Comedor

El comedor del internado es una de las estancias más cuidadas y lujosas disponibles. De paredes blancas y un suelo impecable, combina con las cómodas sillas que rodean las mesas de granito, siempre listas para servir a los estudiantes. Justo frente a una de las mesas se encuentra un bloque de pared que simula ser una chimenea, pero su función es mayoritariamente decorativa, debido a que la temperatura del lugar siempre es estable.

Al fondo de la estancia se encuentra una barra disponible, siempre atendida por camareros para cualquier necesidad existente.​

 

Karou Bright.

Luego de salir de la habitación D con mi nueva compañera de cuarto llamada Aki, me había ido directamente al hall para revisar el mapa que mostraba la distribución de las distintas zonas. Encontré el comedor y me encaminé hacia él, sosteniéndome la panza con un poco de molestia y dolor. El hambre estaba clavando sus agujas duramente en mi estómago y ya no podía aguantarlo más.

Cuando vislumbré ante mis ojos el lugar, juro que escuché la música de los dioses cantarme a los oídos. Era demasiado lujoso y cuidado. Representaba una imagen que yo nunca había visto en mi vida. Todo estaba impecable y, además, había una hermosa chimenea a un lado de la mesa que le daba un ambiente hogareño y cálido. Y uf, esas sillas me estaban llamando a gritos, así que lo primero que hice fue ir a sentarme, a pesar de que me había alejado un poco de Aki. Cubrí mi rostro con las manos y le dije:

—P-perdón por esto, pero... ¿Sabes si tenemos que llamar a alguien para que nos atienda o tenemos que ir a buscar nuestra comida directamente? Porque yo ya no puedo sostenerme en pie con el hambre que tengo. —Mi estómago rugió de nuevo como para confirmar lo que decía y me mordí el labio, algo nerviosa por tener que pasar por este momento embarazoso cuando recién conozco a la agradable chica de uniforme.

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No sé si funcionó la etiqueta de Aki, así que por las dudas te etiqueto acá también (?) Noir

 

Aki Chigusa

Tuve que reprimir una exclamación cuando, caminando tras mi nueva compañera, ingresamos al comedor. ¡Aquel lugar era increíble~! Desprendía lujo y elegancia por todas partes, me sentí como de la realeza nada más entrar allí. Traté de mantener mi emoción bajo la superficie, pero imaginaba que mis ojos debían estar brillando.

Un lugar como ese... Definitivamente nunca lo hubiese visto en mi pueblucho perdido entre montañas... ¡era una absoluta maravilla, digno de cualquier hotel de cinco estrellas! Caminé y me detuve frente a la pared chimenea, esperando sentir el calor del fuego en mis palmas... pero parecía que su función era meramente decorativa.

—Esto... ¿realmente esto es un internado?— pregunté entonces, más para mí misma que para mi compañera—. ¿No me golpeé la cabeza al despertarme esta mañana ni nada así, cierto?

Alcé la vista al techo. Oh aquello... aquel lugar era demasiado bueno para ser real. Y estaba demasiado lejos de mi paga semanal por... bueno, por hacer cosas que hace la gente de campo. Cosas que odiaba, por supuesto.

Fue entonces cuando reparé en que Karou acababa de hablarme. Se estaba cubriendo el rostro con las manos y su tripa seguía gruñendo, pero yo no había escuchado nada de lo que me había dicho.

—¿Eh?— fue todo lo que alcancé a preguntar. Me llevé el dedo índice a los labios—. Esto... imagino que tenemos que llamar a alguien. Es decir, este lugar derrocha opulencia; nadie que asista a un lugar tan lujoso como este debería molestarse en buscar su propia comida.

Arrastré una silla y me senté frente a mi compañera en la mesa.

>>¡Camarero, mozo, mesero, garzon~!— exclamé repentinamente, alzando la voz casi ceremonialmente—. ¡Aquí, atiéndanos por favor! O como sea, ¡yo quiero un plato de Tonkatsu!

 

Karou Bright.

Me di cuenta demasiado tarde que, por lo visto, a mi compañera le brillaban los ojos al observar todo el lugar. Se notaba que le emocionaba el hecho de estar ante tanta lujosidad y eso me hizo sacar una pequeña sonrisa.

Pero, desde luego, mi estómago seguía rugiendo y mi mueca de un perrito herido se hizo presente de nuevo. No podía pensar con claridad teniendo ese gran dolor en mi panza. Tan solo quería llevar algo rico a mi boca. ¡¿Por qué no aproveché y fui a comer algo en el tren?! Es que fui tan cabezota, que me sentía hasta frustrada, pero dejé de desanimarme con ese pensamiento y miré de nuevo a Aki al escucharla hablar.

—Esto... imagino que tenemos que llamar a alguien. Es decir, este lugar derrocha opulencia; nadie que asista a un lugar tan lujoso como este debería molestarse en buscar su propia comida.

Asentí repetidamente a sus palabras, sin poder expresar mis sentimientos de forma oral, porque no dejaba de pensar en algo sabroso que se derritiera en mi boca.

Me fijé en que la chica de cabellos blanquecinos se sentó justo en frente de mí en la mesa y llamó al supuesto camarero para que venga a atendernos. Las cejas de mi cara se aliviaron un poco más al ver que se hacía cargo de la situación. Tendría que devolverle el favor en algún momento.

Y yo que pensaba que me iba a acusar de terrorista de buenas a primeras. A veces, puedo equivocarme mucho con la gente y creo que, en este caso, fue simplemente eso, un error. Después de todo, ella se presentó ante mí de buena manera y me acompañó hasta aquí amablemente, sin decir nada acerca de mi lamentable estado actual.

Otra vez, sonreí un poquito mirando hacia otro lado, pensando en que quizás sí podía conocer gente nueva.

Miré de nuevo la hora en mi Neuro Linker y ahogué un grito de terror cuando vi que ya eran las 9:30 PM. La presión y los nervios me cubrieron por enésima vez en el día, esperando impaciente a que alguien venga a ayudarnos (con un gran plato de comida).

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Liza White Dale a Karou algo pa comer, mija (?) Una pasta bien sabrosa c; Noir ♡

 

Jack Atkinson

El tiempo iba pasando de a poco. El reloj marcó las 21:35 cuando miré a mi alrededor, y no vi a nadie cerca. Literalmente, estaba solo en el patio exterior. A lo sumo creí ver a un joven sentado bajo algunos árboles, pero parecía más una ilusión de las sombras que otra cosa. Pegué un vistazo alrededor. No veía a Beatriz por ningún lado. Sonreí, mientras pensaba que tal vez se había entretenido mucho con sus nuevas amigas. Eso era algo bastante bueno. Bastante bueno la verdad.

Mis tripas se quejaron. Ya era tarde, y a pesar de que me había devorado media bandeja de bizcochuelos en el tren, me volvía a picar el bagre. Así que me colgué la guitarra al hombro, y me dirigí hacia el comedor. Tuve que frenarme en el hall de entrada para estudiar bien el mapa, y luego de orientarme, me encaminé hacia mi destino.

Solté un silbido de admiración al ver el lugar. El director no se había puesto tacaño en cuanto gastos, la verdad. El suelo y las paredes brillaban de forma intensa, y todo estaba dispuesto de forma elegante y primorosa. Me rasqué un poco la barbilla, incómodo. Eran demasiados lujos para mí.

Pegué un vistazo alrededor, para ver la situación. Al parecer, ya dos personas se encontraban aquí. Una era la muchacha peliblanca, que tan celosa se había mostrado de su cartera, y había acusado a Esera de terrorista. ¡Ah, cierto! Y también había noqueado a Yashiro dos veces. O al menos, lo había tumbado de un carterazo. Me reí por lo bajo. Eso había sido bastante divertido. Estaba sentada frente a otra chica, que deduzque sería su compañera de cuarto, una morocha de pelo corto, con expresión tímida en el rostro. "Vaya, todos aquí son bastantes tímidos, la verdad. O al menos la mayoría", pensé, mientras me dirigía a la barra, para comer algo. Podría haberme sentado en una mesa, pero estaba solo, y sinceramente, preferí no estar cerca de la revoleadora de carteras serial, aunque ahora parecía que no llevaba su arma asesina cerca. O al menos, yo no la veía.

Así que con paso lento pero firme, me dirigí hacia uno de los bancos de la barra, dejé mis muletas a un lado, y me dirigí hacia uno de los camareros. La joven de pelo blanco había pedido fervientemente que le trayeran un plato de tonkatsu. Ni en mis sueños más salvajes había escuchado esa palabra, así que me decidí a pedir algo que conocía más.

— ¡Buenas! No sé que diantres hay en el menú, así que te pediré Schweinsbraten, si puede ser.— tenía que pedir algo normal, no como ese tonkatsu que decía la chica. ¿A quién se le ocurre pedir cosas tan raras?— ¡Oh! Y si permiten alcohol, ¿puede ser una Weibbier? Y si no, jugo de naranja, esta bien. La edad legal para beber en Austria es 16, pero no sé como manejan aquí las cosas.— no solía tomar alcohol, pero me sentía con ganas de celebrar.

Luego de dicho el pedido, le di la espalda a la barra y tomé mi guitarra. Ojalá no hubiera problema en que tocara un poco de música. Eramos solo tres personas en el lugar, creería que no molestaría a nadie. Así que apoyé el instrumento en mis piernas, y comencé a tocar los acordes de When I Come Around.

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Por si alguno quiere saber que canción es:



Y por las dudas, te vamos a taggear a vos Rein y a vos Bruno EVF, porque los mencioné :D

 

Yashiro Isana

Había decidido seguir las indicaciones para llegar al comedor. Todo el tema de salir del tren para ser introducidos al complejo, me estresó un poquito... Además de que, tras haberme perdido en todo ese proceso, luego de un rato al fin había divisado a Jack, o eso creo, así que le seguí, quizás luego intentaría hacer más amistades.

¡Y no me había equivocado! Era Jack, qué bien, qué bien. Hice un análisis rápido del comedor y... Allí estaba la chica que me golpeó 2 veces... Si alguien veía mi rostro en ese momento, notaría mi gesto de vergüenza e incomodidad. ¿Sería que esta vez sí podría aceptarme? Lo mejor sería no acercarme... En fin.

—¡Hola, Jack! —grité desde donde me encontraba y saludé con mi mano. Comencé a caminar hacia él.

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Siento haber desaparecido ;-; Tuve una presentación y exámenes finales y así /-\ Pero ya estoy de vuelta.

 

Jack Atkinson

Luego de tocar los últimos acordes de la canción, dejé que estos se perdieran en la inmensidad del comedor. Me quedé un rato contemplando el lugar, mientras esperaba mi comida, cuando sentí que alguien exclamaba mi nombre. Al fijarme, pude notar que era Yashiro, que me saludaba con la mano. Me pregunté de forma divertida si se atrevería a hablarle de vuelta a la chica peliblanca. Al parecer no, pues luego de echarle un vistazo, se acercó directamente a mí.

— Ven, siéntante, compañero de cuarto.— dije, mientras le señalaba un banco a mi lado, en la barra.— Pide lo que quieras, o supongo que así es la cosa. Los mozos estuvieron bastante silenciosos, la verdad.

Me rasqué la nuca, mientras me rugía la panza.

— Bueno, seremos compañeros de cuarto. ¿Quién lo diría, no? Casi como cosa del destino.— me le acerqué y le sonreí de manera pícara.— ¿Oye, no vas a hacer otra intentona? Dicen que siempre la tercera es la vencida. Yo te doy apoyo moral si quieres.— palmée mi guitarra, que había dejado sobre la barra.— Incluso puedo darte un repertorio musical, según tus necesidades.

Lo palmée en el hombro, mientras soltaba una sonora carcajada, y me quedé esperando a que en algún momento trajeran mi cena.

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Liza White, joder, quiero mi cena (?
¿Donde está mi cena?

 

Karou Bright.

Mientras esperaba a que algún mesero nos atendiese, me sorprendí al escuchar a alguien abriendo las grandes puertas del comedor. Un chico bastante alto ingresó al lugar, con su pelo revuelto y vistiendo ropas que parecían antiguas y maltratadas. Lo que me había llamado la atención era que utilizaba muletas. ¿Qué le habría pasado?

Lo miré con extrañeza cuando, de repente, su rostro se dirigió hacia Aki y a mí. En el momento en el que me encontré con su mirada, noté que sus ojos tenían colores diferentes. Uno era más ámbar y el otro era de un verde muy vivo. Me sonrojé levemente por la vergüenza de haber sido atrapada con mi curiosidad en menos de cinco segundos, pero al instante perdió el interés y caminó hasta la barra. ¿Estará disgustado con nosotras por alguna razón?

Aunque yo nunca lo había visto... ¿O sí? Al menos, no lo recordaba.

Pidió un plato que yo no conocía de nada y una bebida, que desgraciadamente tampoco pude reconocer. Dijo algo sobre Austria, así que supuse que debía de ser de ahí. Se sentó y empezó a tocar la guitarra tranquilamente. La melodía ciertamente me levantó un poco más el ánimo y no pude evitar taparme la boca mientras sonreía. Me balanceé suavemente sobre la silla al ritmo de las cuerdas hasta que terminó. Wow, no pensé que me encontraría con un artista de ese tipo aquí. ¡Su música era increíble!

No tuve tiempo de seguir pensando en ello cuando, de pronto, otra persona ingresó al comedor. Esta vez, sí pude reconocer un poco al chico en cuestión. Tenía el cabello blanco y la cara pálida, con unos ojos que brillaban de amabilidad. ¡Claro! Él era el joven que había sido lastimado en el tren. Yo me había acercado a tratar sus heridas con el botiquín, para luego escapar rápidamente de allí.

Dio una mirada general y cuando se encontró con Aki, noté un poco de incomodidad en su rostro. Me pregunté si no me habría reconocido, aunque claro, no es como si una persona pudiera reconocer el rostro de una chica que estuvo en frente de ti por unos segundos. Pensé por un momento en acercarme a preguntarle qué tal estaba, pero mi timidez me ganó. Luego, el muchacho caminó directamente hacia el otro chico, a quien saludó como "Jack". ¿Así que ese era su nombre?

De forma muy chismosa, a decir verdad, me quedé escuchando un poco de su conversación, ya que no había mucho movimiento en el salón y las voces eran muy distinguibles. Me enteré de que los dos eran compañeros de cuarto, tal como Aki y yo. Luego escuché cómo el llamado Jack le hacía una broma y no pudo evitar reírse. Yo, de nuevo, me tapé la boca mientras mis labios se inclinaban hacia arriba sin poder manejarlos.

Miré hacia mi compañera, en frente de mí, y me pregunté qué pensaría ella en este momento sobre nuestros nuevos acompañantes, a la vez que me apoyaba en la mesa, esperando todavía algún movimiento del personal.

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Los etiqueto a todos por si las moscas. ;o; Noir Liza White Reual Nathan Onyrian Rein

 

Chigusa Aki

Mi reclamación pasó como la lluvia un frío día de invierno... desapercibida y sin importancia alguna. Como quien oye llover, de ahí el símil que se me había ocurrido por... simple y puro aburrimiento. Dejé caer la cabeza hacia atrás en la silla, aburrida, preguntándome si realmente alguien me habría oído. En aquel lujoso comedor solo estábamos yo, mi preciada cartera y Karou. O no. Repentinamente las puertas del comedor se abrieron y entró un muchacho alto de cabello revuelto y piel tostada caminado con muletas. Nos dirigió una breve mirada y se alejó, como quien no quiere la cosa. Como si le fuéramos indiferentes. Lo cierto es que yo solo le eché un breve vistazo.

No le tomé importancia alguna. Alcé la mano y la extendí frente a mí, simplemente observando las cutículas de mis uñas. Ah~ me gustaba tener cuidadas mis uñas, odiaba parecer una chica de campo. Cosa que era y que parecía estar impresa en mis genes. Escuché entonces el sonido de una guitarra y al dirigir la mirada en la dirección del sonido me topé con aquel chicos de ojos disparejos. ''Que curioso...'' pensé entonces. ''Y que raro''. El Elvis de ojos extraños... no sabía mucho de música extranjera a decir verdad, yo solo escuchaba J-pop, ¿okay?

Aquello me recordó que podía usar mi neuro linker para amenizar aquella ''silente'' velada una vez terminó su improvisado concierto, y seleccioné el archivo propicio para escuchar música para mí misma, mientras esperaba que alguien se dignase a traerme un plato de tonkatsu con katsukare. Cuanto más pasaban los minutos más sentía el hambre hacerme añicos el estómago.

Y entonces, mientras ''magnet'' resonaba en mis oídos, la puerta se abrió por tercera vez ese día. —¿Pero es que acaso todos los malditos estudiantes vendrían a comer ahora?— y entró un muchacho de blanco cabello que conocía muy bien. ¡Era ese tipo excéntrico que había golpeado dos veces en el tren! ¡Y bien que se lo merecía! Nuestros ojos se cruzaron un momento, solo un instante.... y mi ceño se frunció de forma automática. Que molestia... ¿por qué estaba él aquí?

—Hmph— fue todo lo que dije, apartando tanto el rostro como la mirada con aire soberbio.

El pareció incómodo, avergonzado, y siguió su camino hasta la barra, hasta acercarse al otro joven de ojos disparejos. Jack, le llamó. Este lo invitó a sentarse con él en la barra, con un aire de camadería bastante curioso. Jack parecía ser un sujeto bastante animado, ¿no? Mientras aquellos dos charlaban cosas a las que no presté ni quise prestar atención— porque simple y llanamente no me interesaba y solo quería comer un maldito plato de cerdeo rebozado en panko— me fijé en que mi compañera si parecía bastante interesada en su animosa charla.

Así que Karou era toda una chismosa, ¿ah?

Volví a mirarlos por el rabillo del ojo, por simple imitación... Bueno, tal vez hacían buena pareja. Jack era alto y fuerte, extrovertido... y el otro era flacucho y... ¿extrovertido también? Demasiado para su propio bien. Pero en comparación ese chico de pelo blanco era un verdadero uke. Dejé de mirarme las uñas y le devolví a Karou la mirada. Se había llevado la mano a los labios en un intento de ocultar su sonrisa...

Sinceramente, en pasividad, nadie ganaba a mi tímida e introvertida compañera de mesa.

 

Los camareros llevaban demasiado tiempo metidos en la cocina, luego de apuntar correctamente cada pedido en cuanto fue mencionado por los alumnos. Lo cierto era que aquella ausencia comenzó a generar en poco tiempo la curiosidad y por qué no, la molestia entre ellos. Todo se veía tan impecable y bien cuidado que lo lógico era esperar que su servicio fuese similar, ¿no es así?

Sin embargo, las voces de los trabajadores al otro lado de la barra empezaron a hacerse más evidentes. Y de un momento a otro, tras diez minutos sin respuesta alguna, una pequeña figura fue la primera en salir de la cocina. Sonreía gustoso, con un plato infantil entre sus manos. No fue difícil distinguir de quién se trataba: era el hijo del director del internado. El pequeño parecía haber estado retrasando en la cocina de alguna forma hasta que consiguió lo que quería, y en ese instante dejó el plato con cuidado en la mesa para subirse en la silla y ser el primero en degustar su cena. Los primeros camareros que salieron con las órdenes retrasadas le dirigieron una significante mirada de soslayo.

Si las miradas matasen...

Las disculpas no se hicieron de esperar, y en recompensa, los encargados les aseguraron que, si por algún casual no llegaban a la hora justa a su cita, ellos se encargarían de explicarle al director lo sucedido. Cada uno recibió en su mesa el plato que había solicitado, para su sorpresa. El dominio de culturas de aquellos cocineros era increíblemente grande, como era de esperar.

En ese instante, otro alumno más se adentró en la estancia, con las manos en los bolsillos y un semblante indiferente en su rostro. No parecía tener mucha prisa, a pesar de ser relativamente tarde. Se sentó en otra de las mesas, a la espera de ser atendido.

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¡Al fin, ya estoy totalmente de vuelta! No adelanté mucho el reloj como recompensa por mi ausencia, así que pueden estar tranquilos :3 Noir Lariebel Reual Nathan Onyrian Rein

 

Chigusa Aki

—Tonkatsu... katsukare...—había empezado a musitar en voz baja, como un mantra lúgubre, mientras sentía cada vez más fuerte en mi estómago los duros golpes del hambre. Solo había comido unos insulsos M&M's que me había ofrecido Andy en el tren... ¿cómo esperaban que estuviese satisfecha con eso? ¿Se volvieron locos o qué? No era como esas modelos esqueléticas que se alimentan con papel higiénico.

Tratando de no desfallecer me hallaba cuando fui consciente del ajetreo en la cocina. El hijo del director salió entonces triunfante, portando un menú infantil entre sus manos como si fuera un trofeo de caza, un plato caliente que olía de maravilla. ''Grr, niñato con suerte'' pensé para mis adentros, dirigiéndole una mirada fría bastante significativa. Me mordí la uña del pulgar en un claro gesto de envidia.

Pero no duró demasiado, porque entonces uno de los camareros, garzones, mozos o como quiera que se llamasen, depositó sobre mi mesa un plato al parecer sacado del mismísimo paraíso. ¿Pero qué diablos...? ¡Esos colores tan vivos, el cerdo empanado dorado y en su punto y el arroz blanco y suave...! ¡Era un plato digno de un rey! ¡Y yo iba a degustarlo! ¡Oh, estaba tan feliz que creí que lloraría...!

El tipo dijo algo que no escuché, porque mis sentidos estaban puestos en el delicioso plato que tenía ante mis ojos. En su olor y su textura. Sentía mi boca aguarse y estaba bastante segura de que mis ojos debían estar brillando de pura emoción. Si sabía tan bien como se veía definitivamente este lugar sería mi preferido de todo el complejo.

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—¡Que a-pro-ve-che~!— exclamé con energía, sosteniendo los palillos en mi mano. Me llevé un trozo de cerdo a la boca y casi sentí mis papilas saltar de la emoción. Sentí incluso mi ánimo elevarse, eufórico, y apreté los ojos cerrados para contener la felicidad repentina que me recorrió el cuerpo. Incluso si tratase de mantener mis sentimientos bajo la superficie no tendría el más mínimo caso—. ¡Mmm~! ¡Esto está buenísimo! ¡Mucho mejor que el ochazuke que preparaba la abuela!

Supongo que después de todo la larga, la~rga espera había merecido la pena.

 

Jack Atkinson

Las puertas de la cocina se abrieron, y de ellas surgió el pequeñajo del presidente, que, con una sonrisa triunfante, traía entre sus manos un menú infantil. ¿Había menú infantil? ¿Traerían juguetes de regalo? En todos los restaurantes, siempre que había menú infantil, había también juguetes de por medio. Ya iba a preguntar si había juguetes. Me quedé observando la comida del niño con cierta envidia, hasta que sentí una voz detrás mío, ofreciendo disculpas.

Al darme vuelta, me encontró con un camarero y un plato de Schweinsbraten caliente, y una botella de cerveza austríaca al lado. Me relamí los dientes, froté mis manos y mi estómago rugió. Era hora de comer. Tomé la botella, haciéndole señas al mozo de que no hacía falta que la destapara, y la agité un poco. Apoyé la boca de la botella en el borde de la barra que estaba protegido con metal, y le di un fuerte golpe con la palma abierta, haciendo que la tapa saliera volando, y la espuma de la bebida empezara a surgir. La llevé rápidamente a mi boca, y bebí un largo trago. Sabía que seguramente no era muy educado o limpio lo que estaba haciendo, pero cada uno tenía sus rituales. Esta era la primera cerveza que bebía en aquel lugar, y tenía que celebrarlo. Eso sí, puse especial atención de que la espuma no cayera al piso.

Luego de un buen trago, me sequé la espuma que me había quedado en los labios, y me troné los nudillos, expectantes.

— Muy bien Yashi, no sé porque no has pedido nada para comer, pero yo siento que mi estómago se va a devorar a sí mismo en cualquier momento.— dije, mientras me abalanzaba sobre la comida. Sin embargo, me detuve.— Ahora que lo pienso... Sí, hagamos eso.

Tomé mi cerdo asado y mi cerveza, los puse en una bandeja, y me dirigí hacia donde estaban las otras dos únicas personas en todo el comedor. Me hubiera gustado que Beatriz hubiera llegado, pero al parecer, se estaba divirtiendo bastante con sus nuevas compañeras. O eso quería creer. Quise encogerme de hombros, pero entre las muletas y la bandeja, eso hubiera causado desastres. Mientras me acercaba a la mesa, hice una búsqueda rápida en mi Neuro Linker sobre el platillo que la revoleacarteras. Tonkatsu. Japonés. Bueno, o la chica era de aquí, o era bastante otaku. O tal vez ambas. Me acerqué con una gran sonrisa, y me senté en la mesa. Tenía el presentimiento de que si preguntaba, me ignorarían olímpicamente.

— ¡Annyeong! Ah, no, esperen, eso era coreano. Emm... Kon'nichi...wa?— dije, de forma tentativa, sonriendo un poco. Le di un sorbo a mi cerveza, mientras esperaba que, o me volara una cartera a la cara, o respondieran.

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Lariebel Noir

 

Karou Bright.

Mientras mi ansiedad volvía a resurgir de entre las cenizas al ver el reloj, escuché un gran revuelo en la cocina. Con la extrañeza pintada en mi rostro, observé al hijo del director del internado salir con aire triunfante, sosteniendo entre sus manos un plato infantil. Mi estómago rugió con vehemencia otra vez y me lo cubrí con las manos. ¿Fue ese el motivo de su retraso?

Mis pensamientos se interrumpieron al ver junto a mí a uno de los camareros, expresando sus disculpas una y otra vez mientras me dejaba sobre la mesa un plato que me robó toda la atención. El gran olor de la pasta me seducía con locura y su salsa roja atrapó mis ojos de forma permanente. Me relamí los labios, agarré mis cubiertos como si fueran lo más importante en el mundo entero y me dirigí hacia el señor que estaba a mi lado:

—¡¡Grazie!! —le exclamé con mi acento italiano más marcado que nunca.

Empecé a devorar mi comida muy rápidamente, manchándome de salsa por aquí y por allá. Por un momento, me quedé pensando en que yo nunca había pedido esto, pero le quité importancia y seguí con mi labor. Entre bocado y bocado, pude ver que Aki, mi compañera, estaba igual que yo. Le había encantado su plato japonés. Me alegré por ella, divirtiéndome por compartir una comida con alguien por primera vez en el internado.

Al escuchar a los camareros decir que no nos preocupemos por la hora, porque ellos se encargarían de explicarle al director la situación, mis hombros se relajaron al fin y me concentré en mi spaghetti. ¿De qué se trataría la reunión? ¿Acaso deberíamos mostrar nuestras habilidades para con los videojuegos? En ese caso, comí aún más para asegurarme de estar con todas mis energías.

De repente, escuché cómo el chico de las muletas llamado Jack, se dirigía hacia nosotras. Mi cuerpo se tensó al ver que se sentó directamente al lado nuestro y tragué saliva. Aún me ponía nerviosa la gente, pero decidí involucrarme muy poco para seguir comiendo.

—¡Annyeong! Ah, no, esperen, eso era coreano. Emm... Kon'nichi...wa? —dijo el estudiante, dejando entrever una pequeña sonrisa. Mientras veía cómo tomaba un sorbo de su cerveza austríaca, pensé en qué decirle, hasta que me encogí de hombros y le murmuré:

—H-hola. Come stai? —le respondí, jugando con mi acento italiano para confundirlo un poco. No me había dado cuenta que una mancha de salsa seguía en mi mejilla porque estaba demasiado concentrada devorando la pasta y dejando el plato limpio, sin ningún resto de comida.

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Noir Reual Nathan Onyrian

 

Chigusa Aki

—Oh vaya, el Elvis de ojos raros se digna a saludar al fin— comenté entonces ante la repentina cercanía de aquel muchacho. Dejé los palillos sobre la mesa una vez terminé de comer y aclaré mi garganta con una suave tos—. Ejem. No somos algo así como un unas "grupies", así que no esperes ovaciones por el improvisado concierto de hace un rato.

>>Oh, y mantén ese licor espumoso lejos de mí. Solo su olor me produce arcadas.

Añadí con una mueca de asco, fijando mis ojos en el botellín de cerveza que bebía como un cosaco. Me cubrí la boca con la mano.

Quizás Karou quisiera simpatizar con él, pero yo no me llevaba bien con las personas excesivamente confianzudas. ¿Y si por algún casual preguntaban el contenido de mi cartera? ¿O me la quitaban? ¡Eso sería aún peor que cancelaran el anime de Citrus antes siquiera de su estreno!

Por lo tanto me callé, limitándome a ser poco más que una mera testigo de la situación. El brillo burlón en los ojos de aquel tipo no me inspiraba ninguna confianza.

—Ohayo gozaimasu— dije simplemente, en un tono monocorde y seco, mientras me ocupaba de terminar el cuenco de arroz blanco.

 

Karou Bright.

—Ejem. No somos algo así como un unas "grupies", así que no esperes ovaciones por el improvisado concierto de hace un rato —mencionó mi compañera de cuarto, dejando los palillos sobre la mesa al terminar de comer. Cerré terminantemente mi boca, guardándome mi opinión acerca de la agradable música que había tocado nuestro nuevo acompañante. Realmente no estaba de acuerdo con Aki esta vez, pero me encogí de hombros sabiendo que de todas formas no iba a decir nada. Mi mente ya volaba por otros lares.

Alguien más abrió las puertas del salón. Esta vez, era una chica, como Aki y yo, pero ella no levantó la mirada de la consola que tenía entre sus manos. Recordé quién era luego de unos pocos minutos: La persona que había pedido ayuda en el tren, buscando un botiquín. Su cabello rosado brilló bajo su sudadera mientras veía cómo comía su plato de ramen y arroz. Sin decir nada, me limpié los restos de comida del rostro y le eché un nuevo vistazo al reloj del Neuro Linker.

—¡OH, NO! —exclamé, sin poder evitarlo. Me levanté de la mesa rápidamente y miré a Aki con los ojos desesperados—. Ya son las 10 —le susurré, con una voz baja y terrible, como quien da una mala noticia.

Tragué saliva y miré por un momento a las demás personas que había en el salón.

—Yo mejor me voy retirando. Y-ya nos veremos en el hall. —Dicho esto, me di la vuelta y procedí a cruzar las puertas, un poco avergonzada por mi actitud tan nerviosa y descolocada. Respiré hondo para tratar de calmarme y dirigí mis pasos hacia el lugar indicado, encontrando un punto de seguridad entre el mar de dudas que se cernía sobre mí.

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Noir Reual Nathan Onyrian Amane Rein

 

Aki Chigusa

Y se hizo el silencio por minutos que se sintieron horas. Tampoco es como si me molestase, me gustaba comer en paz. Si ese chico no iba a añadir nada más suponía que podía considerarlo una victoria por mi parte.

Repentinamente las puertas del comedor se abrieron y entró aquella chica que había visto en el tren con su corto cabello rosado y ojos calmos. Se sentó no lejos de nosotros. Pidió un plato de gyoza— que me hizo replantearme por qué no había podido yo uno igual— y ramen. Uuh... Con el frío que debía hacer fuera bien me hubiera venido pedir un plato de udon...

No respondí. Me centré en terminarme el arroz sobrante con calma, pero asegurándome de mantener mi cartera a buen recaudo, siempre bien cerca de mí. Y entonces... se desató una hecatombe.

—¡OH, NO! —aquel chillido retumbó por todo el salón silencioso. Alcé repentinamente la mirada. ¿Karou? Se acercó hasta mí y casi confidencialmemte me comunicó la terrible noticia, que cayó sobre mí como una pesada losa—. Ya son las 10.

—¿¡Qu—!?— traté de responder pero me atraganté con el arroz y los siguientes segundos se resumieron en una tos para volver a recuperar el oxígeno—. cof... cof...

Me cubrí la boca con la mano y la miré con una expresión de circunstancias, pero contraída por un ligero gesto de dolor.

—¿Qué demonios?— pregunté finalmente—. ¡Faltaban dos horas! ¿Cómo pasa el tiempo tan rápido? ¿Entramos en un agujero de gusano y yo no me enteré?

Ella no respondió. Con pasitos cortos pero apresurados se precipitó contra la puerta del comedor. Un escalofrío recorrió mi espalda. La imagen del director, amenazante, se presentó en mi cabeza como un villano dispuesto a destruir todo mi miserable existencia con solo un gesto de su mano. Ese hombre severo, por momentos, me inspiró terror...

—¡Ah, mierda~! ¡No quiero morir tan joven!— exclamé, mordiéndome la uña del dedo índice y me incorporé rápidamente de la mesa—¡Karou-san, espérame!

 

Jack Atkinson

La joven destilaba cierta...animosidad. No, no la destilaba. Directamente se desbordaba. Al menos se dignó a saludar. La miré con una cara de cierta confusión, mientras también mantenía una expresión divertida en el rostro.

— Al parecer, alguien desayunó sopa de leones antes de venir, ¿eh?— no había mucho caso con aquella chica. Si quería ser una antisocial revoleacarteras, allá ella.

Me giré hacia su acompañante, la chica que parecía hablar en italiano. Conocía gente de prácticamente de todo el mundo, debido a que había entrado en un server de Discord cuando me encontraba recuperándome de las lesiones del accidente. Había conversado con gente de Rusia, Francia, Alemania, Italia, Portugal, Brasil, Argentina, Nicaragua, España, EEUU, etc. Sabía saludos y frases básicas en prácticamente cualquier idioma. Me dispuse a contestarle con un bene, bambina, cuando abrió grande los ojos, exclamó un fuerte ¡OH, NO!, y se dirigió con prisas hacia la puerta del comedor.

El siguiente momento me llenó de satisfacción, a mi pesar. Al enterarse de las noticias, la tsundere (decidí clasificarla así debido a su reacción, me parecía apropiado. Jeje, tal vez se lo mencionara luego. Seguro la molestaba.) se atragantó con arroz y empezó a toser. Sonreí triunfante para mis adentros. El karma existía. Después de quejarse de que tan rápido había pasado el tiempo, salió apresurada siguiendo a su acompañante, exclamando: "¡Karou-san, espérame!".

¿Karou-san? ¿Enserio? Había pasado de la niña ruda a una chica tímida en segundos. Sinceramente, el título de tsundere le quedaba. Me encogí de hombros y me incorporé. Fui tranquilo a buscar mi guitarra, y ya preparado, me dirigí hacia la puerta del comedor. Todos parecían extremadamente apurados. Se nota que se habían olvidado de que los camareros les dijeron que iban a explicarle al director el motivo de la tardanza. Me dirigí tranquilo al Hall, silbando bajito.

 

Llegamos al fin al comedor y éramos los únicos
—Mira ya podemos comer algo no nos equivocamos de camino —Dije con alegría y me acerqué al fondo dónde había unos camareros (Tarsis ).
Mis ojos mostraban alegría .
—Buenos días Camareros ,¿ que hay para desayunar hoy ? —Esas personas respondieron amablemente y me dieron la bandeja con el desayuno . En la mesa observé una chica .
Me acerqué a ella .
—hola buenos días , disculpe pero sabes si somos los últimos o si aun los demás no llegaron ? —(Insane )

 

Drake Griezman.


Abrió la puerta del comedor con cautela, caminando lento hasta alcanzar una de las sillas mientras sus ojos observaban la estancia con detenimiento. Le gustaba el aura elegante y casual del lugar, incluso la decoración clara y formal. Se sentó en la primera silla que alcanzó observando la mesa puesta delante de él con sumo cuidado, las copas de cristal y los platos de porcelana blanca.

Podría acostumbrarse a ello, pensó con una sonrisa. Notó la barra al fondo de donde salía el olor de comida y practicamente corrió hasta el sitio. Allí ya estaba el chico con el que había hablado anteriormente tomando la bandeja del desayuno, se colocó inmediatamente detrás de él para recibir la suya con premura.

Escuchó levemente lo que este le preguntaba a la chica recién llegada, pero realmente no estaba prestando atención, la comida en su plato era lo único que le importaba actualmente.