla holográfica que se materializó cerca de donde él se encontraba y se sorprendió al ver las extrañas células en la sangre que pertenecía a Zellene.

    Aquellas células eran muy similares a las que él nombró; Células Mena. Las cuales se encontraban en la propia estructura metálica del meteorito. Incluso las células de la sangre se multiplicaban infinitamente y cada una de ellas se convertía en una célula más compleja. Esto fue más que suficiente para dar por sentado que la sangre de Zellene no era humana.

    Edmund no cabía de la impresión, rápidamente empezó a replantearse la idea de que Zellene formara parte de ese extraño meteorito, o incluso que ella fuera una especie de extraterrestre. Sin embargo, a pensar que la idea era tentadora, terminó por ser descartada en menos de un segundo. Zellene parecía una niña normal, y aunque intentara creer lo contrario le era prácticamente imposible pensar en algo así tratándose de ella.

    —¿Hay rastros de células humanas? —Indagó Edmund a su computadora, quería saber si la sangre había sido humana en algún momento.

    —Afirmativo. Los análisis indican que existe un diez por ciento de células que pertenecen al genoma humano. El porcentaje restante es desconocido. —respondió la IA.

    —Eso quiere decir que la sangre fue infectada por algo.

    —Correcto. La infección utiliza los mismos principios de los virus conocidos.

    Tras escuchar las palabras de la IA, Edmund se replanteó la idea de que la infección en la sangre provenía de un virus desconocido. No le pareció ilógica la idea, ya que las células Mena se encontraban tanto en la sangre como en el propio meteorito. Usando la lógica, Edmund dio por sentado que la infección provenía del meteorito, y al ver como se multiplicaban las células, fue más que suficiente para dar por concluido que se trataba de un virus.

    Que se tratara de un virus tenía más lógica, eso explicaba la rapidez de multiplicación de las células, y al ver que no tenían un fin. Edmund nombró el virus llamándole; Virus Infinity. Si un virus como ese era capaz de multiplicarse tan rápido, Edmund no quería ni imaginar cuantas veces podría mutar una vez en el cuerpo humano. También era consciente que debía actuar diferente en distintos cuerpos.

    Schneider tomó un pequeño ratón de su laboratorio y le inyectó un poco de la sangre de Zellene. Rápidamente dejó el ratón en una jaula aparte de los demás roedores que tenía por seguridad. Vio al pequeño roedor fijamente hasta que, de pronto, múltiples púas metálicas emergieron de su cuerpo, matándolo al instante.

    Ver esa extraña reacción del virus en el roedor fue suficiente para Edmund. Estaba claro que el virus actuaba de modo diferente en algunas especies, y sin duda, era extremadamente peligroso utilizarlo como un arma biológica. Schneider optó por guardar nuevamente la sangre de Zellene.

    Antes de guardar el tubo donde almacenaba la sangre de su hijo Zelig, Edmund decidió analizarla. Dejó una gota pequeña en un nuevo portaobjetos que después acopló al microscopio. En la misma pantalla de antes se mostró la sangre de su hijo, que también estaba ligeramente alterada. Esto sorprendió a Edmund al mismo tiempo que se preocupó por el bien estar de Zelig.

    —Nueva muestra identificada —decía la IA—. El análisis indica que el cincuenta por ciento de las células pertenecen al genoma humano, el resto es desconocido. —Informó.

    Las palabras de la IA sorprendieron a Edmund, pero ver las células fue mayor que eso. Las mismas células Mena estaban presentes en la sangre de Zelig, pero daban indicios de ser una mutación diferente, mientras que en Zellene la mutación parecía muy avanzada. Lo más curioso para Edmund fue ver que se mantenía el equilibrio entre las células Mena con las células humanas. No sabía a qué se debía eso, pero lo investigaría cuando tuviera oportunidad.

    Trudering-Riem, München, Baviera, Alemania.

    La madre de Zelig se encontraba realizando el aseo en las habitaciones de la segunda planta, mientras que su pequeño estaba en la sala terminando de completar su rompecabezas, aun le faltaban cerca de unas setenta piezas. Zellene por su lado, tomaba a una refrescante ducha en la bañera.

    Keith era el único que estaba en el jardín intentando controlar sus poderes, aun no tenía un avance muy grande, pero ya empezaba a entender cómo funcionaba. Hasta el momento había hecho cristalizar el tallo y algunas hojas de las plantas que crecían en el jardín, producto de la mala hierba, pero no había logrado cristalizarla tan fácil como lo hizo Zellene hace unos días.

    El pequeño empezaba a sentirse mal por la actitud que mostró contra Zelig hace días. Intentó no pensar en eso, pero le era imposible, su mente aun recordaba las palabras de Zellene «Si intentas algo contra Zelig. Juro que te destruiré». Su frialdad causó en él un miedo indescriptible, nunca antes sintió algo como eso. Le parecía una estupidez sentir miedo de una niña, pero Keith muy en el fondo, sabía que eso no era verdad.

    Zellene no era una niña, al menos, no una común, era consciente que alrededor de esa pequeña giraban muchos misterios, y uno de esos ahora corría por sus venas. No sabía con exactitud qué clase de poder tenía dentro, pero estaba seguro que lo usaría en el futuro, no para convertirse en un súper héroe ni mucho menos. Sus pensamientos iban más allá de cosas tan tontas como lo eran salvar personas.

    Pero por el momento, lo único que importaba era disculparse con su amigo Zelig. A Keith no le gustaba tener que tragarse su orgullo para disculparse, pero Zelig era su único y verdadero amigo. Keith se marchó del jardín y entró a la casa, caminó hasta donde se encontraba Zelig, quien armaba su rompecabezas con gran dedicación.

    —Zelig. ¿Tienes un momento? —Indagó Keith, viendo a su amigo armando el rompecabezas.

    —Claro, dime. —dijo el mencionado, deteniéndose para ver a Keith.

    —Quiero pedirte disculpas por lo de hace días, no debí gritarte, y sé que me comporté como todo un patán.

    —No te preocupes, Keith. Lo que ocurrió hace días, no tuvo gran importancia.

    —Entonces, ¿no estás molesto conmigo?

    —No, claro que no. Solo esperé a que se te pasara el enojo. —comentó.

    —Me alegro, Zelig. Creí que estabas enojado conmigo, debí perderte disculpas desde hace mucho, siento mucho mi actitud.

    —Tranquilo, no pasa nada. —Sonrió.

    Zelig le demostró a Keith lo buen amigo que era, y eso fue más que suficiente para que el joven de cabellos negros se sintiera realmente feliz de haberse disculpado con su amigo. Keith embozó una leve sonrisa al momento de sentarse a un lado de Zelig para ayudarle a completar el rompecabezas. En ese momento la señora Kathrin bajaba las escaleras, ambos pequeños la vieron y la señora les sonrió conforme caminaba hacia la cocina para preparar la cena.

    Zellene aún se encontraba en el baño. Lo único que le faltaba por hacer era verse en el espejo para revisar que su hermoso cabello plateado estuviera en orden. La pequeña sonrió al ver que no tenía la necesidad de peinarlo, prácticamente nunca lo hacía y tampoco solía amarrarlo porque esa era una de las cosas que realmente detestaba con todo su ser.

    Cuando la pequeña estaba por salir del baño, logró ver algunos fragmentos metálicos que resalían por el lóbulo de la oreja derecha. Los fragmentos estaban muy cerca de llegar a la mitad de su cuello. El rostro de Zellene se tornó de uno feliz a uno de enojo extremo, tanto que hasta sus ojos cambiaron de plateados a rojos en menos de un segundo. Zellene con gran furia golpeó el espejo con su mano derecha formando una garra.

    El golpe le causó algunas cortadas en sus dedos que sanaron en pocos segundos. Los pedazos de vidrio se terminaron por destruirse al momento de caer al suelo. Zellene estaba molesta, no podía creer que esos fragmentos metálicos se volverían a materializar otra vez sobre su piel. No estaba muy segura, pero tenía la impresión de que había vivido algo como eso en su pasado y de alguna manera, eso le molestaba.

    Los ojos de la joven volvieron a la normalidad al momento de marcharse, se sentía muy molesta, pero lo único que podía hacer era esperar a que los fragmentos no se propagaran más por su cuerpo, o eso sería un problema muy grave. Zellene bajó a la primera planta y al llegar a la sala, vio a Zelig y a Keith intentado armar el rompecabezas. La pequeña no les prestó mucha atención, una vez llegó allí lo único que hizo fue sentarse en el sofá en completo silencio.

    Laboratorio, Base Aérea de Ramstein, Kaiserslautern, Alemania.
    24 de Noviembre del Año 2188…


    Durante algunos días, Edmund intentó cortar en dos el meteorito para analizarlo en más profundidad. Utilizó herramientas para cortar metal las cuales fueron incapaces de cortar el meteorito, ya que la coraza metálica del objeto regeneraba cada uno de los cortes en menos de un parpadeo. Convirtiendo la proeza de analizarlo en algo imposible.

    Edmund descubrió que entre más rápido se generaban los cortes, más rápido la coraza metálica se regeneraba. De modo que la regeneración actuaba en base a la velocidad, y también a la profundidad del corte. Esto sorprendió aún más al científico, ahora estaba completamente seguro que esa clase de biotecnología fue creada por seres de otros mundos.

    Debido a que no tenía el conocimiento para detener la regeneración del meteorito, Edmund sabía que con la tecnología actual, sería imposible seguir analizando esa roca tan extraña. El único método que existía para crear un arma biológica seria utilizando la sangre de alguno de sus dos pequeños. Pronto se negó a utilizar la sangre de Zellene cuando vio lo peligrosa que era al matar a uno de sus ratones. Esto le dejó con solo una opción; Utilizar la sangre de Zelig.

    Con el pasar del tiempo, Edmund se mantuvo analizando la sangre de su hijo, hasta el punto de siquiera tomarse un descanso. Llevaba semanas encerrado en su laboratorio y solo salía para comer, o bien, para realizar alguna de sus necesidades.

    Schneider descubrió que la sangre de Zelig cambiaba constantemente, igual a la sangre de Zellene. Lo único que las diferenciaba, era que la sangre de Zelig tenía una mutación más primitiva y menos peligrosa, mientras que la de Zellene era tan letal, que estaba seguro que no existía un término para describirla.

    Por esta razón, decidió tomar la sangre de su hijo Zelig para crear un virus al cual nombró; Virus Krytus. Un virus muy primitivo al Virus Infinity, pero sumamente avanzado en comparación a los conocidos por los humanos.

    Si bien, el virus Infinity podía evolucionar constantemente, Krytus no era capaz de eso, ya que fue creado con la sangre de Zelig, y en ese momento la etapa de mutación por la que pasaban las células era demasiada primitiva. Edmund creía fielmente que la causa de eso, se debía al propio virus Infinity. En un principio, Schneider creyó que el virus ingresaba al cuerpo humano en una fase muy avanzada de mutación, pero al ver el estado tan primitivo de las células Mena en la sangre de su hijo, hizo que se replanteara esa idea. Todo parecía indicar, que ese extraño virus a pesar de ser tan avanzado, solía utilizar los mismos principios de los virus que conocían comúnmente.

    Gracias al estado tan primitivo de las células Mena, Edmund fue capaz de crear a Krytus con la dificultad de mutar tan fácilmente como lo hacía el virus Infinity, después de todo, no era necesario que mutara, si debían aumentar su letalidad lo podían hacer manipulando sus células.

    —Señor —dijo la IA—. He logrado encontrar en mi base de datos, información que no se encuentra presente en los informes del meteorito. ¿Quiere verlos? —Indagó la computadora, quien ayudaba a Edmund en su investigación buscando información relacionada.

    —Adelante, muéstralos. —dijo Edmund, interesado de saber la clase de información que intentaron ocultar.

    Frente a Edmund se materializaron múltiples informes sobre alteraciones genéticas que nunca había visto, donde se recalcaba que la causa principal fueron los fragmentos que cayeron el 3 de diciembre del año 2182. Según el informe, los únicos seres que se vieron afectados por las alteraciones fueron los animales, así como la fauna vegetal. Lo que le pareció curioso y hasta sospecho a Edmund, fue que señalaba en letras grandes que los humanos no se habían visto afectados.

    Lo cual pareció contradictorio, ya que en otro informe se hablaba sobre el descubrimiento de las Resonancias, que eran ciertas longitudes de ondas que causaban un efecto en cadena en los metales de los cuerpos orgánicos. Esto significaba que la misma resonancia era el arma para destruir a los propios humanos, ya que dentro de sus cuerpos abundaban ciertos metales que podían reaccionar a esas ondas de sonido.

    Schneider sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al momento de leer esos informes. No entendía por qué esa información no se encontraba en los informes principales, aún más le pareció extraño que los mantuvieran en la base de datos de la base aérea. Sin embargo, eso es lo que menos le importaba. Edmund no deseaba seguir leyendo esos informes, al menos, no por ahora. Se levantó de su cómoda cilla al momento de decirle a su IA.

    —Elimina los rastros de acceso a la base de datos. No quiero sorpresas más adelante.

    —Entendido.

    Edmund no quería tener que dar explicaciones por el acceso a informes donde ni siquiera él tenía la autoridad para hacerlo, por esa razón le pidió a su IA que eliminara todo los registros de acceso a esa información.

    30 de Noviembre del Año 2188…

    Cuando el momento llegó, Edmund mostró los avances de su investigación al presidente Heinrich Schwartz. Quien se alegró en gran manera al ver lo rápido que progresó el trabajo de su mejor científico, no podía esperar un mejor trabajo de su parte.

    Sin embargo, Schneider manipuló su investigación demostrándole al presidente que los resultados de la investigación provenían del meteorito, cuando en realidad nunca fue así. Después de todo, Edmund debía entregar resultados, y era consciente que al gobierno no le importaba de donde los sacara, solo querían tenerlos.

    La razón principal de Edmund por ocultar la verdadera raíz de su investigación, nunca fueron las palabras de aquel extraño joven llamado Rainhard. Ocultaba su trabajo porque era consciente de lo peligroso que sería utilizar esa extraña biotecnología. Si los humanos tenían la tendencia de matarse entre sí con armas nucleares, ahora con un arma millones de veces más peligrosa, podrían ser capaces de enviar al planeta Tierra a la destrucción total, y consigo a la extinción de la raza humana.

    Por petición de Edmund, el presidente les ordenó a varios soldados guardar el meteorito en un búnker, donde solo Schneider tendría acceso a partir de ese momento, ya que el científico deseaba seguir investigándolo cuando concluyera la creación del arma biológica. Heinrich decidió aceptar la petición de su mejor científico, mientras cumpliera con su trabajo principal, estaría dispuesto a seguir cada una de sus peticiones. Después de todo, conocía las manías de esa clase de personas, era lógico que les encantaba las cosas desconocías, y debido a su buen trabajo, le daría acceso total a esa roca.

    Hangar Null Zone, Base Aérea de Ramstein, Kaiserslautern, Alemania.
    2 de Diciembre del Año 2188…


    Cierto grupo de gobernantes decidieron iniciar una prueba para verificar lo letal que podría llegar a ser el Virus Krytus, y para ahorrarse problemas con otros países, decidieron utilizarlo en su propio territorio. La ciudad destinada a convertirse en un conejillo de indias, no era más que la capital del país, Berlín.

    Los últimos preparativos del Virus Krytus se realizaban en uno de los hangares de la Base Áerea de Ramstein. Un hangar conocido por las iniciales; NZ, que significaba; Zona Nula. Por fuera parecía un hangar, pero por dentro era un gran laboratorio. En el centro del hangar se encontraba una mesa de unos cinco metros de largo, donde había computadoras, microscopios, pantallas holográficas y toda clase de instrumentos esterilizados.

    Lo que convertía ese laboratorio en un tétrico lugar, era ver un total de diez tanques con forma de cilindro, conectados al suelo por medio de cables y llenos de un extraño líquido azul. Además de haber dentro de ellos cuerpos humanos tanto de hombres como de mujeres. Aquellas personas aún seguían vivas, pero se mantenían inconscientes dentro del mismo. Todos los tanques se hallaban alineados y al frente de cada uno de ellos, había una extraña esfera conectada del mismo modo al suelo a través de cables, y llenos de un líquido azul más oscuro.

    La función de cada esfera era el poder modificar el Virus Krytus desde la computadora principal, que se encontraba en el lugar. Muchos científicos trabajaban en conjunto con el profesor Edmund, quien se encargaba de liderarlos.

    El presidente Heinrich llegó al lugar en el momento justo en que Edmund inyectaba parte del líquido azul de las esferas en una esfera más pequeña, la cual formaría el núcleo de una de las ojivas de uno de los misiles.

    —¿Cómo van los preparativos, profesor? —Indagó el presidente, viendo a Edmund inyectando el líquido en lo que sería el núcleo de la ojiva.

    —El virus está listo, señor. Vamos a iniciar con el cargamento de las ojivas. —Informó Edmund.

    —Perfecto, me alegra saber que no hay ningún contratiempo. ¿Cuándo estarán listos los ocho misiles?

    —Debido al proceso tan lento que lleva la creación de los núcleos de las ojivas. Los misiles estarán listos para ser lanzados dentro de diez días.

    —Muy bien, profesor —El presidente vio la hora de su reloj—. Quiero que me mantenga informado. Tengo asuntos que atender antes del gran día.

    —No se preocupe, señor. Lo mantendré informado.

    El presidente se marchó del lugar, dejando solos a Edmund y a sus compañeros de trabajo, aun debían armar siete núcleos más y eso era, sin duda, una ardua labor. La cual requería de un extremo cuidado y concentración debido a la fragilidad de los núcleos. Si uno de ellos sufría un golpe, que causara alguna grieta en la estructura del núcleo, la fuga esparciría el virus y mataría a todos en menos de cinco minutos, ya que el líquido se mezclaría con el aire al contacto con la contaminación del exterior.

    Si bien el virus tenía una letalidad bastante grande en comparación a otros virus conocidos por los humanos, Edmund fue capaz de crear una vacuna utilizando las áreas débiles que contenía el ADN del Virus Krytus. Mientras él trabajaba creando los núcleos para los misiles, en otro laboratorio de la base aérea producían en masa la vacuna que Schneider desarrolló.

    Trudering-Riem, München, Baviera, Alemania.
    3 de Diciembre del Año 2188…


    La señora Kathrin se encontraba realizando el aseo a la única piscina del hogar. Zelig y Keith caminaban por el pasillo de la segunda planta con dirección a la sala de estar, cuando pasaron la habitación de Zellene, vieron a la pequeña observando fijamente la ciudad por la ventana de su recamara.

    Los dos se acercaron a ella con intenciones de preguntarle si todo andaba bien. Ambos realizaron la misma pregunta dos veces y la niña no contestaba, los dos se vieron entre sí por un momento y se sintieron nerviosos, algo no andaba bien. De pronto, Zellene cuestionó;

    —¿Lo han sentido? —La niña aún seguía viendo la ciudad.

    —Sentir, ¿qué cosa? —Keith no sabía a lo que se refería.

    —Los humanos han creado un virus nuevo.

    —¿Un virus nuevo? ¿Qué quieres decir con eso? —Zelig se sentía igual que su amigo.

    —Han logrado desarrollar una cepa muy primitiva utilizando el virus de nuestro cuerpo como objeto de estudio.

    —¿Cómo han logrado algo así? ¿Acaso…?

    En ese momento Zelig recordó que su padre días atrás les había sacado sangre a él y a Zellene. Rápidamente dio por hecho que su padre estuviera en vuelto en la creación de ese nuevo virus del que hablaba Zellene.

    —Ahora lo entiendo, mi padre debió utilizar la sangre de nuestros cuerpos para crear ese virus, Zellene. —dijo Zelig, preocupado.

    —¿Crees que Edmund esté envuelto en todo esto? —Indagó la joven girando levemente para ver a los dos pequeños.

    —Es probable, mi padre es reconocido como el mejor científico de este país. Debió ser él quien creó ese virus del que hablas.

    —Vamos, chicos, no podemos dar por sentado algo como eso —decía Keith—. ¿Qué tal si lo amenazaron? Es probable que esté obligado a desarrollarlo, y más tratándose del mejor científico de toda Alemania.

    —Keith tiene razón —dijo Zellene, por primera vez estaba de acuerdo con él—. No podemos culpar a nuestro padre por eso, Zelig.

    En un principio el pequeño de cabellos rubios se sintió molesto con su padre, ya que había pensado que la idea de Edmund de sacarles sangre fue tan solo una trampa. Sin embargo, hizo a un lado esa idea al recordar que antes de eso, su padre no tenía idea de lo que había en su sangre. Quizás descubrió el virus por obras de la casualidad.

    —Es verdad, Zellene, no había pensado en esa posibilidad, espero que mi papá se encuentre bien. —dijo el pequeño, ligeramente preocupado por su padre.

    —No te preocupes, Zelig. Edmund está bien, te lo aseguro. —Sonrió la pequeña al ver a Zelig a los ojos.

    En ese momento, la madre de Zelig llamó a los tres pequeños desde la primera planta. Todos al escuchar a la señora decidieron bajar. Keith fue el primero en salir de la habitación de Zellene, pero cuando lo hizo se detuvo precipitadamente. El niño se tocó su pecho y sintió un fuerte dolor, sus amigos pasaron de lado y lo vieron fijamente, preocupados, al menos Zelig. Zellene solo lo miraba seriamente.

    —¿Qué ocurre, Keith? ¿Estás bien? —Indagó Zelig, preocupado por su amigo.

    Keith veía a sus amigos con los ojos abiertos, en señal de sentir un terror como nunca antes había sentido uno, por primera vez experimentaba algo como eso. El cuerpo de Keith al no poder resistir más el dolor, causó que el pequeño expulsara gran cantidad de sangre de su boca. Keith cayó de rodillas al suelo, Zelig al verlo así fue en busca de su madre a toda velocidad.

    —¿Q-Qué me ocurre? —Keith vio a Zellene al momento de expulsar más sangre.

    Zellene solo se dignó a ver a Keith fijamente y sin mostrar preocupación alguna. Keith continuaba expulsando sangre de su boca, a cada segundo aumentaba la tos y consigo la sangre. El pequeño no entendía lo que pasaba, y el silencio de Zellene le atormentaba. Las acciones de la niña le demostraron a Keith el poco interés de ella. El joven vio por un momento el cambio de plateado a rojo en los ojos de Zellene.

    Keith se estremeció, ¿acaso Zellene estaba manipulando los metales de su cuerpo? ¿Acaso quería matarlo? Muchas preguntas rondaron por su cabeza, mientras continuaba expulsando sangre sin control alguno.
     
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  20.  
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Piscis
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    Escritor
    Hola. Como siempre, este capítulo me ha gustado. Ahora ya vemos que todo está listo para que se de el clímax de la historia. El virus mortal está creado, los misiles están listos para ser lanzados, todos están justo donde deben estar... solo falta que el armado termine y que los botones sean presionados.

    Me da lastima que la historia esté por terminar, dado a que solo queda un único capítulo, pero me alegro porque sé que no será el final, sino el comienzo de una historia nueva.

    El personaje de Edmund me ha gustado igual que en la primera versión, dado a que él sigue manteniendo el toque misterioso que envuelve a su personaje. Aunque trabaje para el gobierno, mantiene información escondida, y está claro que él seguirá trabajando por su parte una vez que la historia termine. Lo que me agrada de él es la poca información que él reveló ante otros, dado a que podría usar el meteorito para fines buenos, malos, o simplemente para beneficio propio, y cualquiera de las tres opciones iría bien con él sin problemas.

    Por otro lado, Keith me está agradando más en esta parte. Si te soy sincero, me está agradando más que el propio Zelig y también Zellene. Keith parece ser un niño normal que quiere descubrir todo lo que esté detrás de los nuevos poderes que tiene. Zellene se muestra como una chica despiadada sin motivo aparente, aunque me agrade que lo intente ocultar de alguna forma. Mientras que Zelig es un chico muy inocente en esta parte, y no tiene el más mínimo interés en sus poderes. Con esto no digo que me desagraden, en realidad me gustan los tres, pero Keith me agrada más que los otros dos. Y realmente estoy sintiendo pena por él ahora mismo.

    Sobre Kerstin diría que es un personaje que la única diferencia que tiene con la versión anterior es que se la pudo mostrar un poco más como una madre amorosa y dedicada a sus hijos. Fuera de eso, creo que es el mismo personaje que en Zero/Nova.

    Lo del virus ya no lo recuerdo, pero creo que en esta versión se explica mucho mejor el desarrollo y evolución del mismo, junto con más diferencias entre el virus Infinity y el virus Krytus. El desarrollo de los misiles fue más detallado aquí que en la parte anterior, y eso me agrada. Ya se entiende mejor como será su funcionamiento.

    Bien, solamente queda ver la destrucción final y ver como terminan los tres chicos en esta versión. Estaré esperando ansioso por el último capítulo. Saludos.
     
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