Historia larga Pandemónium

Buenos, vuelvo con el que para mi es uno de mis mejores capítulos hasta la fecha, un capítulo que marcará el comienzo que nos permitirá descubrir rasgos de los personajes que hasta ahora eran desconocidos. Espero que les guste ^^

Pandemónium capítulo 40: Quimera

Frente al grupo, una gran criatura, Quimera, salía bajo el suelo. Su rostro, fiero y alargado como el de un león, mostraba una boca llena de dientes afilados. Siguiendo el contorno de su cuerpo se encontraba una masa de músculos, cuadrúpedo y con grandes garras en cada una de sus patas. A un costado de su cabeza, una cabeza blanca de cabra, con grandes y enroscados cuernos se encontraba adosada, clavando en el grupo sus profundos ojos rojizos. Al final, una serpiente por cola les miraba, moviéndose de un lado a otro estudiando sus movimientos. El desierto se encontraba tras ella, no quedaba más remedio que pasar a través. Un fuerte rugido resuena y la criatura se lanza a gran velocidad contra ellos.

El grupo salta a los lados, quedando separados. Mayka, Elora, Haruna y ambos globlins quedan tras la bestia, mientras que el resto se enfrenta cara a cara a él.

—¿Qué hacemos Alice? —pregunta Kaim, algo nervioso—. ¿Lo enfrentamos?.
—Esta bestia no es una cría, Kaim. No hay forma en que podamos vencerla tal y como somos ahora —responde con igual nerviosismo—. ¡Mayka! —exclama—. Llévalos al campamento goblin.
—No querías ayudarles, ¿y ahora esperas que ellos les acojan? —juzga Anya, acompañada de una mirada de desprecio.
—No tengo especial odio hacia vuestra raza. Pero ahora mismo sólo podemos confiar en su campamento.
—¿¡Estás loca!? —grita Mayka—. ¿¡Acaso pensáis enfrentaros a esa cosa!?

El grito de Mayka llama la atención de la criatura, quien se gira hacia ella, rugiendo.

—¡Tonitrus!

Un rayo sale despedido de la mano de Alice, devolviendo la atención de la quimera hacia ella. Sin embargo, la cabeza de cabra emite un balido y el hechizo de Alice desaparece.

—¡No nos va a dejar escapar después de haberle despertado, si tratamos de huir todos juntos nos terminará alcanzando! —Trata de explicar.
—¡Está bien! —responde, apretando los puños con impotencia—. Volveremos tan pronto como podamos.
—¿Estás segura Mayka? —pregunta Haruna preocupada—. ¿De verdad tenemos que dejarles aquí?
—Conozco a esa criatura y sé que lo que dice Alice es cierto, es inútil tratar de huir de ella una vez la despiertas. Vamos, necesitamos darnos prisa.

Haruna asiente poco convencida y ambas, junto con la pareja goblin se marchan de aquel lugar.

—No esperaba que aún siguiese por aquí. La última vez que nos encontramos con ella necesitamos la ayuda de Zihark para ahuyentarla —Explica al resto—. ¡Cuidado!

La bestia finalmente salta sobre ellos, quienes saltan para esquivarla.

—¡Os explicaré todo lo que sé sobre ella para poder resistir! ¡Tonitrus!

Un nuevo rayo capta la atención de la bestia, pero se desvanece de igual modo.
La quimera se gira hacia ella y lanza un zarpazo y un rugido mientras la cabra comienza a emitir sonidos.

—¡La cabeza de cabra usa magia poderosa, la de león ataca a corto alcance con un poder enorme mientras que su cola es capaz de escupir e inyectar un poderoso veneno! —continúa—. ¡Las tres cabezas piensan por separado y pueden atacar a diferentes personas, tenedlo en cuenta!

Con un balido, la cabra termina su conjuro y una enorme bola de fuego se forma en su boca.

—¡Kaim, te tiene en la mira! —advierte Alice.
—¡Si aún no hice nada!

Antes de que la bola de fuego saliese disparada, un golpe sobre la cabra desestabiliza a la criatura y la hace caer de lado.

—Si se trata de fuego... —susurra Elora, quien había golpeado a la criatura con un puñetazo a gran velocidad—. ¡Primera combustión! ¡Embate de llamas!

El primer anillo de los guantes de Elora comienzan a girar y una cortina de fuego cubre sus puños. La criatura emite un grito de angustia.

—¿La está dañando? —musita Alice sorprendida.
—Alice —interviene Anya— Parece que si la cabra está distraída cargando un conjuro es incapaz de reaccionar ante la magia enemiga.
—¡Aléjate Elora! —interrumpe ahora Kaim, lanzándose hacia la criatura.

La cola de serpiente reacciona y lanza una dentellada contra Elora, sin embargo, Kaim alcanza a caer sobre ella y le corta la cabeza de un tajo.

—¡Gracias! —agradece Elora con una mirada de soslayo.
—¡Fuera de ahí ustedes dos! —grita Alice—. ¡Están a su alcance!

Al mirar a la criatura de nuevo, encuentra a la cabra mirándoles fijamente con la boca abierta.

—¡Oh no!

Un rayo sale a gran velocidad, derribando a Elora del lomo de la bestia.

—¡Elora! —grita Kaim al ver como su compañera es rechazada.

Antes de que pudiera reaccionar, la cabeza cortada de la serpiente se impulsa hacia Kaim, mordiéndole en el costado y haciéndole caer al suelo gritando adolorido. La cabeza, arrastrándose, vuelve hacia la cola seccionada y se une de nuevo. La criatura vuelve a ponerse en pie, esta vez visiblemente enfadada y con sus ojos inyectados en sangre.

—Anya, trae a esos dos aquí, yo le distraeré.
—No hace falta —comenta Elora, cargando con una mano a Kaim y sosteniendo su pecho con la otra.
—¿Te encuentras bien? —pregunta preocupada.
—Si te soy sincera ese golpe fue tremendo, pero Kaim es quien se llevó la peor parte.
—No tenía idea de que pudiera moverse una vez cortada —comenta aquejado Kaim, sosteniendo con fuerza la mordedura.
—Es una herida grave, no tenemos mucho tiempo Alice —responde Elora preocupada.
—Lleváoslo de aquí —ordena Anya, colocándose frente a ellos.
—¿Qué vas a hacer Anya? —pregunta Elora.
—Ni hablar —asevera Kaim, tratando de ponerse en pie—. No pienso dejar que luches sola.
—¡Apenas puedes moverte! —Le reprende Elora.
—No luchará sola —comenta Alice mientras se quita el listón del cabello—. Elora, llévale al campamento goblin. Os alcanzaremos más tarde. Corre todo lo que puedas, no le dejaremos seguirte.
—¡No! —exclama Kaim.
—Vamos Kaim.

Elora lo toma bajo el brazo y se marcha a gran velocidad. Sin embargo, la quimera se coloca frente a ellos dispuesta a atacar.

—¡Sigue adelante Elora! —exclama Alice.

Al instante, Anya y Alice aparecen frente a ella de un salto.

—Lanza del juicio —susurra Anya.
—Tonitrui figura —susurra a su vez Alice.

La lanza de Anya se ilumina y una cadena en uno de sus extremos la une a su brazo libre. Mientras, Alice comienza a destellar rayos.

—¡Juicio del ángel blanco! —exclama mientras apunta con su lanza a la quimera.
—¡Magna e violenta procella! —exclama a su vez Alice.

Una luz sale despedida de la punta de la lanza de Anya al tiempo que el cuerpo de Alice asciende sobre la criatura como un rayo, un nubarrón se forma y una tormenta de rayos comienza a caer sobre ella con violencia. Pasado un instante, Elora pasa al lado de ella, quien trata de reaccionar para detenerla, no obstante, del cielo cae una columna de luz que baña por completo a la criatura, impidiéndole el movimiento.

La criatura sale despedida al tiempo que Alice baja de nuevo al suelo, temblando. La cola de serpiente se zarandea de un lado a otro, obviamente herida por la salva de ataques, sin embargo, la quimera se pone en pie con algo de dificultad y sus tres cabezas al unísono abren la boca mientras miran en la dirección de Anya.

—Pensé que eso le haría más daño —susurra Anya distraída.
—¡Esquívalo, Anya! —exclama Alice con todas sus fuerzas.

De las tres bocas sale a gran presión un chorro de agua que golpea de lleno a Anya, mandándola al suelo. Acto seguido la quimera salta enfurecida sobre ella dispuesta a darle una dentellada; pero Alice se interpone en mitad del mordisco, recibiéndolo ella misma.

—No dejaré que sigas hiriendo a aquellos que me importan.

Alice mira fijamente a los ojos del león mientras éste aprieta los dientes, ahondando en su cuerpo.

—Disfruta este sabor mientras puedas —ríe mientras se aferra a la melena de la criatura

Un enorme círculo mágico se forma bajo Alice, abarcando una gran extensión. Un viento comienza a soplar en el interior del círculo, expulsando a Anya de su interior. Alice toma una bocanada de aire.

—Potentia electrica.

El círculo bajo Alice se cierra, formando una cúpula que lentamente comienza a llenarse de rayos.

—Deus tonabit cupula, ¡supplicio! —exclama con furia.

La cúpula comienza a agrietarse hasta estallar en un mar de rayos, mandando a volar a la quimera y soltando a Alice de su enorme mandíbula. La criatura se retuerce de dolor en el suelo durante unos segundos antes de salir corriendo despavorida.

—Je —ríe sin fuerzas—. Ni siquiera eso sirvió para derrotarte, ¿eh? ¿Qué tan fuerte...eres?

Pregunta al viento antes de caer de espaldas al suelo, temblando.

—No me puedo mover.

Anya se pone en pie lentamente y se acerca a ella con algo de dificultad.

—¿Tenías miedo verdad? —pregunta Anya.
—Menos mal, estás bien.
—Estoy mejor que tú. No sabía que un conjuro de agua pudiera ser tan poderoso.
—Dime, ¿temblaba mucho?
—Desde que te quitaste el listón, aún estás temblando.

Alice comienza a reír y cubre sus ojos con las manos.

—Mayka me golpearía en este instante si me viera.
—¿Temes a tu propio poder verdad? —comenta mientras toma el listón que yace a un lado de Alice—. Así que esto es lo que sientes cuando lo llevas atado al pelo.
—¡No toques eso! —exclama con las pocas fuerzas que le quedan—. No podrás soportarlo.
—Tienes razón, ésta es una carga que no puedo soportar, pero al menos puedo volver a atarlo a tu cabello para que dejes de tener miedo de ti misma —comenta con la serenidad que le caracteriza—. Cuando bajé la guardia y fui atacada, pensaste en que si usabas un conjuro sin tiempo de prepararlo a conciencia podría acabar hiriéndome, ¿verdad?

Alice cierra los ojos mientras Anya le ata la cinta al cabello, que recupera su color dorado.

—Gracias por protegerme con tu cuerpo de aquel ataque; y gracias por decir... que soy importante.

Anya toma en brazos a Alice y la coloca a su espalda.

—Voy a manchar tus alas —ríe sin poder moverse.
—Me he equivocado contigo Alice y te debo una disculpa. A partir de ahora me sentiré orgullosa cuando diga que soy un miembro de Pandemónium.

Alice rompe en llanto sobre la espalda de Anya mientras asiente débilmente con la cabeza.

—Vamos —continúa—. Te llevaré al campamento goblin antes de que esa herida empeore. Agárrate fuerte.

Acomodándosela a la espalda, Anya despliega sus alas y comienza a correr impulsándose con ellas.

Continuará...

 

De nuevo con otro capítulo de Pandemónium, la tristeza y los sentimientos afloran con el peligro, la quimera ha sido un duro golpe para el grupo, sin embargo, una nueva amistad nace. ¿Cómo influirán todos los acontecimientos en el futuro del pequeño grupo?

Me estoy dando cuenta de que los capítulos quizás se quedan algo cortos por lo que estoy pensando en hacerlos un poco más largos, no ocurrirá en los siguientes puesto que ya están escritos pero en un futuro cercano es posible que comenceis a ver una par de páginas más por capítulo al menos. Aunque no prometo nada añado.

Pandemónium capítulo 41: La solución mágica de Haruna.


El gran desierto de la planicie de Arundai, una vasta extensión de arena árida. Apareció hace mucho tiempo sin razón aparente, robando el verdor que caracterizaba a la zona oriental del reino de Arnor. Nadie sabe a ciencia cierta el porqué el campo fue sustituido por una extensión de arena, pero desde entonces poderosos monstruos han asolado la zona y pocos son los que se atreven a cruzarlo. De entre todos, la quimera es la criatura más temida.

Mientras el combate tiene lugar, Haruna y Mayka, acompañando a la madre goblin y su hijo, caminan en mitad del desierto dirección sur, esperando que la hueste goblin aún no se hubiera marchado.

—¿Crees que en verdad estarán bien? —pregunta Haruna, rompiendo el silencio.
—¿¡Crees que lo sé!? —responde malhumorada, causando que Haruna dé un respingo del susto.
—Lamento mucho lo ocurrido, por nuestra culpa...
—¡Basta! —La interrumpe Mayka—. No es vuestra culpa lo que ha ocurrido, es solo que...
—¡Alto! ¡Quién va!

De la arena emerge una criatura de aspecto humanoide y piel grisácea, muy alta y fornida con una larga cabellera blanca; empuñando un arco, apunta al pequeño grupo mientras carga una larga flecha.

De inmediato, todos alzan las manos.

—¿Qué llevan a un par de goblins y de humanas a entrar en nuestro territorio? —pregunta en tono amenazante.
—¡No hay tiempo para esto! —exclama Mayka—. ¡Nuestros compañeros están ahora mismo enfrentándose a una quimera en mitad del desierto! ¡Necesitamos ayuda no podrán aguantar mucho tiempo!
—¡Cállate humana! —replica mientras se acerca lentamente.
—Por favor escúchenla, me defendieron de unos monstruos no son malos humanos.
—¡Quién eres y que haces con estos humanos! —dirige ahora su arco a la mujer goblin.

La mujer, asustada, cubre a su hijo de inmediato usando su cuerpo.

—Soy Kusha y éste es mi hijo Tyl. Venimos del campamento de Thaggs.
—¿Thaggs has dicho? —pregunta con curiosidad, bajando el arco—. Dime, ¿qué sabes de mi hermano?
—El campamento fue atacado repentinamente por unos humanos y tomaron a los soldados como prisioneros, mataron a todos los demás. —expone con tristeza.
—¡Cuéntamelo todo! —exclama sorprendido, inclinándose para alcanzar la altura de Kusha.

Mayka empuña su báculo y lo apunta hacia el goblin, temblando.

—¡Mayka! —exclama Haruna sorprendida.
—¿Qué crees que haces, humana? —pregunta acompañándose de una mirada de desprecio.
—Mis compañeros están en peligro, si no vas a ayudarnos me marcharé de inmediato —amenaza con su arma, que le temblaba en las manos.
—¡Por favor ayúdales! —ruega Kusha al goblin—. Si no hubiera sido por ellos en estos momentos yo y mi hijo... ¡Te lo ruego, jefe Kuyvier!

El goblin se levanta de inmediato.

—Sólo un miembro del clan de mi hermano me reconocería nada más verme. ¡Escuchadme chicos!

Ante el llamada, decenas de goblins emergen de la arena alrededor de ellos. Unos pocos tan altos como su jefe, mientras que la mayoría eran del tamaño de una persona, encorvados y de piel verdosa.

—¡Traed las alforjas, tenemos una quimera a la que espantar!
—¿Quieres decir...? —Queda sin palabras Mayka.
—Salvasteis la vida a un miembro de la tribu de mi hermano, no puedo sino devolver el favor, la raza es lo de menos cuando se trata de pagar una deuda —responde, dedicándole una mirada de reojo.

Al final del grupo, un puñado de pequeños goblins arrastran un carro con unas enormes alforjas que derramaban líquido conforme se mecían por las dunas.

—No sé como os habéis atrevido a adentraros en el desierto sin llevar un poco de zumo de endrina —dice mientras aporrea una de las alforjas—. Es lo único que aleja a esa cosa cuando se aparece.
—Tratábamos de evitar el desierto, la criatura salió bajo nosotros en los límites de él —comenta Haruna mientras ojea su libro—. Ningún bestiario habla de una quimera que no se encuentre en mitad del desierto —finaliza, mostrando la página donde habla de dicha bestia.
—Eso es extraño, pero no os preocupéis, a la quimera le gusta jugar con sus presas, no les matará a la primera de cambio —responde calmado—. ¡Adelante chicos, hoy llegaremos un poco tarde a casa!

El grupo emprende la vuelta al norte a marchas forzadas, en busca de Kaim y el resto. No obstante, una silueta familiar les hace dar un alto en el camino.

—¡Humanos al frente jefe! —exclama un pequeño goblin, al frente del grupo.
—¡Imposible! —exclama Mayka—. Aún queda camino por delante.
—Se acercan a gran velocidad jefe, parece una humana cargando a otro, es como si volase sobre la arena —continúa el goblin—. Nos alcanzaran en unos segund...

Antes de que pudiera finalizar la frase, Elora cruza entre ellos y se detiene frente a Mayka, dejando un reguero de fuego tras de sí.

—¡Sabia que eras tú Mayka! —exclama exhausta y sudando en abundancia.

Sorprendidos, los goblins la apuntan con sus armas, pero la señas de Kuyver les hace bajarlas.

—¡Kaim! —exclama ahora Haruna, señalando su espalda.
—Corrí lo más rápido que pude, Mayka, ¡Le mordió la serpiente!
—¡Maldita sea Kaim!, ¿Le estás tomando el gusto a ser envenenado? —se queja mientras baja la pequeña mochila de su espalda.
—¿Eh? —exclama sorprendida Elora al notar el peso muerto de Kaim sobre su espalda—. ¿Cuando perdió la consciencia?
—Un antídoto normal no funcionará, su herida aún está sangrando, no es un veneno corriente —comenta el jefe goblin.
—¡Esperad un segundo!

Haruna comienza a registrar en una de sus bolsas, numerosos sonidos de cristal chocando el uno con el otro resuenan durante unos segundos.

—¡Aquí está! —Victoriosa, saca un frasco de cristal con un líquido de multitud de colores flotando dentro—. Hice esta solución con numerosas plantas del bosque, debería servir.
—¡Licor de dríade! —exclama el goblin—. Aunque su olor es ligeramente diferente. Eres una caja de sorpresas pequeña, pensé que no eras más que una carga.
—Haz que lo beba Elora, debería de notarse el efecto inmediatamente —aclara, ignorando el comentario del goblin.

Elora vacía un poco del contenido sobre los labios de Kaim, pero resbala hacia los lados.

—Está inconsciente no puede beberlo, ¿no sirve si rocías la herida como si fuese una poción?

Antes de que Haruna pudiera responder a la pregunta de Mayka, Elora toma un trago del contenido y, juntando sus labios con los de Kaim, traspasa el líquido directamente a su garganta. Tal y como Haruna predijo, casi milagrosamente, la herida de Kaim comienza a cerrarse.

—¡Funcionó! —exclamó con extrema alegría Elora, ante la avergonzada mirada de Haruna y Mayka.
—C...como pudiste... —balbucea Mayka.
—¡Ahora no hay tiempo para eso! —La interrumpe, acompañada de un brusco movimiento con el brazo—. Anya y Alice siguen peleando, la batalla se puso seria momentos antes de que me marchase. ¡Tengo que regresar con ellas!

Antes de que se marchase, Kuyvier la toma del brazo con fuerza, impidiendo que se marche.

—¡Suéltame!
—No vas a hacer nada con esa herida, solo serás un estorbo —comenta mientras señala el vientre rojo de Elora.
—Eso no es de tu incumbencia, la expresión de la quimera cambió, me he enfrentado a ellas antes. ¡Va a matarlas si no las ayudo ahora mismo!

Kuyvier tira de su brazo hacia atrás, arrojándola al suelo con fuerza.

—¡Que crees que...!

Su frase se ve interrumpida tras ver la expresión en la cara del jefe goblin.

—¡Chicos! —grita, mostrando sus dientes con enfado.

Al instante, todos los goblins comienzan a gritar.

—¡Nuestro honor está en juego! ¡No vamos a dejar que esa criatura destroce a alguien mientras que sus compañeros heridos tratan de ayudarles por todos los medios! ¡¡¡Verdad!!!

Los gritos se intensifican y los goblins comienzan a correr en estampida.

—Qu... que demonios les pasa —comenta Haruna sobresaltada.
—El código de honor de los goblins —responde Kusha—. Querer luchar hasta el último aliento incluso cuando se está gravemente herido, todo para salvar a tus compañeros que luchan, aunque sea contra un oponente imposible de derrotar. Para un guerrero goblin, no existe muerte más honorable que la de morir tratando de salvar la vida a un compañero. Es por eso que los guerreros goblins nunca se retiran, siempre luchan hasta el final... sea cual sea el resultado.

Kusha agacha la cabeza, recordando la masacre ocurrida en su campamento y abraza a su hijo con ternura.

La estampida goblin avanza a gran velocidad, cubriendo distancias rápidamente mientras gritan furiosos, tras ellos los pequeños goblins tiraban del carro donde ahora también se encontraban Kaim, Haruna, Mayka, Kusha y su hijo, sentados junto a los toneles de zumo de endrina.

—No tenía idea de que los goblins tuvieran un código de honor como ese... —dice Mayka de la nada, agachando la cabeza con tristeza—. Eso explicaría muchas cosas.
—¿Qué ocurre Mayka? —pregunta Haruna preocupada.

Mayka niega con la cabeza.

—Pensaba que los goblins eran una raza repulsiva, que robaban a los humanos por gusto u odio. Jamás pensé que terminaría necesitando su ayuda desesperadamente, espero que Alice esté bien... —comenta mientras se abraza a su misma, temblando ligeramente.
—Los goblins sólo robamos por necesidad —responde Kusha— Aunque... nosotros también pensábamos que los humanos eran unos seres despiadados que sólo querían nuestra muerte, para hacerse dueños del mundo.

El silencio se hace presente por un instante, y Kusha comienza a acariciar con suavidad el cabello de Kaim, quien aún yacía inconsciente.

—No fue hasta que se encontró con cierto humano llamado Kaim que nuestra suerte comenzó a cambiar —comenta con una sonrisa taciturna—. Es él, ¿verdad?
—Nos encontramos con Thaggs momentos después de conocerle —comienza a relatar—. Al principio pensé en volarlos a todos por los aires, pero cuando Kaim comenzó a cruzar espadas con él me di cuenta de que... parecían divertirse. Pensé que quizás los goblins no eran tan malos después de todo.

De repente, un enorme estruendo los interrumpe y Mayka se levanta de inmediato, pálida.

—¡Celeritās! —exclama justo antes de saltar y comenzar a correr.

Un humo amarillento rodea sus pies y su velocidad aumenta.

—Ese sonido... ¡Es un conjuro de Alice! —grita mientras corre a toda velocidad— Si está usando un conjuro con tal potencia significa que es incapaz de manejar la situación, a este paso... —piensa sin dejar que sus pies se detengan.

Poco a poco Mayka alcanza el frente del grupo; pasados unos minutos, un par de siluetas, una sobre la otra yacen en el suelo. Bajo ellos un charco de sangre empapaba la arena.

—Es imposible, ¿y la criatura? —comenta Kuyvier estupefacto.
—¡¡¡Alice!!!

Con un último esfuerzo, Mayka esprinta hasta alcanzar los cuerpos de Alice y Anya.

—¡Maldita sea Alice! ¿¡Qué demonios ha pasado!? ¿¡Por qué luchaste tan en serio!? —Las lágrimas comienzan a brotar de sus ojos—. ¡Ese mordisco casi te parte a la mitad, idiota!

Mayka mira sus temblorosas manos mientras su visión se emborrona debido a las lágrimas.

—Si tan solo tuviera mi túnica... —Golpea el suelo con furia— ¡Cura! ¡cura! ¡¡¡Cura maldita sea!!!, ¿porqué no funciona...?

Tras ella, los gobins alcanzan el lugar tan rápido como pueden.

—¡Rápido traed todas las curaciones de las que dispongáis, necesitan ayuda inmediata! —ordena Kuyvier nada más alcanzarla—. ¡Pequeña humana!, ¿tienes más licor de Dríade?
—Me queda sólo una botella —responde de inmediato, pero queda paralizada tras ver a ambas en el suelo—. Alice... A... Anya.

Sin poder evitarlo, las lágrimas comienzan a salir de sus ojos, incapaz de moverse.

—¡Rápido niña, la vida de esta Seth corre serio peligro!

El grito saca de su ensimismamiento a Haruna y corre hacia ellos, aún con lágrimas brotando de sus ojos.

—¿¡Y que ocurre con Alice!? —grita Mayka fuera de sí.
—Sus heridas fueron hechas por la cabeza de león, pueden ser fácilmente sanadas con ultrapociones, tenemos de sobra; pero esta chica recibió un golpe directo del vaho acuático de la criatura, sus órganos interiores deben estar completamente destrozados. Ni siquiera sé cómo fue capaz de caminar tanto llevando a su compañera herida en la espalda —finaliza mientras observa las huellas y el rastro de sangre en la arena.

De inmediato, Haruna toma de un trago el contenido de la botella y hace que Anya la tome de la misma forma en que Elora hizo beberla a Kaim.

Por otro lado, numerosos goblins rocían el contenido de unas cuantas botellas de color anaranjado sobre el cuerpo de Alice.

Mayka se aparta, aún incapaz de contener la lágrimas y aprieta los puños con impotencia.

—Por favor... Alice —ruega mientras cierra los ojos con fuerza.

Continuará...

 

En primer lugar tengo que decir que soy alguien pesimista, así que espero que no te tomes a mal lo que voy a decir Jess XD.

Al principio pensé que, aunque mi historia te gustara, o más bien te entretuviera, terminabas callando algunos de mis errores o faltas por... no sé que razon la verdad, ¿no querer herir? XD No obstante, luego de pasearme más a fondo de un lado a otro y descubrir más comentarios tuyos me he dado cuenta de que estaba equivocado, comentas lo que te viene a la mente, si algo te ha gustado, lo dices, si algo te pareció incoherente, lo dices, siempre con la intención de ayudar por supuesto.

Con todo esto he de decir, que oirte decir que realmente disfrutas mi historia me hace sentir realmente orgulloso de lo que hago. El saber que tengo... fans de mi historia realmente me hace sentir orgullo por ella, más siendo Pandemónium la más querida y, por ende, la que más me preocupo por continuar (sé que no debería dejar las demás a medias, puesto que también las considero buenas obras).

Resumiendo, solo queria darte las gracias y decirte que me alegra mucho que te este gustando, que disfrutes, que notes evolución y mejora, que contnues leyendo y espero que, con el mismo criterio con el que me cuentas cuando he mejorado, me gustaría también oír si en algun momento (que espero que no ocurra nunca) algo te decepcione, resulte incoherente, mal cohesionado, etc. Yo trataré de darte mi versión llegado el caso y, si no puedo refutarlo, lo aceptaré y usaré para mejorar una vez más. Perdona, me encuentro algo sentimentaloide hoy jaja.

Y ahora después del testamento, casi tan largo como el capítulo XD presento el siguiente capítulo de Pandemónium.

Pandemónium capítulo 42: Las lágrimas de Alice.


—¿Qué demonios ha pasado? —comenta con voz débil Alice, abriendo lentamente los ojos.

Frente a ella, el techo de una pequeña cabaña circular de paja le es desconocido, con lentitud trata de levantarse, dándose cuenta del dolor en la cabeza y el pecho. Un gran peso sostiene sus piernas, al llevar la vista hacia abajo, descubre a Mayka, dormida sobre su regazo.

—Ha estado velando por ti durante casi veinticuatro horas —responde Kuyvier, entrando en la tienda—. Le dije que te encontrabas bien, pero no quiso separarse de tu lado; debía estar agotada.
—¿Quién eres? —pregunta confusa, ladeando la cabeza.

El goblin no puede evitar soltar una risa.

—Mi nombre es Kuyvier y soy el jefe de este campamento goblin.
—Ya veo, debí desmayarme al perder tanta sangre —responde mientras trata de recordar, sosteniendo su cabeza.
—Te trajimos a este lugar cuando escuchamos que estabais luchando contra una quimera —continúa—. Te encontramos a ti y a esa chica, Anya, tirados en la arena. Les disteis un buen susto a vuestros compañeros.

De pronto, Alice se levanta sobresaltada.

—Kaim y Anya, ¿cómo se encuentran? —pregunta con preocupación antes de tener que llevar la mano a su pecho, adolorida.

El jefe goblin cierra los ojos un instante y luego dirige una sonrisa hacia ella.

—Kaim despertó hace bastante, y Anya está perfectamente a pesar de la gravedad de sus heridas; es una chica muy dura.

Alice se deja caer de nuevo sobre el catre con un suspiro, aliviada.

—Menos mal.
—Deberías descansar.

Alice niega con la cabeza.

—Ni hablar, mis miembros ya están recuperados, su líder no puede ser menos —responde al tiempo que se pone en pie—. Además... tengo que pediros disculpas.
—No —la interrumpe, tajante—. No es conmigo con quien debes disculparte.

Alice agacha la cabeza y asiente con sumisión. Acto seguido, pasa al lado de Kuyvier y abre la lona que actuaba como puerta de la tienda.

—Gracias por acogernos en tu aldea, creo que me hice una idea equivocada de vuestra raza —agradece justo antes de salir de la tienda.

Kuyvier ríe.

—De hecho, tenías razón, os hubiéramos atacado de inmediato si hubieseis aparecido de repente en nuestro territorio todos juntos.

Alice sale al exterior y es deslumbrada por el sol del atardecer, obligándola a llevar su mano a sus ojos.

—Vaya, así que llevo un día K.O. —susurra para sí misma.

Al mirar a un lado, descubre a Haruna siguiendo a Anya con diligencia, a un paso superior al que podía soportar.

—¡Espera! —exclama Haruna.

Anya se detiene y se gira hacia ella, armada de paciencia.

—Llevas todo el día tras de mi, ¿es que acaso no te aburres?
—Oh vamos, no seas tan fría conmigo —responde Haruna en tono burlón, fingiendo vergüenza—. Después de que compartimos tan hermoso beso.

Anya se gira como un resorte y comienza a caminar, ligeramente sonrosada.

—Espera, ¿¡te has sonrojado!? —exclama con asombro—. ¡Eh, espera! —grita antes de comenzar a seguirla de nuevo.

Desde la entrada de la tienda, Alice las observa con una expresión imposible de describir.

—¿Qué demonios ha sido eso? —se pregunta a sí misma.
—¡Alice! —se oye gritar a Elora a cierta distancia.

En un instante, Elora corre hacia ella y de un salto la abraza.

—¿Ya estás bien? Parecías que te ibas a partir a la mitad cuando te encontramos en el suelo —comenta emocionada, palpando con sus manos la zona en la que fue herida.
—Sí, p... para —Trata de responder entre risas—. Me haces cosquillas... Auch.
—Ah, ¡lo siento!
—Me encuentro perfectamente Elora gracias por preocuparte —responde con una sonrisa algo torcida por el dolor—, ¿Sabes dónde está Kaim? Necesito hablar con él.
—Si te digo la verdad ando buscándole desde esta mañana pero no he sido capaz de encontrarle.

Alice suspira profundamente.

—Siempre está dándome problemas —se lamenta.
—¡Alice! —exclama ahora Mayka a su espalda.

Alice se gira hacia ella, sin saber que expresión poner, al final, opta por una sonrisa forzada.

—¿Qué ocurre May...?

Antes de que pudiera terminar, el abrazo de Mayka la toma por sorpresa.

—Idiota... hablas mal de Kaim pero cometes sus mismas idioteces —comenta con la cabeza hundida en su pecho—. Si vuelves a hacerlo no te lo perdonaré jamás.

La sonrisa de Alice finalmente recupera su naturalidad y asiente con la cabeza.

—La próxima vez puedes darme una buena paliza igual que a él —responde acariciando su cabello con la mano.
—No creas que dejaré que haya una próxima vez —responde levantando la cabeza con una sonrisa—. Por cierto Elora —Gira su rostro hacia ella—. ¿Qué fue eso que...? ¡Ah! ¡Se marcha!

A lo lejos, Elora corre de un lado a otro a toda velocidad.

—Parece que de verdad yo fui quien más tardó en recuperarse —comenta para sí misma.
—Estuve contigo todo el tiempo —responde, separándose de ella—. Estuviste de un lado a otro todo el rato, ni siquiera parecías que habías sido herida hacía solo un par de horas.
—¿Ah si? —responde apartando la mirada.

Tras ellas, Kuyvier sale de la tienda.

—¿Aún sigues aquí? —pregunta confuso—- Creí que irías a hablar con Kaim
—A eso iba, pero nadie parece haberle visto —suspira.

Kuyvier queda pensativo unos instantes.

—Creo saber a donde ha ido, sígueme —dice mientras le hace un gesto con la mano.
—Volveré luego Mayka —Se despide de ella con la mano.

Caminando durante un largo rato, solo dunas por delante.

—¿Tan lejos está? —pregunta Alice desconcertada.
—Lleva allí desde esta mañana —señala al frente.

Al fondo, un oasis se vislumbra pequeño en el horizonte.

—Os dejaré solos, ¿sabes volver al campamento verdad?

Alice asiente con la cabeza y Kuyvier se marcha.

Con paso constante, Alice avanza entre las dunas con la presteza que la movediza arena le permite. Al poco tiempo, alcanza la orilla del oasis, allí, descubre a Kaim sin la parte superior de su ropa, practicando con la espada.

Durante unos minutos, Alice observa a Kaim practicar sus movimientos con la espada y la magia hasta que Kaim se da cuenta de que le está observando.

—¡Alice! —exclama tomando la ropa rápidamente y poniéndosela de nuevo—. ¡Podías haberme avisado de que estabas ahí!

Alice suelta una risilla.

—¿Te da vergüenza? —comenta con una sonrisa socarrona, apoyándose en uno de los árboles con los brazos cruzados.
—¡No es eso, idiota! —exclama de nuevo—. Estaba pensando en que decir cuando te viese y ahora me has desconcentrado.
—¿Y qué es lo que tienes que pensar?
—Quería disculparme contigo...

Durante un instante se hace el silencio. De repente, Alice comienza a reír.

—La verdad es que yo también tenía pensado disculparme —responde ya calmada.
—¿De verdad tenias que reírte tanto?

Alice le ignora y se sienta a la sombra del árbol, apoyando la espalda contra él.

—¿Te importaría sentarte a charlar? —comenta mientras da palmadas a su lado, indicándole donde sentarse.

Kaim sigue su sugerencia y toma asiento a su lado. Durante un par de minutos, el silencio se apodera del desierto.

—Lo siento Alice —Se disculpa Kaim.
—¿Hum? —articula Alice, quien se encontraba mirando al cielo distraída.
—Volví a hacerlo, me lancé de forma inconsciente y terminé dándoos nada más que problemas a todos. Soy un inútil.

Alice niega con la cabeza.

—Eso no es verdad, Elora hubiera salido muy herida de no haber sido por tu intromisión. Además —continúa tras un breve silencio—... No soy nadie para juzgarte, acabé aún más herida que tu por proteger a Anya. Soy yo quien debe disculparse, perdí de vista el objetivo que me llevó a fundar Pandemónium.
—Ahora que lo pienso, nunca me has contado sobre ese objetivo.
—No es nada heroico ni complicado, simplemente quería ayudar a todo el mundo, al comienzo fue difícil, pero poco a poco nos ganamos el reconocimiento del reino. Mayka, yo y... Marco —Alice abraza sus rodillas—. Nunca pensé que terminaríamos separados.
—Desde que llegué no he causado más que problemas, ¿eh? —responde mirando al cielo, con una triste sonrisa.
—Te equivocas... yo soy quien está equivocada —discrepa con la voz entrecortada—. Fue por mi culpa que Marco se marchase y también fue mi culpa que la quimera apareciera.
—¡Eso no es verdad! —exclama Kaim enfadado.
—¡Entonces dime Kaim! —grita con lágrimas en los ojos, tomando a Kaim del cuello de su camisa—. ¿¡Porqué se marchó!? ¿¡Porqué después de tantos años...!?

Alice se deja caer sollozando.

—Ahora... incluso podría estar muerto...

Enfadado, Kaim da una bofetada a Alice, haciendo que se callase de inmediato.

—¿¡Acaso crees que eres la única que está preocupada!? ¡Todos estamos preocupados pero tu eres nuestra líder! ¿¡Si no mantienes la compostura quien crees que nos mantendrá unidos!? —responde fuera de sí.
—¿Entonces que puedo hacer Kaim? —pregunta, comenzando a sollozar de nuevo—. ¿Qué puedo hacer con este vacío?
—¿¡Acaso no es obvio!? ¡Haz que regrese pedazo de idiota! ¡Busquémosle!, es lo que quieres, ¿verdad? ¿Acaso no elegiste Manarta como destino porque pensaste que podría estar allí? Vinisteis a buscarme a mi, ¿¡qué te impide ir a buscarle a él!?

Alice observa a Kaim, boquiabierta y comienza a reír, aún con lágrimas en los ojos.

—¿Ara? ¿Soy tan evidente? —bromea mientras seca sus lágrimas.
—Pues claro que es evidente, lleváis muchos años juntos —responde más calmado—. Debiste haberlo dicho desde el principio.
—No sabía cómo os lo tomaríais, no podía hacerlo.
—De veras que eres idiota a veces Alice —Suspira agotado—. Cuando Mayka dijo que iríais a buscarme aceptasteis de inmediato, porqué iba a ser distinto con él.

Kaim se levanta, y se sacude la arena del trasero.

—Anda, vamos a buscarle, le daré una buena paliza cuando le vea —finaliza, ofreciendo su mano a Alice para que se levante, quien la acepta de inmediato poniéndose en pie.

—Desde luego, tu si que sabes como animar a una mujer —se abraza a él y le da un beso en la mejilla antes de separarse de él y dar media vuelta en dirección al poblado—. Saldremos mañana temprano, será mejor que duermas bien esta noche, atravesaremos el desierto.

Kaim se queda plantado, frotándose la mejilla ligeramente sonrojado.

—Tsk —chasquea la lengua—. Siempre hace lo que quiere.

Kaim comienza a recoger sus cosas y corre tras ella para alcanzarla.

Continuará...

 

Un capítulo corto, por lo que mañana de seguro subiré el siguiente, pequeño capítulo de transición a una nueva zona, hacerlo más largo tan solo añadiría texto innecesario y forzado, aún así, espero que le guste ^^.

Pandemónium capítulo 43: El poder diplomático de Anya.



El abrasador Sol matinal baña las dunas de arena mientras el grupo se prepara para la partida.

—Oye Kaim —Le llama Kuyvier irrumpiendo en la tienda donde se encontraba—. Quisiera pedirte un favor.
—Claro, siempre que esté en mi mano haré lo que pueda —responde con una sonrisa, colocándose la armadura de cuero, girando la cabeza brevemente hacia él.
—Conozco la relación que tuviste con mi hermano Thaggs.
—Espera un segundo... ¿Sois hermanos? —pregunta sorprendido.
—No compartimos la misma sangre si es a eso a lo que te refieres; pero sí, somos hermanos —comenta con la mano en el pecho—. Kusha me contó lo sucedido, me gustaría que, si lo encuentras, le digas que no toda su tribu fue aniquilada. Dile que me busque allí donde nuestra sangre se convirtió en una. Él sabrá lo que quiero decir.

Kaim permanece unos segundos en silencio, mirando al suelo.

—Dalo por hecho, pasaré el mensaje si en algún momento me encuentro con él —responde con seriedad.
—Gracias, Kaim —agradece antes de marcharse.

Poco tiempo después, Kaim termina sus preparaciones y se reagrupo con el resto, quienes se encontraban ya en las afueras.

—Lamento llegar tarde —se disculpa mientras se acerca al resto.
—Siempre eres el último en llegar —comenta quejosa Mayka, con los brazos cruzados.
—Ya dije que lo lamento...

Antes de poder terminar la frase, un cuchicheo tras ellos llama su atención. Al girarse, el pueblo goblin, vistiendo una sonrisa, se despedía de ellos. En el centro, Kusha y Kuyvier se encontraban inclinados en señal de agradecimiento. Poco después, el resto repetía el gesto.

—¡Gracias por todo! —exclama Kusha, alzando la voz para poder ser oída—. Si no me hubieseis protegido no sé qué habría sido de nosotros. ¡Os estaré eternamente agradecida!

Avergonzado, Kaim rasca su nuca.

—¡No tienes nada que agradecer! —finaliza Kaim, despidiéndose con la mano al tiempo que el resto del grupo emprende de nuevo el camino con una sonrisa de satisfacción en el rostro.

Finalmente, el camino a Manarta había sido retomado. Aún, numerosos kilómetros de arena se encontraban frente a ellos, un mar interminable de arena y, muy al fondo, la primera parada obligada antes de llegar a su destino.

—Deberíamos llegar antes del anochecer si apretamos un poco el paso —comenta Alice, tras varias horas de camino.
—¿¡Apretar el paso!? —exclama Kaim.
—V...voy a morir —se queja a su vez Haruna.
—Sois una panda de flojos —suspira Alice sonoramente—. Pararemos un par de minutos, en verdad tenéis que mejorar vuestra resistencia.
—No se como puedes caminar tanto tiempo sin cansarte y sin embargo quedar agotada tras una pequeña carrera —comenta Kaim, tomando asiento sobre la arena— Auch, quema.
—Necesito... quitarme esto —comenta a su vez Haruna, quitándose la túnica, empapada en sudor; mostrando su camisa color naranja, a juego con su cabello y su corta falda azulada.
—Ni siquiera sé como has sido capaz de aguantar tanto con ella puesta —interviene Elora con una sonrisa—. Yo ya me habría cocido viva.
—Muy bien, se acabó el descanso —interrumpe Alice dando palmadas, al mismo tiempo que las voces de queja de Kaim y Haruna se elevan al aire.

Un par de horas más tarde, el grupo llega finalmente a las montañas, donde un barranco indica la entrada al reino vecino.

—Detengámonos un segundo para repasar la ruta —comenta Alice repentinamente.
—¡Menos mal! —exclama aliviado Kaim.
—¿Por qué tanto repaso? —pregunta sorprendida Haruna—. Creía que teníamos la ruta acordada desde Mokgrad.
—Así es, pero debemos tener en cuenta que vamos a entrar en un territorio al que no pertenecemos, cualquier precaución es poca —expone Mayka.
—Eso es cierto, pero además tenemos que tener en cuenta que Zonde no es igual de pacífico que Arnor.
—¿A que te refieres? —pregunta ahora Kaim con curiosidad.
—Dejando a un lado a la quimera, la cantidad de criaturas con las que nos hemos topado han sido escasas además de débiles, esto se debe a que los guardias de Arnor y sus generales se encargan de las criaturas poderosas para asegurar las rutas comerciales. Zonde no goza de una armada así de poderosa.
—Quieres decir...
—Las criaturas campan a sus anchan por todo el lugar —interrumpe Anya—. Eso me lleva a otro tema, Zonde al contrario de Arnor es un reino donde los Seth son más que odiados. Me gustaría pedirte que ocultes tus alas, ¿puedes hacerlo?
—Tuve que atravesar el reino para llegar a Arnor, esto no es nuevo para mí —comenta mientras saca una túnica de su mochila.
—Gracias, por último, debemos llegar a Manarta antes de que anochezca, no hay ningún tipo de refugio hasta llegar allí y sus puertas cierran temprano, por lo que no podemos permitirnos más descansos.
—¡He leído sobre eso! —interrumpe Haruna con efusividad—. Hordas de criaturas salen en mitad de la noche, por eso los pocos asentamientos de Zonde poseen grandes murallas y barreras mágicas.
—Eso es cierto, así que será mejor que nos demos prisa.

Dicho esto, el grupo retomó el camino cruzando la entrada a la ruta montañosa. Frente a ellos, una enorme puerta de acero se alza hacia el cielo.

—Y ahora llega el verdadero problema... —comenta Mayka con un suspiro.
—¿Qué ocurre? —pregunta Elora.
—No tenemos un solo salvoconducto, Marco se los llevó todos como “regalo de despedida” —aclara Alice, recalcando las comillas con sus dedos.
—Dejádmelo a mí —interviene Anya, para sorpresa de todos, adelantándose al resto.
—¿Qué vas a hacer? —pregunta Haruna con curiosidad.

Anya ignora su pregunta mientras camina al frente, envuelta en su túnica.

—El paso está prohibido a aquellos sin salvoconducto —interviene uno de los guardias de inmediato, colocando en el paso su enorme lanza.
—Somos Pandemónium, venimos a una misión de parte de uno de los generales de Arnor. Solicito permiso para pasar.
—¿Generales? ¡Ja! —exclama con burla—. ¿Por qué habría de creer eso de una peregrina encapuchada como tú?
—Entonces —comenta con la serenidad que la caracteriza, mientras saca un pedazo de papel y lo extiende al guardia—. Esto debería despejar sus dudas.

El guarda toma el papel de mala gana, lo extiende y comienza a leer:

“LO QUE ELLA DIGA, ¡IMBÉCIL!”

—¿Es esto algún tipo de broma? —comenta con agresividad mientras se compañero ríe.
—Mire el sello por favor.

Tras observar dicho sello, con forma de rosa, el guardia comienza a sudar abundantemente.

—L...lo siento mucho señorita —comenta en un tono completamente sumiso—. No tenía idea de que venía de parte de la Rosa del Silencio.
—Espero que no se vuelva a repetir —responde con una breve reverencia.
—Últimamente hemos descubierto varios monstruos encapuchados tratando de pasar por la frontera con salvoconductos falsos, no podemos ser lo bastante cuidados con esas cosas rondando.
—Lo comprendo, no se preocupe.

Acto seguido, el guarda tira de una cuerda en el interior de un pequeño puesto a su lado, al instante, una de las hojas de la puerta se abre, revelando un paisaje reseco al otro lado.

—Qué tengan un buen viaje.

Anya pasa a su lado con una pequeña reverencia, el resto del grupo la sigue de cerca y repite el gesto, sin decir una palabra.

A una distancia considerable del puesto, asegurándose de que nadie les observa, el grupo celebra el haber pasado sin percance alguno.

—Una actuación magistral sin duda —la felicita Mayka.
—¿De donde demonios has sacado eso? —pregunta Kaim.
—La maestra me lo dio cuando me mandó venir a Arnor, me dijo que era una llave que abría cualquier puerta. Ha demostrado ser cierto, al menos hasta ahora —comenta, guardándolo.
—Creí que te enfadarías cuando llamó monstruos a los Seth —asevera Haruna.
—Estuve a punto de ensartarlo con mi lanza, créeme.
—Has demostrado ser más divertida de lo que me esperaba —comenta ahora Elora entre risas.
—No sé a qué te refieres.
—Bueno —interviene Alice con una palmada—. Deberíamos darnos prisa, el Sol comienza a caer, no tenemos más que unas pocas horas y aún queda bastante camino.

 

Buenas buenas, tal como dije, aquí vengo con un nuevo capítulo de Pandemónium, comenzamos a agotar los capítulos que tenía ya escrito, de modo que en poco tiempo me retrasaré posteando, puesto que deberé escribir los capítulos, por suerte ando desocupado últimamente ^^ Sin más que decir, os dejo con el siguiente capítulo de Pandemónium.

El paso rocoso que delimita la frontera con Arnor es un lugar escabroso, con numerosos pasajes rocosos intercalados con pequeñas extensiones de arena fina, en él, las criaturas campan a sus anchas, convirtiendo al lugar en un paso peligroso para aquellos que no estén preparados para un combate en cualquier momento.


Pandemónium capítulo 44: El poder del ángel blanco, la magia angelical.


—Esto desde luego no es como me lo habría imaginado —comenta Kaim, avanzando entre las afiladas rocas lo más rápido que puede.
—¿Esperabas un pasaje entre las llanuras? —pregunta Mayka con sorna—. Creo que Alice ya explicó en que consistiría el resto del camino.
—Ya lo sé —espeta Kaim algo molesto—. No me estoy quejando.

Tras las primeras zonas rocosas, el paisaje se allana en una extensión de arena.

—Cuidado ahora —comenta Alice, caminando sobre la arena.
—¿De qué debemos tener cuidado? —pregunta Kaim, algo inquieto.
—De lo que está por venir ahora —irrumpe Elora con una sonrisa.

Al instante, la arena comienza a moverse frente a ellos y una aleta asoma a la superficie, seguida de esta, numerosas más se muestran.

—¡Górrigan! —exclama Mayka, preparando su báculo.

Con gran velocidad, aquellas aletas se dirigen hacia ellos, apartando la arena a su paso.

—Los górrigan se mueven veloces bajo tierra pero son vulnerables cuando salen para atacar, el vientre es su punto débil —interviene Haruna, leyendo su bestiario.
—Estos son molestos —comenta Anya con descontento y comienza a girar su lanza—. Columnae ventus.

De la superficie de la arena nacen cuatro vórtices que estallan en una columna de aire, levantando a varios górrigan por los aires. Frente a ellos, un pez escamoso asoma a la superficie, multitud de colores adornan sus brillantes escamas y sus aletas, que casi parecen alas, resplandecen bajo el brillo del Sol de la tarde.

—¡Sagitta lucis! —exclama Mayka, lanzando dos flechas de luz.

A continuación Anya salta y ensarta a uno de ellos, acto seguido, Elora salta a por el restante.

—¡Explosión!

El puñetazo estalla en una bola de fuego, esparciendo los restos de la criatura, que desaparecen en una nube de polvo.

—Vaya, que eficientes —comenta Alice con orgullo.
—Tuve que enfrentarme a un buen puñado de ellos cuando vine a este lado —explica Anya.
—Ahí vienen más, dejadme echar una mano. ¡Frelom!

Un círculo color verde se expande bajo los pies de Haruna, de él emerge Frelom, quien al instante libera numerosas zarzas que sacan de la arena a otro puñado de górrigan

—¡Ahora es mi turno! Hay algo que quiero probar —exclama Kaim con una sonrisa, hundiendo su espada en la arena—. Atadura de sombra.

Bajo la arena, una sombra se extiende.

—Ya veo; cuando más luz haya, mayor será la sombra. Je —Ríe Kaim.

De la sombra emergen numerosas agujas que atraviesan a gran parte de los górrigan que se encontraban en el aire.

—No perderé contra vosotras.
—¿Desde cuando se convirtió esto en un concurso? —comenta Alice, cruzada de brazos.
—¿No os parece que hay demasiados? —comenta Elora, observando como el resto luchan contra las criaturas.
—Creo que tengo algo sobre eso en mi... —responde Haruna tratando de abrir su bestiario de nuevo.

Sin embargo, sus palabras son tragadas por un enorme remolino que se forma bajo ellos.

—¿Qué demonios? —exclama Kaim, perdiendo el equilibrio.

Un tentáculo emerge del centro y abate a Frelom, haciéndole desaparecer.

—¡Frelom! —exclama asustada mientras cae a la arena.

Al tocar tierra, una gran cantidad de tentáculos aprisiona a Haruna, arrastrándola al fondo.

—¡Ayuda! —exclama.
—¡Haruna! —exclama ahora Kaim, tratando de acudir en su ayuda.

Antes de que pudiera actuar, Anya irrumpe a gran velocidad, destrozando los tentáculos y liberando a Haruna. Sin embargo, la fuerza a la arena comienza a empujarlos hacia el centro del remolino.

—Creo que estamos en problemas —comenta Alice.

Del centro emerge una criatura de aspecto similar a una flor, con una boca circular plagada de dientes en el centro, a cada punto cardinal se extiende un pétalo con un ojo en el extremo. De la boca, una gran cantidad de tentáculos son expedidos y cortados en pleno aire. Aquellos trozos de tentáculo toman la forma de górrigan y se introducen bajo la arena.

—¿Esa cosa crea a los górrigan? —interviene Kaim.
—¡Es un górragon! —explica Haruna, aún en los brazos de Anya—. Atacad a los ojos.
—Vaya, no son nada originales poniendo nombres, ¿eh? —Se burla Kaim
—Eso está hecho —comenta Alice, reaccionando ante la situación.

De sus manos sale expedido un rayo al cielo.

—¡Lancea adfulgeō! —exclama al tiempo que un enorme rayo cae del cielo.

El rayo impacta directo en uno de sus ojos, sin embargo, un escudo lo recubre.

—¡Necesita conjuros más potentes para ser atravesado! —explica Haruna—. El escudo antimagia es potente.
—En ese caso dejádmelo a mí, encargaos de los pequeños —ordena Anya.

Expandiendo sus alas, de un batido se separa del suelo y se eleva alta en el aire. En picado, cae en dirección a uno de sus ojos, no obstante, es repelida por una marea de górrigan.

—Supongo que no queda otra opción —susurra para sí misma, mientras cae en dirección a la boca de la criatura.

Anya se recompone mientras cae, retomando su balance y coloca la lanza de forma horizontal, que comienza a brillar intensamente.

—Eso es... —comenta Kaim sorprendido mientras apuñala a uno de los pequeños górrigan.
—Magia angelical —continúa Haruna, maravillada.

La lanza de Anya completa su conversión y una cadena en el extremo la une a su brazo libre.

—Lanza del juicio —susurra, alzando de nuevo la vista hacia su enemigo.

Numerosos tentáculos se extienden desde el interior de la dentada abertura de la criatura, dispuesta a apresar a Anya y conducirla al interior. No obstante, un brillo la recubre, repeliendo y destrozando todos los tentáculos en su camino.

—He visto esa lanza antes, pero, ¿soy yo o es la primera vez que parece tan poderosa? —comenta Kaim sorprendido.

Los górrigan que se encontraban alrededor comienzan a huir en manada.

—Ara, esa presión no es para nada normal.

Anya bate sus alas, deteniéndose en mitad del aire por un momento.

—Que los siete pilares desciendan desde la sala blanca, ¡Condena! —exclama, estallando la burbuja brillante que la rodeaba.

El cielo se ilumina y las nubes dejan paso a una lluvia de luz. Siete columnas caen y fulminan a la criatura, que chirría tratando de escapar del dolor. Lentamente, la criatura es consumida por la brillante luz.

—Sellado —finaliza Anya.

Tras esas palabras, los remanentes de la criatura son absorbidos por la lanza de Anya, cesando la presión sobre la arena y devolviéndola a su nivel normal.

—Ahora entiendo por qué decía que ella era la primera —dice Kaim, ensimismado.
—Vaya, eres impresionante —comenta ahora Elora, dándole una palmada en la espalda en cuanto toma tierra.

Al instante, Anya se gira hacia ella con expresión de ira, apretando los dientes con fuerza. Elora asustada retira la mano de inmediato. Poco después, Anya retoma su compostura.

—Lo siento —se disculpa, regresando a su usual yo.
—N...no te preocupes —se disculpa a continuación Elora, aún sorprendida por la reacción.
—¡Eso fue increíble! —exclama Haruna, acercándose a ella, eufórica—. No tenía idea de que manejases un poder tan asombroso.
—¿Absorbiste el poder de aquella criatura? —pregunta Mayka, reuniéndose con ella también.
—¡Yo puedo explicar eso! —interrumpe Haruna—. Antiguamente los ángeles blancos estaban más cerca de la condición de criaturas salvajes que de seth, por ello eran capaces de lanzar conjuros propios conocidos por el nombre de magia angelical. Sin embargo —continúa tras aclararse la voz— con el tiempo sufrieron un proceso de humanización y raciocinio que les permitió alcanzar la condición de seth. Este hecho provocó que fueran incapaces de usar su poder antiguo. Aún así, aún hay algunos seth que, usando el poder de otras criaturas son capaces de utilizar los poderes antiguos.
—Eso es cierto —corrobora Alice—. Pero es la primera vez que veo un conjuro de ese nivel.
—Le estáis dando demasiada importancia —interviene Anya.
—Bueno, bueno dejen de agobiarla —intercede Kaim—. Creía que llegábamos tarde a un sitio.
—¡Ara! ¡Cierto! —exclama Alice, llevándose las manos a la boca—. Perdimos demasiado tiempo aquí.

Tras la interrupción, el grupo finalmente retoma el camino, con el Sol cada vez más bajo en el horizonte.

—Gracias por eso, Kaim —susurra Anya al pasar a su lado.
—Comienzo a entender un poco por lo que has pasado, Anya —comenta Kaim para sí mismo.


Continuará...

 

Buenas aquí vuelvo con un nuevo capítulo, llegamos a una nueva zona y, por tanto, los enemigos cambiarán y nuevos personajes comenzarán a tomar parte en la historia, espérenlo con ansias, no queda demasiado para que comience lo bueno ^^.


Pandemónium capítulo 45: Miniblin, la pequeña amenaza.


Con el paso rocoso a la espalda, el grupo se encuentra ante un nuevo horizonte justo antes de la caída del Sol.

—Deberíamos darnos más prisa —interviene Alice.
—Es imposible que vayamos más rápido —se queja Kaim, respirando agitado.
—La lucha contra los górrigan nos ha dejado agotados —interviene ahora Elora, dirigiendo la mirada a su espalda—. Haruna parece a punto de desfallecer.

En última posición, Haruna camina con los hombros caídos, respirando agitada.

—E...estoy bien —responde mientras gotas de sudor caen por su rostro.
—¿Pero por que no te quitas esa túnica de una vez? —pregunta Kaim, dirigiéndose hacia ella sin detenerse.
—¿Eh? —exclama quejosa—. Pero esta túnica encantada me ayuda a no cansarme demasiado.
—Tampoco parece que esté haciendo mucho efec...

Repentinamente, Kaim choca contra la espalda de Alice, quien iba a la cabeza junto a Anya y Elora.

—Parece que ya es demasiado tarde —comenta Alice, tragando saliva

Frente a ella, un pequeño diablillo empuñando un tridente le hace frente.

—¿Qué es eso, se supone que es algún enemigo superpoderoso? —comenta ahora Kaim, llevando la mano a la empuñadura de su espada.
—De hecho, no —responde Alice, golpeando al diablillo con una patada.

Del golpe, el diablillo se despedaza y desaparece en una nube de polvo oscuro.

—El problema es lo que viene a continuación —continúa—. Será mejor que empecemos a correr.
—¿Por qué? —pregunta con inquietud.

El grupo comienza a correr dejando atrás a Kaim.

—¡Hey esperad! —exclama.
—¡No estoy en condiciones para correr de esta forma! —se queja Haruna.
—¿Qué demonios está pasando?
—No pensé que nos encontraríamos en esta situación estando tan lejos de la ciudad —se lamenta Alice—. Mira atrás Kaim, deberías poder verlo.

Kaim se gira tal y como le indica Alice. Tras de sí, en la distancia, una nube oscura se acerca rápidamente hacia ellos.

—Oye...
—Los miniblines son considerados las criaturas más débiles de este mundo —continúa Alice—. El problema es que se mueven en grupos de cientos de miles de individuos.
—¡¿Estás de broma no?! —exclama acelerando el paso.
—¡Esperadme! —exclama ahora Haruna.
—¡Pedis celeris! —grita Mayka.

Al instante, una neblina amarillenta recubre los pies del grupo.

—¡Gracias!
—Tras pasar esa colina deberíamos verla —comenta Alice, señalando al frente—. Sólo un poco más.
—¡Voy a ganar algo de tiempo! —grita Elora, deteniéndose brevemente—. !Primera combustión! ¡Puñetazo torbellino!

El primero de los anillos del guante de Elora se abre y comienza a girar a gran velocidad, liberando una nube de vapor.

—Déjalo Elora, es inútil tratar de detenerlos —comenta Alice, girándose hacia ella.
—Nada puede pararlos una vez que comienzan su embestida, aunque caigan mil de ellos aún tendrán otros miles para cubrir las pérdidas —añade Haruna.
—¡Eso no es lo que tengo en mente! —grita mientras golpea el suelo con fuerza.

La fuerza centrífuga unida al puñetazo destroza parte del suelo a sus pies, acto seguido, una explosión de fuego levanta el terreno, formando un muro.

—Eso tampoco funcionará

El grupo continúa corriendo hasta que los muros de la ciudad aparecen frente a ellos.

Mirando atrás, los miniblines saltan sin problema por encima del muro de Elora.

—En mi época no eran tan inteligentes.
—Cada vez están más cerca —susurra Alice—. A este paso...
—¡Alice! ¡Sobre el muro de la ciudad! —exclama Mayka, señalando hacia adelante.

Sobre la muralla de la ciudad de Manarta un hombre, vestido con atuendo de guardia les hace señales con el brazo para que se aparten del camino.

—A un lado, ¡deprisa! —grita Alice al resto.

El grupo sigue la orden y se dispersa en ambas direcciones.

Sobre el muro de la ciudad se despliega un cañón, que comienza a cargar energía. Tras una breve carga, el soldado apunta el cañón al cielo y dispara un único proyectil. Dicho proyectil estalla, dejando tras de si una estela que cae hacia el suelo. Al contacto con este, una barrera se proyecta, separando a las criaturas, que se estrellan como una marea negra contra la superficie.

—¡Deprisa! ¡No aguantará demasiado con tal cantidad de criaturas! —grita el soldado sobre la muralla.

Con un último esfuerzo, el grupo cruza las puertas de la ciudad, que se cierran tras de sí.

¡Que... demonios... era... eso! —exclama Kaim señalando hacia atrás, tratando de tomar aliento una vez más.
—Si no hubiera sido por ese guardia nos habrían arrollado —comenta exhausta Haruna antes de tumbarse de espaldas al suelo.

Tras el grupo, las puertas de la muralla se cierran mientras la barrera proyectada comienza a resquebrajarse.

—Menuda potencia, ni siquiera mis escudos podrían soportar una embestida como esa —susurra asombrada Mayka mientras los miniblines desaparecen de su vista.

Tras un par de minutos, el guardia baja a recibirlos. Su coraza resplandece frente a las luces de la entrada, reflejando con claridad el escudo de la ciudad, un grifo con un gorro de mago y un libro en una de sus patas. El guarda retira su plateado yelmo dejando ver un rostro veterano a la par que sosegado cubierto por un cabello desaliñado y una barba de unos cuantos días.

—No puedo creer que hayáis emprendido viaje hasta aquí a sabiendas de que esas cosas andan sueltas —recrimina con una mezcla de asombro y reconocimiento—. O sois muy valientes o realmente estúpidos.
—Muchas gracias por acudir en nuestra ayuda —agradece Alice con una breve reverencia.
—No ha sido nada, pero habéis de saber que esa munición no la venden en todas partes, no sabéis la suerte que tenéis de que quedasen un par.

El guarda se detiene un segundo a observar al grupo antes de dirigirse de nuevo a ellos.

—¿Y bien? ¿Qué lleva a tan pintoresco grupo a viajar a altas horas hasta Manarta? —Su mirada se afila, estudiando cada gesto del grupo.
—Oh, solo estamos de paso —responde Alice con total naturalidad—. Nos quedamos sin provisiones a mitad de camino así que nos quedaremos unos días para reponernos y partiremos de nuevo.
—Bueno —suspira el guarda antes de llevarse la mano a la nuca—. Aunque vinierais a causar problemas no podría hacer nada por evitarlo, pero os agradecería que no causarais alboroto alguno, bastante tiene ya esta ciudad.
—¿Ha ocurrido algo? —pregunta Mayka confundida.
—La guerra.

El grupo queda momentáneamente sorprendido ante la declaración del guardia.

—Sólo yo, como jefe de los guardas, ha quedado en la ciudad como defensa de la misma, el resto de los batallones ha partido hacia el castillo —comienza a explicar, completamente serio—. Un grupo apareció de la nada y amenazó a la reina, desde entonces no han hecho más que plantear escaramuzas de un lado a otro del reino. Han asaltado y quemado varias aldeas en su camino; así que la reina ha decidido convocarlos a todos para una batalla final contra ellos. Claro, eso ha hecho que esta ciudad quede en caos, los pocos guardias que se quedaron conmigo fueron contratados por los nobles locales como guardaespaldas de sus mansiones. En todo el cuartel solo quedo yo.

—No tenía idea de que algo así estuviera pasando en Zonde —comenta Haruna, llevándose la mano a la barbilla.
—Esta información no ha salido del reino, os agradecería que guardarais el secreto. Aunque dudo que podáis salir del reino hasta que todo esto termine.

Alice, quien había estado pensativa todo el tiempo, decide volver a la conversación.

—Antes dijiste que la ciudad tiene algunos problemas —pregunta, aún pensativa—. ¿A qué te referías exactamente?
—Las distintas bandas de los barrios bajos iniciaron su ataque y se hicieron con la mayor parte de los comercios del barrio mercantil, la falta de personal me impide enfrentarme a ellos así que campan a sus anchas. ¿Sois un grupo armado verdad? No puedo daros mucho, pero os pagaré si podéis solucionar el problema. No es necesario que acabéis con ellos, tan solo darles un susto y devolver el dinero y los documentos robados debería bastar para que dejasen de actuar de ese modo por una temporada.
—Nos hemos quedado sin provisiones casi por completo, ¿crees que habrá alguna misión en el tablón de la ciudad? —continúa Alice.
—No apostaría a que haya alguna misión con una recompensa alta, pero siempre suele haber algún que otro problemas por aquí.
—Entiendo, muchas gracias por su ayuda —se despide nuevamente con una reverencia—. Te agradezco en el nombre de mi grupo la ayuda que nos has dado.

Antes de que Alice pueda dar un paso adelante el guarda la detiene del brazo.

—Lo siento, pero a estas horas las puertas de la ciudad se encuentran cerradas y no podréis pasar.
—¿Eh? —se queja Alice.
—Sin embargo puedo dejaros descansar esta noche en los cuarteles, de igual modo quedarían vacíos así que nadie tiene porqué enterarse.
—Entonces supongo que aceptamos la oferta —responde Alice con una sonrisa.

Continuará...

 

Buenas aquí traigo un capítulo nuevo de Pandemónium ^^ espero que les guste.


Pandemónium capítulo 46: Manarta, la ciudad de la magia.


Manarta, la ciudad de la magia, apareció hace miles de años de la nada. Las personas se asentaron en ella casi de inmediato y, debido a sus propiedades únicas, numerosos magos e investigadores trataron de descifrar sus misterios; para ello se creó una institución conocida como el consejo de investigación de Manarta que, aunque no llegó a tener éxito, marcó lo que sería el inicio de la gran escuela de magia de Manarta. Aún hoy día, gran parte de los misterios que esta ciudad planteaba no han sido descifrados y día a día nuevos descubrimientos dan lugar a más preguntas sobre ella.

Amanece en los cuarteles de la ciudad de Manarta y el grupo, ya preparado, se despide del guarda que les ayudó la noche anterior.

—Agradecemos que nos hayas dejado dormir aquí esta noche y lamentamos las molestias —se disculpa Alice con una breve reverencia.
—No os preocupéis, es bueno tener compañía de vez en cuando —responde el guarda con una sonrisa.
—Por cierto, creo que ayer se nos olvidó presentarnos. Mi nombre es Alice Misaulor y estos son Kaim, Haruna, Anya, Mayka y Elora —se presenta, señalando a cada uno de ellos respectivamente—. Juntos conformamos el grupo armado Pandemónium.
—Curioso que os presentéis justo cuando debemos despedirnos, pero está bien. Mi nombre es Garret, un placer haber pasado este tiempo con ustedes. Y ahora hacedme el favor de no causar muchos problemas —finaliza, llevándose la mano a la nuca.

Con una sonrisa, Alice se despide de Garret y emprende el camino a la salida de los cuarteles junto con el resto del grupo.

—No esperaba que nos diese comida caliente además de un lugar donde dormir —comenta Elora al resto del grupo.
—Y las camas eran más cómodas de lo que pensaba, creía que los guardas de las ciudades vivían en peores condiciones —añade Haruna.

El grupo se detiene frente a una gran puerta.

—Garret debe estar a punto de abrir los portones de entrada a la ciudad —susurra Alice—. Estoy seguro de que para la mayoría de ustedes es la primera vez visitando esta ciudad.

Alice se gira hacia el resto del grupo y sonríe mientras, a su espalda, las grandes puertas comienzan a abrirse.

—Os presento a Manarta, la gran ciudad de la magia —alza la voz junto con los brazos, con una sonrisa dibujada en el rostro.

El grupo ahoga un suspiro de asombro.

—Es... mejor que lo que decían los libros —dice Haruna con asombro.

Frente a ellos se dispone un empedrado cobrizo brillante, a los lados, la calzada grisácea contrasta con la impoluta blancura de una fuente central cuyas aguas se alzan altas al cielo. Flotando por todas partes, unos cristales de grandes dimensiones reflejan numerosos colores en todas direcciones cada vez que la luz incide sobre ellos. Sobre la fuente central, un edificio enorme se alza por encima de las nubes. A los lados los edificios modestos contrastan con lo ostentoso del lugar; construidos con piedra blanca, desvían la luz que incide sobre ellos hacia los cristales dejando una estela de virutas brillantes en su camino. Una calle central de bajada lleva directamente al corazón de la ciudad, donde está alojada la fuente.

El grupo, aún asombrado por la abrumadora ciudad, camina hacia la plaza central, a un lado de la fuente.

—Bien, Mayka y yo estuvimos hablando anoche sobre lo que hacer —expone Alice—. No quiero permanecer aquí más tiempo de la cuenta así que nos dividiremos en parejas.
—Kaim y Elora —continúa Mayka—. Vosotros os encargareis de arreglar los problemas con las bandas de la ciudad, no debería ser demasiado problema para vosotros unos simples matones.
—Está bien pero, ¿por dónde se supone que empecemos? —pregunta Kaim.
—Garret comentó algo sobre los negocios de la ciudad, ¿por qué no les preguntáis a ellos sobre la situación?
—Déjalo en nuestras manos entonces —afirma convencida Elora.
—Además hay algo que me gustaría que pidierais —añade Alice, dándole un trozo de papel a Kaim—. Con esas especificaciones deberían de haceros una túnica para Mayka en cualquier tienda de armaduras. No podemos dejar que nuestra sanadora no sea capaz de usar sus hechizos curativos.
—En segundo lugar, Anya y Haruna. Cómo debéis saber en esta ciudad se encuentra la biblioteca encadenada.

En cuanto Haruna oye ese nombre, sus ojos resplandecen de ilusión.

—Hay cierta información que me gustaría que buscarais allí —explica Mayka mientras les pasa un trozo de papel—. Buscad lo que podáis pero no os adentréis demasiado, es un lugar peligroso si avanzáis demasiado profundo.

Haruna toma el trozo de papel con las manos temblorosas, asintiendo sin parar con los ojos llenos de emoción.

—Por último nosotras dos nos encargaremos de hacer algunas misiones del tablón y conseguir fondos para emprender el viaje de nuevo —finaliza Mayka.
—Me gustaría continuar lo antes posible, no nos queda dinero apenas para unos cuantos días—prosigue Alice—. Por eso nos encontraremos aquí en siete días al amanecer. Quien falte se llevará una buena reprimenda por mi parte. Repartiremos el dinero que nos queda entre tres, debería darnos para al menos cinco días así que tratad de conseguir algo de dinero por vuestra parte.

Mayka entrega las bolsas con la cantidad de dinero restante a cada grupo. Elora agita la bolsa un par de veces y suspira.

—Vuestra economía es peor de lo que pensaba —comenta con una sonrisa nerviosa.
—Es todo culpa de Marco —responde Mayka—. Ese desgraciado huyó con todo nuestro dinero.
—Incluso con mi recompensa del torneo —añade Kaim.
—Cuando lo encuentre va a lamentar haberlo hecho —continúa Mayka, apretando el puño.

Finalizado el intercambio, cada grupo se marcha en una dirección diferente.

Kaim y Elora caminan lado a lado en una calle desierta.

—Oye Elora —llama su atención—. ¿No se suponía que esta es la calle comercial?
—Así es, al menos eso es lo que ponía en el mapa.
—Todo está cerrado a cal y canto —comenta acercándose a una cerca, que tenía unos garabatos pintados—. Eh, así que aquí también hacen estas cosas las pandillas.
—“Cardium” Debe ser el nombre de la banda que hizo esto —responde Elora leyendo el garabato.
—Hacen grafiti de sus fechorías, ¿que son niños? —comenta Kaim con una pequeña risa.
—¿Grafiti?
—Nada nada, olvídalo. ¿Hey eso no parece estar abierto? —señala a un edificio al frente de la calle.
—Tienes razón, acerquémonos a preguntar.

Por su parte, Anya y Haruna buscan un modo de entrar al edificio sobre las nubes. Haruna corre de un lado a otro con emoción

—Leí en alguna parte que su entrada estaba por aquí —comenta Haruna para si misma.
—Pareces emocionada —interviene Anya.
—Es que... la biblioteca encadenada es un lugar genial, dicen que contiene todo el saber del mundo a través de sus más de siete niveles. Nos encargaremos de peinar la zona desde el nivel uno al siete en estos días.
—¿Y si la información no está en esos niveles? —pregunta Anya.
—En ese caso tendremos que dar el tema por zanjado y dejarlo correr.
—¿Por qué? ¿No podemos avanzar al nivel ocho?
—El nivel ocho no es más que un mito. Te explico; la biblioteca encadenada es un complejo sistema de salas que se distribuyen es numerosas dimensiones reales e irreales. Lo que quiere decir esto es que el espacio en su interior no existe en nuestro mundo. Para avanzar de un nivel a otro es necesario encontrar el libro adecuado que, mediante un hechizo de teletransportación te envía al siguiente nivel. Es cierto que en el nivel siete existe un libro que te teletransporta, pero nadie que lo haya usado ha regresado jamás —explica con sumo detalle mientras gesticula emocionada.
—Se nota que te gustan los libros —responde apartando la mirada a un lado—. ¿Y ese cristal?

Allá donde Anya dirige la mirada un cristal brilla de forma diferente al resto.

—¡Eso es! —exclama con pura emoción.

Haruna salta y toca el cristal con la mano, de inmediato una luz es proyectada y una escalera que apunta al cielo se forma.

—¡Esa es la entrada! —exclama de nuevo sin poder contener la emoción—. ¡Vamos Anya!

Haruna corre siguiendo las escaleras de luz arco iris hacia el edificio en el cielo.

Mientras tanto, Alice y Mayka miran el tablón de misiones en busca de algo que mereciera la pena.

—Nos adelantamos separándonos de ese modo pero... —comenta Mayka al aire.
—¡No hay nada! —finaliza Alice con un grito de frustración—. Ninguna de las misiones merece la pena. ¿Qué demonios pasa no se suponía que tenían muchos problemas? —continúa descargando su frustración contra las piedras del suelo.
—¿Eh? Espera un segundo —Mayka despega uno de los carteles, bajo él se encuentra uno con una recompensa mucho mayor—.“Acabad con la manada de biolobos que se encuentran a las afueras de la ciudad. Recompensa:”
—¡¿Quinientos mil guilds?! —exclama Alice.
—Espera un segundo Alice, hay algo raro en todo esto; una misión así no debería tener una recompensa tan alta además pareciera que la habían cubierto a propósito.
—¿A quién le importa eso Mayka? Son quinientos mil ¡Quinientos mil! —responde zarandeándola por los hombros.
—Vaya, la hemos perdido.
—Vamos a por esos lobos Mayka, si conseguimos esa recompensa hoy podremos pasar los seis días restantes como reinas.
—¿Oye no se supone que ese dinero sería para provisiones?
—Dejemos que Kaim y Elora se encarguen de eso, seguro que les va realmente bien.

Por su lado, Kaim y Elora se encuentran dentro de la taberna, Kaim vestido con un traje marrón y Elora con un vestido rosado.

—¿Cómo hemos acabado así? —se pregunta Kaim.
—Esto es humillante —Se lamenta Elora, cubriendo su rostro con vergüenza.
—¡Si seguís así no vais a atraer a nadie! —exclama un hombre barbudo al otro lado de la barra de la taberna.
—Pero si ni siquiera hay nadie pasando por la calle —se queja Kaim mientras sale al exterior.
—¡No pienso salir así vestida! —exclama avergonzada—. Odio los vestidos.
—Créeme, estás más tapada así que con la camisa ajustada y los pantalones cortos.
—No os daré la información que buscáis si no atraéis al menos a cincuenta clientes —insiste el hombre tras la barra.
—Si, si —responde resignado, tirando del brazo de Elora.
—¡No! —grita con agonía mientras es arrastrada al exterior.

Continuará...

 

Aquí el siguiente capítulo de Pandemónium, tardaré tiempo en publicar ya que se me acabaron los capítulos en reserva, aunque no descarto que algunos dias me encuentre inspirado y suba un poco más de seguido ^^

Pandemónium capítulo 47: La aparición de Cardium.

El sol comienza a alzarse en la ciudad de Manarta, el día no ha hecho más que comenzar.

—No puedo creer que esté haciendo esto —suspira Elora, sosteniendo un cartel en sus manos en el que se puede leer “Taberna Gorran”
—Vamos tampoco es para tanto, al menos nos pagará por el trabajo —Trata de reconfortarla Kaim.
—Por favor mátenme —dice desanimada, dejando caer los hombros.
—Pero si ya estás muerta —le responde con un suspiro.
—Cierto.

Mientras ambos charlan, un hombre de mediana edad se acerca a ambos.

—Perdonad, ¿Gorran aún sigue en esto? —pregunta con nerviosismo, dirigiendo su mirada de un lado a otro como si esperase que alguien fuese a aparecer en cualquier momento.

Elora se cubre instintivamente tras descubrir la presencia de aquel hombre.

—¿A que se refiere con “esto”? —pregunta Kaim desconcertado, ignorando la conducta avergonzada de su compañera.
—Ya sabes —responde nervioso, acercando sus labios al oído de Kaim—. Tratar de enfrentarse a esos tipos del Cardium.
—Así que son ellos los que han estado amenazando y arrebatando los negocios.

El hombre asiente con la cabeza antes de mirar de nuevo hacia los lados.

—Al principio se presentaron como un sistema de protección, por supuesto nadie les tomo en serio. Luego comenzaron a amenazarnos y pedirnos dinero. Aquellos que no atendieron sus demandas se encontraron con sus negocios destruidos al día siguiente.
—¿Por qué no habéis pedido ayuda?
—¿A quién pedimos ayuda. ¿A los guardias que han ido a la guerra, a los comprados por el señor de la villa o al colegio de magos? No, nadie nos ayudaría en estos tiempos que corren, es por eso que todos decidimos evitarlos en la medida de lo posible. Y vosotros deberíais hacer lo mismo ahora que estáis a tiempo.
—Resulta que no podemos permitirnos eso. Tenemos asuntos que atender y necesitamos librarnos de esos tipos para que se reactiven los negocios en la ciudad. Necesitamos una túnica mágica y no podemos irnos de aquí sin ella.
—Si de verdad sois capaces de derrotar a esos tipos, estaré encantado de haceros lo que queráis. Aunque estaréis muertos en poco tiempo. De seguro ya están de camino aquí.

Sin reparar en una respuesta, el hombre se gira y se marcha con el mismo nerviosismo con el que se acercó.

—¡Somos fuertes! —exclama con una sonrisa asegurándose de que aquel hombre lo escuchase—. Aunque no lo parezcamos.

Kaim entra de nuevo a la taberna.

—¿Kaim? ¿A dónde vas? —dice Elora siguiéndole.
—Voy a hablar con Gorran.

Al acercarse a la barra de la taberna Gorran, un hombre mayor de aspecto fiero, musculoso y con el rostro surcado de arrugas y con el cabello negro completamente despeinado, los recibe con mala cara, dejando a un lado el vaso que estaba limpiando.

—¿Qué hacéis aquí? Aún no ha venido ningún cliente —dice con mala gana—. ¿Acaso no queréis la información?
—Ya no la necesitamos, un hombre nos dijo lo que queríamos saber en la entrada.
—Tsk —chasquea la lengua con desprecio—. Esos cobardes. Está bien haced lo que queráis marchaos de una vez, no pierdo mi tiempo con basura cobarde.
—De eso nada. Dime —dice ahora Kaim con una sonrisa pícara—. ¿Es cierto que ellos vendrán hoy?
—Eso dijeron. ¿En qué piensas chico?
—Nuestra principal misión aquí es la de encargarnos de esos tipos. Lo que queríamos saber era donde se encontraban, pero si ellos vienen a nosotros pues nos ahorra trabajo.
—¿Así que vais a luchar contra esos tipos? —dice mientras mira a ambos de arriba a abajo—. Buena suerte entonces.

Gorran dirige la mirada a la entrada de la taberna y dos figuran cruzan el umbral. El primero, un tipo corpulento vestido con un traje rojo, alto y firme con el cabello negro largo recogido en una coleta. El segundo sale tras de él, un hombre pequeño y encorvado con una siniestra sonrisa dibujada en su rostro, vestido con una camisa azul con varios arañazos y unos vaqueros desgastados.

—Vaya vaya —comenta el pequeño individuo, escudriñando con la mirada a todos los presentes mientras ríe cínicamente—. Parece que tenemos más compañía de la que esperábamos, otra vez.
—¿Gorran de nuevo has vuelto a contratar a más gente? —comenta ahora el tipo alto, con voz sosegada y grave—. Sabes que al jefe no le gusta que te rías de él de esa forma.

De inmediato, el tipo pequeño lanza un veloz golpe al estómago de Elora, que la envía a volar al otro lado del establecimiento.

—¡Elora! —exclama Kaim sorprendido, girándose en su dirección.
—No deberías mirar a otro lado de ese modo, pequeño.

El tipo grande aparece frente a Kaim, a quien le saca varias cabezas de alto. Sin ningún aviso, envía un golpe directo a su estómago que lo obliga a arrodillarse.

—Hey Félix —dice el pequeño, riendo de forma maníaca—. Déjame a esta chica, hace mucho que no me divierto con una.
—Sabes que no me agradan esos pasatiempos Helio —responde a su vez el grande—. Hagamos lo que hemos venido y marchémonos.

Desde el otro lado del establecimiento, Elora se pone en pie, limpiando la comisura de su labio de sangre.

—Vaya, hacía tiempo que nadie me golpeaba con esa fuerza —dice con una sonrisa y una mirada afilada.

Al mismo tiempo, Kaim desenfunda su espada y lanza un corte contra Félix, quien logra esquivarlo, aunque sufre un corte en la cara y la ropa.

—Me gustaría decir lo mismo que ella, pero por desgracia estoy acostumbrado a estar en peores condiciones —dice mientras se pone en pie con la misma sonrisa y mirada que Elora.

Helio no puede contener su emoción y comienza a gritar de risa.

—Vamos Félix, no me digas que no son divertidos
—Este traje fue caro —comenta Félix, observando el corte en su ropa—. Por esta vez haré caso a Helio y me dejaré llevar un poco. Será un placer dejar que mi oscuridad se trague esa luz en tus ojos.

Félix dirige su mano al cinto y en ella se materializa una espada, sus ojos se oscurecen y un aura sombría le rodea.

—Vaya, que coincidencia —murmura Kaim ante la atenta mirada de su contrincante.

Kaim se coloca en posición, retirando hacia atrás su espada. Al instante, un aura sombría comienza a recubrirle.

—Resulta que yo también uso las sombras para combatir.
—Entonces permíteme mostrarte como se hace —responde Félix a la provocación de Kaim.
—Ja, ja —ríe desesperadamente Helio—. Parece que Félix quiere divertirse un poco esta vez.
—No seamos menos pues.

Elora junta sus puños, liberando un fuerte sonido metálico, acto seguido comienza a desprender una pantalla de humo.

—¡Esos guantes son tan geniales! —exclama de puro asombro.

Velocísima, Elora lanza un puñetazo al estómago de Helio pero es detenido por éste.

—Quería devolverte el golpe.
—Vaya, que decepción, ahora vas a calcinarte —responde esta vez con el rostro decaído.

Una llamarada azul recubre el cuerpo de Elora.

—Creo que yo soy la que debería estar decepcionada —responde Elora mientras su cuerpo comienza a despedir llamas.

Poco a poco, las llamas de Helio son consumidas por las rojas llamas de Elora.

—¿También usas llamas? ¡Eso es tan genial!

Las llamas de Helio crecen en intensidad, devorando las vivas llamas de Elora.

—Hacía mucho que no probaba llamas tan deliciosas.

Elora se aleja rápidamente, con leves quemaduras en el cuerpo.

—¿Qué demonios son esas llamas? —se pregunta a si misma confusa, mirándose las quemaduras del brazo.
—Las mías no son llamas normales, hace mucho fui sometido a un experimento. Probaron varias sustancias para que se mezclasen con mi torrente mágico. Una de ellas fue algo que llamaron Helio y, desde entonces, soy capaz de devorar cualquier tipo de llama —expone con rapidez, devolviendo la sonrisa a su rostro—. Las tuyas son tan cálidas, creo que jugaré un rato contigo.

Mientras tanto, frente a la barra, Félix y Kaim luchan.

—¡Espada de sombras! —exclama Kaim, envolviendo su espada en la oscuridad.
—Así no es como se usan las sombras. ¡Espada de oscuridad!

Félix alza su espada y su sombra comienza a escalar sobre su cuerpo hasta alcanzarla, tras recubrirla por completo, una sombra cae como una gota al suelo y ésta vuelve a los pies de su usuario. Acto seguido, Félix lanza una estocada a Kaim, quien la esquiva a un lado, sin embargo, la sombra del arma rebota sobre el suelo y se proyecta, alcanzando al hombro de Kaim e introduciéndose en él.

—¿Qué demonios? —murmura sorprendido, observando la herida abierta de su hombro.

Tras unos pocos segundos, un intenso dolor llega al hombro de Kaim, quien no puede evitar arrodillarse gritando.

—Cuando se aprende a controlar tu sombra, puedes aprender a destruir a tu enemigo desde su interior —dice mientras observa a Kaim retorcerse de dolor en el suelo.
—Eso significa... —dice Kaim, levantándose a duras penas, sonriendo pese al dolor—. Que parte de tu poder mágico se encuentra en mi interior ahora, ¿no?
—¿Qué estás...?

Kaim concentra su poder en su espada, que comienza a aumentar el tamaño de su sombra hasta que repentinamente ésta desaparece.

—Gracias por enseñarme un valioso movimiento. ¡Espada de sombra, hoja oculta!

Kaim clava su espada en el suelo y la sombra bajo el se extiende. De ella, numerosas púas de sombra se extienden en dirección a Félix.

—¿Así que eres bueno absorbiendo el poder de los demás eh? —comenta, impasible—. Una pena que eso no funcione contra mi.

Félix blande su espada, disipando todas las sombras con ello y lanzando un corte al mismo tiempo. Kaim trata de detener el corte con su espada, pero el arma de Félix se convierte en sombras evitando ser detenida y cortando el pecho de Kaim.

—Eso es trampa —dice mientras se sostiene el pecho sangrante—. ¿Cómo se supone que luche contra algo así?
—Será mejor que lo tomes en serio, ¿no ibas a derrotarnos? Tu amiga está mostrando una mejor resistencia que tu.
—Maldita sea —piensa Kaim—. Mis trucos no están funcionando, conoce la magia de sombra mejor que yo.
—¿Qué ocurre? ¿Acaso te has dado cuenta de que fue un error enfrentarnos?

Kaim comienza a reír en voz baja.

—No, no. Acabo de darme cuenta de que me estoy preocupando demasiado. Me he enfrentado a gente más poderosa que yo antes. Pensar tanto no es realmente lo mío así que... —Kaim prepara su espada de nuevo para atacar—. Seguiré probando cosas hasta que alguna funcione.
—Me sorprende que puedas mantener esa mirada tras saber que soy más poderoso que tu. Sin embargo esa fue mi última advertencia, te acabaré en el próximo golpe.

Al mismo tiempo, Elora enfrenta a Helio al otro lado del salón.

—Tengo que acabar rápido con este tipo y ayudar a Kaim —susurra Elora.
—¿Qué estás murmurando? —pregunta entre risotadas.
—Tus llamas son molestas, creo que tendré que ponerme un poco seria

Elora junta sus puños y el primer anillo de sus guantes se abren y comienzan a girar.

—¡Primera combustión!

Los guanteletes comienzan a echar una pantalla de humo que acto seguido explota en una nube de llamas.

—¡Puñetazo torbellino! —exclama al tiempo que lanza un puñetazo contra su contrincante.

Helio se retira hacia atrás con una sonrisa y pone un muro de llamas delante, de su interior nace una vara dorada que detiene el puño de Elora. Las llamas azules comienzan a escalar de nuevo por el brazo de Elora.

—¡Explosión!

La nube de llamas estalla en una fuerte explosión que aleja a ambos.

—¿No crees que eso no es un buen intercambio para ti? Puedo devorar tus llamas y mantenerme a rango con mi vara mientras tu recibes daño por tus propias explosiones.
—Esto no ha hecho más que comenzar —dice Elora sacudiéndose el polvo del vestido y posicionándose una vez más para el combate.

Continuará...

 

Aquí vuelvo, ya con el capítulo número 48. La batalla prosigue en este capítulo, ¿cómo lucharán Elora y Kaim contra los poderosos miembros de Cardium?

Pandemónium capítulo 48: Sombra vs sombra. Llama vs llama.

La batalla continúa, Kaim intercambia estocadas con Félix mientras Elora mantiene a Helio a raya con sus puñetazos.

Kaim, estocada tras estocada hace retroceder a Félix.

—A ver si puedes evitar esto —dice Kaim con una sonrisa al ver a su contrincante a la defensiva—. Espada de sombras, ¡bucle oscuro!

Kaim lanza un corte horizontal, con la fuerza empleada genera un pequeño vórtice negro que avanza hacia su enemigo.

—No sé de dónde has sacado esa fuerza pero sigue sin ser suficiente.

Con un golpe de espada, Félix disipa el vórtice fácilmente. Sin embargo, tras la sombra generada por su ataque se descubre a Kaim cayendo desde arriba.

—¿Te escondiste en tu propio ataque? Nada mal —comenta como cumplido hacia él.

Félix salta hacia atrás evitando la estocada.

—¡Púa de sombra! —exclama Kaim.

Su sombra se estira y proyecta fuera del suelo a modo de púa afilada.

—¡Púa de sombra! —exclama su vez Félix.

Ambas púas chocan entre sí y se destruyen mutuamente, sin embargo, una segunda púa oculta bajo la de Kaim hiere a Félix en el hombro.

—Imposible, ¿tu sombra tenia sombra? Eso es imposible —dice sorprendido, retirándose hacia atrás.
—Digamos, que comienzo a acostumbrarme a esto —comenta ahora Kaim, con una siniestra sonrisa en su rostro.

Kaim saca su espada clavada en el suelo, y de ella numerosas sombras son liberadas en forma de filamentos que danzan de un lado a otro.

—Dijiste que acabarías en tu próximo golpe, ¿no? —le provoca.
—Tú lo has querido entonces.

La sombra bajo Félix sale del suelo y se queda suspendida en el aire. Con precisión, la atraviesa con su espada y esta desaparece.

—Esta es mi mayor técnica, trata de sobrevivir a esto.

La habitación comienza a oscurecerse, dejando tan solo a ambos en una estancia completamente negra.

—Pesadilla oscura —susurra Félix antes de desaparecer.

El silencio se apodera de la estancia, tan solo la respiración de Kaim puede ser oída. De repente un golpe invisible hiere a Kaim en la espalda.

—Ya veo lo que intentas —comenta preparando su espada.

Concentrado, Kaim lanza un ataque al vacío.

—No es ahí —dice mientras recibe un corte en el hombro derecho.

De nuevo, lanza otro corte, también al vacío.

—Tampoco ahí —dice impasible, tras recibir un corte en la frente—. Entonces...

Kaim lanza esta vez una estocada al vacío. Durante unos segundos, no recibe ningún corte y poco a poco, la oscuridad comienza a disiparse.

—¿Cómo has...? Nadie nunca ha conseguido eso —dice Félix, con los ojos completamente abiertos por la sorpresa.

La espada de Kaim había atravesado por el centro a la antes invisible sombra de Félix. Lentamente, un humo violeta rezuma a través de la espada de Kaim, cuyo filo toma una coloración rojiza, y devora la sombra de Félix.

—Que... ¿Qué eres? —comenta Félix con la voz temblorosa mientras observa como Kaim, quien aún mantenía la sonrisa, comienza a rodearse por sombras de color violeta.
—Ahora es mi turno.

El humo violeta se densa frente a él adquiriendo forma esférica.

—¡Danza del caos!

El orbe de sombra violeta estalla en una salva de púas que atacan de forma brusca a Félix, quien trata de defenderse como puede. Las sombras acribillan su cuerpo una y otra vez mientras Kaim ríe. Repentinamente, el ritmo de los ataques cesa.

—¿Qué estoy...? —murmura sosteniendo con fuerza su adolorida cabeza.

Los ojos de Kaim viajan de un lado a otro rápidamente, incapaz de mantener la mirada fija, una fuerte sensación de mareo le invade. Antes de que pudiera tomar control de sí mismo de nuevo, se desploma sobre el suelo. Frente a él, el cuerpo sin vida de Félix yace, con un sin número de puñaladas en su cuerpo.

Mientras tanto, Elora continuaba su batalla contra Helio.

—Primera combustión —comenta Elora, retirando el puño hacia atrás—. ¡Derechazo ígneo!

Tomando impulso, Elora se lanza hacia adelante mientras el primero de los anillos de su guante derecho gira a gran velocidad, despidiendo tras de sí una nube de fuego que envuelve el puño en su totalidad.

—Eso no va a funcionar en mi —Helio detiene con su vara el ataque antes de que sus llamas azules devorasen las de Elora.

Girando sobre su propio eje, Elora propina una patada directa al rostro de Helio, que lo mando a volar, golpeándose varias veces contra el suelo.

—Sé luchar aún sin usar mis llamas —se burla Elora, adoptando su pose de combate de nuevo.
—¡Lupus ignis! —exclama Helio girando su vara frente a sí mismo.

Una llama azul en forma de lobo sale despedida a través de su vara e impacta de lleno en Elora. Las llamas se adhieren a ella.

—¿Qué es esto? ¡Quema! —grita tratando de sacudirse las llamas de encima.
—Mis llamas están hechas para adherirse y no soltarse nunca. Es una pena que seas usuaria de fuego, cuanto más uses para tratar de liberarte antes terminaras por calcinar hasta tus huesos —dice con una maníaca risa.

Elora se detiene y cierra los ojos apretando los puños. Los dos primeros anillos de sus guantes se despliegan y comienzan a girar a gran velocidad.

—Tú me obligaste a usarlo —susurra para sí misma, aún con los ojos cerrados—. Segunda combustión.

Los anillos liberan una humareda aún mayor que la anterior aunque durante menor tiempo. Acto seguido, una llama comienza a verse rodeando los brazos de Elora.

—¿No acabo de decirlo?, cuanto mas fuego coma, más...

Helio interrumpe su comentario y su sonrisa se borra de su rostro. Las llamas de Elora comienzan a expulsar sus llamas azules, que se disipan lentamente en el aire. El fuego de Elora esta vez comienza a ascender por sus brazos, bajar por su cintura y cubrir finalmente todo su cuerpo en llamas.

—Imposible, mis llamas fueron creadas para comer las llamas de mis enemigos.
—Incluso la bestia más voraz puede ser saciada con la cantidad suficiente de comida.
—¿Insinúas que el poder de tus llamas es tal que es capaz de sobrepasar a las mías por completo? —comenta ahora con un atisbo de enfado.
—Y cuando la bestia esta saciada —continúa con su frase anterior, con una sonrisa de satisfacción en su rostro—... ésta se vuelve inofensiva.
—¡Maldita seas! —exclama enfadado mientras se lanza a por ella, con sus brazos envueltos en llamas.
—Segunda combustión, distancia uno —dice Elora aún envuelta por completo en llamas, retirando su brazo derecho atrás—. ¡Puñetazo cometa!

Elora lanza un puñetazo al aire, sin embargo, la onda de calor golpea de lleno a Helio quien sale despedido hacia atrás, estrellándose con fuerza contra la pared y haciéndole escupir un poco de sangre. Sin darle tiempo a reaccionar, Elora aparece frente a él.

—Este es el golpe final —dice con una expresión algo adolorida—. Segunda combustión, distancia cero. ¡Puñetazo meteoro!

Retirando el brazo atrás por un breve instante, Elora propina un rapidísimo puñetazo al pecho de Helio, quien ahora escupe una bocanada de sangre. Acto seguido, la inmensa onda de calor del fuego de Elora provoca que su cuerpo arda en vivas llamas.

Elora, adolorida, cae sobre una de sus rodillas.

—Parece que mi cuerpo no está aún preparado para usar tanto poder, je —dice con una pequeña risa al final, limpiándose el labio de una pequeña mancha de sangre.
—Divina bestia de llamas azules.

Elora es sorprendida por un ataque a su espalda que la arrolla hasta mandarla de nuevo contra la otra parte de la estancia, estrellándola contra la pared y destruyéndola por el impacto.

Elora, herida, trata de recomponerse, sin poder evitar toser sangre cada vez que intenta ponerse en pie.

—¿Qué ha sido?

Queda enmudecida ante la criatura frente a sus ojos. Helio se había transformado en una bestia a dos patas, su cuerpo no podía verse puesto que se encontraba totalmente envuelto en llamas azules que adquirían la forma de un humanoide con numerosas espinas en su cabello y espalda y unos penetrantes ojos amarillos. La bestia toma a Elora del cabello y la levanta del suelo, colocando el rostro frente al suyo. Las llamas brillan con tal fuerza que apenas es capaz de mirarlo. En vano, Elora trata de zafarse de su agarre golpeando su cuerpo a base de patadas.

Con un fuerte golpe, la bestia estrella la cabeza de Elora contra el suelo con gran fuerza, quien no puede evitar lanzar un grito ahogado. Poco tiempo después, Elora deja de moverse por completo. La bestia la toma de la cabeza de nuevo y con su mano toma el listón de su cabello. Lentamente y sin apenas fuerzas, Elora abre los ojos y sostiene el brazo de la criatura.

—No tienes derecho... a tocar eso —dice con la voz entrecortada, escupiendo sangre con cada palabra.

La bestia la ignora, la deja en el suelo y comienza a alejarse.

—He dicho... —continúa Elora, con furia en su voz—. ¡Que no tienes derecho a tocar eso!

El listón libera un suave tintineo y Elora se levanta a duras penas del suelo.

—Devuélvelo —dice con un tono rebosante de agresividad.

Los primero dos anillos de los guantes de Elora comienzan a girar como locos, pero esta vez sin expulsar llamas ni humo.

La bestia se gira hacia la fuente de energía que emana de ella.

—Segunda combustión, ¡Camino de fuego!

En sus pies aparecen unos patines de fuego, con gran velocidad, los patines giran hasta llevarla en un instante frente a la bestia. Elora, llena de furia, propina una fuerte patada a la cabeza de la bestia, llevándola a volar fuera del establecimiento. Elora toma el listón de su cabello, que caía meciéndose en el aire, lentamente.

—No dejaré que nadie me quite el regalo que me hiciste... Granbart —dice antes de desplomarse sobre el suelo, con el listón fuertemente agarrado en su mano.

Mientras tanto, Haruna y Anya ya habían llegado a la entrada de la escuela de magia. Tan solo una enorme puerta las separaba de la misión que les había sido encomendada.

—Me hubiera encantado estudiar aquí de pequeña —dice Haruna con ilusión, con las manos entrecruzadas frente a si.
—Aún sigues siendo pequeña —responde Anya.
—Bueno eso es cierto —dice con una pequeña risa.

Anya abre la puerta de la escuela. Una amplia sala, con columnas blancas y doradas a los lados, blancas y doradas escaleras al fondo y un suelo blanco y dorado se dibujaba frente a ellas.

—Cuanto blanco y dorado —dice Anya, sin demasiado interés en mirar alrededor.
—¡Es mejor de lo que hablaban los libros! —exclama con emoción antes de comenzar a correr—. Por aquí Anya, la biblioteca se encuentra en el ala este.

Anya sigue a Haruna hasta una sala con una puerta blanca y dorada al fondo.

—¿Es que aquí tan solo conocen dos colores? —comenta Anya, un tanto cansada de la monotonía del lugar.
—Tras esta puerta se encuentra la entrada a la biblioteca encadenada —explica Haruna, preparada para abrirla.

Lentamente, Haruna empuja y abre la puerta.

—¡Esta es! —exclama llena de emoción.

Continuará...