Explícito El Legado de los Héroes: El Libro de los Arcnaik

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Aldo MV Gallardo, 9 Enero 2018.

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    Aldo MV Gallardo

    Aldo MV Gallardo Sonríe, amigo mio.

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    El Legado de los Héroes: El Libro de los Arcnaik
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    43
     
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    ¡EL EDITADO HA TERMINADO!
    He hecho una corrección de ortografía
    (No he corregido todo, para eso aun queda tiempo. Espero sea en vacaciones de Navidad...) y ya puede ser leído.
    Recuerdo que he agregado una NUEVA PARTE 1 que define mucho mejor lo sucedido en esa parte en especial, ademas de fundamentar un poco distintas relaciones.
    En la parte 2 corté algunos capítulos para hacerlos mas comestibles y esta parte será editada próximamente para hacer coincidir algunos detalles con lo sucedido con la nueva parte 1. Les aviso que no importa, si se hace la vista gorda en algunas cosas podrán entender todo perfectamente.
    Y en el tercero se hizo un acomodo de capítulos. Dudo que tengan un editado.

    Actualmente las partes han quedado como se muestra abajo.
    PUES NADA, ESPERO TENGAS UN BUEN DÍA, UNA BUENA LECTURA Y MUCHAS GRACIAS POR LEER.

    PARTE 1
    Cap 1- 10

    PARTE 2
    Cap. 11 - 33

    PARTE 3
    Cap. 34 - Aun en publicación
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    SINOPSIS
    Caída la noche cinco niños se vuelven huérfanos. La Cuarta Guerra Mundial de Evelia acabó hace quince años y el mundo este día se encuentra frente al inicio de una nueva guerra mundial. Es el fin de una era y aquellos cinco huérfanos habrán de crecer en tiempos obscuros. Solo la diosa sabe cual sera su futuro... si es que lo sabe... Una novela que nos cuenta el inicio y fin de la Quinta Guerra Mundial en la piel de cinco niños y sus tutores, ¿Que papeles tendrán en este evento? El viaje es largo, obscuro, duro, fascinante, mágico, emocionante. Ven a formar parte del viaje.

    http://es.el-legado-de-los-heroes.wikia.com/wiki/El_Legado_de_los_Heroes_Wiki



    El mundo de "El Legado de los Héroes", mejor conocido como "Evelia", es basto y rico en paisajes que explorar. Aquí se encuentra un mapa por si un día llegas a perderte en sus inmensos paisajes.

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    Prologo

    «Hace demasiado tiempo, demasiado para ser contado, un ser divino que nosotros conocemos por “Evelia”; extendió sus brazos ante la existencia y en un despliegue de su imaginación creó el universo. De la llama de su pasión nacieron las estrellas y Evelia las ordenó en semejanza al iris de sus ojos. De la pesadez de sus pensamientos se formaron las rocas que terminarían volviéndose planetas. La expansión del infinito continuó y con ello Evelia se decidió a explorarlo hasta llegar a un planeta en específico, donde Evelia se posó y del sudor de su esfuerzo creó los mares. Con un suspiro creo el aire. Levantó un dedo y la roca se elevó hasta crear un continente. Cortó un mechón de su eterna cabellera y lo enterró en la tierra, de él nacieron las plantas. Finalmente tocó la tierra y el mar, de su piel los animales nacieron, descendiendo por sus brazos. Ese planeta más tarde sería llamado Evelia en honor a su creadora, y aquella piedra que se elevó sobre el mar sería llamado el continente “Nil”. Lugar rebosante de prados gigantes, de inmensas superficies de desiertos y montañas tan elevadas que rascaban los márgenes del cielo. Sus temperaturas variaban en todos los sentidos, al igual que los animales, los cuales vivieron en armonía con el único ser vivo inteligente de esa era, la madre del todo, Evelia.»
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    «Todos hemos creído que ella era un ser omnisciente, ¿pero y si no fuera así? Puede que la oportunidad de crearlo todo solo fue una autoexploración de su inmenso poder; poder que desconocía límites. Pienso que esa puede que sea la razón por la cual nuestra dichosa madre nunca ha vuelto con nosotros, creo que descubrió todo lo que tenía que descubrir con aquí. No digo que sea la razón, pero puede ser una posibilidad. Quizás ahora mismo se encuentra en otro lugar explorando con nuevas formas de vida, nuevas tribus, nuevas plantas, nuevos animales, cosas que quizás nunca veremos.»

    «Continuemos… Ella jugó con sus poderes, experimentó, intentó todo lo que su imaginación le permitiera. Al darse cuenta que podía crear cosas tan inmensas y hermosas como el universo entero, ella se preguntó:


    “¿Es posible crear algo semejante a mí?”​


    « ¡Que fascinante idea! La facilidad para poder jugar con el tesoro más preciado, la vida. Con honor, sin miedo, con libertad. Sin sufrir del amargo sabor de las leyes y las normas. Solamente la curiosidad de descubrir el mundo... El sueño de un investigador... »

    «Evelia tomó la montaña más grande y dura de Nil, la moldeó en base a su deseo y mezcló una parte de su espíritu con una parte de su pensamiento introduciéndolo al fondo de esa figura de piedra. Jugó con la vida sin saber que podría encontrar, y de su primer intento nació el ser más terrorífico del que la humanidad ha guardado memoria, Bagar, el rey demonio, el primer demonio, el primer ser vivo inteligente en la existencia.»

    «Aunque la diosa no lo sabía en ese momento, ella creó un ser con demasiado poder, pero como iba a saberlo, la única forma de medir su poder era con ella misma. Bagar dobló la rodilla por única vez rindiendo afecto, lealtad y su vida ante su creadora. Evelia como toda una madre amó a su hijo, tanto como a todos los que siguieron de Bagar.»

    « “Demonios”, los primeros seres que existieron en este planeta después de los animales o las plantas. Se dice que de los restos de la montaña usada en Bagar creó a los primeros demonios. En Nil, su continente, ellos pudieron convivir a su propia manera. Se les otorgó todo, alimentos, ambientes, agua, climas, magia. Los primeros hijos fueron consentidos con el amor incondicional de la diosa, la cual se maravillaba tras cada acción que ellos pudiesen hacer. Mucho más interesante que los animales y las plantas. Bestias en toda su magnitud.»

    «Aquí la diosa y la humanidad piensan muy diferente. Ellos eran espantosos. Su cultura era escasa. Que puede tener de interesante una raza de bárbaros cuyo mayor pasatiempo era pelear entre ellos mismos. Se dedicaban a cazar, mayormente por diversión que por hambre. Sus construcciones y viviendas fueron más bien pocas. Su evolución como especie inteligente fue tan pobre que lo más importante que crearon fueron armas tan simples como un tronco amarrado a una gran piedra para golpear con mayor fuerza en los combates. Sin embargo, eran los reyes de este planeta, seres que envejecían lentamente y que rara vez enfermaban, de pocos sentimientos, pero que adoraban a la diosa por haberle dado la vida a su raza.»

    «Un mundo dominado por este tipo de seres… siendo sincero me es imposible imaginarlo.»

    «Es imposible saber cuándo duro el reinado de los demonios. Ellos no tomaban el tiempo, ni mucho menos crearon archivos que narraran los sucesos durante aquella era. Lo poco que sabemos fue descubierto de distintos relatos de viejos demonios que ayudaron en la compresión entre las dos especies. No todos los demonios eran tan brutos, algunos realmente eran muy interesados en los conocimientos. Aunque la mayoría de ellos eran renegados y abucheados por el pueblo de los demonios. Sin embargo estos demonios no aparecieron hasta años después de “El Primer Contacto”.»

    «En cierto momento, de cierto día a la diosa le nació una idea. Ella creía que estos seres podían ser mejorados, ella podía hacer algo mejor que los demonios. Así que se decidió nuevamente a jugar, por segunda vez, con la vida inteligente.»

    «Creó un segundo continente, Dorinda. Arrancó el árbol más grande de aquella nueva tierra. De su madera y hojas armó las figuras de su nueva creación. Tomó una gran parte de su espíritu, pero esta vez lo repartió entre todas las figuras creadas. Agarró un pedazo de su conocimiento y pensamiento, al igual que su espíritu, repartió una pequeña parte a cada uno. La humanidad abrió los ojos y por un instante fueron capaces de ver la inmensidad y belleza del universo. Ante Evelia los primeros hombres doblaron la rodilla en una eterna devoción.»

    «Los hombres eran seres inteligentes, analizadores, razonables, con valores y sentimientos más allá de lo que los demonios alguna vez desarrollaron. Pero nosotros no teníamos magia, no podíamos utilizarla, al igual que no teníamos esa increíble longevidad, pero éramos fuertes y resistentes, no tanto como los demonios, pero si lo suficiente como para coexistir en un ambiente hostil.»

    «A diferencia de los demonios, los humanos por esos momentos no peleaban entre sí. Todos vivían en paz y armonía en Etheros, el primer reino de los humanos, reino hecho para honrar la existencia dada por nuestra madre, construido en la tierra de donde se arrancó el árbol que nos dio nuestro cuerpo. Se sabe que la diosa quedó tan maravillada con nosotros que incluso vivió a nuestro lado durante los primeros años de existencia. A los ojos de la diosa éramos perfectos, su mejor creación, su mayor orgullo.»

    «Con el tiempo los humanos se siguieron esparciendo por toda Dorinda. Aunque se desconoce cuántas generaciones pasaron exactamente después de terminar la construcción de Frandall y los otros reinos. Al igual que se desconoce cuántas generaciones pasaron exactamente cuando en aquel reino, después de muchos años de paz y armonía, se sintió por primera vez el verdadero terror. Fue en Frandall, reino de las costas, donde hubo la primera interacción entre ambas especies, evento conocido como “El Primer Contacto”.»

    «Los demonios se dieron cuenta de ese amor que la diosa tenía hacia los humanos. Corroídos por los celos, olvidaron su adoración por la diosa y atacaron a los humanos para exterminarlos, enceguecidos por el abandono de su amada madre, por el amor compartido hacia algo más que ellos. Bagar trajo la destrucción y muerte a Dorinda, no importó palabra que Evelia dijese a su primer hijo, nada nunca le hizo cambiar su tan errática decisión. La guerra estalló poco después del primer encuentro.»

    «Los humanos lucharon contra los demonios durante más de cien años, pero sin ninguna forma de ganar, los demonios con su poder mágico tenían la ventaja y casi lograron su objetivo, casi nos exterminaron.»

    «La diosa no interfirió, no quería dañar a ninguno de sus hijos, no con sus manos. Aterrada y entre un llanto extenso, de sus lágrimas creó una tercera especie inteligente, “Los Ángeles”. Seres humanoides casi idénticos a los humanos, con ligeras excepciones, como su larga cabellera plateada, sus largas alas llenas de plumas perfectamente blancas y su inmenso poder mágico. Ellos siguieron el deseo de su madre sin recibir ninguna orden.»

    «En medio de una guerra intensa en Etheros donde el final parecía claro. La humanidad volteo al cielo en busca de esperanza, los ángeles llegaron de las nubes atacando a los demonios. Era el destino y la humanidad luchó por su futuro. Humanos y ángeles pelearon codo a codo, desterrando a los demonios de Dorinda y en el paso, casi venciendo a Bagar. Tras esa victoria los humanos alzaron un canto en agradecimiento a la eterna madre, al canto se le unieron los ángeles. Evelia dejó de llorar, pero observó cómo sus primeros hijos huían renegados y decididos a oponerse sobre los mandatos de su madre, por ahora y por siempre. De esa forma los humanos ya no perdieron la guerra. Lucharon junto a los ángeles durante generaciones, confiábamos en ellos, nuestros héroes, nuestros verdaderos hermanos.»

    «Tras el final de la canción de la victoria nunca más se volvió a saber nada de Evelia, nadie la volvió a ver, ni demonios, ni ángeles, ni humanos. Se cree que confió en los ángeles para mantener el control de Evelia. Pudo marcharse en paz. La vida continuaría, los humanos crecerían, los ángeles les protegerían y quizás los demonios aprenderían a convivir con ellos. Sin ninguna palabra de despedida, se marchó.»

    «La humanidad se recuperó de la guerra y durante muchos años se dedicaron únicamente a la defensa de sus territorios ayudados por los ángeles. Esta vida más tranquila ocasionó que los humanos conquistarán por completo todo Dorinda, esparciendo a la humanidad por todas sus tierras. Y alcanzando el conocimiento de nuevas ciencias y tecnologías. Fueron años prósperos.»

    «Las guerras posteriores serían conocidas en conjunto como “La Guerra de las Especies”. Debido a las primeras guerras los humanos consiguieron un odio hacia los demonios que concluyo en la creación de un enorme ejército movido por la venganza. La humanidad convenció a los ángeles de seguirlos, aprovechando el mandato que ataba a los ángeles a protegerles y así llevaron la guerra a tierras demoníacas. La guerra continuó con más sangre que nunca.»

    «Pasaron algunas generaciones, hasta que en un momento los ángeles se preguntaron el por qué deberían continuar en aquella absurda y eterna batalla. No era necesario el derramamiento de más sangre de los suyos, mucho menos por una venganza de los humanos. Sintiéndose como nada mas que unas armas que usaban sus protegidos a su favor, proclamaron su deserción ante los humanos, rompiendo el juramento con Evelia. Al igual que ella, abandonaron a los humanos y los demonios.»

    «Entre todos los ángeles crearon un tercer continente, Giles, un continente únicamente para ellos. Sin embargo ellos sabían que la guerra no podía ser ganada por lo humanos en el estado en el que nos encontrábamos, con el tiempo volveríamos a necesitar de su ayuda y eso no volvería a pasar. Así que decidieron otorgar el poder mágico a los humanos, únicamente a una elite que formaría el ejército más poderoso de la humanidad.»
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    «La magia fue otorgada y algunos ángeles se fueron, los otros ángeles se quedaron con los humanos hasta terminar de instruirlos en el uso de la magia. Cuando los humanos habían dominado la magia por completo el último de los ángeles se fue. Se encerraron en Giles cubiertos de una barrera mágica protectora e ilusoria que impedía el paso de cualquiera. Desde entonces los ángeles nunca más volvieron a ser vistos por los humanos, ni por los demonios.»

    «Algunos creyentes tienen la suposición de que la razón principal por la cual la diosa nunca volvió a Evelia fue por este peculiar caso entre los ángeles y los humanos. Se cree que la razón por la que a los humanos no se nos dio la magia fue porque dicho poder nos corrompería. Nos controlaría intentando encontrar más poder hasta llegar a ser como los mismos demonios, hambrientos luchadores únicamente existentes para demostrar nuestro poderío ante todos los demás. Sin embargo difiero de este pensamiento, creó que la magia ha traído muchas ventajas hacia el desarrollo de la humanidad. La tecnología, el arte, la música, la infraestructura, el conocimiento, la filosofía, la religión y la ciencia se han desarrollado favorablemente debido a este factor. Pienso que la magia nos ha hecho evolucionar a un nivel jamás pensado por los primeros hombres, y eso es bueno.»

    «Los humanos teníamos ahora la magia, así que luchamos contra los demonios con pasión, con honor y con fiereza. Así fue durante años, pero lamentablemente seguíamos perdiendo ante los demonios.»

    «Fue hasta la llegada de Chasoul Singuest, “el elegido por la diosa para poner fin a la guerra”, “el guerrero legendario”, “el hombre bendecido por la diosa”, como gusten llamarle. Fue gracias a él, sus valientes lanceros y sus poderosos guardianes que pudimos mantenernos a flote en el fin de la guerra. Aunque la guerra no vio su punto final hasta llegado al momento en el que los demonios nos conquistaron casi por completo. Llevados al límite fuimos arrastrados al último bastión de la humanidad, Songar, el reino de las montañas, la fortaleza impenetrable.»
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    «Bagar nos había derrotado en todos los sentidos, unió a todos los demonios y los llevó al otro lado de la brecha continental para exterminarnos. Aplastó el reino legendario de Etheros y cada uno de los reinos de todo Dorinda, a excepción de Songar, donde se llevó la batalla final.»

    «Chasoul Singuest luchó contra Bagar en medio de la última batalla por nuestra sobrevivencia. Su sola presencia aterrorizaba a los demonios e incluso al mismo Bagar. La última batalla fue larga, pero con la valentía de Chasoul la humanidad nunca se rindió y peleó hasta el final. Cuando la guerra se encontraba en su apogeo, de entre la luz del amanecer se levantó de entre las montañas la sombra de un hombre, levantó la cabeza cercenada de Bagar y los demonios se rindieron. La lucha más larga jamás vivida había terminado.»

    «Entre todos los magos que quedaban en la humanidad se juntaron y exiliaron a los demonios de esta realidad, confinados a vagar por la eternidad en un páramo desconocido atemporal. Con el exilio de los demonios se dio por finalizada la guerra, trayendo la paz de nuevo a Evelia.»

    «La historia ha sido larga en nuestro planeta, tan solo piénselo, han pasado 2700 años desde la derrota de Bagar, se dice fácil, pero en realidad es mucho, mucho, mucho tiempo. Ha habido grandes guerras a lo largo de los milenios y desde ese día siempre que una guerra que pudiera señalar una gran pérdida de seres humanos, nacería un guerrero al que llamaríamos Chasoul. Esa fue la visión de nuestros antepasados. Ese es el titulo máximo que un bravo guerrero tendría cuando este lograra grandes acciones para poder dar un fin a las guerras más grandes de la humanidad. No han nacido muchos hasta la fecha, sólo cuatro, parecen pocos, pero para la humanidad creó que han sido demasiados. Cada uno de los nacidos hasta esta fecha han demostrado tener el mismo nivel y determinación que su primer guerrero, formando parte de la historia acabando guerras largas y sangrientas.»

    «Haciendo un corte, quisiera señalar por cierto, para quien no lo sepa, aquí se encuentra al que llamamos el cuarto Chasoul. Esperamos grandes cosas de usted, Sr. Oparaka. Su fuerza nos ha llevado a luchar con gran pasión contra “Los Brujos”. Sigamos luchando con la misma virtud que hemos tenido hasta ahora.»

    «Retomando… Por si alguien no lo sabe, no fue por el regreso de Bagar que han nacido otros tres Chasoul's, sino por la misma humanidad y sus acciones absurdas, peleando entre sí, generando revoluciones y guerras por motivos, que cada quien puede tener su opinión, estaban bien o mal fundamentadas. Una vez venciendo a los demonios, los humanos empezaron a pelear entre sí por distintos motivos, poder político, territorios, deslealtades o falta de honor. Injusta, amor o simplemente odio. No quiero compararnos con los demonios, no lo somos, hacemos la guerra por motivos, no como los demonios cuando luchaban entre sí. Sin embargo, hay humanos que son iguales a los demonios, algunos son incluso peores. Hay muchos casos. Demasiados para ser nombrados ahora mismo.»

    « ¿Acaso creen que la diosa quisiera esto para nosotros? No, claro que no. Temo decírselo, buenos hombres, pero ya no hay diosa, ni ángeles y los pocos demonios que quedan solamente pueden existir en nuestro mundo con ayuda de un cuerpo humano tras cruzar entre fisuras del hechizo dimensional de Chasoul Singuest. Temo decirles esto, pero estamos solos, solamente hay humanos.»

    «Esta es la historia del mundo, si se dieron cuenta los humanos siempre ocupamos de alguien para poder sobrevivir, la diosa, los ángeles y después los Chasoul’s. No olvidemos que la diosa “Nos ama”, pero, permite que nos matemos entre nosotros ¿Qué clase de amor es ese?, pregunto, porque no lo sé. Aun así las personas siguen creyendo en la diosa y su amor. Estoy perfectamente consciente de que creer en una y otra cosa es algo que depende de cada uno. También comprendo que no es la mejor forma de venderles mis ideas criticando algo tan sagrado como es la religión, pero yo estuve en aquel lado de los creyentes y se de lo que les hablo. Créanme cuando les digo que ahora mismo no hay nada que la diosa haga por nosotros.»

    «Yo opino que los humanos podemos vivir sin miedo a la rebelión de nadie, ni de humanos, ni de demonios. Incluso si algún día los ángeles se decidieran a atacarnos o por otro lado si a la diosa le diera curiosidad por crear otro ser vivo poderoso que viviera en nuestro planeta. Por lo que sea. Nosotros podemos vivir tranquilos, si tan solo hubiera control. Yo puedo darles ese poder, curar enfermedades, lesiones, juventud, puedo darles eternidad y sobre todo un orden. Solo tienen que dejarme experimentar con humanos, solo tienen que creer en mí y en el futuro que les planteo.»

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    —Introducción de la conferencia por el permiso en experimentación humana—

    —Dr. Akira Dorian Wish—​
     
    Última edición: 24 Noviembre 2019
  2. Threadmarks: [ Parte 1] Capítulo 1 - El Fin De Una Era
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 1 — Fin de una era

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    -23 de Agosto de 2888 D.C.-

    En una noche donde la luna baña con luz tenue las vistas que las sombras manchan. Imágenes perturbadoras yacen en el bosque, cuerpos ensangrentados, todo tipo de armas regadas en el suelo. Decenas de árboles han sido derribados y extensiones inmensas de tierra han sido modificadas. Al fondo del bosque se encuentra unas llamas que se esparcen a toda velocidad de rama en rama. El cielo ya no parece tan obscuro donde se encuentra ese enorme cráter ardiente. No había en su alrededor ni plantas, ni pasto y los tallos de árboles habían sido calcinados dejando solo piedras tan ardientes como las de un volcán. En medio de este cráter yace en el suelo un cuerpo, es un hombre viejo. Su cuerpo tiene heridas por montones, tanto de balas como de armas punzantes, como serian puñales y espadas. Tenía más de una mancha hecha por el impacto de más de un hechizo. Esas venas negras que le recorrían por más de una extremidad demostraban que había sido envenenado y que el veneno se había esparcido debido a los últimos flujos de sus venas. A pesar de todo lo descrito, el rostro arrugado, cabello enmarañado y largo de color grisáceo, del mismo color que su barba; mostraba un gesto decidido y amenazador, aun a pesar de estar muerto.


    (…)​


    Las pisadas de decenas de hombres se escuchaban a la lejanía cruzando aquel páramo destrozado. Las voces de estas personas gritaban desesperadas. Eran soldados de diferentes etnias y lugares, con uniformes de diferentes colores, telas y logotipos. Algunos buenos hombres lanzaban agua de sus palmas para apagar las llamas del incendio. Otros volaban la superficie rodeando el cráter. Los escuadrones de soldados llegaron hasta la ardiente deformación. Sus cuerpos resentían el inmenso calor a pesar de que algunos de esos hombres son magos de fuego. Los ojos de todos miraban horrorizados la escena de la que son participe. El viejo hombre llevaba puesto lo que eran retazos de unos pantalones caqui. Una camisa de botones consumida en su mayoría por las llamas. Aquel chaleco marrón empezaba a carbonizarse. Los mocasines negros ya se habían unido a la piel de los pies del hombre. Un atuendo que en su buen estado pudo haber sido una buena vestimenta de buen gusto, pero no elegante; Se encontraba desgarrado, quemado y desintegrado en más de un lugar. La sola imagen del hombre muerto en el suelo helaba los rostros de todos aquellos que presenciaban la imagen.

    Las lágrimas no se hicieron esperar, al igual que los gritos de desespero. La duda y el terror llenó el cuerpo de cada soldado que observaba la escena. Más de un soldado cayó de rodillas al suelo ardiente. Mucha gente no pudo soportar la escena y desvío la mirada. Muchos otros se quitaron sus cascos y boinas, llevándolas al pecho, mostrándose su respeto enviado en sollozos silencioso. Los soldados más fuertes aguantaron su dolor para dar su reporte a todo el mundo.

    –Abraham Arcnaik, el héroe de Cuarta Guerra Mundial. Ha sido asesinado-. Dijo uno de los Generales que se encontraba en el lugar por medio de su radio. En ese momento todas las estaciones de radio estaban sintonizadas en la frecuencia del ejército. La noticia llegó a centenares de kilómetros a la redonda. En casas, escuelas, plazas, cuarteles, bares y barcos se escucharon las palabras del General. El lamento fue global. El mundo retumbó tras esas palabras –Repito. Abraham Arcnaik, el héroe de Cuarta Guerra Mundial. Ha sido asesinado...- Confirmó el soldado finalizando con una voz quebrada.


    (...)​


    En un lugar más lejano, en un pueblo destrozado que ardía en llamas se encontraba una alta colina. Una hermosa mansión se admiraba desde la misma. Rodeada de árboles, con un terreno inmenso a sus espaldas, unos establos derrumbados y enorme jardín que florecía desde el inicio del terreno hasta llegar a la casa. Un camino de ladrillo guiaba la dirección desde la avenida principal hasta la entrada. Un escuadrón de soldados pisoteó las flores, al igual que destrozaron la tierra que formaba el jardín con las llantas de sus pesados vehículos blindados.

    Al subir se encontraron con la tétrica escena que a más de uno le puso la piel de gallina. El cuerpo de una mujer con múltiples orificios de diferentes tamaños que le atravesaban la piel yacía en el suelo, de ella se desprendía un charco de sangre que cada vez parecía hacerse más grande, aunque este se esparcía más y más lento. Lo peor de todo eran los llantos de un niño pelirrojo que se encontraba enfrente de aquella mujer.

    De lejos se podía notar lo fina que era aquella dama, usaba unos jeans ajustados azules, unas botas largas de color negro y una camisa delgada abombada de color blanco combinada con uno collar de preciosas piedras y unos aretes a juego. "Heidi Greenburn" exclamaron impactados unos de los soldados al verle. Llegaron con el cuerpo, apartaron al niño y trataron de revisar si aún quedaba vida dentro de ella, pero no era así.

    De la gran casa un joven salió con un bebe, que aun después de todo el gran escándalo que había afuera, el infante seguía plenamente dormido. El joven estaba vestido con unos vaqueros caqui y una camisa blanca de botones sencilla. Tenía su pelo ondulado, semilargo casi creando un afro de color castaño. Su rostro aclaraba que era un adolescente, no más de unos quince años. Su rostro denotaba preocupación, alegría, miedo, duda, todo mezclado en un cóctel de emociones dentro de sí. El chico llamaba al niño pelirrojo por su nombre: "Bastian" gritó más de una vez, sin embargo el niño seguía estático envuelto en un shock, viendo como los soldados revisaban el cuerpo de la mujer. Los ojos marrones de este niño estaban inundados de lágrimas y en su voz ya no había más llanto, solo un grito ahogado.

    Un soldado llegó con el joven que había salido de la casa y lo tomo del brazo, otro hombre tomo al bebe mientras le decía al joven que se calmase, pues este empezó a actuar de manera errante. Lo tomaron de los hombros y le informaron que lo llevarían al Cuartel de Hericent. Los brazos temblorosos del joven dejaron de jalonear y desistieron a ser llevados hacia el carro blindado. Cuando uno de los soldados llegó con Bastian lo tomó en brazos con dificultad, el niño empezó a patalear y empujar mientras gritaban de manera desgarradora – ¡No me alejen de ella, no puede morir...! ¡Mamá! ¡Levántate mamá!– Los soldados agacharon la mirada al escuchar los gritos del niño. Hicieron lo necesario, trajeron una manta negra. El niño no quería aceptar que acababa de ver a su madre perder la vida. Le taparon los ojos y se lo llevaron en una camioneta del ejército que acababa de subir la empinada pendiente. Tiró de la mano del hombre que le tapaba la vista y pudó echar una última mirada al cuerpo de su madre.

    Entonces Bastian escuchó la voz de un hombre que hablaba por el radio –Aquí escuadrón #18 de Hericent reportando desde LaneCloud. La mansión Arcnaik se encuentra intacta, así como los hijos del General Mundial Adam Arcnaik, Bastian Arcnaik y Michael Arcnaik, así como un joven de aproximadamente quince años de edad. Si los reportes no fallan es Kian, ayudante de Abraham Arcnaik. No hay señal de sospechosos a demás del joven Kian.

    -Enterado, Coronel, ¿Hay señal de esposa del General Mundial?

    -Heidi GreenBurn ha sido asesinada, General. Repito, Heidi GreenBurn ha sido asesinada.

    Los ojos de Bastian se abrieron como platos – ¡No!– Grito el niño. Finalizando con un llanto desmedido. Ahogando sus penas y su dolor en el pecho de aquel soldado que apenas era tan fuerte como para poder soportar ver a un niño gritar de esa manera.


    (...)​


    Al bajar la colina en la camioneta del ejército, el joven de cabello ondulado movió las cortinillas que bloqueaban la vista por la venta. Pudo ver las llamas que consumían al pueblo en el que se encontraban. Una lagrima bajo por su mejilla. Ni siquiera saber que el Gobierno Mundial había llegado a salvarlos lo hacía sentir bien. Temía por la vida de los pueblerinos. Quería salir de aquel auto e ir a ayudar, pero que podría hacer, solo molestar a los verdaderos soldados.

    Durante el viaje Bastian no dejo de derramar lágrimas, su pantalón se encontraba manchado de la sangre de su madre, sus manos teñidas del rojo mas intenso que podría ver una persona en vida. Tenía manchas en la camisa y sangre embarrada en la cara tras haberse limpiado las lágrimas con sus manos pintadas. Ahora solo soltaba unos gemidos apenas nítidos.

    –Kian, ¿A dónde nos llevan?– Preguntó el niño sin levantar la mirada de sus rodillas.

    El joven estaba a punto de contestar cuando uno de los soldados habló con voz gruesa e imponente –Hacia el Cuartel del Gobierno Mundial en el pueblo de Hericent.

    Después de que el hombre dejara de hablar Kian tocó la rodilla bañada en sangre de Bastian, tratando de calmarlo –Vamos al pueblo cruzando el rió. Todo estará bien, estamos a salvo. – El joven hizo una mueca con los labios, apretándolos con fuerza. Sus ojos estaban mojados. Sostuvo la mirada, pero Bastian nunca la intercepto. Finalmente dejó de mirarlo y trato de calmarse a sí mismo, tenía que aceptar todo lo que estaba pasando. Cerró la cortina después de ver unos cuerpos tirados en la banqueta. Cuerpos pertenecientes a unos jóvenes mercaderes que él conocía.


    (...)​


    En cuestión de minutos llegaron al otro pueblo. Hericent era solamente un poco más grande que el pueblo del que venían, no era una sorpresa llegar ahí, después de todo ya habían visitado aquel pueblo antes. Lo único que dividía a los dos pueblos era un rió y una vía rápida. Hericent se encontraba poco mejor de lo que LaneCloud se encontraba. Algunas casas estaban al punto del derrumbe. Muchas mantas negras cubrían los cuerpos de personas y más de un casquillo de bala se encontraba en el piso. Los militares cruzaban por todo el pueblo encaminando a civiles y bandidos. Se encontraba infestado de automóviles militares, carretas, armas. Helicópteros llegaban cada minuto trayendo más soldados. Algo grande había sucedido.

    Tuvieron que continuar a pie ya que era muy difícil mantener el movimiento del vehículo en el pueblo con tanto soldado por todos lados. Tras una caminata de unos largos minutos llegaron al Cuartel del Ejercito del Gobierno Mundial de Hericent.

    El cuartel era enorme, cuatro pisos lo formaban, y su terreno se esparcía a lo lejos. Tenía bonita decoración y estaba hecho de ladrillos rojos, sus pilares eran blancos y las ventanas eran grandes, un techo de cemento que funcionaba como torres le protegían. A sus dos lados se encontraban dos áreas de entrenamiento militar y a sus espaldas se encontraba un hangar de tamaño medio, al igual que unos túneles por los que salían y entraban vehículos de toda clase. Afuera de este se encontraban docenas de soldados vigilando los alrededores, pasaban escuadrones completos con bandas en la cintura de distintos colores al igual que sus uniformes, los cuales indicaban que provenían de distintos reinos. El edificio estaba rodeado de casas de acampar inmensas, todo el patio del cuartel estaba cubierto por ellas, soldados salían y entraban de una a otra, un desfile de estrés y trabajo se hacía notar.

    Adentro del edificio se estaba interrogando a gente en distintas oficinas, una que otra no dedicada exclusivamente a ese tipo de asuntos. Pasaban enfermeros y doctores con gente herida por los pasillos, pues el cuartel también servía como un hospital, aunque únicamente para familiares de soldados y los mismos soldados. Para quien no perteneciera a estos nexos se encontraba el pequeño hospital del Gobierno Mundial al otro lado del pueblo. Más pequeño, menos empleados, menor profesionalidad. Subía y bajaba gente que parecía ser importante, tanto de grado militar como gente perteneciente a familias de la realeza, que en los tiempos actuales cada vez eran más pocas.

    Los soldados llevaron a los chicos al segundo piso a través de montones de personas y soldados. El ruido, era incesante y el ambiente estresante en el primer piso. El solo estar en un lugar tan concurrido causaba enfado. Al llegar al segundo piso dejaron a Kian y Bastian en una banca. El escándalo era potente, pero no tanto como abajo. Los soldados tomaron al bebe y se lo llevaron a un área especial. No sin antes comentárselo a Kian y Bastian, de los cuales Kian fue el único que asintió con seriedad. Bastian parecía perdido en una neblina espesa de la que era difícil salir.

    Recibieron la orden de mantenerse en la banca, pues supuestamente serian interrogados para saber qué era lo que sabían o habían visto en la mansión. Los soldados que les habían llevado hasta ahí desaparecieron tan rápido como habían subido. No tardó mucho para que Kian fuese llamado a la sala número seis.

    –Quédate aquí, Bastian. Volveré tan pronto como pueda. – Kian le tomó del brazo y le sonrió. El niño no mostró ningún gesto, de hecho, no parecía haber escuchado nada de lo que Kian le había dicho. Solo le observo alejarse hasta la puerta gris que estaba abierta, sostenida por un hombre alto y delgado con un bigote fino tan cenizo como su cabello. Bastian se quedó quieto en el banco. Incapaz de pensar en otra cosa que no fuera la imagen de su madre y el paradero de su abuelo y padre. Apretó los dientes y se tapó los oídos para bloquear el chirriante ruido.

    Kian entró a la sala seis con temor, temblando, no sabía que podrían pensar de él ni que es lo que esperaba que les dijese, pero debía terminar pronto, no quería dejar a Bastian solo tanto tiempo.

    La habitación estaba pintada de un color gris sin nada más que una mesa, dos sillas y dos lockers en las esquinas traseras. Kian se sentó lentamente en una de las sillas. El hombre que sostenía la puerta paso después de él. Dentro de la sala se encontraban torres de papeles acumulados a lo largo de la noche. El hombre se sentó en la silla frente a la mesa de color gris, como la pintura de la pared, como la mesa, como los folders de las torres de los papeles, como todo en esa habitación. El hombre abrió la carpeta que tenía en la mano, lanzo un fuerte suspiro, se notaba estresado. Era un hombre adulto de cuarenta y siete años; llevaba puesto una camisa blanca, mangas recogidas, corbata de lineas negras con grises y un pantalón de vestir gris rata. Un saco de color gris colgada de la silla donde se encontraba sentado.

    –Buenas noches, soy el Jefe Detective Fabriccio Lecter. Empecemos señor...– Murmuro, pero después entrecerró los ojos, seguido de un levantamiento de ceja, como si no entendiera lo que acaba de leer. Hizo una mueca y tomó una hoja blanca del escritorio y con la pluma que ya tenía en su mano se dispuso a escribir.

    –¿Tu nombre completo es...?

    –Kian, señor...– Contestó con tono agudo. Aclaró la garganta, retomó la respuesta – Kian, solamente. No tengo apellido– El hombre lo volteó a ver. Era aterrador, esos ojos ojerosos mostraban cansancio y una mirada obscura. Kian giró los ojos a otro lado, no quería verle pues le hacía sentir nervioso.

    Gruñó –Eso explica la razón de porque está esa parte en blanco. Creí que las inútiles secretarias habían cometido un error, ¿No tienes familia chico?

    Kian hizo una mueca con la boca y contestó –Dentro de lo legal, no. La familia Arcnaik es lo más cercano que tengo a una familia, señor.

    El hombre tomó un respiro – ¿Tu edad?

    Kian de forma fluida contestó –Supuestamente tengo catorce años.

    -No juegues conmigo, mocoso-. Gruñó el hombre con el cejo entre ceñido -¿Cómo que supuestamente catorce años?–. Pregunto molesto.

    Kian empezó a mover los dedos de manera ansiosa –Es que no lo sé con certeza...–. Contestó con miedo. Sabía que estaba en una situación difícil. Pero el no mentía –No tengo ningún registro además de ese que ustedes tienen guardado en el sistema del Gobierno Mundial, lo sé muy bien, porque el viejo Abraham me trajo a los tramites. Fui encontrado en una isla lejana al continente de Dorinda, pero el problema es que no recuerdo nada antes de que fui encontrado cuando tenía seis años...

    El detective lo apuñalaba con el filo de su mirada.

    -Hablo enserio.- Dijo el chico en tono silencioso.

    El detective hizo una mueca con su boca – ¿Dónde vives?

    –En la mansión de los Arcnaik. Calle Valente No. 135 de LaneCloud. El señor Abraham me dejaba quedarme ahí si lo ayudaba con el trabajo de la comisaria. Ya sabe, papeleos, atrapar criminales como jóvenes que se roban filetes de pescados o manzanas. Cosas de la que me pudiese encargar.

    ¿Por qué Abraham Arcnaik haría tal acto caritativo a este joven? Se preguntó el detective – ¿De dónde eres?– Preguntó sin esmero.

    –Ya le dije que no lo sé-. Respondió frustrado, mas nervioso que frustrado. -Fui encontrado en una de las islas media, una isla pequeña sin nombre que no aparece en los mapas. Recuerdo que Abraham me dijo que es una isla cercana a la isla de Calani y que nevaba.

    El detective observaba a Kian con desgana. Ciertamente no había información veraz del chico. Sus respuestas solo hacían llover las dudas sobre él.

    – ¿Utilizas magia?

    Kian se mantuvo callado. Tomó un momento para contestar.

    El tiempo solo hacia crecer las sospechas.

    -El viejo Abraham me dijo que no se lo contara a nadie por el momento...

    -"El viejo Abraham" ya no esta aquí.- Le comentó el hombre sin pelos en la lengua.

    -Lo se, lo escuche de los soldados cuando veníamos hacia el cuartel- Masculló el chico con la voz quebrada.

    -Toda una perdida... El mundo acaba de moverse en dirección a otra etapa de la historia, Kian. El pasado ahora se encuentra en libros de papel, yo por ahora necesito saber de que magia eres usuario...

    Kian agachó la mirada, lo pensó unos segundos más y respondió –Soy usuario de la magia de tiempo–. Exclamó el muchacho con un tono de miedo.

    El detective golpeó la mesa, molesto –Muy bien, ¿A que estamos jugando? ¿Te estas burlando de mi, acaso?– El detective señaló con su pluma a Kian. El joven se asustó e inclinó hacia atrás en su silla gris.

    Kian tragó saliva y levantó los brazos en señal de derrota –No, no, no, no...– Murmuró agitando los brazos de manera nerviosa –Nada de eso, señor. Es enserio. Soy usuario de magia del tiempo, ¿Cómo puedo demostrárselo?

    El hombre tomo su pluma entre sus dedos indice y pulgar recargado con el codo en la mesa al instante que el chico hizo la pregunta –Impide que este lápiz caiga en la mesa y déjalo en el aquellos casilleros con papeles. Si usas magia para incrementar tu velocidad dejaras una estela por donde camines, eso solo demostrara que eres un mentiroso y mi principal sospechoso de la muerte de Heidi GreenBurn.

    –Muy bien, solo deje que...– El hombre soltó la pluma impidiendo a Kian continuar hablando. La pluma de pronto desapareció. El hombre giró la cabeza y observó como se encontraba en el casillero donde le había pedido que la dejara. Volteó a ver al joven que se encontraba frente a él, el chico parecía agitado. El detective se tapó los ojos para después destaparlos, sus ojos brillaban, había hecho un hechizo sobre ellos. Ciertamente, no había ninguna estela de magia para incrementar la velocidad. Aunque no se sentía del todo convencido. Sacó otra pluma de su bolsillo y mantuvo la mirada en Kian. Apuntó algo en la hoja de papel en la que estaba escribiendo todo lo que contestaba el chico. Kian trato de ver lo que decía, pero la caligrafía del detective era fatal.

    –¿Por qué te encontrabas en la casa de los Arcnaik?

    –Un hombre...- La voz se le fue y el detective le dirigió la mirada -Un hombre encapuchado llego a la comisaria, él... el viejo salió disparado de la comisaria junto con el hombre. Desaparecieron de mi vista en un instante. Después de eso empecé a escuchar disparos y explosiones. Salí a ayudar en el pueblo, al ver como todo se salia de control corrí hasta la mansión de los Arcnaik para saber cómo estaban, tenia que llevarlos a algún refugio. Fue difícil llegar ahí, me tuve que esconder entre callejones... Tome el viejo revolver de Abraham... Vi gente morir... Y mate a tres hombres que atacaron a una familia... No los salvé... - El chico hizo una mueca con los labios. Apretó los puños. El detective lo noto, aquel chico tenia una gran carga sobre su espalda, pero fingía ser fuerte. Eso era honorable.

    – ¿Reconociste al hombre encapuchado de la comisaria?- Preguntó tras unos segundos de silencio.

    –No. Su rostro era apenas visible bajo la capucha blanca. Era alto, parecía viejo, tenía la piel arrugada y de color blanco, una cicatriz en el labio, pero fuera de eso no puedo dar más detalles sobre cómo era. También portaba una vaina de una espada en la cadera.

    El hombre anotó rápidamente todo lo que dijo el joven. Hizo un dibujo sencillo de la descripción del hombre. Mientras hacia el dibujo hizo otra pregunta – ¿Sabes que paso con Heidi Greenburn? Pregunto, ya que tú estabas en su casa con su hijo menor en los brazos– Detuvo el dibujo y levanto la mirada. El chico hizo una mueca de dolor. Se tapó la boca, como impidiendo decir algo.

    Kian tomó un respiro, la imagen le salto de pronto a la cabeza y le había creado un nudo en la garganta –La señora Heidi...– Tomo otro respiro. Parecía mas calmado –Se encontraba sola en casa cuando llegue, estaba aterrada, tenía a sus hijos metidos en una habitación especial creada por Abraham Arcnaik, desaparece por completo la presencia de las personas. Eso me dijo alguna vez. Me explicó la situación afuera de la habitación, al parecer el señor Adam Arcnaik salió de la mansión de la misma manera en que Abraham salió de la comisaria. Alguien se apareció y se fue junto con él en un movimiento rápido. Poco después comenzó el ataque al pueblo. Es extraño, porque yo vi al viejo Abraham un tanto pensativo durante todo el día... Era como si repasara su vida...

    El detective se interesó en lo que el joven se estaba centrando –¿Acaso los Arcnaik sabían que vendrían por ellos?

    –No, no lo sé... No me comentó nada de eso. Abraham habló poco, pero nada sospechoso. La señora Heidi solo me dijo que su esposo había salido volando junto con otro hombre. También mencionó que escuchó los estruendos en el pueblo y decidió entrar en la habitación especial...

    Fabriccio mantuvo la mirada en Kian. Sostuvo la pausa hasta que observó que el chico se hallaba muy pensativo – ¿Seguro que es todo lo que te dijo?

    –Lo siento, es que, me dijo otra cosa, pero sinceramente no comprendí de que hablaba. No me lo dijo a mí, lo murmuró cuando cerró la puerta de la casa... Era algo sobre que había información dentro de la mansión... para serle honesto. Desconozco donde puede estar...

    – ¿No sabes nada sobre la información oculta en la mansión Arcnaik...?

    –Nada.

    –Muy bien. Tranquilo, esa es información importante– Nuevamente escribió en su cuaderno con una prisa incontrolable, sin embargo esto aún no contestaba la duda de porque el chico tenia a Michael Arcnaik en sus brazos. Un poco molesto levantó la mirada y preguntó –¿Qué paso con Heidi Greenburn? ¿Por qué tenías a su hijo en tus brazos?

    Kian percibió aquella duda paranoica en el detective. Sabía que sus datos eran extraños y probablemente era fácil ser tachado de sospechoso, pero no había hecho nada malo, así que mantuvo la calma y contestó con la voz un tanto aguda, por lo que iba a contar –Ella me encargo la vida de sus hijos...– Hizo una pausa, se frotó los dedos mientras desviaba la mirada del detective. No pudo aguantar, tenía un nudo muy profundo en la garganta. Esta vez era un nudo grande lo había guardado durante mucho tiempo. Los ojos se le pusieron cristalinos, pero ninguna lagrima cayó, aun tenia fuerza para sobre llevarlo –Ella me los encargó después de que saliera de la habitación para enfrentarse con un enemigo que se acercaba a la casa...

    –¿Entonces Heidi Greenburn peleó contra uno de los bandidos que atacaron LaneCloud?– Kian se mantuvo callado, asintió con la cabeza y después con voz quebrada dijo –Y por lo que veo falleció en el intento de alejarlo...

    La habitación quedó en completo silencio. Parecía que el joven le tenía un gran cariño a la familia de los Arcnaik. Aunque era lógico, Abraham Arcnaik le había dado un trabajo y una vivienda, un encariñamiento con ellos era inevitable.

    Fabriccio miraba sus papeles con tristeza, se sentía mal por el joven. Esta tristeza duró poco hasta que el detective recordó algo –Si lo que me estás diciendo es verdad, ¿por qué su hijo se encontraba al lado del cuerpo de su madre?

    Kian levanto la mirada. Aplastó sus dientes uno contra el otro y apretó los puños sobre sus piernas, unas lágrimas brotaron de su rostro, sus labios temblaban ante semejante pregunta –El chico se fue de la habitación tras sentir otra presencia del otro lado de la casa...

    –¡¿Qué?!– Preguntó con un grito enloquecedor –¡¿Por qué no lo detuviste?!– Volvió a preguntar con otro grito mientras se levantaba de su silla.

    El chico perdió el color de su rostro. Los ojos se le abrieron como platos, mirando nada más que su recuerdo. Esta vez las lágrimas empezaron a caer en silencio. Mas no era de tristeza, sino de profundo terror –La presencia que sentí era enfermiza- Contestó entre tartamudeos -No podía moverme, era muy poderosa. Aquella aura cargaba con miles de almas a su espalda. Era obscura, profundamente obscura, como las descripciones del infierno mismo... Cuando me di cuenta el chico ya había abierto la puerta y yo seguía sin poder mover un solo musculo... La fuerza de esa presencia era sobrenatural... Muy parecida a la de Abraham cuando se enojaba...

    El detective dudó del muchacho así que lo miró fijamente. Se rasco la barba que apenas le empezaba a salir y le dijo –Si eso que me acabas de decir es verdad entonces Bastian debió quedarse paralizado, ¿no lo crees?

    El joven negó con la cabeza mientras apretaba los labios, se quedó callado unos segundos y le contestó –Eso es algo que no entiendo todavía...- Levantó la mirada. Aquellos ojos mostraban nada más que la verdad. Es gesto de un niño pequeño que acaba de escuchar la historia mas terrorífica -Incluso Mike, el bebe, podía moverse. De hecho era como si ni la hubiese sentido, porque nunca lloró... Las razones por las cuales Bastian pudo haberse movido frente a esa presión se me hacen imposibles de contestar.

    –¿Y por qué no me dijiste eso antes?– Cuestionó el detective mientras golpeaba la mesa con su dedo índice –Tú mismo dijiste que su madre te dio la tarea de cuidar a sus niños mientras ella no estuviera, pero tu dejas que un niño salga de tu vista y se vea frente a los asesinos de su madre, a la misma persona a la que le prometiste cuidarlos...

    –¡Crees que es fácil decir que la única misión que me dejo la madre de esos niños no la pude cumplir! ¡Me pidió que los mantuviera seguros mientras no estaba! ¡Quería que los vigilara! ¡Que los retuviera dentro de ese cuarto...! Y no pude hacerlo...– El joven exclamaba fuertemente su falta de capacidad para cumplir su deber, daba pisotones al suelo mostrando su furia durante todo su discurso. Después de terminar simplemente se echó a llorar.

    El detective se frotaba su frente. El ambiente en el lugar se sentía pesado. Él sabía que no tenía que haberle gritado a ese muchacho, pero la noche estaba siendo muy larga, el estrés lo estaba consumiendo y la falta de comunicación del joven para contestar sus preguntas no lo hacían más fácil. Se quedó estático en su asiento durante unos minutos, esperando a que el joven se calmara. Los minutos fueron pocos, pero extensos.

    – ¿Tienes alguna cosa más que decirme?- Preguntó Fabriccio con los brazos cruzados.

    Kian contestó rápidamente – No. Creo que sería todo...– Kian levantó la cabeza, se limpió las mejillas y esnifo un par de veces – ¿Ya puedo salir o todavía tengo...?– El detective levanto su mano señalando que se callara. Se levantó de la silla camino hacia la entrada y lo saco de la sala abriéndole la puerta –Gracias Kian. Acércate con mi compañera en la sala catorce y dile que ya pasaste conmigo. Te hará unas preguntas, has lo que te pida, ¿correcto?

    El chico asintió.

    Tan pronto como Kian había salido de la habitación el detective gritó – ¡Alguien que me traiga al niño!

    – ¿A Bastian también?– Preguntó Kian sorprendido.

    –Interrogaría hasta al bebe si supiera hablar...

    –No lo moleste...– Gruñó el chico dando un paso hacia adelante. Ahora no parecía un niño debilucho, sino un joven valiente. Ahora el detective se creía la historia de que había matado a tres hombre en el pueblo. Esos ojos encendidos, era feroz –Le advierto, ese niño está pasando por algo muy sensible. Si descubro que hizo algo yo...

    –Si te atreves a terminar esa amenaza pediré que te manden a una celda por ser sospechoso de la muerte de Heidi Greenburn...– La mirada de severa del hombre chocó con la mirada llena de rabia de Kian. Sus ojos se encontraban rojos por las lágrimas, de hecho todavía se encontraban húmedos. El chico apartó la mirada, tomó un respiro y lanzó una mirada hacia Bastian. Solo pudo confiar en el profesionalismo del Detective Lecter. Se dio la vuelta y partió hacia la sala catorce como un perro regañado.

    – ¡Alguien! ¡Quien sea! ¡Tráigame al joven Arcnaik!– Gritó una vez más. Cerró la puerta y se sentó de nuevo en la silla gris.


    (...)​


    Al fondo del edificio, en una banca se encontraba un niño, un niño que estaba llorando en silencio mientras docenas de personas pasaban de un lado a otro sin prestarle la más mínima atención. Un niño que temblando apenas podía mantenerse erguido en la banca, la cual era fría aunque fuese de roble.

    Bastian se encontraba tan perdido en sus memorias que era incapaz de escuchar los gritos del detective. Su piel blanca se encontraba más pálida de lo usual, sus ojos café claro se encontraban rodeados de un manto rojo, sus parpados se encontraban enrojecidos por el constante secado de las lágrimas. El solo verle solitario en la fría banca era triste. De eso se percataron una pareja de soldados que custodiaba una puerta a unos metros del chico.

    –Supongo que de él será de quien habla el detective de la sala seis– Comentó el joven soldado que se encontraba a la derecha. Miraba al chico con una imagen caída y logró ver los ojos del chico. Tenían ese aspecto que él hombre recordaba en memorias lejanas que vivían siempre cerca del dolor de su corazón. El soldado volteó con su compañera rápidamente –Iré con el niño, ahora mismo vuelvo, Violeta. No tardare mucho– El soldado era un joven de piel clara y ojos azules, rostro terso y cabello rubio, alto, en forma, un hombre sumamente apuesto. Le guiñó el ojo y le mostró una sonrisa perfectamente blanca.

    La chica, una joven de cabello largo agarrado en una cola de caballo se ruborizo, agacho la mirada y asintió –Martin- La joven soldado aclaró la garganta. Puso un gesto serio en su cara, ignorando su rostro ruborizado –No sea imprudente queriendo dar ordenes a sus superiores...

    -Vamos, Violeta. Solo serán unos minutos. Llevaré al chico con el detective y volveré.

    La joven hizo contacto visual con su compañero. Eran amigos desde hace muchos años. Violeta conocía hasta el último truco de Martin. Sin embargo ella no podía negar que era débil contra sus encantos. Aun a pesar de eso, trató de mantener su papel como Teniente General -Será arriesgado, los Generales pueden llegar en cualquier momento...– Comentó la joven con un rostro tímido.

    Martin hizo una mueca de duda. Dirigió la vista hacia el chico que comenzaba a tallarse sus ojos de nuevo. Había algo que le llamaba. Esa sensación que se tiene al desear conocer a alguien de tu interés. Un hilo del destino –Tranquila...– Volteo hacia su superior. El joven estaba decidido y en sus ojos se notaba. Violeta sabia que no podía detener esos ojos. Lo sabía bien. El soldado termino su frase –Yo me puedo encargar de los Generales. Llevó más de la mitad de mi vida viviendo con ellos– Nuevamente mostró esa sonrisa blanca y la joven sintió que las piernas le fallaban.

    -Esta bien- Masculló la joven un tanto ruborizada –Pero no tardes.

    -¡Gracias, Violeta, eres la mejor!- Le dijo el joven con mucho animo.

    La chica se tomó la mano y dijo –Muchas gracias- con un tono apenado mientras Martin se alejaba de la puerta.


    (...)

    Bastian yacía en una banca de madera. Lloraba, lloraba por lo sucedido en su mansión, por lo de su madre. El chico creía que era incapaz de llorar tanto. Parecía que sus lagrimas se habían secado, solo era un vil mentira. Sin embargo ahora lloraba con mas fuerza, debido a que un grupo de soldados y unas mujeres secretarias hablaban sobre él. Aunque si hubiese sido específicamente de él lo hubiese ignorado por completo, pero esto era imposible, aquellas personas estaban hablando de la muerte de su padre, así como la de su abuelo. El mundo ahora mismo tenia el dolor en su corazón, mas ni todo el dolor del mundo podría lograr comparar el corazón roto de Bastian. Ahora el mundo era solo un escenario oscuro y las voces de las personas eran los gritos de los monstruos de los que su padre nunca mas iba a defender. Sus recuerdos ahora solo eran las imágenes en las que podría ver a sus familias. Un niño solo del lado del mundo. Su cuerpo estaba cayendo en el abismo, así como estaba cayendo su lagrima.
    Entonces una mano se posó sobre su hombro como la mano fuerte de su abuelo.

    -Hola, ¿estas bien?

    Bastian levantó la cabeza con la ilusión de que fuese su abuelo. Sin embargo debía de afrontar la realidad. Nunca habría de sentir esa palma de nuevo.

    No era su abuelo, pero era un soldado, un joven soldados, rubio, apuesto como príncipes de cuentos y leyendas. Sus ojos azules le miraban con solemnidad y su rostro mostraba preocupación. Tenia su brazo extendido hacia su hombro. El hombre brillaba en medio de la oscuridad que le acomplejaba. El hombre mantuvo su sonrisa y le preguntó -¿Te puedo ayudar con algo?

    El niño contestó –Estoy bien- A pesar de que sus manos temblaban como gelatina. A pesar de que sus ojos estaban perdidos y enrojecidos, casi tan enrojecidos como su sueter, pantalón, manos y mejilla.

    No es precisamente la mejor imagen que deseas ver en un niño. Martin se mantuvo serio. Apretó los labios y hablo con la voz mas suave –Oye, mírame.

    Bastian apenado por que le vieran llorar bajó la mirada.

    El hombre comenzó a reír –Vamos, mírame- Y Bastian sorprendido por las risas levantó el rostro para verle completamente a los ojos. No conocía a ese hombre de nada, pero sentía un alivió en su presencia. Observó como relajó sus hombros y volvió a preguntarle -¿Seguro que estas bien?- Y la pregunta golpeó a Bastian como un recuerdo. Un recuerdo de su bella madre preguntando exactamente lo mismo cuando se golpeaba entrenando o jugando entre el bosque. Como fingía por su orgullo decir estar bien, pero para nada lo estaba, estaba destrozado.

    -No- Dijo el niño con los ojos un tanto llorosos. Sin embargo intentaba fingir estar bien. Martin lo notaba, pero le dejaba ser –Yo… Quisiera quitarme toda esta…- El niño trago saliva –Toda esta sangre.

    El soldado asintió mientras apretaba los dientes –Por supuesto, amiguito- De su saco militar, en la bolsa del pecho, sacó un pañuelo azul como sus ojos. De la parte trasera de su cinturón tomó un pequeña cantimplora y mojó el pañuelo. Una vez mojado se lo extendió al niño.

    Bastian levantó las manos, pero el hombre pudo ver como estas temblaban con locura. Al ver como el chico a pesar de que seria incapaz de siquiera sostener el pañuelo le llenó de respetó. Al estar cercana la mano del niño del pañuelo le tomó por sorpresa y le sostuvo en el aire, acercó el pañuelo y comenzó a limpiar su pequeña mano.

    Por un momento el tiempo pareció detenerse y Bastian miraba a Martin impresionando y agradecido.

    Martin dirigió su mirada a Bastian y creyó estar viendo a sus medios hermanos cuando eran pequeños. De hecho estar frente a ese pequeño desconocido le ocasionaba una alegría en el corazón. Como si estuviese con alguien diferente a todo el mundo.

    -¿Cuál es tu nombre, pequeño?- Preguntó el hombre mientras limpiaba con cuidado las manos del niño.

    -Bastian…- Respondió el niño deteniéndose en seco. Apretaba los labios con un gestó duro. Luego concluyó -Bastian Arcnaik.

    Martin se detuvo por una mitad de segundo. Le mantuvo la mirada. Ese niño no parecía mentir en lo absoluto. Su mirada al decir su nombre apellido había sido una mirada de orgullo entero. Estaba ahí enfrente del hijo del General Mundial Adam Arcnaik, y nieto del héroe legendario Abraham Arcnaik. No podía creerlo. Pero como un rayó junto los hilos. Ese niño estaba lleno de sangre. Había escuchado que la esposa del General había muerto y que sus hijos estaban bien. No sabia cual podría ser la razón de esa sangre, pero le aterraba el pensar las peores razones. Sin pensarlo mucho, volvió a su papel.

    -Es un lindo nombre, Bastian.- El hombre le sonrió –Nunca adivinaras como me llamo.
    El niño levantó los hombros un poco extrañado -¿Arthur?

    -No. Ese es un buen nombre…- Soltó una pequeña risa –Me llamo Martin Price. Lo se, feo nombre para bello rostro- Y comenzó a reír. El niño no rió, pero ni siquiera un poco. Sin embargo en su rostro pintó una sonrisa. Para Martin esa sonrisa valió cada segundo de la noche.

    -¿Cuántos años tienes, Bastian?- Preguntó el soldado un tanto animado –Pásame tu otra mano. Esta ya esta limpia.

    Bastian observó su mano unos segundos. La admiró por todos los lados posibles, se enteró que en verdad no tenia ningún rastro de sangre. Entonces sonrió y en un movimiento veloz le puso la otra mano para que continuara.

    -Tengo ocho años, señor.

    La palabra señor atravesó el corazón de Martin que soltó unas risas nerviosas –Oye, oye, oye, tengo veintitrés años, no soy ningún señor.

    -¿Veintitrés años? Yo creí que tenias unos veintinueve…- Esas palabras calaron profundo esta vez.

    -Mejor hablemos de algo un poco mas relajante- Dijo el hombre haciendo una sonrisa forzada -¿Tienes hermanos?

    -Tengo uno. Y Kian es como mi hermano.

    El soldado levantó las cejas –Comprendo. Yo también tuve a alguien así, ¿Este hermano tuyo es menor que tu?

    -Si. Es un bebe.

    El hombre le sonrió –Mi hermana menor, la mas pequeña también es una bebe. Quiero a todos mis hermanos, aunque los gemelos sean idénticos a mi madrastra…- Le levantó la mano y le sonrió. Estaba completamente limpia también. Ahí Martin se fijo en sus mejilla. Acercó el pañuelo y comenzó a limpiarle con calma –Sabes Bastian. Yo quiero ser alguien grande, ¿Quieres saber por qué?

    Bastian asintió. Aun le estaban limpiando la mejilla. El hombre le hizo unos suaves tallones y le sonrió –Estas limpio- Le miró las manchas en el sueter y asintió con tranquilidad mientras le contestaba su curiosidad. A la par que se quitaba su saco militar -Es porque mi hermano mayor es genial. Es la mejor persona que alguna vez conoceré, de eso estoy seguro- Le levantó los brazos al niño y comenzó a ponerle su enorme saco -Y yo quiero ser como él. Mejor que él. Sé una gran persona, Bastian, hazlo por tu hermano. Protégelo, cuídalo cuando se enferme, juega con él y hablen de muchas cosas… mímalo, también porque no- Y comenzó a reír junto con el niño –El te necesita, aunque no pueda decirlo.

    El niño se levantó sus gigantescas mangas. El saco era enorme, y aunque no podía evitar que viera su manchas, las tapaba todas, hasta las de sus rodillas.

    -¡Se te ve genial, Teniente! Demasiado, creo que te lo quitare.

    El niño comenzó a reír.

    -Muy bien, ¿No escuchaste eso? Te hablan de la habitación seis. Deberías ir. Puede que te necesiten.

    Bastian observó el letrero del cuarto seis -¿Enserio?- Se quedó mudo y bajó de nuevo la mirada. Jugó con sus manos y le dijo a Martin –Me querrán hacer preguntas…

    Martin apretó los labios. Se sacudió el cabello de la parte trasera y le respondió –Si, es posible. Pero es lo que se tiene que hacer…- Giró la cabeza hacia Violeta que le observaba desde la doble puerta. La chica le señaló su reloj y Martin le desvió la mirada. Observó al niño. Ahora que lo miraba con claridad le recordaba a si mismo cuando era pequeño. Solo, sin fuerzas, sin nadie que le ayudase. Pero Martin recordó a su hermano. Aunque fuese a escondidas su hermano estaba con él. Así el soldado pudo decir las palabras que tanto dudo en decir –Vamos, Bastian. Te acompaño. Te estaré esperando desde afuera, entraré si las cosas se ponen feas.
    Bastian le miró a los ojos. No podía creerlo. En la mirada de ese hombre encontró el calor que necesitaba. La luz de esa antorcha que requería en ese mundo tan oscuro. Se puso de pie y le sonrió con felicidad. Ambos caminaron juntos. Ninguno comprendía exactamente cual era la razón que les movía a llevar ese recorrido juntos. Sin embargo, aunque ninguno lo dijo, se sentía bien el estar juntos. Como un padre e hijo, como dos amigos, como dos hermanos.

    Llegados a la puerta Bastian dudo un poco, pero al final puso la mano en la puerta. La empujó y se abrió con facilidad. Nunca supo que Martin le había ayudado a abrirla.

    Martin se quedó afuera con los brazos cruzados pensando en todo lo que acababa de hacer y estaba haciendo. Su sabio hermano una vez le había dicho que en los caminos de la vida hay muchos puntos de encuentro. Algunos los tiendes a hacer, otros los esperar y por ultimo estaban los mas hermosos. Los que solo aparecen.


    (...)​


    Al entrar a la sala seis Bastian tomó asiento en la fría silla de hierro color gris, como todo en la habitación. El hombre no había levantado la mirada lo más mínimo, pero habló con una voz gruesa que contenía una mínima sensación de enojo.

    –Bastian Arcnaik- El hombre volteó a verle -¿Ese eres tu, niño?– No llevaba ni medio minuto dentro de la sala seis y ya quería llamar a Martin para que lo sacase. Aunque no lo hizo, era un niño valiente. Podía con esto. Eso creía, al menos.

    –Si– Contestó Bastian con voz temblorosa, una voz menos valiente de lo que había esperado soltar. El detective se irguió. Tenía un cigarrillo en los labios, el cual prendió repentinamente con un mechero de color gris. La primera bocanada de humo apestó la habitación. Bastian odiaba el olor a cigarro, así como el olor y sabor del alcohol. Desconocía por que los adultos hacían ese tipo de cosas, como beber o fumar. Los adultos son raros.

    – ¿Creí que eso era malo?– Comentó el niño mientras alejaba el humo con un movimiento de mano.

    El detective volteó levantando la ceja con sorpresa – ¿Que es malo?– Preguntó ante semejante intriga.

    Bastian mantenía el movimiento de la mano –Fumar es algo malo, pero fumar en un área cerrada todavía es peor, ¿no?, eso me lo decía mi ma...– Las palabras del chico se cortaron repentinamente. Apretó los dientes y movió los labios. No dijo nada más.

    El detective se encontraba anonadado con aquella actitud. Dentro de sí se encontraba riendo por la inesperada queja. Para no molestar al chico el detective apagó su cigarrillo y expulsó su última bocanada de humo por su boca. Mantuvo la mirada fija en Bastian. Tomó sus papeles, los golpeó en la mesa, ordenándolos perfectamente. Cerró el folder gris y lo hizo a un lado. Tomo un par de hojas de papel en blanco. Sacó su pluma de su bolsillo y recitó de manera armónica –Bastian Arcnaik, te haré unas preguntas si no te molesta...– Aunque esta última parte estaba de más. Molestara, o no, las haría de todos modos.

    Bastian inspeccionaba con detalle la triste habitación. El color gris le ocasionaba un sentimiento de melancolía, el cual no era la emoción que deseaba sentir en ese momento. Trataba de distraerse para no pensar en la imagen de su madre. Se detuvo en la mirada del detective y preguntó con rostro apagado – ¿Preguntas de qué? ¿De mi madre, de mi padre o mi abuelo?– Su voz sonó apagada, una voz triste para un niño.

    El detective golpeó la mesa repetidamente con su pluma en un movimiento nervioso. Lanzo un suspiro cansado –Ya sabes lo de tu padre y tu abuelo, ¿cómo lo supiste?

    Bastian volteó a ver al detective mientras trataba de aguantarse sus lágrimas, quería parecer fuerte. Era el hijo de un General, y no cualquier General, el General Mundial, uno de los soldados más importantes de todo el mundo. Rango concebido por pocos. El hijo de un General del calibre del que alguna vez fue su padre no podía sentirse mal. Ya no quería sentirse mal. Había sido suficiente –Tal vez sus empleados deberían de hablar más bajo- Gruño el niño con mala cara. Mas pronto la mirada del detective le causo un escalofrió y decidió amortiguar la frase –Solo es un consejo...- Apretaba sus labios con todas sus fuerzas, al igual que sus puños, pero un golpe tocó su corazón, haciéndole soltar una lagrima que viajo en descenso por su mejilla rosa. Siguió intentando parecer fuerte.

    En el momento en que se percató de la lágrima la secó en un movimiento rápido –No se enoje– Mencionó en voz baja y respetuosamente, sabía que no tenía que hablarle así a un adulto.

    El detective empezó a reír en voz baja –Un niño hablando sobre la eficacia de los empleados. Este día cada vez es más raro.

    Bastian quedó inaudito por la risa del detective, no parecía ser el tipo de hombre que suele reír. Las lagrimas cesaron por lo extraño del momento, ya que no comprendía exactamente la razón por la cual el hombre reía.

    –Que raro comentario viniendo de un niño sabes...– Finalizó el detective.

    Tomó un respiro profundo y continuó hablando –Bueno chico dejándome las risas de un lado, lamento mucho lo de toda tu familia, eran unas personas muy importantes y buenas.

    Bastian puso las manos sobre la mesa y asintió lentamente –Si... Lo eran...– Eso ultimo le dolió, pero también había sido esas risas del detective, ese gesto al estar hablando de algo tan serio como sus padres le toco la llaga que había en su corazón. Sintió nervios y movió sus dedos repetidamente.

    – ¿Por qué?...– Preguntó en silencio, pero lo suficientemente alto como para que el detective entendiera – ¿Por qué si eran tan buenas personas alguien vino y las mato...?– Empezó a murmurar – ¿Por qué debían ser personas tan buenas las que tenías que morir hoy? No, ¿Por qué tenían que ser mis padres quienes murieran hoy?

    El detective vio en Bastian una horrible cara de amargura mientras decía esa última frase, a lo cual contestó sin el más mínimo de filtro, sin pensarlo dos veces. Sin ni siquiera forzarse a cambiar aquel gesto tan serio de su rostro –Por lo mismo, porque ellos eran buenos.

    Bastian no entendió lo que trataba de decir el detective, esas palabras parecían estar cargadas de un dolor también. Un dolor compartido, como si el hombre también sintiera lo horrible de una perdida, una perdida tan grande como la de una madre a temprana edad o peor. El chico se calmó, tras continuar mirando aquel rostro serio sin expresiones del detective –No comprendo muy bien de lo que habla...

    El hombre se cerró de brazos e hizo un gesto con la boca –No sé quiénes eran las personas que mataron a tu familia, pero estoy seguro que ellos los asesinaron porque no quieren gente buena que puedan interferir en sus asquerosos planes. Tus padres y tu abuelo eran personas fuertes a los cuales estas personas malas tenían miedo, mucho miedo. Conocí a tu padre y a tu abuelo, excelentes personas. Créeme que si yo hubiese estado con ellos hubiese dado mi vida por su protección, porque la merecían– Bastian sintió una sensación tibia en el pecho, una pequeña sonrisa se formó en su rostro al escuchar los elogios.

    El detective se inclinó en su asiento –Pero a quien deberían tener miedo es a nosotros y sobre todo a ti, ya que tú puedes proporcionarnos la información para saber quiénes son dichas personas. Nosotros nos encargaremos de ellos. Sé que estuviste en la parte del jardín frente a la entrada de tu casa cuando fuiste encontrado. Sé que tú te moviste mientras estabas bajo esa presión de un poder maligno. Y creo que tu viste a alguien esa noche. Creo que puedes sernos de gran ayuda, Bastian.

    Bastian agachó la mirada apretando esos labios rojos con fuerza, un ímpetu nació en su corazón. El hombre tenía razón, si hablaba podría servir de algo, podrán encontrar a los asesinos o tacharlos para ser buscados. Sin embargo, algo fue deteniendo ese ánimo, aquellas palabras sobre sentir un poder maligno. Bastian recordó ese poder, un poder asquerosamente grande, pesado y obscuro. El tan solo recordarlo le erizaba los bellos claros que apenas empezaban a teñirse en sus delgados brazos. Los ojos del chico se abrieron perdidos no ante los recuerdos, para nada, sino hacia el temor de volver a sentir algo parecido otra vez.

    –Usted no es oponente para ese tipo de personas...– Lo mencionó fuerte y claro en medio de un ligero meneo con la cabeza. Por un momento la débil sonrisa del detective se fue borrando. Inhaló de pronto y frunció el ceño. Golpeó la mesa y le apuntó con el dedo al niño – ¡Como te atreves a faltarme el respeto de esa forma! ¡Hablas con el Ex General Fabriccio Lecter! ¡Soy uno de los hombres más capacitados de este cuartel, chico...!

    Martin estaba por entrar a la sala cuando logró escuchar las palabras de Bastian como un susurro.

    Bastian dio un brinco tras los regaños y a pesar de ello no volteó en ningún momento. No pudo ver aquel rostro tan arrogante que tenía el hombre –Si...– Contestó el chico al evadir la mirada –Pero no del mundo...– Remató el niño con completo descaro y con la verdad más clara de todas. La boca del detective está abierta y lista para hablar, pero no lo hizo, ya que en ese momento recordó de quien estaban hablando.

    El detective se quedó callado, había actuado mal y lo reconocía.

    Fabriccio soltó un suspiro mientras se frotaba aquella arrugada frente –Hijo mío, tal vez es cierto, yo no soy el hombre más fuerte del mundo, pero hay algo más fuerte que cualquier poder, magia o fuerza...

    Bastian estaba escéptico. Tenía una mirada vacía, le dolía hablar de su familia y en esa habitación los estaba recordando demasiado. Escuchaba las palabras del detective mientras recordaba momentos con su abuelo, tan sabio, tan fuerte, siempre hablándole a Bastian de valores y refranes. Fue entonces cuando el chico giró la cabeza hacia el hombre, escuchando atentamente el fin de la oración...

    –La esperanza– Concluyó el hombre con un rostro solemne.

    Una pequeña sonrisa iluminó el rostro del pobre chico –Eso sonó muy parecido a algo que diría mi abuelo– Comentó Bastian al perderse en la nada.

    El comentario alago al detective. Curvó su bigote junto con sus labios formando una sonrisa –Es bueno sonreír, niño. Las sonrisas pueden ayudar incluso en el momento más trágico.

    –Sigue sonando como mi abuelo...– Le ofreció una mueca con una risa delicada y pasajera, pues se fue tan rápido como vino, simplemente era incapaz de sonreír por completo, ¿Quién podría en semejante situación?

    Fabriccio suspiro con un tono agotado –Bueno, ahora que ya te encuentras más relajado y ya sacamos todo nuestro estrés, hijo mío, ocupo que me digas si viste a alguien sospechoso esta noche.

    Bastian asintió con un rostro no muy decidido.

    –Muy bien, ¿Podrías otorgarme todos los detalles que puedas sobre ellos? Si lo deseas puedes tomarte el tiempo para pensarlo, no tengo ningún problema.

    Bastian empezó a describirlos como pudo –Eran dos hombres. Al primero no le pude ver la cara muy bien, pero esa persona tenía el cabello de un color negro y largo, su piel era pálida. Tenía heridas por todo el cuerpo, como si hubiese estado en un combate. Ese hombre...– De pronto titubeó.

    El detective se percató rápidamente de ello –No te esfuerces tanto. Si lo deseas solo descríbeme al hombre, no es necesario ahora mismo indagar en detalles.

    El niño froto sus ojos –Si, está bien. No sabría que más decir... tenía muchas cicatrices... y un tatuaje raro...

    -¿Crees poder decirme como era el tatuaje?

    -Era raro...

    El detective movió los labios en una mueca inconforme -¿Crees poder dibujarlo?

    El chico frunció el ceño. Bajó la mirada pensativo y dijo en un tono apagado –Eso creo- Con solo escuchar la frase el hombre le paso un papel y una pluma. Bastian se puso a trabajar en su dibujo. Lo hizo rápido, porque lo que deseaba era salir de esa sala.

    -Era algo así...

    - Dijo al mostrárselo al detective.


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    El detective tomó el dibujo y lo analizó con detenimiento. Era una versión muy sencilla, pero era idéntica a un símbolo utilizado durante la Cuarta Guerra Mundial –Esto puede llegar a servirnos mucho para encontrar respuestas, Bastian- Le comentó mientras meneaba la hoja blanca de un lado a otro –Cuéntame sobre la segunda persona, ¿También tenia un tatuaje?

    -No pude verle la piel, el hombre estaba lleno de vendas. Como las momias de los cuentos de terror... Sus ojos... Sus ojos eran como los de un gato, de color rojo... poco mas, era musculo y alto...Es todo...

    –Lo hiciste bien. Hasta podría decir que eres bueno para esto...

    –Soy hijo y nieto de grandes soldados. Así tenía que ser- Mencionó el chico con aires de grandeza.

    El hombre dio una risa rápida mientras escribía –Muy bien. Bastian, no voy a hacer que me cuentes lo que viste exactamente. No por ahora. Así que ya puedes salir.

    El chico apretó los labios y deslizó la silla para poder salir de la sala. Volteó hacia el detective. Ahora parecía entretenido buscando cosas entre montones de papeles. No le dio mucha importancia. Tocó el picaporte y entonces escuchó de nuevo la voz del hombre, pero esta vez mucho más amena.

    –Gracias por la información. Es un peso menos, hará mucho bien...– Dijo el detective al mostrar una leve sonrisa. Esto alegró un poco al niño. La puerta se cerró dejando atrás la imagen del detective Fabriccio. El hombre quito la sonrisa al momento de que el chico ya no estaba. Puso de nuevo su rostro serio, pero esta vez con un gesto mas melancólico –Pobre niño...- Murmuró el hombre con la vista agachada –Pero con esa poca información creo que me acabas de dar uno de los posibles asesinos...- Dijo al sacar una hoja con un reporte militar de hace unos meses. Volteó hacia el dibujo y ahora si prendió su cigarrillo. Echó la espalda hacia atrás con los brazos cruzados. Continúo admirando el dibujo con detalle. Entonces murmuró -¿Qué tiene que ver el Dr. Akira con todo esto?


    (...)​


    Del otro lado de la puerta Martin y Bastian se rencontraban. Aunque no quisiera que se notase, el soldado tenia un rostro de completa angustia.

    –¿Todo bien Bastian?

    El chico ignoró todo pensamiento negativo al verlo. Le sonrió y asintió con un fuerte –Todo bien, creo. Aunque no me dijo que fuera con ninguna secretaria, ni nada de eso...

    Martin estaba contento de verlo así, parecía un poco más relajado. Se incorporó y dijo –Podemos ir a la banca y hablar un poco, no creo que me necesiten en la oficina...– Su voz elegante y tranquila, armonizó al chico. Bastian asintió.

    Caminaron juntos hacia la banca, entonces Martin logró divisar a una de las Generales Mundiales. Una de los soldados más importantes de todo el mundo. Estaba hablando con unos hombres viejos de traje en el pasillo. Volteó hacia Violeta, ella le miró con un gesto molesto y de desespero. Pronto habría de iniciar la reunión y tenían que servir como guardias. Martin no había predicho que tendrían semejantes figuras en la reunión.

    -Ba-Bastian tengo que irme, parece que ya tengo que ir a trabajar...

    -Pero dijiste que hablaríamos un rato...

    -Si, pero no esperaba que tuviese que servir como guardia tan pronto. Espera en la
    banca y si la reunión termina pronto iré contigo.

    El chico hizo una mueca de molestia y masculló –Como digas- Sin muchos aires de creerle. Bastian conocía de las mentiras de los adultos. Amaba a su padre, pero su padre tenia una excusa típica, "En cuanto termine mi trabajo", lo que pasa es que siempre volvía a tener mas trabajo.

    Martin le llevó hasta la banca y se alejó con rapidez. Bastian se quedo solo en la banca, aunque solo no podría ser la mejor palabra, ya que en la banca había dos personas más. Un soldado al cual ya podría llamar abuelo con un golpe en la cabeza y una mujer que tenia el rostro angustia esperando las noticias de su hijo y marido. Bastian no pensó en prestarles demasiada atención así que se mantuvo pensativo en la banca. Trató de evadir cualquier pensamiento sobre su familia y se concentró únicamente en aquellas lecciones de sus maestros, las matemáticas de su última clase donde ahora no usaba números sino letras, lo cual le parecía una completa locura. Recordó las aburridas clases de geografía, si, si, si, los ecosistemas, la selva, el bosque, la tundra, por alguna razón la palabra tundra le parecía graciosa. Así como cuando en biología le dijeron que existía el reino fungi. Era una palabra divertida de decir, fungi. La clase que más le gustaba era la clase de historia, recordaba que su maestro le estaba hablando sobre sucesos posteriores a la Tercera Guerra Mundial. Las historias de grandes guerreros le fascinaban. Quizás por eso amaba tanto a su abuelo. Y por ultimo recordó su clase de música. No le gustaba tocar el piano, pero su madre creía que serviría para desarrollar otro tipo de talentos a demás del uso de la espada, en las cuales sus clases siempre le decían que era sobresaliente. De pronto empezó a escuchar la voz de su vieja maestra, una mujer gruñona que en vez de hablar balbuceaba. Dejó de pensar en su maestra y se enfocó en la melodía del piano. Era una canción romántica. De esa que los príncipes tocan a su princesa. Como en los cuentos o las viejas historias. La melodía se apodero de su cabeza. Comenzó a escuchar poco a poco la melodía. Intentaba recordar como tocarla. La voz de su madre apareció de pronto, ella le contó la historia de aquella canción. En su tiempo existió un rey que conquisto las Islas Medias bajo la bandera de Sabatelli. El hombre tenía múltiples pretendientes al ser el hombre más poderoso de la época. Más nunca se enamoró de nadie. Tras conquistar una parte del mundo el hombre se encerró en su castillo y se dedico a escribir poesía y cuentos. Nadie sabía que el hombre alguna vez había tenido una amiga a la que había amado con toda su alma. Una de las aficiones de la chica era el piano. El hombre se dedicó a terminar la canción que su amiga nunca pudo acabar. Y al finalizar la canción una joven entró a su habitación. No era nadie importante, ni nadie que conociera, pero en el instante quedo maravillado con ella. La canción era un poema a los amores que te salvan del abismo. Esos amores repentinos. Esos amores puros.

    La tonada continuaba en su cabeza.

    Bastian sonrió. Entonces escuchó las lágrimas silenciosas de una niña. Volteó hacia su izquierda. Ahí se encontraba ella, una niña de bellos cabellos rubios claros que llegaban hasta los hombros. Ojos azules tan brillantes como diamantes, unos perfectos labios rojos, mejillas rosadas y vestimenta por decir poco, costosa, pero elegante. Un lindo vestido de color amarillo con negro. Zapatos negros de gran calidad, al igual que aquel par de aretes azul marino que colgaban de sus pequeñas orejas. La belleza de la niña cautivo a Bastian. Sin embargo, aquella bonita presencia estaba siendo opacada por el constante derramamiento de lágrimas y una tristeza que ahogaba al aire.

    A unos cuantos metros de ahí se encontraban unas mujeres que conversaban más alto de lo que deberían. Bastian se percató de lo que hablaban y se molestó, pues lo mismo había sucedido durante su estancia en aquella banca mientras esperaba a Kian.

    El chico logró escuchar de que era lo que hablaban las mujeres, al parecer el hermano de la niña había muerto esa misma noche, había sido uno de las víctimas de los mismos asesinos que atacaron el pueblo de LaneCloud y asesinaron a la familia de Bastian. Una de las mujeres menciono: "¿Él no era el otro General Mundial?". Esas palabras golpearon la memoria de Bastian, alguna vez había escuchado por parte de su padre y abuelo sobre la llegada de un General Mundial al pueblo de LaneCloud. Había comprado una casa cerca del ayuntamiento, una casa humilde de tamaño grande, mas no exagerado. Bastian no le había conocido, sin embargo sabía que sus padres si se habían presentados formalmente a sus nuevos vecinos. Su madre una vez le había hablado sobre la linda hermana del joven General. Esa niña debía ser ella, por un momento sintió una conexión con la niña. Ella estaba pasando justo por lo mismo que él. Bastian no era bueno para hablar con otras personas, pues la mayor parte de su vida lo había pasado en su casa. Tanto el estudio como los entrenamientos que sus padres le pagaban. Así que no tenía muchos amigos. Sin embargo, aquella niña estaba aun lado suyo, llorando así como él había llorado. Quería acercarse a ella y decirle que todo estaría bien, a pesar de que él ni siquiera sabía si todo estaría bien del todo. Lo único que comprendía es que en ese momento se sentía mal por las pérdidas de su familia, el recuerdo de su madre le atormentaba y la rabia de aquellos dos hombres le cegaba, pero gracias a Martin y esa inesperada calidez le había hecho tranquilizarse un poco. Eso le había hecho sentir bien a él, ¿porque a ella no? Lo intentó.

    Con una voz baja Bastian preguntó – ¿Cómo te llamas?– Pero ella no contesto. ¿Sera que acaso no hable lo suficientemente fuerte?

    Giró su cabeza en dirección a las mujeres. Frunció el ceño al escucharlas, junto con una mueca de desagrado. No tuvo que decir nada para que las mujeres entendiesen lo que quería decir. ¡Quieren callarse!

    Una de las mujeres se percató de la mirada del niño, entre murmureos se fueron alejando de la banca.

    –La gente de este lugar puede ser poco precavida de todo lo que hablan. No sé si acaso no ven que estamos aquí, que escuchamos, que estamos mal... Hablando de todo tipo de cosas justo cuando estamos aquí... Son maleducadas...– Bastian hizo al final una mueca con la boca doblándola hacia la izquierda y agitando la cabeza hacia los lados. Por un momento volvió a ese mar de angustia y amargura. Pero todo cambio cuando escucho esa hermosa voz.

    –¿Me estás hablando a mí...?– Preguntó la niña mientras volteaba a ver a Bastian un poco extrañada. Su voz era suave y dulce. Un placer al oído. Se frotó las lágrimas con la parte baja de su manga negras. Mas sin embargo, las lágrimas seguían fluyendo.

    Bastian al momento de verla se puso nerviosos. No había planeado lo que podría decir, se decidió por dejarse llevar –Sí... creo... no veo a nadie más cerca– Levantó la cabeza y observo al hombre gordo que se había sentado en la otra punta de la banca. Empezó a hablar en voz baja para que no le escuchara –Bueno, el señor que está a un lado, pero no siento el más mínimo interés de hablarle... Da miedo...– Finalizó mientras sonreía y soltaba unas risas silenciosas.

    La niña mostró un rostro de confusión, giró la cabeza y observó al hombre. Se volvió hacia Bastian, un niño sonrojado por los nervios. Era curioso –Oh... entonces era a mí a la que le preguntabas el nombre...– Pensó sobre contestar a la pregunta un par de segundos, pero al final lo dijo de manera segura mientras trataba de secar más rápido sus lágrimas –Soy Mairis.

    ¿Ahora que debía de decir? Solo pensó en Martin y como se le había acercado, al igual que como le había contestado cuando lo acompaño al baño. Tragó saliva, aclaró la garganta, avergonzado de lo que iba a decir –Mairis, es un bonito nombre ¿Nunca te lo han dicho? Yo soy Bastian Arcnaik, un nombre feo para bello rostro ¿No crees?

    Mairis solo lo volteó a ver y levantó una ceja, sonrió y soltó una delicada risa que iluminó su rostro enrojecido por el tallado de su manga contra su rostro. Sus pestañas largas seguían húmedas. Quizás no le había hecho dejar de llorar, pero la había hecho sonreír y eso era suficiente para Bastian.

    El chico se sonrojo por la risa tan tierna que tenía aquella niña. Metió sus manos en los bolsillos del saco de Martin. Sintió un pequeño bulto, lo tomo y lo saco levemente. Era una barra de chocolate – ¿Ti–Tienes hambre?– Murmuro aún más enrojecido. Mairis volteo con un rostro confundido –Te–Tengo una barra de chocolate. He estado aquí unos minutos y ya me dio hambre... lo siento, como mucho... ¿gustas?

    –No gracias. No debo tomar cosas de extraños...

    –Para que confíes le daré un morisco– El chico abrió la barrita, esperando que Martin no se molestara después. Le dio un mordisco, realmente sabía bien. Le cedió la barrita a Mairis con unas sonrisa. La chica sonrió y la tomó. Le dio un mordisco pequeño. A ella también le pareció muy bueno.

    – ¿Vas a entrar con el detective?

    –Eso creo, ahora mismo entró mi hermano...

    – ¿Hermano?

    –Sí, aquí estaba a un lado. Hace poco se fue con el detective... ¿No lo viste? Estaba sentado justo a un lado de ti– La chica volvió a secar sus ojos, esta vez parecía ya no lagrimear, pero sus ojos azules seguían húmedos.

    Bastian empezó a reír de manera nerviosa –N–N–No...Creo que estaba muy concentrado pensando...

    –Bueno, ammm, mi hermano entro a la sala seis.

    –Le espera algo muy malo, el detective es todo un monstruo...

    –¿Enserio? Que miedo... Ahora no quiero entrar...

    –No... Tranquila, no pareces una mala persona, puede que no te trate mal a ti...– Dijo Bastian tratando de animarla. Inconscientemente hizo una cara muy graciosa. Eran los nervios.

    Mairis se alegró al ver la cara de Bastian, pero por dentro de ella no cabía una duda, así que le pregunto sin rodeo alguno – ¿Por qué estás tan feliz? Perdona por ser tan ruda...– Agachó la mirada con un rostro triste. Bastian cambió su rostro en el mismo momento. Hizo una mueca y apretó los labios. Mairis continuo – ¿Tú no eres el niño al cual su familia...? bueno ya sabes, le paso algo malo ¿Eres el hijo del otro General Mundial, no?... Es decir, ¿No te sientes triste?

    Bastian sintió una puñalada en su corazón. Si, tenía razón la chica y se moría por decirle la verdad, por decirle que le dolía, que le quemaba la idea de solo pensar en ya no volver a estar con sus padres. Quería decirle que deseaba que todo eso fuera solo una pesadilla y que su madre le levantara pronto para desayunar un poco de huevo. Lo deseaba de todo corazón, pero sabía que no era cierto. Todo era tan real, todo se había sentido tan verdadero que aunque despertara de aquel hipotético sueño creería que de alguna forma todo eso había ocurrido de verdad. Sin embargo existía un gran "pero". Bastian no iba a decirle todo lo que sentía en ese momento por una sencilla razón, estaba fuera de lo que él quería que la niña sintiese. Por alguna razón quería que ella se sintiera mejor, quería ser como Martin, sentir lo que aquel soldado sintió al hacerle sentir bien estando a su lado simplemente y hablando un poco. Ahogó su dolor, dio un suspiro y habló.

    –Claro que estoy triste, muy triste, no es fácil perder a tus padres, pero llorar no traerá nada de vuelta... mejor sonrió para tratar al menos de traer un poco de felicidad, para estar bien... eso decía mi abuelo...– Aunque la oración había sido muy cierta, Bastian no se sentía como lo mencionaba. Era un sacrificio con tan de ver a Mairis un poco mejor. Quizás ella si supiera aprovechar aquel pequeño sermón.

    –Puede que tengas razón...– Mencionó Mairis con la mirada pérdida en sus zapatos.

    Ellos dos siguieron platicado unos minutos. Tras esa conversación Mairis fue llamada a pasar a la sala seis con el detective. Respiró profundo, estaba nerviosa, se levantó y justo antes de empezar a caminar, con una sonrisa volteó a ver a Bastian mencionando –La novia de mi hermano decía que siempre es bueno hacer amigos. Gracias por la compañía.

    Bastian se quedó solo nuevamente en la banca pero por poco tiempo ya que Mairis salió muy rápido de la sala seis. Salió de la sala confundida, como si no le hubieran preguntado absolutamente nada. Junto con ella también salió de la sala el detective con sus papeles, al parecer la interrogación se había acabado, no quedaba nadie más a quien interrogar. El detective bajo las escaleras y se desapareció de la vista completamente en el resto del día.

    A Mairis la había estado esperando un niño que muy probablemente era su hermano. Bastian notaba algo raro en el chico, tenía sus manos siempre adentro de sus bolsillos. El niño era de piel blanca, un poco más robusto que Bastian, al igual que un poco más alto. Cabello negro, corto y peinado hacia el lado derecho. Al igual que Mairis, el chico también vestía elegante.

    La atención de Bastian se desvió de los dos chicos que caminaban hacia él, dirigiéndose ahora hacia los otros hombres que caminaban en dirección a la sala que resguardaba Martin junto con su amiga. Uno de los hombres le mantuvo la mirada durante unos segundos. Bastian sintió que ese hombre tenía un increíble parentesco a su abuelo, solo que tenía una apariencia más joven y en vez de una barba tenía un bigote poblado de color grisáceo. Cargaba un sombrero vaquero y un uniforme de color negro desde los pies hasta el sombrero. El hombre venía acompañado de otros hombres vestidos de negro. Las personas parecían más impresionadas de lo normal con la presencia de estas personas. Bastian desconocía el porqué de todo ello. Sin embargo aquel hombre le había parecido interesante. No todos los días ves una copia casi exacta de tu abuelo. Así como ese hombre también pasaron varios adultos, algunos pasaban en solitario y otros acompañados de soldados que parecían muy fuertes.

    –Pasa algo Bastian te miras muy serio.

    Bastian volteó y su cara se puso roja por la sorpresa de no haber visto a Mairis y a su hermano –No... No pasa nada, solo estaba viendo a la gente que entro a la sala, parecen personas importantes. Todos los veían.

    –No puse atención a ello, no soy tan observadora, perdona– Mencionó Mairis de forma burlona.

    – ¿Quién es el niño, Mairis?– Preguntó el chico que acompañaba a la bonita niña. El chico observó desde arriba de su hombro a Bastian.

    –Vaya no te vi hace un rato. Tú debes de ser el hermano de Mairis. Ella me dijo tu nombre... ¿Brandon?

    El niño siguió viendo a Bastian de una forma indiferente y luego corrigió a Bastian –Bruno. Soy el hermano mayor de Mairis. Mucho gusto- Dijo y luego desvió su mirada hacia los soldados que venían subiendo por las escaleras.

    Bastian, percatado de la forma tan fría y seria de hablar de Bruno, ya no habló más con él por el momento, así que decidió platicar solamente con Mairis.

    -¿Qué paso en la oficina? Saliste muy rápido.

    -Me preguntó por las cosas que había visto, le estaba contando mi historia cuando me
    dijo- La chica se puso su delgado y pequeño dedo en el labio superior y le habló imitando la voz del detective -"Veo que estas confirmando la historia de tu hermano. Tengo que ir a una junta importante, así que lo dejaremos así por hoy. Ya puedes salir."- Bastian y la chica empezaron a reír.

    Mientras reían Bastian desvió su mirada hacia Bruno. El no reía para nada y eso que la imitación había sido muy buena. Entonces el chico pudo ver desde su lugar un poco de las mano izquierda de Bruno, estaba vendada y manchada en sangre.

    -¿Qué te pasó en la mano?- Preguntó el chico cortando la conversación.

    Bruno lo miró -¿Quisieras que te preguntara porque tu suéter debajo de ese saco enorme esta manchado de sangre?

    -¡Bruno!

    -Esta bien...- Comentó Bastian un tanto nervioso –Tienes razón, no es algo en lo que me deba de meter- El chico tiro su espalda hacia la pared y levantó la pierna posándola también en la pared. Mantuvo las manos en las bolsas de su saco. Ahí Bastian cayó en cuenta de que quizás hacia eso para que exactamente nadie le preguntase nada.

    -Disculpalo... Ha sido una noche difícil- Susurró Mairis con rostro triste.

    -Lo ha sido para todos... No te preocupes- Bastian movió un poco la cabeza y logro ver a Kian dirigiéndose hacia la banca. Cargaba a Mike, el cual miraba a todas las personas con curiosidad.

    -¡Kian!- Le llamó el chico desde la banca.

    Mairis trato de descifrar a quien hablaba, era imposible, parecía que ese piso se estaba llenando cada vez mas de personas.

    Kian pronto llegó -¡Bastian! Disculpa, me pidieron hacer muchas cosas, al parecer el detective cree que soy un sospechoso de...- Cortó de pronto. No había de terminar esa frase por ningún motivo. Levantó al bebe y dijo -¡A demás fui por Mike!

    El niño comenzó a patalear.

    -Que lindo- Dijo Mairis emocionada -¿Es tu hermano?- Le preguntó al joven.

    -Algo así... En realidad es hermano de él- Dijo Kian al notar que Mike comenzaba a forcejear.

    -Nunca me dijiste que tenías un hermanito.

    Bastian le sonrió apenado -No hubo oportunidad- Entonces el chico notó que Mike extendía sus brazos hacia Mairis –Parece que le gustas...- Dijo Bastian en casi un susurro.

    -Descubrámoslo- Kian acercó al bebe hasta Mairis. Había visto bebes. Hermanos
    mejores de sus amigas, así como de vecinas, mas nunca había tenido uno entre sus brazos. Tomó al bebe. Olía lindo. Era pequeño, suave y frágil. Lo acomodó en sus brazos a como le explicó la novia de su hermano... Lo acomodó mal, a pesar de que ella juraba que la novia de su hermano lo hacia justo así. Bastian le ayudó acomodando sus manos. El bebe ahora estaba bien, levantó su mirada hacia la chica y le sonreía.

    -Le agradas bastante- Dijo Bastian con una sonrisa.

    Mairis giro la cabeza para verle. Se acomodo el cabello para que el bebe no intentase jalarlo y ella sonrió de manera tierna –Gracias.

    Kian miraba la escena con alegría. Bruno observaba a Mike con curiosidad, el tampoco nunca había tenido a un bebe tan cerca. No tenia recuerdo de haber visto a Mairis como una bebe tampoco.

    Los chicos duraron juntos conversando entre ellos. Bruno incluso tuvo la oportunidad de tomar a Mike, aunque esto no le parecía mucho a Bastian, pero creyó ver el retazo de una sonrisa. Y eso, para la situación de ellos, valía la pena.

    Los chicos reían animados cuando de pronto entre la multitud de soldados un hombre se acercó. Bastian lo vio caminar y creyó que era Martin, pero no, era idéntico, eso se tenia que aclarar, aunque con un rostro mucho mas maduro y cabello rubio un poco mas obscuro.

    Mairis se emocionó al verlo -¡Arlong!- Gritó de emoción espantando un poco a Mike.

    -Arlong- Mencionó Bruno un tanto sorprendido.

    El hombre llegó hasta con ellos y los envolvió en un abrazo mientras les susurraba con la voz un poco rota, pero igual seria –Agradezco a la diosa que estén bien. Les prometo que todo estará bien. Se tienen a ustedes juntos, eso vale mas que cualquier cosa y por ningún motivo permitiré que les separen.

    Mairis y Bruno lo abrazaban con fuerzas. Kian y Bastian lograban escuchar los sollozos silenciosos de los dos hermanos.

    El hombre se hizo hacia atrás. Entonces vio la mano izquierda de Bruno -¿Qué es lo que te sucedió?- Preguntó preocupado. El chico acarició su mano. Le dolía bastante. Entonces el hombre le sonrió –Déjalo, no me cuentes. Estoy seguro de que te lastimaste siendo un héroe...- Le tomó del hombro –Sea lo que sea que hiciste. Lo hiciste bien.

    Bruno apretó sus labio impidiendo llorar, peros sus ojos estaban muy llorosos.

    -¿Y quien es este pequeñín?

    Bastian respondió rápido –Mike, mi hermano.

    El hombre miró a Bastian -¿Y usted es?- Preguntó confundido y con una voz elegante, acompañado de una perfecta sonrisa.

    -Bastian, señor.

    El hombre no tardo nada en atar los hilos. Su rostro cambio en un instante de tener una sonrisa perfecta a un gesto profundamente serio. Le puso su mano sobre el hombro y le dijo –Lamento mucho de su familia. Hoy hemos perdido demasiado, pero soy incapaz de comprender que tanto han perdido ustedes dos. Solo te diré que seas fuerte, hijo mio, debes ser lo mas fuerte que puedas, por tu pequeño hermano- El chico bajo el rostro. Se notaba una mueca triste. El hombre le levando la cabeza poniendo su mano debajo del mentón –Su abuelo una vez me dijo que su nieto era el niño más fuerte que había conocido. Siempre lo dude, pero ahora que te veo creo que es posible.

    El niño sonrió. Levantó sus manos para limpiarse sus ojos llorosos a punto de desbordar. Ahí Arlong pudo ver el saco que llevaba puesto.

    -Bastian, ¿de donde sacaste ese saco?

    -Me lo dio el soldado de la puerta doble, señor- Se giró a mirar en dirección de Martin. Arlong le siguió la pista y ahí los vio, Violeta y Martin ambos saludando discretamente mientras resguardaban la entrada a la oficina que cada vez estaba mas llena. Desde ahí el General podía ver que estaban sudando por el miedo.

    El niño se dio la vuelta. Ahí el hombre pudo ver las manchas de sangre debajo del saco. Sintió pena por los niños. No le deseaba eso a nadie. Aunque el gesto de su hermano le enterneció el corazón –Te queda bien el saco de mi hermano- Le dijo. Levantó la placa. Bastian pudo leer "Gral. De Milloria - Arlong Price".

    -Lo imaginaba, se parecen demasiado- Le dijo el chico.

    El hombre soltó un suspiro –Solo en aspecto, Bastian- Le puso la mano en el hombro y le dijo –Tienes mi palabra. No dejare que te separen de tu hermano.

    El chico aunque confundido asintió.

    Arlong se irguió cuando escuchó otra voz atrás suyo.

    -¿Por qué los separarían?- Preguntó Kian con un rostro serio.

    Arlong le tendió la mano –Discúlpeme, creo que no nos conocemos. Arlong Price, Gral. De Milloria.

    El chico le estrechó la mano -Kian, ayudante de sheriff de LaneCloud. Yo iba a ser adoptado por la familia Arcnaik, bueno, hasta que todo esto sucedió...

    -No sabia de usted, pero entiendo. En aquellas puertas donde están entrando tantas personas habrá una reunión. Se hablara sobre lo sucedido en estos pueblos y también se planteara la custodia de los huérfanos de guerra, entre ellos, Bastian, el pequeño Mike, Mairis y Bruno.

    -¡¿Cómo?!- Se quejo Bruno –¡Todo esto acaba de suceder apenas unas horas!

    -Las personas que atacaron el pueblo son gente peligrosa, Bruno. Es muy posible que deseen tomarlos como rehenes para negocios con el Gobierno Mundial. Sus padres o su hermano debieron haber dejado el nombre de un tutor oficial.

    -¡Yo puedo ir a vivir con mi abuelo en Arbal!- Gruñó Bastian.

    Arlong lo miró. Apretó los labios y dijo –Me temo que es imposible. El Gobierno Mundial no mandaría a un niño a un reino que se encuentra en guerra actualmente. Así que tendrás que vivir con un tutor mientras la guerra no acabe- Los niños lo miraban con miedo. Era un cambio muy repentino.

    -Pero...- Dijo Kian desconcertado.

    Se escuchó un fuerte -¡¿Nos encontramos todos?!- De una voz senil.

    -¡Arlong, muévete!- Gritó Martin desde la puerta.

    -Tendremos que dejarlo aquí- El hombre le sonrió a los chicos –Un gusto poder verlos y conocerlos- Y el hombre agachó la mirada. Seguido salio corriendo hacia la puerta, no sin antes decirle algo a Martin sobre lo del saco. Se cerraron las puertas y el soldado lanzó un suspiro aliviado. No parecía haberle dicho nada malo.

    -No puedo creer que no podre ir con mi abuelo...- Dijo Bastian con el gesto amargo. Abrió los ojos con profundo miedo y giró la cabeza hacia Kian –No... No tienes mi apellido, a donde sea que me lleven no iras conmigo- El niño se levanto y abrazó a adolescente -¡No quiero que nos separen, Kian! ¡No lo quiero!- Gritó con fuerza. El joven tragó saliva y le acarició el cabello sin poder decirle nada. El solo pensar que se quedaría solo le daba un terrible terror.

    Por otra parte Mairis, que cargaba a Mike se giró con Bruno -¿Es posible que nos separen?- Preguntó con cierto tono de miedo. Chillante, como si estuviese a punto de llorar de completo horror.

    Bruno apretó los dientes. Tenia solo nueve años, pero parecía comprender bien lo que estaba pasando –No tenemos tíos, ni abuelos... Eva tampoco tenía familia... De hecho aunque la tuviera ni siquiera lograron casarse así que legalmente no tenemos a nadie con quien ir...- El chico se quedo callado. Esta vez, desde que todos aquellos soldados habían entrado a la oficina el piso se había quedado relativamente solo y el silencio ahora ya no parecía tan bueno. De hecho Martin y Violeta eran capaces de escuchar la conversación de los niños –Nos pueden mandar a un orfanato. Y en los orfanatos se intenta hacer que adopten a los hermanos juntos...
    pero hay veces en que no es posible...- Concluyo el chico con un rostro de profundo dolor.

    Ahí Bastian cayo en cuenta de algo -¿Orfanato?- Miró a Mike –Yo tampoco tengo familiares fuera de Arbal. El hermano de mi padre murió en la guerra y mi abuela murió antes
    de que naciera... A los bebes los adoptan mas fácilmente que a los niños mayores...

    Kian entonces interrumpió -¡No!- Le dijo sacudiéndolo desde los hombros -¡El señor Arlong dijo que impediría que nos separen...! Aunque, no sabemos si es posi...

    Los niños cayeron en silencio. Entonces Mairis levantó la mirada y les dijo –Arlong era amigo de nuestro hermano, por eso nos conocía... y nosotros lo conocemos a él- La chica se tapo los ojos. Agachó la cabeza ahogando su miedo y la levantó mostrando la sonrisa mas hermosa que cualquier de ellos hubiese visto -¡Podemos confiar en él!- Tras esa sonrisa fue imposible no tener un poco de confianza.

    Las horas de espera fueron eternas.


    (...)​


    La junta era liderada por un soldado de máximo rango, era un hombre viejo de noventa años que a pesar de su edad seguía siendo vivo y poderoso. A sus lados se encontraban los otros dos soldados de máximo rango, del lado derecho se encontraba una mujer adulta morena de exuberante figura y cabello de infinitos rizos. Del lado izquierdo se encontraba un hombre larguirucho de más de dos metros, delgado con brazos y piernas como palos. Así como una perpetua sonrisa bastante perturbadora. Los tres altos cargos vestían trajes militares de color blanco, eran los uníos que podían llevar esos trajes.

    En la junta se encontraban muchos, más no todos los soldados del mundo. El evento que estaban presenciando alrededor del mundo era un escenario aterrador. Una ola de caos imposible de predecir. En todo el mundo se estaban llevando ataques terroristas que atacaban a las poblaciones de muchos reinos, así como también ataques directos a embarcaciones militares, almacenes, bibliotecas e incluso cuarteles. Todos los Generales que faltaban estaban atendiendo los ataques. Para gusto de los altos cargos eran más de lo que podrían desear.

    El evento más impresionante que tocó tema en aquella junta obviamente fue la muerte de los otros dos altos cargos. Adam Arcnaik y Edward Hellwell. Así como la dolorosa pérdida del héroe de la Cuarta Guerra Mundial, Abraham Arcnaik. Se contó la información conocida del ataque, así como de los posibles sospechosos. El solo pensar quien había sido capaz de poder derrotar a tres hombres con semejante poder era algo que erizaba la piel de todos los ahí presentes.

    Se planeo la manera en que oficialmente se haría pública la noticia, así como la historia que se contaría. También se planeó los movimientos militares para poder mantener el peso de aquella cantidad de ataques. Se plantearon los planeas para elegir a los nuevos altos cargos y se negociaron las posibilidades para poder llevar a cabo las reconstrucciones de las ciudades atacadas. Hasta que llegó el momento de hablar de las familias afectadas donde se planearían arreglos para todos aquellos afectados. Para finalizar ese tema el hombre viejo decidió hablar de la situación de los niños Arcnaik y los niños Hellwell. Sacó dos folders en donde estaban los testamentos que cada soldado tenia el deber de hacer, mas no todos hacían. Adam y Edward eran del tipo que siempre que tenían una misión escribían una.

    Se leyeron los documentos en las secciones importantes para el tema.

    -Adam Arcnaik decía "En caso de mi fallecimiento y en caso de que mi esposa Heidi GreenBurn no este habrá de pasarse la custodia oficial de mis dos hijos, Bastian Arcnaik y Michael Arcnaik a Ruben GreenBurn, abuelo de ambos niños..."

    La mujer a su lado derecho interrumpió al viejo soldado –Imposible, no podemos mandar a dos niños a un reino que se encuentra en plena guerra. Por la ley de Clamer, Arbal tiene en su totalidad quince años para acabar su guerra.

    El hombre larguirucho a su izquierda comentó –El infante tendría exactamente quince años cuando eso ocurriese, pero el otro tendría veintitrés. El hijo mayor, Bastian, no tiene familiares que no estén en Arbal. Si lo enviamos a un orfanato el chico ya llevaría siete años fuera cuando la guerra terminase.

    Un hombre del medio de la larga mesa se levanto diciendo –Si me permiten ofrecer a Baja Sabatelli como nuevo hogar para el mayor de los Arcnaik, después de todo el chico tiene como cuna nuestras tierras. Es bien conocida la estabilidad de los reinos Sabatelli, habrá de estudiar en las mejores escuelas, crecer con los mejores tratos y entrenado por los mas poderosos guerreros.

    Arlong levantó la mano al ver que los altos cargos comenzaban a pensar la posibilidad –Señores, el crecimiento adecuado para un niño es el poder crecer alrededor de familiares. El chico no puede ser enviado a Arbal, pero creo que lastimaría la psicología del chico si es separado de su hermano menor y su medio hermano. Más para un evento tan traumático como el perder a sus padres.

    -No existen medios hermanos. Adam Arcnaik tuvo un tercer hijo, pero murió hace muchos años.

    -Su nombre es Kian y...

    -Kian era y solo era el alumno de Abraham Arcnaik- Dijo el anciano –Por mas que haya existido la intención de adoptar a Kian bajo el apellido Arcnaik nunca fue concretado. No podemos hacer nada por ese chico.

    Arlong apretó los labios incapaz de pensar que otra cosa podría hacer.

    El hombre que se levantó antes volvió a hablar –Si me permiten, Generales, Baja Sabatelli se puede hacer cargo de los tres chicos de ser necesario.

    Arlong giro la cabeza. Y la gente comenzó a murmurar. Era obvio que aquel hombre deseaba tener en manos de su reino a chicos con sangre tan popular y poderosa en sus manos. A demás de un alumno directamente entrenado por Abraham Arcnaik, el héroe. Era un jugoso botín.

    En ese momento un segundo hombre se levantó -¡Generales, podrá ser que el mayor haya nacido en Baja Sabatelli, pero sus raíces son profundas y vienen de Harbenten! ¡Nuestro reino puede ofrecerles tener a esos chicos como los mejores guerreros en el momento en que tengan la mayoría de edad!

    Otros tres se levantaron y comenzaron a gritar sus negociaciones. Unos pedían al mayor, otros a los dos, otros al bebe y otros a los tres. Eso era lo que eran ahora aquellos huérfanos, poderosas armas militares en desarrollo. La fama de los reinos incrementaba con grandeza cuando poderosos soldados levantaban sus banderas.

    El viejo soldado estaba por callarlos a todos hasta que un hombre gritó -¡Todos cierren sus putas bocas!- La frase fue tan fuerte que hasta los niños la pudieron escuchar.

    El silencio gobernó la sala. El hombre se quito el sombrero viejo y lo pegó en su pecho levantó la mirada hacia sus superiores. Entonces el viejo soldado le dijo –Hable Agente Bohm.

    -Gracias, General. He de decir que si alguien ha tenido contacto con esos niños soy yo. Considero a su abuelo como un padre y al padre de esos niños lo quería como mi hermano. Usted conoce mi pasado, sabe la profunda conexión que he tenido con la familia Arcnaik. Conocí a esos niños cuando nacieron. Mi fuerza es la suficiente como para poder defender a esos niños. Estoy seguro de que Adam de haber podido elegir a alguien más fuera de la familia GreenBurn me hubiese elegido a mí. Por eso, General, estoy dispuesto a criar a esos niños, como el señor Abraham me crió a mí.

    Los murmullos comenzaron a sonar. Y Arlong admiraba al Agente Bohm con una enorme sonrisa en el rostro al momento de escuchar esas palabras.

    -¿No tendrá problemas para atender sus misiones con el Servicio Secreto?- Pregunto la General de infinitos rizos.

    -Dejare el Servicio Secreto de ser necesario, Generales.

    Los murmullos se intensificaron hasta que el viejo General dijo -Estoy de acuerdo, Claarn A. Bohm. Seras el nuevo tutor de los infantes Arcnaik.

    -Pero General. El Agente Bohm ni siquiera tiene una vivienda en la cual cría a los niños-
    Dijo la mujer que estaba sentada a su derecha.

    -Habremos de darles una casa en LaneCloud.

    -¿LaneCloud?- Dijo el General a su izquierda –¿Después de lo sucedido?

    -Se mantendrá la seguridad ampliamente reforzada en LaneCloud y Hericent por un tiempo indefinido. Sin hablar que llevar a los niños a un lugar desconocido podría afectarles emocionalmente. A demás el agente Bohm me concierne, así como a mas de uno de ustedes que sus habilidades están a un nivel mas que adecuado para defender a los niños. Comparados con los del mismo Adam, si no me equivoco. Esa sera la ultima decisión. Más de un reino rechinó los dientes al escuchar la declaración. El Agente Bohm por su parte agachó la cabeza en gesto de agradecimiento y se puso de nuevo el sombrero.

    -Ahora iremos a la custodia de los niños Hellwell. Según lo planteado por Edward Hellwell : "En caso de un repentino fallecimiento de mi persona, y si, y solo si, mi futura esposa Eva no llegue a encontrarse con nosotros, la custodia caerá en manos de Arlong Price, intimo amigo de la familia y hombre con las facultades para poder dar una buena vida a mis queridos hermanos."

    Los soldados dentro de la sala giraron todos hacia Arlong, el cual respondió con un seco -¿Qué?

    -¿Tiene alguna objeción, Gral. Price?

    Arlong sonrió con mucha felicidad y dijo con emoción -¡Para nada!

    Nuevamente los Generales de otros reinos comenzaron a gruñir ante la oportunidad perdida.


    (...)


    Un soldado subía las escaleras con prisa. En su mano tenia un radio que apretaba con fuera y en su pecho tenia una hebilla que decía "Milloria". Corrió por los pasillos. Los chicos lo vieron. El hombre llego hasta Violeta y Martin.

    -Teniente General... Teniente ... - Decía entre intentos de tomar aire.

    Los dos soldados se acercaron hacia él hombre –Respira, tranquilo, que necesitas, soldado- Le dio Violeta con tranquilidad.

    -Tengo que hablar con el General Arlong...

    -Esta en una junta importante.

    -No lo entiende... Esto es importante, muy importante...- El hombre se escabulló entre los dos y jalo la puerta.

    -¡Oye!- Le gritó Martin.

    La puerta se abrió. Y el hombre levantó el radio -¡General Arlong!- Gritó en medio de la junta. Todos los soldados dentro de la sala lo vieron y por su parte Arlong se levantó de la silla.

    Martin lo tomó del uniforme -¡Te dije que es una junta importante!- Y estaba por jalarlo cuando escuchó.

    -¡Es la General de Brigada Allen!- Dijo el hombre con un chillido -¡Me esta diciendo que Maf nos esta atacando!

    -¿Qué?- Dijo Martin, Violeta y Arlong al unisono. El General corrió hasta el soldado que se encontraba agotado. Tomó el radio -¡Informarme la situación!- Le dijo a la persona del radio -¡Violeta y Martin, es hora de irnos!

    -¡Claro!

    Y una voz extra sonó –Desde hace semanas se venia tentando una guerra con Maf. Que casualidad. Debe ser la Diosa diciéndonos que no los jóvenes Hellwell no pueden estar a tu custodia.

    Arlong se giró. El radio comenzó a sonar, pero el hombre lo silenció.

    -¿Tu eras el tutor de esos niños?- Dijo Martin con el rostro atónito.

    -¿Qué?- Dijeron los niños. Corrieron hasta la puerta para saber que era exactamente lo que estaba pasando.

    -Era- Comentó la misma persona –Si la guerra a estallado justo en este momento no es posible mandar a esos niños a Milloria con él.

    Arlong apretaba el radio con rabia. Todo era cierto. Y la angustia le apoderó cambiando su rostro por completo. Los niños se pusieron atrás suyo y el sentía todo el peso que su amigo le había encargado y no podía cumplir. Les había fallado.

    -Entonces, comencemos a planear a donde es que irán los chicos Hellwell- Dijo el alto cargo de rostro sonriente.

    Justo cuando los Generales estaban por empezar su disputa por ver quien podría apoderarse de esa custodia. Martin gritó -¡Yo seré quien custodie a esos niños!- Todos le miraron extrañados -¡Mi hermano puede que no este en disposición de acceder a ser su tutor, pero yo puedo dejar el ejercito de Milloria y venir a Hericent a trabajar en este mismo cuartel! ¡Soy Teniente Coronel! ¡Estoy más que capacitado para poder permitir una protección a esos niños!

    Uno de los Generales le contestó con un tono burlón –Ni siquiera tienes un lugar a donde llevarlos, chico. Teniente Coronel... ¿Sabes cuantos Teniente Coronel existen en el ejército? No eres para nada especial muchacho... Deja a los grandes hablar.

    -Martin...- Dijo Arlong para si mismo al ver a su hermano ponerse frente a él. Quizás era el momento, o en realidad es que Arlong nunca se había percatado de ello, pero Martin ya no parecía el chico mujeriego que conocía.

    -Se pueden ir a vivir conmigo- Dijo una voz conocida para Arlong, y una voz lejana del pasado para Bastian. Echó un vistazo a la sala y logró ver a aquel hombre que se parecía demasiado a su abuelo. Ese hombre del ridículo sombrero vaquero. Creía conocerlo. Alguna vez quizás lo había visto, pero no lo recordaba. El hombre prosiguió –Ese joven es el hermano menor de Arlong. Conozco a la familia Price, son gente honorable, personas de alta confianza. No por nada Edward eligió a uno para ser el tutor de sus hermanos. Con todo gusto podría compartir la casa en LaneCloud con el joven. El chico puede criar a los niños en el tiempo en que yo este haciendo misiones en el Servicio Secreto. Así, no perdería a un elemento importante por una situación como esta.

    Los tres altos cargos comenzaron a hablar entre si mientras que todos los Generales comenzaron a hablar entre quejas. Cada segundo de espera fue un dolor martillante. Los chicos estaban respirando agitados, sin saber exactamente que estaba pasando.

    Los altos cargos voltearon hacia el Agente Bohm. La mujer habló –Señor, creemos que el escenario que nos plantea es demasiado arriesgado y creemos que...

    -Me agrada como piensas, Claarn- Le dijo el viejo soldado.

    -¿Pero General?- Gruño la mujer.

    El General sonriente habló –Es la mejor opción, querida. Dárselos al Agente Bohm o dárselos a todos estos buitres- Lanzó una mirada a todos los soldados presentes. Una mirada que combinada con su sonrisa helaba la piel –Somos dos contra una, se ha declarado. Claarn A. Bohm y Martin Price serán los tutores de los huérfanos.

    Los cinco chicos comenzaron a gritar emocionados. Alegrando el ambiente lamentable que existía dentro de la oficina.

    -Ya te puedes retirar, Arlong. Tienes mejores cosas que atender- Dijo el viejo soldado.

    Arlong, completamente impresionado por lo que acaba de pasar asintió agradeciendo sus decisiones. Se acercó a Martin que no podía voltear por la impresión de que le hubiesen dicho que si. Le dio una palmada en la espalda y solo así su hermano se volteo. Al momento de voltear Arlong lo envolvió en un enorme abrazó -¡Estoy muy orgulloso de ti!- Le dijo con emoción en el oído.

    El hombre lo soltó. Acomodó su uniforme. Y se despidió con un saludo militar. Volteo hacia los chicos y sin hablar les gesticulo con los labios "No sean rudos con él. Todo estará bien". Seguido de eso levanto el radio y corrió hacia las escaleras mientras que le comunicaban la situación de su reino.

    Por ultimo Violeta se le lanzó a los brazos -¡Enserio no lo puedo creer! ¡Estoy orgullosa, no tienes idea cuanto, Martin!- Le besó en la mejilla - Cuídate mucho y cuídalos mucho a ellos también- Le sonrió y ambos se vieron con una mirada perdida a la vez que dolorosa. La chica desprendió una enorme sonrisa de pronto y le soltó –Lo harás bien. Se que solo tu puedes hacerlo.

    -Gracias Violeta. Daré mi mejor esfuerzo- Mantuvieron su mirada por un segundo.

    La chica se dio la vuelta.

    -Cuídenlo- Les susurró, para después salir corriendo tras Arlong.

    -Sr. Price- Dijo la voz de un anciano. Martin se giro manteniendo su postura de soldado completamente erguida –Lleve a los niños a dormir a las camillas del cuartel. Deben estará exhaustos. A sido una larga noche.

    -¡Claro, General!- Dijo el joven con mucho entusiasmo. Tomó la puerta y estaba por cerrarla cuando escucho un poco más, pero esto no lo escuchó de voz de nadie. Estaba en su mente.

    -Creo en usted, Price.

    -Gracias, General- Susurró Martin con una sonrisa.


    (...)​


    Por una semana se quedaron a dormir en los dormitorios del cuartel. Los chicos convivieron entre ellos, a lo largo de esa semana Bastian y Mairis se volvieron más cercanos. Bruno continuo tan serio como siempre, Martin juraría que podría contar las veces en las que podrían haber tenido una pequeña conversación. Kian por otro lado todos los días iba a LaneCloud para ayudar en la reparación de las casas. Martin lo descubrió después de seguirlo un día por la mañana, no dijo nada, pero le parecía uno de los actos más nobles que había visto, pues el joven no recibía nada con ayudar a la gente del pueblo, todos los días llegaba exageradamente cansado, solo comía y dormía. Aquel chico era una persona admirable.

    A lo largo de la semana observaron cómo siguieron llegando las personas importantes: Duques, empresarios, reyes, Generales, hombres a cargo de la Gran Corte Mundial, Monjes del Alto Templo de la Diosa, entre muchos otros. Se establecieron en Hericent y LaneCloud hasta la llegada del séptimo día después del ataque, cuando fue el funeral de todas las personas que murieron durante el ataque de los terroristas. Aunque el funeral fue opacado por la importancia de los padres de Bastian y del hermano de Mairis y Bruno.

    La velación fue llevada a cabo en las colinas a un lado de Hericent. Fue una velación triste, una velación donde recordaron aquella noche terrible, soldados, aldeanos, familias, gente inocente de vidas plenas y tranquilas que no debía morir. No así.

    Fue una despedida asombrosa, llevada a cabo por los monjes de más alto grado del Alto Templo. Un hombre regordete de edad avanzada, de barba larga color blanco como sus cejas y el poco cabello que aún le quedaba; El hombre vestía unas túnicas blancas, un manto con arreglos de color dorado y azul. Un sombrero que era más un bulto de telas revueltas. En su espalda se hallaba el símbolo de la diosa junto a las tres creaciones. En su mano se encontraba un vasto largo que se arremolinaba en la punta. Su túnica terminaba en las rodillas, de ahí se mostraban unos pantalones guangos de color blanco también. En sus pies no poseía ningún tipo de zapato; El dirigió la misa.

    A sus dos lados se encontraban otros monjes de túnicas blancas, con una vestimenta mucho más sencilla que la del líder. En una parte de la alineación se encontrar una mujer extraña. Una mujer de piel blanca, de cabello castaño claro con mechones blancos saliendo de su copete y de las laterales de su frente. Tenía una apariencia juvenil, aunque las canas no parecían ayudarle. Su ropa iba fuera de lo convencional de los otros monjes. Llena de collares de diferentes tipos de piedras. En su mano se encontraban un anillo en cada dedo como mínimo. Una ropa más bien moderna y tatuajes que le recorrían el largo de sus brazos. Constantemente miraba a Bastian, como si quisiera hablarle, aunque nunca lo hizo. Y Bastian creía recordarla, pero nunca supo de dónde. Los ojos de la mujer estaban hinchados y su nariz roja, como si no hubiera parado de llorar durante toda la semana. Entre todos los monjes y la mujer llevaron a cabo una misa junto con el ritual de cremación; Una mezcla entre cánticos acompañados de instrumentos, haciendo una sinfonía que hicieron derramar las lágrimas de más de uno. Las danzas propiciadas por los monjes y la mujer mostraban de una forma abstracta las distintas fases de una vida, desde el nacimiento hasta la inevitable muerte. Al final del ritual el hombre fofo de barba larga dio un discurso en el que lamentaba la muerte de todos los seres queridos. No fue un discurso como el que hace un hombre el cual su trabajo es ese, no fue para nada así. Fue un discurso del corazón.

    Detrás de los monjes se encontraban los cuerpos enteramente reconstruidos, realizados por artesanos de gran popularidad mundial. Dentro de los cuerpos de arcilla inflamable se encontraban los cadáveres de los fallecidos. Todos estaban sentados en tronos decorados con distintos detalles cada uno, para finalmente ser cremados después de ser bendecidos con un polvo especial, polvo que narraban las creencias supuestamente hacia descansar a las personas fallecidas, para que así la diosa pudiera diferencia el alma de los fallecidos y guiarlas al descanso eterno. La cremación de todos los cuerpos consumidos por las llamas de colores variados se vio sublime en el atardecer; Momento en el que se llevaba a cabo la cremación y finalización de la ceremonia, ya que los monjes recitaban que ese momento que indicaba el inicio entre el día y la noche, era lo mismo que el puente que hay entre la vida y el muerte.

    Los tronos funerarios estaban separados por cinco metros de distancia. Muchísima gente llegaba quemar flores a los tronos en forma de respeto. Mairis, Bruno y Bastian se encontraban justo enfrente de los tronos, en medio de donde se encontraba el trono de Edward y el trono de Heidi, la madre de Bastian. Las llamas eran intensas, como el espíritu de los caídos. Martin les acompáñanos desde atrás. Estaba con ellos, creía que había de ser algo que ellos tenia afrontar solos. Ya que realmente no pensaba en nada que pudiese decir en un lugar como ese.

    Las llamas estaban en su máximo punto. Cuando la noche ya había caído y las estrellas empezaban a verse. El fuego de aquellos tronos alumbraba el monte creando una antorcha en medio de la oscuridad. Dominando a la obscuridad.

    Fue en ese momento cuando Bastian con la cara caída dijo –Mairis...– Mencionó en tono silencioso.

    –¿Qué paso?– Preguntó Mairis entre lagrimas. Se secó los ojos y giro a verle. El chico tenía la cabeza agachada. No podía verle los ojos.

    –Yo, le tenía miedo a la muerte hasta hace una semana...- Le dijo el niño al momento de apretar las manos. La chica capto un tono desgarrado en la voz del niño. Se acercó para abrazarlo, quería hacerle sentir un poco de apoyo. Pero Bastian prosiguió –Porque hace una semana me di cuenta que me da mucho más miedo que las personas que quiero mueran...– El niño se ahogó en un silencio. Mairis se congeló a centímetros de él. Apretó los labios y agachó la mirada. Ahora veía como caían las gotas de lágrimas de Bastian sobre el césped verde.

    –Bastian...– La niña tomó fuerzas. Se acercó a Bastian y le abrazo.

    –¡Ya no quiero llorar, Mairis!- Aulló al poner sus palmas sobre sus ojos y frotarlos.

    Mairis no supo que decir. Solo lo abrazaba sopesando su dolor.

    Martin observo la triste escena desde atrás. Sentía un nudo en la garganta al verles así. Dio unos pasos hacia enfrente para acercarse hasta Bastian. Entonces un hombre se interpuso poniéndosele enfrente.

    Bastian sintió una presión en su cabeza. Sintió el cuero deslizarse por su cabello anaranjado. Levantó la mirada y no vio nada por arriba del sombrero negro.

    –¿Yo no veo que estés llorando, hijo mio?– Dijo una voz gruesa. Bastian volteó, pero solo vio la espalda de una camisa negra. La espalda de un cuerpo que le hacía recordar a su abuelo. Claarn se marchaba lentamente hasta la fogata que consumía el cuerpo de Abraham Arcnaik, llegó a donde estaba Kian y se puso a un lado. El hombre miraba las llamas del abuelo de Bastian con los ojos cristalinos, pero no derramo ni una gota. Posó su mano derecha sobre su corazón y admiro a las llamas como un niño admira a un héroe de historias épicas. O como un niño ve a su padre.

    Claarn no había estado en toda aquella semana. Sin embargo, aunque el chico nunca se lo quiso decir a los demás, sintió un gran afectó por el hombre. Bajó a un más el sombrero de Claarn, tapándole el rostro. Siguió llorando desconsoladamente, pero nadie lograba verlo desde arriba. Incluso Mairis, que era un año más pequeña y centímetros más pequeña también no lograba encontrar el punto para divisar los ojos de Bastian.

    Al final Mairis termino rindiéndose. Puso su cabeza sobre el hombro de Bastian y siguieron contemplando las llamas de los tronos hasta que solo quedaron cenizas.


    (...)​


    Para los chicos y las familias afectadas, esa despedida fue enteramente la que cualquiera hubiese querido. Y más de uno afirmaba que era exactamente lo que se habían ganado aquellas heroicas almas.

    Muchas personas pasaron con Mairis, Bruno y Bastian después de la cremación. Esta gente venía a dar el pésame por lo sucedido. Más de un rey, más de un General y un soldado se acercó hacia los jóvenes. Los chicos lloraron hasta el final de la cremación. Agradecían los pésames, pero dolía cada uno, dolía como la peor de las heridas.

    El mundo estaba vestido de negro por todo el enorme funeral. A lo lejos Bastian observo a un anciano que vestía de amarillo con un saco negro, parecía ser ciego y por lo más curioso que sonase, parecía estar viéndole. El hombre le sonrió y seguido, se acercó hacia el lugar donde había estado el trono de Abraham Arcnaik y le dejo unas rosas rojas a las cenizas de lo que alguna vez fue un cuerpo. La flor se incendió a pesar de las bajas temperaturas de las cenizas. Después Bastian le perdió de vista, sin saber por qué había presentido que le observaba.


    (...)​


    Al día siguiente Bastian y los demás se mudaron a la casa donde ahora vivirían con Claarn y Martin. El pueblo había sido reconstruido, una mano de obra gratis, aunque los pueblerinos ayudaron en la misma reconstrucción. Los materiales para la reconstrucción eran de la más alta calidad, todo como un regalo tras lo sucedido, todo por parte del generoso Gobierno Mundial. Sin embargo, muchos de los pueblerinos sabían que todo se eso se debía a que LaneCloud era el lugar donde alguna vez vivieron los Ex Generales Mundiales.

    La casa había sido terminada, era muy grande y hermosa, de color blanco con una habitación gigante para chicos y chicas, a Mairis le iba increíble porque era la única chica. Todo un enorme cuarto únicamente para ella, mientras que los chicos compartían un cuarto entre todos. Una habitación para el sheriff, otra para Martin. Una cocina, dos baños, un cuarto de estudio que se usaría para poder dar clases a los niños, sala de estar, un cuarto extra para un visitante, entre otras cosas. Se encontraba alejada del pueblo. Esto fue por el hecho del gran terreno que tenía la casa, pues contaba con un amplio campo de entrenamiento. Cerca de la casa había cuatro vecinos, cada uno un tanto más separado del otro. La casa se encontraba pegada al bosque, justo a la izquierda y una pradera gigantesca llenaba el oeste del terreno, al fondo se observaba un camino que les dirigía hasta LaneCloud, el cual se encontraba a la lejanía de unos cuantos minutos.

    Este era su nuevo hogar, lugar de su nueva vida.

    Durante la Primera Guerra Mundial existió un grupo de demonios que convivían con los humanos. Fueron aceptados a manos del rey de la humanidad de aquella época, Michael Dean. Estos demonios eran conocidos como "Mugargos" o "Los Demonios Blancos", debido a que tras una exposición en conjunto con la humanidad les ocasiono una pigmentación de color blanca por todo el cuerpo. Lamentablemente el ultimo de Demonio de este grupo murió durante la primera destrucción de Etheros antes de la llegada de los Ángeles. De hecho algunos historiadores creen que los Ángeles eran los espíritus reencarnados de Mugargos.
     
    Última edición: 1 Agosto 2019
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    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 2 — Nueva vida​

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    -1ro de Septiembre 2888 D.C.


    Era de mañana. El sol empezaba a dar sus primeros rayos. Los pájaros, al igual que los gallos empezaban a cantar. El cielo todavía mantenía un tono azul obscuro, pero con cada minuto este iba perdiendo su color y tomaba más claridad dejando un cielo despejado. La brisa de la mañana daba una frescura agradable en el aire, mojando el pasto del terreno de cada casa, dando un aroma fascinante. Los granjeros empezaban a levantarse para empezar sus labores en los plantíos. Los trabajadores del pueblo, como eran los panaderos o los que se encargaban de hacer las tortillas, empezaban a iniciar su jornada laboral. Algunos mercaderes empezaban a situarse en la zona comercial de LaneCloud. En el pueblo se escuchaba una tranquilidad casi absoluta, todo había vuelto a la normalidad. Las casas y negocios estaban reconstruidos, las familias respiraban en paz tras la despedida de sus familiares, pero en la nueva gran casa del nuevo sheriff Claarn A. Bohm y el apuesto Martin Price, tutores de los huérfanos Hellwell y Arcnaik, estalló un ruido estruendoso, una alarma militar instalada en los relojes de las habitaciones de los chicos.

    – ¡Qué demonios!– Gritó Bastian tras levantarse de un golpe, tirando la sabana al piso, mientras que escuchaba los gritos de los demás por el susto. El sheriff y Martin, el cual este último cargaba a Mike mientras lo alimentaba con un biberón, reían tras escuchar los gritos de los chicos que se encontraban en el piso de arriba.


    (...)


    Unos minutos después todos estaban en la mesa desayunando.

    –Sabes no es divertido lo que hiciste, viejo– Gruñó Bastian, mientras lo miraba con odio. Casi gritando por lo sordo que le habían quedado los oídos.

    –No me digas viejo, insolente. Y para ti no fue divertido, ni para los vecinos, ya que tiraste la alarma a su casa– Comentó el sheriff mientras veía por la ventana la casa de los vecinos a varias decenas de metros de la suya. Estaba impresionado de que el chico hubiese podido lanzar algo tan lejos. Sin embargo estaba molesto. Volteó a ver a Bastian con la mirada enfurecida –Tu mal comportamiento no puede ser ignorado. En la tarde cuando estemos entrenando recibirás un castigo. Reaccionaste muy impulsivamente y no de forma deductiva como Mairis. El control que apagaba la alarma no se encontraba tan escondido. Se encontraba en el faldón de la lampara, por la diosa. A demás, Mairis es una y ustedes son tres… Estoy un poco decepcionado.

    Bastian le envió una mirada de enojo. Sin embargo, era una observación muy exacta la del hombre. Mairis había reaccionado con calma, y tardó poco en saber que hacer tras ver que la alarma no se apagaba de manera normal. Era inteligente, muy inteligente, muy superior a los muchachos. El sheriff ya tenía su atención sobre ella.

    –Ya veo que lo único que le gusta es molestar…– Murmuró el muchacho mientras le daba vueltas a sus huevos revueltos con el tenedor.

    Claarn lo miró fijamente y después salió de la casa. Fue hacía la puerta de los vecinos para pedir unas disculpas.

    Todos se quedaron callados y siguieron comiendo su delicioso desayuno. Quizás un hombre un poco loco, pero el sheriff era espléndido cocinero.

    Martin jugaba con Mike cuando los muchachos estaban comiendo. El silencio le incomodo así que decidió hablar –Las clases empezaran dentro de una hora chicos, los quiero puntuales a todos. Se llevaran a cabo en el cuarto que esta atrás de la casa– Ninguno de los niños le parecía hacer caso –Los que lleguen tarde recibirán un castigo por parte de Claarn en el entrenamiento físico. Ese hombre me da miedo, así que lo pensaría dos veces antes de querer faltar– Bromeó Martin, sin crear ninguna risa. Hizo una mueca y seguido se levantó de su silla para llevar a Mike a la cuna de la sala.

    Una vez Martin se había alejado lo suficiente de la mesa, Bruno murmuró–Así que recibiremos clases en casa…- Picó su comida con un rostro apagado –Se nota el temor…

    –No podemos arriesgarnos a dejarlos solos sin vigilancia– Contestó Martin desde la sala –Los asesinos podrían volver por ustedes. La otra opción que teníamos era tener soldados en la escuela del pueblo para que los protegieran, pero temíamos de que los niños del pueblo se sintieran asustados con ellos en las clases– Martin entró a la cocina sin prestar mucha atención a las miradas de los niños. Se sirvió una porción de comida y siguió hablando –Las cosas cambian, para bien o para mal, pero estoy seguro que este cambio será para bien, confíen en mi chicos– Los niños se sentían cómodos con Martin.

    Sin embargo, para Bruno y Mairis era un poco triste pensar que ahora tendrían que dejar a sus amigos. Quizás tenían que confiar en las palabras de su tutor. Quizás todo pasaba por una razón. Aunque, como podían comprender eso unos recién huérfanos.


    (...)


    Durante la mañana y el medio día los chicos estuvieron llevando clases con Martin. En ellas estaban llevando lecciones de escritura, matemáticas, ciencias, historia, geografía. Clases que todo niño llevaría en la escuela.

    Martin arregló una serie de exámenes y tareas para el primer día. Su objetivo era saber como eran los niños en sus ámbitos de estudio. Con estos trabajos pudo descubrir que aparentemente Mairis era una estudia formidable, analizaba toda ecuación matemática y encontraba la solución con rapidez. Su lectura era rápida a la par que fluida. Y aunque sus gustos no terminaban de concluir con la historia, era dedicada a sus trabajos. Lo impresionante fuera de todo ese derroche de talento es que no parecía esforzarse fuera de lo normal.

    Bastian era una persona a la que le gustaba estudiar, aunque siempre había estudiado en casa. En su joven vida nunca había estado en un grupo de clase, así que se sentía emocionado por ello. Parecía que trataba de llevarle la competencia a Mairis, pero no le podía llevar el ritmo.

    Bruno no era interesado en la escuela, siempre parecía estar aburrido, como si todo le causara un pesar en el tiempo, solo era bueno para las matemáticas, donde sobresalía y tenía una agilidad comparada a la de su pequeña hermana. Era un apasionado de la historia, durante esa clase no paro de interrumpir a Martin para poder dar datos interesantes sobre los temas. Tenía una extraña manía de pensar en formas en las que guerras pasadas pudieran haber sido evitadas o ganadas.

    Kian, bueno, simplemente era malo para todo lo de la escuela, pero le gustaba leer. Conocía los conocimientos básicos y eso estaba bien, porque esta a un par de años de terminar los cursos obligatorios impuestos por el gobierno. El joven era muy humilde y normalmente se encontraba apoyando a las personas que lo necesitasen. Era común escuchar su voz apoyando en las respuestas si es que alguno de los tres niños se había trabado.

    Las actitudes de estos dos últimos chicos fue la razón por la que Martin se enfocaba más seriamente en enseñarles a estudiar solamente a ellos dos. Mairis y Bastian podía arreglárselas solos. La vigilancia de cada una de las aptitudes de los chicos por parte de Martin fue seria y muy rigurosa. Cada cosa que viera que no podían hacer bien o por todo lo contrario, que percibiera que lo hacían de una forma sumamente aplicada, está estrechamente ligada a ser anotada en la libreta de Martin.

    –Chicos ya casi acaba mi turno. Hemos acabado las clases de hoy- Observó el reloj y se percató que aun quedaban unos minutos. Miró a los chicos y sonrió –¿Qué tal si aprovechamos estos minutos faltantes? Tengo interés en algo en especial. Todos aquí somos magos hasta donde pude descubrir en sus actas, ¿cuál magia es la que quisieran adoptar?

    Bruno desvió su mirada he hizo una mueca –Pues es una decisión difícil. Una vez que adoptas una magia es difícil aprender otras. Quizás… no la verdad es que no he pensado en ello…– Divagó Bruno mientras tenia los brazos en triangulo tapando la figura de su boca.

    –Es difícil, pero posible, eso no lo olvides. No te preocupes por pensarlo ahora, algún día sabrás cual es la que tenías que adoptar. La primera adopción solo es una magia especializada, después puedes volver otras magias tan especializada como la primera– Corrigió Martin apuntándole con una pluma. Los temas de la magia eran los favoritos del tutor. Había comido muchísimos libros de hechizos a lo largo de su joven vida. Nunca había adoptado alguna magia en específico, pero era un genio en las magias básicas.

    Mairis levantó la mano rápido.

    A Martin le alegró su entusiasmo –Haber, cuéntanos Mairis.

    La chica se levantó de su asiento, como todas las veces en las que participó a lo largo del día –A mí me gustaría tener la magia de fuego, profesor Martin.

    –¿Fuego? Bueno es la magia más común y las más fácil de adoptar, pero es una magia muy potente una vez que se haya adiestrado correctamente. Sin duda alguna es una buena magia para comenzar. Muy buena decisión. Pero ¿porque esa magia?

    –Bueno, hay un cuento, se llama “La doncella del sol” ¿No sé si lo conozca?– A lo que Martin negó con la cabeza.

    La chica levantó una sonrisa emocionada –Es un cuento para niños. La historia narra así: “La doncella tiene un enamorado, pero a ella no le gusta. Su padre quería que se casara con él por motivos monetarios. Un día el enamorado al saber de los verdaderos sentimientos de la doncella decide mandarla a matar, pues no logra comprender como un joven tan apuesto, rico y de buena familia puede llegar a ser rechazado. Él y sus hombres van tras ella. Cuando ya no tenía salida y estaba arrinconada por los matones de su enamorado, y el mismo enamorado; cayó una llama del cielo que volvió cenizas a los hombres en un instante. El fuego se disipó, enviando las llamas de vuelta al sol. La princesa agradecida con el sol hizo la promesa de algún día saldar su deuda con él. Ella aprendió la magia de fuego durante muchos años hasta que un día el sol se apagó. Los reinos entraron en caos hasta que la doncella dio su vida por el sol transformándose en las llamas de este y saldando así su deuda…” A mí me gusta mucho ese cuento, me lo contaba mi hermano cuando no podía dormir. Claro, cuando yo era más pequeña. Pensar en ser tan habilidosa y honorable me alegra el corazón. Esta historia siempre se me quedó en la cabeza– La mirada de Mairis era feliz e irradiaba alegría desde ella, sin duda alguna la niña era la que traía emoción positiva a la clase y a la casa –Pero también, es que esa magia era en la que mi hermano mayor estaba más experimentado. Yo quiero ser como él. Si él pudo, yo también lo haré.

    -De todos aquí creo que eres la más capaz de ello- Dijo Bastian con una ligera risa. Le sonrió a la niña y ella le agradeció.

    –¿Y tú, Bastian? ¿Alguna magia en especial?

    Bastian se sintió nervioso, aunque ya había estado pensando en su respuesta antes de que le preguntaran –No quisiera llevar la magia de ninguno de mi familia, planta, hielo, fuego, son magias que no me interesan aunque me gustaría adiestrar…- Hizo una pausa -En memoria a ellos…- Se rascó la nariz y volvió en si -Quitando esos motivos de lado, deseó utilizar la magia de aire. Siempre me ha emocionado el uso de esa magia, recuerdo que mi abuelo me contaba sobre un compañero de guerra que usaba esa magia y era de los pocos hombres que podían hacerle frente... ¿Me comprenden? Alguien que podía hacerle frente a mi abuelo, ¡Eso es increíble! ¡Ese hombre seguro era genial!– Nunca se le había visto tan feliz durante toda esa semana. A Martin le alegraba, los niños en especial parecían estar superándolo. Le llenaba el corazón.

    –Veo que ustedes enserio están entusiasmados por esta platica, pero no he escuchado a Kian, ¿Qué magia desearías adoptar, Kian?– Preguntó, mientras recogía sus papeles y libros en un maletín marrón.

    –Yo… Ammm, yo…

    Bastian se giró hacia él –Kian, desde ahora Martin nos cuida. Tarde o temprano tendrías que decirle.

    Los demás voltearon a verle y él se sintió muy incómodo. Cruzó sus brazos mientras se encogía de hombros.

    -¿Decirme que?- Preguntó el tutor deteniendo todas sus acciones.

    Todos miraban a Kian, pero él no quería hablar, frunció la boca. Tras unos segundos de expectativa el chico se dignó a hablar, ya sabía que si no lo hacía no dejarían de verle. Tomó un respiro y lo dijo –Soy un mago de tiempo- Y en un instante estaba en su pupitre para aparecer al fondo en la puerta.

    A Martin se le cayó el maletín al escuchar semejante noticia –Una magia prohibida…– Murmuró mientras seguía tratando de comprenderlo.

    –¿Magia prohibida?– Preguntó Bruno.

    –Una magia prohibida, antes conocida como “magia singular”, es una magia que no puede ser adoptada como cualquier otra magia. Se necesita pertenecer a un clan en específico, en el caso de Kian al clan de magos del tiempo. Hasta la fecha no ha existido nadie capaz de poder utilizar una magia singular sin tener sangre del clan. Esos magos singulares no tienen que saber utilizar magia básica, ni tener un entrenamiento para poder adoptar sus magias, no, ellos llegados a la niñez desarrollan sus habilidades. La mayoría de descendientes de estos clanes nacían con habilidades y si no nacían como magos su sangre igualmente era muy valiosa… Actualmente no existen muchos magos singulares como Kian… Hasta donde tengo conocimiento no existe ningún otro mago de tiempo en estos tiempos… Todo mago singular es vigilado por el Gobierno Mundial para que sus habilidades sean utilizadas de maneras adecuadas.

    –Pero, ¿por qué son prohibidas?– Preguntó Mairis.

    Martin se quedó callado durante unos segundos, pensando en si hablar o no. Al final lo hizo, ya que podía ser que Kian no lo supiera –Durante la Cuarta Guerra Mundial existió un hombre llamado Akira Dorian Wish…

    Bruno interrumpió –Si, lo conozco, famoso investigador de vacunas de multitud de enfermedades. Además de grandes avances médicos, como arreglar la paraplejia. También fue inventor de muchas armas del ejército… Así como desarrolló la ingeniera de maquinas que se utilizan actualmente en la industria.

    Bastian y Mairis rieron sorprendidos. Kian escuchaba con gran sorpresa en el rostro.

    Martin asintió –Exactamente, ese hombre…- Tomó asiento en su escritorio y se desajusto el cuello de su camisa –Olvidaste comentar que se le intentó encarcelar por un engaño al Gobierno Mundial. Al parecer decidió hacer experimentos que anteriormente había sido negados, todo lo hizo a escondidas. Cuando el Gobierno Mundial se percató de ello se decidieron a encarcelarlo. Abraham Arcnaik era el encargado de capturarlo, sin embargo el hombre desapareció en las islas medias. Según los reportes del abuelo de Bastian:

    “El Dr. Akira se encontraba en un mal estado de salud. Su barco se hundió en medio de una tormenta en la que no pude ingresar. Hubiese salido de la tormenta el hombre hubiese muerto a los días por su enfermedad.”

    Nunca se encontró ningún cuerpo. Algunos dicen que probablemente su cuerpo fue comido por algún animal o que terminó en alguna isla desierta donde finalmente murió. Después de que eso pasara, el Gobierno Mundial decidió destruir y confiscar todas sus investigaciones. El Dr. Akira tenía una gran cantidad de ayudantes para todos sus experimentos. Así como fue creador de una cantidad incalculable de avances científicos también fue un hombre caritativo. Durante la Cuarta Guerra Mundial, el enemigo numero uno del mundo en esa época era el culto oscuro “Los Brujos”, ese culto cazaba a los magos singulares par utilizarlos en artes oscuras por sus habilidades. Akira unió a todos los Clanes Singulares dándoles un hogar en una isla artificial creado por el mismo científico. Únicamente pidió que ayudasen trabajando en sus laboratorios. La gran mayoría de los clanes aceptaron… Tras la desaparición del Dr. Akira el Gobierno Mundial dio un ultimátum:


    Todos las personas involucradas en los experimentos del Dr. Akira D. Wish serán encarcelados por traición al Gobierno Mundial, desobediencia y apoyo de actos criminales


    Cuando el Gobierno fue a la isla artificial del doctor para arrestar a los involucrados los líderes de todos los clanes se opusieron. Se desató una batalla, los clanes no se rindieron durante la batalla. Se cuenta que hasta niños entraron en el conflicto. Esa batalla terminó con el exterminio de todos los clanes aliados… Uno de esos clanes era el Clan del Tiempo.

    -La Masacre de Isla Elíseo- Dijo Bruno en un susurro –No conocía los detalles.

    Bastian esta vez interrumpió –Es por eso que Kian normalmente no utiliza su magia. Mi padre nos decía que no había ningún problema actualmente, ya que la existencia de magos con magia prohibida es extremadamente pequeña, por lo que también es más difícil de que alguien malo los encontrase. Aun así, mi abuelo advertía que no se confiara y tratara de hablar lo más poco que pudiese del tema. Decía que no sabíamos quién podría estar interesado en ese tipo de poder. Decía que llegado el momento podría ser un mago del tiempo sin esconderse.

    –Me parece una decisión razonable- Dijo Martin al mirar a Kian.
    –Lo siento por no comentárselo antes- Comentó Kian con los brazos cruzados.

    Martin mantuvo la mirada en el muchacho. Se talló su barbilla e hizo una mueca – ¿Quiénes saben de esto?

    Kian contestó rápidamente –Lo sabía la familia Arcnaik y se lo comente él Detective Fabriccio durante el interrogatorio.

    –¿Tienes planeado ser soldado, Kian?– Preguntó de pronto el hombre.

    La pregunta fue repentina. Kian no estaba preparado para contestar. Lo pensó entre balbuceos hasta que finalmente contestó con una palabra correcta –Quisiera…

    –Entonces está bien. Cuando estuvieses en el campo de batalla te verías forzado a utilizarla. Sigue manteniendo tu magia por debajo del agua para que no haya problemas, ¿está bien?– Martin viendo el comportamiento de Kian; algo nervioso y absolutamente nada cómodo, les permitió a los chicos salir del salón de una vez, de igual manera su primer día de escuela ya había terminado. Bueno, había terminado con él, pues durante la tarde ellos serían entrenados por el Sheriff en un campo de entrenamiento que estaba detrás de la casa.

    El hombre cerró su maletín. Se encontraba solo en la habitación. Miró hacia el techo y suspiro. ¿Qué era lo que les deparaba el futuro a estos chicos tan peculiares? No conocía la respuesta. Pero estaba dispuesto a conocerla. Caminó hacia la puerta. La luz del día era poderosa. Y como un buen padre deseó que todos los días fueran brillantes desde ahora. Por ellos.


    (...)


    Había pasado unos pocos minutos después de terminada la clase de Martin. Los chicos habían comido un pequeño almuerzo y ahora se encontraban alineados horizontalmente en el campo de entrenamientos frente a Claarn. Todos llevaban puestos sus trajes de entrenamiento. El hombre parecía estar esperando un minuto exacto, pues se encontraba mirando atentamente su reloj.

    Soltó un grito inesperado – ¡Muy bien, renacuajos! ¡Quiero verlos en posición de firmes!– Los chicos se asustaron, inmediatamente le hicieron caso.

    Martin empezó a reír. Se acercó hasta el portabebés que se encontraba a un lado de un tronco que servía como silla. Mike estaba plenamente dormido. Parecía que nada podía despertarle, tenía uno de los sueños más pesados que el joven tutor había visto.

    Claarn continuó hablando mientras pasaba delante de cada uno de los chicos –Mis entrenamientos son rigurosos. Aquí no hay desigualdades, todos entrenaran parejo. Aquel que no logre terminar alguno de los ejercicios será castigado con una rutina más rigurosa. La única forma de que paren sin hacer mis ejercicios es desmayarse o morir, ¿Entendido?– Los chicos se encontraban asustados y escépticos, ¿Sería posible que acaso hiciera algo como eso? Que equivocados estaban, Claarn era un hombre de palabra y de reglas brutas. Era un hombre muy estricto y exigente. Un soldado hecho y derecho.

    Al inicio de la tarde los puso a correr con un costal de azúcar en la espalda. Ellos debían de dar diez vueltas al terreno de la casa sin ninguna excepción. Él decía que era misericordioso al dejarles caminar cuando se cansaban. La casa no era pequeña y mucho menos el terreno, el cual era enorme, no cualquier casa tiene espacio para un jardín y campo de entrenamiento así que las diez vueltas fueron un calvario.

    A lo largo de la rutina el sheriff observó a Bruno deteniéndose, Claarn los amenazó a todos con la cena. Bruno continuó, no quería que los demás no comiesen por su culpa.

    Fue duro, pero todos terminaron las diez vueltas. A los pocos minutos de haber terminado de correr, Claarn se decidió a que la siguiente rutina serian lagartijas, sentadillas y abdominales, doscientas cincuenta de cada una. Queda de más decir que era muy cansado. Los músculos les ardían a todos. En más de una ocasión cada uno cayó al suelo saboreando el sabor del pasto. Quizás tras esto ya podrían terminar. Pensaron todos, pero el Sheriff tenía otros planes.

    Camino hacia los cuatro niños. Se encontraba sudados. Con las ropas pegadas a la piel. Con el cabello húmedo apestoso. Estaban cansados, eso le molestaba -¡Haremos un entrenamiento de armas! ¡Deseo ver sus habilidades con las espadas y arcos!- Los niños al escuchar ese extra cayeron al suelo derrotados. Claarn gruño -Tienen tiempo a respirar en lo que vuelvo con las armas…

    -Vamos, Bastian, ¿estas bien? Tu piel esta del mismo color que tu cabello- Le dijo Kian con unas risas.

    El niño levantó el brazo tembloroso y señaló a Bruno –Preocúpate por Bruno, él esta a dos sentadillas de no despertar…

    Kian lanzó una risa apagada entre sus esfuerzos de respirar -¡Animo, Bruno!- Mairis se encontraba con su hermana. El chico tenía la mano puesta en su frente y hacia un ruido extraño al intentar respirar. Ella se reía de él mientras le acariciaba el cabello húmedo.

    Martin observaba con tranquilidad, quizás si era un entrenamiento un poco difícil, pero nada fuera de lo normal de lo que hacían en los campos de entrenamientos del ejército. Aunque algunos podían saltarse esa etapa de entrenamiento si demostraba tener ciertas actitudes físicas más que aceptables. No aceptaba del todo la idea de este tipo de educación, pero las órdenes dadas tenían un obvio fin, quería que esos niños fueran soldados de alto nombre como sus familiares.

    Aunque existía ese pequeño sueño de los niños de querer ser guerreros y si eso es lo que de verdad querían ser, estos entrenamientos les servirían como aguja a hilo.


    (...)


    Los chicos ya estaban frescos y en ese momento llegó Claarn con siete paquetes volando alrededor suyo. El hombre estaba utilizando magia para no esforzarse demasiado. Se posó frente a los chicos con una mirada dura. Casi como de decepción. Los paquetes empezaron a bajar lentamente. Cuatro paquetes se alinearon por tamaños. Uno extra estaba arriba de los cuatro alineados y los otros dos faltantes a un lado de tronco en el que se encontraba Martin.

    –Póngase el equipo de seguridad. De una vez les digo que seré brusco, no importa su edad o su género. Si demuestran tener un poco más de nivel yo también subiré la dificultad del entrenamiento. Empezaremos por Bruno, es quien tuvo más dificultades a lo largo del entrenamiento– Los chicos asentían con suspiros largos. Claarn se impaciento al ver que no se movían –¡Pónganse el equipo ahora mismo! ¡Son tan lentos como una tortuga del desierto de Ilu!– Los chicos se apuraron, yendo hacia los equipos de seguridad. No tardaron en darse cuenta que estaban ordenados por talla.

    Empezaron a ponerse los equipos, pero tardaban demasiado –Demonios, como es posible que hijos de soldados no sepan ponerse un simple equipo de seguridad…

    –Cuando entrenaba con mi padre o mi abuelo nunca utilizaba un equipo de seguridad– Renegó Bastian con un rostro molesto.

    –Tu padre y tu abuelo no entrenaban contigo, jugaban a las espaditas– Dijo en un tono alto y claro. Bastian estaba a punto de contestarle, pero Kian le tomó el hombro y le negó con la cabeza. El rostro de Kian parecía preocupado, el chico estaba consiente de cómo era que debían actuar con alguien como Claarn. Más de una vez tuvo que tratar con personas como él durante su trabajo.

    Martin se puso de pie –Déjenme ayudarles…

    –¡No!– Grito Claarn –Déjalos solos. Deben aprender a que no siempre estará alguien ahí para ayudarlos.

    –Pero si los ayudo podrán entrenar más rápido.

    –Es mi momento de entrenarlos, no el tuyo. Acepta mis reglas o regrésate a Milloria– Martin tomó un respiro y apretó los puños. Claarn no solo no era de su agrado, era grosero, era molesto y a veces era imposible de entender. Había algo que chocaba entre ellos. El joven tutor pensaba que eran las personalidades de cada uno, ya que no habían convivido más que una noche y un poco de la mañana, pero no habían congeniado en lo más mínimo. Un problema serio, pues el joven creía que todo iría mejor si trabajaran en equipo. Finalmente tomó asiento nuevamente en el tronco. Los chicos se habían quedado quietos en el momento en que su tutor favorito le había contestado al sheriff. En el momento en el que Martin tomó asiento, ellos volvieron a intentar ponerse la protección.

    Cuando finalmente Bruno logró ponerse toda la protección, el sheriff le lanzó una espada de madera. Era ligeramente pesada, como si se tratara de una normal. Claarn le miró fijamente, se dio la vuelta y caminó hasta el centro del terreno de entrenamiento. Bruno tragó saliva, le siguió con miedo. Los demás le siguieron a él con expectativa.

    –¿Alguna vez has usado una espada, Bruno?– Preguntó el hombre con calma.

    –Había días en los entrenaba con mi hermano, solo cuando yo quería hacerlo, claro. Eran entrenamientos sin protección especial, así como dice Bastian. Conozco la postura que se debe tomar, y más o menos la manera en que se bloquea y ataca. Fuera de eso, creo que no se mucho más.

    –Eso sera suficiente– El hombre levantó su palma. Bruno se detuvo. Claarn siguió caminando unos pasos más –La razón por la que entrenaremos con la espada es clara. Un gran guerrero que domine la espada puede ser tan bueno como un escuadrón de soldados armados. En el mundo hay muchos soldados bastante habilidosos, tanto en el uso de armas de fuego, como en la espada, uso de la lanza, cuchillo, etc. Incluso armas como lo son los arcos también suelen ser usados en el ejército aunque no lo crean. En el momento de una batalla cada una de estas aptitudes cuenta. Es necesario estar preparado para cada caso posible. A lo largo de mis entrenamientos aprenderán distintos tipos de lucha, distintos manejos de armas y explosivos. Aprenderán a sobrevivir en un campo de guerra y en la vida real. En su debido momento les enseñare a despellejar pieles, a utilizar el cuero para crear prendas, a aprovechar hasta lo más insignificante de un animal. Les enseñare como ser sigilosos, como robar, como mentir, como actuar en un personaje encubierto. Si es posible les enseñare como liderar, como planear un ataque, como llevar a cabo un ataque, como mover hombres y armamentos. Como conducir cada máquina que yo conozca. Los volveré soldados natos, así como el Gobierno Mundial quieren que sean, y como sé que ustedes quieren ser.– Claarn se detuvo, se dio la vuelta y mantuvo la vista en su alumno. El niño sudaba por los nervios. Las piernas, al igual que sus manos parecían bailar en un movimiento incontrolable –¡Bruno, ven y ataque con todo lo que tienes!

    El chico tenía miedo, pero sabía que podía ser peor si el hombre se acercara dispuesto atacarlo. Corrió con la espada de madera en las manos. Observó la posición de su maestro, utilizaba solo un brazo para sostener la espada y un pie delante del otro en una posición casi como de cuclillas. Su mirada daba miedo. Su rostro lo demostraba, estaba dispuesto a defenderse y contratacar sin ningun hilo de piedad. Bruno tuvo miedo antes de llegar con el hombre.

    A Claarn no le agradó para nada eso. Se acercó en un movimiento rápido, de pronto ya se encontraba frente a Bruno.

    El chico apretó los dientes con su rostro envuelto en miedo, levantó su arma hacia arriba para bloquear el ataque inminente. Las espadas chocaron. El golpe le creó a Bruno un dolor en las manos. Observó el arma dar vuelta en un círculo. El dolor de pronto se vio envuelto en sus costillas tras un tajo certero por parte de su maestro. El choque de la protección contra la espada fue brutal. Tronando en los oídos del chico. Dejando tanto a Martin como a los otros sorprendidos. Bruno tambaleó al son de unos gritos de dolor. Cayó al suelo aturdido, con las rodillas en el suelo. La protección había hecho su trabajo, pero igual el golpe había sido demasiado duro.

    –La razón por la que te golpee tan fuerte es porque tuviste miedo de atacar. Imagina que esta espada fuese de verdad y que yo no fuera tu tutor. Ahora mismo estuvieras muerto, ¡Levántate niño y deja de lloriquear!– Bruno estaba haciendo una mueca de dolor, apretaba la mandíbula con fuerza y ahogaba un grito en su garganta. Los ojos le lagrimeaban un poco. No quería seguir, pelear nunca había sido lo suyo, su hermano Edward lo sabía bien. Sin embargo, sabía que de no atacar volvería a recibir otro poderoso golpe. Era una psicología sencilla, pero eficaz la utilizada por Claarn. Levantó la vista hacia el hombre, la mantuvo de manera desafiante, pero de poco a poco se fue debilitando, nuevamente sintió miedo.

    –Tú lo has decidido, muchacho– Masculló el hombre. Lanzó una estocada feroz hacia el pecho del chico. El niño levantó la espada en un movimiento involuntario y bloqueó el golpe. Se puso de pie deprisa, lanzando un tajo contra el hombre. El sheriff bloqueó su ataque. Un ataque débil y desesperado. La espada de madera se desvió, junto con el equilibrio del chico. Claarn se percató de ello, metiendo un golpe en el casco de Bruno. El chico se fue hacia atrás. No se percató que el golpe había sido para que no cayera. Una ayuda.

    Volvieron a mantener la mirada. Nuevamente Bruno temblaba y el sheriff negaba con la cabeza, estaba completamente decepcionado. Continuó con su serie de ataques hasta finalizado unos largos diez minutos.


    (...)


    La tarde continuó. Después de Bruno continuo Kian. Su batalla fue interesante. El chico sabía cómo moverse con la espada, era veloz, tenía agilidad, fuerza y fiereza. Había sido entrenado de la manera adecuada. Al luchar contra él Claarn sonrió un poco recordando viejos tiempos. Viendo en Kian un reflejo de su niñez cuando entrenaba con Abraham Arcnaik. Tenía tanto que aprender. Pero encontraba en su gesto el agradecimiento de su maestro. Trató al joven como lo que era, un compañero del mismo mentor.

    Sin embargo aun con todo ese talento Kian fue incapaz de golpear a Claarn. Kian terminó su práctica con bastantes golpes, no tanto como Bruno, pero lastimado al fin y al cabo.

    Continuado siguió el turno de Mairis. Fue una grata sorpresa. En el momento en el que el sheriff observó como se movía, descubrió que ella era talentosa, muy talentosa. Sus movimientos veloces le complicaron al principio. Después se niveló junto con la chica para no hacerla ver tan sorprendente ante los demás chicos. En más de un momento Mairis casi fue capaz de dañar al sheriff, pero este la mandaba a volar con fuertes golpes de su espada de madera. Era pequeña, su debilidad era la fuerza bruta, pero era veloz y más ágil que Kian o Bruno. Y sus ataques eran premeditados, como si analizara la situación en cuestión de segundos. Golpes débiles, pero a fin y a cabo, los golpes débiles, pero bien pensados pueden ser los más peligrosos.

    Al momento de finalizar la chica logró esquivar dos de los tajos de Claarn. Se acercó bruscamente hacia él hombre por un costado lista para arremeter un golpe certero. Sin embargo el sheriff se agachó esquivando el golpe, a cambio le dio una estocada poderosa en el pecho que la mando a volar por los aires.

    Cuando cayó en el duro suelo la niña se encontraba sin aire. Los demás chicos se acercaron hacia ella, preocupados.

    Martin observaba expectante, pero estaba preocupado por el poderoso golpe. No le parecía en lo más justo la forma en que se dirigía hacia aquellos niños, mucho menos después de la espectacular forma en que peleo la niña. Verle observar su espada, revisando que no estuviese dañada, cuando Mairis se encontraba ahogada en el piso le causaba rabia.

    –¡Estas bien, Mairis!– Gritó Bruno corriendo a toda velocidad.

    Desde la otra esquina el sheriff posó su espada frente a su rostro. Hizo una reverencia, cosa que no había hecho hasta el momento, y después habló –Un excelente trabajo, Mairis Hellwell. Tienes un enorme talento, espero que sigas creciendo de esa manera.

    Los chicos ya se encontraban a un lado de ella. Mairis gemía al tratar de tomar aire. Era claro que no había puesto la más mínima atención a las palabras de Claarn, las cuales habían sido mencionadas con todo el respeto posible. Claarn no era un hombre de admirar a otros. Ahora la chica tenía la atención de ambos maestros.

    Bastian se giró, en su rostro había un gesto más molesto que el que nunca había tenido. Sus dientes se mostraban en su mueca. Su mirada mostraba un fuego inusualmente bravo –¡¿No crees que te pasaste de la raya?!- Aulló. Retumbando en los oídos de todos.

    –En lo absoluto. Peleé al mismo nivel que ella merecía.

    –Estas loco, un poco más y le hubiese roto algo.

    –Heridas que dan experiencia– Bajó su espada, poniéndola entre un listón que le servía como funda –Te aseguro que nunca volvería a cometer los mismos errores que cometió en esta pelea.

    –Tú no comprendes verdad…- Chirreó entre dientes –¡Somos niños, no soldados con los que puedes ponerte al igual!– El niño se levantó en un impulso poniendo su pie frente al otro en una posición desafiante.

    –Aquí no es de que sean soldados o niños. Son guerreros, como todos en nuestras vidas. Estos entrenamientos te harán fuerte. Te volverás alguien al que no pueden pisotear. Termina de ponerte esa armadura y ven por unas cuantas lecciones de respeto, niño. Siente un poco las enseñanzas de la vida.

    –No me pondré el equipo…

    –Eres un niño malcriado, mimado, burgués, arrogante y sobretodo quejumbroso. Nada parecido a lo que era tu padre, ni tu abuelo. Me niego a ser tutor de alguien como tú, así que es mejor que vayas cambiando esa actitud, Bastian Arcnaik…

    –¡Nunca llamaría tutor a un hombre que trata de esta forma a unos niños!

    –¡Yo no quiero que me digan tutor, ni padre, ni maestro! ¡Soy Claarn A. Bohm, el hombre que los cuidara hasta el momento en que tengan que irse!

    Martin se interpuso ante los gritos. Ya había llegado demasiado lejos. El solo hecho de que el sheriff le estuviera hablando de esa manera a Bastian era ridículo – ¡Claarn, para con esto, no tienes que gritarle a Bastian! ¡Admite que te pasaste de la raya con ese último golpe a Mairis! ¡No querías perder, es todo lo que querías, es por eso que atacaste así! ¡Bastian, tu ponte ese traje y deja de ser tan pesado!

    Claarn observó a Martin con indiferencia, pero le tomó la palabra. No se disculpó, pero se quedó callado.

    –No me pondré el traje…- Renegó mientras le mantenía la mirada a Claarn. Levantó su espada de madera hacia el hombre y braveó -Te voy a golpear sin ninguna protección. Después de eso quiero que te disculpes con Mairis…– Masculló con una voz ahogada. Deshiló los listones que sostenían la protección a su cuerpo, se quitó cada pedazo de armadura hasta quedar completamente ligero.

    –¡Bastian, no seas ridículo!– Gritó Martin con un tono molesto.

    –Calla, Martin. Si él quiere intentarlo que lo haga. Alguien tiene que ponerlo con los pies en la tierra. No puede dirigirse así a un superior. Cualquier Capitán del ejército ahora mismo ya le tuviera en el suelo. Tú debes saberlo tan bien como yo- Dijo sin voltearlo a ver.

    Martin pensaba que tenía razón, pero igual era muy peligroso que entrenaran con tanta seriedad con alguien como Claarn sin ningún tipo de protección. Apretó los puños, ahogando su enojo –Muy bien, pero no le rompas nada.

    –Eso espero– Dijo el veterano entre dientes. Clavó su vista en el niño pelirrojo. Baja estatura, delgado y pálido. Un niño entrenado por los mejores maestros militares, fue educado por los mejores profesores que pudieron pagarse. Siempre fue conocido como un gran alumno, pero así como era elogiado también siempre fue criticado por su rebeldía y falta de dedicación. En más de una ocasión el niño huía de casa para no tener sus aburridas clases. Un niño arrogante, rebelde, grosero, pero a pesar de todo eso, una niño de buenos ideales.

    El hombre levantó suavemente la espada. Engruesó la voz, que de por si era algo gruesa y dijo –Acepto tu trato, aunque pienso que estas siendo muy insolente, chico. Te aseguro que te lastimare, así que me abstengo a quejas futuras, ¿entendido? En cambio, si no logras golpearme tendrás que mantenerte cayado durante mis entrenamientos. Aceptaras cada uno de mis ejercicios. Yo por otro lado no solo admito que me disculpare, también tomaré todos los consejos que quieras darme sobre como entrenarlos, ¿Aceptaras este trato con la palabra de un hombre?– Claarn contaba con una sonrisa macabra en el rostro. Un gestó de superioridad que a Bastian enfermaba.

    Martin se había movido esta vez a la piedra que se encontraba al otro lado del terreno. Movió el portabebés junto con él. Seguía sin mantenerse cómodo con la situación, no le gustaba el carácter de Bastian hacia Claarn. Así como no le gustaba ese tipo de actitud que tenía Claarn.

    Mairis le tomó del antebrazo y le dio un par de jalones. El chico se encontraba pensativo, pero tenía un ligero aire de valentía, más grande que el de cualquier otro. La niña empezó a hablar. Bastian logró captar las palabras de su compañera –Claarn no me lastimó…– Mairis jadeaba un poco entre cada palabra y Bastian reconocía su mentira con claridad – ¿No lo ves? Ya estoy bien, no fue para tanto. Lo hace por un motivo, todo lo que hemos hecho fue pensado por un motivo, pero si tú luchas sin protección terminaras mucho peor que nosotros. No pienses en nosotros, trata de pensar en ti. No quiero… No, no queremos que te hagas daño.

    Él no habló, ni volteó.

    –¡¿Me escuchas Bastian?! ¡Hazme caso, no te vayas a enfrentar a Claarn así! ¡No quiero que salgas lastimado! ¡Bastian! ¡Chicos ayúdenme!– Bruno y Kian se encontraban congelados. No sabían si apoyar o no al chico. Apoyarlo significaría un rechazo por parte de Claarn, que podría terminar en ejercicios más rigurosos, o rutinas más pesadas. En el otro caso significaría una pérdida de confianza de Bastian. No querían ninguno de los dos posibles futuros, así que al final no dijeron nada.

    –Cobardes…– Murmuró para sí misma. Se volvió de nuevo a Bastian, el niño con el que tanto había estado conviviendo durante esa semana y que enserio le agradaba. Era como otro hermano mayor. No deseaba que le pasara nada, porque ella con el dolor en su pecho sabía que habría de terminar dañado del encuentro.

    Aunque era un sentimiento compartido, porque Bastian tampoco deseaba que a ella, ni a ninguno les pasara algo malo. Y esas heridas que tenían en sus cuerpos por los golpes del sheriff eran prueba de la impotencia de su deseo.

    –Bastian deja la espada, por favor– Mairis lentamente acercó su mano hacia la espada para poder quitársela en un movimiento repentino. Parecía que Bastian no lo había notado. ¡Era su oportunidad!

    –Mairis, no puedo permitir que los lastimen, de ninguna forma, tengo que ponerlo a él en su lugar– La apartó con un movimiento brusco usando su brazo izquierdo. Y Bastian corrió rápidamente hacia el sheriff con toda la intención de dar un gran golpe. Levantó la espada y con todas sus fuerzas atacó, pero el sheriff lo detuvo sin ninguna dificultad – ¡Acepto tu trato!– Gritó desde el corazón.

    –Tienes esta única oportunidad, podemos dejarlo así y todo quedara como siempre debió quedar…– Dijo Claarn mientras veía al niño a los ojos.

    Bastian no dijo nada. Y ese fue el sello de confirmación, habría de luchar en serio.

    El niño retrocedió unos pasos y volvió a atacar, igualmente el sheriff podía cubrir todos los ataques que el joven le lanzara. El espíritu de Bastian no desaparecía, seguía atacando aunque no consiguiera nada. Eran ataques excelentes, todo lo que podría esperar de alguien como él.

    En cierto ataque Bastian atacó al sheriff por la derecha, pero el hombre aparte de cubrirlo, le regresó una patada muy fuerte en las costillas, esto doblegó a Bastian. Aun insatisfecho le hizo un corte en el brazo con la velocidad del tajo, nada serio. El terror que ocasionó en los espectadores fue erizante.

    Bajó la espada y siguió viendo a Bastian con una mirada de consuelo.

    –Yo los entrenare aunque ustedes me odien. Aunque tú nunca llegues a decirme tutor sabré que hice un buen trabajo– Él le ofreció la mano para poder levantarse, pero Bastian no subía la mirada y las manos le temblaban.

    El sheriff miraba a Bastian con asco. No podía creer la debilidad del pobre chico, temblando ante esa situación. Quizás intentaba ser valiente, podría ser habilidoso, pero era débil y eso no le agradaba, no le agradaba nada. La sangre de su maestro fluía por alguien como él y eso lo consideraba injusto – ¿Sigues triste por lo de tus padres?

    Una pequeña luz brillo en la cabeza de Bastian, parecía haber escuchado algo que no quería escuchar en lo más mínimo. Sin embargo no hizo nada, por lo tanto el sheriff continuó –¿Crees que eres el único que sufrió por la muerte de todas las personas aquella noche? Bastian, deja de lamentarte, sé que no puedo decirte que olvides a tu familia, pero deja descansar sus almas por un momento. Si los vas a recordar que sea por un buen motivo, ¿En qué piensas cuando los recuerdas? ¿En qué pudiste haber impedido su muerte? Por favor, no hubieses podido hacer nada. No estás a la altura de nadie. Te faltan años de práctica, décadas de experiencia para poder derrotar a los hombres que asesinaron a tus padres, ¡Deja de ser un maldito niño llorón y levanta ese rostro, pelea como un hombre desde ahora!

    Bastian levantó su espada dando un golpe curvo por el lado derecho a una gran velocidad. El sheriff estuvo a punto de recibir un golpe en la cara, pero lo logró esquivar. Agarró la mano de Bastian, con su pierna le tumbó la espada y después la levantó alto en el aire con una patada. Doblegó a Bastian doblándole el brazo hacia atrás. El chico estaba en blanco creía que por fin lo iba a lograr. Aun faltaba tiempo para lograr si quiera tocar a Claarn con un golpe.

    –Fue un buen intento. La rabia que tenías fue una buena arma para atacarme. Ese odio que tienes úsalo como tu mejor arma. Te dará un instinto que puede doblegar a tus enemigos. Grábate bien eso– Lo soltó y gritó – ¡Ahora sigue con esa rapidez, con ese coraje!- La espada cayó a un lado. Claarn caminó unos pasos hacia atrás. Más pronto que tarde el chico ya había tomado otra vez la espada, nuevamente corrió hacia él. Sus dientes se mostraban como los de un animal. Sus ojos estaban rojos y su ceño le marcaba la frente. Utilizó una serie de tajos por todos lados que viera una oportunidad, pero nada funcionaba. El sheriff interceptó uno de los tajos con su espada, tomó sus brazos haciéndolo doblegar hacia su derecha. Arremetió un codazo en la barbilla de Bastian quitándole la espada. Se dio una vuelta y golpeó al niño con su arma falsa. La mejilla se le enrojeció. El niño se hizo hacia atrás con unos gritos ahogados. Cuando abrió los ojos la espada nuevamente volvía hacia él. –Fue una buena secuencia, pero analiza la situación, no ataques de esa forma tan desesperada. Cuando atacas de esa manera te cansas más rápido, además de que puedes dejar muchos puntos desprotegidos. En una pelea real te puede costar la vida.

    Bastian bufó con enojo. Posó la espada de frente al sheriff. Sintió el viento soplando débilmente entre su cabello. El sombrero del sheriff se quería ir de su cabeza.

    El hombre puso sus manos de frente al niño. Le sonrió de forma burlona provocando al niño.

    Bastian saltó en un impulso.

    –Una de las principales fallas de todos ustedes es que creen que esto es solo un entrenamiento. Piensen que esto fuese real…– Bastian lanzó un espadazo recto. El sheriff lo bloqueó en una defensa horizontal. Deslizó la espada, desviando el equilibrio de su alumno hacia el lado contrario. Dio dos pasos hacia adelante y picó la espalda de Bastian –En este caso ya estuvieras muerto.

    Bastian se dio la vuelta, golpeando la espada del sheriff con brusquedad. Dio un giro con la cadera, dio otro impulso para poder atacar en otro tajo al hombre. La espada nuevamente se desvió en un golpe de Claarn. El chico se fue de paso, sintiendo el desliz de la espada de madera por su cuello.

    Las palabras del sheriff le chirrearon en el oído –Muerto.

    Una estocada –Muerto de nuevo.

    Otro tajo –Muerto.

    Un bloqueo y un golpe –Muerto.

    Un deslizamiento por la tierra, intentando asestar contra los pies –Muerto.

    Bastian utilizó la tierra del terreno para cegar la visión de Claarn. Una serie de ataques precedieron a aquel truco sucio. El sheriff bailaba con fluidez a través de cada golpe, a pesar de que le ardían los ojos –Muerto.- Gruñó con enojo.

    La pelea continuó hasta el momento en el que chico ya había perdido el aliento completamente. Ahí se encontraban parados uno frente al otro. Bastian sosteniendo su espada con las dos manos. El arma parecía ser más pesada en ese momento. La piel de sus delgados brazos se marcaba en los delgados músculos, mostrando unas venas resaltadas. Los gemidos de Bastian eran exasperantes. Su cabello estaba mojado. Su pecho subía y bajaba rápidamente. La mirada de ambos se interceptaba en el aire. La tensión se mantenía en los niños y su otro tutor.

    El chico tomó un respiro largo, mantuvo la calma, puso un pie frente al otro. El viento sopló a su favor, lo aprovechó lanzándose hacia el hombre con un poco más de velocidad. Sus pies hicieron un baile para confundir al sheriff. Sus espadas chocaron repentinamente en un ataque inesperado.

    El sheriff abrió los ojos por la sorpresa. Una serie de espadazos empezaron a volar sobre el hombre.

    En un momento de despiste el chico intentó dar una estocada exitosa. Claarn la esquivo en un roce con la espada de su alumno y su ropa. Golpeó fuertemente el brazo derecho del niño.

    Bastian se giró. La espada rozo el rostro del maestro.

    Claarn tomó su espada con ambas manos. Golpeó la mano de Bastian con fuerza, seguido dio una vuelta con su espada golpeando esta vez el hombro. El chico se doblego, ahora fue un tajo en las ya adoloridas costillas. Bastian gimió de dolor. Por ultimo acabó con una estocada en el pecho que le quito el aliento, al momento de que el niño bajara la cabeza le arremetió un golpe ligero en la parte superior de la frente, haciéndole caer de espaldas a la tierra.

    El hombre guardo su espada e hizo una reverencia –Eso sería todo por hoy. Desde ahora no quiero ni una sola palabra de tu boca.

    Bastian estaba en el suelo recuperando el aire. Ya no le quedaban fuerzas para continuar. Ni para decir algo. Ganaste esta… Solo sera esa…

    No seria solo esa.


    (...)


    Claarn caminó hacia el tronco para tomar un descanso. Ahí le esperaba Martin con una sonrisa burlona.

    –¿Qué te pasa?– Preguntó el veterano con un tono serio.

    –Te asustaste– Murmuró Martin –Fueron dos roces seguidos. Ninguno de los chicos te hizo utilizar las dos manos. No sé si los demás lo vieron, pero si yo fuera Bastian, con eso me sentiría más que realizado.

    El sheriff chasqueó con la lengua. Soltó un suspiro y se limpió la frente con un trapo que sacó de su bolsillo. Un trapo rojo especialmente para limpiarse el sudor –Tienes razón, estuvo mejor que cualquiera de los otros. Tiene talento, pero su actitud es la peor de las cuatro. Habrá que trabajar más en eso. Por ahora me siento bien.

    –Creo que todos tomaron nota durante tu enfrentamiento. Puede que mañana sea más complicado.

    –Espero, porque empezaba aburrirme…

    –Solo tengo unas pocas quejas. Por ejemplo, creo que no debiste recordarle a Bastian la muerte de su madre, ni lo impotente que fue en ese momento. Puede ocasionarle problemas en un futuro. Es un trauma y tú lo tocas tan despreocupado.

    –Por favor, Martin, deben de olvidar ese tipo de cosas. Sabes bien que no será la última cosa horrorosa que vean. El mundo es cruel, y si son débiles se los comerán vivos. No hablo de que sean indiferentes, pero si hablo de que tienen que aprender a enterrar el pasado, y si ese pasado hace daño no volverlo a sacar...- El hombre se puso de pie. La luz le golpeo en la cara, por lo que se acomodó el sombrero –Este tipo de entrenamientos puede ser una buena forma de descargar todas esas malas energías que tienen dentro de ellos. Déjame trabajar de la manera en que me gusta, sé que lo que estoy haciendo está bien. Tu solo preocúpate de enseñarles muchas cosas, como los reinos, historias del pasado, cuentas leer y escribir. No necesitaran más…

    Martin suspiró tratando de olvidar lo que había dicho. Parecía que podría conectar con él, lo parecía por un segundo, pero era complicado. Evitó ver al sheriff y mantuvo la mirada en los chicos. Estaban con Bastian, lo admiraban por su derroche de talento a pesar de estar mullido en golpes. Todos reían y sonreían. No quería aceptarlo, pero podía ser verdad que sus abusivos entrenamientos no estuviesen del todo mal.

    –¡Vamos, mocosos!– Gruñó el sheriff –Hoy tenemos un compromiso, así que no podremos practicar con armas de fuegos, así que la siguiente prueba es de tiro al blanco. Tienen media hora para comer– El hombre guardó su trapo y se fue caminando hacia la puerta que llevaba a la cocina, con las manos en las bolsas de su chaleco.

    Los niños se levantaron. Caminaron hasta con Martin.

    -Vamos, Martin o el viejo querrá quemarnos la casa- Dijo Kian con una risa.

    Martin le sonrió nervioso, porque había posibilidad que fuese cierto –Solo voy a recoger las cosas de Mike. Mientras escuchaba la conversación de los chicos.

    -¡¿Lo vieron?! ¡Casi lo golpeaba, estuve a milímetros de hacerlo!- Fanfarroneaba Bastian levantando los brazos haciendo gran escándalo.

    –Claro que si Bastian, claro, casi lo golpeas, por supuesto- Le decía Bruno dándole vuelo.

    -¡¿Por qué siento que no lo dices con honestidad?!

    -Yo no vi nada. Pero si entrenas más en unos meses si creo que seas capaz de rozarle con tu espada- Le dijo Kian dándole unas palmadas en su hombro adolorido.
    -¡Pero si ya lo rosé!
    –¡Pues yo pienso que estás loco! ¿Cómo se te ocurrió pelear sin protección alguna? Si el sheriff hubiera ido enserio, entonces estarías muy herido– Exclamó Mairis, enfadada.
    Todos se quedaron callados y serios, ni Bruno la había visto antes con esa actitud –A la próxima que vayas sin protección me pondré del lado del sheriff y seré yo quien te de una paliza– Mairis le quitó la mirada y cruzó los brazos, los chicos se vieron a los ojos y luego empezaron a reír por la reacción de Mairis. Ella se quejó de sus risas. Un aura de plenitud se alcanzaba a sentir en el aire. Martin presenciaba la escena desde el tronco. Tomó a Mike en sus brazos, el bebe le sonreía. Y por un momento sintió que esa familia que nunca había pedido fue una de las decisiones que agradecería de por vida.


    (...)


    Después de una comida sumamente callada por la tensión habida entre Bastian y el sheriff, tuvieron que volver al terreno de entrenamiento para practicar arco. Al estar todos en el campo de entrenamiento, a unos treinta metros de las dianas de tiro, el sheriff se interpuso entre los muchachos. Se acercó a Bastian mientras tomaba su arco y le tomó del hombro.

    –Todos ustedes, a excepción de Bastian tienen que hacer las pruebas a treinta metros de distancia. Bastian, por haberme retado en el entrenamiento de espada y por su indisciplina en la búsqueda del interruptor de la alarma tendrá que hacerlo a cincuenta metros de distancia– Le dio unas palmadas al chico pelirrojo y se fue.

    Bastian cerró los ojos y suspiró. No era como que no se esperaba algo como eso. Sin embargo quería poder quejarse. Era un hombre de palabra. Habría de cumplir su promesa. Caminó hasta su diana y la acomodó en la distancia adecuada.

    Claarn observó al niño mover la diana. Chasqueó la lengua, deseaba que el niño rompiese su palabra, que lo rompiese en ese preciso momento para ponerle un castigo aun peor. Suspiró y se cerró de brazos. Asintió con una ligera sonrisa. El niño tenía palabra. Eso era algo bueno.


    (...)


    El entrenamiento empezó. Al principio fue complicado, en realidad ninguno de los chicos había tomado un arco antes. Era extraño y los brazos se sentían raros al tensar el hilo y tirar la flecha, aunque se sentía increíble cuando realmente golpeabas la diana, aunque no fuese en el lugar en el que debía. Después de que empezaron a tomar experiencia el sheriff pidió atinar diez flechas lo más cercano posible al centro.

    Mairis y Bruno entendieron pronto como utilizar el arco. Bruno termino primero que todos. Duró aproximadamente media hora en terminar toda la prueba. Era un muchacho muy hábil con ese tipo de armas. Era algo interesante. Claarn tomo nota sobre esto.

    Seguido de él terminó Mairis, la cual finalizo la prueba en una hora aproximadamente. Un manejo bastante básico. Nada que destacar.
    Kian tenía problemas para adaptarse, aunque después de una hora de tirar flechas pudo acertar en una, después de esa siguió acertando, terminando en poco más de dos horas toda la prueba. Fatal, pero mejoraría rápido.

    Claarn les felicito por haber terminado, seria todo por ese día. Era hora de cambiarse, habrían de partil al cuartel de Hericent, seria el último recuento de los hechos a las autoridades correspondientes.

    Los chicos partieron hacia la casa cargando con Mike.

    Ahora solo se encontraban Martin, Claarn y Bastian.

    Bastian llevaba casi dos horas sin lograr poner ninguna flecha aunque sea mínimamente cerca del centro. La mayoría de las flechas se encontraban en el suelo o en la parte de la frontera de la diana. Parecía que el chico no tenía ninguna sola habilidad con el arco.

    Martin se froto el cabello con pena –Tenemos que ir al Cuartel de Hericent antes de las 6:00 PM. Ya son las 5:00 PM, ¿Crees que lo logrará en media hora? Porque yo lo dudo. Creo que tendremos que dejarlo pasar por hoy– Dijo Martin mientras miraba su reloj de mano.

    Claarn desde la roca en la que se encontraba sentado dijo –Por supuesto que no se ira. Se quedara aquí hasta que lo logre, si es necesario que no cene hoy y se vaya a dormir tarde correré el riesgo. Tiene que conseguir al menos una flecha…

    Martin volteó a verlo, desconcertado –A este ritmo no lo hará.

    –Lo que escuchaste y no quiero más de tus quejas. Su progreso debe darse. No podemos ablandarnos con uno, todos deben ser tratados por igual– Miró a Martin a los ojos. El joven teniente solo negaba con la cabeza.

    Al viejo poco le importaba la negativa de Martin, tenía algo más importante que hacer. Se concentró en Bastian, lo analizó hasta el ultimo detalle por cinco minutos hasta que se quito el cabello y comenzó a quejarse –No comprendo que está haciendo mal este muchacho. Su postura está bien, agarra correctamente la flecha ¿Acaso esta tomando la flecha mal y yo no lo logro ver? ¿Acaso el arco esta desviado?– Dijo mientras se frotaba su bigote lentamente.

    Martin también llevaba tiempo analizando al niño –Ninguna de las anteriores- Respondió el joven -La fuerza con la que tira es el problema. Necesita motivación. Ahora mismo debe de estar muy desesperado y no lo hace correctamente.

    –¿Necesita motivación? No suena tan disparatado- El veterano volvió a prestara atención al chico –Tendré que amenazarle con algo…

    Martin estaba cerrado de brazos con el pulgar levantado y moviendo su labio –Déjame hacerlo a mi manera, si no lo logra lo haremos a tu forma, ¿Te parece?– Se giró hacia el viejo soldado.

    Las miradas entre ambos se cruzaron. Notó la duda de Claarn. Sin embargo el hombre levantó la mano –Ilústrame- Le dijo en tono de burla, aunque con un poco de confianza.

    Martin caminó hasta donde se encontraba Bastian. A unos escasos metros el chico volteó y bajó la mirada. Rápidamente volvió a tomar otra flecha del montón que tenía a un lado. Disparó justo antes de que Martin llegara a un lado suyo, pero no dio en ningún lado. La tierra se levantó al chocar en el piso.

    –Vaya, eso estuvo bastante cerca, amiguito.

    –Claro que no…- Tomó otra flecha.

    –¿Que está pasando Bastian?– Preguntó Martin con su voz consoladora.

    Bastian volteó a ver a Claarn, levantó el brazo con el arco y disparo otra flecha – ¿Él está enojado conmigo?

    Martin también volteó hacia el sheriff. El hombre observaba pacientemente con la mirada levantada. Se le observaba tan arrogante que a Martin le causo nauseas. Le recordó a sus pequeños hermanos menores. Tan burgueses y consentidos. Siempre mirando por arriba a todo aquel que no perteneciera a una familia rica como la suya.

    El joven tutor suspiró y contestó a la pregunta de Bastian – ¿Y cuando no esta enojado?- El chico soltó una pequeña risa. Martin metió las manos en sus bolsillos y observó el panorama. Un montón de flechas regadas por todas partes -Probablemente si no lo logras te duplicara el castigo y te dejara aquí hasta que lo logres. Estoy seguro que te dejara aquí sin comer ni dormir.

    Bastian solo exhaló. Estaba agotado – ¿Por qué no puedo lograrlo? Según yo lo estoy haciendo todo bien. Creí que sería el primero en terminar esta prueba. Quería dejar al viejo con la boca abierta, pero solamente estoy haciendo el ridículo. Ya casi obscurece y no he podido colocar nada cerca del centro– La voz del niños sonaba completamente triste. Su rostro mostraba decepción hacia sí mismo.

    Martin sentía pena por el muchacho, parecía que enserio se estaba esforzando –No lo logras porque no tienes una motivación– Dijo al momento de observar la diana.

    Bastian volteó a verlo frunciendo el ceño – ¿No tengo motivación? ¿Cómo eso podría hacer efecto en que no pueda llegar la flecha al centro? Creo que estas delirando, estarnos viendo durante el combate te afecto el cerebro…- El niño levantó sus brazos y miró sus moretones –Deben de ser los golpes que me dio el sheriff, me duelen las costillas y el brazo derecho…

    Martin se encontraba muy serio, dobló la mirada hacia él y le dijo –No quisiera decir que es lo mismo que hace unas horas durante tu enfrentamiento contra el sheriff. Sin embargo creo que si es muy parecido. Cuando te dijo algo sobre tu madre te pusiste furioso y actuabas instintivamente. Así que creo que deberías hacer lo mismo aquí.

    El niño se volteó a ver la diana. Observó cada flecha –Así que motivación…

    –Así es– Se quedó en silencio un par de segundos –Te contare un truco, Bastian. Yo tenía un amigo cuando me enlisté en el ejército, su nombre era Ramsey. Él me contó una historia. Este era su secreto para esforzarse al máximo en cada una de las pruebas que le ponían, incluso en batallas. La historia iba así:


    "Ramsey un día estaba en un bosque con su madre. Vivían en un lugar muy frió. Estaban solos. Lejos de cualquier civilización. Lo más cercano era un pequeño pueblo, no como este, un pueblo diez veces más pequeño. Ellos vivían de los frutos que daban sus árboles en primavera y verano. Sin embargo ese invierno había sido especialmente duro y no habían conseguido grandes cantidades de frutos, por lo tanto no había tanto dinero como siempre. Así que la madre, junto con su hijo, decidieron trabajar de leñeros, ya que el anciano que trabajaba de esto en el bosque recientemente se había lastimado la espalada y no podía trabajar de ello. Era difícil, pero Ramsey y su madre sabían cómo talar los árboles. Así sobrevivieron ese duro invierno hasta que llego un trágico día. Durante su recorrido en el bosque una bestia gigantesca apareció, un oso grizzli, el tercer tipo de oso más grande en el mundo, y este sí que era grande. Enorme debería decir. Mi amigo dice que podría haber pesado fácilmente unos quinientos kilos. La madre de mi amigo traía un arco para defenderse de cualquier percance que podría pasar, pero no estaba preparada para luchar con algo tan grande. La bestia se abalanzó contra mi amigo y su madre. Se defendieron, pero era demasiado para ellos. Mientras huían, el oso mordió la pierna de la madre, tanto así que se la rompió. Ramsey con el hacha para cortar madera golpeó a la bestia. Su hacha quedo atascada. Hasta la fecha mi amigo aclara recordar el rugido de semejante animal. El animal se molestó, aventando a la mujer hacia un lado. Durante la caída ella se dislocó el brazo, Ramsey fue golpeado con la pata del animal dejándolo enfrente de la madre. Cargó a su madre y corrió lo más que pudo, pero cargando a su madre no pudo llegar muy lejos. Su madre le dio el arco. Quería que su hijo diera un tiro certero en uno de los ojos de la bestia. Mi amigo muy pocas veces había cargado aquel arco, pero que más daba, morirían si no lo hacía. Así que teniendo a su madre detrás, con tanta responsabilidad, con tanto que perder, lanzó la flecha y lo logró. El animal empezó a rugir. Otro par de flechas salieron volando hasta el torso del oso. Entre el medio de la confusión salió corriendo junto con su madre, perdiendo a la bestia. Desde entonces, cuando mi amigo tiene que hacer algo, piensa que atrás de él se encuentra su madre herida. Ramsey tomaría ese arco e imaginaria que aquel punto donde está el centro de aquella diana es el ojo de aquella bestia, y dispararía la flecha con toda su fuerza. No por odio, no por rabia, no por venganza. Sino por protección, no solo para sí mismo, sino por la que alguien puede llegar a necesitar en algún momento… Aunque no lo creas su consejo me ha servido mucho"


    Martin le sonrió a Bastian –Inténtalo– Le golpeó dos veces en el hombro con la palma de su mano.

    La historia había sido contada tan seriamente que parecía ser completamente real. Bastian le hizo caso. Cerró sus ojos, preparó su arco poniendo la flecha en su lugar. Tenía el rostro serio, estaba imaginándose al asesino de su madre. Detrás de él estaba su madre esperando ser rescatada por su hijo. Sabía que él no había podido hacer eso en aquella situación, pero ahora tenía su objetivo claro, nunca más dejaría que pasara algo como eso. Protegería a todo aquel que necesitase ayuda, cada uno, sin pensarlo. Respiró hondo, subió su brazo, apretó la flecha más fuerte que ninguna otra vez y la soltó con el corazón puesto en su arma.

    Martin se empezó a reír delicadamente, bajo la mirada y dijo –Te dije que servía.

    Bastian estaba congelado, y sentía las ganas de gritar. La flecha no se encontraba en el centro, pero si cerca de ella. Eso era más que suficiente. El niño no aguanto más y empezó a saltar, agradeciendo a Martin entre gritos de satisfacción.

    –Sigue así Bastian. Termina pronto, tenemos que irnos en veinte minutos. No es que te esté dando presión o algo parecido- Y soltó una risa mientras caminaba en dirección a Claarn.

    –¡Terminare muy rápido! Tu solo espéralo– Le gritó el niño, entusiasmado.

    El hombre notó aquella sonrisa burlona otra vez en el joven.

    -Lo lograra- Susurró Martin con una risa arrogante. Un susurró que Claarn escuchó perfectamente.

    Cuando el joven se acercó lo suficiente Claarn murmuró –Que bueno que no apostamos- Puso un cigarrillo en su boca y lo prendió con el dedo índice.

    Martin se rió levemente. Su mirada se quedó abajo y dobló la boca.

    –Aquella historia…- Soltó la primera bocanada de humo –Eras tú, ¿No es así?– La mirada entre el hombre y el joven se conectaron. Claarn asintió –Me lo imaginaba… Logré escucharla desde aquí. Tenía que saber que le habías dicho a aquel niño. Quizás era un complot para sorprenderme o algo parecido.

    Martin se quedó callado, poco a poco la sonrisa blanca empezó a desaparecer –Esa historia es mía, un poco cambiada, pero es mía.

    Claarn admiró su cigarrillo y observo la ceniza ardiente. Siguió la conversación con una pregunta –¿Qué le cambiaste?

    Martin empezó a apretar sus labios–Nada importante.

    El hombre soltó una risa delicada –Soy del Servicio Secreto, se identificar mentiras perfectamente, Martin. Claro que es importante… Mencionaste que mordieron a tu madre si puedo recordar, dime Martin ¿Qué fue de ella?

    Martin negó con la cabeza –No es nada. Dejemos al chico a solas. Ahora mismo terminara. Deberíamos ponernos nuestros uniformes para que no nos digan nada al entrar al cuartel- Y se dio la vuelta.

    –Como quieras- Puso su cigarrillo en la boca y se levantó de la roca –No rezongues luego diciendo que no decidí interesarme en tu vida, compañero…– Ese último “compañero” sonó forzado y molesto. Como si no le gustara decirlo, como si no pensara ciertamente que fueran compañeros. Martin no hablo más, siguieron caminando hasta llegar al tronco donde se encontraba el portabebés de Mike. El sheriff la hizo levitar con magia.

    –Mi madre murió– Masculló Martin, de pronto.

    Claarn volteó a verle con un rostro serio –¿El oso se la comió?

    –No…– Contestó Martin tras soltar una risa nerviosa –Pero el oso la mato… No necesariamente en ese momento– El chico se mantuvo callado, su vista se clavó en la nada. Parecía estar recordando algo horrible –Antes de usar el arco para disparar las flechas, el oso me arrebato a mi madre y la mordió en el abdomen. Mi madre se retorció y gimió de dolor. Yo disparé por instinto, una flecha le rozo, la segunda le di en el ojo. Cuando habíamos dejado al animal llegamos hasta nuestra choza. Deje a mi madre en su cama. Las sabanas las recuerdo llenas de sangre. Mi madre retorciéndose. Fui por el viejo guardabosques y la doctora del pueblo. El guardabosque se encontraba, la doctora no. Entre los dos, y algunos ancianos del lugar intentamos curar a mi madre. Mi madre luchó contra su herida durante cuatros días. Recuerdo como le cambiaba las sabanas y podía ver la herida, siempre se veía peor… El día del funeral de mi madre el guardabosques llegó con el cuerpo de aquella bestia, sin embargo no sentí nada. Al final la venganza no satisface tanto como uno quisiera… La doctora llegó poco después de que mi madre falleció… No la culpo, las nevadas de ese año fueron grandes.

    –¿Entonces cómo fue que terminaste siendo un hijo perdido de Charles Price?

    Martin levantó sus ojos ante Claarn. Su rostro parecía comprensivo –Mi madre me contó la historia de ellos dos. Me lo contó antes de morir. Me dijo todo, las razones por las cuales no pudieron casarse y porque tuvo que huir, terminando en un lugar como aquel. Me dijo que mi padre era un General del reino de Milloria. Me pidió que fuera con él, que contara lo sucedido. Hasta el último momento ella quería protegerme. Me dijo que tenía que ir con él y mostrarle una foto de mi madre para que aunque sea lo pensara. Al parecer yo era un bastardo nacido de un amorío entre mi madre y el General hace mucho tiempo. La historia de mi supuesto padre que ella me contaba era mentira, supuestamente había muerto en un accidente en las minas cuando era un bebe. Para serte sincero, me impacto la noticia, así que aun después de la muerte de mi madre yo no fui con mi verdadero padre. Deje atrás aquel pequeño pueblo y me fui a vivir con unos tíos, sin embargo mi tío tenía muchos hijos y no podía mantener a otro más. Sin que ellos me lo pidieran me fui. Ahí fue cuando busque a mi padre. Fue complicado llegar con él, pero cuando lo encontré me aceptó como su hijo sin siquiera mostrarle una foto, dijo que era idéntico a él cuando era un niño... La vida con mi nueva familia fue complicada, mi madrastra me odiaba y mis hermanastros me molestaban. Arlong al ser un bastardo también, me acogió como su verdadero hermano y juntos crecimos renegados de nuestra familia. Nuestro padre y nuestra nana fueron los únicos que nos dieron una buena vida durante el tiempo que vivimos ahí. Después de la muerte de mi padre vivir en aquella casa fue horrible, así que me salí… aunque eso ya es otra historia– El sheriff asintió lentamente, se acercó a Martin, le agarró el hombro y después lo soltó sin decir nada. El hombre siguió su camino dejando al joven atrás.

    –Claarn o Sheriff no sé cómo te guste que te llamen…

    El hombre contestó sin voltear –Dime como quieras…

    -¿Cuál es tu historia, Claarn? ¿Cómo terminaste siendo alumno de Abraham?

    -No es necesario que sepas esas cosas…- Le dijo Claarn, nuevamente sin voltear.

    -Vamos, compañero, yo te acabo de contar la mía- Esa palabra compañero sonó burlona. Claarn lo notó y realmente no le dio gracia.

    -Yo era muy pequeño, Abraham me encontró en el campo de guerra. Nos caímos muy bien tras conocernos y pidió llevarme con él, lo demás fue pasando con el tiempo…

    -Enserio que te pareces a Abraham, ¿no eres un hijo perdido de él? Se sincero conmigo, podríamos ser colegas bastardos.

    -No, no lo soy. Abraham conoció a toda mi familia, era amigo de la familia…

    -¿Entonces tienes familia?

    -No. Algunos murieron y otros desaparecieron durante un ataque…

    -Oh…

    La ceniza del cigarrillo de Claarn cayó al pasto –La guerra es dura, hijo…- Tomó la colilla del cigarro y en un instante se volvió carbón. El sheriff nunca volteo a ver a Martin, pero el chico notó en la voz del hombre algo, razón por la cual nunca mas preguntó nada sobre su pasado… Sintió en su voz un inmenso dolor.


    (...)


    Esa misma noche, cuando las personas ya se encontraban perfectamente dormidas Claarn se encontraba con Fabriccio en el Cuartel de Hericent. Se encontraban en una habitación gris solitaria en un rincón del edificio.

    -Y esas son las cosas que he deducido hasta el momento…- Comentó Fabriccio –Sin embargo estoy corto de información y el Gobierno Mundial no esta siendo de ayuda ofreciendola…

    Claarn lo escuchaba atentamente. Sacó del bolsillo de su chaleco un libreta pequeña y arrancó una hoja –Una pluma.

    El detective le lanzó una. Anotó algo en la hoja y le paso la hoja con la pluma al detective.

    -Destruye esa hoja dentro de diez minutos o vendré a darte una paliza…

    El detective empezó a reír –Entonces tendré que irme…

    -Exacto…

    El Detective abrió la puerta –Sabia que podía confiar en usted. Estoy agradecido.

    -Quiero ser el primero en conocer tu investigación, Lecter. Yo te diré que puedes decir y que no.

    El Detective asintió. Y salió por la puerta dejando a Claarn solo en la habitación.

    El hombre se quitó el sombrero y se frotó la frente –Los muertos no pueden revivir…- Dijo con angustia, como tratándose de convencer. Levantó sus manos. Las admiró como si fuesen parte de la obra artística más grande del mundo. La apretó con rabia. Cerró los ojos apretándolos con fuerza. Suspiro y luego dijo –No soy precisamente la mejor persona para hablar de esas cosas…- Chasqueó los dedos. Desapareciendo de la habitación. Ahora estaba de vuelta en su casa con los niños y Martin.

    Esa noche no pudo dormir.



    GOBIERNO MUNDIAL

    El Gobierno Mundial comenzó a crearse en el año 41 D.C., pero no se solidó hasta el año 91 D.C.
    El sistema del Gobierno Mundial se ha modificado dos veces a lo largo de la historia. Una finalizando la Segunda Guerra Mundial y la otra finalizando la Tercera Guerra Mundial.
    El Gobierno Mundial cuenta con varios sectores políticos:
    • Sección Política/Militar: La cual Gobierna sobre todas las demás.​
    • Sección Económica: Mantener el flujo estable de dinero, control en los bancos y proveer dinero a las demás facciones con asesoramiento de la Sección Militar.​
    • Sección Administrativa: Mantiene el control en el flujo de trabajadores y asesora a emprendedores de la Sección Industrial.​
    • Sección Industrial: Encargados de mantener la logística de la industria mundial, creador de las maquinarias necesarias para el avance industrial y regulador del impacto ambiental.​
    • Sección Educativa: Encargados de proveer la mejor educación publica y de cerciorarse que la mayor cantidad de alumnos se gradúen. También son la sección que se encarga de financiar todas las investigaciones científicas en todas las ramas de las ciencias.​
    • Sección Ganadera Agrícola: Encargados de resolver asuntos territoriales, proveer fondos a granjas aliadas al Gobierno Mundial y de mantener un control en el hambre mundial.​
    • Sección de Inteligencia: Encargados de mantener el flujo de información, y encargados de resolver crimines que no involucren al ejercito. Aunque también son utilizados para misiones militares.​
    • Servicio Secreto: Sección de alto prestigio que se encarga de resolver asuntos que afecten directamente a cualquier Sección del Gobierno Mundial de manera significativa.​
    A pesar de que existen estas facciones, en la historia "El Legado de los Héroes" y derivados, no se tiene planeado indagar en este tipos de asuntos para no divagar en las trama que se tratan de contar.
     
    Última edición: 20 Noviembre 2019
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    Aldo MV Gallardo

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    El Legado de los Héroes: El Libro de los Arcnaik
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    Capítulo 3 – El Pueblo de los Lazos

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    –17 de Septiembre de 2888 D.C.–

    Dos semanas después de haber llegado a la casa, Martin decidió llevar a los chicos por primera vez al pueblo para poder explorarlo un poco más, ya que el joven apenas y lo conocía. Era fin de semana y las clases habían terminado, así como los entrenamientos, por lo que los chicos tendrían los dos días libres para hacer lo que quisieran, siempre y cuando Martin estuviese cerca de ellos.

    El pueblo de LaneCloud era un pueblo grande, pero no dejaba de ser un pueblo, así que no tenía grandes lugares en los cuales pasar el rato. Martin por su parte era un fanático del cine, los casinos y conciertos de música independiente. Lamentablemente en LaneCloud no había más que un bar bastante grande en la que de vez en cuando alguna que otra banda fronteriza iba a tocar, pero en la mayoría de sus días se encontraba un grupo de ancianos que gustaban de hacer canciones melodiosas para nada movidas.

    Martin tenía planeado dejar a los chicos en parque mientras se iba a algún cabaret, sin embargo el parque se encontraba muy lejos, entonces no tuvo de otra más que quedase en el parque con los niños.

    El parque era un gran terreno lleno de juegos para los niños, existía una pequeña laguna artificial donde había muchos patos y gansos. Era un parque tranquilo donde los ancianos gustaban de lanzar maíz a las palomas.

    Martin durante todo su crecimiento había vivido en una gran ciudad llena de luces, música y pecado por todos lados, por lo que para él era un poco complicado el ahora encontrarse en un lugar tan sedentario. Ver a los tres niños jugando le causaba una gran alegría, y tener a Mike entre sus brazos acurrucandolo para que pudiese dormir era una de las mejores sensaciones que podía sentir. Sin embargo a su cabeza llegaba esa duda constante de que quizás la vida de padre todavía no era para él.

    Fue entonces cuando un grupo de jovencitas que caminaban por la laguna llegaron hasta él. Ellas comenzaron a elogiar al pequeño niño, el cual por lo elogios se emocionó y fue incapaz de poder dormirse. Las jóvenes se sentaron a un lado de él y pidieron cargar a Mike. Entonces ahí Martin descubrió la belleza del pueblo y la belleza de ser un padre soltero. Se quedó junto con las chicas teniendo una larga conversación. Si existía algo que le gustase más que los casinos, el cine y la música, eran las chicas.


    (...)​


    Los chicos por otro lado se encontraban entre los arboles jugando con una pelota. Reían de alegría entre los juegos. Sus juegos eran casi como los entrenamientos de Claarn, pues los tres eran sumamente orgullosos y no se permitían ganar de ninguna manera, así que entre ellos mismos daban todas sus habilidades para poder ganar.

    El juego era simple, se llamaba Jimlek. Golpeabas la pelota con las palmas y tratabas de introducirlo en la portería del jugador contrario. Podías rebotar la pelota en el piso, pero no podías cargarla a no ser que la receptaras y no podías meter la pelota a menos de tres metros de la portería del equipo contrario. Los partidos profesionales solían ser bastante entretenidos e intrépidos, justo ese era el caso que estaba siendo el partido entre estos tres niños. Sus habilidades no eran las de niños comunes y eran capaces de llevar un partido infantil a otro nivel. Las personas, exceptuando las chicas que estaban hablando con Martin, veían impresionados desde lejos el emocionante juego. Algunos con mucha pasión, otros con terror de no poder creer lo que estaban viendo.

    Al final de tiempo de juego los chicos se encontraban empapados en sudor. El viento fresco de otoño era aliviante en medio del calor de su increíble juego. Un grupo de niñas se acercaron aplaudiendo. Muchas personas empezaron a hablar de los chicos mientras seguían su travesía por el parque.

    Bastian comenzó a tomar mientras veía a las niñas caminar hacia ellos. Eran bastantes, no se miraban peligrosas. Alrededor de doce.

    Mairis se encontraba tirada en el suelo con los ojos cerrados recogiendo el aliento.

    Bruno por otro lado baño su camisa y la puso en su cabeza.

    El marcador había sido claramente desfavorable para el mayor de los tres. Bruno con una puntuación de 15, Mairis con una puntuación de 44 y Bastian, el completo ganador 48.

    A pesar de haber ganado, Bastian Tenía un terrible miedo de Mairis. Era una oponente increíble. No había tenido un partido así desde hace años.

    –Por fin encontraste a un buen jugador, Mairis– Dijo una de las chicas. Bastian se ahogó con el agua al escuchar que mencionaban el nombre de su amiga.

    Mairis levantó la cabeza y ahí se encontraba todo ese grupo de niñas. Sus amigas de la escuela ¡Todas estaban ahí! Ella saltó emocionada y abrazó a la chica que había mencionado las palabras. Una a una se fueron uniendo con ella en un fuerte abrazo grupal. Todas a excepción de dos.

    Bruno se levantó lanzándose su camisa a la espalda.

    – ¿Quiénes son ellas?– Le preguntó Bastian a Bruno.

    –Son las amigas de Mairis. Eran nuestras compañeras de salón.

    –Wow… Mairis sí que es popular…– El chico observó el evento con admiración mientras veía a las niñas reír hablando entre ellas. Luego le cayó todo a la cabeza como un rayo – ¡¿Nuestras?!

    Las chicas se fueron apartando y cuando ya no se encontraban amontonadas una de las niñas. La más pequeña y delgada de todas, una niña de dos trenzas negras y grandes lentes negros en conjunto con su bella piel blanca, se encontraba agarrándose las manos jugando con los pulgares. Su cabeza estaba gacha. Y parecía pensativa.

    –Alicia…– Dijo Mairis y la niña levantó el rostro – ¿También nos podemos abrazar? Y la niña abrió los ojos y saltó en dirección de Mairis.

    Se escuchaban unos llantos silenciosos desde el pecho de Mairis. Ella se percató y le susurró con una voz suave y angelical como la de solo ella –Escuché que tu madre falleció durante el ataque…– La abrazó con mucha fuerza –En serio, lo siento.

    Las lágrimas de la niña cesaron. Ahora fue ella quien la abrazó con fuerza –Supe que tu hermano y su novia murieron ese día también… Espero estés bien…– Le dijo ella con el pecho hundido en el pecho .

    Mairis cerró los ojos –Gracias…Estoy bien…– Le dijo en un tono seco.

    –Yo también estoy bien…Gracias, Mairis.

    El abrazo se volvió tierno y apaciguante de manera mutua. Se soltaron y Mairis le limpio las lágrimas a su amiga. Después le soltó una enorme sonrisa. Alicia pudo percatarse en su sonrisa que Mairis también tenía sus largas pestañas empapadas.

    – ¡Es muy buenas verlas a todas!– Dijo Mairis poniendo a Alicia bajo su brazo derecho –No lo he sabido todo, pero espero que todas estén bien…– Mairis sonreía feliz de poder verlas a todas de nuevo cuando se percató – ¡Molly!– Le estrechó los brazos a la chica –Un abrazo no hace mal a nadie– La chica que no había ido a abrazarla le levantó una sonrisa forzada y le negó con la cabeza. Mairis asintió con la figura borrosa que era su perfecto gesto de alegría –Bueno… Cuénteme como les ha ido.

    Y todas las chicas comenzaron a hablar de mil y una cosas, aunque inevitablemente la conversación fue girando poco a poco a lo sucedido aquella noche de hace tres semanas. Intentaban ser fuertes, lo más fuerte que puede ser un niña de nueve y ocho años. Todas hablaban menos una… Molly.


    (...)​


    Bruno y Bastian se encontraban a cuatro arboles de distancia de las chicas. Sentados en el verde pasto del parque.

    –Nosotros vivíamos antes en Milloria, ¿sabes dónde es?– Le preguntó como si el tener que explicarle le fuese una molestia.

    –Esta al norte de aquí. No lo conozco, pero se dónde es.

    –Bueno. En Milloria nuestro hermano nos mandó a una de las mejores escuelas en todo el reino. Yo iba en tercer grado cuando Mairis entró a primero. En las primeras semanas ella demostró tener mayor conocimiento sobre las materias que estaba cursando. Hicieron unas pruebas y la mandaron a segundo grado. Nuestra escuela era famosa por su alto nivel así que eso fue sorprendente, pronto Mairis fue conocida por toda la escuela y profesores como “La Princesa Genio”. Si lo piensas bien, el apodo le quedaba perfecto, tan solo mira– Y Bruno y Bastian la voltearon a ver –Es muy bonita y alta para su edad. A demás de muy lista… Estaba muy feliz cuando la pasaron de grado. Cuando pienso en quien quisiera ser digo rápidamente “Como Edward”, pero si realmente me pongo a pensarlo, digo “Como Mairis”… Ella es mi mayor orgullo. Yo ya le decía princesa antes de que fuese popular.

    Bastian se giró a Bruno con los brazos cruzados y mala cara –Pero tú dijiste que era de tu grado…

    –Oh, cierto, perdona me distraje…– Se rasco su cabello mojado con una sonrisa nerviosa –Cuando estábamos a mitad del curso ese mismo año escolar, Mairis y yo llegamos tarde por la lluvia, así que tuvo que ir a dejar su tarea a la oficina de su maestro. Ese día no tenía ganas de estar en la clase, así que la acompañe, yo me quede afuera de su oficina cuando Mairis entregó su tarea porque mi maestro se encontraba creando el examen de mi clase de matemáticas. Ella al entrar logró ver el examen y lo resolvió mientras su profesor le calificaba la tarea. El profesor se emocionó tanto que inmedíatamente la llevó a hacer el examen para pasar al tercer grado... Y lo paso también– El chico se echó a reír –Debiste ver la cara de todo mi salón cuando ese profesor llegó con Mairis a nuestro salón al día siguiente…

    –Lo imagino… Es por eso que ustedes tienen tareas diferentes a las mía… pero Bruno, si ella iba en tu mismo grado no terminaría entonces la escuela a los catorce años… ¿a esa edad podría trabajar?

    El chico soltó una ligera risa –No seas tonto, Bastian. Los exámenes para pasar de grado son muy difíciles. No es cualquier cosa pasarlos. Cuando Mairis logró pasar de grado consiguió un lugar directo al libro de las becas para Universidad. Ya lo veras, cuando cumpla catorce años tendrá un montón de cartas en la puerta… Es por eso que muchos niños de familias de bajos recursos intentan pasar esos exámenes, para así poder entrar en la Universidad, ya que un estudio universitario no es algo que cualquiera se pueda pagar…

    Bastian asintió y se volteó hacia Mairis. Ahí estaba ella junto con sus amigas, con el rostro un poco apagado por las cosas de las que estaban hablando, pero tratando de mostrarles una sonrisa en los momentos adecuados para alegrar sus días.

    –Ella es increíble…

    –Lo es… Podrás imaginar lo increíble que fue para todos en el curso aquí en LaneCloud conocer a una niña que había pasado dos cursos… Se volvió muy popular, pronto. Todos la conocen. Y no solo es conocida por ese logro, es amable, alegre, comprensiva, es sumamente atlética, sabe hablar con las personas. Si no la conocería pensaría que es una clase de “sabio enano” disfrazado o algo por el estilo.

    Bastian comenzó a reír –Me imagine a Mairis como “La princesa enana”.

    Bruno soltó una muy ligera risa, casi invisible –Eres un idiota.

    – ¿Y tú Bruno?– Preguntó el chico amablemente – ¿Eras popular?

    Ahora el chico si comenzó a reír –Para nada. Yo tenía un grupo de amigos en Milloria con los que solía jugar al ajedrez, damas, entre otro montón de juegos de mesa, alguna que otra vez jugábamos a Jimlek u otro juego con pelota. Era un grupo pequeño, pero me agradaban mucho.

    –En Milloria ¿Y aquí?

    –Bueno iniciamos las clases el año escolar pasado… No he tenido tiempo de conocer a muchas personas… A demás, parece que a nadie le gustara jugar ajedrez o aunque sea damas… Jugaba con los chicos Jimlek cuando quería, pero no soy tan bueno como ya lo sabrás… ¿Y tu?
    –Yo nunca he ido a la escuela Bruno– Dijo Bastian riendo.

    –Pero conocerás a la gente del pueblo…

    –No, de hecho no. Yo me la pasaba en casa leyendo cuentos, jugando con mis juguetes, estudiando con los maestros que me visitaban. Salía a pasear con mi abuelo, ayudaba a cuidar los animales y las plantas. Jugaba con Kian o mi padre a Jimlek cuando no estaban muy cansados, a veces mi abuelo también se nos unía…– El chico sonrió y miró las copas de los árboles. Eran días felices. Lo fueron alguna vez.

    Bruno lo admiró y entendió algo que quizás Bastian no se había parado a pensar. Eran iguales. Estaban solos sin su familia.

    –Aunque si hay un grupo de niño– Toda esa ilusión de Bruno se vino abajo. Entonces escuchó las risas de Bastian. No risas de alguien que se ríe de una broma, sino de alguien que acaba de recordar algo muy divertido, como cuando pensó en los rostros de sus ex compañeros – ¡Esos chicos eran geniales! Eran cinco chicos, todos mayores que yo, el menor de ellos me ganaban por tres años, ¿Puedes imaginar a un niño de cinco años entre un grupo de niños de ocho a trece años...? Los conocí en la prisión…– Y el chico sonrió.

    Bruno asintió –Ya veo… ¡¿Prisión?!

    –Si.

    – ¿¡No encuentras nada raro en esas palabras?!

    –Pues es normal que los conociera ahí. Eran los ladrones número uno del pueblo en esos tiempos.

    – ¡¿Qué?!

    –Enserio, eso eran. Recuerdo que un día visitando a mi abuelo me puse a hablar con ellos cuando les presté mi balero nuevo. Eran muy divertidos– El chico comenzó a reír –Recuerdo que mi abuelo se enojó mucho cuando los saque de la celda– Bruno escuchaba cada cosa que decía Bastian y le volaba la cosa el tan solo imaginar a una banda de delincuentes de ocho años tatuados haciendo destrucción por todo LaneCloud… Y Bastian prosiguió tras un silencio que duro un par de segundos –Pero era triste verlos ahí. Ellos robaban comida en su mayoría… En los barrios bajos de Hericent y LaneCloud hay muchas familias que viajan de distintos lugares. En su mayoría son personas que vienen del continente de Nil. No sé mucho del tema, pero recuerdo que me contaban esos chicos que Milloria había aplicado unas normas fuertes para la saturación de inmigrantes en el reino. Como la carretera principal pasa entre los dos pueblos muchas personas deciden quedarse aquí. Después de todo, las tierras son fértiles, es un lugar tranquilo, hay mucho comercio y lo principal, no saben que pueden encontrar en los reinos del sur… Ellos robaban para darles comida a los más pequeños y los más ancianos de los barrios bajos… Había días en los que ellos se iban a las minas al este, regresando con mucho dinero y compraban comida para todos. Ellos me invitaron en más de una ocasión y yo me salía de mis clases en casa para ir a comer… Después de todo si pedía permiso no me dejarían ir… Esos chicos si que sabían jugar Jimlek, si crees que jugar contra mí es complicado tienes mucho que ver, esos chicos eran los jugadores más impresionantes que he tenido fortuna de ver. No eran magos, pero por la diosa, hacían jugadas que eran casi ilusiones… Si, en más de una ocasión los arrestaron y en más de una ocasión los dejé libres.

    – ¿Y qué paso con ellos?

    –Desaparecieron. Un día desaparecieron sin dejar rastro. Los busque por todo el pueblo, pero no los encontré. Hubo gente que me dijo que se metieron en malos trabajos y no tuvieron de otra más que huir, pero yo no lo creo… No eran la clase de chicos que harían algo malo así porque si…– El chico se levantó y se sacudió el pasto seco del trasero.

    –Ya veo. Debió haber sido complicado.

    –Lo único que me dolió es que no se despidieran, aunque fuese con una carta. Yo les enseñe a escribir. Podían haber hecho eso por lo menos– El chico se dio medía vuelta y le extendió la mano a Bruno para que se levantara – ¡Bueno ya descansamos hay que intentar otro partido!

    Bruno vio la mano y vio a Bastian. Tenía una sonrisa animada. Era un chico parecido a Mairis o Martin, era tranquilizador estar a su lado… Todo lo contrario de él. Le movió la mano y le dijo con tono arrogante –Por favor, me puedo parar solo.

    Y Bastian soltó una risa –Entonces tienes todas tus fuerzas espero lo demuestres en el juego– Volvió la mano a los agujeros de sus shorts y le mantuvo la sonrisa.

    –Ya se cómo juegas, te haré añicos Arcnaik…

    – ¿A dónde van chicos?– Les preguntó Mairis al verlos levantarse.

    –Vamos a jugar otra partida de Jimlek– Contestó Bastian – ¿Quieren jugar?

    Algunas chicas empezaron a negarlo, pero entonces Mairis habló – ¡Vamos chicas! ¡Siempre es más divertido si hay más jugadores!

    –Pero Mairis no estamos vestidas para jugar… Y nos vamos a ensuciar– Le dijo una de las niñas entre risas nerviosas.

    – ¡Que sería de un juego de Jimlek sin ensuciarse la ropa o romper un poco los pantalones! ¡Todas son grandes jugadoras, yo lo he visto antes, será un juego difícil!– Las chicas comenzaron a reír. Pocas veces habían sido las veces que jugaron Jimlek, y todas sabían que eran fatales.

    – ¡Enserio que lo parecen!– Dijo Bastian animado – ¡Me encantaría poder jugar con ustedes!– Tras esas palabras las chicas comenzaron a reír apenadas.

    Entonces una de las chicas, aquella que había sido la primera en hablarle a Mairis entre todas dijo con una sonrisa en el rostro –A demás no conocemos al chico.

    –Si eso es lo único que lo impide, Bastian, ella es Melissa una amiga de la escuela… Melissa, él es Bastian uno de los niños con los que vivimos Bruno y yo ahora.

    –Te quiero en mi equipo– Le dijo el chico señalándola con emoción.

    – ¿Enserio? ¿Y eso por qué?– Le preguntó Melissa al agarrarse la cadera. La chica sonreía, era la que más sonreía de todas las amigas de Mairis. Era morena y delgada con el cabello rizado cayéndole por debajo de los hombros como toboganes, con ojos café claro como los suyos.

    –Pareces la más energética y eso me agrada.

    La chica soltó una pequeña risa –Vi que le diste problemas a Mairis, creo que podemos hacer magia juntos. Soy buena jugando.

    Tras eso Mairis comenzó a presentar una por una a sus amigas hasta llegado a Molly. Todas buscaron entre los árboles, pero no la veían. Salieron hasta el camino del parque y vieron el pequeño lago, giraron hacia ambos lados y la pequeña Alicia señalo a la derecha – ¡Ahí va chicas!– Gritó en un tono bajo, el cual era el tono normal que tenía siempre.

    Molly caminaba por el sendero con la cabeza gacha.

    Mairis corrió hacia ella – ¡Molly! ¡Espérame, Molly!


    (...)​


    Martin se encontraba con dos jóvenes de su edad. Una cargaba a un bebe más pequeño que Mike, la otra joven reía divertida al cargar a Mike. Martin reía galante ante la joven sin hijo. Los dos había hablado de muchas cosas, la otra joven se le miraba un tanto más apagada y por más que Martin intentó de hablar con ella de manera amigable no parecía funcionar para nada.

    Entonces la joven que hablaba con Martin dijo – ¿Espera esa niña no es la hermana del General que mataron hace tres semanas?

    La joven madre que estaba sentada en el borde la banca levantó la mirada y la vio. Sus ojos se abrieron como platos, como si recordara algo que no quisiera recordar. Martin lo vio claramente.

    – ¿Supiste de eso?– Le pregunto la joven.

    – ¿De qué?– Preguntó un tanto desorientado.

    –En este pueblo era donde vivían los dos Generales Mundiales que mataron. Así como el héroe de guerra Abraham Arcnaik– La mujer giro de nuevo hacia la chica que corría por el sendero que rodeaba el pequeño lago –Esa niña si mal no lo recuerdo era su hermana. Yo conocía a su cuñada… Es una lástima, los dos estaban por casarse, tenía una sortija tan bonita…

    –Se veía bien en su trono funerario– Masculló una voz masculina por detrás de ellos. La joven madre se dio la vuelta al escucharlo. Martin y la otra chica se giraron. Era un chico en forma, con la piel morena, pero lleno de polvo por toda la ropa y los brazos. Era joven, quizás llevaba poco de haber terminado la escuela. Diecisiete quizás. Aunque eso no importaba, le molestaba lo que había dicho.

    –Ben, que bueno que llegas, ¿Cómo te fue en las minas?– Dijo la madre con alegría.

    –Bien, gracias a la diosa.

    – ¿Fuiste a trabajar en domingo?– Preguntó la chica que cargaba a Mike.

    –Hay que pagar la casa– Contestó con una sonrisa forzada.

    –Tu padre estaría orgulloso– Le dijo la joven y la madre sonrió.

    –Su hermano también y yo lo estoy también con todo mi corazón– Dijo la madre.

    –Por cierto, ¿ya conocías a Martin? Es nuevo por el pueblo.

    El soldado levantó el brazo por detrás del cuello de la joven y ella sonrío –Mucho gusto, Ben, si no escuche mal.

    –Martin…– Y el joven estrechó la mano, pero Martin reconoció en su mirada una sensación de estar tratando recordando algo.


    (...)​


    – ¡Molly! ¡¿Qué pasa?!– Preguntó Mairis mientras la seguía.

    La niña se giró con la mirada con el rostro enfurecido y los nudillos apretados. Mairis se detuvo a medio camino sin entender que estaba pasando.

    –Fue por tu familia– Masculló la niña.

    – ¿Qué?

    – ¡Mi padre y mis tíos fallecieron por tu familia!– Le gruñó entre el rechinar de sus dientes – ¡Si tu estúpido hermano no hubiese decidido venir a este pequeño pueblo todo seguiría igual que siempre!

    Mairis sintió como el corazón se le partió. Fue incapaz de poder levantar su más ligera sonrisa y los ojos se le volvieron cristalinos. Se acercó unos pasos más y trató de hablar –Molly, yo… no sabes cuánto lo sien…

    –Así que lo aceptas…– Gruñó la niña hundiendo la nariz.

    –Yo no dije…– Y la niña levantó la mano.

    – ¡¿Y que si lo sientes?!– Aulló en cólera.

    Mairis apretó los dedos de la mano que intentó levantar hacia Molly... Llevó su mano al pecho como si le faltara el aire y apretó los dientes.

    –Mi hermano dejó la escuela para trabajar en las minas… Solo ahí le dieron trabajo siendo menor… ¿Si lo sabias, Mairis, no? Que a aquellos que no terminan la escuela ganan la mitad de los que sí tienen su certificado… Si sabes que una vez dejas la escuela ya no la puedes terminar… Tu hermano arruino el futuro del mio…

    –Molly…– La lágrima salió del ojo de Mairis.

    – ¡Y todavía no contenta juegas con el hijo del otro General! ¡Que te jodan, Mairis! ¡A ti, a tu hermano y esos niños!

    Mairis estaba soltando lagrima tras lagrima cuando de pronto escuchó – ¡¿Oigan a dónde van?– Y por un lado de ella pasaron seis chicas más. Mairis abrió bien los ojos. Ahí iban sus amigas. Se acercaron a Molly y la consolaron. La hicieron caminar mientras echaban miradas gachas a Mairis.

    – ¡Petra! ¡Ivet! ¡Verónica! ¡Oigan todas ustedes!– Gritaba Melissa con fuerzas.

    – ¿Estas bien?– Alicia le tomó la mano a Mairis. La pequeña niña estaba llorando a pesar de que ella no había sufrido nada. Le limpió la lagrima a Mairis y le sonrió –Todo estará bien.

    Pronto llegaron los demás y se acercaron a ella. Bruno envolvió a Mairis en un fuerte abrazo al llegar con su hermana. En ningún momento Alicia le quito la mano.

    – ¡Oigan!– Gritó Melissa más fuerte.

    – ¡Hablamos luego, Melissa!– Dijo una de las niñas al voltear ligeramente.

    – ¡NO! ¡YA NO!– Aulló molesta. Seguido con muy mala cara les paró el dedo.


    (...)​


    Martin se levantó al escuchar las palabras de aquella niña y ver a Mairis llorando. En cuanto dio el primer paso escuchó la voz de Ben nuevamente –Lo dijo muy bien.

    Martin se giró con la mirada envuelta en rabia – ¿Qué?

    –Eres el soldado de Milloria que cuida a los huérfanos, verdad… El novio del nuevo sheriff con bigote.

    – ¿Qué?

    –Ese niño. Ahora que le prestó atención. Se parece al anterior sheriff. Es él bebe de los Arcnaik, ¿no es así? … Apesta a sus sucias cenizas ¡Ahí está tu niña! Ve y miéntele. Dile que todo lo que dijo esa niña era mentira. Sigue haciéndola creer que su hermano fue un santo que no se llevó a miles en su espala…

    Martin apretó la mandíbula, se acomodó su cabello rubio y le levantó una sonrisa al joven. El chico no volvería a sonreír igual.

    –Vayámonos, Ben, ya fue suficiente– Le dijo la madre.

    Y Martin se detuvo –Enserio no te da pena ser un imbécil frente a tu mujer y tu niño?

    El chico sonrió –Mi mujer… Mi niño… Yo soy uno de los tanto que se volvió el sostén de una familia por la masacre que trajeron los padres de esos niños malditos… Mi padre, madre y cada uno de mis hermanos fue asesinado… Uno de mis hermanos era el esposo de ella… Y ese niño es mi pequeño sobrino… Sabes que le paso a toda familia… No, no lo sabes, toda la familia hasta el último murió hace tres semanas… Quedamos solos, solo ella, el niño y yo… Lamentablemente mi apellido no está en un libro, porque ni quien me mando ayuda…– Y se dio la vuelta, con su cuñada a la espalda. La otra joven le entregó a Mike.

    –Lo siento, nos vemos luego– Dijo, después se dio la vuelta y corrió detrás de su amiga.

    Martin tomó sus cosas y caminó hacia Mairis y los demás. Logró captar la mirada de muchas personas a su alrededor. Si se hubiese concentrado estaba seguro que habría escuchado la conversación de cada una de las personas y todas habrían caído en el mismo tema. Todas pensaban lo mismo que Molly o Ben.

    Tras ese evento Martin se llevó a los niños de vuelta a casa.


    (...)​


    Esa misma noche, durante la madrugada, Martin y el sheriff dejaron a los chicos a cargo de Kian. El joven quería saber que estaba pasando, pero los tutores no le dijeron nada.

    Los dos hombres salieron de la casa y voltearon en dirección a la mansión Arcnaik. Un montón de luces alumbraban toda la mansión.

    Claarn puso su mano sobre el hombro de Martin. El joven cerró los ojos. Claarn levantó su otra mano con la palma abierta. Miró atentamente la mansión Arcnaik y cerró el puño tras cerrar los ojos. Como si el universo se moviera hacia ellos la materia se comenzó a deformar hasta que sintieron la calma de nuevo. Abrieron los ojos y se encontraban enfrente de tres camiones militares. Rápidamente los soldados que estaban en medio de la calle pusieron las miras de sus rifles sobre ellos.

    –Tranquilos muchachos– Dijo una voz desde la entrada al terreno de la mansión. Soltó el humo de su cigarrillo y se giro hacia ellos. Era el Detective Fabriccio –Están apuntando a uno de los héroes de la Cuarta Guerra Mundial y a uno de los chicos que peleo en "La Rebelión del Caballero Dorado".

    Los soldados dejaron de apuntar y continuaron patrullando.

    Los dos tutores caminaron hacia el detective. Fabriccio levantó dos cigarrillos extras y volaron desde sus dedos en dirección a los dos hombres, quienes los atraparon en el aire.

    –No me gusta presumir mis logros, Fabriccio– Se quejó Claarn al momento de prender su cigarrillo con su dedo indice.

    –Gracias, detective. Por mí no hay problema– Martin por otro lado observó a Claarn. No comprendía porque gastaba magia en algo como eso. Un poco de magia puede evitar que mueras en un combate... Por lo que el chico sacó un encendedor y prendió su cigarrillo –Es curioso que alguien conozca mi participación contra la rebelión de mi abuelo.

    –Conocí a tu padre durante la Cuarta Guerra Mundial y después de la rebelión estaba por Milloria. Me topé con él y me contó muchas cosas sobre tu hermano y sobre ti.

    El joven comenzó a reír apenado –Mi padre era muy emocional.

    – ¿Qué sucedió aquí?– Preguntó Claarn interrumpiendo.

    Fabriccio lo observó y comenzó a hablar –Asesinaron a los soldados que estaban resguardando la mansión Arcnaik. La casa se encuentra destrozada– El detective unió miradas con el soldado. Existía una impresión en sus ojos –Subamos para que lo vean ustedes mismos– Abrió la reja de la entrada al terreno. Una reja insignificante y fuera de lugar para el pequeño muro de piedras que se levanta en el inicio del terreno.

    – ¿Por qué lo hicieron?–Preguntó Martin tras pasar la puerta.

    –Están buscando algo... Pero no puedo imaginar que es tan importante para tener que llegar a estos límites... Incluso puede que estén cerca, observándonos...– El detective giró la cabeza hacia los árboles que rodeaban al terreno de los Arcnaik. Volteó a verles mientras caminaban. Su rostro se mostraba preocupado –El General Thompson se encuentra aquí también.

    – ¿El Gobierno Mundíal no ha mencionado si mandara a refuerzos?

    –Todavía no hemos informado lo sucedido, pero lo más seguro es que enviaran soldados del ejercito continental para mantener seguros al pueblo… No cualquiera es capaz de hacer este tipo de cosas…

    Martin se detuvo en medio del camino. Se quedo viendo los cuerpos en el suelo. Eran siete, todos dentro de bolsas. Claarn y Fabriccio continuaron su camino sin prestarle atención al escenario.

    Terminando de subir las colinas se veía la mansión Arcnaik en su totalidad perfectamente alumbrada por potentes luces blancas que iluminaban tanto la mansión como los alrededores del bosque. Soldados registraban la casa e inspeccionaban el terreno.

    El detective entró a la mansión y los tutores le siguieron a su ritmo.

    Los interiores eran elegantes, y muchos de los muebles se encontraban desordenados o rotos. Mantas blancas tapizaban el piso de madera de la casa. Claarn giró la mirada y vio sobre una silla a un hombre fornido de alta estatura vestido con su traje de soldado y hablando con su compañero. Era el General Marcus Thompson, encargado del cuartel de Hericent.

    –Entonces también asesinaron a los hermanos Carnoc en Sabbatelli…– El General se frotó la frente. Hablaba en tono bajo –Esto se está saliendo de las manos… Con la muerte de esa mafia este grupo esta tratando de formar una potencia dentro del mercado negro…

    El compañero del General acomodó sus lentes –No fueron los mismos, General– Comentó con calma –Nuk es un reino pequeño, por lo que fue fácil conseguir información… Al parecer fue la Mafia Lebore…– Y le dio su libreta llena de apuntes al General –La mafia Lebore se ha estado moviendo últimamente… Están volviendo a retomar su nombre. Desde la muerte del antiguo líder su poder ha incrementado considerablemente. Mi hipótesis es que su hijo debe estar liderando todo esto.

    –Error, muchacho…– Interrumpió Fabriccio que acaba de llegar con ellos –Gero Lebore, el heredero de la mafia abandonó a la familia. Actualmente es político en Jenna. Aunque eso poco sirve de cuartada porque actualmente no puede ni eructar sin que lo tengamos registrado…– Fabriccio saludó al joven y al General con una sonrisa inexpresiva –Si la cuartada de Gero Lebore es real entonces el cargo caería al segundo al mando de la mafia. El asesino de los Lebore, Mathias Altmeyer.

    –No lo sabia…– Le respondió el joven. Un soldado de la edad de Martin, jóvenes veintitres años – ¿Ya esta enterado del asalto al barco de carga del Gobierno Mundíal?

    – ¿De que me hablas?

    –Parece que la mafia Lebore robó importantes cargamentos de un barco del Gobierno. El noventa por ciento de los tripulantes del barco murió durante el asalto. Estuve ahí cuando venia de regreso a Hericent… Revise las notas, ahí esta todo lo que encontré– Dijo señalando la libreta que cargaba el General.

    El Detective tomó la libreta en un movimiento casi invisible. El General Marcus se enfureció – ¡Mas respeto a tus superiores, Lecter!

    – ¡No me vengas con tonterías, Marcus! ¡Es más útil que esta libreta se encuentre conmigo, lo sabes! Encárgate de lo táctico, siempre hemos funcionado así– Contestó el hombre sin voltear a ver al General. Tomando camino por el pasillo que conectaba la sala con la cocina de la mansión, mientras leía la pequeña libreta.

    –Voy a quitarle la libreta ahora mismo– Dijo el chico levantándose del asiento.

    –No, no, no– Dijo el hombre frotándose los ojos –Tiene razón, es más importante que Lecter se encargue de esto. Ve con él, Claudio. Cuéntale todo lo que viste.

    –Entendido, General– El joven se levantó de su asiento. Hizo un saludo militar y fue detrás del detective Lecter.

    Claarn y Martin se acercaron al General. El cual se encontraba en la silla con la mano en la frente. El gesto en su rostro mostraba el estrés. Ni siquiera les había notado.

    – ¿Ahora trabajas con niños?– Le preguntó Claarn.

    Marcus le dirigió la mirada. Inmediatamente inclinó la cabeza y vio a Martin soltando una pequeña risa – ¿Cuándo nos volvimos niñeras?

    Claarn le sonrió –Me dijo Fabriccio que querías verme, Marcus…– Dijo mientras veía el desastre que conformaba la mansión Arcnaik.

    El General saludó a Claarn y Martin –Por supuesto. Ahora mismo eres quizás la persona mas importante para esta investigación, ya que eres intimo amigo de la familia quizás puedas darnos alguna pista de que es lo que estos asesinos estaban buscando...– El hombre levantó sus anchos brazos como si abriera el espectáculo de una circo –Como puedes ver, esto es un desastre…

    –Lo notamos…– Comentó Martin en silencio mientras veía unas de las pocas fotografías de la familia Arcnaik que seguía de pie después del saqueo.

    El General Marcus continuó hablando –Por la evidencia que tenemos aquí tal parece que los Arcnaik no fueron asesinados por la elaboración de un acto terrorista. Lecter y yo creemos que Adam o Abraham Arcnaik tenían información por la cual fueron asesinados… O quizás tenían algún arma, tesoro o artefacto importante… Planos, libros, mapas, algo que los asesinos deseen de vuelta…– Marcus giró hacia la ventana rota por una bala –Algo para llegar a estos niveles…

    – ¿Algo que ocultaban los Arcnaik?

    – ¿Se te ocurre algo?

    –Los Arcnaik es quizás la familia con más secretos que haya conocido, Gral. Thompson… El día en el que fueron asesinados yo venia hacia el pueblo Abraham quería decirme algo. Parecía algo importante porque me pidió que viniera con urgencia. El viejo acababa de llegar de un viaje por las Islas Medías. Quizás encontró algo que no debía ser encontrado… Hablé con todas las personas cercanas a Abraham, pero ninguna me dio pistas de lo que podría llegar a tratarse su alarmante invitación.

    –Ya veo…– Contestó el General con decepción.

    – ¿Crees que debamos llevar esta fotografía para Bastian y Mike?– Le preguntó Martin a Claarn poniéndole la foto enfrente del rostro. El viejo tomó la fotografía. La admiró como aquel que ha perdido a un padre.

    – ¿Claarn?– Preguntó Martin.

    Y el viejo le devolvió la fotografía –Los recuerdos no siempre son buenos, Martin…– Se levantó de la silla –Pero no creo ser el indicado para decirte si llevarla o no…– Metió sus manos a los bolsillos de su gabardina y caminó hacia el pasillo principal.

    Martin y Marcus miraron al veterano con desconcierto. El joven miró la foto y la guardó dentro de su gabardina.

    – ¿Cómo están los niños?– Preguntó Marcus.

    –Han sido semanas difíciles, pero parece que lo están llevando bien…– Entonces recordó lo sucedido esa misma tarde. Los gritos de aquella niña, los llantos de Mairis, las acusaciones de Ben y las miradas de todo el pueblo. Una presión ahogó el pecho de Martin –No, General… De hecho, hoy descubrí que la gente de este lugar parece tener un resentimiento bastante grande a los niños… Los culpan por lo sucedido del ataque al pueblo… No es correcto el culpar a un hijo de los pecados del padre…

    –Te sientes identificado, ¿no es así?

    Martin se quedo en silencio. No lo había pensado así, pero podía ser cierto…

    –Puedes reparar las ciudades… Eso es fácil… Pero no puedes curar las heridas del pueblo…– El General se levantó de su silla y le dio una palmada en la espalda –Ve a casa, Martin. Quería que supieras la situación de primera mano. Mantente alerta… Ahora mismo ellos necesitan a alguien en quien apoyarse… Necesitan a un Arlong…

    El joven asintió con una sonrisa nerviosa –Entendido, General Thompson– Hizo un saludo militar y se marchó.

    Marcus se quedo en la sala observando la habitación. El mundo era la sala, y el mundo estaba siendo destruido poco a poco… ¿Habría de algun día llegar a estar como ese lugar, en completo caos?

    Claarn se encontraba en la entrada de la mansión. La luz de las lamparas lo volvía una mancha negra a simple vista.

    –Claarn, yo partiré a la casa de nuevo. Puede ser peligroso dejar a lo chicos solos…

    –Vete… Te alcanzaré luego… Tengo cosas que hacer aquí…

    El chico se quedo en silencio unos segundos –Esta bien– Respondió finalmente. Se dio la vuelta y salió de la mansión siendo comido por la potente luz.

    El veterano caminó hacia el interior de la mansión por el largo pasillo que unía todas las habitaciones. Se agachó tomando una foto que se encontraba en el suelo. Era una foto de Abraham Arcnaik con sus dos hijos. En el pequeño reflejo del vidrio roto el rostro de Claarn apareció a un lado de ellos. Se levantó y continuó caminando por la casa…

    La investigó por completo… Pero no encontró nada…
     
    Última edición: 20 Noviembre 2019
  5. Threadmarks: [ Parte 1 ] Capítulo 4 - Árbol de Ramas Rotas
     
    Aldo MV Gallardo

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    El Legado de los Héroes: El Libro de los Arcnaik
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    Capítulo 4 – Árbol de Ramas Rotas

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    –23 de Septiembre de 2888 D.C.–

    Claarn iba a participar en una junta en el Cuartel de Hericent por lo que no habría entrenamiento físico ese día. El viejo soldado estaba cancelando los entrenamientos con frecuencia, causando que los chicos empezaran a creer que el hombre no era tan estricto como decía ser.

    En cambio, Martin sabía que no habría entrenamiento y los mandó a hacer una investigación histórica sobre la Primera Guerra Mundial. Bruno estaba tan informado de aquellos sucesos que habría sido perfectamente capaz de poder hacer aquella investigación él solo, pero deseaba estar fuera de la casa, el día era perfecto y salir aunque sea a la biblioteca seria perfecto.

    Martin acompañó a los niños hasta la biblioteca. Después de todo solo había pasado una semana desde los sucesos de la Mansión Arcnaik, lo mejor era tenerlos seguros. Llevaba a Mike en una carriola. Tardaron en acercarse porque en más de una ocasión alguna chica linda interrumpía al soldado.

    Los niños llevaban sus cuadernos y se quejaban de la clara necesidad de Martin de molestarles aquel día libre de entrenamiento. El joven reía al escuchar las quejas, aunque realmente no parecía que escuchara ninguna, era como si estuviese hipnotizado.
    Al pasar por la comisaria saludaron a Kian por la ventana. El joven estaba haciendo su tarea mientras atendía la comisaria. Gracias a la diosa ese día todo estaba tranquilo, no tendría dificultades para terminarla.

    La calle de la biblioteca era larga, llena de casas grandes como la que alguna vez fue la mansión de los Hellwell o la de los Arcnaik. De hecho Martin aseguraba que por esa calle se encontraban las mejores casas de todo el pueblo. El debía saber de lo que hablaba, venia del reino más rico del continente.

    Al final de la calle se encontraba un imponente edificio hecho de ladrillos y duros cimientos. Un edificio largo de tres pisos de alto, con terrenos verdes a sus costados que atraían a las aves que acurrucaban la lectura de los visitantes. Su techo de madera color rojo, como la carne cruda resaltaba entre los pilares blancos que sostenían el tejaban de la entrada. Justo donde se encontraban las dos puertas hechas de madera obscura y con vidrios de distintos colores, se encontraba un letrero que decía: “Biblioteca de LaneCloud. Bienvenido sea al lugar del conocimiento”. Dicho letrero se posaba en la cima casi tocando el tejaban de madera y tejados, sostenido por dos estatuas a los lados de las escalones que llevaban a la puerta.

    La figura de aquellas estatuas era la escultura de un hombre de mármol. Se levantaba ante el cielo con un libro en las manos y un rostro que gritaba por el aprendizaje. Su vestimenta era más vieja que las fechas mismas. Un hombre que existió en un tiempo remoto durante tiempos duros.

    –James H. Burn– Mencionó Martin al subir los pocos escalones que llevaban a la entrada. Observó detenidamente la estatua del hombre. Tan poderosa como siempre.

    – ¿Quién? – Pregunto Mairis.

    Martin volteó con ella, sorprendido de que no supiera quien era. Incluso se llegó a preguntar a si mismo si nunca habían hablado de él en la clase de historia.

    Ciertamente no lo habían hecho.

    Ignoró sus pensamientos turbios y contesto la pregunta de la niña con modales al igual que esa característica sonrisa perfecta –Si alguna vez visitas otras bibliotecas te darás cuenta que en la mayoría de ellas se encuentra este hombre. Este hombre data de antes de la época del primer Chasoul. Durante las guerras contra los demonios cuando los hombres apenas habían obtenido la magia para defenderse– El hombre se detuvo en los escalones. Señaló el libro que el personaje tenía en la mano izquierda –El libro que tiene en la mano es el mítico libro de la magia absoluta, “La Magia y el Todo”. Un libro que contiene los hechizos más poderos jamás creados– Esperó la sorpresa de sus alumnos que fue acompañada por un agradable “Wow”. Bruno sonrió al escuchar la explicación, el sabia perfectamente quien era él hombre de la estatua.

    Martin agradeció sus muestras de asombró y continuó –Heredero legítimo de una familia importante, la familia Burn, extinta durante la Primera Guerra Mundial; abandonó la sociedad y se embarcó en una travesía en busca del conocimiento bajó el nombre de “Onfroi”. Este hombre viajó por todo el mundo conociendo a distintos magos durante los años de la guerra contra Bagar, el rey demonio. No era un hombre que buscase pelear, y aun así los demonios le Tenían pavor… En su viaje guardó nota de todos los hechizos básicos y elementales creados por los humanos hasta ese momento. A demás de que fue el que perfeccionó la manera de llevar acabo adopciones mágicas de cualquier elemento natural. Se cuenta que él mismo creó muchos hechizos desconocidos que se encuentran en ese libro. Solo existe un libro como ese y está perdido desde que se dio muerte a Bagar… El hombre murió antes del fin de la guerra, pero se sabe que entregó el libro al Chasoul Singuest para que pudiera pelear en la guerra y derrotar al rey demonio. Historiadores creen que solo así fue posible que Chasoul pudiera ganar a Bagar… De hecho el hechizo para crear el destierro terrenal de los demonios de nuestro plano dimensional fue sacado de ese libro y creado por el mismo autor… Bueno, en fin, James H. Burn es mundialmente conocido porque se encargó de esparcir el conocimiento de la magia por todo el continente. A demás de escribir múltiples tomos para el aprendizaje de magia que sirvieron para poder entrenar a los soldados y personas durante los tiempos que prosiguieron a su partida. Se considera uno de los mejores magos de la historia. Sin embargo es opacado por su alumno, claro esta.

    –Es asombroso…–Murmuró Bastian mientras admiraba la épica pose del hombre. Gritando al viento con su grandioso libro en las manos. Con el valor en su rostro y la esperanza en su mirada. Los detalles eran más que fascinantes. Se sentía el movimiento de sus ropajes, casi era posible distinguir el cuero del libro, así como el pasar del tiempo de las hojas viejas del mismo. Sus dedos se notaban delgados al igual que su rostro. Aquella barba era casi existente, y parecía que al mínimo movimiento del viento la piedra se movería con él. Era un hombre fascinante…

    – ¿Se está buscando el libro?– Preguntó Bruno con interés.

    Martin mantenía la mirada en la estatua. Había pertenecido a una familia rica por muchos años y había aprendido a encontrar el arte de las obras. No quería sentirse demasiado refinado como para hablar de arte, pero en el fondo, tanto la pintura, como la escultura y la fotografía, le parecían cosas increíblemente bellas. Se olvidó de todos sus pensamientos y contestó a la pregunta del chico –Sí, pero yo opino que es en vano. Desde la época de Chasoul Primero no se ha registrado presencia en ningún lado. Teorías dicen que Chasoul lo destruyó porque era un arma muy peligrosa, si alguien llegase a tenerlo y quisiera hacer mal de él, sería un oponente temible. Otros dicen que el libro se encuentra resguardado por el Gobierno Mundial, pero lo dudo, ya que el Chasoul Segundo, Valentín Purill, destruyo Etheros junto con la biblioteca más grande del antiguo Gobierno Mundial, sin nunca encontrarse rastro de dicho ejemplar. Es complicado saber dónde se puede encontrar, ya que tras la destrucción del antiguo Gobierno Mundial, mucha información también fue destruida. Razón por la que no se saben fechas cien por ciento exactas desde el siglo XIV hacia atrás...

    Los chicos vieron al hombre de la estatua con respeto y admiración. Sin embargo lo que más les llamo la atención era aquel libro. Un libro que hacia su presencia sin estar presente. ¿Qué podría tener escrito? ¿Qué hechizos se podrían encontrar dentro de sus páginas? ¿Qué tan sabio y poderoso podrías ser si pudieses leerlo?

    –Bueno, continuemos, chicos.

    Sin más, los chicos entraron a la biblioteca, saludaron a la chica de la entrada y pidieron un pase para poder estar dentro de la sección publica. Pasaron el barandal de madera que bloqueaba la entrada y pasaron hacia las mesas del centro de la biblioteca. Martin se quedó en las bancas atrás de los barandales y empezó una conversación con la atractiva bibliotecaria de la recepción.

    Los chicos empezaron a buscar algún libro como: “La Gran Guerra”, “Sucesos de la Primera Era” o “Demonios y Humanos”, alguna cosa de ese estilo.

    Eran inocentes, no encontrarían nada tan claro. Primero intentaron encontrarlo por su propia cuenta, al pasar de unos minutos se dieron por vencidos. Fue ahí cuando Bruno se percató de algo, que quizás solo conocía de historia, pero en niveles muy inferiores de los que en verdad se hablaba. Su última opción fue ir con la bibliotecaria que se encontraba al fondo de los pasillos entre los libreros. Bruno le tenía cierto miedo, pues la anciana parecía ser una vil bruja de esa que narran en los cuentos, así que envió a Mairis y Bastian para preguntar.

    La mujer era de edad avanzada, quizás a punto de jubilarse, tenía una verruga en la frente y una sonrisa demacrada. Era arrugada y de piel marchita. Con los ojos pequeños, afilados como cuchillos.

    – ¿En qué puedo ayudarles?– Preguntó más amable de lo que parecía.

    Mairis, un tanto apenada, empezó a hablar –Estamos buscando información para hacer una tarea, es una investigación de la Primera Guerra Mundial, pero no conocemos ningún libro de los de aquí... ¿puede ayudarnos?– La chica había hablado de una manera tan dulce y tierna, que hasta a la amargada mujer pareció avivarse un poco. Asintió con ánimo y saco de la barra en la que trabaja un enorme libro, tan viejo como ella y tan pesado como Mairis.

    –Necesito ver sus pases para poder ayudarles– Dijo la mujer tras ponerse sus lentes. Movió su mano en un baile de dedos que movía las páginas con magia.

    Bastian observaba intrigado el enorme libro, al igual que aquella talentosa habilidad para mover las hojas del mismo con semejante rapidez. Se alegró al ver que la anciana no era tan mala como parecía –Aquí tiene, muchas gracias– Bastian le tendió los dos pases y la mujer los identificó de inmediato, eran esos apellidos que rondaban a lo largo del pueblo. La solo lectura de sus apellidos le recordó las llamas, gritos y lágrimas. Sus dedos, aquellos que se habían movido con tanta tranquilidad comenzaron a moverse sin control. La vista se le nubló por un momento.

    Mairis y Bastian comprendieron de inmediato, era la misma mirada que les lanzaba más de una persona del pueblo. Se sintieron un poco incómodos, como todas las veces en que eran vistos de la misma manera por los pueblerinos de rostro más amargo. Quizás toda la población de aquel pueblo en crecimiento les tenía algún rencor. Trataron de no darle muchas vueltas al asunto, después de todo, ya se habían acostumbrado a ese tipo de reacciones. Estaban listos para darse la vuelta, cuando la mujer sonrió y les dio los gafetes.

    –Un gusto conocerlos Bastian y Mairis.

    Los dedos volvieron a su baile armónico. Las paginas empezaron a tomar un brillo lila, cambiaron rápidamente una tras otras, deteniéndose y moviéndose a una velocidad increíble. Al mismo tiempo que las páginas se movían, la mujer apuntaba con un lápiz a la misma velocidad. Nunca vio el papel en ningún momento de todo el hojeo. Fue sorprendente verla escribir de manera tan rápida y mayor fue la sorpresa cuando la mujer les entregó la hoja con varios títulos.

    –Aquí están todos los títulos donde podrán encontrar la información que buscan, así como también los estantes en los que se encuentran. Incluso puse un índice para que sepan en que páginas se encuentran. Son un buen puñado de libros. Dejaran impresionado a su maestro.

    Los niños asintieron agradecidos. Se dieron la vuelta emocionados sin hacer ningún ruido, caminaron hasta Bruno y le comentaron entre susurros donde se encontraban los libros que por el momento podían revisar. De inmediato comenzaron a revisar la biblioteca.
    Rápidamente los niños se perdieron de la vista de la mujer. La anciana mantuvo su rostro inexpresivo. Bajó la vista y acarició con el pulgar el rostro de un hombre que había en una fotografía dentro de un marco. Lanzó un suspiro largo y pesado. Levantó un libro para distraerse. Por un momento al menos quería olvidar su dolor.


    (...)​


    El viaje por toda la biblioteca fue largo. Bastian y Bruno cargaban todos los libros mientras que Mairis lanzaba uno y otro más a la torres que empezaba a formase sobre los brazos de los niños.

    Recorrieron toda la sección pública más de dos veces para no perderse de nada. Al terminar de reunir todos los libros se dirigieron a las mesas que se encontraban en el centro de toda la biblioteca, ahí donde las ventanas altas de la misma lanzaban sus rayos para dar una iluminación natural. Tomaron sus libros y empezaron a indagar en la historia que cada uno contaba.

    Bruno y Bastian leían apasionados sobre la ultima batalla de la Primera Guerra Mundial, en especial les estaba llamando la atención lo que se hablaba de “Los Hijos de Bagar”, poderosos demonios contra los que se enfrentaron los mejores amigos de Chasoul, su valientes “Tres Lanceros”. Eran demonios viles, poderosos y obscuros… Seres de pesadilla infernal que nacieron de la sangre de Bagar, adoptando sus poderes abrumadores. Eran inmortales y carecían de cuerpos, pero acostumbraban el adoptar figuras monstruosas para atemorizar los ojos humanos, dominando los planos físicos y espirituales.

    –¿Qué hacen chicos?

    Los dos chicos gritaron de temor. Ocasionando que Alicia cayera al suelo asustada también.

    –¡No griten!– Gritó una de las bibliotecarias que rondaba por las mesas. Una joven larguirucha y apuesta.

    –Perdón, perdón, perdón– Decía Bruno, mientras que Bastian levantaba a Alicia.

    –¿Estas bien?

    La chica asintió.

    –¡Enserio que eres idiota!– Dijo esta vez Melissa, metiendo un golpe en el hombro de Bastian.

    –¡¿Qué rayos te pasa?!

    –¡Les dije que no gritaran!– Vociferó con fuerza la bibliotecaria haciendo retumbar los libros.

    –Perdón, perdón, perdón– Se disculparon Bastian, Melissa y Alicia.

    –¿Qué hacen aquí?– Preguntó Mairis emocionada.

    –Venimos a hacer nuestra tarea… Es un árbol ecológico.

    Alicia le jalo la manga de su camisa y en un susurro al oído le dijo algo a Melissa.

    –Un árbol genealógico– Corrigió la chica como si nunca se hubiese equivocado.

    –¿Ella dijo árbol ecológico?– Preguntó Bastian a Bruno.

    –Si, eso hizo– Afirmó Bruno.

    –Eso es maravilloso. Me encantaría hacer el mio también.

    –Puedes ayudarnos si gustas, ¿Ustedes que hacen?

    –Estamos haciendo una investigación sobre la Primera Guerra Mundial.

    –Que aburrido… Alicia les puede entregar su investigación, pueden copiarla.

    –¿Enserio tienes la investigación?– Le preguntó Bastian a la pequeña niña.

    Ella asintió. Luego se escondió detrás de Melissa.

    –Si no te molesta podríamos utilizarlo de referencia. Trataremos de cambiarlo para que no sientas que estamos haciendo trampa. Con los conocimientos de Bruno podemos hacer grandes cambios– Dijo Bastian una sonrisa.

    Alicia le sonrió y buscó dentro de su mochila la investigación.

    –P… Pe… Pero eso no seria correcto– Trató de interrumpir Mairis.

    Pero Melissa se interpuso –Vamos Mairis, ni siquiera son los mismos maestros, nadie se dará cuenta.

    La chica sonrió de manera forzada y dijo –Esta bien– Luego soltó un suspiro. Después de todo era la materia de historia… Cualquier otra materia ella jamas lo haría… Sin embargo la sensación de hacer trampa le ocasionaba una malestar por todo el cuerpo.

    –Espero que no les moleste, unos chicos de la escuela vinieron con nosotras– Dijo Melissa señalando a los niños que estaban al fondo buscando unos libros dentro de la sección gubernamental.

    Mairis se quedo quieta. Apretó los puños. Bastian y Bruno lo vieron claramente.

    –¿No se molestaran porque están con nosotros?– Preguntó el hermano mayor con un rostro bastante serio.

    –Para nada… Después de lo sucedido con Molly, Alicia, las chicas y yo decidimos empezar una encuesta por toda la escuela…– Señaló de nuevo a los chicos, en la lejanía se veía como las otras chicas que se habían quedado con Mairis se juntaban con esos niños –Ellos fueron los únicos que dijeron que lo sucedido con el pueblo no era asunto suyo. Todo estará bien– Y la niña le puso una mano sobre el hombro a Mairis. Le sonrió con ánimo y la hermosa niña asíntio aliviada.

    –¡Entonces hagamos ese árbol genealógico!– Gritó Melissa como una capitana.

    –¡Si!– Respondieron todos.

    –¡Les dije que se callaran!– Rugió la bibliotecaria como toda una demonio.

    –Perdón, perdón, perdón– Respondieron todos atemorizados.

    (...)

    Todos los niños se reunieron y se llevaron muy bien. Algunos de los chicos descubrieron que Bastian era bastante agradable, era como un Bruno, pero genial. Comenzaron a charlar y la química no tardó en fluir. Ahora todo el grupo se conocía y todos se llevaban de maravilla.

    Los tres huérfanos caminaron hacia la recepción para pedir un pase para entrar a la sala gubernamental, pero había algo curioso… no estaba la recepcionista… de hecho tampoco estaba Martin ni Mike…

    Tenían que tener un pase para la sección gubernamental. Y como ultima opción tomarían la de pedírselo a la apuesta chica bibliotecaria que gritaba como monstruo. Bastian buscó a la anciana que les ayudó con los libros, pero no la encontró por ningún lado.

    –¿Ahora que haremos?– Dijo Mairis desilusionada –No quiero volver a ponerme a hacer esa investigación…

    –Improvisaremos, es lo que haremos.

    –¿Qué diablos haces?– Gruñó Bruno.

    –Haré los pases, solo ocupan tener nuestros nombres y este sello…

    –¡Sabes que nos pueden mandar con Kian por falsificar esos pases!

    –Nadie lo notará, Bruno…– El chico escribía y pegaba los sellos a la vez que echaba vistazos a la bibliotecaria gritona –¡Wala! ¡Tres pases!– Dijo animado dándoselos a los chicos. Eran exactamente iguales a los que traían, pero de otro color… ¡Exactamente los que necesitaban!

    Mairis tomó el suyo. Miró a la bibliotecaria, no parecía haberse dado cuenta de nada –Okey, ¡corran!– Y la chica desapareció de la vista. Pronto Bruno se quedo solo, pues Bastian corrió tras ella.

    –Enserio que puede ser molesto…– Bruno abrió los ojos al escuchar las pisadas pesadas de la bibliotecaria que gritaba. Pudo ver que se acercaba a la recepción. El chico salio corriendo tras tan solo verla. ¡Estamos en problemas!

    –¡¿Dónde se metió esa jovencita?!– Gritó la mujer. Poca atención había prestado a los tres chicos.

    Sin embargo por el susto todos los niños ocultaron a Mairis…

    Dentro de la sala gubernamental comenzaron a realizar sus arboles genealógicos entre todos. Revisaron decenas de censos de todas los años posibles de identificar. Muchos generaron arboles impresionantes con cientos de años detrás suyos. Avanzaban con facilidad e incluso tuvieron tiempo de dejar sus arboles genealógicos con bellísimos dibujos… Luego estaban los tres huérfanos.

    Bastian cerro el libro de un golpe y estrello su frente contra la portada del mismo –Esto es imposible…

    –Animo– Le dijo Alicia dándole unas suaves palmadas en la espalda.

    –¡Creí que eras de la clase que no se rendía!– Le dijo Melissa dándole unas fuertes palmadas en la espalda.

    Mairis soltó un suspiro –Esto es…

    –Frustránte– Concluyó Bruno cerrando su libro con cuidado –No existe información sobre nuestras familias desde hace cien años…

    El reloj empezaba a comenzar la ultima hora de visitas.

    –¿Qué dicen? Deben de revisar más.

    –Y que lo digan, la mía tiene un poco mas de cien años sin aparecer en ningún lado.

    Las montañas de libros que juntaban los tres huérfanos eran más altos que ellos mismos. Ningún censo de ningún año, ningún libro de texto que habían tomado de afuera, ninguno. Ni siquiera una mención…

    –Ni los nombres de nuestros padres… Ni los nombres de nuestros abuelos…– Dijo Bruno en un mascullo –Tan solo el nombre de un tal Edward Silvian Hellwell del censo de 2780.

    Mairis asintió con el rostro pensativo –Lo mismo me paso a mí. Encontré unos relatos sobre un antiguo pariente, pero es imposible saber en qué posición de árbol se encuentra, porque se encuentra a unos ciento cincuenta años desde la aparición de mi hermano…

    –Pásame esos censos– Dijo Melissa molesta. Tomó tres censos de diferentes años y se puso a buscar. Alicia hizo lo mismo en silencio.

    –Padres, tíos y abuelos…– Dijo Bastian meneando el lápiz sobre la hoja en la que escribía su árbol genealógico –Ni siquiera conozco el nombre de mi abuela paterna… De hecho no recuerdo que me hablaran de ella, o de mis bisabuelos, de primos, de tíos, de ninguno de los dos lados…

    –Edward de vez en cuando nos contaba cosas de nuestros padres, pero de nuestros abuelos nada...– Comentó Mairis al hojear uno de los censos mas antiguos –Creo que con suerte conocemos los nombres de nuestros padres…

    –Eran tiempos de guerra. Creo que las cosas eran muy complicadas– Comentó Bastian con la mirada apenada. El silenció inundo la sala gubernamental. Incluso al hombre que se encontraba a metros de distancia de los niños.

    –Es eso– Dijo Alicia de repente con cierto animo –Eran tiempos de guerra, sus familias son militares. En ciertos casos el Gobierno Mundial mantiene la confidencialidad de los soldados. Si revisamos informes militares podremos encontrar a sus familias.

    –Pero esos pases se tramitan en el Cuartel De Hericent…

    –Disculpen…– Todos los chicos voltearon. Era el hombre que se encontraba dentro de la sala. Un hombre adulto con calvicie y un tanto rechoncho que vestía por completo de azul como sus ojos –Hola, soy un escritor. Estaba escuchando lo que estaba pasando con ustedes… ¿Disculpen, pero ustedes son los niños de las familias Arcnaik y Hellwell? Lo que pasa es que estoy escribiendo una biografía de las familias.

    Los chicos asintieron.

    –¡Muy bien!– Dijo el hombre animado con una sonrisa un tanto fea –Yo conseguí un permiso en Cuartel de Hericent para revisar los artículos mas importantes que tenían sobre los Generales Mundiales, puedo prestárselo…

    –¡Enserio!– Gritaron animados los chicos.

    Sintieron una presencia malévola. Venia de la zona publica. Era la bibliotecaria.

    –Le agradeceríamos mucho señor– Le dijo Mairis en un susurro.

    –No se preocupen. Solo espero que no les moleste que un día de estos vaya a visitarlos para hacer unas preguntas sobre sus familias…

    Los chicos se vieron entre si –No hay problema– Respondieron al unisono.

    –Excelente– Les dio el pase –Revisen lo que gusten, yo seguiré por aquí.

    –Gracias señor– Y los tres huérfanos, junto con Alicia y Melissa fueron a la sección de la sala gubernamental que estaba detrás de unos vidrios blindados. Adentro se encontraban multiples cajas de hierro. Bruno pasó por la puerta trayendo varios archivos. Algunos muy viejos, posiblemente del siglo pasado y otros de hace unos años.

    Todos se pusieron a revisar. Leyeron multitud de informes, registros y demás. Eran miles de palabras, en más de uno aparecía el nombre del abuelo de Bastian… Pero a pesar de eso. En ninguno encontraron nada, otra vez…

    –¿Estas seguros de que sus familias no se cambiaron su apellido? Eran tiempos de guerra quizás huían y no les quedo de otra…

    –Lo dudo. Mi abuelo Abraham presumía mucho el apellido Arcnaik, era como una insignia– Respondió Bastian mientras se balanceaba en su silla con el lápiz en la boca.
    Fue ahí cuando Bruno tiró el informe que leía al montón. La montaña de libros, carpetas y montones de papeles llenaban la larga mesa. Quedaban minutos para que la biblioteca cerrara. Todos los demás niños que habían ido a acompañarlos ya había terminado la tarea y se habían ido a su casa. Después de todo, ya quedaban minutos para que se ocultase el sol.

    –Saben estoy empezando a pensar que puede ser cierto. Quizás mi hermano tan solo después de huir durante la guerra o la posguerra se cambio el apellido y nunca nos dijo nada.

    –Edward no seria una persona que nos mentiría… Mi madre se llama, Lucy Queenbaul, mi padre Oliver Hellwell…

    –¡Miren lo que encontré!

    Los chicos voltearon asombrados, así como el hombre que revisaba uno a uno cada locker.

    Alicia llegó a la mesa y puso una carpeta sobre la mesa –Estaba buscando otras cosas, no registros, no pagos, no informes… Estaba buscando un acta de nacimiento. Si Edward se mudo aquí debió haber tramitado un seguro medico nuevo… Encontré una copia, pero…– Abrió la carpeta y todos lo pudieron ver –En la sección de parientes solo salen ustedes dos y los demás están tachados para que no lo puedan ver…

    –¿Qué demonios?– Mascullo Bruno.

    –Por que harían algo así…– Dijo Mairis con el rostro congelado –Mis padres no Tenían ningún motivo para no ser informados al publico…

    –Mairis…– Interrumpió Bastian –¿Alguna vez viste tu acta de nacimiento para ver el nombre de tus padres?

    Los dos hermanos se quedaron quietos, con la mirada perdida en la nada. El reloj continuaba su curso, pero ahí la chica tartamudeo intentando responder.

    –Nunca– Respondió el hermano mayor –Y los papeles fueron quedamos junto con la casa… Durante el ataque hace un mes…

    Mairis se echó hacia el respaldo de la silla. Miraba todas las pilas de libros y papeles… No comprendía en absoluto que estaba pasando…

    –No solo eso… Bastian, tus dos abuelos no solo no aparecen hasta los censos del año 2850… sino que también, así como el hermano de Mairis, los nombres de sus padres están tachados para el publico incluso periodístico y militar… De hecho en el acta de tu padre, no aparece su madre…

    –¿Mi abuela?– Bastian dejó de balancearse. Hizo todo el esfuerzo posible, pero no encontró ningún recuerdo de su abuela y vaya que tenía memoria. Recordaba a su hermano mayor al cual lo conoció cuando tenía tres años… Pero no a su abuela…

    –Se podría decir que para el Gobierno Mundial…– Comentó Melissa mientras revisaba los folders con las actas encontradas por Alicia –Ellos desaparecieron de la historia…

    –Nuestros arboles genealógicos…– Murmuró Bastian mientras se acariciaba el cabello, confundido.

    Bruno tamborileo en la mesa –Están incompletos…– Los cinco niños vieron los dibujos de las dos familias. Una parte de ellos saltaba desde sus antepasados de hace cien años, hasta ellos…

    El reloj marcó el final del horario de la biblioteca.

    Melissa levantó la mirada y vio con la bibliotecaria se acercaba furiosa desde la otra punta de la biblioteca –¡Chicos! ¡Chicos! ¡Es hora! ¡Tenemos que irnos! ¡Acomoden todo eso!

    Los chicos voltearon a ver a la bibliotecaria y como un rayo comenzaron a tomar todos los papeles corriendo de lado a lado. El escritor continuaba investigando en los lockers sin hacer mucho caso.

    La puerta se abrió –¡Ustedes niños! ¡Quien les permitió tomar cosas del área Gobierno/Militar!– Rugió la joven con gritos que despeinaban. Los niños apuntaron todos al escritor. El cual de manera despistada volteó. La mujer comenzó a regañarle con ferocidad mientras que los niños terminaban de acomodar los archivos que habían tomado. Entonces por accidente a Bastian se le cayó uno de los libros más antiguos… Un censo del año 2760…

    El libro se desparpajó por completo. Las hojas de color amarillentas tapizaron el piso. La bibliotecaria giró en el instante y corrió hacia él, mientras maldecía con todo tipo de palabras al niño.

    El tiempo se detuvo. La respiración era audible. El sudor de Bastian recorría su rostro con rapidez. Sin pensarlo mucho, el chico gritó –¡Corran!– Se escabulló de la bibliotecaria y enfrente suyo corrían los otros cuatro niños. Pronto escaparon de la vista de la bibliotecaria
    –¡Esos bandalos! ¡Justo hoy que quería salir temprano!


    (...)​


    Afuera, en los escalones de la biblioteca Martin se despedía de la recepcionista, quien bajaba las escaleras con un ramo de rosas y una sonrisa en la boca. Pronto los niños llegaron a un lado de él respirando con dificultad.

    –¡Hey chicos! ¿Les gustó su visita a la biblioteca?– Preguntó sin hacer mucho caso.
    –¡Vayámonos Martin!– Gritó Bastian desesperado.

    –Ohhh son las chicas del parque, hola, ¿como están?

    –¡VAYÁMONOS!– Gritaron los cinco jalando a Martin por las escaleras.

    –¿Qué le pasa hoy?– Preguntó Mairis mientras bajaban las escaleras a toda velocidad.

    –¡Debe estar enfermo!– Respondió Bruno sin entender muy bien nada.


    (...)​


    Dentro de la biblioteca, varios minutos Después de haber cerrado y varios minutos de que los chicos habían huido, llego la anciana bibliotecaria a la sala gubernamental –¿Ocupas ayuda?

    –No, yo me encargo… Buenas noches.

    –Nos vemos, querida.

    La bibliotecaria suspiró –No es necesario que me ayudes…

    –Yo ocasioné esto…– Dijo el escritor mientras levantaba hojas del censo –Déjame arreglarlo.

    –Es muy amable… Ya casi son todas las hojas, me pasa esa… ¿Señor?

    El escritor se quedo congelado con una hoja en la mano.

    –¿Pasa algo, señor?

    –No– Se giró entregando la hoja. Una hoja escrita a maquina con un único nombre tachonado –Es la hoja “W”… No existen muchos apellidos que lleven “W”… Vi un apellido que podría utilizar para mis novelas, es todo…

    La chica sonrió –Ya veo. Piensa escribir una novela después de su biografía de los Arcnaik y los Hellwell. Va a conseguir mucho dinero con las biografías. Las esta escribiendo en el momento exacto…

    –Aunque necesito un poco de información extra… No sabe donde puedo conseguir un permiso para revisar en la sala de alto nivel. Es interesante. Aquí hay mucha información, quizás el Gobierno Mundial pensaba en ocultar información importante en lugares recónditos como este pueblo…

    –No es una biblioteca muy visitada. Si no fuera por la escuela casi nadie vendría, pero es verdad, aquí el Gobierno Mundial a traído información importante, nunca he leído nada de la sala de alto nivel. No me interesa. Solo me metería en problemas.

    –¿Entonces usted puede entrar?

    –Claro, soy la encargada de esta biblioteca, tengo acceso a toda la biblioteca.

    –Interesante– El hombre le entregó toda los papeles que faltaban –¿No sabe si Abraham Arcnaik introdujo algo de interés dentro de esa sala?

    –El viejo Arcnaik… Los del cuartel suelen traer muchas cosas, como en todos los casos, informes, registros, libros…

    –¿Libros?

    –Si, a veces son libros de botines de guerra y así. Después de analizarlos se decide si sacarlos al publico o no…– La mujer se dio la vuelta y cerró el locker –Mis disculpas, señor, podremos charlar sobre como poder entrar a la sala de alto nivel mañana. Por hoy hemos cerra…– Una estaca de hielo atravesó el pecho de la mujer. La mujer estaba por gritar cuando el hombre le reventó el cuello.

    –Quería hacerlo mas limpio, pero así me ahorrare muchos problemas…– De pronto el hombre se transformó en la mujer –Lo siento. Eras una buena mujer...

    El escritor ahora mujer caminó hacia la puerta de hierro. A un lado se encontraba un escáner. Puso la mano sobre el escáner y la puerta abrió unos pistones. Otro censor se abrió. La mujer puso ambos ojos. Los otros pistones se abrieron. La puerta se levanto, dentro había una sala de luz azul, así como el traje que ahora cargaba la mujer.

    –Abraham Arcnaik… Dr. Akira… Que hombres mas interesantes…– Y la ahora mujer entró dentro de la sala.
     
    Última edición: 20 Noviembre 2019
  6. Threadmarks: [ Parte 1 ] Capítulo 5 - El Puente del Río Yaqui
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 5 – El Puente del Río Yaqui

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    –24 de Septiembre de 2888 D.C.–

    Era un día domingo bastante caluroso. El sol pegaba fuerte y las calles de LaneCloud lo demostraban, casi nadie caminaba por ellas y los mercados se encontraban solitarios. Era un día perfecto para no trabajar, lamentablemente Kian no tenía tanta buena suerte. Se encontraba en un edificio departamental, multitud de personas se encontraban afuera del edificio, todos ellos se habían quejado de un olor poderoso que desprendía una habitación en especial. Kian al ser el ayudante de sheriff del pueblo era el encargado de lidiar con la seguridad de todo el pueblo, a la vez de todos los problemas que estos tuviesen. Así que fue el primero en llegar al edificio.

    No sabía en donde se había metido Claarn, pero si de algo estaba seguro Kian es que estaba a poco de quitarle su estrella de sheriff.

    Unos cuantos vecinos se encontraban en el tercer piso junto con él. El chico estaba violando la cerradura con unas ganzúas. De pronto la chapa hizo un “clip” y el chico abrió un poco la puerta, la peste se volvió diez veces más poderosa haciendo vomitar a más de un vecino que estaba de chismoso. Abrió un poco mas la puerta y un montón de moscas comenzaron a volar hacia la salida… El chico abrió los ojos… Todas las personas que se encontraban con él se ahogaron en gritos de terror...


    (…)​


    En otro lado del pueblo, más al bosque se encontraba los tres huérfanos, Bastian, Bruno y Mairis caminando hacia el fresco bosque. Iban en pantalones cortos y con sombreros planos que les cubrían de manera satisfactoria del sol. Aunque eso no evitaba que Bastian y Mairis tuviesen sus chapetas rojos por el calor.

    La entrada el bosque estaba enfrente a ellos. Los arboles parecían edificios a un lado suyo. Los tres niños se pusieron en la sombra de los arboles. Bastian se quito su sombrero. Debajo tenía un paliacate negro, le quedaba perfecto a juego con su cabello pelirrojo.

    –¿Qué hora es, Bruno?

    El chico levantó el rostro al cielo con la palma cubriéndole el sol –Parece que es pasado el medio día.

    –¿No dijeron esas chicas que estarían aquí a las doce?– Se quejó Bastian mientras se echaba aire con el sombrero.

    Mairis le puso la cabeza en su hombro para recibir el aire –Ellas vendrán, te lo aseguro.
    Así pasaron los minutos, ellos tres soportando el viento caluroso en la sombra de esos arboles. Incluso se turnaban para echarse aire con ayuda de los sombreros. Bastian en un momento llego a mojar su paliacate para estar un poco más fresco.

    Los tres ya estaban quedándose dormidos acurrucados por el arrullo de los pájaros cuando escucharon en la lejanía un fuerte –¡Chicos!– Esa voz tan alta, no podía ser otra que no fuese Melissa.

    Bastian despertó de un salto, tras el salto despertó a los dos hermanos.

    –¡Wow! ¡¿Acaso esto es una excursión escolar?!– Gritó Bastian.

    Bruno y Mairis observaron bien –Son todos los chicos de ayer.

    –Enserio les agradamos…– Susurró Bastian impresionado.

    Todos los chicos llegaron a la entrada del bosque saludando a los tres huérfanos. La alegría impregno el canto de las aves que llegaron a cantar más fuerte.

    –¿Creyeron que no vendríamos?– Preguntó Melissa con una larga sonrisa maliciosa.
    –Para nada, como crees, para nada– Respondió Bastian. Mairis y Bruno se vieron con mala cara sin decir nada.

    Los chicos comenzaron a saludarse entre todos mientras generaban bromas que calentaban el corazón de los huérfanos al descubrir que el pueblo era justo.

    –¡Muy bien! – Gritó Melissa animada –¡Vamos al río!

    –¡Espera!– Bastian se quitó el sombrero de la cabeza y se lo entregó a la chica –Cúbrete, el sol esta muy fuerte.

    La chica le dirigió una sonrisa apenada y tomó el sombrero –Veo que aun existen los caballeros.

    –No soy un caballero. Soy un príncipe.

    Y los niños giraron hacia el pelirrojo.

    –¿Príncipe?– Preguntaron varios a la vez.

    –Soy el legitimo heredero del reino de Arbal– El chico se señaló con orgullo –Si mi abuelo llegase… pues eso– El chico volvió a un rostro serio –Yo seria el legitimo rey del reino ya que mi madre era la primera princesa.

    Todos los chicos se empezaron a juntar con él haciendo muchas preguntas sobre su puesto en la realeza. En su vida habían conocido a un príncipe, cada vez más escasos en los tiempos actuales. Las preguntas llegaron como lluvia hacia él, lamentablemente no podía responder todas, ya que su vida como príncipe había sido corta, unos cortos años en lo que conseguían su casa en LaneCloud, aunque al final terminaron viviendo en la vieja mansión de su abuelo.

    Entre la multitud se introdujo Melissa apartando a los demás –Pues bien, príncipe Arcnaik– La chica le tendió la mano –¿Acompañara a su pueblo en esta expedición?– La chica levantó el sombrero y le esbozó una larga sonrisa.

    Bastian le tomó la mano –Por supuesto.

    Y Melissa le jaló hasta adentró de los frescos bosques con todos los niños siguiéndoles envueltos en risas con bromas.

    Seria un buen día.


    (…)​


    Al pasar las horas recorrieron, sin darse cuenta, kilómetros de basto bosque hasta llegar al viejo puente que conectaba Hericent y LaneCloud. Ahí donde el río se ensanchaba y podían crear un puente corto sin mucho esfuerzo. Ahora el puente había quedado obsoleto debido a un puente mucho mas cercano y moderno que circulaba en medio de los dos pueblos. No había mucho porque LaneCloud podría ser reconocido, pero mientras que Hericent era una pequeña ciudad industrializada con colonias mas vistosas y seguras, –Debido a que en Hericent se había elevado el Cuartel del ejercito y todos los soldados circulaban por todo el pueblo a todas horas– del lado de LaneCloud había tierras sumamente fértiles, sin hablar de que la mayor parte del comercio se establecía en LaneCloud por la libertad de no tener al Gobierno Mundial revisando las narices de todos aquellos dispuestos a vender.

    El río corría con delicadeza ese día. El agua era limpia en su totalidad con plantas rebosando a sus alrededores y animales rondando por el área.

    Sin que Bruno se diera cuenta Bastian junto con otro grupo de niños empujaron al muchacho al agua. Justo después empezó todo, pues uno a uno comenzó a caer a la fresca agua.

    Entre todas las chicas aventaron a la pequeña Mairis al agua. Y tras Melissa saltar por voluntad propia todas las demás le siguieron. Alicia que era una chica mucho mas tranquila caminó con calma hasta el agua, entrando poco a poco.

    Jugaban salpicando agua entre todos. Reían divertidos, frescos en medio del día caluroso. De vez en cuando observaban pasar unos peses alrededor de ellos, pero nadie a demás de Bastian y Mairis eran capaz de capturarlos a mano limpia. Sin embargo era por mero entretenimiento, pues los soltaban en el mismo momento.

    –¡Hey principito!– Le gritó Melissa. El joven Arcnaik se giró y vio una pelota volando hacia él. Atrapó el balón con facilidad. La chica no esperaba menos de ella. Después de todo le había dado pelea a la increíble Mairis, la cual jugaba hasta con los mayores de la escuela.

    –Nada mal, Meli– Y soltó el balón hacia el aire, para justo después interceptarlo en el aire.

    –¡Jimlek en el agua!– Aulló Bruno sorprendido. No había escuchado jamas algo parecido. No fue en si un partido convencional. Mas bien un partido sin reglas, sin ganador ni perdedor, un mero entretenimiento para sacar algunas risas.

    Y vaya que lo lograron. Hacia demasiado tiempo que cualquiera de esos chicos había reído tanto.


    (…)​


    Desde la lejanía Martin les vigilaba con una sonrisa blanca de oreja a oreja. Cargaba una novela en las manos, se encontraba en la cima de un árbol lo suficientemente alto como para que jamas le vieran los chicos. No deseaba arruinar su diversión, momento como esos son los que perduran en la vida de un niño.

    Comenzó a menear su delgada camiseta de adentro hacia afuera. El día era horrible a su parecer y eso que era amante de las cosas calientes. Volteó hacia el cielo, ninguna nube ni ningún pájaro, solo el enorme cielo azul.

    –Si, son lo que perduran.

    Aunque exactamente no pensaba en un día que desease recordar, pero a los cuales estimaba, pues haberlos vividos lo volvían el hombre que era. Aquellos largos días en los que esperó en la zona costera a su padre. Aquellos días cuando trabajaba de mesero durante horas por unas cuantas monedas para poder sobrevivir… Un día sin clientes pidió salir a su jefe. Un viejo hombre calvo que no se dejaba ganar por nadie, los clientes le respetaban de verdad, por lo que sabia alguna vez el hombre había sido el bartender más buscado de todo el reino. Pero ahora estaba retirado de esos estresantes lugares.

    El hombre a fin de cuentas le dejo partir. Cerraría temprano, decía que tenía una cita, pero Martin dudaba que fuese cierto, al menos no con la despampanante chica de la que hablaba.

    Recordó ese día con suma claridad. Se encontraba solo en la orilla de la playa con un coco frió y recién comprado en el mercado. Bebía su agua con sumo placer mientras que escuchaba el romper de las olas, esas olas que deseaba que trajesen a su padre de vuelto al puerto de Milloria.

    La playa no era su lugar favorito, sus tíos le habían amargado todo el deseo de estar en el mar, pero ese día le traía cierta paz, quizás la costumbre de trabajar todos los días cercas de la playa.

    Sin embargo ese día habría de ser diferente. Mientras caía el ocaso un frisbee le llegó hasta a un lado de él. Lo recogió y vio a un niño de su edad con los brazos alzados. Lanzó el disco de la manera que se le ocurrió, pero el disco cayó al piso sin volar en lo más mínimo. Aquel niño se echó a reír y caminó hasta él.

    –¿Nunca habías jugado con uno de estos?

    –¿Son nuevos?

    –Acaban de salir hace poco, ven, todos estamos aprendiendo a usarlos– Los otros niños que estaban al fondo aclamaban el regreso del disco. Había vivido solo en espera de su padre. Había actuado como un hombre pagando sus rentas, haciendo las compras, trabajando con el sudor en su frente para poder comer… Ese día, después de meses, volvió a ser un niño.

    Mas tarde, con el pasar de los años ese niño volvería a toparse con él hasta volverse su mejor amigo… Ese cielo se volvió a repetir una tarde de verano cuando gracias a la ayuda de su amigo pudo estar a solas con el primer amor de su vida… Y el resultado…

    Martin soltó una pequeña risa y se acomodó el cabello –Fueron grandes días…– Dijo, finalizando con sus recuerdos para volver a su novela.


    (…)​


    Todos los niños se encontraban recostados en el pastó alrededor de rió, algunos con los pies introducidos en el agua, otros ocultos en las sombras de los arboles.

    Melissa admiraba el viejo puente. Aquella madera vieja despintada por el sol, rodeado de telarañas y plantas subiéndole hasta los pasamanos daban una vista que en la noche habría de ser tétrica.

    –¡Hay que contar cuentos de terror!– Dijo emocionada. Algunos se negaron sin embargó ella empezó a insistir –¡Hey chicos! ¡No sean así! He escuchado decir a la “Vieja Dolores” que solo hay dos emociones intensas en esta vida, el amor…– Hizo una pausa hasta que la mayoría de los chicos la vio. Entonces entre una sacudida de sus rizos mojados que le dio aspecto de un monstruo de leyenda gritó con fuerza –¡Y el miedo!

    Algunos brincaron, los otros se rieron de los que brincaron. Mientras tanto Melissa se carcajeaba dando vueltas en el pasto.

    –No suena mal– Dijo Mairis mientras mojaba sus pies.

    –¿Pero sabes historias de terror?– Preguntó Alicia que se encontraba a un lado de ella –Yo no. No me agradan.

    –¡Aquí les va una!– Gritó un niño desde la cima del puente –En los tiempos del abuelo de mi abuelo este puente fue construido. La historia de LaneCloud y Hericent es poco conocida, pero mi abuela me lo contó ayer. Yaqui la mujer del “Viejo Hericent”, que en esos tiempos era el “Joven Hericent” se enamoro del entonces “Joven LaneCloud”. Hericent y LaneCloud eran conocidos de toda la vida, su amistad se había forjado a base de tiempo, de risas en especial, así como de malos momentos. Sin embargo tras el enamoramiento de Yaqui y LaneCloud, Hericent decidió dejarlos. Aquel hermoso pueblo fundado entre los tres, nuestro bello pueblo LaneCloud, perdió a uno de sus fundadores. Hericent caminó al norte en busca de olvidarse de su ex mujer, pero cayó derrotado por las lágrimas… Algunas personas, amigos cercanos a Hericent le siguieron y abandonaron a LaneCloud y Yaqui. Esas personas fundarían el pueblo de Hericent a solo unos minutos del primer pueblo, únicamente separados por este río… Con el pasar de los años Yaqui descubrió que lo que había hecho fue una tontería. Cuando intentó regresar con Hericent el río se elevó tragándola en el agua… Su cuerpo jamas fue encontrado… LaneCloud y Hericent buscaron por todo el rió, pero nada. Construyeron este puente, pues lo único que unía a los viejos amigos fue la pena de la muerte de la mujer que ambos amaron. Nadie mas habría de sufrir la muerte de un ser querido por este vil río. Al que bautizaron Río Yaqui… Sin embargo, una maldición cayó sobre LaneCloud, aquellos que llegaban aquí siempre estaban destinados a dejar el pueblo y aquellos que llegaran a Hericent estaban destinados a morir ahí… No se si lo han escuchado, pero, ¿no les pasa que escuchan los gritos ahogados de una mujer que camina por las calles del pueblo…? Yo la vi, una mujer de vestido blanco caminando por las calles dejando un rastro como de un mapeador por donde pasa…

    Alicia, a pesar de que la historia apenas había nombrado algo por lo cual tener miedo comenzaba a temblar… Enserio, nadie, ni siquiera Melissa o Mairis, habría de comprender su terror a las historias de terror… Aquel chico seguía contando su historia y cada vez que decía una palabra sentía como su corazón se agitaba… Quería gritar que pararan, pero no se atrevía… Entonces unas manos llegaron hasta sus oídos con una voz tranquilizadora que le decía –No tienes que oír esto– Seguido de eso sus oídos dejaron de escuchar cualquier cosa. La niña levantó la mirada y vio a Bastian con el rostro serio… Y ahí ella pensó, que ese niño enserio parecía un príncipe…

    –Recuerdo cuando mi hermano encontró en la noche esos cuerpos junto con mis primos– Continuo el mismo niño que contaba la historia –Era horrible. Logre verlos. Sus rostros tenían una expresión de terror, los ojos bien abiertos, los músculos contraídos, sus manos hasta la garganta como si intentaran escapar de un estrangulamiento… pero no, estaban tratando de respirar…

    –Estaban ahogados…– Dijo un niño en un susurro.

    –Así es… Esta mujer, la que dicen que es el espíritu maligno de la lujuriosa Yaqui vaga por los pueblos. Algunos dicen que busca a sus amantes, otros dicen que busca hombres a los cuales seducir, o mujer a las que convencer de seguir su sucio ejemplo… Pero si algo se sabe es que si tienes suerte morirás en el pueblo ahogado por su poderoso espíritu. Y si decides seguir sus pasos te traerá hasta este puente donde terminara convenciéndote sin poder negarte de lanzarte al rió… Tu cuerpo jamas sera encontrado, por lo que jamas se cremará en el viejo ritual y tu espíritu vagará por el bosque por toda la eternidad… Y cuando acaba de dejar a alguien en este puente desciende al pueblo… ¡EN BUSCA DE MAS PERSONAS QUE AHOGAR!– Y tras un gritó estruendoso que hizo salta a mas de uno una de las niñas brinco con los cabellos mojados mientras se agarraba la garganta.

    Todos los niños soltaron un grito tras el repentino susto del que nadie había prestado atención. Tras el susto todos se lanzaron a reír. Unos cuantos niños persiguieron al chico que contó el cuento para darle una buena mojada en nombre de “Yaqui”.

    Bastian le quitó las manos de los oídos a Alicia y le sonrió –¿Todo bien?

    Ella asintió contenta.

    –¡Oye Bastian!– Gritó Bruno de pronto –¡Ahí te va!– Y le lanzó el frisbee. Sin embargo el niño no alcanzó a atraparlo por estar viendo a Alicia. El disco terminó yendo hasta las profundidades del bosque.

    –¡Rayos Bastian!– Gritaron unos niños.

    –Ve por él– Le dijo Bruno con pena.

    –Cuando vuelta te enseñare como lanzarlo, Bruno– Y el niño comenzó a reír. Dejó a Alicia y caminó hacia los arboles. Si algo tenía que admitir es que Bruno sabía lanzar, se había introducido bastante profundo.

    –¡Cuidado con los espíritus del bosque!– Le dijo Melissa. Seguido todos comenzaron a lanzarle frases sobre lo que podría pasarle con los espíritus.

    –Esas son tonterías– Masculló el niño con una sonrisa y se introdujo dentro del bosque.

    (…)​


    Martin se encontraba leyendo su libro cuando de pronto bostezó. Aquella novela no parecía ser tan interesante como le habían dicho. Giró la cabeza hacia sus alrededores, quizás eso era un poco más entretenido, y en la lejanía, a ras de suelo en una parte plana del bosque logró ver rastros de una fogata. Esto le llamó la atención, pues no solo era una… eran seis en distintos lugares. Rastros pequeños de fogatas, fuego que apenas iluminaba el bosque en la oscuridad… Estándo tan cerca del LaneCloud o Hericent… ¿Un grupo de viajeros decidió quedarse en ese lugar…?

    Martin bajó del árbol observando a los niños. Todos parecían muy concentrados. Se concentró en escucharlos… ¿Historias de terror? Están contando historias de terror... Esas son tonterías...

    Se olvidó de los niños por un momento y siguió el camino hasta los restos de fogatas.

    En efecto. Aquí acamparon bastantes personas…

    El hombre se acercó a revisar las cenizas y consiguió ver bastante pasto plano. Así como orina en ciertos arboles.

    Martin levantó sus dos brazos. Alrededor de sus brazos aparecieron unos aros brillantes en los que se escribían runas como si los escribiera una maquina de escribir. Lanzó los aros, los cuales desaparecieron en el aire. Nadie se percató de ello, pero Martin creó una cúpula que crecía cada segundo hasta abarcar una zona de tres kilómetros cuadrados… El joven comenzó a recibir olores y sonidos de todos los lugares que cubría su cúpula. Todo llegó hasta él como si el viento soplara con fuerza…

    Nada.

    Volteó hacia la dirección en donde se encontraban los chicos. No podía arriesgarse a perderles de vista, pero tampoco podía arriesgarse a una emboscada. Si eran tantas personas como lo aparentaban sus rastros, a demás si eran tan poderosos como para vencer a los soldados de la Mansión Arcnaik, no tenía nada que hacer contra ellos…

    –Por amor a la diosa… Que no pase nada– Puso su mano sobre su rostro, nariz con pulgar e indice con su frente. Respiró profundo y suspiró.

    Unos segundos después Martin había desaparecido.


    (…)​


    Bastian caminaba por el bosque buscando el frisbee. ¡Maldición, Bruno! ¡Tus tiros son de profesionales! El chico revisaba por las copas de los arboles y en cada rincón que se le pusiese enfrente, pero no había rastro alguno del pequeño disco para jugar. Volteaba hacia atrás para ver que tan lejos había caminado, lo había hecho y bastante, era imposible que ese disco estuviese tan lejos. ¿Acaso consiguió un tipo de vuelo especial y giró hacia otro lado?

    –¿Buscabas algo?

    Bastian soltó un chillido por el susto.

    Los niños que escucharon el chillido comenzaron a hacer bulla.

    De entre los arboles salio un joven. Parecía que iba de excursión, su mochila era grande, sus botas gruesas, tenía guantes negros y una ropa de color azul en completo conjunto.

    –¿Es acaso un fantasma?– Le preguntó el niño de repente.

    El joven se tentó el cuerpo –Hoy me sentía como una persona diferente, pero no, parece que estoy vivo– Soltó una risa bastante corta y luego volvió a pregunta –¿Buscabas algo?

    –Un frisbee señor.

    El hombre le sonrió –Claro, claro, claro– Y como por arte de magia con un movimiento de brazos de pronto apareció un frisbee en su mano derecha –Me imagine que esto no caída de los arboles– Y comenzó a reír.

    –¿Uso magia?

    –Para nada. Soy un hombre de manos diestras.

    –Eso es muy genial– El niño tomo su disco –Muchas gracias, señor…

    –Por favor, no hagamos formalidades. Muy probablemente no te vuelva a ver. Déjalo como: “El hombre de azul”.

    Bastian asintió con el rostro un tanto extrañado –Eeeeesta bien. Muchas gracias, hombre de azul.

    –De nada, Bastian…– Le dijo con una sonrisa maliciosa.

    El niño se había dado la vuelta cuando capto que nunca le había dicho su nombre… El niño se giró para verlo una vez mas… pero ya no estaba. Solo se sentía un frió doloroso en los huesos, como una noche de invierno sin tener sueter. Bastian boquiabierto gritó con todas sus fuerzas –¡Santa Madre!– Y corrió hacia el río repitiendo –¡Un espíritu! ¡Un espíritu! ¡Un espíritu!

    Sintió un alivio al ver la luz que chocaba con el río. Todo estaba muy silencioso. Pero ahí estaban todos los chicos. Estaba bien, estaba seguro con ellos.

    Jamas llegó a pensar que esos niños también estaban asustados.


    (…)​


    Martin se encontraba en una caceta de teléfono público. Una caceta de llamadas otorgada por el Gobierno Mundial, alrededor del mundo la radio se había popularizado, pero los teléfonos eran un tanto extraños, no cualquiera tenía el privilegio de tener uno en casa. Ademas, el pueblo no lo sabia, –Martin sí, así como muchos soldados de alto rango– pero se tenía la sospecha de que el Gobierno Mundial vigilaba cada llamada.

    Aunque en costumbre las personas solían utilizar estos teléfonos para contactar con distintas secciones del Gobierno Mundial para tratar algún que otro tema de impuestos o cosas por el estilo.

    –¡Mierda, Fabriccio! ¡Contesta!– Refunfuñó Martin entre dientes.

    –Buenas tardes, habla a la oficina del Detective en Jefe Fabriccio Lecter.

    –Buenas tardes. Me podría pasar al Detective. Habla el Teniente Coronel Price.

    –El Detective Lecter se encuentra afuera del cuartel de Hericent.

    –¿Qué? ¿A dónde fue?

    –No puedo otorgar detalles de donde se encuentra, Teniente Coronel, pero si gusta puede llamar a su número personal.

    –¿Numero personal?


    (…)​


    –¡Detective Lecter!– Dijo un soldado que cargaba una enorme caja –¡Tiene una llamada!

    Fabriccio salió de la habitación de fétido olor quitándose los guantes de látex. Dentro de la habitación del edificio departamental se encontraba un escuadrón completo acompañando al detective en la investigación de aquella escena del crimen.

    –No esperaba que lo usáramos tan pronto. Imagino que esto lo hacen solo para fastidiar, ahora ni siquiera afuera del cuartel podre salvarme de las llamadas– Masculló el Detective al tomar el teléfono –Si, aquí Lecter Fabriccio.

    –¡Lecter!

    –¿Martin?

    –¿Cómo es posible que te pueda hablar fuera del cuartel?

    –El Gobierno Mundial esta implementando esta tecnología. Es horrible, ahora uno de mis subordinados debe estar cargando esta horrible caja de llamadas. Es por seguridad de la información, dicen que los radios eran muy fácil de sabotear la señal… ¿Qué sucede, Price? Estoy trabajando.

    –¡Me encontraba en el bosque cuidando a los chicos y encontré señales de un campamento gigantesco cerca del antiguo puente de LaneCloud! Estamos hablando de más de veinte personas. Debes venir a revisar el lugar, puede que se traté de las mismas personas que atacaron la Mansión Arcnaik.

    –¿Un campamento?– El detective se acercó a los barandales del edificio departamental y observó a todos los inquilinos del edificio quejándose con Kian sobre que hacia demasiado calor ese día como para que los sacaran a pleno sol –No suena descabellado. Ahora mismo me encuentro en Oeste de LaneCloud atendiendo un asesinato. Tomará unas horas más, pero iremos a investigar el bosque justo después de terminar.

    –¿Un asesinato?

    –Así es. En uno de los edificios departamentales. La victima es una mujer, parece ser unos cuatro años mayor que tu. Ya investigamos su perfil, los datos arrojados me dicen que era la jefa de la biblioteca del pueblo. Su cuerpo se encuentra en mal estado debido al día tan caluroso y…– Fabriccio se giró hacia la habitación. Moscas revoloteaban alrededor del departamento, así como gusanos comenzaban a comerse la carne en descomposición de la victima… La poca carne que le quedaba –Este asesinato es un tanto extraño, Price. La mujer tiene una herida de un ataque punzante. Mas la gran parte de su cuerpo ha sido, por lo que parece, comida por un animal… Las señales apuntan a que un “Mestizo” llevo a cabo el asesinato… Ya mandamos a revisar a la biblioteca, y lo que me informó el Teniente General Claudio es que la sección privada del Gobierno Mundial fue abierto e inspeccionado.

    La biblioteca… Los rastros del bosque… Fabriccio dijo que estaban buscando algo...
    –¿Los niños supieron algo de los rastros en el bosque?

    –No…

    –Mantente cerca de ellos, Martin. Solo la diosa sabe que estén buscando estas personas– Un pitido de pronto golpeó el oído de Fabriccio –¿Martin? ¡¿Martin?! ¡¿Sucede algo?!

    Kian de pronto escuchó el grito desesperado del detective hablando al teléfono. Las quejas de las personas del edificio departamental desaparecieron de su cabeza por un instante. El sabía que Martin estaba vigilando a los niños… Y los niños irían a… ¡El antiguo puente!
    Fabriccio colgó el teléfono –¡Llama a alguno de los Generales de Brigada de Hericent, dile que necesito a dos escuadrones en este preciso instante en la sección del antiguo puente! ¡Así como también necesito uno más en el área de telefonía publica de LaneCloud!

    El soldado asintió y comenzó a revisar la guía telefónica.

    Fabriccio se giró hacia la gente del edificio departamental, la multitud estaba haciendo un escándalo en el patio del edificio. Poco tardo en darse cuenta que Kian no se encontraba en el lugar.

    Se giró hacia el cuerpo desfigurado de la joven bibliotecaria. Sus cuencas vacías, así como su cuerpo completamente roído, en algunos lugares hasta los huesos, daba la impresión de haber perdido su alma por completo. ¿Qué clase de personas son estas?


    (…)


    Frente a los chicos, del otro lado del rió, se encontraba una multitud de muchachos. Todos entre dieciséis a veintitrés años. Algunos de malos rostros consumidos por cigarros, alcohol e incluso algún tipo de droga. Otros se miraban seriamente enfermos en su joven edad. Así como otra parte, la sección de los lideres, eran jóvenes sanos y musculados, llenos de tatuajes y cicatrices. Todos cargaban con gruesos troncos a sus espaldas, así como también llevaban filosas hachas.

    –Vaya, vaya…– Dijo de pronto uno de los muchachos, que a pesar de su joven edad parecía ser el líder de todo el grupo –¿Qué tenemos aquí? “Los niños malditos” jugando en el río.

    Mairis se encontraba defendiendo a Alicia poniéndose enfrente de ella. Bruno por su parte defendía a otro par de niñas del lugar. Uno de los niños se encontraba en el suelo temblando de miedo con la sangre partida desbordandole sangre de una herida. Ahí fue cuando Bruno se enteró de que Mairis y Bruno también estaban heridos, pues tenían en brazos, piernas y pecho unas manchas rojo de color intenso.

    –Y llegó el tercero…– Dijo Ben al dirigirle la mirada. Jugaba con una gruesa piedra lanzandola de arriba hacia abajo y atrapadola en el aire –Esperaba que fuesen un poco mas listos y entendiesen que en este pueblo ya no queda lugar para gente como ustedes… Después de todo ya vieron parte de lo que ocasionaron. Esa niña que se separó es prueba más que suficiente.

    Bastian observó como aquellos jóvenes que se encontraban detrás de Ben estaban riendo mientras se sacudían las manos… Su mirada se desvió hacia la piedra a un lado del río que estaba manchada de sangre.

    –¡Oye tu! ¡¿Cuál es tu problema?!– Rugió Bastian. Tan pronto como había terminado sus palabras una piedra se dirigía veloz hacia él. La esquivó con un movimiento de hombro dejando pasar el proyectil… Esa piedra bien podría romper el hombro de cualquiera de los otros chicos.

    –Ustedes son mi problema– Contestó el joven con una mirada inyectada en sangre. Ben comenzó a subir por el viejo puente. Caminaba sin dejar de mirar al niño pelirrojo. Era una potente lucha de orgullo –Tu abuelo, tu padre, madre, los tres eran personas muy importantes en el mundo. Esas personas que mueven los hilos de la sociedad sin que ninguno de los de nuestra clase pueda hacer algo para evitarlo… ¿Cómo se les ocurre venir a vivir a un lugar tan pequeño como LaneCloud? Involucrarnos en sus ridículas guerras de poder, balas y oro, ¿Sabes cuanto tiempo tenía la Mansión Arcnaik sin ser habitada? Mi abuelo me contó que había visto a tu abuelo caminando por ese terreno hace cincuenta años. Este pueblo era tranquilo, pacifico vivíamos al día, sobrevivíamos por nuestra cuenta a base de caza, ganadería, pesca, agricultura y demás… Pero luego llegó tu abuelo a remodelar su mansión. Tras difundirse la noticia de que LaneCloud seria su lugar de retiro el pueblo consiguió mas y mas fama hasta llegar al punto de que empresas comenzaron, construyeron aquella carretera que pasa por nuestro pueblo. Todo esto aumento muchas cosas buenas en este lugar, pero con la llegada de la familia Arcnaik comenzaron a incrementarse los crímenes. También comenzaron a llegar cada vez mas personas en busca de un tallo de nuestro maíz… LaneCloud era tan pequeño en comparación a Hericent que eramos solo una mancha en el mapa, pero poco a poco todo comenzó a cambiar…

    Ben llegó al otro lado del puente. Uno de los niños que se encontraban cerca del puente lo mirada con miedo. Sus ojos se oscurecían entre las sombras que daban los bosques generando una oscura figura bastante intimidante.

    –Dylan. Ya habíamos hablado de esto. Tu hermano te esta viendo desde aquí y esta siendo testigo de que rompiste lo que prometiste. Dijiste que no te juntarías con ellos, ¿Menos de un día? ¿Ese es el valor de tu palabra?

    –Lo… Lo siento, Ben.

    –Tranquilo, solo ve con tu hermano, te esta esperando.

    El niño que aparentemente se llamaba Dylan asintió y caminó al otro lado del rió, donde le esperaba uno de los jóvenes mas grandes y robustos.

    Ben desenfundó su hacha y luego señaló a Bruno, deslizando el arma hasta Mairis –Ustedes, Hellwell, fueron la gota que colmó el vaso– Caminó hasta donde se encontraba el niño con la herida en la cabeza –Quizás ningún de ustedes sepa lo que pasa en los bajos barrios, ¿Cómo podrían saberlo? Cada uno de ustedes, niños, pertenece a la alta o mediana sociedad de nuestro pueblo…– Pronto Ben se percató que ahí en el lugar se encontraba Melissa. Le dirigió una mirada fría mientras recitaba entre su andar –Y aquellos que conocen la situación de las fronteras del pueblo y aun así siguen aquí, me decepcionan aun mas, ¿Desean vivir siempre con una venda en los ojos? Desde que Edward Hellwell llegó al pueblo la situación en las fronteras comenzaron a volverse cada vez mas dura, los criminales cada vez asaltaban más los pequeños negocios en busca de comida y bebida. El viejo sheriff Abraham Arcnaik ignoraba por completo a los de nuestra clase, y decía cumplir dando un rondín cada catorce días… Si fuese entrevistado por alguno de los periódicos o estaciones de radio seria capaz de declarar sin ninguna duda que el ataque a LaneCloud y la muerte de los Generales Mundiales venia cocinándose desde la llegada de los Arcnaik… Todos los criminales que llegaban a este pueblo lo hacían para mantener vigilados a la familia y cuando llegaron los Hellwell fue un momento preciso, dos de sus peses gordos en el mismo estaque. Una pesca perfecta.

    Ben llegó hasta el niño. Se puso de cuclillas y se echó la hacha por arriba del hombro –George. No puedo evitar decirte que eres valiente, cubriste esa piedra aun sabiendo que la había lanzado uno de mis muchachos. Si la hubiesen disparado con un poco mas de fuerza ahora mismo posiblemente estarías muerto…– Le puso la mano en el hombro –Pero lo hiciste para proteger a la niña Hellwell y su amiga panadera... Eso desprestigia mucho lo que hiciste… Tu hermana no estaría nada orgullosa. Ella bien te dijo que no vinieras… Tu madre murió en el ataque, ahora a ella le debes de obedecer, si te lo dice es porque quiere lo mejor para ti– Ben levantó la mirada para ver a “los tres niños malditos”. Su rostro serio se volvió atemorizante de un instante a otro –Ella sabe como muchos que es lo mejor para cada uno de ustedes.

    George, el pequeño niño regordete que había contado la historia de terror, temblaba de miedo. Bien alguna vez su padre le había dicho que el peor terror se encuentra en la realidad.

    –Levántate muchacho, ve con Dylan.

    George en un parpadeo se levantó y salio corriendo detrás de su amigo.

    –Oigan todos los demás– Levantó la voz Ben con calma –Solo les haré una pregunta. Espero que el mensaje sea claro– Los niños le mantenían la mirada con un gesto de alerta en los ojos. A Ben no le agradaba la idea de ser pintado como el malo del escenario, pero sabia que pronto, con el tiempo, todos los niños de ese lugar comenzarían a entender la situación –¿Son felices traicionando a su sangre?– El silencio inundo incluso al río, que en ese momento corría mas lento que antes –Respeto a los que ya no están y respeto merecen– Finalizó el joven. Se dio la vuelta para continuar con su camino por el puente. Subía por la vieja madera. El rechinar de los clavos oxidados cargando su peso chilló dentro de los oídos de muchos. Los dos niños le esperaban en la cima del viejo puente descolorido. El río armonizaba con calma el caminar del joven. Los amigos de Ben reían en silencio mientras susurraban halagos al joven líder.

    –¿Qué hemos hecho nosotros? ¡Solo tratamos de seguir como todos! ¡También hemos perdido a personas importantes!– Gritó Melissa en un estruendo de rabia.

    Ben se giró con los ojos bien abiertos. Así como todos los niños.

    Bastian se quedo boquiabierto. Estaba justo por decir algo parecido.

    Mairis temiendo por su amiga estaba por dar un paso hacia su amiga cuando sintió un duro apretón en su brazo izquierdo. Alicia dio un paso enfrente y gritó –¡Dylan! ¡George! ¡Son unos cobardes! ¡Mi padre odia con todo su corazón a Bastian, Bruno y Mairis! ¡Pero yo aun así me he armado de valor para venir aquí! ¡Y no los dejaría aunque me cortasen en pedazos!

    –Alicia…– Fue lo único que pudo decir Melissa, sorprendía, pues nunca había escuchado hablar así a la niña. De hecho sentía que quizás jamas la volvería a escuchar hablar de esa manera.

    –¡Si!– Gritó esta vez Mairis –¡Por que aquellos que se fueron serian mas felices si supieran que a pesar de todo aun podemos seguir adelante! ¡Triste de aquel que viva anclado en el pasado sin explorar los mares que le esperan al horizonte!

    –¡Podemos vivir felices entre todos!– Exclamó Bruno –¡Si algo he aprendido de tanto leer sobre la historia es que nada bueno sale del odio! ¡Mejor juntos que separados! ¡Siempre es mejor así!– El chico giró la cabeza hacia Alicia. La niña le vio con timidez, pero le alegró el corazón ver como el chico le erguía el pulgar en símbolo de admiración. El gesto también se lo dirigió a Melissa que tan solo sonrió.

    Bastian dio unos pasos al frente. Su rostro se miraba tan fiero como cuando había retado a Claarn. Un niño con demasiado orgullo y mucho respeto a la justicia –¡Ben! ¡No seas cabeza hueca y trata de comprendernos a nosotros! ¡No ves que podemos ser amigos!– El niño se puso por enfrente de todos los demás –También estoy solo, por eso sé que necesitas a alguien que te entienda– Y el niño le tendió la mano desde el río.

    Los niños comenzaron a gritar palabras de aliento. Palabras vivas de respetos, felicidad y esperanzas. Mientras que los compañeros de Ben gritaban vulgaridades, insultos y frases envenenadas. Las palabras calaban en el joven líder de aquel grupo como espinas. Sin embargo, el dolor de su alma era más fuerte.

    –De todos los que creía que podían entender– Dijo Ben en medio de los gritos. Todos al ver que el chico recitaba esas palabras que solo pocos lograron escuchar, comenzaron a callarse –Alicia, Melissa, enserio me decepcionan– Comentó con un rostro melancólico.

    Los niños palidecieron ante el siguiente gestó de Ben.

    El joven apretó el mango de su hacha para talar madera que vender en el pueblo para sacar un poco mas de dinero. La levantó en el aire con ese rostro oscurecido que hacia temer a cualquiera. Las bullas oscuras de sus amigos se alzaron en aclamación.

    Bastian se preparó para detener el inevitable ataque psicópata.

    El hacha comenzó a cortar el viento.

    Sin embargo un sonido hueco detuvo el evento.

    Frente a Ben se encontraba Kian deteniendo el brazo del joven en el acto.

    –Espero que solo estuvieras jugando, Ben, sucio delincuente hijo de puta.

    –Así que llegó el niño que juega al sheriff. Eh Kian, te ves un poco mal, ¿estas enfermo o cansado? Debe ser complicado mantener usando tu “magia maldita”…

    –¿Como sabes de eso…?

    –Alguno de mis amigos es capaz de distinguir tu magia… Sabemos que no usas magia común para poder estar viajando por todo el pueblo… Ahora sabemos que eres un fenómeno de sangre traidora… Ahora suéltame– Le arrebató el brazo –Por supuesto que solo estaba jugando… Debes de saber de esas cosas.

    –Un poco más de respeto, Ben. No querrás tener problemas conmigo.

    –Cuando seas un verdadero Sheriff que luche por el bienestar del pueblo habrás de conseguir respeto, Kian. Antes no– Le señaló la estrella que estaba en su pecho –“Abraham Kian Arcnaik”– Recitó el joven –Tienes tus expectativas muy altas, sheriff–cito, pero también mal dirigidas… Bamboleandote por el pueblo con esa placa, jamas fuiste un Arcnaik, ¿no crees que el destino lo hizo por algo? Quizás es momento de que habrás los ojos y tengas que seguir otro camino… Un camino no tan mierdero.

    Kian en un arranque de rabia dirigió su puño velozmente hacia Ben, pero un momento antes del contacto una voz mas sonó en el área.

    –¡Alto ahí, Kian!– Dijo Martin saliendo de entre los arboles –No te rebajes a su nivel. Luego es difícil salir del fango…– Caminó hasta donde se encontraba Bastian y se llevó las manos a las caderas levantando el pecho –¡En este momento pararan todo lo que estén llevando a cabo en este lugar! ¡Nos encontramos en medio de una investigación criminal en el área del bosque! ¡Si alguno de ustedes, sea niño o no, se encuentra interfiriendo en la investigación sera inmediatamente procesado!

    Ben chasqueó la lengua. Guardó su hacha y caminó hacia el otro lado del río. Dylan y George le siguieron con la cabeza gacha. Una vez del otro lado del río el chico levantó el brazo –¡Vayámonos! Estoy asqueado de tratar con soldados– Y tras esas palabras todo el mundo comenzó a caminar mientras le dirigían una mala mirada a Martin, Kian y los tres huérfanos.

    Todo había terminado de momento.

    Kian y Martin dirigieron a los niños por dentro del bosque en dirección al pueblo. Ese día Bastian, Mairis y Bruno entendieron un poco más sobre las valiosas personas que eran aquellos que se habían quedado con ellos, así como sintieron pena por Ben, pues su rabia era tal que le volvía ciego ante la esperanza. ¿Era así? Quizás aun les faltaban años para saber que conforme más crecías el dolor de las pérdidas eran más poderosa… Solo deseaban no volverse nunca alguien tan lleno de rencor como aquel joven.


    (…)​


    Por el resto de la tarde Kian se quedo junto con los niños. Los que se quedaron después de todo ese asunto tuvieron la suerte de ser invitados a una comida en la casa de los huérfanos. Kian preparó toda la comida y el evento no termino hasta el atardecer, tras el regreso de Martin, el cual se había quedado en el bosque investigando pistas. Sin embargo lo curioso es que por mas que los dos escuadrones buscaron por todo el bosque jamas encontraron nada. Y Fabriccio, que llegó mas tarde e inspeccionó el área que Martin había encontrado, tampoco descubrió nada. El detective creía en las palabras del joven Teniente Coronel. El chico había sido entrenado por los mejores maestros y tenía una educación ejemplar. Por más joven que fuese no habría de mentir en algo así.

    A pesar de los fallos tratando de encontrar pistas que cumpliesen con lo descrito por Martin el detective Fabriccio logró convencer al ejercitó de Hericent de mantenerse alerta alrededor de toda la región. El viento olía a sangre en esa noche de verano.

    Día a día ese olor fue incrementando.
     
    Última edición: 20 Noviembre 2019
  7. Threadmarks: [ Parte 1 ] Capítulo 6 - La Mano Que Siempre Estará Ahí
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 6 – La Mano Que Siempre Estará Ahí

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    –29 de Septiembre de 2888 D.C.–

    Claarn había vuelto de su reunión y tras su llegada puso a los chicos a entrenar mas duro que nunca. Sus ejercicios casi fueron duplicados, los golpes eran muchísimo mas fuertes y el tiempo lo volvía mas extenso mientras veía como los chicos lograban adaptarse a él.
    Pasaron cinco días de intensa rutina de entrenamiento, cuando llegó el día viernes el viejo soldado prometió que descansarían por completo durante el fin de semana y al menos por su parte no los molestaría.

    Claarn había terminado la mayor parte de su entrenamiento y faltaban a lo mucho dos horas para que el sol se metiera tras los bosques y las montañas. Todos estaban sudados hasta entre el medio de los dedos de los pies, por lo que deducían que ya habrían de terminar, pero entonces el viejo comenzó a estirar los músculos justo después de haberse quitado el chaleco marrón y su camisa de botones caqui.

    –¿Qué haces viejo?– Preguntó Bastian observando la irrealidad del musculoso cuerpo del veterano de la Cuarta Guerra Mundial.

    –Claarn…– Respondió en un gruñido con una mirada peligrosa.

    –Es lo mismo, ¿Qué estas haciendo?

    –Te escucho cansado– Soltó una risa –No me digan que creen que ya hemos acabado.

    –¿Qué nos estas contando?– Bastian abrió los ojos y se puso en posición de defensa con los puños levantados a la altura de la mirada –¿Vamos a pelear?

    El hombre soltó un bufido manteniendo una sonrisa mientras seguía estirando sus brazos –No. Aunque me gustaría meterte unos cuantos golpes para educarte, mocoso… Iremos a correr, desde aquí hasta dar una vuelta por LaneCloud.

    En conjunto los niños comenzaron a quejarse, comentando cosas como que estaban cansado, muy sudorosos, que el día se les estaba por acabar.

    Claarn con el gesto fruncido levantó su mano y le lanzó un chorro de agua a los cuatro –¡Ya deben de estar frescos! ¡Correrán detrás de mí y si no el fin de semana se la pasaran a tope haciendo ejercicio conmigo!

    Los chicos gruñeron, pero corrieron, no les quedaban muchas buenas opciones.


    (…)​


    Los cuatro huérfanos, dirigidos por Claarn corrieron desde su casa en las afueras mas rurales de LaneCloud recorriendo todas las vistas posibles del pueblo, desde las casas de madera y ladrillo descolorido con hectáreas de verde cosecha subiendo puentes por los que cruzaban canales en que corrían el agua mas dulce proveniente de las montañas heladas al Este del pueblo.

    Corrieron desde las verdes orillas de viento fresco hasta los interiores de LaneCloud, cruzando por las zonas consideradas “Viejas viviendas” pues antes aquellos lugares eran el pueblo inicial y hogares de los primeros granjeros que empezaron a tratar las fértiles tierras que rodeaban la zona… Bastian y Bruno, consideraban ese lugar un simple lugar mas, mientras que cualquier otra persona consideraba aquella zona la mas bella de todo LaneCloud, ese pequeño rinconcito de colores pasteles y calles de piedra vieja en el que perderte mas que un susto seria un dulce paseo…

    Luego entraron al interior de la cada vez mas civilizada LaneCloud, el lugar en el que comenzaba a notarse el paso de la modernidad y como tanto Hericent como dicho pueblo estaban destinados a volverse una ciudad prolifera en cuestión de años, esa zona era el centro, por donde pasaba la carretera que unía al mundo con ambos pueblos, ahí donde cientos de mercaderes se juntaban todas las noches armando sus carpas y vendiendo productos de todos los rincones de Evelia. La zona mercader del centro de LaneCloud era la principal razón por la cual el turismo en la zona se había vuelto especialmente atractiva, en ella podías conseguir artículos exóticos a precios notablemente baratos y por eso mismo es que algunos empresarios solían ir a comprar en esta región. Los periódicos la consideraban, según a voz de Martin, “La Segunda Calle Más Importante del Planeta”. Y el joven militar solía decir que el crecimiento solo habría de incrementar.

    Aquel largo recorrido los envió a una zona cercana del centro, una gran plaza donde se encontraba la iglesia del pueblo y muchos otros mercados establecidos mas dedicados a los recientes, lugares como panaderías, costureras, carnicerías, pescaderas, entre muchas otras. La plaza era bellisima, un tono marrón anaranjado daba el aspecto de un pueblo viejo, pero a la vez tan vivo como los niños que le recorrían.

    Mas adelante, pasando la plaza se encontraba una glorieta en la que se encontraba justo en el centro la estatua del fundador, Robert LaneCloud… Conociendo la historia detrás de todo a los tres niños les ocasionaba un poco de incertidumbre el pensar en lo oscuro que había sido los inicios de los dos pueblos. No había indicios cien por ciento verídicos de aquellos años, pero tampoco existian fuentes lo suficientemente duras como para comprobar que lo que les había contado Dylan el domingo pasado había sido, al menos las partes creíbles, falso… El gran Ayuntamiento de LaneCloud se levantaba justo a espaldas de la estatua y la comisaria donde trabajaba Kian, así como Claarn, claro, cuando al viejo se le antojaba estar ayudando al pueblo, el cual era el principal trabajo del sheriff, los crimines no eran frecuentes en el pueblo, por lo que solo había que hacerse cargo de ayudar a algún gato, buscar algún niño perdido o detener a lo mucho a algún ladrón de comida.

    Siguiendo por la calle que partía el terreno de la comisaria y el ayuntamiento se alargaba una calle elegante donde había muchas casas de alta cuna, grande, de tres a cuatro pisos pertenecientes a familias pequeñas. Claarn, un viejo hombre que creció sin mucho no entendía como es que la gente adoraba tener mansiones tan grandes, cosa de la que se quejó con Abraham Arcnaik en acaloradas discusiones… Al fondo de aquella larga calle se encontraba la biblioteca del pueblo, casi tan poco visitada como el viejo puente.

    Girando hacia la derecha se encontraba tres calles, la primera daba hacia los terrenos traseros del ayuntamiento y concluía en el parque del pueblo, la segunda calle dirigía a las personas a las viviendas departamentales de la zona, en su gran mayoría era eso y por ultimo se encontraba la calle que subía al monte de LaneCloud, esa colina alta donde se encontraban muchas casas unitarias, pero que por la altura muchas familias consideraban el no habitar, pues llegados a viejos les seria difícil vivir en lugares tan altos. Sin embargo para las familias extranjeras de buena estabilidad financiera eran más que un deleite. Llegando a la cima de la colina se encontraban casas más pobres, en las que habitaban justamente personas más pobres. La dificultad eran los recursos, hasta estos lugares no llegaban ni el agua, ni drenaje, ni electricidad, por lo que eran viviendas que nadie estaba dispuesta a comprar o rentar... Subir el monte de LaneCloud fue sin lugar a dudas el acto mas cansado del día, pero Bastian se percató de algo cuando estaban por llegar a la cima, Claarn tomó un camino distinto cuando estaban justo por llegar a la mansión de su familia… En la cima de aquel monte se encontraba la mansión más grande de todo el pueblo, así como posiblemente el terreno más gigantesco de cualquier pueblo fuera de cualquier reino. La Mansión Arcnaik se elevaba en la cima de todo, rodeado de un bosque que descendía hasta le mismo Rio Yaqui y continuaba hasta Hericent, con una barda de piedra pequeña que dejaba ver los hermosos campos de flores de la igualmente hermosa princesa de Arbal, Heidi GreenBurn... Era una vista impactante, todo el monte estaba tapizado de casas cada vez más pobres, pero terminaba con aquel glorioso, brillante y vivo terreno.

    Bastian no pudo apreciarlo por completo, pues Claarn al ver que se acercaban al lugar decidió bajar de inmediato. El niño no sabía cuando habría de volver, quizás mañana, quizás dentro de un mes… Quizás dentro de años… Puede que nunca.

    Nadie más que Claarn se percató, posiblemente por el cansancio de los muchachos, que la gente de los alrededores los observaba desde sus pobres viviendas… Era casi como si los estuviesen vigilando.

    Bajando, tomando por una rota distinta, una mas larga, terminaron llegando al Hospital General de LaneCloud, una elegante construcción que daba atención a todos por igual… Bueno, así había sido hasta la llegada de Abraham Arcnaik, pues desde su llegada también comenzaron a crearse altas expectativas en el pueblo, por lo que las empresas empezaron a llegar al lugar, empresas que estaban oficialmente vinculadas al Gobierno Mundial. Y así fue como existió por primera vez el elitismo dando los más altos servicios médicos a la gente vinculada especialmente con el Gobierno Mundial, soldados, empresarios y algunos campesinos a los que les habían comprado las hectáreas.

    Cerca de la zona del hospital, una zona de alto nivel muy cercana al Río Yaqui, esta vez Mairis y Bruno observaron como Claarn volvía a cambiar el sentido de su recorrido. Observaron el entorno, efectivamente, era su antiguo vecindario, apenas había pasado un largo mes desde aquellos trágicos eventos… Y sin embargo parecían lugares tan olvidados, era como si ahora mismo ya ellos fueron adultos que miraban la niñez a pasos lejanos. Puede que se debiera a su poco tiempo viviendo ahí… Mas el sentimiento quedaba. Las palmas marcadas de por vida en las manos de Bruno era la muestra de que aquellos lugares siempre estarían presentes en su vida…

    Siguiendo la carrera, no lo pudieron negar, los chicos estaban derrotados, apenas habrían de dar la mitad de la vuelta a LaneCloud y muy posiblemente habrían de terminar tirados en el piso llegados al tercer cuarto de ese maratón imposible.

    Se quejaron con Claarn como siempre lo hacían y como siempre sucedía el viejo soldado les amenazaba con algo que ellos eran incapaces de negociar. Por lo que no quedo más que seguir trotando con el dolor en el pecho y los costados del abdomen.

    Cruzaron el puente que conectaba las tierras de LaneCloud con las tierras de Hericent y vieron que ese puente se alzaba con mucha mayor gracia que el antiguo puente. Ese brillaba de lo blanco que era, creado con hierro y roca le daba un aspecto antiguo con ligera modernidad que lo volvía algo nunca visto para cualquiera que recién llegara a estos lugares del mapa.

    Y por ultimo llegaron hasta la zona mas grande de todo LaneCloud, la cual era la zona residencial mezclada un poco con la zona industrial, no había mucho que decir de estos lugares, la industria era mas bien poca en el pueblo, apenas unas cuantas fabricas destinas a algunas operaciones en la construcción de piezas para armamento militar, así como para aparatos de los cuales el pueblo apenas y conocía existencia, mucho menos funcionamiento.
    Por otro lado se encontraba el área residencial, aquella que se conformaba por decenas de calles puestas uniformemente creando una malla de terrenos que se extendía cada vez más hacia el Este. Las viviendas eran de buena calidad, al menos la que iniciaban aquella zona y todas las que se encontraban calles cerca al centro o las “Viejas Viviendas”, sin embargo como una infección, aquel cuerpo bello de viviendas se iba degenerando mas y mas hasta llegar a la punta Este de LaneCloud, ahí existian viviendas no legalizadas por el Gobierno Mundial, casas generadas por los mismo inmigrantes que llegaban al pueblo, los cuales eran cada vez aunque cualquier Alcalde o General decidiese ignorarlo. En esas calles ni siquiera había pavimento y las casas se creaban en desigualdad, algunas con materiales fuertes, pero otros también estaban formados de débiles tablones de madera, barro y laminas de viejos almacenes… El equipo de entrenamiento no llegó tan a fondo, pero todos sabían que existian esos lugares… Ellos corrieron por la parte mas pobre de las familias de estándar económico medio. Ahí las calles eran sucias y apestaban con potentes olores a desechos. Había muchos mercados cerrados y muchos otros demasiado clandestinos como para tomarse en serio… Fue ahí cuando llegaron a la calle principal de ese lugar. Un bulevar medianamente decente, por ahí se encontraba Alicia con su padre, el cual al ver que saludaba a los tres huérfanos le gritó que se diera prisa y no perdiese el tiempo.

    Los chicos se dieron cuenta que pronto Melissa salió entre las calles. Ella vivía en la zona mas elegante de aquellos tristes terrenos, para ojos de muchos ella era rica, a pesar de que su hermana, aquella que se hacia cargo de ella y de todos los pagos, no tenía el trabajo mas impresionante, solo era trabajadora administrativa en una empresa cualquiera afiliada al Gobierno Mundial.

    Melissa se acercó a Alicia y hablaron alegres. Ninguno de los tres niños pudo escuchar a las chicas, así como tampoco tenían las suficientes habilidades como para poder leer los labios en una conversación entera, pero pudieron deducir que Melissa le estaba comprando algunos panes para cenar a Alicia.

    Dejando atrás a las dos amigas de Mairis, los tres chicos, Kian y Claarn se percataron que entre las calles que rodeaban a ese bulevar se encontraban muchas casas viejas, y ahí habitaba gente no demasiado agradable. De un lado establecimientos fácilmente rentables, del otro lado muchos edificios departamentales de fachada sucias, pero igualmente habitables. De entre las puertas, callejones y ventanas comenzaron a salir pueblerinos. En especial la banda de criminales de Ben.

    Bruno, que ya no podía seguir corriendo cayó al suelo sin poder respirar, ni poder siquiera pedir ayuda. Todos los demás continuaron corriendo, ninguno de los muchachos se percató, pero Claarn sabía perfectamente que el niño había caído y aun así siguió.

    El bulevar terminaba partiéndose en dos y Claarn se giró hacia la derecha. Todos le siguieron como lo había hecho desde siempre. Sin percatarse que el mayor de los Hellwell iba con ellos.

    Tan pronto todo el grupo de Claarn había salido de la vista de Ben el chico comenzó a crear bulla con sus amigos, pronto calentaron a todos los criminales de la zona y empezaron a gritar vulgaridades a los siete vientos. La bola de nieve pronto se volvió gigantesca y comió a todos aquellos que vivían frustrados por los sucesos de hace un mes y anteriores a ellos…

    Dylan y George se encontraban por la zona, estaban rodeados de sus hermanos mayores, acompañados por los amigos de sus hermanos, la mayoría renegados de la sociedad que tenía una rabia salvaje por la familia Hellwell y Arcnaik. Esos dos niños vieron como Bruno poco a poco recuperaba el aliento, como el chico giraba la cabeza oyendo todos los insultos dirigidos a su descendencia, a su familia, a si mismo y sobre todo vulgaridades hacia su hermana.

    Bruno los miró con un gesto que imploraba ayuda, pero los dos niños agacharon las miradas con miedo.

    Alicia y Melissa pronto se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo, ambas estaban dispuestas a ayudar, pero entonces el padre de Alicia la jaló del brazo y la arrastró a quema suela por la banqueta. Melissa intentaba desprender a su amiga del fuerte agarre del hombre, pero era incapaz de hacer nada contra su fuerza.

    Bastian que corría atrás de Mairis se dio cuenta de los gritos iracundos de toda la gente que los veía una calle atrás… Y al girarse para ver se dio cuenta que Bruno no se encontraba con ellos.

    –Claarn– Dijo mirando a todos lados –¡Claarn!– Aulló esta vez.

    El soldado no volteó, pero Mairis y Kian, que ya se encontraban varios pasos adelante sí giraron la cabeza.

    –¡Oye anciano! ¡Bruno se quedo atrás!– Claarn continuó corriendo.

    Mairis y Kain observaron la espalda del viejo soldado alejándose cada vez más y más.

    –¡Púdrete!– Le gritó Bastian con todas su fuerzas y corrió de regreso al bulevar.

    –¡Bastian!– Soltó Mairis alzando la mano hacia él. Se giró hacia Claarn y vio como el hombre comenzaba a inclinarse hacia la izquierda para salir de vista de los chicos.

    –Mairis, ve con ellos, yo trataré de convencer a Claarn de girar– Le ordenó Kian dándose la vuelta y corriendo a toda velocidad detrás del viejo soldado.

    La chica lo vio alejarse. Claarn ya no se encontraba por ahí. De hecho había notado que había presionado el paso para huir más rápido… Ella se giró cuando comenzó a escuchar que los gritos de la gente eran más intensos.


    (…)​


    –Trae los tomates que se pudrieron en el negocio de tu tía– Le ordenó Ben a uno de sus chicos. El joven asintió y huyó veloz de la escena. Bruno interceptó mirada con él, incluso desde esa distancia el joven logró identificar que el niño estaba a punto de quebrarse. La sonrisa en su rostro fue imposible de contener mostrando esos dientes más blancos que amarillos.

    –Basta…– Susurraba Bruno mientras veía a todo mundo decir que haría con Mairis esto o aquello, que maldecía con las ofensas mas grotescas que sus jóvenes oidos habían escuchado frases sobre su hermano –Basta, por favor… Basta…

    Ben dio pasos por enfrente. El mundo comenzó a aullar su nombre. El joven era el respetado líder de una gran banda de jóvenes sin futuro, de un grupo que gustaba de hacer destrozos, de hacer fiestas con drogas y alcohol, de contratar a jóvenes necesitadas como prostitutas para sus frenesís de pecado.

    –¡Y esto es solo una parte!– Aulló el chico levantando los brazos y todos le aclamaron –¡Todas estas personas que gritan llamando a tus lagrimas son una pequeña parte de todos aquellos que los odian! ¡Sobre ustedes cae darnos la venganza que no podemos dar a sus mayores! ¡Ahora lo entiendes, Bruno! “Seré como mi hermano. Seré un héroe.” Eso piensas verdad, mocoso… ¡Entiendan de una vez, el pueblo jamas habrá de respetarlos!
    Ben escuchó el aclamo de la gente, las bullas de simios rabiosos que formaba toda su urbe.

    La basura comenzó a caer de los cielos. Decenas de adolescentes y adultos jóvenes lanzaban latas y papeles sucios al pobre niño que ocultaba su rostro para impedir que viera sus lágrimas.

    –¡Ben!

    El joven se dio cuenta que su amigo venia en camino y se dio la vuelta para apoyarlo con las cajas. En su sonrisa se encontraba una maliciosa aura. Si tuviese rocas o armas cerca habría arrojado hasta el último proyectil al pobre niño.

    –Ben…– Le llamó una voz femenina. El llanto de un bebe le taladró sus sucios pensamientos. Dentro de una de las casas se encontraba su cuñada con su sobrino. Ella le miraba con unos ojos triste inundados de decepción –Para esto, por favor.

    –¡Es que no lo entiendes!– Le gruñó con ojos feroces que ocasionaban miedo. Jamas tocaría a aquella mujer, nunca la lastimaría, ella y el niño eran el último recuerdo que le quedaba de su antigua familia… Sin embargo eso no significaba que la mujer le cayera bien… Siempre creyéndote la sabía solo por ser tres años mayor que yo… Solo porque eres una madre no deja de significar que eres una niña aun… No tienes derecho a decirme que hacer.

    El chico se acercó a ella y le dijo con un rostro serio –Fue por esos malditos niños que nuestra vida quedo arruinada… No me pidas que los perdone– Se dio la vuelta dándole la gruesa espalda a su joven cuñada.

    –Son niños… Solo son unos niños que también les toco sufrir…– Dijo la joven con la voz quebrada.

    El muchacho miró a su sobrino por arriba del hombro y contestó en un susurró que ella no logró escuchar –A los niños se les educa…


    (…)​


    Kian tuvo que verse obligado a utilizar su magia de tiempo para alcanzar a Claarn, pues este comenzó a moverse a una velocidad que incluso con sus poderes fue difícil de atrapar. Finalmente se le puso enfrente. Le puso la mano en el pecho y con el aire fuera de su cuerpo le empezó a decir entre inhaladas –Pon… A esos niños… en su lugar…

    –No lo haré.

    –¡Que te pasa, hombre!

    –Cuando acepté ser su tutor yo tenía mentalizada la imagen de huérfanos a los cuales moldearía como fieros guerreros dignos de su familia… Y me encuentro con alguien como Bruno. Un niño que no puede seguir el ritmo de ninguno, un niño débil sin talento…¿Enserio crees que iré a defender a un niño como él?

    En un arrebató de tiempo Claarn pudo distinguir un golpe que le rozó la mejilla. Justo después ya no se encontraba nadie enfrente de él… Pero su pierna, se sentía ligera… Alzó su pantalón y encontró la funda de su cuchillo. Solo la funda.

    –Eso quería ver…– Sonrió el hombre.


    (…)​


    Mientras Kian corría por con el tiempo ralentizado estaba pensando en algo muy serio que acaba de darse cuenta… Ese hombre había visto sobre su magia de tiempo al casi máximo de su potencia actual… ¿Qué clase de hombre endemoniado era ese?


    (…)​


    Melissa jalaba el grueso brazo del padre de Alicia sin éxito alguno. De vez en cuando había un ligero empujón para apartarla. Ya se encontraban a una calle de distancia de Bruno y Melissa que conocía a los amigos de Ben sabia de lo que eran capaces de hacer.

    –¡Señor! ¡Si lo dejamos ahí!– Alicia escuchó claramente las palabras de su amiga –¡Esos idiotas pueden llegar a matarlo!

    Las imágenes llegaron a su cabeza con una secuencia de rayos. Ese chico, el hermano de Mairis, de la tierna y amable, Mairis, ese chico que había jugado con ellas hace unos días en el río… Lo imaginó golpeado hasta volverlo irreconocible, machacado a golpes hasta el punto de ni siquiera caminar… Y luego pensó en lo triste que se pondría Mairis… Esa fuerte chica tenía su límite. Una perdida mas, otro de sus hermanos, ella sabia que no lo podría soportar…

    Alicia en un arrebató de adrenalina mordió a su padre. EL hombre la soltó de inmediato y las dos niñas corrieron de vuelta con Bruno.

    –Hija…– Nunca la había visto actuar de esa manera.


    (…)​


    –Basta, por favor…– El niño se encontraba tirado en el suelo con los brazos cubriendo sus ojos, con la columna subida y las rodillas comprimidas a su pecho. Estaba llorando. No podía hacerse a la idea del dolor que le ocasionaría que un día maltratasen a su hermana, si algún día una de esas palabras que estaban gritando fuese realidad. Se moriría. Eso lo tenía bien en claro, ese día el moriría…

    –¡Vaya General era tu hermano, dos años en el puesto!

    –¡Lo que hacen las influencias! ¡¿Cuantos trasero habrá besado?!

    –¡Tus padres deben estar decepcionados de tener un hijo tan cobarde!

    –¡Tu hermana es tan linda! ¡Habré de ir por ella y tomarla en esa cama quemada!

    –¡Cállense!– Gritó Bruno desde el más profundo rincón de su corazón. Fue un chillido que a algunos logró poner los pelos de punta.

    Un líquido rojo le recorrió desde la frente hasta la mejilla, era viscoso y apestaba. Pronto escuchó como muchas cosas chocaban contra el cuerpo derramando más de ese líquido rojo… Pero ninguno de esos proyectiles lo golpeaban a él.

    Bruno levantó la cabeza, sacándola de su pequeño refugio y el corazón se le fue ala garganta cuando vio la mano blanca pequeña de un niño… Bastian se encontraba enfrente de él con una sonrisa en el rostro dándole la mano –Veo que necesitas ayuda– Y su sonrisa creció. No le importaba en lo mas mínimo estar recibiendo decenas de tomates por toda la espalda, su cabello estaba rojo de jugo de tomate echado a perder, su uniforme estaba completamente entintado, parte de su cara estaba cubierto por el jugo del vegetal.

    Todos los vándalos pararon de gritar y solo unos cuantos se dedicaban a tirar los tomates, pero cada vez con menos esfuerzo al ver la escena presente.

    Bruno observó a ese pequeño niño de ocho años, tan sonriente a pesar de haber perdido a su familia hace poco más de un mes. Ese niño se había dado la vuelta cuando ninguno de los otros lo hizo, ni siquiera su hermana se percató que se había quedado atrás… Pero él sí… Ese niño que apenas conocía, pues solo había hablado contadas veces con él… Bruno apenas se acostumbraba a decirle amigo… Y ese niño estaba poniendo su cuerpo para defenderlo de esos tomates, latas y basura…

    –¿Acaso te puedes levantar solo?

    Bruno abrió bien los ojos… Era Bastian, pero esa voz había sido de su hermano.
    En esos tiempos era tan solo un niño, pero su hermano ya era un soldado del Servicio Secreto. Cuando Bruno tenía cuatro años, por el trabajo de su hermano Edward tenían que cambiar de viviendas constantemente. Nunca le llegaron a confesar cuanto tiempo llevaba de conocer a Eva, pero a su figura la recordaba desde que tenía conciencia.

    Ese día. Uno de los pocos días libres de su hermano. Le tendió la mano cuando había caído de la bicicleta que apenas aprendía a montar. Él había llorado como un loco por la caída y se resistía a levantarse. Pero su hermano, tan alto, tan fuerte, inteligente y apuesto le había tendido la mano y ahí la había mantenido todo el rato mientras lloraba. Perfectamente podía levantarse, no necesitaba ayuda… Sin embargo esa no era la cuestión. En ese momento no lo había entendido, pero en realidad lo que le quería mostrar su hermano es que esa mano…

    Ahí volvió a ver a Bastian.

    Esa mano siempre estaría ahí.

    –¡Vamos, Bruno!

    –¡Levántate! ¡Demuéstrales que puedes correr un maldito maratón!

    La mirada de Bruno y Bastian se giró hacia los dos niños que estaban gritando. Eran Dylan y George gritando con fuerza ignorando por completo las amenazas de todos los vándalos que le rodeaban.

    Ben los observó claramente. Tenía el tomate en la mano, estaba hirviendo de rabia.

    –¡¿Qué haces, Bruno?! ¡Levántate de una vez!– Aulló Melissa que venia delantera por poco. Atrás venia Alicia que ya no cargaba su cesta de pan pues la había tirado antes de girar en la entrada a la calle.

    –¡Tu puedes hacerlo, Bruno! ¡Eres un chico genial!

    Bruno tenía los ojos bien abiertos, no podía creer lo que pasaba… Le estaban apoyando a pesar de que tenían miedo. Alicia se había enfrentado a su padre y los aquellos dos niños se encontraban en la boca del león y aun así aclamaban su marcha.

    –¡Bruno! ¿Te encuentras bien? – Llegó Mairis y se puso a un lado del maloliente Bastian. Sin siquiera escuchar la respuesta de su hermano le gritó –¡No es momento de pensar– Le tendió su mano –¡Vayámonos de este lugar!

    El chico, con lágrimas corriéndole por toda su tes blanca estrechó la mano de su hermana y su amigo levantándose. Los cuatro amigos gritaban con orgullo y esto ocasionó el incremento en la moral de Bruno… Así como la rabia de Ben.

    –¡¿Qué esperan?! ¡Destrocen a esos niños!– Aulló destruyendo el tomate que cargaba en la mano. Algunos de sus compañeros levantaron sus vegetales, basura e incluso piedras, estaban listos para arrojarlas. Esperaron a Ben, que tomó otro de los tomates y marcó vuelo, arrojó el vegetal con todas sus fuerzas, pero de pronto la cara se le manchó de ese apestoso líquido rojo.

    Todos se quedaron callados. Giraron hacia Ben y se asustaron al ver lo sucedido.
    Ben giró la cabeza. La ondulación del hierro apenas estaba terminando. A centímetros de su cabeza había cruzado un cuchillo, atrapado el tomate y lo había clavado en la madera del establecimiento en el que se encontraba.

    Muchos de los vándalos comenzaron a partir como ratas. Ben le dirigió una profunda mirada de odio.

    –Lanza otra cosa, Ben y te prometo que manchara tu rostro no sera jugó de tomate.
    –¡Maldición!– Gritaban –¡Es el estúpido ayudante de sheriff!– Gritaban mientras corrían.

    –Kian…– Susurró Bruno para si mismo. Incluso ese joven, ese joven al que apenas si había dirigido la palabra estaba ahí. Llegó para defenderlo.

    De pronto muchos de los criminales sin decir ni una palabra comenzaron a correr entre los callejones y los establecimientos. Ben con el ceño fruncido corrió junto con sus compañeros.

    –¡Demonios Kian! ¡Los aterrorizaste!– Gritó Bastian emocionado.

    Kian que no podía creer lo que sucedía se giró hacia el que consideraba su hermano menor, Bastian y le mostró una sonrisa impresionada –Por… Por supuesto, ¡Así debería ser siempre!

    George y Dylan habían desaparecido entre la turba, jalados por gente a la que los huérfanos no conocían. Pero Melissa y Alicia ya se encontraban con Bruno y le estaban haciendo una dura interrogación, al igual que entre las dos revisaban a Bastian, el cual lo único que tenía era un penetrante olor a tomate podrido. A los pocos minutos las dos chicas se tuvieron que marchar, pues el padre de Alicia fue a buscarla. Los chicos no hablaron con él pues el hombre ni siquiera se acercó, pero si notaron la profunda mirada de odio que les lanzaba.

    Las chicas se despidieron de los chicos. Alicia solo agachó la cabeza como siempre hacia, pero Melissa se acercó a ellos y los besó en la mejilla, gesto que jamas había hecho. Bastian se resistió, pero la niña jugó con él y le dio su muestra de cariño a pesar de que olía horrible.

    Claarn, la clara figura por la que habían huido todos, se encontraba en el techo de los negocios del bulevar mientras le veía con un gesto triunfal… Sabía que todo salió bien. Bastian había conseguido mostrar que a pesar de ser un asqueroso príncipe caprichoso era todo un caballero digno de cada letra de su sangre… Mairis, tierna y amable, una genio en todo su aspecto, pero de mente cuadrada en cuanto a las reglas se había deshecho de su ideales para buscar el bien de alguien mas… Kian, el cual respetaba a sus mayores y superiores, un joven de corazón tibio había no solo enfrentado a su jefe, sino que había retado a la misma imagen del hombre que lo había adoptado, porque había que aceptarlo, Claarn era muy parecido a Abraham… Y Bruno… bueno, Bruno ese día entendió que cada uno de esas personas que había ido a su rescate era su familia… Así como nació un sentimiento en él de querer ser el defensor de los suyos y no el defendido.


    (…)​


    Esa misma noche alguien tocó la puerta de la casa de los huérfanos. Martin y Claarn se levantaron y atendieron la puerta. Al abrir se encontraba un hombre de camisa de manga larga y cuello de tortuga. La poca luz de la noche lo volvía casi invisible debajo de esos lentes oscuros que se miraban ridículos entre esa penumbra. El hombre arqueo la ceja al ver a Martin.

    –Descuida, es mi compañero, podemos confiar en él– Le respondió Claarn.

    –Entendido. Lo necesitamos en el área SurOeste S–2–Bohm.

    Martin observó a Claarn.

    S–2… Entonces efectivamente forma parte del Servicio Secreto. Eso explica porque es un hombre tan raro.

    –Actualmente el General Thompson y el Detective Lecter ordenó que no me alejara de la zona por los sucesos de la Mansión Arcnaik y el asesinato de aquella bibliotecaria...

    –Con todo respeto al General Thompson, él ya no entra en la ecuación, S–2. La orden fue dada por S–3–Lord.

    Claarn con mal rostro se cruzó de brazos –¿Y que quiere ese idiota?

    ¡Así le habla a una orden directa de un superior! Gritó Martin con tanta fuerza y asombro desde su cabeza que casi se pudo escuchar.

    El agente nuevamente volvió a ver a Martin.

    –Dispara, S–1, no tengo tiempo.

    –Asesinaron al General Continental en GreenPeak durante una fiesta.

    –¡¿Cómo dice?!– Aulló Martin.

    –Es hora de partir, S–1– El hombre asintió y comenzó a caminar de vuelta a un pequeño helicóptero negro. Martin logró ver un poco el reflejo del helicóptero por la luz de la luna, pero lo más impresionante es que estaba prendido y no hacia ruido alguno.

    Claarn pasó por la puerta, aun estaba vestido en unos largos boxers y una camisa sin mangas –Martin…– Se giró y le puso su callosa mano en el hombro –Ten cuidado… No sabemos que puede pasar ahora.

    El joven tutor asintió sin poder decir mas nada. Claarn se subió al vehículo y pronto partieron, sin ruido y con apenas levantando un cuanto de viento. En cuestión de segundos el helicóptero desapareció en la noche.

    Claarn se lo había dicho ya hace unos días… Ya escuchó los zumbidos en mis oidos. Ese ruido que hacen las radios al sintonizarse y decir “ZzzZzz Hoy oficialmente se ha declarado la Quinta Guerra Mundial zzZzzZZz”. Martin esa noche también creyó escucharlas.
     
    Última edición: 20 Noviembre 2019
  8. Threadmarks: [ Parte 1 ] Capítulo 7 - La Mansión Negra
     
    Aldo MV Gallardo

    Aldo MV Gallardo Sonríe, amigo mio.

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    Acción/Épica
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    Capítulo 7 – La Mansión Negra

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    –1 de Octubre de 2888 D.C.–

    Martin y los niños se encontraban de compras. El Teniente Coronel cargaba a Mike que yacía dormido en el pecho del hombre dentro de una mochila para bebes. Bastian y Bruno por otro lado le ayudaban con los víveres. Mairis recién se le había separado, pues se había encontrado con Alicia, Melissa y otro grupo de niñas, al ser un grupo tan numeroso Martin decidió dejarla estar un tiempo, pero debían de verse en la estatua de Robert LaneCloud a mas tardar antes de que diera el medio día.

    –Nos hace cargar todas las cosas mientras él liga…– Gruñó Bruno.

    –Puede parecer un hombre genial, pero es un vil explotador de menores– Comentó Bastian. Ambos tenían la misma cara de enfado y veían con ojos fieros a Martin, el cual ni siquiera los notaba por estar hablando con una mujer extranjera, justo del reino de Milloria, donde provenía Martin.

    –Deberíamos ir con él y hacerle una escena, le arruinaríamos el ligue…

    –Deberíamos tirarle las bolsas con pescado fresco, no creo que a las mujeres les guste ese olor…

    –¡Hey, chicos!– Dijo el hombre levantando el brazo.

    Al acercarse Bastian fue incapaz de contener su tono de furia –¿Ahora que quieres?
    Martin divertido, agradeciendo que al parecer la mujer no había escuchado el tono del niño le quitó las bolsas de pescado y carnes que cargaban –No sean malos, vayan a comprar un poco de fruta al mercado, con el dinero que les sobre compren lo que gusten, yo los esperaré en la estatua al igual que a Mairis a la misma hora que a ella.

    –…– Bastian giró la cabeza hacia la mujer en completa sincronía que Bruno y al unisonó dijeron –Danos el doble de dinero o no iremos– La sonrisa de ambos se volvió siniestra. Como la de un psicópata con un cuchillo.

    Martin les sonrió con amabilidad. Ellos comprendían que el hombre debía estar diciendo dentro de si todas las malas palabras que debía de conocer –¡Claro, chicos!– Y les dio el dinero. Ellos se giraron emocionados y dejaron al hombre y la mujer estar un rato. No comprendían porque Martin se fascinaba por hablar con una y otra y luego otra mujer, para ellos, niños de ocho y diez años eran solo tonterías que hacían los adultos.

    Todo daba igual, tenían mucho dinero, si alcanzaban a Mairis quizás podrían ir a comprar un poco de helado con ellas. El día brillaba con claridad, habría de ser un gran día.


    (…)


    Bastian y Bruno corrían por el gran mercado de LaneCloud esquivando personas sin tocar ni una sola ver a nadie, el entrenamiento con el sheriff, aunque poco y aunque jamas querían admitirlo, estaba dando efecto, eran muchísimo mas ágiles que los niños de su edad y también mas fuertes. Bastian a veces fanfarroneaba que podría vencer a alguien que le doblara e incluso triplicara la edad.

    La gente les gritaba cuando pasaban por sus lados a pesar de que no golpeaban sus bolsas o no empujaban a sus hijos. Quizás era más por ser solo ellos, pero a ellos no les importaba.

    Subieron por un callejón hasta la cima de los locales mas visitados de la avenida principal. De ahí pudieron ver todo el pueblo, un largo camino de telas multicolores coloreaba la vista del pueblo a lo largo de unos tres kilómetros. El ruido no paraba, eran gritos de muchos vendedores a la vez vendiendo cosas de todo tipo y de todos los estilos. El camino estaba lleno de gente multicultural, todo tipo de cabellos, todo tipo de pieles y ropas. Algunos tatuados, otros cicatrizados, algunas mujeres caminaban semidesnudas, pues sus culturas así lo dictaban y no estaba mal, otros hombres de otras culturas tenían que ir caminando ocultos por completos pareciendo viles asesinos de las historias de bravos guerreros que alguna vez habían leído.

    –Es como estar en el centro del mundo– Dijo Bruno animado.

    Bastian se sentó aun lado de él en la cornisa –Algún día descubriré todos los lugares de Evelia.

    –El mundo es grande…

    –Estoy seguro que aunque me dedicase a explorarlo jamas terminaría de encontrar rincones escondidos.

    –El otro día busque información de Onfroi, o bueno, James H. Burn para ser mas respetuoso– El niño volteó a verle con cierto gesto divertido –Esa idea que tienes me recuerda mucho a él.

    –Onfroi era un hombre poderoso, ¿verdad?

    –Eso se dice. Fue el maestro de Chasoul Singuest, el héroe legendario, debía de serlo.

    –El mismísimo maestro del primer Chasoul… Yo quiero ser como mi abuelo. No. ¡Mejor que mi abuelo! Así que ser como el no suena tan mal.

    –Bueno, si tú quieres ser Onfroi yo podría ser Chasoul.

    El niño se echó a reír –Bruno, lo siento, pero si tu tienes que ser alguien seras mi noble lancero.

    –¿Qué? Haber niño… ¿Y quien seria Chasoul?

    –No– El niño puso un pie en la cornisa –Lo que pasa es que si no fuese Onfroi, entonces seria Chasoul, ¡El mas fuerte de todos!– Gritó Bastian al viento.

    –Sí, sí, sí, pero para eso tienes que vencer a Claarn– Y el niño lanzó una risa burlona.

    –¡Estoy trabajando en eso, Bruno, no desesperes!– Gruñó el pelirrojo que yacía casi del mismo color que la sangre caliente que corría por sus venas.


    (…)


    Después de unos minutos jugueteando entre ellos pasándose una pequeña pelota de tela que habían comprado en el mercado a un buen precio. Iniciaron un reto entre ambos de pasarse la pelota con los pies sin llegar a golpear a nadie y sin dejar que la pelota cayera al piso. Aunque Bruno se vio indeciso de intentarlo al principio Bastian logró convencerlo de que si lograba hacer aquella hazaña aumentaría sus habilidades en Jimlek y quizás así podría darles pelea a Mairis y él. Solo así el chico se aventuró, aunque el resultado fue más desalentador de lo que esperaban, pues esta vez por las no tan impresionantes habilidades de Bruno terminaron por molestar a más de una pareja de ancianos y mujeres que hacían la compra en el mercado.

    Cuando molestaron a un hombre musculado los chicos corrieron entre los callejones hasta desaparecer de la vista de todos. Se escabulleron con facilidad, pero estuvieron a punto de ser encontrados cuando se detuvieron al toparse de frente con aquel joven que habían visto en el bosque y en el bulevar. Era Ben, el cual les dirigió una mirada seria al momento de conectar miradas con ambos.

    Ambos se mantuvieron quietos al verle. Sabían que era peligroso.

    –¡Ben! ¡Por favor ayúdame con las compras!– Le gritó una joven que cargaba con un bebe a unos tres locales a la izquierda.

    –Por supuesto– Le dijo ignorando a los jóvenes. Alejándose con las manos en las bolsas.

    Entonces ahí Bruno y Bastian pudieron ver a Ben con toda claridad. Era un joven sonriente ante lo que parecía ser su familia. Tomó las bolsas de compras y pagó el monto sin hacer ni una mueca de despreció, de hecho incluso sonreía al hablar con la joven madre. Era algo increíble de ver, un joven completamente diferente.

    –¡Ustedes, mocosos!– Gruñó el hombre musculoso que se acercaba feroz entre el montón de gente.

    –¡Vayámonos!– Le gritó Bruno jalándole de la camisa, pero Bastian quiso ver un poco mas de aquel joven tan amargado sonriendo… A pesar de todo lo sucedido con él y su grupo, en ese momento Bastian creyó fielmente que ese Ben que estaba frente a sus ojos incluso podía volverse su amigo… No dio mas vueltas al asunto, lo que necesitaba ahora era huir, así que eso hizo, escapando junto con su amigo del musculoso vendedor.

    Justo después de eso decidieron ponerse en marcha a comprar las frutas que Martin les había encargado.


    (…)


    Al llegar al puesto de frutas Bastian le mostró a Bruno sus habilidades de hurto que sus antiguos amigos les habían enseñado, aunque claro, pagaron todo lo robado al final, sin embargo al confesar el dueño de puesto de frutas no pudo evitar hervir al ver su orgullo aplastado por dos pequeños niños, por lo que estaba por darles una lección, mas desaparecieron de la vista del vendedor trepando entre los negocios con las frutas dentro de bolsas de hoja de palma.

    Los niños reían divertidos al ver desde arriba como los el hombre corría de un lado a otro buscándolos, incluso llegó a contratar a otros hombres a buscar y los mismos hombres también fueron incapaces de encontrarles.

    Caminaron por los techos durante varios minutos. Comían las manzanas que recién habían comprado mientras hablaban de historia, Bastian notaba que Bruno era todo un adicto a la historia, era capas de hablar y hablar durante minutos de sucesos que conocía, ese día en especial hablaba con locura de un evento conocido como “La Unión Sabbatelli”, evento histórico que según a palabras de Bruno era una de las partes mas interesantes de la historia de Evelia. Bastian sabia de la historia un poco, pero no estaba enterado que la canción que tenía en la cabeza en el momento de conocer a Mairis justo era de esa época.

    –¡Bruno!– Interrumpió el niño.

    –Dime.

    –Abajo. Mira, son Dylan y George– El chico en un soplido de viento busco el lugar exacto para bajar y saltó con rapidez. Su amigo le siguió con cuidado.

    Al estar abajo Bastian levantó la voz para que los niños voltearan –¡Dylan! ¡George!– Aulló repetidamente cada vez mas fuerte mientras se acercaba.

    Bruno le seguía desde atrás –Bastian, tranquilo, puede que no sean ellos.
    –¡Claro que lo son! ¡Dylan!– Gritó una ultima vez. Notó que los niños caminaban con rapidez, pero no había notado ese ligero cojeo que cargaban ambos. Llegó hasta con los niños y les tomó del hombro –¡George! ¡Somos nosotros, Bastian y Bruno!– Les dio la vuelta. Jamas Bastian había sentido tanta rabia al ver a uno de sus amigos…

    –Chicos…– Dijo Bruno en silenció al verlos desde unos metros atrás.

    –¡¿Quién fue?!– Gritó rabioso Bastian –¡Fueron esos tipos de hace dos días, ¿no es así?!– Tomó a George por los hombros y lo sacudió –¡Fue este maldito de Ben! ¡Díganme ahora!

    –¡Bastian! ¡Cállate!

    El niño se detuvo en seco y volteó hacia Dylan. Una lágrima corría desde su ojo morado pasando por su mejilla enrojecida e hinchada.

    –Dylan…

    –No hagas nada… Por favor…

    –¿Qué dices?– Preguntó el niño en un susurro.

    George le tomó las manos que apretaban su ropa y las empujó para que se apartase de él. El niño, al igual que su compañero, se encontraba golpeado con el rostro hinchado y más de un moretón reventando fluyendo sangre oscura todavía de las heridas.

    –George…– Se acercó Bruno con calma –¿Por qué les hicieron esto?

    El niño lleno de rabia se lanzó hacia Bastian con el puño arriba. El pelirrojo lo esquivó con suma facilidad apartándose del camino. Vio de manera clara como el chico caía en el suelo y se soltaba a llorar. Bastian y Bruno, con los ojos tan abiertos como el día de la muerte de los Generales Mundiales observaron la triste escena.

    De pronto la mano de Dylan levantó a Bastian. Los dientes del niño de diez años chirreaban al frotarse entre si –¡Fue por ustedes!– Inmediatamente lo bajó, pues Dylan estaba mullido hasta los dedos de los pies. Entre llantos desgarradores aulló –¡Fue por haberles dado apoyo hace dos días! ¡Fue por animarlos a continuar! … Dijeron que necesitábamos entender a cual lado pertenecíamos…

    Bruno intentó ayudar a George a levantarse, pero el niño solo empezó a temblar mientras sollozaba. El mayor de los Hellwell apartó lentamente la mano.

    –¡Nosotros solo queríamos ayudarlos! ¡Nosotros sabemos que no tienen la culpa de nada!– Dylan levantó el rostro –¡Queríamos ser sus amigos! ¡¿Qué tiene eso de malo?!

    –Nada. No tiene nada de malo. Perdón…

    El viento sopló con fuerza moviendo las nubes, telas y cables de luz. La brisa fresca del otoño heló la piel de los niños al escuchar el tono de voz de Bastian.

    –No se merecían esto…– Dijo Bastian con los ojos cristalinos.

    –Bastian…

    –Lamento mucho esto, Dylan, George… ¡Pero les prometo que le pateare la boca a Ben!

    –No…– Dylan se levanto y se puso delante de Bastian con el rostro apenado –No hagas nada… Solo déjanos en paz, Bastian… George y yo haremos como que no existen… Ustedes hagan lo mismo– Dylan caminó hasta su amigo que yacía temblando en el piso –Tranquilo, amigo, soy yo… Todo estará bien…

    –¡Que estas diciendo, Dylan! ¡Solo asi podremos detener todo este montón de basura! ¡Querían ser nuestros amigos! ¡Eso lo dijiste hace unos segundos! ¡Los amigos no ignoran a sus amigos!– Bastian caminó hacia Dylan, pero Bruno lo detuvo –¡No sean cobardes! ¡Luchen para traer justicia! ¡Con su ayuda meteremos a Ben en prisión! ¡Íbamos a ser amigos! ¡Todos íbamos a ser amigos! ¡Así es como tenía que ser!– Bastian apretó la camisa de botones de Bruno –Creí que por un momento la luz nos brillaría…

    Dylan y George se levantaron y caminaron por la solitaria calle dejando atrás a los dos huérfanos.

    –Cobardes…– Gruñó Bastian con la cabeza inundada en el pecho de Bruno.

    –No todos somos tan valientes como tu, Bastian…

    El silenció era sepulcral de ese lado fuera del mercado. Los niños se encontraban solos por completo sin decir ni una palabra entre ellos. Los dos se quedaron sentados arriba de dos botes de basura. El día brillaba tan intenso, pero a ellos solo les cubría la sombra de un mantel que cubría un negocio.

    Ni siquiera los cantos de las aves, ni de los mercaderes se escuchaban.

    –Mairis– Interrumpió el silenció Bruno que se encontraba un poco mas sereno.
    Bastian levantó la cara para verlo a él sin entender porque mencionaba el nombre de su hermana tan de pronto.

    –¡Esos hijos de puta!– Aulló Bruno lanzando la bolsa de frutas al piso.

    Bastian le observó correr sin intender que estaba pasando. El chico estaba corriendo más rápido que cuando entrenaban. Un momento antes de que Bruno diera vuelta en la esquina de aquella calle el pelirrojo lo entendió todo. Las chicas estaban en peligro.


    (…)


    Mairis se encontraba peleando contra tres jóvenes mayores de edad que habían ido a molestarlas. Lamentablemente la desventaja y la mala vida que habían llevado las muchachas le habían cobrado factura, pues aunque había podido defenderse con gracia y excelencia, llegado un momento los trucos sucios de las tres pudieron contra ella. Ahora mismo ella se tambaleaba con los pies temblorosos, un ojo ensangrentado y un hilo de sangre brotando de su nariz. Sus perlas blancas que formaban sus dientes estaban manchados de rojo y su respiración era agitada. Atrás, pegadas a la pared de la solitaria calle se encontraba Melissa y Alicia observando a la heroica niña peleando por su bienestar.

    –Ya estoy harta de ti, princesa– Gruñó una de las jóvenes al limpiarse la sangre del labio.

    –¡Eso Nina! ¡Ese es el entusiasmo que quería ver!– Gritó uno de los jóvenes que estaban observando el enfrentamiento entretenidos. Pronto sacó una navaja y la lanzó hacia la joven que ardía de rabia.

    –Ahora si, princesa– La mujer atrapó la navaja y en sus ojos apareció una llama siniestra que asustó a Mairis –Te voy arruinar esa perfecta cara para siempre…

    –¡Mairis, detén esto! ¡No vale la pena dar tanto por nosotras!– Gritó Melissa furiosa con Alicia llorando desconsolada al ver sufrir a su amigan en combate.

    –Jamas permitiré que alguien mas pagué por mis pecados– Respondió la niña con tono valiente –¡Ven a mí!

    Las otras dos jóvenes miraban nerviosa a la más robusta de las tres, aquella que cargaba el arma blanca. No tenían planeado llegar a tan lejos y quien sabe de que era capaz ella en ese estado. Justo antes de que intentasen detenerla la mujer se aventó contra la pequeña niña.
    Mairis la observó moverse, era ridículamente más lenta que Claarn y esta vez solo era una… Esperó el momento exacto, ese cuando su rabia le nublase la vista para atacar de manera brava. El filó cortó el viento, Mairis abrió bien los dos ojos azules. Deslizó sus manos en un baile celestial y como si fuese un río fluyó por el cuerpo en movimiento de la chica hasta terminar en su mejilla, metiéndole un tremendo golpe en la quijada. Ahí estaba su garganta, completamente expuesta. Solo escuchó un quejido de la joven, para justo después escuchar un sonido ahogado que le causo nauseas. La golpeó directamente en la traquea con la punta de sus dedos.

    –¡Que mierda!– Gritaron los hombres desde la pared.

    Mairis golpeó la navaja mandándola a volar.

    La joven únicamente cayó al suelo con las manos en su garganta retorciéndose en el suelo. Esperaba haber asustado a las otras dos, pero parecieron incluso más animadas, hirviendo de rabia por la perdida de todo su honor. Nunca pararían las burlas de que huyeron de una niña de siete años.

    Se lanzaron juntas al ataque recibiendo los golpes cada vez mas cansado de la niña rubia. Entre las dos lograron tomarla de los brazos –¡Nina! ¡Ahora!– Aullaron a su líder.

    –¡MALDITA, PERRA!– Aulló rabiosa la líder en un gritó ahogado. En su respirar se notaba que todavía no estaba bien del todo, pero aun así, con los ojos inyectados en sangre se abalanzó contra la niña tomándola del cuello y apretándolo con todas las fuerzas que podía reunir.

    –¡Mairis!– Gritó Alicia.

    Justo después escuchó dos voces que en esos momentos parecían tan dulces.

    –¡Realmente están jodidas!– Gritaron al unisono.

    Bastian y Bruno llegaron al lugar con los ojos más enfurecidos que las dos amigas de Mairis alguna vez hubiesen conocido. Entre los dos niños les dieron una paliza a las chicas con mucha facilidad.

    –Son… Increíbles…– Dijo Melissa mientras las sombras de la pelea le golpeaban el rostro.

    –Es un príncipe y un caballero…– Recitó Alicia con los ojos brillantes.

    –¡Ustedes mocosos!– Se unieron los hombres –¡A niños si que podemos golpear!– Gritaron orgullosos.

    –¡Estoy preparado, perros de Ben!– Braveó Bastian con los puños bien puestos.

    Bruno tomó a Mairis y la llevó hasta con sus amigas en la pared detrás del evento. La hermana menor estaba tosiendo con dificultad por el corto, pero duro estrangulamiento.

    –Escúchenme– Les dijo Bruno a las tres. Aunque Alicia rápidamente perdió el enfoque al ver los golpes que propinaban a Bastian.

    –¡Bastian!– Gritó con desespero, la niña de cabello negro.

    Bruno tuvo que ignorar los ruidos del combate. Tomó a Alicia de la cabeza y la centro ante su rostro –Pelearemos contra ellos, ustedes vayan inmediatamente a buscar a Kian o Martin, deben de estar esperándolas en la estatua de Robert LaneCloud. Aprovechen la confusión de la pelea para escabullirse.

    –¡No los abandonaré!– Balbuceó Mairis tomando a su hermano de los botones de su camisa –¡Esta también es mi pelea!

    –¡Mírate, Mairis! ¡Llegué tarde! ¡Cuando murió Edward me prometí protegerte y esto es lo mejor que pude hacer!– Bruno como un rayó metió un golpe certero en el cuello de su pequeña hermana –¡Corran!– Les ordenó Bruno y por un momento no pareció antipático, ni serio, ni un obsesionado por la historia, sino un héroe, un verdadero guerrero. Era una expresión de completo terror, pero su determinación era la que justamente lo volvía algo admirable.

    Se dio la vuelta en un instante a otro, solo pudo ver como Bastian estaba siendo sujetado y golpeado en el abdomen. Sin embargo el chico resistía bien. Bruno se lanzó sin pensarlo a su rescate y entre los dos niños empezaron su combate distrayendo a cada uno de los cinco hombres para que las tres niñas pudiesen correr.

    –¡Se escapan!– Gritó uno de los hombres para justo después recibir una dura patada en su rostro.

    –¡Oigan gorilas!– Les gritó Bruno –¡Céntrense o les ira muy mal!

    El encuentro duro unos cuantos minutos, los suficientes para que las niñas se perdieran de vista, pero también lo suficiente como para que una de las mujeres corriera detrás de ellas.
    –Déjenlos– Dijo una voz que se acercaba con paso tranquilo. Los hombres voltearon ante la voz y se alegraron al ver que era nadie más que Ben. Las dos mujeres se alegraron y fueron tras él, pero el las aparto con el brazo. Los observó a todos, no podía creer que tres niños los hubiesen dejado en ese estado tan deplorable –Déjenme verlos.

    Los hombres obedecieron, dejando ver las figuras todavía de pie de Bruno y Bastian, dos figuras manchadas de sangre, llenos de polvo y moretones por todo el cuerpo, pero aun con la mirada feroz de querer intentarlo aun.

    –Por mas que los golpeamos siguen levantase.

    Ben se acercó para verlos mejor. Estaba impresionado.

    –Tu…– Le dijo Bastian entre intento de tomar aire –Pagaras… Por Dylan y George– Gruñó al tenerlo cerca. Lo suficiente como para lanzarle un lento puñetazo.
    Ben detuvo el golpe con facilidad. Su mirada fría ahora mismo parecía irritada –No sigan con esto, niños. Morirán, si continúan…– Tomó a Bastian y le dobló el adolorido brazo para ponerlo en su merced –¡Y aun tengo algo que mostrarles!

    –¡Bastian!– Gritó Bruno intentando hacer algo.

    –¡Agárrenlo!– Ordenó Ben y tres de los hombres sujetaron perfectamente a Bruno –Ahora síganme…


    (…)


    Ben guió a su grupo entre calles y casas de LaneCloud debido a su conocida figura como el líder de los grupos criminales del pueblo. Muchas de las personas que permitían el paso del grupo de jóvenes, que acarreaban a unos golpeados niños, miraban con malos ojos a Bastian y Bruno, como si pensaran que se merecían eso y mas.

    Para poder soportar todo ese peso los dos niños decidieron mantenerse con la cabeza baja durante todo el recorrido.

    El viaje fue rápido, Ben conocía perfectamente las capacidades del molesto ayudante de sheriff Kian. Así como tenía en cuenta que no podría hacer nada contra alguien como el “príncipe” Martin Price. De hecho comprendía a la perfección que si era atrapado iría preso por lastimar a menores, y no dudaba que por las influencias de esos niños fueran capaces de alargarle su condena.

    El joven observaba a los dos niños con asco mientras chasqueaba la lengua. Le causaban rabia. Eran el motivo de su dolor desde hace semanas. El único deseo que tenía.

    Le agradaba verlos así, castigados por el pecado de su sangre.

    –¿Ha donde vamos, Ben?– Preguntó uno de los esbirros.

    –Pronto lo entenderán todo. Hay castigos peores que los golpes.

    –Lo sé.

    Ben se detuvo al escuchar la voz del niño. Se giró de inmediato y se irguió intimidante ante el pequeño –¿Lo sabes?– Gruñó con los ojos fijos en el sangrante rostro de Bastian –Unos niños como ustedes jamas pueden entender nuestra situación. Si logras entender nuestras perdidas, pero careces del trabajo que cuesta seguir adelante. Ahora mismo ustedes dos se encontraban en el mercado ayudando a las compras, sus amigas por otro lado se encontraban tranquilas pasando la mañana de un lindo fin de semana… Sabes… Hay niños de tu edad en este pueblo trabajando horas extras en empleos dentro de fabricas, o minas, separados de toda infancia y de todo sueño ¿Entiendes? Solo conoces la capa superior y con ella crees que sientes el mismo dolor que ellos… No entiendes nada.

    Bastian se quedo callado. Estaban dentro de una de las casas de los simpatizantes del grupo de Ben, dentro se encontraban unos jóvenes no mayores de edad. Las manos del chico se encontraban llena de callos, y la chica por su lado se encontraba bastante delgada. Ambos parecían ser los dueños de dicha casa, la cual se encontraba vacía en casi completo, quízas habían gastado muebles y accesorios para poder pagar una mas de las altas mensualidades.
    El niño pudo ver claramente como ese dúo de jóvenes evitaban verle. Sin embargo aun así tenía un gesto arqueado que demostraba el dolor de los mismos. Si Bastian y Bruno hubiesen prestado atención a cada una de las familias que ayudaron a Ben, descubrirían que ese gesto se repetía a lo largo de todas las casas.

    Bastian estaba a punto de hablar cuando Ben rompió parte de su manga y se la metió en la boca del niño, lo mismo para Bruno. Se dio la vuelta y durante todo lo que restaba de camino no se digno a voltear la cabeza a los niños otra vez.



    (…)



    Entre los callejones de un pueblo en el que Bastian y Bruno habían vivido una adecuada cantidad de tiempo, la suficiente para convencerse a si mismo de que conocían hasta la ultima esquina de dicho pueblo, pronto se vieron perdidos en la inmensidad de lineas de concreto. Como las distintas visiones de caminar por una calle en sentido contrario al que usualmente se camina. Pronto apreciaron nuevas visiones de un pueblo grande que bajo fachadas lindas se inundaba de sucias casas, y recuerdos marchitos ocultos entre risas de un lindo parque.
    Fue así como Bruno, sin saber los rincones en los que había sido introducido terminó bajo una casa que alguna vez entre esas semanas creyó que estaba listo para poder volver… Y ahí entendió lo equivocado que estaba. Por fin comprendió que una perdida no se supera en un mes, que una alegría no oculta el triste hueco que aguarda en un corazon lastimado.
    Ben lo dejó caminar a su gusto. Sus compañeros dudaban de la cordura de dicha decisión, pero el joven no se digno a siquiera contestar a las dudas. Apreció con rostro serió el lento caminar del chico ante la mansión Hellwell.

    El chico observó el lugar con los ojos cristalinos de una persona que acaba de ver el cadáver de un ser querido dentro de un ataúd. Ahí, detrás del jardín en el que jugaba con Mairis, su hermano Edward y su cuñada Eva, se encontraban las ruinas negras de una mansión desmoronada por las llamas.

    Las manos, esas manos que en lo que deberían ser palmas eran cicatrices de quemaduras, empezaron a arder con fuerza, causando un pequeño gemido. Las secuelas comenzaron a llegar a la mente de Bruno. Se adentraba al terreno de su pequeña mansión y comenzó a sentir el calor de los pilares de madera carbonizados, como si tuviesen minutos de haber dejado de desprender llamas. Una vez adentro Bruno pudo apreciar entre las luces grises que estaban tapando el sol a esa hora del día, era una habitación lúgubre, un lugar muerto de recuerdos que alguna vez fueron lindos, pero que ahora no era más que un montón escenas traumáticas, gritos y llantos, dolor y sufrimiento.

    Una vez adentro soltó la primera lagrima de muchas y era capa de jurar por su vida de que había escuchado como la lagrima había echó un ruido chirriante, como el del agua en contacto con el hierro al rojo vivo.

    –¡Buggoo!– Balbuceó Bastian una y otra vez con la tela en el interior de su boca. Intentó traerlo de vuelta a la luz de un cielo azul con nubes grises. Pero pronto el niño se vio consumido con la oscuridad del abismo que era su desolada casa.

    –¡HEGETA! ¡HEGATA! ¡GOLO DE GAJAS MAG GANO!– Aulló desesperado.

    –Hey, Ben. El chico se puede escapar.

    –No. No lo hará. La melancolía no se lo permitirá. Solo la diosa sabe cuanto tiempo durará ahí, pero eso no nos importa. Déjenlo, esto es más que suficiente.

    –¿Qué dices? Creí que los torturaríamos hasta hacerlos entender que no tienen que meterse con nuestra gente.

    –Si, Ben. Deberíamos hacerles sentir tanto dolor para que rueguen a ese soldado vanidoso partir de este pueblo.

    –Ahora mismo esta sufriendo mas dolor del que somos capaces de generar nosotros por cualquier medio que se nos ocurra– Ben le dio una palmada a los esbirros que le tapaban el camino y se abrió paso por el siguiente callejón por el que continuarían caminando –Ademas, esto solo es para que nunca olviden el dolor, así como lo hacemos nosotros cada día de nuestra vida. Estos niños han estado jugando a ignorar la realidad. Es momento de que afronten la dura realidad.

    Bastian abrió los ojos bien en grande. Observó atónito a Ben, pero este no se giró, pero si podía identificar el lugar al que estaba viendo. Era un lugar terrorífico que generaba un temblar en las delgadas piernas del niño. Estaba viendo a la Mansión Arcnaik.
    –Y por cierto…– Continuó Ben mientras por el rabillo de sus ojos miraba a Bastian –Ese tipo no esta interesado en ese chico. Fue muy claro con lo que quería… “Arcnaik. Tráeme al mayor de los Arcnaik”.


    (…)


    Incluso minutos después de que Ben y los demás se habían ido Bruno recorría la mansión Hellwell, una mansión pequeña de dos pisos. Bruno decía que dicha casa era mucho mas pequeña aquella que tenían en Milloria, de hecho en más de una ocasión se quejó con su hermano por haber dejado su antiguo hogar para irse a vivir a LaneCloud. Sin embargo, en el año que habían vivido en aquella casa había notado que creía tener recuerdos mucho mas profundos que en cualquier otro lugar.

    Cada paso por el piso lleno de cenizas mezcladas con polvo era una memoria que saltaba en su interior. Las escaleras, los restos de fotográficas, los restos del sillón o la mesa, era como si las mismas cenizas dieran forma a las imágenes que le venia a los ojos.

    Entonces llegó a la habitación donde lavaban la ropa, en el suelo se encontraba la escotilla abierta que llevaba al sótano. Bruno intentó prender las luces, pero el cableado en su mayoría había perecido aquella noche, sin embargo el olor era potente. Bruno comenzó a llorar desenfrenado al notar que ahí adentro no quedaba nada en suficientes condiciones para ser rescatado. Las manos le quemaron con locura como si volviese a estar ahí de nuevo, se tomó ambas manos con fuerza mientras que las lágrimas chocaban con su piel blanca y sonrió porque sabía que había hecho lo correcto… Que había cumplido a Eva cuando le pidió que siempre cuidase a Mairis.


    (…)


    Bruno continuó inspeccionando la casa, pues estaba inmerso en si mismo y sus recuerdos. Nunca se le ocurrió pensar en Bastian y lo que podría llegar a hacerle llegado el momento. Fue cuando llegó a la habitación donde se encontraba el piano de Edward cuando un importante recuerdo brotó de inmediato. Bruno admiró la habitación, tan consumida como la mayoría, con el piano caído en medio de las cuatro paredes. Corrió de inmediato hacia la negra madera que formaba el piano. Con un ligero esfuerzo, una tarea que debía ser complicada unas semanas atrás, levantó el piano apartándolo de la loseta del piso. Tentó con cuidado hasta el último de los pequeños cuadros del piso hasta que sintió un ligero descenso al tocar una de las losetas. Con más cuidado comenzó a tocar los cuadros alrededor.

    « ¡Hoy haremos una capsula del tiempo!»

    Recordó cada palabra de Edward. Era un recuerdo del mismo día en que se mudaron. Su hermano los había intentado animar haciendo aquella capsula del tiempo. No podía creer que lo había olvidado.

    Toda la casa había quedado en ruinas, ahora entendía porque Claarn y Martin le habían dicho que era imposible traer fotos de su familia, era porque no quedaba ninguna.

    «Cada uno de nosotros va a dejar algo dentro de esta caja de metal. Ninguno de los cuatro verá que fue lo que puso el otro. Lo que pusieron sera un misterio hasta que decidamos abrirla.»

    « ¿Amor, y si alguien que no somos nosotros llega a encontrar el escondite?»

    «Descuida, cariño. Creare un código. Recuérdenlo muy bien, niños. »

    –“Serán nueve placas en un cuadro. El cuadro correcto sera el numero de integrantes con el apellido Hellwell en esta habitación”– Susurró Bruno al encontrar los nuevos cuadros. Observó las losetas con alegría. Los ojos le brillaban de emoción al ver el tercer cuadro. Acercó su mano rápidamente, pero se detuvo en seco al tentar el tercer cuadro. Entonces sonrió –Enserio la amabas, hermano. Eva no tenía apellido– El joven sonrió con una inmensa alegría –Después de todo ella siempre fue una Hellwell– Y presionó el cuarto cuadro. Un instante después los nueve cuadros se movieron para dar luz a la caja de hierro color verde militar. Bruno la tomó entres su brazos. Estaba intacta. Era un milagro. Rozó con sus yemas el seguro de la caja, lo acarició con un fuerte deseo de abrirla. De encontrar ahí una foto de su pequeña familia, o quizás una respuesta a sus padres, o aunque sea una cadena de Eva o pañuelo de Edward… Lo que sea.

    Pero las palabras de su hermano volvieron a su cabeza. Ese momento exacto cuando el niño le preguntó: “¿Cuándo abriremos la caja?”

    A lo que su hermano respondió con una sonrisa «Cuando estén listos.»

    Bruno no sabia a lo que se refería su hermano Edward, sin embargo si entendía que el creía sentirse listo para volver a ver su casa, y no lo estaba, entonces ahora mismo que se sentía con todas las fuerzas de poder abrir esa caja, quizás era enserio que aun no estaba listo para ver su interior. Por lo que se sentó en el sucio suelo de la que alguna vez fue su hogar y lloró en silencio unos minutos más.


    (…)


    Ante Bastian se erguía la punta de la colina de LaneCloud y con ella el inmenso terreno de la familia Arcnaik, así como su antiguo hogar, la mansión más grande de todo el pueblo.
    Los… Los detendrán… Sí, deberían detenerlos. Hay soldados, me lo dijo Martin, siempre hay soldados cuidando los terrenos de mi familia.

    Ben abrió la reja de hierro que era la entrada oficial al terreno. Aunque podías pasarte si brincabas el pequeño muro de piedras, o ya en su caso, si pasabas por el hueco en el muro dejado por el carro del ejército, el cual nunca se dignaron a reconstruir.

    –Pasen– Les dijo Ben con calma.

    –¿Y los soldados?– Preguntó uno de sus compañeros con un serio gesto de duda.

    –Él me dijo que no habría nadie hoy– Contestó mientras seguía el camino de ladrillos que guiaba hasta la mansión. Uno a uno comenzaron a pasar, confiaban en su líder, debían estar seguros.

    No… ¡No! … Es imposible que los soldados no asistan hoy. Sera acaso… No… No lo creo… Aullaba Bastian mientras la cabeza le daba vueltas. Su respiración agitada era posible de escucharse. El sudor frió le recorría la blanca cara y aunque no lo quisiese, sus ojos comenzaban a brillar asustados.

    Un empujón lo obligó a continuar.

    Estar del otro lado de la casa era un caída en espiral en el terror e imágenes escabrosas de lo sucedido hace semanas. Las piernas empezaron a fallarle y llegó al punto de no poder tomar aire por las rápidas respiraciones –No… No… ¡NO!– Aulló el chico intentado regresar por la puerta, pero lo tomaron de las piernas y los brazos. Lo continuaron subiendo por la colina a pesar de las patadas y los gritos chirriantes del infante.

    –Suban rápido. No podemos dejar que alguien nos vea. Aquí estamos demasiados descubiertos– Ordenó Ben, el cual revisaba a la lejanía el bosque. Estaba cubierto por rejas electrificadas de casi cuatro metros. Las habían puesto recientemente. Era casi como si intentasen obligar a alguien caminar de frente a la mansión. Esa fría mansión que causaba pavor a pesar de ser una simple casa enorme de aspecto elegante. Un manto oscuro impregnaba la pesada colina. Alguna vez Ben había escuchado historias de lugares malditos. Imaginaba que se debían de sentir como ese terreno.

    Bastian comenzaba a sentir que perdía el conocimiento por la falta de aire. Los parpados le pesaban y su cuerpo comenzaba a sentirse sin energías. Nunca se había imaginado que llegaría a sentirse de esa manera, era ridículo, él juraba que era fuerte, se jactaba de su nombre y su valentía, pero ante la sola presencia de su antiguo hogar palidecía.
    Pudo ver los largos jardines de su madre aplastados y marchitos. Era lógico. Dudaba que los soldados se decidiesen a trabajar en el terreno de su familia. Incluso los trabajadores que laboraban en el terreno se habían ido tras el fallecimiento de sus padres y abuelo, esas palabras de fidelidad eterna a la familia no eran mas que mentiras… Aunque llegaba a entenderlo, nadie trabaja gratis.

    El terror, el verdadero terror, la pura agonía llegó metros arriba cuando se encontraban frente a la casa. El niño comenzó a forcejear más fuerte hasta el punto de que incluso lo golpearon, pero ni siquiera eso lo detuvo tras tener contacto visual con el lugar exacto de la muerte de su madre. Era terrible, mórbido y nauseabundo. Olía la sangre, la estaba oliendo con toda claridad. Recordaba el olor a la sangre y el humo que se elevaba desde los incendios de LaneCloud. Vio de nuevo su sangre en las rodillas y sus manchadas manos. Fue capaz de visualidad el masacrado cuerpo de su madre desbordando hasta la última gota y quedar seca.
    –¡AHHH!– Chilló mientras que con unas patadas logró librarse de las manos de los esbirros de Ben. Una vez en el suelo el llanto le domino y tembló retraído con las rodillas casi al pecho –Déjenme ir. Déjenme ir. Déjenme ir. Déjenme ir. Déjenme ir. Déjenme ir.

    –¡Bastardo!– Gruñó uno de los jóvenes a punto de meterle una patada.

    –No lo toques. Ya esta sufriendo demasiado.

    Bastian seguía diciendo las palabras “Déjenme ir” una y otra vez hasta volverse simples palabras sin sentido. Sin embargo era casi como si se lo estuviese diciendo mas a sus horribles recuerdos, mas que a los jóvenes que le había llevado hasta ahí.

    –¿Dónde esta el tipo que te contacto, Ben?

    –No lo logro ver. Quizás se encuentre adentro– Dijo el joven al tocar el picaporte.

    Bastian escuchó perfectamente el rechinar del sistema de la chapa, el chillido agudo de las bisagras que su padre aun no reparaba. Y entonces lo pudo oler, ese fétido olor a fierro que desprendía la sangre fresca. El olor le causo arcadas… Pero era real. Los más avispados lograron olerlo también.

    Entonces lo sintió de nuevo…

    Era la muerte.
     
    Última edición: 20 Noviembre 2019
  9. Threadmarks: [ Parte 1 ] Capítulo 8 - Tras la Puerta
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 8 — Tras la Puerta

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    –23 de Agosto de 2888 D.C.–

    Las risas de un niño feliz se escuchaban entre los arboles del bosque. En el barranco detrás del terreno de la Familia Arcnaik, ahí por el que se podía ver el cruce del río, las planicies del Oeste y el bosque de Hericent, en la cima de una piedra del barranco se encontraba un anciano leyendo un libro mientras su nieto intentaba atrapar un conejo que pasaba por los bosques.

    Después de una larga carrera el niño fue incapaz de conseguir al conejo, que terminó introduciéndose dentro de una madriguera. El niño metió la mano intentado capturarlo, pero no alcanzaba nada con sus delgados y cortos brazos.

    Con una mueca se regreso hasta el barranco donde le esperaba su abuelo.

    –¿Y la liebre, Bastian?– Preguntó Abraham sin voltear hacia el niño.

    –Se escapó, abuelo.

    –No hay duda de que te morirías de hambre en caso de que te perdieras en el bosque, ¿Qué te enseñó Sólar? ¿Para qué le pagaba tanto?

    –Vamos, abuelo…– Dijo el niño con el ceño fruncido mientras tiraba una piedra del barranco en dirección al río –Las lecciones de Sólar eran las mejores de todas. Aprendí mucho de él y te puedo asegurar que si tuviese una espada conmigo hoy mismo comerías conejo, pero atraparlo solo con las manos no es tan fácil– Se quejó mientras tenía las manos dentro de sus bolsillos del pantalón.

    El viejo hombre comenzó a reír un poco –¿Y tendrías una espada, por ejemplo, si te perdieras en una isla desierta?

    –No, pero me haría una lanza.

    –¿Y sabes hacer lanzas?

    –Eso creo…

    El viejo continuó riendo mientras se acariciaba la larga barba grisácea.

    –A todo esto, ¿Qué lee?– Preguntó el niño al acercarse.

    Pero tan pronto estaba lo suficientemente cerca su abuelo cerró el libro de inmediato –Es el nuevo libro que traje de mi viaje.

    –¿Un tesoro acaso?– El chico se le acercó mas –¿Por cuánto podría venderlo?– Preguntó el chico con sonrisa maliciosa y deslizando su pulgar entre los dedos anular e indice.

    El viejo mostró una ligera risa –Un tesoro en efecto y de un gran valor.

    –¿Enserio? Pero parece solo un libro viejo sin chiste, pero bueno, si tu lo dices. Por cierto, abuelo, ¿Por qué quiso venir al barranco? Acaba de llegar de su viaje, imaginó que vio paisajes más lindos que este simple bosque.

    –Algún día aprenderás a ver la belleza hasta en la vista que te puede ofrecer un simple bosque, Bastian– El niño estaba por responder algo sobre que no entendía a los adultos, pero su abuelo le gano la palabra –Ademas…– Continuó el anciano –Cuando tenía diez años, antes de que partiera junto con mi padre a las islas medias para empezar mi entrenamiento con un amigo suyo. Mi querida hermana menor se perdió. Yo la encontré aquí, en este barranco– Abraham empezó a reír con alegría y un ligero tono de nostalgia –Ella y yo siempre jugábamos a las escondidas… Lo que quería era que la encontrase una última vez. Ese misma tarde partiríamos, pero yo me quede con ella aquí, en esta roca viendo el paisaje y hablando de muchas de nuestras aventuras.

    El viento soplaba con calidez aquella tarde de Agosto. Bastian se sentó a un lado de su abuelo sin prestarle mucha atención a los ojos que reflejaban el sol, de su abuelo –¿Qué fue de ella?– Preguntó sonriente.

    –Durante la guerra le pedí que se escondiera– El hombre comenzó a reír de manera delicada –Parece que se escondió muy bien. Hasta la fecha no la he podido encontrar– Dijo con una sonrisa.

    –¿Y crees encontrarla?

    El anciano observó el libro y después lo guardó dentro de su mochila. Sintió la danza del viento en su corto cabello blanco y su larga barba. Sonrió mientras tomaba una larga bocanada de aire –Estoy seguro de que la encontraré…

    –Yo también estoy seguro de eso, abuelo. No hay nada que no puedas hacer.

    El viejo sonrió.

    –Quizás tengas razón Bastian…

    –¿De qué?

    –A lo largo de mi vida he visto muchos paisajes hermosos, pero sabes una cosa, es fácil encontrar lindos paisajes, están por todas partes solo es cuestión de abrir los ojos… Pero es casi imposible encontrar lugares importantes…

    Ambos, abuelo y nieto, se quedaron en las rocas a apreciar la magnifica pintura que era el manto del inicio atardecer sobre el bosque de Hericent y LaneCloud. Un lugar maravilloso el cual Bastian creyó que comenzaba a entender.

    –Abuelo.

    –¿Qué sucede, hijo?

    –¿No quisieras que contemos nuestras historias?

    El viejo le cruzó el brazo por el hombro y le sacudió con una larga sonrisa –Por supuesto que sí.


    (…)​


    Una vez habían regresado a la mansión la noche ya había comenzado a comerse los últimos rayos de luz natural. Tras volver cruzaron por los establos donde tenían a una decena de vacas, una docena de puercos y ovejas, dos caballos y un montón de gallinas. Ese día el abuelo de Bastian parecía mas emocional de lo normal, se dedicó un momento a saludar a sus animales. Incluso, como ya era hora de volver a casa, se topó con mas de uno de los trabajadores del pueblo que le ayudaban con la granja, con sus pequeños cultivos y el arregló de los arbustos y arboles. El viejo Abraham agradeció a las personas por su ardua dedicación a través de los años, e incluso les decidió dar un monto de agradecimiento. Cuando las personas preguntaron la razón el hombre solo dijo que ese día sentía que veía al mundo con otros ojos.

    Finalmente llegaron a la mansión por la puerta trasera que daba al comedor. La madre de Bastian se encontraba cocinando en ese preciso momento.

    –Ya creía que no cenarían aquí– Comentó la mujer con una ligera risa.

    –¡Mamá! ¡Sabias que mi abuelo viajó a los “Reinos Perdidos” dice que en esas islas hay algunas construcciones que sobrevivieron al cataclismo y que son verdaderamente increíble.

    –¡Enserió! ¡Hay que ir a verlos un día de estos!

    –¡Sí! ¡Que nos llevé el abuelo!

    Bastian se quedó hablando con su madre en la cocina. Mientras que Abraham caminó directo a la sala donde se encontró con su hijo.

    –Oh, padre, hasta que te veo. Tuve que ver unos asuntos en el cuartel de Hericent, por eso no pude recibirte– Dijo el hombre mientras jugaba con el pequeño Mike de ocho meses.

    –Descuida, hijo. Nadie esta mas calificado para decir que comprende todo el trabajo que tienes– Le comentó Abraham tras tomar asiento en él sillón.

    –¿Encontraste algo en tu viaje?

    Abraham se mantuvo callado mientras observaba a su hijo junto con su nieto. Tomó la mochila y la desapareció con teletransportación. Volteó a ver a su nuera, vio que se encontraba lo suficientemente lejos y dijo –Encontré algo… Algo muy importante. Ahora mismo Claarn ya viene en camino.

    –¿Claarn? ¿Qué encontraste para pedirle que viniese?

    –Te lo contaré todo, hijo, pero necesito que Claarn este aquí… De hecho ya informé a Edward y Eva también sobre esta reunión. Pronto me encargaré de contactar a todos los demás…

    Adam bajó a Mike poniéndolo en la alfombra. Los ojos del actual General Mundial estaban tan congelados como la montaña que alguna vez tuvo que escalar.

    –Padre… ¿Qué encontraste?

    De pronto se escuchó el golpeteó en la entrada a la mansión.

    –¡Yo abro!– Gritó Bastian pasando rápidamente entre los pasillo.

    –Por fin lo encontré, Adam. Encontré el ultimo libro de…

    La puerta se abrió y Bastian sonrió con calidez –Buenas noches…– Sin embargo no reconocía al hombre que se encontraba de frente a la puerta, pues su capucha le ocultaba la mitad de su rostro –Ummm, ¿busca a alguien en especial?

    –Enserio que eres una rareza, niño– Comentó el hombre con tono burlo al cerrarse de brazos. La voz fue perfectamente reconocible para Abraham y Adam que dejaron su conversación a medias por la repentina sorpresa –Nunca ha nacido un Arcnaik que no tenga el cabello negro.

    El niño con inocencia se tomó un mechón de su cabello y asintió emocionado –Eso ya me lo ha dicho mi abuelo. Mi madre dice que soy especial. Que tengo un destino diferente al de ser un guerrero. A mi me gusta mi cabello pelirrojo.

    El hombre comenzó a reír alegre –Bueno, es un gusto conocerte, Bastian, ¿Se encuentra tu padre?

    –Claro que sí, ¡Papá, te buscan en la…!– El niño arcó las cejas y volvió los ojos al hombre –¿Sabe mi nombre?

    De la nada apareció su padre a espaldas del hombre arrojándolo por los aires, para justo después lanzarle una ráfaga de estacas de hielo que estallaron en el cielo. Bastian observó el evento con fascinación. Nunca había visto a su padre ir enserio en un combate.

    –¡Adentro, Bastian!– Ordenó el anciano al tomarle del brazo.

    Por un momento pudo sentir como el tiempo se congelo al pasar de la puerta ante sus ojos. Lo último que vio de su padre fue aquella ancha espalda y aquel cabello negro revoloteando en el viento. Parecía un héroe. Esa era la imagen que daba en el campo de batalla, uno se sentía seguro estándo detrás de él. Era increíble…

    La puerta se cerró y Abraham cargó a Bastian alejándolo de la puerta.

    –¡¿Qué sucede?!– Gritó Heidi Greenburn tomando a Mike del piso –Ese fue Adam, ¿acaso han venido por él?

    –Por él y por mí.

    –¿Qué?– Preguntó la madre de Bastian sin entender nada en absoluto.

    –¡Abuelo! ¡Suélteme! ¡Quiero ver a mi padre pelear!

    –Sígueme, Heidi, debemos ponerlos seguros antes de que lleguen– Le ordenó Abraham mientras trotaba por el pasillo de la mansión.

    Heidi confiaba plenamente en su suegro, después de todo era un hombre que conocía de toda su vida. Sin embargo eso no le quitaba la repentina preocupación que le había generado su comentario.

    –¿Quiénes los han venido a buscar?

    El hombre no contestó.

    –¡Abraham, responda mi pregunta!

    –Apolo.

    Ahí Heidi descubrió que habría sido mejor no haber preguntado nada. Quizás así esa preocupación no habría florecido con mayor fuerza en su pecho.

    La carrera por la mansión les llevó hasta una pared del primer piso que se encontraba tan limpia como una hoja en blanco –Es Apolo y sus hombres. Ha estado reclutando personas en el bajo mundo. Yo he estado llevando a cabo mis propias investigaciones, actualmente el Gobierno Mundial también ya ha empezado a mover sus investigaciones hace unas semanas. Cuando presente mis resultados al General Mundial Oster… Parece que quieren empezar algo grande…

    –¡¿Debe estar mal?! Apolo murió hace décadas, todos sus compañeros también.

    Abraham puso su mano libre sobre la pared y un sistema de aros mágicos comenzó a deslumbrar por toda la pared hasta abrir una compuerta y dar luz a una pequeña habitación con una cama, un baño y un mueble repleto de comida enlatada.

    El anciano volteó a ver a su nuera y le plantó una siniestra cara que solo utilizaba en el campo de batalla –¿Soy el hombre que te diría algo como esto sin estar seguro de ello?

    Heidi, la hija mayor del rey de Arbal había sido criada no solo como una princesa, sino como una hábil guerrera. Ella vio miles de rostros aterradores en sus largos años de guerra, pero pocas veces se había intimidado tanto por alguien como su honorable suegro.

    –Disculpe…

    –No importa. Si tú me lo hubieses dicho tampoco te habría creído. No tengo tiempo, Heidi. Así que seré rápido, dentro de esta habitación la presencia de los tres desaparecerá y estoy seguro en un sesenta por ciento que seria imposible que los encuentren. Quédense en esta habitación, al menos un día. No se que tan grave es lo que se viene, pero si Adam o yo llegamos a…

    –¡No lo diga!– Gritó Heidi asustando a Bastian y Mike, que solo admiraban en silencio –Usted es el hombre mas fuerte de la ultima guerra. Mi esposo es uno de los más valientes soldados que existen actualmente. Eso no pasara… No lo diga.

    –Debes estar preparada para lo peor. Es Apolo de quien estamos hablando y esta vez no estamos todos reunidos ni tampoco soy el mismo hombre que alguna vez fui… Solo te pido que en el peor escenario vayas a refugiarte con Claarn, o con tu padre, con Teresa, o busques a Richard o Jon… A cualquiera de los otros.

    –Lo entiendo– Respondió Heidi con un nudo en la garganta.

    –Muy bien.

    –Abuelo– Escuchó Abraham de pronto. Bajó la mirada y era Bastian tirando de su manga con un rostro serio –¿Vas a ir a pelear con mi padre?

    El hombre asintió.

    –¡Entonces demuéstrales quien eres!

    El viejo hombre le mostró la última sonrisa que el niño vería. Entonces le respondió con los ojos llenos de fuego –Lo haré, hijo mio. Te lo prometo.

    Justo depuse de eso Bastian, junto con su madre y hermano entraron al cuarto que había abierto su abuelo. Desde la habitación solo pudo ver a su abuelo observando la nada con un rostro meditativo. Tomando un largo respiro, para después suspirar y justo después desaparecer, esta vez para siempre.


    (…)​


    Duraron dentro de aquella habitación aproximadamente una hora. Bastian jugaba con su hermanito encima de la dura cama mientras que su madre se concentraba por completo en volverse una antena de recepción humana. Bastian no podía ver los aros mágicos que creaba su madre, pero de haberlos vistos se habría convencido por completo de lo increíble que era ella. Pues el cuarto actualmente se encontraba rodeado por todas partes de hechizos destinados a analizar por completo el terreno de la familia Arcnaik.

    –¿Pasa algo madre?– Preguntó Bastian al ver a su madre sudando por el increíble esfuerzo que estaba llevando a cabo. Ella no era la clase de mujeres que gustara de recoger su cabello. Todos los días, lo podría jurar Bastian, la veía con el cabello arreglado de una u otra forma, pero jamas con una coleta improvisada. La mujer respondió con un tono tranquilo –No pasa nada. Tu padre y tu abuelo desaparecieron del pueblo. Hace unos minutos expandí el rango de mi sensor y no los encontré… De momento estamos seguros.

    –¿Y Kian? ¿Lo pudiste encontrar?

    –Lo sentí en el pueblo… Su aura era incomoda… Debe de haber entrado en un conflicto.

    –¡Tenemos que ir por él! ¡Puede estar en peligro! ¡Hay una batalla! ¡No me lo quieres decir, pero logró escuchar las explosiones y disparos a la lejanía!

    –Bastian, cálmate. No hay manera de que vayamos por Kian. Solo seria arriesgarlos a ustedes.

    –¡Pero el también es de la familia!

    –¡Y lo se, Bastian! ¡No creas que no estoy preocupada por él! ¡Es mi hijo también!– Rugió su madre dejando al pelirrojo boquiabierto al verla con temible gesto en sus ojos –Ahora mismo me encuentro en la peor posición que puede tener una madre… Nunca alguien debería elegir entre sus hijos, pero si puedo salvar a dos perdiendo uno, creo que es la mejor opción que puedo tomar. Así que mantente en silencio.

    –Claro, mamá.

    Había un error en las palabras de Bastian, un error que su madre si había visualizado, pero que Bastian quizás solo se hacia idea de ello. No era una batalla. Allá afuera era un campo de guerra.


    (…)​


    Pasada dos horas mas, Mike se encontraba perfectamente dormido y Bastian se encontraba a un lado de su madre tratando de visualizar la magia de su madre. Alguna vez su abuelo le dio las bases de todo, pero jamas se había esforzado por intentar practicarlas.

    –Ah– Chilló su madre en un respiró rápido impulsado por el susto.

    Bastian dio un brinco y la tomó del brazo –¿Qué sucede?

    Entonces la mujer sonrió y lanzó un suspiro. La verdad era que ella también había sentido un terrible terror.

    –Es Kian, acaba de llegar.

    –¿Enserio? ¡Hay que abrirle!

    Heidi jaló a su hijo hasta clavarlo de trasero contra el suelo –¡Estate quieto por un momento, Bastian!– Gruño la mujer. Le miró con dureza y el chico mantuvo la calma –Primero revisaré el perímetro. Puede que alguien lo este siguiendo. A demás, si alguien va ir por él seré yo, ¿De acuerdo?

    –De acuerdo– Respondió el niño haciendo un puchero.

    La mujer sonrió al verle. Esta feliz de saber que Kian estaba bien. Se concentró y amplificó su magia de receptor de nuevo a la distancia de todo el pueblo.

    Adam y Abraham todavía no aparecen. Edward, tampoco y hace poco la presencia de Eva desapareció. Hay muchos enemigos, pero el ejercito se esta haciendo paso en la toma del pueblo… Kian esta llegando a la mitad del tramo de la colina… Pero…


    –Bastian.

    –¿Qué pasa?

    –Voy a hacerte algo. Puede que te sientas un poco mareado, pero la sensación desaparecerá rápido.

    –¿Es para ayudar a Kian?

    –Le ayudara, de eso estoy segura.

    –Entonces esta bien.

    –Muy bien– Dijo la madre para justo después poner su delgada mano sobre el cabello pelirrojo del niño. De pronto el chico sintió un brote de energía impresionante que le recorrió todo el cuerpo. Un momento después logró sentir ese mismo flujo de energía en su madre. Era como un vapor de colores tintados de blanco. Eso debía de ser lo que su abuelo le había explicado que era el alma.

    –¿Estas bien?– Le preguntó su madre con rostro preocupado.

    –¿Qué? Espera… ¿Eso era todo?

    La mujer comenzó a reír –Que respuesta. Podrás tener mi cabello, pero tienes toda la fuerza de tu padre– El niño observó sus manos y sonrió acompañado de unos ojos valientes. Ella, desde que sufrió los estragos de la guerra deseó que sus hijos jamas se involucraran en asuntos tan horribles. Era la principal razón por la cual decidió abandonar su derecho al trono de Arbal… Cuando Adam le pidió matrimonió le pidió un tiempo para reflexionarlo, pues aunque era el amor de su vida comprendía la voluntad de su esposo por traer el bien al mundo… Le aceptó tomando en riesgo su deseo de tener una familia en paz. Había sufrido por ello, vaya que sí lo había sufrido… Ahora mismo ella entendía que aunque Adam hubiese abandonado su puesto en el ejército la sangre Arcnaik seguiría corriendo por las venas de sus hijos, ellos encontrarían las batallas hiciese lo que hiciese.

    –Hijo. Escúchame bien. Lo que acabo de hacer es generar una linea entra tu alma y mi hechizo. Ahora mismo seras capaz de sentir las presencias únicamente alrededor de la mansión. Voy a ir por Kian. En caso de que no vuelva, debes de quedarte aquí como dijo tu abuelo. No salgas hasta que no escuches disparos afuera, y no haya nadie alrededor de la mansión. Te pasé un poco de mi magia, por lo que el hechizo podrá mantenerse activo hasta mañana en la noche.

    –Mamá… Pero tú.

    La mujer le besó en la frente y le dio un fuerte abrazo que duro mucho, pero muchísimo menos de lo que el niño deseaba.

    –Claro que sí, querido. Voy a volver– La mujer siguió hasta la cama para darle un beso en la mejilla a su hijo menor, el cual dormía tranquilo como si no estuviese ni un poco enterado de lo que estaba pasando alrededor suyo.

    –Mamá…

    –Tengo que irme– Le dijo la mujer sin dejarle ver su rostro. El niño le seguía, pero la mujer salió con prisa y Bastian se estampó con la puerta. Golpeó la puerta mientras llamaba a su madre, pero la mujer no le presto atención. Continuó caminando por los pasillos de la mansión con las lágrimas corriendo por su rostro a pesar de que quisiese tener el rostro mas duro que podía poner.


    (…)​


    Afuera se encontraba Kian subiendo el camino de ladrillos. El chico estaba a nada de llegar a la puerta cuando pudo ver a la señora Arcnaik. Estaba por saludarle cuando de pronto en su radio de magia sensor sintió una presencia oscura, no como la de los hombres contra los que luchó en el pueblo, no… Esta presencia era bestial, como la de un monstruo.

    –Kian– Le nombró la mujer al envolverlo en un rápido abrazo.

    –Señora… Señora vuelva a la casa, algo se esta acercando.

    –Sí. Lo se– Confirmó la mujer al apartarse del joven manteniendo las manos en los hombros del joven –Tienes que utilizar tu magia de tiempo e ir con Bastian y Mike. Así no podrán rastrearte.

    –¿Qué dice? No. Yo pelearé con el hombre.

    –Mírate, Kian– Respondió la mujer con calma –Has ayudado suficiente a la gente del pueblo. Estas herido y cansado, casi sin energías. Me toca a mí defender a mis hijos.

    –Mis hijos…– Mencionó el chico atónito –Pero… Jamas la he visto combatir. Si luchamos juntos podremos vencerlo.

    –Entrada, sigue el pasillo principal, llega hasta el cuarto del abuelo y en la pared de enfrente hay una habitación invisible. Golpea la pared, estoy segura que Bastian te abrirá– La mujer se dio la vuelta y observó con calma los arboles. La presencia se encontraba entre los arboles, estaba acercándose muy rápido.

    –No la…

    –Kian, ¿Crees que Adam Arcnaik se enamoraría de una simple princesa?– La mujer le volteó a ver –Voy a estar bien– Comentó con una sonrisa que le calmó el corazon al adolescente.

    Kian apretó la quijada, asintió y estaba por ralentizar el tiempo cuando escuchó la voz de la mujer sonar como una melodía de piano, triste, pero elegante –Kian. Cuida a tus hermanos. Se un buen chico y enséñales a ser unos buenos chicos. Vigila que siempre coman sus frutas y verduras. No olvides las risas, divertirse también es parte de criar. Bastian a veces puede ser un cabeza dura, pero es un buen chico en el fondo. Y no lo olvides nunca…– La mujer unió miradas con el chico –Para nosotros siempre fuiste un Arcniak.

    El chico quería responder, pero fue cuestión de un instante cuando un hombre saltó de entre los arboles cual bestia para tomar a Heidi Greenburn y comenzar un combate frente a sus ojos. Lo supo en ese instante, no debía de perder tiempo. Desapareció en ese instante.


    (…)​


    –Hay tres presencias. Hay tres. Dos están pelando, es mi madre, mi madre debe de estar peleando con un enemigo.

    Toc. Toc. Toc. Toc. Toc.

    –¡Ahhh!– Gritó el niño al saltar hacia atrás de la pared. Por su repentino grito Mike comenzó a llorar –No, Mike, no llores, nos van a descubrir.

    –¡Bastian! ¡Abre la puerta!

    –¿Kian?– El niño se lanzó al picaporte rápidamente para abrir la puerta y tras de la puerta se encontraba la figura de su hermano, con ropajes destrozados y manchado de sangre –¡Kian!– Aulló al abrazarlo.

    El joven lo levantó por los aires con un fuerte agarre y cerró la puerta de una patada. Aunque se sentía tranquilo de ver a sus hermanos a salvó se apresuró a tomar a Mike para calmarlo.

    Una vez sentados los tres en la cama Bastian lo soltó para comenzar a bombardearlo en preguntas.

    –¿Y mi madre? ¿Has visto a Papá o al abuelo? ¿Qué esta pasando afuera? ¿Por qué estas tan manchado? ¿Peleaste con alguien? ¿Cómo es quien esta afuera con mi madre? ¿Estas herido? ¿Te duele algo? ¿Puedes seguir peleando?

    –¡Bastian!– El chico se quedo quieto. El adolescente seguía meneando a Mike mientras que suspiraba. Lo meditó durante unos segundos, pero al final decidió contarle lo que estaba sucediendo en LaneCloud –Hay una guerra afuera. Tu padre ahora mismo desapareció peleando contra uno de los líderes, tu abuelo hizo lo mismo. El otro General, el joven Edward también esta peleando junto con ellos. Se fueron a los alrededores para no afectar al pueblo.
    –¡Entonces van ganando!

    –Yo nunca dije eso– Respondió el joven con la mirada perdida –Ellos desaparecieron, para pelear en otro lugar. Sin embargo me tocó ver parte del enfrentamiento del señor Abraham. Solo fue un par de segundos… Pero el estaba peleando contra cinco personas al mismo tiempo.

    –¡¿Qué?!

    –Lo que escuchaste. Estoy seguro que lo vi bien. Fue una corta batalla en el pueblo, pero entre ese enfrentamiento se llevaron un zona del pueblo. Estas personas no son cualquier cosa.

    –¡¿Y mi madre esta peleando contra uno de ellos?! Puedo sentirlo, esa presencia que esta afuera es muy distinta a la tuya o la de mi madre. Parece la de un animal…

    El joven había calmado a su pequeño hermano, el cual solo lo veía con una sonrisa infantil. Kian hizo una mueca adolorida y limpió su lagrima –Solo nos queda confiar en ella.

    (…)​


    –Al fin se durmió– Dijo Kian que cargaba a Mike y meneaba lentamente al infante de un lado a otro. Levantó la mirada hacia Bastian y observó al niño en una postura serena observando la nada.

    –¿Qué estas haciendo?

    –Estoy tratando de concentrarme para expandir el hechizo de mi madre. Mantente callado. Me desconcentras.

    –Jamas lo lograras.

    Bastian se giró con el entrecejo marcado para rugir –¡¿Qué dices?!

    –Hablo enserio, Bastian. La magia no es tan fácil como concentrarte y hacer algo.

    –Pues si es así entonces enséñame como hacerlo.

    –Es imposible que aprendas a usar magia tan pronto. Es cuestión de entrenamiento diario.

    –Bueno. Ingéniate algo, porque mi madre ha estado apareciendo del radio y desapareciendo, necesito saber que esta bien.

    El joven suspiró –Si trató de unir la linea de hechizo que esta conectada contigo, a mi, creo que podría expandir el radio del sensor– El joven se levantó y puso su mano en la espalda del joven –La señora Greenburn ha estado peleando por casi treinta minutos. Jamas habría imaginado que fuese tan hábil.

    –Madre.

    –¿Qué?

    –No le digas “Señora Greenburn”, suenas como si fueses el mayordomo de la casa. Cuando termine esto seras parte de la familia. Les pediré a mis padres que adelante tu adopción… Así que vete acostumbrando a decirle madre a nuestra madre.

    Kian sonrió –Por supuesto, hermanito. Así será– Justo después el joven tomó toda su concentración para poder encontrar la lógica tras el código del hechizo de su madre. Fue fácil entrar en las runas y comenzar a modifícarlo, no era nada del otro mundo.

    –Listo, Bastian– Comentó al abrir los ojos y ser capaz de ver exactamente lo que Bastian veía –Aumentaré el rango ahora– De pronto los sentidos de Bastian fueron capaz de ver un mapa entero de auras que rodeaba en circulo todos los alrededores de la Mansión Arcnaik. Era impresionante, nunca había tenido la oportunidad de ver la magia de esa manera. Básicamente conocía meros trucos para divertir.

    –¡Ahí está!– Gritó de pronto el niño.

    Mike comenzó a moverse dentro de su cobija y Kian le metió un golpe en la cabeza a Bastian – ¡Despiertas al bebe, idiota!– Gruñó a rechinadientes.

    –Siguen peleando. Esto es impresionante y ni siquiera lo estoy viendo de frente.

    –La batalla ha dejado destrozos. El tipo debe tener un estilo de combate bastante brusco…

    Bastian y Kian solo eran capaces de ver el alma de los dos individuos, así como el aura de las cosas vivas. El aura que genera el alma da forma a la figura de las cosas, por lo que es casi como ver todo desde arriba, pero sin contexto del verdadero estado de los contrincantes. A lo mucho podían ver que ambos se encontraban agotados de magia.

    La batalla continuó hasta por unos minutos más hasta que de nuevo se encontraban cerca de la mansión. Fue ahí cuando los chicos pudieron ver un gran descenso en el estado del alma del contrincante, así como también escucharon un tremendo estruendo afuera de la habitación.

    –¡Lo derrotó!

    –Eso parece. Si salgo en este momento podemos darle juntos el tiro de gracia– Kian estaba por levantarse, aun estaba sujetando el hombro de Bastian y entonces sintió la presencia mas poderosa, oscura, retorcida, sangrienta que jamas habría sentido. Una sola presencia que le retenía en su lugar con el solo hecho de existir. Incluso sintió como el sudor frió comenzaba a salir de sus poros por el terrible terror. Comenzó a respirar con dificultad y su visión empezó a desvanecerse.

    ¿Qué es esto?

    Kian intentó hablar, pero su boca se lo impedía. Jamas alguien le había hablado sobre una presencia así. De hecho en ese preciso momento comenzó a dudar de la sola humanidad de ese ser que acaba de dar un solo paso en el terreno de los Arcnaik.

    –¿Kian? ¿Quién ese ese?– Pregunto el niño temblando –¡¿Que es eso?!– Preguntó el chico desesperado al girarse y sacudirá a su hermano mayor.

    ¿Qué? ¿Cómo es posible que Bastian pueda si quiera hablar?

    –¿Qué te pasa?– Preguntó en un susurro con los ojos bien abiertos. No había parpadeado ni una sola vez –¿Kian?– Le empezó a sacudir –¡Kian!

    Bastian, sin siquiera quererlo fue capaz de ver como esa presencia poderosa comenzó un combate con su madre. Su rostro se palideció al ver como aquella nueva presencia, casi sin problemas comenzaba a destrozar a su madre en un combate rápido –Por la diosa…– Se giró hacia Kian y observó que seguía manteniendo ese gesto paralizado de horror –Tenemos que ir a ayudarla, Kian.

    –Si no lo hacemos va a morir. Muévete. No seas así, ¡Muévete!

    Mike se volvió a despertar y comenzó a moverse en brazos del joven. Esto solo causó que Bastian siguiese sin comprender el porque Kian no se estaba moviendo… Molesto, el niño se levantó hacia la puerta con prisa –¡Yo la ayudaré!

    ¡Bastian! ¡Para ahí en este momento! ¡Te mataran! ¡Sé sensato niño!


    El picaporte dio vuelta y el niño desapareció por el pasillo.

    ¡BASTIAN!


    El niño corrió en caminó al cuarto de su abuelo. Una vez adentro comenzó a buscar su cajón de armas que sabia que tenía. Esculcó cada cajón, cada esquina. Era horrible, fuera de aquella habitación era capaz de escuchar perfectamente el combate entre su madre y aquel ente que acababa de llegar. Entonces lo encontró debajo de un montón de ropa, una pistola de la cuarta guerra mundial, de álamo con detalles hechos de plata y un pequeño sello del Gobierno Mundial chapado en oro.

    Bastian sabia como utilizar armas de fuego. Alguna vez su maestro de combate le enseñó a usarlas, pero jamas las había utilizado contra un enemigo.

    –¡Aggghhh!– Fue el grito de dolor de su madre.

    Los ojos de Bastian cambiaron por completo. Secó su sudor y le quito el seguro al arma. Mientras corría revisó las municiones. Cargada, solo eran seis tiros. Más que suficientes. Pensó el niño con la valentía en su mirada.

    Aquellos gritos de su madre continuaron cada vez más débiles. Aquellas presencias a cada paso se sentían más oscuras y pesadas. Seguir adelante le ocasionaba una presión en el pecho, pero a él no le importaba, siguió adelante a pesar de que su corazon parecía haberse quedado metros atrás.

    Tocó el picaporte de la entrada principal. Respiraba por la boca con los dientes al aire. Su entrecejo estaba marcado. Sus oidos dejaron de oír varios pasos atrás. Sintió la boca seca y el sudor generar que la camisa roja que cargaba se le pegase al pecho. Las manos estaban tan húmedas que el chico se sorprendió incluso de que la puerta se hubiese abierto. Tiró de la puerta y tras ella fue capaz de ver una de las escenas que le seguiría de por vida.


    (…)​


    –¡PARA BEN! ¡NO LA ABRAS! ¡NO LO HAGAS!– Aulló el niño con los ojos tan aterrorizados como hace un mas de un mes. Sin embargó el joven ya había abierto la puerta y tras ella se derramó litros de sangre sobre el suelo de la entrada, así como un casco del Gobierno Mundial.

    Algunos por el potente olor que desprendía la sangre llegaron a sentir arcadas y otros vomitaron el pasto.

    –¡Ahhhhhhhhhhhhh!– Chilló Bastian al ver el manto de sangre. Se sacudió y se soltó del agarré de los captores para justo después correr.

    –¿Qué… mierda?– Masculló Ben al mancharse las botas de sangre.

    Una sombra saltó desde la puerta. Paso como lobo a su presa frente a los ojos del joven. Para justo un segundo después escuchar un gritó aterrorizado de uno de sus muchachos.

    ¡Esa presencia…! ¡Esa maldita presencia…! Pensaba Bastian mientras descendía la colina. Detrás de él se escuchaban los desgarres de la carne y los gritos de un montón de muchachos con los que no terminaba de simpatizar. ¡Esa maldita presencia es la que estaba aquella noche! ¡La momia! El niño se giró para poder verlo y confirmarlo. Lo que vio le retorció el estomago y le trajo poderosos recuerdos negativos. Recuerdos de una mujer pelirroja cayendo al suelo después de ser atravesada por un montón de agujas negras… Era él. Fue él. Él estaba ahí, esa noche. A él le había intentado introducir las seis balas sin éxito. A él y la otra persona les había jurado entre sangre de su madre de que los mataría algún día. ¡ESE MALDITO!

    La bestia vendada, ese hombre musculado cubierto por viejas vendas, cabello largo negro y ojos resplandecientes de color rojo, con una sonrisa larga y dientes de lobo, le sonrió al niño justo después de verlo.

    –¡Maldito fenómeno!– Gritó uno de los vándalos del grupo de Ben, lanzándose a atacar al monstruo con una navaja. Le atascó el cuchillo y aquella cosa lanzó un aullido chillón que adormeció los oidos de los ahí involucrados. El atacante fue capaz de ver con claridad la profunda locura en los ojos de aquella cosa, así como también pudo ver la regeneración casi instantánea de la herida.

    –¡Ben! ¡Quien demonios te contrató!– Aulló uno de los chicos.

    –Fue otro hombre…– Dijo el chico mirando a la nada casi en un balbuceó –Era un hombre de cabello largo negro... De ojos azules… Vestido de azul… No él, esta cosa no fue… Esto no fue lo que me prometieron.

    –¡Todos huyan!– Exclamó el atacante de la bestia sin saber que serian sus ultimas palabras, pues un segundo después aquella momia se le lanzó encima desgarrando con sus largas y filosas garras el pellejo débil del chico.

    Todos los chicos comenzaron a huir siguiendo la ruta que Bastian había seguido. La bestia los vio a todos, menos al niño, el cual ya se encontraba fuera del terreno Arcnaik. Uno por uno comenzó a cazarlos.

    Ben pudo verlo todo desde la puerta de la lujosa Mansión Arcnaik, vio en carne propia como mataban a todos los que consideraba sus amigos. Y después huyó por el bosque, con la entrepierna mojada, con un grito ahogado y las lagrimas desbordando sus patéticos ojos.


    (…)​


    Bastian corrió sin volver a voltear atrás. Corrió y corrió escabulléndose entre callejones y calles que no conocía. Tras ver un pedazo de vidrió roto se detuvo y corto la soga que le mantenía atado. Miró la Mansión Arcnaik como si fue un lugar embrujado, un lugar encantado al que nunca deseaba volver y continuó corriendo hasta perder el aliento, e incluso en ese momento con un solo respiro se propuso volver a correr de nuevo.

    Entonces terminó en una parte del gran mercado ambulante de LaneCloud. Estaba lleno de gente, pero incluso entre todas esas personas no se sintió seguro y se adentro entre el pueblo y las telas de colores que tapaban a los clientes del sol.

    Continuó avanzando a pesar de molestar a muchas de las personas, debido a que pasaba sin decir nada y con una brusquedad atrevida. Continuó escabulléndose hasta encontrarse en un lugar que no reconocía por la cantidad de gente y mercaderes.

    –¡Acérquese, pueblo! ¡Acérquese!– Gritó un anfitrión de un show de calle –Hoy tenemos este increíble evento. Un evento que les agitara el corazon. Sera una experiencia inolvidable. Lo que están por ver sera explosivo.

    Bastian se encontraba pasando a unas veinte lineas de personas que observaban con curiosidad el show. No le prestaba atención en lo más mínimo. Tenía peores cosas en las cuales enfocarse. Necesitaba encontrar alguno soldado del ejército, a Kian o Martin.

    –¿Conocen al monstruo Hidra?

    Muchos niños respondieron “No”

    –Qué pena. Es un viejo cuento de mi reino natal, Fastia en el continente de Nil. Bueno, les contaré el cuento. Hace mucho tiempo, en un lugar muy, muy lejano existió un monstruo, un reptil negro del tamaño de un edificio de diez pisos con tres cabezas. Era el temor de todo el lugar, pues causaba destrozos con tal de conseguir un poco de oro, pues esta bestia le gustaba el resplandecer de tan bello metal…

    –¿Por donde me encuentro? Parece la zona norte, quizás Kian se encuentre dando su rondín por el mercado.

    –Entonces el rey se cansó de la bestia, y decidió llamar a un valiente guerrero para acabar con la Hidra para siempre. El guerrero llego al reino y fue contra la Hidra para por fin derrotarla. La batalla fue épica, una batalla que quedaría para la historia. Cuando se acercaba el final del combate el héroe logró cortar una de las cabezas de la Hidra… ¿Y adivinen que paso?

    “¿Qué?” Preguntaron muchas personas del público.

    Bastian comenzaba a alejarse de la multitud del show mientras pensaba –Si estoy iniciando el mercado solo tengo que caminar hacia el Este y me encontraré con Kian.

    El conductor del show sonrió y mostró el símbolo de su gabardina blanca –Creció una nueva cabeza– Dijo con seriedad, manteniendo su sonrisa y señalando el símbolo negro de su pecho –¿Saben que paso con el héroe y el reino después de que creció “La Nueva Cabeza”?

    “¡¿Qué?!”

    –Todos murieron– El hombre chasqueó los dedos y justo después una parte del publico voló por los aires en una poderosa explosión que derribo a la mayoría de los transeúntes que por ahí pasaba, incluidos Bastian.

    –Comencemos, muchachos– Ordenó a sus seguidores. Y empezaron a tomar rehenes y disparar al cielo –¡Muy bien, LaneCloud! ¡Denme el libro de los Arcnaik!– Aulló el hombre con una sonrisa excitada.
     
    Última edición: 20 Noviembre 2019
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    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 9 — La Nueva Cabeza

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    –1ro de Octubre de 2888 D.C.–

    Bastian cayó al suelo tras el impacto de la bomba. Sus oidos mantenían un pitido y nada más eso. Observó temblando la situación y pudo apreciar como el grupo del show comenzaba a tomar a todas las personas que aun seguían vivas como rehenes. Les pusieron esposas y les ataron los ojos. El grupo armado pronto comenzó a almacenar a muchas personas, pero sin duda lo que mas le ocasionaba un terror equiparable era el presentador del show, aquella sonrisa que mantenía no era medio normal. A demás de que reía emocionado al ver los cuerpos destrozados del publico que recibió la explosión.

    –Mie… Mierda…– Gruñó el niño arrastrándose por la tierra hasta ponerse detrás de un mostrador de artículos. Sus oidos no se componían, así como sus manos no dejaban de menearse sin control alguno. Vio como a los hombres casi ni les importaba que hubiese escapado, así como tampoco la demás gente que estaba huyendo en los otros lados de la calle. Por lo que aprovechó para huir.

    –¿Dejaremos al pueblo huir, jefe?

    –¡¿Qué cosas dices?!– Dijo el hombre caminando de manera infantil al lado contrario de donde corría Bastian. Levantó el brazo derecho y con una sonrisa larga de oreja a oreja dijo –Una sola explosión no los hará reaccionar– Chasqueó los dedos. Fue un ruido hueco, como el de una roca cayendo en una cueva con eco. Fue menos de un segundo, pero de pronto una explosión detonó del otro lado de la calle.

    Bastian recibió todo el viento de la onda expansiva. Se giró para verlo con sus propios ojos. No podía creerlo. Había un hueco en la calle y una lluvia de sangre, tierra, carne y escombros caía al suelo mientras que la risa maníaca acompañaba el silenció de la explosión.

    –¡Dos!– Bastian vio como el hombre se daba la vuelta y se introdujo en el pequeño callejón, un tramo tan estrecho por el cual dudaba entrar –Tres es un buen numero– Masculló el hombre manteniendo la sonrisa.

    La explosión introdujo por la fuerza a Bastian aun mas profundo del callejón. En ese preciso momento, el niño creía que jamas volvería a oír. Sin embargo no tenía tiempo para pensar en lo revuelto que tenía el estomago en ese preciso momento. Por lo que continúo caminando hasta salir a la calle posterior. No se esperó ni un segundo, corrió en dirección contraria a los terroristas. Corrió acompañado de muchas personas más.


    (…)​


    Llegado un punto se topó con una oleada de personas hacia todas direcciones, ahí se percató que otra persona estaba disparando hacia el lado al que huía. Bastian cayó tras un empujón de una mujer, pero gracias a eso vio un pequeño callejón por el que podría entrar un niño delgado como él. Pasó por el callejón, mientras lo hacía se percató que los gritos retumbaban con mayor intensidad entre esas paredes, oyó con más fuerza los aullidos de los hombres al disparar, y la pólvora, al tronar, taladraba sus oídos trayéndole secuelas de la noche en que murieron sus padres. El chico empezó a gritar en medio del callejón, las secuelas seguían tan vivas como siempre ¿Acaso había vuelto en el tiempo? ¿Acaso volvía a estar en el maldito día de la muerte de su familia?

    Terminó el callejón, tomo aire mientras se limpiaba el sudor que empezaba escurrir por su frente.

    De ese lado todavía no había tanta gente, pero la poca que había, estaba huyendo.
    En medio del desastre Bastian observó la escena que se perpetuaba entre el escándalo, un hombre maltrataba a una jovencita que cargaba un bebe en sus brazos. La chica gritaba de dolor por los constantes jalones del hombre. La persona se le acercó al oído y acercaba lentamente un cuchillo hacia el delicado cuello de la joven madre. Esa era la joven que estaba con Ben… Era la familia de aquel asqueroso tipo que le llevó contra su voluntad hasta su antiguo hogar… Pero era una madre en peligro…

    La respiración de Bastian aumentó de repente, su vista se nubló y como un instinto mezclado con rabia, tomo un tablón grueso que estaba a un lado de la salida del callejón y corrió hacia el hombre con un grito valiente.

    Estrelló el tablón en el cráneo del hombre, destrozando parte de la tabla. El hombre soltó a la mujer y Bastian le dio un segundo golpe al villano, un golpe justo en la quijada con lo que le sobraba de la madera.

    La mujer se levantó rápidamente y corrió como todos los demás. El hombre se giró, tomó a Bastian distraído y lo aventó hacía el suelo, haciéndole tronar en el duro asfalto. El villano rió por el valiente movimiento de Bastian.

    El niño daba quejidos mientras estaba en el suelo, después de la paliza contra los compañeros de Ben no se encontraba con fuerzas para seguir teniendo una pelea larga.

    El bandido levantó el brazo en dirección de la madre, de su brazo salió disparados unas lianas hacia la mujer. La tomó entre las gruesas cuerdas y le apretó fuertemente. El bebe empezó a llorar de dolor y la joven solo pudo implorar piedad entre gritos.

    Bastian se levantó nuevamente y el hombre lo observo.

    – ¿Creíste que permitiría huyera?–Aulló el hombre. Las lianas se separaron del brazo del hombre y se clavaron en el suelo. El bandido se agachó para recoger el cuchillo que había tirado por el golpe de Bastian. Le mantenía la mirada, se encontraba frente a él, ese niño temblaba y respiraba de cansado, e incluso así se atrevió a levantar los puños en una posición de pelea. El hombre soltó una risa –¡Enserió que eres valiente, mocoso! ¡Muy bien, morirás como un guerrero!– Y se abalanzó empuñado el cuchillo con un movimiento velos que le rasgó el pecho a Bastian.

    El niño se hizo hacia atrás. De la herida empezó a fluir sangre, un corte un poco profundo. Bastian se asustó, su respiración se volvió incesante y por un momento se paralizo. Su rostro ya no mostraba la misma valentía de antes.

    El hombre nuevamente se abalanzó hacia él. Lo tomó del cuello y lo derribó en el suelo. Direccionó su cuchillo hacia Bastian y meneó el arma por arriba del rasgado pecho del joven. Bastian pataleaba desesperado, pero estaba bloqueado por el peso del hombre que se encontraba sobre su cuerpo.

    –Fue un buen golpe, niño. Lo recordaré.

    Bastian pataleaba y trataba de gritar de terror, pero era imposible, la fuerza del hombre le asfixiaba por completo. Vio en el rostro del bandido una sed de sangre incontrolable. Tenía miedo, mucho miedo, tanto que comenzó a llorar tras esperar lo peor.

    El hombre dio un último meneo al cuchillo, lo subió y lo bajó con ferocidad.

    Una bala le destrozó el brazo que cargaba el cuchillo justo en recorrido al pecho del niño.

    El hombre giró la cabeza con las venas de la garganta exaltadas de rabia. Entonces pudo ver al hombre que le había disparado, esa fue la ultima sorpresa de su vida, no era un hombre, era un adolescente. En ese momento su cráneo fue perforado por otra bala.
    Bastian observo la escena, perplejo. Su ropa, al igual que manos y cara estaban manchadas por sangre y sesos de aquel hombre. Se levantó horrorizado, gritando del susto.

    Levantó la mirada y vio como las lianas que apretaban a la madre y al hijo empezaban a desvanecerse. A pesar de ya no estar atrapados sus gritos, al igual que sus llantos no cesaban.

    Bastian, aterrado y observando con un gritó ahogado el color rojo intenso que manchaba su ya de por si camisa roja, comenzó a caminar en reversa entre movimientos nada coordinados. Estaba a punto de soltarse a llorar del susto cuando una mano le tocó el hombro, por lo que soltó un gritó mucho mas fuerte.

    – ¡¿Estas bien, Bastian?!– Gritó Kian con un gesto de horror absoluto. Trató de calmarlo hundiendo al niño en un fuerte abrazo.

    El niño pataleaba sin percatarse que era su querido hermano.

    Kian, desesperado, le tapó la boca. Sintió la respiración agitada del joven, entonces con calma le comenzó a hablar –Shhh. Soy yo, soy yo. Shhh. Soy Kian. Tu hermano. No temas, Bastian. Por la diosa, ¡Reacciona!– Gritó el joven.

    Su susto empezó a desvanecerse y la respiración tomó mejor control. Ahí estaba Kian frente a él, con un revolver en la mano derecha y su uniforme caqui con una hebilla en forma de estrella que decía “Sheriff”.

    –K…Ki…Kian, ¿Tu?– Los ojos se movieron hacia el revólver. La voz era silenciosa, ahogada en un miedo horrendo.

    El joven direccionó sus ojos hacia el arma. Volteó hacía el hombre muerto en el suelo. Sus manos empezaron a temblar. Mordió sus labios y suspiró –Si…– Respondió en un murmuro –Y–Yo–Yo lo hice…– Tomó un buen trago de aire y exhalo con fuerza –No tenía otra opción… El pueblo está siendo atacado por unos bandidos…– Cerró bien los ojos y su ceño se frunció –Todo parece tanto aquel veintitrés de agosto…

    Bastian apenas si había prestado atención a las palabras de su hermano. En vez de eso miraba con atención a la madre con su hijo. Gracias a la diosa se encontraban a salvo.

    – ¡Bastian!– Grito Kian con enojo – ¡Escúchame…!

    El niño volteó a ver a su hermano mayor. Aunque seguía con la mirada perdida.

    –Esto va a ser lo que tienes que hacer. T–Te–Te voy a dar esta pistola…– Nuevamente volvió a respirar –Tengo que proteger a este pueblo también. Tendrás que hacer esto solo. Te vas a levantar y huirás hasta la casa, tomaras a Mike, a Mairis y Bruno, y se encerraran en el sótano.

    –T–Tu– ¿Tu no vendrás?

    El tronar de más pólvora sonó en el aire. Unos gritos empezaron a llenar los odios de ambos chicos. Kian volteo en dirección al sonido –No puedo acompañarte…–Negó con la cabeza y señalo hacia donde se había odio el disparo –El enemigo se encuentre del lado contrario al de la casa, no tendrás problemas para llegar... La casa no queda tan lejos si corres. Has todo lo posible por llegar a salvo, ¿Entendido? ¡¿ENTENDIDO?!

    El niño asintió, pero tan pronto tomó el arma se le cayó.

    Kian la recogió y le observó con un claro gesto de estrés. Pues las balas nuevamente volvían a tronar en el cielo.

    –¡Daisy! ¡Por la diosa! ¡Por la diosa!– Gritó de pronto una voz que tanto Bastian como Kian conocían a la perfección.

    –¡Ben!– Gritó la joven madre levantándose de inmediato y envolviendo al joven en un fuerte abrazo –¡Donde habías estado! ¡Empezaron los tiroteos y me preocupé mucho! ¡No sabia si te había pasado algo!

    –Estoy bien, Daisy. Yo… yo…

    –Arriba las manos, Ben– Dijo una voz a seis metros del joven. Ben volteó y vio a Kian con el revolver levantado hacía su cabeza –Martin me informó que tu gente fue a golpear a Mairis Hellwell. De hecho se cuenta que mantuvieron un encuentro con Bastian y Bruno. Te arrestaré por ser la mente detrás del acto. No creas que no te pondré las esposas por estar en medio de un campo de guerra. ..

    –¿Qué?– Preguntó la madre sorprendida –Es mentira, ¿verdad…? Ben, contéstame…

    –Yo lo hice. Es verdad.

    –¡Ben! ¡No! ¡Te lo dije una y otra vez! ¡Son solo niños! ¡No tienen la culpa de nada!

    –Y tenías razón– Le aclaró el joven con la mirada decidida. Tragó saliva y volteó hacia Kian –Y tu vaquero… Aceptaré condena después de que el ataque termine. Me entregaré personalmente, si no lo hago, tienes todo permiso de meterme una bala cuando quieras…
    –Me parece bien. Vete... Asegúrate de no morir…

    –Claro. Vayámonos, Daisy.

    –No, todavía no. ¡Sheriff!– Kian volteó hacia ellos de nuevo –Necesitas a alguien que lleve al niño hasta su casa a las afueras. Tan solo míralo. Sigue temblando a pesar de que ya paso varios segundos de calma. Si lo mandas así y llegase a toparse con alguien lo mataran. Deja que Ben lo escolte.

    –Daisy, tranquila.

    –¡Como si fuese a dejar que ese criminal llevase a mi hermano hasta…!

    –Acepto– Interrumpió Bastian.

    Tanto Ben como Kian quedaron perplejos.

    –Bastian, por la diosa, ¿que dices?

    –El también lo vio, Kian… Me llevó hasta la mansión, nuestra anterior casa… Y vio como el hombre momia mató a todos sus compañeros.

    –¿Qué? ¿Eso es verdad, Ben?– Preguntó la madre.

    El joven solo asintió con los ojos cerrados.

    –No quisiese decirlo… Pero creo que el necesitaba ver de nuevo al provocador de las muertes de aquella noche… Ben. Vas a escoltarme y yo te perdonare… Con eso quizás también te ganes el perdón de los demás…

    –Bastian, yo no voy a…

    –Acepto, joven Arcnaik– Contestó Ben acercándose hasta los dos hermanos –Te prometo que llegaras a tu casa en una pieza. Deme el arma, sheriff.

    –Sheriff…– Susurró Kian al escuchar que lo decía con respeto. Observó a Bastian, el joven aun dudaba de lo que estaba haciendo.

    –Si nos dispara, ya te encargas de darme unos buenos golpes en el otro mundo.

    Kian comenzó a reír –Que me perdone nuestra madre por lo que voy a hacer…– Le dio el arma a Ben y levantó a su hermano –Esa pistola se la das a mi hermano cuando lo hayas entregado. Sin embargo, si uno de los niños no decide perdonarte, te meteré a prisión de igual manera…

    –Trato hecho– Contestó el joven vándalo estrechando la mano del sheriff –Oye, pelirrojo, mas vale que convenzas a los otros niños.

    –Se reirán tanto cuando les diga que te orinaste en los pantalones que lo olvidaran– Respondió el niño caminando hacia el Sureste. Daisy, la cuñada de Ben soltó una ligera risa y tomó camino a un lado del niño, mientras que Ben se fue atrás vigilando el perímetro. Pocos metros después comenzaron a correr.

    Kian observó a Bastian alejarse. Vigilando que estuviese bien. Cuando lo perdió de vista lo único que le quedo fue rezar que confiarle su vida a aquel joven hubiese sido la mejor opción. Y se fue, para servir como Sheriff de LaneCloud.


    (…)​


    Finalmente llegaron al final de los campos. La zona se encontraba más solitaria de lo normal, como si los mismos habitantes de esas casas de granjeros hubiesen huido al ver el ataque en el pueblo. Por fortuna, y justo como lo dijo Kian, camino a su casa no había ningún tipo de ataque. Una vez llegados a la casa, Bastian descubrió que no parecía haber nadie.

    –Yo no tendré problemas si quieren refugiarse aquí.

    –No, niño. No puedo abusar de tu buena voluntad…

    –¿Entonces volverás al pueblo?

    –No. Huiremos. Es lo mejor. Caminaremos por los bosques hasta llegar a la parada de trenes, de ahí. Solo sera ver hasta donde llegaremos…

    –¿Y la cárcel?

    –No iré… Confiaré en que convencerás a los otros niños de perdonarme… Yo… realmente lo siento…– El joven, que siempre había tenido un rostro duro respiro con tranquilidad. Como si ese “Lo siento” fuese la cosa mas dura de decir. Un segundo después le tendió el arma a Bastian –Nunca volveré a lastimar a nadie, niño. No la necesitaré.
    El niño la tomó. Intentó sonreírle, pero no lo logró.

    –Tienes valor, joven Arcnaik… Imagino que seras un gran guerrero…

    –Gracias.

    –Bien… Pues es hora de partir– Y el joven se dio vuelta y caminó hacia bosque que quedaba a un lado de la nueva casa de Bastian.

    La madre se quedo unos segundos más con Bastian. Le dio un fuerte abrazo y le beso multiples veces el rostro. Le desbordaban las lagrimas mientras mostraba una gran sonrisa –Jamas podré de decirte lo agradecida que estoy de que me hayas salvado… Y estoy segura que mi bebe si pudiese hablar te agradecería igual… Pero sobre todo. Gracias, por traer de vuelta al Ben que siempre conocí…

    –De nada– Esta vez si pudo sonreír. Volvió a ver a Ben, que caminaba sin voltear a tras, como si pensase que Daisy estuviese justo detrás suyo –Espero que su relación dure por siempre y… téngale paciencia.

    La madre comenzó a reír –Es mi cuñado. Pero, gracias. Entra a tu casa, Bastian Arcnaik, refúgiate y si el destino desea que nos unamos de nuevo, estaré muy feliz de verte. Que la diosa te proteja– La mujer se dio la vuelta y se fue. Bastian vio como se iban. Se perdieron en los bosques.

    Fue extraño. El niño sintió un tremendo pesar al verles partir. No sentía ningún afecto por ellos, eso era claro. Pero en la imagen de Daisy pudo ver la imagen de su madre. Cuando desapareció en el bosque aceptó que su madre se había ido. No la había superado, pero si lo había aceptado…


    (…)​


    Bastian se dirigió hacía el sótano, el cual tenía entrada pasando una habitación que servía como almacén, cruzando la habitación del sheriff y un baño, lugar al que llegabas pasando a través de la sala de estar. Llegó hasta la puerta y giró la perilla.

    Bruno se exaltó, volteó con el rostro más pálido que de costumbre y luego con los ojos bien abiertos dijo en un susurro –Bastian…– Se encontraban abajo en el sótano, frente a él se encontraba Mairis, la cual cargaba a Mike y a sus lados estaban Alicia y Melissa.

    – ¡Martin estaba muy preocupado por ti, ¿A dónde te llevó Ben?!– Gritó Mairis como toda una madre preocupada.

    El niño hizo caso omiso de la pregunta de la niña y pasó al sótano, cerró la puerta con todos los cerrojos que tenía.

    – ¡Oh mi diosa!– Gritó Melissa al ver a Bastian bajo la luz de las escaleras – ¡¿Qué te paso?!

    El chico observó su ropa ensangrentada –Quise… Yo quise… Ammm– Suspiró para relajarse pues sabía la lluvia de criticas que le venía encima –Defendí a la cuñada de Ben durante el ataque al pueblo. La cosa no salió como yo deseaba, pero Kian me ayudó…– Llego hasta el suelo y reviso el lugar. Un montón de cajas y mucho polvo era todo el escenario.

    – ¿Pero estas bien?– Preguntó Alicia, la cual se acercó con el botiquín para ayudarle.

    –Ammm, sí, solo tengo este corte en el pecho, pero enseguida me lo atenderé…

    –Yo lo hago. No te preocupes– La pequeña chica le sentó sobre una de las cajas y le comenzó a tratar la herida. El niño, atónito, porque nadie le corregía se dejó atender sin problemas mientras veía a los demás, todos tenían un rostro de profunda paz tras verle.

    –Gracias, Alicia– Le sonrió Bastian y la niña se sonrojó, pero siguió trabajando en la herida. Los demás se quedaron callados durante el tratamiento de las heridas del pelirrojo, por lo que Bastian se preguntó si estaban pensando en la razón de por que había ayudado a la cuñada de Ben… Tras unos largos segundos el niño se decidió a romper su duda –Ammm, ¿Están molestos porque ayudé a aquella chica?

    Mairis y Melissa se vieron a la cara con un rostro confundido.

    –¿Por qué deberíamos estar molestos?– Preguntó Mairis.

    –Bueno… Es la familia de Ben.

    –¡Bastian!– Gruñó Melissa con el ceño fruncido y los brazos cerrados –Enserio me molesta que pienses así de nosotros, ¿Acaso deberíamos decirte que estuvo mal ayudar a una madre y su niño? Quizás Alicia o yo no podríamos hacerlo, pero ustedes que tienen mas ventaja que nosotras deberían de utilizar sus fuerzas para el bien.

    –Sí. Melissa, tiene razón– Continuó Bruno, el cual tenía bandas y gazas por el rostro, al menos las visibles. Su amigó le sonrió y continuó –Ademas, si nosotros nos negáramos a la ayuda que brindaste a aquella chica solo por ser parte de la familia de Ben, ¿en que nos diferenciaríamos a él?

    Bastian, con una alegría desbordante soltó una risa fugaz. Los observó a todos y pensó que estaba rodeado de buenas personas, unas increíbles personas. Sin embargó venía lo más complicado.

    –Ammm– El chico lo meditó de nuevo –Ben, me escoltó hasta la casa. Yo, estaba aterrado durante los disparos en el pueblo– Por no querer decir la horrible escena que había pasado frente a sus ojos –Ben, animado por su cuñada se decidió a escoltarme con un arma hasta la casa. A él también se le miraba aterrado, pero me salvó, nadie sabe que hubiese sucedido si él no hubiese aceptado a acompañarme…

    –¿Enserio hizo eso?– Preguntó Bruno en un grito.

    Bastian asintió.

    –Ben, es así– Dijo Melissa de pronto –Yo conozco a Ben desde hace varios años. Nunca me he juntado con su grupo, pero se cosas de él. Hasta donde sé, él siempre ayudaba a la gente de los barrios bajos junto con su hermano mayor. Muchos le tienen apreció y lo seguían por eso mismo… Sin embargo tras lo sucedido hace mas de un mes, el joven comenzó a cambiar. Mas de uno lo notó, muchos se fueron y muchos otros se le unieron por lo mismo… Los odiaba y al Gobierno Mundial también… Mi hermana me dijo que era triste ver a un chico como él tomar el mal camino– La chica observó a Mairis con rostro duro –No puedo perdonarle lo que le hizo a Mairis, ni a ustedes.

    –Yo tampoco, puedo perdonarle esto– Alicia terminó de cortar en las manos de Bastian y le miró con tristeza las heridas en su rostro –Nadie se merece que lo traten así.

    –A mi hermana nadie la toca– Dijo Bruno con un rostro terrorífico –Pienso que se merece algo muy malo por lo que les hizo...– Masculló sin ver a nadie.

    –El…– Bastian necesitó respirar para controlar el miedo que le causaba recordar a Momia en el patió de su casa cazando a todo lo que se le ponía enfrente –Créanme cuando les digo que ya pagó por lo que hizo hoy…

    –Decidió ayudarte, ¿no es así?– Dijo de pronto Mairis mientras jugaba con Mike –Ojala sea porque se dio cuenta que lo que hizo no esta bien. Y espero que vuelva a ser ese chico bueno del que la hermana de Melissa habla.

    Melissa suspiró con un gesto serió y pensativo –Por la diosa, que así sea.

    –Yo solo sé que si se vuelve a verle el rostro le meteré un golpe en el rostro– Dijo Bruno a rechinadientes.

    –¡Yo también!– Gruñó Alicia de pronto y todos la vieron con los ojos como platos. Para justo después, entre todos reír por el sorpresivo coraje de la más tranquila de todos ahí.

    Bastian pudo respirar en paz, pensando que en el fondo Ben crecería, cuidaría a su familia y quizás algún día, no sabía cuando, juntos se reirían de lo idiota que alguna vez fue.
    Pasaron unos minutos entre pláticas relajadas. Bastian ya se encontraba tan parchado como Mairis y Bruno. Melissa ya había revisado todas las cosas que podrían comer en caso de tardar una noche entera ahí abajo.

    Entonces, mientras hablan con calma, una explosión se escuchó en la lejanía. Alicia abrazó a Melissa, y Mike brinco en las piernas de Bastian. Mairis se acurrucó en los brazos de su hermano con un rostro triste.

    Justo después Bastian tomó la pistola que le había entregado Kian y se la lanzó a Bruno, el cual la tomó en el aire.

    –¿Para que me la das?– Bruno le observó con los ojos muy abiertos.

    Mairis únicamente apretó los labios tratando de evadir un fuerte sentimiento de angustia que le recorría por todo el cuerpo.

    Bastian juntó la mirada con su amigo y dijo con la voz seria –Tú tienes la mejor puntería de los tres…– Le dio un abrazó a Mike, dejando de ver a Bruno y en silencio dijo –Es por si acaso…

    Bruno únicamente asintió.


    (…)​


    La batalla entre los bandidos y los soldados se extendió a lo largo de la tarde. Martin se encontraba defendiendo a todo aquel que se le pusiera en su camino. Recorría las calles de LaneCloud con dos pistolas que cambiaba cada que se quedaba sin balas, transportándolas desde el pueblo a la casa. El joven se encontró con mas de un soldado y los comenzó a guiar entre el combate, demostrando sus grandes habilidades en el campo.

    Martin no había vivido el día de la muerte de Abraham Arcnaik, pero imaginaba que el horror que estaba sintiendo en su piel ese mismo día, no era nada contra el infierno de aquel veintitrés de agosto.

    Ahora mismo el ejercito de Hericent se encontraba mucho mas preparado que hace un mes y ahora eran capaces de controlar la situación. A demás contaban con la ayuda que habían mantenido el Gobierno Mundial en sus tierras en caso de una secuela de aquel ataque. Esta vez el ejercito pudo mantener un combate a la par contra el enemigo, pero Martin notaba que había algo extraño. Al menos por lo que sabía gracias a su hermano, y por lo poco que le quiso decir Claarn, el combate de hace un mes había sido perpetuado por un pequeño ejercito de mercenarios liderados por poderosos magos.

    Hasta el momento no se había topado con un mago como los que fueron registrados aquella noche… Y eso más que alegrarle le ocasionaba un terrible sentimiento de paranoia.

    Martin guió por las calles del área del ayuntamiento a un grupo de escuadrones que habían perdido a sus líderes. Revisó el área y poco a poco fueron brindando un área segura alrededor del ayuntamiento.

    –Se están dirigiendo hacia el ayuntamiento…– Dijo Martin al ver a un grupo de bandidos seguir a una de familia que huía en gritos. Se encontraba en cuarto piso de un edificio departamental cercano al lugar y revisaba todos los posibles lugares de emboscada con ayuda de un mapa y su magia de sensor. Entonces pudo ver como prendían fuego a una pequeña casa únicamente porque sí en la lejanía –Están destrozando el pueblo… ¿Pero por qué?

    –Teniente Coronel, Price, ¿Cuáles serán las ordenes?– Preguntó uno de los soldados que le acompañaba.

    –Informa al escuadrón #4 moverse por los callejones Norte ocultándose de los bandidos. Disparen desde la calle que da a la biblioteca. Tras atacar muévanse inmediatamente– Volvió a revisar el lugar. Encontró a más bandidos moviéndose por las calles, disparando y destruyendo sin ningún sentido. Era un gran ejército el que se encontraba en el pueblo… Sin embargo el ejercito enemigo no parecía tener una orden en especifico ademas de traer el caos.

    –Pasa la orden al escuadrón #7 de mantener encuentro contra el grupo que se acerca por la calle del Sur… Dile al escuadrón # 14 que embosque al pequeño equipo que camina por el Este…

    De pronto es como si todos hubiesen decidido venir al ayuntamiento. No parece que estén siendo coordinados, pero de momento no es posible que entren al área con esos intentos, tengo cubiertas las entradas principales y fuerzas por los callejones que dan hasta aquí. Necesitan venir con más fuerzas si lo que quieren es conseguir derrotar esta defensa.

    –¡Señor Price alguien esta atacando al escuadrón #4 en el norte!– Informó el soldado asustado –¡Es un mago!

    –¿Qué? ¿En qué momento se escapó de mi sensor?– Martin comenzó a visualizar en su magia de sensor y no encontró nada, solo el aura de sus soldados desapareciendo.

    –¡Usa magia de hielo y una espada!– Gritaba el soldado con el comunicador pegado a los oidos –Calvo, uno sesenta, piel morena, viste completamente de azul…– El hombre se quitó el audífono de pronto –Mierda…

    Solo describieron a uno… Un único mago mató a un escuadrón entero. No es imposible, pero tampoco es común… Ademas que no aparece en mi sensor, ¿Rompió mi sensor? No, no parece tener ningún fallo… ¡Es imposible! ¡¿Qué clase mago es?!

    –Tomen sus binoculares, revisen el perímetro del ayuntamiento…

    Una potente presencia entró de pronto ante el sensor de Martin, el cual solo pudo quedarse quieto al sentirla.

    –¡Teniente Coronel! ¡Estoy escuchando informes de la llegada de un individuo en medio del enfrentamiento en el Sur del ayuntamiento!

    –¡Qué evacuen inmediatamente esa zona!– Aulló Martin desesperado.

    –¡Jefe! ¡El mago descrito esta subiendo las escaleras del ayuntamiento!– Le informó el segundo de los soldados que le acompañaban.

    –¿Algún lugar fuera del rango de los bandidos del sur donde pueda disparar?– Preguntó Martin poniéndose de pie y apareciendo un rifle francotirador en sus brazos.

    Si logró matarlo con un único tiro podre intentar hacerme cargo del hombre que acaba de llegar. Un tiro, solo uno.

    –Espere, el hombre tiene un radio. Lo esta levantando…

    –Es nuestro… El radio es nuestro…– Dijo el soldado del comunicador inmerso en él miedo –“Nos dio problemas, hombre que lideró la defensa. Tuvimos que venir dos, para abrirnos paso. Fue interesante.”– Recitó el soldado.

    –¿Qué demonios?– Preguntó Martin.

    En un instante dos explosiones hicieron temblar el suelo del área del ayuntamiento. Martin abrió bien los ojos al notar el cambió en sus sensor… Los otros dos escuadrones habían sido aniquilados en un parpadeo.

    –¡Soldado, informe a los soldados en los callejones mantener la calma y esperar un minuto! ¡Justo después de eso todos deben centrarse en la defensa del ayuntamiento a campo abierto!– Martin levantó su rifle y apuntó a la cabeza del hombre que subía hacia el ayuntamiento. Entre un mago que puede generar explosiones y un mago que desaparece de cualquiera de mis sensores es mas peligroso el que desaparece. No tendré mucho tiempo tras el disparo tendremos que dejar el edificio.

    Inhaló.

    Fijó su objetivo.

    Disparó.

    Acertó.

    Exhaló.

    –¡Muy bien! ¡Es hora de partir! ¡Tomen el equipo y toquen mi hombro!

    –Sr. Price…– Murmuró el soldado que miraba por los binoculares –¿Qué es eso?

    Martin no comprendió a que se refería su subordinado. Le quitó los binoculares y pudo ver como el cuerpo de aquel hombre vestido un traje azul suelto comenzaba a deformarse hasta tornarse en uno completamente diferente. Le creció un cabello largó y lacio, le salió una desaliñada barba y su cuerpo adelgazó al igual que creció.

    –No lo se– Susurró Martin con el aliento ahogado en su garganta. Pudo verlo, el hombre se movió de nuevo y levantó el radio de nuevo. Los ojos de Martin se abrieron de inmediato, empequeñecidos de la pupila por el miedo.

    El hombre movió los labios.

    Martin hizo el ademan con las manos.

    Tercer Edificio departamental a las dos empunto. Cuarto piso.– Fue lo ultimo que escuchó el soldado del comunicador antes de estallar junto con sus compañeros y buena parte del edificio.

    Martin apareció en el techo de la glorieta de la calle departamental, observando con los ojos perdidos la caída de escombros ardientes por todo el alrededor. Una risa desquiciada acompañaba el horrible evento.

    – ¡Llego el momento de volar este maldito ayuntamiento!– Gritó una voz joven. Martin dirigió su mirada hasta el hombre que había sentido antes. Era incapaz de creer que ese hombre tuviese aquella retorcida sonrisa emocionada al ver el edificio arder.

    Martin se giró hacia el ayuntamiento. El hombre de azul descendía rápidamente por las escaleras. ¡Maldita sea! ¡Enserio quieren volar el edificio! Nuevamente Martin hizo el ademan con la mano y se envió hasta el interior del ayuntamiento, donde se encontraban refugiados cientos de pueblerinos. Rápidamente abrió sus aros mágicos y comenzó a escribir las runas en ellos.


    (…)​


    El hombre de azul y el hombre que generaba explosiones se encontraron a mitad de la calle mientras sus lacayos comenzaban a inspeccionar los alrededores de la glorieta.

    –Lo hiciste bien, Jason– Dijo el hombre de azul.

    –Fue tu plan. Arriesgado, pero un gran plan– Comentó el denominado Jason, el cual levantó sus brazos y comenzó a generar unos poderosos hechizos –Ahora viene lo bueno. Dudo que Arcnaik no haya puesto un tipo de protección muy poderosa a lo que estaba protegiendo.

    Un par de explosiones nos ayudara a encontrar mejor el lugar donde se encuentra su tesoro…

    –Genera una explosión tras otra. Yo te informaré si veo anomalías en algún tipo de hechizo.

    No podemos arriesgarnos a perder ese libro.

    –¡Entonces ponte atento! ¡Esto sera grande!– Aulló Jason desquiciado mostrando su desagradable sonrisa. Junto las palmas en un fuerte aplauso y con su tronar una inmensa explosión demolió parte del ayuntamiento. Continuó con sus explosiones una detrás de otra mientras reía entre carcajadas. Algunos de los mercenarios de su ejército comenzaron a aplaudir la destrucción que se estaba llevando a cabo entre gritos energéticos y palabras de aliento.

    Entonces, mientras el hombre de azul observaba la destrucción del ayuntamiento pudo ver una barrera mágica quebrándose. Así como también fue capaz de ver una sombra humana detrás de la entrada principal del ayuntamiento.

    –Dos mas– Dijo el hombre de azul con seguridad.

    –¡Puedo hacer muchas mas que esas!

    La ultima explosión fue una potente bomba que iluminó parte del cielo con su fuerza e hizo mover el viento moviendo incluso a su creador y sus compañeros. Las ventanas de todos los edificios alrededor tronaron y los arboles perdieron sus copas, moviéndose hasta sus raíces.

    El polvo dejado por los escombros impidió la completa visibilidad de lo que quedaba del ayuntamiento, pero tanto Jason, como el hombre de azul fueron capaces de ver como se rompía una barrera.

    El silenció inundó el lugar.

    Incluso Jason se digno a solo mantener su espeluznante sonrisa.

    De entre el polvo pronto se logró identificar una figura frente a todas las ruinas del ayuntamiento. El viento hizo su favor y permitió a los dos líderes, así como todo el ejército enemigo, admirar el imponente temple de un Martin que acaba de salvar a todos los pueblerinos refugiados.

    Las risas de excitación de Jason no se hicieron esperar y rápidamente inundaron todo el área de un tenebrosa incomodidad –¡Enserio que eres bueno!– Alagó –¡Estoy impresionado! ¡Esas fueron parte de mis mejores explosiones! ¡Eres talentoso! ¡Tremendamente talentoso!– Y continuó sus risas.

    Martin respiraba con dificultad entre todo el polvo y la ceniza. Lo único que se oía era un pitido. Con forme fue recobrando el sentido escuchó como sus muros se empezaban a deshacer. Su vista estaba borrosa. Atrás suyo se escuchaban gritos de muchas personas. El joven se levantó entre tambaleos, su sentido del equilibrio se había ido parcialmente junto con su sentido del oído. Levantó el brazo y el polvo se abrió camino dejando ver el enorme hueco que la explosión había provocado. Retazos de magia volaban en el aire.

    Todavía no recobraba por completo el sentido de la audición. Los gritos de las personas eran un susurro, e incluso así podía escuchar las maniáticas risas de Jason taladrándole los oidos.

    Martin estaba saliendo del ayuntamiento a través de lo que alguna vez fueron marcos de puertas. Observaba a aquel cuerpo en medio de la glorieta. Gritaba emocionado por algún motivo. Parecía demasiado feliz. Lo aborrecía, lo odiaba con todo su ser. Así como le temía, pues le había obligado a utilizar todos sus conocimientos sobre barreras mágicas para ser capas de defender el ayuntamiento.

    El hombre de azul, miró al joven. Pronto se dio cuenta que era una de esas personas de la que le habían hablado antes de dar el ataque.

    Solo existen tres personas de las que se tienen que cuidar en ese pueblo mientras que mantengamos a Claarn en GreenPeak. Uno de ellos es el General Marcus Thompson, el otro es el Jefe de Detectives Fabriccio Lecter y por ultimo el mas joven de los tres, el hermano menor del General de Milloria, Martin Price

    El hombre de azul comenzaba a desenfundar su espada cuando de pronto comenzó a escuchar a Jason hablar de nuevo.

    – ¡Muy bien hecho!– Aulló, mientras incrementaba la energía en sus brazos y escribía las runas de sus hechizos –¡Sin embargo si quieres evitar que este pueblo quede hecho cenizas tendrás que hacer eso muchas veces más!– Estaba por juntar sus manos.

    Martin asustado comenzó a escribir de nuevo la barrera, pero era imposible, no lograría armar una de ese tamaño a tiempo.

    Las palmas de Jason estaban por juntarse cuando una figura con sombrero apareció enfrente de él como un rayo, para justo después meterle un puñetazo que envió volando al joven por los aires.

    –¡Imposible!– Braveó el hombre de azul, tras terminar de blandir su espada.

    La figura de Claarn se había hecho presente y tenía una mirada de rabia como nunca se le había visto. En la mano del veterano se generó una materialización de energía que chocó contra la espada del hombre de azul.

    Fue imposible retener el ataque. El hombre azul terminó volando por los aires mientras le venían a la mente las palabras de su líder.

    Confió en que pueden hacerse cargo de tener un enfrentamiento contra cualquiera de ellos tres. Más si Claarn logra volver a LaneCloud antes de lo esperado, no aseguro que regresen con vida. Ese hombre es posiblemente uno de los mas poderosos magos de todo el mundo.”

    El hombre de azul terminó impactándose contra uno de los edificios de la glorieta, atravesando la madera y concentro.

    Claarn se vio rodeado por el ejército de “La Nueva Cabeza” que sin dudarlo un segundo apuntaron al veterano. Pero la cosa duró poco, porque en ese mismo momento los soldados de Martin salieron de entre los callejones para comenzar el enfrentamiento.

    El viejo soldado al observar que la cosa se pondría seria voló por los aires en búsqueda de Jason, que había volado hasta los comercios del otro lado de la entrada Sur de la glorieta del ayuntamiento.

    Claarn observó al joven. No parecía tener ni una sola herida.

    – ¿Por qué esa cara, viejo?– Preguntó Jason con la aquella aterradora sonrisa. Se puso de pie y preparó su siguiente ataque –Debes de ser de quien me advirtieron… No debías volver hoy…

    –Entonces ustedes fueron los que llevaron a cabo el asesinato del General Continental y solo para desviar mi atención… ¿Qué buscan aquí?

    –¡Eso tendrás que buscarlo tu mismo!– Jason estaba por generar una de sus explosiones, pero de nuevo fue interceptado por un golpe de Claarn que lo elevó hasta los aires.

    Claarn no se esperó ni un segundo más, voló en dirección del joven. Estaba por dar el segundo golpe, pero Jason detuvo el puño del soldado con sus antebrazos, saliendo disparado hacia atrás con fuerte impulso. Cayendo sobre unas casas.

    Claarn continuó el vuelo en la misma dirección. Durante el viaje en su mano apareció una espada. Se introdujo dentro de la casa. Había mucho polvo en el aire. La visión era escasa. Mas el contraataque sorpresa de Jason no se hizo esperar.

    El hierro chocando generó un ruido en chilleante.

    Ambos tomaron su lugar por separado sin quitar la mirada en el otro.

    Es una espada rara, por su estilo curvo debe de ser de Nil, posiblemente del reino de Fastia. Los cortes con ese tipo de espadas son difícil de tratar… La magia que utiliza son hechizos de explosión y para ello debe dominar la magia de aire y fuego a la vez… No es un completo idiota, como su sonrisa y su forma de hablar lo aparenta.

    –No hagamos esperar nuestro encuentro, Claarn A. Bohm– El tipo comenzó a dar vueltas a su espada con su muñeca –¡Esta vez iré enserio!


    (…)​


    Desde el ayuntamiento Martin observaba como una explosión se levantaba en los aires –Tengo que ayudarle…– Murmuró –Ese tipo es muy peligroso– Dio un paso hacia adelante y de pronto empezó a escuchar a los gritos de los pueblerinos tras su espalda.

    –Solo te daré esta oportunidad Martin Price…– Dijo el hombre de azul, mientras caminaba entre los pueblerinos meneando su espada entre sus cuellos, uno por uno.

    Ademas de eso, me conoce… Fuera de eso, otra vez pasó bajo mi sensor. Sin hablar de que le metí una bala en la cabeza y no murió. Por ultimo cambió de físico por completo… ¿Qué clase de mago es? ¿Cómo me defiendo contra alguien con habilidades tan extrañas, maldita sea?

    –Escúcheme, joven Price. Abraham Arcnaik escondió algo en este pueblo. Ese algo le pertenece a nuestro líder. Le dieron un honorable puesto, ¿no es así? Y el viejo héroe de la cuarta guerra no era una persona precisamente corta de conexiones. Algo de información debió haber llegado a usted– El hombre se detuvo ante una mujer y le levantó del mentón con el lado sin filo de su espada –Hace unos días investigue la biblioteca y no hay nada ahí. También ya nos hicimos cargo de revisar la Mansión Arcnaik dos veces, ahora mismo están revisando la destruida mansión Hellwell y por ultimo hemos llegado hasta aquí, el ayuntamiento… Dígame un lugar, Martin Price y llévame hasta ahí. Solo así le aseguro que no mataré a nadie más.

    Martin respirando impaciente era incapaz de decidir que hacer.

    –No te demores tanto, por favor– La espada comenzó a rasgar la piel de la mujer, la cual comenzó a llorar desconsolada mientras su esposo e hijos imploraban piedad –¿Dónde esta ese tesoro?– Unió sus ojos azules oscuros con los ojos azules intensos del soldado.

    –Se que en la Mansión Arcnaik no se encuentra…

    El hombre suspiró con desanimo –Enserio parece que no lo sabes…

    Martin comenzó a generar sus aros mágicos.

    –Aun queda mucho terreno en este pueblo… ¿Me pregunto cuantas explosiones le llevara encontrar el escondite de ese tesoro?– Dejó a la mujer y le siguió manteniendo la mirada a Martin. El joven soldado comenzaba a sentir una vibra oscura y poderosa. Una sensación de cosquilleó le masajeó las piernas y Martin comenzaba a desear huir –Sin embargo si te encuentras aquí no nos dejaras seguir con el plan– Dijo con la voz fría y un tono que le causo escalofríos al soldado. El hombre de azul se lanzó hacía Martin blandiendo su espada. Mientras que corría escarcha de hielo comenzaba a aparecer sobre el filo de su arma blanca.

    Martin apareció en sus brazos una lanza y detuvo el tajo de su contrincante, pero no había visto la escarcha, y ese fue un error que por poco le cuesta un ojo de la cara, pues del filo de la espada comenzaron a salir disparadas pequeñas agujas de hielo, agujas que apenas logró esquivar.

    El joven soldado se tambaleó tras la ruda distracción y sonrió nervioso.
    –Martin Price, el segundo bastardo de Charles Price– El hombre de azul le direccionó la punta de su espada y sonrió con confianza –Es un honor pelear contra ti.

    –Tienes modales a pesar de ser un mercenario– Martin dio vueltas a su lanza hasta tomar la postura correcta –¿Cuál es su nombre?

    El hombre de azul tomó postura también –Mateo, Rodrigo, William, Robert, Chai, Kahamaw, e incluso hasta números son algunos de mis nombres. Puede llamarme como usted guste.

    –¿Azul, le parece bien?

    –Me parece adecuado– Soltó en una risa fugaz –Es mi color favorito después de todo. Aunque prefiero que se me recuerde por mi talento antes que por mi nombre.

    –Tendrás que demostrarlo…

    –Oh, lo demostraré. Se lo aseguro.


    (…)​


    Kian acababa de tirar un arma que había tomado una calle atrás tras quedarse sin balas. En ese momento no sabía cuántos cartuchos había disparado con tantas armas diferentes. Ni siquiera sabía cuántas personas murieron por su mano justiciera. No, no lo sabía y en ese momento no le preocupaba. No existía momento para pararse y ponerse a pensar en lo que estaba haciendo, ni momento de lamentarse ni de llorar. Bien dicen que en la guerra los niños se vuelven hombres. Ojala fuese por aprender de disciplina y responsabilidad, no por su pérdida de inocencia tras manchar sus manos de rojo.

    El joven pegó la espalda a la pared de una casa, tomo aliento, pues había estado corriendo por el pueblo desde que escuchó el primer disparo.

    Ahí estaba un joven, un niño al cual le temblaban las manos y las piernas, pero seguía tan firme en convicción como ningún otro. Defendería el pueblo con sus manos vacías de ser necesario.

    Las inspeccionó con cuidado. Bailaban en un movimiento involuntario, partidas de los nudillos y con más de una cortada. Manchadas con la sangre de más un hombre. Gritó con todas sus fuerzas y apretó los puños con toda la energía que le quedaban. Intentó aplastar todo miedo.

    Queda obvio decir que no sirvió de nada.

    El ejército de Hericent ya había llegado. Sin embargo, el pueblo se había vuelto una zona de guerrillas. No sabía cómo ni cuándo, mucho menos de donde habían llegado, pero el pueblo estaba repleto de bandidos y mercenarios tan sanguinarios que no dejaban el más pequeño pedazo de vida. En más de una ocasión le había tocado entrar a una casa para ver cadáveres de pueblerinos. Observó más de una casa vuelta arriba, más de una corroída por el fuego o vuelta nada por alguna explosión.

    En ese momento Kian pensó que de no haber estado en el pueblo durante el ataque, de haber llegado después de todo ese desastre, él no hubiese identificado a LaneCloud.

    ¿Cuánto ha pasado? ¿Cuatro o quizás cinco horas?

    Lo sabía porque era de noche, una noche que por las llamas del pueblo parecía seguir siendo de día.

    En sus oídos tronaban todos esos sonidos huecos de las balas disparadas, al igual que los estruendos de choques de magias y aunque ni el mismo lo podía creer, aun había gritos de civiles; personas que se habían escondido en sus casas, en alguna habitación, sótano o ático. Rezando a la diosa con esperanza de que la muerte no les alcanzara ese día.

    Tan pronto como pensaba que quizás no había ningún civil por aquel rumbo, escuchó los gritos de los que parecía ser unos niños.

    Kian apretó los dientes, cerró sus ojos con miedo y empezó a soltar bufidos molestos. Estaba cansado, adolorido, dañado y herido. Desgastado por el constante uso de su magia y sin embargo sus piernas se movieron en dirección a donde se pedía la ayuda. Era el asistente del sheriff, era el mismísimo alumno del héroe de la cuarta guerra. Nadie dañaría su pueblo. No es su guardia.


    (…)​


    Un grupo de niños peleaba contra sus captores entre pataleos y arañazos. El cuerpo de un hombre se encontraba en el suelo, dicho hombre se encontraba muerto. Una mujer de edad avanzada sollozaba al ser impotente de socorrer al grito de los que eran sus nietos. La mujer dio más de una patada y un puñetazo al hombre que la mantenía dentro de su casa.

    La paciencia del mercenario se colmó y arremetió un culatazo con su rifle al rostro de la anciana. La mujer cayó al suelo con la mejía borbotando en sangre y los ojos volteados. Los niños patalearon con mayor fuerza al ver el cuerpo de su abuela caer al duro suelo.
    Un hombre de alta estatura llegó del otro lado de la calle justo cuando la mujer tocó el piso.
    Los mercenarios voltearon hacia el hombre recién llegado. Su miedo fue incalculable al ver como su pecho se levantaba en orgullo mostrando sus condecoraciones.

    –No me lo creo, viejo, ¿Es lo que yo creo que veo?

    –Maldita sea… Eso parece… ¿No se suponía que uno de los jefes se encargaría de él?

    –Da igual…– Concluyó el hombre que golpeó a la mujer. En sus ojos se notaba el nerviosismo y su puño lo demostraba al temblar con voluntad propía –A este tipo le tocó un mal día. No hay muchos que puedan enfrentarse a tres magos juntos…

    –El General de Hericent, Marcus Thompson “El escarabajo de agua”– Mencionó uno de los hombres que sostenía a uno de los niños, con la sonrisa entumecida del pánico. Era cierto que su compañero tenía razón, podrían hacerle frente en conjunto. Sin embargo eso no evitaba que aquel enorme soldado forjara respeto con su sola presencia. Incluso después de que pareciera que había ganado una fiera batalla antes de llegar ahí.

    –Okey– Murmuró el que cargaba el rifle –Este será el plan…

    Marcus Thompson no se hizo esperar y se movió veloz por la calle.

    – ¡Me cago en…! ¡Suelten a los mocosos y retengan a ese hombre!– Gritó el mismo hombre. Justo después se puso a recargar el rifle.

    Uno de los hombres, el más grande y de robusto músculo corrió de forma recta en una colisión con el General.

    Los cuerpos colisionaron en un agarre de manos. El rostro del mercenario no tenía una pizca de miedo al momento de entrar en contacto, es más, parecía emocionado. Marcus por otro lado parecía molesto. Sus cejas pobladas se enarcaron en un golpe de rabia. Su piel morena se tensó y sus ojos aceitunados parecieron encenderse en fuego. Puso un pie delante, giró su cadera y empujó con todas sus fuerzas. El mercenario captó de pronto que el mundo se encontraba al revés, justo después sintió como el pavimento se rompía con su cuerpo. El General lo había levantado en el aire en un movimiento de judo, para después estrellarlo en una plancha contra el duro pavimento.

    Los mercenarios levantaron sus armas y empezaron a disparar. El cuerpo de Marcus se movió en un esquive fluido como el agua que le hizo esquivar cada bala que volaba en el aire.

    Se acercó a los otros mercenarios.

    Uno endureció su mano en un material de hierro. El puñetazo atravesó un manto de agua que era el trapecio izquierdo del General. Marcus se deslizó por la parte baja del hombre, arremetiendo un puñetazo certero en la boca del estómago. La fuerza del golpe levantó al mercenario, solo para después ser mandado a volar por una terrible patada en las costillas izquierdas.

    El segundo mercenario, aquel que cargaba el rifle, se abalanzó al General con un cuerpo vuelto raíces de árbol. El General sintió como su puñetazo empezaba a perder energía.

    –Utilizas cúmulos de agua en tus golpes para que en el momento del contacto los dispares, ocasionando un impacto aún más fuerte con la presión que ejerces en el agua– El hombre de raíces asistió un fuerte puñetazo al rostro de Marcus, doblegando –Sin embargo esos puñetazos no sirven si mis raíces absorben tu agua– El hombre empezó a reír –Grave error, hombre. Decidir pelear con nosotros tres cuando vienes de un combate– Justo después sus raíces se alargaron y atacaron al general como si fuesen lanzas.

    Marcus esquivó adecuadamente las raíces de su oponente. Más no observó el golpe que le dio el primero de los hombres que había estrellado en el pavimento. Aquel hombre musculoso había transformado su puño en una gruesa masa de hielo. El General sintió sus piernas tambalearse después de dicho golpe. Inmediatamente el hombre de hielo comenzó a dar una tunda de golpes al soldado aprovechando su repentina debilidad.

    El hombre de la escopeta aprovecho el momento, levantó su poderosa arma en dirección al General viendo una suculenta posibilidad de asesinarlo. Marcus se tambaleó tras los fuertes golpes del mercenario de hielo. No era capaz de prestar atención al mercenario con la escopeta.

    Los niños gritaban “¡Cuidado!”, pero Marcus no les comprendía, se encontraba muy aturdido.

    El dedo de mercenario se acercó al gatillo de la escopeta –Esta será una gran paga– Susurró al tener al General en la mira.

    Disparó.

    Los niños ahogaron su grito.

    –¡¿Qué?!– Aulló el mercenario desconcertado. No le había dado al General, su rifle se encontraba apuntando hacia el cielo. El mercenario le mantuvo los ojos al joven que se encontraba a un lado de el –¡¿De donde mierdas has salido, niño?!

    Marcus presto atención a Kian, pero solo por un instante. Tenía que encargarse de los dos mercenarios que quedaban.

    El mercenario de la escopeta le metió un golpe a Kian con la boquilla del arma, escupió la bala que había gastado y se aseguró de estar apuntando al adolescente para volarle la cabeza.

    Kian reaccionó a tiempo. En una secuencia de golpes utilizando su poderosa magia, logró tumbarle la escopeta a su rival, así como poco a poco lo hizo retroceder con poderosos puñetazos. Finalmente golpeó la boca del estomago del hombre haciéndolo caer hacía atrás, tropezando con el cuerpo de la anciana.

    El joven dio un salto, cayendo de lleno en el abdomen de su oponente. El mercenario perdió el aliento por segunda vez y sintió como se ahogaba. Pudo sentir su cabeza arder por toda la sangre acumulada en sus mejillas y casi era capaz de sentir sus venas levantándose bajo su cuello. Rabioso, y con las fuerzas que le quedaban goleó dos veces la pierna de Kian, solo para distraerlo y poder sacar de su cinturón una pequeña pistola.

    –¡Muere niño de mierda!

    Kian ralentizo el tiempo, quitándose de encima del hombre.

    El mercenario disparo dos balas, estaba por dar la tercera cuando se percató que no había nadie arriba de su pecho. El hombre perplejo giró su rostro hacia la derecha solo para ver la culata de su rifle acercarse con ferocidad a su rostro. El golpe le rompió la mejilla, haciéndole sangrar como a la anciana. Se dio la vuelta para dispararle al chico, nuevamente sintió un golpe repentino en la mano, su arma volaba por la entrada de la casa, pero él no había visto ni por qué, ni el cómo había pasado, un segundo culatazo le mando a dormir.

    Frente al cuerpo noqueado del mercenario Kian se tumbo en el piso. Respiraba agotado. Su pecho hacia fuertes y preocupantes sonidos de duro cansancio. El sudor le pegaba la camisa al pecho, así como su cabello se le pegaba a la frente.

    –¿Cuantos mas…?– Preguntó para si mismo con los ojos a medio camino de no volver a abrirse en un buen rato.

    Kian escuchó de pronto al soldado del ejército en problemas. Se movió lo suficiente para lograr ver desde la entrada. Su corazon se detuvo al ver como el soldado sangraba de una pierna y apenas podía mantener su postura de judo.

    Marcus no había planeado que volviese ninguno de los dos mercenarios después de sus duros golpes, pero ahí estaban frente a él más furiosos que nunca. Hierro y hielo contra su agua.

    Marcus, viéndose superado golpeó el suelo con su pierna buena y de pronto un montón de vapor explotó en el lugar en el que se encontraba.

    –¡Esto es algo de lo que no podrás huir tan fácil!– Bravearon los mercenarios, los cuales empezaron a lanzar picos de hierro y hielo en dirección a la nube de vapor. La nube, que de por si había sido muy grande, se fue combinando con tierra hasta volverse una nube gigantesca.

    El General Thompson de pronto se encontraba en el aire. Su camuflaje había servido perfecto. En el aire dibujo un aro mágico y de pronto la nube de vapor se levantó volviéndose púas finas de agua que salieron disparadas hacia los mercenarios. Ambos se cubrieron con sus respectivas magias, bloqueando de manera hábil el impacto de las púas de agua.

    Los mercenarios voltearon la vista hacia aire, pero Marcus no se encontraba en ningún lugar. El mercenario de hierro sintió un dolor recorriéndole toda su parte superior. Marcus se encontraba detrás de él y le había arremetido un poderoso rodillazo en la parte superior de la espalda. El aliento del enemigo se esfumó en un grito imposible de generar.

    –No eres capaz de amortiguar mi agua si no me ves…–Susurró el General.

    El mercenario de hierro se giró listo para asesinar al General. Estaba ignorando completamente su dolor. Su mirada mostraba una profunda molestia. Ni siquiera había tomado un respiro, con su mismo impulso se había girado.

    El General, aguantando todo el dolor de su pierna le propuso una patada en el cuello mandándola a dormir.

    ¡Solo falta uno! Pensó el General al girar el cuerpo para enfrentar a su enemigo.

    El mercenario de hielo se acercó temerario en un grito de guerra. Estaba dispuesto a destrozar a Marcus, lo tenía en bandeja de plata. No seria capaz de esquivar su pico de hielo.

    El rostro de Marcus cambió por completo al ver la situación en la que se encontraba. La pierna no le respondía. No sería capaz de esquivarlo. Si recibía el impacto sería en el pecho, un pico de hielo de ese tamaño le habría de perforar como mínimo un pulmón.
    Lo vio. Era la muerte que no le había ido a buscar en muchas otras ocasiones. Finalmente habría de encontrar la paz. Solo hubiese preferido haberse podido despedir de su esposa y su hijo…

    BANG.

    El estruendo de un disparo retumbo en los oídos del General y el mercenario.
    Kian se encontraba con su rifle disparando al largo pico de hielo, volviéndolo no más que pequeños pedazos que volaron por los aires. Giró la escopeta en un movimiento casi instantáneo, tomándola de la larga boquilla del arma. El calor del reciente disparo le quemó las manos. Más no le importó. El culatazo que impacto en el rostro del mercenario de hielo tronó como si fuese una pelota de béisbol, derribando al mercenario dejándolo inconsciente.
    Entre respiros agitados Kian se volteó hacia el soldado –¿Esta bien?

    El hombre se encontraba aturdido y sorprendido. Cayó al suelo. Finalmente su pierna había cedido. Pero eso no le importó en ese momento. Estaba vivo, eso era bueno, pero no comprendía exactamente que había pasado. En sus oidos solo existía un pitido. El disparo del rifle fue muy cercano.

    – ¿Se encuentra bien?– Preguntó de nuevo, Kian, pero no recibió ninguna respuesta. El chico suspiró y levantó al General que observaba anonado, a pesar de encontrarse mareado –Vamos, entremos a la casa... ¡Oigan, niños ayúdenme un poco!– Los niños que estuvieron a poco de ser secuestrados salieron de su escondite y ayudaron a Kian, llevando a Marcus hasta el interior de la casa, postrándolo sobre la mesa de la cocina.

    Kian levantó a la anciana después de verificar su pulso –Todavía vive– Le afirmó a los nietos. La posó en el sillón de la sala con cuidado y volvió con el soldado –Sigue mareado, eh– Dijo Kian, el cual estaba exhausto. Limpió su sudor y justo después le quito el radio del cinturón al General.

    –Oye… Niño… Deja eso…

    –Tranquilo, señor– Gruño Kian con mal genio –Recuéstese, se mira mal. Debe haber tenido un combate muy serio antes de llegar aquí– Y sí que lo había tenido. El adolescente, ignorando por completo al General se fue hasta la sala donde comenzó a hablar –Tengo a cuatro niños, una anciana y un soldado en la calle…– Giró la cabeza en dirección al niño más grande de los cuatro.

    –Calamar #21…– Dijo en voz baja el niño.

    Calamar #21, una casa de un piso color beige. Enfrente se encontraran los cuerpos dos bandidos derrotados y uno mas adentro de la casa– Pateó al tipo –Solo están noqueados, así que traigan equipos de seguridad para arrestarlos. También envíen ayuda, aquí un soldado se está desangrando y una anciana tiene una dura contusión.

    ¿Quién eres?... Repórtate…– Contestó la voz detrás del radio.

    Soy el ayudante del sher…– Unos gritos interrumpieron la presentación. Los gritos de ayuda venía a una calle, a lo mucho dos –Lo siento, tengo que ir a ayudar a alguien…– Dejó el radio en uno de los muebles y empezó a correr hacia la puerta. Los niños le dieron las gracias por la ayuda mientras corría sin decir nada.

    El General Marcus seguía mareado, pero había comprendido las últimas palabras del joven. Ese muchacho iría a ayudar a alguien, iba desarmado y parecía agotado, pero incluso en esas condiciones estaba dispuesto a darlo todo…

    ¿Quién es?... Pensó mientras soltaba una pequeña risa. Me agrada…



    (…)​



    Los chicos no sabían cuánto tiempo llevaban abajo en sótano, pero sabían que era demasiado o al menos eso creían. En más de una ocasión habían escuchado estruendos provenientes del pueblo. Algo gordo se estaba llevando acabo. Bastian lo había vivido, pero ni siquiera imaginaba la intensidad del conflicto que se hallaba en LaneCloud.

    – ¿Cuánto más creen que tengamos que esperar?– Pregunto Mairis mientras observaba a Mike, que yacía tiernamente dormido en una de las cajas de cartón.

    –No lo sé…– Respondió Bastian de manera seca. Movía sus pulgares uno sobre el otro continuamente. El silencio continuó hasta que Bastian se dignó a preguntar algo que en aquel largo mes nunca se había dignado a hacer mención – ¿Cómo fue…? Bueno. Ya saben… Ese día...

    Bruno levantó la mirada, pero no hizo ningún caso a la pregunta de Bastian. Mientras tanto, Melissa y Alicia decidieron bajar la cabeza sin mirar al niño a los ojos. Mairis mantuvo la mirada en la de Bastian, la agachó dos veces como dispuesta a hablar, pero algo se lo impedía. Un fuerte nudo en la garganta se lo impidió. El niño pelirrojo hizo una mueca con la boca, apretó los labios y se dignó a cortar el silencio.

    –Estuve durante varias horas en un cuarto especia. Ahí se suponía que estaríamos seguros, al menos eso dijo mi abuelo... Mi madre salió de aquella habitación cuando supo que podía poner a Kian bajo la seguridad de aquella habitación… Sin embargo se tuvo que enfrentar a uno de los seguidores que iban tras Kian… Durante una larga media hora viví viendo el aura de mi madre reducirse poco a poco. Cuando todo parecía finalizar llegó una persona mas… Era un hombre joven, de cabello negro hasta los hombros. Su cuerpo estaba lleno de heridas de batalla y su ropa estaba completamente destrozada. Tenía unos potentes ojos azules que brillaban como luces… No se porque pude moverme, pero logré salir de mi casa con un arma en mi mano. Estaba dispuesto a defender a mi madre, pero tan pronto abrí aquella puerta…– El chico tomó un respiro.

    La voz de Bruno agito el cuerpo de Bastian – ¿Ahí fue cuando la viste, no?

    Bastian giro los ojos y suspiró –Sí. Ahí se encontraba mi madre, murió a los pocos segundos de caer al suelo… Frente a mi se encontraba aquel hombre lleno de vendas. Estaba herido, tenía sangre por todos lados y había perdido un brazo... Era obvio que mi madre iba a ganar ese combate… Pero atrás de él se encontraba otro hombre, aquel hombre de cabello negro hasta los hombros y ojos azules que brillaban en la oscuridad... Recuerdo que incluso a esa edad fui capaz de sentir algo provenir de él, algo obscuro, una presencia abismal. Los dos hombres observaban una cosa… el cuerpo de mi madre… Cuando vi que el fuego se fue de los ojos de mi madre no pude contenerme. Levanté la pistola y vacié todas las balas contra ellos, pero no logré acertar ni una sola bala… Poco después de eso, se fueron y yo… Yo me quede con mi madre esperando que reaccionara…– El silencio volvió de nuevo al terminarse el relato.

    Alicia se levantó de la caja de madera en la que se encontraba junto con Melissa y caminó hasta con el chico, el cual mantenía la cabeza gacha para que no vieran sus humedecidos ojos marrones. La niña, que siempre había sido alguien muy callada y cohibida decidió envolver a Bastian en un fuerte abrazo –Muchas gracias por querer contárnoslo…

    Bastian, sonrojado hasta la frente no supo que hacer y abrazó dos veces a Alicia, sin saber si era lo correcto.

    –Me encontraba en el centro del pueblo cuando de pronto el combate de tu padre dio inicio– Le susurró Alicia al oído, aunque mas bien ese era su tono silencioso de voz –Él y un hombre que no reconozco lucharon en medio del pueblo. Entre mis padres y yo, que estábamos vendiendo pan como siempre, pudimos apreciar la batalla en todo su esplendor hasta que decidieron mover el combate a otra parte del pueblo. Por después de que se fueron de mi vista mis padres me jalaron hasta nuestra casa, dejando atrás toda la mercancía. De pronto el pueblo comenzó a arder frente a mis ojos… Fui capaz de ver como comenzó a arder todo poco a poco… Fue poco antes de llegar a casa… Entre uno de los callejones, cuando mi padre se enfrentó a uno de los bandidos. Mi madre me protegió con su cuerpo mientras que aquel hombre jalaba del gatillo de su arma cuando mi padre lo retenía… Un par de balas se desviaron y terminaron dando a mi madre… En ese momento no nos dimos cuenta… Mi padre logró quitarle el arma al hombre y le disparó a quemarropa. Inmediatamente mi madre me levantó y corrieron juntos hasta llegar a la casa… Una vez dentro del sótano descubrimos las heridas de mi madre… Ella siguió corriendo, conmigo en los brazos porque quería que yo estuviese segura… Le intentamos atender lo más que pudimos, pero murió a los pocos minutos… Con una ligera sonrisa en el rostro.

    Bastian entonces comenzó a escuchar los sollozos silenciosos de la chica en su hombro. Y ahí sí supo que tenía que hacer. La tomó de su cabellera lacia y la apretó con calidez en su pecho.

    –Gracias, Alicia.

    –No sean idiotas– Dijo Melissa en solitario mientras se secaba sus lagrimas –Me harán llorar a mi también…– La chica soltó una rápida risa fugaz. Se sentó con los brazos cerrados y mantuvo la boca cerrada, pues después de todo ella creía que su versión de aquel día no era tan dolorosa como la de ellos cuatro. Después de todo tuvo la fortuna de encontrarse en el hospital aquel día, pues su hermana tenía su cita en el medico mensual. El ataque al pueblo… A veces se sentía un poco egoísta al pensarlo, pero era verdad que agradecía que había sido de esa manera… Gracias a la diosa la batalla se había llevado a cabo en zonas céntricas y pobres. No en las zonas cercanas a los altos suburbios, donde se encontraba el hospital. Lo más cercano a los desastres de aquella zona había sido la Mansión Hellwell y conjuntos de casas de distintas familias de negocios.

    Ella se había mantenido acurrucada en el frágil, pero valiente cuerpo de su hermana en una camilla del hospital.

    Su hermana le aseguró con un beso en la frente que todo saldría bien. Y por la imagen de sus padres, a las dos horas de iniciado el ataque el ejército llegó a donde estaban ellas… Aunque algo entendía ella, que de haber estado en su casa, quizás no la habría librado, pues cerca de donde vivía se llevaron a cabo multiples combates que terminaron en muchos heridos.

    Aun a pesar de haber vivido cosas tan distintas, Melissa agradecía de corazon que ellos abrieran su corazon y dieran su paso a aceptar lo que el destino les había puesto en el camino… ”Solo a los verdaderos guerreros la vida les da esta clase de pruebas”. Era algo que decía su madre.

    Mairis retomó la conversación al sentarse a un lado de los chicos y poner una mano sobre el hombro de su amiga, Alicia.

    –Nuestro hermano salió en el momento en que el pueblo empezó a ser un montón de gritos– Lo recordaba con claridad, con tanta claridad que cada segundo tras llegar hasta ese sótano había sido un martirio… Aunque ese sótano oscuro y húmedo solo le ocasionaba tener recuerdos aun mas vividos de lo sucedido aquel día de agosto… Retomó –Su novia se encontraba con nosotros. Todos juntos entramos en un sótano parecido a este… Recuerdo que estuvimos ahí durante un par de horas, hasta que alguien tocó a la puerta. Eva se levantó y caminó decidida hacía la puerta. Bruno y yo vimos el cuerpo de una mujer hermosa detrás de la puerta del sótano. “No salgan hasta que deje de ser peligroso” dijo justo antes de cerrar la puerta.

    – ¿Conocían a la mujer?– Preguntó Bastian.

    –No la reconocemos– Dijo Bruno –Ninguno de los dos la conocía, pero Eva parecía tener algún tipo de conexión con esa mujer. Antes de cerrar la puerta compartieron unas cuantas palabras…

    –Solo sabemos que… pues bueno, Eva y Edward murieron esa noche durante un combate. Nosotros duramos unos minutos mas, hasta que Bruno se percató de que la casa estaba incendiándose. Abrió la puerta del sótano sin importarle si se quemaba, por eso tiene esas marcas en las manos…

    –La puerta era de hierro…– Bastian giró la cabeza y observó a Bruno que tenía un rostro serio, pero que asentía afirmando lo dicho por su hermana – ¿Por qué nunca me quisiste contar lo sucedió con esa quemadura?

    –Supongo…– Suspiró Bruno y apretó los puños con fuerza. Como si lo que estuviese por decir fuese algo de lo mas duro de admitir –Creo que les he tomado confianza.

    Melissa y Bastian soltaron una discreta risa.

    Mairis lo pensó durante unos segundo, después continuó –Cuando salimos del sótano la casa estaba ardiendo y parte de ella se estaba derrumbando. Salimos con prisa esquivando las llamas y después huimos por toda el pueblo. Tuvimos suerte de no toparnos con alguien malvado. Fue ahí cuando nos topamos con un escuadrón de soldados que nos recogió y nos llevó al cuartel de Hericent. Tuvimos que correr por todo el pueblo hecho llamas. Fue una vista horrible… Vimos…– Tragó saliva. Era una tortura narrarlo, por lo que fue lo más rápida posible –Vimos cadáveres y también personas se calcinándose en las llamas de sus propias casas… No podíamos hacer nada para ayudarles, fue algo…

    –Era el infierno, Bastian…– Dijo Bruno entre una voz rota –Así que, al menos que sea una emergencia, no saldremos de aquí…

    Mairis asintió mientras observaba a Bastian a los ojos –Me parece lo mejor…– Dijo la niña con una sonrisa demasiado forzada. Alicia se despegó del pecho de Bastian y se limpió los ojos para dirigirse al lugar donde se encontraban las latas de comida.

    –Bueno… ¿Alguien tiene hambre?

    A lo que los chicos sonrieron y la siguieron para comer en conjunto.


    (…)​


    Los chicos dieron un brinco cuando escucharon los golpes en la puerta del sótano, minutos después de haber terminado de comer. Sus cuerpos quedaron helados y mantuvieron su respiración hasta casi ahogarse.

    Los golpes continuaron incesantes.

    Bruno levantó el arma que tenía a un lado suyo. Bastian tomó una tubería de acero que había recogido de entre el montón de cosas que había en el sótano y que yacía en su regazo.

    –Parece violento…– Susurró Bruno mientras se levantaba de su banco.

    –Quédate con Mike…– Susurró Bastian a Mairis –En caso de que no…– Tragó saliva –Escóndanse las tres lo mejor que puedan.

    –No puedo dejarlos ir solos…– Contestó Mairis molesta.

    –No es una opción, Mairis– Dijo Bruno con una mirada aterrorizada –Los hermanos mayores van primero…– La niña tomó a Mike en los brazos, pero rápidamente fue interceptada por Melissa.

    –No, no, no, no. Yo cargaré al niño. Nosotras dos no somos de gran ayuda, pero tu puedes brindarles apoyo en caso de que la cosa se ponga fea– Dijo la chica quitándole a Mike de los brazos de la niña rubia.

    Alicia observaba el cuchillo con el que habían abierto las latas. Apretó los labios y el arma y se la lanzó con cuidado a su amiga –Solo si es necesario, Mairis– Susurró con gesto preocupado. Un segundo después ambas chicas se encontraban detrás del mueble de las latas de comida.

    El niño empezó a patalear entre dormido y Melissa se puso muchísimo mas nerviosa al comenzar a imaginar una escena en la que por culpa del niño terminasen siendo atrapadas.

    –Todo estará bien– Dijo Alicia poniendo su pequeña mano en la de Melissa.

    –Lo sé, amiga. Lo sé…– Contestó. Y ambas cerraron los ojos esperando lo mejor.
    Mairis se posiciono en el punto ciego de las escaleras con el cuchillo en la mano y lista para actuar. Desde su sitió pudo ver con claridad como su hermano mayor, asi como su mas reciente amigo, Bastian, subían las escaleras con calma mientras la puerta seguía sonando.

    Bastian levantó su tubo mientras subía los últimos escalones.

    Bruno le susurró desde los primeros –Abrirás la puerta, yo apuntare desde aquí y le dispararé en cuanto abras. En caso de que no venga solo golpearas a los demás con tu tubo, yo te acompañare en el momento en que recargue, ¿está bien?

    –Más te vale tener puntería…

    Bruno levantó el arma y se posiciono en un movimiento casi natural –Mejor que la tuya, sí…

    Bastian sintió como sus piernas temblaban. En un momento incluso se tropezó con las escaleras, y en otro dio un brinco al escuchar un chirrido proveniente de la madera vieja que conformaba las escaleras. Los golpes parecían más incesantes, más duros y más desesperados. El niño estaba horrorizado, su cuerpo se encontraba demasiado tenso. Su respiración era tan lenta que incluso creía que se asfixiaría. Tomó la perilla, no la movió, pero aquella otra persona detrás si lo estaba haciendo. Volteó hacia Bruno, su amigo ya se encontraba listo, su mano temblaba, pero estaba listo.

    Mairis apretó el cuchillo mientras que la gota de sudor le bajaba por la cara, la chica tenía un terror recorriéndole todo el cuerpo. Soltó un gemido al momento en el que escucho a la persona empezar a mover la perilla. Levantó la mirada y ahí estaba su hermano, parecía valiente y a la vez tan miedoso, sus ojos estaban tan brillosos, parecía que estaba aguantando no llorar con todas sus fuerzas. Mairis apretó los labios tratando de aguantar sus lágrimas, por los dos.

    Bastian tomó una bocanada de aire, la más grande en todo ese momento. Apretó la perilla y jaló con violencia. Se dio la vuelta, pegándose a la pared. No hubo ningún disparo, pero si se escuchó como un cuerpo caía por las escaleras. Bastian se giró velos, mientras Bruno echaba un grito de terror.

    Mairis dio un brinco al ver a su hermano correr para las escaleras con el horror más puro en su rostro.

    Bastian tardo poco en captar, el cuerpo que había caído por las escaleras no era ningún tipo de soldado o bandido… ¡Era Martin!

    El cuerpo del tutor dejó de descender en el quinto escalón.

    – ¡Martin! ¡Martin! ¡Martin!– Repitió constantemente Bruno.

    Bastian le asistió con la misma palabra repetidamente.

    El hombre tenía un exceso de cortadas, quemaduras, agujeros, moretones y manchas de sangre. Su ropa estaba destrozada, casi al punto de ser solo trapos. Los chicos agitaron el cuerpo herido de su tutor con el peor horror que habían sentido, el de nuevamente perder a alguien.

    –¡Oh diosa mía! ¡Alicia el botiquín! ¡Rápido!– Gritó Melissa desesperada al ver al trió de huérfanos comenzar a cargar al hombre.

    Alicia no lo pensó ni un segundo y se lanzó brava a por el botiquín.

    Mike de pronto se levantó por el escándalo quejándose con llantos cortos por todo el ruido –Ya, ya, bebe– Le calmó Melissa meneándolo de arriba abajo con la cabeza hundida en su pecho –Todo estará bien, querido, lo se. Todo estará bien.

    Martin tenía la mirada nublada, pero observó a los niños gritándoles con lágrimas en los ojos. El hombre les sonrió. Trato de hablar, pero no tenía fuerzas, de hecho dudaba como había sido capaz de soportar el viaja hasta la casa… Lo pusieron en el frió suelo y el hombre trataba de aferrarse a algo alguien mientras movía los labios sin soltar sonido alguno.

    –¡La ropa, Mairis! ¡Rómpele la ropa!– Ordenó Bruno mientras revisaba las heridas en las piernas.

    Bastian por otro lado le estaba tratando de hablar de frente, intentando encontrar un ápice de vida el frió cuerpo.

    Mairis terminó de cortar la ropa de Martin y tan pronto tenía vía libre Alicia se lanzó a atender todas las heridas simples que sabía curar.

    –Chicos…– Dijo Martin. Meneaba la cabeza de un lugar a otro y su voz era tan silenciosa como el zumbido de un insecto. Finalmente logró tomar tanto el rostro de Mairis como el de Bastian. Los apreció con los ojos vacíos y feliz dijo –Así que siguen aquí… Temía que alguien los hubiese sacado… todo ya está seguro. El sheriff volverá pronto, Kian también… Son unos niños increíbles…– Fueron las ultimas palabras del hombre antes de desmayarse.

    –¡Martin! ¡Martin! ¡Despierta! ¡Martin! ¡Por favor!

    –Ne–Ne–¡Necesitamos otro botiquín!– Dijo Mairis histérica –Subió las escaleras con prisa y Bruno fue tras de ella cargando con el arma metida en la cintura de su pantalón.

    –¡Mairis! ¡No seas imprudente, niña!– Gritó Bruno mientras la perseguía.

    –Martin… No… No… No otro… Diosa, no…– Balbuceaba Bastian mientras sostenía la mano de su tutor. Las lágrimas del chico eran las más sinceras que Melissa había visto. Alicia las conocía bien, ella también las había llorado…

    Esa noche fue la más larga que lo niños habrían vivido hasta la fecha.


    (…)​


    En la lejanía de la casa donde estaban los niños y Martin. Lejos del pueblo donde Kian ahora mismo descansaba en la comisaria. En la lejanía de todo y todos, había un profundo bosque donde no solía pasar absolutamente nadie, ese bosque se encontraba envuelto en llamas y arboles derrumbados. Ahí se encontraba Claarn frente un poderoso enemigo.

    – ¿Entonces ya me dirás a que han venido?– Claarn estaba herido, pero no lo suficiente como para terminar perdiendo. Apuntaba con una espada envuelta en llamas a su oponente. Su voz era alta y clara. Su mirada tan poderosa como el mismo.

    Frente a Claarn se encontraba el mismo joven del ayuntamiento –Ha sido un duro combate– Contestó el joven apuntándole con lo que restaba del filo de su espada. Escupió un poco de sangre y luego lanzó su arma inservible a los arboles ardientes –Creo que te has ganado esa información…

    Claarn levanto las cejas con escepticismo.

    –El día que matamos a Abraham, Adam, Heidi, Edward y Eva, nuestro verdadero objetivo no era matarlos en realidad…

    –Entonces confiesas haber ayudado en el asesinato de Abraham Arcnaik…– Claarn comenzó a caminar hacía Jason. Siempre manteniendo la guardia arriba, a pesar de que el joven se encontraba completamente derrotado.

    –Así es… Ese día tuvimos que venir todos. Al menos los mas importantes… Si que era un viejo duro de roer ese Abraham, jamas olvidaré esa pelea… Nunca he querido huir de una pelea. Ese día fue diferente…– La ropa de Jason estaba destrozada y en su espalda se podía ver una gran quemadura por toda la espalda –Por poco hoy te acercaste a él… Mas no eres él… Solo te pareces… Demasiado diría yo…

    –Cállate, ¿Cuántos eran?

    –Doce para eliminar a los cinco.

    –¿Por qué matarlos? Lo entiendo de Adam, Abraham y Edward… pero Heidi y Eva…

    Jason comenzó a reír –La muerte de Eva era opcional, pero al parecer la mujer del jefe tenía asuntos que arreglar con esa joven… Y Heidi Greenburn tuvo la desdicha de toparse con ese animal que es Momia…

    Claarn se encontraba de frente a Jason. El joven se encontraba tirado el suelo con una sonrisa confiada a pesar de la posición en la que se encontraba –Tu falta de lealtad y el cinismo en tu mirar me causan arcadas– Gruñó Claarn con mal rostro. Le puso la espada en el cuello y le dijo con los ojos llenos de rabia –¿Cuál era su verdadero objetivo?

    –Encontrar el libro que Abraham Arcnaik robó de una de las “Bibliotecas de Akira”. No conozco los detalles, solo sé que el Apolo…

    ¿Apolo? ¡No! ¡Los muertos no pueden revivir!

    –Tuvo un encuentro con Abraham Arcnaik en esa biblioteca y perdió…

    – ¿Cuál libro? ¿De qué hablas? Habla claro...– Le postró la espada directo en el cuello –Y dime el nombre completo de ese “Apolo”.

    El joven soltó unas risotadas a pesar de que los ojos de Claarn mostraba una furia incapaz de ser descrita –Quizás te suene de algo el nombre, Apolo Darnef Jr. Lo sé, puede sonar una locura, yo también lo dudé al principió, pero esto es real…

    Esos ojos. Ese tono de voz… No miente… Claarn bajó la espada y dio unos pasos hacía atrás mientras se agarraba su barba de tres días. Esta vivo… No… No puedo creerlo… No hasta que lo vea con mis propios ojos…

    –Esto es algo que supera toda idea antes concedida, anciano. Estamos hablando de maldita gente que murió hace más de cincuenta años… Se ven idénticos a como eran en esa época… Y son monstruos… Son los seres mas fuertes con los que me había topado hasta verme con Abraham…

    Claarn volteó hacia el muchacho. Jason parecía estar tan emocionado, tanto como Claarn estaba asustado.

    –Y ese libro… Ese libro lo dijo Apolo, “Ese libro es el mas valioso que jamas allá existido en la historia de la humanidad…”– Comenzó a reír excitado –Lo puedes imaginar… A mi solo me viene a la cabeza el libro de hechizos de Onfroi… Es la única manera de que vea posible que Apolo Darnef Jr. Esté vivo… Es una maldita locura… Y lo tenía el Dr. Akira… Solo un hombre como él pienso que fue capaz de dominar un hechizo tan impresionante como para revivir a una persona…

    ¿Es posible? ¿Es posible que de alguna forma Akira pudiese haber hecho algo como eso? Es la única respuesta posible.

    El solo pensamiento del nombre le causaba asco. Un coraje recorrió por todo sus brazos hasta que finalmente pregunto en un grito – ¡¿Dónde se encuentra, Apolo?!

    El joven levanto una ceja –Oh… ¿Planeas ayudarnos…?

    –Ni en el peor de los casos lo haría…– Esta vez no se contuvo. Le atascó un poco la espada.

    –Es una lástima, estoy seguro que Apolo agradecería cooperar contigo de nuevo…– Lanzó un suspiro –Ahora mismo mis compañeros deben haber hecho hasta lo imposible para revisar la casa de los Arcnaik y todos los lugares donde aquel anciano de Abraham recorría comúnmente. Estoy seguro que incluso buscarían hasta en la letrina donde ultima vez defecó, de ser necesario…– De pronto se escucharon un montón de pisadas llegando al lugar. Eran los soldados de Hericent, liderados por el Detective Fabriccio Lecter.

    Claarn de pronto sintió unas presencias, ninguna era la que esperaba, pero igual eran peligrosas. Levantó la mirada y observó un montón de sombras en los árboles. Estaba rodeado por enemigos.

    El asesino Momia. El hombre de azul, mierda, creí que Martin seria capaz de hacerle algo, el tipo esta como nuevo… Y dos mas que no conozco…

    –No podemos seguir extendiendo este combate, tus compañeros llegaran y habrá un verdadero desastre. No tenemos intención de alargar esto demasiado, todavía no. Si estos tipos vinieron a buscarme significa que no encontraron nada… Sabes, esto me recuerda tanto a la escena de la muerte de Abraham Arcnaik. Si tan solo fueses unos años más viejos sería todo igual…

    –Así que solo pudieron vencerlo en una batalla en desventaja… Esto me trae una alegría a mi vida.

    –Tú trajiste alegría a mi vida… No pensé que me volviese a divertir tanto…

    –Un alago de alguien como tu vale menos que un saco de estiércol…No hay honor en la forma en que le mataron…

    El joven empezó a reír –Tranquilo, cuando llegue el momento morirás con más honor del que cualquier otro. Tú, el último de los lacayos fieles a Abraham…

    –No soy el ultimo…– Levantó la mirada, en los arboles comenzaron a abrirse portales de una energía oscura, dentro del portal pudo ver unas sombras que le parecían conocidas –Y todos ustedes lo saben…– Les dijo apuntando con su espada.

    –Claro… Un gusto pelear contigo Claarn A. Bohm– El joven hizo una reverencia y justo después un portal con aspecto viscoso de color gris se abrió detrás suyo. Era un portal nebuloso que te hacía creer que si lo pasabas te llevaría al más bajo nivel del inframundo. El joven camino al portal, perdiéndose para siempre.

    Claarn apagó las llamas del bosque y se reunió con los soldados.

    En ese momento él no lo sabía, pero no solo LaneCloud había sido consumido por el caos…

    Una nueva era había dado inicio.
     
    Última edición: 20 Noviembre 2019
  11. Threadmarks: [ Parte 1 ] Capítulo 10 - El Último Trago
     
    Aldo MV Gallardo

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    El Legado de los Héroes: El Libro de los Arcnaik
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    43
     
    Palabras:
    9032
    Capítulo 10 – El Último Trago


    –22 de Octubre de 2888 D.C.–

    -¡Wow! ¡Bruno, Bruno! ¡¿Los ves?!- Gritó Mairis emocionada, señalando el automóvil de la General de Iglakesh que acababa de entrar en el desfile de Olimpia.

    -¿Quién es ella?

    -¿Qué? ¿No la conoces? ¡Es la mujer más fuerte del continente de Dorinda! ¡Es conocida porque antes de ser soldado era una importante peleadora en las ligas mayores! ¡Marie Fish! ¡Cuando vivíamos en Milloria yo escuchaba el resumen de sus peleas!

    -No seas mentirosa, Mairis, eso fue hace un año, ¿Cómo alguien podría volverse General de un reino en tan poco tiempo?

    -Ella es fuerte, ¡Muy, muy fuerte!

    -¡Bruno! ¡Mira! ¡Mira!- Esta vez fue Bastian -¡Ahí viene el famoso General de Olimpia!

    -¡Gaheris Lancelot! ¿Dónde está?- Preguntó el chico moviendo a la gente para estar en primera fila. Mairis furiosa porque no le hacían caso fue detrás de los dos niños solamente para quejarse.

    Martin los observaba desde la pared de un negocio de la calle principal. Sostenía a Mike, el cual brinca emocionado, más por los ánimos de todo el público, que porque entendiese que estaba pasando frente a sus ojos.

    Por toda la calle principal de Olimpia se encontraba una conglomeración de personas emocionadas por ver a distintos Generales y reyes de todo el mundo. Las figuras de dichas personas eran un símbolo de la paz en el mundo, muchos de los Generales actuales habían luchado en la guerra y servían como figuras heroicas a ojos de muchos. Delante de algunos Generales viajaban reyes, los cuales desde antes de iniciarse la Cuarta Guerra Mundial habían ido separándose cada vez más de la figura del trono para formar parte del Gobierno Mundial, esto principalmente por peticiones del pueblo, los cuales exigían un gobierno político/militar a una régimen monárquico.

    Muchas familias reales tuvieron que esforzarse por seguir manteniendo su posición de poder, por lo que los hijos de los antiguos reyes tuvieron que volverse poderosos guerreros para poder gobernar como Generales del Gobierno Mundial. Una de esas familias era la familia de Martin, la descendencia Price era una de las pocas que seguía manteniendo su liderazgo a pesar de los cambios políticos modernos.

    A pesar de que los cambios de gobierno afectaron a la gran mayoría del mundo aun seguían existiendo una decena de reyes que se negaban a dejar el trono.

    Principalmente los reyes se encargaban de las cuestiones sociales de sus reinos, así como también se encargaban con la seguridad del reino por medio de la policía. Los reyes tenían su propio ejercito, el cual solo actuaba en caso de un ataque al reino, a no ser que el rey pidiese el uso del mismo.

    Los lideres del Gobierno Mundial, en otras palabras los cinco Generales Mundiales miraban con mala cara el régimen monárquico, pues debajo de los reyes se encontraban los Generales y estos normalmente tenían que funcionar como recurso externo del reino, en otras palabras el Gobierno Mundial en reinos liderados por un rey se encargaba de los asuntos externos al reino, pero al ser el rey la máxima voz dentro de sus tierras estos llegaban a involucrar al Gobierno Mundial dentro de movidas militares que a veces eran algo mas que un mero capricho.

    Ese día en especifico los cinco Generales Mundiales habían confirmado una reunión global, por lo que actualmente en Olimpia, la capital de la humanidad desde la caída de Etheros tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, se encontraba al desborde de turistas. Pues eventos como estas sucedían una vez cada decena de años. Normalmente eran reuniones para poder administras los planes a futuros del Gobierno Mundial y solían venir cargadas de importantes anuncios.

    Martin, que había vivido la experiencia del final de la Cuarta Guerra Mundial cuando solo tenía ocho años, así como también había vivido aquella ultima reunión global ese mismo día, imaginaba con tristeza de que trataría esa reunión.

    -¡Ahí viene la bandera de Arbal!- Gritó Bastian emocionado -¡Mi abuelo! ¡Ahí viene mi abuelo!

    El vehículo se fue acercando y poco a poco la emoción de Bastian fue borrándose, pues en el auto no venía su abuelo. Únicamente venía un soldado que no conocía.

    -¿Algún tío tuyo?

    -No. No lo conozco, no es ninguno de mis dos tíos. Es raro que mi abuelo no haya venido, ¿Martin dijo que hoy hay cese al fuego en todo el mundo, no?

    -Sí, eso dijo- Respondió Mairis –Quizás tu abuelo no quiso arriesgarse. Después de todo es él quien mueve todo el reino.

    Bastian vio partir el auto con cierto desanimo –Tienes razón, Mairis. Puede que sea eso…

    -Vamos, Bastian, anímate- Dijo Bruno al acercarse al chico y darle un abrazo.

    -Claro- Contestó el niño con una mueca.

    -¿Sabes que te animará?- Preguntó Mairis.

    -¿Qué?

    -¡Ver al General de Sabbatelli que ahí viene!- Gritó de pronto y se subió al barandal que separaba la acera con el pavimento.

    -¡Enserio!- Gritó Bastian de pronto olvidando todo resto de desanimo.


    (…)​


    La cede del Gobierno Mundial era una fortaleza blanca que se erguía en medio de todo el terreno de una pequeña isla en el pequeño golfo de Olimpia. En esa isla se encontraban planicies de terrenos con frondosos arboles y campos de valle verde, al menos en la época de verano, porque Olimpia en todas las demás estaciones era un reino tapizado por la nieve. El cuartel contaba con murallas rodeando la estructura de la hermosa fortaleza, así como también tenía multiples cañones vigilando los alrededores y tropas de miles soldados vigilando las planicies de la pequeña isla. De igual manera alrededor del golfo se encontraban puertos donde mayormente se hallaban estacionados buques de guerra listos para defender la fortaleza en caso de un ataque.

    “Escudo Blanco”, así era como le llamaban desde su construcción después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Dicha fortaleza fue mandada a construir tras la reconstrucción del Gobierno Mundial por mano del Segundo Chasoul, Valentin Purill y fungía como el hogar de los Generales Mundiales. Aunque algunos de ellos decidían prescindir de él, como era el caso de Edward Hellwell o Adam Arcnaik.

    En su larga existencia de mas de mil quinientos años solo había sido conquistado una única vez y fue durante la Cuarta Guerra Mundial a manos de “Los Brujos”. Dicha conquista trajo la rendición de la mayor parte del continente de Nil, pero Abraham Arcnaik, acompañado de muchos otros héroes de guerra lo pudieron retomar. Volviéndose uno de los eventos mas históricos que define a la Cuarta Guerra Mundial.

    Para Claarn fue realmente emocionante poder estar ahí en esos pasillos, pues se encontraba en uno de los mayores logros en la historia de su mentor y su figura paterna. Caminó por los pasillos imaginando los escenarios que Abraham debió haber visto en aquella época. Recorrió hasta el último rincón permitido hasta llegar a la que era la torre más alta de la fortaleza. Era una torre de vigilancia que tenía integrada un cañón rotativo con el cual podían disparar por toda el área que rodeaba a “Escudo Blanco”. Desde ahí Claarn pudo ver como llegaba el último de los vehículos militares. En la lejanía podía observar el fin del puente, los puertos y más al fondo la blanca ciudad de Olimpia.

    Ahí en la cima de la torre, con el viento frío golpeando su rostro como agujas, reflexiono sobre la decepción que venia cargando desde hace dos meses. Aquella decepción de aceptar que su mayor héroe no habría de ser el último de la historia, que Abraham Arcnaik no fue el hombre que puso fin a las desgracias de la historia…

    -Dame fuerzas, Abraham… Dame fuerzas para pelear una vez mas…- Le dijo al cielo esperando que el viento enviara su mensaje al lugar donde sea que estuviese su maestro.


    (…)​


    Finalmente todas las figuras políticas mas importante del mundo se encontraban reunidas en el gran salón principal de “Escudo Blanco”, ahí en ese piso todos abrazaban la hermandad, no había guerra, ni falta de recursos, ni conflictos políticos, solo hombres disfrutando la compañía de los otros.

    Claarn bajó al salón ya con su uniforme del Gobierno Mundial, un uniforme negro con las dos estrellas plateadas del Servicio Secreto. En aquella reunión se encontraban pocos agentes, a lo mucho él, unos seis más y el alto líder del Servicio Secreto, aunque a este ultimo no lo vio por ningún lado. Sin embargo Claarn, a pesar de no estar informado, sabía que por todo “Escudo Blanco” debía de haber agentes escondidos resguardando la seguridad de todos los Generales y demás figuras del Gobierno Mundial.

    Bajando por las escaleras reconoció muchos rostros viejos, la gran mayoría acompañados de jóvenes que dentro de unos años tomarían el lugar de sus mentores.

    Muchos de los invitados se encontraban merendando de los banquetes que se encontraban en el salón principal. Más tarde habría de abrirse un banquete mucho más grande, con bebida y comida de todos los lugares del mundo y de la mejor calidad.

    Claarn saludó a todo aquel que reconocía, así como también atendió el saludo de cada soldado que le reconociera. Ahí se dio cuenta que su imagen, como uno de los héroes de la Cuarta Guerra Mundial, aunque bastante menos densa que otros, era igual de importante para las generaciones futuras.

    El veterano se abrió paso hasta encontrarse en la mesa de bocadillos. Tomó un plató y comenzó a servirse los postres, en especial los pastelillos rellenos. El hombre levantó su plato para que nadie lo pudiese tirar y entonces una mano escurridiza tomó el platillo. Claarn rápidamente se giró y ahí la pudo apreciar.

    -Con tu rostro tan amargado siempre me pareció curioso que te gustase tanto el dulce- Dijo la mujer tras dar un mordisco a uno de los pastelillos –Se te ve bien el uniforme negro, Claarn.

    El hombre mostró una larga sonrisa –A ti ese vestido, Teresa. Aunque revela mas de lo que desearía y tampoco creo que sea el momento mas indicado para usarlo…- Dijo el hombre tras tomar otro plato y volver a servirse.

    La mujer, una dama de cuerpo juvenil y aspecto maduro, con mechones blancos colgándole su larga cabellera negra, era la mujer que había asistido al funeral de Abraham Arcnaik y que había bailado en el ritual de despedida junto con los demás monjes. Ella venía vestida muy diferente a todos los soldados, empresarios y demás secretarios invitados a la reunión. Mientras que otras mujeres traían sus uniformes militares, ella había optado por un vestido de escote de color morado, el cual no conforme por mostrar desde el obligo hasta los pechos, también se rompía en el lado derecho mostrando la pierna de Teresa.

    -No se si tengo que responder gracias...

    -Dilo…- Dijo Claarn tras una corta risa –Jamas dije que te vieses mal. Además, ya quiero ver cuando el Gral. Oster se caiga de espaldas al verte. Me reiré mucho.

    Teresa con una risa dijo –Ese hombre siempre odió esta informalidad.

    -Sí, pero a nosotros nos alegraba mucho el día.

    La mujer le dio un pequeño empujón mientras reía apenada –Claarn- Siguió riendo -No trates de aprovechar que mi esposo ya no esta. Eres muy pequeño para mí.

    -Cierto, cierto, debes de tener unos…

    -Hey, hey, hey, calladito, querido.

    Claarn entre risas respondió –Es broma. Sabes que no lo diría.

    La mujer le sonrió con sus largos labios rojos –Me agrada ver que te encuentras en una sola pieza después de lo sucedido en LaneCloud hace tres semanas.

    -Gracias. Aunque Martin casi no la cuenta…

    -Oh, claro, el segundo hijo de Charles. Supe de la situación, su hermano me lo comentó. Sus niños lo salvaron.

    -Algo así.

    -Lo bueno es que sigue con nosotros… Tengo entendido que es un soldado prodigio, me parece extraño que haya terminado en ese estado…

    -Eso solo demuestra el poder contra el que nos estamos enfrentando…

    Teresa apretó los labios con amargura y entonces se acercó al hombre para susurrarle una pregunta -¿Entonces es verdad lo que me contaste en tu carta?

    -No lo sé...- Claarn le tendió el brazo y Teresa lo tomó para caminarse hasta un lugar mas solitario -Espero que no…- Dijo tras llegar a una de las esquinas del salón principal -Aunque yo solo he citado la información que me dio el mago de “La Nueva Cabeza”…

    -Apolo… ¿Ya informaste de esto a los demás?

    -Mandé cartas a Ruben y Harry también. Ruben por su situación no puede hacer mucho. Abandonar Arbal es casi como decir, “Hey, vengan a atacarme”. Por su parte Harry, dijo que se encargaría de recolectar información, así como también de ayudar a buscar a los demás… Pero si no hemos sido capaces de encontramos con Jon, Richard, Mane o los demás en tantos años, no creo que seamos capaces de encontrarlos ahora...

    -Yo haré lo posible por encontrar a alguno de los demás. Sin embargo, tampoco creo dar resultados- La mujer terminó su ultimo bocadillo y transportó su plato hasta la mesa -Es curioso que Harry no haya venido. Yo precisamente fui invitada por ser uno de los tres demonios originales…

    -Sabes que Harry siempre fue un vago. De hecho sigue siendo uno… Literal…

    La mujer soltó una risa –Es tu maestro, no seas grosero… Ya imagino que dirás de mi, vieja bruja o algo por el estilo.

    -Para nada… Pero las cosas como son, si tu vienes en vestido ese hombre hubiese venido en bermudas, chanclas y sombrero de pesca…

    La mujer sonreía divertida. Su mirada era nostálgica como si recordará los mejores años de su vida, al igual que Claarn, el cual esta vez no cargaba con su sombrero para ocultar sus ojos.

    -¿Y como van los niños?- Preguntó la mujer tras un suspiro.

    -Están bien. Tras la recuperación de Martin a lo largo de estas tres semanas han vuelto a sonreír como antes. Siento que los he visto crecer en estos dos meses. Son mas grandes que cuando los acepte.

    -Y seguirán creciendo, ¿Hace falta que te recuerde sus apellidos?

    -Los conozco bien- Dijo el hombre con una sonrisa. Sonrisa que pronto se borró –Como su tutor me duele imaginar lo que vivirán.

    -Así pensaba yo durante la guerra… Cada día en el campo de batalla era un constante despertar y decirme a mi misma, si enserio quería seguir levantándome… Al final creo que todos obtenemos algo por lo cual seguir adelante…

    -Yaro…

    -Así es. Mas tarde apareció Ale.

    -¿Y como esta ella?

    -Ahhh esa niña…- Gruñó la mujer –Se escapó de mi vista, justo le dije que quería que me acompañase hoy. No tengo idea donde puede estar metida, solo puedo suponer que si no esta en “Escudo Blanco” entonces ya debe estar en la ciudad. Eso sí, te puedo asegurar que debe estar hablando con algún espíritu. No había venido a estos rumbos después de todo.

    Claarn comenzó a reír –Es toda una vidente, ¿no es así? Será una excelente sacerdotisa.
    -Tiene sangre Kozlov, capaz de que llega a tener un alto rango con los monjes del Alto Templo… Ojala ya sea mas responsable para entonces…- Masculló la mujer mientras se frotaba las sienes.

    Claarn sonreía mientras mientras la mujer hablaba. Entonces de pronto apareció una figura que el hombre esperaba ver ese día en especial, pero que aun no tenía fortuna de toparse.

    -Buenas días, Claarn- Dijo la mujer con una voz suave -¿Cuánto tiempo?

    Teresa vio a la joven, una muchacha de resplandeciente piel blanca, una linda sonrisa y ojos preciosos de color avellana. Su uniforme le quedaba ajustado mostrando sus jóvenes curvas.

    -Anna…- Dijo el viejo soldado sorprendido –Buenos días- Sonrió -¿Cómo estas?

    -Estoy bien- Respondió la chica con alegría en sus ojos -He sido ascendida a Teniente General hace poco y acompañe a mi General hasta aquí. No te había visto, estoy muy contenta de encontrarnos de nuevo.

    -Yo también, Anna, ¿Cómo esta tu madre? ¿Cómo esta Patricia?

    Los dos soldados comenzaron a hablar y Teresa, que sabía lo importante que debía de ser que alguien como esa jovencita le hablara de nuevo a Claarn, dio pasó y se marchó.

    -Fue un gusto, verte Claarn. Nos veremos luego. Teniente Audez, si me disculpa- La mujer hizo una ligera reverencia y se marchó.

    -Que tenga buen día- Dijo la chica tras ver el partir de la mujer.

    Teresa se perdió pronto entre la multitud dejando fuera de su vista a la pareja. Sin embargo quiso voltear una última vez y ver a Claarn, que miraba con el rostro mas feliz que había tenido en mucho tiempo, a aquella chica llamada Anna Audez.

    Encuentra eso que te haga seguir adelante, encuéntralo de nuevo.


    (…)​


    En un pequeño lago de Olimpia los mercaderes optaron por aprovechar la condición del lugar y comenzar a rentar equipo para patinaje en hielo. La idea les estaba yendo muy bien, y una de esas rentas era la pequeña familia de Martin.

    El joven soldado se encontraba dentro de una cabaña donde ofrecían deliciosos platillos típicos de Olimpia. El joven optó por comer una deliciosa tanda de salchichas de puerco acompañado de una buena tarro de vino tinto Lebore.

    El joven observaba a los niños desde la ventana. En el lago se encontraba, fácil dos docenas de niños. Bastian jugaba con unos niños a un deporte que el desconocía, pero por lo que podía ver era un juego bastante violento, con tecleadas y golpes mientras trataban de meter un disco dentro de una canasta. Por otro lado se encontraba Mairis, que por más estudiante modelo y principal prospecto en los entrenamientos, era incapaz de poder patinar en el hielo. Al mínimo momento en el que Bruno la soltaba sus piernas se torcían y ella empezaba a menear los brazos tratando de tomar equilibrio, terminando de nuevo cayendo al frío hielo, donde finalizaba por quejarse y patalear, mientras que Bruno trataba de calmarla.

    Martin reía al verlos jugar. A lo largo de esas tres semanas los chicos habían estado pendientes de él. Se tenían bien ganado poder divertirse después de todo el estrés que debieron haber sufrido aquella noche en el sótano.

    -Te ves feliz.

    Martin levantó la mirada al oír esa voz que debía admitir que extrañaba y ahí pudo encontrar unos bellos ojos tras un par de lentes.

    -Violeta.

    La mujer mostró una larga sonrisa y tomó asiento a un lado del soldado. Justo después le hundió en un fuerte abrazo -¡Hola! ¡Estoy tan feliz de que ya estés recuperado! ¡Me enteré de lo sucedido! ¡Estaba muy preocupada!

    Martin entre risas dijo – ¿Arlong no te comentó de mi recuperación?

    -Fue hasta entonces cuando me tranquilice. Estaba por tomar el próximo tren para LaneCloud cuando me enteré de todo.

    -Eres tan linda- Dijo el joven tomándole el rostro –Es bueno poder verte de nuevo.

    -Lo mismo pienso. Es difícil acostumbrarse a solo tener a Emma y Joseph.

    -Al menos tú tienes a alguien…- Dijo el joven con una risa.

    La joven hizo una mueca con los labios y tomó las manos del soldado –Estas equivocado, Martin. Tu tienes a estos niños…- La joven tomó a Mike en los brazos y comenzó a jugar con él –Eres muy valiente por tomar esta responsabilidad. Jamas me cansaré de decirlo.
    -Sí… Quizás tengas razón- Dijo el joven al comenzar a jugar con la mano de Mike –Wow Wow Wow, amiguito, ¡Que fuerza!- Gritó entre risas alegres.

    -¡En otras noticias importantes, la reunión global en “Escudo Blanco” esta por iniciar!- Decía la mujer de la radio.

    -¡Súbele, Tadeo! ¡No escucho nada!- Gritó un viejo que estaba bebiendo en el bar.

    -¡Siempre me pides que le suba mas, Winnie!- Gruñó el que parecía ser el dueño del restaurante.

    -Oye, Violeta, ¿No deberías estar con Arlong en este momento? Los Tenientes Generales deben acompañar a sus Generales.

    -Arlong dijo que estaba bien que te viniera a buscar. Después de todo, la reunión es solo para Generales. Los Tenientes tenemos que esperar afuera. Así que no tenía sentido que estuviese esperando si podía estar aquí contigo- Violeta de pronto apretó a Mike con sus mejillas -¡Eres tan hermoso, niño! ¡Te quiero comer a besos!

    Martin reía divertido. Entonces el mesero le llevó la comida –Traiga lo mismo para la dama, por favor.

    -¿Qué dices? Yo no como tanto, muchacho.

    -Usted traiga la comida- Dijo Martin mostrando un billete por debajo de la mesa.

    -Entendido señor- Y siguió por su camino.

    -¡Eres un tonto! ¡No voy a poder caminar después de comer tanto!

    -Terminaras pidiendo más, yo te conozco.

    La chica soltando unas risas vio el tarro de vino -¿Y me dirás que tu solo vas a beber eso? Martin, Martin, Martin, ahora que vuelva el mesero le diré que te pida dos mas de esos.

    -¿Enloqueciste? Tengo que cuidar a los niños, no ellos a mi- Dijo riendo.

    -¡Súbele a la maldita radio!- Braveó el viejo del bar.

    -Esta bien de volumen- Dijo el dueño levantando el periódico e ignorando al hombre.

    Entonces de pronto la radio comenzó a escucharse por todo el local.

    -¿Qué rayos?

    -Si no lo hacía Winnie se iba a poner a gritar y espantaría a los clientes.

    -¡Te has ganado una propina sabrosa, muchacho!

    El dueño molesto volvió a su lectura.

    -En otras noticias acaban de llegar los Generales Mundiales a “Escudo Blanco”…- Martin y Violeta no pudieron evitar voltear tras escuchar a la reportera de la radio. Sintieron como el aire de pronto se volvió más denso. Era como si estuvieran viviendo un momento increíblemente tenso -¡Han bajado de los vehículos del Gobierno Mundial! ¿Lo oyen? Hasta la cabina de la radio podemos escuchar como la banda de guerra a comenzado a tocar la sinfonía del Gobierno Mundial ¡Están entrando a la fortaleza! ¡Y han entrado! ¡Por fin han llegado!


    (...)​


    Las puertas de “Escudo Blanco” se abrieron dejando escuchar con claridad a las trompetas y tambores que tocaban afuera en la nieve. El General Mundial Oster se encontraba primero, con los otros dos Generales detrás. Desde la entrada pudieron ver como todos los soldados y demás entidades del Gobierno Mundial habían hecho reverencia ante los líderes del mundo.

    -¡Descansen!- Ordenó el Gral. Oster con un grito que retumbó en todo el edificio. Comenzó a descender las escaleras que llevaban al primer piso. Todos sus hombres se encontraban perfectamente erigidos con la cabeza mirando el frente –Tomen camino detrás nuestro- Dijo el hombre con un poco más de calma y siguiendo a paso firme por todo el piso. Cruzaron la primera gran habitación y continuaron caminando en línea recta por la bella edificación que conformaba “Escudo Blanco”. Las pisadas perfectamente sincronizadas de hombres y mujeres hacían retumbar las ventanas de lugar. Fue hasta que llegaron a dos puertas que los Tenientes y demás rangos inferiores decidieron esperar.

    Las puertas se abrieron y se pudo ver un escenario rodeado de varios escalones en formar de medialuna, como un tipo de salón de clases universitario mezclado con un fino teatro.

    Pocos de los altos rangos habían tenido la dicha de estar en una universidad.

    Al momento de entrar el último de los soldados las dos puertas se cerraron y todo el mundo quedo expectante a la noticia que tenía que ofrecer el Gobierno Mundial.


    (…)​


    Todos los individuos adentro del salón tomaron asiento con perfecto orden. Por su parte los tres Generales Mundiales subieron al escenario que estaba conformado por una larga pantalla blanca y cortinas de color rojo intenso.

    El silencio mantuvo callados a todos hasta que el Gral. Oster tomó la palabra.

    «Buenas tardes, honorables hombres al servicio del Gobierno Mundial. Hoy estamos aquí porque la situación actual de Evelia lo amerita. Alcen su puño hasta su corazón y griten conmigo…»

    « ¡Por el hombre! »

    « ¡Por nuestra historia!»

    « ¡POR EVELIA!»

    «Doy por iniciada, esta reunión global. Que la diosa este con todos vosotros»


    (…)​


    -Les mantendremos informados de todos los detalles tan pronto se nos haya pasado el informe de lo hablado en la reunión global.

    -¡POR EVELIA!- Gritó Winnie, el viejo borracho del bar, con tres segundos de retraso.

    -¿Enserio solo querías escuchar el himno del Gobierno Mundial, Winnie? ¡Lo pasan todos los días a la media noche!

    -Ya puedes bajarle de nuevo, camarero- Dijo Winnie sin hacer caso al dueño, volviendo a su tarro de bebida.

    -Ha dado inicio… De verdad ha dado inicio.

    Violeta, que se encontraba mirando a Mike con ojos melancólicos dijo -¿Tú también deseabas que todo esto solo fuese un sueño?

    Martin se negó a contestar.

    -En el fondo. Aunque muchos estén emocionados, creo que todos sabemos que es lo que van a anunciar en esta reunión, ¿No es así…?

    Martin tomó su tarro de vino y le metió un buen sorbo. Luego suspiro insatisfecho –Eso parece…


    (…)​


    La voz esta vez la tomó la General Mundial Johari Minath. La mujer de piel negra que se encontraba al lado del Gral. Oster el día del asesinado de Abraham. La mujer inició a hablar e inmediatamente las luces se apagaron por completo para dar inicio a una secuencia de fotos que ilustraban lo comentado de los comentaristas.

    Como en cada una de esas reuniones celebradas cada más de una década, se comenzó a hablar sobre las cuestiones administrativas de los poderes inferiores al político militar. Como por ejemplo fueron nuevas normas sobre el manejo de tecnología al público, donde se comenzó a plantear el uso de transporte público, y como mayor limite, se estaba pensando en comenzar a generar la venta de automóviles para la población que pudiese hacer compra de ellos. Esto era un plan que se iría implementando a lo largo de diez a quince años.

    Se hizo la presentación de las más recientes innovaciones medicas e ingenierías, los cuales habían decaído en comparación a la era de oro de la ciencia; época que llegó a su fin con la muerte de Akira Dorian Wish y la captura de sus subordinados.

    Se dieron las noticias que intentarían poder aportar pequeños cuarteles militares a islas pequeñas y pueblos que no solían aparecer en la mayoría de mapas vendidos en el mundo.

    Así como también se actualizaron distintas sanciones a diferentes tipos de crímenes. La más importante fue la difamación del Gobierno Mundial en periódicos ajenos al sistema, así como la prohibición de cualquier estación de radio que tratase de informar sin permiso del gobierno. Por lo que ahora estaciones de radios independientes solo podían enfocarse a entretenimiento con presentaciones en vivo de músicos, distintos show de comedia o drama y reproducción de música bajo el sello legal del Gobierno Mundial.

    Finalizando los distintos cambios que involucraban al pueblo en general, se dio la noticia de que habría una actualización de las clases impartidas en las escuelas públicas. En especial en las áreas de ciencias, matemáticas, geografía e historia.

    Así dieron inicio las noticias sobre distintos cambios en el apartado de encargados de las ramas del Gobierno Mundial, presentando a nuevos administradores de las secciones de investigación, del sector agrícola-ganadero, de la sección económica y la sección educativa.

    Terminados esas importantes noticias dio entrada el General Mundial Paul Storm; el hombre larguirucho que se encontraba al lado del General Oster, aquel fatídico día del veintitrés de agosto.

    Paul Storm fue el encargado de hacer conocer a los nuevos altos rangos del ejército, para poder llenar el vació dejado por Adam Arcnaik, Edward Hellwell, entre otros tantos que habían fallecido a lo largo de esos meses a causas de los turbios movimientos del mundo, pero bueno, eso sería algo a tratar más adelante.

    El General Mundial Storm llamó al frente a los dos nuevos Generales Mundiales:

    El primero de ellos fue Dooma Nuhal, General Continental de las Islas Medias y un hombre que media más de los dos metros. Soldado negro de rostro inexpresivo y ojos tan profundos como su piel oscura. Su musculoso cuerpo hacia ver como un palillo al General Storm. Proveniente de las lejanas tierras de Lefae, se mostró inexpresivo tras su ascenso. Así como tampoco quiso dar ningún tipo de discurso.

    Entonces se hizo el llamado al quinto hombre que poseería el prestigioso cargo de General Mundial. Para sorpresa de nadie fue llamado Arthur Fire, el más que prodigio alumno del General Oster. Un joven galante de mirada congelada, de piel tan blanca como su cabellera; rasgo que interesaba a muchos, porque no era un efecto por haber gastado su magia en exceso durante un combate, el joven realmente tenía el cabello blanco por alguna razón. Arthur Fire con este ascenso le arrebataba el título de “El soldado más joven en conseguir el grado General Mundial” a Edward Hellwell, el cual lo consiguió a sus veintisiete años; Arthur, esta vez lo consiguió con veinticinco años.

    El ascenso de este joven no fue del gusto de muchos soldados, pues se consideraba una persona demasiado joven como para estar tomando las decisiones más importantes del mundo. Sin embargo había otra minoría que confiaba en esta joven promesa, pues había sido entrenado por el mismísimo héroe de guerra y actual General Mundial Francisc Oster. Algo debía de haber aprendido de tal figura.

    A diferencia de Dooma Nuhal, Arthur sí quiso dar un pequeño discurso.

    Paso al frente, en medio de todos los importantes cargos del Gobierno Mundial. En ese momento, frente a las luces y cientos de ojos observando cada uno de sus movimientos, el chico por fin entendió la importancia que tenía ahora.

    Con mirada decidida el joven tomó el micrófono y dijo con voz firme –Estoy orgulloso de haber sido el más apto bajo las expectativas de tan importantes figuras como lo son los General Mundiales que estan detrás de mí. Desde este momento les prometo que haré cumplir mi cargo como es debido, bajo las lecciones de importantes figuras históricas… Trataré de ser unas de las antorchas que ilumine el camino en esta época tan oscura, ¡Viva el Gobierno Mundial! ¡Viva Evelia!

    Todo mundo aplaudió. Muchos por respeto. Otros por verdadera confianza en sus palabras.

    Tras esos dos importantes ascensos, se hizo mención a los encargados de llenar los huecos en los distintos cargos del Ejercito del Gobierno Mundial. Se presentaron a los dos nuevos General Continentales, así como también a más de un General.

    Una vez terminada la entrega de condecoraciones. El General Mundial Francisc Oster tomó el estrado. Su rostro era amargo. Muchos sabían el momento que había llegado. El viejo soldado observó a todos sus líderes y habló con un tono lleno de pena –Acabo de cumplir cien años hace cuatro días. Un siglo sobre mi espalda. Jamás creí llegar a esta edad. Cuando era un niño de diez años un amigo me preguntó que quería ser cuando fuésemos mayores. Él dijo que quería tener un bar. Yo le dije que no quería pensar en eso, pues no sabía si llegaría a tener esa edad… Dos años después, tras un ataque de “Los Brujos” a mis bellas tierras de Vinaria, mi amigo murió… Desde que nací mi vida se ha visto envuelta entre pólvora… Conocí al Cuarto Chasoul Sebastian Oparaka, conocí a Isaias Patel, conocí a Akira Dorian Wish, conocí a “Los Caballeros Blancos”, a “Los Cinco Demonios”, a Abraham Arcnaik y conocí a muchos más hombres en mis pesadillas que cara a cara… Que la Diosa se ampare de nosotros… Pasen al frente Jefe del Área de Investigación Sebastian Salomon y Detective Fabriccio Lecter.


    (…)​


    -Come bebe, abre la boquita, ahhhhh- Balbuceaba Violeta con gestos raros mientras le daba pedazos de salchicha a Mike; que brincaba emocionado cada que recibía un bocado –Que rico, bebe, ¡Yomiiii!

    Martin reía mientras veía a su amiga atendiendo a su querido tutelado.

    -¡No te rías!- Se quejaba, divertida -Estoy haciendo mi mejor esfuerzo…

    -Se ve. Vas a ser una buena madre.

    -Una buena madre…- Repitió la mujer en silencio –De momento no creo que vaya a ser madre.

    -Se entiende. Aun somos jóvenes- Contestó Martin dando un gran bocado a sus salchichas.

    Violeta con los ojos perdidos en el niño, soltó un suspiro silencioso y se acercó a Martin, causando que el joven se pusiera nervioso. La mujer le habló al oído. Martin pudo sentir su aliento cálido de cerca causándole unas cosquillas dulces…

    -No le digas a nadie… Todavía no se lo cuento a Arlong, ni a Emma o Joseph. Hace tres días un agente del servicio secreto me fue a buscar.

    Martin volteó emocionado -¡El Servi…!- Violeta rápidamente le tapó la boca.

    -¡Todo el tiempo eres un galán! ¡Pero cuando eres un estúpido, eres el más estúpido! ¡Cállate!- Le gruñó la mujer al oído. Suspiró y echó un vistazo a todos en el restaurante. Nadie parecía haberse dado cuenta. Entonces prosiguió –Sí. Me ofrecieron trabajar en el Servicio Secreto…

    Martin se quitó la mano de la mujer y le sonrió -¿Qué les dijiste?

    Violeta levantó una hermosa sonrisa -¡Que sí!- Dijo emocionada.

    Justo después Martin le dio un abrazo fuerte -¡Estoy muy orgulloso de ti! ¡Muy, muy, muy orgulloso!- Dijo el hombre con risas de alegría –Lo sabíamos, eras la más talentosa de entre todos los soldados de Milloria… Felicidades.

    -¡Martin! ¡Martin!- Gritó de pronto una voz aguda que los oídos de Martin cada vez estaban más acostumbrados a oír -¿Me viste? ¡Gané el partido de hockey! ¡Metí el último punto del partido!

    -¡Enserio! Era de esperarse, eres una fiera para el Jimlek- Le dijo Mairis con alegría, levantando la mano para que el niño la chocara -¿Qué paso mi reina?- Preguntó con los ojos bien abiertos cuando vio a Mairis caminando recargada del hombro de Bruno. Le temblaban las piernas y sus rodillas estaban mojadas por el hielo derretido.

    -No se patinar… Es muy difícil…- Dijo la niña con el rostro caído –Bruno déjame sentarme, no creo poder seguir caminando.

    Bruno reía nervioso siguiendo sus indicaciones -Hice lo mejor que pude, Martin.

    -Está bien, lo bueno es que lo intentaron- Martin se levantó de su asiento y fue a con Mairis para darle un fuerte abrazo – ¿Sabes qué me dicen esas rodillas? Que te has ganado una taza grande de chocolate caliente y dos panes.

    -¡Enserio!- Gritó emociona.

    -Pero por supuesto.

    -¡Hey, Martin! ¡Yo quiero una salchichas!- Gritó Bastian que ya estaba metiéndose un buen bocado de la comida del tutor.

    Bruno con mala cara se cerró de brazos –No seas envidioso, Bastian. Solo escuchas que le van a dar algo a Mairis y ya quieres algo tu…- De pronto le comenzó a tronar las tripas al niño. El cual se sonrojó. Con pena giró hacia Martin y le dijo en voz baja –Aunque no estaría mal comer algo…

    Entre todos comenzaron a reír. De pronto el restaurante se sintió un lugar mucho más cálido. Desde la barra, el cocinero, el camarero, Winnie el viejo ebrio y Tadeo el dueño del bar sonreían al escuchar las aquellas risas felices.

    Violeta, limpiándose su ojos llorosos sacó de su pequeño bolso 1000 Chas en billetes –Bastian, ¿verdad?

    -Sí.

    -Toma esto, vayan los tres y compren lo que quieran.

    -¡¿De verdad?!

    La mujer asintió.

    -¡Gracias! ¡Bruno, Mairis, compremos muchos hotcakes!

    -¡Sí!- Gritaron al unísono.

    El pequeño Mike comenzó a saltar emocionado y Bastian lo tomó en brazos –Tu también quieres unos, vamos Mike, ¿de que los quieres? ¡Vamos chicos!- Bastian salió corriendo entre las mesas y detrás le seguía Bruno diciéndole que era lo que quería.

    Incluso a Mairis se le olvido todo el cansancio en sus piernas y salio corriendo detrás de los otros tres niños -¡Tu nueva novia es genial, Martin!- Dijo la niña antes de partir.
    Martin sintió un terror tapando su garganta.

    -¿“Nueva novia”?

    Martin comenzó a reír nervioso.

    La mujer suspiró -Nunca cambiaras, Martin Price… y yo que creí que estos niños te harían madurar...

    -¡Que lindos hijos, muchachos!- Gritó el viejo ebrio del bar con una risa feliz al ver como los dos niños comenzaban a jugar piedra, papel y tijera, para decidir si compraban hotcakes con chocolate o con miel.

    -¡No somos sus padres!- Respondieron ambos soldados con el rostro sonrojado.


    (…)​


    Al frente pasaron los dos encargados de las investigaciones más importantes del Gobierno Mundial sobre los sucesos de los actuales meses. El primero en pasar a hablar fue Sebastian Salomon, un viejo soldado con varios logros a sus espaldas. Justo en el momento en el que tomó el micrófono una foto apareció en la pared detrás suyo.

    «“El poso”. Lugar famoso por ser la sede del “Mercado Negro”, desde hace más de dos años ha estado teniendo movimientos interesantes en sus puertos y ciudad. Con ayuda del Servicio Secreto del Gobierno Mundial y gracias a las interrogaciones obtenidas a través de los mercenarios capturados a lo largo de estos dos meses, hemos descubierto que desde su fundación, un pequeño grupo llamado “La Nueva Cabeza” ha estado movilizando grandes grupos de mercenarios. Actualmente este grupo se ha convertido en el principal pilar en cuanto costeo de mercenarios de todo el mundo.»

    «Se inició una investigación rigurosa sobre este grupo a partir del terrible día 23 de Agosto del presente año. Ese día tuvimos una completa derrota contra este grupo en LaneCloud, donde no pudimos conseguirnos con ningún mercenario perteneciente a este grupo. Aunque si conseguimos identificar el símbolo por el que se mueven y gracias a eso pudimos mover nuestros agentes en busca de información. Aunque en un principio de la investigación supusimos que solamente se trataba de una simple organización que movilizaba mercenarios. Sin embargo investigando los múltiples eventos que han transcurrido pudimos descubrir que “La Nueva Cabeza” es una organización que está movilizando por cuenta propio la mayoría de atentados terroristas generados a lo largo de estos meses.»

    «23 de Agosto de 2888 D.C. Asesinato de los ExGenerales Abraham Arcnaik, Adam Arcnaik, Edward Hellwell y la princesa Heidi Greenburn. Así como también llevaron a cabo el ataque a LaneCloud, en Dorinda»

    «24 de Agosto de 2888 D.C. Se llevaron a cabo la caída de cuatro navíos de guerra en las Islas Medias cerca de Sabbatellli. Ese mismo día, hubo un ataque al cuartel de Lefae, así como también hubo una importante batalla en el reino libre de Flacara. Según las interrogaciones, se cuenta que fue un intento de toma para generar una cede.»

    «30 de Agosto de 2888 D.C. Múltiples ataques en Iglakesh, así como también atacaron la escuela de magia “Heroes Bell”.»

    «8 de Agosto de 2888 D.C. Se generan siete grandes explosiones en distintos lugares de Maf»

    «17 de Septiembre 2888 D.C. Todo apunta a que fueron los que ocasionaron la muerte de los soldados que custodiaban la Mansión Arcnaik en LaneCloud»

    «29 de Septiembre de 2888 D.C. Durante la boda de su hija, el ExGeneral Continental Dan Mondragon fue atacado y asesinado. Minutos después comenzó un ataque en GreenPeak, pueblo donde se estaba llevando la boda.»

    «1ro de Octubre de 2888 D.C. Se lleva a cabo un nuevo ataque a LaneCloud. Claarn A. Bohm logró confirmar que el motivo fue la búsqueda de cierto libro perteneciente a Abraham Arcnaik. Ya se llevaron a cabo las adecuadas investigaciones en el pueblo a lo largo de estas tres semanas, sin embargo no se ha encontrado nada.»

    «Estas son solo unos de los sucesos que tenemos suficiente evidencia para contárselos a este grupo terrorista, marcado desde este preciso momento como máxima prioridad de captura.»

    «Hay muchos misterios detrás de “La Nueva Cabeza”. Su primera aparición fue como un pequeño grupo de mercenarios que rápidamente se encargaron de las más altas misiones del Mercado Negro, capturando el interés de muchos de los líderes dentro de “El Poso”. Gracias a esta información podemos deducir quienes fueron los perpetradores de múltiples eventos a lo largo de estos últimos dos años.»

    «Por último, descubrimos que la organización consiguió tanto dinero y fama a lo largo de año y medio que pudieron entrar al círculo de los líderes de “El Poso”, para consolidarse como una de las fuerzas más peligrosas del mundo.»

    «Los interrogados hablan de “La Nueva Cabeza” como una organización dirigida por distintas “Cabezas”. Todas ellas se mueven con voluntad propia, pero siempre siguiendo la filosofía de cumplir con los deseos de “La Nueva Cabeza”.»

    «El General Marcus Thompson logró combatir y capturar a uno de los líderes de la organización durante el ataque del 1ro de Octubre. A pesar de mantuvo resistencia a todos nuestro métodos de tortura, logramos arrebatar unos pequeños cuencos de información, gracias a los avanzados equipos otorgados por la Dra. Socalo Rotelo…»

    Sebastian Salomon volteó a ver a los cinco Generales Mundiales, esperando una respuesta. Su silencio por unos segundos causo conmoción dentro de todo el público. Los cinco Generales hablaron entre si y llegaron a la confirmación… Se mostrarían las imágenes.

    Con el permiso otorgado, Sebastian Salomon retomó su investigación.

    «A continuación mostraremos imágenes de lo visto dentro de la mente de este hombre…»

    Las imágenes, aunque borrosas, conmocionaron a los más veteranos y conocedores de la historia de la Cuarta Guerra Mundial. Las voces no se hicieron esperar, pronto comenzaron a haber quejas y difamaciones.

    «Las imágenes que estamos presentando son verídicas.»

    Claarn, tuvo que retener sus manos temblorosas apretándolas entre sí.

    Teresa, que se encontraba a su lado, le tocó el brazo y le hizo un ademan pidiendo que respirara –Relájate…

    -No lo estás viendo…- Gruño el hombre entre dientes.

    -Lo sé… ¿Pero acaso cuando te encuentres con ellos te pondrás en este estado?

    Claarn tragó saliva. Apretó los labios y volvió levantar el rostro para confirmar lo que había visto. Tenía que ser capaz de vencer sus miedos… Teresa tenía razón…

    En una de las imágenes, aunque muy a lo lejos se podía ver dos figuras que Claarn casi podía jurar quienes eran…

    «Por lo que pudimos descubrir de toda la información obtenida de este sujeto, hemos descubierto la identidad de al menos siete de las doce cabezas líderes de esta organización… Todas se encuentran registradas desde este momento en la Lista Negra del Gobierno Mundial…»

    Las imágenes cambiaron para mostrar a los siete sospechosos.

    «Y sí. Confirmamos de una vez lo que algunos pudieron haber visto… Los individuos Apolo Darnef Jr., Berenice Brojagger y Hernan Trop forman parte de la lista de integrantes…»
    Con la confirmación muchos individuos se levantaron ofendidos pidiendo explicaciones a todas esas patrañas. Sebastian Salomon se mantuvo callado mientras escuchaba todas las quejas.

    ¡SILENCIO!”

    Exclamó el viejo General Oster. Su voz retumbo en toda la sala haciendo retumbar hasta los mismísimos cimientos. Tras esto nadie hizo ni al más pequeño ruido -Continué, Salomon- Ordenó el hombre volviendo a tomar asiento.

    «Esta no es la única evidencia que tenemos sobre esta información. Nos respalda el reporte de Claarn A. Bohm del día 1ro de Octubre, así como distintas fotografías de distintos agentes del S.S. Dichas fotografías solo pudieron ser tomadas desde lugares muy lejanos, por el nivel de peligro de estos individuos, pero como podemos ver… Las siluetas son exactamente las mismas…»

    «Aun no podemos confirmar cómo es posible que estos tres ex integrantes y traidores de “Los Caballeros Blancos” puedan estar frente a nosotros, tras cuarenta y dos años de su fallecimiento. Tratar de confirmar este evento solo sería hacer teorías y nuestro deseo es informar, solamente eso… Para no impactar al público, estos tres líderes de “La Nueva Cabeza” aparecerán en la Lista Negra, pero solamente como descripción de sus facciones y sin nombres, claro está.»

    «La Nueva Cabeza desde este momento será considerada como una organización de Peligro Global.»

    No hubo ruido, pero todo mundo ahogo su miedo en su pecho al deducir con esas últimas palabras la razón por la cual acababan se había decidido llevar a cabo esta reunión.

    «Por mi parte seria todo. Cederé la palabra a mi compañero Fabriccio Lecter.»
    Sebastian Salomon se retiró dejando únicamente una estela de mal sabor en el ambiente. Y el Detective Fabriccio no había tomado el micrófono para endulzarlo.

    «A inicios del año se han estado viendo distintos eventos relacionados con ocultismo en las Islas Medias. Uno de los más famosos ocurrió en una universidad de Telete. El saldo dejó diez muertos, estas son las fotografías del caso que no se mostraron al público. Como podrán ver todo lo que rodea al salón de clases es una mutación del cuerpo del perpetrador en un intento de invocación de un demonio… Tal parece que el individuo trató de mezclar su cuerpo con la existencia oscura del demonio, ocasionando este extraño caso… El reino de Telete nos confirmó que hubo un encuentro con un ser amorfo dentro de las instalaciones de la universidad… Deteniendo por completo al enemigo. Sin embargo, al ser un reino libre el Gobierno Mundial no pudo exigir informes sobre la criatura…»

    «Mismo caso se llevó a cabo en medio de un teatro, cuando un hombre utilizó al público de la obra como sacrificio para la invocación de un poderoso demonio. Esto se llevó a cabo en Rab-It. La invocación fue lograda, pero dos escuadrones, junto con el General del reino lograron detener a la bestia.»

    «Casos muy parecidos han estado sucediendo a lo largo de las Islas Medias. No existía evidencia de que esta secta, autoproclamada “El Nuevo Rey”, hubiese llegado hasta los dos grandes continentes… Hasta que hace dos semanas en Foraff hubo un intento fallido de invocación en medio de la plaza principal del reino, contando con siete involucrados en el caso. Solo hubo dos muertos. Gracias a la captura de los testigos confirmamos el nombre del culto, pero poco más, además de la ubicación de una pequeña cede en Foraff.»

    «Debido a su claro manejo de las artes oscuras se ha comparado con un peligro comparable al que se manejaba con “Los Brujos”. Es posible que este culto haya aparecido debido a algunos fieles a la antigua organización.»

    «Desde el momento de este reporte se ha iniciado un operativo para capturar a todos los integrantes de la cede en Foraff, así como comenzará una investigación masiva para aniquilar a toda este culto de raíz. La declaración dada por los Generales Mundiales es marcar al “Culto del Nuevo Rey” como un Peligro Global.»

    Los murmullos comenzaron a sonar en la sala. Eran voces preocupadas. Voces con un llanto oculto entre sus palabras… No había precedentes en la historia para lo que estaba sucediendo en ese momento. Era imposible de creer para la gran mayoría de los presentes en la sala.

    «Continuando con el último tema de esta reunión. Para así pasar al último anuncio.»
    Las personas palidecieron al escuchar esas recientes palabras. Muchos incluso fueron incapaces de prestar atención a toda la información otorgada por el Detective Lecter.

    «Gracias al apoyo de Claarn A. Bohm obtuve el informe completo del evento más importante tras el asesinato de Abraham Arcnaik… El 24 de Agosto hubo una fuga masiva de prisioneros de la prisión de alta seguridad del Gobierno Mundial, aquí en Olimpia. La fuga se pudo concretar debido a un ataque organizado de la Mafia Lebore, para poder sacar de entre las rejas a su líder, Mathias Altmayer. Hombre capturado en apoyo de los fallecidos Generales Mundiales, Adam Arcnaik y Edward Hellwell.»

    «Esta fuga masiva de reos contó en su mayoría con prisioneros de bajo rango, pero también con dos figuras igual de importantes que Mathias Altmayer: El primero es el asistente del Dr. Akira Dorian Wish, el Dr. Alexander Naum. Y el segundo el mayor logro de las retorcidas investigaciones de “Los Brujos” durante la Cuarta Guerra Mundial, ser capturado por Claarn A. Bohm… El experimento denominado como “Hijo de Bagar”.»

    «Los detalles sobre esto los tiene el Servicio Secreto y los cinco Generales Mundiales. Pero lo único que deben de saber es que estamos tratando con el más poderoso “Mestizo” jamás creado… Junto con Mathias Altmayer y Apolo Darnef, lideran la Lista Negra del Gobierno Mundial»

    «Por ultimo habremos de informar que la Mafia Lebore ha estado tomando impulso dentro del Mercado Negro. Esto es ocasionado por una guerra masiva entre mafias que ha estado vigente desde hace cuatro años. Actualmente, todas las mafias importantes del mundo han sido erradicadas, todo apunta a que la Mafia Lebore es la causa de esto.»

    «En el Mercado Negro, la Mafia Lebore ha obtenido el título de “La Familia Real”, tras la muerte de los hermanos Carnoc hace poco más de un mes… La ultima grande familia mafiosa que quedaba, además de Lebore.»

    «Desde este momento tengo el honor de confirmar por parte del Gobierno Mundial que la Mafia Lebore se ha vuelto un Peligro Global.”

    Nuevamente más de uno se levantó de su asiento gritando aterrorizados. La realidad, era que casi todos sabían a que habían ido a ese lugar. Sin embargo, todos tenían la esperanza de que solo fuesen paranoias momentáneas.

    «Pase al frente el ahora General Mundial Arthur Fire, para dar el anuncio final.»

    Fabriccio dejo el estrado con el rostro caído y viendo la horrible reacción de los líderes del mundo. Esos líderes que supuestamente habrían de salvar al mundo.

    El joven General Fire pasó al frente. Mantuvo su calmada actitud ante los gritos de terror de todas las personas frente suyo… Y le temblaron las piernas al solo pensar en la reacción del mundo entero cuando escucharan lo que tenía que decir…


    (…)​


    Martin abrió la puerta de su habitación en el hotel. El sol estaba llegando al final de su ciclo aquel día. El joven cargaba a Bastian y Bruno, los cuales habían caído dormidos justo después de comerse cuatro hotcakes cada uno. Detrás le seguía Violeta que cargaba a Mairis y empujaba la carriola de Mike.

    Martin los acostó en sus debidas camas y suspiró al por fin descansar. Ayudó a Violeta con Mairis y la puso en la cama, poniéndole la cobija de una vez.

    -¿También está dormido?- Preguntó Martin en silencio acercándose a la carriola.

    -Sí, ¿No es lindo?

    -Lo es. El más lindo de los cinco, pero no les digas a los demás.

    La mujer comenzó a reír al escuchar eso -Por cierto, ¿el adolescente donde esta?

    -Se quedó en LaneCloud- El joven se acercó a la cocina de la habitación del hotel. Tenían la suite más grande de todo el edificio gracias a las influencias de Claarn -Le dije que actualmente el ejército continental de Dorinda cuidaría del pueblo, pero me contesto: “A esos soldados no le importa tanto el pueblo como a mí”. Me encanta su espíritu, aunque a veces lo noto exagerado…

    -Va a ser un excelente General algún día…- Dijo la mujer tomando asiento en la mesa frente a la ventana. Un color naranja iluminaba toda la habitación.

    -Ojala así sea… ¿Quieres algo de beber?

    -Sorpréndeme- Respondió la mujer con una sonrisa.

    -Lo haré- Le contestó el joven con una risa alegre.

    -Cuando terminó la Cuarta Guerra Mundial estaba en casa junto con mis padres comiendo pescado fresco… Mi padre lloró cuando en la radio pasaron la noticia- Reía la mujer con un rostro feliz – ¿Te lo conté alguna vez?

    -Nunca lo hiciste- Le respondió el joven, que movía sus manos como un experto para preparar una bebida perfecta. En ese momento Martin paró un momento y puso un rostro de concentración –Ammm, sí, yo ya no estaba con mis tíos ese día…- Chasqueó los dedos –Cierto, estaba trabajando de mesero- Entonces el joven comenzó a reír –Todo mundo comenzó a gritar y el dueño decidió dar comida gratis. Maldición, ese día trabajé mucho… Pero me fue bien con las propinas.

    -Imagino que te alegraste.

    -Cuando terminé de trabajar, sí. Ahora era seguro que mi padre volvería… Fueron semanas largas de espera… Y de igual forma no volvió hasta medio año después…- Comenzó a reír –Que locura.

    -Que diferentes versiones…- Dijo Violeta observando el cielo que empezaba teñirse con tintes del color de su nombre.

    -Las curiosidades de la vida…- Volvió a trabajar en la bebida -No sueles prestar atención a esos detalles, pero es un milagro que estemos aquí.

    -Lo único a lo que presto atención es a disfrutar que estamos aquí- Respondió la joven con una mirada tierna, que puso nervioso a Martin. Tanto que tiró la bebida por accidente. Violeta comenzó a reír silenciosamente mientras lo veía limpiar todo con prisa, como si no se hubiese dado cuenta.

    Un sonido de pronto se escuchó a lo largo de toda la ciudad.

    -Las bocinas de alertas- Murmuró Martin. De pronto comenzó a escucharse el himno del Gobierno Mundial por todos lados.

    - ¿Tú también sientes un aire amargo en el aire?- Dijo la joven con tono silencioso.

    Justo antes de que terminara el himno Martin apareció a un lado suyo, con dos vasos de cristal en las manos y una sonrisa dulce –Me daría el placer de tomar un trago conmigo, Violeta Brown.

    Ella, avergonzada tomó el vaso y contestó –Si me hace el favor.

    Ambos se sentaron a un lado del otro. Dieron un largo sorbo a su bebida y luego se sonrieron. Observando el final del atardecer, tomados de las manos.

    El himno finalizó.

    A los tres segundos siguientes se escuchó la voz del joven General Fire.

    «Habla Arthur Fire, nuevo integrante de los Generales Mundiales del Gobierno Mundial…»

    Algunos escuchaban el anuncio. Otros brindaban. Otros jugaban. Otros comían o bebían. Muchos otros seguían su vida como siempre había sido. Unos lloraban. Algunos más reían. Hubo quien puso su cuerda y su cuello en el mismo lugar. Hay otros que hacían el amor… Otros estaban por hacerlo.

    «Hoy estamos aquí reunidos para poder informarles esta importante noticia… El Culto del Nuevo Rey… La Nueva Cabeza… Mafia Lebore…»

    Queriendo o no, el mundo conoció el mensaje de Arthur Fire.

    «Les declaramos la Quinta Guerra Mundial.»
     
    Última edición: 20 Noviembre 2019
  12. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 11 - ¿Sheriff o Soldado?
     
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    Capítulo 11– ¿Soldado o Sheriff?

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    -10 de Julio de 2892 D.C.-

    Fue una mañana de lunes cuando Kian estaba caminando por las calles de Hericent en dirección al Cuartel del pueblo. El joven había cumplido la mayoría de edad, o al menos eso se creía, pues no existía una edad concreta del muchacho.En su mano se encontraban sus papeles, un registro de ciudadanía que alguna vez Abraham Arcnaik le tramito. Un acta de nacimiento, donde solo aparecían su nombre y una fecha calculada de la posible edad del joven. Tenía su papel de mayoría de edad y un registro de su trabajo como asistente de sheriff, al igual que el otro registro de trabajo que le denominaba sheriff sustituto. Por ultimo contaba con un conjunto de papeles donde se registraba un resumen de misiones a las cuales había ido junto con Martin y Claarn como ayudante.Trabajar como ayudante significaba un punto extra de experiencia. A los ayudantes no se les paga, ni se les da apoyo médico en caso de algún accidente a lo largo de las misiones. No muchas personas tienen la oportunidad de ser ayudantes debido a esto último, pues la responsabilidad caía en el soldado al que acompañan y muchos de los soldados no deseaban tener que hacerse cargo de la salud de un jovencito que desea aumentar su currículo. Los nombres de los ayudantes quedan mencionados en los reportes. Esos nombres quedan registrados en la base de datos del Gobierno Mundíal. En medio de todos esos papeles se encontraba una carta que Claarn había escrito como recomendación.

    Los soldados del Gobierno Mundíal tienen permitido recomendar a tres personas. Sin excepción. Se podría intentar recomendar a alguien más, pero para esto los Generales del Gobierno Mundíal tienen que permitirlo, esas juntas normalmente se hacían a inicios de primavera y solo una minoría de los que quisieran una recomendación extra eraaceptada. Sin embargo, este no era el caso de Kian. Este era la última recomendación que podía hacer Claarn y el hombre sabía que Kian podría ser aceptado. El chico tenía más de lo que cualquier otro jovencito podía llevar a estas entrevistas. A demás, el entrenamiento físico que tenía era más que espectacular como para ser una gran promesa.

    Llego hasta el gran edificio. Tan solo estar presente en ese lugar le traía recuerdos amargos sobre la noche en que murió la familia que le iba adoptar. El viento soplaba, era otoño y la brisa lo hacía notar. Los arboles no perdían sus hojas, la mayoría se mantenían verdes todo el año aunque cayera nieve. El día era nublado y parecía que llovería, quizás era un mal día para llevar todos esos papeles. Sería un problema si no le llegasen a aceptarle como soldado y empezara a llover, conseguir esos papeles significaba una gran cantidad de trámites y filas enormes.

    El chico tomo un respiro y dio un paso hacia adelante, subió las escaleras que llevaban a la entrada y paso por la puerta de madera. Fue atendido por una linda chica que serbia de recepcionista que le otorgó una hoja que decía “Solicitud”. La lleno ahí mismo, no sin antes hablar un poco con la chica. Finalmente vio que los jóvenes antes de él empezaron a pasar y se dirigió a la banca para esperar su turno. No había muchas personas, Tres delante de el, otros cuatro detras. Todos se encontraban igual de nerviosos. La espera no tardo demasiado. Kian fue llamado a los diez minutos después de que el primer muchacho había sido llamado. Cruzo el pasillo de color caqui y entro en una habitación gris junto con un hombre robusto con gran pansa y piernas pequeñas. Kian tomo asiento en la mesa.

    –Buenos días. Un gusto, señor....– Leyó el gafete que tenía en el pecho rápidamente –Gen1eral de Brigada Harrison Johnson. Soy Kian– Le puso la mano delante. El hombre la acepto con un rostro amargo.

    – ¿Kian que?– Pregunto el hombre con las cejas levantadas.

    El joven sonrió de manera nerviosa, tamborileo en la mesa y soltó una risa fugaz –Kian, solamente, Kian…

    –Sus papeles, joven Kian.

    El joven levanto el folder manila y lo puso frente al General de Brigada –Aquí tiene…– Dijo tratando de controlar su mano temblorosa. El hombre tomó sus papeles y acomodo sus delgados lentes.

    –Oh…– Soltó al empezar a leer. Kian apretó la quijada al escuchar el gemido –Solo Kian… No tienes padres, ni abuelos. Al parecer ningún pariente… ¿vives solo?

    –No…– Dijo un poco más chillón de la costumbre. Aclaro la garganta y continuo –Vivo con los tutores de los huérfanos Arcnaik y Hellwell.

    – ¿Por qué?– Preguntó intrigado.

    –La familia Arcnaik estaba por adoptarme cuando paso el incidente. Como no tenía otro lugar a donde ir pedí permiso a Claarn A. Bohm para vivir con ellos. Más que por no tener otro lugar a donde ir pienso que fue más por el hecho de que Bastian Arcnaik y el pequeño Michael Arcnaik son casi como unos hermanos menores. Los conozco desde hace mucho y no quería dejarlos de esa manera, menos en la situación en la que termino todo.

    El hombre desvió su mirada del chico y continuo leyendo –Veo que has estado trabajando como ayudante de Sheriff en LaneCloud desde los diez años. Es el único trabajo que has tenido.

    –El siguiente papel es un registro de mi trabajo como sheriff sustituto. Aunque si sigue revisando entre los papeles vera que he participado como ayudante con Claarn A. Bohm en un par de misiones. Al igual que con Martin Price. De hecho, en la carta del medio habla sobre todo en lo que he participado, entrenamientos, conocimientos, entre otras cosas…

    El hombre tomo la carta y la abrió sin mucho cuidado, dentro se encontraban dos hojas. Una con la leyenda de Claarn A. Bohm sobre la recomendación de Kian y atrás un listado con las misiones en las que había participado como asistente. Un listado de los tipos de combate que el joven conocía y especificaba con una puntuación el nivel en el que se encontraba. También venia un listado de distintas disciplinas, como manejo de armas, entrenamientos médicos, conducción y uso de máquinas. Al igual que en el de combate, cada rama venia puntuada. Sin duda una recomendación muy valiosa.

    –Ya lo veo. Interesante. No es lo más impresionante que he visto...– Esto último era mentira. El hombre por dentro pensaba que era uno de los más impresionante que le hubiese tocado tener entre las manos–Al menos tienes un registro de misiones como ayudante. Muchos vienen sin uno.

    –Gracias– Dijo repentinamente.

    El hombre se puso de frente al joven con los codos en la mesa. Cruzo los dedos y lo miro con una mirada aterradora e intimidadora. Aunque ni la mitad de aterradora que la que tenía Claarn cuando este se molestaba. Su voz sonó más gruesa que antes –Entonces Kian. Dime, ¿por qué quieres entrar al GM como soldado?

    –El hombre que me encontró era Abraham Arcnaik, un soldado muy conocido... No quiero deshonrar el nombre del que fue mi maestro. Quiero ser tan buen soldado como lo fue el.

    –Tienes una meta muy difícil. Abraham Arcnaik es una leyenda entre leyendas. Se dice que nace uno como él cada cientos de años. Muchos lo consideraron como un Chasoul aunque nunca lo fue. De hecho, hay quienes lo comparan con el cuarto Chasoul. Solo que uno inicio la guerra y el otro la termino.

    –No importa, yo sé que puedo tener ese potencial.

    El hombre soltó un bufido y acomodo los papeles –Si tú lo dices muchacho. Bueno, si entras al Gobierno Mundial dejaras de ser asistente de sheriff y empezaras como soldado en un equipo de soldados. Tu historial demuestra que tienes un entrenamiento previo, por la tanto no tienes que hacer una prueba física. No tienes ninguna enfermedad según tus papeles y tienes un historial criminal en línea. Aunque lo que más me interesa es que tienes anotado en tu solicitud que controlas la magia prohibida del tiempo, me quisiera explicar que significa…
    –Espere… Espere… No puedo dejar de ser sheriff en LaneCloud.

    El hombre sacudió la cabeza y parpadeo extrañado – ¿Qué dices?

    –Lo que sucede con LaneCloud es un poco delicado. Claarn A Bohm es un hombre ocupado y no siempre se encuentra para ser sheriff. Martin Price, aunque tiene capacidades no puede descuidar la educación de los niños para atender el puesto. Y para serle sincero creo que no hay nadie adecuado para mantener el control en el pueblo aparte de mí. Tenía la duda de saber si podía ser posible mantenerme como sheriff en LaneCloud y como soldado en el cuartel de Hericent.

    La silla del hombre rechino al momento en el que el hombre la empujo tras una risotada. Kian empezó a sudar y sus ánimos bajaron – ¡Oh joven Kian!¡No es posible!– Dijo entre risas pesadas y fuertes. El hombre volvió a tomar la compostura después de aclarar la garganta–Elige, sheriff o soldado. No podemos darte el lujo de atender ambos puestos. Deja que puede que sea muy cansado, en momentos no podrás estar atendiendo a ambos. Si gustas podemos mover algunos de nuestros soldados, alguno que no necesitemos, para cuidar de LaneCloud. Aunque también puede ser que algún hombre del pueblo quiera ayudarte con el puesto, no creo que nadie esté interesado. Te reitero que creo que va ser imposible que puedas atender ambos puestos…

    Kian se abalanzo hacia enfrente y levanto su palma hacia el hombre para aclarar lo que había dicho –Claro que es posible, yo…

    El hombre levanto su palma y Kian callo –Okey, ¿porque quieres seguir siendo sheriff?…

    Kian cerró su mano y el bajo hasta su entrepierna donde tenía la otra. Empezó a jugar con sus dedos, nervioso. Hizo una mueca mientras bajaba la mirada–LaneCloud era el pueblo preferido de Abraham Arcnaik. Es por eso que tenía el enorme terreno de la familia Arcnaik. Es por eso que vivía aquí. No quiero que le pase nada, por eso me gusta ser su sheriff.

    El hombre se mecía en su silla con los brazos cruzados. Soltó un suspiro y hablo con un tono serio –Lo siento, Kian. Tendrás que decidir. Soldado o sheriff. No podemos darte un beneficio por un simple capricho.

    Kian titubeo. Mantuvo la mirada abajo, mientras pensaba. El hombre soltó un suspiro y golpeo la mesa con sus nudillos –Es claro que si quieres una excepción para ser sheriff entonces te gusta más ser sheriff que la idea de ser soldado. Sigue como sheriff, te va bien.– El hombre empezó a acomodar los papeles del joven. Se encontraba listo para salir.

    La puerta se abrió de pronto.

    Un hombre alto de cabello corto entro de repente.

    –General de Brigada Harrison. Quiero que me explique estas cuentas, no encajan con lo que tenemos en el almacén y yo mismo tome inventario de ellas.

    – ¿General? Claro, ahora mismo lo atiendo, solo deje término de hablar con este joven.

    Kian levanto la mirada al escuchar cómo se abría la puerta. Un recuerdo vago cruzo su cabeza al ver al General. Las miradas de los dos se cruzaron. El General bajo la mirada y vio la hoja de recomendación así como la solicitud.

    – ¿Novato?– Comentó con una sonrisa –Espero que ayudes más a tu capitán que cualquiera de los novatos que me apoyan a mí.

    –Son un desastre…– Comentó Harrison mientras soltaba una risa –Su nombre es Kian, General Marcus. El joven que sirve como sheriff en LaneCloud durante la ausencia de Claarn A. Bohm.

    El general Marcus tomo el papel de la solicitud y lo leyó mientras Harrison le comentaba el historial de Kian. Bajo la hoja de repente. Y clavo su mirada en Kian.

    –Ya te recuerdo. Eres el jovencito me ayudo con dos de los mercenarios que luchaban contra mi durante la noche del segundo ataque hace dos años.

    Kian le recordó de repente. Ese hombre era al que había cargado hacia dentro de la casa de aquella anciana. El soldado que estaba peleando contra los cuatro mercenarios y al cual le había salvado la vida.– Le recuerdo… Pelee con usted…– Murmuro.

    –Te vi de cerca esa noche. Después de que me atendieron mis heridas te fui a buscar. Desde el techo de un hogar vi cómo te enfrentabas a otro dúo de enemigos. Los derrotaste con astucia. No pude ayudarte porque un enemigo me ataco desde el aire. Tenías puesto el chaleco de cuero café, pero no creí que fuera el del sheriff. No pensaba que eras menor de edad. Vaya, incluso a tu edad estabas en el campo de batalla luchando contra esos enemigos, ¿Cuántos venciste?

    –Fueron bastantes, no lo recuerdo. Después de esos otros dos enemigos me dedique a revisar las casas de la cercanía. Ayude a un par de familias que unos bandidos querías secuestrar. Por la misma zona por fortuna logre ayudar a una familia a la que estaban saqueando…

    –Espera, ¿qué?, eran los barrios bajos, ¿no?

    –Sin embargo eso no impide que les roban. Incluso creo que es más importante que los haya ayudado. Debe ser horrible tener poco para que te lo roben.

    El hombre asintió lentamente. Mantuvo su sonrisa y respondió –Así es.– Dejó su hoja. Y volteo con Harrison. Quien miraba atentamente la conversación entre los dos –Necesito que me expliques esto, ahora. Tengo que mandar mi reporte, solo será un segundo enseguida vuelves con el joven.

    –Claro, General. No desesperes, en un momento vuelvo.– Ambos hombres salieron de la habitación y la cerraron. Kian asentía designado.

    Pasaron unos minutos y entro Harrison sudando un poco. Tomo asiento y tomo los papeles de Kian. El chico estaba desesperado así que lo soltó de una –Quiero ser soldado. Ya lo decidí.

    – ¿Ah sí?– Dijo el hombre al momento de volver a acomodar los papeles.

    –Creo que es lo mejor– Hizo una mueca con el labio y bajo la mirada.

    El hombre asentía repetidamente mientras echaba un nuevo vistazo a todas los papeles del joven. Lo miro. Esta vez parecía decidido, pero disgustado. Golpeo la mesa con los papeles y hablo con todo aburrido –Entonces me llevare tus papeles. Dentro de una semana te llegara una carta con lo sucedido con tu petición. Ahí sabrás si fuiste aceptado o no, en que puesto estarás y que día empezaras a trabajar– El hombre se levantó de su silla tomando todos los papeles en sus regordetes brazos. Le abrió la puerta a Kian y el joven salió sin mucha prisa. Observo desde los cristales que estaba lloviendo. Por suerte llevaba una sudadera con gorro así que no se mojaría tanto. Camino hasta la puerta sin voltear. Harrison le observaba mientras se alejaba. Kian salió hacia la lluvia. Había charcos en el pasto y las gotas tronaban en los follajes de los árboles. Volteo hacia los terrenos de entrenamiento del cuartel mientras bajaba las escaleras, ahí se encontraban unos cadetes entrenando bajo la lluvia. Ahí agradeció haber sufrido todos sus entrenamientos con el sheriff. Un joven salió corriendo del cuartel con sus papeles en la mano. Cruzo a un lado de Kian, ahí pudo observar como todos los documentos del chico estaban empapados.

    –Ni siquiera fue aceptado para analizar su caso…–Eso le dio un poco de esperanza. Observo como el chico corría debajo de la lluvia y se sintió un poco mejor por pensar que aunque sea no tendría que hacer largas filas para renovar sus papeles.


    (…)​


    Una semana más tarde hacia un calor abrumador. Kian llego a la comisaria con una bebida helada de fresa, su fruta favorita. Miro a los dos jóvenes que se encontraban dentro de la celda y el que se encontraba de frente a las barras de hierro de la celda empezó a quejarse de él– ¿Cómo puedes ser tan descarado, Kian?

    – ¿Por qué lo dices, Jon?– Pregunto el joven mientras caminaba hacia el otro lado de la comisaria y dejaba su sombrero marrón en un gancho arriba de una ventana.

    –Bebiendo tu bebida helada mientras nosotros estamos aquí muriendo de sed…

    –Puedes beber del fregadero.

    –Si mis labios tocan esa boquilla, aunque sea por error, tendré tantas enfermedades que ni la diosa sería capaz de curarme.

    Kian soltó una risa mientras daba la vuelta para sentarse en su silla–No han llegado sus madres, jovencitos. Así que creo que tarde o temprano tendrán que beber de ese fregadero de enfermedades.

    El joven golpeo los tubos que le retenían dentro de la celda –Ni creo que venga.

    –Lo hará. Tarde o temprano lo hará. Una madre daría todo por un hijo. Créeme, lo sé– El chico tomo un sorbo a su bebida. Se acerco a la barra donde se encontraba una radio vieja de madera elegante. Prendió la radio. En ella hablaban sobre la disputa que tenían recientemente Iglakesh y Foraff al este del continente de Dorinda. El joven se recargo en la barra de madera que separaba “la oficina de sheriff” y las celdas.

    – ¿Qué opinan de ese enfrentamiento? ¿No creen que la situación con las guerrillas de Foraff son suficiente problema como para que ahora quiera lanzarse a una guerra contra Iglakesh por la muerte del hijo del rey de Foraff? Si su hijo huyo de su propio reino, de la dictadura de su propio padre fue por algo. Iglakesh no tiene ninguna culpa con que haya sido asesinado por unos criminales en su territorio.

    – ¡Suenas como un anciano!– Grito el mismo chico.

    –Tan solo quería hacerles olvidar un poco el calor… ¿No llego nadie en lo que fui por mi bebida?– Tomó un sorbo de nuevo.

    El otro de los chicos que se encontraba en la celda se levando del delgado colchón que funcionaba como cama. Se posó junto a su amigo y le señalo con el dedo a la barra de madera –No llego ninguna de nuestras madres, pero si llego un hombre alto de cabello negro que traía un lindo traje. Te dejó una carta en el buró… ¿Quién era? ¿Tu novio?– Pregunto a manera de provocación.

    Kian se exalto – ¿Qué? ¿Espera que?

    –Tranquilo solo fue una broma…– Contesto el mismo chico.

    –Eso no, idiota–Se metió por detrás de la barra. Ahí se encontraba un escritorio con decenas de papeles. A un lado se encontraba un buró que poseía varias fotos. Ahí estaba la carta. La tomo en sus manos y la observo detalladamente. Tenía el logo del Gobierno Mundial. Era la carta que decía si había sido aceptado. La abrió con cuidado, pero saco la carta desesperado. La desdoblo y empezó a leer:


    “Buenos días, Kian.

    Quisiera felicitarle por haber entrado en las filas del ejército del Gobierno Mundial. Nos honra saber que has elegido nuestro cuartel como base madre de su crecimiento dentro del ejército. Deseamos su asistencia en el cuartel desde las 6:30 de la mañana en la mañana. Diríjase al piso cinco donde será recibido en el equipo #3, dirigido por el General Marcus Thompson. Esperamos verlo ahí, donde se le hará entrega oficialmente de su uniforme y placa. Felicidades, desde este momento pertenece a nuestras filas. Esperamos grandes cosas de usted.

    P.D. Me fue informada su petición sobre trabajar en el ejército y como sheriff en LaneCloud. Tendrá permiso, soldado. Trabajará con nosotros en las misiones importantes y hará asistencia medio día para que la otra mitad del día pueda hacerse cargo de sus labores como sheriff. Me gusta su entusiasmo y espero que demuestre que puede apoyar ambos cargos.

    Lo veré mañana a primera hora soldado.

    –Gral. Marcus Thompson.



    Kian no cabía dentro de su propio cuerpo. Estaba tan alegre por la noticia. Por un momento dio unos brincos de la emoción. Su emoción se intensifico en el momento en el que reflexiono sobre la descripción que hizo el chico que estaba en la celda, no podía ser otro que no fuese el Gral. Marcus. El mismo General se había encargado de llevar aquella carta. Kian exploto en felicidad y salió de la comisaria corriendo hacia su hogar para dar la noticia a Martin, el sheriff y los chicos. Desde la esquina un hombre veía como el muchacho corría en dirección a su hogar. El hombre sonrió y se dirigió hasta la comisaria con una sonrisa.

    –Sí que tiene energía.– Murmuro el General Marcus –Supongo que tendré apoyar en la comisaria hasta que vuelva… Me iré antes de que vuelva. No quiero que me bese por la emoción…


    (…)​


    Al día siguiente Kian se levantó más temprano de lo común. Se preparó un desayuno abundante a base de huevo. Se dio una ducha y salió de la casa a toda prisa. El sheriff apenas pudo ver la sombra cuando el chico ya se había ido. El hombre sonrió al ver el entusiasmo que desprendía su alumno. Sin embargo era muy temprano. Solo significaba que tendría tiempo para cocinar más.

    El chico caminaba a un ritmo acelerado. La luz apenas empezaba a ser visible en el cielo. Quizás faltaría todavía una hora para la cual fue convocada su asistencia. No importaba, esperaría. Después de todo, el cuartel nunca cerraba sus puertas. Finalmente llego al cuartel, algunos soldados estaban llegando apenas. Se dio cuenta que después de todo no era tan extraño que llegase temprano. Sorprende a la hora a la que algunas personas se levantan para irse a trabajar.

    Entro al cuartel y saludo a las recepcionistas. Esta vez no era la chica, sino una mujer de edad mayor un poco regordeta de mejillas rosadas.

    Pasó por el largo pasillo principal, hecho un vistazo por las puertas y pudo ver la cafetería. Las salas donde fue entrevistado e interrogado hace unos años. Al fondo el pasillo se abría en una gran sala con tres escaleras. Un escudo del Gobierno Mundial de un gran tamaño se encontraba de frente al pasillo. Kian no resistió las ganas de saludar a la bandera cuando la vio. El alma del soldado estaba naciendo en él.

    Subió hasta el cuarto piso, donde un tapiz rojo cubría las paredes. Las esquinas estaban recubiertas con madera de un color crema y había asientos de espera. El pasillo se habría y en ellos se encontraban unas fotos de antiguos generales que había hecho su trabajo en aquel cuartel. El cuartel no era tan viejo como para tener cientos de fotografías de anteriores generales. Eran seis, contando al General Marcus. A las esquinas de aquella habitación se encontraban dos puertas de vidrio obscuro y una doble que llevaba a la oficina del General. Kian tomo asiento en uno de los cómodos sillones y se dedicó a esperar.

    Casi a una hora perfecta unos chicos empezaron a llegar por igual. Kian supuso que se trataba de su equipo. Los chicos llegaron amablemente y se presentaron con Kian, el hizo lo mismo con cada uno.

    Rubí, una chica muy bajita de piel rosada y cabellos castaños casi rubios, delgada, de ojos color miel y muy sonriente.

    Alex, un joven alto de cabellos negros alborotados. Su piel era blanca de tono pálido. Labios rojos intensos con un rostro regordete.

    Sandra, una chica de piel aceitunada y cabello largo de color castaño obscuro. Usaba lentes y tenía una voz muy suave, casi no se escuchaba lo que decía, pero tenía una bella sonrisa que era imposible de no ver.

    Sofía, una chica delgada con el cabello negro. Tenía una nariz grande como pájaro y ojos penetrantes, pero con linda sonrisa, y por último se encontraba Sandra, una joven alta de cabello rizado, piel morena clara, de ojos marrones. Era la más robusta de las tres chicas, pero no por mucho.

    Todos parecían ser muy simpáticos, todos sonreían y hacían bromas entre todos juntos. Kian se sintió muy bien desde el momento en que comenzaron la conversación. Finalmente y justo a tiempo, llego el General y un último chico.

    –Él es Gus Thompson, el hijo del general…– Le murmuro Rubí a Kian, repentinamente saludo al General con una posición de firmes. Kian la copio.

    El general les sonrió. Hecho un vistazo a los cinco chicos y levanto su dedo índice apuntando hacia el techo–Aquí hay uno extra… – Kian trago saliva en ese momento, por un momento le aterro la idea de que todo hubiese sido una mala broma de alguien y que ahora mismo se encontrara en problemas.

    –Lo iba a presentar, pero creo que ya lo conocen. Kian, nuestro nuevo integrante.

    Kian exhalo aliviado. Se sorprendió cuando una bolsa salió disparada hacia su rostro. Logro tomarla en el momento exacto antes de que le golpeara. La tomo entre sus manos y la observo con alegría, era su uniforme con un collar que traía una placa que decía únicamente Kian.

    –Es suyo soldado. Póngaselo. La habitación de la derecha es un vestidor. Es mixto, así que nomas le pido que no moleste a sus compañeras cuando se vistan. Tampoco quiero que se diviertan de más dentro de ese lugar, pueden hacerlo donde quieran menos en este cuartel. Acepto relaciones amorosas en el equipo, pero si la relación acaba no debe haber conflictos dentro del equipo porque nos los voy a enviar a otro escuadrón. La habitación de la izquierda es donde se encuentran las armas y algunas computadoras. Puedes usarlas, no te preocupes. Ahora mismo estas dentro del escuadrón más importante, el escuadrón del General. Estos son los beneficios que lleva ser parte de él. Sobre el acuerdo, creo que fui bastante claro, no participaras con nosotros en todas las misiones que llevemos a cabo. Esto lo hago para que tengas tiempo de atender tu puesto como sheriff, repito, SHERIFF ¡Felicidades! Ya no serás asistente, oficialmente eres sheriff. Claro que tienes un compañero y ese es Claarn A. Bohm. Única cosa que quiero, deseo que mejores y crezcas. Quiero escuchar en un futuro hablar de tu nombre como un Comandante, Capitán, General, Teniente, General de División o escuadrón… Lo que quieras y desees. Ahora, por último, esto va para todos. Me informaron que tenemos una misión. Desde hace varios días alguien nos ha estado informando sobre desapariciones en “La estación del tren Koch del Este”. El número de desaparecidos ha estado aumentando exponencialmente así que pidieron la ayuda de alguien capaz y su equipo no tan capaz. Si me preguntan, yo creo que pueden ser bandidos, antes se escuchó rumores sobre bandidos en las colinas. Verificare la información y veré si el helicóptero esta libre. Esperen en lo que verifico la información.

    Los chicos gritaron “Si señor” al mismo tiempo y el hombre asintió con una sonrisa. Entro a su oficina y los muchachos entraron a la sala de armas. Tomarían lo que necesitaran. Kian pasó al vestidor a ponerse su uniforme.

    Mientras se cambiaba se escuchó una voz desde la puerta.

    –Mi padre me comentó que tendríamos un nuevo integrante.– Era Gus, se hallaba recargado desde la puerta sonriéndole a Kian. Fue extraño. El joven se encontraba en calzoncillos cuando el hijo del General entró al vestidor.

    –Es un honor que tu padre me haya elegido. Sinceramente es mucho más de lo que esperaba.– Se puso sus pantalones, los abotono y tendió su mano hacia Gus –Soy Kian. Un gusto.

    El chico sonrió, era muy parecido a su padre. Aunque con el detalle de que tenía el cabello largo con un flequillo que le cubría la frente. –Soy Gus. Espero llevarme bien contigo.

    –Lo mismo digo– Kian observo al muchacho, el cual se dio medía vuelta y salió de la habitación. No parecía una mala persona, nadie parecía una mala persona. No le dio más importancia y continúo con ponerse la camisa, seguido de su chaqueta. De pronto la puerta se abrió repentinamente y se escuchó el filo de un cuchillo cortando el viento. Kian ralentizó el tiempo y se dio la vuelta para tomar el arma. Observo que había otro cuchillo dirigido hacia su cuerpo, estaba demasiado cerca,jalo el cuchillo con gran fuerza, su cuerpo se exalto por el esfuerzo. Mover algo durante la ralentización era muy difícil. Por ultimo levanto el cuchillo con muchísima más fuerza de la que normalmente necesitaría. El cuchillo se acercaba. Arrojo el cuchillo que tenía en la mano e hizo correr el tiempo. Los cuchillos se interceptaron quedando pegados en el piso. Levanto la mirada y observo que frente a él se encontraba Gus de nuevo.
    – ¡Estas demente!–Vociferó Kian repleto de rabia.

    –Tenía curiosidad– Gus bajo el brazo con el que había lanzado los cuchillos. Metió sus manos en la bolsa y mantuvo la mirada con Kian con un rostro sonriente con tonos de confianza –Mi padre me comentó que eras un mago de tiempo. Aunque no te hizo ninguna prueba de aquella veracidad. Intuyó que era cierto porque nadie está lo suficientemente loco como para poner una magia como esa en su currículo. Veo que era cierto. De que otra forma aquel cuchillo pudo haber terminado en suelo. Eres interesante, muy interesante.

    – ¿Qué hubiese pasado si hubiese mentido en la prueba?– Pregunto Kian con una voz severa.

    Gus soltó una risa leve –Estaría en problemas y tú con dos cuchillos clavados. Agradezco que no fuera así. Bueno, sigue vistiéndote. Te faltan las botas. Te prometo que ya no haré nada más, con lo visto estoy satisfecho– El chico saco su mano de los bolsillos y mando una señal de despedida sin ver a Kian a la cara. La puerta se cerró nuevamente con un fuerte estruendo al no cerrarse con cuidado. Kian trato de calmar su exaltación. No todos pueden ser buenos. Se dijo a si mismo después de desplomarse en el banco del vestidor.
     
    Última edición: 22 Noviembre 2019
  13. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 12 - No Todos Pueden Ser Buenos
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 12 –No Todos Pueden Ser Buenos

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    -18 de Julio de 2892 D.C.-

    Medía hora después de lo del vestidor, Kian y los demás subieron al helicóptero de Hericent. El único que tenía el cuartel. Después de todo era un cuartel pequeño.

    Kian estaba emocionado por subir al vehículo. Nunca había subido a uno, sería una gran historia para los chicos. A demás de que viajarían hasta las estaciones Koch,un lugar que Kian no había visitado nunca, localizado detrás de las montañas, lugar que nunca había visitado, como toda la mitad del Este de Dorinda.

    El viaje duraría bastantes horas. Iban a sobrevolar Hericent y tendrían que pasar las montañas que se miraban a la lejanía de ambos pueblos. Después llegarían hasta unos pueblos pequeños donde se trabaja comúnmente la minería. Finalmente llegarían hasta donde se encontraba “La estación de tren Koch del Oeste”.Lo verdaderamente increíble seria sobrevolar las enormes montañas que formaban “La Cordillera de Oscar Walls”, un conjunto de montañas que separa la mitad de continente, en los lados Este y Oeste. La estación del tren se encuentra donde las cordilleras empiezan a volverse cada vez más pequeñas en comparación a las que se encuentran por Songar. Esas son las montañas más grandes del mundo. Su nombre fue otorgado en honor al primer rey de Songar y su deseo de expansión que en aquellos momentos acompañaba a cada rey. Oscar Walls trato de construir un reino a lo largo de las montañas que dividían el continente. Sin embargo con el pasar de las décadas, sin contar la incesante guerra contra los demonios que presidio, cada vez fue más difícil continuar con la construcción. Aún quedan ruinas de aquellos intentos de la expansión del reino, pero se encuentran demasiado lejos de la estación del tren. Suele ser lugares de interés turístico por distintivos historiadores y viajeros.

    La vista fue hermosa. Cruzaron bosques eternamente verdes de pinos tan altos como edificios. Llegaron hasta las colinas donde el poder de los inicios del otoño golpeaba a las hojas de una forma más intensa, volviéndose una mezcla de colores anaranjados que embellecía la vista. Desde las alturas pudieron ver algunas personas subiendo las montañas. Entrando y saliendo de las minas de la misma. Algunos animales también pudieron ser visibles, como cabras que subían las empinadas cuestas u osos que salían de sus cuevas.

    Después de las montañas se encontraban unos pueblos mayormente conocidos por trabajar en las minas. Pueblos pequeños, pero amados por los mercaderes por el lucroso negocio de la joyería. Kian trato de recordar el nombre. No lo recordaba bien, pero le sobrevolaba los recuerdos las palabras de “BrigthHole”, el pueblo más grande de “Las Montañas Hole”, un pueblo pegado en lo alto de la montaña. Sobrevolaron alguno que otro pueblo pequeño, miles de hectáreas de planicies y bosques.

    Todos los observaban por las ventanas. Pero una chica delgada de piel morena se encontraba en medio del helicóptero para no ver hacia afuera del mismo vehículo. Su voz suave y dulce sonó de pronto, tras ver el reloj que se encontraba pegado a la lámina del helicóptero

    – ¿Por qué nos envían tan lejos?– Se quejó Sofía al momento de cruzar los brazos –El lugar al que vamos se encuentra detrás de las Cordilleras de Oscar Walls, ese territorio debería ser de Songar o Frandall.

    Los demás chicos observaban por las ventanas del helicóptero. Nadie, exceptuando al General Marcus, le había puesto atención.

    El General revisaba unos reportes. Traía unas gafas pequeñas y leía con atención. Se froto la barba de su barbilla y contesto a la queja de Sofía con calma –El Gobierno Mundial está enterado de la existencia de pueblos fuera de los reinos. Para eso existen los cuarteles como los de Hericent. Ya que los grandes reinos normalmente no atienden trabajos por fuera de sus territorios.

    –Pero eso está mal, Marcus…– La chica cruzo las piernas y se cerró de brazos–Si los reinos se hicieran cargo de sus fronteras podríamos trabajar sin tanta presión. Ya ve como se vuelve loco el cuartel con la saturación de problemas en todos lados.

    –Lo comprendo, Sofía. Lo comprendo muy bien. Como encargado de un cuartel tan problemático como es el de Hericent, uno tiene a darse cuenta de esos detalles, más pronto que tarde. A lo largo de mis años en el puesto me he dado cuenta que esos pequeños pueblos que se encuentran en territorios separados de algún reino son los que más sufren por la falta de protección. Más de uno es el que llama al día desde una central de radio del Gobierno Mundial para informar haber sufrido algún asesinato, un saqueo, un asalto o porque violaron a alguna mujer de su villa. Lo peor es que al no poder estar atendiendo a todos estos pueblos terminan contratando servicios de protección privada o incluso generando tratos con mafias para que les generen protección contra los criminales…– El hombre se quitó los lentes y se froto las cienes–Sabes alguna vez he creído que nosotros trabajamos más que los soldados dentro de los reinos, pero quien sabe, son dos mundos completamente distintos.

    La chica mantuvo los brazos cruzados. Hizo una mueca con su labio, y bajo la mirada. Parecía estar pensando. No tardó mucho en hacer una pregunta – ¿Cuántos cuarteles como el de Hericent existen, Marcus?

    El General la miro detenidamente y soltó un suspiro–Vaya… ¿Perteneces al ejército, pero no sabes de nada sobre los cuarteles?

    La chica se sonrojo –Lo siento, General…

    El hombre empezó a reír delicadamente –No, basta, tu tranquila…– Se volvió a poner los lentes y agito el montón de papeles del reporte que estaba leyendo –Del área Oeste de Dorinda solo existen dos cuarteles entre territorios de reinos. Hericent y Most. Si no conoces a Most, es un pueblo que se encuentra entre Kadamia, Sanademik y la capital de Calani. Se encuentra justo en los valles que preceden a“Los bosques plateados”. Su zona de labor es toda el área suroeste del continente, su territorio termina hasta donde terminan las montañas “GreenPeak”. Nosotros, por otro lado, tenemos que proteger la zona noroeste, que empieza desde la mitad de Kadamia hasta donde empieza el territorio de Milloria, todo lo que se encuentre entre estos dos reinos es de nuestra protección; esto incluye todos los puertos de Rasew que ahora son una extensión de Calani, tras su conquista. Incluye los pueblos de LaneCloud, BrigthHole, GrayLagoon y Howe, además de todos los pequeños pueblos que pueden existir sin aparecer en el mapa. Sin mencionar que también nos pertenece parte del lado Este después de las Cordilleras de Oscar Walls.Somos el cuartel con más área de protección en todo mundo… Dejando de lado el área Oeste de Dorinda podemos pasar al pequeño cuartel de Burke, que protege toda el área entre los reinos de Frandall, Songar y Foraff, ufff, que trabajo, cuidar de las ruinas de Etheros y de unos pueblos que se encuentran detrás de la montaña Shika, cruzando “Los pantanos de Sutton”. La verdad no sécómo es que llegaron al acuerdo con nuestro cuartel de no proteger la sección de las cordilleras… Pensándolo bien, quizás fue en una de las apuestas del viejo Clinton Bland… El Ex General de Hericent, para que me entiendas… Ese anciano tenía una muy mala reputación por su amor a las apuestas…

    – ¿Por qué no habla con el General de Burke?– Preguntó Sofía de manera seria–Quizás pueda llegar a un acuerdo y ellos trabajen la cordillera.

    –Cuando seas General de Hericent lo puedes intentar… Entenderás porque no le hago yo… Sabes que, te lo ahorrare, Sofía. El General de Burke no aceptara nunca un trato como ese, a nadie le gusta trabajar más. Creo que Clinton Bland es la única persona a la cual le pudo llegar a interesar trabajar más de la cuenta…

    –Bueno, en eso tiene razón. Yo no quisiera tener que trabajar más por la misma paga. Es un mal trato...

    –Para lo que hacen ni siquiera les deberían de pagar, niña– El hombre soltó una risa tenue por su propio comentario. Después levanto su pluma y señalo a los muchachos que veían por la ventana–Tan solo mira a aquellos chicos, parecen niños a los cuales nunca los han sacado a pasear. Han estado viendo por las ventanillas todo el camino… Deberían estar trabajando en sus reportes de la misión pasada…– Ahora señalo a la chica con la misma plumas–Los cuales debieron haber entregado hace dos días y no lo han hecho…

    La chica volvió a sonrojarse y empezó a reír de manera nerviosa –Lo siento. Lo hemos olvidado– Se tomó su cabello ondulado y empezó a jugar con las puntas para evitar los nervios y la pena–Sabe no es tan fácil estar trabajando en el cuartel y vivir solas– Se excusó.

    –Su talento las envió hasta aquí. No me hagan devolverlas a cada una para su rancho de no sé donde– Contesto Marcus de manera dura. Levanto la mirada junto con su pecho, poniéndose en una posición completamente firme. La chica se puso más nerviosa al ver la mirada del gran hombre desde abajo. El general soltó un suspiro débil y volvió a introducirse en la lectura de sus documentos–Quiero que cuando volvamos me entreguen ese reporte. Tú y las otras dos chicas, Alex y Gus…– Nuevamente señalo con la pluma a los muchachos–Pásale el mensaje cuando dejen de estar embobados por la vista, por favor. Y no seas tan tímida con las alturas, echa un vistazo de vez en cuando…

    – ¡General!– Se quejó la chica con un tono apenado.

    El hombre empezó a reír de manera burlona.

    Tras unos segundos de silencio, Sofía volvió a hablar –Por cierto, General…

    –Dime…– Contesto el hombre con una voz despreocupada.

    La chica se levantó de su asiento. Le temblaban las piernas al echar un ligero vistazo hacia la ventanilla. Rápidamente se acercó a los asientos de enfrente, donde se encontraba el General. Se sentó a un lado de Marcus – ¿Al final si van a ascender a Gus y Rubi?– Susurro la chica.

    –Eso creo…– Contestó el hombre con desgana.

    – ¿Significa que ahora usted no nos dirigirá?

    El hombre soltó una risa –Por la diosa, Sofía. Estoy creyendo completamente que eres una novata… Debí haber elegido a alguien con más talento para ser enviada hasta acá– La chica hizo una mueca, su rostro se apagó. Fue un comentario duro–No, ciertamente Gus y Rubi obtendrán el rango de Sargento, pero eso solo demuestra que tiene un talento que tú, Alex, Sandra o incluso Kian que recién acaba de entrar, tienen, solo que lo han demostrado con mayor facilidad. Claro está que obtuvo ese cargo por participar en distintos escuadrones donde también demostraron altos talentos de liderazgo. También significa que con el pasar del tiempo empezaran a pulirse hasta tener tanto talento como para ser el teniente de algún capitán. Volviéndose el segundo al mando de un escuadrón. Tú no debes de preocuparte, llevas apenas dos semanas en el cuartel. Y tres semanas en el ejército en general. Gus y Rubi llevan ya un año y dos años respectivamente. Tienen más experiencia en este trabajo. Si entrenas lo suficiente puedes llegar a ser Cabo en unos meses, y luego Sargento como ellos lo van a ser. Claro está que ser un teniente o un capitán no es tarea fácil. Ya que ahora las vidas de tus soldados son tu responsabilidad. Ser un capitán es un cargo muy importante, al igual que los siguientes cargos como los son Mayor, Teniente Coronel, Coronel o General de algún tipo. Ahí ya no solo se demuestra tus habilidades, también das a relucir tu liderazgo y madures como persona responsable. Aunque creo que no deberías preocuparte por ello, faltan años para que tengas un rango como ese.

    La chica conecto mirada con él y le frunció el ceño –Eso lo veremos– Contesto de manera desafiante. Después se cruzó de brazos–Yo quiero resaltar demasiado para que el Servicio Secreto me reconozca y quiera introducirme a sus filas. Por eso me esforcé tanto en las pruebas físicas y de conocimiento. Quería lucirme. Es más fácil que se fije en ti desde un inicio si no entras por recomendación o algo parecido.

    La atención de Marcus de pronto brinco hacia la chica – ¿Servicio secreto?– Preguntó con un tono de sorpresa y curiosidad.

    –Sí– Contestó la chica con una sonrisa–Es mi más grande sueño, no, no, espere, tengo uno más, después de ser parte del Servicio Secreto me gustaría volver a formar un “Escuadrón Sombras Blancas”, uno nuevo, uno que traiga paz a mundo como lo hicieron en su tiempo los antiguo “Sombras Blancas”. Aunque bueno, eso ya creo que es demasiado, con entrar al Servicio Secreto me conformo, después de todo, una vez siendo del Servicio Secreto tu talento quedó más que demostrado ante el mundo. Hay rumores que dicen que únicamente puedes entrar al Servicio Secreto si tienes un talento comparable al de un Teniente General con experiencia.

    –Así que un escuadrón sombras blancas… Hace mucho que no escuchaba de ellos, recuerdo que tuve uno que otro libro donde se narraban las historias de dicho escuadrón durante la cuarta guerra…

    La chica dio un salto. Su rostro se llenó de brillo y su sonrisa apareció más grande que nunca. Tenía un rostro de entusiasmo como nunca se había visto – ¡Yo también los Tenía! ¡Eran mis favoritos! ¡Tengo toda una colección! El escuadrón sombras blancas eran fieros guerreros, que luchaban para acabar con la cuarta guerra. Era el escuadrón más joven y a la vez uno de los más talentosos que se tiene en conocimiento. Se dice que por su nombre ellos pertenecían al servicio secreto. Nunca se ha revelado nada, pero tampoco nunca se ha negado, asi que puede que sea cierto. En caso de que yo pudiese entrar al servicio secreto me encantaría poder crear un nuevo escuadrón. Creo que la gente podría vivir tranquila si saben que dichos héroes pueden llegar a ayudarles.

    El General reía nervioso ante el gran entusiasmo de la chica. Levanto la mano mostrando la palma para que se calmara un poco. La chica se disculpó.

    –Vaya, eres toda una fanática… Entrar en el servicio secreto, bueno, es un caso especial, como todos aquellos que entran en sus ramas. Hasta donde sé, te pondré un ejemplo, mi Teniente General, Claude. No sé si lo conozcas.

    –Claro que sí, nos ha acompañado a un par de misiones.

    –Oh, cierto. Muy bien, te pondré el ejemplo de Cloud. Si yo hubiese tenido dos competidores dignos para su puesto, Cloud y otra persona, si la otra persona hubiese sobresalido espectacularmente, pero no lo consideraba adecuado, por yo que se, su forma de trabajar y el servicio secreto se enteraba de ese talento oculto entonces ahí seria cuando lo contactarían. Lo llamarían para trabajar en el servicio secreto como una “Sombra”, el primer rango y único rango que conozco. Para serte sincero no me gusta el servicio secreto. El hecho de que sean la organización más poderosa del Gobierno Mundial por este mismo motivo me pone los pelos de punta. Se cree que esta organización fue la causante de muchos de los peores escenarios de la humanidad. Como el exterminio de los clanes durante la cuarta guerra o incluso yendo más a los puntos más fríos, la destrucción de lo que ahora conocemos como los Reino Perdidos. He escuchado las teorías, y la verdad es que me suenan bastante certeras. No lo sé, tan solo pensar en que clases de coas están metidos me causa un sentimiento de inquietud…

    –No debería pensar así. Estoy segura que deben de ser tan honorables como lo somos nosotros. Los soldados del ejército del Gobierno Mundial…– La chica mantuvieron la mirada en su General, parecía apenada por los comentarios del mismo.

    –Lo sabremos una vez que te vuelvas una agente del servicio secreto, ¿Vale?

    La chica le sonrió de manera tierna –Por supuesto.

    Las bocinas del micrófono del piloto se prendieron de pronto. El hombre hablo de manera seria mientras daba el comunicado –Hemos llegado a la cordillera de Oscar Walls. Abajo podemos ver la estación de tren Koch del Oeste. Tenemos que subir la cordillera, esto puede ocasionar unas agitaciones por el incremento de la altura. Favor de volver a sus asientos.

    –Ya oyeron chicos…

    Todos el escuadrón se sentaron en los asientos del helicóptero. Se abrocharon los cinturones y esperaron la turbulencia.

    – ¿Qué tal te ha parecido el viaje, Kian?– Pregunto Sandra amablemente.

    –Es increíble. Nunca había viajado en un helicóptero. Las vistas que puedes tener son espectaculares. Mira por la ventanilla, es asombroso como todo puede cambiar tanto con solo subir un poco la altura. Los bosques parecen que se vuelve simples palillos.

    La chica rió delicadamente ante la emoción de su nuevo compañero –Si, así me sentía yo cuando viaje en helicóptero por primera vez. Quisiera un día poder viajar en avión, eso debe ser cien veces más increíble que un helicóptero.

    –Oh puedes volar con magia…– Dijo Gus con un rostro burlón. Rubi empezó a reír, Kian también rió silenciosamente.

    –No es lo mismo, Gus. Es lo mismo que con un helicóptero. No es para nada lo mismo que volar con magia. Para empezar, de esta forma tú no te cansas absolutamente nada.

    –Ahora mismo estoy muy cansado de mi trasero, para ser sincero– Nuevamente Rubí empezó a reír. Kian no quería reír, pero es que había algo en aquel chico. Era imposible no hacerlo. Alex soltó unas risas. Sandra le dio un codazo en el momento de la carcajada.

    –Sabes que me parecería realmente sorprendente…– Dijo Rubí al momento de levantar su dedo índice apuntando al techo –Poder detener el tiempo…– Esta vez no le pareció algo divertido a Kian.

    –Oye, nuestro nuevo amigo puede hacer eso. Dinos Kian, ¿Cómo es poder controlar el tiempo?

    –Por favor, Gus. Eso era mentira, los magos de tiempo están extintos…– Menciono Alex con un tono cansado.

    Gus levanto su dedo índice así como lo hizo Rubí y lo movió de izquierda a derecha mientras chasqueaba con la lengua –No, yo lo comprobé. Al menos que este chico tenga una velocidad horriblemente veloz, debe de ser autentico.

    – ¿Cómo lo probaste?– Pregunto Sandra.

    Kian conecto la mirada con Gus. No había ningún chiste en el aire. De hecho Kian se le miraba demasiado molesto –Explícales, Gus y no mientas, por favor...

    El joven soltó una risa nerviosa. Levanto los brazos y levanto ambos brazos –Digamos que le lance unos cuchillos…–Movió las manos repentinamente hacia adelante, fingiendo lanzar unos cuchillos.

    Todos los chicos se quedaron boquiabiertos. Rubí rompió el silencio –Wow, eso, eso pudo ser peligroso.

    – ¡Lo mismo dije!

    – ¡Estas demente, Gus!– Gruñó Sandra.

    Alex se dignó a soltar una risa nerviosa y se tapó los ojos negando con la cabeza.

    –Tenía que ver que no estuviera mintiendo– Dijo Gus con un rostro despreocupado. Una serpiente de agua se movió velozmente por el helicóptero. Salto de pronto hacia la boca de Gus, metiéndose en su garganta. Los chicos gritaron asustados. Gus empezó a apretarse la garganta.

    –Oh, discúlpame hijo, quería saber si enserio respirabas…– Dijo el General sin voltear a ver al joven. Por un momento todos los chicos se quedaron mudos. Únicamente se escuchaban las hélices del helicóptero y los quejidos de Gus. El ambiente en el helicóptero se volvió sumamente pesado. El general levanto la mano. La serpiente de agua salió de la garganta del joven y volvió a la mano del General, donde desapareció sin más.

    –No se pregunta lo que se puede ver con los propios ojos. Yo sabía que Kian no mentía porque tuve la oportunidad de verlo actuar delante de mí. Sabía que era posible que no hubiese puesto atención, pero el día en que este chico me salvo de aquel mercenario apareció de un lado a otro en un instante. No era algo normal, no era nada que yo hubiese visto hasta ese momento, y para ser sincero me parece más que suficiente…– Gus volteo con su padre entre jaleos –Ultima vez que quiero oír una de tus tonterías o me encargare de que no te vuelvas sargento e incluso te moveré de cuartel…– Nadie dijo nada después de eso.

    No todos pueden ser buenos, pensó Kian, con el susto en la boca.


    (…)​


    El helicóptero descendió en medio del pequeño pueblo turístico de la estación de tren Koch del Este. Los pueblerinos, trabajadores, guardias y turistas observaron impresionados a la maquina en la que se movía el ejército. No todos los días se tiene la fortuna de poder ver como aterriza un helicóptero tan de cerca.

    El viento generado por las hélices voló más de un sombrero, movió más de un vestido y un traje. El ruido de la maquina era fuerte, más que el que podía generar el tren de la estación Koch.

    Los pilotos maniobraron con el vehículo para no chocar con ningún farol, casa o árbol del lugar. Cuando la gente observo que descendían hacia ellos empezaron a correr, cuando el lugar se quedó vacío, el helicóptero bajo en la plaza principal. Los turistas no se hicieron esperar, se acercaron rápidamente a observar la increíble máquina.

    Las puertas del helicóptero se abrieron en un deslizamiento y las personas pudieron ver el cuerpo de un hombre alto, moreno, fornido, cabello negro con un corte militar cuadrado, una barba negra en la sección de la barbilla y una sonrisa cálida. Su uniforme con un listón que tenía cocido el sello del Gobierno Mundial enfrente demostraba que el hombre era un General; por el escudo que decencia debajo del sello los turistas y de más entendieron que era el General de Hericent.

    Marcus bajo de su transporte saludando a las personas que le aclamaban. Se dirigió hacia enfrente y detrás de él bajaron sus queridos soldados, cargando unas mochilas grandes que parecían pesadas.

    Kian estaba sorprendido por la cantidad de personas que aclamaban a gritos al General Marcus sin siquiera haberlo conocido alguna vez, sin siquiera haber escuchado algo mínimo de él. Era como una estrella o un buen rey. La gente sabía que existía, y para ellos eso ocasionaba tranquilidad y mucho respeto. Pues ser un General del ejército no es cualquier cosa.

    De entre la multitud, a lo lejos, las personas empezaban a abrir camino a alguien. Desde ahí no podían saber quién era, pero para que la gente distrajera su atención debía de ser alguien muy importante. Poco a poco la multitud fue dando paso con más de un alago y una sonrisa a la mujer que caminaba hacia el helicóptero. En el momento en que se movió la última persona se pudo ver el rostro de cuatro hombres muy altos y fornidos con trajes caros, en medio de ellos se encontraba una mujer bajita de cabello negro entre canoso, delgada y de piel blanca con ojos almendrados. Una mujer que aparentaba haber pasado la medía vida ya hace unos años, pero que se veía igual de despampanante como cuando su juventud rebozaba.

    –Es un placer conocer a la ahora encargada de los trenes Koch, Galilea Koch– Dijo Marcus con una reverencia al ver la imagen de la mujer.

    Galilea Koch sonrió alagada y hablo con una voz suave –Comparto el placer, General del cuartel de Hericent, Marcus Thompson– La mujer hecho un pequeño vistazo discreto hacia los jóvenes que se encontraban detrás del hombre. No parecían ser profesionales, esto le causo un poco de nervios. Sin embargo confió en el buen juicio del General.

    –Le hemos estado esperando.Acompáñenos junto con su equipo para poder hablar sobre los asuntos de su querida visita– La mujer mantuvo una sonrisa pequeña. Era una sonrisa perfeccionada para nunca verse mal.

    –Por supuesto– El General volteo hacia su escuadrón, movió la cabeza y los chicos asintieron.

    –Entonces síganos. El edificio principal no queda tan lejos de esta plaza– La mujer se dio la vuelta, casi al mismo instante los hombres de traje hicieron lo mismo.

    Todos los chicos empezaron a caminar tras del hombre, y el hombre a la vez seguía a la mujer rodeada de sus guardaespaldas. El pueblo siguió viéndoles hasta empezar a alejarse demasiado. Después voltearon magnificados al ver como el helicóptero se alzaba en vuelo de nuevo, para después perderse en la inmensidad de las montañas.

    Durante el recorrido hacia el edificio principal de la estación Koch del Este todos los chicos pudieron observar a muchas personas provenientes de cada rincón de ese continente. Admiraron pequeña villa, pues aquel pequeño pueblo hotelero había sido construido para poder ser un deleite a la vista, una manera de que los viajes siempre quisieran volver. El aspecto era demasiado rustico, la mayoría de las casas estaban completamente hechas de madera, pero esto le daba un aspecto característico inolvidable. A demás, el estilo le sentía demasiado bien, pues la villa estaba rodeada de una inmensa masa de bosques que se extendía a lo largo del paisaje.

    El ferrocarril llegó justo cuando el escuadrón pasaba por la parada. De la bestia de metal salieron multitudes de personas de todos los rincones de Dorinda del Este, provenientes de la cercana Songar hasta la lejana Iglakesh. Cada grupo de personas tenía una vestimenta diferente, algunos muy coloridos, otros únicamente llevaban unas telas, unas personas venían sumamente abrigadas y las restantes llevaban trajes.

    Los ferrocarriles Koch eran una máquina de hierro con la cabina de color negro y los vagones de color guinda, con decorados negros y beige. Un diseño elegante que embellecía su visita tras su llegada.

    El funcionamiento del tren se daba mediante una esfera de magia creada artificialmente, esta misma magia se encontraba también en los demás vehículos motorizados en existencia. Uno de las mejores invenciones por la humanidad hasta ese momento, ya que dicho material no contaminaba y era fácil de crear. El sistema era sumamente sencillo, un regulador que absorbía la energía de dicha esfera para mover los motores que servirían para mover todo la maquina por completo.

    El edificio de la estación del tren era toda una belleza, un edificio de cuatro pisos completamente construido de ladrillos.En la punta del último piso se encontraba un reloj enorme, donde se podía ver la hora desde cualquier lugar de la villa.

    Justo antes de la entrada se encontraba la estatua de un hombre pequeño, bigotón y sonriente que observaba un reloj con paciencia. El fundador de los sistemas de trenes de todo el mundo, Hansen Koch. Las montañas se levantaban al final de la estructura del edificio.

    Los túneles por los que entraban y salían los trenes eran obscuros, iluminado únicamente por unas pequeñas lámparas que daban el más mínimo de luz. No parecía tener fin alguno.

    Continuaron el camino para entrar al edificio principal. Las puertas estaban hechas de metal y cubiertas de vitral de colores sin ningún sentido más que el de decorar.

    Pasaron por las puertas y ahí pudieron ver una sala de espera enorme al bajar unas escaleras. En el medio se encontraban unos letreros con símbolos intercambiables, en ellos se daban las horas de las salidas de cada viaje. Los boletos para estos viajes se compraban en la parte baja donde se encontraba la sala de espera. El escuadrón no bajo por las escaleras, continuaron en la planta de arriba y dieron la vuelta a la sala de espera hasta entrar por unas puertas de madera donde se encontraban unas recepcionistas que discutían con unas personas mayores sobre un supuesto viaje cancelado. Los pasillos se alargaban a lo largo del edificio, con distintos pasillos que llevaban a distintas salas. Subieron por unas escaleras hasta llegar al tercer piso, de ahí se dirigieron a la oficina de Galilea. Los guardias se quedaron afuera de las puertas de madera.

    La oficina estaba tapizada por un manto de color guinda, había una ventana grande en forma de círculo, también decorada con un vitral de colores. Su escritorio era de color marrón obscuro con bordes dorados, que daban una apariencia elegante, casi tan elegantes como la alfombra que estaba en medio, la cual era de color negro con bordados dorados. En las paredes de los costados de la oficina se encontraba un cuadro grande de una familia, uno de cada lado.
    –Tome asiento General– La mujer siguió tomar asiento en su gran silla.

    Marcus se sentó enfrente de su escritorio, en uno de los cómodos sillones guinda. Una vez los dos se encontraban uno enfrente del otro, empezaron a hablar. Los chicos se quedaron atrás del sillón guinda en el que se encontraba Marcus –Me han informado de la desaparición de su hermano Celio Koch. Por lo que se me informo este suceso se dio en un tiempo entre la noche de ayer y la mañana de hoy– Comentó el General de una manera serena. Hecho un rápido vistazo hacia la oficina y volvió a comentar de manera fugas–De hecho, hasta donde sé, esta es su oficina.

    –Tiene toda la razón, Gral. Thompson– Volteó la mirada hacia el cuadro de su derecha. Ahí se podía ver la foto de un hombre muy delgado y alto rodeado de una mujer morena junto con sus cuatro hijos, dos niñas y dos niños –Esta es la oficina del presidente de la estación Koch, mi querido hermano mayo Celio...– La mujer soltó un suspiro desanimado–Ahora que mi hermano ha desaparecido tengo que hacerme cargo de todas las estaciones. Tanto como las de Dorinda como las de Nil. Supongo que por el momento tendremos que dejar de lado los planes sobre la segunda presidencia del continente desértico. Es una fortuna que me encontrara haciendo unos arreglos en la estación Koch del Oeste, sino ahora mismo las estaciones estarían trabajando sin ningún líder.

    Marcus y sus alumnos observaban a la mujer, ella parecía comprender el motivo sobre el comentario por la oficina. Trataba de mantenerse calmada para no ser vista como una culpable de la desaparición. Fuera de ese movimiento de manos que tenía mientras hablaba, no había nada sospechoso. Marcus mantuvo su compostura en todo momento para no poner nerviosa a la mujer.

    –No tendrá que preocupar más por ello. Nosotros vamos a encontrar a su hermano, capturaremos a los culpables, al igual que trataremos de resolver lo sucedido con la desaparición de todos los turistas a lo largo de estas semanas. Si mal no recuerdo han desaparecido un total de doce personas contando a Celio. Se me informo que hubo desaparecidos durante unas rutas turísticas de la zona, también que por alguna razón algunos de sus clientes han estado saliendo tarde de sus hoteles para nunca ser registrados.

    –Así es, General. Los guardias que trabajan por toda la villa de la estación Koch solo han deducido que puede que sean bandidos del pueblo cercano, Ainat. Se cree que puedan estar haciendo tratados con alguna mafia para hacer trata de personas, vender sus órganos o algún otro tipo de crimen. No se ha encontrado ningún tipo de cadáver a lo largo de todo el terreno. Al igual que no se sabe de apariciones recientes de alguna mafia moviéndose por los territorios cercanos a las estaciones Koch. Tratamos de manejar lo mejor posible la criminalidad, las drogas y prostitución en nuestras villas.También se cree que los bandidos se contactan con nuestros viajantes para después secuestrarlos. Algunos de mis policías han llegado a creer que quizás estas personas habían sido extorsionadas desde sus hogares, pidiendo que vinieran hasta aquí, para después ser raptados. Aunque claro, solo son suposiciones.

    –Mis muchachos se harán cargo de investigar todo lo posible sobre este tema. La investigación puede tardar unos días, incluso hay veces que tardamos semanas en terminar alguna misión, pero haremos lo posible por terminar rápido…– El hombre tamborileo en la tela del cómodo sillón, hizo una mueca pensativa y después habló –Sé que existen rutas para los turistas, ¿Cuáles son todas esas rutas? Puede ser un dato importante para empezar a investigar.

    La mujer asintió –Una de las rutas lleva a nuestros turistas a una exploración del templo abandonado de las colinas de la época de los primeros exploradores durante el reinado del segundo rey, Reginald Dean. El templo está en muy buenas condicionas a pesar del desgaste del tiempo. Se ha reconstruido un par de veces con tal de poder mantenerlo como lugar turístico. La última restauración se hizo como después de la inauguración de los trenes Koch. Mi padre de hecho dirigió la restauración, después de todo deseaba aprovechar el templo como una de sus principales fuentes de ingreso como lugar turístico.Otra de esas rutas los lleva a ver a unas cuevas a lo lejos de la estación, son unas cuevas viejas donde un artista anónimo logro inmortalizar en pinturas rupestres los sucesos durante las guerras contra los demonios del Rey Demonio Bagar, es mi ruta favorita... La tercera les lleva en un viaje para conocer un museo en Ainat; en este museo se muestran distintas obras de artes de todas las épocas, asi como también muestran distintos tipos de máquinas utilizados por nuestros ancestros. La última es la que los lleva más lejos que cualquier otra, una expedición para ver las ruinas de la expansión de Songar.

    – ¿Todas son igual de utilizadas?– Preguntó Marcus con curiosidad.

    –Las ruinas de la expansión de Songar no lo son tanto.

    –Muy bien– Dijo el hombre tras asentir unas cuantas veces–Me gustaría saber si es posible que nos permita un acceso a toda su base de datos. Es necesario que hagamos una investigación para encontrar similitudes entre cada desaparición. En caso de que todos estos casos estén conectados podríamos evitar más desapariciones en un futuro, al igual que podríamos dar con los criminales que están detrás de los mismos.

    –Si es algo necesario entonces les daré este pase…– La mujer deslizo un cajón que se encontraba en medio del escritorio, de él saco unos pases los cuales firmo –Con estos pases podrán pasar al área de cámaras y al área administrativa sin ningún problema. En cuanto al hospedaje no tendrán que preocuparse, ya he avisado de antemano. Tendrán una habitación de lujo en nuestro más caro hotel con servicio completo. El hotel se encuentra a cinco calles de este edificio, se llama “Piedra blanca”.

    – ¿Cuentan con un sistema de cámaras?– Preguntó Kian impresionado.

    La mujer no encontraba la razón de la sorpresa. Respondió amablemente –Claro que sí, todas las villas de las estaciones Koch son nuestros negocios. Digamos que si un empresario tiene un edificio trata de dar un respaldo de seguridad al mismo con un sistema de cámaras, en mi caso, al tratarse de un negocio tan grande, tuvimos que llegar a la elección de vigilar toda la villa por nuestra propia seguridad.

    –Todas las grandes empresas cuentan con sus propios sistemas de cámaras y algunos sistemas de computadoras. Los grandes empresarios tienen el dinero suficiente y la relación necesaria con el Gobierno Mundial para contar con ellos… No es tan extraño, Kian…– Comentó el General con un aire tranquilo. A Kian le daba un poco de grima el pensar que tenían vigilados a todos durante todo el día. No le gustaría vivir en un lugar así.

    –No había necesidad de tanta amabilidad, Galilea, pero muchas gracias por todo lo que nos estas ofreciendo. Le aseguro que no trataremos de aprovecharnos de sus tratos– Agradeció el General de manera amable.

    Galilea sonrió débilmente –No tiene que preocuparse Gral. Thompson. Lo que sea mientras encuentren a mi hermano.

    –Lo haremos, Galilea– El hombre se giró y chasqueo los dedos –Todos tomen los pases que firmo la señorita Galilea. Sandra y Rubí quiero que investigues las cámaras de toda la villa… Kian, Gus, quiero que me consigan toda la información que puedan sobre los desaparecidos. Utilicen los radios para contactar con cualquiera de los cuarteles, con suerte tendremos señal para comunicarnos con Hericent. Háganlo en privado para que nadie pueda escucharles, no sabemos dónde puede estar el enemigo... Vayan a la habitación del hotel, ahí no tendrán ninguna molestia. Tomen los nombres de los desaparecidos del área de seguridad de este edificio… Sofía y Alex, busquen todos los archivos de los viajes turísticos que se hicieron a lo largo de este mes, también tomen todos los archivos de los nombres a los que se vendieron boletos para viajar. Quizás exista una relación entre todas las desapariciones. Yo por el momento me quedare con Galilea, los veré en la habitación del hotel dentro de tres horas. Debe ser más que suficiente como para que consigan algo interesante.

    Los chicos atendieron a las órdenes del General. Todos tomaron sus pases y salieron de la oficina presidencial.

    Ahora mismo Kian se lamentaba por dentro al haber sido juntado con Gus. Aunque imagino que había sido así por algún tipo de plan del Gral. Marcus para que no se volviera a repetir algo como lo del vestidor.


    (…)​


    Ambos chicos cruzaban por los pasillos, sus otros compañeros ya se habían separado cuando Gus hablo.

    – ¿Ya se te quito el susto de hace unas horas, novato?– Pregunto de manera relajada mientras caminaba de una manera indecente para un soldado.

    – ¿Y a ti?

    Gus se detuvo y volteo con una mirada muy seria. Parecía que había algo de enfado en aquellos ojos. Kian había contestado involuntariamente, como si se tratara de uno de aquellos chicos que tuviese que cuidar mientras estaban en las celdas. No quería más problemas con aquel joven, mucho menos porque era el hijo del General de Hericent y eso, aunque se dijera que no, podía influir mucho en lo que podría venir en un futuro.

    Gus soltó unas risas nerviosas –Me has pillado, estoy temblando por dentro todavía. Aun siento aquella serpiente asquerosa en mi garganta–Volvió a reír mientras se rascaba su cabello negro.

    Kian sonrió ante lo inesperado de aquella respuesta tan amigable –Me encuentro bien, Gus. Al principio no puedo negar que fue muy extraño que me lanzaras aquellos cuchillos. Por suerte no paso a algo peor.

    –Tienes razón. Ahora mismo puede que me encontrara en prisión si te hubiese acertado uno de ellos. Créeme que cuando los lance también tenía miedo, pero entiéndeme viejo, era algo muy interesante. Tenía que verlo con mis propios ojos.

    Kian soltó una risa –Oye, no creo que hubiese habido algún problema, con ese andar que tienes parece que ya has estado en más de una prisión. No tendrías problemas en acostumbrarte a ese ambiente.

    Nuevamente Gus volteo con un rostro serio, y poco después empezó a reír. Una risa real, no como la de alguien que quiere caer bien con una persona que quiere conocer –Maldición, Kian, ¿me has estado vigilando? Porque si es asi puedo encarcelarte por acoso durante unos años. Esos risos que tienes de niño bueno le parecerían muy bonitos a los prisioneros.

    El nuevo soldado sintió un poco de amenaza provenir de esas palabras, pero también sintió que en realidad el chico simplemente quería comentar un tipo de broma – ¿Quieres que salude a tus novios?

    Gus empezó a reír por todo el pasillo. El chico se giró de nuevo hacia Kian y contesto –Espero que no te moleste que he estado saliendo con tus esposos– Esta vez el chico rio con su compañero.


    (…)​


    Gus y Kian ya tenían la lista de los nombres y ahora se dirigían hacia el hotel Piedra Blanca en medio de pláticas amigables. A pesar de lo que antes había sucedido entre los dos muchachos, Kian se dio cuenta que Gus no era una mala persona después de todo. En realidad hablaba mucho, pero tenía una manía a hacer bromas pesadas y comentarios fuertes. Por ejemplo: Cuando se perdieron antes de encontrar el hotel pidieron direcciones a un hombre gordo de una dulcería que se encontraba comiendo unos chocolates en forma de pelotas. El hombre les dijo de buena manera como llegar, pero Gus al momento de salir dijo:

    –Gracias. Me tapare los oídos, no quiero escuchar cuando reviente al terminar de tragar ese chocolate.

    Esto a Kian le había parecido divertido, incluso se rió silenciosamente, pero pensaba que había sido algo muy grosero por parte del joven.

    Este acto se repitió cuando llegaron al lujoso hotel que estaba hecha de cemento y piedras de color blanco, cosa que debieron imaginar por el nombre del mismo. Cuando llegaron a la puerta y el portero les abrió, Gus hizo un comentario sobre el gran trabajo que hacia el hombre debido a que el joven era incapaz de deducir como abrir una puerta. Y en el momento en que pasaron por el pasillo que llevaba a su habitación los chicos no vieron que había un letrero de “Piso mojado”, pasaron sobre el piso y dejaron unas huellas sobre el piso. El hombre que limpiaba se indignó por las pisadas, pero se molestó al momento en que Gus dijo que lo que pasaba no era que quisiera ensuciar su piso, sino que quería limpiar las botas que estaban algo sucias. Por suerte el hombre simplemente se fue refunfuñando, no sin antes dar una lavada rápida a las pisadas. Todos estos casos solo hicieron entender a Kian que Gus era una persona muy grosera. Aunque sin embargo había algo en el que te hacía reír.

    La habitación en la que se hospedaron era enorme, mucho más grande que la casa en la que Kian vivía junto con el sheriff y Martin. Una habitación tan grande solo podía ser pagada por alguien como un rey, un General o un gran empresario. Todo era de color blanco, el refrigerador estaba lleno de comida y la barra del bar que se encontraba al fondo Tenía licores para hacer una gran fiesta digna de un carnaval en un gran reino.

    –Demonios, si trajera a unas prostitutas a este lugar ni siquiera tendría que pagarles por lo honradas que se sentirían…– Comentó Gus de manera repentina.

    –Pagarías con tu salud, únicamente…– Añadió Kian en un murmuro.

    El hijo del General soltó unas risas por la respuesta de Kian. El recién iniciado acompaño a su colega en esas risas.Una vez terminada las risas Gus lanzo su mochila al sillón blanco de la sala de la habitación de hotel –Deja la mochila en el sillón. Saca los radios y comunícate con el cuartel. Yo tomare un poco de vino, ¿gustas?

    –Un poco.

    – ¿Una botella? Bien, tenemos a un alcohólico en el escuadrón. Todo escuadrón necesita uno.

    –Pe–Pero… pero, no, olvídalo…– El joven dejó la mochila como se le fue ordenado y saco los radios. Los prendió correctamente, a pesar de nunca haber utilizado ese modelo. El sheriff en su momento les había enseñado a usarlo, al igual que les había dado coordenadas para encontrar las transmisiones con los cuarteles de todo el mundo.

    –Eso fue rápido…– Murmuro Gus desde la barra del bar – ¿Seguro que no eres un espía o algo parecido?

    –Claro, soy un espía proveniente de Most que está dispuesto a descubrir todos los secretos de Hericent para poder atacarlos y destruirlos en un ataque masivo. Rayos, ahora te tendré que eliminar porque descubriste mi verdadera identidad…– Kian termino de introducir correctamente los dígitos de la transmisión. Gus reía desde el otro lado de la habitación donde se encontraba la barra libre.

    – ¿De qué demonios hablas?–Preguntó mientras reía.

    –Mantente callado, voy a hablar con el cuartel– Su compañero le arremedo de manera infantil. Kian no podía creer la actitud de Gus. Una vez ya no hubo más ruido empezó a hablar –Soy el soldado Kian del escuadrón número tres, a cargo del General Marcus Thompson. Me gustaría contactar con el área de investigación.

    La voz del hombre del otro lado de la transmisión habló, se escuchaba cortado y con mucha estática. Ambos soldados creyeron que se debía a las montañas –Soldado, díganme el código de entrada al área de investigación del cuartel de Hericent.

    Kian volteó con Gus. El novato no conocía nada de códigos. El joven estaba sirviendo el vino como si fuera una cascada. Volteó rápidamente hacia su compañero e hizo una señal que daba a entender la forma de una tarjeta. Kian empezó a buscar rápidamente, dentro de la mochila se encontraba una nota pequeña con códigos apuntados –Código: Alpha–Cobre–Thompson–Octavo.

    Rápidamente el hombre del otro lado de la línea contesto –Enseguida lo comunico.

    Gus se acercó con dos copas y la botella de vino.

    –Toma, trata de no embriagarte en tu primer día, quieres…

    Kian soltó una risa ahogada, casi escupiendo todo el líquido en la cara de Gus –Creo que no deberíamos ni tomar mientras trabajamos, ¿no crees?

    Gus soltó una risa mientras levanta su copa –No creo que los del área de investigación se den cuenta…

    –Son el área de investigación, no dudes de sus habilidad para investigar… eh, eh, eh

    El chiste fue tan malo que Gus soltó una risa.


    (…)​


    La investigación se dio. Al momento de contactar con el área de investigación pidieron la información sobre cada uno de los desaparecidos. Tomaron notas sobre todos, haciendo listados de razones por las cuales podrían haber despedido. Todo proveniente de la base de datos de cada una de esas personas. Al final, después de una hora de estar tomando notas sobre cada persona desaparecidas, agradecieron por la información y cortaron la transmisión. Echaron un vistazo hacia la ventana y observaron que el cielo tenía un manto naranja.

    –El viaje fue largo…–Mascullo Kian.

    –Así es siempre. Imagino que si quisiéramos hacer un viaje hasta Iglakesh posiblemente haríamos alrededor de un día y medio. Pero, ¡Ey!¿Qué es mejor?¿Volar todo ese camino o caminarlo? Creo que la respuesta es clara.

    Kian soltó una risa silenciosa y después soltó un suspiro – ¿Alguna vez has visitado esos reinos?

    –Solo durante vacaciones con mis padres. En una misión jamás. Creo que no ha pasado nada tan grande como para ser llamados de emergencia. Iglakesh suele ser muy tranquilo, aunque últimamente se ha estado liando con Foraff.

    – ¿Así que si sabes de noticias?– Comentó Kian asombrado.

    –Uno se tiene que mantenerse informado. Ojala los hombres pantano no decidan empezar una guerra contra Iglakesh, pienso que sería muy estúpido, primero deberían solucionar sus problemas internos antes de empezar a solucionar los externos.

    Kian sonrió al oír a su compañero –Tienes toda la razón, ¿Tu empezarías una guerra por un motivo como el suyo?

    –Creo que no hay palabras que hagan comprender al rey de Foraff de entender que no fue culpa de Iglakesh. Sabes, esto me recuerda tanto a lo que paso con Vinaria y Arbal hace unos años atrás, cuando se encontraron los cuerpos de las princesas desaparecidas de Vinaria en los bosques del reino de Arbal. Uno en ese momento no comprende las palabras de los demás, solo quiere venganza. Una vez escuché hablar a mi padre sobre ese caso, decía que las princesas mantenían una relación con unos jóvenes que estaban en malos pasos, de ahí puedes deducir que quizás alguna mafia o algunos enemigos ocultos decidieron atacar a aquellas jovencitas como una alerta para las parejas. Si lo escuchas suena lógico, pero ponte a pensar un poco, si te dicen que aquellos jovencitos pertenecían a Arbal y además los cuerpos se encontraban en dicho reino, creo que es lógico que te decidas a creer que fue una táctica del mismo reino para debilitar tu descendencia. Creo que ahí uno puede comprender a los líderes de estos reinos. Después de todo, un padre no aceptara que manches el nombre de tus hijos diciendo que era esto o lo otro, o que hizo esto por una u otra razón, el amor de un padre hacia sus hijos es ciego, Kian.

    El joven asentía en silencio mientras miraba atentamente a Gus. Para Kian era agradable poder escuchar a alguien de su edad hablar sobre las mismas cosas que le interesaban. La mayoría de las veces hablaba de estos temas con personas mayores, el sheriff, Martin o el detective Fabriccio.

    Hubo algo en esa forma de hablar, esa forma de comentar el amor hacia un padre le hizo preguntarse sobre la relación que podía tener Gus con el General – ¿Tu padre ya te había atacado así como en el helicóptero?

    –Oh amigo, que pregunta… Mi padre puede parecer una buena persona, pero es demasiado estricto en cuanto a cómo le gusta que se realicen las cosas. Siempre quiere lo mejor de lo mejor, por eso no cualquiera entra en este escuadrón. Si debo de contestar tu pregunta, bueno, cuando entrenaba de joven con él sufrí peores cosas que esa. No te preocupes.

    –Lamento escucharlo. Aunque tú tranquilo, yo también he tenido un tutor bastante pesado para los entrenamientos. Últimamente me puedo medir con él, haciéndole que vaya un poco en serio. Sabes, se siente muy bien cuando empiezas a comprender que estas avanzando. Estar aquí, es una muestra de todo lo que he logrado.

    –Y todo se lo debemos a nuestros maestros, a nuestros amigos y padres.

    –Yo también creo eso.

    Gus tomo un sorbo a su copa. Sonrió con gusto y volteo con Kian – ¿Cómo son tus padres, Kian?

    –No lo sé– Contesto rápidamente el soldado.

    – ¿No tienes?– Preguntó Gus con recelo.

    Kian hizo una mueca y empezó a acicalarse el cabello con nervios –Este… Umm, bueno supongo que tuve alguna vez… Cuando Abraham Arcnaik me encontró me…

    – ¡¿El General Mundial Abraham Arcnaik?!– Grito de pronto su compañero. Haciendo saltar a Kian de un susto.

    El soldado soltó unas risas nerviosas –Si…

    – ¡¿Conociste a Abraham Arcnaik?!

    Nuevamente el joven soltó esas risas nerviosas –Si…

    – ¡Oh, demonios!… no lo sabía… ¿Cómo era él? No espera, ¿Te encontró, dijiste…?

    –Sí– Contesto de nuevo con una ligera sorpresa al ver el rostro tan animado de Gus–Yo no recuerdo nada del día en que me encontró. Hasta la fecha no he podido recordar absolutamente nada. Solo recuerdo la nieve de aquel día. Recuerdo ver una sombra caminar entre los arboles blancos y después recuerdo a esa sombra darme la mano. Era Abraham. Después de eso, recuerdo que me dijo que me llevaría con él, que no podía dejarme ahí y ya. A los días siguientes, cuando la nieve dejó de caer, zarpamos hasta la Capital de Calani, y de ahí llegamos a LaneCloud. Me llevo a la mansión Arcnaik… recuerdo la calidez de aquel día. Vuelve a mi ese aroma tan dulce que tenía aquel pastel con el que la señora Greenburn me acepto en su casa… – Kian volteo con Gus, el joven tenía la boca abierta y los ojos casi se le salían de sus órbitas.

    – ¿Vi–Vi–Viviste con Abraham Arcnaik? No lo puedo creer.

    –De hecho, yo trabajaba con él cuándo era Sheriff, al igual que entrenaba con él cuándo teníamos tiempo libre. El viejo me enseño a pelear. Claarn ya se encargaría de pulir todo lo aprendido con Abraham.

    – ¡¿Me estas tomando el pelo, verdad?! ¡¿Entrenaste con Abraham Arcnaik?!

    –Por la diosa Gus, ¿qué te pasa?

    –Yo… Es que yo… Yo soy fan de Abraham Arcnaik. Sé de memoria todas sus historias, he escuchado y leído miles de sus aventuras y buenas acciones. Recuerdo las guerras y batallas en las que peleo. Mi madre siempre me leía las novelas sobre él, era como un héroe de cuento. Su valentía, su humildad, su honor, su fuerza no tenían comparación. Él no solo termino la cuarta guerra durante la batalla naval en “Las islas de Baja Sabbatelli”, ¡No!, él también dirigió las misiones para el exterminio y captura de los últimos seguidores de Los Brujos. Si mal no recuerdo también termino la sangrienta guerra entre Fastia e Ilu, entre muchas otras cosas importantes. Lo conozco muy bien, tiene demasiadas historias para ser contadas. Yo quiero ser como él, quiero ser tan grande como él.

    Kian escuchó atentamente el objetivo de su compañero. Asintió, mientras que sentía que algo chocaba nuevamente entre él y Gus. Ambos no podían llegar a ser igual que Abraham. Solo había uno, una única persona que podía ser como el legendario guerrero Arcnaik, ¿Y quién más podía ser tan grande como Abraham Arcnaik? Nadie más, ni nadie menos que su mismísimo alumno, al que recogió, entreno, alimento y cuido.

    Kian soltó una risa burlona y contestó–Yo seré el siguiente Abraham Arcnaik…

    Gus soltó una risa fuerte – ¡Oh amigo, no lo creo! ¡Te hace falta un poco de talento para ello! ¡Yo seré la siguiente leyenda!¡Es más, lo superare!

    –Bueno, bueno, bueno, que tal si nos tranquilizamos, al cabo existen cinco Generales Mundiales. Dos leyendas en una misma época, no suena mal .

    –No… no suena mal…– Contesto Gus de forma amable, pero sus ojos demostraban todo lo contrario. En el fondo Gus también comprendía que en la historia existe solo un nombre que siempre es mencionado y él quería serlo.

    Alguien tocó a la puerta.

    Kian se levantó del cómodo sillón para abrir –Pero hasta entre los mismos Generales Mundiales se superan… No puede haber dos grandes…– Murmuro Gus, entre dientes.

    – ¿Qué dijiste?

    –Nada, abre, abre…– Kian entre cerro los ojos. Hizo una mueca y abrió la puerta. Sus demás compañeros habían llegado.

    La tarde se había terminado. La obscuridad intentaba llenar el cielo y las estrellas trataban de impedirlo reluciendo brillantemente.

    Todos los chicos empezaron a elogiar la elegante recamara tras entrar a la misma.

    Rubí se sentó junto con Gus. Al joven de pronto le nació una sonrisa diferente a cualquiera que había aparecido en todo el día.

    – ¿Cómo estuvo tu día?– Preguntó el joven a la chica.

    Rubí contesto de manera amable y con un sonrisa parecida a la de Gus –Revisamos las cámaras de toda la villa. Pudimos ver las figuras de cinco hombre rondando por los alrededores de la villa. Sin embargo, estaban cubiertos, no pudimos ver sus rostros. En las cámaras se ve claramente el momento en que se acercan a las oficinas principales, al igual que también tuvimos varios vídeos sobre el señor Koch saliendo de su casa a mediados de la noche. Aunque no hay vídeos del momento de la desaparición, simplemente llega al edificio principal y de pronto en ningún vídeo se encuentra.Las figuras misteriosas salieron del edificio, pero no parecían llevar al señor Koch con ellos. Algunas de las cámaras del edificio principal fueron hackeadas, así que no se ve nada. Sabes que es lo curioso, todos los días en la noche existe una neblina que inunda todo esta estación.

    –Eso puede beneficiar mucho a nuestros enemigos– Dijo el Gral. Thompson al momento de entrar por la puerta. Todos los chicos dejaron de hacer lo que estaban haciendo para saludar en una posición de firmes. El hombre levanto su mano y todos se descongelaron.

    –Alex, ya que te encuentras revisando los licores, sírveme un Whisky en las rocas, por favor– El hombre se quitó su saco y se tiró en el sillón blanco. Levanto la mirada hacia el techo, su rostro estaba pensativo.

    – ¿Sucede algo General?– Pregunto Sofía desde las cocina.

    –No, simplemente estoy pensando. Habrá que ir a revisar las rutas turísticas con la que cuenta esta villa. Ir a revisar cada uno de los lugares donde desaparecieron los turistas. Sobre el Sr. Koch, no tienen que romperse la cabeza, alguien utilizo la neblina de la noche ocasionada por la altura de las montañas para poder llevárselo. Quizás el señor Koch se reunió con estos hombres, tras alguna amenaza decidió cooperar con ellos. Koch no aparece en las grabaciones porque quizás salió por alguna puerta trasera, aprovecho la neblina para acompañar a los enemigos– El hombre bajo la cabeza y la giro en dirección a la barra de los licores –Alex, ¿que encontraron en los informes de los viajes turísticos? ¿Algo que tengamos que seguir?

    Alex se encontraba sirviendo el whisky del General cuando recibió la pregunta. El joven dio un pequeño salto por la sorpresa y derramo un poco del licor. Soltó un quejido seguido de un suspiro y habló–En la mayoría de los casos las desapariciones se dieron durante el viaje turístico a la cueva con pinturas rupestres. Después se encuentran los viejos templos y por ultimo las ruinas de la expansión de Songar, ahí solo ha desaparecido una persona. Nadie ha desaparecido durante viajes al museo de Ainat.

    –Puede que las sospechas sobre Ainat sean ciertas. Las cuevas quedan cercas de dicho pueblo– Comentó Sandra en voz baja, como siempre.

    –Un escuadrón de Hericent no puede llegar de pronto a revisar Ainat. Eso ocasionaría un terror muy grande, al igual que una gran molestia para los mismos pueblerinos, en caso de que no tuviesen nada que ver uno con los otros.

    –Pero usted es el encargado del área– Comentó Alex desde la barra.

    –Y como encargado de esta área tengo que saber qué hacer en el momento adecuado. No es simplemente sospechar e ir sobre ellos. Necesito base solidas… Kian, Gus, ¿descubrieron algo?

    –En realidad no mucho. Fuera de que tres personas de las que han desaparecido tenían ciertos negocios, no eran muy adinerados, pero tenían sus lujos. Luego está el señor Celio Koch, que es un importante empresario a nivel mundial. Por último se encuentran las otras personas que en su mayoría eran simples viajeros.

    – ¿Entonces no existe un patrón por el cual hayan querido raptar a esas personas?

    – ¿Ladrones de órganos? ¿Trata de personas? ¿Quizás usarlos como extorsión?– Dio opciones Sandra. El General estaba sentado a un lado de ella. Así que aunque lo dijo entre murmureos pudo llegar a escucharla.

    –Puede ser…– Contestó Marcus– ¿Pero porque ir tras una presa tan importante como era el señor Koch? Si querías seguir obteniendo personas para tu negocio en el mercado negro deberías mantenerte capturando personas de bajo estatus para que nadie lo notase…

    – ¿Qué piensa de la señora Galilea Koch?– Preguntó, Sofía. Ella se sentó junto con Kian enfrente del General Thompson.

    –No parece ser culpable, pero seguirá en nuestra lista de sospechosos. La llevaremos con nosotros durante las investigaciones de mañana. Rubí, Kian, ustedes irán al templo. Alex, Gus, Sofía, ustedes irán a las cuevas. Sandra, tu vendrás conmigo y la señora Koch. Tenemos que investigar cada una de estas desapariciones.

    Kian levanto la mano. El General volteo a verlo con curiosidad sobre lo que quería decir –Gus y yo investigamos un poco más sobre la familia Koch. El área de investigación de Hericent no dijo que la familia Koch está constituida por tres hermanos actualmente: Galilea, Celio y un tal Lorenzo. Investigamos sobre los tres, al parecer ni Celio Koch no tenía ningún historial donde se le pueda asimilar con algún grupo criminal, Galilea tampoco, algo sorprendente, pues es la encargada de las estaciones Koch de Nil, todos sabemos que en los desiertos de Nil abunda la criminalidad. Sin embargo, cuando investigamos sobre Lorenzo Koch descubrimos que tiene un historial de drogas muy fuerte. En su momento este tercer hijo formo parte del grupo empresarial de las estaciones Koch, pero tras volverse adicto a más de una droga; como las hierbas ilusorias o las drogas artificiales. Se concluyó con despojarlo de su puesto. Actualmente no se sabe su paradero, pero creo que si este hombre que en su momento tuvo dinero pudo llegar a contactar con personas peligrosas que entre pláticas quizás terminaron por decirle que podrían devolverle la empresa con tal de hacerle favores. Quizás mover mercancías ilegales por todo los continentes…

    El General se frotaba la barba de su barbilla mientras escuchaba los datos sobre los que Kian le hablaba. Al finalizar golpeo su pierna con una palmada y dejó la mano reposar sobre su rodilla –Tratare de hablar sobre ello con Galilea mientras estemos en el recorrido. Quizás sepa sobre la localización de su hermano. Cuando todos estén investigando su respectivo recorrido quiero que interroguen sutilmente a los encargados de dar los tures, no quiero sonar paranoico, pero tenemos que encontrar toda la información posible– Alex se acercó con el General después de que terminara su orden. Le entrego la bebida amablemente y el hombre alago el buen trabajo del soldado.

    –Este Whisky me ha dado hambre, preparare un poco de carne, ¿gustan?– Preguntó el General Marcus con unas sonrisa.

    Los soldados se pusieron muy nerviosos después de esa proposición. Alex empezó a hablar nervioso –No, General, no se moleste nosotros cocinamos.

    –Sí, General. Yo se preparar platillos muy buenos. Tranquilo ahora mismo lo preparamos– Comentó Sofía.

    –Yo puedo ayudar a hacer una guarnición. Sinceramente me sale muy bien las pastas– Comentó esta vez Sandra.

    El General sonreía de manera nerviosa. Levanto los brazos y les pidió que se calmaran –Bueno, ¿les parece que cocinemos todos juntos?– Los chicos asintieron y todos juntos caminaron hacia la cocina.

    Más tarde todos juntos comieron. La comida les quedo deliciosa.


    (…)​


    En la noche Kian se levantó de la cama en la que estaba durmiendo junto con Gus. La cama era enorme, pero del lado en que debía estar su compañero no se encontraba nadie. Kian se levantó de la cama y fue al baño. Después pasó por la cocina y pudo ver la puerta de enfrente abierta. Camino hasta ahí. Escuchó unos murmullos. Justo después pudo ver a Rubí y Gus juntos frente a los vidrios que daban una vista espectacular a gran parte de la villa.

    –Es una linda noche– Dijo el chico.

    –Lo es. Creí que la neblina haría que la villa no se viera bien. Sin embargo se ve hermosa.

    –Casi… casi te ves tan bien como la villa.

    La chica le dio un codazo al joven mientras soltaba una risa nerviosa –Eres un maldito. No puedes dar un buen alago, ¿verdad?

    Gus empezó a reír –Si escucharas entre líneas te darías cuenta que te dije que te ves bien.

    –Lo tomare con un buen alago… por ahora…

    Kian observo la escena y no quiso molestar. Dio unos pasos hacia atrás, pero Rubí se percató de que ahí estaba el. El joven novato se puso muy rojo.

    La chica empezó a reír nerviosa –Kian, ven, no te preocupes.

    El joven no sabía si era broma o no. Tras una segunda petición de la chica, Kian se animó a ir. Llego hasta los dos muchachos.

    – ¡Ahora veo que si eres un espía!– Comentó Gus con una risa. Kian se ruborizo y empezó a reír con él, pero de manera más nerviosa. Rubí también les acompaño.

    –Fue bueno que nos encontrara solo viendo el paisaje…

    –Cierto, no me hubiese gustado que le invitaras a acompañarnos si estábamos haciendo algo un poco más profundo…

    Kian empezó a ponerse más nervioso –Si… Bueno… Yo no quería molestar… Parecía un momento romántico…

    –Tranquilo compañero– Dijo Gus con tranquilidad –Observa esta vista, ¿No es espectacular…?

    Kian volteo hacia la ventana. El pueblo estaba envuelto en una neblina profunda. La luz de las farolas daba cierta tonalidad naranja a toda la neblina. Las estrellas en cielo brillaban muy fuertemente. Estaban apenas en las orillas de las montañas, pero sentía que ya estaban mucho más cerca de las estrellas que lo que alguna vez había estado. Los bosques a la lejanía se movían tras los soplidos del viento. El silencio total hacia parecer a toda esa vista como si fuera una obra de arte.

    –Wow– Murmuró Kian.

    –Esa es la perfecta expresión– Comentó Rubí –No siempre podrás ver paisajes como este…– La chica dio un paso hacia Gus –Me alegra que puedo verlo contigo…– Gus se puso muy nervioso.

    Kian se sintió incómodo. Llevo su mano hasta su cabello alborotado y habló –Saben, creo que ya me iré a dormir. Fue bonito ver este paisaje, chicos. No me hubiese gustado perdérmelo…

    – ¿Enserio ya te iras?– Preguntó Rubí.

    –Sí, no quiero molestar más. Estoy haciendo un mal tercio…

    Gus empezó a reír– ¿Mal tercio? Tranquilo amigo, no somos nada Rubí y yo.

    – ¿Qué?– Preguntó atónito el novato.

    –Es enserio– Afirmo Rubí, pero Kian sentía que era mentira.

    –Bueno, no importa eso, la verdad tengo un poco de sueño…– El joven se dio la vuelta y caminó hacia la puerta. Cuando estaba cerrando la puerta escucho la voz de Gus.

    –Qué bueno que ya se fue, ahora podremos divertirnos…

    La chica empezó a reír nerviosa –Oye, creerá que de verdad haremos algo, contrólate… Aunque…– Kian cerró la puerta, no quería escuchar nada más.

    – ¿No son pareja…? Es raro, enserio lo parecen…
     
    Última edición: 22 Noviembre 2019
  14. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 13 - La Elección
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 13 – La Elección

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    -19 de Julio de 2892 D.C.-

    Al día siguiente, durante la mañana, el escuadrón se separó en sus tres grupos y partieron a sus respectivos recorridos. Kian y Rubí no hablaron durante todo el camino hasta el templo.

    El templo se encontraba subiendo las grandes montañas. Estaba hecho de piedra labrada y tablas de madera pintada de rojo. Su estructura se expandía de manera increíble, envolviendo un gran terreno con sus muros de piedra que se levantaba cuatro metros a lo alto. Dentro del mismo templo se encontraban unas pequeñas zonas verdes donde se encontraban jardines preciosos y grandes árboles que continuaban creciendo a pesar del tiempo. En el fondo de aquel templo se encontraba una gran habitación, antes de entrar podías oler el incienso y al momento de recorrer las cortinas rojas podías apreciar una enorme estatua de la diosa en toda su magnitud. Kian nunca había visto una interpretación más hermosa de la gran madre, quedo congelado ante la estatua. Apreciando hasta el último de sus detalles.

    Algunos de los turistas se acercaban lentamente hasta la figura de Evelia y entregaban una ofrenda para que les trajera paz, amor, riquezas o felicidad. Después le rezaban hasta quedar satisfechos.

    En el momento en que Kian se encontraba detrás de toda esa multitud que empezaba a agradecer, orar, pedir perdón o pedir un favor a la inmortal figura de la madre Evelia, Kian; Quien nunca fue muy religioso, juntó sus manos y empezó a agradecer la oportunidad de estar en el ejército y de estar un paso delante de poder conseguir ser como la figura inmortal de Abraham Arcnaik, casi tan inmortal e importante como la de Evelia.

    –Hasta donde parece, el guía parece ser inocente. Siguió el protocolo de pérdidas. Llamo a seguridad y continuo el recorrido haciendo como que nada paso. Afirma no haberse enterado de en qué momento los visitantes se separaron del grupo principal… ¿Qué haces?– Preguntó Rubí de pronto al ver a Kian rezando.

    –Solamente quería agradecer– El chico levanto la mirada hacia el hermoso rostro de la mujer que miraba hacia sus hijos con un rostro tierno y solemne –Por si acaso existe alguien que todavía nos escuche.

    –Hace más de dos mil años que no ha vuelto… Dudo que alguien nos esté escuchando. Es raro, porque a pesar de que ha pasado tanto tiempo podemos ver a todas estas personas creyendo en ella todavía…– La chica se tomó la cadera y observó a toda la multitud que murmura sus comentarios en silencio.

    –La gente ocupa creer en algo. Se habla de un descanso, de un lugar de paz, de un perpetuo bien estar. Si alguien te promete una oportunidad así, creo que más de uno agradecería dicha oportunidad, además de todo lo que nos otorga en esta vida– Kian observo a la urbe. Había gente que incluso lloraba, ya sea de tristeza o alegría, mientras oraba a la enorme estatua.

    Rubí se cerró de brazos – ¿No crees que es increíble?

    – ¿Qué cosa?

    –No puedo creer que después de todo lo que ha pasado en la historia de la humanidad, la gente siga agradeciendo lo que le pase en esta triste vida. Mis padres murieron, eran traficantes… Fue difícil vivir sola. Me tuve que liar en muchas situaciones de las cuales no estoy agradecida. He tenido una vida horrible, como más de una de estas personas, pero sin embargo, siguen agradeciendo seguir vivos… Kian miro a Rubí. La chica Tenía marcada el entrecejo mientras apretaba los labios. El joven comprendía de lo que hablaba. Como ella lo decía, pocas veces la humanidad había podido vivir en una tranquilidad que se diera a agradecer, no siempre existían trabajos, ni tampoco comida para que todo el mundo estuviese satisfecho. Sin embargo, a pesar de sufrir, algunas personas piden perdón o agradecen el hecho de seguir aquí, en su vida, agradecen poder seguir peleando un día más en esta difícil guerra que es la vida.

    –Quizás…– Murmuro Kian. Rubí giro la cabeza para verle –Quizás solo es miedo, de que dicha promesa de un descanso no sea cierta. Quizás la gente tiene miedo de que si no agradecen el hecho de estar vivos, quizás no tengan la oportunidad de seguir viviendo en aquel descanso prometido. Prometido por alguien, pues no sabemos si fue nuestra madre Evelia o algún creyente ferviente el que creo esa leyenda. De hecho, nadie puede confirmar la existencia de una diosa, pero míranos, aquí seguimos hablándole a su imagen– Ambos muchachos vieron la estatua y admiraron cada detalle de ella –Aunque también quizás vemos en la gran madre una imagen de nosotros mismos. Quizás cuando estamos agradeciendo un nuevo día, agradeciendo un nuevo evento en tu vida, cuando pides perdón por algo que hiciste o cuando prometes un cambio al sentido que está tomando tu vida, en realidad puede que nos estemos hablando a nosotros mismos. Después de todo, quien siempre nos escucha no es otro que tú mismo– Kian conecto la mirada con Rubí. La chica asintió con una ligera sonrisa en el rostro.
    –Es una buena forma de verlo– La chica volvió a apreciar a todas esas personas que estaban hincadas y paradas, meciéndose o en quietud hablando al aire. En ese momento ella también junto sus manos y murmuró –La misión saldrá bien…

    – ¿Creí que no te gustaba la religión?

    –No, no le estoy hablando a la diosa. Me lo estoy pidiendo a mí misma…

    El chico le sonrió.


    (…)​


    El recorrido continúo después de la enorme estatua. El guía les llevo a recorrer los pasillos del templo. Sus paredes parecían viejas, lúgubres, descoloradas por el pasar del tiempo. De hecho el templo era tan viejo que no existía ni siquiera el uso de ventanas, y no había ninguna sola luz artificial en todo el lugar. La multitud continuando caminado. El guía delante, los dos soldados atrás. Los turistas veían esta formación un poco extraño, aunque muchos otros solo lo veían como una forma de mantener la seguridad por todo el recorrido.

    La luz del día entraba desde las ventanas. Kian y Rubí cambian observando el paisaje que estas ventanas sin vidrio les permitía ver.

    – ¿Ayer te pusiste nervioso cuando nos viste, Kian?

    –Oh, no… No, solamente ustedes dos se veían muy bien solos. La verdad es que no quería molestarlos, yo odiaría no poder estar cómodo con mi pareja… O bueno, lo que sea que sean ustedes dos…

    –No somos nada…

    – ¿Y por qué no? Parecen ser muy unidos, él se ríe de tus chistes, tú te ríes de los suyos, él te ve con cariño y tú también haces lo mismo. Yo creo que podría funcionar.

    – ¿Tú crees eso? Nunca había notado que él me mirase de esa forma…

    –Creo que es más fácil que alguien lo vea, a que tú misma lo hagas, ¿Nunca te ha pasado que te dicen que te vez fatal, cuando ni tú mismo te has dado cuenta que en realidad estas mal?

    –El siempre nota como me siento…– La chica bajo la mirada. En su rostro se postraba una sonrisa.

    –Yo creo que eso es amor…

    – ¿Qué es el amor?

    El chico se quedó callado, en realidad era una pregunta difícil.

    –Yo lo contesto por ti–Comentó la chica después de esperar una respuesta que nunca llego –El amor lo veo como el hecho de sentirte como nunca te has sentido con alguien más. Cuando de pronto piensas en esa persona, piensas en que estará haciendo, piensas en lo que le puede gustar, en lo que pueden hablar. Cuando ideas imágenes en tu cabeza para poder darle una sorpresa o solo para pensar en cómo pasar una tarde juntos. El hecho de esperar su bien. De aceptarlo como sea que es, de querer conocer su pasado y después de conocerlo apreciarlo más. Yo me he enamorado, es por eso que creo que lo de Gus y yo, no es más que una atracción… Algo físico, no un amor verdadero… Hay alguien que me está esperando en algún lugar. Yo espero el momento de estar con esa persona también… Quizás algún día se cumpla ese deseo de volvernos a ver, sí, creo que puede que sea pronto… ¿Alguna vez te has enamorado, Kian?

    El chico se ruborizo de pronto –Bueno, ammm, yo he tenido varias citas y he tenido mis encuentros con alguna que otra chica. Sin embargo el hecho de ser el sheriff me hace estar muy ocupado. No puedo trabajar y atender una relación, sabes… Además…– La chica empezó a reír de manera silenciosa. El chico calló súbitamente.

    –Era tan fácil como decir que no…– La chica continuaba riendo. Mientras que con su mano se tapaba su sonrisa –Quizás ahora mismo no comprendes lo que te acabo de contar, pero algún día te enamoraras. Cuando lo hagas sabrás lo difícil que es el amor, pero también sabrás el porque la gente hace todo por el mismo y por encontrarlo– La luz golpeaba en su rostro, haciendo brillar su cabello rubio, dejando ver una piel blanca de cachetes rosas. Al igual que una sonrisa de labios rojos y dientes blancos que se lineaban en un hermosa figura.

    Kian le sonrió. Esperaba algún día poder contestar la pregunta de que es el amor.

    –Me agradas, Kian. Normalmente no hablo de esta manera con nadie en el escuadrón… Es interesante poder charlar de manera tan profunda. Es más interesante que las bromas de Gus…

    Kian empezó a reír de manera nerviosa. Se frotó el cabello y se sonrojo un poco.

    La figura de la chica empezaba a alejarse lentamente –El punto de reunión será en el centro de la villa, ¿Verdad?

    –Oh, claro, si, ahí fue donde dijo Marcus que nos reuniríamos después de la llegada de cada una de las excursiones, ¿Por qué?

    –Solo era una pregunta. Ya no lo recordaba. Vamos, hay que darnos prisa, se nos van las los turistas– La chica tomo rápidamente de la muñeca a Kian, tirando de ella de pronto. Los chicos corrieron tras los turistas. Dejando atrás esas ventanillas por las que entraba la luz del día.


    (...)​


    Del otro lado, yendo hacia el sur, se encontraban el General Marcus, Sandra y Galilea Koch, acompañados de un grupo de guardaespaldas. Unos cuantos turistas iban en el grupo. El recorrido había llegado hasta lo que era un pequeño pueblo viejo hecho de piedra que tenía un sendero de escaleras que se elevaba hacia las construcciones en la montaña.

    Las bases que recorrían la montaña eran antiguas, demasiado en realidad. Su construcción, su solo estilo demostraba que dichas construcciones provenían de tiempos lejanos a los del primer Chasoul. Las construcciones están esculpidas a través y sobre la montaña. El pueblo entero tenía un color gris demasiado lúgubre. El eco de la zona retumbaba en todas las paredes tras la soledad del mismo. La guía turística que asistía ese recorrido se encontraba nerviosa por la presencia de su jefa, así que en más de una ocasión se escucharon los ecos de una voz chillona que narraba la historia de las construcciones. Sandra habló con la guía durante gran parte del recorrido. Esto solo ocasionaba que la jovencita se pusiese más nerviosa. Al final de la larga serie de preguntas solo concluyeron con que la chica en realidad no sabía absolutamente nada de lo sucedido con los turistas. El dato solo la hizo preocuparse aún más.

    Marcus y la señora Koch cambian en la parte trasera del grupo turístico para no llamar demasiado la atención de los mismos turistas. Los dos jefes apenas habían congeniado palabras entre sí. La mujer traía un abanico con el cual se estaba echando aire mientras subían las largas escaleras que subían hacia las construcciones. Marcus por otro lado traía puesto su uniforme y unos lentes obscuros como los guardaespaldas. Echaba vistazos a todo el terreno. El lugar Tenía seguridad por parte de la compañía Koch, pero en si las construcciones estaban demasiado desoladas. Un lugar perfecto para poder llevar a cabo los secuestros de los turistas desaparecidos.

    –Hace mucho que no venía a este tipo de recorridos, General Thompson– Dijo la mujer con alegría. Su sombrero tapaba la escasa luz que había ese día. Llevaba unos lentes obscurecidos para que la luz del sol no le molestase, pero ese día estaba algo nublado, así que no habían sido del todo necesarios durante el recorrido. La mujer volteo con el General al mismo tiempo que continuaba echándose aire. Con su otra mano movía su blusa de tirantes para dejar respirar a su pecho –Creo que ya no estoy en forma. Tengo que salir más seguido a este tipo de recorridos…

    –Si se encontrara en un cuartel como el mio entendería porque yo ni siquiera estoy cansado. Siempre hay un problema que solucionar, así que estoy constantemente bajando escaleras.

    –Debe ser complicado ser un General. Toda esa responsabilidad cayendo sobre sus hombros, ustedes son como los nuevos reyes de nuestra época, ¿no es así?

    –El Gobierno Mundíal nos llama Generales, pero también nos ha nombrado como políticos. Sin embargo nuestro puesto normalmente no es heredado como el que sería el de un rey. Actualmente las únicas familias que siguen heredando sus puestos son la familia Price en Milloria, la familia Audez en Frandall, o los Khou en Foraff… Me gusta pensar que somos la generación intermedia entre la elección de líderes y los líderes autopostulados.

    – ¿Cree que alguna vez el pueblo logre elegir a sus propios líderes?

    –El único problema que veo a eso es que el pueblo no sepa elegir a sus líderes…

    –Siempre habrá líderes malos, Marcus. ..

    –Y siempre existirán los buenos para traer esperanza…

    – ¿Usted cree que es un buen General?

    –Es soberbio responder esa pregunta por mi propia visión. Mi liderazgo demuestra el estado de mis territorios.

    –Entonces déjeme calificarlo. Yo lo llamaría un buen General, pero que descuida los pequeños detalles y se confía demasiado. Prueba de ellos son los constantes pueblos que sufren saqueos, asesinatos y violaciones todos los días. La confianza seria que nunca ha estado completamente preparado para los ataques de los enemigos, tal el caso de “La primera semana”.

    – ¿“La primera semana”?

    – ¿Qué acaso nunca lo había escuchado?– El General negó con la cabeza y un silencio expectante –Así es como se le ha llamado a la semana que prosiguió a la caída de los Generales Mundiales Arcnaik y Hellwell, al igual que la leyenda de Abraham Arcnaik… Quizás solo lo llamen así en el continente de Nil… Bueno, a como me lo han explicado ciertos viajeros y empresarios que viajan en nuestros trenes; durante la semana que siguió a este importante suceso mundial, sucedieron multitud de eventos que sacudieron al mundo. Casi todos fueron eclipsados por la sombra de la muerte de los Generales. Actualmente algunas personas consideran que estamos en los inicios de una Quinta Guerra Mundial, la cual empezó justo esa semana. Al principio no lo creía, pero después de investigar un poco me percate con que tenían razón… Tan solo piense en todo lo que ha pasado después de esa semana. Las guerras en las islas medías están consumiendo a todo el sur. La época de los reyes está acabando, ya que familias reales están pereciendo misteriosamente. Existen conflictos entre múltiples reinos en Nil, al igual que Foraff e Iglakesh están empezando a hacerlo actualmente en Dorinda. Sin contar el fallecimiento de múltiples empresarios a lo largo de estos años y el crecimiento exponencial que han estado teniendo las mafias en todo el mundo… Para mi es claro que nos encontramos en tiempos turbios…

    El General contemplaba a la imagen de la mujer mientras terminaban las escaleras que estaban subiendo. El hombre se quedó callado, mientras trataba de asimilar todo lo dicho por la empresaria –Creo, que está exagerando la situación, yo no lo llamaría una Quinta Guerra Mundial…

    –No lo hace en público, pero seguro lo ha hecho privado con otros soldados del Gobierno Mundial… Pueden tratar de ocultar cosas General, pero al final el pueblo termina enterándose de todo. Y el mundo ya se está preparando para cuando la noticia golpee…
    El hombre levanto el rostro y se quitó los lentes. Habían llegado hasta el final de las escaleras que llevaban a las construcciones que se encontraba sobre las montañas –Sea o no el inicio de una Quinta Guerra Mundial, déjeme asegurarle que el Gobierno Mundial traerá paz a todo el mundo nuevamente.

    La mujer le sonrió al verle tan decidido –Oh, vaya, esa actitud tan valiente es la que debe tener un líder…– La mirada de los dos jefes se intercepto al momento de que la mujer bajo ligeramente sus lentes para mostrar sus ojos –Le llaman una Guerra Mundial… Sin embargo cada guerra mundial nos enfrentamos a algo: En la primera fue la humanidad contra los demonios. En la segunda:“Los revolucionarios” contra el Primer Gobierno Mundial. En la tercera: el Gobierno Mundial contra “Los bandidos de las rosas”. En la cuarta: el Gobierno Mundial contra “Los Brujos”… ¿Contra qué nos enfrentamos en la quinta?

    El hombre perdió esa mirada valiente. Su rostro se volvió pensativo. Dando un ligero aire de que trataba de pensar su respuesta sin llegar a ninguna conclusión.

    –Sin duda da miedo pensarlo. Alguna vez hable con alguien sobre el tema, el me dijo que eran peligrosos, porque si el enemigo son aquellos que mataron a Abraham y los Generales Mundiales, entonces el Gobierno Mundial lo tiene duro contra tan temibles oponentes…

    El General Marcus se detuvo en el último escalón. Su rostro se tornó serio. Empezó a reflexionar sobre ese último comentario. Miro al horizonte observando los bosques y las enormes montañas por las que se encontraba. Viendo lo pequeño que era ante ellas.

    El hombre observo a los hombres de la señora Koch. Eran un total de seis, más los otros dos que se encontraban esperando en la camioneta en la que había sido escoltada. Marcus observo interesante toda esa seguridad que portaba la mujer.

    – ¿Ese miedo hacia una Quinta Guerra Mundial es la razón por la cual ha contratado a estos hombres?– Preguntó tranquilamente el General.

    El recorrido ahora se estaba llevando en la construcción que recorría la montaña. Era una calle considerablemente grande con torres y una que otra edificación.

    La mujer tardo unos segundos para contestar –Nuestra familia siempre ha tenido problemas con los bandidos, criminales, mafiosos y de más. Está bien que mantenga segura. Mas en momentos como este, que mi hermano ha desaparecido. Si yo llegase a desaparecer no existe otra persona que pueda hacerse cargo de la compañía, mis sobrinos son muy pequeños y yo no tengo hijos…

    –Quizás podríamos convencer a Lorenzo de que vuelva…

    La mujer se detuvo de golpe. Volteo hacia Marcus con un rostro sorprendido y casi maniático – ¿Cómo sabes ese nombre?

    –Tenemos forma de saberlo– Contesto el General Thompson con un rostro demasiado serio. Analizaba detalladamente cada detalle de la expresión de la mujer.

    –El Gobierno Mundial sabe todo, ¿verdad? Pues no, no podemos ponerlo a él al mando. Mi hermano lleva desaparecido durante muchos años. Se separó de la familia y creo que está bien así. Siempre fue una deshonra para la familia Koch…

    – ¿No sabe de su paradero? ¿Nunca se volvió a comunicar con alguno de los dos?

    –No, nunca… ¿Por qué me pregunta por él?

    –Creemos que quizás él pueda estar asociado con la desaparición de su hermano. Quizás lo que quiere es que ustedes dos ya no se encuentren en la compañía para poder aparecer repentinamente y apoderarse de ella.

    Galilea y Marcus se quedaron quietos en ese lugar, esto hizo se quedaran bastante atrás del grupo turístico. La mujer hizo una mueca de molestia –Siempre he odiado hablar sobre el drogadicto de mi hermano Lorenzo…– La mujer gruñó con rabia.

    –Sin embargo quiere que aparezca su hermano Celio. Así que ayúdenos con otorgarnos toda la información posible– El General levantó la voz un poco. La mujer lo noto y sintió un poco de presión. Los guardaespaldas se tensaron al ver el rostro, un poco molesto, del General Thompson.

    La mujer se mordió el labio. Después soltó un suspiro–Lorenzo nos mandó una carta a mi hermano y a mí. Nunca la abrí, pero mi hermano sí. Nunca supe lo que decía, pero quizás pueda ayudarlos. La tengo en mi maleta. La llevo conmigo por si algún día tengo el perdón suficiente como para leerla.

    –Me parece una gran idea. En cuanto volvamos será lo primero que revisaremos.

    Galilea asintió. Su rostro parecía más serio que nunca. Se giró y camino con prisa para alcanzar al grupo turístico –Mi hermano tuvo un encuentro no planeado con unos bandidos durante un viaje a Frandall– Dijo la mujer mientras se iba caminando. El General puso mucha atención a la mujer–Los hombres se escabulleron al vagón de mi hermano evadiendo cualquier seguridad. Mi hermano dijo que le dejaron en paz tras recibir un no. Los calificó de personas muy respetuosas en ese sentido. Buscamos en todas las cámaras, revisamos en todos los reportes de los guardias, pero nunca encontramos nada…

    – ¿Y por qué no lo reportaron?

    –De que serviría, si no había pruebas. Solo lo tomarían como un reporte y nada más. No harían nada para ayudarnos. Así son las personas del ejercito…

    Marcus se quedó solo en el inicio de la calle.

    Más tarde volverían a la villa de la estación Koch.


    (…)​


    Pasado el mediodía Kian y Rubí se encontraban en el centro de la villa de la estación Koch. Se encontraban hablando tranquilamente, cuando empezaron a escuchar las risas de dos chicos. Los reconocieron rápidamente, era Gus y Alex hablando de tonterías. Sofía venia quejándose de lo molestos que eran ambos chicos.

    Al momento en el que Gus vio a Rubí, la chica le salto al cuello y se abrazó con el muchacho. Seguido de un beso en la mejilla de parte de cada uno.

    – ¿Me extrañaste?– Pregunto Gus con una sonrisa.

    –Un poco. Kian me ayudo a estar distraída. Es un buen muchacho. Me agrada.

    Gus levanto las cejas y empezó a reír–Vaya, vaya, eres rápido, chico tiempo– Kian le sonrió de manera desastrosa. No se podía deducir, si estaba avergonzado, si estaba nervioso, alegre o le dolía el estómago.

    –Hey chicos, no sean tan melosos. Si quieren hoy les prestamos nuestra habitación. Tan solo sepárense un poco– Renegó Alex.

    –No tengas celos, Alex– Se burló, Sofía–Los dos son muy lindos.

    –Lo son, pero que sean lindos cuando estén solos…

    –Bueno, puedes quejarte todo lo que quieras. Ellos siguen estando igual– Gruñó Sofía, girándole los ojos. Ahora se dirigió hacia Kian con una sonrisa – ¿Cómo les fue en el templo?

    –Fue interesante. La verdad el templo es demasiado bonito. Ahora entiendo porque todo el mundo quiere ir hacia allá. A demás, en un salón del templo se encuentra una gran estatua de la diosa, la cual se ve hermosa.

    – ¡Yo quiero verlo!– Grito Sofía, de manera animada –Las cuevas estuvieron bien. Aunque las pinturas eran muy abstractas. No me llamaron en lo absoluto la atención.

    –Hablas por ti– Se quejó Alex –Yo disfrute muchas de las pinturas. El arte en cada uno de ellos era sublime. Ciertamente explayaban la situación de la época en la que fueron realizadas.

    Rubí volteo con Gus y le preguntó – ¿Eso es cierto? ¿Las pinturas eran buenas?

    –Para mí que estafan a la gente, parecen hechas por niños con demasiada pintura y tiempo libre. Quizás si entrecerrabas los ojos podías verlas bien, por eso Alex podía verlas– El chico empezó a reír. Rubí también soltó unas risas mientras le decía que era un grosero por burlarse de los ojos un poco rasgados del muchacho.

    Los chicos continuaron en aquel pequeño parque. Las conversaciones continuaron, al igual que los chistes. Kian se divertía mucho con su escuadrón. Todos eran muy buenas personas. No siempre había tenido la posibilidad de poder pasar tiempo con personas de su edad. Generalmente lo único que hacía era trabajar. Tenía conocidos a lo largo del todo el pueblo, pero no consideraba a nadie como su amigo. Sin embargo, el pasar el tiempo con esos chicos le hacía tener una sensación de bienestar. Quizás todos en ese escuadrón en realidad podían terminar por volverse verdaderos amigos.

    La espera continuo durante una hora hasta la llegada de Sandra, Galilea y Marcus.

    –Buenas tardes, chicos– Dijo el General tras verles tranquilos en una banca, hablando tranquilamente en medio del centro de aquella pequeña plaza. Los chicos se levantaron rápidamente de su asiento y tomaron posición de firmes.

    –Descansen, ¿alguna novedad?

    –El viaje hacia las cuevas está completamente guiado por un instructor viejo. Los turistas son llevados hasta allá y traídos has aquí. Así que durante el transcurso no pudo haber ningún secuestro. Dentro de la cueva en realidad se sigue una línea completamente recta para llevar el recorrido, así que no hay forma de que puedan perderse en el sendero. Dos guardias vigilan las cuevas al igual que las tiendas que se encuentran cerca para dar recuerdos, se les interrogo y no han señalado haber vistos cosas sospechosas– Dijo Sofía.

    Kian continuo con su reporte –En el templo existe un recorrido que se tiene que subir a pie. El camino está rodeado de árboles, si alguien no sigue las líneas adecuadas, al igual que su guía puede llegar a perderse. El templo es bastante grande, fácilmente alguien podría perderse en él. De igual manera tengo que decir que el lugar se encuentra bastante vulnerable a introducción desde otras áreas además de las ya planteadas por la compañía Koch. Sin embargo hemos de aclarar que también se encuentra bastante resguardado por guardias. Es casi imposible no tener algún guardia resguardando el lugar. Rubí y yo hicimos los interrogatorios planteados, tanto a guardias como guías. Nadie ha sabido nada de las desapariciones.

    El General observo a cada uno de sus soldados.

    –Eso da problemas. Habrá que revisar los programas de los hoteles. Quizás alguien está entrando a los mismos durante las noches, o quizás nunca parten por el ferrocarril.

    Galilea le dio una palmada en la espalda al General –Yo le había asegurado que mis recorridos turísticos son completamente seguros– Comentó con aires de grandeza –De igual manera se les seguirá otorgando todas las facilidades para que pueda proseguir con la investigación, General Thompson.

    –Muchas gracias, Galilea–Agradeció Marcus con una sonrisa –Sin embargo lo que me interesa ahora es saber sobre la carta de su hermano. No estaría mal ir a verla.

    –Por supuesto, síganme a la oficina por favor– La mujer se dio la vuelta. Los guardaespaldas empezaron a caminar enfrente de ella, un par se quedó atrás. El General volteo con sus muchachos y ellos entendieron que tenían que seguirle.

    –No me importa quedarme unos días más en aquella habitación de lujo– Dijo Gus completamente satisfecho.

    –Podríamos jugar cartas durante la noche. Quizás póquer de prendas– Comentó Alex entre susurros. Le dio un codazo mientras soltaba unas risas nerviosas.

    Rubí empezó a reír–No creo que tengas tanta suerte. Aunque da igual, con tus ojos quizás no puedas ver tanto como deseas– Los demás chicos empezaron a reír. De pronto Rubí tomo las manos de Gus y Kian, les dio un gran jalón que sorprendió a los dos muchachos.

    – ¡Wow! ¿Qué sucede Rubí?– Comentó Gus con sorpresa.

    Kian se encontraba nervioso –Ti–Tienes razón, ¿por qué–por qué nos jalas?

    – ¡Quiero que miren esto! ¡Vengan! ¡Sera asombroso!– Grito la chica con euforia mientras los jalaba en dirección contraria a la que iba el General, Galilea y el escuadrón.

    – ¿Qué le sucede a Rubí?– Preguntó Sandra a Sofía.

    –No lo sé, es raro que también haya tomado a Kian.

    – ¿Sera que ahora querrá dos novios? Que sucia…– Comentó Alex, intrigado.

    Rubí los llevo hasta bajaban unas escaleras. Ella bajo un escalón. Los dos chicos observaban a la jovencita extrañados. Todavía los sostenía de la mano.

    – ¿Que–Que sucede, que–que cosa querías que viéramos?– Preguntó Kian.

    –No es por nada Rubí, pero no creo que a mi padre le agrade la idea de que nos separemos del grupo– Dijo Gus, mientras volteaba hacia su padre. El hombre estaba a punto de subir las escaleras que se encontraban al final de la pequeña plaza.

    –Ya no te tendrás que preocupar de tu padre nunca más– Dijo con una sonrisa.

    – ¿Cómo dices?– Cuestiono Kian.

    La chica soltó las manos de ambos chicos. El General Marcus estaba a punto de dar el siguiente paso para subir las escaleras. De pronto el piso empezó a brillar de color amarillo. Tan pronto como la luz empezó a despampanar, todos quedaron congelados.

    Los guardaespaldas al ver el color amarillo de la pequeña plaza circular levantaron a la señora Galilea y la apartaron del lugar. Los guardaespaldas rodearon a la mujer. Sacaron sus armas y empezaron a apuntar a cualquier cosa que se moviera. La gente que cruzaba por el parque empezó a susurrar. El brillo no dejaba de cesar.

    –No puedo moverme…– Dijo Kian.

    – ¡¿Qué sucede, Rubí?!– Grito Gus furioso.

    Rubí sonreía. Su rostro se veía macabro en medio de la luz amarilla.

    – ¡Contesta!– Vociferó Gus exaltado.

    La chica no dejaba de sonreír.

    Dos personas salieron de pronto en dirección a los guardaespaldas. Tres más aparecieron desde las escaleras. Sus vestimentas eran desarregladas. Reían al momento de subir las escaleras.

    –Lo hiciste bien, Giulia– Dijo uno de los hombres tras tocar el hombro de la chica.

    – ¿Giulia?

    –Lo siento chicos, creo que me equivoque de nombre al presentarme. Lo hare de nuevo, un gusto, Kian, Gus, soy Giulia– La luz dejó de centellar y la chica estrecho las manos congeladas de ambos chicos.

    – ¡¿Qué rayos es toda esta basura, Rubí!?–Aulló Gus.

    –Oye, que grosero, te acabo de decir que soy Giulia, no cambies mi nombre. No es de buena educación confundir a dos chicas.

    – ¡Deja de decir tanta mierda, Rubí! ¡Rubí! ¡Rubí! ¡RUBÍ!

    Del otro lado los guardaespaldas empezaron a disparar a las dos figuras que se acercaban rápidamente alrededor de la pared que rodeaba el centro de la plaza. Las dos figuras, un hombre y una joven, saltaron hasta los guardaespaldas. Los guardaespaldas empezaron a disparar, pero de poco sirvió porque las dos personas esquivaron los disparos. Los soldados de Koch tiraron enfundaron sus pistolas, de sus tobilleras sacaron un par de cuchillos, aquellas dos personas ya se encontraban demasiado cerca.

    El hombre que se dirigía hacia los guardaespaldas desvaino su espada que tenía guardada en su vaina en la cadera. La vestimenta del hombre era completamente azul, con ropas grandes y flojas. Tenía una coleta, pues su cabello era largo de color negro azulado, completamente recogido. También tenía un bigote largo, al igual que una barba en la perilla.
    La joven que corría justo detrás del hombre de azul levanto un par de hachas pequeñas que tenía guardadas en unas vainas al costado de su muslo. Su pantalón era apretado, de color café, su blusa era de tirantes verde obscuro. Las rastas volaban en su correr, pues cada una de las rastas medían fácilmente el medio metro.

    Los cuchillos de los guardaespaldas chocaron contra las armas de estos dos jóvenes. El combate empezó a darse rápidamente. El hombre de azul demostró un gran talento con su katana. Los movimientos eran tan fluidos que podía encargarse de tres de los guardaespaldas sin ningún problema.

    Por otro lado la chica de las rastas luchaba de una manera mucho más salvaje contra los otros tres guardaespaldas de Galilea Koch. La cual se arrastraba hacia los arboles completamente envuelta en un miedo atroz.

    – ¡Maldición!– Grito el General Marcus – ¡Estas personas vienen por Galilea Koch!

    – ¡General! ¡¿Qué haremos ahora!?– Grito Sofía envuelta en un susto.

    –No podemos hacer nada en esta situación, estamos atrapados en un hechizo– Comentó Sandra con cierto enojo.

    Los guardaespaldas estaban haciendo frente a las dos personas enemigas. Los gritos de los oficiales de seguridad de la villa Koch empezaron a surgir. Fue ahí cuando los tres hombres que se encontraba con Rubí dieron paso a la acción. Los tres hombres se separaron, más pronto que tarde se empezaron a escuchar los gritos por los alrededores.

    El hombre de azul seguía moviéndose hábilmente ante la lluvia de tajos de los cuchillos de los guardaespaldas. La espada fluía por el escenario como si formara parte del viento. Uno de los guardaespaldas se lanzó en un grito valiente ante el hombre de azul. Los dos cuchillos chocaron contra la espada. El hombre de azul tenía el mango de la espada arriba, el filo apuntaba al piso. Con una gran fuerza y rapidez deslizo la espada hacia abajo, cortando parte de la pierna del guardaespaldas, seguido de clavarse en su piel derecho. Los gritos del guardaespaldas no se hicieron esperar.

    El hombre azul vio hacia los dos lados, los otros dos guardaespaldas contra los que se enfrenta venían en dirección a él. Levanto su puño, golpeando la mandíbula del hombre que tenía enfrente gritando. Rápidamente le atasco la espada en el pecho. El hombre soltó los dos cuchillos tras sentir las espada entrar por su interior. El hombre de azul se agacho rápidamente, tomando los cuchillos antes de que cayeran al suelo, seguido de soltarlos en dirección a los otros dos oponentes que venían en dirección a él.

    Los cuchillos sorprendieron a los guardaespaldas. Al de la derecha se le clavo en el brazo izquierdo. Mientras que el de la izquierda logro esquivarlo con éxito. Sin embargo escucho el filo de la espada del hombre de azul acercarse. El filo se acercaba peligroso. El guardaespaldas de la izquierda levanto su brazo, pero lo único que hizo fue recibir un corte profundo.

    El hombre de azul jalo para sacar su espada del hueso del guardaespaldas. Al momento de recuperar el control sobre su espada recibió un corte en la mejilla del cuchillo del mismo guardaespaldas. El hombre de azul se agacho, movió veloz su espada e hizo un corte por todo el abdomen del guardaespaldas.

    El tercer guardaespaldas se estaba tomando el brazo herido. A su izquierda se encontraba una figura monstruosa acercándose rápidamente. Levanto su otro brazo. Su cuchillo rozo la espada del asesino creando un sonido chirriante.

    El hombre de azul se deslizo. Hizo su espada hacia enfrente, después hacia atrás con una fuerza y velocidad inigualable. El tajo desgarro el brazo bueno que le quedaba al guardaespaldas, al igual que atravesó el cuello que había intentado proteger con su anterior choque de armas. Con ese último movimiento termino su encuentro.

    Del otro lado se encontraba la joven de las rastas. Sus movimientos salvajes despistaban a los tres guardaespaldas con los que se enfrentaba. El primer guardaespaldas se lanzó de manera brava contra la joven. Esto emociono a la chica. Los tajos de la joven se volvieron pesados, difíciles de soportar con los cuchillos que tenía el guardaespaldas. La joven se movió rápidamente entre los tajos, los choques se volvieron repetitivos, en el momento en el que el primer guardaespaldas creyó que tendría la oportunidad de protegerse del siguiente tajo, lo burlo, atacando al mismo cuchillo por segunda vez, haciéndole perder la guardia. Con la otra hacha le rebano la mano. Estaba a punto de aniquilar al guardaespaldas, cuando el segundo guardaespaldas se le acerco. Utilizo su brazo izquierda para golpear a los dos cuchillos del hombre que se lanzaba contra ella. Rompió su ataque haciendo bajar los brazos. Utilizo rápidamente su hacha derecha para atascarlo en el cuello del segundo guardaespaldas. Le dio una fuerte patada para separar el hacha de la espada. Volteo hacia atrás, el tercero se acercaba rápidamente hasta ella. La chica de las rastas se giró en un instante. La primera hacha rozo el primer cuchillo del guardaespaldas, el hombre se fue de paso, quedando en una posición de desventaja. La joven le corto la espalda con la segunda hacha.

    El tercer guardaespaldas se giró, dio vuelta su cuchillo, al terminarse el giro se encontraba frente a la joven e las rastas. Atasco su cuchillo contra el hombro derecho de la chica. El cuchillo derecho del hombre y el hacha izquierda de la chica conectaron. El golpe hizo retroceder ambos brazos. Se encontraban muy cercanos el uno al otro. La chica era más veloz, su hacha se recuperó primero del golpe. El tajo corto el viento, terminando con clavarse en el brazo del guardaespaldas. Los gritos retumbaron en los oídos de la chica. Separo con facilidad el hacha y arremetió otro tajo en el cráneo del tercer guardaespaldas. Una vez perdido las fuerzas lo aventó hacia enfrente. El cuchillo quedo clavado en su hombro. Se giró para eliminar al primer guardaespaldas, al momento de ver la cara recibió el último cuchillo que le queda a aquel hombre, se atascó en su abdomen. La joven reacción con rabia y dos cortes limpios, uno en el cuello y otro en el pecho.

    Ya no quedaba ningún enemigo. El hombre de azul y la joven de las rastas respiraban agitados.

    El hombre de azul volteo hacia Galilea. La mujer estaba perpleja. El hombre le sonrió levemente.

    –Eliminaron a los seis…– Murmuro Alex –Supongo que hemos perdido…

    –Son demasiado fuertes…– Susurro Sofía para sí misma.

    – ¿Qué le hicieron a Celio Koch?– Preguntó Marcus con un rostro imponente a pesar de no poder moverse en lo absoluto.

    El hombre de azul empezó a bajar las escaleras. Guardó su espada. Existía un aire frio en la presencia de ese hombre. Su mirada era vaga y vacía, casi como si ni le importase que se encontrara frente a un General del Gobierno Mundíal.

    –Atrápalo– Ordeno el hombre a la chica de rastas. Aquella joven abrió las palmas, para después cerrarlas de un golpe. Unas ramas empezaron a crecer y encerrar al General. Al momento de formarse un caparazón. Las ramas empezaron a bajar y unificarse, como si fueran una sola rama única. Unos segundos después el último tallo de todo el caparazón desapareció.
    El hombre de azul vio a los chicos que miraban la escena completamente atónitos. Su rostro mostraba la peor de las desgracias, al igual que un gran terror. El hombre de azul camino entre ellos y los dejó a un lado sin importarle mucho. La joven de las rastas le rebasó para encontrarse con Rubí.

    – ¡Giulia! ¡Mi amor!– Grito la joven tras abrazar fuertemente a la joven soldado.

    – ¡Marcela! ¡Por fin juntas de nuevo!– Gritó Giulia tras el abrazo.

    Ambas miradas se encontraron, para después fundirse en un enrome beso. Kian y Gus observan completamente sorprendidos a las dos chicas.

    Una vez terminado el largo beso Giulia volteo hacia los chicos –Este es el porqué de lo que hice. El amor… Marcela es la mujer a la que siempre he amado desde que era pequeña. Crecimos juntas en las peores condiciones posibles, pero siempre ha estado a mi lado y nunca me ha defraudado. La seguiré hasta el fin del mundo, la apoyare en todo lo que me pida y la amare por todo lo que me quede de vida. Es un gusto tenerte entre mis brazos de nuevo amor…– Las dos chicas se encontraban perdidas en la mirada de la otra. Su sonrisa era la más sincera que ninguna. Sus bocas volvieron a fundirse en otro largo beso. Kian volteo hacia Gus, el chico palidecía lentamente. Kian entendió lo mucho que le dolía ese momento a su compañero cuando el joven giro la cabeza hacia otro lado.

    Cuando el beso había terminado ambas jóvenes se giraron hacia Gus – ¿Qué sucede Gus? ¿Creí que te gustaba que las chicas hicieran esto? ¿Por qué ahora que sucede te vez tan pálido?– Gus no pudo contestar a esas preguntas. Se dignó a no ver el acto.

    –Espera…– La chica empezó a soltar unas risas – ¿Enserio creíste que existía un nosotros? No, querido… Nunca lo hubo. Todo lo nuestro solo era una actuación para acercarme a Marcus y poder estar enterada de sus movimientos en el cuartel. Lamento decepcionarte…

    Marcela, se acercó por la espalda a Giulia –Es un joven apuesto, seguro no te la pasaste mal… Pero mira, así que has elegido a dos, ¿estas dos son tus mejores compañeros?

    –Así es Marcela– Giulia acerco su mano a Kian y le acaricio el rostro.

    –El jovencito moreno es apuesto, pero este chico es muy lindo…– Comentó Marcela con una sonrisa. Giulia parecía disfrutar que la joven de rastas le abrazara por detrás, rodeando sus brazos entre su cuello –Dime, Giulia, ¿crees que alguno de estos dos chicos tiene algo bueno como para llevárnoslo?

    La chica observo a Gus. El joven tenía un rostro furioso y su mandíbula se apretaba cada vez que escuchaba una voz de Marcela. La jovencita levanto su brazo en dirección a Gus. Le acaricio el rostro con cariño, seguido le sonrió–Gus Thompson, es hábil, pero nada sorprendente…

    –Supongo que ese es un no– La joven se le acercó al oído a Giulia. La chica sonrió de manera viva –Dime, que me puedes decir de este muchacho. Supe que es un mago del tiempo, puede servir muy bien para nuestro maestro… ¿Qué tan cierto es ese rumor?– Kian abrió los ojos. Por un momento su corazón se paralizo. Gus sintió un golpe en el estómago. De no haber sido por él, ninguno de los muchachos habría confirmado la veracidad de esa información.
    Giulia volteo hacia Gus. Adoro cada pedazo de ese rostro culpable. Después volteo con el lindo chico que era Kian. Sus ojos se encontraban perdidos en la nada. La chica sonrió de manera maliciosa –Kian… este chico es un gran chico, muy lindo, parece maduro, pero lamentablemente los rumores de que es un mago de tiempo son falsos. Así que no, no existe nada interesante en él…– Los dos jóvenes se sorprendieron tras el comentario de su compañera.

    –Lamento oírlo. Hubiese sido un gran regalo para el maestro…– Comentó Marcela decepcionada. Kian pensó que lo mejor era no alarmar a aquella tal Marcela. Así que fingió sentirse avergonzado.

    –Es hora de irnos– Menciono el hombre de azul tras aparecer de pronto a un lado de Kian, el cual, de haber podido moverse, hubiese saltado por el susto. La voz gruesa de aquel hombre daba un terror de solo oírla.

    – ¿No te quieres llevar a ninguno?– Pregunto Marcela.

    –Por el momento no sabemos qué tan poderosos son los nuevos poderes del maestro, y al menos por el momento creo que podremos mantener todo bajo control con el cuerpo del General Thompson. No existe necesidad de llevarnos a estos jóvenes.

    – ¿No los mataremos?– Pregunto nuevamente Marcela, con curiosidad.

    –Escuche a Giulia decir que el único peligro es el hijo de Thompson– El hombre desvaino la espada rápidamente, e igual de rápido la clavo en el abdomen del joven –La magia de parálisis desaparecerá en una hora, si los guardias de esta villa son hábiles lograr romper el hechizo en medía hora. El chico estará demasiado desangrado para moverse, o posiblemente muera. Vayámonos– El hombre volvió a enfundar su katana.

    Gus gritaba. Las dos chicas observaban sin ningún signo de pena al joven. Kian gritaba desesperado. El dolor de ver a su compañero herido le desgarraba el alma.

    –Fue divertido mientras duro, Gus. Kian, pudo haber sido divertido de haber sucedido– La chica se acercó a los dos jóvenes. Kian no pudo hacer nada, solo miraba perplejo. Recibió el beso de Giulia en la mejilla. Gus gruñó al momento en que la boca de la chica se acercaba hacia él. Al final no besó al hijo del General. Se dio la vuelta y se marchó. Kian observo a las sombras de aquellas tres personas desaparecer.

    Tenía razón, al final, no todos podían ser tan buenos.
     
    Última edición: 22 Noviembre 2019
  15. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 14 - Las Manos del Bosque
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 14 – Las Manos del Bosque

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    -19 de Julio de 2892 D.C.-

    –Ya he roto el sello– Dijo el jefe de la policía de la villa Koch.

    Kian cayó en los brazos de unos policías, las piernas le temblaban y sentía pesados los brazos –Muchas gracias– Contesto sorprendido, tras darse cuenta de lo difícil que era mantenerse en piel después de aquel hechizo. Volteo rápidamente con Gus. Al igual que Kian, el chico cayó en los brazos de unos médicos que habían estado suturando la herida de la espada. El chico se encontraba sedado, completamente inconsciente.

    –Él estará bien– Contestó unos de los médicos.

    –Gracias– Contesto Kian amablemente. Se giró como pudo y vio al resto de su equipo siendo ayudado por los policías de la villa – ¿Todos están bien?– Gritó desde el otro lado del centro de la plaza.

    –No nos hicieron nada. Sin embargo se han llevado al General Marcus. Tenemos que informarlo inmediatamente– Dijo Sandra de manera serena.

    – ¡Llevamos más de medía hora bajo el hechizo!– Gritó Sofía, desesperada– ¡Si llamamos refuerzos tardaran horas en llegar! ¡Sera lo mismo si nos comunicamos con el cuartel de Burke!

    –No podemos hacer frente a personas como esos dos. Parecían demasiados fuertes– Contestó Sandra con un rostro serio.

    Alex intervino –Si esperamos a que lleguen refuerzos esos tipos se alejaran más y será más difícil encontrarlos.

    –Muy bien, chicos– Renegó Sandra con un tono molesto – ¿Cómo esperan encontrar al General Marcus? Vieron al tipo, atraparon al General y lo desaparecieron, esos tipos ni siquiera usaron magia para escapar. Encontrar su rastro será demasiado complicado por no decir imposible.

    Los chicos se quedaron callados. Kian observaba desde el otro lado.

    –Lo siento, chicos. Tenemos que llamar a los demás, los altos rangos del cuartel sabrán que hacer…

    –No– Gritó Kian desde el otro lado, para que nadie se escapara de escuchar lo que iba a decir –Existe una forma de encontrarlo. El hechizo que utilizo es un hechizo avanzado de escudo mezclado con magia de teletransportación. Esas raíces que se comieron al General tienen que viajar junto con la persona que hizo el hechizo.

    –Entonces existe una manera de poder rastrear a los secuestradores…– Dijo Sandra para sí misma –En cuyo caso, creo que es necesario que llevemos refuerzos, vieron lo que le hicieron a los guardaespaldas de la señora Koch. Esos tipos nos llevaban demasiado años de experiencia…

    –Sin embargo, Sofía y Alex tienen razón– Los policías empezaron a mover a los chicos para que no tuvieran que hablar tanto alto para que se escucharan –Si nosotros no nos empezamos a buscar al General terminaremos por perderle el rastro a aquellos tipos.
    –Es una misión suicida…– Dijo Sandra con un rostro serio.

    –Lo es, pero podemos lograrlo…– Los policías juntaron a los chicos.

    –No es necesario pelear con esas personas, simplemente rescatamos al General y humos antes de que nos encuentre–Sugirió Sofía.

    –Esa es la opción más viable– Confirmo Kian –Iremos por los radios, llamaremos al cuartel, iremos a buscar al General y haremos todo lo que podamos mientras que lleguen los refuerzos.

    –Si necesitan ayuda la compañía Koch les brindara todo lo que puedan ofrecerles– Galilea se acercó hasta los jóvenes soldados. Se le miraba más pálida de lo normal y parecía que todavía no se reponía de las imágenes del ataque, pues aún seguía temblando un poco –Mis guardias y mis policías les ayudaran a encontrar al General Thompson.

    Los soldados se vieron entre si y sonrieron. Kian contestó por todos –Muchas gracias señora Koch. Es muy probable que estas personas tengan a su hermano en donde tienen al General, haremos lo posible por traer al señor Koch como sea. Al igual que todos los turistas secuestrados.

    –Eso espero, joven soldado– La mujer le sonrió débilmente. De pronto levantó el rostro hacia sus policías y guardias – ¡Quiero que el noventa por ciento de las unidades de la villa acompañen a estos chicos en esta misión de rescate! ¡Prepárense de una vez!– La voz de la mujer era intimidante, mostraba un gran respeto y autoridad. Los policías y guardias atendieron rápidamente la orden.

    El jefe de policías de la villa se acercó hasta la mujer y los chicos –Haremos lo que nos pida, soldado…

    Kian se puso nervioso por el hecho de que un hombre mayor con el cargo de jefe le estuviese otorgando toda la autoridad del rescate. Era algo normal, para todas las personas del mundo el ejército era una gran fuente de respeto. El chico respondió entre balbuceos –Ki–Ki–Kian, Kian, señor, Kian solamente.

    – ¿Ese es su apellido?

    –Eso es, ammm, es una larga historia…Llámeme Kian solamente…

    –Está bien, Sr. Kian–Contesto el jefe de policías, sorprendido por no comprender la razón por la cual el chico se había puesto nervioso.


    (…)​


    Una vez los chicos habían recuperado la movilidad de sus cuerpos, y ya habían ido por los radios y sus armas; se juntaron en el edificio principal de la estación Koch.

    Todos se encontraban rodeando una mesa grande de madera observando un mapa de la zona.

    –La magia utilizada por estos secuestradores tiene un alcance máximo de cinco kilómetros, ya que gasta una gran cantidad de magia. Para un mago con experiencia su rango puede llegar a multiplicarse…– El chico tomo una pluma, le quito las ligas a unos bloques de papel que se encontraban cercanos a la mesa y empezó a marcar un circulo desde el centro de la villa hasta donde alcanzaran los alrededores –Estamos hablando que con suerte una sola persona de ese grupo ese capaz de usar este tipo de magia, entonces tendrían que esperar a que descansara, por lo tanto tienen que descansar en algún lugar que ellos consideren seguros. Esos lugares se encontraran en un rango entre cinco a diez kilómetros. Si deducimos que de aquel grupo solo dos personas utilizan magia podríamos decir que el rango entonces se encontraría entre diez y veinte kilómetros…– El joven soldado dejó de marcar. Todos observaron el mapa.

    –Es demasiado terreno en el cual se pueden refugiar…– Murmuro Alex con desgane.

    –Es verdad, pero sabemos que cuando se fueron se dirigieron hacia el este. Yo los vi– El chico empezó a crear un marco en el lado este.

    – ¿Qué tal si cambiaron de sentido?

    –Lo harán, ir al este solo les llevaría toparse con Etheros, un lugar vigilado por el Gobierno Mundial… No pueden ir hacia el Oeste, ya que se encuentran las montañas y generalmente en las montañas no se encuentran lugares donde puedan descansar. A demás de que pronto será de noche y tendrán que crear una fogata, sería fácil encontrarlos si hacen una fogata en la cima de la montaña. No pueden ir directamente al Norte, porque se encuentra el templo del recorrido de la familia Koch, el cual es siempre vigilado… No pueden ir al Sur, porque se encuentra vigilado, poco, pero vigilado, como me lo dijo Sandra… No pueden ir al Noreste, ya que ahí se encuentra el pueblo de Ainat y las cuevas de pinturas rupestres, igualmente vigiladas, alguien los puede ver… Solo les queda ir para Suroeste…– El chico había marcado gran parte del mapa, al igual que los había tachado de gran manera. Ahora mismo solo existía un marco que cubría una gran parte de terreno boscoso, al igual que las dos autopistas, una que dirige hasta Songar y otra que te dirige hasta Burke.

    –Esto parece mucho más sencillo ahora– Comentó Sofía, su rostro se encontraba sorprendido tras ver el increíble trabajo de deducción de Kian.

    –Pronto se hará de noche…–Murmuro Kian para sí mismo. Parecía no haber escuchado el comentario de su compañera –No creo que vayan a crear un campamento en el bosque. Sería muy visible para el enemigo… ¿Una cueva?– No tenemos que perder el tiempo… Los refuerzos llegaran dentro de tres horas y medía…

    Sofía golpeo la mesa con los nudillos, creando un sonido suave. Las personas voltearon a verla y ella se puso un poco nerviosa –Bueno, ammm, yo pienso que podríamos separarnos en cuatro grupos... Así abarcaremos más mapa…

    – ¿Qué pasara si somos interceptados por el enemigo?– Pregunto Kian con un poco de duda por el plan.

    La chica no supo contestar.

    Esta vez Alex golpeo la mesa, pero el con el radio del ejército–Contamos con cuatro radios, más uno de Gus. Separémonos en cinco grupos, cada diez minutos reportaremos nuestras coordenadas. Si alguien no contesta en esos diez minutos, podremos deducir que fueron atacados por nuestros enemigos.

    –Esa es una gran idea. Así si logramos encontrar a nuestros enemigos podríamos dar la coordenada exacta para que los refuerzos logren interceptarlos. De hecho, estaríamos derrotándolos sin necesidad que nuestro grupo se ponga en más peligro, al igual que no dañaríamos a las fuerzas del grupo de policías– Apoyó Sandra. El jefe de policías y Kian parecían aceptar el plan.

    –Entonces no perdamos más tiempo– Dijo Kian con una voz imponente –Cada uno de nosotros tendrá un grupo. El jefe de policías dirigirá el quinto, ya que Gus no puede pelear debido a su herida.

    La puerta de la habitación se abrió de pronto. Todos observaron rápidamente a la figura de quien entraba. Gus estaba entrando. Su rostro era pálido y sudaba a gotas. Su aliento era agitado y tenía un rostro que irradiaba furia –No digas lo que puedo y no puedo hacer.

    –Gus…– Murmuró Alex y Sofía.

    Sandra se acercó al joven –No puedes, acéptalo. Ahora mismo tienes una herida que seguro se ha abierto por venir desde el hospital hasta acá. Nosotros encontraremos a tu padre. Tu solo confía en nosotros– La chica estaba por tomarle el hombro y darle unas palmadas para reconfortar al chico, pero Gus golpeó la mano de la chica.

    – ¡¿Confiar?! ¡La chica en la que más confiaba resultó que formaba parte de un grupo de secuestradores! ¡Nos mintió, nos engañó y apuñalo por la espalda!

    –Eso es verdad…–Interrumpió Kian. Su rostro se mostraba serio –Mas sin embargo también me salvo al no decir que yo era un mago de…– El chico se detuvo antes de terminar la frase. Había muchos policías, los cuales no parecían ser malas personas, pero tampoco creía que tenían que enterarse de cosas como esas. Podría ser contraproducente –Solo quiero decir que a ella le importábamos… Quizás incluso podamos convencerla de dejar aquel grupo, quizás podamos confiar en ella todavía, y si todavía podemos confiar en una persona como ella, entonces trata de confiar un poco en nosotros…

    – ¡Ese no es el problema aquí! ¡Aquí lo que haremos es que me dejaran dirigir uno de esos grupos! ¡Porque en cuanto me encuentre con los tipos que secuestraron a mi padre yo les voy a meter una bala en la cabeza!– El chico desenfundo su arma y la levanto. Los policías se pusieron tensos y Kian se sorprendió demasiado. Estaba a punto de utilizar su magia para quitarle el arma, pero en ese momento se escuchó un golpe seco. El cuerpo de Gus cayó al suelo y Sandra se encontraba parada frotándose la mano.

    –Siempre has sido muy energético, descansa por un momento… Por la diosa…– Todo el grupo que se encontraba adentro de la habitación. Así como los guardias que venían corriendo desde el pasillo se quedaron sorprendidos –Solo fue un golpe para noquearlo. Despertara luego. Demonios prisa, ya hemos perdido mucho tiempo. Quien quiera venir a mi grupo, síganme– La chica levanto su radio y salió de la habitación con una presencia muy ruda.

    Alex murmuró –Creí que daba miedo solo porque era muy seria…

    Sofía y Kian soltaron una risa delicada a la vez.


    (…)​


    Lejos de la estación Koch. En una maderería abandonada ubicada por una desviación larga que se tenía que hacer por la autopista que llevaba a Songar. Ahí se encontraba el grupo que había secuestrado al General Marcus. Alrededor de aquella maderería enorme se encontraban grandes cantidades de pilas de madera vieja. Al igual que una gigantesca cantidad de árboles y maquinaria olvidada. Dentro de la maderería que estaba hecha de materiales de hierro con láminas galvanizadas comidas por el tiempo, había más de este mismo paisaje. Montones de máquinas para cortar madera y diferentes tipos de tablones y herramientas con las cuales se trabajaban las mismas.

    En una esquina se encontraba un cuerpo de rodillas, rodeado de una docena de troncos que le impedían el movimiento de la cabeza. Otro montón de troncos mantenía inmóvil a las piernas y los brazos del General Marcus. Rodeando a todo estos troncos, se encontraban unas escrituras en el piso. El General sabía lo que significaban, eran un hechizo para detenerlo en caso de que alguna forma lograra escapar.

    Frente al inmóvil General se encontraba el hombre de azul, al igual que los otros tres hombres que habían saludado a Giulia cuando todo empezó.

    –Fui a buscar al maestro en el lugar que definimos, pero no se hallaba ahí. Tendré que ir a buscarlo. Es peligroso que lo dejemos estar solo, más en una condición como la que se encuentra ahora mismo– Dijo el hombre de azul a sus compañeros.

    –Si mata a alguien sin que nosotros lo sepamos va a ser un problema enorme. Más si lo hace en un lugar visible, estamos cerca de la autopista, que tal si crea un caos ahí…– Dijo el más enano de los hombres. Un hombre con barba y bigote profundo, que bestia con ropajes sucios.

    –Por eso mismo tendré que ir a buscarlo. No sé cuánto tiempo vaya a tardar en volver. Si ven que alguien se aproxima hagan lo posible por transportar al General Thompson a otro lugar. Es nuestro boleto para que el maestro vuelva a la normalidad…

    –Por el momento será la solución–Renegó un joven delgado de dientes chuecos que bestia de una manera muy parecida al hombre barbudo, solo que este contaba con unas ventas en su brazo derecho –Cuando el jefe vuelva a ser consumido y vuelva a perder la cabeza tendremos que hacer algo como esto nuevamente. Yo opino que lo dejemos, si seguimos con él, tarde o temprano nos atraparan. Salimos libres de esta, pero solo porque Giulia nos ayudó con convencer al General de venir a esta misión, al igual de prepararnos el terreno para hechizar el centro de la villa…

    El hombre de azul se acercó al joven delgado. El chico parecía tenerle bastante miedo. Su rostro entro en pánico cuando escucho el filo de la katana desvainarse. Los otros dos hombres se levantaron rápidamente de donde estaban.

    –Oye, tranquilo, no tenemos que llegar a tanto, sabes lo idiota que es nuestro hermano. El hombre de azul volvió a enfundar su katana y volvió a hablar –No dejaremos al maestro. Él nos recogió y nos dio un lugar en el cual éramos aceptados…

    –Si, pero ese lugar ahora ya no nos acepta y de hecho fue por su culpa. Si nosotros volvemos estoy seguro que…– El joven delgado volteo hacia el General –Estoy seguro que aquel hombre nos aceptaría.

    –Nos aceptara después de terminar nuestro trabajo– El hombre de azul volteo hacia los lados –A todo esto, ¿dónde se encuentran las chicas?

    El hombre soltó unas risas –Se están divirtiendo en la parte superior de la maderería. Déjalas en paz, después de todo, llevan mucho tiempo sin verse, estoy seguro que quieren un momento de reencuentro.

    El hombre de azul volteo hacia las escaleras que llevaban al segundo piso. Soltó un suspiro silencioso y se volteó con los tres hombres –Quiero que vigilen a este hombre. Interrúmpalas si sucede algo. Iré a buscar el maestro– El hombre volteo hacia las ventanas –Pronto obscurecerá, así que traten de crear la menor iluminación posible…

    –Oye, hombre de azul…– Dijo Marcus desde el otro lado. El hombre de azul se di la vuelta. Los tres hombres desaliñados voltearon a ver al General. Una vez con todos poniéndole atención empezó a hablar –Veo que tú eres el líder, bueno, hasta que traigas a ese tal “maestro”… Quiero hacerte una pregunta, ¿ustedes secuestraron al Sr. Celio Koch?

    El hombre de azul miro atentamente al General Thompson –Exactamente…

    – ¿Dónde está? ¿Qué le hicieron? ¿Y mejor aún? ¿Por qué lo hicieron?

    –El señor Koch se encuentra justo aquí en esta maderería…– El hombre de azul empezó a caminar hacia otra esquina de los establecimientos. El General le observaba con un rostro calculador. El hombre de azul llego hasta una máquina, jalo unas cadenas y un cuerpo empezó a subir. El General asintió lentamente tras observar el cuerpo colgante –Aquí se está el hombre al que buscaban, General Thompson…

    – ¿Qué demonios le hicieron?– Preguntó el soldado con un rostro de asco.

    Las cadenas bajaron de nuevo. Se escuchó el azote del cuerpo en el piso. El hombre de azul volvió hasta donde se encontraba el General –El hombre que nos dio este trabajo nos dijo que quería dejarlo vivo. Ese era el plan. Solo lo secuestraríamos, le haríamos unos trabajos para eliminarle su conciencia y lo perderíamos en algún lugar. Sin embargo ayer dejamos al maestro y al Sr. Koch solos. Cuando volvimos ese cuerpo desgarrado, carcomido y desfigurado fue lo que encontramos. El General escuchaba la historia, pero no lograba comprender como era posible que un hombre logra tal nivel de carnicería sin ningún motivo – ¿Quién es su maestro?

    –Un hombre peligroso…

    –Eso se ve… ¿Quién les pidió secuestrar al señor Koch?

    –Lorenzo Koch– El nombre sonó fuertemente en los oídos del General –Nosotros queríamos llegar a un trato con el señor Celio. Queríamos que se nos permitiera poder viajar y transportar materiales de manera gratuita. No quería crear un gran escándalo, así que tras recibir una negación, no insistí. Fue en ese momento cuando recibimos el llamado del señor Lorenzo, nos dijo el plan, al parecer quería desaparecer a sus hermanos. Los citó por medio de una carta, supuestamente los ejecutaría durante la reunión, pero nunca asistieron… Nosotros éramos su carta de triunfo, primero nos encargaríamos de Celio, después de Galilea y el quedaría al mando, una vez en el mando nos daría el permiso que requerimos. Parecía que estaba desesperado, nos quería pagar con el dinero que le sobraba, su cuerpo estaba muy delgado y había desechos de drogas. Sin embargo todavía se le miraba lo suficientemente cuerdo como para dirigir la compañía. No le cobramos nada, quizás ahora que sabe que ya no está Celio, quizás compre con el dinero que tenía un poco de droga para celebrar…

    – ¿Para que quisieran transportar materiales gratuitamente unas personas como ustedes?–Renegó el General de manera arrogante.

    –Somos mercenarios General. Otorgar un permiso como ese a una mafia, por ejemplo, nos traería grandes beneficios.

    –Al parecer Lorenzo Koch no es el único desesperado por ganar dinero. Después de todo, ustedes se aliaron con un drogadicto para poder conseguir un beneficio que les trajera dinero– Comentó Marcus de manera burlona.

    El hombre de azul soltó una risa fugas y silenciosa. Se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la salida.

    Una vez más, la voz del General interrumpió su salida – ¿Ustedes raptaron a todas esas personas?

    –Exactamente– Contesto sin voltear.

    – ¿Qué hicieron con todos ellos?– Pregunto esta vez con un tono mucho más serio.

    –Les paso algo muy parecido al señor Koch… Una vez que decidimos hacer el trabajo de Lorenzo decidimos matar dos pájaros de un tiro. Conseguiríamos el tratado con la compañía Koch y lo traeríamos a usted, la presa perfecta para nuestro maestro… Todo va de acuerdo al plan…– El hombre escapo de la vista del General rápidamente. Dejando la duda de quién era ese “maestro”.


    (…)​


    Arriba en la maderería. En el segundo piso, se encontraban sobre un montón de hojas los cuerpos desnudos de dos jóvenes. Las dos chicas sudaban, mientras estaban fusionadas en un enorme abrazo. Ambas jadeaban. Giulia yacía sobre el pecho de Marcela. Se acercó lentamente a su rostro y le beso rápidamente.

    –Te extrañaba…– Susurro Giulia.

    Marcela sonrió enormemente con una gran sonrisa que llenaba todo su rostro.

    –Por fin juntas… – Continuó el ex soldado –Después de este trabajo, quizás podríamos pedirle a Apolo que nos diera una mansión para poder vivir juntas separadas de esta vida loca. Para disfrutar el resto de mis días contigo, Marcela.

    Marcela tomo a la chica y le dio la vuelta, dejándola caer suavemente ante las hojas –Después de que el maestro obtenga el cuerpo del General y nosotros consigamos el tratado con la compañía Koch. Haré hasta lo imposible para que nos dejen volver a “La Nueva Cabeza”. Convenceré a Apolo, a su esposa, a sus más grandes compañeros. Todo con tal de que nos permitan vivir juntas en paz. No tendremos que volver a pasar hambre, no tendremos que matar nunca más, ni robar, ni engañar…– La joven le besos apasionadamente –Lo único que haremos será disfrutar del amor de una por la otra– Nuevamente le besó. Su mano recorrió el joven y delgado cuerpo de la chica.

    Galilea en medio del disfrute que le ocasionaba que Marcela le acariciara de esa forma tan tosca susurró –Te amo, Marcela…

    –Yo te he amado desde que tu no me gustaste por lo que soy cuando todos los demás lo hicieron– La joven de rastas continuo viajando por las curvas de Giulia –Aun recuerdo el día en el que tú y los muchachos me rescataron de esos…– La chica se detuvo solamente para poder sostener el aire suficiente para decir –De esos malditos fanáticos religiosos que quería matarme…– La voz de Marcela se escuchaba llena de rabia.

    –Todos nosotros pasamos por lo mismo. Yo tuve la suerte de encontrarme con gente como la del maestro… El racismo hacia los nuestros siempre ha existido… Alguien tenía que mostrarte que no todos éramos iguales, que tenías un lugar al que ir– Giulia empezó a deslizar sus manos por la espalda de Marcela hasta llegar a la cintura.

    –Pero tú fuiste diferente Giulia… A pesar de ser tan joven, a pesar de que me aleje de ustedes por miedo, tú me buscaste, me encontraste y aun a pesar de que me negué e incluso te lastime, continuaste insistiendo para darme un lugar donde vivir... Es por eso que me enamore de ti, de tu tenacidad, de ese cariño hacia todos, de esa curiosidad y humildad… De esa falta de miedo y ese exceso de comprensión hacia los nuestros…– Marcela apretó a Giulia con fuerza. Las manos de la joven de rastas empezaron a cambiar, se empezaron a recubrir por escamas y sus ojos empezaron a recubrirse de negro. Iluminando el iris de un color verde brillante.

    –“Los mestizos” también aman… También son personas…– Chilló Giulia entre placer.
    –Tú lo entiendes… Por eso te amo…


    (…)​


    Del otro lado de los bosques se encontraban los grupos de rescate haciendo una exploración rigurosa para encontrar a los secuestradores. Cada uno estaba asustado, al igual que llenos de valor y honor.

    – ¿Cómo va todo en los otros grupos? Zona actual C8– Preguntó Kian por el radio. Todos empezaron a responder uno por uno.

    Por el momento no hemos encontrado nada. Zona B3–Respondió Sandra.

    Solo hemos visto campamentos de extranjeros. Zona B9–Respondió Alex.

    Nada interesante cercano a la autopista. Zona C2–Respondió Sofía.

    Hemos encontrado campamentos de turistas, nada de lo que preocuparse. Zona B14–Respondió el jefe de policía.

    –Continúen atentos, traten de llamar la atención lo menos posible. La noche ya está iniciando. Hay que ser sigilosos para no tener alertas a los secuestradores. Falta una hora para la llegada de las fuerzas de Hericent. Quizás hora y medía para que lleguen a donde estamos nosotros– Informó Kian con un buen tono de liderazgo.

    Pediré unas vacaciones después de esta misión– Contestó Alex.

    No estaría mal salir después de esto–Añadió Sofía con un tono alegre.

    Chicos, por favor. No es momento para estar pensando en ese tipo de cosas. Compórtense un poco…– Se quejó Sandra.

    Lo único que quiero en este momento es volver con mi familia a salvo– Dijo esta vez, el jefe de policía.

    – ¿Tiene familia?–Preguntó Sofía.

    Una esposa y dos niños pequeños. Generalmente ser el jefe de policías no trae muchos riesgos, pero cuando les dije que iría en rescate del General y el Sr.Koch, se preocuparon. Tan solo pienso en que esta misión de rescate salga bien y poder verlos tranquilos.

    No lo había pensado así…– Dijo Alex finalizando con un silencio bruto –Hace mucho tiempo que no veo a mi familia. La verdad, creo que si llegamos a entrar en peligro y logramos salir de esta. Creo que pediré un permiso para verlos. Realmente nunca habíamos estado en una situación tan crítica como esta, las misiones que hacíamos con el General normalmente era muy sencillas. Tan solo piénselo un poco. Han capturado al hombre más fuerte de Hericent…

    Saldremos bien de esta. Todos volveremos, el jefe podrá ver a su familia tranquila, nosotros tendremos de vuelta al General. Todos volveremos a estar juntos y de paso quizás mandemos unas cartas a nuestros padres– Dijo Sofía con un tono compasivo y bondadoso.
    Tienen razón, después de todo, no quiero morir en primera misión– Dijo Kian con un tono burlesco. Los demás empezaron a reír.

    Tienes toda la razón. Aunque pon un poco de atención, tú eres el novato y estas dirigiendo la misión de rescate del General Thompson… Creo que ningún novato tendrá una primera misión tan increíble.

    – ¡¿Es su primera misión, Soldado Kian?!– Preguntó con asombro el jefe de policías.

    Kian se puso nervioso. Ahora todos los soldados que le seguían debían de haber escuchado las palabras del jefe. Quizás eso bajaría el ánimo de los mismos policías y guardias –Ammm, si, esta es mi primera misión. Estoy tratando de hacer lo mejor que puedo…

    – ¡Eso es asombroso, Soldado Kian! No parece que tengas poco de ser soldado. Debes de ser una gran promesa para el ejército del Gobierno Mundial. A mis hijos les dará risa cuando les diga que fui dirigido por un chico con una misión de experiencia a sus espaldas– El hombre soltó unas risas. Kian empezó a reír de manera nerviosa –Yo formaba parte del ejército. Te estoy hablando de hace muchos años. Créeme que dudaba que fueras soldado. Creí que te habías equivocado de placa. Pareces ser un joven muy maduro.

    – ¡¿Fue soldado?! ¿Qué paso? ¿Por qué se salió del ejército, jefe?– Preguntó Sofía con asombro.

    Lo que pasa es que me casé. Mi esposa siempre ha tenido una falla en el corazón, su ritmo cardíaco se acelera muy fácilmente. Lo que le ha llevado a ser una mujer muy nerviosa. Durante los primeros años de casados siempre sufrió problemas por los nervios de que me pasara algo durante las misiones. Fue cuando supimos que seriamos padres cuando me decidí por dejar el ejército. Quería ver a mis hijos crecer. Amaba el ejército, pero saben, muchachos, el amor de un padre incluso rompe la barrera de los gustos y los sueños. Porque cuando te vuelves padre, tú único gusto y sueño es estar con tu familia y verles feliz.

    – ¡Por dios, jefe! ¡Ahora enserio tengo ganas de ver a mi familia!–Contestó Sofía con un reproche tierno.

    Alex mando una risa por el radio –Creo que enserio si pediré esas vacaciones.

    Sandra volvió a aparecer –Chicos, por favor, usen los radios para mandar sus coordenadas, no para estar hablando entre todos…

    Disculpe, Soldado… Informo que nos hemos topado con otro campamento de turistas. Es bastante extenso. Le echaremos un vistazo– Informo el jefe.

    –Investigue bien, jefe. Trate de no asustar mucho, diga que es una rutina o algo por el estilo. Informenos si encuentra algo que sea de provecho.

    Por supuesto, Soldado Kian.

    Kian no sabía cómo sentirse cuando le llamaban de esa manera, al igual que no sabía cómo sentirse al momento de actuar como un líder. Quizás algún día terminaría por acostumbrarse.


    (…)​


    Pasaron los minutos. El jefe les informo que no habían visto nada sospechoso. Los demás grupos seguían igual que siempre. El grupo de Kian se movía a través del bosque de manera silenciosa. Fue entonces cuando escucho la plática de unos de los guardías que le acompañaban.

    –Oye, ¿por aquí se encuentra la maderería abandona no?

    – ¿Cuál maderería?

    –La maderería Clown, una maderería vieja en la que la villa compro muchos materiales para hacer las casas y los hoteles.

    –Tienes toda la razón. Hace mucho que está cerrada. Recuerdo que era muy joven cuando la terminaron de hacer. De hecho hicimos unas expediciones con unos amigos, los asustamos cuando estábamos adentro.

    Kian se acercó a los guardias rápidamente – ¿Por aquí se encuentra una maderería abandonada?

    –Sí, de hecho nos encontramos cerca. Quizás a medio kilómetro.

    –Ese puede ser un buen escondite. Traten de guardar silencio, háganme una señal cuando estemos por llegar. Informare a los demás sobre esto– El chico levanto el radio –Grupos, nos estamos acercando a una maderería abandona. Creo que el General se puede encontrar ahí. Zona C10. Les mantendré informado– Los demás atendieron el mensaje con mensajes de cuidado y suerte.


    (…)​


    El tiempo empezó a correr sin número bajo la noche. Cada paso en la obscuridad se volvía nervioso y ansioso. El frió no lograba congelar la hirviente sangre de los rescastistas.

    –Estamos a unos cien metros de la maderería, Soldado Kian– Dijo uno de los guardias.

    –Excelente.

    Unos momentos después una de las guardias que miraba con unos mira lejos llamó a Kian, tras ver algo que le llamaba la atención–Soldado Kian, alcanzo a distinguir luz dentro de la maderería.

    – ¿Luz? Esa es buena señal, informare a los demás grupos, entraremos a revisar con mucho cuidado. Si confirmamos la presencia del General daremos la coordenada para que el ejército llegue hasta aquí.

    El chico justo acababa de levantar el radio cuando escucho el informe del jefe – ¡Acabamos de escuchar gritos del campamento de turistas que pasamos hace unos minutos! ¡Iremos a revisar! La zona del campamento es B15…

    – ¿Qué? ¿No? ¿Por qué atacarían a un grupo de turistas?– El chico presiono el botón del radio –Tenga mucho cuidado, Jefe, puede que no sean los hombres que estamos buscando. Ahora mismo llegamos a la maderería y hay luz dentro. Creemos que puede ser el enemigo. Revisaremos con cuidado y les informaremos.

    Esto es confuso, Kian. Pero está bien, nos detendremos y estaremos listos para ir con cualquiera de los dos cuando nos informen. Les daremos dos minutos, den su informe rápido o tomaremos medidas hacia aquel que no conteste– Dijo Sofía con un tono serio nada común a ella.

    –Estoy de acuerdo– Contesto Kian.

    Entendido, les mantendré informado– Contesto esta vez el jefe.

    Kian y su grupo continuaron acercándose a la maderería.


    (…)​


    De las escaleras bajaba Giulia vestida con unos shorts que le quedaban grandes y una camisa de botones abierta que por poco le dejaba ver el busto.

    El General la observo con un rostro duro.

    Una vez Giulia había terminado las escaleras se posó frente al General. La chica llevo su dedo hasta su boca y empezó a reír–Que indefenso se mira Marcus…

    –Podre verme indefenso, derrotado, quizás incluso a punto de morir, pero mantendré mi honor.

    La chica soltó una risa burlona –No puedes perder el honor, ni el respeto, ni nada de eso, si nunca le tuviste esa clase de sentimientos a algo. El Gobierno Mundial siempre ha tratado como minoría a los Mestizos. No puedo respetar a una organización como esa. Dicen traer paz, compresión, riqueza y respeto, pero siguen tratando como menos a aquellos que ni siquiera desearon ser la mezcla entre demonios y humanos. Los humanos siguen manteniendo ese odio a los demonios después de casi tres mil años… Su rencor ante los demonios a cegado a las futuras generaciones, por lo tanto no ven que estas personas son humanos también…

    –Bien dicho Giulia…– Dijo uno de los hombres mugrosos, el que tenía una nariz grande cual pájaro y era el más alto de entre los tres.

    –Amo cuando hablas así…– Dijo Marcela con una sonrisa mientras acomodaba su camisa de tirantes. Sus ojos se mantenían brillantes con ese color verde.

    –Eres afortunada Marcela, enamorarte de alguien tan buena como Giulia.

    –Lo sé, siempre estaré agradecida– La joven empezó a bajar por las escaleras.

    –Marcus inspeccionaba todo lo que podía. Su atención volaba hacia los ojos de la joven llamada Marcela. Ahora comprendía porque el cuerpo de Celio se encontraba tan dañado –Asi que todos aquí son Mestizos…

    –Todos menos Giulia…– Contesto el hombre de dientes chuecos –Ella llego a nuestro grupo cuando atendió las heridas del maestro sin ningún tipo de problema.

    Marcela gruñó desde las escaleras–No me recuerden a esa basura…

    Giulia sostenía su mirada ante el General –El maestro mato a mi padre… Mi padre era un doctor que trabajaba para la iglesia… Ese desgraciado empezó a abusar de mí tras la muerte de mi madre… Decía que me parecía a ella… Lo odiaba con todo mí ser… Así que cuando mi maestro lo asesino lo mejor que pude hacer era curar sus heridas tras el combate.

    –A Giulia no le importó la apariencia del maestro, no le importó de donde venía, ni lo que era. Al igual que no le importó que nosotros fuéramos“Mestizos” también, así como fue con todos los que siguieron llegando. Ella es una verdadera humana– Narró el hombre pequeño de barba.

    El ambiente se quedó callado durante unos segundos. Un sentimiento de ira llenaba el corazón de Giulia mientras más veía al rostro del General Marcus. La chica volvió a hablar tras apretar los nudillos con fuerza –Cuando era pequeña vi como mi padre, sus compañeros de la iglesia y el Gobierno Mundial mataban niños por el simple hecho de ser mestizos. Al momento en que yo preguntaba por qué lo hacían, ellos me decía que era porque eran demonios, que no me dejara engañar. Yo pensaba que quienes estaban siendo engañados eran ellos, ya que, ¿Qué son los mestizos? Te lo diré: De pequeños son niños con cuernos, garras, pelo o escamas, cola u ojos diferentes. Ninguno mata y ninguno odia a los humanos, ni les hace distinción ni se creen superiores por ser una mezcla entre las dos especies… Cuando un mestizo crece, todas las mutaciones llegan a ser controladas por el mismo mestizo, lo que te hace ver como un simple y común humano… Dígame, General, ¿Por qué matamos a personas inocentes?

    Marcus no pudo contestar. Solamente bajo la mirada.

    –Como lo imagine… Matan por miedo, por eso solamente… Aquí los monstruos son ustedes…

    – ¿Dices que no son monstruos? Veo que su maestro hace destrozos a todo lo que se le interponga. Miren el cuerpo del Sr. Koch.

    Giulia tomo vuelo y estrello su puño en el rostro de su antiguo General.

    –Nunca insultes al hombre que me salvo– Gruñó Giulia con una mirada horripilante – ¡Mi maestro nunca decidió ser lo que es!

    – ¡De qué demonios hablas, Rubí! ¡Nadie mata sin ninguna razón aparente!

    Esta vez la chica arremetió dos puñetazos al hombre. El General empezó a escupir un poco de sangre.

    –Te lo advertí, Marcus…– La mirada de ambos se conectó. Una mirada de General a traidora –Nuestro maestro es un mestizo a medías. Cuando nació su hermano gemelo absorbió la mitad del demonio que pertenecía a nuestro maestro. Por lo tanto su hermano cuenta con el alma de un demonio y medio dentro de sí, mientras que nuestro maestro cuenta con la mitad de un alma solamente… Nuestro maestro se consume comúnmente, la mitad del alma del demonio esta inestabilidad, por lo que busca estabilizarse constantemente consumiendo la energía del maestro. Su cuerpo empieza a desnutrirse y cuando esto pasa el maestro pierde el control sobre su cuerpo. Cuando nuestro maestro pierde el control busca alimentarse de almas, humanas o animales, pero él no decide. Su demonio interno es quien lo hace…

    – ¿Cómo es que puedes seguir a alguien así?– Gruñó el General con un tono valiente. Casi como si ni le importase que le fuesen a golpear.

    Pero la chica no lo hizo. Giulia dio unos pasos hacia enfrente. Acercó su rostro con un rostro profundamente serio y dijo –Porque nos salvó, a todos, a cada uno de nosotros y eso, eso vale mucho… Nos prometió que un día viviríamos sin miedo a lo que somos… Y es por ese sueño que lo seguiré hasta el fin de mis días.

    –Alguien está cerca…– Murmuró Marcela, quien se encontraba recargada a la pared de la maderería. Se tocaba las sienes como si le doliese la cabeza –El hechizo que puse en las ramas de los arboles cercanos acaban de captar movimientos.

    Marcus se sorprendió por la repentina noticia. Al igual que sintió un terrible miedo.

    –Marcela…– Dijo Giulia. Su amada volteo rápidamente hacia ella. La chica de cabello rubio caminaba hacia ella. Cuando estaba lo suficientemente cerca, se le abalanzo al cuello –Encárgate de ellos… No importa quién sea…

    Marcela estaba hipnotizada por el olor, la figura, el rostro, la voz y la forma de ser de Giulia. El solo hecho de que aquella humana le diese una orden era motivo para hacerse, no importaba lo rebuscado que podía ser. Las dos jóvenes se miraban con una vista perdida en los ojos de cada una. Marcela arremetió un beso rápido y dijo algo en voz baja, era algo para ellas dos –Nadie nos volverá a separar. Volveré muy pronto– Giulia le soltó del cuello y Marcela subió rápidamente las escaleras. Se metió en la habitación donde habían estado las dos chicas y tomo sus hachas. Abrió la ventana rápidamente y saltó desde el segundo piso. Hizo el menor ruido posible para que nadie la detectara. Su destreza era increíble. Pronto la sombra de aquella joven se confundió con la obscuridad del bosque.


    (…)​


    –Ahí está la maderería…– Dijo unos de los guardias. El hombre se ocultaba detrás de un árbol y señalaba al edificio.

    Kian se acercó. Era verdad, ahí se encontraba aquella vieja maderería, justo en frente de ellos. Lo mejor de todo era que desde ahí lograban ver una luz tenue, muy leve, pero existente.
    –Voy a entrar…– Dijo Kian con valentía.

    Los guardías empezaron a asentir, pero cada vez más lento, pues Kian ralentizo el tiempo.

    El joven empezó a correr hacia el edificio mientras observaba el panorama. Había muchos montículos de tablones que fácilmente podían servir de barricadas para el enemigo, en caso de llegar a pelear. El joven soldado se acercó a la estructura del edificio, tras haber pasado los montículos de madera vieja y las maquinas olvidadas. La lámina que conformaba la pared de aquella maderería parecía estar pudriéndose por la vejez. Así como mucho del material abandonado. Se acercó a la ventana, desde ahí se veía la luz, pero solamente eso. Continuo hasta la entrada, para su mala suerte estaba cerrado. Kian soltó un suspiro y se preparó, tomo mucho aire y empezó a esforzarse para poder abrir la puerta. El solo hecho de girar de aquella perilla era un martirio. No era fácil poder mover objetos en el tiempo ralentizado. El soldado incluso grito por el esfuerzo que tenía que hacer para mover la puerta. Una vez vio que existía una franja por la que podía entrar dejó de empujar. El almacén por dentro era igual de lúgubre y viejo que el material de adentro. Se dirigió hasta la fuente de la luz. Ahí donde se encontraba aquella lámpara de aceite estaban tres hombres de aspecto sucio y una jovencita de baja estatura, de cuerpo bellísimo y cabello dorado, con aspecto a traidora. Frente a ella se encontraba el General Marcus atrapado con un hechizo de barricada que le impedía moverse, al igual que un círculo mágico que activaría una fuerte barrera de energía si lograba escapar del primer hechizo de troncos. Ahora que sabía que el General se encontraba ahí solo faltaba informar a todos. Sin embargo, ¿Dónde se encontraba la joven que ahora sabía que era la amante de Giulia? ¿Y dónde estaba aquel hombre de presencia fría que vestía de azul? Kian dio un recorrido rápido por el lugar, entro a todas las habitaciones visibles, pero no había rastro alguno de esas dos personas.

    Kian decidió dejarlo así, pensaba que los hombres quizás se habían separado del grupo, de hecho, aunque no encontraba un sentido lógico, lo que deducía era que esas dos personas eran quienes estaban atacando a los turistas que se encontraban cerca del jefe de policías.

    El chico regreso con los guardias.

    Cuando el tiempo volvió a correr a su tiempo normal los guardias se sorprendieron, pues el joven había cambiado de posición en un instante a otro.

    –El General se encuentra aquí– Le dijo a los guardias. Los hombres no comprendían aquella afirmación tan clara –Lo acabo de ver. Ustedes créanme. Pásenme el radio– Le ordeno a la joven policía que se encontraba frente a él. La chica le miraba con un rostro dudoso, no creía que hubiese forma alguna de que aquel joven hubiera entrado y salido en un instante de aquella maderería. La policía le pasó el radio, se encontraba expectante.

    Justo en el momento en que Kian estaba por presionar el botón, el radio empezó a sonar.

    – ¡Aquí el jefe! ¡Algo está atacando a los turistas!

    – ¿Son los enemigos que buscamos?– Preguntó Sandra con apuro.

    – ¡No parece ser ninguno de los que ustedes me describieron!

    – ¡¿Cuáles son sus coordenadas exactas, jefe?!– Gritó Sofía.

    – ¡No podemos desviarnos para salvar a unos turistas!– Reclamó Alex, molesto – ¡Jefe, hágase cargo de lo que esté sucediendo!

    – ¡Justo estamos en el lugar de los hechos! ¡Los turistas han escapado por completo del campamento! ¡Hay muchos heridos…! ¡Y muchos muertos…!

    Kian no comprendía lo que estaba pasando, ¿Quién estaba atacando el campamento de turistas si no era ninguna de las dos personas que asesinaron a los guardaespaldas de la señora Koch? El joven no lo aguanto más e interrumpió el informe del hombre –Jefe, salga de ahí, acabo de encontrar al General Thompson, ocuparemos a todos los hombres posibles aquí, ¡Abandone ese lugar!

    – ¡Hay mujeres y niños en el campamento, soldado Kian!

    – ¡Usted tiene una mujer y unos niños, jefe!

    ¡Están atacando a mi escuadrón!

    – ¡Jefe! ¡Conteste! ¡Jefe!

    Hubo un silencio sepulcral.

    – ¡ESTO NO ES HUMANO!– La transmisión se interrumpió de pronto.

    – ¡Maldición!– Gruñó Kian. Golpe uno de los árboles. Su pecho latía como loco, al mismo tiempo que le ocasionaba una presión asfixiante.

    – ¡¿A qué se refería con que no es humano?!– Preguntó Alex.

    No lo sé…–Contestó Sandra, con un tono mucho más serio de lo normal.

    – ¡¿Cuáles eran sus coordenadas?! ¡Iré a ayudarlo!– Gritó Sofía.

    – ¡No!–Interrumpió Kian – ¡Tengo al General Marcus aquí! ¡Coordenada C9! ¡En la maderería!– Kian de pronto sintió un terror que le recorrió todo el cuerpo. Se giró rápidamente. Hacia él se abalanzaba la joven de rastas con sus dos hachas completamente listas para rebanarlo en pedazos. El joven ralentizo el tiempo y logró alejarse de ambos tajos. Los guardias levantaron sus armas y empezaron a disparar contra la chica.

    Marcela lanzo sus hachas hacia dos de ellos, acertando y matando a los guardias en ambos casos. Se escabullo entre los árboles para no recibir las balas de los otros guardias.

    Kian se molestó por los disparos. Ahora era muy probable que los otros tres hombres e incluso Giulia se vinieran a pelear. El chico levanto la daga que tenía guardada al costado de su cadera. Observo todo el lugar, todo estaba tranquilo –Manténganse alertas. Está aprovechando la obscuridad y los árboles para ocultarse…– Dijo al mismo momento que se juntaba con su equipo. El viento movió las hojas, y tras este ligero viento un centenar de hojas empezó a volar con gran velocidad hasta el grupo de rescastistas.

    Kian ralentizo el tiempo. Levanto sus brazos, una serie de aros empezó a rodear los brazos del soldado. Los aros se juntaron y se dispararon hacia enfrente creando una barrera de magia. El tiempo volvió a correr y las hojas empezaron a chocar contra la barrera que recubrió toda el área donde se encontraban los guardias.

    –Así que magia de planta…– Susurro Kian para sí mismo mientras observaba como las hojas se destrozaban al chocar con la barrera – ¡Todos ustedes!–Gritó el soldado a todo su escuadrón. Los guardias que le acompañaban estaban sorprendidos por el increíble escenario que ahora mismo se formaba por el choque de ambas magias. Todos giraron al momento de escuchar el grito de Kian. El chico continuó – ¡Es peligroso seguir en el bosque! ¡Todos diríjanse hacia la maderería! ¡Ahí se encuentra el General Marcus custodiado por tres hombres y una soldado traidora! ¡Su misión será eliminar a aquellos enemigos o sobrevivir hasta que lleguen los refuerzos! ¡Vayan!– El chico giro su brazo derecho apuntando en dirección contraria a la que venían las hojas. Su mano se cerró como si estuviese tomando una tela y la barrera se deshizo de la parte trasera. Los guardias sabían lo que tenían que hacer. Rápidamente abandonaron a Kian, huyeron del bosque despavoridos y una vez llegado a los bloques de troncos y tablas viejas tomaron su posición, cubriéndose de la vista del enemigo.


    (…)​


    Giulia se acercaba hasta unas fisuras que se encontraban en la lámina que conformaba el cascaron de la maderería. Se encontraba muy cerca de Marcus. Cargo un fusible recortado mientras murmura –Esos idiotas… Les dije que no vinieran… No quería matarlos...– Golpeo el seguro con rabia –No me dejan de otra– Sacó el cañón por la fisura. Logro encontrar unas sombras que se movían en la obscura noche. Abrió fuego contra ellas.
    –Cúbrenos Giulia…– Dijo el hombre barbudo. El hombre levanto una escopeta grande y pesada.

    –Tenemos que esperar a Marcela para que mueva a este saco de carne– Gruñó el hombre delgado tras levantar un mar de metralletas más recortadas que la de Giulia.

    –Creí que ya no olería la sangre en un buen tiempo… Que equivocado estaba. Aunque una última vez no está mal…– Comentó el hombre de nariz grande tras guardar un par de cuchillos en unas fundas hechas de cuero viejo.

    Giulia se apartó de la lámina, dirigiéndose hasta las ventanas. Los vidrios ya se encontraban hechos pedazos. El choque de las balas con la lámina creaba un chillido molesto. Se cubrió detrás de una máquina. Volteo hacia los tres hombres. La cara de Giulia mostraba un rostro emocionado y burlón–Encárguense de todos ellos, trió de hermanos basura…

    Los tres hombre sonrieron avivados. Sus ojos se volvieron negros con el iris brillante – ¡No es necesario que no lo ordenes!– Aulló emocionado el más delgado de los hermanos tras empezar a correr hacia el lugar del combate.

    Marcus observaba tranquilo. Por dentro la rabia le consumía. Tenía miedo por su querido escuadrón. Giro la cabeza lo más que pudo para ver a Giulia. La chica le sonrió con un rostro malévolo. El hombre le regreso la sonrisa, pero la suya era confiada.


    (…)​


    Kian se encontraba en medio del bosque, la lluvia de hojas había terminado, sin embargo los arboles ahora tenían vida propia. Ralentizo el tiempo cuando las manos del bosque empezaron a dirigirse hacia él. Solo tenía una opción y era escapar del bosque. Tenía que hacerlo lento, para que ella le siguiera, y en otra dirección a la que se encontraba todo el escuadrón que le habían encargado, para que no pudiese hacerles daño.

    El chico escapaba de las tenebrosas manos del bosque con saltos temporales muy cortos. A pesar de que los saltos no eran tan largos, el cansancio le estaba consumiendo. Su magia era demasiado pesada de realizar. Parecía como si el chico se tele transportará. Kian observaba entre los árboles. Escuchaba ruidos, aunque eran muy leves. Las balas inundaban el sonido del lugar aún adentro del bosque y todo los choques de las ramas golpeando los lugares en los que se encontraba Kian. El chico buscaba a su oponente, lo hizo, y lo que vio fue la sombra obscura de una joven de rastas largas con los ojos verdes brillando como linternas. Su sombra daba el peor de los horrores. La grima le subía por la espalda. Era como si estuviese enfrente de una bestia enloquecida por la sangre.

    Una vez se habían alejado lo suficiente del otro grupo, rodeando la maderería, Kian escapo hacia el edificio dejando atrás el bosque. Se posó en medio del patio viejo y esperó a su contrincante. Levantó su cuchillo grueso. Puso una posición de retaguardia y entonces la vio. La mujer se lanzó hacia el con sus dos hachas lista para la pelea. Era muy rápida, demasiado, aun en su tiempo ralentizado sus movimientos eran rápidos. Ambos filos colisionaron en medio de bloqueos. De no ser por la magia del tiempo, Kian aseguraba haber muerto hace pocos golpes.

    La primera contienda termino poco después. Cada uno se dirigió a un lado contrario de aquella parte delantera del edificio. Sus miradas se mantenían el uno en la otra. Marcela no parecía cansada, pero Kian estaba muy agitado y con una mirada angustiada.

    –Esa rapidez– Dijo la mujer de pronto –No es ni medio normal. A demás, no estas dejando un rastro de magia, por lo que no estas acelerando tus movimientos con algún tipo de magia– Marcela levanto su hacha hacia Kian con un rostro emocionado –Entonces los rumores eran ciertos, tú debes de tener la magia del tiempo…

    El joven soldado trato de no hacer ningún gesto que pudiese delatarle. Decidió quedarse callado. Kian sentía el frió de la reciente noche golpeándole el rostro. El viento helado del bosque enfriaba su sudor con rapidez.

    – ¿No me contestaras?–Gruñó la joven –Eso es grosero.

    –No hay nada que contestar. Es una acusación ridícula… Los magos del tiempo están extintos. Soy capaz de acelerar mi cuerpo con el mínimo de magia, por eso no dejó rastro…

    Marcela meneo su hacha en el aire –Fue un buen intento, pero ese tipo de magia la posee la Clan Woon de Rab–It…– Kian no podía dejar de mantener ese rostro serio. Marcela le inspecciono de arriba abajo. El sonido de las balas se mezclaba con el golpe del viento empujando los árboles. La joven bajo sus armas y continuo hablando –Sabes, ese poder tuyo es muy peculiar. Puedes unirte a nosotros, sin duda tomarías un gran peso en “La nueva cabeza”. Serias un líder, tendrías poder y en un futuro riquezas… ¿Qué me dices?

    –No…–Respondió Kian rotundamente.

    – ¿Por qué mantenerse del lado del Gobierno Mundial? ¿No lo ves? El mundo actualmente está moviéndose, las guerras, las mafias, los rebeldes, los terroristas y el pueblo mismo está destruyendo los cimientos de la actualidad. Un bando va a ganar y no será el suyo… La Nueva Cabeza será una de esas organizaciones que construirá los nuevos piolares de un mundo renovado sobre las ruinas de un gobierno que ya no está funcionando… Dime, ¿No te gustaría vivir para ver ese futuro? Es más, no solo verlo, sino, ser parte de aquellos que lo construirán…

    Kian se tomó un par de segundos para contestar. El joven bajo la mirada, para después levantarla con más fuerza –Ya respondí que no… No traicionare al hombre que me dio la oportunidad de cumplir mi sueño… ¡Quiero ser más grande que Abraham Arcnaik y estoy seguro que Abraham nunca hubiese traicionado a sus superiores!

    Marcela apretó mango de cada una de sus hachas. Las movió rápidamente cortando el aire entre ellas y se puso en posición de ataque – ¡Hablas de sueños! ¡Si yo no llevo a tu General conmigo nuevamente estaré lejos de cumplir mi sueño! ¡Asi que dime, ¿Cómo podemos solucionar esto?!

    –Ganara el sueño más fuerte…– Dijo Kian con un rostro muy serio. El viento había dejado de soplar. Las balas dejaron de dispararse por un segundo.

    – ¡Entonces ganare yo! ¡El amor es más poderoso que un sueño de gloria!– Marcela se abalanzó nuevamente ante Kian. La mujer hizo un movimiento giratorio, golpeo el cuchillo de Kian levantándole el brazo, después con su segunda hacha le rasgo el chaleco antibalas. El chico se despisto por el corte, no vio que la chica tomaba vuelo para dar un tercer golpe. Kian jalo su cuchillo hacia Marcela, ella daba otro movimiento giratorio, junto sus dos hachas. Las tres armas chocaron rompiendo el cuchillo de Kian. El corazón se le paro en el momento en que vio el filo de su cuchillo volando a un lado de él. Marcela tenía un rostro ganador. Kian metió su mano a la bolsa trasera.

    El tiempo se ralentizo más lento de lo que normalmente se hacía. Haciendo parecer que el tiempo realmente estaba congelado. Nuevamente empezó a correr. Kian ya no se encontraba a un lado de Marcela, ahora estaba volando en el aire con el filo roto de su cuchillo en la mano. Marcela se giró hacia donde estaba el chico. Kian lanzo el filo, dejando volar el pedazo de metal junto con un poco de sangre de su propia mano. El filo se atascó en pecho de la joven. Kian cayó en el camino de tierra que llevaba a la maderería. Rápidamente trazo una línea en la tierra suelta, de sus brazos aparecieron unos aros con runas y el suelo se levantó creando una pared. El chico sudaba más que nunca con un aliento demasiado agitado.

    Marcela observo la pared con intriga. A sus oídos llego el sonido del golpe de algo. Se giró para ver que había detrás. Acaba de caer una granada activa en el suelo. El rostro de Marcela paso de molesto a asustado.

    La granada estallo.

    El muro que acaba de crear Kian empezó a temblar. Sus oídos empezaron a recibir únicamente un pitido. Se acercó al final del muro, saco la cabeza y lo que vio le dio miedo. El cuerpo de Marcela tirado en el piso, con sus rastas convertidas en lianas chamuscadas, al igual que gran parte de su cuerpo quemado, pero todavía viva. La mujer levanto el rostro, sus ojos brillaban más que antes, ahora su cara mostraba unos colmillos bestiales, sus ojos se habían obscurecido completamente en un negro carbón, el alrededor de sus ojos se rodeó de escapas al igual que buena parte de su frente. Sus manos empezaron a mutar, volviéndose mas grandes y rodeándose de un material venoso como si fuesen las raíces de un árbol, pero recubiertas de piel gruesa. Sus dedos cambiaron de ser delicados a tornar forma de gruesas garras.

    Es una mestiza…–Pensó Kian con horror al ver la transformación. Dio un brinco tras escuchar el chillido de aquel demonio. El chico se llevó las manos a sus oídos, cerró los oídos de dolor. Su cuerpo temblaba aterrorizado. Entonces lo sintió, un flujo de magia atroz, abrió los ojos y observo una cantidad ridícula de hojas moviéndose en dirección a él con gran velocidad. El chico ralentizo el tiempo, se movió de esa pared de roca, sin embargo llego a ser interceptado por una gran cantidad de hojas que le hicieron cortes por todo el cuerpo, desgarrándole la ropa y la piel superficial. Cayó al suelo y se dio medía vuelta. La pared que había creado había quedado hecho polvo. Las hojas empezaron a rodear el cuerpo de Marcela, y la joven se levantó con un rostro lleno de rabia. Kian se sintió impotente ante aquella bestia.

    Marcela se abalanzo ante el inofensivo Kian. El chico se levantó del suelo rápidamente, logro esquivar el primer ataque del demonio, pero el segundo no, recibiendo sus garras por todo su cuerpo, esta vez el chaleco antibalas poco pudo hacer para protegerle. Las garras desagarraron la carne del chico.

    Kian cayó al suelo, aullando de dolor. Marcela se levantó erecta con un aura imponente. El soldado yacía en el suelo, estaba demasiado enfocado en su dolor. En medio de un punto de lucidez observo que frente de donde había caído se hallaba el hacha de Marcela. La tomo a pesar de que el arma estuviese caliente por la explosión de la granada. La bestia se abalanzo nuevamente ante Kian, pero Kian logro girarse y atascar el hacha en el brazo de raíces del demonio. En un movimiento casi instintivo jalo con todas su fuerzas desatascando el hacha en el mismo momento. Marcela empezó a aullar con ese eco siniestro de antes. No logro esquivar el siguiente golpe del hacha, recibiendo un corte en el rostro que le desfiguro la sonrisa demoníaca que tenía.

    Kian tenía el hacha en el aire y gritaba con terror. Estaba a punto de abalanzar el hacha cuando sintió un desgarre por todo el torso. El brazo izquierdo de Marcela le había atravesado el costado de su abdomen. Marcela le sonrió con su sonrisa desfigurada. Kian mantenía un rostro temeroso y de sorpresa, apretó los dientes y abalanzo el hacha más fuerte que antes, el arma termino atascada en el hombro del demonio. El brazo izquierdo se desplegó del abdomen de Kian, dejándole caer al suelo. El chico ya no tenía fuerzas ni para gritar por el fuerte dolor. Marcela lanzo el hacha hacia el techo de la maderería. Levanto ambos brazos en dirección a Kian y las hojas que rodeaban su cuerpo se lanzaron como proyectiles hacia la espalda del soldado, el joven se retorcía en el suelo, al igual que seguía moviéndose hacia adelante, tratando de huir.

    Marcela le piso la espalda recién cortada, levanto su garra. Kian sabía que era el fin. Se escuchó el corte del viento. El cuerpo de Marcela salió volando hacia el camino de tierra que llevaba a la entrada de la maderería. Kian volteo hacia su derecha, un pilar de roca se levantaba por arriba de él.

    De entre el bosque llegaba la figura de un joven. Era Gus una metralleta recordaba en la mano y un brazo levantado.

    –Gus…– Susurro en silencio Kian.

    –Yo me encargo de ella…

    Marcela se recompuso. Empezó a aullar para intentar intimidar a su nuevo oponente.

    – ¡Cállate! ¡Te apesta el hocico!– El chico empezó a mover sus brazos rápidamente, rompiendo el aire en cada uno de sus movimientos. De todo el terreno empezaron a salir pilares de tierra que empezaron a golpear a Marcela uno tras otro. Levanto la mano haciendo una garra. Una pared rodeo al cuerpo de Marcela y entonces Gus levanto su metralleta. Marcela no tenía a donde huir. Las balas empezaron a tronar una tras otra. El demonio recibió la mayoría de las balas. Nuevamente Gus empezó a mover sus manos. La tierra se levantó y comprimió generando grandes rocas. Marcela estaba sosteniéndose del filo de la pared de roca que había generado Gus para encerrarla y recibir las balas. Gus mantenía esa mirada obscurecida y llena de enojo, tenía su brazo arriba de la cabeza, de un momento a otra la bajo, al mismo momento, todas las enormes rocas cayeron sobre Marcela. Al final de los golpes, el cuerpo de la joven se encontraba rodeado por rocas. Gus corrió hacia el demonio sin ningún miedo. Dio un fuerte golpe a las piedras que encerraban a la mujer. El aullido que soltó Marcela sonó asfixiante. Todas las piedras, junto con Marcela volaron hacia el bosque.

    –Es triste que mi ídolo sea un maestro de fuego, pero yo solo sé un hechizo de fuego…– Dijo Gus con un tono serio. Kian lograba escucharlo. Estaba sorprendido por el increíble poder del joven – ¡Pero bastara!– Gritó Gus. Se puso en posición, como si fuera a dar un gancho de boxeo, unos aros con runas empezaron a recorrerse por el brazo de Gus hasta llegar a su mano. En su puño nació una pequeña llama. Lanzo su gancho contra el aire. El sonido del viento fue hueco tras romperse por la velocidad. Tras detenerse el puño la pequeña llama se volvió una bola de llamas que voló hacia el bosque y estallo tras el contacto con el bosque. Creando un gran incendio.


    (…)​


    Del otro lado los hermanos mestizos estaban masacrando poco a poco a los guardias del escuadrón de Kian. Los tres reían como maniáticos mientras se creaba el baño de sangre entre todos los restos de madera vieja. Los guardias habían estado peleando valientemente, pero ahora no parecían más que un grupo de niños miedosos. La batalla había sido perdida.

    Giulia se encontraba frente al General Marcus sonriéndole con un rostro triunfante –Dígame, General, ¿Qué se siente que tanta gente muera por venir a rescatarlo, pero todo sea en vano?

    El General mantenía su compostura ante las burlas de la jovencita.

    –Ese joven Kian… Logre presenciar su cuerpo, lo encontró… Sin embargo Marcela debe estar destazándolo ahora mismo… ¡¿No escucho todo ese desastre de allá afuera?! ¡¿No siente el poder de Marcela crecer?! ¡Quizás aquel novato le haya dado pelea, pero parece que no tiene nada que hacer contra mi amor!

    –Estas dando por ganada esta pelea demasiado rápido, Rubí…

    –Acéptelo, General, ha perdido. Huiremos antes de que refuerzos lleguen…– Fue entonces cuando Giulia escucho la voz de alguien al que no esperaba ahí. La voz del chico al que había engañado, Gus estaba gritando uno de sus raros comentarios “¡Cállate! ¡Te apesta el hocico!” Seguido de eso se escuchó un escándalo aún mayor. Los alaridos de Marcela y un montón de golpes – ¡No puede ser!–Gritó Giulia desamparada. Se alejó del General y empezó a correr en dirección a la entrada de la maderería.

    Marcus la observaba irse cuando escucho las pisadas de muchas personas.

    Afuera se encontraban poco más de siete personas. Los guardias que quedaban estaban huyendo y escondiéndose de los peligrosos hermanos. Entonces escucharon los pasos que les lleno el corazón de esperanza. De entre los bosques salieron dos escuadrones de guardias disparando a diestra y siniestra contra los tres hermanos, los cuales tuvieron que escapar.

    Marcus deseaba saber que era lo que estaba pasando, pero estaba atrapado, aunque no por mucho.

    – ¿Se encuentra cómodo General?– Dijo la voz de un joven.

    Marcus levanto la cabeza lo más que pudo, ahí se encontraba Alex y Sofía.

    –Creo que podría estar mejor…– Contesto el General con una sonrisa.

    –Eso lo podemos solucionar– Dijo Sofía al conectar miradas con Alex.


    (…)​


    Gus se encontraba parado justo enfrente del incendio que había generado. Se estaba tomando el abdomen. Le dolía. La herida que había creado el hombre de azul se había abierto.

    – ¡Qué demonios has hecho!– Grito una voz femenina. El corazón de Gus empezó a bombear de manera descontrolada. Volteo. Las balas de una metralleta volaron hacia su dirección. Gus levantó una pared de roca, por poco no la salvaba. A su derecha apareció Giulia con un rostro enloquecido. En su mano tenía un hacha, era la segunda hacha que tenía Marcela. La dirigió hacia el cuello de Gus, el chico logro escaparse de ese tajo.

    – ¡Rubí! ¡Enloqueciste!

    – ¡No me llames nunca más así!– La chica desatasco el hacha y se lanzó con fiereza contra Gus. El levanto su metralleta, Giulia inserto el hacha en el brazo que tenía el arma. La chica salto y tomo a Gus por los hombros, una vez que Giulia puso los pies en el suelo, levanto el cuerpo de Gus y lo estrelló en el suelo. La chica le desenterró el hacha, la levanto con toda la intención de partirle el cráneo en dos. Gus tuvo miedo, con su brazo bueno señalo a Giulia. Unos pilares de roca golpearon el delicado cuerpo de la jovencita.

    – ¡No te quiero hacer daño!– Dijo Gus al momento de estarse levantando.

    –La has quemado…– Murmuro Giulia – ¡Ya me has lastimado! ¡Nunca te perdonare esto!– La chica estaba adolorida. Corrió con gran rapidez hasta el chico. Gus comprendía que tan buena podía ser ella para las artes marciales y el combate cuerpo a cuerpo. Trato de esquivar todos los golpes que le soltaba, pero era muy rápida y no quería lastimarla. Tras recibir un par de fuertes golpes, entendió que no había nada que hacer. Ella ya no era Rubí.

    La chica le arremetió una patada el cráneo. Se movió rápidamente hasta la metralleta de Gus. La tomo en sus manos. Giulia la estaba levantando. Gus apretó los dientes. Giro el cuerpo rápidamente, un pilar salió disparado junto con el movimiento de su puño bueno. El golpe del pilar arremetió justo en el rostro de Giulia y la mando a volar hasta donde se encontraba Kian.
    Un rugido salió desde el bosque. Gus esta vez sí sintió miedo. De entre las llamas una figura demoníaca se levantaba. El soldado con las pocas energías que le quedaban levanto unas lanzas de roca – ¡Con esto hare brochetas asadas de demonio!

    – ¡Déjala en paz!– Grito Giulia en un alarido cansado. Gus volteo, observo a la chica con la que era su metralleta tomando de rehén a un Kian medio inconsciente– ¡Lo matare si le haces algo a Marcela!

    Gus vio en el rostro de la jovencita una rabia, un miedo, un dolor y todas las intenciones de matar. Él estaba ahí, solo, y era el superior de Kian. No podía abandonar a su soldado – ¡Abraham Arcnaik nunca hubiese aceptado ordenes de un traidor!– El chico lanzo los picos sin ninguna dirección. Sin saber si había acertado. Bajo la mano hasta la funda de su pistola. Escucho los gritos de horror de Giulia. Miro como acercaba su dedo al gatillo. Gus levanto el arma más rápido y disparo justo antes que la chica. La bala acertó en la frente de Giulia.

    Gus se quedó quieto por un par de segundos. Kian había caído de rodillas e intentaba mantenerse consiente. Mientras tanto el cuerpo de Giulia caía de espaldas con un hilo de sangre aparentando una lágrima. Gus bajo su arma al mismo momento que la cabeza. Apretó los dientes ahogando todo su odio dentro de sí. Llevo sus manos a su rostro empezó a llorar en silencio.

    Kian ya se encontraba de pie cuando observo la sombra del bosque en llamas. Una figura se levantaba de entre las llamas. Se escuchó el crujir de las rocas. La bestia saco el arma de su hombro. El demonio empezó a caminar entre las llamas, parecía que las llamas no surtían efecto en su cuerpo, y si lo hacían, no le importaba. Una vez aquella figura se encontraba demasiado cerca se quedó congelada durante unos segundos. Su rostro ya no parecía nada un humano. Al igual que su cuerpo.

    –Gus…–Murmuró Kian con miedo –Gus… Corre…

    El soldado levanto el rostro hacia su compañero. Kian pudo ver el rostro lamentable de Gus. Sus lágrimas le recorrían la cara y sus manos temblaban.

    – ¡Hay que huir!– Grito Kian con todas las fuerzas que le quedaban.

    Gus volteo hacia el bosque. Ahí vio aquella bestia desagradable. Un cuerpo de piel al que se le veía las venas como raíces. Con extremidades completamente transformadas en madera. Con el cabello vuelto lianas gruesas y unos ojos obscurecidos con el iris tan brillante como un faro. El chico no podía creer lo que estaba viendo. Aquel demonio debería haber sido empalado, pero ahora se erguía ante ellos entre las llamas del bosque. Ahora entendía los gritos de Kian, si querían sobrevivir no podían seguir en ese lugar. Sin embargo ya era demasiado tarde.

    La bestia chillo como nunca lo había hecho antes en toda la contienda. Un chillido de dolor que lastimaba los tímpanos de los soldados y se extendía a lo largo del bosque. Los arboles empezaron a crecer y sus ramas empezaron a extenderse hacia Gus con forma de manos. La velocidad con lo que sucedía el acto era más rápida que nunca. El soldado giro su brazo bueno varias veces, una parad tras a otra apareció frente a él para protegerle. El romper de las ramas contra las paredes de roca era escabroso. Como miles de huesos rompiéndose.

    Sin embargo Gus no se dio cuenta, ahora mismo estaba rodeado de bosque. Las ramas de los árboles de su espalda también empezaron a extenderse con forma de manos y garras afiladas. No tenía tiempo para crear más paredes. Estaba por ser atravesado por cientos de ramas.

    Kian ralentizo el tiempo. Las ramas se movían muy rápido. Hizo correr el tiempo más lento. Las ramas empezaron a moverse más lento, pero la presión le estaba matando. Su cuerpo sentía que el pecho estaba por explotarle. Aun con toda esa presión sobre si se dirigió hasta el hacha que había tirado Giulia después del golpe que le había dado Gus con uno de sus pilares. La levanto, recibiendo más presión de la que ya está sintiendo. Sentía que el cuerpo se le desgarraba, y aun así se acercó hasta Gus, se puso en su espalda. Tomo postura y dejó correr el tiempo de nuevo. Kian se enfrentó ferozmente ante todos los brazos que venían contra ellos dos. Entre ralentización y tiempo normal logro deshacerse de los brazos de madera.

    Gus no podía creer lo que estaba viendo, el chico había destruido todos los brazos con una rapidez esplendida, pero justo después de que destruyera a los brazos del bosque cayó de rodillas al suelo.

    El demonio apareció entre todas las ramas, dio una patada al cuerpo impotente de Kian mandándolo a volar hacia otra parte del terreno. La patada fue fuerte, Gus logro escuchar el crujir de los huesos de Kian. Gus ya no podía huir, el demonio estaba justo a su espalda. Un brillo empezó a resplandecer desde el hocico de la bestia. Un rayo de energía impacto a Gus, destruyendo sus paredes de roca y llevándose gran cantidad de ramas con él. El cuerpo herido del joven soldado se encontraba en el suelo, su espalda sangraba y ardía por las quemaduras de aquel rayo de energía. Marcela corría en dirección a Gus. El chico reacciono ante el miedo lanzándole una pilar de roca, pero la joven demonio le dio un puñetazo al pilar haciéndolo polvo con facilidad. Se posó enfrente del chico y los brazos del bosque se levantaron hacia los cielos para caer en pica hacia el cuerpo de Gus.

    El único ruido que se escucho fue el de huesos triturándose.

    Un disco de agua apareció en medio de entre los brazos del bosque y Gus. El disco se movía con velocidad destrozando a todo lo que intentaba pasar a través del mismo. Justo abajo del disco se encontraba Marcus, con Kian en sus brazos.

    Marcela gruñó desafiante.

    Marcus no se inmuto.

    Gus observo la figura de su padre como la mayor luz de esperanza.

    Marcus lanzo a Kian a los brazos del derrotado Gus.

    Otros tres discos aparecieron y entre el disco que les protegía y los otros tres hicieron aserrín a todos los brazos del bosque. Los discos se elevaron, llegaron varios metros de altura y se unieron, para después crear una cúpula de agua. Kian y Gus se quedaron afuera de la cúpula, justo en el filo del inicio de la misma .

    Kian estaba cerrando los ojos cuando vio la cúpula de agua y a su General enfrente del demonio sin ningún miedo. Lo último que pudo ver fue a Marcela aullando de rabia, acto seguido a Marcus iniciando a pelear ferozmente contra Marcela. Ahí estaba la primera meta que tenía que pasar para cumplir su sueño. Lograr tener el nivel que tenía su General para poder enfrentarse a un demonio sin ningún miedo. Justo después de ver como Marcus empezaba a destrozar a Marcela, el chico cayo inconsciente.
     
    Última edición: 22 Noviembre 2019
  16. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 15 - Mentiras
     
    Aldo MV Gallardo

    Aldo MV Gallardo Sonríe, amigo mio.

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    Capítulo 15 – Mentiras

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    -20 de Julio de 2892 D.C.-

    Kian despertó en el hospital de la villa de la estación Koch. La luz del medio día atravesaba la ventana con intensidad. A su lado se encontraba Gus vendado por todo tronco de su cuerpo. Al igual que el brazo que había recibido el hachazo de Giulia. El chico estaba hablando con Alex en la cama de al lado. Alex también tenía unas heridas leves. Un brazo le toco el hombro. Sintió un poco de dolor. Se giró, ahí se encontraba Sandra y Sofía. Parecían heridas, pero nada serio.
    –Hasta que te dignas a despertar– Se burló Sofía.

    – ¿Qué paso?– Pregunto Kian desorientado.

    – ¿Nuestra momia ya se levantó?– Preguntó Gus desde el otro lado. Se dio la vuelta por encima de su cama y miro a Kian con una sonrisa –Estuviste increíble, novato– Alagó Gus.

    –Gra… Gracias… ¿Qué fue lo que paso?

    – ¿Ya no lo recuerdas?– Preguntó Sofía desconcertada.

    –Tuvimos una pelea contra los secuestradores del General… ¡El General!– El chico se levantó de pronto, pero un dolor intenso le impidió moverse más. Sofía le apoyo para recostarse de nuevo – ¿Qué le paso al General? Él estaba pelando contra la joven mestiza…

    –Murió– Contesto rápidamente Gus.

    Kian abrió los ojos – ¡No! ¡No puede ser!

    –Claro que no, idiota. Mi padre elimino a la chica demonio en un combate épico– Gus empezó a reír de pronto. Gus era la única persona que se atrevería a hacer una broma de tan mal gusto como la muerte de su propio padre. Kian lo maldijo en silencio.

    Sofía decidió empezar a hablar. Era mejor que se lo contara ella a que lo hiciera Gus, sabría dios cuantas cosas se podría inventar para desconcertar a Kian –Nosotros derrotamos a “los hermanos mestizos” después de la llegada de Sandra junto con todo el apoyo del ejército. Ahora mismo los mestizos están siendo llevados a la prisión de alta seguridad de Olimpia. Serán interrogados por el jefe de investigación, el detective Sebastian Salomon para que nos digan todo lo que saben sobre “La nueva cabeza”. El General venció a la chica demonio, mas sin embargo el combate termino con la vida de la chica. Ahora mismo el General Marcus se encuentra con Galilea Koch. El cuerpo del señor Celio Koch fue encontrado cercenado en la maderería, al igual que varios cuerpos de los turistas. No pudimos encontrar al “Hombre de azul”, ni aquel al que el General llama “Maestro”. Sin embargo, con todo el ejército divagando por aquí es probable que huyan.

    –Entonces encontramos al señor Koch y los turistas desaparecidos, al igual que eliminamos a los secuestrados…– Murmuro Kian.

    –Terminamos la misión– Concluyo Sofía.

    –Debo admitir que es la misión más complicada que hemos tenido. Tienes suerte de haber sobrevivido, novato– Dijo Gus con aire amigable.

    Kian volteo a verle y le sonrió–Tienes razón. Tuve mucha suerte. Aquella mestiza estuvo a punto de matarme en más de una vez…

    –A demás– Agrego Sandra –Dirigiste todo el plan de rescate. Créeme que eso es muy bueno, ¡No me sorprendería que el General pensase en subirte de puesto inmediatamente!– Dijo de manera animada. Más animada que nunca.

    – ¡¿Qué?!– Gruñó Gus con un rostro bastante molesto – ¡Es su primera misión! ¡Por la diosa!– Todos los chicos empezaron a reír.

    Después de aquellas risas hubo un silencio en la habitación. Luego Kian hizo otra pregunta con un tono desesperado – ¡Oigan, chicos! ¿Qué fue del jefe de policías? ¿Qué sucedió? ¿Qué encontró en el campamento de turistas?– Ahora los chicos se quedaron mudos. Nadie quería contestar.

    Kian volteaba hacia todos – ¡Alguien dígame algo!

    Alex soltó un suspiro –Cuando el ejército estaba por llegar, por medio de radio dimos las coordenadas del jefe de policías y su escuadrón. Un grupo de soldados se dirigió hasta la ubicación, lo que encontraron fue una grupo de cadáveres y un campamento destrozado lleno de sangre. Todo el escuadrón del jefe fue asesinado. El jefe murió protegiendo a dos niñas… Son las únicas sobrevivientes. Lo único que las niñas nos dijeron fue que el hombre peleo contra un monstruo hasta el final, y que incluso después de haber sido destrozado vivo, impidió que se las llevaran. Ahora mismo ellas se encuentran en cuidados infantiles. El General dijo que se les pagaría el funeral y una manutención a las familias por su valiente sacrificio. Al igual que se trataría de dar el mejor apoyo posible a las dos niñas que salvo el jefe… Murió como un héroe… Salvo a las dos niñas, quizás vio en ellas un reflejo de sus niños… No lo sé.
    –Es horrible… Ese hombre tenía una familia… Yo lo lleve a esa misión…– Gus cerró los ojos con fuerza. Trato de taparse los ojos por si soltaba alguna lágrima, pero los brazos le dolían demasiado.

    –No fue tu culpa…– Dijo Sofía con un rostro solemne.

    –Tiene razón Sofía– Agrego Alex –El jefe decidió ir a revisar el campamento. Tú le dijiste que se fuera de ahí. Él te desobedeció…

    –Así es la vida de los guerreros– Dijo Gus –No conocí a ese tal jefe, pero estoy seguro que murió como siempre lo quiso, como un héroe.

    Gus y los demás no supieron que decir. Nuevamente la sala se quedó en silencio. Kian se quedó pensando en silencio. Esa era su vida ahora. Una vida peligrosa en la que quizás nunca podría volver a ver a sus queridos hermanos. Ahora respetaba más a Abraham Arcnaik por ser capaz de vivir por tantos años con una vida como esa.


    (…)​


    En la oficina de la señora Koch se encontraba Marcus y Galilea junto con un radio. El General estaba dirigiendo a unos soldados a través del radio. La señora Koch miraba una carta con un rostro angustiado.

    Ya hemos entrado al edificio– Contesto la voz de un joven a través del radio.

    – ¿Cómo sigue el perímetro, Claudio?– Pregunto Marcus.

    Mis soldados informan que no hay anomalías. Es posible que no tenga aliados por la zona. Quizás no era un jefe criminal, solo alguien a quien le gustaba pagar para llevar a cabo sus planes.

    –Entendido. Traten de no hacer mucho ruido para que no intente escapar. Mantengan silenciado a todos, los vecinos, los guardias del edificio, maldición, hasta los yonkis si es necesario.

    Copiado. Le informare cuando estemos en la puerta de su cuarto.

    –Entendido. Estaremos pendientes– Marcus colgó el radio en la bocina y puso las manos suavemente sobre la carta que estaba en el escritorio de Galilea Koch –Atraparemos a tu hermano. Lo tenemos rodeado, no podrá escapar. A demás, mi Teniente General, Claudio, fue en su búsqueda. Vera las rejas de la cárcel, se lo prometo.

    La mujer volteo hacia el General con los ojos húmedos y los labios apretados –No puedo creer que mi hermano Lorenzo haya sido quien mandara secuestrar a mi hermano. No puedo creer que quisiera eliminarnos… Lorenzo quería matarme…

    –La historia que me dijo el hombre de azul concuerda. Todas las pruebas están como me las planteo. La carta con su dirección y una petición para verse. El dinero que Celio Koch quería pagar a los secuestradores para que le dejaran en paz. El cuerpo de Celio Koch y los turistas… Lorenzo planeaba quedarse con la empresa, por lo que descubrimos de él, parece haberse rehabilitado. Quizás ahora que ya ese encontraba sobrio creía que podía hacerse cargo de la empresa, pero sabía que no le darían la oportunidad para intentarlo…

    –Pero, mandar a matar a tus propios hermanos por una empresa…

    –El mundo es un lugar obscuro, Galilea. El dinero es fruto de los peores males de nuestra sociedad. Todos buscamos el dinero por necesidad, más otros lo desean por codicioso, porque creen que el dinero les trae poder o felicidad. Ese tipo de personas son el virus de nuestra sociedad. Algunos por conseguir este tipo de vienes logran generar una actitud calculadora, manipuladora, fría y ruin. Nada les detendrá si intentan llevar sus planeas a cabo.


    (…)​


    Lejos de la villa Koch del Este, en un pueblo del lado Oeste de Dorinda llamado Howe se encontraba un escuadrón de soldados subiendo por un edificio en un barrio de mala calidad. Un joven alto de piel blanca, lentes y con el cabello castaño largo, lo suficiente como para taparle las orejas; subía por las escaleras de aquel edificio de departamentos. El joven lideraba al escuadrón de soldados. Llevaba un fusil de asalto en las manos y un radio en la cadera. Al llegar al quinto piso levanto el radio –General Marcus, nos encontramos en el piso que lleva al cuarto de Lorenzo Koch– Dijo Claudio a través del radio.

    Entendido, ¿Todo sigue igual de tranquilo?– Preguntó Marcus a través del radio.

    –Acabo de preguntar a mis soldados justo antes de llegar al quinto piso, me dicen que no existen anomalías.

    Prosigan con la captura– Contesto el General de manera seca.

    –Entendido–Respondió el joven. Volteo con sus soldados y les movió la cabeza en dirección al pasillo. Los soldados se acomodaron en la habitación que tenía una puerta blanca, la única diferente a las demás, las cuales eran viejas y de color marrón. Claudio se posó a un lado del picaporte y le arremetió una patada al sentirse listo para entrar. La puerta se abrió y todos los soldados entraron al departamento junto con Claudio.

    – ¡Ejercito del Gobierno Mundial! ¡Lorenzo Koch, queda arrestado por secuestro y asesinato indirecto de Celio Koch!– Los soldados entraron a través del departamento. Era un lugar bastante elegante y arreglado. No había ruido alguno. Claudio y los soldados empezaron inspeccionar el lugar. En la habitación del fondo se encontraba un marco con muchos nombres, números, listados y fotos. Parecía ser todo el plan de Lorenzo Koch resumido. Frente a este marco se encontraba un sillón blanco y una mesa de vidrio de tamaño pequeño, sobre la mesa se encontraba unas jeringas y unos cristales, sentado en el sillón se encontraba Lorenzo Koch, muerto.

    –Esta es la droga que maneja la familia Lebore, Teniente– Comentó uno de los soldados, tras tomar un poco de los cristales y molerlos fácilmente, dejando una pasta parecida a la plastilina.

    Claudio inspeccionaba atentamente la escena. Todo parecía tener sentido, el hombre quizás cayo en la tentación después de sentir el peso de haber iniciado su plan. Claudio levanto su radio e informo la situación –La casa se encuentra en buen estado. Hemos encontrado un marco con todo el plan del señor Lorenzo Koch junto con algunos nombres de algunas personas. Inmediatamente investigaremos estos nombres.

    – ¿Y Lorenzo Koch?– Preguntó el General.

    Muerto. Parece ser que murió de una sobredosis– Galilea Koch escucho eso y no pudo evitar llorar. El General Marcus se quedó frente a ella viéndola con un rostro inexpresivo.

    –Entendido, Claudio. Encárgate de la investigación– El General dejó el radio de nuevo en la bocina. Se levantó de su asiento. Observo a la señora Koch –A su hermano Celio lo trataron de extorsionar para generar un programa en el cual poder mover mercancías ilegales. Creo que aquellos criminales no volverán a acercarse por aquí en mucho tiempo. Abriremos un pequeño cuartel para aumentar la defensa de las villas Koch del Este y Oeste, así como el pueblo pequeño de Ainat. No tendrá que preocuparse por seguridad de calidad. La mantendremos lo mejor protegida, Presidenta de los trenes Koch…– La mirada del General era triste al ver a la mujer llorando –Lamento su perdida, Galilea Koch...– La mujer no dijo nada. Marcus comprendió que era momento de dejarla sola. Después de todo, es difícil procesar el mismo día que tus dos únicos hermanos han muerto.

    El General estaba en la puerta cuando se detuvo – ¿Ya llamaste a la familia de Celio Koch?– Preguntó el General con una voz suave.

    –No– Contesto la mujer a secas.

    – ¿Gusta de que lo haga el General que protege su territorio?

    –No…– La mujer se froto los ojos. Aquel segundo no sonó ahogado y silencio–Yo lo haré cuando sea el momento– Esta vez la voz de la mujer sonó más natural –Quiero invitar a todos sus conocidos a su funeral, así que todavía tengo alrededor de una semana para encontrar las palabras adecuadas con las cual decirles lo que sucedió. Supongo que lo haremos en su casa o quizás en la casa de nuestro padre… Muchas gracias…

    –Entiendo– El General abrió la puerta y se fue de la oficina.

    Galilea se quedó sola en su enorme oficina. Volteo hacia el retrato de su hermano y empezó a llorar desconsolada.


    (…)​


    El ejército se retiró de la Villa de la estación Koch después del funeral de los caídos durante el rescate, dos días después de la batalla. A todos los guardias y policías implicados en el rescate se les otorgo el cargo de soldado por su valor en la misión. Esto no aliviaba el dolor de las familias. Pero si aumentaba el honor de sus muertos, ya que todos los guardias fueron cremados con un uniforme del ejército. El último de los helicópteros despego cuando las cenizas de los guardias dejaron de desprender calor.


    (...)​


    En la tarde del día siguiente al funeral de los caídos, Galilea Koch se encontraba en su oficina haciendo cuentas para pagar el funeral de su hermano Celio. La tarde se miraba especialmente roja ese día. De pronto empezó a hacer frió en la habitación. A un lado de la señora Koch apareció el hombre de azul sentado tranquilamente en el escritorio de la mujer.

    –El trato esta cumplido, Galilea Koch– Dijo el hombre de azul, que esta vez venia vestido con un traje de color azul marino y un sombrero del mismo color. En su mano derecha cargaba la funda de su espada.

    –Lo asesinaron…– Gruñó Galilea con un tono molesto–No debían de asesinar a Celio…– Se quejó Galilea con lágrimas.

    –Celio ya no existe y Lorenzo, la única persona que podría haberte quitado la empresa murió en su casa. Eres la Presidenta de los trenes Koch, yo creo que hemos cumplido con el trato.

    La mujer se quedó callada. Se escuchaban sus llantos silenciosos en el eco de la habitación. Tenía sus manos en su frente, parecía estrezada – ¿Cómo fue la muerte de Celio?

    – ¿Deseas la verdad o una mentira piadosa?

    –La verdad.

    El hombre de azul se mantuvo viendo la nada mientras pensaba en como describir la muerte del ex presidente de trenes Koch, Celio Koch. Al final se decidió por algo sencillo –Tuvo una muerte horrible… Como el jefe de policías, todos sus guardias y aquellos turistas… Mi maestro es un monstruo cuando no se controla… Y un tanto sádico también… Tu hermano Lorenzo, por otro lado tuvo una muerte tranquila. Le proporcionamos las drogas de las cuales era más adicto. Destruyo todo por lo que había trabajado en apenas unos segundos…

    –Nunca hubiese querido un destino así para mi hermano…

    –Esos son los estragos de la ambición, Galilea Koch, pero mira ahora, tienes toda esta oficina para ti sola. Toda esta enorme empresa familiar para ti sola… ¿Familiar? Perdona, me equivoque, suena mejor si digo, tu empresa…

    La mujer se quedó callada, formando parte del silencio de aquella oficina.

    –Muy bien, Galilea. No tienes que preocuparte por nada de este crimen. Nadie sospecha de ti, todos creen que esta masacre la creo tu hermano menor... Un plan maravilloso, digno de una gran empresaria. Felicidades por su ascenso– El hombre de azul camino hacia la ventada y observo el paisaje desde ahí –Ahora quiero escucharte decirlo, ¿Nos pagaras como es adecuado?

    La mujer se acomodó el cabello. No dirigió la mirada hacia el hombre de azul –Lo haré, les daré el permiso de transportar lo que gusten y viajar gratis cuanto quieran… A ti y a los tuyos… Solo especifiquen sus nombres antes de abordar…

    –Muy bien, lo haremos. Estamos a punto de irnos. Pagaremos este viaje por cortesía, después usaremos tu querido servicio– El hombre observaba desde su hombro con una sonrisa a la delicada mujer –Un placer hacer negocios con usted– El hombre se dirigió hacia la puerta y se fue con un aire triunfante.

    Galilea Koch se quedó sola en su oficina en el inicio de la noche. Volteo hacia el ahora su cuadro. Aprecio su postura perfecta, su porte de empresaria, su sonrisa. Después dirigió su mirada hacia el cuadro removido de la familia de Celio. Abrió un cajón y ahí se encontraba un teléfono como de esos que ves en una película de los cincuentas. Empezó a marcar con girar el círculo de las numeraciones. De pronto hablo la voz de un niño. Era su sobrino. A Galilea se hizo un nudo al escuchar la voz de su sobrino. La mujer pidió hablar con su mama.

    – ¿Cuñada?– Preguntó la viuda.

    –Querida… ¿Cómo está?

    –Estoy bien, gracias por preguntar, Galilea, no sabes nada de Celio, se fue hace unos días y no nos ha llamado ni una sola vez. Los niños están preguntado por él.

    –Si… Sobre Celio… paso algo…– La voz de Galilea se quebró, la esposa supo que no era una buena noticia. Galilea mintió una vez más. Diciendo que Celio había sido asesinado por unos bandidos, pero que no lo habían hecho sufrir.


    (…)​


    El hombre de azul caminaba por la acera, pasando lejos de los faros. Llego al tren y dio su boleto al portero que cuidaba la entrada. Se dirigió al último vagón donde se encontraba un hombre alto y fornido con un traje de color gris y un sombrero negro. El hombre de azul se sentó frete de él.

    –El trato fue concretado– Dijo el hombre de azul tras acomodar su espada a un lado del asiento.

    El hombre de traje gris levanto la cabeza –Excelente.

    – ¿Volveremos con Apolo y le daremos este nuevo trato que hemos conseguido?

    –Eso depende, si llega al trato de acuerdo, sí. En este mundo existen muchas personas que pueden darnos grandes ofertas por un beneficio como este que estamos manejando con la señora Koch.

    – ¿Crees que todos puedan cumplir?

    –Lo harán…– El hombre de traje gris vio por la ventana hacia el suelo obscuro – ¿Te encargaste de que el trió de hermanos no pudiesen hablar nunca más?

    El hombre de azul metió su mano al bolsillo interno de su saco. Del bolsillo saco unas hojas enrolladas. Era un periódico –Ábrelo en la página tres…

    El hombre de gris lo abrió en la página indicada. Ahí se podía leer: “Helicóptero estalla, parece ser que fueron fallas técnicas. En el accidente mueren tres desconocidos y cinco soldados de Hericent”

    –Fue fácil, solo tuve que hacer unos detalles al tanque de gasolina. Nadie me vio con mi disfraz de guardia puesto…

    –Es el mejor trabajo que hemos hecho… Ahora solo debemos conseguir sacrificios para cuando vuelva a caer en locura… ¿Trajiste las vendas?

    –Se encontraban en la maleta que le di.

    –No me di cuenta. Muy bien, creo que “Momia, El asesino” tendrá que estar libre por un tiempo…

    El tren empezó a arrancar – ¿Me preguntó en donde terminaremos…?– Dijo el hombre de azul justo cuando el tren se introdujo en el túnel de la cordillera de Walls.
     
    Última edición: 22 Noviembre 2019
  17. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 16 - Magia
     
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    Capítulo 16 - Magia

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    -4 de Febrero de 2893 D.C.-


    Han pasado cinco años desde los sucesos iniciales. Bastian, Mairis y Bruno tienes la edad de unos adolescentes, trece, trece y catorce años respectivamente. Unos jóvenes que se la pasan divirtiéndose saliendo con los jóvenes del pueblo.

    Mike ahora es un niño tranquilo de cinco años que gusta de jugar con sus muñecos, de comer dulces y pasar el tiempo con su hermano y Mairis.

    Kian ha sido ascendido después de múltiples misiones, volviéndose Capitán de un escuadrón. Un escuadrón compartido con Gus, debido a su trato que nunca fue roto, el trato de ser el sheriff de LaneCloud.

    Martin, al igual que el sheriff siguen manteniendo un perfil como soldados en distintas misiones comúnmente llevadas a cabo por solitario. Mantuvieron las rutinas casi siempre de hacer una misión después de que el otro hubiese terminado la suya. Los entrenamientos se volvieron rutinarios y menos cansados.

    Las clases aumentaban en intensidad, pero fuera de las ciencias, matemáticas, física, todo seguía estando a un nivel lo suficientemente aceptable.

    Durante una mañana de otoño el sheriff cito a los tres chicos al terreno de entrenamiento.

    Esa mañana era especialmente fría.

    Los tres adolescentes estaban observando hacia el camino que llevaba hacia la entrada principal de la casa. El camino era de piedras de color marrones que habían puesto Kian y el sheriff durante la primavera. Detrás de los adolescentes se encontraban Kian y Martin con una pose de firmes. Detrás de los dos soldados se encontraba Mike sentado en el un tronco que servía como silla.

    Mike se preguntaba cómo era posible que su hermano y amigos pudiesen estar afuera parados con tan poca ropa como una camisa de manga sacada y unos pantalones ligeros. El pobre niño se encontraba abrigado desde la punta de su dedo más grande hasta la última parte de su cuello.

    El niño empezaba a generar una fascinación por las capacidades tan gloriosas de ellos tres. Quería ser tan increíble como su hermano, ser la mitad de amable que era Mairis y la mitad de lo estratégico que era Bruno. Ser tan listo como Martin, tan rudo como el sheriff y noble como Kian.

    El sheriff camino hasta los tres chicos cargando una mochila grande en su hombro. Se quitó el sombrero y aprecio el día. Al sheriff le agradaban los días fríos. Los muchachos observaron que se puso delante de ellos. El hombre aclaro la garganta, mientras se ponía el sombre de nuevo –Han entrenado muy duro. Finalmente creo que sirven para algo. Muchas felicidades, no se lo digo a cualquiera…

    Bastian no pudo dejar de sentirse extrañado, los halagos no eran algo común en las frases que utilizaba el sheriff. Sintió un alivio enternecedor en el corazón al escuchar esa frase: “Muchas felicidades”.

    –He estado hablando con Martin. Al igual que con Kian. Los tres juntos han llevado combates en equipo, como individualmente, contra ellos. Dependiendo de los casos lograron vencerlos. No todos lo hicieron, no todas las veces fue el mismo resultado. Aunque sinceramente estoy bastante conforme con los resultados. Aunque siguen sin ser capaces de lograr plantarme cara, pero bueno, para eso les faltan años todavía…– Bastian en ese preciso momento olvido esa tibieza en su corazón y recordó que hablaba del sheriff. Ese hombre no podía mantener una buena actitud por un largo momento.

    Mairis soltó una pequeña risa por el egocentrismo del sheriff y Bruno mantuvo la calma. Bastian puso una mueca en su rostro, por el desagrado.

    El sheriff espero a que Mairis acabara su silenciosa risa. Hecho un suspiro y levanto su mano. A un lado de ellos se encontraba una fogata donde cocinaban algunas golosinas mientras miraban las estrellas. Una actividad que compartía el sheriff y parecía disfrutar con todos ellos. El hombre levanto su mano y disparo una llama hacia la fogata que había permanecido inactiva en el verano –La magia…– Murmuro el hombre– Desde este momento Martin y Kian se encargaran de enseñarles el uso de esta técnica. El arte de utilizar magia es un arte complejo, pero que con suficiente empeño las bases pueden ser dominadas en el paso de un mes o quizás dos…– El hombre volteo con Bruno, ya que era el que menos avanzaba en los entrenamientos físicos.

    Mike empezó a reír. Bruno puso una cara de enojo con asombro. El chico no comprendía por qué hacer ese tipo de comentarios en un momento como ese.

    –Los hechizos básicos de cualquier magia son fáciles de usar. Con un debido entrenamiento, estudio y buen flujo de magia, es posible que lo logres controlar en un par de días. Sin embargo las magias pueden ser llevadas a otros niveles, para eso es necesaria una adopción de magia. Es fácil comprender la diferencia entre una magia básica y un hechizo básico...– El hombre volteo a ver su gruesa mano llena de cicatrices y cayos –Mientras que yo puedo crear una llama con un hechizo básico, si yo tuviese una magia adoptada de fuego, bueno, entonces yo podría crear algo así– El sheriff agito rápidamente su mano y aquella fogata se desintegro en una llamara increíble. El calor de aquella llamarada genero tanto calor que Mike incluso pensó en quitarse la ropa que tenía puesta.

    –Creo que pueden comprender lo que quiero decir…– El viejo sheriff volteo hacia los tres muchachos. Por un momento los chicos creyeron que el sheriff estaba a punto de hacerlos tostadas –Saldré durante dos meses a unas misiones del Servicio Secreto, terminadas las misiones haré unos viajes personales. Cuando vuelva ustedes deberían saber cómo utilizar los hechizos más básicos de la magia y estar listos para poder adoptar una magia. Martin y Kian van a entrenarlos de la mejor manera posible. Esfuércense, no quiero que los hagan perder el tiempo– El sheriff se acomodó su mochila y vio a los chicos con un rostro duro, pero los chicos ya estaban entrenados y acostumbrados, esa mirada ya no les causaba ningún miedo –Nos vemos chicos– El hombre se dio la vuelta y empezó a caminar sin voltear hacia atrás. El viento le levantaba el sombrero y el movía su chaleco marrón. Finalmente su figura se desapareció en el fondo del pueblo.

    Cuando se encontraba lo suficientemente lejos los chicos festejaron la noticia.

    – ¡No puedo creerlo!– Grito Mairis mientras abrazaba a Bastian y Bruno.

    – ¡Vamos a ser magos!– Grito Bruno al sacudir a sus amigos.

    – ¡Cuando seamos magos podremos dar una paliza al sheriff!–Grito Bastian de manera eufórica señalando a la dirección por donde se había ido el sheriff.

    Mike se levantó de su asiento y corrió mientras festejaba al ritmo de sus compañeros.
    Kian sonrió con ternura al momento de sacudirse el cabello para quitarse unas hojas que se le enredaron en su cabello alborotado –Lo van a lograr, estoy seguro. Son muy buenos– El joven Capitán volteo con su antiguo mentor y le vio sonreír de manera alegre al ver a los chicos festejar con tanto ánimo.

    –Lo sé, la magia clásica es sencilla– El hombre volteo hacia Kian, se le miraba mucho más maduro que cuando había llegado a la casa. Ahora era un hombre de veintiocho años que había crecido junto a sus queridos niños –Tendrán que esforzarse mucho para conseguir adoptar una magia– El hombre levanto las cejas –A demás, esos tres han estado entrenando contigo durante las noches. Es imposible que el sheriff no se haya dado cuenta, pero no lo quiso comentar.

    Kian abrió los ojos de la sorpresa. Volteo a ver a los chicos y tartamudeo al tratar de defenderse–B…Bu… bueno. Si...Si… Si, hemos entrenado a escondidas, pero, ammm, bueno, son muy buenos.

    –Me lo imagino. Tranquilo, entrenarlos por tu parte no es nada malo. Al menos no me importa a mí. Supongo que al sheriff tampoco le importa, mientras mejoren y no se atrasen en otro tipos de cosas– El hombre se calló y se acercó a Kian –Entrénalos lo mejor posible, sé que necesitas ser el sheriff y un Capitán al mismo tiempo, pero trata de hacer lo mejor que este a tu disposición para que aprendan bien. Al medio día me tocara a mí. Las clases educativas no existirán durante dos meses. Tenemos que adiéstralos lo mejor posible para que se vuelvan magos lo suficientemente adecuados.

    –Saben mantener flujos constantes de magia, al menos. Creo que tendré que empezar a adiestrarlos en hechizos. Los entrenare en la comisaria para no descuidar mi trabajo, ve por ellos al medio día. Para entonces ya sabrán controlar hechizos.

    –Tu solo ve que no se maten intentándolo…– Martin le dio unas palmadas en la espalda. Ambos hombre miraron a los chicos con alegría. Los chicos se miraban muy felices ahora que el sheriff los estaba tomando en serio.


    (…)​


    Los entrenamientos en las artes magias dieron inicio. Al inicio todo fue relativamente rápido, los chicos, como había afirmado Kian, eran muy buenos. Tardaron unos pocos días en poder manejar un hechizo simple de energía. Kian los encerraba en las celdas hasta que viera un progreso significativo en los muchachos. Bruno siempre tardaba un poco más que Bastian y Mairis. Kian se encargó de instruirlos adecuadamente en todo lo relacionado sobre la magia, como era la simbología, los nombramientos, el control, la invocación y la escritura de hechizos.

    Mientras estaban encerrados en las celdas Kian recitaba las lecciones:


    «La magia es un flujo de energía dado por los Ángeles a los humanos en los tiempos aterieres al primer Chasoul. Los primeros magos nos adiestraron en este arte. Primero que nada debemos comprender que la Magia proviene de la fusión entre el alma, nuestro planeta y la energía que recorre todas las cosas. Un gran mago es capaz de modificar extensiones enormes de la tierra, es capaz de crear montañas, de mover mares, de apagar el fuego más intenso y detener el flujo más grande de cualquier volcán. Pocos son aquellos que lo han logrado, pero si comprendemos este arte lo suficientemente bien lograremos estar un paso más cerca de ese punto. Sentirás la magia cuando logres ver la energía fluir a través del viento que sopla en el campo durante un día de verano. En el flujo de una cascada de agua que genera un rio. Cuando comprendas como el calor fluye a través de aquella fogata. Al momento de ver como el cielo genera truenos y ventiscas. Al apreciar como un tornado devasta todo a su alrededor o como la tierra se mueve sin ningún control tras un terremoto. La energía esta en todos nosotros, y vive con nosotros, solo no le prestamos atención. Sin embargo una vez entiendes como fluir con ella, entonces es mucho más fácil manipularla.»


    (…)​


    Los entrenamientos se volvieron duros, y al mismo momento en que se volvían más duros y veían menos avances, los chicos comprendían porque la magia era algo que no podía controlar todo el mundo. Como todo arte, la magia también se domina con el tiempo y la perseverancia, fallando una y otra vez hasta lograr comer los menos errores posibles.

    Martin era muy severo con su entrenamiento en el arte de la magia. Él se defendía diciendo que así era como su hermano Arlong lo entreno, aunque los chicos no creían que fuera de todo cierto. Un día los llevo a entrenar en una planicie en donde comúnmente las vacas eran llevadas para pastar.


    «Una vez entendido el flujo de energía que existe entre todo el universo y ustedes, llega el momento de dominar dicha energía. A esto se le conoce como hechizos básicos, los cuales son controlar la energía de su entorno para crear ataques. Uno puede crear maravillas con este nivel de poder. Puede llegar a crearse grandes cosas como una espada larga, como un armadura o un escudo. Aunque también puedes quedarte con los niveles más básicos de esta magia, como los son las él lanzar pequeñas esferas de magia concentrada hacia un enemigos, o generar rayos que con la suficiente energía cargada pueden llegar a matar a tus rivales. Algunas personas incluso son capaces de crear una lluvia de cuchillos, grandes muros y demás. Todo esto va ligado al control que tengas sobre tu flujo de energía. Este flujo se mejora con la práctica. Pero no es un recurso inagotable. En nuestro ser existe algo llamado el alma, esa alma se rompe en tres profundidades que debes conocer muy bien. Primero que nada existe el alma de contacto; Esta alma se encarga de todos los movimientos que hagas con la energía que te rodea. Esta profundidad tiene un límite de control y se desgasta, pero se regenera con reposo. Incremente con el tiempo y con la frecuencia en la que lo uses.»


    (…)​


    Durante una tarde Martin llevo a los chicos a la playa. Sobre la cima de unas rocas en la orilla del mar los chicos meditaban mientras escuchaban las lecciones de su apuesto maestro.


    «La segunda capa de magia se le es comúnmente conocida como el alma profunda. La membrana con la que se sustenta todo tu ser. Utilizarla desgasta tu cuerpo, lo que hace que te canses más rápidamente si la consumes, así que si llegas a consumir esta capa de magia por completo es cuando sucede el famoso “descargue” ; Lo cual no es otra cosa que cuando tu cuerpo termina tan agotado que apenas te puedes mover. Llegar a este punto es demasiado peligroso en un combate, y si los magos llegan a perder sus peleas, es por dos cosas, por no saber pelear de manera física y por agotar esta membrana, la cual es la más grande de toda el alma, sí, pero por lo mismo no debes de abusar de ella. Al igual que la capa del alma de contacto, esta parte del alma crece con forme tú la utilices, con forme tú la relajes y se regenera con el tiempo»


    (…)​


    Una noche estrella Kian junto a todos en una fogata y los hizo meditar durante la noche mientras rodeaban en conjunto una fogata. Fogata que Mike aprovecho para comer unos deliciosos malvavisco mientras que los chicos entrenaban.


    «La tercera capa del alma es la más pequeña de las tres, y es la única que no se regenera de ninguna manera. Aunque pequeña, este pedazo de alma es la que genera un flujo de magia más desorbitado, por lo que cuando utilizas esta membrana de alma puedes aprovechar al máximo todos los hechizos que conozcas. Este debe ser utilizado solo en casos de emergencia, cuando estés en una situación desesperada o de vida y muerte. Esta membrana es conocida como el alma del todo, y su uso reduce tu esperanza de vida. Con forme más las desgaste tu vida pierde esperanza. Si la agotas, en el último instante de tu vida logras generar una energía descomunal. Es por eso que ganó ese nombre, porque cuando mueres utilizando este pedazo de alma te vuelves parte de todo, durante un instante tu energía se funciona con la del universo, elevando tus limites a niveles que no creerías que eres capaz de lograr nunca. A ese momento se le conoce como “Fusion”. El efecto del último retazo de esta vida es corto y cuando acabas indudablemente mueres, para volverte parte de la energía que existe en todos lados. Cuando abusas de esta membrana sucede un efecto llamado “Purificación”, lo cual se basa en que tu cuerpo pierde color. Tu piel se vuelve cada vez más blanca hasta llegado el punto de un color perla, pero no solo tu piel, sino también tu cabello y ojos pierden su color, llevándolos a un color plateado blanquecino»

    «Existen otros detalles sobre la magia, por ejemplo, cuando tú has adoptado una magia en específico y logras llevarla a un perfecto equilibrio, a un punto exacto en donde termina el alma de contacto y el alma profunda; a eso se le llama la “frontera”. Y si llevas el uso de tu magia adoptada a la frontera logras un efecto al que se le llama “Sincronización”, la cual no es otra más que el control máximo de la magia que has adoptado. Mas no debes de abusar de ella, pues el abusar de la Sincronización durante tiempos prolongados no hará más que fusionarte con el elemento al que has adoptado. Sin embargo, el llevar a tu magia hasta este punto repetidas veces durante periodos cortos de tiempo no lleva a tu cuerpo más que al cansancio. La identificación de la fase de sincronización es sencilla, pues el flujo energía aumenta, los hechizos que haces se vuelven mucho más poderosos y tus ojos obtienen un brillo de tonalidad identificable con el elemento que hayas adoptado»

    «Y existe una última cosa sobre el alma… La historia narra que los ángeles nos dieron la magia… Es por eso que existe un curioso caso llamado “Metamorfosis”. Este caso se da cuando llevas a tu magia al punto de la frontera entre el alma del todo y el alma profunda. Hacer esto solo es posible durante breves momentos y en caso de repetirlo unas cuantas veces solo hará que termines rindiéndote ante la Metamorfosis. Este caso genera en el individuo una transformación idéntica a la de un ángel. El cabello crece y se vuelve plateado, unas alas perfectamente blancas aparecen y tu cuerpo se vuelve muchísimo más fuerte y resistente. Mas no todo es belleza, llevar tu cuerpo a este punto te da un poder inigualable, eso no tiene duda, pero el pago por este poder es la muerte absoluta… El mismo caso pasa para la mezcla de artes obscuras, presencias demoníacas y rituales de invocación. Un humano que lleve su magia a la segunda frontera lo único que lograran es perder su humanidad… Aquellos que lleven sus actos a este límite solo les queda ser bestias.»


    (…)​


    Los entrenamientos de magia se volvieron lo más común. Para los chicos estudiar, meditar, comprender y fortalecerse se transformó en su día a día. Era pesado, era aburrido incluso a veces, pero toda esa frustración que existía cuando lograban ver un pequeño índice de que lo estaban logrando.

    Los entrenamientos físicos no se detenían, Martin, ahora que podía utilizar su magia en sus combates ahora parecía un objetivo increíblemente difícil, a pesar de que lo atacasen entre los tres. El hombre incluso peleaba sin prestarles mucha atención, y con un libro en la mano. Mientras recitaba lecciones de simbología de hechizos.


    «La magia simple puede ser controlada a través del entendimiento del alma con la energía del universo. Su control no pasa de aprender a fluir con la energía de todas las cosas. El manipularla se vuelve sencillo. Es por eso que la magia básica llega a ser utilizada por muchos de los soldados del Gobierno Mundial. Sin embargo, la magia no solo se limite al control de la energía del todo. No, la magia bien aprendida puede dar puertas abiertas a hechos increíbles, incluso inexplicables para una persona sin ningún conocimiento sobre la misma. Los hechizos sirven para eso, son una serie de instrucciones creadas para poder generar una acción en específico de la magia.»

    «La ciencia de los hechizos fue creada por los humanos para darles un sentido lógico y metódico al sin sentido que la magia generaba en la mente humana. Los primeros magos, junto con los científicos de la época diseñaron este método de simbología. Dicho procedimiento fue explicado a los Ángeles, los cuales al comprender el funcionamiento de los hechizos lograron avanzar en esta ciencia rápidamente y pudieron adiestrar a los primeros magos con mayor facilidad. Sin embargo los ángeles, junto con aquellos científicos y primeros magos crearon las bases de la simbología y lectura de hechizos. Los humanos fueron progresando en esta ciencia con el pasar de los años.»

    «La simbología de las runas mágicas se basa en la escritura de diferentes procedimiento dentro de aros mágicos en un idioma creado para la generación de hechizos. Los magos aprendices deberán aprenderse el abecedario y palabras claves de este lengua a base de runas.»

    «Las instrucciones de los hechizos son creados con la mente. Con el tiempo las escritura de las runas mágicas se vuelve algo intuitivo, por lo que de pronto la mente comprende cómo escribir las runas sin necesidad de hacer un gran esfuerzo en ellas.»

    «Mientras que un hechizo común puede llevar unas cuantas líneas de símbolos, los más complejos llegan a abarcar decenas de aros mágicos para poder concretarlos. Estos hechizos suelen ser muy poderoso, a la vez que exageradamente complejos de realizar, por lo que no son recomendables para el combate. Esto es debido a que hechizos tan poderosos como la creación de un pequeño terreno tiene que ser descrito con claridad, al igual que con sentido para poder llevarse a cabo. Al igual, que mientras más complejo es el hechizo, mas palabras claves debes de conocer. Sin hablar que para generar un hechizo increíblemente poderoso es necesario también que el usuario cuente con un envidíable manejo del flujo del alma.»

    «El conocimiento es poder. En las guerras un gran mago que se ha adiestrado en el arte de la magia vale por cien soldados que simplemente han sido entrenados en combates físicos. Pero el conocimiento no lo es todo, pues un buen mago puede llegar a perder en combate por una sencilla razón, la falta de entrenamiento físico. El verdadero gran mago es aquel que con su conocimiento es capaz de generar hechizos inigualables, mientras que a su vez es capaz de pelear en el campo de batalla sin necesidad de depender de su magia.»

    «La adopción de magia es el escalón que sigue tras haber conseguido un control de la magia decente. No es necesario que los magos lleguen a adoptar una magia. Un buen mago es capaz de lograr maravillas con el control profundo de una gran variedad de hechizos de cualquier tipo de magia que puede ser adoptada. Sin embargo la adopción de un tipo de magia genera grandes ventajas en un usuario, ya que un mago que ha adoptado una magia es capaz de controlar dicha magia sin necesidad de hechizos, pues la adopción de una magia no es más que el equilibrio, entendimiento y unión del alma de un mago con el elemento que se desea adoptar.»

    «Como última lección sobre la simbología se ha de aclarar una de las cosas más increíbles halladas por el hombre. Tras la partida de los ángeles, los humanos entre una de sus muchas investigaciones logran llegar a la conclusión de que el alma de todas las personas esta encriptado con una sucesión de runas que va cambiando con el crecimiento y el conocimiento de las personas. De esta manera se logró explicar la razón por la cual los magos son incapaces de lograr generar hechizos sobre personas con facilidad, pues para lograr la concreción de un hechizo sobre una persona es necesario poder comprender el encriptado de las runas de la misma persona. Esto puede llegar a ser relativamente sencillo en personas que no poseen un gran nivel intelectual o sin gran cantidades de experiencias que hayan fortalecido al instinto o al cerebro; Se debe a que los aros de los encriptados es reducido y fácil de leer, mientras que un mago experimentado puede llegar a contar con decenas de inscripciones, volviéndose imposible la opción de lograr crear un hechizo como la manipulación.»

    «Por ultimo he de aclarar que la magia no es otra cosa más que el poder de poder hacer fluir y manejar la energía del universo, y propia, para el desarrollo de distintas acciones. La magia es una habilidad que fue otorgada a los mejores guerreros de los tiempos más obscuros de la existencia. Esta habilidad ha ido pasando como una antorcha de generación en generación descendiente de aquellos guerreros. Hasta la fecha no se ha dado el hecho de que un humano sea capaz de utilizar magia, por lo que se concluye en que la magia es únicamente exclusiva de la raza de los magos. Mas no está de más saber sobre el arte de la magia al ser un humano común, pues quien sabe, quizás puedas ser tu quien sea el primer humano en la historia que pueda utilizar magia.»


    Los tres adolescentes trataban de levantar el agua de un vaso con un hechizo simple. Ninguno de los tres lograba hacerlo. Martin los observaba con tranquilidad. Cerró el libro haciéndole sonar.

    –Con estas palabras terminamos la introducción a la magia del primer tomo de James H. Burn, “El gran maestro de la magia” Descansemos por hoy. Mañana continuaremos entrenando…

    Los chicos soltaron el agua, lo más que la habían podido levantar había sido apenas un par de centímetros. Cada uno respiraba agitado y sudaba como si hubiese corrido una gran distancia. Ahora entendían que ser magos no era cualquier cosa. Y quizás este era el mayor reto al que se tendrían que enfrentar… hasta ahora…
     
    Última edición: 29 Noviembre 2019
  18. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 17 - La Última Nevada del Invierno
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 17– La Última Nevada del Invierno

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    -17 de Marzo de 2893 D.C.-


    El invierno estaba terminando, no sin antes dejar la última nevada de su ciclo. Llenado LaneCloud de un hermoso color blanco y un frió impecable que helaba los huesos, forzándote a estar muy arropado.

    Con la última nevada llego también la cuenta regresiva para el regreso del sheriff. Dentro de poco más de tres semanas el hombre volvería, y los chicos no se sentían listos para poder ir a adoptar magia, a pesar de que Kian y Martin les decían que habían mejorado bastante bien.

    La tarde en la que dio inicio de la última nevada del invierno, Mairis, Bastian y Mike habían salido a caminar. Terminando en el parque de LaneCloud para que Mike jugara en los columpios. Bastian y Mairis se encontraban sentados las orillas de cemento donde estaba plantado un árbol. Los pies le volaban, pero los montículos de nieve eran altos en ciertos puntos.

    Bastian estornudo –Maldición… aún faltan diez días para el final del invierno– Gruñó entre dientes.

    –Fuese primavera o invierno te hubieses enfermado igual, Bastian– Dijo Mairis con una risa burlona al verle enfermo. La chica saco unas pañuelos desechables para que el chico se limpiase la nariz –Debiste quedarte en la casa, salir solo hará que los síntomas empeoren.

    El chico se sonó la nariz y guardo su papel en su bolsillo derecho, junto con todos los anteriores –No quiero estar en casa, Bruno está estudiando sobre simbología y créeme que si vuelvo a escuchar la palabra magia una vez más voy a enloquecer…

    –Magia– Dijo Mairis entre risas.

    Bastian empezó a hacer un sinfín de señas, muecas y movimientos aleatorios – ¡Te lo dije! ¡Ya no me podrás parar!– La chica empezó a reír con más fuerza. El chico le acompaño poco después de iniciadas las risas.

    Una vez más tranquilos, Mairis continuo la conversación –Tienes razón, yo también estoy bastante estresada con todo este asunto de la magi…– La chica se detuvo porque vio que Bastian se alistaba a empezar hacer sus gestos – ¡No, Bastian, para, déjame hablar!– Le dijo entre unas risas delicadas, combinadas con un empujo suave en el hombro.

    Bastian se dejó llevar por el empujón, volviendo a su posición como un resorte –No tienes derecho a decir algo así, Mairis, ¡Eres la mejor de entre los tres!

    Mairis jugaba con la nieve que alcanzaba con sus pies –Si, tienes razón, quizás sea la que mejor ha avanzado… De hecho siempre ha sido así… Pero… ¡oye también lo estoy pasando mal!

    El chico empezó a reír–No es cierto, solo no te gusta ser la que destaca en todo… Tranquila, algún día Bruno y yo lograremos tener todo ese talento que tu posees y saborearás el amargo sabor de estar en tercer lugar.

    –No lo digas de esa manera, me hace creer que Bruno enserio lo pasa mal siendo el peor de entre los tres…– La chica se giró al lado contrario de donde estaba Bastian con una mueca en el rostro.

    –Nunca me lo ha dicho– Dijo Bastian con tranquilidad –Supongo que no le importa mucho. No tienes que preocuparte por ese tipo de cosas.

    –Bueno, si tú lo dices, quizás sea verdad– La chica agacho la vista. Perdiéndose en infinito color blanco de la nieve.

    Pasaron unos segundos de silencio hasta que Bastian continuo la conversación – ¿Formaras parte del desfile del inicio de la primavera, Mairis?

    – ¿Qué? ¿Por qué lo mencionas?– Pregunto Mairis con asombro.

    El chico soltó una risa delicada al ver la inesperada reacción de su amiga –El otro día estuve hablando con nuestra “futura cuñada”. Sé que es difícil de creer, porque tu amiga Alicia no habla mucho, pero entre intentos de sacarle un poco de conversación salió lo de que entre todas las chicas de tu grupo van a participar con una carroza para el festival de inicio de la primavera.

    La chica murmuro algo no entendible. Después se giró hacia Bastian de nuevo y contesto –Bueno, no me molestaría participar, pero es que tengo un poco de pena, para empezar ninguna de nosotras somos unos prodigio para bailar, además de que voy retrasada con la rutina... Si entro solo las retrasare…

    Bastian hizo una larga tonada como si estuviese pensando –Bueno, no quiero que le digas a ninguna de tus amigas, sobre todo a Melissa…– El chico apunto a Mairis con un rostro serio. La chica solo empezó a reír tras escuchar el nombre de Melissa, la cual era la amiga que le gustaba a Bastian–Vi la carroza el otro día cuando estaba pasando por uno de los almacenes. No se ve nada bien… Pienso que si tú les ayudas quedaría esplendida, tienes un excelente gusto por el decorado y la vestimenta. Estoy seguro de que si tú participas deslumbraran entre todas las otras carrozas.

    La chica se quedó pensativa unos cuantos segundos –Creo que tienes toda la razón– Mairis empezó a reír –El otro día vi la carroza también, me pareció todo un desastre. De hecho me puse a trabajar un diseño. Creo que si pudiésemos decorarlas con flores de la tienda de la abuela de Melissa podríamos hacer que se mire bastante linda. Luego esta un detalle que pienso que se vería increíble, si pusiéramos unas bengalas en cada esquina de la carroza seguro generaría un buen aspecto de luces que ayudaría en lo visible que puede ser el baile.

    – ¡Lo vez! ¡Tienes talento! ¡Sin embargo deberías unirte! ¡No te preocupes por aprender a bailar, eres genial para todo lo que haces, seguro lo harás mejor que todas tus amigas! ¡Y por los entrenamientos de magia no te preocupes, vas adelantada, si te tomas unos días para trabajar en lo del desfile no te atrasaras!

    Mairis se sonrojo y empezó a reír apenada – ¿Tu crees?

    – ¡Yo digo que lo hagas! ¡Siempre es bueno intentar cosas nuevas! ¡Arriésgate! – La forma animada en la que Bastian la incitaba a intentar participar en el desfile solo causo que Mairis se ruborizara más.

    Las voces de unas chicas retumbaron en los oídos de ambos. La voz pertenecía a la amiga de Mairis, Melissa. Venia acompañada de las otras amigas de Mairis –Creo que nuestros poderes de invocación están dando frutos– Bromeo Bastian. El chico empezó a moverse animosamente al ver a Melissa. La chica no pudo evitar reír ante la broma y ante la forma de actuar del enamorado Bastian.

    Melissa llego a interrumpir las carcajadas silenciosas de su amiga. Era una jovencita de la edad de Mairis de piel morena y rizos como tubos de color negro. Delgada y de labios gruesos.

    Saludó a Mairis de un beso en la mejilla y le lanzo la última noticia, las flores de su abuela estaban a unos dos o tres días de nacer. Después saludo a Bastian con un abrazo. El chico se sonrojo un poco. El resto de las chicas saludaron de igual manera.

    –Me dijo Alicia que te contó sobre lo del festival, Bastian.

    Alicia, la jovencita que le gustaba a Bruno se apeno. Ella era una chica de piel blanca, de lentes y cabello lacio castaño. Era bastante bajita. Una chica linda y con una bella sonrisa, pero bastante tímida.

    Alicia se escondió detrás de un par de chicas tras recibir la mirada de Melissa, que para nada había ido desagrado. Bastian se froto el cabello con nervios –Oh, sí, estábamos conversando y salió el tema. Creo que es una gran idea, te verás bien bailando… Se verán bien bailando todas, quise decir– El chico se sonrojo más después de corregirse a sí mismo. Melissa sintió un poco de pena, pero al mismo tiempo soltó una risa nerviosa y alegre.

    – ¿Ya saben cómo van a decorar la carroza?– Pregunto Mairis –El otro día dijiste que cambiarías el diseño.

    –Hemos tratado de hacer unos diseños, queríamos intentar algo con las flores de mi abuela, pero lo único que se nos ocurre es que quizás podríamos hacer unos árboles artificiales y decorarlos con todas las flores. Se vería lindo…

    Mairis asintió con un poco de duda en su rostro tras escuchar la idea –Suena bien– Contestó la jovencita con una sonrisa forzada –Pero si haces los arboles solo generaras una sombra en la carroza y no se verán ustedes cuando bailen.

    –Esa es la idea…– Comentó Alicia desde atrás en voz baja. Las chicas con las que venían empezaron a reír.

    Melissa continuo hablando con Mairis – ¿Tienes una idea? Así como lo dices quizás tengas razón, va a ser un poco extraño vernos bailar en las sombras de los arboles…

    –Tengo un par de ideas. Si gustas espérame en tu casa y en unos minutos llego con los dibujos que hice para la carroza.

    –Por supuesto. Ahí te estaremos esperando, de hecho íbamos en camino para practicar el baile.

    Mairis le sonrió a su amiga –Melissa, estaba hablando con Bastian, creo que si participare en el baile.

    – ¿Enserio?–Preguntó Melissa asombrada. Justo después conecto miradas con Bastian durante un breve instante – ¿No te retrasaras con tus practicas mágicas?

    –Para nada, Bastian me estaba comentando que voy muy adelanta… De hecho si, voy adelantada, tiene toda la razón. No creo que se Martin o Kian se molesten porque trabaje unos días en lo del festival… A demás, si van a bailar horrible, creo que yo quisiera estar con ustedes, para que ninguna evite la burla– La chica soltó una risa delicada. Melissa le acompaño. Al igual que una que otra del grupo de amigas.

    – ¡Sera maravilloso tenerte en el equipo!– Dijo de manera animosa Melissa.

    Mairis lanzo una gran sonrisa. Bastian sonrió al verla feliz.

    –Solo permite pedirle permiso a Martin, estoy segura que si me dejara, pero por si acaso… Ahora lo único que me preocupa es atrasarlas con el baile…

    –Por eso no te preocupes– Dijo una de las amigas del grupo –Hemos estado trabajando en la carroza. Apenas hemos podido trabajar en lo del baile.

    –Si vamos a bailar horrible será porque no hemos practicado– Comentó Melissa con pena. Mairis empezó a reír delicadamente tras escuchar esto –Muy bien, te estaremos esperando en mi casa para ensayar el baile. Lleva tus dibujos de la carroza– La jovencita dirigió su mirada esta vez hacia Bastian – ¿Iras al festival?– Le preguntó al chico con pena.

    Bastian abrió los ojos y volteo hacia los lados, pensando que quizás no le hablaba a él –Este… ammm… Bueno, es que normalmente nunca vamos al festival– El chico miro atentamente a Melissa –Pero si ustedes van a participar entonces iré con gusto. Tan solo deja se lo comentó a Martin– La chica avivo su sonrisa tras la confirmación.

    Una de las amigas del grupo le dio un codazo a Melissa, la cual se sonrojo y desvió la mirada de Bastian. La misma chica que le había dado el codazo le hablo al jovencito pelirrojo – ¡Bastian, invita a Bruno también, estoy segura que Alicia querrá verlo!

    El chico observo a Alicia, la cual dio un brinco tras escuchar la proposición de la chica y empezó a tartamudear sin ningún sentido. Un ímpetu malicioso fluyo a través de Bastian – ¡Por supuesto, yo lo convenceré de ir! Le emocionara poder pasar una noche de baile con Alicia– La chica soltó un chillido y se puso extremadamente roja. Volvió a ocultarse entre las chicas que estaban al fondo. Bastian soltó unas risas delicadas.

    – ¡Escuche festival! ¡Yo quiero ir!– Grito Mike mientras que corría en dirección a Bastian. Una vez había llegado con su hermano mayor el niño se subió a la misma barra de cemento y empezó a reprochar a su hermano – ¡Yo quiero ir al festival! ¡Llévame Bastian!

    –Yo no decido si llevarte, Mike. Eso lo hace Martin…

    – ¿Le diremos a papá que nos lleve?

    Bastian en principio quería decirle que no, pero no quería quedar mal con Melissa y las amigas de Mairis. Entonces se le ocurrió un plan –Claro, se lo pediremos todos… Es más, le diremos que él vaya también.

    Así él te cuidara y yo podre estar tranquilo toda la noche. Pensó el chico con una sonrisa.

    Las amigas de Mairis empezaron a saludar a distancia a Mike, al mismo tiempo que lo elogiaban diciendo que era muy lindo.

    –Entonces, te veremos en la casa Mairis–Interrumpió Melissa.

    –Ahí llegare– Contesto Mairis con una sonrisa tan blanca como la nieve. Sus amigas se empezaron a despedir de ellos.

    En el momento en que Melissa abrazo a Bastian le susurro –Gracias por convencerla. Te debemos una– Y le dio un beso en la mejilla. El chico no pudo hacer otra cosa que ruborizarse y quedarse congelado con una sonrisa enorme. La chica no volteo hacia atrás mientras se iba. Mairis golpeo el brazo de Bastian con el codo, diciendo que no volteaba porque Melissa estaba tan roja como él.

    Martin accedió a que todos fueran al festival, al igual que permitió que Mairis trabajara en la carroza del desfile y participara en el baile. Los chicos estaban emocionados.

    Bastian lucho contra Bruno durante bastantes minutos para convencerlo de ir. Aunque finalmente lo logro. Bastian sabía que en el fondo Bruno se moría de ganas de pasar una noche de baile con Alicia.

    En cuanto a Mairis, ella trabajo duro en la carroza. Sus amigas admitieron que nunca hubiesen podido hacer un mejor trabajo sin ella. Al igual que el baile. El cual quedo perfecto.


    (…)​


    La fecha del festival de primavera se acercaba rápidamente. La nieve había dejado de caer y ahora parecía que las nubes se alejaban para dar paso a un sol tranquilo que derretiría los montículos de nieve acumulada en el pueblo. Esa tarde, tres días antes del festival, Kian y Gus estaban patrullando LaneCloud tranquilamente. Era el día libre de Gus, y Kian trabajaba de sheriff normalmente en las mañanas.

    Unas mujeres de edad madura saludaron amablemente al sheriff. Kian les regresaba el saludo con una sonrisa y una pequeña reverencia. Gus solía burlarse mucho de este tema. Kian ya estaba tan acostumbrado que ni siquiera le importaba. Aunque claramente algunos de sus comentarios le seguían pareciendo hilarantes.

    – ¡Buenos días, Kian!– Dijo una anciana de manera animosa, mientras que avanzaba con un paso lento. La anciana cargaba una bolsa de tela con unos dos frutos traídos de otro reino.

    –Buenos días, Sra. Roob– Dijo Kian, repitiendo su secuencia de saludo –La podemos ayudar con las bolsas si gusta.

    –Qué lindo, querido, pero hoy tengo ganas de esforzarme. Ya me ayudaste el otro día con lo de las telas que ocupaba mi hija. Gracias. ¡Abrígate un poco, hijo! ¡Te vas a resfriar! ¡Tendré que hacerte un suéter yo misma!

    Kian empezó a reír de manera nerviosa ante el regaño –Me siento bien, el saco del trabajo es lo suficientemente caliente, además traigo la bufanda que usted me dio– El chico empezó a frotarse su cabello ondulado y esponjado.

    –Te dije que ese color se te miraría encantador, mi nieta lo eligió ella misma…– La anciana miro a Kian con unos ojos filosos al ver como se sacudía el cabello –No te diré nada de tu cabello, solamente porque te cubre del frío, pero deberías cortártelo ¡Parece el nido de un pájaro!

    –No estaría mal tener un par de codornices aquí arriba. Tendría huevos frescos todas las mañanas– Bromeó el chico seguido de una risa penosa.

    La anciana empezó a reír –Los dejó jovencitos, tengo que hacer un pollo a la naranja, si gustas venir a comer no tendría problemas, Kian.

    –Muchas gracias, lo tendré en cuenta– El chico seguía mostrando un rostro nervioso.

    –Muy bien, mi hija y yo te estaremos esperando, incluso mi nieta si es que llega de la escuela a tiempo– La mujer se dio la vuelta lentamente. Kian sacudía la mano en forma de despedida. El chico se dio vuelta junto con Gus y de pronto sintió un golpe en los glúteos. La anciana empezó a reír y Kian solo dio un salto sobresaltado – ¡El ejercicio está funcionando hijo mio!– Y la anciana se fue alejando entre risas.

    Gus no podía parar de reír – ¡¿Qué fue eso?!– Luego unas risas – ¿Un amor de antaño?

    Kian acompaño a su amigo entre las risas – ¡Esa anciana siempre me ha querido emparejar con su hija o su nieta!

    – ¡Y qué esperas! ¿A caso la que te gusta es la abuela?

    – ¿Qué? ¡No! ¡Pero la hija está en proceso de divorcio y la nieta tiene como dos años más que Mairis!

    – ¡Oh Mairis! ¡La única razón por la cual entraría a la prisión con gusto!– Aulló Gus con ánimo. Algunas personas se quedaron observando al joven con un aspecto raro. Kian comprendía lo raro que podía escucharse esas aclaraciones tan sinceras y repentinas.

    – ¡Maldición, Gus! ¡Tiene trece años!– Murmuro Kian a Gus con un rostro avergonzado.

    – ¡Pero Mairis es hermosa! ¡Imagínala cuando tenga la mayoría de edad! ¡Me casare con ella, no hay duda! ¡Tendremos los niños más hermosos de la tierra!

    –Morenos y rubios, por la diosa, la belleza misma…

    – ¡Sera la raza más increíble de todas y nosotros seremos los creadores de ella!

    Kian empezó a reír como un loco – ¡Estas enfermo, amigo mio!

    Gus continúo con su espectáculo – ¡Dominaremos el mundo! ¡Al diablo los ángeles! ¡Los Thompson Hellwell los arrastraran por el piso! ¡Sobrepasaremos el entendimiento humano! ¡Nuestra raza será comparada a lo divino! ¡Me escuchas, Kian! ¡Solo espera cinco años para que empiece el mejor plan de la historia!– El joven termino de gritar y no pudo resistirlo más, empezó a reír junto con su compañero. Los dos Capitanes parecían unos desquiciados mientras reían caminando por las calles nevadas de LaneCloud.


    (…)​


    La caminata les dirigió hasta los lugares más solitarios, pobres y de mala muerte de todo el extenso pueblo. En las fronteras de LaneCloud era donde se establecían los inmigrantes de otros reinos, o los bandidos, o los ladrones de otras tierras. Al igual que los mercaderes más sucios y los ebrios más problemáticos. Eran las casas más baratas de todo el pueblo, ya que la mayoría eran pequeñas, en su conjunto eran de madera y una que otra de cemento. Al pasar por ahí podías ver que casi podías generalizar y tendrías razón al decir que las todas las casas no tenían puertas ni ventanas. Con suerte algunas calles contaban con luz eléctrica, si no es que seguían utilizando el alumbrado de queroseno.

    A Gus le disgustaba pasar por esos lugares, y Kian llegaba a comprender el porqué, pues el joven siempre había vivido una vida de lujos, rodeado de personas de su mismo nivel socio económico. El estar visitando lugares tan lamentables podía ponerlo nervioso. Kian por otro lado carecía de ese problema. Abraham Arcnaik le había llevado a patrullar en innumerable cantidad de ocasiones. Recordaba muy bien el rostro de su mentor cuando por sí mismo había salido a dar una vuelta solo. Volviendo incluso con un par de ebrios que estaban causando problemas. Recordaba bien ese día, había recibido puñetazos en el rostro por parte de ambos hombres, y sin embargo el viejo Arcnaik le miraba con una sonrisa enternecedora al verlo introducir a los borrachos a sus respectivas celdas. Era la mirada de un maestro que sabe que te ha ensañado bien.

    La caminata les llevo hasta una colonia donde había casas que parecían dignas para una vivienda. En algunos de estos barrio viejos era normal encontrar vecindades con casas normales, aunque estas normalmente eran compradas por familias que habían llegado a este pueblo con un poco más de dinero que los demás. Sin embargo, estas colonias al encontrarse en medio de las chozas que llenaban los barrio bajos solo les provocaba verse igual de viejas y sucias que las demás.

    La nieve le daba un aspecto más pobres a las viejas casas de madera. El aire creaba ecos y silbidos entre las láminas acanaladas que formaban los techos de aquellas delicadas viviendas.

    En medio de aquel barrio al que había ingresado cruzaban familias de aspecto andrajoso. Su vestimenta, sus rasgos y sus acentos les indicaban que eran inmigrantes de otros reinos. Hericent y LaneCloud estaban creciendo rápidamente entre esos años. Incluso con sucesos tan trágicos como la muerte de los Generales Mundiales y el asalto de los bandidos de “La Nueva Cabeza”.

    Gus observaba desde aquel camino de tierra a las casas que contaban con chimeneas. El vivir en lugares así, el simple calor de una chimenea debía de ser sentimiento de gratitud.

    Ambos soldados iban caminando por una conecta donde se encontraban algunas de aquellas vecindades. Afuera de los muros de las vecindades se encontraban grupos de maleantes que les observaban con mal rostro.

    Un joven iba caminando con una capucha una calle enfrente. Iba en dirección para toparse con los capitanes. Kian lo observo, sin prestarle mucha atención. Los bandidos empezaron a murmurar entre sí, después de unos murmullos iniciaron a insultar en voz alta a los soldados.

    Kian y Gus ignoraron los insultos, como era debido. Sin embargo el chico encapuchado, se detuvo durante unos segundos y observo el panorama. Se metió rápidamente dentro de un callejón. Kian aprecio claramente ese movimiento.

    –Esos idiotas… Me encantaría llevarlos a la prisión a todos. Ya no hay respeto para la ley en estos tiempos…– Murmuró Gus con un enojo en sus palabras.

    –E tiempos de violencia no hay respeto por nadie– Dijo Kian con tono sombrío. El soldado dio un codazo sigiloso a su compañero. Gus movió sus ojos hacia Kian, solo los ojos.

    – ¿Sucede algo?

    –Ahí enfrente se encontraba un joven encapuchado, pero doblo en el callejón tras escuchar a aquella banda de atrás…– Le dijo silenciosamente.

    –Eso es sospechoso…– El chico hizo una pausa – ¿No crees que le pudo haber tenido miedo a los maleantes?

    –Los insultos estaban claramente dirigidos a los militares. Lo podría creer si hubiesen sido para cualquier persona.

    –Los insultos eran una seña para que nos evadiera…

    –Quizás si tendremos que atrapar a alguien hoy– Dijo Kian con una sonrisa, sin voltear a ver a Gus. Aunque podía ver de reojo que también sonreía.

    La calle había terminado. Ahora se encontraba en una intercepción solitaria igual de lúgubre que todas las calles en la que habían estado durante aquellos minutos. Kian volteo hacia ambos lados como todo niño que está empezando a cruzar las calles. A su mano izquierda el chico encapuchado estaba cruzando la calle. Kian lo observo atentamente. Su aspecto era descuidado con ropas viejas y un rostro consumido como si estuviese enfermo. El sheriff dio unos pasos hacia su izquierda. Gus le siguió como un guardián. Justo antes de perderse de vista de aquella calle que acababan de terminar, lograron visualizar a la banda de maleantes moverse tras de ellos.

    – ¿Los viste?– Preguntó Gus con un poco de nervios.

    –Se separaron de la casa en la que estaban. Creo que vienen por nosotros– Kian hecho un vistazo hacia atrás. No se veía a nadie. Todavía no se veía a nadie –Esa persona encapucha puede que sea alguien importante…– Los dos jóvenes aceleraron el paso, para terminar la calle y seguir al joven encapuchado.

    Al llegar a la esquina donde se conectaban las calles vieron el cuerpo del hombre encapuchado voltear hacia atrás sin ningún tipo de cuidado. La mirada de aquel chico era vacía y su rostro triste. Kian conecto su mirada con la de él. El chico parecía asustado y se metían rápidamente al callejón más cercano.

    –Nos tiene miedo…

    –Es porque sabe que tiene que temernos…– Gus empezó a trotar.

    –Sigámoslo, solamente– Dijo Kian al igualarse con su compañero –Quizás nos lleve a un lugar importante– Así es como empezaron a seguir al hombre encapuchado. Doblaron en la esquina en la que aquel hombre se había introducido. Solo observaron la sombra del muchacho. Se introdujeron en el callejón. Justo antes de acabar el callejón lograron escuchar los murmullos de los vándalos que les seguían. Fue en ese momento cuando sheriff y soldado apresuraron el paso.

    La persecución continua de manera intensa. Se introdujeron entre más callejones, y corrieron por más calles. Llegaron hasta el fin de los territorios de LaneCloud, ahí donde el bosque se empezaba y se lograba escuchar el Río Yaqui, fluir.

    Habían llegado hasta una calle cerrada. Al final de dicha calle se encontraba una vecindad grande. Las casas se elevaban hasta cuatro pisos. En ese lugar debía de vivir toda la generación de una familia grande. El joven encapuchado corría desesperado entre jadeos cada vez más fuertes. Incluso llegando al punto de tropezarse. Kian y Gus continuaba siguiéndolo. Aunque ahora creían que no les llevaría a ningún lado. Simplemente estaba huyendo.

    – ¡Ejercito del Gobierno Mundial! ¡Deténgase en este momento!–Aulló Gus, desesperado y enfadado por lo larga que se había vuelta la persecución. El joven encapuchado se introdujo por el arco que formaba la puerta de la vecindad. Kian se giró hacia sus espaldas. Los bandidos se detuvieron y sacaron pistolas de entre sus pantalones.

    – ¡Maldita sea, Gus! ¡Están armados!– Gruñó Kian tras sacar un par de revolver de sus fundas que tenía colgando en las caderas.

    – ¡Esos malditos!– El soldado abrió su chamarra, jalo su camisa rompiendo unos cuantos botones. Metió su mano dentro de su camisa y saco una pistola plateada. Se encontraban justo en la entrada de la vecindad cuando los disparos empezaron a tronar. Las balas impactaron en los muros. Los dos capitanes se cubrieron en la pared que divida la vecindad de la calle.

    Kian respiraba agitado. Los montículos de nieve estaban apoyados contra las paredes de la casa, en los techos y en aquella pared. Vio al hombre encapuchado introducirse por una casa. De pronto observo como otros bandidos empezaban a salir de las casas con armas en sus manos.

    – ¡Gus! ¡Arriba!

    El capitán levanto la mirada. Su brazo se movió rápidamente. Unos muros de tierra se levantaron justo en el inicio del tiroteo. Los oídos de Kian se ensordecían tras la el tronar constante de una lluvia de balas golpeando dichos muros.

    Una vez terminado los disparos, Gus deshizo los muros, lanzando piedras para todos lados de las casas. Los gritos de los bandidos que se encontraban en las casas empezaron a escucharse al recibir las pedradas. Ambos capitanes se introdujeron en la casa por la que el joven encapuchado se había introducido. Las balas no cesaron. Les siguieron, pero no lograron acertar ninguna bala. Gus tapo la entrada y empezó a disparar desde las ventanas. Vidrios de las ventanas volaban por toda la habitación.

    Kian desabrocho un radio viejo que tenía colgado en la cintura – ¡Cuartel General! ¡Habla el Teniente Kian, acompañado del CapitánGus! ¡Estamos en medio de un tiroteo en las fronteras junto al río de LaneCloud! ¡Un grupo de bandidos nos está disparando! ¡Necesitamos refuerzos!

    Una voz les contesto rápidamente– ¡Enseguida mandaremos un escuadrón!

    – ¡Kian!– Gruñó Gus desde la ventana. Las balas le rosaban la cabeza – ¡Sigue a aquel hombre! ¡Yo puedo hacerme cargo de esto!

    – ¡Son demasiados!

    – ¡No niegues la orden de tu capitán!

    Kian apretó la mandíbula con rabia. Le lanzo los revólveres a Gus. Después se desabrocho el cinturón con las municiones y lo deslizo por el piso. El capitán le observo con dureza, pero su teniente solamente le contesto con un golpe en su pecho.

    El joven sheriff corrió entre los pasillos de la casa. Saliendo de aquella vecindad, más sin embargo, justo al lado se encontraba una puerta que llevaba a otra. Kian corrió hacia la otra vecindad.Corrió entre las casas de aquella vecindad. Trato de hacer el menor ruido posible. Entonces escuchó a un hombre gritar:

    – ¡Llévenselo todo! ¡No pregunten por qué! ¡Solo háganlo!

    Kian corrió rápidamente hasta el lugar del que provenían los gritos. Abrió la puerta de un golpe y ahí se encontraba el hombre encapuchado levantando un arma. Kian golpeo rápidamente la mano. La pistola de su oponente disparo una bala al techo. El hombre con tenacidad trato de golpear a Kian con más de un golpe, pero no conecto ninguno. El sheriff tras esquivar los golpes del hombre encapuchado arremetió un golpe hacia su garganta. El hombre encapuchado empezó a ahogarse. Kian le golpeo el estómago para doblegarlo. Una vez de rodillas le tomo de los brazos y estaba a punto de esposarlo. El hombre hizo su cabeza hacia atrás golpeando la nariz del sheriff. El hombre se dio la vuelta y le dio una patada que empujo a Kian contra la pared de la casa. Rápidamente el encapuchado se levantó y logro arremeter un puñetazo contra el rostro del Teniente. Kian no se dejó vencer, justo después del puñetazo contraatacó con un puñetazo mucho más duro. El encapuchado quedo aturdido. Kian le dio un rodillazo al estómago de su enemigo. Seguido de un tajo en la nuca para noquearlo. Una vez en el suelo el sheriff lo esposo.

    –Nos has traído hacia un nido de criminales… Todos serán capturados…– Kian escucho unos pasos acercarse. Un hombre con una escopeta salió desde la habitación de la derecha. Kian ralentizo el tiempo y logro esquivar el disparo. Las balas rozaron el cuerpo del encapuchado.

    Mientras que aquel hombre gordo recargaba, Kian saco un revolver pequeño de su chaleco y le disparo a quemarropa. El hombre cayó al piso, haciendo temblar el suelo. Otro hombre apareció desde la puerta por la que había entrado el joven sheriff, aquel hombre delgado parecía desorientado al no comprender la razón del caos. Vio a su compañero encapuchado en el suelo y a su compañero con dos balazos en su enorme estómago. Miro al Kian y de su cadera desenfundo un revolver. Kian apareció ante el de un instante a otro. El golpe que el sheriff le arremetió en la nariz hizo que soltara el revólver. Después lo golpeo continuamente en el pecho, ahogándolo, en medio de la asfixia lo esposo también.

    Las ventanas empezaron a reventar. Kian se lanzó al piso. Eran demasiadas balas, probablemente aquellos hombres que le disparaban tenían metralletas. Sin embargo su recortada no serviría para distancia. Observo el revólver del hombre que acababa de captura y lo arrebato. Al igual que las balas que cargaba en sus bolsillos. Una vez las balas dejaron de disparar Kian se levantó y disparo hacia los tres maleantes que disparaban desesperados. La contienda entre los maleantes y Kian duro un par de rondas, finalmente el tiroteo término con los enemigos muertos.

    Tras el intercambio de disparos el silencio en la vecindad era sepulcral, opacada rápidamente por los disparos de la vecindad de al lado. Kian respiraba agitado. Estaba preocupado por Gus. Entonces escucho el ruido de un vidrio romperse dentro de la casa, unas habitaciones al fondo.

    Kian se levantó del suelo lleno de vidrios y polvo. Se introdujo dentro de la casa. Una casa vieja hecha de cemento, sin muebles y con graffitis por las paredes. Los graffitis mostraban nombres, al igual que habían largas frase de agradecimiento a la familia Lebore. La casa apestaba a una fragancia parecida a la de los hospitales, aunque un poco más fuerte y penetrado. El joven al introducirse dentro de la casa pudo observar que había una manta con el símbolo de la familia. Una serpiente que envolvía unas uvas.

    –Qué demonios…– Murmuro Kian para sí mismo al ver incluso fotos del jefe de la familia Lebore, Gero Lebore, iluminado entre velas. Nuevamente se volvió a escuchar ruido desde la cocina. Al acercarse a la cocina el olor a medicina y químicos se intensifico. Una vez en la habitación puso observar una gran cantidad de sustancias y uno que otro material de laboratorio.

    –Aquí crean la droga…– Kian se metió dentro de la cocina. Volteo hacia su derecha y sintió frió. La puerta estaba abierta. Se acercó rápidamente al marco de la misma. Justo detrás de esta vecindad se encontraba el bosque y el río. El paisaje estaba lleno de un color blanco, nieve donde se divertían los niños jugando a las bolas de nieve, haciendo angelitos, o muñecos de nieve. No huyendo de la justicia. Frente a Kian se encontraban un grupo de niños pequeños, delgados y casi sin abrigarse corriendo hacia el río helado por el que cruzaban casquetes de hielo.

    Unos pasos se escucharon desde la parte por la que había entrado Kian. En ese momento no pudo pensar en que quizás eran enemigos. Estaba paralizado ante la escena que observaba. Un grupo de niños corriendo con materiales de laboratorio y bolsas donde llevaban una infinidad de cosas posibles. Un niño pequeño, quizás de la edad de Mike, cayo entre la nieve. Dejando caer unos utensilios de vidrio. Uno de los chicos, quizás de la edad que tendría Bastian tras los sucesos de la primera semana, se dio la vuelta y se espantó al ver la figura de Kian en el marco de la puerta, dejando caer una bolsa negra que choco en seco contra la nieve. El chico mientras corría hacia el niño pequeño saco una pistola. Kian no lo podía creer. El chico mayor disparo contra él. Kian no pudo reaccionar a tiempo, recibiendo la bala en su mano izquierda, y un roce en el mismo brazo.

    – ¡Hermano!– Grito el niño pequeño.

    – ¡Corre! ¡Deja eso ahí! ¡Lo importante es huir!– Grito el hermano mayor. Jalando al menor con fuerza.

    Kian se resguardaba aun lado del marco de la puerta. Se quejaba por el dolor de su mano. Volvió a echar un vistazo hacia los niños. El hermano mayor disparo otro par de balar, una rompió la ventana de un lado y otra choco en la pared. En ese momento Kian levanto la mirada y observo a dos soldados llegar rápidamente.

    – ¡Manténganse seguro, Teniente Kian!– Grito uno de los soldados al levantar su metralleta.

    – ¡¿Qué?!

    El hermano mayor volteo hacia sus espaldas. Giro la mitad del cuerpo y disparo como pudo sin acertar ningún disparo cercano al soldado.

    Kian le grito al soldado – ¡No lo hagas!– Pero el disparo se dio. El tronar de aquella bala silencio el odio del Teniente. Su rostro palideció. Giro su cabeza hacia donde se encontraban los hermanos. Por un momento su tiempo se congelo, cosa que ni Kian lograba hacer. Observo la nieve tintarse de rojo y el cuerpo del hermano mayor caer a la nieve. El chico se retorcía, la bala le había dado en la espalda, por donde se encontraba el hombro, un poco cerca del corazón. El hermano menor cayo con el hermano y empezó a gritar desesperado. Los demás niños cruzaron el río helado y se perdieron en el bosque.

    – ¡¿Por qué lo hiciste idiota!?– Grito el Teniente al soldado.

    – ¡¿Cómo que por qué?! ¡Ellos dispararon primero!

    – ¡Son niños, estúpido!

    – ¡Y nos disparaban!

    – ¡Eran peligrosos!

    – ¡Es sordo, soldado! ¡Son niños!

    – ¡Mire su mano, Teniente! ¡Eso no le parece peligroso! ¡Un poco más para la muñeca y hubiese perdido una extremidad! ¡Soldado! ¡Vaya tras los niños! ¡Teniente, tranquilícese, los refuerzos llegaron, el Capitán Gus está bien y estamos enfrentando a los bandidos! ¡Quédese aquí!– El soldado dejó a un lado al Teniente y corrió junto con su compañero en dirección a los niños.

    El viento soplaba frío. Kian se apoyó en la puerta abierta – ¿Así es como hubiesen terminado los chicos de no haber sido familiares de los Generales?– Pensó Kian con melancolía.

    La nieve le recordó a aquel día en que conoció a Abraham Arcnaik. Un día helado, lleno de nieve con el ruido espectral de los bosques – ¿Así es como hubiese terminado yo?–El teniente observo la escena con la mirada vacía. Tan vacía como el infinito color blanco de aquel bosque antes del disparo.
     
    Última edición: 29 Noviembre 2019
  19. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 18 - El Festival de Inicio de Primavera
     
    Aldo MV Gallardo

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    Capítulo 18 – El Festival de Inicio de Primavera

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    -20 de Marzo de 2893 D.C.-

    El fin de la tarde llegaba con la obscuridad lila que en el cielo se veía. La gente caminaba vestida de coloridos atuendos hacia el listón que separaba la calle principal de LaneCloud, donde pasaría el desfile que terminaría en Hericent. Las farolas estaban encendidas, al igual que centenares de lámparas hechas de papel. Los venderos ambulantes aprovechaban la espera por el inicio del desfile para poder vender los primeros productos de esa noche.

    A lo lejos, en las partes más recónditas de LaneCloud, en las ultimas fronteras del territorio del pueblo. Ahí se encontraban los muchachos vistiéndose para el festival. Martin estaba terminando de vestir a Mike con una elegante camisa abombada de color negro, tan puro y obscuro como sus ojos y su cabello, haciendo contraste con sus pantalones blancos, casi tan blancos como su piel pálida. Le peinó hacia atrás, esto molestó al niño, el cual odiaba que le peinasen.

    –Martin, ya… deja de peinarme… quiero ir al desfile para ver a Mairis…– Se quejó el niño, dando unas pataleadas leves.

    – ¡Ey!– Gruñó Martin al ver que empezaba a patalear. Mike apretó los labios y se tomó de las manos. Era un lindo niño de cinco años –Ya estoy terminando– Finalizo Martin con un rostro severo.

    –Llegaremos tarde… No la veremos…– Murmuró el niño, hinchando sus cachetes.

    –Llegaras a tiempo. A demás, ninguno de los chicos ha bajado todavía. No puedes irte solo. Tendrás que esperar hasta que alguno de ellos baje– El hombre término de peinarlo. Tomo el pañuelo que estaba en la mesita de la sala.

    Se agacho y empezó a pulir los pequeños zapatos negros.

    Mike abrió los ojos y empezó a quejarse – ¿Enserio, Martin? ¡Tardaremos más! ¡Tú mismo has dicho que tenemos que ser puntuales!

    –Calmado, amiguito. Tienes que verte bien, todos se verán fabulosos durante el festival. Mi pequeño, el niño de Martin Price debe verse tan bien como su padre, o acercándose como mínimo –El hombre le sonrió y el niño compartió el gesto. Le acerco la mano hasta su rostro y le empujo la frente. Martin soltó una risa tierna.

    Por las escaleras dos muchachos bajaban corriendo. Uno cruzo más rápido que el otro, tras un empujón.

    – ¡Bastian!– Vociferó una voz que sonaba molesta – ¡Si me caigo mi atuendo quedara arruinado!

    –No pasó nada, Bruno, ¡Corre, ya se nos está haciendo tarde! ¡El desfile empieza al final de la tarde!

    – ¡Ustedes dos! ¡No corran por las escaleras!– Aulló Martin. Los chicos desaparecieron de la vista del hombre, pero tan rápido como habían cruzado se regresaron para pedir disculpas.

    Bastian estaba vestido con un pantalón negro y una camisa de color azul claro tan abombada como la que tenía Bruno y Mike. Bruno, llevaba un pantalón café con una camisa blanca. Ambos poseían unos zapatos negros y se encontraban totalmente peinados. Ese tipo vestimenta era la prioritaria en el evento.

    – ¡Mike, ¿que esperas? Vámonos!– Gritó Bastian con cierta prisa.

    – ¡Ya voy!– El niño salto del sillón y salió corriendo a un lado de su hermano. Los tres chicos apuraron el paso corriendo en un instante a otro. La puerta se abrió de un jalón, azotando con la pared.

    – ¡Ey! ¡No termine de pulir los zapatos de Mike!– Grito Martin tras cruzar la sala y llegar a la cocina. Vio que sus figuras ya habían desaparecido por el marco de la puerta y ahora solo eran sombras uniéndose al inicio de la noche. Corrió hasta la puerta y volvió a gritar – ¡Enseguida llego allá! ¡Cuida de Mike, Bastian!

    Por las escaleras bajo Kian en un descenso veloz. El joven llevaba puesto su uniforme completamente limpio y planchado, completo con su saco de color verde y su boina. Martin volteo y lo vio, sorprendido por la elegante imagen que demostraba.

    –Esos niños…– Se quejó mientras bajaba –Ya huyeron, ¿verdad?…

    –Si– Contesto vacilante el tutor –Te ves increíble, Kian, ¿Por qué tan formal? –Se nos dará una medalla por el arresto del traficante que capturamos Gus y yo, hace unos días. Se nos pidió asistir con nuestro uniforme completo. Sera uno de los grandes eventos del festival– Kian hecho un vistazo a su ropa –Estoy nervioso… No importa cuántas condecoraciones ya me hayan dado, siempre es lo mismo…– Soltó una risa fugaz muy aguda. Después aclaro su garganta.

    –Suele pasar…– Comentó el tutor con una sonrisa alegre –Ve con ellos, Kian. Yo todavía no estoy listo…– Martin se tomó la camisa, la levanto un poco y la tiro con desprecio, era una camisa verde muy vieja que solía utilizar para dormir.

    –Claro. Te veo en el festival– El joven le saludo de manera militar, pues Martin era alguien de puesto superior y le había dado una orden. Kian le sonrió y tan pronto despego su mano de su frente, el cuerpo desapareció sin dejar ningún rastro.

    –Vaya…– Murmuró Martin –Ser mago del tiempo sí que tiene beneficios– El hombre subió hacia su cuarto para cambiarse.

    Mientras los chicos corrían en dirección al pueblo; Hacia esa línea que brillaba como un incendio en medio de la noche; Se encontraron con la actual novia de Martin. Una joven muy guapa que había llegado a Hericent por la visita de un familiar. Se había establecido en el pueblo tras conseguir un trabajo como secretaria en las oficinas del ayuntamiento de LaneCloud. La mujer llevaba puesto un vestido corto de color rojo que se generaba por cientos de listones cayendo. Llevaba sandalias marrones y una flor en el su hermoso cabello negro ondulado.

    Los chicos la saludaron rápidamente al pasarle a un lado.

    – ¡Martin todavía no está listo! ¡Traten de llegar tiempo!– Grito Bastian al cruzar.

    La mujer sonrió al verles y contesto con su dulce voz –Está bien, chicos. Los vemos allá– Les continúo viendo con una sonrisa en el rostro. Dio un brinco de susto cuando de pronto apareció un hombre uniformado a un lado de los muchachos, era Kian. Soltó un suspiro al identificar al joven. La mujer continúo el recorrido hasta llegar a la casa del Coronel.

    –Voy a pasar– Dijo tras tocar la puerta blanca que daba para la sala.

    – ¡Claro!– Grito desde el piso de arriba el hombre.

    La mujer pasó. Se sentó en la sillas de madera que rodeaban a la mesa y observo el gran cuadro que se encontraba en la pared. Un retrato familiar de todas las personas que vivían en la casa. Era vieja, pues el pequeño Mike era mucho más pequeño, y los chicos era unos niños.

    Martin bajo rápidamente las escaleras. Vestía una camisa abombada de color amarillo junto con un pantalón negro y zapatos perfectamente pulidos. Tras bajar le sonrió a la mujer y se acercó para besarla – ¿Cómo estas, Andrea?– Le dijo después del beso –El hombre volteo hacia abajo y observo la vestimenta de la mujer –Te ves hermosa, hoy. Ese color rojo te queda muy bien.

    La joven empezó a reír apenada. Le acaricio el cabello dorado y ella hizo lo mismo que el hombre. Le miro de arriba abajo y levanto las cejas con una mirada coqueta –Debo admitir que usted tampoco se ve nada mal, Coronel.

    Martin soltó una risa y la volvió a besar. La chica le mantuvo una sonrisa. Después le soltó para divagar por la casa –Nunca había venido a tu casa. Es muy bonita. Me gustó ese cuadro, aunque ya es viejo, tan solo mira lo pequeño que se ven todos.

    –Oh, sí, es de hace unos años. Creo que Mike tenía como un año y medio cuando tomaron la fotografía. Habrá que hacer una nueva…– El hombre hizo una pausa–Tú puedas aparecer en ella…–Dijo Martin con una voz baja en oído de la mujer, al mismo tiempo que le abrazaba por la espalda. Andrea le sonrió con gusto.

    –Tienes razón, no sería una mala idea– La joven observo el cuadro y después apunto hacia el hombre mayor que se encontraba en el fondo con una pose completamente recta con los brazos hacia atrás –Ese es tu compañero del que me hablaste, el hombre que está de viaje…
    –Exacto, Claarn, volverá dentro de poco. Cuando vuelva vamos a llevar a los muchachos a sus pruebas de adopción de magia.

    La chica asintió lentamente mientras mantenía su sonrisa –Son todos unos prodigios, ¿verdad? No cabe duda que son Arcnaik y Hellwell… Vaya, tu compañero se parece mucho a Abraham Arcnaik.

    Martin soltó una risa –Todos se lo dicen. Aunque es completamente cierto, si fuesen de la misma edad podría decir que son gemelos. Recuerdo que Bruno durante un tiempo estuvo molestando a Bastian con una burla sobre que Claarn era su tío. De llegar a ser verdad no me resultaría para nada extraño.

    Andrea empezó a reír delicadamente ante el comentario –Quizás son parientes lejanos.
    El joven sonreía al apreciar la belleza de Andrea. Si no contestaba podría llegar a notar que quizás la estaba observando demasiado –No lo sé, Claarn nunca me ha hablado de sus parientes. Es demasiado reservado…

    Ambos se quedaron observando el cuadro unos segundos más. Luego Andrea se giró y le dijo a Martin –Tenemos que irnos ya, el desfile comenzara pronto.

    Martin volteo hacia el reloj cucu que se encontraba en la esquina de la sala. Le sonrió a la mujer y le tomo de las caderas –Aun tenemos tiempo… Nunca te había traído hasta aquí, ¿verdad?, quizás nunca volvamos a tener una posibilidad así… Los chicos están yendo hacia el desfile, mi compañero está de viaje y nosotros estamos solos, tu traes ese bonito vestido color rojo…– El hombre la beso repentinamente – ¿No crees que deberíamos aprovechar este momento juntos?

    –Creí que era la única que lo había pensado– Andrea acerco su mano al rostro del coronel y le beso apasionadamente. La noche llegó en el momento en que un vestido y una camisa cayeron al suelo.


    (...)​


    La calle principal estaba repleta de personas de muchos lados diferentes. Todo el público coreaba a los artistas del desfile a que diera inicio el show. La calle se iluminaba más que nunca en el inicio de la obscuridad.

    La música empezó a sonar. Desde la curva obscura donde no iniciaba el desfile empezaron a salir desde las penumbras un montón de artistas bailando y haciendo interpretaciones; todos vestidos de diferentes colores, distintas formas, distintos atuendos. La pirotecnia pequeña no se hizo esperar y empezó a tronar de pronto. Distintos artistas empezaron a iniciar sus actuaciones, algunos usando magia para hacer grandes maravillas visuales, otros divirtiendo al público utilizando malabaristas y trucos de puntería. Los demás eran bailarinas, actores y músicos que embellecían el escenario con un talento insuperable. Los gritos de las personas iniciaron y con ellos el inicio del desfile y el inicio del festival.

    Mairis y sus amigas estaban nerviosas. Soltaron un chillido en el momento en que la carroza empezó a moverse. Una carroza movida por cuatro caballos uniformados por mantos color anaranjado y blanco. Todas las jóvenes empezaron a reír nerviosas por el susto y el miedo al público.

    La luz se fue intensificando cada vez más. Poco a poco se dejó ver la decoración de la carroza. Una mezcla de colores entre anaranjados, blancos y amarillos hechos de telas y papeles dejó ver la plataforma sobre el que se encontraban las jóvenes bailarinas.

    Más pronto que tarde la luz golpe el rostro de Mairis, la jovencita se tapó los ojos y pudo ver una calle muy larga con una multitud que aclamaba el inicio de su espectáculo. Mientras tanto el público pudo ver la vestimenta de las chicas. Una falda por arriba de las rodillas abombada de color naranjas y blancos con una flor pegada en el final de la curvatura de la espalda. A los costados dos tiras de campanillas doradas. Una camisa de tirantes de color blanco con brillos naranjas. En las muñecas unas pulseras de campanillas, acompañados de unas sandalias beige con unos listones de campanillas en las tobilleras derechas. El cabello suelto con una flor amarrada en la cabeza.

    El grupo de jovencitas quedo paralizada ante el pánico escénico, únicamente observan a todo el público, las luces y los demás artistas que se encontraban enfrente de ellas.

    Pasaron unos segundos y nadie empezaba bailar. Mairis apretó el puño. Sus piernas temblaban de nervios. Se acercó hasta el frente y tiro de un cordel con todas sus fuerzas. Unas varillas largas que se encontraban en las esquinas se encendieron de pronto. Las bengalas empezaron a soltar montones de chispas hacia arriba, pareciendo fuentes de luz.

    – ¡Va–Vamos a hacerlo!– Gritó Mairis a sus amigas. Las chicas se asustaron, pero asintieron rápidamente.

    Mairis volteo hacia los compañeros que les ayudarían con la música, unos jóvenes que se encontraban a un lado vestidos con los mismos colores que las chicas. Los hermanos y primos de unas de sus compañeras. Mairis conecto la vista con uno de ellos y le asintió con una mirada decidida. El joven asintió, volteo con sus compañeros. Mairis volvió a ponerse en su lugar. Todas las jóvenes pusieron sus piernas derechas enfrente. El joven de los tambores levanto los palillos, los choco entre si dos veces y después los bajo súbitamente. El retumbe de los tambores inicio su música y con el primer golpe al tambor las chicas golpearon el piso, haciendo sonar sus campanillas y dieron inicio a su baile. El público aclamó eufórico.

    Mairis sintió una excitación emocionante al ver que todo coincidía, la música, el baile, los gritos. Todo se coordinaba tan bien que solo hacía que se emocionara más y más. Bailando con mucha más energía y explotando en felicidad. Una sonrisa se quedó marcada en su rostro por todo el recorrido del desfile.

    El baile era una mezcla energética entre lo que sería un baile hawaiano y folclore mexicano. Era un baile conocido en las islas medías y lugares más calientes que LaneCloud, por eso relució tanto ante la vista. Había sido instruido por la hermana mayor de una de las amigas de Mairis, una mujer que había viajado a lo largo de todo el mundo, viendo distintos eventos a lo largo de todos los reinos. Era un baile hermoso y lleno de pasión.

    – ¡Lo haces increíble!– Gritaron unos jóvenes a mitad del evento. Mairis siguió bailando, pero pudo echar un vistazo. Ahí estaban todos, Bruno, Bastian, Mike arriba de Kian, incluso Gus estaba a un lado de ellos coreando su nombre. No estaba Martin, tampoco Andrea, pero en ese momento no presto atención a ese detalle. La chica mostró una sonrisa temblorosa, solo para después hacer relucir una sonrisa enorme y feliz. El baile continuó y ella empezó a dar vueltas como era debido, seguido de unos movimientos de cadera y golpeteos con el pie. Sus amigos estaban hipnotizados por la belleza de la jovencita bailando con todo el furor que su pequeño cuerpo podía desprender. En ese momento no importaba lo enamorados que podría estar Bastian y Bruno de Melissa y Alicia, Mairis las opacó por completo de su atención.
    El carro empezó a marcharse – ¡Tenemos que seguirlo!– Grito Kian.

    – ¡Hacia allá!– Gritó Mike apuntando con entusiasmo y señalando el camino que se alargaba hasta las luces de Hericent.

    Mientras que corrían entre la multitud, Bruno se quedó perdido en el baile de su hermana. Sonrió de manera temblorosa y se limpió las lágrimas.

    – ¡¿Que te sucede, Bruno?!– Gritó Bastian.

    Bruno empezó a reír de manera nerviosa. Se froto los ojos y volteo con Bastian. El rostro del chico estaba enrojecido y con una sonrisa enorme en el rostro. Sus ojos húmedos brillaban más que nunca ante las luces del festival –Nunca la había visto tan feliz… ¡Se ve tan linda!– Dijo con una voz quebrada.

    Bastian volteo hacia la carroza y hacia su amiga. El chico sonrió con la misma sonrisa temblorosa – ¡Ella es lo más hermosa que nos queda…!– Grito el chico. Volteo de nuevo ante su amigo –Y por eso… ¡No voy a perderme ni un segundo de esto!– Tomó a su amigo de la muñeca y lo empezó a jalar para que se apurara.

    Siguieron el carro hasta el final del desfile.


    (…)​


    El desfile terminaba donde iniciaba el festival. Un montón de carpas con muchos grupos de comida, bebida, golosinas y juegos se encontraban ahí. El festival daba inicio cuando llegaba el último show del desfile. Después de eso, ambos alcaldes lanzaban dos juegos pirotécnicos haciendo estallar y dar inicio el inicio del festival. La fiesta de ambos pueblos.

    Hericent se transformaba en una fiesta completa, llena de muchas cosas que hacer y comer. Todos vestidos de diferentes colores y pasándoselo bien de una u otra forma.

    Al momento de llegar al festival todos los carros se iban hasta una parte apartada para dejar todo lo usado en el desfile. Listos para ir al festival.

    Los chicos siguieron la plataforma hasta ese lugar apartado y obscuro.

    Mairis salto de la plataforma justo antes de que parara y cayó sobre su hermano y su amigo. Los abrazo entre risas. Por poco todos caían al piso, pero los chicos pudieron mantener la postura. La chica sonaba tan feliz, que ellos mismos se contagiaron de esa misma felicidad. Mike se bajó de la espalda de Kian, ensuciando un poco el uniforme verde. Gus se burló de él por esto.

    – ¡Estuviste genial, Mairis!– Dijo Mike al saltar a los brazos de la jovencita. – ¡Gracias, Mike! ¡Te ves muy bien!– La chica empezó a jugar con su nariz y la del niño. Como un beso esquimal. Bastian y Bruno sonreían ante el momento.

    –No tenía idea que sabias bailar tan bien– Comentó, Bastian.

    La chica soltó una risa penosa y se tomó el cabello –De hecho yo tampoco.

    –Una prodigio para todo. Estoy muy orgulloso de ti– Dijo Bruno con una enorme sonrisa.

    –Muchas gracias, hermanito– La chica se sonrojo.

    Las amigas de Mairis gritaron desde la parte de arriba de la plataforma – ¡Fuiste fantástica, Mairis!– Gritó una de las chicas.

    – ¡De no ser por ti quizás hubiésemos saltado del carro!– Gritó otra.

    – ¡Si, Mairis, te debemos mucho! ¡Sin ti todo hubiese sido un fracaso!– Gritaba Alicia desde el fondo, apenada por su vestimenta al ver que Bruno se encontraba por ahí. Bruno se sonrojo al verla y desvió la mirada de la chica.

    – ¡A demás fuiste la que mejor bailo de todas!– Alago esta vez Melissa. Acercándose hasta el final de la plataforma y sonriéndole con unos bellos dientes – ¡Ustedes también, chicos! ¡Siguieron el carro por todo el desfile! ¡¿Tienen idea que tan lejos estamos desde el inicio del desfile?!– Esta vez conecto la mirada con Bastian y la chica se recogió su cabello rizado dejando ver su cuello. Bastian no podía deducir si esos chapetes eran porque estaba ahí, o era maquillaje. Pero se miraba hermosa. Los chicos se sintieron apenados, pero rápidamente tomaron una pose de orgullo. Esto hizo reír a una que otra de las chicas.

    Mairis empezó a sonrojarse –No, no, no, no fue para tanto, no, ustedes bailaron muy bien… Yo no fui la gran cosa…– Decía con una voz apenada. Sus amigas empezaron a reír.

    – ¡Vamos al festival muchachos, es hora de divertirnos todos!– Aulló Gus emocionado.

    – ¡Todos sígannos!– Grito Kian.

    Las chicas saltaron de la plataforma y corrieron ante Mairis, acompañadas de los chicos y liderados por Kian y Gus.

    Caminaron unos minutos hasta llegar al festival.


    (…)​


    El festival era un gran evento realizado por LaneCloud para celebrar a la primavera, que al mismo tiempo coincidía con la fundación de Hericent.

    El evento cada vez había sido más grande, ahora no solo se llenaba la gran plaza principal del ayuntamiento de Hericent, ahora la festividad se extendía cuadras a lo lejos de esta. Cada vez existían más turistas que venían a dicha festividad, lo que generaba una interesante mezcla de culturas que hacia relucir el festival como algo más vivo de lo que por si era.

    En general el evento se conformaba inicialmente del desfile. Al llegar a la plaza principal nos podíamos encontrar con decenas de decenas de puestos donde poder comer platillos exóticos, típicos, extranjeros o raros de todas partes del mundo. También se topaban con la multitud de actividades, como lo eran el tiro al blanco con rifles de postas, juegos de canicas, tiro de aro, golpe de fuerza, entre muchos otros. Una de las partes más importantes del festival era el baile acompañado de una multitud de grupos distintos, la pista de baile principal se encontraba en el centro de la plaza principal, las demás se encontraban repartidos a lo largo del festival. Así como el festival estaba repleto de muchos puestos de comida, de igual manera la bebida no podía quedarse afuera. En más de uno de los puestos se vendía cerveza y en muchos de los puestos se podía ir únicamente a beber. Existían bebidas traídas de todas partes del mundo, cervezas del reino más lejano, así como licores traídos de los lugares más fríos tocados por el hombre y vinos provenientes de los lugares más calurosos. La diversión era el sentimiento predominante en todo festival. Quien no se divertía, era porque no quería hacerlo.
    Los chicos se separaron de Kian cuando el joven y su compañero Gus fueron llevados a otro lugar para preparar la condecoración que se les daría por su excelente servicio, tanto como soldado así como sheriff. Fue en el momento en que se separaron cuando los chicos empezaron a visitar todos los lugares que tenía ese enorme festival.

    Cruzaron primero que nada a los juegos, donde Bruno aplasto brutalmente a todos los concursantes en el tiro al blanco con postas, debido a su increíble habilidad con las armas. El chico consiguió muchos puntos y dejó tan impresionado a los elaboradores de este juego que le dieron tres regalos muy costosos; unos peluches traídos desde Frandall, el reino de lo artístico. Eran muy bonitos, excelentemente hechos. Bruno era muy tímido, pero gracias a Bastian y Mairis lograron convencerle de darle uno de los peluches a la Alicia. Quizás una de las cosas más complicadas no fue convencer a Bruno de dárselo, sino convencer a Alicia de aceptarlo. La chica se puso muy roja, pero durante toda la tarde no soltó el peluche, así como tampoco dejó de agradecer el gesto. Los otros dos peluches se los dio a Mike y Mairis.

    Continuaron jugando continuamente en cada cosa que podían. Incluso llegaron a jugar un poco de póquer con unos adultos, donde Mike gano, más por suerte que por otra cosa.

    También llegaron a los juegos de tiro de aro, donde Bastian intento usar magia para poder meter adecuadamente los aros. El aro se hizo pequeño en el momento en que Bastian utilizo magia sobre él. El encargado, un joven delgado hasta los huesos con tatuajes en el cuello se quejó de Bastian, así que tuvieron que huir para que no les hiciera nada.

    Fueron a bailar y tomaron unas bebidas con poco alcohol que pagaron discretamente mientras Mairis y sus amigas hablaban con el dueño. Un joven alto y musculoso que se apenaba de manera irreal por los halagos de las niñas. Bebieron y fingieron estar borrachos para preocupar a unos guardias que vigilaban el festival.

    Llegaron a jugar en la prueba de fuerza, donde Bastian se lució levantando el palillo de metal hasta la campana. Las amigas de Mairis reían ante los gesto de supuesta rudeza de Bastian. Fue así hasta que Mairis también hizo la prueba y rozo la campana. Entonces empezaron a burlarse de Bastian por tener la fuerza de una chica delgada y pequeña. Finalizaron yendo a bailar a la pista principal, donde todos bailaron animadamente durante horas. Bastian tuvo que jalar a Bruno hasta la pista, mientras que Mairis tuvo que convencer a Alicia. Una vez adentro los dos chicos bailaron de manera tímida, hasta que tomaron confianza y empezaron a bailar de manera animada. Melissa bailo con Bastian después de parecerle sumamente tierno ese lindo gesto de querer hacerlos bailar juntos. Bastian estaba muy feliz mientras que bailaban. Por un momento se perdió en lo linda que se miraba su acompañante. Bailaron animadamente hasta desfallecer. Bruno con Alicia, Bastian con Melissa y Mairis con el grupo de sus amigas y Mike, que término quedándose con ellos a lo largo de la noche. La obscuridad de aquel manto negro con estrellas se opacaba con la alegría de estar ahí viviendo ese momento, de estar viviendo por primera vez el amor y la vida misma. Celebrando la belleza de aquel día que daba inicio a la primavera.


    (…)​


    Después de una larga sesión de baile terminaron sentados en una banca larga para tomar un respiro. La banca se encontraba en medio de dos puestos de comida que únicamente levantaba el hambre en ellos. Enfrente de ellos se encontraba la pista principal.

    – ¿Esos son Martin y Andrea?– Pregunto Mairis que estaba sentada a un lado de Bastian.

    Bastian levanto la cabeza, observo a la pareja bailar energéticamente a un perfecto compás con la música que sonaba. Una mezcla de rock y folk. El vestido de la mujer volaba ante cada movimiento, así como los zapatos de Martin, que parecían desaparecer tras cada paso –Si, son ellos, ¡Bailan increíble!

    –No los vi durante el desfile…– Murmuro Mairis con una mueca en la cara.

    –Martin todavía no estaba listo cuando salimos nosotros. Yo los vi, pero a la mitad, cuando llegábamos a Hericent.

    –Bueno, quizás solo me falto prestar un poco más de atención… ¿Hacen una increíble pareja no lo crees?

    –Se miran muy bien juntos, Martin parece muy contento con ella. Andrea es muy agradable, es la mejor novia que ha tenido Martin hasta ahora.

    – ¿Crees que se casen?

    Bastian empezó a reír –Oye, tranquila, apenas llevan unas semanas que están juntos, ¿Cuándo la conoció? ¿Días después de que se fue Claarn? Deben llevar apenas un mes de estar saliendo. Es muy pronto para hablar de eso.

    Mike de pronto interrumpió – ¡Sí! ¡Quiero que se casen! ¡Quiero tener un hermanito!

    –No es necesario estar casados para que eso pase…– Mairis le golpeo el hombro y le hizo una seña de silencio, parecía penosa por el tema.

    – ¿Que no los señores que se encuentran casados cuando se besan mucho tienen bebes? He visto a Martin y Andrea besarse muchas veces y no veo que haya bebes…

    –Ah… eh… si, yo me equivoque Mike…– El niño pequeño se cruzó de brazos y levanto el pecho como una muestra de completa confianza. Las amigas de Mairis empezaron a reír tanto por los gestos nerviosos de Bastian, así como la pose de Mike.

    – ¿Cuántos años crees que tenga Andrea? Se ve joven, ¿Crees que ya tenga veintidós como para que ya pueda tener bebes?

    –Yo creo que sí, se ve joven, pero tampoco tanto, ¿Veintidós años es la edad de las mujeres para tener hijos? ¿No era veinticuatro?

    –No, veinticuatro es para los hombres.

    –Oh, cierto…– El chico empezó a reír de pronto –Recuerdo que cuando conocí a Martin me dijo, “Tengo veinticuatro años, la edad del peligro”– Volvió a reír, esta vez junto con Mairis y la amiga de un lado que también escucho –Ahora entiendo a que se refería.

    Martin hizo un comentario repentino –Vaya, papá tiene veintinueve años… No lo parece, ¿Cuántos años crees que tenga papá mayor?– Preguntó a Bastian al dar un cuarto de vuelta.

    –Waaa, no le digas papá al sheriff…– Se quejó Bastian con una mueca de asco.

    –No seas infantil, Bastian– Gruñó Mairis–Es como nuestro padre.

    – ¡Es papá mayor!– Grito Mike molesto.

    –No, no, no, nosotros tuvimos un padre Mike. Hace cinco años.

    –No lo recuerdo– Dijo el niño de manera despreocupada.

    –Eso no significa que no sea tu padre…– Contesto Bastian molesto y un rostro enfurecido, pero manteniendo la compostura.

    –Está bien, pero padre mayor, sigue siendo padre mayor– Se quejó el niño por ultima vez.

    A Bastian le lastimaba mucho escuchar que su hermano no tomaba en importancia a su familia fallecida. Era un tema que a veces solía frecuentar con él para que no los olvidara, pero Mike siempre repetía la misma respuesta: “Papá Martin, papá Claarn, mami Mairis, hermano Bastian, hermano grande Kian, hermano Bruno”. Era una forma de pensar bastante peculiar que el adolescente no terminaba por comprender. Aunque sabía que Mike no pensaba del todo que esa gente que mencionaba era su familia.

    Bastian recordaba muy bien una noche en que encontró a Mike observando la foto de sus padres durante bastantes minutos. Es normal. Pensaba Bastian. Nada llena el vacío dejado por el hueco de unos padres. Nunca dijo nada. Ya que el niño lo único que hizo fue ver la foto sin hacer ruido. No sabía en que estaba pensando, pero su rostro demostraba que estaba pensativo, e incluso llegaba a verse melancólico.

    Una de las pláticas que más había molestado a Bastian sobre el tema de su familia, y que lamentablemente tenía que aceptar que su hermanito había tenido la razón, es que Bastian siempre hablaba sobre la muerte de su madre, su padre y su abuelo. Mas sin embargo nunca hablaba de su tío muerto durante la guerra, o del hermano mayor que tenían y había fallecido durante un accidente. Así como tampoco hablaba de sus dos abuelas, las cuales habían fallecido durante la guerra. Mike dijo que era egoísta pensar en solo ellos tres, y Bastian una vez terminada aquella pelea comprendió que tenía razón, el no dolía la muerte de su verdadero hermano mayor y eso que había convivido con él cuando Bastian todavía era un bebe. Eso le hacía pensar en que quizás Mike nunca lo hubiese llorado si hubiese sido asesinado por los dos hombres de aquella trágica noche.

    – ¡Hey!

    Bastian reacciono.

    – ¿Estas bien? ¿Enserio te molesto tanto que dijéramos “papá mayor”?– Pregunto Mairis de manera tímida y con un puchero en la boca.

    –No, no, no, no, bueno, sí. No me gusta que llamen así a Claarn, quizás Martin, pero Claarn no.

    Mairis soltó unas risas delicadas –Estoy segura que algún día le vas a decir papá a Claarn.

    Bastian soltó una risa desafiante –Te apuesto uno de mis increíbles hamburguesas con salsa dulce picante a que no lo digo de aquí en quince años.

    Mairis volvió a reír –Muy bien, si no lo haces entonces yo te haré el mejor pastel de piña que pueda hacer.

    –Es un trato–Ambos se estrecharon las manos. Sus miradas eran apasionadas, a pesar de ser un simple trato de chicos, que quizás llegarían a olvidar tarde o temprano.

    – ¡Bastian!–Grito Melissa, a pesar de estar al lado de él.

    – ¿Qué sucede?– Pregunto el chico amablemente.

    – ¿Podrías comprar algo de comer? Todas morimos de hambre… por favor…– La chica volteo hacia el grupo, todas las amigas de Mairis y Melissa empezaron a asentir rítmicamente.
    – ¿Qué? ¿Por qué no le dicen a Bruno? Quedamos que el manejaría el dinero de todos. Yo no tengo nada en mis manos… A todo esto… ¿Y Bruno?– Bastean hecho unos vistazos hacia sus lados, incluso inclinándose hacia enfrente y hacia atrás, pero no había señal de su mejor amigo.

    –Es por eso que te digo a ti, Bruno fue a comprarle un jugo de frutas a su noviecita y no han regresado…– La chica abrió los ojos de pronto. Volteo con sus amigas – ¿Crees que se habrán ido porque quieran estar a solas?

    Mairis salto de pronto y empezó a reír de manera nerviosa – ¿Qué dices? ¿Bruno no es así?... Eso creo…

    –Bueno, eso no importa, ya los interrogaremos cuando lleguen, pero el punto aquí es que todos tenemos hambre y no tenemos dinero, ¿Qué pasan si no vuelven?...– Dijo otra de las amigas de Mairis. Al igual que Melissa, esta jovencita volteo de pronto con las demás y hablo en voz baja – ¿Y si se la robo? ¿En los cuentos dicen que los príncipes de la antigüedad hacían ese tipo de cosas? Y a ella le gusta mucho leer ese tipo de cuentos.

    – ¡¿Qué?!– Chillo Mairis, aún más nerviosa.

    Bastian le dio unas palmadas en el hombro mientras soltaba unas risas tras la reacción de su mejor amiga. Después de reír un poco el chico continuo con el tema principal –Discúlpenme chicas, pero no veo la forma en que pueda conseguir comida. Al menos que pida fiado, pero no creo que fíen en un festival…

    De pronto se escucharon unos quejidos – ¡Te digo que la gente de Nuk quiere ocasionar una nueva conquista masiva en las Islas Medías! ¡Quieren repetir una época de reinado como cuando gobernaba el reino de Sabbatelli! ¡Créeme que cuando estos hombres terminen con el reino de Yak seguirán subiendo hasta apoderarse de Telete, incluso estoy seguro que se aprovecharan de la guerra de Arbal y Vinaria para poder operar todo el sur de las Islas Medías! ¡Recuérdeme cuando suceda!– Todo este discurso la daba una voz conocida por los muchachos. Bastian la logro reconocer, volteo con Mairis y ella levanto las cejas como dudosa de su propia comprensión de aquella voz.

    – ¿Ese es Fabriccio?– Pregunto la jovencita.

    –Eso creo– El chico se levantó de la banca – ¿Por qué esta tan histérico?

    El chico dio un brinco por el susto cuando el hombre empezó a aullar más fuerte – ¡¿Qué demonios es esto?! ¡Te pedí una tortilla estilo Maf! ¡No un costillón de Olimpia! ¡Va, dámelo, pero no me lo comeré con gusto!– Bastian estaba nervioso y eso que se encontraba todavía cerca de la banca.

    –Bastian… Vuelve, no te vayan a hacer algo…– Comentó Melissa con preocupación. Esto emociono al joven, pero no le hizo caso.

    –Tranquila, es un amigo de la familia. Quizás pueda convencerlo de que me preste un poco de dinero– El chico le lanzo una enorme sonrisa. Sin embargo esto no dejó de preocupar a Melissa.

    Camino con miedo hasta el quiosco de donde provenían los quejidos. Abrió las cortinas rojas que daban forma al puesto y vio a un hombre delgado con una camisa blanca abierta, mostrando las guanteras de sus pistolas a los costados. El hombre estaba peleando con el cocinero del puesto mientras le señalaba con una botella de vidrio marrón que cargaba en la mano.

    – ¡Encima que esto cuesta doscientos Chas! ¡Eres un ladrón de verdad! ¡¿Vienes de Fastia verdad?!– El cocinero pareció molestarse por eso último, azoto el machete en la tabla para picar y puso sus enormes brazos hacia adelante sobre la barra en la que trabaja, parecía un gorila. Su entrecejo se marcó y en su frente las venas le saltaron.

    Bastian llego con el hombre y lo jalo de pronto –Fabriccio, vámonos, ¡Vámonos rápido!– Fabriccio mantuvo la mirada en el cocinero hasta salir. El chico logro oler un terrible hedor a alcohol y cigarrillos más fuerte de lo normal. Ellos sabían que el detective era alcohólico, pero pocas veces habían tenido que tratar con él en ese estado. Por ahora Bastian se sentía bien de haber sacado al detective de aquel quiosco, probablemente hubiese terminado muy mal de seguir adentro. El chico no había visto cuando, pero Fabriccio Había sacado su saco y la comida que había comprado.

    – ¡Oh Bastian! ¿Cómo estas, muchacho? ¿Qué te parece el festival ahora mismo? ¡¿Cuántas chicas has besado hoy?!– Gritaba entre pausas y un baile aleatorio que Bastian no lograba predecir.

    –Todavía ninguna…– Contesto mientras el hombre le abrazaba por el cuello –Pero puedes ayudarme a lograrlo si me prestas un poco de dinero. Te lo pagaré cuando Bruno vuelva de con su novia.

    – ¡Bruno tiene novia! ¡Demonios como pasa el tiempo! ¡La juventud es hermosa!– El hombre volteo hacia su derecha y una joven en vestido amarillo paso por un lado – ¡Las jóvenes son hermosas!– Gritó más fuerte que antes.

    Bastian soltaba unas risas nerviosas al ver el rostro de la joven de vestido amarillo voltear y decir una palabrota al escuchar a Fabriccio borracho –Vamos, Fabriccio, nos harías un gran favor, tenemos mucha hambre.

    – ¡Okeeeeeeeeey!– El hombre saco su billetera gris – ¡Toma todo esto!– El hombre le dio un fajo pequeño de billetes – ¡Hazlas felices, amiguito! ¡Cómprale la mejor comida de todo el festival! ¡Yo invito! ¡No te lo vayas a gastar en cerveza!... ¡O si!¡¿Por qué no?! ¡Eres joven! ¡Diviértete!– El hombre parecía muy animado.

    Bastian no sabía si regresarle el dinero o no, aunque pensaba que era mejor tener en sus manos aquel dinero, a que por culpa de su borrachera lo olvidara por ahí. Fabriccio meneaba el plato de comida que le habían dado de un lado a otro. Volteo a ver a Bastian súbitamente y le acerco el plato –Odio el costillón Olimpia. Atáscate… Te veo luego… El cocinero me dijo que a unos diez locales se encuentra un pequeño Bar que está vendiendo bebidas de Jenna… ¡Yo nunca he tomado esas bebidas! ¡Nos vemos, Bastian!

    Bastian se quedó quieto con el dinero y el plato de comida en la mano, completamente impactado por la forma de actuar de Fabriccio. Nunca lo había visto tan borracho, ni tan divagante. Solo esperaba que no se metiera en más problemas. El chico volteo hacia sus amigas y todas miraban perplejas al chico, después de todo no solo había conseguido el dinero, sino también la comida.

    – ¿Gustan?– Dijo con un tono triunfal. Las chicas empezaron a felicitarlo. Después de eso se fueron a comer un poco de sushi proveniente de los puertos de Calani.


    (…)​


    Unos minutos más tarde después de que Bastian se topase con Fabriccio, los alcaldes subieron arriba de la tarima y atrajeron la atención de la gente. El público escuchó atentamente el discurso de cada uno de los alcaldes. Agradecieron la asistencia, animaron a la diversión y dijeron que era momento de felicitar a dos grandes figuras que habían ganado fama estos últimos días. Cada hombre llamó al joven de su pueblo. Kian y Gus subieron al estrado desde escaleras diferentes, todo el público empezó a aplaudir.

    – ¡El público los adora, joven Thompson, sheriff Kian!

    A Gus pareció subírsele la fama y contestó de manera bastante –Siempre ha sido así mi querido alcalde, no sé porque se sorprende– El joven levanto la mano y empezó a saludar a todos los pueblerinos y extranjeros.

    Kian sonreía un poco nervioso. Al igual que su compañero, dejó un poco su formalidad y levanto el brazo saludando amablemente.

    El alcalde de LaneCloud empezó a hablar cuando los aplauso dejaron de ser tan intensos – ¡Estos jóvenes se encargaron de capturar a los distribuidores de drogas que estaban afectando a nuestros dos queridos pueblos! ¡Su trabajo siempre había sido excelente, pero este acto demuestra la competitividad de ambos muchachos, dejando los nombres de nuestros pueblos en alto!

    Dos chicas vestidas de militares subieron al estrado con dos cajas rojas en sus manos. El alcalde de Hericent continuo el discurso – ¡El Gobierno Mundial ha concluido que semejante acto debe ser galardonado y felicitado por lo que oficialmente se les dará un reconocimiento y su merecida medalla que ganaron de manera honorable!– Las jóvenes militares entregaron las medallas a los alcaldes y se dirigieron a ambos soldados haciendo un saludo militar. Kian se sonrojo al ver que la soldado era muy linda. Ambas jovencitas bajaron después del saludo.

    – ¡Hago entrega de esta medalla al Capitán Gus Thompson! ¡Una medalla que demuestra que su rango no solo proviene de su apellido, sino de su trabajo duro y competente! ¡Con esta medalla también se otorga este diploma otorgado y firmado por el General Continental de Dorinda! ¡Un fuerte aplauso para el joven!– El público aplaudo animosamente.

    – ¡Hablo por todo LaneCloud cuando digo que el joven Kian es uno de los mejores habitantes de todo el pueblo, querido y amado por todo el pueblo por su increíble humildad y ganas de apoyar al mismo en su crecimiento y seguridad! ¡Su participación es indudable en toda escena, no importa cuál sea! ¡Su trabajo claramente es el fruto del entrenamiento y enseñanza histórica como lo fue Abraham Arcnaik, el cual desde donde descansa debe estar aplaudiendo el increíble trabajo de su joven compañero! ¡Esta medalla solo simboliza un paso más en su crecimiento profesional y esperemos, que asi como Abraham Arcnaik, joven Kian, usted también ponga el nombre de LaneCloud en alto! ¡Al igual que al Capitán Thompson se le hace entrega de este diploma, firmado igualmente por el General Continental de Dorinda! ¡Felicidades, Teniente Kian!– El público enardeció en coros y aplausos. Kian se emocionó mucho al ver como el pueblo de LaneCloud, al igual que muchos de sus compañeros de Hericent festejaban su trabajo.

    – ¿Esto es todo de lo que haremos entrega, Alcalde?– Preguntó el alcalde de LaneCloud al de Hericent.

    –Me parece que no es suficiente, ¡Por eso pedimos que suba al estrado el General Marcus Thompson! ¡Un aplauso para el General que mantiene controlado nuestros queridos pueblos!– El pueblo aplaudió emocionada mientras que el hombre subía las escaleras. Saludo al público de manera cálida al llegar a la tarima. En sus manos se encontraba una caja negra.

    –Díganos, General, ¿A que debemos su participación en esta entrega de medallas?– Preguntó el Alcalde de LaneCloud como si desconociera el tema.

    –He venido, no solo a agradecer el increíble servicio proporcionado por nuestros dos queridos soldados. El señor Kian y el señor Gus son dos de los mejores talentos con los que cuanta nuestro cuartel, me parece que entregarles estas medallas y su reconocimiento no abarca todo por lo que podemos estar agradecidos hacia ellos. Es por eso que he venido a hacer entrega de sus nuevas chapas al ahora, ¡Mayor Gus Thompson!– El General abrió la caja negra y ahí se encontraban dos chapas con una estrella encima de ellas. Marcus se acercó a su hijo, el cual estaba complemente congelado en el escenario con un rostro de sorpresa perpetua. El General le puso su estrella en su listón encima de su nombre, demostrando su nuevo rango. Quito la chapa vieja y puso la nueva: “Mayor Gus Thompson”.

    Después se dirigió a Kian, el cual se encontraba igual de impactado que su amigo. El General reía silenciosamente mientras que veía a los dos jóvenes. Llego con Kian y empezó a hablar – ¡Al igual que quisiera hacer entrega de su nueva chapa al ahora, Capitán Kian!– La gente empezó a gritar de emoción. Se acercó al joven poniendo su nueva estrella y su nueva chapa que claramente afirma su nuevo rango como “Capitán Kian”.

    –Estoy muy orgulloso de ustedes, muchachos. Lo han hecho bien– Comentó el General con una sonrisa. Los chicos sonrieron agradecidos.

    – ¡Suelten el letrero de felicitaciones!– Gritó el alcalde de LaneCloud.

    – ¡También enciendan la pirotecnia!– Gritó el alcalde de Hericent.

    La lona cayó y la pirotecnia empezó volar por los aires. La gente se quedó callada. El General observo perplejo el letrero. Los alcaldes empezaron a murmurar. Kian y Gus no comprendían que estaba pasando. Se giraron para ver el letrero y vieron lo que decía:


    “Muchas felicidades a Gus Thompson y Kian por haber atrapado al distribuidor de drogas de todo Hericent y LaneCloud, el cual también distribuía todo los turistas que frecuentaban los pueblos. Es una gran pérdida para los negocios. Entonces, esperemos que nos les moleste que tratemos de recuperarnos un poco de las pérdidas. Sigan trabajando así. Todo esto es gracias a ustedes”

    Atte. La Familia Lebore


    – ¿Qué demonios es esto?– Preguntó Gus.

    –Parece que está hecho con sangre…– Respondió Kian, con los ojos desorbitados por el asombro. Después sintió un desgarre por la piel. Escucho el cuerpo de los alcaldes caer, al igual que los quejidos de Gus y Marcus. Volteo hacia debajo de su abdomen y vio la sangre escurrir por todo su uniforme. El cartel blanco escrito con lo que parecía ser sangre se manchó con un roció de más sangre, dejando un hueco de bala. Kian cayó de rodillas y empezó gritar de dolor. La mezcla entre balas y pirotecnia le impedía saber de dónde atacaban. Volteo hacia los demás hombres arriba del escenario. Con todas sus fuerzas activo su magia. Viendo como mucha gente se encontraba boquiabierta ante la escena, mientras que muchos otros tenían rostros de espanto, pues parecía ser que muchas personas vestidas de trajes negros con blanco empezaban a salir por todo el festival con armas y tomando gente a la fuerza. Kian estaba herido, no sabía que tanto podría hacer. Observo balas dirigiéndose hacia el escenario, parecía que se encargarían de matarlos llenándolos de plomo. Caminó como pudo hacia los cuerpos y los levanto. El dolor era ardiente y el mover los cuerpos en el tiempo ralentizado le causaba un gran esfuerzo. Movió todos los cuerpos del escenario hasta un cuarto que se encontraba detrás del escenario que parecía seguro. Camino entre el tiempo ralentizado hasta que se encontró con un soldado que reconocía que era médico. Volvió el tiempo a la normalidad. El soldado se sorprendió al ver el cuerpo ensangrentado del joven aparecer de repente frente a sus ojos.

    – ¡Capitán Kian!

    –A–Ayu–Ayúdanos…– El joven cayó al suelo.

    – ¡Tiene que descansar! ¡Parece que están atacando el festival!

    –Lo–lo están… lo están haciendo… hay muchos soldados… se harán cargo…– Kian levanto su brazo señalando al cuarto donde se encontraba el General Marcus, su hijo y los alcaldes –Ahí están todos los que estaban sobre el escenario… A–Ayúdanos…– Kian dejó caer el brazo y sus ojos empezaron a cerrarse. El soldado actuó rápidamente y pidió ayuda. Algunos soldados se acercaron a atender al joven.


    (…)​


    Desde el otro lado del festival los chicos miraban horrorizados la escena. Bastian volteo hacia los lados, observo como los hombres de negro con blanco empezaban a salir por todas partes y como los disparos se mezclaban con el ruido de la pirotecnia – ¡Tenemos que irnos!

    – ¡Bastian, le dispararon a Kian!– Grito Mairis.

    – ¡Mira el escenario, ya no está ahí, debió usar su magia! ¡Vámonos de aquí!

    – ¡¿Y Bruno!?

    – ¡No podemos ponernos a buscarlo! ¡Solo nos queda rezar porque este bien!– La chica abrió los ojos de pronto y titubeo sin decir nada. Trago saliva y pareció comprenderlo.

    – ¡Encontremos a Martin para que nos escolte!– Gritó Maris.

    – ¡No lo veo! ¡La multitud está moviéndose! ¡Maldita sea! ¡Síganme!– Aulló Bastian como todo un líder. Las chicas estaban asustadas. Mike abrazaba fuertemente a Mairis. Bastian se levantó de la banca y empezó a dirigir a todos. Cada una de las amigas de Mairis, al igual que la misma, empezó a correr detrás del chico.

    – ¡¿A dónde iremos?!– Gritó Melisa.

    – ¡Si vamos al cuartel de Hericent quizás estemos más seguros!– El chico tomo la mano de Melisa y la apoyo a correr más rápido– ¡No se separen!

    Los chicos corrieron entre el medio de la multitud. Se escabulleron entre los puestos de comida en dirección a la base militar. En medio del desastre pudieron ver como muchos cuerpos empezaban a caer por todo el festival. Los gritos impregnaron los oídos de todo el mundo después de que la pirotecnia dejara de tronar. Las balas se disparaban por todo el festival. Se veía como se destruían los puestos, como llegaban camionetas y metían a la gente dentro de ellos. Solo gente con mucho dinero podría comprar esos vehículos en el mercado negro. Era la mafia de la Familia Lebore, ellos tenían ese dinero.

    Cruzaron por un pasillo parcialmente vacío por el que las personas empezaban a correr apenas. Un grupo de personas de negro aparecieron al final del pasillo del mercado – ¡Pasemos por el medio del puesto de comida!– Todos siguieron a Bastian, cruzando por en medio del puesto donde el encargado observaba nervioso la situación sin comprender muy bien que estaba pasando. Al cruzar a través del puesto llegaron a otro pasillo con menos puestos, pero con un escándalo igual de grande, ahí también se encontraban los hombres de negro. El corazón de Bastian latía demasiado. Continuaron evadiendo a los hombres introduciéndose por cualquier lugar que fuese posible.

    Llegaron hasta el medio de unos dos puestos solitarios pegados a una pared. Ahí tomaron aire. Todavía se encontraban todas las chicas –Lo… lo hemos hecho bien hasta ahora– El ruido de un motor puso alerta a Bastian y Mairis. De pronto una camioneta aplasto unos de los puestos y de ahí salieron tres hombres. Se encontraban demasiado cerca, los hombres vieron a los chicos.

    – ¡Mira, son jovencitas, grandes premios!– Grito un hombre con pasamontañas. Los hombres salieron de la camioneta y corrieron hasta los jóvenes, no alcanzaron a correr. Tomaron a algunas de las chicas. Bastian y Mairis empezaron a luchar contra ellos. De pronto se acercaron más personas vestidas de negro. Mairis lanzo a uno de los hombres sobre la camioneta, dejando una abolladura. El hombre que pilotaba la camioneta sacó una pistola y empezó a disparar a los dos chicos. Bastian tomó a Mike en sus brazos, tomo de la mano de nuevo a Melissa y empezó a correr. Mairis tomo a otra de las chicas. Las demás que no habían sido capturas corrieron detrás de los dos jóvenes. Siguieron a Bastian. Se introdujeron en un callejón entre dos edificios de departamentos. Mientras pasaban por el callejón pudieron ver una puerta abierta y entraron por ahí. El lugar estaba vacío, al fondo, a la derecha, se encontraba una puerta abierta que terminaba en una calle.

    – ¡Por ahí!– Grito Mairis. Se escuchaban los gritos y balbuceos de los hombres de negro. Corrieron rápidamente hasta perderlos de vista. Terminando otra parte del festival que también era un desastre.

    – ¡Ya no se ni dónde estamos!– Gritó Bastian.

    – ¡Tenemos que encontrar un lugar seguro, eso es lo que tenemos que buscar, olvídate del cuartel!– Refunfuño Mairis. Sus amigas estaban agitas y asustadas. Mike no decía completamente nada.

    – ¡Entonces tenemos que alejarnos del maldito festival!– A Bastian lo golpeo un hombre que corría despavorido. Haciéndole tambalear. Tenía que gritar más fuerte que los gritos de todas las personas.

    – ¡Pero hacia donde tenemos que ir! ¡El festival es enorme!– En ese momento Mairis sintió un jalón, observo que un hombre le había arrebatado a una de sus amigas. Giro hacia la derecha y la siguiente fue ella. Un hombre la levanto rápidamente. Seguido un hombre golpeo a Bastian. Haciéndole caer al piso. Mike cayó al suelo entre quejidos. Melissa grito por Bastian. Después el hombre que golpeo a Bastian tomo por el cuello a la chica y la jaloneó con mucha fuerza, para llevársela.

    – ¡Bastian!– Grito Melissa, extendiendo su mano hacia el chico. Bastian gritaba por dentro, seguía mareado por el dolor del golpe. Perdió de vista al hombre con la chica. Un terror le inundo el cuerpo al ya no encontrarlos por ninguna parte. Giro hacia su izquierda, ahí se encontraba Mairis forcejeando contra su captor. Otro hombre apareció de pronto y tomo a Mike entre sus brazos, tapándole la boca para que no gritara.

    – ¡No!– Aulló Bastian, mientras golpeaba el piso.

    Se escucharon dos disparos.

    Fabriccio apareció de entre un puesto con su arma levantada. El hombre que cargaba a Mike y el hombre que cargaba a Mairis cayeron al suelo de pronto. Mairis se separó del cuerpo de aquel hombre y corrió en dirección a Fabriccio. Bastian hizo un gran esfuerzo y corrió tras Mike. Una vez envueltos en un abrazo que duro apenas unos segundos, lo tomo en sus brazos y corrió hacia el detective.

    – ¡Los mafiosos no se acercaran al cuartel! ¡Los llevare hasta él! ¡Síganme!– El hombre seguía oliendo a el peor de los alcoholes, pero parecía más lúcido que nunca. Lo siguieron, estar solos era peor que eso.

    Siguieron al detective hasta que llegaron a una calle pequeña que tenía vista hasta el cuartel. Fue ahí cuantos dos hombres aparecieron. El detective les disparo, ellos se cubrieron y dispararon también. Bastian y Mairis se cubrieron entre unas cajas de los puestos del festival.
    – ¡Tenemos que retroceder!– Grito el hombre, al mismo tiempo que disparaba. Los chicos voltearon hacia atrás, por donde habían llegado, desde ese lugar se miraba el desastre del festival – ¡Háganme caso, yo los distraeré, ustedes correrán hacia la siguiente calle y se dirigirán al cuartel– El hombre se estaba cubriendo. Las balas rozaban el viento de su derecha. De repente dos hombres más aparecieron por donde había llegado hasta esa calle.

    –Maldición– El detective disparo, derribando a uno, unas balas después al segundo –Creo que es mala idea… Hay demasiados…–

    Los chicos asentían nerviosos.

    – ¡Sorpresa, anciano!– Grito un hombre que salió desde el otro lado de la calle. Era uno de los otros dos hombres que estaban disparando desde el final de la calle. A los cuales había perdido de vista por estar disparando hacia los dos recién llegados que disparaban desde atrás.
    Fabriccio se levantó rápidamente, pero recibió una bala en el costado de su abdomen. Ignoro cualquier dolor, golpeo las manos del hombre y después disparo con su pistola al pecho de su enemigo, haciendo volar la sangre por los aires. Tiro el cuerpo y el otro hombre lo ataco con Una daga. Se apartó en un pequeño salto que le ocasiono un gran dolor por el impacto del disparo.

    – ¡Corran! ¡Tienen la calle libre, muchachos!– Mairis, Bastian y Mike no dudaron ni un segundo. Se levantaron rápidamente y corrieron por el callejón.

    Fabriccio y el hombre de la daga tuvieron un encuentro a puño limpio contra arma blanca. El detective lograba esquivar todos los tajos a pesar de la herida de bala que tenía en el abdomen. En más de una creía que no se las podría arreglar. Mike observaba el combate mientras echaba vistazos hacia atrás. Estaban terminando el callejón, cuando de pronto apareció una camioneta frenando al final de esta.

    – ¡Arnoldo! ¡Tenemos que irnos, el cuartel ya desplegó sus tropas!– Gritaba un hombre que se asomaba desde la puerta corrediza de la camioneta. Observo la escena, dos hombre muertos al inicio de la calle, uno más en el suelo, un hombre combatiendo contra uno de sus compañeros y tres niños parando en seco ante la camioneta – ¡Mierda! ¡Mataron a Arnoldo!– Gruñó el hombre.

    El conducto parecía que estaba por gritar cuando vio a los chicos, en especial a Mairis – ¡Esa es la chica que menciono el jefe! ¡Ese también es el joven Arcnaik del que nos comentaron! ¡También el niño pequeño es un Arcnaik!

    Los chicos sintieron un escalofrió al escuchar sus nombres.

    – ¡Atrápalos, Ronaldo! ¡Nos darán un ascenso!

    El hombre empezó a reír y bajo de la camioneta. En sus manos se encontraba unos guantes con los nudillos envueltos en acero. Los choco y corrió en dirección a los tres niños.

    Fabriccio sintió que el mundo se le caía en pedazos en cuanto vio que el hombre corrió hacia los chicos. De pronto sintió el verdadero sentimiento del mundo cayendo sobre sus hombros. El cuchillo de su oponente se clavó en su estómago. Después salió, para volverse a encajar, estaba vez en el estómago. El detective cayó al suelo.

    Bastian y Mairis no se percataron de esto. Mike si lo vio y empezó a gritar y llorar por ello. Su hermano le soltó. El niño volteo hacia los dos adolescentes, pelearían contra el hombre. Mike no pudo hacer nada, se quedó quieto en medio de la calle.

    Los dos chicos empezaron un corto combate con el hombre, superándolo con creces. Después de todos no eran chicos normales, habían sido entrenados muy bien. Bastian arremetió un golpe en el abdomen en el hombre de negro, seguido Mairis le dio una patada haciéndole estrellar contra un puesto de baratijas. Parecían que tenían tiempo de correr, sin embargo el hombre que estaba peleando contra Fabriccio se unió al combate.

    Los chicos lucharon contra el en otro corto combate, de igual manera estaban ganando, hasta que el primer hombre se levando, igualando la pelea.

    Mairis enfrento con fiereza al hombre de los nudillos. Bastian al que había sido el oponente de Fabriccio.

    El encuentro se volvió duro. No fue duradero, apenas un par de minutos hasta que Bastian, al preocuparse por un fuerte puñetazo que le habían dado a Mairis en pecho le hizo distraerse, sufriendo el también un puñetazo en el rostro, seguido de un rodillazo en la boca del estómago. Bastian perdió el aliento, otro puñetazo más duro que el primero lo derribo. Mike chillaba de horror.

    El que fue el oponente de Fabriccio jadeaba. Se acercó al derrotado Bastian con lentitud –No sé porque eres tan importante para uno de nuestros jefes, pero me alegro, eres rudo y me harás ganar mucho dinero…– Lo tomo de la cabellera. Lo empezó a levantar. Parecía que el joven estaba inconsciente.

    Su compañero de nudillos de hierro levanto el cuerpo de Mairis, el cual seguía pataleando con lentitud, pues había perdido todo el aire que tenía.

    –Date prisa… trae al mocoso chillón también…– Ordeno el hombre de nudillos de acero.

    –Por supu…– Una pistola trono por toda la solitaria calle, Fabriccio se encontraba completamente pálido desde el otro lado de la calle, en el suelo, pero con la pistola en la mano. El hombre agradecía a la diosa por la suerte que había tenido en ese disparo. Su puntería en ese momento era fatal.

    El cuerpo del hombre que cargaba a Bastian cayó al suelo con un agujero en la cien. La sangre mancho todo el cuerpo de joven Arcnaik. El chico apenas si reaccionaba. Sentía el cuerpo pesado y mareado.

    – ¡Me lleva! ¡Mataron a Víctor!– Grito el hombre de nudillos, mientras volteaba con el piloto de la camioneta.

    – ¡Eso ya no importa! ¡Tenemos a la chica! ¡Vámonos!– Grito el hombre delgado que conducía. Las balas de Fabriccio destruyeron los espejos de la vagoneta negra. El hombre de los nudillos de hierro dejó a Mairis en la parte interior de la vagoneta, le puso una bolsa y enseguida la camioneta empezó a patinar. Las balas agujeraron el metal de la vagoneta.

    – ¡Noquéala!– Grito el conductor. Su compañero le tomó la palabra. Le golpeo el cuello. Lentamente, Mairis dejó de moverse. La camioneta dio un arrancón repentino, haciendo rechinar la suela de las llantas.

    El callejón quedo desolado. Únicamente se encontraba un Mike llorando, un Fabriccio muriendo y un Bastian medio inconsciente viendo como la camioneta en la que llevaban a su mejor amiga desaparecía de su vista.
     
    Última edición: 22 Noviembre 2019
  20. Threadmarks: [ Parte 2 ] Capítulo 19 - Una Bala Para El Pueblo
     
    Aldo MV Gallardo

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    El Legado de los Héroes: El Libro de los Arcnaik
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    Acción/Épica
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    Capítulo 19 – Una Bala Para el Pueblo

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    -20 de Marzo de 2893 D.C.-

    Bastian despertó tras los empujones de un soldado que le agitaba el cuerpo. Lograba escuchar los balbuces a moco tendido de Mike. El soldado le empezó a hablar, pero apenas comprendía lo que le decía.

    – ¿Puedes entenderme?– Preguntó el soldado. Bastian escuchaba la voz lejana y hueca.

    – ¿Qué paso?– Pregunto el joven desorientado.

    –Estabas inconsciente– Ahora se escuchaba un poco mejor.

    – ¡Mairis!– El chico se levantó rápidamente. Mareándose en el proceso.

    – ¡Chico, tómatelo con calma!

    El mareo continuaba, incluso le hizo sentir náuseas y toser un poco –Se llevaron a Mairis…– Murmuró Bastian. El chico abrió los ojos de pronto.Parecía que se le saldrían de sus cuencas – ¡El detective Fabriccio! ¡Ayúdenlo!– Bastian tomo al soldado del uniforme. El hombre le puso las manos sobre los delgados brazos del adolescente.

    – ¡Eso estamos haciendo! ¡Tranquilícese!

    Bastian volteo hacia su derecha. Al fondo un par de soldados se estaba llevando el cuerpo de Fabriccio en una camilla. No traía camisa, al parecer ya le habían atendido, aunque sea lo necesario para que no muriese.

    – ¡Bastian!– Gritó Mike al momento de soltarse del soldado que le retenía. Llego con su hermano mayor y lo envolvió en un enorme abrazo entre lágrimas– ¡Tenía miedo, Bastian!

    Bastian lo abrazo fuertemente–Estoy bien. Tranquilo– Le susurró al oído.

    – ¡Bastian!– Ahogo su grito en la camisa manchada de sangre del chico – ¡Mairis! ¡Se llevaron a Mairis!

    Bastian abrió los ojos de nuevo y volteo hacia su espalda, hacia el final de la calle. Ahí se encontraban las marcas de la llantas. Ya no existía más que el fantasma de una camioneta. Una rabia exploto dentro de Bastian, pero la retuvo. No era momento para empezar a gritar de impotencia.

    – ¿Qué fue lo que le sucedió, jovencito?– Preguntó el soldado.

    –Secuestraron a las amigas de mi hermana… Pelamos contra los secuestradores, pero se llevaron a mi hermana… El detective Fabriccio nos estaba llevando hacia el cuartel, pero fue atacado…

    –Por ahora todos los mafiosos han escapado del festival– Aclaré el soldado –El General Marcus Thompson ha dado la orden de ayudar a los heridos. Ahora mismo se estaba pensando un plan para ir tras los mafiosos.

    – ¡Es verdad! ¡¿Qué le sucedió al Capitán Kian?!

    El soldado se extrañó al oír la pregunta. De igual manera contestó –Recibió una bala en el abdomen, pero se encuentra estable. Ahora mismo no sería bueno que mencionaras los nombres del Mayor Gus Thompson y el Capitán Kian. El pueblo ha iniciado una revuelta ante ellos.

    – ¿Qué?– Preguntó Bastian al no comprender esa última parte.

    –Muchos de los pueblerinos afectados por el ataque de los mafiosos se han levantado contra el Mayor y el Capitán, los están tachando de culpables por los sucesos. Al parecer más de uno de los pueblerinos piensan que si entregamos a los dos soldados podrán negociar con los mafiosos y devolver los secuestrados. Que por el momento parece que son solamente menores y mujeres.

    – ¡Eso es una locura!

    –El pueblo no busca coherencia, busca resultados… Ahora mismo el cuartel ha creado una barricada para mantener a la población de ambos pueblos controlada, ¿Tienen algún lugar a donde puedan volver?

    –Vivimos en LaneCloud… Mi padre es el Coronel Martin Price.

    El soldado se sorprendió de pronto – ¡Ustedes son los jóvenes Arcnaik! ¡El coronel ha estado buscándoles! Los llevaremos hasta el centro del festival, ahí se tomó el punto de reunión para todos los perdidos, ¿Puedes levantarte?

    –Por supuesto–Asintió Bastian. El chico movió a Mike de encima y se levantó. Después los chicos caminaron junto con los soldados. El festival era un desastre. Una mezcla de quioscos destrozados, mantas que cubrían cuerpos fallecidos y muchas familias llorando de tristeza o alegría. Quien podría haber pensado que semejante noche tan feliz hubiese podido terminar así.


    (…)​


    Al llegar al centro del festival. Ahí donde habían estado bailando. Los soldados se separaron de los chicos, afirmándoles que si veían al Coronel Price lo mandarían hacia el centro del festival para que les encontrasen. Los chicos agradecieron el apoyo de los soldados.

    Bastian y Mike caminaban de la mano en medio de la gran multitud. Cuando estaban caminando entre una multitud pudieron ver un hermoso vestido rojo moviéndose desesperadamente de un lado a otro.

    – ¡Andrea!– Gritó Bastian agitando la mano en el aire. La mujer se volteó hacia ellos. Tan rápido como los vio salió corriendo hacia ellos. Cuando llego con los dos jóvenes Arcnaik los envolvió en un abrazo.

    –Qué bueno que estén bien.

    –Es bueno ver que tú también estés bien– Comentó Bastian – ¿Y Martin? ¿Está bien?

    –Se encuentra bien. Tuvo un encuentro contra unos mafiosos, pero no le paso nada. Los está buscando por lo que queda del festival. Lo mejor sería esperarlo.

    –Está bien, ¿no has visto a Bruno?

    –No lo he visto todavía. Acabo de llegar al centro del festival. Lo podemos buscar, pero solo aquí adentro… Oye, ¿Mairis no se encontraba contigo?

    Bastian abrió la boca, pero no salió ninguna palabra. Apretó los labios y los puños. Estaba molesto consigo mismo, por no ser tan fuerte como para poder defender a su amiga. Andrea se percató de esa mala vibra que recorría a Bastian. Mike interrumpió la respuesta de la pregunta.

    – ¡Bastian! ¡Ahí esta Bruno!

    El chico se giró hacia la dirección que señalaba Mike. En un quiosco destrozado se encontraba el chico, se le miraba raspado y golpeado, pero feliz, se encontraba con Alicia y ella parecía estar bien.

    – ¡Vamos con él, Andrea!– Le grito Bastian emocionado, evadiendo la última pregunta de la mujer. Los tres corriendo hacia el quiosco. Pero mientras corrían Bastian pudo sentir unas miradas pesadas, esas miradas que hace bastante tiempo que no sentía. Las del pueblo molesto, por el solo hecho de apellidarse Arcnaik.

    Bruno y Alicia se encontraban juntos. Estaban hablando tranquilamente de unos cuentos que había leído la chica para no pensar en el desastre en el que había terminado tan importante noche. La chica apretaba fuertemente aquel peluche que le había regalado el jovencito que le salvo de no ser secuestrada. Lo apretaba cada vez que Bruno le hablaba, tratando de hacerla olvidar lo sucedido. Mientras hablaban un hombre gritó – ¡Alicia!– Los dos chicos voltearon hacia el hombre que gritaba. Un hombre alto y gordo con barba.

    – ¡Es mi padre!– Gritó Alicia emocionada.

    – ¡Genial!– Bruno levanto el brazo y empezó a agitarlo en el aire – ¡Señor por aquí! ¡Alicia está bien!– El hombre se dio la vuelta y vio a su hija a un lado de aquel jovencito de cabello negro. Lo reconoció de inmediato y su mirada se obscureció. El hombre camino con pisadas pesadas.

    –Gracias, Bruno, ya te vio– La chica le sonreía. Bruno caía rendido en esa sonrisa y solo podía contestar con una sonrisa la mitad de hermosa que le parecía la de ella.

    – ¡Bruno!– Gritó Mike desde la lejanía. El chico volteo hacia ellos.

    –Mira, ahí está Mike y Bastian.

    La chica se alegró, pero rápidamente su sonrisa se fue apagando. Apretó el muñeco más fuerte que nunca –Bruno… Las chicas no vienen con ellos…– Bruno sintió un golpe en el estómago y sus ojos se abrieron. El miedo le lleno el cuerpo por completo. Alicia tenía razón. Ninguna de las chicas venía detrás de ellos… Ni siquiera Mairis…

    El padre de Alicia se había acercado – ¡Alicia!–Aulló con rabia – ¡Aléjate de ese jovencito ahora mismo!– La chica se volteó hacia su padre. Bruno estaba inducido en sus malos pensamientos.

    Alicia se separó de Bruno y camino hacia su padre – ¡Papá! ¡Bruno peleo para que no me llevaran!– El padre la paso de largo. Alicia no comprendió porque apenas le había prestado atención, se giró y vio el alto cuerpo de su padre yendo hacia Bruno.

    El joven Hellwell volvió en si al ver la sombra del padre de Alicia sobre él. Volteo la cabeza hacia la alta figura del padre. El señor levanto su puño, en un momento a otro ese puño se encontraba golpeando el rostro de Bruno.

    – ¡Aléjate de ella!– Otro puñetazo impacto el rostro del adolescente– ¡No te quiero ver con ella!– Cuando Bruno se tambaleaba después de esos dos pesados golpes. El hombre le pateo como si fuese un balón, tirándolo al suelo – ¡Desde que ustedes, Hellwell, llegaron, el pueblo se ha vuelto un mar de problemas! ¡No quiero que mi hija se involucre en tus problemas!

    – ¡Papá! ¡No!– Chillo Alicia. Su rostro palideció ante el primer puñetazo. El horror le envolvía al ver el cuerpo del chico que le protegió en el suelo.

    Bastian, Mike y Andrea se detuvieron ante la impresión de la escena.

    –Señor… Yo…– El chico empezó a toser –Créame que yo no he querido crear problemas… Lo importante es que Alicia está bien…

    El hombre se enfureció más al escuchar la respuesta del joven, a pesar de no tener nada de malo – ¡Y quien salvó a su hermana el día en que mataron a tu hermano! ¡Destrozaron nuestra casa únicamente por ser sus vecinos! ¡Que te jodan Hellwell!– Le arremetió otra patada al estómago, moviéndolo un poco. Los chillidos de Alicia se intensificaron.

    Rápidamente una patada golpeo al padre de Alicia. Dejándolo caer hacia atrás con la nariz rota. Martin apareció frente al derribado Bruno – ¡Deja de lastimar a mi hijo!– Gritó el tutor con todas la rabia de su corazón. El padre de Alicia se tapaba su nariz que chorreaba sangre a borbotones – ¡Estoy en mi limite! ¡Es increíble que quieran echarles la culpa por todos sus problemas a estos pobres niños que no hicieron nada! ¡He odiado estos estúpidos pueblos desde que vi como miraban a este grupo de huérfanos! ¡Creí que ya habían recapacitado! ¡Pero veo que la rabia nunca se borra! ¡Lo peor es que esa rabia ni siquiera tiene un sentido y eso me molesta más que cualquier cosa! ¡Que les jodan LaneCloud y Hericent!
    El padre de Alicia se levantó entre quejidos. Martin le miraba con una mirada pesada. Los dos hombres conectaron las miradas. El choque de las miradas de dos padres molestos creo un ambiente intenso. El hombre gordo y alto se volteó y tomo a su hija del brazo, jaloneándola a la fuerza.

    – ¡Bruno!– Gritaba la chica.

    – ¡Muévete!– El hombre le jaloneó una vez más. La chica no pudo evitar seguirle el ritmo. Maldijo a su padre durante todo el camino.

    Martin observaba como el hombre se iba, cuando recibió los golpes de una basura voladora. Muchos de los pueblerinos empezaron a tirarles cosas a Martin por su último comentario.

    – ¡Cállate Price! ¡Vuelve con tu burgués familia!

    – ¡¿Que has hecho por este pueblo?! ¡Solo criar a los descendientes del problema!

    – ¡Incluso tu eres el que ha criado al Capitán Kian!

    – ¡Es cierto! ¡Es por su culpa que hayan atrapado a los proveedores de la familia Lebore!

    – ¡Si esos dos nunca hubiesen atrapado a esos criminales esto nunca hubiese pasado!

    Esos fueron unos de los comentarios del pueblo.

    Martin se quedó quieto, recibiendo el montón de cosas que le lanzaban. Andrea observa impactada desde el fondo. La mujer observo que unas personas miraban de mala cara a Mike y Bastian. Tomo al niño en sus brazos y miro hacia todos los lados.

    – ¡Bastian quédate cerca!– Le gritó al chico, pero el niño corrió hacia Martin. Se posiciono en medio de la multitud, con el rostro enfurecido.

    – ¡Todos son unos mal agradecidos! ¡Solo recuerdan los que les convienen! ¡Martin casi muere durante el ataque de los bandidos hace cuatro años! ¡Lucho por proteger a LaneCloud! ¡El evito que estallara el ayuntamiento! ¡Y así es como le agradecen! ¡Pasa lo mismo con Kian! ¡Ese jovencito ha vivido su vida al servicio de LaneCloud! ¡Hace lo mejor por el pueblo! ¡Y ahora ustedes lo quieren entregar por haber hecho su labor! ¡No son el pueblo que se merecen a alguien como él!– Los gritos de Bastian retumbaron por lo que quedaba del festival.

    El pueblo enfurecido se calmó poco a poco entre murmullos molestos. Las miradas de odio no se apagaron, pero los ataques con basura si lo hicieron. Ahora solo quedaba el pesado ambiente amargo del odio de un pueblo que nunca aprendió a olvidar.

    Martin le dio la espalda al pueblo y atendió a Bruno. Andrea llego justo después de las quejas de Bastian.

    – ¿Cómo estas Bruno?– Preguntó Martin preocupado. El tutor y el chico pelirrojo se inclinaron ante el cuerpo del joven Hellwell.

    –Bien… Solo fueron unos golpes…– Bruno empujo a Martin y se dirigió directamente con Bastian jalándole de la camisa – ¡Y Mairis!– Gritó Bruno con rabia y una voz quebrada.

    Su amigo desvió la mirada.

    Solo eso fue necesario para que Bruno entendiera lo que había sucedido. Se quebró en un llanto desconsolador apretando la camisa de Bastian y maldiciendo a todo el mundo. Martin apretó los puños y chasqueo entre dientes. Su mirada se obscureció. Se levantó y se puso enfrente de Andrea.

    – ¿Sucede algo?– Preguntó la mujer.

    El hombre puso su mano alrededor de su cuello, pego su frente con la de la mujer –Quiero que los cuides. Llévatelos a mi casa. Quédate con ellos hasta que vuelva.

    – ¿Qué? ¿A dónde iras?

    Bastian miro la espalda de Martin. Bruno por un momento se calmó.

    –Voy a ir por Mairis– Dijo con una voz gruesa y seria. Andrea pudo ver el rostro decidido de Martin –Te los encargo, por favor– El hombre le dio una palmada en el hombro y se fue sin despedirse.

    –Claro, yo lo haré– Le contestó Andrea, pero el hombre no volteo. Se alejó de ellos desapareciendo en medio del desastre del festival. Bastian agacho la mirada. Quizás era lo mejor, después de todo el mismo sabía que no era lo suficientemente fuerte como para poder evitar que se la llevaran. Él no podía hacer nada para rescatarla.

    Unos minutos después, cuando Bruno se calmó, se fueron hacia su casa.


    (…)​


    En la oficina del General Thompson se encontraba un grupo de soldados. Entre ellos se encontraban los heridos Gus y Kian. Al igual que el mismo General.

    El Teniente General Claudio tenía unos documentos en sus manos. Los estaba leyendo mientras que todos los soldados dentro de la oficina escuchaban atentamente –El festival quedo arruinado y las personas tuvieron un inicio de primavera pésimo. Los soldados ayudaron a los heridos por el asalto. Buscaron a las familias de las personas desaparecidas. Entre toda la multitud que confirmaba haber perdido a sus seres queridos sumaron un total de cuarenta y tres personas raptadas hasta el momento confirmadas. También se sabe que parece ser que solo raptaron mujeres y menores de edad. Los heridos todavía no han sido contados, pero se cree que rondan los ciento cincuenta. Durante el golpe de la Mafia Lebore se ha calculado por ahora un total de treinta muertos.

    El pueblo estaba loco, temía por sus hijos, hermanos, amigos y amigas que habían sido llevados por aquellos mafiosos. Una multitud enardecida gritaba, empujaba y golpeaban la barrera que los soldados del cuartel habían generado por órdenes de Marcus.

    –Nos odian– Comentó Kian al echar un vistazo entre en medio de las persianas de la oficina del Gral. Thompson. Vio a toda la gente histérica suplicando justicia o un castigo a los causantes del asalto. Por un momento incluso llego a pensar que quizás tenían que darles lo que pedían.

    –Fuimos inculpados, nosotros solo hacíamos nuestro trabajo… No dejare que me linchen por ello– Masculló Gus entre dientes. Kian se encontraba a un lado de él y pudo escuchar sus quejas con claridad. Comprendía que tenía razón, ellos no habían hecho nada malo.

    – ¿Qué haremos General Thompson?– Preguntó uno de los soldados dentro de la sala.
    –Preparen a unos diez escuadrones. Vamos a ir en busca de las personas desaparecidas…

    – ¿Exactamente a donde iremos, padre? ¿Iremos hasta Jenna por la misma cabeza de Gero Lebore? Porque me encantaría dibujarle una cara sonriente en su frente.

    El General lo observo con una mirada dura. El chico chasqueo con la lengua y desvió su mirada de su padre. El Teniente General Claudio contesto la pregunta de Gus, a pesar de que nadie se lo había pedido –Ha existido un constante flujo de mensajes sobre personas extrañas merodeando la zona entre LaneCloud y Hericent. Al igual que hemos tenido uno que otro mensaje de GrayLagoon. Sabemos que la base de los mafiosos fue capturada el día en que tú y Kian la encontraron, eso nos puede decir que quizás su base definitiva se encuentra en GrayLagoon y nuestros dos pueblos…

    – ¿Entonces iremos al Norte, hacia GrayLagoon…?– Preguntó Kian con los brazos cerrados y recargándose en la pared. La herida de bala le dolía.

    – ¿Iremos?– Preguntó Claudio –Disculpe Capitán Kian, pero usted y Gus se encuentran heridos. Solo retrasaran la operación en caso de un enfrentamiento. El General ira, pero solo porque va a dirigir la operación.

    – ¡¿Qué demonios dices, cuatro ojos?!– Aulló Gus con rabia – ¡Iré a GrayLagoon quieras o no! ¡Le meteré una bala a cada uno de esos mafiosos! ¡Ahora si me disculpas voy a alistarme!– El soldado se separó de la pared y se dirigió directamente hacia la doble puerta de la entrada de la oficina.

    – ¡Espera Gus!– Grito su padre cuando el chico ya había dado tres pasos hacia enfrente. El joven no le hizo caso, siguió caminando– ¡Tenemos que actuar con sumo cuidado. Si vas con esa actitud y hay un enfrentamiento lo único que lograras será que te maten!¡Iras en la misión de rescate! ¡Pero dime que guardaras la compostura…!

    Gus se dio la vuelta y asintió sin decir nada.

    Kian se frotó la frente.

    El General enarco las cejas y le gritó– ¡Quiero que lo digas soldado!– Gruñó.

    El chico dio un brinco y contestó al mismo tono, pero más furioso– ¡Me mantendré al margen!– Esa forma de contestar puso de mal humor al General. Cosa que rara vez pasaba. Quizás era porque se trataba de su hijo.

    – ¡Kian!– El Capitán dio un brinco y se puso en pose de firmes– ¡Ve a prepararte para salir!¡Si ves que Gus sigue manteniendo esa misma actitud encargarte de desarmarlo y si puedes darle una paliza, hazlo! ¡Quizás así tenga una actitud madura!

    –Entendido, General Marcus– Kian saludo al General y se retiró. Gus ni siquiera lo observo. Salieron de la sala para prepararse dentro de la otra habitación. Kian cerró las puertas tras salir.

    El General se levantó de su silla y se dirigió hacia su ventana. Observo a la multitud. Era horrible ver como causaban un alboroto, como golpeaban el muro y gritaban por justicia.

    –Soldados, vayan a juntar a los diez escuadrones, recojan el mejor armamento que tengamos y enciendan los vehículos que tengamos. Saldremos dentro de medía hora– Los soldados que estaban dentro de la sala aceptaron la petición sin decir nada y se fueron. Todos menos Claudio.

    – ¿Qué sucede, Claudio?– Preguntó el General sin voltear a verlo.

    –Siendo sincero, no creo que Gus y Kian tengan que ir a la misión. Incluso dudo de que usted tenga que ir. Se encuentra herido. En caso de que por su herida llegase a fallecer, sería una gran pérdida de poder durante la batalla…

    El General se giró–Es verdad, puede ser un problema… Pero es importante que el pueblo vea que nosotros vamos a actuar. Después de todo, eso es lo que están esperando de nosotros. Cuando el pueblo vea que Kian y Gus están yendo al rescate de los secuestrados, entonces se calmaran…

    – ¿Y usted entonces por qué va?

    El General camino hacia la puerta –Porque eso es lo que el pueblo espera que haga…– Marcus le dio unas palmadas en el hombro a Claudio –Vamos, Claudio, tenemos que alistarnos. Esta puede ser una misión peligrosa.


    (…)​


    Andrea llego a la casa de Martin con los chicos. No hubo ninguna palabra en todo el camino. La mujer llevaba a los chicos por enfrente para no perderles de vista. Mike caminaba con ella de la mano. La noche se volvió fría, o quizás así había sido siempre, pero en la pasión del festival no lo notaron en su momento.

    Ahora mismo la colina que llevaba hasta la entrada de la casa pareciera más pesada que nunca. Sin embargo la terminaron. Bastian abrió la puerta, Bruno le siguió, después Mike y al último Andrea. Ella pudo ver como los chicos subieron las escaleras directo a su habitación.

    –Descansen, chicos. Mañana Martin volverá con Mairis, lo prometo…

    –Nunca me han gustado las promesas– Dijo Bastian al subir las escaleras. Andrea agacho la mirada en ese momento. No sabía cómo hablarle a los niños. Mike le jalo el vestido.

    –Disculpa– Dijo el niño con pena –Tengo miedo… ¿Podría dormir contigo hoy?– La mujer se enterneció con el niño.

    Le sonrió amablemente –Claro que sí, Mike. Creo que todos estamos cansados sería bueno descansar– La mujer le volvió a tomar de la mano y subieron las escaleras, una vez en el pasillo se dirigieron al cuarto de Martin. Andrea pudo ver el cuarto de los chicos. Ahí se encontraban cuatro camas que llenaba la habitación que de por si era grande. Bruno y Bastian se acostaron de inmediato en sus camas. Andrea le sonrió con un poco de pena por no saber que decirles. Cerró la puerta con calma, sin hacer mucho ruido. Abrió la puerta del cuarto de Martin, una habitación sencilla, una cama, un closet, dos mesas de noche y dos lámparas. Llamo su atención un cuadro grande de los cinco chicos a los que Martin consideraba sus hijos. Entonces pensó por un momento en lo difícil que debe ser pasar por un momento como ese. La mujer levanto a Mike y lo puso en la cama, ella se acostó a su lado. Rápidamente el niño se quedó dormido y ella lo aprecio atentamente con una sonrisa melancólica y a la vez alegre. Como si siempre hubiese deseado un momento así, pero a la vez, como si ese mismo momento le estuviera recordando malos momentos. Andrea se durmió poco después.

    Minutos después de acostarse, unos minutos que parecieron horas, Bastian se levantó de su cama y observo la cama de Bruno. Parecía que enserio se había dormido. Aunque la puerta estaba entre abierta, eso era algo curioso, Bastian podía jurar que Andrea la había cerrado. No le dio mucha importancia. Se levantó de la cama sin hacer mucho ruido. Acomodo las almohadas para que pareciera un cuerpo. Se cambió de vestimenta, a algo más cómodo y salió de la habitación con un paso lento, pero silencioso.

    Una vez encontrado en la planta baja de la casa, se dirigió hacia la habitación del sheriff. Abrió la puerta del sótano y bajo lentamente las escaleras, pues sabía que esas escaleras solían rechinar. Cuando llego al final pudo ver una sombra en la obscuridad. Era Bruno.

    –Sabía que vendrías– Dijo el chico en voz baja.

    – ¿Qué rayos? ¿Cuándo bajaste?– Gruñó Bastian sorprendido.

    –Cállate… Andrea se despertara…– El chico se giró y le lanzo un cinturón con una funda –Tenemos que prepararnos si iremos por Mairis… Nos tenemos que dar prisa, si no vemos hacia dónde van los soldados, entonces nunca podremos dar con los mafiosos.

    Bastian observo el cinturón. Después se lo puso.

    – ¿Cómo sabes que el ejército va a mandar a soldados hacia los mafiosos?

    –El General Thompson es el padre de Gus, y conociendo a Gus, estoy seguro que harán algo para rescatar a todas las personas secuestradas. Gus es impulsivo, su padre tomara una decisión rápida así como su hijo… A demás de que es una gran oportunidad para eliminar a las mafias de los alrededores… Eso se llama aprovechar tus oportunidades.

    Bastian se acercó a la caja que estaba esculcando Bruno. Cuando se puso a un lado del chico, este levanto un par de pistolas y las guardo en sus fundas –Tengo miedo, Bastian.

    Bastian guardo sus palabras y perdió sus ojos en la nada. Hizo una mueca con su boca y espero unos segundos para decir algo – ¿Miedo de matar?– Preguntó en un murmuro.

    –De todo… De que le puedan hacer algo a Mairis, de que la torturen… la violen… la maten…– Bruno se apoyó en la caja. Le temblaban los brazos –Tengo miedo de matar a alguien por rescatarla, al igual que tengo miedo de que nos pase algo mientras intentamos rescatarla…– El silencio envolvió la habitación. Golpeo la caja y apretó sus nudillos–Pero estoy dispuesto a darlo todo por ella…

    Bastian lo miraba atentamente. Luego volteo a la caja de madera, estaba llena de paja que servía como colchón para las armas del sheriff y Martin. El chico saco una espada dentro de su funda, desvaino parte de la cuchilla, el arma tenía un filo que parecía ser una simple hoja –Yo siempre me jure que si un día tenía que matar a alguien tendría que ser uno de los asesino de mi madre…–El chico cerro la espada y se pasó la correa por el pecho –Sin embargo, odio las promesas, te hacen soñar con algo y no siempre es posible que esa ilusión se cumpla. Así que estoy dispuesto a romper ese juramento con tal de traerla de vuelta– Los dos amigos juntaron sus miradas. Unos ojos temerosos y valientes.

    –Tomaremos los caballos de los vecinos que se encuentra a cinco minutos. Con ellos seguiremos a los soldados a un buen ritmo...

    –Los regresaremos, ¿o ya te quieres volver un bandido?– Bromeo Bastian.

    Bruno empezó a reír–No, todavía no seremos bandidos… Digo, nunca seremos bandidos– La risa se intensifico entre ambos. Una vez terminadas las risas Bruno se puso serio, hubo un silencio abrumado. La mirada de los chicos se juntó–Si vemos que los soldados pueden hacerse cargo nos regresaremos…

    Bastian asintió ante el plan.

    La mirada entre ambos continuaba. Era intensa y llena de energía. Bastian trago saliva y habló –Somos una familia, Bruno– Dijo el pelirrojo –Las familias no se separan. Las familias luchan por mantener a la familia unida. Nosotros no permitiremos que ella se separe de nosotros…–Bastian levanto el puño en dirección a Bruno –Vamos por nuestra hermana.

    Bruno le sonrió –Vamos por nuestra hermana–Repitió Bruno, chocando el puño con su mejor amigo.


    (…)​


    Los chicos salieron de la casa y huyeron en la obscura noche. Andrea los observaba desde la venta de su habitación. La mujer sonrió y hablo para sí misma –Así que al final irán tras ella…Sin duda son Hellwell y Arcnaik. Siempre haciéndose los héroes– Andrea bajo la mirada hacia el retrato familiar que tenía Bastian. La mujer acaricio el rostro de Adam Arcnaik con ternura –Es idéntico a ti… pero con el cabello de ella…– Andrea se separó de la ventana.

    Caminó de nuevo a la habitación de Martin y observo a Mike –Y él es idéntico a tu hermano…– La mujer levanto el brazo, unos aros rodearon su delgado brazo. El mismo aro se separó de su brazo llegando hasta donde estaba Mike, el cuerpo del infante empezó a brillar de un color rojo.

    –No hay nada dentro de él… ¿Me pregunto, si dentro de Bastian…?– La mujer soltó un suspiro – ¿Dónde lo dejaste Abraham? ¿Dónde dejaste tu libro?– La mujer volvió a acostarse en la cama de Martin junto con Mike.


    (…)​


    Martin llego al cuartel cuando se topó con la multitud enardecida que golpeaba el muro que rodeaba todo el terreno militar. El hombre rodeo a la urbe. Llego hasta un punto solitario. Unos aros rodearon sus piernas y dio un gran salto, terminando por caer del otro lado del muro. Los soldados que estaban por ahí apuntaron sus armas contra Martin. Después de un intercambio de palabras, el Coronel mostró su placa que llevaba en la billetera y con eso lo dejaron proseguir. Llego justo a tiempo, los vehículos blindados estaban saliendo de su hangar subterráneo. Martin corrió hacia el primer vehículo. Cuando se encontraba cerca dio un salto, la ventana del copiloto se bajó justo antes de que el soldado impactara contra ella. Martin estaba adentro del vehículo.

    – ¿Martin?– Dijo Kian sorprendido.

    – ¡Kian! ¿Estás bien?– Pregunto con un rostro angustiado. El soldado se encontraba completamente uniformado como un soldado que está a punto de ir a la guerra.

    –Una herida de bala…– Dijo el chico con calma. Después se tapó el lugar en donde tenía la herida –Sin embargo me siento lo suficientemente listo como para ir a saldar cuentas con unos mafiosos. Traeremos a Mairis de vuelta…

    –Ya lo supiste…– Dijo Martin con seriedad y pena.

    –Fue uno de los informes que me dio Claudio…– El chico señalo al Teniente General. El cual estaba leyendo unos archivos en medio de la camioneta. Al igual que Kian, este también se encontraba completamente vestido como un soldado que estaba por ir a la guerra –Gus está más que preparado para aplastar a esos mafiosos.

    –No dejaremos ninguno con vida, futuro suegro…– El Mayor Thompson levanto su metralleta y le quito el seguro.

    Martin no comprendió lo de, “futuro suegro”. Pero Kian si, y pensó que era algo innecesario de decir…

    Martin volteo hacia el piloto, ahí se encontraba el General Marcus conduciendo. El hombre conecto la mirada con el General por un segundo.

    –Sabía que llegaría, Martin Price. Les dije que no ocuparan ese puesto por lo mismo. Espero que esté listo para rescatar a su niña.

    –Siempre se está listo para rescatar a un hijo, General– Dijo Martin al mismo tiempo.

    –Así se habla– Dijo el General con una sonrisa –Por cierto, lindo uniforme…

    Martin volteo a ver su ropa. Se veía ridículo con su ropa de festival en medio de esa camioneta militar –Discúlpame, Marcus. No tenía tiempo que perder.

    –No es necesario disculparse. También pensé en esa posibilidad, Kian por favor pásame el uniforme que te di– El hombre paso su brazo hacia atrás. El Capitán le dio una bolsa y el General se la paso a Martin –Esta puede ser una misión peligrosa, así que póngase el uniforme, por favor.

    Martin asintió y se puso rápidamente el uniforme.

    –Hay una multitud pasando el muro…– Comentó el Coronel mientras se ponía la camisa.

    –Lo se…– El General paro el vehículo. Los soldados que estaban en medio del camino activaron su magia y empezaron a bajar un pedazo del muro de roca lo suficientemente grande como para que pasaran los vehículos blindados.

    Cuando los muros se encontraba lo suficientemente cerca los pueblerinos se abalanzaron furiosos contra el primer vehículo. Los soldados retuvieron a los pueblerinos que pudieron, pero eran demasiados y estaban furiosos.

    Algunas personas empezaron a golpear el carro. Los insultos volaban en el aire, al igual que decenas de palos, grilletes y botellas. En el momento en que la multitud vio que Marcus Thompson, el General de Hericent, se encontraba conduciendo el primer vehículo, fue cuando se dejaron ir solamente contra ese vehículo.

    El General estaba molesto por la actitud de su pueblo.

    Kian y Gus estaban sentados. Escuchaban los insultos de los pueblerinos y estaban temblando nerviosos. El Mayor Thompson abrió la cortina corrediza de las ventanas del vehículo para que el pueblo pudiese verles, así lo había planeado el General. La multitud se calmó por un segundo, pero justo después la multitud empezó a golpear enardecida al carro. Durante un momento parecía que lo intentarían voltear. Los soldados de afuera estaban amenazando a las personas con que se detuvieran o dispararían, pero a los pueblerinos apenas si les importaba. Sacarían a Kian y Gus a la fuerza, de ser necesario.

    – ¿Qué vamos a hacer ahora, General Thompson?– Pregunto Martin con un rostro obscurecido. El vehículo apenas se había movido desde que el muro había bajado.

    –No lo sé… Odio este pueblo…– Una botella se estrellaba contra el vidrio del piloto en ese momento. Entonces el General pudo observar como un grupo de personas empezaron a atacar a los soldados para quitarles las armas.

    – ¡Maldición!–Masculló Marcus – ¡Tendremos que tomar medidas más duras!

    Kian se exaltó – ¡¿Va a pedir que los soldados disparen al pueblo?!

    –Solo como defensa…

    – ¡Debe haber otra forma!

    El General ignoro al Coronel. Cruzo mirada con un Coronel que dirigía a los soldados que defendían los vehículos. Marcus dudo por un segundo. Ignorando por completo los gritos de su hijo, sus alumnos y su compañero. Tomo un respiro y asintió con un rostro duro.

    El coronel de afuera asintió. Levanto un silbato. Se escuchó un pitido seco. Todos los soldados levantaron sus armas y soltaron los seguros.

    El pueblo empezó a aullar violentamente. La ira broto. Los pueblerinos se volvieron más violentos. Los soldados acercaron sus dedos a los gatillos. Sentían más pena que responsabilidad.

    En ese momento se escuchó un disparo.

    Los autos se detuvieron, así como la muchedumbre, los soldados y hasta el mismo tiempo. Desde atrás de la multitud una sombra se hacía aparecer con un brazo al cielo y una pistola en la mano apuntando al cielo. Era Fabriccio. El hombre estaba pálido, vendado por todo el torso, incluso parecía que las heridas se habían abierto por el esfuerzo que había tenido que hacer para llegar hasta ahí.

    Todo el mundo le prestó atención después de ese disparo.

    Fabriccio jadeaba, apretó los dientes y dirigió su mirada hacia la multitud. Una mirada fría y enfurecida – ¡Esa es forma de tratar a la gente que va a traer de vuelta a sus hijos! ¡Muévanse estúpidos!¡Mientras más tarden en salir de este cuartel, más probable es que sus hijos estén siendo desollados para vender sus órganos!¡Más tiempo les dan a esos mafiosos de ponerlos en oferta en el mercado negro!¡Y más tiempo les dan para llenar a sus hijas de semen! ¡Así que quítense hijos de puta!

    Los pueblerinos se mantuvieron callados por un momento.

    Después hubo unos murmullos entre los pueblerinos. Fue entonces cuando empezaron a moverse lentamente dando vía libre a los carros.

    –Ese hombre sabe provocar miedo en las personas…– Comentó Martin con una sonrisa nerviosa.

    El General sonrió –Tiene toda la razón, Coronel…– Y presiono el acelerador. El vehículo dio un jalón, pero rápidamente se estableció. El carro pasó por un lado de Fabriccio. Martin no logro oírlo, pero sabía que decía esa mirada tan hostil.

    Decía “Tráela de vuelta”.


    (…)​


    Los vehículos entraban por la autopista unos minutos después. Desde las sombras dos chicos montados a caballo vigilaban a los carros.

    –Tomaron la vía rápida del norte– Dijo Bastian.

    – ¿Norte?– Preguntó Bruno –Van para Milloria o GrayLagoon.

    – ¿Y nosotros iremos hacia…?

    – ¿Si fueras un mafioso donde pondrías tu base?

    –Milloria es una ciudad bastante elegante.

    –Pero vistosa… Y GrayLagoon no es tan visitada durante el invierno…

    –Entonces, ¿GrayLagoon?

    –GrayLagoon, amigo mio– Dijo Bruno.

    Un azote con las cuerdas dio inicio al viaje hacia GrayLagoon.
     
    Última edición: 29 Noviembre 2019
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