Ciudad Fábrica Al Oeste: Sabana Engrane Por las Alcantarillas: Ruta de Máquinas Expendedoras Una enorme fábrica que parece estar abandonada. Sin embargo, el lugar se mantiene en funcionamiento por su cuenta; hay cintas de ensamblaje y maquinaria que arma y desarma objetos mecánicos constantemente, en un círculo infinito. No hay requisitos especiales para atravesar esta área.
La carreta atravesó la sabana a un paso sumamente ágil. Parecía ser que los Monochromon no solamente eran tremendamente fuertes, sino también muy veloces. Gazimon los dejó en la entrada del lugar, y tras despedirse de ellos luego de que se bajaran regresó prontamente en dirección al casino. La llamada Ciudad Fábrica era inmensa. Ni la fábrica más grande de su mundo llegaba a compararse con aquel enorme lugar... era sin lugar a dudas del tamaño de una pequeña ciudad. Aunque vista desde afuera, lucía un tanto abandonada... ¿habría alguien allí? ¿Encontrarían a otros humanos en aquel lugar de apariencia tan tecnológica... o simplemente a más digimons? —Deberíamos entrar, ¿no? —sugirió Patamon, hablando por primera vez en todo el trayecto, mirando alrededor un tanto nervioso. Contenido oculto GalladeLucario Kurone Amane Bienvenidos a Ciudad Fábrica. Son libres de explorar el lugar una vez que decidan ingresar :3
Dylan Rogues Al bajar de la carreta, di un traspié y tuve que pugnar por mantener el equilibrio. Incluso me llevé la mano a la boca, conteniendo las náuseas. No voy a mentir, me había mareado. No era especialmente fan de las altas velocidades y los traqueteos... ugh. —B-Bueno, ya llegamos a la Ciudad Fábrica, ¿no? —dije, mirando hacia arriba, cuando me hube recompuesto un poco. El lugar que tenía frente a mí era grande, sin duda, aunque no parecía haber mucha gente. >> Entremos —le respondí a Patamon—. A estas alturas ya casi he perdido la esperanza de lograr reparar mi MP3, pero... digo yo que aquí al menos habrá piezas, ¿no?
Lillith Campbell Al final, los tres decidimos subirnos en la carreta y mucho antes de querer darnos cuenta, ya nos encontrábamos en la famosa ciudad Fábrica. Y hacía gala a su nombre porque no creía haber visto en mi vida una fábrica más grande que aquella. Eso sí, parecía estar abandonada: no había rastro alguno de digimon y menos de humanos. ¿Descubriríamos realmente algo de interés ahí? ¡No lo sabríamos sin movernos del lugar! A pesar de que me tambaleé un poco al bajar del carro, conseguí recuperarme con cierta rapidez y recuperé mi semblante alegre. —¡Sí, sí! ¡Entremos! —asentí con la cabeza mientras repetí las palabra de Dylan, dispuesta a saber más de aquel lugar.
El grupo compuesto por Lilith, Palmon, Dylan, Patamon, Hana y Biyomon decidió empujar las puertas e ingresar finalmente a la Ciudad Fábrica. Dentro, se encontraron en una sala amplia e inmensa. El techo era tan alto que apenas si llegaban a verlo. Era un lugar muy iluminado, y completamente desierto; no había ni un alma allí dentro. Todo el lugar era gris y lúgubre; realmente no era muy distinto de una fábrica abandonada del mundo humano. —Miren, hay un mapa por allí... —comentó Biyomon, señalando más adelante, y todos se acercaron a lo que parecía ser un mapa de la fábrica—. Deberíamos explorar un poco el lugar, ¿no? Observando el mapa, notaron que se encontraban en lo que parecía ser la Sala Principal. Vieron varias secciones en el mapa: estaba la Sala de Control un poco más adelante, mientras que hacia la izquierda podrían encontrar la Sala de Ensamblaje. Por la derecha había tres lugares más: el Salón de Descanso, la Sala de Engranajes, y la Torre de Partes Mecánicas. ¿Por dónde deberían iniciar?
Dylan Rogues —Hmpf —bufé, manos en los bolsillos y con Patamon sobre mi cabeza, cuando vi aquel mapa. El lugar parecía ser grande... y extraño, definitivamente extraño. No obstante, mis pies comenzaron a moverse instintivamente, alejándome del resto. Con la tontería, me había juntado con dos chicas y tres digimon... comenzaba a ser demasiada gente, y yo comenzaba a sentirme un poco fuera de lugar. Como siempre solía sentirme, de hecho. Quizá por eso me alejé con toda la discreción que pude, y me encaminé, casi de forma inconsciente, hacia la sala de control.
Lillith Campbell —¡Wow! Esto es enorme —exclamé, sorprendida, mirando con ojos bien abiertos la enrome fábrica que nos rodeaba. Se notaba que estaba abandonada pero eso no le quitaba lo impresionante, ¡en absoluto! Palmon y yo nos acercamos al mapa y vimos las posibilidades que teníamos por visitar. Parecía que tenía cosas interesantes en su interior que quizás nos ayudarían a saber un poco más sobre todo aquello. Según observe, Dylan se alejó hacia la sala de control, así que Palmon y yo caminamos hacia la Torre de Partes Mecánicas. ¡Qué emoción, qué emoción!
