Long-fic Una verdad Inconveniente [Sessho&Kago]

¡Hola gente hermosa!
Perdonen que desapareciera pero estaba realmente ocupada, en fin espero que no se hayan olvidado de esta historia y sin más les dejó la conti, agradeciendo sus comentarios :D

CAPITULO 18
“INTERESES”
PARTE 1
Los días seguían transcurriendo y cada día comenzaba a ser mejor que el anterior; si bien su humor mejoraba de a poco, ya contaba con mayores fuerzas para seguir con su vida, por lo menos ya estaba haciendo planes. Ya había entrado al último semestre de su carrera pero que asistiera al instituto aun estaba a discusión. Si bien Kagome fue perfectamente capaz de ir a la universidad antes de casarse con el Lord ahora, no sólo ser su esposa sino por los recientes ataques hechos contra su persona, Sesshomaru estaba imponiéndole una enseñanza particular. Él ordenó que múltiples profesores asistieran pero aquello comenzaba a ser tedioso, no podía pasarse el resto de su vida recluida en esa mansión, siendo prisionera en una jaula de oro y diamantes.

Estaba cansada, deseaba salir y ver algo más que ese muro que la mantenía escondida del mundo. Suspiró y regresó al interior de la morada, se le había hecho una costumbre salir cada tarde, después de sus clases y dar una larga caminata por el extenso jardín. La azabache sabía que eso era por su seguridad y por la de la Shikon no Tama; pero ¿Cuándo duraría aquello? La noticia de la última masacre aún seguía ocupando la primera plana de los diarios y en cada uno de ellos se hacían las mismas preguntas: ¿Qué había hecho la flamante guardiana de la perla para impedir aquello?, ¿Qué clase de treta era esta? Cada uno de los seres humanos del mundo se hacían la misma pregunta; ¿Es que este era el fin de la tregua entre youkai y humanos?

Kagome colocó una mano en la Shikon no Tama y la volvió a purificar, la codicia, el odio y la sangre derramada estaban ocasionándoles serios problemas. Incluso algunas ocasiones temía por su vida ya que comenzaba a desconfiar de los demonios que custodiaban su seguridad, ¿Quién le decía que de verdad podía estar a salvo si su propio hermano había sido capaz de venderla?

Movió la cabeza repentinamente molesta, pensar en eso siempre la ponía de un fatídico humor, pues esa acción le demostraba lo que ya sabía; era un fracaso. Un mes, un simple y estúpido mes fue lo único que pidió, ¿Y qué diablos hizo en ese tiempo? Dedicarse a tratar de recuperar el tiempo perdido y con ello sólo ocasionó que ese pequeño ser, sangre de su sangre, le fuera arrebatado de las manos otra vez. Suspiró con melancolía y tomó asiento en una de las sillas que se encontraba en la terraza; tal vez aún no era demasiado tarde para tratar de salvarlo, el problema era saber cómo conseguir aquello.

Cuando un humano se ponía al servicio de un demonio, ese ser al que servía debía marcarlo, era algo igual a lo que sucedía entre las parejas youkai pero al mismo tiempo diferente, esto significaba pertenencia y esclavitud. La víctima estaba obligada a hacer todo lo que su amo le ordenase y perdía paulatinamente la memoria pues eso era una parte de su condición. No tenían derecho a nada, vivían permanentemente en el limbo. Aparentemente no había forma de cómo romper ese vinculo pues al igual que en una pareja, el paso de los años lo fortalecía. Saber eso estaba matando a Kagome pues se rehusaba a dejar morir a su hermano, ella sabía lo que pasaría en el momento en el que Souta dejara de serle de utilidad a Naraku. Cerró los ojos un momento, no podía y no quería hacerse a la idea de que su hermano estaba condenado a muerte. Se puso en pie rápidamente y corrió a la biblioteca de Inu no Tashio, si existía una respuesta a ese dilema seguramente ahí la encontraría.

Se encerró en la habitación por lo que parecieron horas, los libros estaban regados por todos lados y los estantes estaban comenzando a vaciarse. El cuello le dolía pero no se daría por vencida, volvió a la lectura y el sonido de la puerta al abrirse la distrajo un momento; levantó sólo un poco la vista y en cuanto a su campo de visión entró un par de pies verdes, hizo un mohín y regreso la vista al libro. Ya le parecía raro que ese pequeño demonio verde tardara tanto en fastidiarla, como Sesshomaru no podía descuidar asuntos que verdaderamente eran importantes, se encargaba de que su pequeño lame botas estuviera detrás de ella para distraerla.

–Acompáñame –Exclamó sin armar ningún berrinche.

Eso llamó la atención de la chica, levantó la mirada y observó a su pequeño y cobarde guardián. Esa actitud en el era inusual por lo que, por primera vez desde que lo conoció, hizo lo que le pidió. Salieron de la biblioteca y caminaron por el largo pasillo que llevaba a las habitaciones; miró al youkai y espero algún tipo de explicación. Pero dado que se trataba del mayor admirador del Lord era casi imposible hacer que dijera algo si se trataba de un encargo de él.

Se detuvieron frente a la habitación de Sesshomaru y con un gesto él le indicó que entrara. Al principio dudo pues el albino jamás la dejó entrar en su alcoba, dormía en la de ella pues siempre le decía que no quería que se llenara de su pestilente olor, claro aquel día en el que perdió el domino de sí misma fue la única excepción. Ahora otra vez dormían en la habitación de la chica ya que, según él esa ya era “un área ya contaminada”. Abrió la puerta y traspaso el marco de esta; observó con detenimiento y estuvo tentada a pellizcarse al percatarse de que algunas de sus cosas se hallaban ahí.

–¿Qué es esto?

–Ordenes de mi amo.

–¿Por qué?

–No lo sé, pregúntaselo a él –Y esa también fue la primera vez que la azabache veía molesto a Jaken por algo.

Kagome miró fijamente al demonio verde, tratando de convencerse de que esto era una especie de broma o que se encontraba en un universo subalterno. Jaken parecía celoso o molesto por eso que sucedía, la chica por su parte permanecía abrumada y bastante confundida por lo que pasaba; ¿Qué ocurría con Sesshomaru que de pronto le permitía entrar más allá de lo que a cualquiera? En definitiva algo estaba muy mal.

–Mi amo quiere que uses este vestido para una cena esta noche.

Eso lo daba por hecho, ahora se encontraba soñando. Se dio un ligero pellizco en el brazo e hizo una mueca ante el dolor y darse cuenta de que estaba realmente despierta. Frunció el ceño y miró la prenda que sobre la cama se encontraba; el vestido era blanco y parecía ser una cara prenda de diseñador. Kagome fulminó con la mirada al pequeño demonio y le lanzó un pedazo de papel que traía en la bolsa de su chamarra.

–¿Dime qué clase de broma estúpida es esta? –Le exigió enfadada, lo último que deseaba era ser la burla del Lord.

–Ninguna, si tienes alguna duda háblalo con mi amo –Se dio media vuelta y fue hacia la puerta, antes de salir se detuvo y le dio las últimas instrucciones –Los zapatos se encuentran en una caja debajo de la cama y la gargantilla en el buro frente al espejo. Arréglate y baja a las ocho de la noche, mi amo te esperara en el comedor. Y como única condición; debes llevar el cabello suelto.

Dicho esto salió de la habitación dejándola con un millón de dudas, no comprendía que clase de broma retorcida era esta ni con qué finalidad era llevada a cabo, lo único de lo que estaba completamente segura es que iba a tener un ataque de pánico pues las cosas se le estaba saliendo de las manos. Su imaginación comenzaba a volar y con tristeza debía aceptar que ninguna de las cosas que por su mente pasaban en ese momento, algún día ocurrirían.

Suspiró y se dispuso a realizar lo que Jaken le ordenó, miró el reloj y se dio cuenta de que le quedaban solamente dos horas. Debía darse prisa.

 

Perdonen de nuevo la gran demora... pero bueno como les dije el tiempo no me alcanza :/
En fin les traigo la conti y espero sea de su agrado :D


CAPITULO 18
“INTERESES”
PARTE 2

El tiempo corrió más deprisa de lo que lo había hecho jamás o eso es lo que le pareció a la nerviosa chica, que por más que se miraba una y otra vez frente al espejo era incapaz de aceptar que se veía perfecta. Estaba casi tan hermosa como el día de su boda; aquella tarde en la que Sesshomaru de alguna forma había aceptado que lucía bien o mejor dicho, aceptable para estar en su compañía y quería lograr que esa noche ocurriera lo mismo.

Algún evento importante debía estar por ocurrir porque de lo contrario el albino jamás le pediría que se arreglara de esa manera y cenara con él en el comedor. Cada noche se encontraban en la cocina y ella le preparaba algo, claro las guerras campales se habían terminado pero las discusiones, ahora menos violentas, seguían llevándose a cabo. Respiró hondo y miró el reloj, faltaban cinco minutos para las ocho. Era hora de que se encontrara con su esposo y recibiera como la Sra. Tashio a los invitados que seguramente ya la estarían esperando en el comedor.

Se deslizo escaleras abajo y el sonido de los tacones al tocar el suelo, dio el aviso de que entraría al salón en el que se encontraba el comedor. Al llegar escrutó con la mirada el lugar, encontrándolo vacio en su totalidad. Un nudo en su estomago hizo que le faltara el aire y la indignación la invadió, sabía que aquello no podía ser real, que de una broma se había de tratar. Por un momento se sintió la mujer más estúpida del mundo, perdió dos horas de su tiempo por una orden estúpida de Sesshomaru. Se dio la vuelta y estuvo a punto de abandonar el lugar pero antes de que un solo paso pudiera dar, un brazo frío la detuvo, la hizo girar y a su visión enfrentar.

Delante de Kagome se encontraba Sesshomaru quien, ataviado en un traje negro, la miraba con esos ojos dorados, ahora tan cálidos como el mismo sol. Ella se sintió un momento abrumada por la sensación que mirar esos orbes le ocasionó, por una decima de segundo, la azabache olvido que el ambarino podía ser un imbécil y pensó que tal vez él era el ser más hermoso del universo. Movió la cabeza y desvió la mirada, ¿Desde cuándo pensaba eso del Lord? Y con pena tuvo que aceptar que lo hacía más a menudo de lo que debía ser sano para ella.

–¿Dónde está todo el mundo? –Inquirió nerviosa.

–¿De qué hablas?

–¿No tendrás una cena de negocios? –Lo cuestionó repentinamente asustada por la posibilidad de… de tener una cena con él.

–Esta noche sólo estaremos nosotros dos.

Esa oración pareció una sentencia, la actitud de Sesshomaru no era la de todos los días, la miraba de una forma diferente, casi como si la viera bajo una nueva luz. Respiró hondo y tomó asiento; decidió no hacerse ideas y dejar que la cena transcurriera. Hablaron y mantuvieron una cena más o menos normal, el tema central fue una renegociación de su cadena perpetua, la cual parecía ser innegociable.

–¿Por fin vas a decirme a que se debe todo esto?

–¿Es extraño que quiera una noche tranquila con mi esposa?

Kagome se sonrojó pero se extraño de sobremanera, eso no era normal, ese no era Sesshomaru.

–¿Dime quién diablos eres tú y que le has hecho a Sesshomaru?

El albino sólo se limitó a sonreír y por primera vez le mostro a Kagome una fase diferente de él. Se sintió nuevamente abrumada y desvió la mirada, ¿Desde cuándo él la intimidaba? Eso no era posible, realmente debía estar en un sueño, en uno donde Sesshomaru se sentía de alguna manera atraído hacia ella. La idea le arrancó una sonrisa e hizo que un rubor nada discreto se extendiera por sus blancas mejillas.

–Bailemos.

–Pero no hay música.

–Nosotros no necesitamos música.

En ese momento el ambarino se puso en pie y avanzó hasta donde ella se encontraba; extendió su mano y ella la tomó. Caminaron al centro de la pista y sin música comenzaron a moverse, Sesshomaru la hizo girar y la acercó un poco más a él; el rubor se intensifico y el corazón comenzó a latirle con fuerza en el centro del pecho. Jamás había tenido miedo de nada y menos a esa sensación que comenzaba a crecer en ella; a ese nerviosismo, a esas mariposas revoloteando con fuerza en su estomago…

Cerró los ojos y respiro hondo; cuando los abrió se dio cuenta de lo cerca que estaban, la nariz de él tocaba suavemente la suya y por primera vez se vio deseando algo que nunca se imaginó, podría querer del Lord. Miró sus labios y de pronto se le hicieron la cosa más irresistible, deseaba poder conocer el sabor de esa caricia tan codiciada y al mismo tiempo prohibida. Kagome no podía permitirse desear algo como aquello, pero ahora que la oportunidad estaba tan cerca y al alcance de su mano…

No pudo soportarlo, no pudo evitarlo y cuando quiso detenerlo ya era demasiado tarde. Sus labios ya estaban unidos a los del Daiyoukai y él en lugar de alejarla, enterró sus dedos en la melena rebelde de ella y le impidió que pudiera retirarse. Aquello era mejor que un sueño…

Cuando se separaron, la azabache estaba en busca de aire pues aquella apasionada caricia le robo el aliento y la tranquilidad. Estaba segura de que de ahora en adelante nada sería igual. Miró esos ojos y descubrió que él experimentaba lo mismo que ella, pero a pesar de que ese momento era casi perfecto, aún le quedaban dudas del por qué hacia eso.

–¿Qué pretendes conseguir con esto?

–Que te baste saber, Higurashi, que esto sólo es por negocios.

La azabache iba a preguntar algo más, quería apelar y alegar pero él la acalló manteniendo ocupados sus labios. Cerró los ojos y se dejó llevar por esa sensación que recorría todo su cuerpo; Sesshomaru se deshizo de lo que se encontraba sobre la mesa y subió a la chica a esta y por el matiz que las cosas comenzaban a tomar, esa noche no dormiría pero no a causa de las pesadillas…

 

Después de una larga ausencia les traigo la conti, espero que les guste :D

CAPITULO 19

“DESILUSIÓN”

El sol comenzaba a salir y sus débiles rayos se dejaban ver por el horizonte, entrando con lentitud en la habitación donde una chica descansaba. Kagome abrió lentamente los ojos y observó lo que a su alrededor se encontraba; la cama en la que dormitaba no era la suya y la habitación…


De pronto a su mente acudieron los recuerdos de lo ocurrido la noche anterior y un intenso rubor por sus mejillas se extendió. Se sentó sobre el lecho y cubrió su desnudo cuerpo con la sabana, buscó con la mirada a su ahora oficial esposo y lo encontró de pie frente a la ventana. Sus orbes dorados se mantenían fijos en un punto lejano y sus pensamientos perdidos en algún lugar en el cual Kagome no podía entrar.


Un mal presentimiento invadió a la azabache, algo… algo en la actitud de Sesshomaru le gritaba que las cosas no serían como las imaginó la noche anterior mientras él la besaba, mientras el albino… Cerró los ojos y sintió un repentino escozor, clavó la mirada en la cama, en ese objeto testigo de algo maravilloso pero al mismo tiempo escabroso. ¿Era posible que aquel acto fuera sólo un impulso animal de Sesshomaru?, ¿Qué simplemente la haya usado pasa satisfacer sus deseos carnales?


–Sesshomaru…


En ese momento su voz se quebró, quería decir tantas cosas, realizar un millón de preguntas pero al mismo tiempo se encontraba temerosa de encontrar las respuestas y confirmar lo que el silencio le gritaba; que aquello para Sesshomaru no significo nada. Se puso en pie y envolvió su pequeño y frágil cuerpo en la sábana blanca y avanzó hasta llegar al lugar donde se encontraba el Lord. Colocó una mano en su hombro pero él no se movió, permaneció inerte, mirando la lejanía; la azabache tragó su propia saliva y abrió la boca pero de esta no salió ningún sonido. De pronto había olvidado cómo es que se debía hablar, apretó los labios y respiró una, dos, tres veces hasta que fue capaz de articular un sonido qué más daba la impresión de ser un quejido.


–Sesshomaru… –Volvió a intentarlo y aunque se acobardo al ver que él no la miraba, continuó –Lo que sucedió anoche… ¿Qué significo?


El albino no respondió, sólo el crudo silencio se interpuso entre los dos y eso como una mala señal la tomó. Espero paciente a que Sesshomaru se dignara a mirarla o siguiera a responderle aquella cuestión pero nada de eso sucedió, ambos permanecieron de pie frente a la ventana, el Lord mirando la nada y Kagome observándolo a él, esperando, casi rogando porque le asegurara que aquello que entre los dos paso, tuviera algún significado para él. Quiso esperar un poco más, pero eso era demasiado y ya no podía aguantar más. Lo tomó de la barbilla y lo obligó a observarla.


–Mírame cuando te habló –Le ordenó y la fría mirada que le dedicó le demostró el terrible error que cometió.


No dijo nada, simplemente la sujetó de la muñeca y se deshizo del débil agarré con el que la azabache lo tenía sujeto. Sesshomaru no dijo nada y no volvió a mirarla; se dio la vuelta y entró al baño, dejándola sola, dolida y confundida. Se quedó un par de segundos quieta antes de tomar asiento y clavar la vacía mirada sobre el suelo; no podía comprenderlo, la noche había sido mágica y la mejor de su vida. Con ello creyó que las cosas serían maravillosas y por primera vez tuvo la plena seguridad de que su situación mejoraría pero ahora, justo en aquel momento en el que chocó con la fría indiferencia del Lord, lo supo, tuvo el conocimientos de que nada sería diferente, de que ella no significaba nada para él, que un simple capricho y el instinto animal de aquella bestia que vivía en su interior fue el que lo domino e hizo… el que provocó…


Dejó caer la cabeza hacia atrás y apretó con fuerza los parpados; jamás había experimentado algo así… Se sentía ultrajada, usada, igual a una muñeca con la que jugaban y a la cual dejaban botada después de haberla roto. Quería llorar, deseaba tanto gritar y al mismo tiempo golpearse por haber sido tan idiota, por haberle entregado a un ser tan frío y arrogante como Sesshomaru Tashio, el alma en aquel acto que la azabache consideró glorioso, pero más allá de eso, pensó que se trataba de un pacto de amor, pues ella, idiota como de costumbre, le entregó desde hace mucho el corazón.


La puerta se abrió y la azabache abrió los ojos y lo miró. El Lord se encontraba ataviado en un traje negro y colocaba en ese momento un costoso reloj en su muñeca. Kagome, no pudiendo contener el repentino furor que se apodero de ella, se puso en pie y fue hasta donde se encontraba.


–Si no significo nada para ti y eso no cambia nada, ¿Por qué diablos lo hiciste? –Lo cuestionó, tomándolo del brazo, evitando de esa manera que se fuera y la ignorara, como llevaba haciéndolo toda la mañana.


–Te lo dije por la noche, Higurashi, sólo se trata de un negocio.


Aquella oración la golpeó con fuerza, pues a pesar de intuir que para Sesshomaru no significó nada, aún tenía la esperanza de que tal vez… Movió la cabeza con fuerza, tener el conocimiento, saberlo, escucharlo de sus labios le dejaba todo más claro. Cerró los ojos un momento y se dio la vuelta; no quería que él notara lo mucho que sus palabras la afectaban.


–El negocio a finiquitado Sesshomaru, ten la seguridad que no volverás a tocarme –Siguió los pasos del albino y fue hasta el baño, colocó la mano en el pomo de la puerta y lo giró.


–No necesito hacerlo, ya he conseguido lo que quería –Eso la detuvo en seco y la obligó a dar media vuelta.


Lo miró furiosa, no sabiendo cómo después de la bajeza que llevó a cabo, aún tenía la desfachatez de restregárselo en la cara. Cerca de donde se encontraba, había una silla con un libro de ella, siguiendo un estúpido impulso lo tomó y lo arrojó contra él. Fue fácil para el Lord esquivarlo, sólo la miró un par de segundos y no dijo nada, después se dio la vuelta y salió de la habitación.


Fue hasta ese momento, cuando quedó sola en la habitación que se dejó caer pues se sentía derrotada, humillada, usada…


Permaneció por lo que parecieron horas tirada en el suelo, sin llorar, sin hacer ningún ruido, permaneciendo como un muerto. Cerró los ojos un momento y se puso en pie; no, definitivamente no le daría el gusto al arrogante Lord de destrozarla, ella era Kagome Higurashi y le enseñaría que no importaba lo que hiciera, no podría derrotarla. Entró al baño y se dio una ducha, restregándose con fuerza la piel hasta el grado de sangrar, no quería que el olor de Sesshomaru se quedara impregnado en su piel. Si para él no significaba nada, para ella Sesshomaru Tashio sólo era otro estúpido youkai, sólo eso debía ser…


Salió y llamó a una de las empleadas, cuando esta llego le ordeno que quemara todo lo que en la cama se hallaba y además le entregó el vestido, los zapatos y la gargantilla que el día anterior uso para que también alimentaran al fuego. Tomó sus cosas y las llevo de nuevo a su habitación, si bien le era imposible regresar a su casa, no se quedaría en la misma habitación a ser la burla de aquel arrogante ser.


Fue a la biblioteca y ahí encontró a su profesor, le dedicó una sonrisa y le informó que ni esa mañana ni las siguientes tomaría clases con él. Le dejó órdenes a otra de las empleadas para que les notificara lo mismo a los otros profesores y salió de la mansión. No iba a permitir que Sesshomaru le quitara todo, había dejado suficiente de su vida en sus manos y ya era hora de recuperar un poco de su independencia, de lo que ella era…


Subió a su auto y amenazó con su arco a uno de los guardias para que la dejara salir. Nadie la cuestionó, así que sin muchas dificultades logró salir de su cárcel. Necesitaba alejarse, experimentar la sensación de que podía ser libre para poder volver a la horrible realidad que ahora ese ser para Kagome construyó.

 

Hola chicas, ya se que hace mucho no me pasaba por aquí pero tuve problemas con mi laptop y hasta ahora pude solucionar e problema, espero que no se olvidaran de esta, su historia.

Ahora sin más, les dejo la continuación :D

CAPITULO 20

“SEMILLA”

Habían pasado seis meses desde que contrajo nupcias con el ser más codiciado del mundo, tanto por el mundo humano como por el youkai. Sesshomaru Tashio era considerado casi como un dios y casi nadie se atrevía a retarlo; solo Naraku y Koga Wolf el ex novio de Kagome Higurashi.


La guardiana de la Shikon no Tama esa tarde se hallaba en la biblioteca de la universidad, donde se encontraba cada tarde con Ayame, es mujer lobo que la cuidaba como si se tratara de su propia hermana. Con ella, la azabache se sentía a salvo ya que no la cuestionaba, no le echaba en cara nada y tampoco con un millón de preguntas la atacaba.


Despegó la vista del libro que leía para posar su mirada en la silueta de la persona que se acercaba a donde la azabache se encontraba y casi se cae de la silla al darse cuenta de quien se trataba. Koga Wolf se detuvo a centímetros de la mesa que ocupaba, clavó en ella sus orbes azules y segundos después tomó asiento en la única silla que libre quedaba.


Ninguno de los dos dijo nada, simplemente se dedicaron a observarse con tristeza, las cosas pasaron muy rápido y un millón de razones los separaron. Cada vez que Kagome se encontraba con él, se repetía una y otra vez que no lo amaba, pero siempre se atrapaba imaginando como hubiera sido su vida si en lugar de ser su sol, él hubiera sido su luna. Tal vez en ese momento no tendría que sufrir la terrible tortura de compartir la cama con alguien que no la amaba y que no se había tocado el corazón para usarla en un negocio que hasta la fecha aún no sabía de que trataba.


Suspiró y cerró el libro, ahora su mente había volado de nueva cuenta y sería difícil volver a retomar la concentración. Pasó un mes desde aquella noche maravillosa pero al mismo tiempo maldita, pues desde que ese acto acabo se llevó la chica no pudo volver a ser la misma, constantemente se encontraba siendo asediada por poderosos sentimientos negativos que lograban que la perla se manchara. Cuando eso sucedía debía respirar profundamente en repetidas ocasiones y canalizar su energía, las cosas ya no eran tan fáciles como antes pues aunque estaba segura de que amaba a Sesshomaru Tashio, también estaba consciente de que lo odiaba más que a nadie en este mundo o eso es lo que cada noche se decía mientras intentaba ser fuerte.


Aun seguía manteniendo sus usuales disputas con el albino pero las cosas no eran como antes, había veces en las que deseaba flecharlo y sumirlo en un sueño profundo… y otras lo único que quería era lanzarse a esos brazos que se convirtieron en su cárcel y besar esos labios para conseguir ese fruto, tan deseado y al mismo tiempo prohibido. Y para rematar aún existía un arma más con la que contaba el Lord, una que aún lograba sacarla de balance. Sus ojos, esos ojos hechiceros eran los que habían salvado a Sesshomaru y al mismo tiempo a la azabache, del odio, de ese negativo sentimiento, que pudo destruirlos a ambos.


Pues bien lo decía la profecía, elige bien pues tu compañero te salvara o te destruirá. Kagome optaba por la destrucción pues si el Lord albergaba algún sentimiento por ella, jamás lo aceptaría. Suspiró con tristeza y le dedicó una melancólica sonrisa a su ex enamorado, ahora viejo amigo y el sol del cual hablaba la profecía que la metió en el embrollo en el que ahora vivía.


–Sesshomaru es un idiota –Dijo de pronto y la azabache no pudo hacer menos que sonreír.


–En eso siempre estaremos de acuerdo.


Se puso en pie y recogió sus libros. Conseguir que la matricularan no fue difícil, incluso aunque habían pasado ya las inscripciones, siendo ella la Sra. Tashio no les fue muy difícil conseguirle un lugar en la universidad. Era importante, más que cuando sólo era la guardiana de la Shikon no Tama. Sonrió con sátira, ¿Cuántos matarían por la fama? Bueno, ella solo deseaba ser alguien normal.


Ambos salieron de la biblioteca y fueron a la cafetería. De un tiempo para acá, tenía más hambre de la habitual y contrario a lo que pensaba; Sesshomaru no la criticaba, al contrario era lo único que aprobaba. Pero esto estaba yendo demasiado lejos, había subido un kilo y medio y la ropa ya no le quedaba como antes. Lo último que quería era comerse sus problemas y perder la agilidad que necesitaba, dado que siempre estaba en el blanco de los malos no podía darse el lujo de volverse lenta.


Se detuvo en seco al sentir una extraña vibración, el suelo parecía temblar bajo sus pies y enviar pequeños temblores que la recorrían por completo. Movió la cabeza, era energía la que se movía pero… no lograba identificar de donde venía. El corazón comenzó a latir tan fuerte en el centro de su pecho que juró, podía escucharlos, respiró hondo y trato de calmarse. Ponerse histérica no podría ser bueno ni tampoco ayudar si estaba a punto de ser atacada, lo cual parecía muy probable.


Escrutó lo que había alrededor, no había nada pero la azabache tenía la sensación de que no se encontraban solos. Clavó su mirada en los ojos azules de Koga y en ese momento supo que algo andaba mal, muy mal. Abrió la boca para decir algo pero ningún sonido profirieron sus labios, el latido furioso de su corazón estaba dejándola sorda pues no le permitía escuchar nada más. Podía ver al lobo articular palabras dirigidas a ella pero a sus oídos no llegaba ningún sonido. Cerró los ojos esperando estar en una más de sus pesadillas, pero no despertó al abrir los ojos y en cambio el piso se movió debajo de sus pies.


En ese momento supo que de verdad algo iba mal, había algo dentro de ella. Una oleada de pánico la invadió y quiso salir huyendo pero sus pies permanecían pegados al suelo. Miró de nueva cuenta a su amigo y entre la bruma apenas y fue capaz de distinguir sus orbes azules. Sintió a la oscuridad llamarla y fue incapaz de no acudir a su llamado, pero antes de caer en la total inconsciencia, articulo con los labios una desesperada petición de ayuda.