Frans Andersson Y, de pronto, cuando más sereno y tranquilo me encontraba, ¡zas! Un chico cayó sobre mí. Contrariado, abrí los ojos, que cerré momentos antes del impacto, para encontrarme con que el chico que se había abalanzado sobre mí no era otro que el mismo tipo que me había mirado fijamente en el Comedor, el mismo culpable de que me encontrase ahí en aquellos momentos. Al principio reaccioné con estupor, y no hice nada. Pero, cuando el chico se levantó y se apresuró a acercarse a la profesora para soltar toda una retahíla de disculpas y palabras aduladoras, llegué, incluso, a sonreír, divertido. Era francamente gracioso, se veía completamente agitado y nervioso, y su apuro me hacía reír. De hecho, hacía bastante tiempo que no reía. Usualmente, habría apartado la mirada de él con gesto de desagrado, habría sacudido el polvo de mis manos y, si el chico venía a disculparse, le habría contestado con exquisita educación, pero desagradables palabras hirientes. Pero no, en su lugar, aquel joven mago me había hecho muchísima gracia. En cierto modo, me resultaba ridículo, pero me daba igual, en cualquier caso, cuán patético fuese: al menos había conseguido hacerme reír, aun a costa de estrellarse contra mí. Lo analicé fríamente, una vez que las risas pasaron. ¿En qué estaría pensando para haber perdido el control de su escoba de esa forma?, me dije. Ya podría tener la decencia de haberse acercado a disculparse, al menos. Ni siquiera me dirigió una sola palabra, aun después de haber tenido él la culpa de todo. Rápidamente, la alegría y la risa que me provocó se transformaron en indiferencia. No, no, no. Tanto me daba ese niño. Tanto me daba cualquier cosa que tuviese que ver con la magia, ¿por qué debería de resultarme simpático alguien tan simple como él? Seguramente no merecía ni mi risa.
Daniel Brown Obvié los comentarios por primera vez y me centré en volar, me gustaba la idea. Como nos dijo la profesora, me monté en la escoba y levité un par de metros, pero como no estaba acostumbrado a ver las cosas desde las alturas, me entró algo de vértigo y tuve que descender rápido. Posteriormente, la profesora nos mandó acercarnos a un baúl. Hizo la pregunta entonces: —¿Alguno de ustedes por casualidad sabe cuántos jugadores hay en un equipo de Quidditch? —Siete —me aventuré a decir. ¿Lo sabía? No. ¿Me importaba? Tampoco. ¡Oye, antes Ryder se había equivocado y no había perdido puntos, ¿por qué debería de perderlos yo ahora?! El siete era un número bonito, me gustaba. El siete era el centro de todos los números.
Danielle Abbadie. Al primer intento la escoba se elevó hasta mi mano, sonreí complacida, quien dijo que ser amable no era de gran ayuda no me conocía. Mire a mis compañeros, la mayoría ya había logrado levantar sus escobas y se mantenía en el aire, respire nerviosa, ahora tocaba volar. Me subí sobre la escoba, cerré los ojos y di un pequeño salto. No volví a tocar el suelo, me acerté más fuerte a la escoba, nerviosa de saber cuán alto estaba. Abrí con lentitud los ojos y mire al suelo, no estaba tan alto y eso me calmó, y ahora quería aterrizar, pero no tenía idea de como. Después de unos minutos intentando poner los pies en el suelo lo logré, no fue del todo suave y delicado, pero agradecía estar en tierra nuevamente. Entonces vi algo que llamó toda mi atención, Ryder acababa de chocar contra Frans, después de eso el de mi casa fue casi corriendo donde la profesora, pidiendo disculpas de una forma que me causó gracia, sonreí un poco divertida. Después Madame Hooch hizo una pregunta, desconocía la respuesta, no sabía mucho sobre este deporte.
Kyle Mientras mantenemos una charla animada entre todos, aparece la profesora de vuelo, Madame Hooch, en el campo. Trás una breve presentación y un giro de varita, hace aparecer unas escobas, que nos coloca a cada lado nuestro después de organizarnos en posiciones seguras para volar. En cuanto veo mi escoba, las emociones surgen dentro de mí. Así que solo tenemos que estirar el brazo, pronunciar "arriba", y la escoba reaccionará a nosotros... Pan comido. En cuanto nos lo indica, los demás comienzan a probar la nueva técnica. Mi atención no puede sino quedarse ensimismada con mis compañeros, que van levantando escoba tras escoba. Cada vez que uno lo consigue, pongo los puños cerrados delante de mi boca, y comienzo a dar patadas de alegría contra el suelo. Ver como consiguen subir las escobas es precioso, el efecto que consiguen al agarrarlas y mantenerlas estabilizadas. En un momento, Ryder pierde el control y se abalanza sin querer contra un chico de Slytherin, chocándose bruscamente. Sale un pequeño grito de mí, aunque tan liviano que no se escucha por encima de todo el jolgorio. A su vez, los que han conseguido dominar la escoba, andan elevándose un poco en el suelo para probar la experiencia, pero Andrew va más de la cuenta y la profesora le riñe. Presto atención de todo lo que va pasando, soy como un expectador en una obra de teatro, hasta que la profesora da indicaciones de que van a comenzar con las enseñanzas del Quiddich. Y para eso hay que montar... Espera, algo se me escaba... ... ¡Dios! Si yo todavía ni he intentado levantar mi escoba. Tan pendiente que me he quedado con mis compañeros, que se me ha pasado por alto el que yo también estoy dentro de la clase. Con un poco de vergüenza por no haber comenzado, con la cara roja como un tomate, extiendo la mano y pronuncio: —¡Arriba! (Escobita kawaii linda)
Ryder Parker. —Ok... sí, gracias —dije asintiendo para responder a la profesora del vuelo. La verdad era una propuesta útil, quizá podría encontrar algo que me sirviera Apenas se dio vuelta, solté un suspiro de exasperación. No puedo creer todo lo que dije, ¡hablé bien de gente que apenas conozco! ¡Los adulé! Eso es tan poco Ryder Parker 2016 y es tan Ryder Parker 2011. Iugh. La profesora dio unos pasos al frente e hizo aparecer un baúl, y pidió que nos acercáramos. Por mi parte, yo empecé a caminar lentamente y crucé miradas con los tres chicos de mi casa y les dije, a lo lejos, en voz baja pero modulando muy claramente para que se entendiera el mensaje: —No se acostumbren a los halagos, babies. Me di media vuelta y continué con mi camino, hasta estar cerca del baúl. La profesora hizo una pregunta sobre el deporte y enojitos (es necesario el diminutivo) la contestó, y parece que le había acertado... Good for him. Vi que Kara estaba al lado mío. La miré pensativo por unos leves segundos, y le susurré: —¿Acaso tu personalidad se contagia o algo así? Es que... ¡Iugh! No me reconocí a mi mismo hace unos minutos atrás, yo nunca hablo así de gente que con suerte conozco.
Kara Willson Después de que me divirtiera un poco subiendo y bajando en la escoba, la profesora trajo un baúl donde me suponía que estarían las pelotas para el Quidditch y llamó a los estudiantes que ya habían conseguido volar así que, muy a mi pesar bajé de mi escoba y caminé hacia el lugar donde estaba la profesora, una vez todos reunidos la profesora lanzó una pregunta que... a pesar de que quería contestar, Dani ya me la había ganado. Ahora tendríamos que esperar a la siguiente pregunta de la profesora y ver si realmente jugaríamos hoy un pequeño partido. "¿Acaso tu personalidad se contagia o algo así? Es que... ¡Iugh! No me reconocí a mi mismo hace unos minutos atrás, yo nunca hablo así de gente que con suerte conozco." — Own, Ry... claro que mi personalidad no se contagia, ¿o tal vez si? —hice une pequeña mueca confusa, pero al final terminé alzando mis hombros para restarle importancia —Es normal que hayas actuado así.. a fin de cuentas... son tus compañeros de casa y muy en el fondo no quieres que se perjudiquen, eso es algo muy lindo~
Kyle Me quedo mirando el suelo. Al parecer, la escoba sigue en la misma postura que antes, sin ni siquiera agitarse un poco. En mi cara se forma un gesto de extrañeza, una duda existencial por la que mi escoba (A calla, que ahora es mía) no me hace caso. ¿Pueden estar anulándose las órdenes porque alguien de otro lado anda invocando a la vez el palo para barrer? Demasiado enrevesado, y saco la lengua en postura atontada. Menos pensar y más actuar. Con la tontería del abobamiento puntual, el resto ya están bajando de la escoba en el aire, y se disponen a descubrir lo que se encuentra dentro del baúl que ha traído la profesora. —No nos hemos presentado, pero yo soy Kyle. ¡Encantado! Ahora espero que seas una buena escoba y te levantes hasta mi mano. Una... Dos... y... ¡Arriba!
—Correcto, señor Brown —afirmó Madame Hooch, asintiendo con la cabeza ante la respuesta de Daniel—. El quidditch es un deporte bien sencillo de explicar, pero no por eso sencillo de jugar. La profesora abrió el bául de madera alrededor del cual estaban reunidos y reveló su contenido. En el centro, había una pelota grande y roja, del tamaño de un balón de football muggle. Al lado de la roja había otras dos pelotas idénticas, una a cada lado de ella, un poco más pequeñas y de color negro; las pelotas negras estaban sujetas a su lugar por unas cuerdas que las mantenían en su lugar, pues daban pequeños sacudidas por su cuenta intentando escapar. Por último, arriba de la pelota roja, se encontraba una pequeña bola del tamaño de una nuez grande, de un color dorado brillante y con dos pequeñas alas plateadas. —Los siete jugadores en un equipo de quidditch tienen nombres diferentes —comenzó Madame Hooch—. Hay tres cazadores, dos golpeadores, un buscador y un guardián. Cada uno tiene su función diferente en el juego, y todos contribuyen a que el equipo sume puntos y finalmente gane. >> Lo primero que veremos son los cazadores. Hay tres en cada equipo; los cazadores se pasan entre ellos la Quaffle, que es esta pelota roja grande del medio, e intentan pasarla por los aros del equipo contrario. Cada vez que lo logran y la Quaffle pasa por uno de los aros de gol, el equipo gana 10 puntos. >> El guardián de cada equipo estará volando alrededor de sus aros de gol e intentará atajar la Quaffle antes de que pase por los aros, intentando así detener los lanzamientos del otro equipo. >> Durante el partido, las dos bludgers, estas pelotas negras que ven aquí, vuelan por el campo de juego, intentando derribar a los jugadores de sus escobas. Es el rol de los golpeadores proteger a los miembros de su equipo de las bludgers y desviarlas hacia el equipo contrario; para esto los golpeadores cuentan con un bate de hierro capaz de golpear a las bludgers. >> Por último tenemos el buscador. Su función es capturar esta pequeña pelota que ven aquí, llamada la Snitch dorada. Es la función más importante de todas; es muy veloz y muy difícil de ver durante el partido, por lo cual atraparla no es nada fácil. Cuando el buscador la atrapa, su equipo gana 150 puntos, y un partido de quidditch sólo termina cuando se atrapa la Snitch… así que prácticamente quien la atrapa acaba siendo el ganador. —Bueno, eso es lo básico que hay que saber sobre Quidditch —concluyó Madame Hooch—. Ahora terminemos con la charla… vamos a pasar a la práctica. Monten sus escobas y elevense en el aire; primero vamos a practicar el rol de cazador.
Victoria Stone Así pues, tras probar como se sentía estar elevada, bajé finalmente hasta tocar de nuevo la tierra con mi pies, llevando la escoba hasta un lado para sujetarla solo con una mano. Justo en ese momento se desarrolló la escena de Ryder, la cual observé con la boca levemente abierta. Era sorprendente que el chico pudiese decir aquellas buenas palabras hacia sus compañeros pero no se disculpase con Frans. Bueno... al menos parecía estar superando la etapa de "niño mimado que no quiere ir al colegio", ¿no? Como sea, la profesora preguntó cuando jugadores había en un equipo de Quidditch y Daniel respondió correctamente. Asentí con delicadeza, más para mí misma que los alrededores. Me acerqué junto a los demás que habíamos dominado a las escobas y escuchamos la explicación de la profesora. A pesar de tener ciertos conocimientos del deporte, escuché la información tan atenta como los otros. Finalmente, era momento de practicar a una altura mucho más elevada y de verdad. Empezaríamos por ser cazadores, así veríamos al final que era mejor para cada alumno. No quería admitirlo en voz alta, pero siempre me habían gustado los buscadores y deseaba poder convertirme alguna vez en alguno. ¿Sería capaz? Lo descubriría después. Por el momento volví a subirme en la escoba y me alcé hacia el cielo, esperando a los demás. Aquello sería interesante cuanto menos.
Frans Andersson Al parecer, ahora tocaba practicar. Oí las explicaciones sobre los distintos roles, y, qué podía decir... el rol de golpeador era el que más me llamaba la atención. Me resultaba placentero imaginar la sensación de golpear con un duro y firme bate de hierro aquellas pelotas, y lograr que éstas golpeasen a otros jugadores. ¡Y si se caían de la escoba desde mucha altura, sería tan genial...! Rápidamente traté de apartar esos pensamientos de mi mente. Sabía que estaban mal, por alguna razón. Pero no podía evitar que aflorasen de vez en cuando. De momento, tocaba practicar el papel de cazador. ¿Y cómo lo haríamos? ¿Todos volaríamos como borregos detrás de aquella Snitch? En cualquier caso, odiaba reconocerlo, pero me parecía divertida la idea. ... con suerte podría darle un par de empujones "accidentales" al tal Parker. A ver si así se daba cuenta de que me debía una disculpa. O no, no era siquiera necesario, bastaba con que se cayese de la escoba y... Mierda, aquellos pensamientos de nuevo.
Kyle La escoba sigue sin inmutarse a mis pies. ¿Será que no habla humano, que tendré que aprender escobil? Vaya, al ver a mis compañeros levantar tan rápido su escoba, pensaba que a mi me costaría lo mismo. Parece que me ha tocado una escoba dura de roer. Con mis pensamientos, la Profesora comienza a explicar las diferentes pelotas del Quidditch, definiciones que vagamente me sonaba. Me vino la voz de mi padre, un auténtico forofo del deporte, explicandome las reglas y demás. Lo único que como a mí no me había emocionado nunca ver un deporte, prestaba más atención a mis libros sentado en la comodidad del sofá. Pero esto es diferente. Poder volar por mi propia cuenta, entrar dentro del juego, es muchísimo más eufórico que ver a otros volar de aquí para allá. En cuanto avisa de que vamos a practicar el rol de cazador, me entra el nerviosismo de perder a todos en el proceso. —Vamos escobita, sube conmigo que tenemos que jugar un partido. ¡Arriba!
Melinda A mi lado, Gray consiguió elevar la escoba hacia su mano, de modo que me tocaba ser la última en lograr el primer objetivo de la clase. Suspiré. Los demás podrían pensar que mis decenas de intentos fallidos respondían a una ineptitud o incapacidad como bruja (lo cual, ciertamente, me daba lo mismo), pero lo cierto es que mal desempeño se debía a los horror de la noche anterior… Ese inmenso perro de tres cabezas… ¿Qué hacía una criatura como esa en el castillo? Y esos pasadizos llenos de criaturas hostiles… ¿Por qué habían sido construidos? ¿Eran otro de esos caminos secretos nacidos de manía de los constructores, o los habían erigido por algo en especial? Será que… ¿Las criaturas y aquel espantoso perro vigilaban algo? Dumbledore ya nos había advertido que no nos metiéramos en ciertos pasadizos… Definitivamente, algo se escondía en Hogwarts. El cansancio me había llevado a derrumbarme sobre el sillón de la Sala Común de Ravenclaw y el recuerdo de los colmillos de las tres cabezas hicieron que mi sueño fuese intranquilo. Me dolían los hombros, las rodillas y la espalda. Sentía las mejillas encendidas, seguramente estaban rosas. Esos pasadizos eran muy fríos. Tal vez me estaba resfriando. Pero nada de estos impidió que acudiera a las clases de vuelo. Aunque no lo pareciera, me gustaba el Quidditch; otra cosa que me convertía en la “oveja negra” de la familia Frenerich, cuyos miembros veían este juego como una cosa de brutos, con eso de arrojar bludgers a los oponentes. Alcé mi mano sobre mi escoba una vez más. Mejor no quedar rezagada por más tiempo. —Arriba.
Daniel Brown ¿Había acertado la respuesta, en serio? ¿Siete jugadores eran? Vaya, eso sí que era magia... Luego una larga explicación de la profesora sobre el Quidditch, los roles, las pelotas con las que se jugaba, etc. Quéee rollo... Desconecté a mitad de la explicación, algo molesto cabe destacar por no haber recibido puntos por la respuesta correcta (¿qué pasa, me hacían bullying hasta los profesores?), y volví en mí cuando se estaba explicando lo que hacía un buscador. ¡Sí que sonaba interesante eso! Una maldita bicheja que no hacía más que moverse no podía ser peor que muchos de estos infantes a los que aguantaba, así que si podía con ellos, podría con la "Snitch" Pero... —Bueno, eso es lo básico que hay que saber sobre Quidditch. Ahora terminemos con la charla… vamos a pasar a la práctica. Monten sus escobas y elevense en el aire; primero vamos a practicar el rol de cazador. ¿¡Qué!? ¡No, no podía! ¡No sabía ni lo que hacía un cazador, ni me interesaba, ¿cómo iba a practicar su rol?! Quizá si me limitaba a imitar a los demás... Monté en la escoba, tras un par de estudiantes que se me habían adelantado. Pero ¡eh!, ese era el plan, no ser el primero.
Melinda La clase llegaba a su tercera fase y, mientras tanto, yo seguía atrapada en la primera. Esto debía ser un castigo de aquello que los muggles denominaban “karma”; mi motivación principal para acercarme al Salón de Trofeos del castillo había sido la idea de tener un duelo con el Llorón y corregir su actitud a fuerza hechizos (conformándome al final con arrojar un Pogrebin a su estómago). El destino bien pudo habernos colocado en el lugar que nos correspondía: él se encontraba en el aire, libre como una lechuza, y yo seguía en la tierra, ignorada por mis propias "alas" (escoba)… Además, él había mostrado pequeños signos de amabilidad en los pasadizos… Puede que yo haya sido la que merecía un correctivo... Lo miré por un breve instante, silenciosa y con una expresión neutral en el rostro; luego volví a centrar mi atención en la escoba. —Arriba.
—Muy bien… veamos que tal se desempeñan como cazadores —declaró Madame Hooch, tomando la Quaffle en sus manos—. Yo haré las veces de guardián… ¡adelante! Y la instructora arrojó la Quaffle alto en el aire, esperando a ver quién la agarraba primero. Contenido oculto Bueno, ahora si quieren intentarlo, pueden jugar un rato de cazador :3 Básicamente, se juega de la misma forma que está explicado en el Manual de Quidditch, con un detalle; con sólo 1 post ya podrán tirar a los palos, con dado al final de ese mismo post, así hacemos la práctica más corta. Quien rolee primero ahora será quien habrá atrapado la Quaffle. Oh, y luego del tiro (acertado o errado) Madame Hooch volverá a lanzar la Quaffle para que la agarre otro rolero y pruebe su suerte. Esta práctica durará hasta que ustedes decidan. Si creen que ya están, hacedmelo saber :3
Melinda La escoba esta vez respondió y se deslizó unos milímetros sobre el césped, pero su movimiento no pasó a mayores. Por si no tuviera suficiente con el dolor de hombros y la sensación general de resfrío, los músculos de mi brazo comenzaban a agarrotarse de tanto mantenerse alzados. Conservé la calma, no obstante, y mi limité a cambiar de mano. Existía una posibilidad de que el fallo residiera en este nimio detalle… Quién sabe. Lo que sí sabía es que no quería perderme las prácticas. —Arriba.
Kara Willson ¡Realmente ibamos a jugar! ¡Realmente lo haríamos! Volví a colocarme en mi escoba y me elevé un poco para poder intentar atrapar la Quaffle que la profe lanzaría, no sabría realmente si se me daría o no el puesto de cazador porque realmente no tenía ningún favorito en lo que respecta a los puestos en el equipo... ¿podríamos también en un futuro probar los demás para ver que tan bien se nos da y así poder saber mejor cual escoger? ¡No había tiempo de respuestas mentales, tenía que atrapar esa Quaffle! Me elevé un poco más rápido y me dirigí a la pelota la cual difícilmente la pude atrapar con una de mis manos, tal vez por el temor de que si solo dejaba una mano en mi escoba pudiera caer o algo parecido pero para mi suerte, eso no pasó y la Quaffle si estaba en mi mano, ¡que gran paso! Me dirigí hacia los aros lo más rapido que mi poca experiencia me brindaba y la lancé esperando que por algún favor de Merlin entrara sin que la maestra lograra evitarlo.
Madame Hooch —¡Muy bien! —exclamó la instructora de vuelo, luego de fallar en atrapar la Quaffle que Kara lanzó a uno de los aros; la pelota roja había atravesado por el aro central antes de que la profesora pudiese bloquear el tiro—. ¡Gran tiro, señorita Willson! ¿Quién sigue? Y tras recoger la Quaffle, volvió a lanzarla por los aires, esperando a ver quién la atraparía ahora.
Victoria Stone Poco después de elevarnos todos, la profesora lanzó la pelota para que pudiéramos practicar. Kara fue la primera en recogerla y también la primera en marcar. —Muy bien —felicité a la joven con una sonrisa, haciendo una leve reverencia con la cabeza a modo de señal. A continuación fui yo la que conseguí atrapar la Quaffle así que con determinación dirigí mi escoba hasta los aros, intentando marcar cuando lancé la pelota contra uno de los susodichos. Contenido oculto Llora sin asteriscos
Contenido oculto Holi, al fin~ @Noir no me abandones ahora asdf ;-; Emma Tyler~ El viento golpeaba mi rostro con algo de rudeza, mientras yo trataba de respirar con dificultad. Llegábamos tarde. Otra vez. Adam iba a unos metros más adelante, siempre se le dio bien correr. Es más, le encantaba hacerlo... siempre decía que cuando lo hacía se sentía muy feliz. ¿En ese momento también lo sentía? Porque a mí me llenaba de angustia la situación, y el camino hasta el campo no era precisamente corto. "¡Todo esto es por culpa de aceptar hacer algo tan arriesgado como lo de anoche!" Trastrabillé al rememorar el enorme y violento perro que vimos ayer, y a poco estuve por caer, con lo cual decidí parar un poco, cansada ya de correr sin parar. —A... A-Adam...—mi respiración era agitada—. ¡Adam! Es... espera... Apoyé miré manos en mis rodillas y miré al suelo mientras aspiraba y espiraba como podía, recuperándome en unos segundos. Poco después, me incorporé suspirando y caminé hasta Adam, regalándole una sonrisa. —Addie, Addie, no podemos seguir así, cariño— suspiré—. Pero bueno, a veces es divertido hacer este tipo de cosas. Sonreí tímidamente y empecé a correr de nuevo, con Adam a mi lado. En nada llegamos al campo, con unas pequeñas sonrisas y las mejillas coloradas suavemente. ¡Y yo no pude evitar que mis ojos brillasen al ver a algunos de mis compañeros volando en escobas! ¡Se veía tan divertido! Parecían estar haciendo algo aún más emocionante que sólo volar... Como chica responsable que era, yo misma me acerqué un poco temerosa a la profesora, que se mantenía volando a una altura considerable, agachando la cabeza con vergüenza. —B-buenos días... ¡Lamentamos mucho llegar tarde!
