Los Tres García Un amor para tres García [Los Tres García]

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por Andrea Sparrow, 13 Mayo 2016.

  1.  
    Andrea Sparrow

    Andrea Sparrow Usuario común

    Acuario
    Miembro desde:
    16 Enero 2015
    Mensajes:
    415
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Un amor para tres García [Los Tres García]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    1238
    [​IMG]
    UN AMOR PARA TRES GARCIA


    San Luis de la Paz, Gto.

    - Buenos días, patrón- dijo Chencho, el caporal del rancho de José Luis García.
    - Buenos días, Chencho.- contestó el muchacho terminando de arreglarse.- ¿Ya listo para ir a ver el ganado nuevo?
    - Sí, patrón. Hay muy buenos ejemplares.
    - Bien, entonces, vámonos. Ah, por cierto, ¿van a ir…los otros?
    Chencho respondió:
    - No lo sé, patrón. No lo creo. El joven Luis Manuel no para en todos estos mitotes, nomás cuando sus caballos corren o va a las charreadas del pueblo.
    - ¿Y Luis Antonio?
    Chencho dudó y luego repuso.
    - El joven Luis Antonio anda ocupado ahorita en líos de faldas.
    - - ¿Cuándo no?- respondió José Luis.- Bien dice la abuela: “Bonita partida de Garcías…”.
    - Usted es un buen muchacho, patrón. Su jefecita y su papá de usted- en paz descansen- supieron educarlo y hacer de usted un buen hombre.
    - No digas eso, Chencho.- añadió José Luis.- Yo no soy ninguna “perita en dulce”. Sabes que también tengo lo mío. No seré ni mujeriego ni borracho como Luis Antonio, ya ves que ni para eso tengo gracia. Las mujeres me dejan dizque por el dinero o porque no tengo sangre para halagarlas con piropos. Y para el trago tampoco sirvo: con un par de copas doy el changazo, como dice la abuelita. Ni tampoco soy avaro ni poeta como Luis Manuel. Pero sí me cargo un orgullo y un carácter de los buenos. Un orgullo que me ha permitido mantenerme en pie, a pesar de lo que mis primos han hecho de mí. Sólo la Florecita sería capaz de aplacarme. Esa mujer sí que me quiere.
    Chencho carraspeó.
    - ¿Qué tienes, Chencho?
    - Ando malo del gañote, patrón. No se apure.
    - Tómate un remedio de yerbas, Chencho. Pero ahorita vámonos, que quiero comprar el mejor ganado.

    - Ora, estése sosiego- decía Flor, mientras Luis Antonio se esmeraba en hablarle al oído.

    - No se ponga así, mi alma. ¿A poco no le cuadro?

    - No, si no es eso pero…¿y si nos ve su primo José Luis?

    - Ese papanatas no anda por aquí. Además, usted ya no va a tener que ver nada con él. ¿ O no?

    - No, pos no.

    - Eso, así me gusta, que esta potranca sepa reconocer la rienda.

    La besaba cuando uno de sus criados le dijo:
    - Patrón, ya es hora.
    Luis Antonio se apartó y dijo:
    - Gracias, Pedro; lo siento, chula, pero tengo algo urgente que hacer…
    - No será con otra.
    - Claro que no, mi alma, usted es la única. Nos vemos.
    Cuand ya iban de camino, preguntó Pedro:
    - ¿A poco va a ser la única, patrón?
    - Claro que no, Pedro, si nomás lo dije para tranquilizarla. Acuérdame de ir a ver a la Chabela alrato.
    - Ah qué patrón éste…

    Casa de Luis Manuel García

    - ¿A poco va a ir, licenciado?
    - Claro, sólo para conocer el ganado que voy a adquirir, Nemesio.
    - ¿Y si van sus primos?
    - No lo creo. José Luis no tiene con qué comprar y Luis Antonio está buscando otra clase de “ganado”, tú entiendes. El hecho de ser licenciado no quita que me guste atender bien mi rancho. Aunque no sea éste el mío.
    - Sigue usted con la idea de quitarle el rancho a su primo José Luis…
    - Sí, Nemesio. No he de parar hasta comprar la hipoteca del rancho de José Luis. Así me he de quedar con el rancho que mi tío le quitó a mi papá.
    - Pero si usted ya tiene el suyo.
    - Ése era del papá de Luis Antonio y mi tío lo perdió en el juego. Pero a mí no me gusta esa clase de tratos.
    - ¿Y su abuelita?
    - Mi abuela…mi abuela es cosa mía. Sólo un García puede entender las llamadas de atención de otro García. Y mi abuela…mi abuela- dijo al final, jalando ligeramente el cuello de la camisa- espero que entienda.

    Casa de la Sra. Luisa García, viuda de García. Calle de las Angustias.
    - ¿Qué yo tenga que entender? ¡Con un demonio! ¿Qué es lo que quieren que entienda? ¿Qué se agarraron a golpes en plena exposición ganadera porque ustedes no se pueden ver ni en pintura?
    - Comprenda, abuela- dijo Luis Manuel.- Éstos dos siempre consiguen sacarme de mis casillas.
    - Tus casillas…eres igual de peleonero. No eres mejor que ellos.
    Los otros dos sonreían ligeramente.
    - ¡Pero tampoco peor!- gritó la abuela dándoles un bastonazo a cada uno.- Vaya vergüenza que estoy pasando con las autoridades municipales por causa de ustedes. Chacales…vergüenza les debería de dar ponerse en evidencia delante de todo el pueblo. Tú- dijo refiriéndose a Luis Antonio- empinar el codo y andar con viejas es lo que mejor te sale. Y tú poeta de cuarta- dijo a Luis Manuel- presumes tus frases y tu dinero por todo el pueblo. Y tú- dijo a José Luis- orgulloso…crees que todos te tienen en la mira y pretenden hacerte daño. ¿Cuándo será el día que alguna muchacha digna y buena sea capaz de ablandar el corazón de estas tres hienas?
    - No nos diga así, abuela- dijo José Luis.- Yo con un poco de suerte, pueda tener ya a mi lado a una muchacha a la que quieras como otra hija.
    - A esas voy- dijo la abuela.- De eso precisamente quería hablarles antes de que me viniera con el cuento de sus escándalos y fanfarronadas. Hace muchos años, una prima de mi difunto esposo, tenía una hija a la que quisimos mucho. No pudimos casarla con ninguno de los papás de ustedes porque ellos ya habían elegido novia. Pero la queríamos tanto que hicimos una promesa de honor de que si ella tenía una hija se casaría con uno de mis nietos.
    - En la torre- dijo Luis Antonio.
    - No seas lépero, Luis Antonio.- dijo la abuela.- La muchacha es casi de su edad y va a venir a conocer la hacienda pronto, así que tienen que recibirla bien, porque seguramente uno de ustedes se casará con ella.
    - Pero, abuela…-dijo José Luis.
    - Pero abuela, nada- repuso doña Luisa.- Uno de ustedes se casará con Rosita. Ahora me voy: ah, pero no se les olvide lo que les he dicho.
    Los tres se quedaron mudos unos segundos. Luego, José Luis rompió el silencio.

    - Pues ese no seré yo. Yo ya me voy a comprometer con Flor.
    - Eso quisieras- dijo Luis Antonio.
    - ¿Qué, no te cuadra?- insistió José Luis.
    - Lo que éste no te ha dicho es que ya te quitó a Flor.
    - Imbécil…-añadió José Luis a Luis Antonio.
    - Tú lo serás- respondió Luis Antonio.
    Pero Luis Antonio era más práctico.
    - Quizás deba ser yo el que le dé gusto a la abuela. Si me caso con la prima Rosa voy a asegurar lo del cambio de racho y el patrimonio de los García quedará en muy buenas manos…-añadió, marchándose.
    Sin embargo, un golpe en seco de José Luis, por accidente, lo obligó a enfrascarse en otro zafarrancho.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  2.  
    Andrea Sparrow

    Andrea Sparrow Usuario común

    Acuario
    Miembro desde:
    16 Enero 2015
    Mensajes:
    415
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Un amor para tres García [Los Tres García]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    1982
    Cap. 2

    Rosita terminaba de leer la carta que le había enviado Doña Luisa.

    Su tía Dolores le preguntó.

    - ¿Ahora sí me crees?

    - Sí, tía pero…¿no te parece que esto es muy descabellado?

    - A mí no me lo parece tanto- dijo la tía Dolores.- Tu mamá estaba convencida que tú te habías de casar con uno de sus sobrinos, los García.

    - Pero, tía…a lo mejor los García que mi mamacita conoció eran mejores que esta partida de desdichados…

    - ¿A poco tan bárbaros son los García?

    - Sólo pon atención: la abuela los describe de tal forma que ya casi me los estoy imaginando: Luis Antonio García: alegre, dicharachero…guapo, valentón…pero mujeriego, borracho y parrandero…

    - No…no me late.

    - Pero espérate: ahí te va: Luis Manuel García: licenciado, poeta, rico, guapo, de buena presencia…pero resultó vanidoso, tacaño y pendenciero…

    - Ese tampoco…

    - Y el tercero: José Luis García: noble, de buenos sentimientos, caballeroso, leal, pobre pero trabajador, generoso, guapo…pero orgulloso y terco.

    - Pues vaya que si tiene razón doña Luisa…son un trío de aquellos.

    - ¿Crees que entre esos tres encuentre yo uno que sirva para marido? Además, tú ya sabes que yo no me quería casar.

    - No, ya lo sé. Tú todavía quieres seguir en la capital tratando de darle vuelo a la hilacha.

    - Tía…sabes que soy una muchacha decente.

    - Lo sé, hija, pero también eres medio atrabancada…

    - Ay, ¿te imaginas? Si tan sólo hubiera uno que tuviera las cualidades de los tres…

    - Y seguramente ninguno de sus defectos.

    - Eso está difícil, ¿verdad?- dijo Rosita algo decepcionada.- Oye, tía, ¿y no se podrá que me case con los tres?

    - Niña, ¿cómo se te ocurre?

    - Era una broma, vaya- aclaró Rosita.- Pero ahora que lo veo…ya tengo una enorme curiosidad por conocerlos- dijo más animada.- Aquí dice que son guapos, a lo mejor están bien piocha…

    - ¡Niña!

    - Ya, tía…entonces, ¿qué? ¿Vamos?

    - Por supuesto que vamos. Yo tengo que saber con quién se va a casar la hija de mi difunto hermano. Sólo que…de los tres, la elección será muy difícil…

    - Ya lo creo…¿y cómo sé cuál es el mejor?

    - Conociéndolos…

    - Seguramente la abuela ya los puso al tanto y seguro por darle en la torre ninguna va a querer…-dijo Rosita.

    - ¿Por qué piensas eso? A lo mejor ellos están muy animados…

    - ¡Qué va! Seguramente a ninguno de ellos le dio gusto la noticia. Pero…se me está ocurriendo una idea genial.

    Entonces se dedicó a explicarle el plan a su tía.



    En San Luis de la Paz…

    - ¿Ya está listo, patrón?- preguntó Tranquilino, el mozo de la hacienda de doña Luisa.

    - ¿Pa’ qué, Tranquilino?- indagó a su vez Luis Antonio que bañaba a su caballo.

    - Pa’ lo del casorio con la niña Rosita, la que va a venir.

    - Ni me lo menciones, Tranquilino. Esa señorita de sociedad a mí ni me interesa. Ha de ser una vieja apretada, fea, casi tan vieja como la abuela.

    - ¿Y si no es así? Además la va a poder conocer cuando llegue a la casa.

    - Pos me voy para no tener que verla. Estando los otros dos, yo ni voy a perder mi tiempo.

    Luis Manuel, por su parte…

    - Arregla lo del recibimiento en la casa grande para Rosa…voy a recibirla para que abuela note mi buena intención.

    - ¿Y luego?- preguntó Nemesio.- Le va a proponer matrimonio.

    - ¿Qué te crees, Nemesio? Esa niña se las dejo a los zonzos de mis primos que agarran lo que sea. De seguro es más fea que un susto…


    Y José Luis…

    - Patrón…su primo Luis Manuel ya compró la hipoteca de su rancho.

    - Lo sabía…esos siempre se quedan con lo mío…Luis Antonio me bajó la novia…Luis Manuel quiere quedarse con mi rancho…y de seguro van a dejarme las migajas de todo ¿no? Pues para que veas, voy a dejar que esos dos se peleen por la primita que va a venir.

    - ¿No va usted a luchar por conquistarla?

    - ¿Para qué, Chencho? Luis Antonio tiene mucho gancho con las mujeres…y Luis Manuel mucho pico y dinero…y yo, yo soy un pobre que apenas tengo en qué caerme muerto. ¿Tú crees que ella se va a fijar en mí? No, Chencho, ni para qué…esa mujer no será para mí. Nos vemos luego, Chencho.

    - ¿No va a ir mañana a recibir a la señorita Rosa?

    - No…dile a la abuela que tengo…un asunto urgente…

    Pero Doña Luisa se molestó sobremanera.

    - Con que asuntos urgentes…esto no me huele nada bien.

    - ¿A qué cree que se debe que los muchachos no quieran estar mañana, doña Luisa?

    - No lo sé, señor cura, pero…éstos tres se quedan aunque tenga que amarrarlos…

    - Doña Luisa…sus nietos ya no tienen tres años…

    - Sí, pero para mí siguen siendo los niños guerrosos de toda la vida, señor cura. Y me seguirán obedeciendo hasta que no logre que sienten cabeza.

    San Luis de la Paz.

    Dos mujeres arribaron al pueblo, encontrando primero a un joven de buena presencia.

    - Buenos días…

    Una joven, que parecía la criada de la señora, fue quien habló.

    - Perdone, siñor pero…mi patrona dice que si sabe asté donde queda el pueblo de San Luis de la Paz…

    - Claro que sí…ahí adelante…a unos pasos. –dijo sonriendo José Luis.- Ojalá lleguen sin problema…hasta luego, preciosa…

    Rosita sonrió y guiñó el ojo a José Luis. Pero luego la tía le ofreció dinero.

    - Ah, con que piensan que soy un muerte de hambre, ¿no? Pues tráguese su dinero, solterona amargada y cómprele algo de decencia a su criadita…

    - ¡Majadero!- gritó Rosita.

    La tía dijo.

    - No le hagas caso…ese patán no sabe tratar a las damas. Pero ya nos dijo dónde queda el pueblo.

    - Sí, tía, vámonos.


    Al poco rato hallaron a Luis Antonio que iba cruzando la acera.

    - Ah, qué rechulas son las hembras despachadas con ganancia…-dijo acercándose a Rosita.

    Ella sólo arqueó los labios. La tía sonrió.

    - ¿Qué, su abuelita no la deja hablar, mi alma?

    - Abuelita la más vieja de su casa- dijo la tía.

    - Pos sí, la más vieja de mi casa es mi abuela pero no está tan vieja como usted y no está tan amargada…mire que opacar a esta chulada que está rebuena, pero requetebuena pa’ mamá de mis chamacos…

    - No sea grosero, siñor…sólo queremos que nos diga si vamos bien pa’ San Luis de la Paz.

    - Ya están en él, mi alma…y yo estoy a sus órdenes para lo que se le ofrezca…

    Rosa se apartó.

    - Gracias, siñor…

    Luis Antonio lanzó un grito de emoción.

    Rosa dijo a su tía.

    - Este tiene las manos muy largas. ¿Qué, así serán también los García?

    - No lo sé, hija…no lo sé.

    Luego hallaron a Luis Manuel.

    - Disculpe, señor…¿puede decirnos si sabe dónde queda la calle de las Angustias?

    - Claro que sí, supongo que vienen de visita.

    - Sí, siñor- dijo Rosita.- Vinimos de la capital.

    - Hermosa criatura, vienes acompañando a tu patrona desde tan lejos. Deben estar cansadas. Ya les falta poco. La calle está a la vuelta. Lino…llévalas- dijo a su criado.

    - Sí, patrón.

    - No se moleste…

    - No es molestia acompañar a dos damas tan hermosas…


    Y por fin llegaron a la casa de Doña Luis García, viuda de García.

    ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


    Al fin llegó el día de la presentación de Rosa.

    Primero llegó Luis Manuel.

    La abuela le preguntó.

    - ¿Y tus primos?

    - No lo sé…yo no soy su niñera…

    - Más respeto, vaquetón- dijo la abuela.- Esos dos tienen que venir si saben lo que les conviene.

    José Luis llegó después.

    - Vaya…hasta que llegas…

    - Es que…me entretuve…

    - Me entretuve…¿y el otro?

    - Ese también estaba entretenido pero en la cantina, abuelita.

    - ¿Y no pudiste ir a sacarlo, condenado?

    - ¿Por qué abuela? Si quiere puede seguir ahogándose de borracho…

    La abuela montó en cólera y lo golpeó.

    - Sinvergüenza, bonita partida de Garcías…

    Sin embargo al poco rato llegó Luis Antonio.

    - ¿Qué pasó, abuelita?

    - ¿Qué horas son éstas de llegar, demonio?

    - Es que estaba bebiendo un poquito.

    - Bebiendo…te trajiste toda la cantina encima. Hasta acá llega el olor. Necesito que se reúnan en la casa en un rato más. La familia de Rosita ya habrán llegado. Tienen que llegar limpios y bien vestidos. Voy a dar una comida y no pueden faltar.

    - Yo no voy a poder, abuela- dijo Luis Manuel.

    - ¿Se puede saber por qué?

    - Asuntos urgentes…

    - ¿Y tú?- preguntó a José Luis.

    - No…tampoco, abuelita…no creo poder llegar a tiempo.

    - Y supongo…que tú tampoco podrás, ¿verdad, Luis Antonio?

    - Dices bien, abuela…no voy a poder.

    - ¡Claro que van a poder todos! Ni a mí ni a su prima nos van a dejar plantados. Así que…los quiero en un rato sin pretextos.

    Los tres tomaron caminos diferentes. No había duda, estarían ahí. Y pronto tendrían una gran sorpresa.


    La casa de Doña Luisa García estaba engalanada.

    Los tres primos García llegaron cada uno por separado.

    Primero Luis Antonio, quien venía un poco temeroso porque no sabía si se iba a encontrar a la prima frente a frente. Encontró a su tía Dolores.

    - Bu-buenos días.

    - Buenos días. Dime, ¿eres tú uno de los primos García?

    Luis Antonio la reconoció por ser la mujer a la que había insultado.

    - Pues sábete que soy tía de tu prima Rosa. Mucho gusto en conocerte, sobrino.

    - Perdón, tía, no sabía que fuera usted de la familia…con tu permiso…-dijo, apartándose con pena.

    Luego llegó Luis Manuel con un ramo de flores.

    - Buenos días…pero, ¿es usted pariente?- preguntó cortésmente.

    - Sí, dime, ¿tú eres otro de los primos García?

    - Luis Manuel García, a sus órdenes- saludó.

    - ¡Qué monada!- dijo Luis Antonio.- Qué monada, periquito, ¿no me da la patita?- preguntó al perico que se encontraba al fondo de la sala.

    La cara de Luis Manuel lo denotaba todo.

    - Qué guapo te ves. ¿Ese traje de gala?

    - Ah, gracias…yo lo uso para el diario.

    - ¡Qué hablador…periquito y hoy no me dices nada!- continuó Luis Antonio.

    - Buenos días- dijo José Luis secamente.

    - Ah…supongo que tú eres el otro primo García.

    - Sí…soy José Luis…

    La abuela llegó al poco rato.

    - Vaya, llegaron después de todo.

    - Sí, abuelita- dijo Luis Manuel.- Aquí está este ramo de rosas para la prima Rosa.

    - Pues se tiraron plancha.

    - ¿Cómo?

    - Sí- dijo la abuela- su prima Rosa no vino.

    La tía Dolores aclaró.

    - Rosita no quiso venir porque ha dicho que no podría casarse así nada más sin conocer a ninguno de los tres. Así que por eso he venido yo para poderle contar cómo son y quién de ustedes es el que se va a casar con ella.

    José Luis se volvió.

    - Conmigo no cuenten desde ahorita…

    La abuela dijo.

    - Vamos, vamos, es muy pronto para tomar una decisión. Será mejor que nos sentemos a la mesa.

    - Voy a llamar a Lupita, mi ahijada. Ella vino acompañándome. Lupita, ven, hija…

    Rosita hizo su aparición, vestida de Lupita.

    - Buenos días tengan astedes…-dijo levemente.

    Luis Antonio, Luis Manuel y José Luis se quedaron atónitos.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  3.  
    Andrea Sparrow

    Andrea Sparrow Usuario común

    Acuario
    Miembro desde:
    16 Enero 2015
    Mensajes:
    415
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Un amor para tres García [Los Tres García]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    1610
    Cap. 3

    Rosita sonrió. Aquellos tres primos García, sus primos lejanos, eran realmente excepcionales y adorables. Los repasó a los tres y trató de no emocionarse. Luego dijo:

    - Yo soy la ahijada de la siñorita Dolores. Mucho gusto.

    Luis Antonio sonrió ligeramente.

    - Mucho gusto…

    Luis Manuel la saludó también con poco énfasis.

    - Hola…

    José Luis la miró con más interés pero luego se apartó.

    La tía Dolores comentó.

    - Mi sobrina Rosita querría que yo le dijera quiénes son. Tú eres…Luis Antonio, ¿cierto?- preguntó a éste.

    - Si ya sabe para qué pregunta…-dijo algo tímido.

    - No seas grosero, grandísimo animal- le contestó la abuela.

    - No se preocupe, doña Luisa. Tú eres Luis Manuel, ¿verdad?

    - Claro, tía…discúlpenos pero creo que no todos somos igual de educados.

    La tía fue donde José Luis. Éste dijo secamente.

    - Soy José Luis…

    - En vista de las cortesías, pasemos a la sala.

    Rosita, ahora convertida en Lupita dijo:

    - Astedes me dispensarán pero me voy a la cocina.

    La abuela la motivó.

    - Por favor, Lupita, quédate con nosotros. Eres ahijada de doña Dolores. Así que también eres mi invitada.

    - Gracias, doña- dijo Lupita.

    Mientras avanzaban, preguntó en voz baja doña Dolores a su sobrina.

    - ¿Qué te parecen?

    - Bien piocha, tía.

    - Niña.

    - Es la verdad…

    - Ya tendrás tiempo de escoger a uno…

    Caminaron y justo antes de entrar a la sala, Luis Antonio le guiñó el ojo a Lupita. Ella le respondió con otro guiño. Su tía le dio un pequeño golpe en el brazo.

    Por fin comenzó la comida.

    Lupita estaba atenta a las reacciones de los García, quien, cada vez que pasaba un plato la miraban sin pestañear.

    Sin embargo, para disimular, decidieron seguir comiendo como si nada.

    La tía preguntó.

    - ¿Siempre son así?

    - No…es curioso, tenerlos comiendo es la única forma de tenerlos cerca y callados. ¿Y Rosita?

    - Pues verá, abuelita, estudiando, ¿sabe? No pudo venir pero deseaba mucho conocerlos.

    - Supongo que está en la Universidad- preguntó Luis Manuel.

    - Así es- dijo doña Dolores.

    José Luis intervino.

    - Pues no creo que haya tenido muchas ganas de venir si está tan ocupada…

    Lupita intervino.

    - Viera que no, joven…la niña Rosita bien que quería venir…pero pensó que a lo mejor ninguno de ustedes iba a querer conocerla…

    - E hizo bien en no venir- dijo José Luis de nuevo.- Yo no tenía interés.

    - Lo bueno que eres sincero- respondió doña Dolores.

    - Los García somos así, no nos andamos con medias tintas- añadió.

    Los otros dos no dijeron palabra y siguieron comiendo. Luis Manuel se interrumpió.

    - Lo sincero no quita lo caballero…lamento que no haya podido venir Rosa…le hubiéramos podido enseñar tantas cosas.

    - ¿De verdad?- preguntó Lupita.- ¿Cómo qué?

    - El rancho, el pueblo, el jaripeo…y sobre todo, darle una serenata a todo dar…

    Lupita suspiró. José Luis la miró y arqueó los labios en media sonrisa. Eso le iba a dar una idea.


    Al terminar la comida, Lupita se retiraba de la mesa.

    - Voy a la cocina, doña Luisita- dijo Lupita.

    - Espera, hija, vamos a mi cuarto…quiero hablar con tu madrina y contigo.

    Luis Antonio le guiñó el ojo. José Luis se molestó y se marchó.

    - Los espero para la fiesta- dijo doña Luisa.

    Ninguno se negó. Estarían ahí. Luis Manuel se disculpó con más cortesía.

    - Hasta la noche, abuelita.

    - Hasta la noche.

    Las dos llegaron al cuarto de doña Luisa.

    La abuelita comenzó.

    - Vaya que estás fingiendo bien, Rosita.

    - Gracias por no decir nada, abuelita. Ya voy conociendo a mis primos.

    - ¿Y qué tal?

    - Pues no creas…son medio especiales. Se ve que “Rosita” no les cae nada bien y de seguro ninguno se quiere casar con ella.

    - Así parece…sin embargo…los tres estaban que babeaban por ti, niña- dijo la tía.

    - Es verdad- dijo doña Luisa.- Los tres están atentos a ella. Y eso puede ser peligroso.

    - No, abuelita- añadió Rosita.- Yo me encargo de hacerlo todo bien para escoger al mejor…


    En cuanto Lupita salió a la cocina, Luis Antonio se hizo el aparecido.

    - ¿Qué hubo, mi alma?

    - Ora…estése en paz- dijo ella.

    - No se ponga así, chula. Perdóneme que le haya dicho tanta cosa pero…es que está usted como rifle…como cañón…

    - Ya párele que lo va a oír doña Luisa…oiga…explíqueme…

    - ¿Qué quiere saber, linda?

    - ¿Quén de los tres es el que se va a casar con la niña Rosita?

    - Yo por lo menos no- dijo Luis Antonio.

    - ¿Y por qué?

    - Esa apretada debe ser fea, bizca, dientona y flaca.

    - ¿Por qué piensa que la niña Rosita es así?

    - Algo me lo dice…no creo que sea tan bonita como tú, Lupita.

    - Entonces asté no se va a casar con ella…

    - No…pero sí que me casaría con alguien como tú…

    - Su abuelita no aceptaría…yo soy muy humilde.

    - No me importa…eres una potranca chula y seguro que te pondría casa y todo lo que me pidieras.

    - Ah, qué don Toñito, pero si apenas me conoce…

    - Pos sí pero nunca había visto hembra tan linda…

    Lupita sonrió. Luego dijo.

    - Mejor cálmese porque su abuelita se va a enojar. Me tengo que ir…hasta la noche.

    - Hasta la noche, Lupita.


    Rosita se dio cuenta que Luis Antonio no era tan malo como parecía.


    Se marchó al jardín a respirar el aire puro de la campiña. Suspiró hondamente mientras contemplaba la luna. Y alguien, no muy lejos de ahí, también la contemplaba.

    Cuando percibió que alguien la miraba, se volvió.

    - Buenas noches, joven José Luis…

    Él bajó la mirada y fingió no haberla visto antes.

    - Buenas noches…

    Se adelantó unos pasos.

    - ¿Le pasa algo, joven?- preguntó con curiosidad.

    - Nada…

    - ¿Es usted muy callado, verdad?

    - Sí…

    Rosita bajó los ojos y dijo.

    - Ya veo…le molesta que le hable, ¿no? Con su permiso…

    Se marchaba cuando José Luis la detuvo.

    - Espere…perdóneme, Lupita…es que…soy medio raro…no me haga caso.

    - No se preocupe. Dígame, ¿asté es quien se va a casar con la niña Rosa?

    - No, Lupita…creo que nunca lo haría. Mis primos siempre tienen la virtud de quedarse con todo lo mío. Seguramente, Rosa escogería a Luis Antonio o a Luis Manuel. En cambio, yo…parece que no puedo aspirar a ninguna mujer.

    - ¿Por qué dice eso?

    - Sin mentirte, justo antes de que ustedes llegaran, Luis Antonio se quedó con mi novia.

    - Nombre…

    - Sí, Lupita, ¿te das cuenta?

    - Pos sí que está mal pero…usted es un buen muchacho…se le ve a leguas.

    - No digas eso…tú no me conoces, Lupita…

    - Pos no pero…

    Luis Manuel llegaba a donde se encontraban.

    - ¿Linda noche, verdad?

    José Luis se levantó, lanzó una mirada de odio a su primo Luis Manuel y se marchó.

    - Buenas noches, Lupita- dijo Luis Manuel.

    - Buenas noches…-dijo molesta. No le gustó que José Luis se marchara.

    Luis Manuel le preguntó.

    - ¿Qué tanto te decía mi primo?

    - Nada…dígame, ¿usted es el que se va a casar con la niña Rosita?

    - No lo sé…no me gustaría pero…si se trata de la tranquilidad de la abuela, me sacrificaré.

    - No juera siendo…-dijo Lupita- A poco está usted muy seguro…

    - No lo dudo…no lo aseguro. Pero creo que sí…porque feo no soy…tengo dinero, y además me encanta la poesía.

    Rosita aprovechó la ocasión.

    - Si le pidiera…¿me haría una poesía?

    - ¿Por qué no? ¿No es verdad, ángel de amor…que en esta apartada orilla…?

    - La escribió José Zorrilla…-dijo Lupita.

    Luis Manuel tragó saliva y luego rió.

    - Eres tremenda, Lupita…pero me caes muy bien.

    - Asté a mí también…es usted tan simpático…

    - Y tú eres tan linda…si no fuera uno de los pretendientes de Rosa…¡cómo no me iba a fijar en una muchacha tan hermosa como tú!

    - ¿De verdad le parezco bonita?

    - Claro…muy bonita…

    - Y dígame…¿por qué se lleva tan mal con sus primos?

    - Es un pleito de años, Lupita…no nos podemos ver…pero jamás nos haremos daño…

    - Eso es…los García jamás se harían daño…bueno, eso dice la niña Rosa…

    - ¿Eso dice?

    - Sí…ella dice que su mamacita le contaba que Los García eran a toda ley…

    Luis Manuel se acercó a Lupita pero ella se apartó.

    - Creo que me habla mi madrina…


    El poeta adinerado salió corriendo.


    En su recámara, Rosa dijo a su tía.

    - Ay, tía…estos García son una bala…

    - ¿Por qué lo dices?

    - Porque no dejan títere con cabeza.

    - No te entiendo…

    - Ninguno de los tres perdió la oportunidad de enamorar a Lupita…lo único malo es que ninguno se quiere casar con Rosa…

    - Eso sí es grave, porque tú te tienes que casar con uno de los tres.

    - Pues he de averiguar quién es el indicado…y conseguiré que se enamore de Lupita, lo de menos es decirle la verdad después.

    - ¿Crees que funcione?

    - No pierdo nada con intentarlo, tía- sonrió la muchacha.

    - Ay, hija, heredaste lo García de tu madre…

    Rosita se fue a dormir y empezó a soñar con Los Tres García.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  4.  
    Andrea Sparrow

    Andrea Sparrow Usuario común

    Acuario
    Miembro desde:
    16 Enero 2015
    Mensajes:
    415
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Un amor para tres García [Los Tres García]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    1363
    [​IMG]

    Cap. 4

    El día llegó. Rosita se despertó temprano en la casa de doña Luisa. Su tía la llamó.

    - Niña, levántate. Los muchachos ya no tardan en venir. Y si no te ven en la cocina sospecharán.

    - Ay, tía, es que todavía es temprano.

    - Lo siento, señorita, pero tiene que continuar con su farsa.

    Rosita hizo una pequeña mueca. La tía Dolores salió. Entonces se le ocurrió una idea.


    El primero en llegar fue Luis Antonio.

    Su abuelita lo encontró cuando iba a la cocina.

    - ¿A dónde, tan temprano?

    - Voy a…

    - El comedor está del otro lado, hijo- dijo la abuelita.- Luis Antonio, te espero en la mesa.

    - Sí, abuelita, ya voy.

    Cuando la abuela se marchó dijo Luis Antonio:

    - ¡Me lleva!

    José Luis trató de no hacerse evidente ante nadie y entró por otra puerta pero se escondió.

    Luis Manuel llegó al comedor sin dilación.

    - Buenos días, abuela.

    - Qué puntual eres, Luis Manuel- siguió la abuela, divertida.- ¿A qué debo el honor de que estés por aquí tan temprano?

    - Nada, abuelita…verás…es que…quise pasar la mañana contigo.

    - Qué bien, muchas gracias, hijo.

    Luis Manuel sonrió y fue donde la abuela a la mesa.

    Luis Antonio no tardó mucho.

    Sin embargo, José Luis entró por la cocina.

    “Lupita” se sorprendió.

    - Joven José Luis…-dijo sobresaltada.

    José Luis se le acercó.

    - Perdón, Lupita, no quise asustarte.

    Ella sonrió.

    - No me asusté…es que…no pensé que iba a entrar a la cocina.

    - Buenos días, Lupita. ¿Están todos a la mesa?

    - Sí…ya llegaron sus primos y su abuelita ya está a la mesa.

    - Lo siento por la abuela pero…¿podrías darme de desayunar aquí, en la cocina?

    Lupita entornó los ojos.

    - Pero joven…se va a enojar su abuelita…

    - No lo creo…ya tiene a los otros dos allá…total, no creo que le importe que no esté yo allá en la mesa.

    - No diga eso, ¿y si viene a buscarlo?

    - No creo que venga, ándale, quiero desayunar aquí…como cuando era niño.

    - Cuando era asté niño, ¿desayunaba aquí?- preguntó Lupita.

    - Sí…prefería venir aquí que sentarme con mis primos…

    - Desde entonces era asté orgulloso- añadió la muchacha.

    - Quizás…pero he preferido eso que verle la cara a ese par…aunque ellos me la ven tantas veces. Dime, ¿Qué me vas a dar de desayunar?

    - Ya verá- dijo sonriendo.

    Le sirvió un par de tamales y un rico atole.

    - Espero que le guste…

    - Huelen delicioso, gracias, Lupita.

    Ella se apartó agradeciendo.

    - Oye…¿por qué no te sientas aquí, conmigo?

    - No, ¿cómo cree?

    - No tiene nada de malo, ándale, ándale…siéntate aquí.

    Lupita se preocupó. ¿Qué iba a decir la abuela?

    - Está bien, joven…si asté quiere…

    La muchacha se sentó junto a él mientras, de soslayo, lo miraba comer.

    De pronto, una de las criadas señaló.

    - Dice la patrona que vaya asté a desayunar, niña Lupita, con su madrina y doña Luisa…

    - Gracias pero aquí estoy bien.

    - No…dice doña Luisita que ya sabe que el niño José Luis está aquí, así que mejor vayan los dos a la mesa o luego los arregla.

    José Luis se levantó.

    - Ven, Lupita…al parecer ni en la cocina lo dejan a uno tranquilo.

    Cuando llegaron a la mesa, los primos estaban muy contentos.

    - Vamos a ver, ¿qué es eso de que no quieres desayunar conmigo, José Luis?

    El muchacho respondió.

    - Lupita no quería venir y me pareció una descortesía dejarla sola en la cocina.

    La abuela sonrió.

    - Eso suena mejor…por eso quise que los dos vinieran a la mesa. No es conveniente que estén los dos solos en la cocina.

    - No estábamos solos, doña Luisa…estaban Jacinta y Tranquilino.

    José Luis añadió.

    - La abuela tiene razón, Lupita. Creo que es mejor estar aquí y dar la cara, aunque a veces tenga uno que vérsela al más imbécil de la casa.

    - ¡No’mbre!- dijeron los otros dos primos al unísono.

    - Bueno, bueno, terminen de desayunar que ya los espero en la fiesta de la noche.

    Luis Antonio se levantó y guiñó el ojo a Lupita. Luis Manuel se despidió cortésmente.

    La abuela carraspeó.

    - Y tú, hijo…¿no tienes nada que hacer?

    - No, abuelita- dijo José Luis mirando a Lupita.

    - Necesito que vayas a ver si ya puso la marrana…

    José Luis se levantó, sonrió y se despidió.

    - Hasta la noche, abuelita…

    Miró a la muchacha con una leve sonrisa.


    Cuando los muchachos se fueron, la abuela dijo.

    - Oye, hija…las cosas comienzan a complicarse.

    - ¡Qué va, abuelita, si cada vez me estoy divirtiendo más!- sonrió Lupita.

    Su tía insistió.

    - Doña Luis tiene razón. Los muchachos comienzan a interesarse demasiado en Lupita y para nada en Rosa.

    - Es verdad. Así no vamos a conseguir que alguno de ellos tenga interés en Rosa.

    - Pero si Rosa soy yo- dijo Lupita.

    - Para ellos no- contestó doña Luisa.- Ellos sólo están interesados en Lupita.

    - Es que ustedes no se dan cuenta. Lupita no es para los tres más que una muchachita medio mona que les da coba. Pero solamente uno de los tres es quien realmente se enamorará de Lupita. El que sea capaz de querer a Lupita por lo que es y no por lo que tenga o parezca es el que se merece el amor de Rosa, ¿entienden?

    La tía Dolores respondió.

    - Pues francamente, no, hija.

    - Yo sí he comprendido, Lolita- añadió la abuela.- Rosita quiere que los muchachos se enamoren de Lupita más que de Rosa, porque el que sea capaz de querer a una muchacha humilde como ella con buenas intenciones, es el que merece a la verdadera.

    - Ya entiendo- contestó Dolores.- Tienes razón. ¿Y qué piensas hacer para descubrirlo?

    - Estoy segura que de esta noche no pasa, tía- añadió Rosita.- Creo que ya empiezo a hacerme una idea de ellos.

    - Ten cuidado, Rosita- dijo doña Luisa.- Esos García dan cada sorpresa…

    Con ese comentario, Rosita se sentía confundida.


    La fiesta llegó por fin.

    Rosita estaba arreglada.

    - ¿Me veo bien así, abuelita?- preguntó.

    - Te ves preciosa, hija- añadió doña Luisa.- Obviamente tenías que estar en la fiesta. Sólo trata de portarte bien con los tres pero no exageres.

    - No te preocupes, abuelita- contestó Rosa.- Creo que ya sé por dónde va la cosa.

    - ¿Crees?- preguntó doña Luisa irónica.

    - Claro…casi puedo creer que el mejor es…

    - Abusada, niña…que las apariencias engañan…

    - Lo sé pero es que…

    - Mira con cuidado, hija…el matrimonio es algo muy serio. Y al que elijas, será tu compañero de toda la vida. Trata de pensar qué de cada uno de ellos te agrada más y sobre todo, qué es lo que no estás dispuesta a aceptar de ellos una vez casada.

    - Tienes razón, abuela…voy a tener que mirar con más detalle.


    Los muchachos fueron apareciendo uno a uno, saludaron a su abuelita y luego marcharon hacia donde estaba Lupita. El primero fue Luis Manuel.

    - Buenas noches a todos…Lupita, me alegra verte en la fiesta.

    - Doña Luisita insistió- dijo Rosa.

    Luis Manuel no se apartó de ella un rato.

    - ¿No sienten calor aquí?- preguntó.

    - Yo sí- dijo doña Luisa.- Hay que avanzar, o nos vamos a consumir…

    Al poco rato llegó Luis Antonio con alharaca y canciones.

    - ¡Bien haya lo bien nacido…que ni trabajo da criarlo…!

    Rosita se asustó un poco. Pero luego sonrió.

    Luis Antonio fue cortés.

    - Me da gusto verte aquí. ¿Bailamos?

    Aceptó y fue a bailar con él.

    Cuando José Luis llegó, Rosita conversaba con Luis Antonio.

    Esa noche sería una buena oportunidad para que Rosita comenzara a decidirse por uno de los tres.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  5.  
    Andrea Sparrow

    Andrea Sparrow Usuario común

    Acuario
    Miembro desde:
    16 Enero 2015
    Mensajes:
    415
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Un amor para tres García [Los Tres García]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    1555
    Cap. 5

    Rosita miró de lejos a José Luis que se apartaba. Trató de hablar con él, pero Luis Antonio se lo impidió.

    - ¿Dónde estabas, mi alma?

    - No me diga así, joven. Se me hace que asté le dice eso a todas.

    - Claro que no, Lupita, sólo a las muchachas bonitas.

    - Ya, joven…que lo va a ver la abuelita.

    - No importa…no importa que me vean platicando con una muchacha tan linda como usted.

    - ¿De veras? Podrían pensar que somos novios o algo así.

    - ¿Y por qué no? Sólo que…francamente novia, novia, lo que se dice novia…

    - ¿Qué?

    - Pos…

    Lupita dejó a Luis Antonio ahí.

    - Ya regreso…me habló mi madrina…


    Se marchó. La tía Dolores le dijo:

    - ¿Qué pasó?

    - Es que…Luis Antonio…al parecer no le gustaría que pensaran que soy su novia.

    - Eso quiere decir que él no…

    - No estoy segura…la verdad me dio tristeza lo que dijo. Es que es tan linda…

    - Ay, no, hija…Luis Antonio no es el mejor.

    - ¿Quién puede decir si es o no el mejor, sino el amor?


    Minutos más tarde, Lupita llevaba unas bebidas. Luis Manuel la detuvo.

    - Lupita…¿podrías venir un momento?

    - Estoy ocupada, joven. Mi madrina anda por aquí.

    - Por ahora no la veo…¿qué te parece si bailamos?

    - Está bien…

    Comenzaron a bailar. Lupita le preguntó.

    - ¿Asté a qué se dedica?

    - Soy…licenciado…y hago préstamos.

    - Ah…prestamista…

    - Algo así- dijo Luis Manuel.- Sólo que…es como una especie de negocio. Y no hay alguien mejor que yo en San Luis de la Paz.

    - Ah…¿y tiene novia?

    - No…todavía no.

    - ¿Y no le gustaría tener por novia a una muchacha decente, bonita, buena, aunque humilde?

    Luis Manuel dudó.

    - Pues…no lo había pensado. Siempre he pensado que me casaría con alguien…de mi mismo nivel, de mi misma posición.

    - O sea que…la pobreza no va con asté…

    - No exactamente…de hecho…hay gente pobre que…lo es por indolencia. No voy muy lejos. Mi primo José Luis…

    - ¿Qué pasa con el joven José Luis?- preguntó Lupita.

    - Pasa que…están tan pelado que yo he tenido que comprar la hipoteca de su rancho.

    - ¿Entonces el niño José Luis no tiene nada?

    - ¿Tener? Ese lo único seguro que tiene es su orgullo mal entendido. Que se quede con eso. Por lo demás, tengo lo que me pertenece…

    - ¿Y qué va a hacer con lo del casorio con la niña Rosa?

    - No lo he pensado…pero si no es tan linda como tú, claro que no me casaría.

    Lupita bajó los ojos y se puso seria.

    - Ya regreso…creo que su abuelita está cerca de aquí.

    La muchacha fue donde ella y señaló.

    - Abuelita…tu nieto Luis Manuel es un interesado…

    - Ay, hija, yo qué más quisiera que fueran realmente buenos los tres pero…ya ves.


    Escuchó una canción de Luis Antonio y los otros dos cantaron con él:

    <iframe width="420" height="315" src="//Pedro Infante_Mi Consentida - YouTube" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>


    Anduvo paseando un rato. Luego vio a José Luis no lejos de ahí. Pero notó que él no se acercaba.

    La tía Dolores dijo:

    - ¿Ya viste quién viene ahí?

    - Sí, tía…José Luis pero…no me hace caso.

    - Es extraño…se veía muy interesado.

    - ¡Qué va! Ese quién sabe en qué piensa…pero lo que es en mí, lo dudo.

    Un vals comenzó a sonar.

    - ¿No vas a bailar?- preguntó la tía.

    - No…ya vuelvo.

    Se marchó a la cocina.

    Al poco rato encontró a José Luis.

    - Lupita…

    - José Luis…¿qué hace aquí, joven? ¿No va a seguir en la fiesta?

    - No, Lupita…allá están mis primos…yo no tengo nada que festejar.

    - ¿Ah, no?

    - No…con eso de que mi primo Luis Manuel acaba de quedarse con la hipoteca de mi rancho…

    - ¿Y por qué?

    - Es un pleito casado, Lupita. Figúrate que él dice que ese rancho era de mi tío, su papá. Y jura y perjura que mi papá se lo quitó a la mala. Por eso, ahora que nuestros papás ya no viven, quiere despojarme pero te aseguro que no me voy a dejar.

    Lupita lo apoyó.

    - Así se habla, joven José Luis.


    Él la miró con dulzura.

    - Tú eres muy buena, Lupita…y yo soy un pobre diablo.

    - No diga eso. Si se ve que usted ha sufrido mucho.

    - Mucho en verdad, Lupita. Mis primos siempre me han visto por debajo de su cabeza. Pero por eso tengo mi orgullo que me mantiene en pie.

    Lupita insistió.

    - Dígame, ¿usted…cambiaría su orgullo por el amor de una mujer?

    - Si te refieres a Rosa, no lo creo. Pero…si se tratara de alguien…como tú, te aseguro que sí.

    - José Luis…-esbozó tímidamente.

    José Luis insistió.

    - Una mujer tan dulce como tú, tan hermosa y tan buena, que es capaz de entender el dolor ajeno, sería el amor de cualquier hombre. Y ahí está el problema…

    - ¿Cuál?

    - Que serías perfecta para cualquiera, menos para mí porque yo no tengo nada que ofrecerte. Además…tengo a mis dos primos al lado que son capaces de destruirlo todo…nos vemos luego, Lupita.

    - Hasta luego, joven…

    Lupita o más bien, Rosa, escuchó aquellas palabras tan humildes y a la vez tan cargadas de dolor de José Luis. Algo tenía que hacer para llegar a su corazón y averiguar sobre sus sentimientos.


    Al día siguiente, la abuela la llamó.

    - Dime, hija, ¿estás contenta?

    - Mucho, abuelita.

    - Y…¿ya te convenció alguno?

    - No del todo…sigo casi igual de confundida. Aunque ya los voy conociendo.

    - No creas, hija. Así pienses que ya los conoces, éstos siempre te saldrán con algo nuevo.

    - Eso parece. ¿Qué hay que hacer ahora?

    - Tú puedes ir por la casa como desees. Sólo que, según la costumbre, podrías pasar por la cocina y luego volver al comedor.

    - Está bien, abuelita. Sirve que quizás encuentre a alguno de ellos.

    - Pero ten cuidado, hija, mucho cuidado.


    Rosa volvió a la cocina y ahí halló a Luis Antonio.

    - ¿Asté por aquí?

    - Ya ves…he venido a ver cómo habías amanecido de chula.

    - No sea zalamero que no le queda. Asté en un bribón. Mire que lo vi coquetear con media fiesta.

    - No se ponga así…no sea celosa que sólo tengo ojos para usted, preciosa.

    - Insisto, no se ponga necio o le va a ir mal…

    - Ande…sólo deme un besito.

    Lupita le propinó tremendo bofetón.

    Luis Antonio se sobó.

    - Ah, canija, tiene la mano pesada. Pero ya le voy a quitar yo lo remolona…


    En el comedor, Luis Manuel ya estaba de nueva cuenta.

    - Buenos días, ¿cómo amanecieron?

    La abuela comentó.

    - Más viejas que ayer…¿y tú, qué milagro que vienes de nuevo?

    - Es que…creo que olvidé algo anoche…

    - Seguramente la vergüenza.

    - ¿Por qué lo dice, abuela?-preguntó Luis Manuel, fingiendo.

    - Tú y el otro…se pelearon por bailar con dos muchachas, incluyendo a Lupita, quien de paso, prefirió irse a dormir temprano.

    Luis Manuel asintió.

    - Tiene razón, abuela, fuimos unos patanes. Pero se arregla fácilmente. Ya lo verán.

    Lupita estaba aún en la cocina, cuando vio llegar a José Luis.

    - Joven…

    - Hola, Lupita. Dime, ¿no te gustaría ir a dar la vuelta en mi yegua?

    - Pero…¿qué dirá su abuelita?

    - Nada…no vamos a tardar. Sólo quiero que conozcas el lugar. Ya vuelvo.

    José Luis fue al comedor.

    - Buenos días, abuela…

    - Serán buenas tardes…¿ya viste la hora que es?

    - Sólo vine a avisarte que…no me voy a quedar a desayunar. Voy a ir a recoger unas semillas con don Pánfilo y a vacunar a Estrella…

    - Está bien, hijo…llegas tarde pero por lo menos tienes más decencia que éstos otros…

    José Luis sonrió de lado y salió.

    Sin embargo, Luis Manuel ya lo conocía. Su primo algo tramaba.


    Al poco rato, vio a Lupita en las ancas del caballo abrazada a la cintura de José Luis…

    - Con que a traer semillas, ¿eh?- observó Luis Manuel.- Tú no me vas a ganar la partida con esa potranca, José Luis.

    La abuela le dijo.

    - No seas payaso, hijo. ¿A poco estás enamorado de Lupita?

    - No, abuela, qué va…es sólo que su nieto José Luis no me va a ganar la delantera.

    - Si no son carreras de caballos…además, él es más pobre, tiene derecho a aspirar al cariño sincero de una muchacha humilde como él…¿por qué quieres quitarle eso poco que tiene? ¿Acaso tu padre te enseñó eso?

    Luis Manuel respondió.

    - No, abuelita…tiene razón…con su permiso.

    Pero cuando ya había dejado la casa dijo.

    - Me la quitas…si me dejo…

    Luis Antonio tampoco estaba conforme.

    - Ya les voy a enseñar a esos dos cómo se consigue una mujer…
     
    Última edición por un moderador: 17 Julio 2016
    • Me gusta Me gusta x 1
  6.  
    Andrea Sparrow

    Andrea Sparrow Usuario común

    Acuario
    Miembro desde:
    16 Enero 2015
    Mensajes:
    415
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Un amor para tres García [Los Tres García]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    1140
    Cap. 6

    José Luis descendió a Rosita en una porción del campo a donde habían llegado.

    - Aquí es, Lupita. ¿Te gusta este sitio?

    - Es muy bonito, joven José Luis- aseveró Lupita.- Pero, ¿por qué me pregunta que si me gusta?

    - Bueno…por eso te traje…para que conocieras mi rancho.

    - Está muy bonito pero…creo que es mejor que nos vayamos ya.

    - Pero si acabamos de llegar, Lupita- repuso José Luis.

    - Pero es que…

    - Nada, nada…ven, te voy a llevar a conocer la casa.

    Un guiño de malicia atravesó por la mirada del muchacho García. Rosita tuvo un poco de temor.

    - Esta es, Lupita…la casa de mi padre…

    - Es muy bonita…tiene una gran paz…una gran serenidad.

    - No te creas, mi papacito nunca tuvo paz; mis tíos le hicieron ver su suerte. Si no se pone abusado, mi mamá hubiera sido mi tía.

    - ¿A poco?

    - Sí…mis tíos, en paz descanse, lo traían asoleado.

    - Igual que a usted los otros dos García.

    - Ni más ni menos…pero…esta vez no voy a sufrir…total, que se queden con la apretada de la tal Rosa.

    - Dígame, ¿por qué piensa que la niña Rosa es una apretada?

    - Debe serlo…el no haberse tomado la molestia de venir siquiera a conocer a ninguno de nosotros la convierte en eso. Si tanto interés tenía en casarse con alguno de nosotros, ¿por qué no vino?

    - Quizás es que…espera que alguno de ustedes vaya a buscarla.

    - Lo que es yo, nunca, Lupita. Y mucho menos, teniéndote a ti tan cerca…

    Se colocó a unos pasos de Rosa. Ella tembló.

    - Sólo dime…que no te intereso un poco, Lupe…

    Rosa arqueó los labios y se apartó.

    - Será mejor que volvamos.

    José Luis notó su miedo.

    - Está bien, Lupe…vámonos…la abuela se va a preocupar.


    Volvieron a la casa al poco rato. Ahí, estaba Luis Manuel con un ramo de flores.

    Rosa lo miró.

    - El joven Luis Manuel está aquí.

    - Señorita Lupe…

    José Luis se molestó.

    - Ya veo…yo salgo sobrando aquí…

    Luis Manuel observó:

    - Flores para una hermosa flor…

    - Gracias, joven.

    - Llámeme solamente Luis Manuel…háblame de tu.

    - Ay tú- fingió Lupita.-

    Riendo entró a la casa.

    Luis Manuel invitó.

    - ¿Quieres venir a conocer mi rancho?

    - Es tarde, Luis Manuel.

    - No tardaremos. Está cerca, ¿verdad, abuela?

    - Ve, hija…Luis Manuel se portará bien, lo conozco.

    Fue con Luis Manuel y estando ahí le dijo.

    - Esta casa es muy bonita.

    - El buen gusto de mi madre y el esfuerzo de mi padre solamente. Y ahora tú, la embelleces más.

    - Gracias, Luis Manuel.

    - ¿Por qué dijo la abuela que vinieras?

    - Quizás en un par de días nos vayamos…pero primero doña Lolita tiene que saber quién de los tres se va a casar con la niña Rosa.

    - Ese seré yo…la estabilidad de mi familia está primero…

    - Entonces…se casa por interés.

    - Es relativo, Lupita…no podría casarme con una muchacha de menor abolengo que yo…

    - Aunque la amara.

    Luis Manuel miró a Lupita.

    - Perdóname, Lupe…algunas niñas como tú son muy bonitas, muy agradables pero…yo estoy hecho de otra madera.

    - Si, ya me di cuenta- dijo Lupita.- Será mejor que nos vayamos, la abuelita se va a preocupar.

    - Sí, es hora de irnos.

    Volvieron a la casa y ahí estaba Luis Antonio con una serenata para Lupe.

    Rosa sintió que su corazón se ensanchaba de felicidad.

    <iframe width="560" height="315" src="//Pedro Infante - Tu Enamorado - YouTube" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>


    Los otros dos García reventaban de celos.

    La abuelita dijo a José Luis.

    - ¿Duele, verdad, chato?

    - ¿Por qué lo dice, abuela?

    - No, por nada, no más por hablar. Pero… yo que tú me apuraba antes de que me quitaran a la paloma.

    José Luis negó.

    - Esa paloma no cabe en mi palomar, abuela…es mucha pieza pa’ mí.

    - ¿Eso crees? El topo no quería salir del hoyo por el puro miedo de ver la luz…y por…maje, se quedó sin comer. Yo nomás digo…

    José Luis guardó en su mente aquel aparente consejo.

    Luis Manuel lo calló.

    - Ya, basta de musiquita barata.

    - Barata tu estampa- dijo Luis Antonio.

    José Luis sólo se reía. Entonces los otros dos los atraparon y le pelea comenzó.

    - ¡Basta, Garcías!- gritó la abuela.

    Rosa entró corriendo a la casa.


    Y aquella noche, otra canción resonó en su balcón.

    <iframe width="560" height="315" src="//Pedro Infante - Corazón Corazón - YouTube" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>


    Luis Antonio la buscó en el balcón.

    - Lupita…¿qué pasa?

    - Nada…será mejor que se vaya.

    - No, Lupe…tengo que decirte de una vez que…te amo con toda el alma…y que no pienso casarme con Rosa porque es a ti a quien quiero.

    - Usted no tiene palabra, Luis Antonio…sólo quiere tener la razón y ganar la partida como con otras mujeres…

    - No, Lupe…de corazón…tú eres la primera a la que le he dicho en verdad que la quiero…

    - Vienes tomado, Luis Antonio- repuso Rosita.

    - Te prometo que si me aceptas…por ésta que la dejo…

    Rosa sintió ternura por él.

    - Ve a descansar, Luis Antonio. Por favor.

    - Mañana en la noche te espero en robledal de la casa…a las 7…hasta mañana…

    Rosa le dejó ir.

    Ya se iba a dormir cuando llegó José Luis.

    - Lupita…perdóname…pero…quiero decirte…pos que te quiero…

    - José Luis…

    - Con toda mi alma…soy pobre y no tengo más que mi pobreza, pero soy trabajador y te juro por mi vida que nunca te faltará lo necesario…y nuestros hijos se sentirán orgullosos de saberme su padre…

    - José Luis…yo…

    - No me contestes…mañana a las ocho en el robledal…te voy a estar esperando…

    Rosa ya no dijo más y lo dejó ir.


    Y justo cuando se iba a acostar llegó Luis Manuel.

    - Soy poeta pero toda mi poesía la pongo a tus pies, ninfa nocturna.

    - Luis Manuel…-musitó.

    - Te amo, Lupe…con toda mi alma. Tienes que contestarme mañana en la noche a las nueve en el robledal…te estaré esperando.

    Rosa se dio cuenta que se había metido en un gran lío.

    Al día siguiente era el jaripeo. Seguramente los ánimos iban a estar sumamente caldeados. Debía ser prudente para no provocar un pleito entre los tres.
     
    Última edición por un moderador: 24 Julio 2016
    • Me gusta Me gusta x 1
  7.  
    Andrea Sparrow

    Andrea Sparrow Usuario común

    Acuario
    Miembro desde:
    16 Enero 2015
    Mensajes:
    415
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Un amor para tres García [Los Tres García]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    1081
    Cap. 7

    Lupita, o mejor dicho, Rosita, se fue a dormir, encontrando a la abuelita.

    - ¿Qué pasó, hija? ¿Los tres están enamorados de ti?

    - Ay, abuelita- dijo Rosa.- No sé qué voy a hacer…me han citado los tres a la misma hora en el robledal…mañana.

    - ¿Y qué vas a hacer?

    - Nada…no pienso ir.

    - Se van a pelear.

    - No, porque al ver que no voy, ya se les ocurrirá algo para convencerme.

    - Ay, Rosita, estás jugando con fuego.

    - No, abuelita…dentro de poco me voy a ir y ya no será necesario que se preocupen por mí.

    Doña Luisa insistió.

    - No puedes irte sin que elijas a uno de los tres.

    - Es más difícil de lo que parece.

    - ¿Acaso estás enamorada de los tres?

    - No, abuelita…sabes que no.

    - Yo no sé nada- respondió la abuela.

    Rosita comenzó a llorar.

    - ¿Acaso te ha sido tan difícil elegir a uno?

    - Es que mira…primero pensé que quería a…

    - Lo sé…

    Rosita siguió.

    - Eso creía yo pero luego me di cuenta que…

    - También lo sé.

    - Eso era lo que pensé, hasta que me di cuenta que al que quiero es a…

    - También lo sé. Hija, no es necesario que me expliques esa parte, conozco bien a mis nietos y te estado observando…

    - No sé qué hacer, abuelita.

    - Ten paciencia, hija, ya verás cómo todo se resuelve.

    Rosita abrazó a la abuela y se fue a dormir.


    Aquella noche fue de discusión para los tres.

    - ¿Tú, qué haces aquí?- preguntó Luis Manuel a Luis Antonio.

    - No…eso es lo que yo te pregunto…¿qué haces tú aquí?

    - Contemplar el paisaje…¿y tú?

    - Tomando el fresco.

    - No me digas…

    - ¿Qué no te cuadra?

    Un silbido sonó en el bosque.

    - Eh, tú…¿qué haces aquí?

    - ¿Yo? Nada- insinuó José Luis.- Vine a ver la huerta…lo que es raro es que estén ustedes aquí.

    - Estamos porque nos da la gana, ¿qué no?

    - Pos que no les vaya dando la gana…

    - ¿Quién lo va a impedir?- preguntó Luis Antonio.

    - Tu padre- respondió José Luis.

    El pleito comenzó cuando la abuela los detuvo.

    - Quisiera saber qué hacen mis tres nietos allá afuera como si fueran tinajas de agua…se van a serenar, muchachos- bromeó la abuela.

    - Abuelita…yo sólo vine a…

    - A perder el tiempo- dijo el otro.- Supo que yo venía a ver tu huerta y se me quiso adelantar.

    - La huerta ni qué la huerta. Espantaron a la paloma…no hay que ser como los ratones viejos, avorazados y tarugos.

    Al verse evidenciados los tres se marcharon, cada uno por su lado.

    Rosa los miró desde arriba. Al día siguiente tendría que darles una explicación. Y quizás pronto era mejor decirles la verdad.

    Desde temprano ya estaban listos para el jaripeo.
    Mientras ellos se preparaban, Rosita se arreglaba mientras cantaba:


    Al poco rato su tía Dolores le dijo:
    - Ya supe lo que dijo doña Luisa…entonces ya elegiste a uno.
    - Sí, pero…no sé cómo lo va a tomar.
    - ¿Por qué?
    - Es más, no sé cómo lo van a tomar todos…me despreciarán cuando sepan quién soy.
    Enseguida llegó José Luis.
    La tía se marchó.
    Lupita lo saludó.
    José Luis le preguntó.
    - Oye, Lupita…vaya que me la hiciste…¿por qué no fuiste?
    - Porque tus otros dos primos me habían citado en el mismo lugar casi a la misma hora. Yo jamás les dije que sí, al igual que a ti.
    - Lo sé…dime, ¿acaso no te importo un poco?
    - José Luis…no sigas…¿qué tal que tu abuelita o la niña Rosa deciden que te debes casar tu?
    - Primero me matan- dijo José Luis.- A la que amo es a ti. Además, no me importa que mis primos revienten.
    - Eres atrabancado.
    - Lo sé…voy por una montura y te veo en el jaripeo, ¿vas a ir?
    - Claro, ahí estaré.
    - Te brindaré mis suertes…


    La hora del jaripeo llegó.
    Hubo muchas suertes, demostraciones charras y concursos.
    Los tres García compitieron entre sí por una medalla y debido a que los tres lo hicieron muy bien, la medalla fue para ellos en partes iguales.

    Pero los tres dudaban.
    - Yo no quiero tomar parte con esos dos- dijo Luis Manuel.
    Y así un toro apodado El Cinco Muertes fue toreado por él a petición de Luis Antonio.
    A fin de divertirse un poco, José Luis también solicitó que fuera Luis Antonio quien lo toreara de igual forma, hasta que José Luis, aguijoneado por Lupita, se decidió a demostrar su valor.
    Y aquella noche, los tres se reunieron.
    - Vamos a tener que arreglárnoslas para que Lupita nos haga caso a alguno de nosotros.
    - ¿Y cómo se te ocurre?- preguntó José Luis.
    Luis Manuel observó.
    - Vamos a escribirle una carta y que ella decida a quién elige.
    - Juega- dijo Luis Antonio.
    Entonces se dispusieron a escribir las cartas y a través de Tranquilino hacérselas llegar.
    Sin embargo, José Luis, una vez idos sus primos dijo para sí.
    - Cartitas a mí…ya verán a quién es a quien le hace caso Lupita.

    Y aquella misma noche, buscó a Lupita al pie de su ventana.
    - Lupe…Lupe…
    La muchacha salió.
    - José Luis…¿qué haces aquí?
    - Linda…he venido a decirte con todas sus letras…que te amo con toda mi alma y que no quiero que ninguno de mis primos te enamore…por favor, escúchame a mí.
    - José Luis, yo…
    - Dime la verdad, ¿acaso no me quieres también?
    Ella dudó. Bajó la cabeza pero José Luis le dijo:
    - Ahora me doy cuenta. Claro que me quieres…tus ojos me lo dicen.
    Y sin más acercó sus labios para robarle un beso tierno que se fue convirtiendo en un beso más apasionado.
    Era tarde.
    - Será mejor que te vayas, José Luis. Por favor, que por ahora no lo sepan tus primos. Ya se enterarán.
    - Como quieras, pero ya no aguanto la hora de que se enteren de una vez. Hasta mañana Lupita.
    - Hasta mañana, José Luis.
    Y así, a escondidas de los otros, Lupita le correspondió al más orgulloso y a la vez, más noble de los tres Garcías.
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  8.  
    Andrea Sparrow

    Andrea Sparrow Usuario común

    Acuario
    Miembro desde:
    16 Enero 2015
    Mensajes:
    415
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Un amor para tres García [Los Tres García]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    680
    Cap. 8

    Al día siguiente, Rosita despertó muy animada.

    La tía Dolores le preguntó:

    - ¿A qué se debe que estés tan contenta, hija?

    - Ay, tía, soy la mujer más feliz del mundo. Sólo que…hay un leve temor.

    - ¿Cuál?

    - Que…los García no saben quién soy…y esto se va a poner feo.

    Tranquilino llegó al poco rato.

    - Señorita…aquí hay unas cartas para usted.

    - Gracias, Tranquilino.

    La tía Dolores la dejó.

    - Ve a leer tus cartas. Voy a estar con doña Luisa en la sala.

    - Sí, tía.

    Rosa subió a su habitación a leer las cartas.

    Como no pudo decidirse por ninguna de las tres para empezar, prefirió leerlas de manera alternada:

    LUIS MANUEL: Lupita…te saludo con todo el amor de mi corazón…

    JOSÉ LUIS: No ha de ser mucho…no ha de ser mucho el inconveniente que te cause mi carta para saludarte y desearte que te encuentres bien.

    LUIS ANTONIO: Guadalupe…tienes un nombre fuerte y hermoso que me ha convertido en un perfecto idiota…

    LUIS MANUEL: Siempre has sido…siempre has sido, desde que llegaste, la joya más preciada del lugar…el tesoro más valioso de mi vida…y para ti tengo guardada toda una fortuna y la pongo a tus pies…

    JOSE LUIS: Avaro y tacaño…sería yo vida mía si quisiera tenerte sin esfuerzo…por eso trabajaré para ti aunque tenga que verle la cara a cualquier idiota…

    LUIS ANTONIO: Pues sólo mírate en un espejo, preciosa, y verás el por qué de mi tormento.

    LUIS MANUEL: Como siempre las viejas…las viejas costumbres se hacen ley. Esperaré tu respuesta mañana en la noche. Cásate conmigo.

    JOSE LUIS: Y tus hijos me llamarán papá…con mucho orgullo. Yo no necesito más que tú lo digas y estaremos juntos. Lucharé por ti. Sé mi esposa…

    LUIS ANTONIO: Para aprender a no comer…no hace falta maestro. Pero para quererte como yo, nadie podría enseñármelo. Te amo. Esperaré tu sí…¿verdad que sí?


    Rosita suspiró.

    - Lo siento, muchachos pero…ya no puedo continuar con ésta mentira.

    Estuvo llorando mucho rato.


    A la noche, los muchachos le llevaron serenata.

    Los tres entonaron una hermosa canción. Sin embargo, Lupita o mejor dicho, Rosa, no se encontraba.

    - Lo siento, hijos- dijo doña Luisa.- La paloma se les ha ido y esta vez para siempre.

    Los muchachos se enfrascaron en senda pelea hasta que terminaron agotados y todo el rencor que se tenían terminó de una buena vez.

    Sin embargo, Rosa no se encontraba porque había ido a encontrar a unas amigas que habían llegado de la ciudad.

    En la estación del tren, Rosa las recibió.

    - Chicas, qué bueno que vinieron.

    - Nos movimos desde que nos llamaste. ¿Te vas a casar?

    - Claro que sí, pero…primero quiero que pasen un día especial y cuando hayan disfrutado la fiesta, entonces les explicaré todo.

    - Bueno, entonces, llévanos a la casa de doña Luisa.

    Las muchachas fueron con ella hasta la casa.

    Estando ahí, las chicas fueron recibidas por la abuela de los García.

    - Muchachas, qué gusto que hayan venido. Espero que les guste la casa.

    - Rosa nos invitó y no pudimos menos que venir a conocer la casa…y a sus nietos.

    No lejos de ahí, José Luis, quien había ido a buscar a Lupe para saber por qué no había bajado y aclarado todo, comprendió bien pronto.

    - Así que no eres Lupe, sino Rosa…ya veo…bueno…yo no quería hacer esto pero no me dejaste más remedio, chiquita.

    Doña Luisa les dijo:

    - A ver, niñas…¿qué plan tienen para que los muchachos se enteren de la verdad?

    - Pues hay una forma, doña Luisa; hay que organizar una fiesta, diciendo que Rosa se va, así ellos querrán despedirse de ella y ahí podrá decirles la verdad.

    - Y de paso…- dijo otra.

    - Pues…con cuál de los otros dos primos nos quedamos.

    Las chicas rieron, sin percatarse de la presencia de José Luis. ¿Resultaría el plan como lo esperaban?
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  9.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
    Miembro desde:
    10 Diciembre 2010
    Mensajes:
    2,063
    Pluma de
    Escritora
    Jajaja, qué divertida me he dado al leer. Al ir avanzando no dejaban de venir a mi mente recuerdos que tengo de esta gran película, en particular una de las mejores que hay en el cine mexicano :) Rosita sí que se ha metido en un gran lío, pero ya fue descubierta por José Luís, me pregunto qué piensa hacer él para darle su "merecido" por andar haciéndose pasar por otra. Por cierto que al leer aquí a José Luis, me ha encantado. Su personalidad es tan tierna.

    Andaré por aquí esperando el capítulo siguiente y la abuela tiene razón, esos tres traen las música por dentro *w*
     
  10.  
    Andrea Sparrow

    Andrea Sparrow Usuario común

    Acuario
    Miembro desde:
    16 Enero 2015
    Mensajes:
    415
    Pluma de
    Escritora
    gracias por leer ;) ya casi viene el desenlace jejeje
     
  11.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
    Miembro desde:
    10 Diciembre 2010
    Mensajes:
    2,063
    Pluma de
    Escritora
    Un placer leer y lo estoy esperando. Por cierto, no te olvides de cambiar el post anterior a comentario. Cuando vi que aparecía nuevo capítulo en la lista de actualizaciones, vine a leer emocionada *-* Y aunque tu aviso está lindo, debe ser un comentario y no capítulo ewe.

    Saludos, andaré por aquí esperando lo que sigue.
     
  12.  
    Andrea Sparrow

    Andrea Sparrow Usuario común

    Acuario
    Miembro desde:
    16 Enero 2015
    Mensajes:
    415
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Un amor para tres García [Los Tres García]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    747
    Cap. Final Parte I
    Las muchachas organizaron la fiesta.
    Los García llegaron a la casa y encontraron a dos muchachas más, bastante bonitas.
    - Buenos días, señoritas- saludó Luis Manuel.- ¿A qué debemos el honor de su visita?
    - Vaálgame Dios- comentó Luis Antonio.
    José Luis añadió.
    - ¿Se puede saber qué están haciendo aquí?
    Doña Luis intervino.
    - No sean tan atentos, muchachos. Las muchachas han venido a ayudarnos para una fiesta que vamos a dar.
    - ¿En honor de qué?- preguntó Luis Manuel.
    - En honor de que ya va a venir Rosita y se va a celebrar la fiesta de compromiso.
    - ¿Y se puede saber con quién se va a casar?
    - Pues ella decidirá. Cuando venga claro.
    - Y cuando haya elegido- dijo otra- ya nos tocará escoger a nosotras.
    La que habló recibió de parte de Luis Antonio una amplia sonrisa.
    La abuela explicó.
    - Vamos, anden. Las muchachas están ocupadas. No les quiten el tiempo.
    Ya fuera, Luis Manuel dijo.
    - Pues yo no me caso con Rosa ni a palos…a ver quién de ustedes se sacrifica. Yo quería ser el que lo hiciera pero al ver esas dos rosas encarnadas y a Lupita…
    - Están como rifle, mano. Sin embargo, yo no desisto. Ya le pedí matrimonio a Lupita y estoy seguro que me va a contestar.
    - N’ombre- dijeron los otros dos.
    José Luis expresó.
    - Lupita se va a casar conmigo. Ustedes quédense con Rosa o elijan a alguna de sus amigas.
    - Lupita se va a casar con uno de nosotros pero ese voy a ser yo- añadió Luis Manuel.- Aunque viendo a esas hermosuras, mano…
    Rosa se arreglaba en su habitación. Su tía Dolores le decía:
    - Hija…¿estás segura de que todo va a salir bien?
    - Claro, tía. Con mis amigas al lado, nada puede salir mal. Ellas me van a ayudar para que los muchachos se enamoren de alguna de ellas, y así, yo pueda casarme con…

    Doña Luisa se acercó.
    - Niña, no salgas ahora. Los muchachos están aquí. Que no te vean vestida así.
    - Sí, abuelita.

    Rosa permaneció en su habitación un rato. Luego decidió ir por algo a la cocina.
    No lejos de ahí, José Luis, que había dejado a los otros primos en la sala fingió marcharse. Pero estuvo escondido un buen rato, tratando de ver a Lupe.
    Fue a la cocina y ya no la encontró. Entró por la huerta y salió hacia el comedor. Ahí tampoco estaba.
    La abuelita lo encontró algo sospechoso.
    - ¿Qué andas haciendo por aquí, hijo?
    - Nada, abuelita…vine por un jarro de café.
    - Ya veo…pues en un rato en la mesa habrá suficiente. Ahora sal de aquí.
    José Luis dijo para sí:
    - ¡Me lleva!
    En tanto Luis Antonio conversaba con una de las muchachas.
    - Qué tal, señorita…
    - Me llamo Gloria- dijo una de ellas.
    - Gloria…qué nombre tan lindo. Tanto como usted.
    - ¿Usted es Luis Antonio, verdad?
    - Para servirle.
    - Ya me han platicado mucho de usted…
    - ¿Y qué le han dicho?
    - Que es usted muy ojo alegre…y muy mujeriego.
    - Esos son puros chismes, señorita. Puras habladas. ¿Quiere acompañarme al comedor?
    - Bueno…
    La otra chica terminaba de arreglar unas flores de papel.
    - Flores tan lindas se ven pobres ante otra flor más hermosa.
    - Gracias, pero no necesita ser tan cursi conmigo.
    - ¿Cursi? Discúlpeme…sólo sé hacer poesía…poesía pura.
    - Ah, pero es poesía…
    - Quizás no como a la que usted puede estar acostumbrada, pero nace de un corazón bien dispuesto y lleno de romanticismo.
    - Vamos a ver…entonces, haga una poesía a mis ojos- dijo mirándolo directamente a los suyos.
    Luis Manuel se sintió temblar con aquella mirada.
    - Sus ojos…como dos pozos profundos, guardan los secretos del amor. Y la luna al reflejarse siente envidia porque ellos la opacan…
    - Suena bien…¿y a mis labios?
    Luis Manuel volvió a temblar.
    - Sus labios…son una flor que destila néctar dulce y embriagador…rojos como fruta madura, y sensuales como un botón de rosa…
    Y diciendo y haciendo, la besó tiernamente en los labios.
    Tras el beso, Luis Manuel se disculpó.
    - Ya vuelvo…con su permiso.
    - Bribón- dijo para sí.- Poeta, sí, ¿cómo no?


    Horas más tarde el baile ya estaba en su apogeo. Aquella reunión iba a ser memorable…
     
    • Me gusta Me gusta x 1
  13.  
    Andrea Sparrow

    Andrea Sparrow Usuario común

    Acuario
    Miembro desde:
    16 Enero 2015
    Mensajes:
    415
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Un amor para tres García [Los Tres García]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    10
     
    Palabras:
    2396
    Capítulo Final Parte II


    Las muchachas aparecieron en la sala de doña Luisa.

    - Oye, Laura, ¿has visto a Rosita?

    - No- dijo Gloria- pero no te preocupes. Seguramente todavía se está arreglando. Dijo que quería quedar irreconocible.

    Las chicas rieron.

    - Oye, ¿y quién será al que ella elija?

    - Yo casi puedo predecirlo. Pero no me gustaría equivocarme. ¿A ti cuál te gusta?

    - A mí- dijo Gloria- el que canta tan bonito…sólo me molesta que sea tan borracho.

    - Eso se le quitaría cuando se casara contigo. Aunque tendría que estar bien enamorado de ti.

    - Podría conseguirlo. ¿Y a ti, te gusta el otro?

    - Ah, sí…Luis Manuel…¿y qué crees? Ya me besó el muy bribón.

    - ¿Cómo?

    - Sí…sólo que al parecer se sintió culpable. Espero que Rosa no lo elija a él.

    - Sería demasiada mala suerte, ¿no lo crees?

    Pasaba el tiempo.

    Luis Antonio llegó a la reunión.

    Luego, Luis Manuel.

    Cada uno por su cuenta buscaba a Rosa pero ésta no se veía por ningún lado.

    Esperaron también por si veían a José Luis. Sin embargo, el otro primo García no había hecho su aparición en el baile.

    Al notar que Lupe, o mejor dicho, Rosa, no estaba por ahí, comenzaron a buscarla por toda la casa.

    Doña Luisa fue con las muchachas.

    - ¿Saben si Rosita ya va a bajar?

    - No, doña Luisa. Pero seguramente va a tardar.

    - Espero que no mucho. Mis nietos ya llegaron. Y esos no pueden estar juntos mucho tiempo.

    - No se preocupe. En un ratito vamos a buscarla. Mientras…vamos a entretener a sus nietos, ¿podemos?

    - Por supuesto, niñas. Espero que no sea de ellos el elegido de Rosa.

    - Total…si así fuera, no hay fijón. Ya nos arreglaríamos.

    Las chicas se fueron acercando lentamente a donde estaba los primos Luis Manuel y Luis Antonio.

    Éste último comenzaba a buscar alguna copa cuando Gloria llegó.

    - Buenas noches, joven Luis Antonio.

    Luis Antonio saludó.

    - Hola, ¿cómo está, señorita Gloria?

    - Bien.

    - No…estoy aseverando, cómo está…como su nombre.

    - Luis Antonio…

    Éste tomó una actitud más romántica.

    - Gloria, yo…bailando platicaremos mejor…

    Gloria accedió a irse a bailar con él.

    Luis Manuel seguía buscando a Rosa cuando la otra chica llegó con una charola.

    - ¿Quiere usted un copa, joven Luis Manuel?

    Éste tomó la copa, la dejó en la mesa y se llevó a Laura de ahí.

    Ya fuera le dijo.

    - Perdóneme que la haya sacado del baile.

    - ¿Quería acaso…tomar el fresco?

    - En parte pero…quiero…pedirle disculpas por…usted sabe.

    - Ah, ya…por lo del…beso.

    - Sí, pero no crea que es por él, para nada.

    - ¿Entonces?

    - Quiero pedirle perdón porque…fui un canalla al haberme aprovechado de su buena intención y besarla como lo hice, sin tomar en cuenta su consentimiento. Pero quiero que sepa…que desde que sucedió…no he podido dormir en paz.

    - Luis Manuel.

    - Me siento desconcertado, sin sueño, pero sobre todo, con ansias enormes de volver a verla. Desde ese día, señorita…creo que ya no puedo dejar de pensar en usted.

    La muchacha sonrió y Luis Manuel volvió a besarla.

    - Entonces…usted no tenía pensado casarse con Rosa.

    - Al principio, sí, porque pensé que era lo mejor para complacer a la abuela y darle en la torre a mis primos. Pero después me di cuenta de que no podría…creí que estaba enamorado de…Lupe…la sobrina de la tía Dolores. Y ahora…ahora me doy cuenta que a quien amo es a ti, Laura.

    Se besaron de nuevo y luego dijo:

    - Voy a ir con mi primo Luis Antonio. Nuestra abuela nos quiere en la sala. Supongo que es para conocer a Rosa.

    - Yo iré en un rato. ¿Crees que tu abuelita se oponga a que nos queramos?

    - No lo creo…ella debe entender. Espero que alguno de mis primos se case con Rosa para que esa parte quede solucionada.

    - Bueno…voy a ver a Gloria. Nos vemos en el salón.


    No lejos de allí, Gloria conversaba con Luis Antonio.

    - Entonces…todas las mujeres que usted ha conocido han sido solamente…diversión, ¿no?

    - Pues claro que sí…la mera verdad…creo que usted me está robando la calma, Gloria. Que me perdone la abuela pero…no voy a poder casarme con su amiga Rosa. La verdad, desde que la vi, no he tenido paz.

    - Luis Antonio…agradezco su atención pero…¿está usted seguro? ¿No me mira solamente como a una conquista más?

    - No, Gloria. Sé que usted es una muchacha decente y que nada me haría más feliz que sentar cabeza con alguien como usted.

    Gloria sonrió abiertamente. Y un dulce beso los mantuvo en contacto hasta que se escucharon murmullos en la sala.

    - Será mejor que vayamos…pero te aseguro, Gloria, que no seré yo quien acepte a Rosa.

    Pasado un rato de esperar, notaron que Rosa no bajaba.

    - ¿Dónde está Rosa?- preguntó la abuela.

    - No lo sé, doña Luisa- dijo Gloria.- ¿Quiere que vaya a buscarla?

    - Será mejor que lo hagas- respondió doña Luisa.- Esa muchacha está tardando demasiado.

    Luego preguntó a sus nietos.

    - ¿Dónde está ese pazguato de José Luis?

    Luis Manuel se preocupó.

    - ¿Qué se cree ese cretino?- indagó Luis Antonio.

    - ¿Y si vamos a buscarlo?

    Enseguida volvió Gloria y dijo a la abuela.

    - Rosa no está en la casa.

    Doña Luisa dijo a los muchachos.

    - Búsquenla, por favor…

    Luis Manuel dijo a su primo.

    - Tú busca a la muchacha con Gloria. Yo iré a buscar a José Luis.

    Luego dijo a doña Luisa.

    - No te preocupes, abuela, que ya daremos con ella.

    Fueron a buscar a Lupe pero tampoco la encontraron.

    - Lo que me temía…de seguro José Luis se llevó a Lupe para no tener que casarse con Rosa. Y la tal Rosa seguro se fue para no tener que casarse con alguno de nosotros.

    Algunos se dirigieron al pueblo y trataron de hacer una pesquisa para encontrar a José Luis y de paso, a la estación del tren, para saber si alguien ha visto marcharse a alguna muchacha en las últimas horas.

    Pero no pudieron encontrar nada.

    - De seguro, José Luis ha de estar en su rancho.

    - Pero, ¿y Rosa?

    - Tienes razón. Hay que buscarla. Pero, ¿dónde?

    - Ya la encontraremos, no te preocupes.

    Por su parte, Luis Antonio buscaba a Lupe.

    - José Luis me va a tener que oír.

    - ¿Y Rosa? ¿Dónde puede estar?

    - No sé por qué tengo la idea fija de que José Luis sabe algo…


    Mientras ellos los buscaban, Rosa (Lupe) gritaba.

    - ¡¿Por qué me trajiste aquí, canalla?! Me secuestraste.

    - Con que Lupita, ¿no? Vaya tanteada que me diste…y yo como idiota creyendo que eras una pueblerina, y resultaste ser la que se va a casar con uno de nosotros.

    - ¿Cómo te enteraste?- preguntó Rosa.

    - Por causalidad, porque como ves no eres tan precavida. Pero ahora me doy cuenta de que eres una mentirosa.

    - No digas eso, José Luis…

    - ¿Entonces por qué te hiciste pasar por Lupe? Ya sé, querías averiguar primero quién era el imbécil que se casaría contigo para decidir si lo hacías o no. Pero te equivocas. Porque voy a ser yo el que me quede contigo aunque no quieras.

    - José Luis, tú sabes que yo te quería. ¿Por qué me secuestraste? No tenías necesidad.

    - Lo he hecho para demostrarles a esos dos que no pueden ganarme esta vez.

    - Así que solamente me enamoraste…para llevarles la delantera. Ahora me doy cuenta de la clase de patán que eres. Sólo querías satisfacer tu orgullo y demostrar que nadie está por encima de ti. ¡Qué pena me das! ¿Sabes por qué? Porque yo…yo me enamoré de ti…


    José Luis cambió el tono.

    - Por favor, Rosita…dime, ¿por qué te hiciste pasar por Lupe?

    - Porque…no quería que se casaran conmigo sólo por un simple compromiso. Siempre soñé con un hombre íntegro y cabal que supiera ganar mi corazón y me demostrara que me amaba por lo que soy y no por lo que tuviera o pudiera representar.

    - Entonces…querías conseguir el amor de uno de nosotros.

    - Así es….pero todo se complicó cuando los tres me escribieron una carta y entonces…no supe qué hacer. Sin embargo…

    No pudo responder cuando vio llegar a Luis Antonio.

    - Hey, García de quinta, da la cara.

    - ¿Por qué tengo que darla?- preguntó José Luis, saliendo.

    - Deja ir a Lupe…

    - No puedo…yo no tengo a Lupe aquí, sólo está conmigo Rosa, la prima.

    Luis Antonio negó.

    - Ya no mientas. Deja salir a Lupe y no te pasará nada. Y con respecto a Rosa, supongo que bien que sabes dónde está.

    - Tan lo sé que aquí está conmigo. Y te lo voy a demostrar.

    Estaba Gloria con Luis Antonio cuando José Luis sacó a Rosa.

    - ¡Rosita!- gritó Gloria.

    Luis Antonio preguntó.

    - ¿Cómo que Rosa? Entonces…no es Lupita.

    - Claro que no- dijo José Luis.- Ella es Rosa, la prima que vino a casarse con uno de nosotros y por cierto…voy a ser yo el que se case con ella, ¿cómo la ven?

    - Deja a Rosa y regresa a la casa y no haremos nada contra ti- dijo Luis Antonio.- Entiende…un García no hace eso.


    Como no saliera, porque cuando intentaron dispararle José Luis entró al rancho con Rosa, esperaron hasta que llegara Luis Manuel.

    Dentro, Rosa trató de escapar. José Luis la detuvo.

    - Olvídalo, ni creas que vas a escaparte así como así.

    - ¿Cómo vas a impedirlo?

    - Como sea…

    Y entonces la besó apasionadamente.

    Al poco rato llegaron Luis Manuel y Laura.

    - Entiende, José Luis, no ganas nada.

    - Claro que gano- dijo José Luis.- Ya me cansé de que se queden con todo lo que es mío. Y esta mujer va a ser sólo para mí.

    - Lo haces solamente por ganar.

    - No, Luis Manuel. A esta mujer la quiero con toda mi alma, y sólo muerto me separan de ella. Mátenme si quieren pero no se la van a llevar.

    Doblegó un poco el tono.

    - Oigan…no la amuelen…se quedan con mi rancho, mi exnovia…y cuando quiero a alguien de verdad tratan de quitármelo. No sean así, ya déjenme vivir tranquilo. Dejen que Rosa se case conmigo y ya está, ¿qué les cuesta?

    - Te prometemos aceptar si la dejas ir primero y luego sales tú.

    - Está bien…

    José Luis fue con Rosa y le dijo:

    - Perdóname, Rosa…no debí hacerlo. Pero quiero que sepas que te amo con toda mi alma y que voy a luchar para que me perdones y me aceptes. Ahora…vete a la casa y espero ir a verte pronto.

    Rosa salió tras decirle a José Luis.

    - Gracias…

    La muchacha salió cuando de pronto, Luis Antonio disparó rozando el hombro de José Luis.

    Rosa regresó junto a él.

    - ¿Qué has hecho, Luis Antonio?

    Todos se angustiaron.

    Luis Manuel reclamó.

    - ¿Cómo atentaste contra un García? Rosa, ven con nosotros. Nos llevaremos a José Luis después a la casa.

    - A mí nadie me aparta de él. José Luis es el amor de mi vida. Es el hombre con quien quiero casarme…mi amor…-dijo mirándolo mientras lloraba.


    Lo llevaron rápido a la casa y ahí lo atendieron.



    Horas más tarde…

    - Ya Rosa, deja de dar vueltas en un solo lugar- dijo Gloria.

    - Es que estoy muy preocupada…

    Salió el médico.

    - Está bien. Sólo fue un rozón. Nada de cuidado.

    Luis Antonio dijo.

    - Qué mala puntería me cargo…

    Gloria le reclamó.

    - ¿Puedo pasar a verlo?- preguntó Rosa.

    - Sí, pueden pasar a verlo. Sólo no lo hagan agitarse demasiado.

    - Gracias, doctor.

    Rosa entró. José Luis ya estaba mejor.

    - José Luis…

    - Tranquila, Rosita…yerba mala nunca muere…

    - No digas eso…tienes que ponerte bien para que…podamos casarnos…

    - ¿De verdad me aceptas, Rosita? Bueno…te lo voy a pedir formalmente como se debe ahora que me reponga. Pero me haces tan feliz.

    Luis Antonio entró detrás de ella.

    - No sabes cómo me arrepiento…-dijo.

    - Ya sé…de no haberme disparado al corazón, ¿verdad?

    Luis Antonio respondió con sonrisa irónica.

    - Vaya que me conoces bien…

    Gloria le dio un pellizco.

    - No digas eso…no podría desear que te pasara nada malo. Eres un García y me diste una lección de valentía. Luchaste por lo que amas contra todo y contra todos. Además, resolviste el problema que traíamos todos. Porque casándote con Rosa ya no habrá más discordias entre nosotros. Porque…yo también me voy a casar.

    - Esa sí que es una sorpresa- dijo José Luis.

    Luis Manuel entró al poco rato.

    - Y yo, primo…Laura es el amor de mi vida y también me voy a casar. Lo siento por la abuela…

    Doña Luisa dijo:

    - ¿Por qué, Luis Manuel? Si no voy a perder a mis nietos, voy a ganar tres nietas…-sonrió la señora.

    Todos rieron. Luego pidió.

    - Bueno, vamos a salir para que dejemos descansar a José Luis. Y tú Rosita, despídete de tu novio por ahora.

    - Sí abuelita.

    Ya a solas, Rosa le dio un dulce beso y le dijo.

    - Desde ahora, ya no serás el hombre orgulloso sino más bien, el hombre comprensivo que es capaz de olvidarse de sí mismo para atender las necesidades de su familia…y sobre todo por causa del amor…



    Y meses más tarde, los tres García contrajeron matrimonio en la iglesia de San Luis de la Paz. Demostrando así que el amor es capaz de romper cualquier diferencia.



    FIN

    Bueno, terminó ya. Espero que les haya gustado. Fue breve y el final no tuvo nada que ver con el final de la película. Luis Antonio se merecía un final así, de manera que fue mejor ofrecerle una chamacona para que fuera feliz.


    Besotes y gracias a quienes la leyeron.
     
  14.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
    Miembro desde:
    10 Diciembre 2010
    Mensajes:
    2,063
    Pluma de
    Escritora
    Pues fue lindo el final. Obviamente que, como en la película, Lupita se quedó con José Luis, pero para cuando ellos se matrimoniaron Luis Antonio ya se había reunido con doña Luisa, así que como bien dices, merecía su oportunidad tanto como Luis Manuel. Espero que esas lindas amigas de Rosita hayan podido hacerlos cambiar. No que Laura le quite lo poeta a Luis Manuel, sino lo avaro y Gloria lo borracho a Luis Antonio. Grandes personajes los tres García... igual la abuela.

    Me gustó así. Saludos.
     
  15.  
    Andrea Sparrow

    Andrea Sparrow Usuario común

    Acuario
    Miembro desde:
    16 Enero 2015
    Mensajes:
    415
    Pluma de
    Escritora
    gracias por leer! pronto subiré otros de Abel Salazar de otras películas o inspirados por él que ya he escrito. Saludos
     

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso