Colectivo [Colectivo] Royals - Colección de historias

Purple Lips [Jost&Louane]​

PM: Púrpura

Personajes: Josten y Louane.



¿Cómo está mi sexy gatita? El mensaje le arrancó una sonrisa mientras ponía los ojos en blanco antes de teclear la respuesta de vuelta: “No voy de gata, Jost.” Tardó unos segundos más retocando su maquillaje y acomodando su cabello tras su espalda. Josten y Louane ya tenían al menos dos meses saliendo, aunque nadie aún lo sabía él insistía en gestos tontos como aquel, de pasar a verla antes de llegar al baile. Como querían mantenerlo oculto, obviamente no podían llegar juntos. Nada llamaría más la atención en el Henry que Josten y Louane llegando de la mano. Así que habían encontrado un punto medio, él vendría y hablarían un rato antes de irse a la fiesta en carros separados.

“Pues yo querría acariciarte si vas de gatita.” Lanzó el teléfono sobre la cama al ver el mensaje que culminaba en una carita de corazones; era inútil seguir hablando con él cuando sabía que estaría aquí en menos de cinco minutos. Sólo Josten desperdiciaría sus mensajes así. Escuchó la puerta de su dormitorio sonar y se apresuró a abrir. Haciéndose a un lado para dejar entrar al rubio, completamente llamativo en un impecable traje militar de aviación oscuro, su musculoso cuerpo resaltaba en ese color, sus enormes manos cubiertas en guantes blancos, del mismo color de la boina que mantenía sus perfectamente peinados cabellos rubios cubiertos. Sus labios delgados se ampliaron en una sonrisa que parecía iluminar toda la estancia mientras silbaba con aprobación. Sus ojos se deslizaron por la silueta femenina de Louane envuelta en un vestido sin mangas verde oscuro que asemejaba a la piel de un reptil, abrazándose a sus curvas dando la ilusión de una cola hasta abrirse en el piso. Una diadema de oro mantenía en su frente libre de cabello, una cascada de rizos desordenados parecían tener vida propia tras cada movimiento de ella, y sus labios, brillantes en un púrpura oscuro y brillante a la vez, dándole profundidad a su mirada y protagonismo a sus labios.

—Estás… deslumbrante, Lou —halagó, mientras agarraba su mano y la besaba como el caballero que era, antes de hacer un puchero frunciendo el ceño—. ¿Pero cómo te beso con los labios pintados?

—No me vas a besar. —Puso los ojos en blanco, como si fuese lo más obvio del mundo. El puchero de Josten se acentuó.

—Hubieses ido de gatita. —Se quejó enfurruñado, Louane lo ignoró. Se le hacía graciosa y adorable la reacción del rubio, desde el momento que eligió pintarse los labios tan llamativamente sabía que esto iba a ocurrir. Lo conocía lo suficiente como para prever su reacción.

—Vámonos.

Tomó su bolso y sus cosas y se salió de su habitación. El Henry había dispuesto para sus alumnos carros que los llevaran hasta el lado opuesto de los dormitorios donde se celebraba el baile de disfraces por Halloween. Ella se subió a uno de los autos dándole una última mirada coqueta y profunda a Josten que sólo elevó la mano y una sonrisa en su dirección. Louane frunció el ceño extrañada, había desistido muy rápido del beso y Josten jamás era así. O se estaba desinteresando de ella, o estaba planeando algo. Y su instinto le gritaba que era la segunda opción. Después de todo, Jost no dejaba de sorprenderla. Se bajó en la lluvia de flashes como si fuera una celebridad antes de adentrarse en el mar de gente disfrazada. Trajes caros y elaborados, con maquillajes y peinados voluminosos. Estuvo de aquí para allá, charlando, bailando, como la perfecta chica diplomática que era. No había podido evitar ojear el salón a ver si daba con Josten, pero desde que había llegado no lo había vuelto a ver. Se disculpó para ir a buscar una bebida —no más que una excusa para poder ver si lograba encontrarlo—, sintió el jalón brusco de su brazo, arrastrándola tras una de las gruesas columnas, sus labios se presionaron contra los de ella, atrapándolos en un beso demandante, el olor varonil y el sabor de su boca era inconfundible… Louane se derritió en la boca de Josten dejándose besar por el inglés que parecía devorar su boca con deseo. La soltó dejándola jadeante de aire, sacó el pañuelo de su bolsillo, limpiándose los retazos de pintura púrpura de los labios mientras sonreía con suficiencia.

—Me gustan más tus labios naturales, Medusa. —Le dio una mirada traviesa antes de salir a la luz como si nada hubiese pasado. Louane respiró profundo mientras el martilleo de su corazón se calmaba. Riendo ante la última imagen de él en su mente, como si le hubiesen golpeado todos los labios y el mentón.

Ese estúpido chico sería su perdición…

 

Lapdog [Ryannah]​

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Gritos podían ser escuchados alrededor de toda la casa.
Menos mal no hay nadie en esta porquería, pensó Ryan, masticándose las muelas. Porque por como pintaban las cosas, ni él ni Savannah dejarían de alzar la voz pronto.

—¡Puedo ponerme lo que quiera!
—¡Claro que puedes ponerte lo que quieras! Pero sólo cuando yo pueda verte.
—Vas a verme.

Stanley se cruzó de brazos, lo cual por supuesto representó una gran distracción para Ryan porque ¿cómo carajos iba a concentrarse en la discusión cuando la posición estaba levantándole los pechos?

Cristo.

—Yo y una centena más de imbéciles, Stanley. —Se pasó ambas manos por el cabello oscuro, desordenado, rascándose el cuero cabelludo en el proceso—. Nena, vamos. Hazlo por mí, ¿quieres? Ponte algo más. —Pidió con voz suave, derrotado.

—¿Qué tiene de malo lo que traigo puesto?

Oh, tú sabes lo que está mal.

—Savannah, se te ve la ropa interior.

Ella se llevó una mano al pecho, como ofendida, pero Ryan supo identificar ese tic en su expresión que gritaba ‘sé por qué estás molesto y lo estoy gozando’.

—Y, preciosa, me encanta verte la ropa interior, de verdad que sí —A grandes zancadas se acercó a ella, tomándola de la cintura estrecha en el corsé y con los ojos puestos un segundo en el valle de sus pechos. No, concéntrate—. Pero no quiero llegar a esa fiesta contigo en minifalda y tener que ir preso porque le partí la nariz a alguien…

La castaña alzó una perfecta ceja, apretando los labios para evitar sonreír.

—Otra vez. No quiero ir preso otra vez. Sexytura, te amo, pero no me haces sentir hombre cuando tienes que pagar la fianza para sacarme de la cárcel. Te juro que si seguimos así, los oficiales comenzarán a llevarme café y rosquillas a la celda. Nena, por favor, por favorporfavorporfavorrr.

—¡Está bien! ¡Dios! Pensé que te gustaría.

La muchacha sonrió, tomándole el rostro a Frazer entre las manos para plantarle un beso ruidoso en los labios, riendo suave cuando lo escuchó suspirar aliviado.

—Preciosa, me encanta, pero sólo cuando somos tú y yo. Ahora vete a cambiar antes de que me hagas arrodillar, por favor, déjame conservar la poca dignidad que me queda.

Ella se apartó y él le dio una nalgada, viendo cómo el pedazo de tela se le subió nada más por eso. Savannah subió las escaleras, y Ryan pensó: Sólo le hace falta comprarme una correa.

Maldito amor.

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Reina [Nathan&Queen]​

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Queen amaba las noches como esta, en las que podía estar en casa tranquila sin escuchar los comentarios estúpidos de Ryan ni el sonido del X-box a todo volumen desde el piso de arriba. Momentos como éste, en el que podía estar sola, tirada en el sillón, pintándose las uñas de un naranja fosforescente no porque le quedara bien, sino porque la quietud la instaba a intentar mil y un cosas.

Lástima que no le durara.

La puerta principal se abrió, dejando ver a un sudoroso, alto y sonriente Ryan Frazer, con la camisa pegándosele a los sitios que Queen podía adivinar, estaban transpirando con fuerza. Y aún así, la chica que el varón traía abrazada no parecía querer despegársele. Qué. Puto. Asco.

—Hey, Queen. Pásame una cerveza.
—Ni lo pienses, mono. Ve tú por ella. —Espetó ella con rudeza, escuchando cómo su hermanito menor reía e iba a la cocina con una rubia descerebrada pegada a su axila, asintiendo como zombie a cada cosa que Ryan le susurraba.

Jesús.

—¿Qué le sucede al mundo?

Masculló por lo bajo, volviendo a pasar la brocha con delicadeza sobre la uña de su dedo anular izquierdo.

—Si lo supiera, te lo diría.

La muchacha casi soltó una palabrota al ver el frasquito de esmalte balancearse peligrosamente sobre el colchón tan pronto como Nathan Stanley se sentó junto a ella, cerrando los ojos con fuerza y dejando escapar el aliento retenido en sus pulmones.

—Pues qué suerte que no te lo haya preguntado. Por Dios, ¿ninguno de ustedes puede entrar a la condenada casa en silencio?
—Son las nueve de la noche, Ryan pensó que estarías durmiendo.
—Él debería estar durmiendo. Si nuestros padres se enteran de que ha estado fugándose todos estos días, se pondrán furiosos.
—Qué suerte que tus padres no estén, ¿cierto?

Y fue el tonito arrogante lo que la hizo levantar la vista para apreciar mejor el rostro que ya había visto al menos una docena de veces.

Nathan, con su cabello rubio y su sonrisa perfecta y su cuerpo de atleta y su base de fangirls locas y zorras. Tenía que admitir que sus ojos eran de un bonito color. ¿Harían esmalte de uñas en ese tono de verde?

—Ha, ha. Muy gracioso.
—Soy bueno en muchas otras cosas a parte de contar chistes.

Él sonrió. Queen rodó los ojos, aún cuando las mejillas estaban colorándosele de todos los tonos de rojos habidos y por haber.

—Eres un idiota.
—Y tú una frígida.
—Ya veo por qué eres tan cercano a Ryan, son la misma basura.
—Y eso que no nos has visto en acción, las chicas nos aman.

No. Puedo. Creerlo.

Con los cabellos negros y frondosos desbordándosele sobre los hombros, Queen le lanzó su mejor mirada de odio y tomó sus cosas, procurando no echarse a perder la manicura. Estando ella a unos buenos dos metros del sillón, Nathan le dijo:

—Hey, Queen, —el rubio se mofó— ¿Me pasas una cerveza?
—¡Jódete, idiota!

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Contenido oculto

@Catryoshka No sé mija, pero a mí me gustan. lml
Lo siento si hice OoC, pero no conozco del todo a Nathan. </3

 

Bully [Ryan&Queen]​

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—Piojosa, piojosa, piojosa…

Queen se cruzó de brazos con fuerza, fulminando con su tierna mirada de niña de siete años a su hermano Ryan, quien se burlaba de ella junto a otros niños. En grupo, los cuadro insulsos cantaban y se reían a cuestas de su nuevo corte de cabello, atribuyéndoselo al supuesto nido de parásitos que le había nacido en la cabeza.

—¿Cierto, Queen? —La niña escuchó a Ryan—. ¿Verdad que mamá te sacó un enorme, asqueroso piojo del cabello?

Y entonces los demás rieron entre muecas de asco.

Era por esto, pensó la niñita, que le había pedido a su mamá y a su papá que no la pusieran en el mismo curso de su hermano. Pero nooo, por supuesto que ellos hicieron lo opuesto, queriendo tener a sus dulces angelitos; sus preciosos gemelitos juntos, ayudándose en las tareas y compartiendo los amigos.

¿La verdad?
Es que a su tierna edad, Queen Frazer estaba descubriendo que Ryan era la peor de las molestias.

—Piojosa, piojosa, piojosa.

—¿Y qué me dices tú, Ryan? —Con la garganta hecha un nudo por el llanto que se rehusaba a dejar salir, la fémina lo interrumpió—. ¿Por qué no les cuentas sobre la vez que te fuiste a dormir con papá porque te daba miedo el monstruo bajo la cama?

Inmediatamente todas las burlas cesaron, y los ojos de todos los niños fueron a parar sobre el menor de los Frazer. Ryan vio a los lados, con las mejillas enrojeciéndosele.

—¡Cállate, Queen!
—¿Y qué sobre esa vez en que se te olvidó ir al baño antes de dormir y mojaste la cama?
—¡Piojosa, cierra la boca!

Risas estallaron, pero esta vez no estaban dirigidas a ella, sino a él.

—¿Quién amaneció mojado y apestoso, eh, Ryan? ¡Tú, tú, tú!

Ryan la miró de la misma forma en que ella había estado mirándolo a él cuando empezaron las burlas.
Era obvio que a los abusadores no les gustaba recibir un trago de su propia medicina.

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Broken [Lousten]

N/A: Inspiración de YA para Ya. La canción es Que quieres de mi de Luis Fonsi, @Kárupin espero te gusteeee. Seguro tendrá segunda parte pero soy muy desesperada.

Te he bajado la luna
para que no vivas a oscuras.
He vaciado de espuma el mar,
pero no lo ves.
He cambiado de corazón
para acompañar tus latidos,
he traído el río hasta tu puerta,
mi mundo se dio vuelta y no lo ves.

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Se mordió el labio inferior en una sonrisa coqueta, sus orbes azules perdidos en la pantalla de su teléfono mientras tecleaba la respuesta al mensaje que acababa de recibir.

—¿Uh? —Inquirió subiendo la vista hacia el encargado de su equipaje, el cual llevaba a cuestas varias cajas enormes envueltas en brillante papel de regalo. Josten elevó sus cejas hacia él dando entender que no le había escuchado ni una palabra de lo que había dicho.

—¿Lo llevará aparte a su apartamento o desea que se le entreguen a la señorita D’Souza de una vez, señor Ryze? —repitió con paciencia y educación.

Jost estudió los regalos frente a él con cierto aire pensativo, ¿qué sería mejor? ¿Sorprenderla con ellos ahora? ¿O que le llegaran luego de su entrada fenomenal? Sin duda la entrada fenomenal.

—No, quiero que le lleguen uno a uno una hora después de mi visita —ordenó al tipo despidiéndolo antes de caminar a la salida del aeropuerto y entrar en el auto que lo esperaba, el chofer cerró la puerta tras él mientras el rubio terminaba de enviar el mensaje que estaba escribiendo.

“Te extraño.

Me muero por verte, Lou.”

Tanto he dado que lastima,
mi vida he dejado en manos de tu vida,
¿Qué quieres de mí?
¿Qué esperas de mí?
Si todo te di.
¿Cuánto cuesta tu alegría?
Si al pie de la letra cumplo lo q pidas,
yo vivo a tus pies
y tú no lo ves y sigues vacía
¿qué quieres de mí?
¿Qué quieres de mí?​

Sus nudillos golpearon la puerta del dormitorio de Louane, ella había vuelto un poco antes al Henry, él se había atrasado por un compromiso de trabajo, incluso había faltado al primer día de clases de regreso de las vacaciones de invierno. Y por primera vez había estado ansioso de volver. Por volver a ella. Golpeó con impaciencia el piso con la punta de sus mocasines, sólo esa bendita puerta lo separaba de ella y empezaba a impacientarse. Sabía que estaba actuando como un estúpido enamorado, pero ella… ella había puesto su mundo patas arriba.

Sus labios se curvearon en una sonrisa de 1000 voltios al escuchar el pomo de la puerta girar y abrirse. Como en cámara lenta sus ojos registraron lo que tenía frente a él; el rostro masculino que le devolvía la mirada mientras la puerta se abría, y su sonrisa cayó hasta desaparecer por completo. Detrás del tipo apareció la rubia cabellera de Louane y sus ojos verdes viéndolo directamente.

—¡Jost! —exclamó sorprendida. Estaba tan preciosa e impecable como siempre. Aún con el uniforme del Henry puesto y detalles como que el brillo labial estaba intacto hizo que el corazón de Jost volviese a latir. Tomó una bocanada profunda de aire, tratando de sonreír pese a la incomodidad del momento.

—Hey, Lou… veo que estás… ocupada —terminó de decir cortado, mientras su mirada iba del desconocido a ella sin saber aún que reacción tener o qué pensar.

—No, ya John se iba. —Se apresuró a decir, empujando levemente al extraño hacia afuera. Este sonrió y extendió la mano hacia Jost, que la tomó por educación, estrechándola con un poco más fuerza de la necesaria.

—Soy John, el prometido de Louane. —Se presentó con naturalidad, antes de voltearse hacia ella y darle un beso en la mejilla—. Me voy, te llamo entre semana para invitarte a comer mientras esté cerca. Aún tenemos unas cosas que hablar.

Con el abrigo en su mano, pasó por el lado de Josten haciendo un leve asentimiento de despedida antes de perderse en los amplios pasillos del Henry.

Sus ojos se encontraron. Ninguna palabra para desmentirlo salió de sus labios. Ninguna risa para indicar que no era más que una inocente broma. Sentía el martilleo de su corazón en los oídos a un paso de reventarle los tímpanos. La presión en el pecho de contener el aire en sus pulmones, dolía.

—Jost…

—Buenas noches, Louane. —Asintió hacia ella con educación antes de darle la espalda y prácticamente correr de allí.

Se detuvo sin aliento frente a una de las fuentes del colegio. Apoyándose en ella con sus amplios brazos. Se arrancó la bufanda del cuello, se sentía asfixiado. El teléfono vibró en su bolsillo, lo observó, viendo como la cara sonriendo de Louane adornaba la pantalla indicando una nueva llamada entrante. Se llevó la otra mano al cabello desordenándolo. Dudando cinco segundos antes de soltar el aparato dejándolo hundirse en el agua, mientras veía como la luz parpadeaba en el fondo hasta apagarse por completo.

Así como estaba pasando en su interior en ese momento…