Explícito de Inuyasha - Todo de mí [Inu&Kag]

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por Kikuz-sama, 20 Abril 2018.

  1.  
    Kikuz-sama

    Kikuz-sama Usuario popular

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    Escritora
    Título:
    Todo de mí [Inu&Kag]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2254
    Para Insane :omg<3:
    Espero que te guste. Es un poco raro y es más largo de lo que planeé en un principio pero había que ponerle emotividad al asunto.
    Disfruta la lectura :3
    Si encuentran dedazos u errores ortográficos, disculpen, mis lentes están momentáneamente perdidos y no veo ni tres dedos delante de mi cara xD


    TODO DE MÍ


    Para Inuyasha sería difícil olvidar la primera vez que vio a Kagome. Él despertó sintiendose desorientado y percibiendo el amargo sabor de la traición en la boca. El albino entregó su corazón, ingenuamente creyó que por fin tenía un lugar al que pertenencia y podía llamar hogar; sin embargo, en el momento de la verdad, ni Kikyo ni Inuyasha pudieron confiar. Y, viéndolo en retrospectiva, ahora entendía que su condición de híbrido siempre la hizo dudar.


    Kikyo se acercó a él porque encontró cierta similitud entre sus soledades y en su no ser pero, en el fondo, ella nunca lo aceptó. Por ello, aquella tarde-noche en la que sus ojos se encontraron con los de Kagome permanecería a fuego grabada en su corazón. La azabache aún pensaba, ingenuamente, que Inuyasha pudo establecer la diferencia entre ella y Kikyo por medio del olor, no obstante, lo que hizo que se diera cuenta de que no se encontraba frente a la mujer que una vez amo, fue esa mirada cargada de sol.


    En esos orbes achocolatados no había rechazo ni un reproche implícito por ser quien era, en cambio encontró una confianza casi ciega. En ese momento no lo entendió pero ahora, años después con el regreso de Kagome y su instalación de manera permanente junto a él, supo que el instante en el que su amor por ella nació fue aquel en el que ella le arrancó la flecha del corazón. No sólo lo liberó, hizo algo más importante, confió en él y depositó su vida en sus manos. Nunca nadie le dio tanto. Ni siquiera Kikyo.


    Dio un respingo cuando sintió que tiraban de su manga. Estuvo tan metido en sus reflexiones que no advirtió el sonido de sus paso al acercarse luego de despedirse de Sango. Con el ceño fruncido la miró. Abrió la boca dispuesto a gritarle por tomarlo con la guardia baja pero termino mordiéndose la lengua al ver esa brillante sonrisa. Mi sonrisa.


    ¡Al diablo!


    ¡La extrañó tanto! Esos tres años sin ella, sin su luminiscente presencia fueron el infierno. Así que, no pudiendo resistirse más, la tomó de la muñeca y tiró de ella. La abrazó con fuerza. Y, al tenerla entre sus brazos, al sentir su respiración juguetear con el mechón de cabello que estaba al lado de su mejilla y hacerle cosquillas en el cuello, por fin recuperó la paz. Después de derrotar a Naraku y con el paso de los días, entendió que la partida de Kagome dejó en su interior una tormenta embravecida que no se aplacaba con nada. Pero ahora que la azabache se refugiaba en sus brazos y el viento dejaba de azotarlo, entendió la magnitud del dolor que por años le mordió las entrañas.


    El albino creyó que jamás sentiría un dolor tan desgarrador como el que le provocó la flecha de Kikyo, sin embargo, en esa deducción también se equivocó. Nuevamente pecó de ingenuo y tonto pues dejar que Kagome regresará a su época le destrozó el corazón. Su ausencia causó que a diario los ojos se le llenaran de lágrimas y que se le hicieran una multiplicidad de nudos en la garganta que no le permitían respirar. Sus noches se volvieron más solitarias que nunca y, aunque en muchas ocasiones en su cielo quería llover, nunca lo permitió. Jamás lloró. Pero… pero… tal vez, después de todo, ahora podría hacerlo.


    Enterró los dedos en las oscuras y rebeldes hebras del suave cabello de la chica. Sintió que lo rodeaba su dulzón olor. Kagome dejó de esconderse en su pecho y levantó la vista. En medio del silencio, y con brillantes chispas danzando en el aire, sus ojos se encontraron y sucedió. Él la besó.


    Pasaron tres años, un mil noventa y cinco días en los que se preguntó si el primer beso realmente sucedió. Muchas veces se dijo que tan solo fue una ilusión. Llegó a convencerse de que, muy probablemente, nunca paso. Pero ahí estaba otra vez ese fuego en su pecho y ese dulce sabor en los labios. No fue mi imaginación. Y la felicidad que le recorrió el cuerpo hizo que perdiera un poco de control. No pudo detenerse. Tampoco quiso hacerlo. Se dedicó a devorarle la boca.


    Acercó su cuerpo al suyo. Se hizo adicto a su labios. Se bebió el aliento de su boca. Hambriento la mordió. Inevitablemente ella gimió. Él, dominado momentáneamente por su parte animal, gruñó. A falta de aire, apartó su rostro del de ella. La miró y al verla toda pupilas dilatadas, labios hinchados y mejillas sonrojadas supo que no tenía salvación. Que nunca la tuvo. Que más temprano que tarde, terminaría completa y irrevocablemente enamorado de ella.


    —Kagome… yo… yo quiero…


    Y calló de golpe. El enloquecido latido de su corazón rugió con fuerza en sus orejas. Su rostro se calentó más. Sus mejillas exhibieron una nueva y brillante tonalidad de carmín. Experimentando toda esa vorágine de emociones se sintió momentáneamente perdido. Su cuerpo y su corazón estaban enfebrecidos. Tal parecía que la sangre en sus venas había sido sustituida por lava y que esta causaba un incendio ahí por donde pasaba. Boqueó en busca de aire.


    Repentinamente Inuyasha sintió miedo. Otra vez las inseguridades, esas con las que luchaba a diario, se lanzaron sobre él como una horda de lobos hambrientos. Él no le temía a nada, bueno a casi nada. Sin embargo, todavía había algo que lo dejaba paralizado de miedo. Igual que cuando era cachorro, aún lo asustaba la posibilidad del rechazo. Cohibido e inseguro desvió la mirada.


    Iba a disculpase pero las palabra no lograron materializarse. Kagome lo sorprendió una vez más. Parecía tener la facilidad de que ella lo leyera como un libro abierto y adivinara los miedos que lo carcomían por dentro. Asustando a sus inseguridades, dándoles pelea como si se tratarán de artimañas tejidas por el mismísimo Naraku, ella le lanzó los brazos al cuello y, casi sin que se diera cuenta (como si se tratará de algo tan natural como respirar) ella comenzó a devorarle la boca.


    El cuerpo se le lleno de miel y de lo que Kagome llamaba “fuegos artificiales”. Había luces multicolores estallando en su pecho y haciendo fiesta en su cuerpo. Volvieron a separarse. Ella lo miró y le dedicó una mirada que parecía decir hey, deja de temer, ¿qué no ves que estoy aquí? Lentamente una sonrisa se formó en sus labios. Y entendió que ella ponía ante el un mundo de promesas que estaba dispuesta a cumplir.


    —Llevame a casa. —Pidió.


    Inuyasha ni siquiera pensó en negarse. La tomó en brazos y recorrió en tiempo récord la distancia que separaba su cabaña de la de Miroku. De alguna manera, instalarse a las afueras del pueblo le pareció una buena idea pero, ahora con Kagome con él, ya no parecía tan conveniente. Dejando las musarañas innecesarias de lado, entraron sin muchas ceremonias a la cabaña. Al verla ahí, en medio de su casa, Inuyasha sintió que todos sus sueños se hacían realidad. No obstante, todavía estaba ese gusanito de la inseguridad picandolo en los momentos en los que no debía y, sintiendo que no estaba a la altura de la situación, pensó que la ocasión tuvo que ser más romántica. Pero, nuevamente, no tuvo tiempo de hablar pues Kagome hizo callar esa vocecilla en su cabeza mediante un contundente beso. De esos que te quitan el aire y logran que el mundo se vuelva de cabeza.


    Al entender esa muda aceptación, Inuyasha ya no pudo contenerse. Sus palmas descendieron por los hombros, acariciaron su espalda y llegaron a su cadera. Kagome era toda cadencia y sensualidad. Había sido un idiota al no notar que Kagome poseía un cuerpo que invitaba a pecar.


    Entre tropiezos, risas nerviosas y la intensidad de un fuego que estuvo agazapado por años y que amenazaba con quemarlos, llegaron a la esquina de la cabaña donde se encontraba el futón. Cayeron sobre el mullido objeto. Después de tantos obstáculos y de tanto dolor por fin estaba al final del arcoiris. Y, ansioso, estaba dispuesto a tomar su recompensa. El mundo dejó de existir. Se desdibujó. Él la abrazó. El fuego los abrasó.


    Hambriento se lanzó por sus labios. Kagome era fuego, era sol, era salvación y destrucción. La ropa comenzó a estorbar. Ansiaba tocar su cuerpo. Deseaba sentir sus pequeñas manos sobre él. Sus manos cosquilleaban por acariciar y su boca se volvía agua por la ansiedad de probar. Cerró los ojos y besó su mejilla. Con parsimonia deslizó la nariz por su piel. A Inuyasha le gustaba como olía Kagome. Su piel emanaba un olor a dulces manzanas, a petricor, a tierra bañada por el sol, a hogar…


    Descendió sobre su yugular. Mordió ese tentador lugar donde palpitaba con fuerza el pulso. De los labios de Kagome escapó un gemido y a Inuyasha se le cortó el aliento. Kagome arqueó la espalda. Su pelvis chocó con la de él. Su miembro se encontró con su sexo. La fricción le envió un rayo por todo el cuerpo y ocasionó que miles de hormigas le recorrieran la piel. Sintió un incendió en el cuerpo. Ansiaba quemarse ya.


    —Inuyasha… por favor… —Las palabras salieron de su boca, mitad petición, mitad gemido. Sus orejas dieron un tirón al escucharla. Esa no fue la única parte de su cuerpo en saltar por la anticipación.


    Quiso ser suave. No pudo. Antes de darse cuenta la ansiedad había provocado que le desgarrara la ropa. Sus ojos chocaron con la palidez de su piel. Kagome era hermosa. Era una diosa. Dejo que su lengua se deslizara por los montes del norte y se maravilló ante la suavidad y la firmeza de su cuerpo. Siguió hacia el centro. La planicie resultó sensible ante los pequeños espasmos que ocasionó la boca en su ombligo. Y llegó a aquel lugar que lo llamaba y lo seducía. Los valles del sur se le presentaron como terreno inexplorado en los que el quería ser el conquistador. Enterró la nariz en los pliegues. Se emborrachó con el olor a mar y a caracolas. Introdujo la lengua. Comió de ella. De dio un banquete auditivo pues jamás se imaginó lo maravilloso que sería escuchar su nombre entrecortado, los suspiros a medias y los gritos apenas contenidos. Siguió devorando sus valles. Se hizo adicto a su sabor.


    Ascendió nuevamente. Su instinto lo apremiaba por poseerla. Llegó a sus labios. La besó. Le recorrió la boca con la lengua. La acarició con vehemencia. En el proceso, y con cierta dificultad, él termino por desnudarse. Se colocó sobre ella. Piel con piel. El hambre y las ganas chocando. Movió la pelvis sin entrar en ella. La vio arquearse, la vio retorcerse y suplicar. Se enamoró de esa imagen. De Kagome indefensa, de Kagome con el cabello desordenado, con las mejillas arreboladas, con los labios hinchados, con el cuerpo sudando su nombre, de Kagome siendo suya.


    La hora de los juegos terminó. De una estocada lleno su cuerpo vacío con el suyo. Cerró los ojos al sentir la presión y la calidez. Cada terminal nerviosa de su cuerpo le ordenaba que se moviera pero sentía el dolor de su compañera. Abrió los ojos. Se miraron fijamente. Con el paso de los días en la persecución de Naraku habían aprendido a leerse sin palabras. Ante su silenciosa petición, él espero. Pasaron los segundos, Kagome elevó la cadera. Lo aceptó. Comenzó a moverse. Nuevamente sintió que un rayo le entraba al cuerpo. Al inicio fue suave, para ninguno de los dos fue suficiente.


    —Más…


    Su voz fue un eco de sus deseos. Se enterró más profundamente en ella. Le encantaba que no quedará espacio entre los cuerpos. Que la piel chocara con la otra. Que su cuerpo comenzara a sudar el nombre del otro. Que su cuerpo lo aceptara de tal manera que compusieran un todo. Porque la sensación era tan malditamente buena que era inevitable no advertir que ella abría las piernas en busca de más. Ambos ansiaban más contacto, más fricción, más de Kagome rodeándolo, más de él entrando en ella, más de ella abrazándolo con brazos y piernas, más de las uñas enterrándose en su piel, más de beberse los gemidos, los suspiros y el aliento entrecortado…


    Más… Más rápido... Más fuerte...
    Más…
    Más…



    Una descarga eléctrica, un dulce sabor en la boca y la sensación de volar eran resultado de alcanzar el cielo y el infierno en un mismo instante. Cuando el corazón dejo de intentar salirse de su pecho, besó con ternura su frente. Amaba a Kagome. Amaba su personalidad explosiva, su infantil sonrisa, su entrega total, su (ahora) inmanente sensualidad.


    —Inuyasha…


    —¿Mmm? —Musitó medio adormilado, abrazándola con todo su cuerpo.


    —Estoy en mi hogar. —Aseveró al besarlo suavemente en lo labios.


    Él habría querido desmentirla, decirle que era él quien por fin había encontrado un hogar, un lugar en el que podía ser y sentirse seguro, amado y aceptado. Que ella podía tomar todo de él porque le pertenecía, pero ambos terminaron cediendo al sueño.

    Duermieron abrazados y esa noche ya no hubo más pesadillas ni miedos.
     
    Última edición: 20 Abril 2018
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Hermoso Kikuz, hermoso.

    Sentí que me tocaron el corazón, de verdad. La manera tan dulce y suave que narraste fue una caricia, delicada y tierna que transmitió todo lo deseado, pero respetado, todo lo amado, pero anhelado. Que lindo, que bello escrito explícito. Nunca había leído el sexo como algo tan delicado y frágil, es como si Inuyasha tuviese miedo de dañarla, de que ella le amara y lo abandonara. ¡Que historia mujer!

    Kagome dio a Inuyasha todo lo que él careció, ese sentimiento irreemplazable, esa sensación de paz y ese amor inquebrantable. No sé cómo más decir que fue tan delicado como el pétalo de una flor al caer en el césped a mitad del verano.

    Cálido.

    Ojalá escribas más cosas bellas como ésta, y me siento super feliz de que cumplieras mi capricho

    Nos leemos en otra/unkagomexsesshömaru(?), saludos.
     
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    Kohome

    Kohome Fanático Comentarista destacado

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    Mujer, ¿qué te puedo decir que no te dijo ya Insane?
    En efecto es muy bonito. Me encantó esa metáfora del cuerpo de Kagome como una isla de pisos térmicos en descenso. Lo hizo sentir mucho más sutil y delicado.

    Particularmente me encantan los fics explícitos que no tienden al morbo y a descripciones que terminan demasiado... pronográficas, demasiado explícitas. Y tú lo conseguiste con esta belleza.

    Sí noté dedazos pero te entiendo. Cada vez estoy más miope en el ojo derecho y si me quito las gafas es como 'Aiuda que no veo nada' xD

    ¡Muchísimas gracias, además, por pasarte por aquí! °w° Adoro ver fics nuevos.
     
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    Sensy

    Sensy Orientador del Mes Orientador

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    ¡Hola Kikuz-sama! Vengo a comentar tu escrito explícito.

    Un escrito rotundamente hermoso, muy sensual, sutil, delicado y exquisito y no a lo sucio y vulgar, hacen que este One-Shot sea precioso y bonito de leer lo cual resalta lo agradable que es. Me ha sorprendido y a la vez, babeando de forma literal 4 kilos de baba porque es mi pareja favorita. A decir verdad, esperaba un poquito más de diálogo romántico entre Kagome e InuYasha, pero como resaltaste más las acciones inesperadas del protagonista, hizo que esto siguiera su curso con el escrito cosa que favoreció el acto de amor entre los dos. Tengo entendido que, en los escritos fandom, normalmente se suele poner al principio de todo y antes, del escrito, un pequeño "Disclaimer" puesto que, no todos los usuarios ven o conocen el manga o anime y/o no suelen conocer dicha serie que le pertenece a la autora Rumiko Takahashi.

    Al principio del escrito, veo tres mini párrafos que creo que se pueden unir en un solo párrafo los tres primeros por narrar casi las mismas ideas. Es solo un consejo, nada más.

    En cuanto al tema de los acentos ortográficos y la gramática: la gramática es buena, la ortografía noto la ausencia de tildes al principio de algunas palabras, pero más adelante, he visto que te has fijado más a la hora de poner los acentos de forma correcta. Agregaría un poco más de diálogo entre los personajes, como he mencionado antes. Únicamente, he notado que en dos palabras, te has dejado alguna consonante y vocal, pero solo en dos palabras diferentes, ni una más.

    Y el último punto que he visto de este manuscrito, es que se me ha dificultado la lectura por algunas palabras coloquiales, como por ejemplo: retrospectiva, implícito, luminiscente, aplacaba, vorágine, horda, parsimonia, petrico, planicie, vehemencia y arreboladas. De modo que, yo agregaría un pequeño vocabulario coloquial para las palabras que no se entiendan al contexto y poner su significado al final del escrito. Sé que existen diccionarios y páginas web que hacen este trabajo, mas, no todos se molestan en realizar una búsqueda para enriquecer su vocabulario.

    Sigue leyendo libros y practica duro con tus escritos.

    ¡Saludos!
     
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  5.  
    Lady Minisa

    Lady Minisa Iniciado

    Acuario
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    Me gustó mucho, está sencillo, pero cumplió muy bien con las expectativas. Es bueno leer Lemon de Inuyasha y Kagome que le haga justicia a la parte emocional que debe describirse (necesariamente para mi) en un momento así de la pareja.

    Fue acertado aferrarte al punto de vista de Inuyasha para dotar de significado un acto como este sin alargar demasiado el fic. Al menos a mi me quedó claro cómo ella lo llena en tantos aspectos de sí mismo que es entendible tanta reverencia de su parte hacia su cuerpo. En serio, ¡las descripciones eran como Neruda para dummies!, de hecho contrastan un poco con mi head canon del personaje de Inuyasha, sin embargo, entiendo que el lenguaje era importante para crear atmósfera. Creo que esto último se logró con creces. El fuego en la cabaña de Inuyasha y Kagome se sentía muy cálido, asumiendo que hubiera una fogata no metafórica allí adentro.

    Siento escribirte esto tan tarde, apenas me paso por aquí y encontré el fic por pura casualidad. ¡Gracias por la lectura!
     
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