Mini-rol Arcadia Nova | Pokémon Rol Championship

Tema en 'Salas de rol' iniciado por Andysaster, 4 Septiembre 2025.

  1.  
    Andysaster

    Andysaster Game Master

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    Ai me devolvió la pregunta con maestría y elevé las cejas, entretenida con el nuevo cauce por el que se dirigía la conversación. No sabía de qué me sorprendía, en realidad. Mamiya parecía ser experta en el arte de las respuestas ambiguas desde nuestro primer encuentro en el Parque Batalla.

    Busqué sus ojos y repasé sus facciones sin prisa, como si quisiese encontrar en ellas la respuesta que buscaba. Lejos de reprocharle su falta de claridad, su actitud juguetona despertó en mí cierto interés. Me gustaban los retos y las personas dificiles como ella, era esa clase de masoquista después de todo.

    ¿Palabras que la describieran, decía?

    Tenía algunas en mente, pero esas no iba a decirlas en voz alta.

    —Dado que has usado dos preguntas —inicié, esbozando una sonrisa confiada, segura de lo que decía—, voy a permitirme el atrevimiento de usar ese vacío legal y responder por separado.

    >>Mi elección sería Uxie. ¿Mi justificación? —solté una risa nasal, desenfadada—. Me das la impresión de ser una persona sabia. De esas que han aprendido muchas cosas de la vida. Tal vez sea por la actitud con la que te desenvuelves o la forma en la que hablas, quién sabe —Pude haberme acogido a la diferencia de edad, pero no era una persona tan simple—. Ahora bien, si tuviese que ponerte un único adjetivo que te defina, ese sería... ¿Sofisticada? ¿Misteriosa, tal vez? Mierda, eso son dos adjetivos...

    El grupo compartió una risa ligera, y sentí cómo la fuerza que aprisionaba mi corazón aflojaba lentamente su agarre, permitiéndome cierta libertad. A pesar de que era incapaz de hacer desaparecer la tensión de mis músculos por completo, la presencia de mis amigas fue suficiente para permitirme regresar a mi eje.

    —¿Y tú? —Le devolví la misma pregunta, perspicaz. Por la sonrisa que le dirigí, estaba claro que no iba a darle tregua. Le tocaba a ella pagar prenda—. ¿Cómo responderías tú a esa pregunta?

    —Uxie gana de momento —Miki hizo la señal de la victoria, inmutable desde su asiento. Oh... Me cuadraba ese Pokémon para ella. Sentía que sabía mucho más de lo que aparentaba a simple vista, por mucho que pareciese estar en la inopia la mayor parte del tiempo.

    —Nu-huh~ Mesprit lo empata, ¡cruack! —Poly, orgulloso, se llevó el ala al pecho, imitando la pose de Mimi de manera exagerada—. La vida no sería lo mismo sin la presencia de las emociones. Falta la señorita agente por desempatar.

    >>¡Vente al team Mesprit, tenemos galletitas!



    ☆゜・。。・゜゜・。。・゜★​



    ✵『Miki Chigusa』✵

    ¿La... galaxia Poly?

    Aika trataba claramente de animarnos, y con Poly lo logró al instante de soltar algo de semejante envergadura. El ave se irguió en su asiento, comenzando a tener sueños de grandeza.

    —¿Una galaxia entera con mi nombre? Jo, jo, jo~ Tendrá forma de Chatot. Os permitiré ponerle vuestros nombres a algunos planetas... por la módica cantidad de mil Pokédolares.

    —Eso es poco, Poly —Le susurré al oído—. Mejor pide comida a cambio.

    —¡...Por una cena completa en el MimeDonalds!

    Eso... era aún más barato si cabía. Bueno, el caso es que se veía feliz. No dejaba de ser un Pokémon, por mucho que se hubiese criado entre humanos. Si Poly encontraba una galaxia algún día, más me valía ser su gerente para ese entonces. Tal vez pueda darme a mí el dinero si le llevo a menudo a cenar fuera.

    Las proyecciones continuaron, y mientras Poly y yo charlábamos acerca de lo que nos compraríamos cuando tuviésemos ese dinero, se produjo un silencio extraño en el grupo. Todas miraban a Aika de distintas formas; Ai se reía, Mimi la fulminaba con la mirada y Liza se rascaba las raíces del cabello, sin saber dónde meterse.

    —Y-Ya sabéis... Miedo... Mewdo...

    —Lo hemos entendido, Aika.


    Ladeé la cabeza sin comprender.

    —Yo no —comenté entonces. Me incliné hacia la albina, intrigada. Nunca entendía los chistes, pero en algún momento debería pillar alguno. Era una batalla personal que llevaba diecisiete años librando—. ¿Se supone que Mewdo y miedo tienen alguna similitud? Mew se pronuncia Miu... ¿Miudo? ¿La gracia se encuentra en que Mew tiene miedo y está mudo?

    De repente y sin venir a cuento Liza abrió mucho los ojos, pasmada, y comenzó a reír sin poder evitarlo. Fruncí ligeramente el ceño cuando Poly se cubrió el pico con las alas, aguantándose la risa a duras penas.

    —¿Qué?

    —Miki... —dijo, con voz temblorosa—. Los chistes simplemente no son lo tuyo...

    —¡Pfffjajajaja!

    —¡Shhhh!
     
    Última edición: 21 Noviembre 2025
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    ❀『Ai Mamiya』❀

    Cuando buscó mis ojos le sostuve la mirada sin titubear, tan entretenida con la conversación como ella aparentaba estarlo. De hecho entrecerré apenas los ojos en un gesto complaciente cuando respondió que del Trío del Lago yo era Uxie.

    —Me halagas, cariño—le respondí—. Me han llamado experimentada, pero eres la primera persona que clasifica esa experiencia como sabiduría.

    Entre la sabiduría, la emoción y la voluntad, probablemente la primera no fuese la elección que tomaría para describirme a mí misma. A sus ojos podía aparentar mayor experiencia pero aunque lograba mantener la calma la mayoría del tiempo haciendo gala de una paciencia casi pasmosa, las emociones tendían a controlarme con bastante facilidad.

    Por eso había guardado mi corazón en lo más profundo de un bosque llamado lascivia.

    Esa era sin embargo una emoción bastante fácil de controlar para mí. Porque era paciente y atenta, quizás incluso servicial y jamás me dejaba llevar por mis propios impulsos. Mis sentimientos, quizás, eran un tema a parte.

    Se me escapó una pequeña, breve risa.

    >>Sofisticada—repetí como si paladeara la palabra en la lengua—. Si consideras que tomar té, regentar una floristería y amar los vestidos de época es sofisticado, entonces sí, puedes llamarme tal. En cuanto a lo de misteriosa... arruinaría el misterio confirmar si estás o no en lo cierto, ¿verdad?

    Clavé en el azul de sus ojos mi mirada y repasé sus facciones como quien observa una hermosa pintura expuesta en un museo o un paisaje de atardecer ansiando ser enmarcado en una postal.

    Llamó mi atención desde el primer momento, como la única rosa roja en un rosal, y no podía pretender ni tenía intención alguna de ocultarlo. Aunque jugaba con las situaciones y disfrutaba de las reacciones de los demás ante mi compartimiento, no ocultaba mis intenciones.

    En ese sentido, era transparente como el Lago Veraz.

    —La primera palabra que me viene a la mente cuando te miro es libertad. Quizás por qué el azul de tus ojos me recuerda al mar y hay pocos lugares donde pueda experimentarse tanta libertad como en la plenitud del océano. Audaz, pero no insolente. Curiosa... me pregunto si quizás demasiado para tu propio bien.

    Acerqué mi mano y en un ademán travieso, le di un pequeño toque con el índice en la punta de la nariz.

    >>Mesprit, ¿tal vez?

    —Estaría de acuerdo con vosotros y diría que Liz es absolutamente Mesprit, pero me niego a ser la única con Azelf—Paeonia la miró de soslayo con tan solo uno de sus ojos abiertos—. Liz es emocional, pero también está cargada de determinación. Y es más tozuda que un Mudsdale.

    Desde el extremo opuesto de la fila de butacas, Bellis negó con la cabeza.

    —No, no, no—cerró los ojos y movió el índice de lado a lado en un gesto de negación—. Estás equivocada, Mii-chan. Lizachi es Mesprit. Mírala, es bondad pura. ¿Quién le diría que no a esa carita?

    Apoyé una mano sobre mi mejilla y entretenida asistí a tan interesante desenlace de acontecimientos. Nunca hubiera pensado que aceptar la propuesta del señor Anderson y asistir a la presentación con Prímula, me permitiese estos cálidos momentos. Lo agradecía. Y especialmente, agradecía profundamente haber conocido a Clematis en el Parque Batalla.

    Hah—Paeonia soltó una risa jactanciosa antes de cruzarse de brazos, inamovible—. Yo misma. Echarle seis cucharadas de azúcar al té es un no rotundo.

    Aika soltó un jadeo dramático.

    —¿Cómo tienes tan mala sangre? ¿Sabes lo amargo que está eso?

    Me incliné hacia la butaca a mi lado.

    —Mi amor—le dije cerca del oído, cómplice—, creo que es hora de responder tan interesante pregunta.


    ☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

    ★『Mimi Honda』★

    Los dedos de Liz rozaron los míos y lentamente los entrelazó, buscando apoyo y contención en ese gesto. Le devolví el ligero apretón mirándola de soslayo para asegurarme de que estaba bien —o de que al menos no estaba al borde de otro colapso nervioso—, antes de centrar mi mirada en la proyección.

    Siempre me habían gustado las estrellas.

    Yo misma quería convertirme en una: una real, alcanzable y resplandeciente. Para mí contemplar el cielo nocturno era igual que mirar el océano. Ante la inmensidad de ambos, mis problemas parecían minucias en comparación.

    Y lo cierto es que contra todo pronóstico estaba disfrutando ese día en el parque de atracciones. Por muy reacia que hubiera sido en un inicio, quizás no... no estaba tan mal, ¿de acuerdo? Si ignorábamos ciertos detalles puntuales y el susto que aún me pesaba en el cuerpo, estaría siendo un día bastante agradable.

    Había poco en ese pseudo-documental que no conociera ya, pero la tridimensionalidad de la proyección y su interactividad me resultaba tan amena que le presté toda la atención posible. Además, traía a mi mente algunas preguntas. Como por ejemplo, el paradero de Mew.

    En determinado momento Aika hizo el peor chiste posible de una larga lista de chistes malos y Miki no lo entendió. Lo ridículo del momento hizo reír a Liz y a Poly, a Ai, y hasta a Aika, que se había derretido en el asiento.

    No era solo la gracia de la situación, era... la prueba de que nos sentíamos cómodas y a gusto. No teníamos por qué reírnos, yo no le veía la gracia por ninguna parte, y aún así...

    —I-idiotas. ¿Qué es tan gracioso...? Nos van a echar de la sala...—inquirí pero se me escapó una risa entre dientes que no pude contener, mi cuerpo se estremeció en el inicio de una carcajada y me apresuré a cubrirme los labios con el dorso de la mano—. Pftt...

    —No te preocupes, Michin. Era una tontería—Aika cruzó las manos detrás de la cabeza—. En realidad es un juego de palabras entre el nombre de Mew y miedo.

    >>Es como este otro chiste—le dirigió una sonrisa conciliadora y la señaló con dos dedos al guiñarle un ojo, bromista, emulando una pistola—. Hey Caterpie, ¿qué haces cuando tienes frío? ¡Metapod!

    Vale, ese fue aún peor que el anterior. ¿Por qué me estaba riendo?
     
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    Andysaster

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    No supe si mis elecciones estuvieron o no bien encaminadas, pero me satisfizo mantener la respuesta bajo el enigmático velo que cubría su persona. Suponía que era parte de su encanto, ¿verdad? Por mucho que quisiera atisbar algo más allá de lo que dejaba ver a simple vista, el espesor del bosque en sus ojos fungía de barrera, impidiendo el paso a través de sus hojas de cualquier haz de luz.

    Tal vez llamaba poderosamente mi atención precisamente porque yo era todo lo opuesto a ella. Honesta, transparente, predecible hasta cierto punto. En el mar de aguas cristalinas en el que posó su mirada había poco que pudiese ocultar aunque quisiese.

    Libertad... Me pregunté si, de haberme conocido un poco antes, hubiese sentido lo mismo al mirarme a los ojos. La marca de las cadenas que alguna vez me detuvieron aún se encontraban grabadas a fuego en mi piel, pero desaparecían lentamente con el transcurrir de los dias. Era un recordatorio silente, si se quiere, de a dónde no deseaba regresar jamás.

    Mi vida era mía y de nadie más.

    El toque en mi nariz me hizo entrecerrar los ojos e inició entonces, esparciéndose como la pólvora sin previo aviso, una batalla campal entre facciones. Escuché los alegatos a favor y en contra con la diversión tiñendo mis gestos, y me volví hacia Mimi con una expresión juguetona cuando Aika señaló que no había malicia alguna en mí. Le puse mi expresión más inocentona, de esas donde parecía que no había roto un plato en mi vida.

    Oh, por supuesto que iba a aprovecharme de la situación.

    —¿Has oído eso, Mims? Dice que soy bondad pura —repetí, disfrutando de aquella conversación como la que más. Ella misma sabía lo pícara y desvergonzada que podía llegar a ser en ocasiones. Me gustaba salirme con la mía, y a veces eso implicaba también aprovecharme un poco de los demás. Pero solo un poquito—. ¿Qué tal si me consigues un peluche gigante también a mí? ¿Cómo le vas a decir que no a esta carita?

    La conversación se ánimo en cuestión de minutos, y parecimos olvidar por un instante la proyección y el lugar en el que nos encontrábamos. Me sentía cómoda, acompañada y feliz. Aún a pesar de la extenuación de mi cuerpo y de los resquicios de un susto de semejante envergadura, su sola presencia me hacía olvidarme de mis preocupaciones y de mis miedos hasta reducirlos en cenizas.

    La voz de Ai cerca de mi oído me tensó ligeramente, arrojándome algo de sangre al rostro ante la repentina cercanía. Y encima, si me hablaba con ese tono de voz... Ugh. Arrojé a un lado esos pensamientos y asentí, de acuerdo con su sugerencia. Me volví hacia el resto, dispuesta a resolver la encrucijada.

    —Lo cierto es que, si tuviera que escoger al trío del lago correspondiente...

    —...Ese sería Mesprit. ¡Cruack!

    —Sí, no lo dudo —solté una risa baja ante la jovial celebración de Poly y Aika. Entonces busqué los ojos de Mimi con convencimiento—. ...Pero también me siento vinculada a Azelf. Tanto, que no podría escoger a uno sin el otro.

    >>Me guío enteramente por mis emociones y por lo que me dicta el corazón. Pero, durante mucho tiempo, esas emociones fueron convulsas y erráticas, justamente porque no lograba encontrar un propósito en mi vida. La necesidad de tener algo por lo que luchar, una voluntad fuerte e inquebrantable, es lo que determina quién soy hoy en día.

    —Entonces —Miki ladeó la cabeza, intrigada—, ¿escoges a dos en lugar de a uno?

    —Nadie dijo que no pudiese —Le guiñé un ojo, consciente de mi propia astucia.

    Poly se cruzó de alas, derrotado.

    —La señorita agente siempre va dos pasos por delante... —Hizo cuentas en su cabeza, y entonces su expresión se iluminó—. Pero, si la señorita coordinadora también es team Mesprit... ¡Eso significa que ganamos por goleada!

    Miki pareció dubitativa por un instante, mano en el mentón.

    —¿Aún estoy a tiempo de cambiarme para poder comer galletitas?



    ☆゜・。。・゜゜・。。・゜★​



    ✵『Miki Chigusa』✵

    De repente todos empezaron a reír, y yo me limité a hacer más notorio mi mohín si cabía. No lo entendía. ¿Por qué se me complicaban tanto los chistes?

    Aika soltó otro ejemplo, redoblando la risa de por sí ya floja del grupo. Algunos espectadores se volvían con mala cara hacia las chicas, instándoles a guardar silencio. Pero parecían demasiado entretenidas encadenando chistes como para ser conscientes siquiera de esto.

    —Me toca, me toca —Liza se secó una lagrimilla de los ojos, soltando el siguiente chiste—. ¿Qué le dice un Exeggcute a una sartén?

    >>Me tienes frito.

    Y seguían riéndose. Yo aún intentaba entender el del Metapod y el Caterpie, ¿no podían ir un poco más lentos?

    —¡Muy bueno, señorita agente! Venga: ¿Cual es el colmo de un Oddish? —El Chatot dejó un silencio dramático entre medias, buscando captar su atención—. ¡Que lo dejen plantado!

    A pesar de no entenderlos, me sentía contagiada de alguna forma por su alegría. Todos parecían disfrutar, y a mí, de alguna forma, me hacía sentir cálida por dentro el saberme parte de algo así. Nunca había sido de mi interés hacer amigos... Pero suponía que el ser humano era social por naturaleza.

    No se podía darle la espalda a tu propio código genético.

    —¿Cual es el pokémon más viejo del mundo? —Liz sacó otro chiste de la manga, compartiéndolo nuevamente con el grupo—. Los Pancham, porque están en blanco y negro.

    —...Oh —Me asomé desde mi butaca, sintiendo la bombilla prenderse sobre mi cabeza—. ¿Por las fotografías y televisores antiguos?

    —¡Eso es, Miki! —La castaña lucía orgullosa por mi descubrimiento—. ¡Lo pillaste!

    —Ahh... Cómo crecen —Poly se secó una lagrimilla imaginaria del rostro—. ¡Ya eres toda una adult-!

    —Disculpad —De repente y contra todo pronóstico, un guarda de seguridad se nos acercó, con rostro serio y grave—. Voy a tener que pediros que abandonéis la sala.

    Al parecer, el guarda había recibido varias quejas, pero la situación se había vuelto insostenible como para dejarlo pasar por más tiempo.

    Cuando quise darme cuenta los cinco volvíamos a estar en el exterior, procesando lo que acababa de suceder. Sin estrellas, ni nuevos descubrimientos... Y sin embargo no pude evitar sonreír para mí misma.

    Eso... Había sido más divertido de lo que imaginaba.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    ★『Mimi Honda』★

    Entre una cosa y otra la sola idea de simplemente cerrar el pico y ver la proyección quedó muy atrás. Y cuando digo que quedó muy atrás, quiero decir que quedó rápidamente relegada a una opción olvidada.

    Repentinamente discutir sobre cual grupo era mejor y a cual de los tres miembros del Trío del Lago pertenecía Liz era algo mucho más interesante. Mientras intentaba ignorar la extraña tensión entre Ai y Liz— ¿Qué le pasaba a esa mujer? ¿No se podía estar quieta?—, Aika dijo algo que White aprovechó.

    Se aprovechaba mucho de eso. De ponerme carita de Wooloo degollado y jugar con mis emociones. Lamentablemente para ella, yo no era tan fácil de persuadir.

    —Te he dicho que no cientos de veces antes y lo seguiré haciendo—le repliqué cruzando los brazos y apartando el rostro en un gesto cargado de dignidad—. Tus Ojitos Tiernos no tienen poder sobre mí.

    Eso decía... pero no la estaba mirando.

    Tal vez si era bondad pura pero estaba coartada por una profunda red de picardía y manipulación emocional. Claro que todo esto era más un show que otra cosa, y solo usaba esos dotes de persuasión en momentos muy puntuales. No era nada serio, pero era muy efectivo contra mí.

    Al final terminó eligiendo tanto a Mesprit como a Azelf. Nadie había dicho que no se pudiera, era un vacío legal. Mesprit porque era una persona emocional y empática, dispuesta a seguir lo que le dictaba el corazón antes que detenerse a ser juiciosa y escuchar a su cerebro. Y Azelf porque la voluntad y la determinación guiaban sus acciones. Pero una voluntad férrea no sería nada sin un poco de la dulzura del corazón.

    Poly y Aika lo celebraron como si les hubiera tocado la lotería, chocando las palm— ¿la palma y el ala?—, y yo me limité a suspirar con indulgencia. No había podido decidirse por solo uno, pero suponía que estaba bien. Era solo una tontería que se nos había ocurrido porque parecía que podíamos hacer cualquier cosa menos lo que habíamos venido a hacer al platenario.

    Miki rezongó querer unirse al team Mesprit por las galletas imaginarias gratis que mencionó Poly y escuchamos a Ai suspirar con dramatismo.

    —¿Vas a dejarme sola en el Team Uxie, Dianthus?—dijo cerrando los ojos—. Ah, me siento traicionada.

    —Ven tú también, Aichi—Aika alzó la mano—. Tenemos galletitas para los nuevos miembros. Y eeh... ¡sake!

    ¿Sake? ¿En serio? ¿Quién en su sano juicio bebería esa cosa tan—?

    Contra todo pronóstico Ai rio, divertida con la conversación. Me era imposible leer a esa mujer... era un completo enigma para mí. Sibilina, osada incluso... pero al mismo tiempo cuidadosa y sutil. ¿Y ese rollo extraño que se traía Liz con ella?

    —Bueno, ¿cómo rechazaría una propuesta como esa?

    No la entendía para nada.

    Pronto demostramos que habernos colado en la proyección había sido un gran error cuando el planetario dejó de ser tal para convertirse en un show—cutre y malo hasta decir basta— de comedia. Empezó Aika con su pésima broma de Mew y la siguieron Liza y Poly, cada uno peor que el anterior... pero por algún motivo hasta yo me reía, soltando risas flojas hasta que se me saltaron las lágrimas. Mamiya nos pedía silencio entre risas, sabiendo que nuestra prioridad era no molestar a nadie. Pero era como echar agua al mar porque cuanto más estúpidos eran los chistes, más nos costaba parar de reír.

    Y entonces ocurrió lo que sabíamos qué iba a ocurrir. El guardia se acercó y nos dio la patada. Las puertas de la sala se cerraron con un click a nuestra espalda.

    Se acabó el show.

    —... Woah.

    Aika parpadeó como si no pudiera entender que acababa de ocurrir.

    —Oh, cielos—Ai suspiró llevándose una mano a la mejilla en actitud derrotista—. Supongo que era un desenlace obvio de los acontecimientos.

    No hubiera sido tan obvio si tan solo supiéramos comportarnos como personas civilizadas.

    —Qué desastre.

    Aika cruzó las manos detrás de la cabeza. Todo en su actitud era relajado y no parecía ni un mínimo de avergonzada por lo que acababa de pasar. ¡Era la primera vez que me echaban de un espacio público!

    —Bueno... pero ha sido divertido, ¿no?

    —¿La proyección o los chistes?—repliqué cruzando los brazos—. Porque eran más malos que pegarle a un padre ciego y sordo.

    —¡Tú te estaba riendo!

    —¡Todo el mundo se estaba riendo!

    —El guardia no.

    Alguien soltó una risa por lo bajo, no tuve tiempo de ver exactamente quién fue. El caso es que así fue como terminó nuestra visita al planetario de Arcadia Nova. Me preguntaba si éramos adultas—casi, en el caso de Miki—, o un grupo de niñas de preescolar.

    Y sin embargo, aunque la sensación de crispación me atenazaba el pecho como una garra helada, no podía negar la realidad. había sido divertido. Toda esta visita al parque de atracciones estaba siendo divertida por mucho que me esforzase en aparentar que no.

    Hacer nuevas amigas no era mi prioridad, nunca lo había sido. Quería ir a Arcadia, pero hubiera preferido ir sola con Liz. Al menos era eso lo que pensaba. Pero ahora, después de todo lo que había pasado ese día, me inclinaba a pensar que invitar a más gente no había sido una idea tan mala como creía. Incluso si esas personas en cuestión eran unas completas desconocidas.

    Aika nos miró a todas antes de sonreírnos deslumbrantemente. Era esa sonrisa jovial que compartía con Liz, de alegría genuina. La luz anaranjada del atardecer se colaba a través de los cristales y pintó sus ojos de un brillo ámbar.

    —Tengo que irme ya, chicas—nos dijo. Pude notar cierta lástima en su rostro, pero no dejó que la misma se reflejara en su voz vibrante y despierta—. Me lo he pasado super bien. Tenemos que repetirlo otro día, eh. ¡Vamos a la playa a la próxima!

    No sabía casi nada de ninguna de ellas.

    Miki y su extravagancia a pesar de su actitud calmada.

    Aika siendo una completa cabeza de chorlito, pero con un corazón tan grande como su propia ignorancia.

    Ai con esa actitud maliciosa pero atenta, extrañamente maternal.

    Y repentinamente me di cuenta de que no me importaría cambiar eso: el hecho de que eran desconocidas. De que quizás, y solo quizás... no me importaría repetir algo así otro día.
     
    Última edición: 26 Noviembre 2025 a las 3:27 AM
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    Observé las diversas reacciones a mi alrededor con la serenidad que solo te otorgaba la experiencia. Nos acababan de echar a patadas de la sala de proyecciones (y con razón), pero no fue si no hasta ese preciso instante que las diferencias entre nosotras se hicieron imposibles de evadir.

    Ai parecía compungida, pero no lo suficiente como para que afectase verdaderamente a su estado de animo. Mimi se mostraba avergonzada, tal vez porque aquella había sido su primera experiencia siendo expulsada de un espacio público. Aika lucía despreocupada, Miki ya estaba elucubrando un nuevo plan junto a Poly, y en lo que a mí respecta…

    Bueno, había cosas peores en la vida, ¿no?

    —Debería daros vergüenza. Mostrar un comportamiento así frente a una oficial en prácticas… ¡Cruack! —Poly, mitad en serio mitad en broma, se posó en mi hombro mientras charlaba con las chicas—. ¿Usted qué piensa acerca de lo que ha sucedido, agente?

    —Pienso que siempre hay una primera vez para todo —convine con liviandad, acariciando al Chatot por debajo del pico. El Pokémon soltó un arrullo mimoso y me sonreí, francamente entretenida con la escena—, pero no es mi caso.

    Hubo un silencio por parte de Poly, como si estuviese procesando con delay mis palabras. Entonces agitó las alas, alarmado por la tranquilidad que vislumbraba en mis gestos, tal vez creyendo que se trataba de una broma sin importancia.

    —¿¡E-Eeeeeh!? —exclamó entonces, incapaz de concebir una idea de semejante calibre—. ¿No es la primera vez que la echan de un lugar público? ¡Pero se supone que es una agente que vela por el orden!

    —Oh —Miki, dentro de su impasibilidad habitual, parecía divertida con el nuevo dato—. Es una Ranger delincuente. Me agrada.

    Parpadeé. ¿Una... Ranger delincuente? ¿Y a qué se debía la agitación de Poly? No era para tanto.

    —Eso es ir demasiado lejos, ¿no crees? —comenté, con expresión indulgente. Suspiré, enterrando las manos en los bolsillos del pantalón—. Simplemente fui un trasto de pequeña. He hecho tantas travesuras que perdí la cuenta de estas cosas… Aunque hacía demasiado que no me pasaba.

    Creía que era habitual. Todos habíamos hecho alguna que otra trastada de niños, ¿cierto?

    O… o tal vez no. Qué sabía yo.

    —No me lo esperaba de usted, agente —Le costó un poco, pero el Chatot logró serenarse, recapacitando con mayor frialdad acerca de los acontecimientos—. ...Supongo que lo importante es que recondujo sus pasos, en lugar de convertirse en una criminal —¿Una criminal? ¿¡Pero qué tipo de imaginación portentosa tenía este Chatot!?—. ¿Cómo qué cosas hizo, por ponernos un ejemplo?

    —Uhm… —Me llevé una mano al mentón, rememorando detalles del pasado. Había demasiado donde elegir, pero iba a ahorrarme algunos detalles—. Como… soltar una manada de Miltanks por el pueblo, ¿tal vez?

    —¿¡Una manada de Miltanks!?

    Los ojos de Miki brillaron con admiración.

    —Poly, rápido —le instó la joven a su lado con urgencia—. Toma nota.

    Las conversaciones continuaron fluyeron con normalidad durante los minutos posteriores. En determinado momento, tal y como todos imaginábamos, Aika nos avisó que debía marcharse. Una parte de mí se sentía entristecida por su inminente partida... pero la otra se encontraba esperanzada de saber que, tal vez, tuviésemos un encuentro similar más pronto de lo que creíamos.

    Me sentía agradecida de haberlas conocido. Pero, sobre todo, de saber que la comodidad que reflejabamos era un sentimiento que todas compartíamos en ese punto. Incluída la propia Honda, a pesar de su reticencia inicial.

    Me acerqué a Mimi entonces, apoyando mi mentón sobre su hombro desde su espalda. Después de abandonar la sala de proyecciones, había regresado a mí toda la extenuación acumulada tras el evento del ascensor, relegada a un segundo plano tal vez por la distracción del momento y de la compañía. Era casi… como sentir una resaca emocional. Me inutilizaba de tal manera que solo deseaba derretirme en la cama por días.

    Y eso, en alguien tan enérgico como yo, hablaba por sí solo.

    —No te preocupes, Aika. Creo que nosotras también nos iremos pronto —Cerré los ojos, pesarosa, sonriendo desde allí con un dejo de culpabilidad—. Lo siento. Parece que aún no estoy del todo recuperada del susto...

    —Entonces nosotros nos iremos también. Tal vez a Miki le de tiempo a realizar su concierto callejero —Poly revoloteó esta vez hacia Aika, alegre—. ¿Quieres que te acompañemos a la salida, señorita copo de nieve? ¡Los miembros del equipo Mesprit debemos permanecer unidos! ¡Cruack!

    En esas, mientras me encontraba descansando en mi cálido refugio particular y las conversaciones se sucedían, se me ocurrió una idea repentina. Me erguí, apartándome de Mimi, y saqué mi teléfono para abrir la zona de los contactos.

    —¿Por qué no escribís vuestro número en mi teléfono? —sugerí, afable—. Crearé un grupo con todas para futuras salidas.

    Miki, tras reflexionar durante unos segundos, palpó sus bolsillos en busca de su dispositivo.

    —Mhm —accedió finalmente—. Ten, el mío.

    —Yo no tengo… —Se lamentó Poly, cabizbajo—. ¿Es eso un impedimento para pertenecer al grupo?

    —En absoluto —reí—. Puedes decirle a Miki que escriba en tu nombre... O mandarnos audios, tal vez.

    Después de que Aika me diese el suyo, y mientras Miki y Poly debatían sobre el nombre del grupo, solo me restaba una última persona.

    Giré el cuerpo hacia Ai, e intercambié con ella una sonrisa significativa. Ambas sabíamos que, para la inminente visita a Edén, tener el teléfono de la otra resultaba de lo más conveniente en caso de cualquier imprevisto.

    Extendí el teléfono hacia ella, buscando sus ojos con calma.

    —Solo faltas tú —le dije. Entonces recogí ligeramente el brazo, haciendo una expresión de fingido pesar. En realidad solo estaba jugando, aunque ese parecía ser un detalle que ambas compartíamos—. A no ser que no quieras darme tu número, claro...
     
    Última edición: 25 Noviembre 2025 a las 3:34 PM
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    Yugen

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    Igual debería sentirme un poquito mal porque todo el asunto de los chistes empezó por mi culpa, pero había sido tan divertido y todos parecíamos tan felices riendo despreocupados que no encontraba la forma de sentirme culpable.

    Atrás había quedado el miedo y la ansiedad del ascensor. ¡Incluso Lizachi se unió y contó algunos chistes! Y Michin pudo pillar algunos, aunque igual yo trataba de explicárselos entre risas lo mejor que podía. Al final un guardia de seguridad nos echó y volvíamos a estar como al principio. Pero tenía el pecho tan lleno y me sentía tan feliz y en tanta confianza que en realidad no me importaba demasiado.

    Tenía muchas ganas de contarle a Minato todo lo que había pasado ese día y las amigas tan increíbles que tenía ahora. De Michin, con esa vocecita tan linda que tenía, de Poly y como a veces parecía un mayordomo, o Aichi y lo maternal y bonita que resultaba. Pero sobre todo, quería hablarle de Lizachi y Mii-chan.

    —Estás loca—cuando Liza apoyó su mentón en su hombro, Mimi suspiró echándose ligeramente hacia atrás como si buscase su tacto. Decía una cosa, pero su lenguaje corporal era otra diferente—. ¿Cómo que soltar una manada de Miltank por el pueblo?

    —Yo entiendo a Lizachi—intervine—. Es mucho mejor que estén libres antes que encerradas en un establo. Creo que hizo lo correcto. Al menos no eran Tauros...

    Unos Tauros hubiera convertido su pueblo en una fiesta nacional de Paldea. Además, eran conocidos por ser extraordinariamente agresivos. Las Milktank al menos eran tranquilas y apacibles... la mayor parte del tiempo.

    Me sabía un poco más el tener que irme así sin más, pero era una rutina que seguía cada día desde que pude salir del hospital. Minato nunca me contestaba—algo obvio—, pero poner una barrita de incienso en su tumba y rezar en silencio me daba paz. Luego le hablaba de todo. De lo que había hecho durante el día, de mi trabajo, de nuestros hermanos pequeños y de mamá y papá.

    A veces veía algún Pokémon fantasma rondando las tumbas, mirándome con desconfianza... pero eso era sobre todo al inicio, porque había acudido tantas veces que para ellos era ahora en decorado más del escenario. Ni siquiera me miraban al pasar.

    —Ah, ¿vas a tocar, Michin? ¡Me encantaría ir a oírte!—exclamé incapaz de ocultar la emoción. Pero entonces recordé que no podía. Después de ir a visitar a Minato tenía que ir a trabajar en la pizzería. Esbocé una sonrisa algo culpable—. Pero... supongo que otro día será.

    Al menos iban a acompañarme a la salida del parque y quizás caminaríamos un poco más juntos charlando de los eventos del día antes de separarnos. Aunque, ¿honestamente? Separarnos ahora sonaba... lapidario incluso. Terrible. ¿Cuando volveríamos a vernos? ¿En unos días, en unos meses? No quería pensar así. Si al menos fuéramos adolescentes quizás podríamos vernos todos los días, pero la adultez era atroz...

    Entonces Lizachi pensó en hacer un grupo para poder charlar a través del teléfono. Y con eso, la problemática de cuanto tiempo tardaríamos en volver a vernos desapareció.

    —¡Oye! ¡Que buena idea!—exclamé genuinamente emocionada—. Así estaremos en contacto aunque no nos veamos. Ah, eeeh... déjame buscar el mío en mi libreta...

    —¿No lo tienes en tu móvil o tu holomisor?

    Mii-chan enarcó una ceja. Me preguntaba si Mimi pensaba que era idiota o algo así. Eso... era un poco deprimente. Pero estaba acostumbrada.

    —Woah... no sé—me rasqué la mejilla con una risilla nerviosa, contrariada—. ¿Quizás? Es que no me lo piden mucho...

    —Anda, trae acá.

    Mira Minato, estas son mis nuevas amigas. Son muy diferentes, cada una con su propia personalidad... quizás si no fuera por Lizachi nunca hubiéramos coincidido juntas. Pero estoy muy, muy feliz de que haya sucedido, ¿sabes? ¡Ya no estoy sola! No tienes que preocuparte más por eso.

    Creo que voy a estar bien.



    ☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

    ❀『Ai Mamiya』❀

    Oh, cielos...

    Al final terminaron por expulsarnos de la sala y la proyección quedó vetada para nosotras. Los dioses primigenios, los primeros indicios de vida, la inmensidad del cosmos... todo eso desapareció como quien cierra repentinamente las páginas de un libro.

    Y sin embargo había sido tan cálido y estimulante que no podría, ni siquiera queriéndolo, reprocharle nada a nadie. En condiciones normales no hubiera encontrado diversión en esos chistes, pero no era el humor intrínseco en ellos, si no la situación lo que provocaba la risa. La calidez, la confianza, la seguridad. Que había brotado tímidamente entre nosotros y empezaba ahora a dar sus frutos.

    Ese era el principal motivo por el que reímos con despreocupación, ignorando el hecho de que iban a terminar por expulsarnos. Intentar recordar que debíamos mantener silencio para no molestar al resto de visitantes era fútil en tales circunstancias.

    Bellis tenía que marcharse de Arcadia y Clematis propuso obtener nuestros números para crear un grupo de chat y mantener el contacto. En mi caso, aunque me relacionaba con muchas personas, no tenía un grupo de chat con nadie. Prefería las conversaciones privadas lejos de miradas indiscretas, en la soledad y el recogimiento, y los encuentros furtivos y esporádicos en persona.

    Pero no pretendía negarme a la propuesta. ¿Cómo hacerlo, cuando era tan inocente y estaba tan llena de buenos deseos? Tan solo, y como ella estaba haciendo, jugaría un poco con la situación. Ver ese lindo rubor en sus mejillas era aliciente suficiente.

    —Hmm... creo que necesito más tiempo para pensarlo. ¿Quiero darte mi número para que puedas acudir a mí si lo necesitas y poder verte más? Ah, qué pregunta tan dificil...—ante sus expresión contrariada volví a reír, francamente divertida con el devenir de los acontecimientos y me acerqué un poco más, entrometiéndome en su espacio personal antes de deslizar mis dedos hasta el bolsillo izquierdo de su pantalón—. Aquí, cariño. Tienes el número de Edén. La próxima vez te daré el propio.

    Di un paso hacia atrás devolviéndole su espacio personal como si no hubiera pasado nada. Quedaba a su imaginación y percepción si había pasado o no. Si podía leer entre líneas la naturaleza real de mis intenciones.

    >>A no ser que no quieras que te lo dé, por supuesto.

    Pero ahora tenía la tarjeta de visita de mi floristería en su bolsillo.
     
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    Andysaster

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    Curioso. Al final, con todo lo que había sucedido el día de hoy, seguían siendo casi las seis de la tarde. Podíamos regresar al apartamento, coger los instrumentos y acudir al concierto callejero que tenía previsto para esa tarde. Pero antes debía avisar a mis fans por mis redes sociales (aunque pudiese contarlos con los dedos de mis manos... y me sobraban dedos), para que estuviesen atentos al inminente cambio de planes.

    Mientras las chicas se despedían y les daban sus números a Liza, Poly y yo nos encargamos de pensarle un nombre al grupo.

    —Opino que se llame "Los ángeles de Miki".

    —Denegado —Poly se negó, firme en su decisión—. El nombre del grupo no puede girar en torno a ti, Miki. ¿Qué tal "Amiwis para siempre"?

    —Arceus, qué cursi —Me sujeté el estómago con ambos brazos, sintiendo arcadas—. No quiero tener que ver ese nombre cada vez que encienda el teléfono. Gracias.

    Así estuvimos un tiempo, debatiendo sin llegar a nada concluyente. En el transcurso de los acontecimientos Mimi ayudó a Aika a encontrar su número, y Liza y Ai tuvieron un encuentro curioso, por decir algo. Ante la cercanía de Mamiya la castaña se tensó ligeramente; cuando se apartó esta se rascó la mejilla, sin esconder la vergüenza que le produjo ser pillada con la guardia baja de eda forma. Parecía ser incapaz de verla venir nunca.

    —Qué mujer más complicada... —resopló, pero lejos de parecer molesta estaba sonriendo. Regresó las manos a los bolsillos, palpando algo en ellos, y su expresión recuperó la confianza y seguridad con la que siempre hablaba—. Ten por seguro que conseguiré ese número, entonces. Cuando se me mete algo en la cabeza no hay nada que me detenga... —Soltó una risa nasal, meneando la cabeza—. Tal vez sí sea culpa de Azelf, después de todo.

    En ese instante a Poly y a mí se nos encendió la bombilla al mismo tiempo. De manera abrupta y sin tener nada que ver con la conversación actual entre las chicas, agregamos al unísono:

    —¡Arcadia Girls & Poly!

    ...

    —¿Eh?

    Todas nos miraron sin comprender. ¿Qué era tan difícil de entender? Era el nombre del siglo. Un diamante en una mina de cobre.

    —El nombre del grupo —aclaré, señalando el teléfono—. Poly y yo hemos llegado a un consenso.

    —¡Suena genial! ¿No lo creéis?

    Tras unos segundos Liza asintió, sin esconder la gracia en sus gestos. Parecía que la propuesta le había resultado inesperada... pero al menos le gustó.

    —Adjudicado —Tras teclear en su teléfono nos guiñó uno de sus ojos, cómplice—. Arcadia Girls & Poly ha sido oficialmente inaugurado.

    Poly y yo chocamos las palmas y sus alas.

    Yeey~.


    ☆゜・。。・゜゜・。。・゜★


    ˙✦『Liza White』✦˙

    —Avisad cuando lleguéis a casa, ¿sí?

    —¡Tenlo por seguro, agente!

    —Mandaremos fotos del concierto por el grupo.

    Ondeando mi mano en el aire, el grupo partió, siguiendo caminos opuestos. Aika, Miki y Ai por un lado; Mimi y yo, por el nuestro.

    No tenía demasiadas energías para permanecer en Arcadia Nova durante mucho más tiempo, por mucho que desearía aprovechar cada atracción existente hasta que se hiciese de noche. Sin embargo, había algo en lo que no me importaba hacer un esfuerzo extra. Algo en la check-list que cierta persona no había podido tachar a lo largo del día.

    Miré a Mimi de soslayo, de manera discreta.

    Después de todo lo que había hecho por mí ese día, era mucho menos de lo que merecía.


    ***​


    —Espera un segundo aquí. No me tardo.

    Le pedí a Mimi que esperase en una tienda de souvenirs cualquiera bajo la premisa de que quería algo para beber. La botella de agua se había calentado para ese entonces, y genuinamente necesitaba hidratarme después de semejante susto.

    No obstante, no le había dicho toda la verdad. Tomé dos botellas de agua, y me dirigí a la zona de regalos, con un objetivo en mente.

    Tal vez la prueba de que ella nunca había acudido a un parque de atracciones residía en el hecho de considerar que estos tendrían atracciones donde obtener peluches. Eso era más típico de ferias y festivales locales, pero no era así en lugares temáticos como aquel. Sin embargo, no quería rendirme. Algo me decía que el Pokémon que buscaba era lo suficientemente querido como para encontrar merchandising al respecto en cualquier lugar, incluso en uno como aquel.

    Y no me equivocaba.

    Al salir había guardado las botellas de forma que podia verlas desde los costados de la mochila, en un compartimento especial. No obstante, aunque tenía la prueba de que había comprado lo que buscaba, mantuve las manos ocultas detrás de la espalda en todo momento.

    —¿Puedes cerrar los ojos un momento, Mims?

    Cuando obedeció, coloqué el pequeño peluche sobre sus palmas.

    No era uno gigante como había imaginado pero... era bastante lindo. Se trataba de un Shinx, sentado y sonriente, con un lacito rojo de regalo rodeando su cuello. Era bastante achuchable, si me preguntaban. Aunque la última palabra era la de Honda.

    >>Tiene un lacito, como Amber —solté una risa suave, emocionada de reconocer la ilusión en sus gestos. Pese a la pesadez que sentía en el pecho desde el planetario, la calidez que me recorrió al verla tan feliz fue suficiente para olvidar cualquier clase de malestar—. Tal vez debamos enseñárselo cuando lleguemos a casa, ¿no crees?
     
    Última edición: 26 Noviembre 2025 a las 5:46 AM
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    Yugen

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    El resto del tiempo se pasó casi sin notarlo. La partida de Aika fue el fin de la quedada y cada una tomó caminos distintos... no sin antes—y gracias a la acertada intervención de White—, tener un grupo de chat común para futuros encuentros. No vi la forma de negarme, aunque no pretendía ser muy activa en un chat grupal. Terminaría llenándose de cualquier cosa y sacando temas de conversación hasta de debajo de las piedras, inflado hasta arriba de imágenes al azar y shitposting. Eran Miki y Aika las que tenían más papeletas para esto último.

    Imaginaba algo tal que así:

    Aika: Eh, ¿sabéis que Vaporeon es el Pokémon más compatible con los humanos? ¡Me acabo de enterar ahora! Termino de leer y os cuento.
    Mimi: No. Se. Habla. De. Vaporeon. Aquí.
    Liza: Ay madre...
    Miki: ¿Por qué es el Pokémon más compatible? ¿Se llevan bien?
    Ai: Cariño, de verdad... no quieras saber. Los hombres son barbáricos.
    Miki: ¿Eh?
    Aika: ... Woah. ¿¡Esto es legal!?

    Pero en un sentido práctico, no era una mala idea si se usaba adecuadamente. Si pretendía quitarles la etiqueta de 'desconocidas', ese parecía un buen comienzo.

    Ignoré la forma en la que Ai y Liza interactuaban porque no era asunto mío, pero no era necesario ser un genio para ver que su actitud para con la otra, —especialmente la de Liz hacia ella porque Ai flirteaba con tan solo respirar—, era... curiosa cuanto menos. Y no... no me gustaba. Ni verlo, ni pensarlo... volvía a sentir esa sensación amarga en la boca del estómago, ese nudo prieto en la garganta que me recordaba insistentemente que quizás lo que teníamos no era tan especial. Era evidente que solo era temporal, nadie iba a negar eso. No había algo así como... una etiqueta entre nosotras. ¿Amigas con derechos? Seguía pensando que estaba muy lejos para describirnos. Pero entonces, ¿por qué demonios me quemaba el pecho?

    Había elegido el piano antes que el violín. Pero eso no era suficiente, ¿verdad?

    Me detuve frente a la entrada de una tienda de souvenirs cuando Liza me lo pidió. Estaba atardeciendo y empezaba a refrescar. No era como si el frío y yo tuviésemos lo que se dice una buena relación, y por si fuera poco, la caída de las temperaturas solo me hacía más consciente de esa sensación fría dentro de mí. De esa ligera inquietud.

    —¿Huh?

    Volvió poco después y me pidió que cerrarse los ojos. Había ocultado las manos detrás de la espalda de tal modo que no podía ver que era lo que ocultaba. En un primer momento vacilé y estaba por decirle que dejara de jugar cuando decidí seguirle la corriente. Lo cierto es que el corazón me latía acelerado ante la curiosidad y la anticipación.

    ¿Me había comprado un éclair? ¡Ah, tenía tantas ganas de comer uno!

    Pero cuando la sorpresa se reveló y Liz dejó sobre mis manos una achuchable bola de suave pelaje celeste, mi corazón eludió un latido. No era un éclair ni nada parecido, pero era algo que llevaba en mi checklist desde que supe que habían abierto un parque de atracciones en Témpera.

    Un peluche de Shinx.

    No era gigante como lo había imaginado y sin embargo era lo suficiente grande como para que pudiese estrujarlo entre mis brazos y abrazarlo. Tenía unos ojitos brillantes cosidos en tela dorada y un lacito rojo de seda que le adornaba el cuello.

    Era... era la cosa más bonita que había visto en mi vida.

    —Lo... ¿lo has comprado para mí?—inquirí con un hilo de voz porque las palabras se me atoraban en la garganta de la emoción. Miré al peluche y nuevamente a ella, luego al peluche otra vez como si no pudiera creerlo o conectar los puntos siquiera. El labio inferior me tembló y abrumada me lo mordí ligeramente—. T-tonta... no tenías que molestarte. Te habrá costado una barbaridad. ¿En qué... estabas pensando...?

    Cualquier cosa comprada en una tienda de souvenirs era carísima precisamente por el hecho de ser recuerdos de la visita a un lugar. Un peluche como ese no podía ser una excepción. ¿Cuanto se había gastado? ¿Setenta pokedólares, cien quizás?

    Quería protestar y decirle que era más que tonta por gastarse un dinero que le había costado sudor y lágrimas conseguir—ahora que era más consciente que nunca del valor del dinero también era consciente de este tipo de cosas—, pero no lograba hacerlo. No podía protestar, ni quejarme, porque todo lo que había dentro de mí era una calidez lo suficientemente intensa para que se formaran lágrimas en mis ojos. No tenía palabras, no había nada más que un profundo y genuino sentimiento de agradecimiento.

    Me lancé a sus brazos repentinamente, sin pensar, estrechándola emocionada entre estos. ¿Cuanto tiempo llevaba planeándolo? ¿Desde que se lo dije? Ah~, de verdad que era una tonta. Parpadeé rápidamente, luchando por apartar las lágrimas de mis ojos.

    —Gracias—murmuré a media voz cerca de su oído. La estreché con algo más de fuerza, los dedos de mi mano libre se anclaron a su camiseta y presioné mi cuerpo contra el suyo buscando un calor que solo ella parecía capaz de darme. No tenía más palabras de agradecimiento así que hice una pequeña pausa y con toda la intención del mundo, en un tono que parecía más un amago de amenaza que otra cosa, añadí—: Si no tuvieras ese "pequeño inconveniente" ahora mismo, te ibas a enterar cuando llegásemos a casa.

    "Casa" era como iba a llamar al Centro Pokémon provisionalmente hasta que tuviésemos una de verdad. No lo había olvidado, había 'algo' que le debía con creces. Y repentinamente tenía muchas ganas de dárselo.

    En ese momento Dex me informó de que tenía un mensaje; el primero para inaugurar el grupo en común. Era un sticker animado de un Shaymin, pero eso no fue lo que me sorprendió. Lo que me sorprendió fue que era de Mamiya. "Gracias" era lo que decía en los pétalos de cerezo animados.

    sticker_11.gif

    Hah.

    El mensaje regresó parte de la desazón y la inquietud de antes. Como flashbacks repentinos volvieron a mi mente las imágenes de ellas dos sentadas en las butacas del platenario o justo ahora, que acababa de darle su número. Nadie en su sano juicio pensaría que no había algo más ahí. Era un agradecimiento en general por todo lo que había pasado durante el día... ¿pero tenía que llegar justo ahora?

    —Liz, tengo algo que preguntarte—le dije separándome del abrazo. Di un paso atrás y busqué sus ojos desde esa distancia. No era asunto mío, pero no pude evitarlo. En ese momento necesitaba una respuesta directa—. ¿Te gusta Ai? Y no me refiero como una persona agradable a la que quieres abrazar, no te confundas. Quiero decir como... como te gusto yo.

    Apreté el peluche de Shinx contra mi pecho.

    >>Como alguien que quieres empujar o que te empuje contra una pared a la primera oportunidad posible.
     
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    —¿Para quién más va a ser si no, boba? —repliqué, suave, dándole un toquecito ligero sobre su frente. Le brillaban los ojos, ligeramente cristalizados por la emoción, y mi sonrisa se ensanchó de pura ternura mientras ella trataba de procesar la bolita de pelo que tenía ahora entre sus manos. Parecía... Parecía una niña el día de Navidad, y lo supe en ese entonces. Que había merecido la pena hasta el último centavo invertido en ella—. Bueno... Sí. Los precios en las tiendas de souvenir son un robo, para qué mentir. Pero quería agradecerte por... ¡Ah!

    Repentinamente y sin dejarme terminar la frase Mimi se lanzó a mis brazos, presa de una felicidad sin precedentes. Me mantuve unos segundos con las manos suspendidas en el aire, procesando lo que sucedía con delay... y entonces la estreché entre mis brazos, con todo el cariño que disponía para ella y más.

    Sentía que, desde la tontería de su petición hacía un par de días, nos habíamos abrazado más veces que en todo el tiempo que llevábamos siendo amigas. Y esta vez el gesto, efusivo como él solo, provenía ni más ni menos que de ella misma. Aquellas vacaciones, independientemente de los matices de nuestra nueva relación, nos habían proporcionado una gran cercanía emocional.

    Tal vez de manera más profunda de la que podíamos ver a simple vista.

    Murmuré un "No es nada" cuando me agradeció por el regalo, disfrutando del cálido gesto con los ojos cerrados. Entonces añadió la estupidez de turno sin venir a cuento y enrojecí, pillada una vez más completamente desarmada. Ai y Mimi tenían una extraña fijación por actuar de maneras imprevisibles cuando menos lo esperabas.

    ¿Podían tener algo de piedad por mi débil corazón?

    —Eres idiota —resoplé, soltando una risa baja e incrédula, casi de circunstancias. Yo teniendo un gesto tiernucho y adorable y ella mancillándolo de esa forma... Pero podía llegar a entenderla. Tal vez era una forma de demostrar con acciones el agradecimiento que las palabras no podían—. Para tu suerte y la mía este "pequeño inconveniente" no estará entre nosotras mañana.

    No comprendí muy bien qué sucedió a continuación. Estaba muy cómoda entre sus brazos, disfrutando de su cercanía cuando Dex emitió el aviso de un mensaje. En ese momento me importaba bastante poco el grupo, pero se ve que no era el caso de Mimi.

    Miró el mensaje, sus músculos se tensaron y se separó de repente, buscando mis ojos con gravedad. La enfoqué sin ocultar el desconcierto en los mios.

    "Liz, tengo algo que preguntarte"

    "¿Te gusta Ai?"


    Abrí y cerré los labios a pesar de tener la respuesta, porque siguió hablando y aclarando el término aunque realmente fuese innecesario. La había entendido y... ¿Qué clase de ejemplo indecente estaba soltando a plena luz del día? Miré a ambos lados del camino, inquieta, pero para mi alivio no había niños cerca.

    Esta idiota.

    —Te lo dije cuando te hablé de ella por primera vez, ¿no es así? —Me llevé una mano a la nuca, acariciándola sin apartar la mirada de sus ojos—. Que había conseguido una cita.

    >>Claro que me gusta, Mims. Si no no habría aceptado algo así.

    Sus gestos se ensombrecieron, pero algo en mí se lo esperaba. Le había prometido honestidad, y eso es lo que le estaba dando. Pero me entristecía sentir que aquel ritmo de vida, esa "etapa de descubrimiento personal" de la que hacía gala fuese demasiado para ella. Lo habíamos hablado, claro... Pero suponía que le pesaba algo más de lo que demostraba a simple vista.

    "Gustar" para mí era un término relativo. Me gustaba ella, como podía gustarme Ai o la camarera, o cualquiera de los Rangers con los que me relacioné en Almia. No era un término tan especial como el que podía ser para ella... Pero eso no quería decir que ella no fuese especial en sí para mí.

    Ahí residía la diferencia.

    —Gustar me puede gustar mucha gente, claro. Pero tú me gustas y, además, te adoro —Suavicé mis gestos, caminando un paso hacia ella. Extendí la mano y acaricié la cabeza del pequeño Shinx de peluche con la yema de mis dedos—. Contigo puedo hacer lo que hago con los demás, pero solo contigo comparto una conexión especial, esas ganas irremediables de querer cuidarte. Solo a ti te llevo desayunos a la cama o te compro peluches porque me gusta verte feliz.

    >>Tal vez lo que tenemos entre nosotras, esa parte "meramente física" de nuestra amistad con derechos no sea tan especial como te gustaría, pero nuestra relación en sí lo es. Y es ese componente extra el que hace que disfrute contigo mucho más de lo que lo hago con los demás... Por la confianza y el cariño que hay detrás, tal vez —Cerré los ojos, descubriendo mi sonrisa. El brillo dorado del atardecer se reflejó en mis mejillas ruborizadas, confiriéndome un aspecto cálido y cercano—. Eso es algo que ni Ai, ni nadie va a poder quitarte nunca, Mims. Solo tú eres mi mejor amiga. Nadie puede ocupar el puesto que de por sí ya tienes en mi vida.
     
    Última edición: 27 Noviembre 2025 a las 2:51 AM
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    Siempre había sido una persona insegura. Era algo que odiaba y que luchaba por erradicar de mi vida. Si esas inseguridades no existiesen, ni siquiera necesitaría una coraza como la que tenía. No usaría mi orgullo para proteger mis emociones ni esa parte frágil e insegura de mí que podía romperse con tanta facilidad.

    Por eso no podía apartar ese pensamiento de mi mente. Bien podían ser celos... pero no los calificaría como tal en su totalidad. Era miedo, inseguridad porque nuestra relación parecía sostenerse por un hilo muy fino, inseguridad también en el sentido de que... ¿y si yo no era suficiente para ella? ¿Debía cortar mis uñas aún más? ¿Qué tenía Ai que yo no tuviese, a parte de una clarísima mayor experiencia? ¿Y de donde iba a sacar esa experiencia yo si no podía sentir atracción sexual con personas que no conocía?

    Afortunadamente Liz borró todas esas inseguridades, apartándolas como si fueran mero polvo acumulándose en un estante. Me dijo todo lo que necesitaba escuchar, lo que mi corazón inquieto estaba pidiendo a gritos.

    Que yo no era como los demás. Que nuestra relación era diferente a un nivel emocional, por la confianza y el cariño que nos teníamos. Una parte de mí, una muy pequeña, bufó con ironía: ¿Qué pasaría entonces cuando Ai dejase de ser una desconocida para convertirse en una amiga? ¿Le llevaría el desayuno a la cama también y le compraría peluches? Aunque... eso era mucho más probable que sucediese a la inversa.

    Pero lo ignoré, porque no quería darle más vueltas de las necesarias. Entre nosotras había algo más, algo diferente, pero no podía ponerle un nombre siquiera.

    —Eres... una tonta...—desvié la mirada sintiendo incluso las orejas enrojecidas, abrumada, y volví a lanzarme a sus brazos, como si genuinamente necesitase esa cercanía tanto física como emocional.

    Estaba muy clingy últimamente.

    Esa vez no me moví de ahí. Me quedé quieta, con el rostro hundido en su hombro, tratando de encontrar unas palabras que simplemente no salían. ¿Qué se suponía que debía decir? Generalmente podía presumir de un rico léxico, pero absolutamente todo desaparecía cuando ella estaba cerca. Era como si no me funcionara bien el cerebro.

    El tiempo pasó casi sin notarlo. No quería soltarla, estaba pegada a ella como un Shellder a la cola de un Slowbro. El calor de su cuerpo, el ligero perfume a lavanda de su cabello, la suavidad de su piel. Eran cosas que reconocía, cosas que había aprendido con el tiempo y algunas que recién estaba descubriendo, pero sosegaban mis inquietudes. No tenía que hacer más que abrazarla y dejarme envolverme por ese suave olor a lavanda para sentir que todo estaría bien.

    >>Primero me compras un peluche de Shinx, ahora me dices esto... ¿estás haciendo méritos para que te deje echarle seis cucharadas de azúcar al té? Porque está funcionando.

    Se me escapó una pequeña risa desenfadada y volví a buscar sus ojos desde aquella corta distancia.

    >>Gracias por ser honesta conmigo, Liz. Creo que necesitaba escuchar eso. No tendría que preguntarte porque es tu vida y no debería entrometerme en lo que haces o dejas de hacer. Pero... gracias por decírmelo.

    Me preguntaba si era difícil para ella comprender la idea de que yo no sentía atracción de la misma forma que ella. Podía ver la belleza estética en un desconocido, pero jamás sentiría atracción sexual por este. Ese tipo de cosas no iban conmigo.

    Y eso era, de hecho, una gran fuente de inseguridad cuando comparaba mi situación con la de Liz.

    Le sonreí, le guiñé uno de mis ojos, cómplice, y entrelacé los dedos de mi mano libre con los suyos antes de tirar de ella.

    >>Ven, aún hay una última atracción que tenemos que probar juntas.
     
    Última edición: 27 Noviembre 2025 a las 3:38 AM
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    Uno de los detalles que volvían nuestra relación tan especial era la forma que teníamos de sostener los fragmentos de la otra. De recomponerlos, sellarlos y devolverlos a su lugar, con paciencia y comprensión. Allí donde su inseguridad aparecía, mi honestidad mitigaba las llamas. Cuando la presión y el peso de las expectativas, ajenas y propias me inutilizaban, sabía que siempre contaba con un lugar al que regresar. Que en sus brazos y en sus palabras de aliento encontraba el apoyo incondicional de alguien que me veía tal y como era, con mis virtudes y flaquezas.

    Y eso, de alguna forma, era suficiente para ambas.

    Mi exceso de honestidad me abrumó a mí misma cuando procesé el peso de mis propias palabras. Había... sido más directa de lo que pretendía en un inicio. ¿No había sonado demasiado cursi? De repente las dos enrojecimos, tal vez por motivos diferentes, pero no tuve tiempo de buscar otro tema de conversación, avergonzada y expuesta, pues Mimi volvió a buscar mis brazos y su simple cercanía silenció cualquier clase de voz insidiosa.

    No sabía si era su presencia, el calor que emitía su cuerpo o el hecho de que estaba siendo inusualmente proactiva, pero detalles así tenían la capacidad de derretirme. Le devolví el abrazo, apoyando mi mejilla contra su sien, y permanecí allí con la misma sensación que había estado experimentando los días anteriores. Era como si... como si el mundo entero dejase de cobrar importancia. Como si frenase sus pasos hasta detenerse, concediéndonos un instante perdido en el tiempo.

    Como si todo a nuestro alrededor contuviese el aliento, expectante por algo que aún no sucedía.

    "Primero me compras un peluche de Shinx, ahora me dices esto... ¿estás haciendo méritos para que te deje echarle seis cucharadas de azúcar al té? Porque está funcionando."


    Compartí una risa suave, sosteniendo sus ojos cuando buscó los míos desde allí.

    —Seis cucharadas de azúcar y dos cajas de pizza —Corregí. Cerré los ojos y le dejé un beso sobre el flequillo dorado, disminuyendo el tono de mi voz como quien compartía un secreto—. Te escuché ahí dentro, cielo. Ya no puedes retractarte.

    Su voz había sido, probablemente, la razón por la que no me perdí del todo en mí misma durante el episodio del ascensor. Fue mi contención, mi refugio y mi salvavidas. De alguna forma sentía que había aprendido a reconocerla en cualquier parte; que escucharla hablar o pronunciar mi nombre inconscientemente me brindaba cierta calma.

    >>Gracias a ti por decirme lo que te preocupaba. Me alegra haber podido ayudar.

    Tal vez había detalles que no podrían resolverse con todo el cariño del universo, como nuestras distintas formas de comprender el mundo. Pero algo me decía que estaríamos bien. Siempre y cuando primase la honestidad entre ambas, no habría obstáculo que se pusiese en nuestro camino.

    Mimi tomó mi mano y me sonrió, con ese aire juvenil y desenfadado que iba tanto con ella. Alcé las cejas, habiendo llamado poderosamente mi atención nuestra último y misterioso destino, y entrelacé mis dedos con los suyos, siguiendo sus pasos de cerca.

    —Muy bien... Sorpréndeme.
     
    Última edición: 27 Noviembre 2025 a las 6:58 AM
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    Yugen

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    No sabía si iba a sorprenderla, era muy probable que no. Con toda seguridad ni siquiera era la primera vez que subía en una, pero me hacía cierta ilusión compartir con ella la experiencia. Me recordaba a cuando tomamos el aerotaxi en Gérie y sobrevolamos Ciudad Libertad en una cabina transportada por un Corviknight. En ese entonces también estaba atardeciendo y el sol moribundo se reflejaba en las aguas del río como un espejo ámbar.

    Parecía que habían pasado siglos desde entonces. Habíamos hecho el tonto a base de bien en ese viaje, incluso bailamos música celta en un castillo de la antigua nobleza gériense. Fue allí cuando empezó todo y nuestra relación de conocidas, de compañeras o—no sabía muy bien que éramos entonces—, se convirtió en esto. Y nuevamente tampoco estaba segura de lo que éramos ahora.

    Amigas con derechos se nos quedaba muy corto, pero no teníamos una relación de naturaleza romántica, no éramos una pareja y tampoco amantes. Éramos un puzzle sin nombre cuyas piezas no encajaban en ningún lugar; no había etiqueta posible que pudiera definirnos.

    Mientras sentía el calor de sus dedos entrelazados con los míos, sosteniendo mi mano como si yo fuera una luz en mitad de la sombra, solo tenía una idea en mente.

    Galar tenía una noria inmensa, lo sabía por guías turísticas, pero esta a la que íbamos a subir era de menor tamaño: lo necesario para ofrecer una experiencia pausada y tranquila pero no poner los nervios de punta a las personas con acrofobia. La cabina era lo suficientemente grande y espaciosa para no resultar claustofóbica—me había asegurado de eso—, y tenía unos cristales amplios que permitían ver el exterior en todo momento. Agradecía que fuera una cabina cerrada pues empezaba a refrescar, y no quería exponerme demasiado a la humedad de la tarde. Probablemente estaría enferma en cama algunos días después.

    Entramos y nos sentamos una en frente de la otra. Le devolví aquella sonrisa de antes y apoyando mi mano sobre mi mejilla en actitud contemplativa dirigí mi mirada más allá del cristal. Fuera empezaban a encenderse tímidamente algunas luces: las farolas que bordeaban los caminos asfaltados y las de los jardines, algunos carteles luminosos, el propio letrero de Arcadia Nova...

    Resultaba extrañamente nostálgico.

    El peluche de Shinx descansaba sobre mi regazo.

    —Nunca me había subido a una de estas—le confesé y palmeé el espacio a mi lado indicándole que se sentara junto a mí—. Me hubiera gustado venir con mis padres a un lugar como este. ¿Crees que es infantil?
     
    Última edición: 27 Noviembre 2025 a las 11:25 AM
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    —No realmente —fue todo cuanto respondí. Accedí a su ofrecimiento de sentarme junto a ella y tomé el lugar a su lado, dedicándole una sonrisa serena antes de contemplar el otro lado del cristal. Los recuerdos afloraron y repasé los contornos del horizonte, con aire ausente—. Los niños siempre se mueren por venir a sitios como estos.

    Yo misma había visitado junto a mi familia parques de atracciones como Arcadia Nova. Fueron pocas las ocasiones, en comparación de las que pudieron haber sido, porque al parecer le encontraba mayor diversión a las travesuras que a las recompensas por buen comportamiento que pudieran darme mis padres.

    Pero suponía que estaba bien así, ahora podía disfrutarlos de mayor con mis amigas, tal vez apreciando mejor las circunstancias. Poco tenía ya que ver con la Liza del pasado salvo, tal vez, esa picaresca y ese aire juguetón que aún conservaba a pesar de los años.

    Mi mente abandonó la maraña de recuerdos, y pensé en la infancia que la vida le había arrancado a Mimi. Tenía la certeza de que hubiese sido feliz en un lugar así, con su peluche de Shinx entre los brazos, gigantesco en comparación con su pequeño tamaño, y sus mejillas sonrosadas, manchadas de helado o tal vez de chocolate.

    Una sensación de pesadumbre me comprimió el pecho, pero no le di margen a que la tristeza se abriese paso. En su lugar pensé que había sido acertado pasar el día allí sin saberlo, el hecho de haberla traído especialmente a ella, pues quizás había sido la primera en escuchar lo que su niña interior había estado pidiendo desde quién sabe cuando.

    Flexioné las rodillas, subiendo los pies al asiento acolchado de la noria en una postura más relajada. La elección de Mimi había sido repentina, pero más que bienvenida. La noria siempre tenía su encanto, sobre todo a esas horas del día. Era una atracción tranquila, amplia y las vistas eran hermosas. Después de las intensas emociones que habíamos vivido, agradecía compartir un tiempo así con alguien más.

    Los últimos haces de luz acariciaron mi rostro, ya tibios, y cerré los ojos durante unos instantes, completamente relajada y abandonada a las sensaciones.

    ...

    >>¿Te has divertido hoy?

    La pregunta llegó a ella tras unos instantes de profunda calma. En determinado momento había tomado sin permiso el peluche de Shinx y jugaba ahora con sus patitas, subido en la cima de mis propias rodillas. Después de todo, lo suyo era mío y lo mío... mío, también. O algo así decían (fuente: Liza White).

    Le dirigí una mirada de soslayo antes de volver mi atención hacia el peluche.

    >>Quiero decir, sé que la idea de venir con tanta gente no te entusiasmaba... Y que el grupo se amplió de manera inesperada poco después —Hice que el Shinx hiciese un gesto dramático con las patitas y solté una risa baja, consciente de lo ridícula que debía verme haciendo esas tonterías—. Pero, sustos aparte... espero que te haya gustado tu primera experiencia en un parque de atracciones. Definitivamente tenemos que repetirlo.
     
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    Yugen

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    Si los niños se morían por venir a lugares así, ¿no implicaba eso que mi idea era infantil? Aunque estaba hablando en pasado, de un época en la que algo así hubiera sido posible. Ahora no podría ir con mi madre a ningún lugar porque mi madre no estaba físicamente en ningún sitio. Y mi padre... estaba tan ausente como ella aún existiendo en esta realidad.

    Tal vez sí era infantil porque respondía al deseo de mi niña interior. Esa que había sido comprada con todo tipo de bienes materiales y caprichos, pero cuyo corazón estaba vacío porque le faltó lo más importante: Tiempo, cariño y atención.

    Deslicé mi mirada del cristal, de soslayo y fijé mis ojos en ella mientras jugaba con el peluche. Era una tonta, pero era una tonta adorable. Ojalá tuviera una cámara cerca para inmortalizar instantes así.

    En los momentos en los que estábamos juntas, a solas, no queria simplemente estar solo con ella. La quería toda para mí. Su tiempo, su atención y su cariño.

    Fuera de esas puertas podía ser de quien quisiera, nada nos ataba, nada nos unía más allá de una conexión de profundo cariño y confianza. Éramos solo amigas, y ella era libre de hacer lo que quisiera entonces. Pero cuando estábamos juntas, piel con piel y su lengua se enredaba con la mia, Liza White era solo para mí.

    Apoyé mi cabeza sobre su hombro.

    —Mhm—asentí en un murmullo bajo. Estábamos tan cerca que no había necesidad alguna de alzar la voz—. Contra todo pronóstico, porque no le tenía ninguna fe a esta quedada cuando empezaste a invitar gente porque sí.

    >>Pero la verdad es que ha sido divertido—hice una breve pausa, mi voz tomó algo de gravedad entonces—. Excepto, bueno... la parte del ascensor.
     
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    Hice una mueca nerviosa, de aceptación, cuando me reprochó el haber invitado gente a diestro y siniestro. Vale, había estado mal... Pero no me arrepentía. Lo volvería a hacer si tuviese la oportunidad, de hecho, aunque sonase egoísta, tan solo porque confiaba ciegamente en mi instinto. En que las cosas, al final del día, se darían por sí solas, como sucedió cuando urdí aquel plan a espaldas de Mimi y Dante.

    Algún día me equivocaría y me daría la ostia con todas las de la ley. Pero ese día, por lo que sea, aún no había llegado, y la excesiva confianza que tenía en mí misma se mantenía intacta... por desgracia para el resto del mundo.

    Sentí un peso ligero sobre mi hombro mientras hacía el tonto con Shinx y volví el rostro hacia la chica. Se había acomodado, apoyada en mí, y su calor me resultó soporífero. Me recargué contra ella de manera inconsciente, buscando más de ese confort.

    "Pero la verdad es que ha sido divertido. Excepto, bueno... la parte del ascensor."

    La escuché con los ojos puestos en el techo de la cabina, cavilando en silencio. El solo hecho de mencionar ese evento tenía la capacidad de tensar ligeramente los músculos de mi cuerpo. Había sido... traumático. Quería enterrar el suceso del ascensor en algún rincón de mi mente y no volver a mencionarlo jamás. Pero también sabía que eso no sería posible.

    Yo misma se lo había prometido, ¿cierto?

    Que se lo contaría todo.

    —Sucedió hace aproximadamente un año. Cuando me recluí en Teselia para sanar viejas heridas. Para... entenderme un poco mejor, o al menos eso me recomendó mi psicóloga.

    Vacilé.

    La fachada de la joven que lo tenía todo siempre bajo control se tambaleó en el instante en el que le permití echar un vistazo más allá de la superficie. Allí dentro ya no era la Ranger en ciernes sobre la que todos habían puesto sus miradas, maliciosas o expectantes por grandes logros. Ya no era la hija que debía seguir un legado.

    Allí, en esa cabina, acurrucada junto a su amiga solo era... yo. Una niña asustada por el peso de un mundo que le venía grande. Una joven que luchaba día a día contra su propia mente.

    >>Me vi envuelta en una trama con los Rangers locales antes de siquiera estar en el cuerpo. Me entrometí en algo que no debía solo porque estaba desesperada por seguirle la pista a un familiar después de años, y simplemente no pensé. Hace tiempo que parece que no sé lo que es pensar —Mis dedos se tensaron en torno al peluche y lo atraje hacia mí. Hacía tiempo que había dejado de jugar con él—. Cuando quise darme cuenta mis piernas se movieron solas; los ataques de los Pokémon aliados se desviaron para no impactar sobre mí y la entrada de la cueva a la que había ingresado tras mi objetivo se derrumbó... sepultándonos allí dentro durante horas.

    Los recuerdos de esas horas infernales estaban parchados por el trauma. A veces regresaban, escenas inconexas fusionadas con mis propias pesadillas, impidiéndome conciliar el sueño. Me torturaban, una vez tras otra, si bien habían remitido lentamente con el transcurrir del tiempo.

    Haber revivido mi claustrofobia el día de hoy las traería de vuelta, de eso estaba segura.

    Tomé una bocanada de aire antes de seguir hablando.

    —Hay... mucho más que quiero contarte. Pero no sé por dónde empezar —Me miré las manos; habían empezado a temblar ligeramente y solté una risa nasal, vacía e irónica—. Cada vez que trato de quitarme la máscara y enfrentarme a mí misma la ansiedad se me dispara. Me hace sentir inútil, justo como ahora.
     
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    Yugen

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    La noria había empezado a moverse lentamente, tan lentamente que era difícil notarlo si no mirábamos hacía afuera. La sensación dentro de la cabina era de completa quietud. Pero después de un día como el que habíamos tenido la verdad es que resultaba reconfortante.

    Dex me avisaba de mensajes nuevos de tanto en tanto, pero no tenía intención alguna de mirarlos ahora. El grupo podía ocupárselas bien solo, tan solo esperaba que no estuviera en llamas cuando yo apareciese. Mi atención estaba puesta en ese momento, en ese breve instante en el que éramos solo ella y yo.

    El evento del ascensor patrocinado por un Rotom con un retorcido sentido del humor había sido horrible para todos, pero había sido ella quien más lo había sufrido. Fue su pánico y no el hecho de estar atrapados lo que ensombreció el ánimo de todos. Lo que nos hizo trabajar juntos para hacer la espera lo más amena posible mientras llegaba la ayuda.

    Y sabía que hablar del pasado y hurgar en la llaga era desagradable, pero a parte de que me lo había prometido, era también necesario. Nunca se libraría de esa carga si no encontraba la forma de enfrentarla. Era la misma situación que yo tenía con los bichos. Un trauma que me atenazaba, que me mantenía atada con cadenas y cercaban mi libertad.

    ¿Que no sabía lo que era pensar? Sus emociones tendían a dominarla. Mesprit le quedaba como anillo al dedo.

    No podía ni imaginar lo que tuvo que ser estar atrapada en una cueva por horas. A diferencia del ascensor, allí sí podía quedarse sin aire. Y además estaba en completa oscuridad. Además, ¿era también culpa lo que notaba en su voz? ¿Se arrepentía por su imprudencia en ese entonces?

    Hizo una pausa. Dudó.

    Nadie mejor que yo entendía que dudase. El sentimiento de vulnerabilidad era de lo peor, especialmente cuando se relacionaba con sentimientos de impotencia e inutilidad.

    Pero, alguien vulnerable no era necesariamente alguien débil.

    —Bueno, si no sabes por dónde empezar... siempre puedes empezar por el principio. Aquí solo estamos yo y Ámber Junior, ¿sabes?— se me escapó una pequeña risa ante la tontería y mis dedos buscaron los suyos antes de entrelazarlos en un gesto que pretendía ser conciliador—. Solo habla Liz, libera lo que necesites. Jamás te juzgaría por eso.

    >>De hecho... yo también hay algo que quiero contarte—me mordí ligeramente el labio inferior, dubitativa, pero en ningún momento encontré el valor para buscar sus ojos. En lugar de eso los dirigí a la ventana de la cabina—. ¿Recuerdas en la isla Milagro, cuando el inicial tipo Bicho de Nikolah se coló en la tienda y retrocedí, aterrada? ¿O cuando me desmayé en la jungla infestada de bichos cuando buscábamos el árbol gigante? ¿O todas las veces que he gritado o tratado de huir ante la sola aparición de un simple Caterpie? Sabes que soy entomofóbica, pero todo esto tiene un por qué. Y solo te he contado la mitad.

    >>No es una historia muy larga, de hecho ni siquiera lo consideraría una historia: solo una serie de eventos repugnantes. Pero la verdad es que...

    Mis dedos apretaron los suyos. Y fue mi turno de dudar.
     
    Última edición: 28 Noviembre 2025 a las 6:53 AM
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    Andysaster

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    Liza White

    Era evidente que el origen de mi claustrofobia no lo explicaba todo. Mi comportamiento en los últimos meses se había visto moldeado por emociones viscerales como el miedo, la desesperanza, la vergüenza y una profunda sensación de inutilidad. Había cientos de cosas que estaban mal conmigo, que lo habían estado desde siempre, pero no había sido si no hasta mi adultez temprana cuando todo había estallado como una bomba de relojería. Estaba destinado a suceder, eso era evidente, pero había estado demasiado ocupada hasta entonces negando la realidad como para enfrentar la bola de nieve que amenazaba con aplastarme viva.

    La alfombra, abultada y deshilachada ya, no podía esconder más fragmentos bastardos e ilegítimos, aquellos que no deseaba reconocer como parte de mi ser.

    Afuera la vida se sucedía con la calma con la que el crepúsculo dotaba de todo. El mundo giraba, frenético, ajeno al caos con el que cada una de esas diminutas personas probablemente cargaban. Con el que lo hacíamos Mimi y yo, también. Dentro de esa cabina me sentía refugiada del frío de la noche, pero también resguardada emocionalmente. Porque, así como sus palabras me recordaron, jamás me sentía juzgada cuando ella estaba cerca.

    Así como tampoco yo podría juzgarla nunca por ser humana.

    —¿Crees que la niña deba escuchar estas cosas? —Contagiada por su distendido aporte le tapé las orejitas a Amber Junior, dejándola ahora en la seguridad de su regazo. Su mano encontró la mía y en cierta medida contuvo los temblores, haciendo que parpadease rápidamente para despejar las lágrimas. Me aclaré la voz y apoyé mi mejilla sobre su sien, mucho más tranquila que antes—. Lo sé, lo sé. Es solo… Estoy buscando la forma de ordenar el caos que es ahora mismo mi mente. Dame un momento.

    Casi como si desease concederme el tiempo necesario para reordenar mis pensamientos, Mimi dio un paso al frente para compartirme los suyos. De repente aquella cabina se transformó en un refugio emocional donde compartir nuestros miedos, más que en una atracción de feria en un parque de atracciones cualquiera. En cualquier caso la escuché con atención, apretando suavemente su mano cuando dudó.

    Amber Junior le brindaba de cierto calor extra; era apropiado que la tuviese ahora ella, tal vez para darle ese valor que le faltaba.

    —Mhm, lo recuerdo —Murmuré. Había cerrado los ojos, guiada por su voz mientras a mi mente regresaban escenas de un pasado distante. Villa Cruce, la Isla Milagro… Se sentía tan lejano ahora—. Me dijiste que un Skorupi te había picado de pequeña y enfermaste, ¿cierto?

    >>¿Acaso… sucedió algo más?
     
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    Yugen

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    Sabía que bucear en las profundidades del pasado y compartir nuestros traumas y secretos más profundos nos uniría aún más. Que al hacerlo, encontraríamos la una en la otra un apoyo incondicional aún más férreo. Pero aún sabiendo ese tipo de cosas, no era fácil hablar de según qué ciertos temas. La comprendía en ese sentido mejor que nadie.

    Porque el caso no era distinto para mí.

    Mientras mantenía la mirada más allá del cristal de la cabina y el mundo afuera giraba lentamente con la noria, recordaba imágenes distantes, que deberían estar borrosas por el tiempo, pero que seguían tan nítidas e inalterables como la primera vez. ¿Por qué los traumas eran tan difíciles de olvidar? ¿Por qué los recordabas siempre tan claramente como el día en que sucedieron? ¿No era eso acaso una tortura de la propia mente?

    Le había dicho a Liz que si no sabía por dónde empezar comenzara por el principio. Pero tal vez en su caso el principio era difuso o no estaba claramente definido. A veces simplemente no sabías cuando había comenzado a irse a la mierda. No era mi caso, sin embargo.

    Todo empezó a joderse el mismo instante en que mi madre murió y mi padre anunció al poco tiempo que iba a volver a casarse.

    Separé los labios en una bocanada de aire temblorosa.

    —Matt...—hice una pausa y agaché la mirada, sombría. Ámber Junior estaba allí como un apoyo silencioso—. A Matt siempre le gustaron los Pokémon bicho. Tenía muchísimos en su equipo, de todo tipo. Decía que eran coloridos y versátiles, pero sobre todo... una herramienta perfecta de extorsión. De... extorsión para mí, claro.

    Mis dedos se apretaron en torno a los suyos a medida que una sensación de profunda repulsión se gestaba dentro de mi pecho. Eran como pesadas cadenas que me ataban a un pasado del que aún no había podido escapar.

    —Cuando pasó lo del Skorupi y estuve a punto de morir, Matt pensó que sería divertido recordármelo usando a sus propios Pokémon bicho. Así que cuando no había nadie presente, enviaba a sus Kricketune para que chirriasen o a sus Beedril para que aleteasen cuanto más fuerte, mejor. Teníamos siete u ocho años y yo le pedía que parase y me tapaba los oídos mientras huía corriendo.

    >>Él se reía, me decía que no era para tanto, y me llamaba "hermanita" como el retorcido hijo de puta que ha sido siempre.

    Mi voz estaba llena a estas alturas de una rabia sorda. Odiaba todo lo relacionado con Matt, su madre y la nueva familia de mi padre. Odiaba incluso a Miria, aunque compartíamos la mitad de la sangre. Porque era mi media hermana, porque la mitad de sus genes eran los de esa sucia zorra y su maldito bastardo.

    >>Se dio cuenta de que con sus bichos podía controlarme. Y a medida que crecíamos... empezó a pedirme otras cosas. Pero nunca—mi mano tembló presa de la repulsión y los recuerdos, de la rabia que me quemaba las venas, y busqué sus ojos en ese momento—. Escúchame bien, Liz. Nunca cedí a ellas. Mi padre parecía no existir, así que era inútil contarle lo que estaba pasando. Y nadie en la mansión podía ayudarme porque era el señorito Matt, y aunque yo era la hija legítima, era él quien heredaría la empresa y toda la fortuna de los Honda.

    El peso de los recuerdos se agolpó sobre mis hombros, años de silencio e impotencia, de asco y terror, todo se condensó en ese momento. Solté una risa amarga y sardónica, completamente carente de alegría interna.

    El ocaso empezaba a dar paso a la noche, de la misma forma que una profunda e insondable sombra se apoderaba de mí y me dejaba a merced de la turbulencia de mi propia mente.

    >>¿Puedes creerlo? Se salió con la suya. Incluso después de torturarme y de dejarme marcada con una fobia que aún no he podido superar.
     
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    Nos envolvió un silencio pesado pero no incómodo. De esos que cargaban dudas, conflictos internos y recuerdos turbulentos del pasado, pero también de comprensión y de la paciencia suficientes como para esperar por el momento adecuado para que aflorasen. Para que viesen la luz tras años de extrema soledad, impotencia y terror.

    Escuchar el nombre de su hermanastro fue suficiente para revolverme el estómago. Me había hablado de él; poco, pero lo suficiente como para que su presencia en esta historia me hiciese saltar todas las alarmas.

    Las sensaciones se recrudecieron por momentos. Mis temores se fueron confirmando uno tras otro, y la mano que resguardaba bajo suya comenzó a apretar con algo más de fuerza sin ser siquiera consciente. El corazón me latió presa del terror y de la rabia cuando de la tortura injustificada pasó a la extorsión. Y temí, Arceus, temí tanto que aquel desgraciado le hubiese puesto una mano encima que cuando sus ojos buscaron los míos y me aseguró que jamás cedió a sus intenciones, fue como si aprendiese a respirar de nuevo.

    Mi mano libre se deslizó sobre sus hombros y la atraje hacia mí. Tal vez a sus ojos fuese un gesto de contención, pero cargaba en él un profundo sentimiento de protección y, tal vez, de posesividad. Mi mirada se ensombreció y tensé la mandíbula, sumida en una turbulenta vorágine de emociones negativas. Repentinamente no deseaba que nadie más se acercase a ella. No si yo me encontraba cerca. No confiaba en nadie; ni en su padre, ni en sus cuidadores, ni siquiera en su supuesta familia.

    Era solo una niña en ese entonces, Arceus.

    Solo una niña.


    —Ese... Ese bastardo —escupí las palabras, con la mirada fija en ninguna parte. El abrazo reflejaba la tensión que sentía por todo el cuerpo; estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por contenerme, y deseé tanto tenerlo en frente en ese mismo instante para descargar toda mi energía cruzándole la cara de un golpe—. ¿Cómo se atreve? ¿Qué tan podrido debe estar el mundo como para que alguien así obtenga todo lo que quiere?

    Lo había visto con mis propios ojos durante el tiempo que llevaba siendo una Ranger en prácticas. El desencanto y la aceptación en los ojos de los veteranos. La corrupción, la deslealtad y la podredumbre. Nos llamaban ilusos por guardar dentro de nosotros la esperanza de poder cambiar las tornas. Aseguraban que sería algo que la experiencia y el desengaño se encargarían de corregir con el tiempo.

    Y pese a que la llama de la voluntad no se extinguía aún de mis ojos, algo más brilló en ellos en ese preciso instante. Una chispa volatil, que se entremezcló con las luces de neón proyectadas al otro lado del cristal. La frustración, la impotencia y la rabia sorda dieron paso a algo más. A un pensamiento ponzoñoso que amenazaba con corromper el mar en calma, de teñirlo por completo de alquitrán.

    >>...Me niego a aceptarlo —sentencié con gravedad. Las emociones, una vez más, amenazaban con tomar el control. Volvía a no pensar con claridad, pero no me importaba. No descansaría hasta que ese hijo de puta obtuviese lo que merecía—. Haré todo lo que esté en mi mano para hundir su carrera, Mimi. Solo necesito obtener un mejor puesto, mejor influencia y contactos. Tal vez podamos inculparle de un delito que manche su nombre para siempre.

    >>Lo perderá todo —Tomé una bocanada de aire, agitada por el peso de mis propios y oscuros pensamientos—. Si el Karma no lo pone en su lugar, yo misma me encargaré de hacerlo. No importa lo que deba hacer para conseguirlo. Pero me niego a conformarme con vivir en un mundo donde los psicópatas pueden vivir libremente, y sus víctimas deban encargarse de luchar toda su vida por recomponer los fragmentos de algo que jamás rompieron.
     
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    Yugen

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    Me atrajo hacia ella en un gesto que se me antojó protector y como la niña herida y asustada de ese entonces me dejé hacer, buscando un consuelo que jamás obtuve en el calor de sus brazos. Era confortable y conciliador, me hacía sentir segura.

    Incluso cuando odiaba mi propia vulnerabilidad terminaba encontrando calor y consuelo en su presencia.

    Superar mi entomofobia ya no era solo una cuestión de principios o el hecho de cumplir una promesa, era una suerte de venganza. O quizás, no tanto una venganza como la prueba irrefutable de que Matt ya no tenía ningún poder sobre mí. Era mi victoria sobre él, sus extorsiones y todo lo que su inclusión en mi vida había supuesto.

    Solo entonces sería verdaderamente libre.

    En determinado momento el agarre que Liza tenía en torno a mí se apretó y pude sentir su cuerpo tensarse. Por supuesto que comprendía sus emociones, pero dejar que ellas controlaran su juicio y la parte de sí que se ajustaba con Mesprit guiase sus acciones era un error fatal.

    —No. Ni se te ocurra, Liz—le avisé severamente. Me aparté apenas de su abrazo para buscar sus ojos con firmeza—. No pienso permitir que manches tu propia reputación por culpa de un impresentable como Matt. Eso es lo último que le permitiría.

    Sus ojos brillaban cargados de voluntad y determinación, la ira y la impotencia buceaban en ellos y nublaban su razón. En eso nos parecíamos. Quizás yo también tenía algo de Mesprit después de todo.

    No pude sostenerle la mirada por más tiempo. Porque quería protegerme y vengarme con tanta fuerza que resultaba abrumador. No podía enfrentar sus ojos sin que el corazón se me estrujara en el pecho como si estuviera siendo presionado por una mano invisible.

    —Ese cerdo desgraciado recibirá su merecido de una u otra forma—aunque estaba manteniendo la calma por ambas de forma sorprendente, no era necesario ser un genio para notar la rabia sorda y ácida que teñía mi voz o la forma en la que mis puños se apretaban y temblaban de pura y amarga impotencia—. Créeme, nadie más que yo quiere que sufra las consecuencias de sus acciones. Pero es un cabrón elitista y posee influencia y poder de sobra para acallar cualquier acusación en su contra. Así funciona el mundo: el dinero conlleva poder y el poder influencia. Si tienes poder, lo tienes todo.

    Había vivido en ese mundo y conocía mejor que nadie su luz y sus sombras. Las máscaras y sonrisas plastificadas, y lo fácil que era controlar y manejar a otros. Era un mundo podrido hasta la médula, que te envenenaba como el más corrosivo de los venenos, y era precisamente por eso por lo que no quería tener nada que ver con él.

    >>Me asquea pensar que él vaya a ser el futuro rostro de los Honda solo porque mi padre pensó que yo no estaba preparada para asumir la carga—solté el aire de golpe en una risa irónica, caústica—. No quiero la empresa ni las influencias, por mí pueden pudrirse, pero me pone enferma. Para Moura es un heredero ejemplar porque es calculador y pragmático y esas son cualidades sorprendentemente útiles para los negocios.

    >>Lo odio, Liz. Lo detesto con toda la fuerza de mi corazón y siento que solo seré plenamente feliz cuando ya no esté malgastando oxígeno—volví a apretar su mano y entonces mis ojos buscaron nuevamente los suyos. Y me pregunté si ella podía verlo también: como estaba tratando de protegerla—. Pero un enfrentamiento directo es algo que no quieres con él.

    "Te aplastaría sin piedad y entonces sería yo quién acabaría en la cárcel. Porque tocarte un pelo sería lo último que haría en toda su miserable existencia."
     
    • Fangirl Fangirl x 1
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