Long-fic Hatate Holmes y el caso del pudin zampado [Touhou]

Tema en 'Fanfics abandonados de Videojuegos' iniciado por Angelivi, 15 Febrero 2017.

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  1. Threadmarks: Capítulo 1 - Entrevista con el vampiro
     
    Angelivi

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    Hatate Holmes y el caso del pudin zampado [Touhou]
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    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    11
     
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    1720
    Esta saga (o intento de saga) de misterio está basada en el universo de Touhou Project. Si no sabes lo que es te dejo un enlace a la wikia, explicarlo todo se haría eterno. Lo importante es que conozcas a los personajes, así que a continuación os dejaré un listado con los personajes, una breve descripción y su enlace correspondiente a la wikia. También haré al final de cada capítulo una pregunta sobre la historia que se puede resolver con los datos ofrecidos durante la historia y cuya respuesta se revela en el siguiente capítulo.

    Hatate Himekaidou
    - La protagonista de nuestra historia, Hatate Holmes es una reportera que decide resolver los misterios de Gensokyo para que su diario tenga más popularidad que el periódico de su enemiga de profesión Aya Shameimaru.

    Reimu Hakurei - Ella es la inspectora de la Comisaría Hakurei. Allá donde se cometa un crimen ella estará allí para resolverlo. Prefiere actuar en solitario y le incomoda la participación de nuestra protagonista. Tiene una ayudante que se encarga de hacer el trabajo sucio, pero suele estar de borrachera y es difícil encontrarla sobria.

    MK - Una misteriosa ladrona que usa magia para realizar sus robos. Siempre anuncia cuándo hará su próximo crimen antes de que actúe, y esta ocasión no será una excepción. La inspectora arde en deseos de atraparla un día de estos, pero siempre consigue escaparse.

    Remilia Scarlet - Lady Scarlet es la señora de la Scarlet Devil Mansion. Es una vampiresa excéntrica y adora llamar la atención. En esta noche, Lady Scarlet celebrará una fiesta donde se anunciará un gran hito en la historia de Gensokyo. Lo que nadie sabe es que ésta será una larga noche...

    Flandre Scarlet - La hermana menor de Lady Scarlet. Es otra vampiresa que posee peligrosos poderes, pero ahora es pacífica.

    Sakuya Izayoi - La jefa de las mayordomas de la mansión. Tiene la habilidad de detener el tiempo que combina con una lluvia de cuchillos, pudiendo ser una rival mortal.

    Patchouli Knowledge - Una maga que reside en la biblioteca de la Scarlet Devil Mansion. Tiene inmensos poderes mágicos y hay pocas cosas que escapen a su conocimiento.

    Hong Meiling - Alias "China", ella es la guardiana de la entrada de la mansión y la guardaespaldas personal de Lady Scarlet.

    Los invitados están llegando, la fiesta va a comenzar y un crimen está a punto de ocurrir...

    CAPÍTULO 1 - ENTREVISTA CON EL VAMPIRO

    El gélido viento nocturno peinaba mi cabello. Las estrellas tintineaban sobre aquella mansión, danzando al son de los violines que se escuchaban desde aquí. Acababa de llegar a la isla donde se ubica la Scarlet Devil Mansion, hogar de vampiros y peligrosos youkais. Pero esta noche nadie iba a exorcizar nada, ese trabajo fue de la inspectora hace un tiempo, los vampiros ya no eran un peligro. Lo que me traía esta noche era una invitación escrita con elegante letra:

    LADY SCARLET le complace invitarle al Gran Banquete Nocturno que se celebrará en la Scarlet Devil Mansion. En esta noche especial se hará gala de un acontecimiento histórico que revolucionará al mundo entero.

    Acuda con su mejor traje. Esperamos que nos honre con su presencia.
    Att. R.Scarlet

    No podía rechazar semejante invitación, así que vestí mi mejor indumentaria, un vestido blanco con una falda de cuadros fucsias y negros, y partí a la mansión. Desde lejos se podía distinguir la luz que salía de los enormes ventanales, era como un faro en mitad de las tinieblas. Se estaba haciendo algo tarde, la fiesta comenzaría en 5 minutos, aunque por suerte yo no llegaría tarde pues ya estaba ante la entrada y no tardaría ni 3 minutos en cruzar el jardín.

    No obstante, mis cálculos no contaban con el encuentro de cierta mujer.

    —Vaya, qué sorpresa encontrarla aquí, señorita Holmes.

    —Lo mismo podría decir, Inspectora Hakurei.

    Ella era la inspectora de la Comisaría Hakurei, la mano de la justicia en Gensokyo. Vestía su típico uniforme rojo y blanco de amplias mangas, tenía un pañuelo amarillo colgando en el cuello y hoy en lugar de su típico lazo rojo llevaba un sombrero fedora. Siempre ha tenido un gran olfato para los problemas y si ella había venido significaba que estaba en el lugar adecuado.

    —Y bien, inspectora. ¿A qué se debe su llegada? Usted no es de asistir a esta clase de ceremonias.

    La inspectora Hakurei se acarició el pelo azabache y, con algo de desdén, extrajo una carta de un bolsillo. Abrió el sobre y me mostró su contenido:

    Tic, tac. Una luz abre la medianoche,
    Un hermoso premio se mostrará al público;
    pero esta noche todos se quedarán ciegos
    pues hoy seré la sombra que nuble su vista.

    ¿Podrás ver tras mi sombra?
    ¿O el trofeo cegará tu raciocinio?
    MK

    Apenas terminé de leer la misiva, la inspectora lo guardó. Su irritación era casi palpable, llevaba años persiguiendo a la maestra del hurto, MK, y aún había sido incapaz de hacer ni un solo progreso. Con esta información no era demasiado difícil intuir la razón de su visita.

    —¡Juro por todas las Hakurei que hoy esa villana no se escapará de la ley! —sentenció la inspectora.

    Estaba a punto de expresar mi opinión sobre las posibilidades de su triunfo, pero un eufórico aplauso proveniente del interior de la mansión me hizo cambiar de idea.

    —La fiesta ya ha comenzado, deberíamos entrar.

    Acelerando el ritmo, atravesamos la puerta de hierro "vigilada" por la durmiente guardiana de la mansión y atravesamos los jardines. Sin entrar en debate por la razón en que tengan una vigilante tan nefasta, abrimos la gran puerta de madera que daba a la mansión.

    El salón estaba repleto de célebres personalidades de Gensokyo: pude reconocer a Madame Kaguya junto a su fiel consejera Eirin; allí estaba la tríada Moriya compuesta por Sanae, Kanako y Suwako; también vi a la familia Myouren encabezada por Byakuren... Esta fiesta sin duda había recogido a los habitantes más importantes del país, no era una fiesta en la que pudiese entrar cualquiera; aunque me sorprendió ver algunas caras menos populares como ciertas hadas traviesas.

    El público estaba terminando de aplaudir cuando la inspectora y yo llegamos al salón. No pude detenerme a contemplar todos los ornamentos de la enorme estancia, salvo las cortinas rojas y algunas figuras doradas que me llamaron la atención. Aquí el lujo se encontraba mirases donde mirases. Subida al improvisado escenario, conformado por una sucesión de alargadas mesas, estaba una pequeña dama con alas de vampiro que llevaba un elegante vestido negro. Ella era Lady Scarlet, la dueña de la mansión. A su lado se encontraba su hermana pequeña, una niña rubia con un vestido rojo y un pañuelo amarillo parecido al de la inspectora. La diferencia más notable respecto a su hermana mayor eran sus alas; eran unas alas extremadamente delgadas, como si de alambres se tratase, y para mayor extravagancia, del "alambre" colgaban varios cristales de colores.

    Las luces de la majestuosa lámpara de araña menguaron y la anfitriona empezó su discurso.

    —Quiero agradecerles que hayan empleado su valioso tiempo para venir a nuestra modesta mansión y compartir con nosotras esta velada tan especial. Esta fiesta no habría sido posible sin la inestimable ayuda de nuestra querida Sakuya Izayoi. Por favor, dadle un merecido aplauso.

    El público aceptó la petición, aplaudiendo a la mayordoma que se había situado en el rincón más oscuro del salón. Ella era la líder de las mayordomas que residían en la mansión. Su mayor cualidad era el dominio del tiempo, que le facilitaba a la hora de realizar las labores de mantenimiento, convirtiéndola en una pieza fundamental de la Scarlet Devil Mansion. La vampiresa de pelo azul claro prosiguió.

    —Mis queridas invitadas, hoy quisiera haceros partícipes del mayor acontecimiento que los habitantes de Gensokyo hayan podido presenciar en su vida. Tras meses de esfuerzo, de estudios y de dedicación, tras decenas de fracasos y correcciones, hoy quisiera mostrarles el orgullo de la familia Scarlet.

    La expectación del público crecía por momentos ante la exagerada palabrería que introduciría esta prometedora velada. Toda la atención estaba puesta sobre las dos pequeñas vampiresas y lo que ocultaban tras las cortinas rojas.

    —Sostenido por la ingeniería más avanzada, enriquecido por la más sofisticada magia, os presento... ¡El pudin más grande del mundo!

    Las cortinas se abrieron de par en par. Un reloj de péndulo anunció la medianoche y los repiqueteos se mezclaron con la ovación del público. La vampiresa mayor se dio la vuelta confundida por la respuesta tan floja de sus invitados. ¿Dónde estaban los elogios y los aplausos que merecía su insuperable proyecto? Fue entonces cuando encontró la respuesta a todas sus preguntas: el escenario estaba vacío, el pudin del que tan orgullosa estaba había desaparecido.

    La furia abrumó a la vampiresa quien se dirigió al público perdiendo la refinada compostura que había mantenido durante toda la ceremonia.

    —¿Quién ha sido? ¿Quién se ha llevado el pudin? —obviamente, no obtuvo respuesta— ¡Sakuya! ¡Cierra puertas y ventanas! ¡Nadie saldrá de aquí hasta que se descubra a la culpable de tamaña artimaña!

    Al unísono, todas las puertas y ventanas del edificio se cerraron con seguro como si se tratara de una casa encantada. No tardó en llegar la conmoción y las protestas entre el público. El salón se había convertido en un caos, mientras que la ladrona reía allá donde estuviera. Pero hoy no se escapará indemne, ¡pues Hatate Holmes desenmascarará a la culpable!


    ¿Cómo pudo Sakuya cerrar todas las puertas y ventanas de golpe?
     
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    Tu muy bien :) sigue con el próximo capitulo :)
     
  3. Threadmarks: Capítulo 2 - Nadie escapa de la mansión escarlata
     
    Angelivi

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    Hatate Holmes y el caso del pudin zampado [Touhou]
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    CAPÍTULO 2 - NADIE ESCAPA DE LA MANSIÓN ESCARLATA

    Nos acabábamos de convertir en prisioneras de la vampiresa Lady Scarlet indefinidamente, hasta que se encontrase a la culpable de tan absurda fechoría. ¿A quién le importaba un pudin habiendo infinidad de joyas y objetos valiosos que robar? ¿Realmente éste era el objetivo de la infame MK o solo sería una maniobra de distracción? En cualquier caso, me estaba enfrentando a un robo auténtico y aunque yo considerase estúpido preocuparse por esto, la dueña de la mansión no opinaba lo mismo.

    Era evidente que la primera reacción que tendrían las desafortunadas invitadas era lanzar protestas hacia la anfitriona, quien intentaba mantener la calma sin mucho éxito. La presión empezaba a aumentar y el ambiente se iba caldeando por momentos.

    —¡Lady Scarlet! ¡No hemos hecho nada! ¡Sáquenos de aquí! —gritaban algunas hadas civiles preocupadas.

    —¡Estúpido parásito! ¡Como no abras ahora mismo la maldita puerta pienso quemar esta mansión hasta los cimientos! —profirió airada la pirómana Mokou.

    —Si nos quedamos aquí demasiado tiempo no podré garantizar que mis chicas se comporten como es debido durante toda la noche... —amenazó Kanako "Moriya".

    En cualquier momento, todo el público se abalanzaría sobre las vampiresas y el caos asolaría el salón. Parecía que todo estaba a punto de estallar cuando una fuerte bocanada de aire azotó a todos los presentes, haciendo que algunos pierdan el equilibrio. Cuando amainó el tornado, una mujer de piel pálida y vista cansada entró por la puerta que daba a un pasillo que se dirigía al Ala Este de la mansión.

    —¡Quieto todo el mundo! Nadie tiene por qué salir herido. A ninguna de de las presentes les hará bien alguno enfrentarnos entre nosotras, solo sería beneficioso para la culpable de este incidente. Os ruego que mantengan la calma hasta que se resuelva este asunto. Si de verdad quieren salir de aquí, sería de agradecer que colaborasen con la investigación —soltado el discurso, la extraña mujer regresó por donde vino.

    Como si acabasen de anestesiar a toda la sala, las quejas cesaron y no se volvió a oír ni una sola amenaza más. Por fin la escena del crimen se había estabilizado, estaba en condiciones óptimas para que pudiese comenzar con mi investigación. Era el momento de que entrase en acción... o no. Cierta inspectora se cruzó en mi camino, echándome una desafiante mirada en un intento de intimidarme.

    —Sin duda alguna todo esto es obra de MK. ¡Pero ha sido descuidada tratando de aislarnos aquí! ¡Ahora ella también está encerrada con nosotras y no tendrá donde esconderse!

    Se la veía tan animada que me daba pena desilusionarla, pero no es bueno dejar que la gente viva en la mentira y acababa de decir una enorme incoherencia que solo podría haber cometido alguien que no ha estado presente durante los hechos.

    —Inspectora Hakurei, me sorprende que diga que su deseada malhechora haya sido quien nos ha encerrado. ¿No ha prestado la suficiente atención como para oír la orden que recibió la sirvienta Sakuya de Lady Scarlet?

    —Así es, pero es imposible que fuese ella quien cerrase todas las vías que daban al exterior. ¡No se movió ni un ápice de su sitio!

    —¡Oh, sí que lo hizo! ¡Por supuesto que lo hizo! —mi sorpresa no era que se desconociese la razón por la que la mayordoma fuese capaz de atrancar puertas y ventanas, sino que fuese ELLA la que desconociera este hecho—. Verá, no se puede considerar todo lo que ven los ojos como la absoluta verdad, hay cosas que solo la visión de la mente es capaz de ver y comprender, así mismo es imposible que sus ojos pudiesen ver a Sakuya acatando la orden de Lady Scarlet porque fue un suceso espontáneo —cuando abrió los ojos supe que ella ya sabía adónde quería llegar. Noté que se estaba mordiendo el labio inferior, clara señal de que se arrepentía de haber cometido un error tan elemental—. Así es, parece haber olvidado que la sirvienta de la vampiresa tiene la habilidad de detener el tiempo, por lo que no era ningún problema tapiar cualquier salida antes de que el público pudiese reaccionar.

    La inspectora comenzó a irritarse ante tan vergonzosa derrota. Parecía increíble que aquella persona quien se enfrentó y venció a Sakuya Izayoi en el pasado haya olvidado algo tan importante. Su cara comenzó a adquirir la misma tonalidad que la de su uniforme y, antes de estallar, me dio una advertencia.

    —Escuche, Holmes: esa rata ladrona está arrinconada y no pienso dejar que se escape esta noche, así que usted se ocupará de mantenerse alejada y no interferir en mis asuntos. ¿Ha quedado claro o debería arrestarla por obstrucción a la autoridad?

    —No se preocupe, inspectora. Me ha quedado bastante claro. Hay otro crimen que requiere mi atención, usted siga cazando ratas. No debería "perder el tiempo" conmigo —dije finalizando con un tono sarcástico.

    La inspectora Hakurei me lanzó una mirada digna de una asesina en serie y se marchó del salón. Ahora que todos los obstáculos habían desaparecido, podía centrarme en el caso que me aguardaba. Durante mi conversación con la inspectora los invitados se habían dispersado por la mansión; los que aún seguían aquí, que era la enorme mayoría, se habían sentado tranquilamente para charlar, sin mostrar indicio alguno de que pensasen contribuir con la investigación.

    Puesto que era simplemente absurdo interrogar a cualquier invitado, decidí dirigirme directamente hacia Lady Scarlet, la organizadora de este evento. Lady Scarlet estaba en el lugar donde supuestamente habría estado el pudin gigante, regañando a voces a sus empleadas, incluida Sakuya.

    —¿Cómo ha podido desaparecer la estrella de nuestra fiesta? ¡Qué vergüenza! ¡Qué bochorno! ¿Cómo podéis explicar que algo TAN grande haya desaparecido sin más? ¿Es que estabais echándoos la siesta o estabais vagueando como siempre? —las sirvientas se miraron unas a otras con arrepentimiento, me daba la sensación de que las palabras de su jefa no iban muy desencaminadas—. De vosotras me podría esperar semejante decepción, ¿pero tú, Sakuya? ¡No es propio de ti!

    —Le doy mis más sinceras disculpas, Lady Scarlet. Esta negligencia es imperdonable, aceptaré el castigo que considere oportuno —la respuesta de su fiel mayordoma no satisfacía completamente a su señora.

    —Da igual, el caso es que nuestro pudin ha desaparecido y con castigos no se resolverá nada. Si tan arrepentidas estáis, empezad a buscar a nuestra ladrona.

    —Sí, mi Señora —respondieron las sirvientas a coro antes de dispersarse en todas las direcciones.

    Cuando todas las sirvientas desaparecieron, Lady Scarlet suspiró y acarició el pelo de su hermanita.

    —Nuestra magnífica noche se ha ido al traste... Me temo que tu hermana ha vuelto a fracasar.

    —No te pongas triste, Remi, seguro que Sakuya encontrará a la culpable en menos que canta un youkai —consolaba la pequeña vampiresa.

    En ese momento, las dueñas de la mansión se percataron de mi presencia e interrumpieron su momento fraternal.

    —¿Quién demonios eres? ¿No deberías estar fuera del escenario junto con los demás invitados resolviendo el crimen o riéndote de nuestro patético acto?

    Eché un vistazo a las mesas de los invitados, reían con mucho entusiasmo, una reacción bastante extraña dada la situación. Las palabras de Lady Scarlet parecían ser ciertas a menos que se hubiese puesto de moda contar algún chiste sobre pudins y no me haya enterado.

    —Perdone mi maleducada intromisión, Lady Scarlet. Creo que aún no me he presentado, soy Hatate Holmes, detective de Gensokyo y encargada del diario Kakashi Spirit News. A su servicio —saludé con una reverencia.

    Como es propio de la gente de alta alcurnia, devolvió mi saludo con su respectiva reverencia.

    —Disculpa mis modales, son momentos tensos. A veces es difícil mantener la compostura en ciertas circunstancias. Soy Lady Scarlet, dueña de la Scarlet Devil Mansion, y ésta de aquí es mi hermana pequeña Flandre Scarlet —cuando la nombró hizo una reverencia imitando a su hermana—. Bien, usted es detective, he de suponer que está aquí para investigar el crimen.

    —Así es, pero antes de empezar a inspeccionar la escena me gustaría saber cuándo fue la última vez que vio su... pudin gigante —aún me costaba creer que todo este revuelo se debiese a un dichoso pudin.

    —Vamos a ver... Estaba recibiendo a las primeras invitadas cuando Sakuya me avisó de que el pudin ya estaba listo para ser transportado al escenario. Pero no lo llegué a ver, mandé a la guardiana y a Flandre para que lo fuesen trayendo. Cuando la guardiana me confirmó que el pudin ya estaba preparado, le ordené que volviese a su puesto y Flandre se quedó conmigo recibiendo al resto de invitadas. ¡Tuvo que ser en ese momento cuando robaron mi orgullo!

    No necesitaba realizar una investigación exhaustiva de la impoluta escena del crimen para comprobar que en su testimonio había una evidente incoherencia.

    —Lady Scarlet, comprendo que sus palabras no tienen intención de mentirme, pues no ganaría nada con eso, pero temo que hay algo de lo que ha dicho que no es cierto —las dos vampiresas se miraron confusas—. El pudin no fue robado en el escenario, es más, nunca llegó a subir a tal sitio.


    ¿Cómo sabe Hatate Holmes que el pudin no llegó a subir al escenario?
     
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  4. Threadmarks: Capítulo 3 - Mucho sueño en una noche de verano
     
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    Hatate Holmes y el caso del pudin zampado [Touhou]
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    CAPÍTULO 3 - MUCHO SUEÑO EN UNA NOCHE DE VERANO

    —¡Eso es imposible! ¿En qué se basa para hacer tal afirmación?

    Lady Scarlet aún no daba crédito a lo que le estaba diciendo, aunque era muy posible que su estupefacción se debiese principalmente a que se estaba reprochando que no hubiese barajado esa posibilidad. Con el poco tiempo que he estado hablando con la dueña de la mansión he observado que es más perspicaz de lo que aparenta. Podría ser una buena detective.

    —Contemple con atención el escenario, en especial su superficie. ¿No nota nada raro? —yo me quedé en el sitio mientras Lady Scarlet miraba más de cerca el suelo e incluso lo palpaba.

    —No veo nada fuera de lo normal. El suelo está impecable y por tener no tiene ni una mota de polvo. Sakuya siempre hace extraordinariamente bien su labor, por eso confío tanto en ella.

    —Y por eso mismo estoy segura de que el pudin gigante no subió al escenario. Permítame preguntarla, solo para asegurarme. ¿Cómo de grande es nuestro pudin? —una sonrisa orgullosa afloró en el rostro de la vampiresa.

    —Enorme, más grande que un humano de estatura media. ¡Si estirabas los brazos ni siquiera podías rodearlo!

    —Entonces no me cabe la menor duda de que para transportarlo necesitaríais la ayuda de algún tipo de carro u objeto similar. ¿Correcto?

    —Así es, ¿pero qué más da eso?

    —Importa mucho. Acaba de decir que el suelo está totalmente impoluto, así mismo tampoco hay ningún rastro de huellas de zapatos ni de ruedas por el escenario, en un suelo tan limpio cualquier mancha habría sido notoria. Por eso mismo estoy tan convencida de que nadie ha pisado este lugar hasta que llegamos nosotras.

    Mi interlocutora entendió mi explicación, pero no parecía convencida del todo.

    —Pero no tiene por qué haber dejado nadie huella alguna. Esta noche fuimos especialmente concienzudas con la limpieza y pusimos esmero en no dejar ni una pelusa en el escenario ni en cualquier utensilio que usasen las sirvientas, incluso las obligué a que lustrasen sus zapatos.

    —Y no lo niego. Sin embargo, ¿limpió absolutamente toda la mansión? Estoy convencida de que tuvieron que hacer un buen trayecto desde la cocina hasta aquí, me cuesta creer que las ruedas permaneciesen impolutas en todo momento. No tiene por qué ser una mancha intensa, con tan solo transportar el carro ya estaríais arrastrando algo de polvo de cualquier parte de la mansión. En otras circunstancias este detalle no sería significativo, pero en un suelo tan limpio como éste llama bastante la atención —la vampiresa se quedó pensativa, ahora se la veía más convencida.

    —Puede que tenga razón, en estas circunstancias es extraño no encontrar ninguna huella. Además, el pudin llevaba bastante caramelo y casi con toda seguridad se habría vertido alguna gota en el suelo, por mucho cuidado que llevasen —después de autoconvencerse definitivamente, me echó una mirada y sonrió de forma que podía ver uno de sus blancos colmillos—. Creo que es usted la única persona de esta sala a la que realmente puedo confiar este caso. Ahora que sabemos que mi pudin no llegó a su destino, tengo ligeras sospechas que me decepcionan...

    Lady Scarlet se dirigió hacia su hermana, quien había estado escuchando la conversación en absoluto silencio. Flandre dio un paso hacia atrás y dejó entrever la sorpresa en su mirada.

    —¡Yo no me he comido el pudin! ¡Lo juro!

    —¿Entonces dónde está el carro, Flan? ¡Os encargué a ti y a China que lo trajeseis! ¡Sois las últimas que lo visteis! ¿Dónde está? —Lady Scarlet se estaba poniendo cada vez más furiosa, hasta el punto de que se había acercado hasta su hermana y parecía que en cualquier momento iba a saltar sobre ella. Viendo el pánico en los ojos de la pequeña, intervine.

    —Flandre no fue la única que transportó el pudin, esa tal China también estuvo ayudando. ¿Cierto? Lo mejor sería que viniese aquí e hiciese su declaración junto con tu hermana. Así ahorraremos tiempo.

    Mis palabras parecieron calmarla. Se acomodó el vestido y se alejó un paso de Flandre.

    —Está bien, llamaré inmediatamente a China y cuando venga aclararemos de una vez todo este asunto.

    Lady Scarlet se dirigió al salón y llamó a la primera sirvienta que se cruzó en su mirada. A gritos ordenó que trajesen a Hong Meiling sin demora. La intimidada sirvienta salió a toda prisa antes de que ciertas amenazas que prefiero omitir se hiciesen realidad. Pasaron cerca de 10 minutos hasta que volvieron con la mujer a la que llamaban "China".

    —¿Por qué habéis tardado tanto?—preguntó exaltada Lady Scarlet.

    —Siento la tardanza, la señorita Meiling se encontraba fuera de la mansión y tuve que llamar a Sakuya para que saliese y volviese a entrar sin que se escapase ninguno de los invitados, tal y como ordenó —se excusó la atemorizada sirvienta.

    Ciertamente, para salir de la mansión se necesitaría desbloquear la puerta y dado que eso podría haber hecho que los invitados quisieran salir en estampida, era una idea sensata dejar este trabajo de nuevo a Sakuya quien podría hacerlo sin que pasase ni un solo segundo. Hablando de ella, no la veía por ningún lado. Imaginé que, con el caos que estaba originando la situación, estaría siendo una noche muy agitada para todo el personal de la mansión. La sirvienta se retiró, dejándonos a solas con nuestra primera sospechosa.

    Era una mujer alta, pelirroja, de cintura estrecha, piernas fornidas y piel tersa. Su uniforme estaba compuesto por un vestido tradicional chino verde con una boina del mismo color coronada por una ostentosa insignia metálica en forma de estrella. Me fijé que en la parte frontal de la boina tenía algunas manchas de color marrón oscuro, posiblemente pertenecientes al estampado del vestido, aunque las encontraba extrañas. Lo cierto es que ya había visto a esta mujer en algún lado y muy recientemente. Un improvisado bostezo me ayudó a identificarla: se trataba de la guardiana de la mansión que vi antes de entrar. No parecía ser el tipo de persona activa que fuese capaz de realizar tanto esfuerzo para comerse un simple pudin, pero no podía empezar a descartar sospechosos por las apariencias.

    —¡Uuaaah! Esto... ¿Querías algo, Remilia? —dijo la guardiana con voz somnolienta.

    —¿Cuántas veces tengo que decirte que dejes de usar mi verdadero nombre? Da igual, hay cosas más importantes de las que hablar —ahora se dirigió a mí para presentármela—. Esta perezosa es Hong Meiling, la vigilante de la entrada de la Scarlet Devil Mansion; aunque muchas de aquí la apodan "China" —acabada la presentación, volvió a ponerse seria—. Bien, Meiling. ¿No te pedí que llevases el pudin al escenario?

    —Así es, señorita Remilia. Tal y como ordenaste, lo traje en un periquete. Fue pim, pam, dicho y hecho. ¡Uuaaaah!

    La desidia que estaba mostrando la guardiana empezaba a irritar a su jefa, quien no estaba para que pusiesen a prueba su paciencia.

    —¿Ah, sí? ¡Entonces explícame por qué el pudin ha desaparecido!

    De pronto, como si hubiese sonado el despertador, Meiling se sobresaltó. En vista de que no parecía saber qué decir, Flandre decidió explicar por fin lo sucedido.

    —Cuando veníamos de camino, tuvimos un accidente con el pudin y nos vimos obligadas a ir a la cocina, dejando sólo el pudin. Cuando regresamos, el carro ya había desaparecido. ¡Perdóname, hermanita! —Flandre empezó a lloriquear y su hermana la abrazó para consolarla.

    —Está bien, tú no has tenido la culpa de que desapareciese el pudin. Sin embargo... —Lady Scarlet miró amenazadoramente a Hong Meiling—. ¿De qué accidente estáis hablando?

    Flandre dejó de llorar y miró a Meiling quien le devolvió la mirada. China respondió a la pregunta como si estuviese a punto de decir sus últimas palabras.

    —Íbamos por el corredor del Ala Este, tropezamos con la pata de un mueble, el carro se volcó hacia delante y el pudin se... cayó.

    Al oír su confesión, Lady Scarlet palideció completamente. No imagino el esfuerzo que estaría haciendo para no ponerse histérica. Lo que me sorprendía es que esta mujer no hubiese sido despedida todavía, no tenía ninguna cualidad para desempeñar su trabajo. China levantó los brazos para defenderse de cualquier cosa que pudiese hacer la señora de la mansión.

    —¿¡Que se ha... qué!? —dijo la enfurecida vampiresa con el puño apretado.

    —Ca... caído, Remi... Lady Scarlet.

    Remilia dejó escapar un grito de furia y dio un fuerte pisotón. Los invitados que estaban ajenos a la discusión de pronto se callaron, seguramente su grito había tronado por toda la mansión.

    —¿Qué-habéis-hecho-con-el-PUDIN? —ahora Lady Scarlet se estaba poniendo roja mientras que era Meiling la que palidecía.

    —Lo... lo dejamos donde estaba y fuimos a la cocina para intentar levantar lo que se había caído al suelo.

    En ese instante, recordé cierto detalle que me había llamado la atención y una bombilla se iluminó en mi atareada mente.

    —Un momento. Señorita Meiling, respóndame a una pregunta: ¿hacia qué dirección ha dicho que se cayó el pudin?

    —Hacia... delante... creo —dijo la guardiana dubitativa.

    —Muy bien, ahora conteste a otra pregunta. ¿Por qué nos está mintiendo?

    Meiling se quedó atónita. Puede que no esperase que la pillara, pero había una evidencia que demostraba claramente que los hechos no sucedieron tal y como nos los estaba contando.


    ¿Por qué dice Hatate Holmes que el pudin no pudo caer hacia delante?
     
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    OMGGGG Hatate me da muchas vibras de Auguste Dupin... sí, sé que se trata más bien de Sherlock, pero nunca he leído un libro de Holmes (lamentablemente :FROWN1:). Es una asociación muy curiosa!!

    En fin, primero que todo, mil gracias por pensar en Hatate para hacer este fic! Hatate Himekaidou es mi toja absolutamente favorita :TONGUE1: y encontrar fanart donde ella sea el foco y no la escriban como chica emo de secundaria que se inyecta morfina es rarísimo y siempre lo aprecio mucho.

    Este es un trabajo interesante y muy bien escrito, sin embargo tengo dos observaciones principales:

    La primera es que la personalidad de Hatate no se nota mucho. Y comprendo completamente que trabajar con los poquitos vestigios de carácter que tienen los personajes de Touhou es difícil, más si es un personaje que sólo sale en un juego y al que su creador tiene tan olvidada (no supero la decepción que me llevé cuando no la incluyeron en el Simposio). Pero creo que en el canon existen suficientes pistas distintivas, como por ejemplo el hecho de que ella sea una youkai muy joven y muy amparada y hable como una niña mimada, o "pija", como creo que la llamarían en España lol. Imagínate a una detective que hable como adolescente, o sea, estaría súper chachi, sabeeees? ahahaha!!!

    Además de eso, es una chica que ama divertirse pero es muy, muy competitiva y algo inmadura debido a su falta de contacto con el mundo, así que aunque me la imagino muy perspicaz y crítica con su entorno, creería que sería del tipo de persona que salta a conclusiones rápidamente y esa sería su principal falta.

    La otra es que la calidad del fic hasta ahora es muy buena para que taches de perezosa a la pobre Meiling y la pongas tan memetástica T___T, si ella es más bien el tipo de portera que se toma demasiado en serio su trabajo (al punto que da un poco de risa). Pero no te preocupes, entiendo la función que le diste como la estás escribiendo.

    Muchas gracias por contribuir al fandom de Touhou con un buen trabajo :BIGGRIN1:!! Espero el siguiente capítulo.
     
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  6.  
    Angelivi

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    Hablar con alguien que conoce Touhou siempre me llena de alegría. :D Muchísimas gracias de todo corazón por tu extenso e interesante comentario, de verdad. Al principio sí tuve en cuenta que Hatate es como la comentas, y lo cierto es que podría haber salido algo muy interesante ahora que lo pienso jajaja. Pero mi idea era mezclar el mundo alocado de Touhou con el mundo de los detectives, así que pensé en hacer de Hatate una Sherlock seria y calculadora, como el Sherlock Holmes original, aunque le daría un toque muy interesante tal y como lo dices.

    La verdad es que sí dejé a Hong Meiling como se la suele describir en los memes, siempre me hizo gracia y pensé que encajaría muy bien en la historia de esta forma. Pero no todo de ella es vagueza, también se verá que es muy responsable como ya se verá más adelante.

    Me encanta saber que te está gustando la historia. Estoy bastante ilusionado con el desarrollo de este long-fic, y si todo sale bien me gustaría hacer más casos de Hatate Holmes. Aunque aún queda mucho pudin que comer en este caso, pues la trama no ha hecho más que empezar y ya verás los líos que organizan las chicas de la familia Scarlet...

    Ahora mismo estoy escribiendo el capítulo 4, así que en nada podrás leerlo. ¡Gracias por leer mi historia! ^-^
     
  7. Threadmarks: Capítulo 4 - El pudin siempre llama tres veces
     
    Angelivi

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    Hatate Holmes y el caso del pudin zampado [Touhou]
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    CAPÍTULO 4 - EL PUDIN SIEMPRE LLAMA TRES VECES
    La guardiana estaba muy nerviosa, miraba a ambos lados como si estuviese buscando alguna salida por donde escapar, pero aunque lo hiciese no podría salir de la mansión y la acabaríamos atrapando. Si la conseguía presionar más, estaba segura de que cantaría todo lo que supiese y estaría más cerca de descubrir la identidad de la ladrona del pudin.

    - Desde que la vi me llamó la atención la gorra que lleva puesta. Al principio pensé que se trataba del propio estampado del uniforme, pero dado a la irregularidad de las manchas y que el resto del vestido no presenta nada similar, empecé a sospechar. Ésto sumado a su declaración, me lleva a la inequívoca conclusión de que el pudin no se cayó hacia delante, sino más bien todo lo contrario, se cayó sobre usted.

    China se sobresaltó nada más terminar mi teoría y se echó las manos a la boina, debo de estar en lo cierto. Su nerviosismo se acrecentaba por momentos, un poco más y ya lo tendría. Sin embargo, Meiling no se rendiría sin luchar.

    - Pero... pero... ¿En qué te basas para decir eso? ¡Estas manchas podrían ser de cualquier cosa, como...! ¡Como de café! ¡Eso es, podría ser café!

    - No, estoy convencida de que fue el caramelo del pudin, y para no dejar dudas al respecto les explicaré qué fue exactamente lo que pasó -Lady Scarlet me miró con interés mientras que China tragaba forzosamente temiendo lo peor: la verdad-. Durante todo el camino desde la cocina hasta el escenario, habéis tenido el pudin delante vuestra, oliéndolo, viendo su suculento aspecto. En algún momento del trayecto no pudiste resistirte más y caíste en la tentación de probarlo, seguramente con las manos pues no tenías ningún utensilio en aquel momento. Empezaste a coger varios trozos del pudin esperando que nadie lo notase o que al menos no les importase; no obstante, no habías tenido en cuenta que si cogías del mismo lado el pudín se acabaría volcando por su propio peso. La zona más lógica de donde habrías comido el pudin era desde donde estabas empujando el carro, y si comprobáis a comeros cualquier pudin y quitarle una parte de la base podréis ver que el pudin se cae hacia esa dirección. Por lo tanto, el pudin no cayó hacia delante como decías, sino que cayó sobre usted, provocando las manchas que ahora mismo expone su gorro.

    Hong Meiling se rompió por semejante ataque, podía enorgullecerme de haber dado en el clavo. Pero esta etapa del caso parecía no haber terminado, pues me rebatió la persona que menos esperaba que lo hiciese.

    - Ha sido una teoría fascinante, pero hay algo que no me cuadra en todo esto -Lady Scarlet pensó durante un segundo las palabras exactas que usaría para formular su pregunta-. Si realmente el pudin se cayó sobre China, ¿por qué solo está manchado su gorro y no el resto del vestido? Por el tamaño del pudin, habría quedado totalmente enterrada.

    Por lo visto, Lady Scarlet era el tipo de persona que no le gustaba dejar ningún cabo suelto, cosa que me agradaba bastante. Sin embargo, aquella pregunta era mucho más fácil de resolver una vez averiguada la primera incógnita.

    - Concuerdo con su pregunta. Cuando cayó el pudin, la señorita Meiling tuvo que quedarse enterrada por la montaña de pudin y el traje tuvo que calarse de caramelo de arriba a abajo. Por eso mismo, para ocultar las pruebas China, acompañada de Flandre, se fueron no a la cocina, sino al baño o a alguna sala que uséis de lavandería para limpiar el vestido y después se iría a su habitación para cambiarse de ropa. ¿Pero por qué no se cambió el gorro? Aquí me encuentro con dos posibilidades: o bien no se dio cuenta de que el gorro también se había manchado y debía cambiárselo para no evitar sospechas, o bien no tenía más gorros y prefirió ir con su gorro manchado a ir sin ninguno, lo que probablemente levantaría más sospechas. ¿Estoy en lo cierto, Hong Meiling?

    La guardiana se dejó caer al suelo, abatida por la absoluta derrota. Pero su reacción fue inesperada. En lugar de salir corriendo, enfadarse o atacarnos como solían hacer los criminales cuando eran descubiertos, se arrodilló frente a Lady Scarlet y se puso a llorar.

    - ¡Buaaah! ¡Perdóname, Remilia! ¡Solo quería probar un poquito! ¡No era mi intención cargarme tu obra maestra! ¡No me despidas, por favor! ¡Buaaah! -suplicaba China secándose las lágrimas en su vestido.

    Lady Scarlet miraba a su subordinada con una mezcla de furia, resignación y lástima; era la mirada propia de una madre. Se agachó hasta que se quedó a la altura de Meiling y le acarició la cabeza.

    - Ya está, no pasa nada... Has dicho la verdad, eres una buena chica. No llores más -consolaba Lady Scarlet como si estuviese acunando a su hija.

    China se frotó los ojos y contempló a su señora. En su alma sentí que había crecido el arrepentimiento, ambas se abrazaron creando una entrañable escena. Lady Scarlet posó su cabeza en uno de los hombros de la guardiana y con suavidad y dulzura le susurró algo.

    - Pero tu falta me ha dejado en evidencia. Me pregunto qué castigo debería decirle a Sakuya que te imponga...

    China se quedó aterrorizada y toda la ternura desapareció de un porrazo. Dejaron de abrazarse y Meiling se levantó. Acababa de recobrar la compostura a la fuerza, observada por el escalofriante semblante de Lady Scarlet. Por otro lado, Flandre miraba a las dos con cierta preocupación, no sé si temía por la guardiana o por que su hermana decidiese extender el castigo a ella también.

    - Muchas gracias, señorita Holmes -me agradeció Lady Scarlet-. Sin usted no podría haber resuelto quién había destrozado mi maravilloso pudin. Ahora...

    - ¡Espere un momento! -no podía dejar que continuase, se estaban dando por hecho demasiadas cosas. El gesto de todas las presentes se torció al interrumpirla-. No he dicho en ningún momento que ella haya sido quien robó el pudin. No cabe ninguna duda que comió parte del pudin y lo destrozó, pero nos estamos olvidando de algo muy importante. ¿Qué pasó con el carro que llevaba el resto del pudin?

    Entre mis oyentes hubo muchas caras largas, todas pensaban que ya se había resuelto todo, pero estábamos muy lejos de terminar.

    - Ya hemos confesado la verdad, ¿no es suficiente con que China sea castigada? -protestó Flandre.

    - No son los castigos los que me complacen, sino la verdad, y aún no la hemos hallado. Señorita Meiling, ¿sería tan amable de relatarnos todo lo que vio?

    - Es... está bien. Iba transportando el pudin cuando...

    - No, desde el principio -interrumpí a la guardiana.

    - ¿Eh? Vale, el principio... ¿Desde que recogimos el pudin?

    - Incluido, quiero saber si ocurrió algo más en la cocina.

    - ¿En la cocina? No, te equivocas. El pudin no lo recogimos en la cocina.

    No esperaba que en este punto me sorprendieran, pero lo consiguieron. Había dado por hecho que el pudin fue transportado desde la cocina hasta el escenario, pero si no fue así el caso acaba de abrir un enorme abanico de posibilidades.

    - ¿Entonces dónde lo recogisteis? Por favor, cuéntemelo todo al detalle.

    - Está bien -Meiling se acarició el pelo y miró hacia arriba, señal de que estaba tratando de rememorar los acontecimientos-. Remilia nos mandó a Flandre y a mí que transportásemos el pudin al escenario. Ya sabíamos dónde se encontraba, así que nos dirigimos a la biblioteca.

    - Disculpe, ¿ha dicho la biblioteca?

    - Así es. Cuando se cocinó el pudin, Sakuya y otras sirvientas se llevaron el postre a la biblioteca para que Patchouli revisara que la elaboración se realizó debidamente -explicó Meiling, causando que afloraran en mí decenas de incógnitas.

    - ¿Quién es Patchouli?

    - Ella es la maga de la mansión, la representación de la sabiduría de la familia Scarlet -me explicó Lady Scarlet.

    - Exacto, ella fue quien investigó la receta del pudin gigante -añadió Flandre.

    - Entiendo. ¿Y dónde podría encontrarla?

    - Patchy siempre se queda encerrada en su biblioteca, nunca sale a menos que ocurra algo importante -respondió Hong Meiling.

    Aquello me parecía muy raro. Si solo sale cuando sucede algo importante, ¿por qué no había aparecido ahora que se había cometido un robo? En ese momento pensé que sería muy buena idea hacerla una visita cuando terminase en el salón.

    - De acuerdo, prosiga con su declaración, por favor.

    - Uy, pues no recuerdo muy bien por dónde iba -dijo Meiling pensativa.

    - La biblioteca... -le chivó Flandre suspirando.

    - Ah, sí, eso. La biblioteca. Fuimos allí para recoger el pudin y lo llevamos por el corredor del Ala Este, volvimos por el corredor principal y allí... -Meiling se sonrojó-. Y allí fue donde me comí el pudin. El resto ya lo sabéis.

    - No, no lo sabemos. Por favor, continúe -instigué, pues aún no se había detallado sobre cómo y en qué condiciones desapareció el carro con el pudin.

    - Bueno, vale. Cuando me comí el pudin y se cayó sobre mí, Flandre me recomendó que llevase mi ropa a la lavandería y que me cambiase. Primero subí a mi habitación para cambiarme de ropa y luego llevé mi vestido sucio a lavar. Cuando volvimos al corredor principal descubrimos que el carro ya había desaparecido. Como no sabíamos qué hacer, dejamos las cosas estar y cada una siguió como si ya estuviese el trabajo hecho.

    - Es decir, una vez abandonasteis el pudin, no volvisteis a verlo.

    - Así es -contestó Flandre apenada.

    Esto descartaba de momento a China y a Flandre como sospechosas, salvo si las dos estaban mintiendo. A falta de más pruebas, me limité a creerlas y procedí con la siguiente etapa de la investigación.

    - Muy bien, en ese caso deberíamos hablar con la señorita Patchouli.

    Lady Scarlet estuvo de acuerdo conmigo, Flandre y China pidieron permiso para irse, pero se negó.

    - Hasta que no se aclare lo que ha pasado os quiero tener bien cerquita. Consideradlo como la primera parte de vuestro castigo.

    Entre quejidos, las cuatro nos dirigimos a la biblioteca. Salimos del elegante salón por el corredor principal. Mientras paseábamos por la mansión me fijé que todas las paredes interiores estaban recubiertas por mármol rosado y la fantasmagórica luz que emitían las lámparas las dotaba de una tonalidad escarlata. Pero no solo la extraña luz aportaba a la singular atmósfera de la mansión, los relieves de las columnas de estilo victoriano junto con la esplendorosa alfombra de terciopelo rojo que recubría la mayoría del suelo del corredor ofrecían un panorama singular. Claro que ésta no era una mansión cualquier, era la mansión de unas vampiresas.

    Durante el recorrido, Lady Scarlet me explicó la distribución de la mansión como si de una guía turística se tratase.

    - Partiendo desde el salón del sur, que hace las veces de vestíbulo, tenemos este elegante corredor principal que divide la mansión en dos. Por un lado tenemos el Ala Oeste, donde se encuentran la cocina, las salas donde mis sirvientas hacen sus tareas (que no tengo muy claro cuáles son, pero las hacen) y los dormitorios, incluidas mis dependencias privadas. En el otro lado está el Ala Este, desde donde se puede ir a la biblioteca y al sótano.

    - ¿Y qué hay en el sótano? -inquirí con suma curiosidad.

    - Allí... No me mire mal, no tengo nada en contra de mi hermana; pero allí es donde se ubica la habitación de Flandre.

    - ¿Por qué duerme en el sótano? -pregunté sin esconder mi sorpresa.

    - Verá, resulta que Flandre...

    De pronto todas nos quedamos calladas. A unos metros delante nuestra se hallaba una notable mancha oscura en mitad de la alfombra. De la mancha partían dos líneas del mismo color que continuaban recto hasta el final del pasillo.

    - ¡Oh! ¡Ahora me acuerdo! ¡Aquí fue donde se nos cayó el pudin! -exclamó Meiling dando un ligero puñetazo en su otra palma.

    Con que esa era la verdadera escena del crimen... Valía la pena pararse un momento para examinarla. La mancha estaba muy seca, de hecho estaba demasiado difuminada para el poco tiempo que había pasado y tratándose de caramelo no podía haberlo absorbido todo la alfombra. Solo cabía una posibilidad.

    - Esta mancha ha sido limpiada. El criminal volvió a la escena del crimen para borrar las pruebas; pero no consiguió eliminarlas del todo, así que intentó quitarlas todo lo posible. Aunque por desgracia para la culpable, la mancha sigue quedando lo suficientemente visible como para poder ayudarnos. Gracias a ella podremos saber hacia dónde se dirigió nuestra ladrona.

    - ¿Y cómo vas a hacerlo? -preguntó Flandre.

    - Siguiendo el rastro -dije mientras señalaba el rastro de caramelo.

    Con el corazón en la mano, rezando por que el rastro aclarase alguna cosa, seguimos hasta el final del corredor. Sin embargo, no solo no pudimos solventar nuestras dudas, sino que todo se complicó todavía más.

    - ¿Qué demonios significa esto? -expresó Lady Scarlet con la misma confusión que el resto de nosotras.

    En la encrucijada no había uno, sino tres rastros distintos que formaban un triángulo de lados curvos: uno partía desde nuestra posición hacia el pasillo que daba al Ala Este, otro partía también desde nuestra posición hasta el pasillo del Ala Oeste y otro que iba de un ala a otra.

    - ¿Cómo encontraremos así a la culpable? -se cuestionó Meiling que parecía haber perdido la esperanza de un plumazo.

    Sin hacer caso a las quejas de Meiling ni a las maldiciones de Lady Scarlet, escudriñé el estado de los rastros. El rastro que llevaba al pasillo de la izquierda era muy irregular y había zonas donde el rastro era discontinuo. Pasando al siguiente rastro que tenía más cerca, las líneas de caramelo que iban de un ala a la otra eran completamente continuas y rectas; pero noté que eran ligeramente más anchas que la anterior y a mitad de camino parecía haber una amplia mancha, aunque no tan grande como la mancha de origen. Por último, el rastro que iba del pasillo de la derecha al corredor principal era también continuo y regular, pero era el más seco de todos. Terminé de recorrer el triángulo caramelizado y volví al punto de origen.

    - ¿Y bien? ¿Qué has averiguado? -interpeló con impaciencia Lady Scarlet.

    - Que deberíamos hablar con la señorita Patchouli inmediatamente.

    ¿En qué se basa Hatate Holmes para decidir ir a hablar con Patchouli?
     
    Última edición: 25 Febrero 2017
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  8. Threadmarks: Capítulo 5 - Receta para un desastre
     
    Angelivi

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    Hatate Holmes y el caso del pudin zampado [Touhou]
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    CAPÍTULO 5 - RECETA PARA UN DESASTRE
    Lady Scarlet ya no se sorprendía por mis rápidas conclusiones, ambas éramos conscientes de la perspicacia de cada una, lo que podría ser algo a favor de nuestro caso... o en contra. La vampiresa iba a marchar a la biblioteca sin hacer preguntas cuando Hong Meiling la sustituyó en su papel.

    - ¿Por qué la biblioteca? Allí no creo que haya nada interesante. Bueno, sin contar a Patchouli.

    - No espero encontrar un algo, sino a alguien. Los rastros aún son muy confusos como para sacar teorías consistentes; pero lo que sí he podido averiguar es que el primer lugar al que fue la ladrona es a la biblioteca.

    - ¿Pero por qué? -insistió Meiling. Temí que iba a tener que explicarlo todo.

    - Si te fijas en los rastros, el que lleva al Ala Este es el más seco de todos y allí es donde queda la biblioteca. Por lo tanto es el que más tiempo lleva en el suelo, el primer rastro que fue trazado. Aún desconozco la naturaleza de los otros dos rastros, pero de lo que sí estoy segura es de que la culpable se dirigió a la biblioteca.

    China soltó un "¡Oh!" sorprendida por la explicación, mientras que Lady Scarlet se limitó a sonreír levemente. Pero Flandre no parecía estar conforme.

    - ¿Y cómo has sido capaz de distinguir entre un rastro y otro? Quiero decir, si estos rastros se hicieron esta misma noche la diferencia de tiempo entre uno y otro tuvo que ser muy pequeña. ¿No?

    La menor de las Scarlet era más inteligente de lo que aparentaba, supuse que había cometido el típico prejuicio de los adultos. Los niños no son tontos, y una niña vampiresa menos.

    - Flandre, nunca dudes de la capacidad de observación de una detective. Una verdadera detective que se precie podría diferenciar perfectamente a cada una de las hormigas de un mismo hormiguero -contesté guiñando un ojo.

    - ¡Uuaaaaauh! ¡Es usted asombrosa señora Holmes! -exclamó la pequeña con una evidente admiración.

    Ignoré el hecho de que me llamase "señora" y, encabezando la marcha, nos pusimos rumbo a la biblioteca. Por el camino, Lady Scarlet se acercó a mí para hacerme una pregunta.

    - Parece que le ha caído en gracia a mi hermanita. Es difícil llevarse bien con ella, ¿sabe?

    - Supongo que siempre se me habrán dado bien los niños.

    - Pero tengo una duda respecto a su teoría, Holmes. Antes le expliqué que en el Ala Este se encontraba la biblioteca, pero... ¿No habrá pasado por alto que por aquí también se va al sótano?

    - Ciertamente pensé en ello, pero ubicando a todas las sospechosas que tenemos hasta ahora, todas tienen una coartada que imposibilita el hecho de que durante el crimen estuviesen tanto en el sótano como en la biblioteca, a excepción de la señorita Patchouli. Porque nadie fue al sótano, ¿verdad? -empezaba a pensar que mi afirmación podía tener lagunas. Además, estaba dando por hecho que tanto Flandre como Meiling estaban diciendo la verdad cuando ambas coartadas se estaban sosteniendo entre ellas. Si caía una, la otra iría detrás. Lady Scarlet miró un momento hacia atrás, exactamente a su hermana, como si estuviese comprobando algo.

    - No, nadie pudo haber bajado al sótano. China estaba con Flandre y yo seguía fuera recibiendo a los invitados. Aunque ahora que lo pienso, Sakuya todavía estaba haciendo limpieza, puede que ella sí haya ido al sótano.

    ¡La mayordoma! Me había olvidado por completo de ella. Aún no ha dado su coartada y era muy posible que ella tuviese la llave para resolver muchas de mis dudas. Si estaba limpiando la mansión habría visitado muchas estancias durante el tiempo en que se desarrolló el crimen, por lo que podré confirmar los testimonios de las sospechosas y descartar varias teorías. Incluso cabía la posibilidad de que ella fuese la culpable, sin contar con que su habilidad de detener el tiempo podía haber desempeñado un papel crucial en el crimen. Este caso se estaba complicando más de lo que había pensado en un principio. ¿Por qué tantas molestias por un pudin?

    - En ese caso debería visitar a Sakuya más adelante, pero primero hablemos con la bibliotecaria.

    Con más preguntas por responder, todas nos dirigimos a la entrada de la biblioteca. Por desgracia, a mitad de camino la alfombra y el suelo aterciopelado desaparecían dando lugar a un suelo empedrado, al igual que ocurrió con las paredes y el techo. Un cambio un tanto brusco en mi opinión, quizás esta mansión tenía más de una fachada. Lo importante era que por culpa de esta superficie pedregosa el rastro de caramelo había desaparecido por completo, por lo que no podría analizar si la primera parada de nuestra criminal fue efectivamente la biblioteca o el sótano. Esperaba que Patchouli tuviese la respuesta.

    La biblioteca no era grande, no era enorme; era inconmensurable. No era posible que semejante lugar existiese dentro de la mansión, apenas podía distinguir el techo y las paredes estaban ocultas por la distribución desigual de las estanterías que llegaban hasta donde alcanzaba la vista, límite que muy probablemente sería el mismo techo que veía a duras penas. Anduvimos por el intrincado laberinto de libros mientras me quedaba estupefacta por la gigantesca colección de volúmenes. Era imposible que los hubiese leído todos, ni en cinco vidas humanas daría tiempo a leerse todo. Se veía a la legua que esta biblioteca no era normal, la magia se respiraba en el ambiente.

    - Impresionante, ¿verdad? Pues todo lo que ves aquí es obra de nuestra querida Patchouli. Absolutamente todos los libros de aquí los ha escrito ella -relataba Lady Scarlet con sumo orgullo.

    - ¿Todos los libros escritos por ella? ¡Imposible! ¿Cuántos años tiene? -debía de haber contado un chiste muy bueno, pues era la primera vez que la veía reír.

    - Aunque su apariencia diga lo contrario, Patchouli ha vivido mucho más que yo, y eso que tengo casi 500 años. No le gusta hablar de su edad, pero una vez me confesó que había vivido más de un milenio.

    ¿500 años? ¿Un milenio? Sabía de sobra que un detective nunca debía llevarse por las apariencias, pero esto era demasiado. A Lady Scarlet le había echado unos 100 años, tenía entendido que los vampiros vivían más que los humanos. ¿Pero tanto? Claro que tampoco es que hubiese estado con ninguno antes y, pensándolo bien, no es que sea algo extremadamente raro; es la clase de cosas que solo suceden en Gensokyo. Si Lady Scarlet desprendía esa aura de inteligencia con su edad, ¿cómo sería Patchouli? Empezaba a tener ganas de encontrarme con esa mujer.

    Seguimos atravesando la biblioteca guiadas por Flandre quien, según Meiling, pasaba mucho tiempo jugando por aquí y se conocía cada uno de los recovecos. Cuando giramos una esquina, nos topamos de frente con una cara conocida.

    - Nos volvemos a encontrar, señorita Holmes -se trataba de la inspectora Hakurei. Por lo visto, su búsqueda la había deparado hasta aquí.

    - Hola de nuevo, inspectora. ¿Qué tal va la caza?

    La inspectora se estremeció como si se hubiese golpeado el meñique del pie contra la pata de una mesa. Pero como buena inspectora que se suponía que era, mantuvo la calma.

    - Una caza conlleva mucho tiempo. Hay que ser paciente, esperar a que la presa se relaje y baje la guardia para entonces abalanzarse sin piedad y que no pueda escapar de mis garras.

    - Es decir, que aún no la ha atrapado.

    - Tsk. Su punto de vista es muy pesimista, Holmes. MK todavía sigue en la mansión, siento que anda muy cerca. No tiene escapatoria. Tarde o temprano la encontraré -en ese momento reparó en mi grupo-. Veo que viene acompañada. ¿Estaban con...?

    - El caso de la desaparición de mi pudin gigante -respondió tajantemente Lady Scarlet.

    - Sí... Eso, el "valioso" pudin. Bien, sigan jugando a la búsqueda del tesoro. Yo me encargaré de los asuntos verdaderamente importantes. Que tengan suerte, señoritas.

    La inspectora se marchó mirando con cierto desprecio a mis acompañantes. Se podía ver a simple vista el disgusto de las dos Scarlet.

    - Hermanita, no me gusta esa mujer. ¿Me la puedo comer? -pidió Flandre.

    - No, Flan. Nosotras ya no comemos humanos, y menos a humanas que no podemos vencer.

    La popularidad de la inspectora no parecía ser muy buena entre los residentes de la Scarlet Devil Mansion. Parecían tenerla respeto, pero dudo mucho que fuese de su agrado. Dado que no podían hacer mucho contra las palabras de la inspectora Hakurei, Flandre se resignó a sacarla la lengua a pesar de que estaba de espaldas y no la vería.

    Continuamos el trayecto hasta que al fin alcanzamos el centro de la biblioteca. Era un espacio circular amplio, coronado en el centro por un escritorio repleto de columnas de libros y papeles sueltos. Patchouli no se encontraba por aquí así que, por recomendación de la guardiana, la decidimos esperar. Cada una se dispersó por la estancia, Remilia había cogido un libro que parecía haberle llamado la atención, Flandre sacó un libro con aspecto más infantil que usó para practicar el tiro al blanco lanzando unas pequeñas llamas (no a todo el mundo le gusta la lectura), y China se quedó vigilando a Flandre detenidamente, aunque se estaba empezando a quedar dormida se esforzaba por cumplir con su deber.

    Yo en lugar de hojear sin interés un libro al azar, preferí dirigirme al escritorio y realizar mis propias investigaciones. El mueble era un verdadero campo de batalla literario. Folios por doquier y extraños utensilios ocupaban gran parte del poco espacio que dejaban las montañas de libros. En sus más de mil años habrá aprendido muchas cosas, pero por lo visto el orden era una asignatura pendiente. En mitad del desastre se hallaba un grueso libro titulado "1000 recetas para todos". Tenía un marcapáginas asomando, lógicamente abrí el libro por donde marcaba el papelito azulado. Entonces brotó un aroma a canela, las páginas estaban algo pegajosas, pero no se encontraban estropeadas. La página detallaba la "Receta de Pudin Casero". ¡Bingo! Esta sería una lectura muy interesante...

    - Por favor, ¿podría dejar el libro donde estaba? No me gusta que cojan mis cosas sin mi consentimiento.

    Me asomé por la montaña de libros. Me había hablado una mujer no muy alta, de piel pálida y ojos violeta. Llevaba un vestido muy holgado y perceptiblemente ligero del mismo color que su pelo y sus ojos. En su cabello llevaba un lazo azul y otro púrpura, al igual que en su estrafalario gorro que parecía más bien un gorro de baño. En la cabeza portaba el emblema de una luna creciente. Daba la sensación de que realmente iba en pijama, quizás no estaba muy equivocada.

    Fijándome con más atención recordé que ya la había visto antes: era la misma mujer que apaciguó el caos del salón. La controladora de masas insistió en que dejase el libro. Hice caso a la chica y lo dejé en su sitio. Después ambas nos acercamos para iniciar la conversación.

    - Así que usted debe de ser la tan comentada Patchouli, ¿correcto?

    - Está en lo cierto. Soy Patchouli Knowledge, la maga bibliotecaria de la Scarlet Devil Mansion y estás en la mayor fuente de conocimiento que podrás encontrar en todo Gensokyo -su voz era fría y algo inexpresiva.

    - Pues mucho gusto, yo soy la detective Hatate Holmes. Estoy encargándome de la investigación de la desaparición del pudin gigante.

    - Ya lo sé. Esta noche no se habla de otra cosa en la mansión. El dichoso pudin está dando demasiados problemas. ¿Ve cómo ésto no nos llevaría a ningún lado? -dijo Patchouli dirigiéndose a Lady Scarlet.

    - Eso no es cierto. Iba a demostrar que para las Scarlet no había nada imposible; pero parece que los acontecimientos han torcido mis planes.

    - ¿Y cuál era su papel en este evento? Tengo entendido que estuvo investigando la receta del pudin -pregunté para continuar con el tema inicial.

    - Y no se equivoca. Yo fui la encargada de diseñar cuidadosamente la receta y elaboración del pudin gigante. Gracias a mis investigaciones descubrimos los ingredientes y medidas exactas.

    - Más bien mandaste a Sakuya que comprase un libro de recetas en la tienda de variedades Kourindou -añadió Flandre.

    - Pero fui yo quien localizó la receta. Después la transcribí para adaptarla a las dimensiones del pudin gigante.

    - ¿Y de qué dimensiones estaríamos hablando? -indagué con curiosidad. Aún nadie me había dicho con exactitud cómo de grande era el pudin del que siempre hablaban.

    - Eran exactamente 3 metros de diámetro y 2,4 metros de altura. Tenía forma de cono truncado cuya base superior era de 2,58 metros de diámetro. Suficiente para repartir a toda la familia Scarlet, a las sirvientas y al menos a 97 invitados más.

    Ahora pude imaginarme la imagen del colosal proyecto. La palabra gigante le quedaba como anillo al dedo. No me extrañaba que Meiling se hubiese manchado el gorro cuando se le cayó encima. No me imagino cómo se quedaría el traje, era obvio que se tuvo que deshacer del vestido sí o sí. Con ese tamaño entendí que no era ninguna broma cuando, en la presentación, Lady Scarlet afirmó que se había necesitado de magia para sostener el pudin.

    - Entonces habréis necesitado una cantidad ingente de ingredientes para llevarlo a cabo.

    - Demasiados en mi opinión. Se podrían haber hecho muchas cosas interesantes con todo eso, pero mi señora prefirió hacer un pudin -Patchouli echó una mirada acusadora a Lady Scarlet quien miró hacia otro lado silbando-. Si quieres saber los ingredientes exactos, puedes comprobarlo por ti misma.

    Me resultaba molesto tener que consultar el mismo libro que me habían exigido que cerrase, pero no me quedaba otra. Volví al escritorio y abrí de nuevo la página marcada. Leí el contenido:


    PUDÍN CASERO - Receta para 150 personas

    INGREDIENTES

    - 150 Kg de azúcar
    - 4.000 huevos
    - 500 litros de leche
    - 30 ramas de canela
    - 10 cucharones de aroma de vainilla
    - Ralladuras de limón y de naranja
    Añadir pan para aumentar la consistencia (echar a ojo).


    ¡Vaya! Con todo eso me apostaba a que se podría dar de comer a todo Gensokyo. Estaba claro que en la Scarlet Devil Mansion no escatimaban en gastos. Era una pena que todo se hubiese echado a perder, me habría gustado probarlo.

    - ¿Estaba bueno el pudin?

    - ¿Perdona? No entiendo lo que quiere decir -la bibliotecaria seguía indiferente. No era la reacción que esperaba, pero confiaba en mi teoría.

    - ¡Vamos! ¡No se haga la loca! ¡Sé que comió del pudin! Al menos díganos si salió bueno.

    ¿Por qué Hatate Holmes está tan convencida de que Patchouli comió del pudin?
    Pregunta extra: ¿Cuántas sirvientas tiene la Scarlet Devil Mansion?
     
    Última edición: 20 Marzo 2017
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  9. Threadmarks: Capítulo 6 - Un cadáver del postre
     
    Angelivi

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    CAPÍTULO 6 - UN CADÁVER DEL POSTRE

    - ¡Cómo se atreve a insinuar semejante cosa! -reprochó Patchouli indignada.

    - No estoy insinuando nada, lo estoy afirmando.

    La receta que acababa de leer me había ofrecido tantos datos que incluso había sido capaz de deducir por pura diversión que en la mansión había 48 sirvientas además de Sakuya Izayoi y las otras cuatro residentes. Era fácil averiguarlo si se tenía en cuenta lo que había dicho Patchouli hacía poco y que la receta era para 150 personas. Los cálculos eran muy sencillos. En cuanto a la razón por la que sabía que la maga había probado el pudin, su explicación era aún más obvia.

    - Al principio me pareció anecdótico el hecho de que el libro oliese a canela; pero tras leer la receta y comprobar que el pudin llevaba este mismo ingrediente no me cupo la menor duda de que comiste el pudin mientras sujetabas el libro, lo que explicaría que las páginas del recetario estuviesen tan manchadas.

    La indignación se convirtió en avergonzamiento. Ahora que no podía escapar de la verdad, tendría que confesar todo lo que ocurrió cuando recibió el pudin.

    - Puede que sí probase un poco... Quizás comí algo más que un poco... -el arrepentimiento desapareció abruptamente y su voz se tornó más segura-. Pero todo entraba dentro de las verificaciones de calidad del proyecto. Era rigurosamente necesario si queríamos comprobar que la elaboración había sido un éxito.

    - Ya veo... ¿Y en qué consistían esas pruebas? -cuando hice la pregunta, un fugaz rubor cruzó la faz de la bibliotecaria.

    - Una ligera cata del producto. La mínima prueba me bastó para identificar las proporciones de la composición.

    - ¿Y no hizo nada más?

    - Nada más.

    Suspiré, hay personas que insisten en seguir mintiendo aún cuando se les ha arrinconado.

    - No me lo creo. Si fuese así la página apenas tendría manchones, y no es el caso. ¿No será que primero realizó la cata del pudin y, al ver lo rico que estaba, volvió a comer pero esa vez en una cantidad mayor? -el sonrojo de Patchouli confirmó mi hipótesis.

    - ¡Un momento! No es posible que Patchy haya comido del pudin -replicó Meiling-. Cuando Flandre y yo lo recogimos estaba completamente intacto. ¡No había ninguna muesca en todo el pudin!

    La refutación de la guardiana me pilló de sorpresa. No había pensado en ese detalle; sin embargo, la misma Patchouli había confesado que al menos hizo una pequeña cata del pudin. Eso quería decir que seguro que había debido de comer de alguna forma el pudin, se había delatado ella sola. Pero... ¿Cómo lo hizo? No se me ocurría ninguna explicación lógica salvo que usase alguna herramienta, pero no había nada parecido en el escritorio que pudiera haberse usado para desempeñar dicha tarea. Entonces recordé un comentario que se había dicho esta noche.

    - En realidad sí hizo muescas en el pudin, cuántas hizo no lo sé y desgraciadamente no hay pruebas que verifiquen cuánto llegó a comer, porque el método que usó para ocultar su travesura borró todas las pruebas, pues usó la misma magia que empleó para conseguir que el pudin se sostuviera en pie sin que se derrumbase por su propio peso. Os explicaré cómo lo hizo.

    » Primero probó un pellizco del pudin, lo que dejaría como mínimo una pequeña marca en la superficie lateral del pudin; aunque posiblemente no le importaría mucho a Patchouli. Como le encantó el sabor de su creación, se sintió tentada a comer más pudin. Empezó a extraer porciones del pudin hasta que se quedó satisfecha y para ocultar las evidencias, moldeó el pudin con magia tapando todas las marcas que hubiesen. Así fue imposible que ni Meiling ni Flandre notasen que faltaba parte del pudin -en ese momento caí en algo más-. De hecho, el pudin habría quedado parcialmente hueco para evitar modificar su tamaño y que no se percibiera la diferencia. Eso facilitó que se cayera cuando Meiling comió su parte antes de llevarlo al escenario.

    Flandre aplaudió con alegría mi elaborada conclusión. La bibliotecaria se quedó sin palabras, seguramente porque no había nada que pudiese rebatir, o eso pensaba.

    - La verdad es que tampoco habríamos notado la diferencia del tamaño aunque Patchouli la hubiese cambiado. No lo habíamos visto en ningún momento antes de recogerlo -comentó Meiling.

    - No obstante, Patchouli no solo os tuvo a vosotras dos en cuenta. También se aseguró de que nadie notase nada en caso de que Sakuya o el resto de sirvientas que cocinaron el postre llegasen a verlo. ¿Me equivocó? -repliqué.

    - Aunque me duela reconocerlo, no se equivoca en absoluto. Todo fue tal y como ha dicho -hizo un breve chistido y susurró algo para si misma-. No conté con que una metomentodo fuese a investigarme. De haberlo sabido habría tomado más medidas...

    - Como sea. Sería un buen momento para que nos cuente qué ocurrió desde que llegó el pudin a la biblioteca hasta que salió. Y le agradecería si detallase todo lo posible.

    - Está bien -accedió Patchouli irritada-. El pudin fue traído por Sakuya a la biblioteca cerca de las 22:30 y durante un cuarto de hora estuve realizando las pruebas.

    - Y lo que no fueron pruebas -añadí. Patchouli gruñó por mi comentario.

    - Efectivamente. Después, a las 23:25 hora aproximada, China y Flan vinieron a llevarse el pudin. Desde entonces no volví a verlo.

    - ¿Está segura de que no volvió a ver el pudin en ningún momento? -sospeché.

    - Así es, ésa fue la última vez. Me quedé el resto de la noche escribiendo en la biblioteca, hasta que el tumulto del salón me molestó y tuve que intervenir.

    - ¿Y alguien estuvo con usted después de llevarse el pudin? -quería comprobar si su coartada era sólida.

    - Sí, mi ayudante Koakuma estuvo conmigo todo el tiempo -Patchouli señaló a un oscuro pasillo. Desde allí, la silueta de una persona con alas de vampiro nos saludaba oculta por las sombras-. Pero no se preocupe, estuvo conmigo todo este tiempo así que no afecta en absoluto a su investigación -dijo anticipándose a mi respuesta.

    Aunque Patchouli, por casualidad, intentase facilitarme la investigación, lo único que consiguió con ese dato es que sospechase más de la bibliotecaria. Al igual que ocurría con Meiling y Flandre, su coartada se sostenía por la presencia de su ayudante; sin embargo estaríamos en la misma situación si la tal Koakuma fuese su cómplice. Patchouli era una sospechosa a la que no debía descartar. Hasta que no tuviese más pruebas no podía dictaminar nada. Solo restaba hacer una última pregunta.

    - Durante las pruebas, ¿realizó algunas medidas para comprobar que el tamaño estaba acorde a lo esperado?

    La maga se quedó pensando un momento.

    - Me temo que no. Confié en que Sakuya siguiese la receta al pie de la letra, así que no hay motivos para pensar que las medidas fuesen distintas a lo calculado.

    Entonces las supuestas "pruebas" se limitaron a comprobar el sabor del pudin, lo que me llevó a la conclusión de que aquello fue una treta para saciar su glotonería.

    - Muchas gracias por su colaboración. Volveremos a vernos.

    - Probablemente sí, aunque no veo la necesidad. Si me disculpa, tengo cosas que hacer.

    Patchouli se dirigió a su escritorio, abrió un libro en blanco y comenzó a escribir en él. Aquí ya no quedaba nada que hacer de momento, aunque la actitud de la maga era sospechosa y algo me decía que acabaría volviendo tarde o temprano.

    - ¿Adónde vamos ahora, Holmes? -me preguntó Lady Scarlet.

    - Hay un sitio que me gustaría visitar: las dependencias del Ala Oeste. Los rastros también iban a esa dirección, es muy posible que allí encontremos más pistas. Además, tenemos que interrogar a Sakuya Izayoi.

    - Entonces no perdamos más tiempo. La ladrona tiene que pagar por todas las molestias que está causando -expresó lady Scarlet.

    Salimos de la biblioteca recorriendo el camino inverso que habíamos tomado para llegar, cruzamos la encrucijada del corredor principal y subimos las escaleras que daban a las dependencias, en el piso superior. Por el camino estuve hablando con Flandre quien estaba impresionado por cómo estaba manejando el caso.

    - ¡Has estado impresionante con Patchy! ¡Nunca la había visto así!

    - ¿Cómo es "así"? -Flandre me miró extrañada, no parecía entender muy bien la pregunta.

    - Pues así, como sorprendida. ¿O asombrada? Estoy segura de que te has ganado su respeto.

    - ¿Ah, sí? -si ella lo dice me lo creeré. Lo cierto es que no me dio a entender nada de eso, es más, sentí todo lo contrario.

    - Pues sí. Patchy tiene muy en cuenta la inteligencia de las personas y con la conversación que habéis tenido debe de apreciarte mucho.

    «O debe de odiarme mucho», pensé.

    Al final llegamos al pasillo que daban a los dormitorios. El piso superior era muy parecido al corredor principal, con el mismo suelo de terciopelo, la misma alfombra y los mismos relieves. Solo cambiaban el contenido de los cuadros y las figuras que decoraban los muebles. A nuestra izquierda se alineaban cada una de las entradas de las habitaciones. El rastro de caramelo que llegaba desde la mancha de origen y subía las escaleras se difuminó a mitad de camino, resultándome imposible determinar hacia qué habitación daría a parar. Continuamos por el pasillo hasta que llegamos a una puerta que se encontraba entreabierta.

    - Un momento... China, ¿esa no es tu habitación? -preguntó Lady Scarlet.

    - Sí, pero no sé qué hace abierta. La cerré al salir.

    - Deberías ir con más cuidado. Sakuya no puede estar siempre detrás tuya corrigiendo tus errores -replicó su señora.

    - Pero si...

    - Me dan igual tus peros. No quiero más escusas. Cierra la puerta, ahora -insistió la vampiresa impacientándose.

    - Vaaale. Como ordenes, Remilia.

    - ¡Que no uses mi nombre!

    Meiling fue a cerra la puerta, pero cuando echó mano al picaporte se detuvo en seco y se estremeció . Su mirada se quedó petrificada en el interior de la habitación.

    - China, ¿ocurre algo? -preguntó Flandre preocupada.

    Al no recibir respuesta, entramos a su habitación. Nunca nos habríamos imaginado el panorama que encontramos: el suelo y los muebles estaban empapados de caramelo y había pequeños pedazos de pudin dispersos por toda la habitación. ¿Así que fue aquí donde se cometió el "pudincidio"? No era de extrañarse la impresión que causó a las hermanas Scarlet.

    - Hong Meiling. ¿Me puedes explicar qué es todo esto? -soy incapaz de describir el tono de furia que empleó en aquella situación. Realmente pensé que iba a matarla. No salió ni una palabra de la boca de Meiling.

    - China... -expresó apenada Flandre.

    La situación pintaba muy mal para la guardiana, pero había algo que no encajaba. La reacción de Meiling no era la que se esperaría si fuese la culpable. O alguien está tratando de inculparla o actúa extremadamente bien. Antes de sacar conclusiones precipitadas me dispuse a examinar la nueva escena del crimen.

    En la habitación había una cama occidental estándar con sábanas verdes enfrente , un armario empotrado en la pared derecha y una mesilla de noche en la pared opuesta. En mitad de la habitación se extendía un notable charco de caramelo, también había salpicaduras por el resto de la superficie de la habitación y en la parte inferior de la cama y de la mesita. Además, los diminutos trocitos de pudin se repartían por toda la habitación, incluso por encima de la cama y la mesilla de noche. Parecía como si el pudin se lo hubiese comido un animal.

    Abrí el armario y descubrí algo muy interesante. Hecho un gurruño se encontraba en una esquina un vestido verde empapado de caramelo. Era el vestido que llevaba Hong Meiling cuando se le cayó encima el pudin gigante. Saqué con cuidado el vestido, que aún goteaba, y se lo mostré a las demás.

    - Mirad lo que he encontrado. ¿Cómo habrá llegado hasta aquí?

    Meiling soltó un pequeño grito de sorpresa. Estaba histérica.

    - ¡No es posible! ¡Si lo llevé a la lavandería! ¿Qué hace aquí? ¿Qué está pasando?

    - Es cierto, yo fui con ella. ¡Se lo dejamos todo a Sakuya para que lo lavara!

    Y otra vez aparecía el nombre de Sakuya. Era como si todo me llevase hasta ella. ¿Pero realmente hizo todo esto para comerse un pudin? No le veía mucho sentido, pero no había pruebas que lo negasen. Pero ahora era prioritario centrarse en esta escena que cada vez me resultaba más artificial.

    - Pues ahora el vestido se encuentra aquí, por el motivo que sea -afirmé con el vestido todavía en mis manos.

    - Está claro que tú te comiste el pudin. No hace falta continuar con la investigación, ya tenemos suficientes pruebas -acusó lady Scarlet.

    - ¡Pero si yo no he hecho nada! -se quejó Meiling.

    - ¡No te pongas así, hermanita! ¡Tiene que haber una explicación! -exclamó Flandre.

    - Y efectivamente la hay -mi rotunda afirmación hizo que todas las presentes posasen su mirada en mí.

    - ¿De qué demonios estás hablando, Holmes? ¿No está claro lo que ha pasado? ¡China se ha comido MI pudin! -siseó Lady Scarlet con furia.

    - Yo no lo veo tan claro y menos con este escenario tan dudoso. Parece que estáis pasando por alto la ausencia de un detalle crucial, algo que demuestra que indudablemente todo esto no es más que un burdo montaje.

    ¿Qué falta en la supuesta escena del crimen?
     
    Última edición: 20 Marzo 2017
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  10. Threadmarks: Capítulo 7 - Los relojes de la sirvienta
     
    Angelivi

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    CAPÍTULO 7 - LOS RELOJES DE LA SIRVIENTA

    Todas parecían haberse sorprendido por la afirmación, aunque más sorprendida estaba yo. Era tan evidente que pensaba que cualquiera se habría dado cuenta de que esta escena es toda una pantomima. Lady Scarlet me pidió que no dijese nada, quiso que le diera algo de tiempo para escudriñar la habitación de Meiling y ver si podía descubrir por su cuenta aquello que faltaba. Me parecieron interesantes sus observaciones: las salpicaduras de caramelo eran demasiado finas para haber sido originadas por el goteo natural, fuese el envase en el que estuviera; se parecía más a las salpicaduras que dejarían las cerdas mojadas de una brocha al agitarlas. También contempló que por encima de las sábanas no había ninguna mancha, algo que resulta raro dado que no hay ningún otro asiento y lo más común es que quien llegase a la habitación se sentase allí. Las únicas posibilidades eran que la culpable se hubiera sentado en el suelo o se lo comiese de pie, pero no dejaba de ser un detalle curioso digno de mención. Definitivamente tenía madera de detective.

    Además de analizar las manchas, registró el cajón de la mesilla, lugar que no me había parado a mirar. Una sonrisa brotó en el rostro de la vampiresa y alzó un dulce trofeo.

    - ¡Mira lo que tenemos aquí! ¡Un plato con restos de pudin! -aunque más que restos eran sobras pues quedaba una cantidad considerable-. Puede que la escena haya sido manipulada, pero es innegable que el pudin estuvo aquí. ¡Más motivos para sospechar de China!

    - ¡Pero si eso no es mío! -protestó la guardiana.

    - Coincido con Meiling, ese plato no puede ser suyo -intervengo.

    - ¿Y ahora por qué no puede ser así? -discrepó Lady Scarlet.

    - Por sentido común. ¿Para qué necesitaba la guardiana comer más pudin si ya tuvo suficiente cuando comió en el corredor principal? Además, con el inmenso tamaño del pudin me resulta inimaginable que Meiling haya podido comer semejante cantidad. ¿En serio pensáis que esto sería lo único que sobró? Ya no solo se trata de cantidad, también estaríamos hablando de tiempo. No pudo haber tenido suficiente tiempo para comérselo todo sin ningún tipo de ayuda.

    - En realidad China tiene mucho apetito. Y come rápido -comentó Flandre.

    - Es cierto. Tal vez sea porque siempre espera con ansias su comida diaria -completó Lady Scarlet. Meiling me empezaba a dar pena, se mire como se mire no dejaba de ser la víctima de todos los problemas. ¿Esta noche se tomó su venganza?

    - Aún así lo veo muy difícil. Los hechos y las circunstancias me parecen demasiado forzadas, además hay que añadir el objeto crucial que falta: el carro en el que se transportaba el pudin. ¿Acaso no debería estar aquí?

    - Es cierto que no está; pero, ¿no podría haberlo ocultado en otro lugar? -rebatió Flandre.

    - De hecho pienso que fue así, el carro no está aquí porque se llevó a otro lugar.

    - Entonces no lo entiendo. ¿Qué más da que esté el carro o no? ¡El hecho de que China se comió el pudin sigue sin cambiar! -exclamó Lady Scarlet.

    - Todo lo contrario, que el carro no se encuentre aquí demuestra que Meiling no tuvo nada que ver con este revuelo. Por mucho apetito que digáis que tiene, ya demostré que no pudo comérselo todo. Entonces el pudin restante tuvo que guardarse en algún lugar, y ese lugar no puede ser otro que el carro.

    - Sé que esto puede ir en mi contra, pero yo no he robado el pudin y ayudaré en lo que sea necesario para demostrarlo -dijo Meiling-. ¿No pudo haber guardado el pudin en otro envase y luego deshacerse del carro?

    - Podría haber sido una posibilidad, si no fuera porque durante el traspaso de envase habría caído alguna gota de caramelo además de las presentes. Si te fijas no hay ninguna gota que se diferencie del resto. Y para que veáis la imposibilidad del caso, imaginemos que realmente se cambió el recipiente con tal sutileza que no manchó nada. ¿Dónde está ese otro recipiente? ¿No sería ilógico que el nuevo envase se ocultase en otra habitación si se planeaba comerse el resto del pudin? El único envase que hemos encontrado es ese plato de la mesita, otra prueba falsa con la intención fallida de desviar nuestra atención.

    - Tienes razón -pero acto seguido, Flandre cambió de opinión-. A no ser que el recipiente o el carro, independientemente de las versiones que nos has contado, se haya escondido en otra habitación.

    Reflexioné lo que acababa de decir la vampiresa. Estaba claro que las pruebas de la habitación eran falsas, pero aún desconocía el paradero del carro. Si lo que decía Flandre era cierto, no solo encontraríamos otra prueba crucial, sino que además podríamos identificar al verdadero culpable, o al menos a algún implicado en el crimen, según la habitación en la que se encuentre. Mi teoría no era perfecta, tenía varias lagunas; pero con la ayuda de las presentes estaba siendo capaz de avanzar en el caso sin problemas.

    Sin embargo, no era buena señal. No podía fiarme de todo lo que me dijesen las sospechosas, pues alguien había robado el pudin y podían estar mintiéndome y en lugar de estar facilitándome el caso me lo estarían complicando. Pensé que tal vez le estaba dando demasiadas vueltas, hay decenas de sirvientas en la mansión, cualquiera de ellas podría haberlo robado. Divagar tanto no me estaba llevando a nada, así que preferí seguir investigando.

    - Es posible. En ese caso deberíamos registrar todas las habitaciones, aunque son muchísimas.

    - No hay ningún problema. Buscaré a Sakuya para que registre las habitaciones por nosotras -propuso Lady Scarlet-. Debe de estar limpiando alguna habitación, o tal vez esté en su dormitorio.

    - ¡Yo también iré a ayudar! -exclamó Flandre con entusiasmo.

    - ¿Y yo qué hago? ¿Os ayudo también? -preguntó Meiling tímidamente. Aún estaba algo intimidada por los últimos acontecimientos. Su puesto de trabajo había corrido mucho peligro.

    - No, tú te quedarás vigilando tu habitación. Que no entre absolutamente nadie. No queremos que vuelvan a manipular la escena. Y no te muevas de ahí, si lo haces consideraré que te has dado a la fuga y te despediré. ¿Entendido? -ordenó Lady Scarlet.

    - En... ¡Entendido, señorita Remilia!

    - ¡Qué no me llames Remilia! -se quejó su señora-. En fin, vámonos Flan.

    Las dos vampiresas salieron de la habitación y torcieron a la izquierda. Me quedé a solas con la guardiana, quien me miraba fijamente.

    - Muchas gracias por defenderme. Pensé que me echarían la culpa de todo -dijo Meiling.

    - No te defendí a ti, defendí a la verdad. Que tu habitación haya sido manipulada no quiere decir que dejes de ser sospechosa. Todo se demostrará a su debido tiempo.

    No era la respuesta que ella se esperaba, su mirada lo expresaba. Ya que tenía que vigilar la estancia, me pidió que saliera de la habitación. No quedaba nada que hacer en su cuarto, así que no había ningún problema en abandonarlo. Meiling y yo estábamos a punto de salir cuando nos topamos con una mujer, la persona con la que más ganas tenía de hablar: Sakuya Izayoi, la mayordoma de la Scarlet Devil Mansión.

    - ¡Por todos los diablos! ¿Qué ha pasado aquí? -preguntó observando la habitación desde el pasillo.

    - Parece que alguien se divirtió ensuciando el lugar, pronto descubriremos quién lo hizo. Mientras tanto... ¿Podría hablar con usted unos minutos?

    Sakuya sonrió y se inclinó con cortesía.

    - El tiempo no es un problema para mí. Por favor, acompáñeme a la cocina si es tan amable.

    En silencio recorrimos el pasillo, bajamos las escaleras y nos dirigimos a la cocina. La cocina era bastante ordinaria, no tenía nada del otro mundo... Quiero decir, nada fuera de lo normal. Era bastante grande, como todas las salas de la mansión, los azulejos del suelo formaban un infinito tablero de ajedrez y las paredes aguamarinas daban una sensación de frialdad que compensarían los fogones cuando estuviesen encendidos. Me fijé que apartado en una esquina reposaba un cesto cuyo contenido no alcanzaba a ver desde mi posición.

    Sakuya cogió una bayeta y se puso a repasar los limpísimos muebles mientras hablábamos.

    - ¿De qué quería hablar, señorita Holmes?

    - Me gustaría preguntar varias cosas acerca del pudin robado -por un momento la sirvienta se tensó casi imperceptiblemente, pero fue un detalle que no se escapó a mi ojo avizor.

    - Pregúnteme lo que quiera, aunque he estado muy ocupada durante todo el día y no sé si podré serla de mucha utilidad.

    - Tengo la intuición de que sí me ayudará. Empecemos con lo típico. ¿Qué hizo durante los preparativos de la fiesta?

    - Estuve limpiando por toda la mansión, estuve ocupada toda la noche. Demasiado trabajo, ¿sabe?

    Sentía que no estaba consiguiendo nada, eran unas respuestas tan... superficiales.

    - Ya... Sé de sobra que estuvo limpiando. ¿Pero qué hizo exactamente?

    - No creo que le interese, no son más que cosas aburridas -decía Sakuya tratando de evitar las respuestas.

    - Sí me interesa.

    - Pero no tendrá tiempo para oír las labores de una sirvienta. Supongo que tendrá más lugares que investigar, ¿no?

    - No se preocupe, el tiempo tampoco es un problema para mí. Tenemos tooooda la noche...

    La mayordoma estaba arrinconada. Cada vez le estaba resultando más difícil ignorar mis preguntas. En algún momento cedería y sería entonces cuando sacaría la información que estaba buscando.

    - De acuerdo, si insiste... Estuve limpiando las habitaciones, la biblioteca, el sótano y el salón. También organicé a las demás sirvientas para que todos los preparativos estuviesen a punto.

    - Bien, ¿y no vio a nadie durante los trayectos? -la sirvienta se encrespó. Estaba raspando la verdad.

    - Ver vi a mucha gente. Cruce toda la mansión, sería raro que no encontrase a nadie.

    - Por supuesto. Ahora, ¿podría especificar un poco más?

    - Esto... sí... -se notaba que estaba midiendo sus palabras-. Vi a muchas sirvientas. Todas teníamos cosas que hacer. También vi a la señorita Patchouli y a Koakuma cuando entré a la biblioteca. ¡Ah! Y en el salón estaban Lady Scarlet y su hermana. También vi a la señorita China en alguna ocasión. Durante todo el día me crucé con mucha gente, creo que vi a todo el mundo.

    Suspiré por mi derrota, esta sirvienta era muy astuta. Mi error había sido hacer preguntas tan atemporales, con este plan no iba a sacar nada en claro. Replanteé mi estrategia y volví al ataque.

    - Será mejor que empecemos desde el principio -al decir esto, Sakuya endureció los brazos. ¿Estaría poniéndose a la defensiva?-. ¿Cómo transcurrió exactamente la preparación del pudin gigante? Me gustaría saber cómo obtuvo la receta, si hubo algún incidente durante la preparación y cómo se transportó el pudin a la biblioteca.

    - Está bien, veamos... Lady Scarlet me ordenó que buscase una receta para su nuevo proyecto: un pudin gigante. Como no sabía cómo prepararlo, consulté a la señorita Patchouli, que me aconsejó que buscase la receta en la tienda de artículos del Mundo Exterior.

    - ¿En el Kourindou?

    - Exactamente. Tal y como me sugirió la señorita Patchouli, fui hasta allí y hallé la receta. Tras obtenerla, me dio las instrucciones necesarias para cocinar el pudin gigante. No ocurrió nada significativo durante ese tiempo. Una vez hecho, Lady Scarlet se lo llevó a la biblioteca y yo me dispuse a preparar el salón.

    - Entiendo. ¿Y qué hizo en el salón?

    - Por mi parte nada sustancial, fueron las demás sirvientas las que hicieron todo el trabajo. Yo solo me encargué de ordenar lo que debía hacer cada una. Quizás no le he contado que yo soy la jefa de las sirvientas en la mansión.

    En realidad ya lo sabía, pero hice como que desconocía ese detalle. Dejar todo el trabajo sucio a las empleadas... Supongo que es la ventaja de ser la jefa, además de tener un sueldo mayor. Aún así, su testimonio estaba ocultando cosas más turbias que el trabajo de sus subordinadas.

    - ¿Y cuando salió del salón?

    - En ese momento fui a limpiar el sótano. Por último, me dirigí a los dormitorios para limpiarlos uno a uno. Aquello me ocupó el resto del día hasta que empezó el evento.

    - ¿No ocurrió nada llamativo durante la limpieza de las habitaciones?

    - No, nada significativo -la mayordoma tragó saliva, pero la que no tragaba era yo.

    - Vale, ya está bien. He tolerado varias de sus mentiras, pero ya ésta no la tolero. No me creo que durante todo el tiempo que estuvo en el Ala Oeste no viese absolutamente nada.

    - Disculpe, señorita Holmes, pero en ningún momento he tenido la osadía de calumniar a su persona -a pesar de mi ataque, Sakuya mantuvo los nervios de acero.

    - Por muy educadas que sean sus palabras, los hechos seguirán siendo los mismos: me ha mentido.

    - Insisto en que no es así. Todo ocurrió tal y como he dicho.

    - Lo dudo mucho. Dejando a un lado todo lo que ha omitido, hay una cosa de la que tengo pruebas que contradicen lo que ha estado diciendo.

    Podía sentir el sudor frío que debía de estar recorriendo por Sakuya, las palabras son fáciles de ocultar, los hechos son más complicados de esconder; pero las pruebas son irrefutables.

    - Si tan segura está de lo que dice tendrá la cortesía de demostrarlo. ¿Verdad?

    ¿Cuál es la mentira de Sakuya?
     
    Última edición: 2 Marzo 2017
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  11. Threadmarks: Capítulo 8 - Dormitorio en escarlata
     
    Angelivi

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    Hatate Holmes y el caso del pudin zampado [Touhou]
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    CAPÍTULO 8 - DORMITORIO EN ESCARLATA

    Era el momento de sacar el arma que destruiría la declaración de la sirvienta, descubriría por qué estaba insistiendo en defender a Lady Scarlet.

    - Claro, no hay problema en demostrar que no fue Lady Scarlet quien llevó el pudin a la biblioteca, sino usted, Sakuya -la mayordoma dio un respingo-. Cuando quiera vamos a preguntárselo a Patchouli. Ella misma fue quien me lo dijo. ¿Le apetece hacer un pequeño viaje a la biblioteca?

    Sakuya dejó de limpiar, su atención se centró en mí. Había abandonado su semblante sereno, ahora la persona que tenía delante era una mujer disfrazada de sirvienta que me miraba igual que una asesina a punto de cometer un terrible crimen. Mis sentidos detectaban un peligro extremo, pero me mantuve firme: me enfrenté a la bestia mirándola directamente a los ojos, desafiándola. La tensión era palpable, estuve pendiente al mínimo movimiento que hiciese, preparada por si decidía atacar.

    Pero no fue así. Sus ideas asesinas parecieron desvanecerse como si nada y volvió a su comportamiento habitual.

    - Es cierto, yo llevé el pudin a la biblioteca. Ha sido un pequeño desliz, disculpe si he causado alguna confusión. ¿Hay algo malo en que lo haya transportado yo? - Sakuya no se dio por vencida. Supo manejar la situación a la perfección; pero no podía dejar así mi interrogatorio.

    - No, ciertamente no hay ningún problema en ello. El problema reside en la necesidad de mentir. Cuando alguien miente es porque existe una verdad que ocultar, y mi trabajo es sacar a la luz esas verdades; al igual que su trabajo es limpiar aquello que ensucian las demás. ¿Me equivoco?

    Mi corazón se aceleró de pronto. En una fracción de segundo algo cortó el viento a pocos centímetros de mi cabeza. Miré hacía la pared que se encontraba detrás mía, allí estaba clavado cual proyectil un cuchillo de plata que había agrietado el papel pintado que cubría cada tabique de la cocina. Aunque siguiese tras la máscara de la sirvienta humilde y servicial, en el fondo la estaba sacando de quicio. Sabía que mi vida corría peligro, pero tenía que seguir preguntando a expensas de lo que me ocurriese.

    - Ejem... Lo que me pregunto ahora es por qué ocultaste el hecho de que el pudin lo llevaste tú en lugar de Lady Scarlet, y sólo se me ocurre que estuvieses preocupada porque a raíz de esa respuesta descubriese que Lady Scarlet estaba haciendo otra cosa que no querías que supiese, mientras usted se encargaba del transporte que habría sido originalmente tarea de su señora -deduje ocultando mi preocupación por que el próximo cuchillo fuese más certero.

    - Durante ese período de tiempo Lady Scarlet estuvo recibiendo a los invitados. Hay decenas de testigos que pueden confirmarlo -respondió Sakuya con calma.

    - Has hablado de tiempo y ese es un tema que me preocupa en especial. No hemos hablado en ningún momento de las horas exactas en las que llevaste el pudin ni cuándo empezó Lady Scarlet a recibir a los invitados. Sin horas precisas, su declaración se encuentra repleta de lagunas -hice una breve pausa-, sobre todo si tenemos en cuenta su particular dominio del tiempo. Realizar una tarea no le impide haber hecho otras cosas sin que pasase un solo segundo...

    Otro cuchillo silbó por mi lado izquierdo. Esa pared iba a necesitar reparaciones.

    - Señorita Holmes, aún con su capacidad deductiva, es difícil comprender un poder tan complejo como el mío. Detener el tiempo no es algo que se pueda hacer siempre que quiera, hay unos límites. De no haberlos podría matarla a usted y al resto de huéspedes cuando quisiera, pero no lo hago ni tengo interés. Aun cuando insiste descortésmente en tacharme de criminal, nunca he realizado ni una sola acción que contradijese las órdenes de Lady Scarlet. ¡Nunca! -un vestigio de ira empezó a brotar del caparazón sentimental.

    - Y no lo pongo en duda. Es más, no creo que haya desobedecido ninguna orden, sino que las ha estado siguiendo. ¿Qué hay de Lady Scarlet? ¿Qué estaba haciendo antes de ir al salón? La vio en múltiples ocasiones, seguro que puede contarme muchas más cosas que aún no me ha comentado -objeté.

    Aunque ella lanzaba los cuchillos, era yo quien los clavaba sobre la verdad. Nunca había barajado la posibilidad de que Lady Scarlet estuviese implicada en el caso. ¿Pero qué sentido tendría organizar una fiesta en torno a un pudin que ella misma robaría? Seguía fallando algo y esperaba que la mayordoma resolviese mi duda; pero no estaba de acuerdo conmigo.

    - Me temo que esta conversación se ha terminado -nada más decir esto último, Sakuya desapareció sin más.

    ¡Maldición! ¡Ha escapado! Ha debido de usar su habilidad para huir del interrogatorio, lo que la hace todavía más sospechosa. Y ni siquiera había abarcado ciertos detalles como que en algún momento tuvo que ver los rastros de caramelo, o que al limpiar las habitaciones se encontrase con el desastre del dormitorio de Meiling. Lo que más me confunde del caso es el orden de los acontecimientos, en el momento que pueda ordenar los hechos el caso se esclarecerá.

    Pero ahora el hilo que estaba siguiendo se ha cortado y debía seguir investigando desde otros puntos de vista. Repasando a las sospechosas, aún quedaban dos personas a las que no había interrogado: las vampiresas Flandre Scarlet y Lady Scarlet. ¿Pero dónde estarían? Cuando nos separamos, Flandre se fue a registrar las habitaciones y Lady Scarlet... Ella se había ido a buscar a Sakuya, pero la encontré en la dirección contraria por la que se fue. ¿Realmente tenía la intención de buscar a la criada o solo fue un error casual?

    En cualquier caso, tenía que interrogar a alguna de las dos Scarlet y lo más probable es que siguieran en el Ala Oeste. Sin más preámbulos volví a la zona de los dormitorios. Durante mi regreso me fijé que la entrada a la cocina era bastante alta, un poco menos de el doble de alto que yo, calculé que sería de unos tres metros aproximadamente. Me llamó la atención porque la entrada a la biblioteca la recordaba bastante más baja, diría que era un metro menor. Desde luego prefería la amplitud, sin duda era mucho más cómodo andar por los amplios y elegantes pasillos del Ala Oeste que por los angostos corredores del Ala Este que casi parecían túneles.

    Iba a subir las escaleras que llevaban al piso superior cuando una voz me llamó detrás mía.

    - Disculpe, ¿es usted la señorita Holmes? -se trataba de un hada mayordoma. Su estatura era la mitad de un humano adulto medio y llevaba su pelo castaño recogido en un moño. No ocultaba sus alas transparentes, lo que evidenciaba su origen mágico. Por lo visto, la única mayordoma humana de la Scarlet Devil Mansion era Sakuya.

    - Esa misma soy yo. ¿Necesita algo?

    - Tengo un mensaje para usted, es de Lady Scarlet. Desea que se reúnan en sus aposentos privados lo antes posible. Esto... ¿Sabe el camino? -obviamente lo negué. La sirvienta suspiró, no parecía ser un hada muy entusiasta con su trabajo-. De acuerdo, sígame.

    ¿Así que ahora Lady Scarlet quería verme? Tenía la sensación de que ésto tenía algo que ver con mi reciente conversación con Sakuya. Llegamos a la zona de los dormitorios y atravesamos el eterno pasillo hasta llegar al final. Al fondo del todo había un par de puertas escarlata que calculé que medían unos dos metros de alto y dos y medio de ancho. En la parte superior había un relieve de un murciélago con las alas extendidas.

    - Aquí es. Lady Scarlet la espera dentro -sin decir nada más, se fue.

    Estaba sola frente a los imponentes portones. Al aproximarme noté que la madera emanaba un ligero aroma a sangre. Giré el frío pomo y entré a los aposentos de la vampiresa. La vista era espectacular: lo primero que me llamó la atención fue la enorme cama carmesí con un visillo rodeándola, luego me fijé en los elaborados ornamentos de los muebles, de las columnas que había a cada esquina de la habitación y de los marcos de los cuadros. Sobre los cuadros, varios eran oscuros retratos de antepasados que desconocía; pero el más llamativo era el que estaba al fondo, el más grande de todos, el que representaba a Lady Scarlet en un trono bañado por la luz de una luna escarlata. ¿Así que esa era la temible apariencia que tenía en el pasado? Hace honor a las historias de terror sobre vampiros.

    En el centro de la habitación había una alargada mesa de caoba y, al otro lado, estaba sentada Lady Scarlet junto con Sakuya Izayoi que permanecía de pie a su sombra.

    - Muchas gracias por venir, ha sido bastante rápida. Odio las esperas -insinuó Lady Scarlet.

    - Lady Scarlet, si no necesita nada más me retiraré -sugirió su sirvienta.

    - Sí, sí. Has hecho muy buen trabajo. Puedes irte -respondió flexionando la mano en dirección a la salida.

    Sakuya se fue en silencio, no sin antes echarme una mirada llena de odio.

    - Por favor, siéntate -pidió Lady Scarlet en cuanto su mayordoma cerró la puerta. Solo quedaba una silla libre situada en el extremo más alejado del que se encontraba la vampiresa, la conversación guardaría bastante las distancias-. Estoy segura que habrá intuido sobre el tema del que me gustaría hablarle.

    - El caso del pudin robado.

    - ¡Oh, no querida! De eso llevamos hablando toda la noche. No, ¡no! -apoyó los codos sobre la mesa-. Tengo entendido que hace muy poco ha estado interrogando a mi empleada favorita. Me ha comentado que ha estado haciendo preguntas bastante... incómodas.

    - Mis interrogatorios no están pensados para que sean agradables.

    - Ya, entiendo. Usted es detective, le interesa más lo práctico; no se lo voy a discutir, es algo respetable. No obstante, aquí, en la Scarlet Devil Mansion, hay ciertas cosas que no toleramos y una de ellas son las acusaciones infundadas. Y permítame decir, señorita Holmes, que no ha sido de mi agrado oír las palabras que me ha transmitido Sakuya. Si bien he de disculparme de su parte si la ha ocasionado alguna falta de respeto, también me gustaría que retirase su acusación.

    - ¿Es que acaso algo de lo que le dije es erróneo? -Lady Scarlet torció el gesto.

    - Ambas somos lo suficientemente perspicaces como para denotar que ninguna de nosotras determina las cosas por azar. De ahí el origen de mi malestar. ¿O acaso piensa que no sé que está sospechando de mí? Tengo la certeza de que, en su mente, debe de tener la teoría de que todo este evento ha sido una ardid para encubrir un delito que probablemente he cometido yo con la ayuda de Sakuya. ¿Estoy en lo cierto? -explicó mientras mostraba una perversa sonrisa.

    - Tengo muchas teorías; pero sí, una de ellas es esa misma. Quizás si dejasen de ocultar cosas y respondiesen con la verdad desde el principio no tendría que plantearme ciertas posibilidades.

    - ¡Oh! Señorita Holmes, ¿acaso hay algo de lo que hemos hablado esta noche que haya sido mentira? ¿Pone en duda la veracidad de mi palabra? ¿La verocidad de mi persona? Me duele, señorita Holmes, me duele mucho -aclamó posando su mano derecha en el corazón de manera muy teatral.

    - Una mentira no solo abarca la negación de una verdad, también la omisión de la misma. Puedo asegurar que nada de lo que ha dicho sea mentira, ¿pero se podría decir lo mismo de lo que conoce? ¿Podríamos afirmar que desconocía el hecho de que el pudin iba a ser robado? ¿Que usted, que le gusta tener el control de la situación, no sabía del enorme charco de caramelo ubicado en el corredor principal, con sus respectivos rastros? ¿Que alguien había entrado en la habitación de Meiling y había colocado pruebas falsas?

    La vampiresa soltó una carcajada, después volvió a apoyar los codos y entrelazó los dedos.

    - Holmes, me halaga que piense que conozco absolutamente todo lo que ocurre en mi mansión, por desgracia no es así. De haber sido como dice, nadie habría robado mi pudin.

    - ¿Y si todo fue organizado por usted, Lady Scarlet? -la cara de la vampiresa se puso seria-. ¿Y si todo fue un montaje para encubrir el robo de su propio premio?

    - Es una acusación bastante desagradable, no me gusta lo que insinúa.

    - Pero no lo desmiente.

    - No necesito desmentir algo que no ha pasado. Le pedí que investigase el robo del pudin, no que metiese las narices en falsos incidentes.

    - No puedo omitir ningún detalle si está involucrado con el caso que nos concierne. Si quiere que, según usted, prosiga con la verdadera investigación, ¿qué le parece si me explica por qué Sakuya dijo que el pudin lo transportó usted?

    - Creo que ya le dijeron que fue un simple desliz. Le da demasiada importancia a las cosas triviales.

    - A mí no me pareció nada trivial. Si Sakuya la nombró es porque algo haría antes de que el pudin llegase a la biblioteca.

    La vampiresa suspiró antes de volver a hablar.

    - De acuerdo, usted gana. Sí, sí hice "algo". Verá... ¿Le he comentado lo grande que era ese pudin? Pesaba muchísimo, una sola persona no podría llevárselo así que le eché una mano a Sakuya. Eso es todo, ¿contenta?

    - No del todo. Si es cierto lo que dice, ¿por qué Patchouli solo nombró a Sakuya pero no la mencionó a usted?

    - Muy sencillo, cuando llegamos a la biblioteca le dije a Sakuya que se encargase del resto del trayecto, tenía otras cosas que hacer.

    Aquello me pareció un poco irresponsable por su parte; pero mi opinión no influía en el caso, había algo que todavía no me estaba contando.

    - ¿Y cómo pudo transportar ella sola el pudin si pesaba tanto?

    - Supongo que detendría el tiempo o algo así, el cómo lo hizo no me importa.

    - Ya... Claro. ¿Puedo hacerle una pregunta?

    - ¿No lleva haciéndolo toda la noche? No pregunte tonterías.

    - ¿Está segura que fueron directamente de la cocina a la biblioteca? ¿No fueron a ningún otro lado antes?

    - No, absolutamente no. ¿Adónde llevaríamos el pudin si no fue allí? -la vampiresa sonrió, pero no estaba muy segura a qué se debía exactamente.

    - Pues no sé... Hay muchos sitios en esta mansión... ¿Qué le parece, por ejemplo, su habitación? ¿No pudo haberlo traído hasta aquí? -su sonrisa se intensificó.

    - Podría ser, sí. No es imposible. ¿Pero para qué querría traerlo hasta aquí?

    - ¿Para comerlo, quizás?

    La vampiresa no pudo contener más la risa, empezó a reírse a carcajada suelta. Era un tanto extraño... ¿Qué tenía todo esto de divertido?

    - ¡Ja,ja,ja! Es usted increíble, señorita Holmes. Sin tener absolutamente ni idea consigue sacar teorías realmente sorprendentes. Ya me he divertido mucho, ha sido entretenidísimo. Lo mejor de la noche, sin duda -me quedé con cara de idiota. ¿De qué estaba hablando?-. De acuerdo, de acuerdo. Ya no la haré sufrir más, le daré una pista: sí, subí el pudin a mi habitación y sí, comí una buena porción. Pero antes de continuar quiero hacerle una pregunta, ¿cómo es que sospechaba que no fuimos directamente a la biblioteca?

    Me quedé a cuadros. Lady Scarlet era una persona sorprendente, desde muchos puntos de vista. ¿A qué venía esta confesión tan súbita? ¿Qué pretendía con esta reunión? ¿Por qué Sakuya me había ocultado tanta información si luego su señora parecía no importarle lo más mínimo revelar la verdad? No entendía nada, este caso era cada vez más y más raro. ¿Entonces Lady Scarlet era o no culpable del robo? ¿Lo sería Sakuya? ¿Me he estado equivocando todo el rato? ¿Las culpables serían realmente Flandre y Meiling? ¿O tal vez Patchouli y su ayudante, Koakuma? No estaba segura de nada, pero al menos sí podía responder a su pregunta. Había una razón por la que estaba segura de que el pudin no habría entrado a la biblioteca, no sin haber sido modificado antes al menos.

    ¿Por qué el pudin no fue directamente de la cocina a la biblioteca?
     
    Última edición: 27 Marzo 2017
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  12. Threadmarks: Capítulo 9 - El sótano del arcoíris
     
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    CAPÍTULO 9 - EL SÓTANO DEL ARCOÍRIS

    Lady Scarlet me miraba desde su asiento expectante, disfrutando de mis reacciones, como si fuese parte de un espectáculo. Pero ya era hora de salir del escenario y rebelarse contra la guionista.

    - Cuando venía de camino a su habitación, hubo un detalle que me llamó la atención: la altura de las entradas a cada estancia de la mansión. Al principio solo atrajo mi atención porque la altura era distinta en las puertas del Ala Oeste y las del Ala Este, simple curiosidad; pero si aplicamos esta observación al caso, se puede apreciar que sí fue determinante a la hora de transportar el pudin.

    - ¿En qué sentido?

    - En el de la altura, Lady Scarlet. La entrada de la cocina mide unos tres metros aproximados, mientras que las de las habitaciones son de dos metros y medio y la de la biblioteca de dos metros.

    - En realidad todas las puertas de las habitaciones miden solo dos metros si mal no recuerdo, salvo la mía que es más grande que las demás -la vampiresa se acomodó en el asiento-. Ha estado tomando medidas, bien. ¿Pero qué importan en este asunto?

    - Patchouli me explicó que, según sus cálculos, el pudin debía medir 2,4 metros. ¿Entiende ya la incongruencia?

    - No, explíquese mejor, mi intelecto no alcanza ese nivel de deducción -dijo con voz inocente.

    Lady Scarlet era una persona muy sagaz, pero cuando quería sabía hacerse muy bien la tonta. ¿Es que realmente no sabía lo que quería decir o es que disfrutaba oyendo mis teorías? A pesar de ser la dueña de la mansión y aparentar ser tan refinada y exquisita, su verdadera personalidad no se distanciaba mucho del de una chiquilla caprichosa muy problemática.

    - De acuerdo. Si realmente el pudin se hubiese llevado directamente de la cocina a la biblioteca habría sido imposible que entrase por la puerta, pues la altura del pudin era mayor que el de la entrada. Por lo tanto, no habría sido posible llevarlo sin antes haber modificado su tamaño -Lady Scarlet se quedó callada, mirándome complacida. Esperé que dijese algo, pero siguió en silencio. El incómodo silencio me obligó a continuar-. En conclusión, lo que pasó fue que Sakuya y usted se llevaron el pudin al interior de esta habitación y cortaron la parte superior lo suficiente como para que entrase. Ya que lo habías cortado, decidiste guardar esa parte para ti misma y así ser la primera en probarlo. Después bajasteis a la biblioteca y se lo disteis a Patchouli como si nada hubiese pasado.

    Ahora sí, Lady Scarlet aplaudió, su obra de teatro había terminado.

    - ¡Muy bien! ¡Ha sido magnífico! Pero... hay un pequeño detalle en el que te has equivocado -afirmó con orgullo.

    - ¿Cuál? -esta vampira nunca dejaba de sorprenderme.

    - El pudin no pude cortarlo dentro de la habitación, sino fuera. Aunque la entrada mide dos metros y medio, eso no bastaba para que entrase del todo. Parece que olvidó que entre la base del carro donde se transportaba el pudin y el suelo hay cierta distancia, no muy considerable, pero la justa como para superar los dos metros y medio. Para arreglarlo, depositamos con cuidado el pudin en una bandeja gigante y la deslizamos hasta el interior de mi habitación. De hecho, la bandeja la he ocultado bajo mi cama. ¿Quiere verla?

    - No... Creo que no será necesario -me quedé estupefacta. Pasar por alto un dato tan importante era una vergüenza.

    No podía permitirme semejantes errores, los errores son los que consiguen que los criminales se salgan con la suya. Lady Scarlet se percató de mi pequeña depresión y, como una niña arrepentida por su travesura, trató de animarme.

    - ¡Pero no se preocupe! Ha averiguado prácticamente todo lo importante, la verdad es que ha conseguido mucho más de lo que habría esperado de cualquier habitante de Gensokyo. Fallar en un detallito de nada tampoco es tan grave.

    - Los detalles son la clave en todos los casos. Subestimarlos sería un error fatal.

    La vampiresa no pudo encontrar respuesta a mis palabras, sabía que estaba en lo cierto.

    - Siento los inconvenientes que haya podido causar. En compensación responderé a cualquier pregunta que me haga -ofreció Lady Scarlet con arrepentimiento.

    - Quisiera saber... ¿Por qué ha estado ocultando todos estos datos si no ha robado el pudin? ¿Por vergüenza? ¿Culpa?

    Lady Scarlet reflexionó unos segundos antes de responder.

    - Porque era divertido. Usted, señorita Holmes, es la persona más divertida que ha pasado por la Scarlet Devil Mansion desde hace mucho tiempo.

    - ¿Y hay alguna sorpresa más que me esté ocultando?

    - Hmmm... La vida está llena de sorpresas. El propio hecho de la existencia de una sorpresa es en sí misma una sorpresa. ¿No perdería la gracia si se lo revelase?

    Incluso tras haber prometido ayudar con el caso, ella seguía con sus juegos. Era exasperante.

    - Da igual, fue una pregunta tonta. Continuando con el caso que nos atañe. ¿Hay alguna información que pueda aportar?

    - ¡Oh, no me diga eso, Holmes! ¿Se le han acabado las pistas? -parecía algo decepcionada.

    - No del todo, todavía podría hacer más cosas: revisar de nuevo las escenas, volver a interrogar a los sospechosos con los nuevos testimonios... Podría hacer muchas cosas, pero sería de agradecer si ayudase a acelerar la investigación.

    - La detective tiene prisa. ¿Se le enfría el té? -me dijo burlona.

    - No me va mucho el té, prefiero el café.

    - ¡Qué pena! Y yo que la iba a ayudar mientras tomábamos un buen Darjeeling.

    - Podemos hablar sin té.

    - Y podemos tomar té sin hablar.

    Mi paciencia se estaba agotando. ¿Cuánto tiempo más tenía que perder para sacar algo útil?

    - En ese caso parece que no puede compartir ningún dato de utilidad. Hay un crimen que requiere mi atención, si me disculpa -hice el ademán de levantarme. Antes de que me fuese definitivamente, Lady Scarlet intervino.

    - ¡No se vaya tan rápido, por favor! -no podía dejar escapar a su juguete de esta noche, quería disfrutar de mi compañía un poco más. Suspiró antes de volver a hablar-. Aunque quisiera ayudarla, no sé nada más. Es a mí a quien han robado, si supiese quién es la culpable la habría castigado en persona.

    - En definitiva, no puede ayudarme -me era difícil decir quién estaba más decepcionada.

    - Me temo que no... Pero bueno, al menos dígame, ¿qué le ha parecido la mansión? Con tanta vuelta ha debido de recorrerla de arriba a abajo.

    - No del todo, sólo he visitado los lugares concernientes al caso. No he entrado a todas las habitaciones ni tampoco he bajado al sótano.

    - Que viene a ser lo mismo.

    - ¿Qué quiere decir? -me preguntaba a qué se refería con "lo mismo".

    - ¡Ah! ¿No lo sabe? El sótano es la habitación de Flandre. ¿No se lo dije cuando estuve explicando la distribución de las estancias de la mansión?

    - No, no lo recuerdo. Es un detalle bastante interesante -en realidad no era solo "bastante interesante". ¡Aquello abría un enorme abanico de posibilidades! Era evidente que mis sospechas se acababan de centrar en la menor de las Scarlet-. Creo que no estaría de más echar un vistazo a su habitación/sótano.

    - Dame un segundo.

    De algún lado de debajo de la mesa sacó una pequeña campanilla metálica que hizo tintinear. Al instante apareció Sakuya a su lado.

    - ¿Qué quería, mi señora? -manifestó la mayordoma.

    - Por favor, busca a Flan y dile que venga un segundo.

    - Enseguida la traigo.

    Y así como vino, se fue. Tener una sirvienta así facilitaba mucho las cosas, aunque tras mi charla con ella me daba algo de miedo. Lady Scarlet no debía de preocuparse mucho por su seguridad con semejante compañía. Mientras esperábamos a la llegada de su hermana seguimos hablando un poco más.

    - ¿Y cómo es que tu hermana vive en el sótano? -tenía curiosidad, no es lo común dejar a los familiares queridos en la zona más oscura y recóndita de tu casa. ¿Las Scarlet se llevarían mal o es que Flandre era una de esas góticas que aman la oscuridad?

    - Bueno... Ese es un tema algo difícil de explicar... -se recostó sobre el respaldo de la silla y, aunque no la vi, deduje que había cruzado sus piernas-. La mayoría piensa que la encerré para sellas un poderoso poder, para evitar que el mundo corriese peligro. También las hay quienes dicen que la encerré por despecho y empiezan a soltar comentarios sobre lo mala hermana que soy. Todas se equivocan.

    - ¿Entonces por qué lo hizo?

    - Lo hice para protegerla de si misma, no estaba preparada para lo que se encontraría en el exterior. Porque sé cómo es, la encerré el tiempo que fuese necesario hasta que llegase el día en el que su personalidad se estabilizase, aunque pasasen 495 años... -se quedó cabizbaja, mirando apesadumbrada al vacío de la mesa. Al poco rato, volvió a subir la mirada y recuperó su sonrisa-. Pero eso ya es parte del pasado. Lo importante es que cualquier decisión que tomo, por muy dura que sea lo hago porque la amo, al igual que a todas y cada una de las que residen en mi mansión.

    Escuché toda su historia con plena atención. Sus palabras expresaban mucha historia oculta, muchos sentimientos reprimidos. Lady Scarlet era mucho más compleja de lo que cualquiera podría pensar, me sentía afortunada de que se hubiese abierto conmigo. Mi opinión sobre ella había cambiado.

    - Aunque por mucho que las quiera seguiré quedándome con la mejor habitación de la mansión. ¡Jajajajaja! -reía altanera. Retiro lo dicho.

    Pero era cierto que esta era la mejor habitación, digna de una reina. Y sin embargo, caí en la cuenta de un curioso detalle.

    - Ahora que me fijo. Lady Scarlet, hay algo que pensé que habría en su habitación.

    - ¿El qué?

    - Un ataúd -la vampiresa me miró extrañada-. ¿Acaso no son ciertas las historias de vampiros? ¿No dormís en ataúdes, os quema la luz solar y teméis a la plata?

    Lady Scarlet rió con ganas. Cuando se le pasó el ataque de risa me respondió.

    - ¡Jajaja! ¡Qué tonterías! ¿Para qué iba a querer dormir en un incómodo ataúd teniendo una enorme y blandita cama? Vale, es cierto que no podemos exponernos al sol ni tocar cosas de plata, por eso prefiero el oro. ¿Pero ataúdes? ¡Eso fue hace siglos, hay que modernizarse!

    En parte sentí como si se me hubiese caído un mito, aunque si bien era lo más lógico del mundo.

    - ¿Y qué hay del ajo y las estacas?

    - El ajo simplemente no me gusta. Y las estacas... bueno. ¿Quién no moriría con una estaca clavada en el corazón?

    Antes de que mi imagen sobre los vampiros se destruyese por completo, las puertas de la habitación se abrieron bruscamente golpeando la pared.

    - ¡Ya estoy aquí! -anunció Flandre-. ¿Querías algo, hermanita?

    - Sí. A la señorita Holmes le gustaría visitar tu habitación, si eres tan amable de acompañarla.

    De pronto la gran sonrisa que traía la pequeña se esfumó de un plumazo. Estaba claro que no le hacía mucha gracia que fuese a su habitación. ¿Por qué? Mi curiosidad por ver su habitación se acrecentó. Iba por buen camino.

    - De... de acuerdo. Pero antes tengo que hacer una cosa. Espérame en el corredor principal, porfi -rehuyó Flandre con notable s nervios.

    - ¿Y por qué no vamos juntas? Así no tendremos que esperar -sugerí. Si había algo que tenía que hacer sin que nadie la viese era de mi incumbencia.

    - Eh... Esto... -miró a ambos lados tratando de buscar nuevas excusas-. ¡No! Mejor voy sola, iré más rápido así.

    Antes de que pudiese responderla, se marchó volando. Yo me quedé en mi sitio mientras veía cómo se alejaba por el corredor del Ala Oeste y bajaba las escaleras.

    - ¿No vas a perseguirla? -me preguntó Lady Scarlet a quien había pillado de sorpresa la reacción de su hermana.

    - Sí, pero si saliese corriendo detrás de ella ya no haría lo que sea que tenga que hacer. Prefiero perder unos segundos de ventaja y dejar que se confíe para pillarla con las manos en la masa cuando menos se lo espere.

    - Entonces no deberías dejar pasar ni un segundo más o las evidencias acabarán desapareciendo -nada más decir eso, me dirigí a la puerta, pero antes de irme me dedicó unas últimas palabras-. ¿No le parece curioso cómo se desencadenan los acontecimientos? Es como si fuese obra del propio destino.

    Me di la vuelta, a Lady Scarlet le parecía divertida aquella frase. No entendí qué quería decir; pero no tenía tiempo para reflexiones, debía alcanzar a Flandre antes de que fuese demasiado tarde. Salí a toda prisa de los aposentos de Lady Scarlet, recorrí todo el Ala Oeste cruzándome con Meiling que aún seguía guardando la entrada a su habitación con los ojos como un búho, bajé las escaleras y me paré en la encrucijada. ¿Adónde habría ido ahora? Lo más lógico es que haya ido al sótano, si quedaban pruebas de su posible crimen era muy probable que quisiera ocultarlas.

    Justo cuando iba a ir al Ala Este alguien tocó mi hombro derecho desde mi espalda. Me giré de un salto, cuando reconocí quién era me relajé.

    - Hola, Sakuya. ¿Ha visto a Flandre?

    - Lo cierto es que sí. La he visto planeando hace muy poco hacia el salón.

    - ¡Muchas gracias!

    - ¡Espere un mo...!

    No hice caso a la llamada de la sirvienta, tenía algo más urgente que hacer. ¿Pero por qué iría Flandre al salón? Las respuestas las encontraría allí, así que dejé de pensar en ello. En el salón había más gente que cuando me fui, probablemente la mayoría de los que fueron a investigaron volvieron con las manos vacías o tal vez se había cansado de jugar a ser detectives. Aunque vi muchas caras conocidas, y otras muy molestas a las que preferí evitar, no veía por ningún lado a Flandre.

    ¡Ahí! La encontré situada al fondo del escenario. Parecía que estaba hablando con alguien que se ocultaba detrás de las cortinas. Me acerqué sigilosamente hasta su posición mientras agudizaba mi oído con esperanzas de escuchar la conversación.

    - ¡Ya lo sé, pero si hago algo acabarán sospechando! ¡Y ya no queda tiempo! En cualquier momento vendrá Holmes y si nos ve hablan... -de pronto se dio la vuelta. ¡Maldición! Me había visto. Interrumpió el diálogo en el acto e hizo como si estuviese hablando sola-... y creo que las cortinas habrían quedado mejor si fuesen moradas. No, mejor púrpura. ¡Ah! ¡Hola, señorita Holmes!

    No sabía cómo reaccionar. Era tan... evidente, sobreactuado, falso. ¿En serio pensaba que me lo tragaría?

    - Ya... Hola. ¿Con quién estabas hablando, Flandre?

    - ¿Yo? No hablaba con nadie, solo estaba pensando. Pienso en voz alta, mi hermana dice que despeja la mente -se justificó improvisadamente.

    - Tu hermana dice muchas cosas -no iba a insistir en preguntar sobre la persona que estaba tras la cortina, no diría nada. Eché un vistazo al lugar donde debería estar su interlocutora, pero ya no había nadie-. En fin, ¿vamos ya a tu habitación?

    - Eh... ¿Y no quieres antes hablar un poco? ¡Todavía queda algo de picoteo en las mesas!

    - Buen intento. Vámonos.

    - Jo... -se lamentó Flandre.

    Había quedado claro que Flandre actuaba sospechosamente. Estaba convencida de que ella estaba implicada en el robo, aunque no sabía muy bien qué papel tenía exactamente. Lo que sí estaba claro es que no podría haber robado el pudin ella sola, había un motivo que imposibilitaba el hecho de que el robo sólo hubiese sido ejecutado por Flandre. Tenía la teoría de que ella era solamente la cómplice de la verdadera culpable, pero no tenía aún pruebas sólidas que lo demostrasen. Para eso íbamos a su habitación.

    Estaba concentrada en mis pensamientos cuando me choqué contra el hombro de alguien. Me di la vuelta para disculparme, pero la persona con la que había chocado no dijo ni una sola palabra ni se volteó, solo siguió su camino. No pude ver absolutamente nada de su cuerpo, todo estaba tapado por un vestido con capa, unos guantes, una medias, unos zapatos y un estrambótico sombrero cónico con la punta caída hacia atrás; todo ello negro, a excepción de un lazo blanco que portaba en el sombrero.

    Aquella extraña persona se confundió entre la gente y cuando me quise dar cuenta había desaparecido. Me olvidé del misterioso personaje y continúe mi camino al sótano junto con Flandre.

    - ¿Por qué no querías que fuese al sótano? Es decir, a tu habitación -pregunté mientras recorríamos el Ala Este.

    - Porque... ¿está sucia?

    - ¿Eso ha sido una respuesta o me lo estás preguntando?

    Flandre no contestó, no sabía qué decir. Parecía que se encontraba en un buen apuro. Podía intentar meter más presión, pero cuando fui a hacerlo nos detuvimos delante de unas siniestras escaleras que descendían a las tinieblas. El interrogatorio podía esperar.

    - Es aquí -señaló Flandre-. ¿Seguro que quieres bajar? Está todo descolocado y no hay nada interesante.

    - Me gustan las cosas poco interesantes, me resultan interesantes.

    - Dice cosas muy raras, señorita.

    - También me gustan las cosas raras. Bajemos.

    Totalmente decidida, bajé las escaleras que nos llevaban a un mar de oscuridad. Mis ojos se acostumbraron a la penumbra cuando bajamos el último escalón. Ante mí se alzaba un puerta de piedra tallada con unos bonitos detalles de rosas. Al otro lado de esa puerta estaban las respuestas a la implicación de Flandre en el robo. Tiré del pesado tirador y pasamos a la oscura habitación. En cuanto pusimos un pie, las velas de la lámpara se encendieron solas por arte de magia.

    La cálida luz descubrió una fría habitación redonda que escondía el lamento de un alma atormentada. Presidiendo la habitación había un ataúd negro con algunas florituras doradas, a la izquierda y a la derecha había sendos muebles repletos de muñecas de aspecto antiguo y peluches desgastados, algunos incluso despeluchados y rajados. También había colgados sin orden aparente algunos cuadros de paisajes que desconocía y varios dibujos infantiles con unos elementos algo tétricos. Al fondo había una cama violeta con un par de cortinas rojas desplegadas que impedían ver lo que había tras ellas.

    Las baldosas del suelo tenían el mismo patrón que el de mi vestido: cuadrados púrpura intercalados por cuadrados negros. Quien diseñó la habitación tenía buen gusto. Avancé un poco por la habitación y me fijé en más detalles. Por el suelo había desperdigados piezas de algunos juguetes, cuadernos con anotaciones y garabatos y hojas rotas, incluso vi un tablero de ajedrez. Seguramente todo eso provenía del baúl que estaba aparcado a un rincón de la habitación. También había algunas cajas desordenadas y una vitrina que encima tenía unas figuritas de arcilla. Al otro lado de la habitación quedaba una estantería con tres cajones y una mesilla pequeña con otro cajón.

    Había muchos muebles, pero no iba a necesitar registrarlos todos.

    - Sea lo que sea, veamos qué has estado escondiendo en tu habitación. Solo éste puede ser tu escondite.

    ¿En qué lugar ha podido esconder Flandre las pruebas?
    Pregunta extra: ¿Por qué Flandre no pudo haber cometido el robo ella sola?
     
    Última edición: 15 Marzo 2017
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  13. Threadmarks: Capítulo 10 - Una bruja en la biblioteca
     
    Angelivi

    Angelivi Bruja ordinaria

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    Hatate Holmes y el caso del pudin zampado [Touhou]
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    CAPÍTULO 10 - UNA BRUJA EN LA BIBLIOTECA

    Antes de que Flandre pudiese objetar, abrí el sospechoso ataúd negro. Estaba claro que debía haber algo escondido ahí dentro. Si estuviésemos hablando de vampiras normales el ataúd habría formado parte del típico decorado, pero recuerdo claramente que Lady Scarlet me dijo que ellas no dormían en ataúdes teniendo camas. Mis sospechas se confirmaron al descubrir el interior empapado de caramelo y con un plato que contenía lo poco que quedaba del pudin original. Miré a Flandre, ¿cómo explicaría esto?

    - ¿Seguirás diciendo que no robaste el pudin?

    - Yo... ¡No, claro que no! ¡Yo no toqué el pudin en ningún momento! -exclamó Flandre a la defensiva.

    - ¿Cómo que no? ¿Y qué hace aquí este plato? ¿Por qué está empapado de caramelo? -inquirí señalando el interior del ataúd-. Reconócelo, participaste en el robo. Las pruebas te delatan.

    - Eh... Sí... pero... no... pero... sí... ¡Aaaaah! -la pequeña se llevó las manos a la cabeza y se quedó en cuclillas. Ahí estaba el peso del arrepentimiento.

    - Hiciste mal en robar el pudin, pero todavía estás a tiempo de corregir tus errores. ¿Quién te ayudó a robarlo?

    Flandre alzó la mirada y se levantó. Ladeó la cabeza como si no hubiese entendido la pregunta.

    - ¿Ayudarme? ¿Qué quieres decir?

    Extraña pregunta, no sabía si se estaba haciendo la tonta o si realmente no sabía a qué me refería, lo cuál sería un tanto ilógico si realmente ella robó el pudin.

    - Tú sola no pudiste llevártelo, era demasiado pesado para una sola persona, y más aún para una niña. Siempre lo han transportado dos personas, y si tú eras una de ellas, ¿quién era la otra?

    - Oh, ahora que lo dices, es verdad. También éramos dos personas cuando China y yo llevamos el pudin al principio. Aunque en realidad soy más fuerte de lo que parezco -añadió.

    - ¿Eso quiere decir que afirmas que fuiste la cómplice de Meiling?

    - ¡No! Por favor, no la metas en esto, ella no tuvo nada que ver -saltó Flandre alterada.

    - ¿Ah, no? ¿Entonces quién fue? -no obtuve respuesta, era hora de presionar un poco-. ¿Fue tu hermana? -nada-. ¿Sakuya? -silencio-. ¿Patchouli? -muda-. ¿Koakuma? -seguía igual-. ¿Así que sí que fue Meiling?

    Solo conseguí como respuesta un cabeceo negativo. No quería decirme la verdad por alguna razón. ¿A quién estaría encubriendo? ¿Y por qué?

    - Vamos, Flandre. Si no dices nada toda la culpa recaerá sobre ti. ¿Eso es lo que quieres?

    - ¿La culpa sobre qué?

    - Sobre el robo del pudin, ¿sobre qué iba a ser si no?

    - Ah, pero no me pueden castigar por algo que no he hecho.

    - ¿Cómo? -¿me estaba vacilando? ¡Era una mentira demasiado evidente! ¡Si estaba claro que estuvo actuando muy raro cuando dije de ir a su habitación. ¿Es que tenía alguna coartada preparada de antemano?

    - No he dicho en ningún momento que yo lo haya robado. Sí, vale, lo reconozco: colaboré con el robo. Pero yo no he robado nada, ¡lo juro! -explicó Flandre con algo de culpa en su tono.

    Aquella afirmación, si era cierta, destrozaría toda mi teoría. Si Flandre no participó en el robo del pudin directamente, ¿quería decir que fueron otras dos personas quienes lo hicieron? Demasiadas sospechosas, siguiendo esta hipótesis estaríamos diciendo que la mitad del personal de la Scarlet Devil Mansion habría sido partícipe del principal crimen: el robo. Entre todas las teorías que mi mente estaba elaborando, surgió una muy plausible en la que nadie era inocente...

    - Está bien, supongamos que te creo. ¿Qué papel desempeñaste? Porque si no es de ladrona, ¿de qué si no?

    - Bueno... Fui algo así como una colaboradora -alcé una ceja, Flandre entendió mi mensaje y se explicó mejor-. Yo solo tenía que encargarme de colocar algunas pruebas falsas, si conseguía desviar la atención tendría asegurada mi parte del pudin. ¡Pero me han dejado muy poco! -a pesar de su posición, aún se permitía el lujo de quejarse.

    - ¿Así que las pruebas falsas de la habitación de Meiling las colocaste tú?

    - Sí, así es -respondió cabizbaja-. ¡Eh! ¡Pero no todas las puse yo! ¡El plato y el vestido no fueron cosa mía! No quería que China cargase con toda la culpa así que, aunque me arriesgaba a perder mi porción de pudin, decidí poner pruebas muy sutiles. Me llevé en un vaso un poco de caramelo y lo dispersé con los dedos, por eso parecían finas salpicaduras.

    - Me imaginaba que sería algo así. Pensé que se usó una brocha o algo parecido, pero sacudiendo los dedos también se puede conseguir el mismo resultado. ¿Y qué más hiciste?

    - Nada más. Solo tenía que actuar como si no pasase nada y si surgía algún problema, solucionarlo.

    - ¿Tuviste algún problema?

    - No, no me necesitaron para nada más. No me dijeron nada más, así que supuse que todo iría bien.

    - ¿Y por qué decidisteis esconder el pudin en tu sótano?

    - Muy sencillo: mi habitación es la parte de la mansión por donde pasa menos gente, así que quedaron en que era el mejor escondite. Pasaría suficiente tiempo hasta que quien investigase el crimen llegase hasta aquí.

    - ¿Suficiente tiempo para qué?

    Flandre señaló el ataúd.

    - Para comerse el pudin.

    En ese momento entendí la jugada maestra de nuestras criminales. Habíamos estado siendo dirigidas de un lado a otro de la mansión, siguiendo el rastro de pistas falsas, creyendo que así conseguiríamos encontrar a la culpable; pero eso era lo que pretendían, durante toda la investigación las responsables estaban escondidas aquí, disfrutando del festín. Había encontrado a la cómplice que había estado colocando las pruebas; pero fue en vano. Si me hubiese dado cuenta de lo que tramaban, podría haber evitado que el pudin hubiese sido zampado. Ahora solo podía arrestar a las culpables y cerrar este caso, aunque aún no había descubierto su identidad.

    - Flandre, entiendes que después de todo lo que me has contado no te puedo dejar ir sin más, ¿verdad?

    - Claro, lo entiendo perfectamente, señorita. ¿Me va a castigar? -preguntó preocupada.

    - No, los castigos no son mi labor. Probablemente tu hermana se encargué de eso. De momento te quedarás a mi lado y no te separarás de mí bajo ningún concepto. ¿Entendido?

    - ¡Alto y claro, señorita Holmes! -exclamó la vampiresa llevándose la palma de la mano a la sien, como si fuese un saludo militar.

    - Entonces ya no tenemos nada más que hacer aquí. Volvamos al salón y repasemos todo lo que sabemos.

    Había interrogado a todas las sospechosas y ya había registrado todos los escenarios relacionados con el caso. Ahora tocaba reunir todos los datos recolectados y sacar conclusiones de las cuales podré continuar investigando. Sinceramente, había tenido la certeza de que Flandre robó el pudin, pero después de nuestra charla ya no lo veía tan claro. Dos personas estuvieron en el sótano comiéndose el pudin durante la investigación; pero había visitado a todas las sospechosas en algún momento de la noche. Por lo tanto, cabían tres posibilidades: uno, las culpables se dirigieron al sótano después de haber sido interrogadas; dos, ambas culpables no llegaron a estar en el sótano al mismo tiempo, sino que se fueron turnando para no levantar sospechas ni que se las pudiera relacionar; y tres, alguna de las culpables, o las dos, se trata de una persona que aún no hemos tenido en cuenta.

    ¿Qué hay de MK? ¿Y del resto de las sirvientas? ¿Y si participó alguna invitada? Si teníamos en cuenta a todas ellas, la lista de sospechosas se incrementaba potencialmente. No, antes de pensar en las posibles sospechosas hay que pensar en el móvil del crimen. ¿Por qué se querría robar un pudin? Para comérselo, eso había quedado claro en numerosas ocasiones. Si nos basamos en ese móvil podría haber sido cualquiera. ¿Para qué molestarse en robar algo que iba a ser repartido? Todos tendrían oportunidad de comer pudin, así que no existía la necesidad de robarlo para comerlo. Entonces, debía pensar en gula. Alguien quería el pudin para ella sola. ¿Quién podría ser tan glotona como para urdir un crimen tan complejo solo para saciar su hambre?

    Me llegó a la mente cierta dama fantasmal, si no recordaba mal ella estaba entre las invitadas. Aunque si los rumores son ciertos, ella no es del tipo de persona que usa artimañas para conseguir sus objetivos, es más... directa. No perdería nada si hablaba con ella, cabía la posibilidad de que alguna invitada hubiese visto a alguna de la Scarlet Devil Mansion actuando sospechosamente. Incluso cabía la posibilidad de que alguien viese a las culpables dirigiéndose al sótano. Era una opción que no podía ignorar.

    Llegamos al salón, los ánimos no estaban tan altos como antes. Muchas se habían dormido aburridas de esperar (o borrachas después de haber bebido una cantidad considerable de sake), otras estaban comiendo los restos que quedaban del banquete, unas pocas estaban causando alboroto y estaban gritando a las sirvientas para que las dejasen salir, también las había quienes se habían puesto a jugar y un trío de hadas estaban en el escenario, actuando como si fuesen vampiras o algo así. Por otro lado, había otra tengu alborotadora que estaba molestando a las invitadas mientras anotaba a toda velocidad vete tú a saber qué, hay cosas que es mejor ignorar.

    Arrodillada en el suelo, disfrutando de un poco de té, estaba Yuyuko acompañada de su ayudante Youmu. Bebía con toda la parsimonia del mundo, parecía que estuviese en un mundo completamente distinto, marginado del calor de la mansión. Se sentía un espectral frío...

    - ¡Eh, tú! ¡La de la falda a cuadros! -miré hacia donde provenía la voz, pero no vi a nadie, al menos nadie que pareciese estar dirigiéndose a mí-. ¡Tengu estúpida, que no soy tan bajita!

    Bajando la vista pude reconocer el origen de aquella estridente voz. Era una niña vestida de azul y blanco. Su pelo también era azul, aunque un poco más oscuro, y llevaba un lazo del mismo color. De su espalda salían seis estacas de hielo que hacían de alas. La conocía, y como para no conocerla: se trataba de Cirno, el hada de hielo.

    - Hola Cirno. ¿Qué quieres?

    - La rojiblanco me ha dicho que si te veía te dijese que fueses con ella urgentemente.

    - ¿La rojiblanco? -no sabía a quién se refería. ¿Momiji quizás?

    - Sí, ella -miré hacia donde señaló. Era la inspectora Hakurei, estaba buscando entre la gente con una impaciencia que denotaba urgencia. ¿Qué querría ahora? Podía estar relacionado con el caso, así que me permití perder un poco de mi valioso tiempo.

    - Muchas gracias, Cirno.

    - Siempre podéis contar con mi inestimable ayuda. Incluso ayudé a esa vampiresa cuando me pidió investigar el caso. Encontré algo muy interesante.

    - ¿Ah, sí? ¿Qué encontraste? -el hada despertó mi curiosidad.

    - ¡Aaaah! ¿Quién sabe? ¿No tienes que hablar con alguien? -contestó haciéndose la interesante.

    - Humm... Vale, pero luego me cuentas lo que has descubierto.

    Cirno me despidió con la mano, fui a hablar con la inspectora. Cuando me vio, apartó bruscamente a una youkai, tan fuerte que la tiró al suelo.

    - ¡Holmes, acompáñeme enseguida!

    - ¿Ha sucedido algo?

    - Aún no, por eso quiero que venga conmigo. Vamos a hacer historia.

    Antes de que pudiese hacer otra pregunta, la inspectora se apresuró hacia el corredor principal. No sería buena idea involucrar a Flandre en este lío, así que le dije que se quedase en el salón y que no se fuese de allí o la declararía culpable de todo, a lo que accedió sin rechistar. Después acompañé a la inspectora manteniendo su paso, casi a marchas forzadas.

    - ¿Al menos puede decirme adónde vamos?

    - A la biblioteca -respondió sin mirarme.

    - ¿Puede que haya ocurrido un milagro? ¿Ha encontrado un libro que le interese?

    La inspectora Hakurei se detuvo y me miró con odio.

    - Me gusta la lectura y no, no se trata de eso -continuó caminando, o corriendo, según se mire-. Una de las invitadas me ha informado que ha visto a alguien con ropajes oscuros, la descripción que me ha ofrecido encaja con el perfil de MK -esbozó una sonrisa de triunfo-. ¡Ya la tenemos! Vamos a atrapar a esa insidiosa alimaña y pondremos fin a su deleznable carrera criminal.

    - ¿Y dices que está en la biblioteca?

    - Sí, Holmes. Odio decir las cosas dos veces -giramos hacia el Ala Este.

    - No, si solo lo comentaba porque la biblioteca es enorme. Podría estar escondida en cualquier esquina.

    - No me subestime, detective autoproclamada. Mi refinado olfato la encontrará se esconda donde se esconda.

    - Siento desilusionarla, pero aunque los actos de un criminal sean sucios, tienen la costumbre de ducharse.

    - Muy graciosa. Ella no es una criminal cualquiera, apesta a magia. Cuando hay magia de por medio siempre hay un rastro.

    - Ya, lo que usted diga. Usted es la especialista -"aunque no la haya conseguido atrapar nunca" pensé.

    Empecé a dudar sobre la utilidad de esta caza, no me aportaría nada. Sin embargo, ver fracasar de nuevo a la inspectora era algo que valía la pena. No me vendría mal descansar un poco. Además, según cómo avancen los acontecimientos podría descartar a MK de la lista de sospechosas. Y tampoco me iba a engañar, tenía curiosidad por ver a esa ladrona de la que tanto se habla. ¿Qué aspecto tendría?

    Entramos a la biblioteca. Recorrimos un pasillo de la biblioteca que sospecho que escogió la inspectora al azar. Después viramos por otro pasillo, luego fuimos por la derecha, volvimos a girar a la derecha, avanzamos recto un buen trecho, luego torcimos a la izquierda, seguimos hasta el siguiente cruce y fuimos a la izquierda, luego a la derecha. Izquierda, izquierda, derecha, bajar escaleras, derecha, izquierda, derecha... Esperaba que la inspectora supiese por dónde íbamos, porque yo a esas alturas no sabría regresar por mi cuenta.

    - ¿Seguro que no se ha perdido? -pregunté harta de tanta vuelta.

    - Cáyese, Holmes. Estamos cerca.

    Seguí sus instrucciones un rato más, hasta que al final vi que no estábamos llegando a ninguna parte.

    - Yo creo que MK ya se habrá ido. ¿Y si regresamos?

    - ¡Ni hablar! Tiene que estar por aquí, lo presiento. Está muy cerca...

    Conocía la testarudez de la inspectora, podría seguir buscando hasta el amanecer, o incluso hasta el amanecer del día siguiente. Tenía cosas más importantes que hacer y ya no parecía divertido seguir a la inspectora Hakurei, suficiente descanso. Me di la vuelta y traté de recordar el camino recorrido... y me perdí. Pensé haber seguido el orden inverso de nuestro camino, pero cuánto más avanzaba más confusa me encontraba. Pasé por estanterías cuyos libros no me sonaban en absoluto haber visto antes y algunos de los pasillos parecían haber cambiado. Un extraño ruido me alertó, era como si estuviesen arrastrando algo pesado.

    Entonces lo comprendí: era imposible volver por el mismo camino porque esta biblioteca estaba viva. Por alguna razón las estanterías debían de estar moviéndose por voluntad propia, conformando los corredores que se les antojaba. ¿Sería obra de la maga Patchouli? Rendida por el laberinto literario, me dispuse a contemplar los libros hasta que me cruzase con alguien que supiese salir de aquí. Para matar el tiempo revisé algunos de los libros, aunque pocos me llamaban la atención. La mayoría hablaban de complejas teorías sobre las corrientes mágicas y sus propiedades. Hubo uno que sí consideré apto para mi lectura.

    Era un libro voluminoso, pero poco pesado. Era sonrosado y tenía como título "Vacaciones en la Luna". Hojeé todas las páginas rápidamente. No era un libro en sí, sino más bien un diario, con fotos y todo. Había imágenes de un cohete horriblemente feo, de Sakuya ayudando con la construcción de algo, del interior del cohete que parecía más bien una casa. También había algunas anotaciones al pie de las imágenes, pero no las leí. Me paré en una imagen más grande que el resto, en ella se veía un paisaje que no reconocía. El suelo era blanco y a lo lejos se veían unos árboles, era de noche pero se podía ver con claridad. Era una escena surrealista. En la foto aparecían Sakuya, Remilia y la inspectora Hakurei. Bajo la foto ponía: "Un pequeño paso para la vampira, pero un gran paso para su ego".

    ¿Estaban de broma? ¿Habían ido a la Luna? ¿Cómo era eso posible? Supuse que irían en aquel cohete, pero no parecía capaz de llevar a nadie a ningún lado. La inspectora nunca me había comentado aquel viaje, aunque tampoco es que hablemos mucho. Por lo visto habían ido cuatro personas, alguien tuvo que hacer la foto. ¿Pero quién fue? Seguramente sería Patchouli, la vi en alguna de las fotos, sería lógico que fuese ella. Más adelante se hablaba de Lunarians, Capital Lunar, invasiones y combates. Sentí que no debería haber visto eso, parecían datos peligrosos; pero eran a su vez tan interesantes...

    De pronto, vi la sombra de alguien pasando detrás mía, por fin podría salir de aquí. Me giré para ver a mi salvadora. No pude ver su rostro, estaba de espaldas, solo pude ver una capa y sombrero negros. Un momento... Aquella vestimenta me era familiar. ¿No fue la persona con la que me choqué en el salón?

    - Disculpe -la silueta negra aceleró el paso-. Perdone, quisiera hablar con usted. ¡Oiga! -cuando alcé la voz, la sombra misteriosa echó a correr.

    ¿Por qué se estaba dando a la fuga? Tuve un mal presentimiento. Tiré el diario y la perseguí por la biblioteca. Era veloz y torcía en cada esquina sin frenarse apenas, me estaba siendo difícil alcanzarla. Cuando creí estar tomando ventaja, una de las librerías comenzó a girar, obligándome a tomar otro camino. Seguí corriendo sin saber qué ruta debería tomar a continuación. Por suerte, el camino era de una sola dirección y a mi paso las estanterías iban cerrando los desvíos. En uno de los cruces me estampé contra alguien que iba corriendo. Un montón de folios y páginas salieron por los aires mientras que las dos caímos al suelo. Su sombrero cayó, dejando al descubierto un largo cabello rubio con una coleta, finalizada por un lazo verde, y unos ojos avellana. Por su cara parecía que le había dolido la caída, pero pareció olvidarse del dolor en cuanto vio un saco de cuero tirado a poca distancia.

    Rápidamente recogió el saco, que debía de pesar un poco, y continuó la carrera.

    - ¡Espera un momento! -me levanté lo más rápido que pude y reanudé la persecución.

    Empezaba a encajar las piezas: el vestido negro, el extraño comportamiento, la huida en la biblioteca... Era MK. Estaba siendo tan escurridiza como me habían contado, pero ahora su cazadora era distinta. ¡Diantres! ¿Por qué estaba haciendo el trabajo de la inspectora? Supongo que mi compromiso con la justicia me impedía dejar pasar de largo a esta ladrona, un criminal sigue siendo un criminal y ha de ser ajusticiada.

    Durante la persecución oí un silbato, de repente alguien se había puesto a gritar, extinguiendo el eterno silencio de la biblioteca.

    - ¡Alto! ¡Alto he dicho! ¡Queda arrestada en el nombre de la ley! -suena otro pitido-. ¡Deténgase inmediatamente!

    Mi camino se cruzó con el de la voz que poseía el pito. Era la inspectora Hakurei, que se había unido a la fiesta.

    - ¡Holmes, MK se ha ido por allí! ¡Vamos, es nuestra oportunidad!

    - ¿No me diga? ¡Y yo que estaba tranquilamente haciendo footing por la biblioteca! -insinué irónicamente mientras corría.

    Nuestra carrera acabó en el centro de la biblioteca. Patchouli estaba escribiendo sosegadamente en su escritorio cuando todas irrumpimos escandalosamente. La bibliotecaria se quitó sus discretas gafas y nos miró como si hubiese descubierto una plaga. MK estaba rodeada, por un lado estábamos la inspectora y yo, y por el otro, Patchouli. Miró a todas las direcciones, cual presa buscando una salida desesperadamente.

    - No tiene escapatoria, MK. ¡Entrégate ahora! -ordenó la inspectora.

    La ladrona nos dedicó una maliciosa sonrisa y chasqueó los dedos. Desde uno de los corredores vino volando una escoba que se detuvo entre sus piernas, lista para que se sentase y saliese volando, como hizo. Estando en el aire, MK nos dijo algo.

    - Ha sido una noche muy interesante, detective Holmes. Me lo he pasado genial viendo cómo iba resolviendo el caso, pero por desgracia me perderé el final. Ha sido un verdadero placer, estoy segura de que muy pronto nos volveremos a ver. Hasta entonces, tome, un pequeño regalito. Invita la casa. ¡Nos vemos!

    Lanzó un pequeño papelito y, cuando aún no había llegado a caer, sacó un extraño artefacto y apuntó hacia el techo. De pronto, como si hubiera invocado la furia de los dioses, un enorme rayo atravesó la bóveda y escapó por el gran boquete.

    - Qué fastidio... Otra vez tendremos que reformar el techo -se quejó la maga.

    Atrapé el papel al vuelo y leí su contenido. ¿Cuál sería el mensaje que dejaría una ladrona tras cometer su robo?

    Mira en tu bolsillo derecho.
    Y gracias por el pudin.❤

    "¿Gracias por el pudin?" ¿En serio fue ella la culpable? No, no puede ser, seguía faltando alguien. Aunque no había nada que señalase lo contrario, MK podía haber participado también en el robo, pero no sabía hasta qué punto. Era una lástima, ya no habría posibilidad de interrogarla. Pero lo que más me inquietaba era lo del bolsillo. Metí la mano y descubrí que había otra nota. ¿Cuándo...? En un segundo me respondí yo sola, fue en el salón, en nuestro primer encuentro. Leí lo que decía el segundo mensaje.

    ¿Qué importancia tiene el tiempo
    pudiendo ser omnipresente?

    ¿Era una adivinanza? ¿Una pista? Otra lunática a la que le encantan los juegos, fantástico. Mi intuición decía que la nota estaba relacionada con la mayordoma de la mansión; pero sacar conclusiones precipitadas siempre es un error, preferí reflexionarlo y dejarlo para más adelante. Además, aquí no podía pensar bien con cierta gruñona armando tanto jaleo.

    - ¡Esa bruja rastrera! ¡Será...!

    Por respeto a todos los lectores y lectoras omitiré los improperios, insultos y menciones a familiares que se dijeron en aquel momento. Se puede entender perfectamente si lo resumo todo en "la inspectora Hakurei estaba muy disgustada".

    - La derrota de hoy es la victoria de mañana. No se rinda, inspectora. Ya tendrá más oportunidades -traté de animarla en vano, pues lo que obtuve fue una furiosa mirada.

    - ¡Y usted no me hable! ¡No me hable! ¡También es culpable de que se haya escapado!

    - Vaya, ahora también soy culpable de que MK tuviese un artefacto de destrucción masiva que la ayudase a escapar. Cachis...

    - No me venga con sus ironías. Le recuerdo que estaba investigando un caso y se le acaba de escapar su culpable.

    - ¡Oh, no! No, no, no. Ella no tuvo nada que ver con nuestro caso, sus intenciones fueron muy distintas.

    - ¿Cómo?

    La inspectora no entendía lo que quería decir, pero yo ya había comprendido su papel en el crimen de esta noche. Solo se necesitaba reflexionar un poco sobre lo ocurrido para deducirlo fácilmente.

    ¿Cuál fue el verdadero objetivo de MK?
     
    Última edición: 22 Marzo 2017
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  14. Threadmarks: Capítulo 11 - Las vampiresas que miraban fijamente al pudin
     
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    Hatate Holmes y el caso del pudin zampado [Touhou]
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    CAPÍTULO 11 - LAS VAMPIRESAS QUE MIRABAN FIJAMENTE AL PUDIN

    - ¿No es evidente? ¡MK nunca estuvo interesada en robar el pudin gigante! -afirmé dando a entender que aquello podría saberlo hasta un niño pequeño.

    - ¿Entonces a qué ha venido si no? A pesar de todos los objetos valiosos que hay en la mansión, ella no es una ladrona a la que le mueva el dinero.

    - Y no fue dinero, sino sabiduría. Vino a robar los libros de la biblioteca.

    - ¿Y cómo sabe eso?

    - Pura casualidad, la verdad. Durante la persecución, accidentalmente me choqué con ella. Cuando ocurrió, un manojo de papeles salieron disparados por todas direcciones. ¿De dónde podría provenir tanto papel? Eran muchos libros para llevarlos en la mano, pero conseguí ver un saco de cuero donde, estoy segurísima, guardó toda su mercancía robada. Así pues, fueron los libros lo que le interesó desde el principio.

    La inspectora reflexionó lo que le acababa de explicar.

    - Creo que yo también la vi, cuando ascendió en su escoba a un lado llevaba un saco. Sí... puede ser -respondió sin estar aún convencida del todo.

    - Además, está la nota que nos dejó antes de la fiesta. ¿Se acuerda?

    - Sí, todavía la sigo teniendo -sacó la nota y la volvimos a leer.

    Tic, tac. Una luz abre la medianoche,
    Un hermoso premio se mostrará al público;
    pero esta noche todos se quedarán ciegos
    pues hoy seré la sombra que nuble su vista.

    ¿Podrás ver tras mi sombra?
    ¿O el trofeo cegará tu raciocinio?
    MK

    A estas alturas, el significado del mensaje estaba completamente claro.

    - MK quiso centrar nuestra atención en el pudin para que ella pudiese maniobrar con comodidad y poder robar así los libros sin que la obstaculizáramos. No fue más que una maniobra de distracción, simple pero efectiva.

    La inspectora contuvo la rabia, la entendía. Esta ladrona se sentía tan segura de sí misma que se permitía el lujo de revelar sus planes, había estado jugando con nosotras. Era como un nimio desafío intelectual organizado donde ella había sido la ganadora, aunque por poco. Tenía ganas de echarle el guante a esa mujer, pero ése no era mi trabajo. Yo me encargo de resolver los misterios y aquí ya no quedaba ningún misterio más que descubrir la localización de la criminal, cosa que no podría averiguar sin datos. Sería mejor dejárselo a la policía.

    - Pues ya que está todo resuelto, no me queda nada más por hacer. Iré al salón a esperar hasta que nos dejen salir.

    - ¿No me ayudará con el caso?

    - Paso, le dejo a usted los misterios que veo que le encantan. Mi turno ha terminado. Si me disculpa -me echó a un lado y se fue.

    Se la veía apesadumbrada, pero no podía hacer nada por ella. Después de ver el modus operandi de MK, ha despertado en mí una inusitada curiosidad que nunca antes había conseguido despertar nadie. Si había una criminal digna de mi capacidad deductiva era ella. No me cabía la menor duda de que nos volveríamos a ver y la próxima vez estaría preparada.

    Pero ahora lo mejor sería volver al caso. Me encontraba en la biblioteca así que ya que estaba aquí podría aprovechar para hacer una breve visita a la bibliotecaria, la cual la tenía prácticamente al lado. Se la veía muy preocupada por el extenso boquete del techo. Estaba hablando con su ayudante Koakuma, que por lo visto acababa de llegar.

    - ¿Qué ha pasado, Patchouli-sama? He oído mucho alboroto.

    - No ha sido nada, Koa. Solo hemos tenido ratas muy ruidosas y problemáticas. ¿Cuánto tiempo crees que tardaremos en arreglarlo? -preguntó señalando al cielo estrellado.

    - Hum... Con la ayuda de unas 20 sirvientas creo que en un día estará como nuevo.

    - Eso es bastante rápido. De acuerdo, ve a buscar a un grupo de sirvientas, tendrán que hacer algunas horas extra.

    - ¡Enseguida, Patchouli-sama! -cuando se dio la vuelta nuestras miradas se cruzaron y dio un respingo, no me había visto hasta ahora, y mira que llevaba un buen rato hablando con la inspectora-. ¡Ah! Hola, esto... ¿Quería hablar con la señorita Patchouli? -su voz era más dulce de lo que esperaba viniendo de una mujer de tan oscuro semblante.

    - Sí, quería; pero ahora me he interesado más por usted. Aún no hemos hablado. ¿Tiene un segundo?

    - Bueno... En realidad... -miró a la maga, quien dio su consentimiento en silencio-. Vale, pero que sea rápido. Tengo trabajo importante que hacer.

    - No le robaré mucho tiempo -nos alejamos a una distancia prudencial de la bibliotecaria, la suficiente para que no nos escuchara-. ¿Qué estuvo haciendo durante toda la noche?

    - Estuve todo el rato en la biblioteca, ayudando a Patchouli-sama a clasificar libros y a buscar los libros que necesita. Esta noche en concreto fue bastante atareada.

    - ¿Y eso? -curioseé.

    - A Patchouli-sama le encanta escribir, ahora mismo está con una novela de misterio. ¿O eran unas crónicas? Ya no estoy segura. El caso es que le está poniendo mucho empeño. ¿Crees que sus libros se harán populares? ¡Yo estoy segura de que sí!

    - No lo sé, todo dependerá de lo bueno que sea. Si no hay que juzgar el libro por su portada, tampoco hay que juzgar el manuscrito antes de leerlo. Pero si le ponga empeño conseguirá llegar a sus lectores.

    Una tierna sonrisa iluminó su cara, parecía que le agradaron aquellas palabras.

    - ¡Sí, estoy de acuerdo! ¿Quería preguntarme algo más?

    - Sí. ¿Ha visto a alguien más paseando por la biblioteca?

    - Le vi a usted con Lady Scarlet y su hermanita. Recuerdo que también estaba la guardiana.

    - No, me refiero antes de que empezase la fiesta.

    - ¡Ah, antes! Veamos... Sí, Sakuya vino con el pudin para que Patchouli-sama lo revisase, y luego llegaron Meiling junto con Flandre.

    Todo eso ya lo sabía, no me descubría nada nuevo.

    - ¿Y no vino nadie más durante el resto del día?

    - Eh... No, lo normal, vamos. La biblioteca suele estar bastante tranquila. No solemos recibir muchas visitas en circunstancias normales.

    - Aunque Flandre suele venir a jugar muy a menudo -comentó Patchouli desde su escritorio sin apartar la vista de su libro. Tenía un oído bastante afinado después de todo-. Pero no es una molestia. La biblioteca es bastante grande, se pasa horas recorriendo los innumerables pasillos jugando a cualquier cosa que se le pase por la imaginación.

    Al fin y al cabo, Flandre seguía siendo una niña. El día a día de la mansión debía de ser igual al de una familia normal, aunque ésta no era precisamente una familia muy normal... ¿A familia especial días especiales?

    - También vino Sakuya preguntando por el pudin -añadió Koakuma.

    - ¿Y a qué hora fue eso?

    - A las 23:40, veinte minutos antes de que comenzase el evento -respondió Patchouli, Esto último me pareció sumamente interesante.

    - Muchas gracias, ya no tengo más preguntas.

    - Gracias a usted, señorita Holmes. Ha sido un placer haber conversado. Quizás cuando haya más tiempo libre podamos seguir hablando.

    Tras dedicarme un agradable gesto de despedida, Koakuma siguió su camino. ¿Me había llamado Holmes? ¿Cómo sabía mi nombre? No se lo había dicho en ningún momento. Parecía que Patchouli y Koakuma habían estado teniendo algunas conversaciones interesantes. Pero no encontraba el punto en indagar sobre ese tema, así que abandoné la biblioteca esta vez sin perderme, o mejor dicho, la biblioteca me permitió salir.

    Volví a la encrucijada de la mansión. ¿Adónde debía dirigirme ahora? Quería volver a interrogar a Sakuya, quizás después de dialogar con su ama se encontrase más receptiva. También quería volver a la habitación de Meiling, había una cosa que quería comprobar, y ya de paso podría hacerle alguna pregunta más a la guardiana. Concluí que era prioritario hablar con la mayordoma, por lo tanto me dirigí a la cocina donde supuse que estaría.

    Y así fue, se encontraba fregando la vajilla. Los invitados habían estado terminando muchos platos y, sensatamente, había empezado a lavarlos antes de que se acumulasen. Sakuya notó mi llegada y dejó de fregar para saludarme.

    - Hola de nuevo, señorita Holmes -se llevó la mano a la boca y miró hacia un lado-. Siento mucho los pésimos modales que le he mostrado, fue un momento muy tenso y me temo que me sobrepasé. Mis más sinceras disculpas.

    - No pasa nada. Puede compensarlo respondiéndome a unas preguntas, y esta vez con sinceridad.

    - Así será. Pregúnteme lo que quiera.

    - ¿Qué estuvo haciendo exactamente desde que dejó el pudin en la biblioteca hasta que empezó la fiesta?

    - Una vez dejé el pudin, mi señora se fue a la entrada a recibir a los invitados mientras que yo me dirigí al salón a finalizar los preparativos. Cuando todo estuvo hecho le pregunté a una sirvienta por el estado del resto de las dependencias de la mansión. Me dijo que todo estaba en orden, así que le dije que empezasen a servir los platos mientras que yo iba al sótano a limpiar la habitación de Flandre.

    - ¿Viste algo extraño allí?

    - En la habitación, no; pero sí durante mi camino.

    - ¿El qué?

    - La mancha de caramelo del corredor principal.

    - Es decir, que ya habían robado el pudin cuando llegó.

    - Así es, aunque no pensé que se trataba de eso la primera vez que lo vi. Pensé que habían tenido algún accidente con el pudin y, para asegurarme, fui a preguntarle a la señorita Patchouli, pero no sabían nada -aquello se corroboraba con el testimonio de la bibliotecaria-. Preocupada por el desastre del corredor principal, fui a limpiar la mancha; aunque no logré quitarla del todo.

    - ¿Y cómo es que no lo consiguió? Quiero decir, tienes el poder de detener el tiempo. ¿No habrías podido quitarla sin problemas?

    - No. Las manchas de caramelo son muy difíciles de quitar. Se necesita dejar bastante tiempo en agua caliente y si detuviese el tiempo no haría nada. El tiempo solo se detiene para mí, el resto del mundo permanece inmóvil. Si no pasa nada de tiempo, el agua no podría reaccionar con la mancha. ¿Entiende?

    - Parece que sabe algo de química.

    - Lo justo que debería saber cualquier ama de casa. ¿Quiere que le diga un pequeño truco? Si echa un poco de sal sobre la mancha, se disolverá mucho mejor -explicó emocionada.

    - Eh... Gracias por el consejo, lo recordaré la próxima vez que tiré pudin sobre la alfombra que no tengo.

    - También sirve para tejidos delicados como el vestido que lleva. Si quiere le puedo dar algunos consejos sobre cómo mantener los colores tras más de mil lavados.

    - No, gracias. Tengo muchos vestidos. Preferiría que siguiese contándome lo que hizo esta noche.

    - Está bien. Cuando acabé de limpiar la habitación de Flandre me dirigí al Ala Oeste para limpiar el dormitorio de Lady Scarlet.

    - ¿No se cruzó con Meiling y Flandre? -seguramente estarían saliendo de la habitación en ese momento.

    - No. Aunque espere... ahora que lo recuerdo sí que vi a Flandre saliendo de la habitación de Meiling; pero estaba ella sola. Me resultó extraño, aunque solo le dije que se diese prisa en bajar que la fiesta estaba a punto de comenzar -relató Sakuya. Tuvo que ser cuando colocó las pruebas falsas.

    - ¿Qué hizo después?

    - Limpié a fondo los aposentos de Lady Scarlet, salvo la bandeja que mi señora escondió bajo la cama que insistió en que la dejase intacta -dejé escapar una risilla. Lady Scarlet y sus juegos...-. Luego salí y me dirigí a la cocina. Un momento... -Sakuya se quedó pensativa.

    - ¿Ocurre algo?

    - Acabo de recordar que cuando volvía también vi a Flandre salir de la habitación de Meiling... creo. ¿O solo la vi a la ida? No, estoy segura que la vi a la vuelta. Pero también recuerdo cruzármela de frente, así que tuve que verla también a la ida.

    - ¿La viste dos veces salir de la habitación?

    - No estoy del todo segura, pero diría que sí.

    Qué extraño. ¿Para qué querría entrar Flandre dos veces? Una para colocar las pruebas falsas. ¿Y la otra? ¿Había algo más que no me había contado? ¿O Sakuya se estaba equivocando? En cualquier caso, ya sabía la relación de Flandre en el caso, tenía que encontrar la identidad de la culpable principal.

    - La creo. ¿Después qué hizo?

    - Poca cosa, fui a la cocina a hacer alguna tarea que otra. Fregar, lavar la ropa, preparar algún postre extra; pero nada más.

    - Sólo una última pregunta. ¿Cómo pudo mover el carro del pudin hasta la biblioteca usted sola?

    - ¿Lo dice por la orden que me dio Lady Scarlet? No fue tan complicado, solo pedí la ayuda de un par de sirvientas que pasaban por allí.

    - Entiendo. Muchas gracias por su colaboración, ha sido de mucha ayuda.

    - No hay de qué. Si necesita cualquier otra cosa estaré por aquí.

    La actitud de todas me estaba resultando muy curiosa. Cuando hablé la primera vez con cada una eran muy reacias a decir cualquier cosa, y ahora todas confesaban cualquier cosa sin poner ninguna pega. ¿Tal vez estaba empezando a confiar en mí o había alguna razón oculta? Antes de salir de la cocina, me fijé que había un cesto, el mismo que vi cuando entré la primera vez. Esta vez quise inspeccionarlo. Para mi desgracia, estaba vacío; pero al escudriñarlo con más atención detecte algunos rastros de caramelo. Deduje que ahí es donde Meiling dejaría su uniforme, pero ya no estaba.

    - Sakuya, disculpe que la moleste. Sé que le dije que ésa era la última pregunta, pero tengo otra duda. ¿Vio en aquel cesto un uniforme de Meiling manchado de caramelo? -pregunté yendo de nuevo adonde estaba la mayordoma.

    - No, había ropa manchada de caramelo, pero no era de Meiling. Eran uniformes de sirvientas y un traje de Patchouli, solo la ropa que se encontraba en la parte superior del montón -respondió tras pensárselo un momento.

    - Vale, muchas gracias.

    Aquello me dio un nuevo dato importante. Para confirmar mis sospechas debería volver a hablar con la guardiana. Subí a la zona de los dormitorios, Meiling aún seguía vigilando firme la entrada a su habitación, se estaba tomando su trabajo muy en serio.

    - Hola, Meiling. ¿Alguna novedad?

    - Sin novedades, todo está despejado.

    - ¿Lady Scarlet sigue en su habitación?

    - Así es, no ha pasado por aquí y desconozco que en esta zona de la mansión haya algún pasadizo secreto.

    - En esta zona... -la existencia de este tipo de caminos podría explicar fácilmente cómo se robó el pudin sin que nadie se diese cuenta.

    - Sí, hay diversos corredores ocultos que se activan al tirar de la vela de un candelabro, al girar la cabeza de una estatua o al empujar un libro de alguna estantería. Pero aquí no hay pasadizos, sólo un pervertido les daría provecho.

    - Y un asesino.

    - Qué suerte que a los asesinos no les guste meterse con los vampiros.

    - ¿Y un asesino vampiro?

    Hong Meiling se quedó dubitativa. Si pudiese leer la mente estaría pensando algo como "¿Tendré que enfrentarme a un asesino vampiro?". Ya eran suficientes bromas, volví a la seriedad.

    - Lo que me sorprende es lo atenta que has estado durante estas horas. ¿La reprimenda te ha hecho que te tomes el trabajo en serio?

    - Holmes, yo siempre me lo tomo todo en serio.

    - ¿Y por qué te quedas dormida? Cuando llegué a la mansión estabas durmiendo como un tronco.

    - Mi trabajo no es tan fácil cuando tus jefas son vampiras. Sus horarios me obligan a quedarme despierta por la noche y por el día me cuesta mantenerme despierta, por eso a veces me echo alguna que otra siesta.

    - ¿No deberías estar vigilando cuando ellas estén dormidas? No creo que nadie se cuele por la noche, cuando más actividad hay en la mansión.

    - Pero Flan siempre quiere jugar y Remilia es muy caprichosa.

    - Entiendo. Y hablando de Flandre. ¿Viste algún comportamiento extraño?

    - ¿Extraño en qué sentido? Es una niña peculiar.

    - Me refiero a que si en algún momento ha desaparecido de tu lado o si ha hecho algo fuera de lo común.

    - Qué va, si Flan se pasó toda la noche a mi vera. No hubo momento que no la tuviese a la vista.

    - ¿Durante toda, toda la noche?

    - Sí, toda, toda la noche -afirmó Hong Meiling con total seguridad.

    No me encajaba. En algún momento Flandre tuvo que separarse para poner las pruebas falsas en su habitación. Solo se me ocurría que me estuviese mintiendo.

    - De ser así, ¿cómo explicas que Sakuya viese a Flandre sola no una, sino dos veces?

    - Imposible, Flandre estuvo conmigo.

    - ¿Cómo sé que no me mientes? No sería la primera vez.

    - Remilia estuvo también con Flandre mientras que yo vigilaba la entrada. Como os gusta decir a los detectives, ella estuvo de testigo.

    - Pues ambas cosas no son posibles, o estuvo en un lado o en el otro. Por lo tanto, o Sakuya o tú me estáis mintiendo.

    - Te garantizo que yo no miento.

    - Lo mismo me diría si mintiese. Da igual, ya lo descubriré. Necesito pasar a la habitación, hay una cosa que quiero comprobar.

    - Lo siento, pero Remilia me ordenó que no dejase pasar a nadie. Eso te incluye a ti -replicó la guardiana cruzando los brazos.

    - Y yo estoy a cargo de la investigación. Si no me dejas pasar no descubriré a la culpable y Lady Scarlet se disgustará bastante. ¿Es eso lo que quieres?

    Meiling sopesó la posibilidad.

    - Está bien, puedes pasar. Pero, por favor, sé breve, no quiero problemas.

    - Será solo un minuto.

    - Te tomo la palabra.

    Sin perder un solo segundo entro a la habitación. Seguía igual que como la dejamos, igual de sucia, igual de manipulada. Por un momento sentí algo de pena por Sakuya, pero eso pensamientos se sustiyeron en un instante al empezar a analizar las falsas pruebas. Con este segundo escrutamiento me percaté de que las gotas de caramelo estaban por debajo de los pequeños fragmentos de pudin, que a su vez estaban rodeados de diminutos cercos de caramelo. Eso solo podía significar que los trozos de pudin fueron depositados después de que Flandre rociase el suelo de caramelo. ¿Pero quién habría sido el responsable? En base a lo que me dijo Sakuya, podría haber sido Flandre de nuevo, pues pudo haber entrado un máximo de dos veces. Sin embargo, el testimonio de Meiling contradecía este hecho, por lo tanto tenía otra teoría: Sakuya confundió el orden de los acontecimientos, primero Sakuya vio a Flandre entrando en la habitación de Meiling y a la vuelta la vio salir. Aunque me preguntaba en qué momento Flandre y Sakuya se cruzaron de frente, si mi teoría era cierta en ningún momento se habrían visto las caras. ¿Y si se cruzaron a una hora distinta de la noche?

    Lo que estaba claro es que alguien entró a colocar pruebas falsas por segunda vez. Ya había exprimido toda la información que podría recolectar de ese lugar, era mejor salir antes de que al final acabase metiendo a la guardiana en un problema. Cuando salí, Meiling estaba cuchicheando algo.

    - 57... 58... 59... -me vio salir- ¡Hola! ¡Has sido muy puntual! ¿Descubriste algo nuevo? -exclamó Meiling sorprendida.

    - Sí y no. Creo que estoy cerca de descubrir toda la verdad, pero hay algo que aún me desconcierta.

    - ¿De qué se trata, Holmes?

    Meiling y yo nos dimos la vuelta sobresaltadas, Lady Scarlet se había acercado sin hacer el menor ruido. ¿Cuándo había llegado?

    - Una pequeña incógnita temporal.

    - Tal vez yo la pueda ayudar, estoy muy familiarizada con ese tipo de problemas. Si quieres podemos ir al salón y lo hablamos con tranquilidad -estaba a punto de irse, pero se acordó de algo más-. ¡Ah! Y China, ya puedes descansar, has hecho un buen trabajo.

    - ¡Sí Remiilia! -Lady Scarlet le lanzó una funesta mirada-. Quiero decir, ¡sí, Lady Remilia!

    Nada más terminar de hablar, Meiling se quedó dormida en el sitio. Antes habría sido objeto de mis burlas, pero tras saber ciertas cosas de su trabajo ya no me parecía tan gracioso. Seguí a Lady Scarlet hasta el salón, donde una pequeña hada corrió hacia nostras y se ocultó detrás mía.

    - ¡Tengu, defiéndeme! ¡Esa niña quiere derretirme! -dijo Cirno entre lloriqueos.

    - ¡No te pongas así! Solo quiero jugar un poco contigo -objetó Flandre mientras extendía el dedo índice. Del dedo brotaba una pequeña llama, comprendí las quejas de Cirno.

    - ¡Flan! ¿Cuántas veces te he dicho que no calcines a los seres inferiores? Hay que tratarlos con delicadeza -reprendió Lady Scarlet.

    - Jo... Lo siento, hermanita... -su vigor desapareció y sus alas descendieron.

    - Sé una niña buena y quédate sentada -ordenó su hermana.

    Flandre se sentó en la silla más cercana y al principio se quedó con los brazos cruzados, pero enseguida se entretuvo jugueteando con un trozo de pastel.

    - Gracias, tengu. No quería usar mi inmensa fuerza contra una niña indefensa -aclamó Cirno.

    - Mira quién habló. Tú y yo tenemos algo pendiente.

    - ¿El qué? ¿Íbamos a tener un duelo danmaku?

    - ¡No! Me ibas a decir qué era eso tan interesante que encontraste.

    - ¡Ah, sí! ¡Eso! -Cirno extrajo una nota de debajo de su lazo-. Lo encontré tirado por ahí. Seguro que con eso podrás resolver el caso. Puedes halagarme tod lo que quieras.

    Cogí el papel sin hacer caso a lo que me decía y lo leí.

    En tu mansión van a hacer un postre legendario.
    ¿No sería genial ser su dueña?
    Tu estimada amiga.

    La letra me resultaba familiar, la comparé con la nota que obtuve en la biblioteca: el trazado y la curvatura coincidían, era la letra de MK. ¿Incitó a que se robase el pudin? Lo había planeado todo desde el primer momento, sin duda es una profesional. Aunque ahora de poco nos servía conocer este detalle.

    - Muchas gracias, Cirno.

    - ¿Y ya está? ¿Solo eso? ¿Donde están las ovaciones y las flores? -protestó Cirno decepcionada.

    - Si quieres flores ve a ver a Yuuka.

    - Bah, da igual. Todas las tengu sois iguales. Me largo.

    Cirno se fue enfadada. Valoraba su ayuda, pero estaba esperando más de lo que realmente merecía. Desvié la mirada hacia Lady Scarlet, quien estaba contemoplando la nota que me dio Cirno.

    - ¿Sabe algo de esta nota? -pregunté debido a que no apartaba la vista del papel.

    - Hum... ¿Tal vez?

    Ya la conocía bastante como para saber que no me contestaría, insistir no habría servido de nada. Lady Scarlet me invitó a sentarme en una mesa vacía y pidió dos tés a una sirvienta que pasaba.

    - Ya le he dicho que no me gusta el té.

    - ¡Ups, fallo mío! Le pediré una taza de chocolate.

    - No hace falta, déjelo -no me gustaba que eligiesen por mí, y aún así no me apetecía tomar nada.

    - Como quiera. Bueno, coménteme. ¿Qué era eso que le preocupa tanto?

    - Es sobre su hermana. Sakuya y Meiling me dijeron que la vieron en distintos lugares de la mansión, pero es imposible que sucedieran las dos cosas a la vez. Así que, muy a mi pesar, creo que alguna de las dos está mintiendo.

    - No creo que le estén mintiendo, a ninguna de las dos les interesaría mentir.

    - A no ser que una de ellas sea la que está detrás del robo.

    - Dudo mucho que Sakuya se atreviese, es absolutamente leal. Ya lo ha visto cuando la interrogó, sería capaz de matar a cualquiera que obstaculice los objetivos de su señora. Cuando descubriste mi pequeña tetra le ordené a Sakuya que fuese plenamente sincera con usted. Ella no la pudo mentir, seguro.

    - ¿Y qué hay de su vigilante, Hong Meiling?

    - Creí que ya tenía totalmente claro que ella no pudo ser. ¿Para qué robar el pudin si ya había tenido suficiente?

    - Pues sigue habiendo algo que no cuadra.

    - Quizás deba de enfocar este misterio desde otro punto de vista -la sirvienta trajo los dos tés-. Gracias -bebió un pequeño sorbo-. ¿Ha contemplado todas las posibilidades?

    - Puede que tenga razón. Debe de haber alguna otra explicación. ¿Pero cuál?

    - No se centre en lo que no entiende o se bloqueará. Deduzca a partir de los datos que tiene.

    - Pero no hay nada que lo explique, solo se me ocurre que los testimonios no sean ciertos.

    - Entonces será que no lo está enfocando de la manera correcta. Suponga que realmente es cierto y trate de darle una explicación.

    Empecé a realizar muchas teorías, pero ninguna me parecía acertada, siempre veía lagunas que desmontaban mis hipótesis. Había tenido en cuenta a todas los miembros de la mansión que podrían haber interferido en aquel momento. ¿O no?

    - Acabo de caer en la cuenta de que hay alguien que sí pudo estar allí también. ¿Qué hay de Patchouli y Koakuma?

    - Interesante enfoque -la vampiresa bebió de la taza hasta acabársela entera-. ¿Qué tiene en mente?

    - Patchouli es una maga con siglos de conocimientos. ¿No podría tener algún hechizo que crease espejismos?

    - Sí, es muy posible. ¿Pero de verdad piensa que ella se molestaría en robar el pudin habiéndolo tenido en sus manos cuando se lo llevamos a la biblioteca?

    - Claro, tiene sentido. ¿Y Koakuma? Podría haberse escapado en algún momento y haber robado el pudin. Nadie la ha visto durante la noche, podría haber hecho cualquier cosa.

    - No lo sé. La verdad es que no la conozco a fondo, es Patchouli quien sí lo sabe todo de ella. Aunque si Patchy no salió de la biblioteca dudo que Koakuma lo hiciera. Son inseparables, es algo así como la relación entre un alumno y su maestro... O más bien entre una idol y su fan.

    - ¿Entonces no ha sido nadie?

    - Tampoco he dicho eso. Solo digo que me resulta difícil pensar que cualquiera de ellas haya robado mi pudin. Pero claro, no desapareció por sí solo. ¿No?

    Ambas nos quedamos calladas. No teníamos más pistas de donde tirar. Estábamos tan cerca y aún así no conseguíamos esclarecer este caso.

    - ¿Puedo beberme su té? -me pidió Lady Scarlet.

    - Claro, tome.

    La vampiresa sorbió con gusto del segundo té. Miré por un momento a Flandre que estaba organizando su propio campo de batalla gastronómico.

    - Con lo inocentes que se os ve a todas y lo verdaderamente problemáticas que sois...

    - Ni que lo diga. Ya sabe que llevo muchos años en Gensokyo, desde que llegamos cada día es una aventura nueva. Incluso los días que se presentan aburridos acaban siendo realmente divertidos. Me encanta este lugar. No me arrepiento de haber venido.

    - Yo también encuentro Gensokyo muy interesante, siempre hay algo nuevo que investigar. Los extraños sucesos se ven por doquier, nunca estoy falta de trabajo.

    - Vaya, así que está ocupada. Es una pena, yo que quería contratar sus servicios...

    - ¿Para qué me querría con tan buena compañía?

    - Las espías nunca vienen mal -la miré ojiplática. Lady Scarlet se rió-. ¡Jajaja! Tranquila, solo era una broma. Solo considero que es una persona muy interesante, el día a día sería aún más divertido. ¿No ha pensado alguna vez trabajar de sirvienta?

    - No, gracias. Me gusta mi trabajo -aquella oferta era un atraso en mi carrera profesional.

    - ¿Y de guardiana?

    - ¿De verdad piensa que necesita más seguridad con todas esas chicas tan poderosas que residen en la mansión?

    - No se lo puedo negar, son muy fuertes. Estoy muy orgullosas de ellas. ¿Le he comentado alguna vez los increíbles poderes que tiene cada una?

    - No.

    - Pues mire, primero le hablaré sobre mí. Yo soy la señora de los vampiros, poseo el poder de mi familia que se transmitió de generación en generación, además de mi habilidad particular de manipular el destino. También heredé una reliquia sagrada, la Gungnir, una lanza mágica que nunca falla al ser arrojada.

    - Eso de manipular el destino parece una habilidad muy poderosa.

    - Lo es, pero manejar los hilos del destino es bastante complicado. Continúo. Luego está mi hermana, que nació en circunstancias particulares y obtuvo poderes únicos. Uno de ellos es la capacidad para destruir las cosas con tan solo señalarlas -mi expresión dio a entender que me pareció una habilidad terrible-. Sí, sé lo que piensa. Ese fue otro motivo por el que decidí encerrarla en el sótano. Y aún hay más. Ella posee una espada ígnea, la Lävatein, que desprende un manto de ascuas en cada estocada. También puede crear tres clones durante el combate y multiplicar todos sus ataques. Reconozco que es una dura rival.

    - Debe de serlo.

    - Luego está mi empleada favorita, Sakuya; pero ya conoces de primera mano su poder de detener el tiempo. Su arma principal es un completo arsenal de cuchillos que los lanza mientras detiene el tiempo. Aunque me pregunto de dónde sacará tantos.

    - Puede que los recoja cuando para el tiempo.

    - Es posible. También está Patchouli, quien conoce hechizos de todo tipo. Investigó sobre muchas culturas y, según ella, está a punto de alcanzar los 100.000 hechizos, pero su magia favorita es la elemental.

    - ¿Y eso por qué?

    - Dice que es la magia más poderosa que existe, aquella que recoge la esencia del propio mundo y la transforma en poderosos cúmulos de materia. A mí me parece demasiado complejo, prefiero ir con todo desde el principio y si puedo ganar de un golpe, mejor. Y hablando de golpes, tampoco se puede menospreciar a Hong Meiling. Es experta en artes marciales, en un combate cuerpo a cuerpo no tiene rival.

    - Qué pena que los duelos danmaku no sean físicos.

    - Ya, por eso mismo es excelente como guardiana. El problema viene cuando la desafían a ese tipo de duelos, aunque sabe defenderse.

    - Me cuesta imaginar que alguien consiga colarse en la mansión con éxito, al menos cuando está despierta.

    - La inspectora Hakurei lo consiguió hace unos años, cuando llegamos a Gensokyo y expandimos la Niebla Escarlata.

    - Pero es que ella es ella. Cuando se trata de un incidente parece otra persona.

    - Exacto. Y ella no ha sido la única, también está...

    Lady Scarlet dejó de hablar cuando súbitamente me levanté. Ahora lo entendía todo: los rastros de caramelo, las falsas pruebas, las notas, el ataúd con el pudin, los testimonios incongruentes... Todo.

    - ¿Ocurre algo, Holmes?

    - Lady Scarlet, llame a todos los miembros de la Scarlet Devil Mansion. Ya sé quién robó su pudin gigante.

    ¿Quién robó el pudin?
     
    Última edición: 29 Julio 2017
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