Ciencia ficción La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto

Tema en 'Novelas' iniciado por Agus estresado, 24 Agosto 2024.

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    Agus estresado

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    Título:
    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    16
     
    Palabras:
    7167
    Saludos. Es hora de adentrarnos en el segundo cuarto de esta historia. La introducción está quedando atrás cada vez más, y pronto empezarán los platillos principales de la parte.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk quien siempre estuvo presente en este universo, tanto para los findes donde podemos gozar de leídas en simultáneo como aquellos donde no tenemos esa suerte. Su presencia se agradece y se disfruta, y espero que esta parte, que será bastante más extensa que la anterior, le esté gustando de momento, incluyendo este capítulo.

    Sin más para decir, dejo el capítulo.





















    Avistando el objetivo:

    En un monitor de gran tamaño, una pantalla encendida se dividió en dos figuras con forma rectangular, apareciendo en cada uno de ellos un ser de diferente especie. En el rectángulo de la izquierda se podía ver a un yarlemiano, mientras que en el de la derecha, se contemplaba la figura de una velivina. Frente a dicho monitor, situado en una sala con las luces totalmente apagadas, se veía de frente a un integrante del consejo de la Sociedad Galáctica. Un velivino, igual que su compañera que estaba del otro lado.

    ¿Qué noticias tienes para nosotros, Tauvim? — preguntó el yarlemiano, Miraq — Veo que tu rostro muestra preocupación. ¿Acaso Casseirem llegó al planeta Tierra antes que tú?

    El ser que se encontraba frente al monitor tenía una expresión siniestra en la que resaltaba nada más y nada menos que el miedo que tenía. No solo por lo que acababa de ver, sino por el hecho de que debía ser el portavoz de malas noticias para sus dos compañeros del consejo. Tauvim tomó aire antes de hablar.

    No hay indicios de que Casseirem haya llegado a este planeta, pero algo más tuvo que suceder — comunicó el enviado para la misión — El planeta Tierra se ha convertido en una esfera congelada. Solo hay capas de hielo a la vista. Nuestras cámaras no captan ninguna otra imagen. Los drones que hemos enviado detectan una temperatura a varios grados menos de los que se consideraban normales según la información que obtuvimos.

    ¡¿La Tierra ha perdido su capacidad de albergar la vida?! — preguntó la mujer, de la misma especie que Tauvim.

    Me temo que eso es lo que ha ocurrido, Fielle — Tauvim le confirmó sus sospechas — Increíble que no haya pasado tan siquiera un trimestre desde que derribaron nuestro satélite. Ahora este planeta ya no existe.

    Eso es un problema, necesitamos a los humanos para hacer frente a Casseirem — contestó Miraq, recordando la información que su artefacto recolectó para ellos — Más bien, lo que nos hace falta son sus armas nucleares.

    Recuerdo que había registros de naves espaciales construidas por los humanos entre los archivos que llegaron hasta nosotros — comentó Fielle, quien sabía de la existencia de esas estructuras — La humanidad, al igual que nosotros, dominó el viaje por el espacio. Puede que su planeta ya esté inhabitable, pero eso no quiere decir que ellos estén extintos. En el universo deben quedar algunos seres humanos deambulando. Quizá en busca de un nuevo hogar. Es posible que podamos usar eso a nuestro favor.

    No es propio de Casseirem convertir planetas en zonas congeladas — Miraq habló basándose en los conocimientos que tenía del enemigo — Él suele dejarlos habitables para recolectar recursos. Ha vaciado nuestros planetas tras sus ataques. Creo que podríamos usar la figura de ese monstruo para poder asustar a los humanos que hayan quedado con vida.

    Suponiendo que los hay — Tauvim no compartía la idea de considerarlos con vida tras lo visto en la Tierra — Pero si ustedes lo autorizan, podría iniciar una misión para ir a buscarlos. Eso sí, sin indicios de a dónde podrían haberse ido, me costaría mucho tiempo.

    Yo propongo que no seas tú, Tauvim — Fielle tenía una idea al respecto — Ahora que no tenemos idea de cuánto tiempo deberemos invertir en hallar a los humanos, quedarnos en nuestro nuevo mundo no es una opción. Necesitaremos de tu presencia para terminar la construcción del arca que nos permitirá viajar a todos nosotros de un mundo a otro a la vez, y de esa forma, estar a salvo de cualquier amenaza que Casseirem pueda presentarnos.

    ¿Quiénes se encargarían de la tarea de encontrar a los humanos? — Miraq quería conocer lo que su compañera tuviera en mente.

    Siban y Cerv — Fielle dio la propuesta, apuntando a dos seres distintos en cada especie — Son los mejores candidatos a ascender peldaños para convertirse en líderes y tomar las decisiones junto a nosotros. Esta misión será la que los catapulte a nuestro nivel.

    Me parece una buena estrategia, dado a que no sabemos siquiera en donde empezar a buscar — Miraq estaba de acuerdo con ella — Tauvim, esperaremos tu regreso. Luego de eso, Siban y Cerv tomarán tu lugar como exploradores del universo. Te esperamos en casa.

    […]

    Varios años e intentos fallidos de contactar con otras especies tuvieron que pasar, pero finalmente llegó el día en el que Siban y Cerv, los dos enviados de la Sociedad Galáctica, consiguieron encontrar a los seres humanos, cumpliendo así el objetivo que los tres líderes que quedaban en las trinidades de las dos especies les habían puesto.

    Luego de las muertes de Elener y Zalan en un enfrentamiento contra Casseirem, seguidos por la traición de Sered al haberse unido al conquistador, los únicos tres líderes que quedaron con vida y leales a su gente estaban felices de ver que ya no serían los únicos con demasiada responsabilidad en los hombros.

    A bordo de su arca, una nave de dimensiones gigantescas y capaz de ocupar casi un tercio de la Luna, la cual habían utilizado para mantener con vida a toda su población dado a que el miedo a Casseirem les impedía vivir en un planeta en tranquilidad, los tres líderes actuales de la Sociedad Galáctica miraban a través de una pantalla las imágenes de Cerv, el velivino, y de Siban, la yarlemiana. La noticia de que los seres humanos seguían vivos y estaban a su alcance les hicieron felices, y solo restaba que ultimaran detalles en su captura.

    Siban, tú llegaste primero a ser una candidata para unirte a nuestra trinidad — Miraq hablaba con orgullo dirigiéndose a la enviada de su especie — Tú serás la primera en informar.

    Me alegra serlo, señor, porque tenemos un pequeño inconveniente — Siban preocupó a todos los líderes con esas palabras — Se decía que nuestra tecnología era capaz de provocar malfuncionamiento en la de los seres humanos.

    Y es correcto, así ordenamos que se creara con la información que teníamos disponible — Fielle no parecía entender el problema.

    Bueno, o bien los humanos de este mundo han mejorado mucho su tecnología o están usando tecnología de otra especie — Siban dio las dos teorías que se le ocurrían — Porque lo máximo que podemos hacer es interferir con sus comunicaciones. Ni siquiera somos capaces de hacerlo desde nuestra posición. Debemos acercarnos un poco más, y una vez que nos alejemos de dicho sitio, las recuperarán.

    Esto es grave, se suponía que debían quedarse totalmente incomunicados y sin tecnología hasta que nos aseguráramos de contar con su cooperación — Tauvim creyó que no sería factible hallar una solución para ese problema — Lo que menos quiero es que tengan la capacidad de venir tras nosotros. Además, si Casseirem hubiera obtenido el poder suficiente como para permitirse explorar planetas antes de atacarlos, necesitábamos engañarlo y hacerle creer que los humanos son una especie que no vale la pena.

    Incluso aunque intenten seguirnos, dudo mucho que sean capaces de encontrarnos — Miraq se sentía tranquilo por ese lado — Lo que sí no podemos solucionar es el asunto de que no habrá forma de camuflarlos como una especie sin inteligencia a los ojos de Casseirem.

    Los cinco integrantes de la Sociedad Galáctica quedaron en silencio tras ver que los problemas que expuso Siban no tendrían una solución rápida, y que había riesgos imprevistos que correr si querían extraer a los humanos de aquel mundo que ella había logrado encontrar. Cerv, el velivino que todavía no había dicho palabra alguna desde el anuncio de su hallazgo, estaba impaciente para poder contar sus noticias, las cuales consideraba más esperanzadoras que las traídas por su compañera.

    Escuchemos a Cerv antes de tomar una decisión — Tauvim sugirió para no estancar la reunión — Son dos planetas. Necesitamos los dos contextos.

    No sé por qué es tanta la diferencia — decía el joven velivino — Pero la tecnología de estos humanos no es tan avanzada. Solo necesitamos conectarnos en la misma frecuencia que ellos durante unos pocos segundos. Eso nos permitirá implantar un archivo malicioso que infectará todas sus máquinas y los tendrá totalmente aislados en su mundo.

    Bueno saberlo — Fielle sonreía tras escuchar esas noticias — En ese caso, creo que podremos llevarnos a los ejemplares que hemos venido a buscar. Aunque es posible que al grupo de Siban le cueste más dado a que su tecnología seguirá funcionando, solo que con sus comunicaciones interrumpidas.

    Nos llevaremos a cien de cada uno de esos planetas, el plan original era llevarnos a doscientos, después de todo — Miraq habló respecto a su procedimiento — Los juntaremos entre ellos para que se vayan conociendo. Y Cerv…

    Diga, líder y señor Miraq — el velivino se dirigió a él con un respeto adicional por ser de otra especie.

    Asegúrate de extraer toda la información que puedas acerca de los humanos de tu planeta — el yarlemiano le dio sus instrucciones — Siban no podrá hacerlo. Si llegas a encontrar planos de armas nucleares en su nave, te ordeno capturar a unos cien humanos más, y también a llevarte esos planos.

    Cumpliré con esas órdenes — Cerv pronto tuvo una idea — Si resulta que tienen los planos a nuestro alcance, no dudaré en llevármelos.

    Reúnan a los seres humanos en una misma nave — Tauvim fue el siguiente en hablar — Consigan que ninguno de los capturados tenga la menor duda en formar parte de nuestro plan. Luego de hacerlos convivir durante unos días en la gran nave, llévenlos al planeta Yarlem. Yo los estaré esperando allí. En el peor de los casos, si hay algunos que se rehúsan a colaborar, los traerán al arca con Miraq y Fielle. Yo me quedaré con aquellos que quieran ayudarnos. Si todo sale bien, serán los doscientos humanos.

    Estas son las mejores noticias que hemos recibido en años — pensó la velivina Fielle — Estamos más cerca de obtener las armas que nos hacen falta para acabar con la vida de Casseirem. Tan pronto como las tengamos, enviaremos escuadrones de búsqueda para que lo encuentren y acaben con él. No será una amenaza para nosotros nunca más, y nos ganaremos el derecho de vivir en tierra firme sin preocupaciones.

    Cerv y Siban, con las órdenes recibidas por parte de sus líderes, se desconectaron de la llamada que tenían con estos y entre sí. Cada uno de los dos enviados debía empezar los preparativos para llevar a cabo su misión para capturar un total de cien seres humanos, a los que luego tendrían que convencer para que se unieran a ellos en su acometida para poder ponerle fin a la gran amenaza que representaba Casseirem.

    […]

    Los doscientos humanos capturados, cien provenientes del planeta Edagr y otros cien de Tralio, caminaban por las ruinas del planeta Yarlem, antiguo hogar de una de las dos especies que integraba la Sociedad Galáctica. Cada uno de ellos miraba a sus alrededores, viendo la destrucción que componía el paisaje completo a observar.

    Varios de los que tenían dudas acerca de colaborar con sus captores en la misión para la construcción de armas nucleares empezaban a darse cuenta de la seriedad en la situación donde los habían metido. Una ciudad inmensa de gran tamaño, superior incluso a varias capitales de los países más adinerados de la Tierra en sus años de gloria, no albergaba nada más que edificios destruidos y restos materiales desperdigados en cada rincón al que volteaban.

    — Este lugar es horrible — Artem, que iba caminando en solitario, lejos de todos sus compañeros en aquel momento, exteriorizó sus pensamientos — Es incluso peor que vivir bajo la esclavitud de los traliod.

    — ¿Has oído eso? — un soldado oriundo de Rusia le preguntó a uno que se encontraba al lado suyo — El chico ha sido esclavo toda su vida, y, aun así, prefiere ser eso antes que tener que vivir en este mundo.

    Esas palabras estaban dirigidas a uno de los que provenía del planeta Edagr, aunque el decirlas en voz alta fueron un factor determinante para hacer que le llegaran a los oídos de todos los presentes. Estaba claro que sus intenciones eran convencerlo de cambiar de parecer al respecto de su decisión de no querer colaborar con sus captores.

    — Quizá deberías recapacitar y pensar en las posibilidades de que Casseirem llegue a tu mundo perfecto — la burla en su voz cayó mal en algunos — Sé que los de Zenith y Black Meteor eran egoístas, pero dudo que también sean idiotas.

    — No pienso mover un dedo por esta gente que me capturó — el soldado, con bastante enfado encima, dejó salir su descontento — Mucho menos para darles armas nucleares. ¿Crees que realmente serán fieles a sus promesas? Puede que ayudarlos a ellos sea mucho peor que dejar las cosas como están.

    — La vida en traliod es un infierno, merece la pena intentarlo — una mujer de las que estaba como prisionera de los traliod no se perdió la oportunidad de opinar — Mucho más si ese tal Casseirem llega para complicarnos las cosas.

    — Mira, yo respeto tu opinión, pero la vida en el planeta Edagr no era un infierno — uno de sus habitantes, que no tenía dotes de soldado, quería desarmar la conversación sin caer en provocaciones — Ya escuchaste el testimonio de una de nuestras soldados. Lo último que se supo de él fue que varias naves que le pertenecían quedaron destruidas en un planeta. Es posible que ni siquiera esté vivo a estas alturas. Tengo amigos y familia esperándome en casa. No me mantendré alejado de ellos solo porque Cerv y Siban le tengan miedo a un fantasma.

    — La forma más rápida de irte a tu casa es colaborando con ellos y haciendo lo que piden — el que habló en primer lugar le hizo ver ese detalle.

    — No, si ellos nos suben a la nave una vez más y nos llevan a Edagr, te puedo asegurar que será mucho más rápido.

    — Mala elección de palabras de mi parte. La forma más rápida de que los suban a su nave y los lleven a Edagr es haciendo lo que te piden.

    — Casseirem no es problema nuestro, es suyo. Que lo resuelvan ellos. Nosotros no fuimos a secuestrar a nadie para que se encargara de eliminar a los edagrianos. Podrían aprender de nuestro ejemplo.

    Artem miraba con miedo como la discusión no paraba de escalar a niveles mucho peores. Estaba a la vista que no sería tarea fácil de convencer a los humanos que no tenían problemas en su mundo de colaborar con ellos, pero por lo que podía ver, todo parecía que estaba por explotar pronto en una pelea mucho más intensa de lo que podría soportar ver. Sin embargo, al mirar a su alrededor, podía ver como varios soldados de la Sociedad Galáctica, todos ellos armados, se congregaban en las cercanías, posiblemente con el objetivo de poner fin a cualquier conflicto que pudiera llegar a desatarse entre todos.

    […]

    El destino final de todo ese grupo de humanos no se encontraba en la ciudad en ruinas, sino pasando en las afueras de sus confines. El paseo que la Sociedad Galáctica le ofreció a los humanos por aquel sitio solamente era para que vieran en primera persona lo que sucede en un planeta que es invadido por Casseirem. Varios se vieron intimidados viendo los restos de edificios destruidos, llegando incluso a pensar que aliarse con ellos era una posibilidad aceptable dentro de todo. Pero otros no habían cambiado su forma de pensar, ni siquiera tras haber visto lo que tenían a sus alrededores.

    La caminata liderada por los líderes Cerv y Siban concluyó en el momento en el que se encontraron frente a una estructura inmensa. Tenía un diseño similar a la nave espacial en la que habían sido subidos tras su captura, siendo la única diferencia existente visible en el exterior. La que tenían frente a ellos se veía mucho más grande, casi como si estuviera destinada a cargar mucho más peso que la cual les sirvió como medio de transporte hacia ese mundo.

    Todos los humanos se quedaron quietos en un lugar, formando un óvalo bastante irregular, de modo que cada uno pudiera ver lo que ocurriría a continuación. Una hilera de cincuenta soldados se paró de cara a ellos con las armas levantadas y apuntando a sus piernas, listos para suprimir cualquier intento de rebelión. Otros soldados simplemente se colocaron en el costado o detrás de la posición de los humanos. Cerv y Siban se colocaron frente a la línea de cincuenta soldados que les estaban apuntando a los prisioneros, y se quedaron esperando hasta que una compuerta oculta a simple vista se abrió en la nave enorme que tenían al frente.

    Tauvim, un velivino desconocido para los seres humanos, salió al encuentro de los dos enviados que tuvieron una misión para capturarlos. Tras varios años de espera y de vivir con el miedo de ser atacados por Casseirem en cualquier momento, los seres a los que su Sociedad Galáctica quería tener, finalmente estaban frente a él. El velivino tenía puesta una armadura negra, muy diferente al traje que cubría a los dos enviados. Su armadura tenía franjas horizontales de color azul como una decoración adicional, pero por lo demás, el metal negro de dicha armadura le cubría el torso por completo. Sus piernas, por otro lado, estaban protegidas por un metal plateado que se veía mucho más ligero que el de su torso. Detrás de aquel velivino que apareció repentinamente, varios soldados más hicieron acto de presencia. La gran mayoría armados, pero otros simplemente llevaban sus puños como única defensa. Cada uno de ellos portaba una armadura totalmente diferente a la de Tauvim, siendo compuesta por una pechera dorada y protectores para brazos de color negro, mientras que en lo demás era igual a la del velivino que apareció en primer lugar.

    — ¡Nunca he estado tan feliz por estar vivo! — Tauvim exclamó mientras extendía sus dos manos a los enviados — ¡La ayuda que tanto nos hacía falta está aquí! ¡Me alegra que lo hayan logrado!

    — Cerv tiene noticias todavía mejores para usted, Tauvim — Siban no le mostraba mucho respeto, dado a que sabía que, tras completar su misión, le correspondería su mismo rango. Ella saludó estrechando su mano izquierda.

    — Estoy impaciente por oírlas — el velivino amplió el tamaño de su sonrisa.

    — Más de uno de ellos ha afirmado tener el conocimiento para poder construir las armas nucleares que nos hacen falta — Cerv estrechó la mano derecha de su compañero — Y todos ellos que lo han dicho están dispuestos a ayudarnos.

    — Quiero creer que el paseo por esta ciudad habrá servido para convencer a los rebeldes que quedaban… — expresó el velivino, esperando una respuesta afirmativa — He escuchado las palabras que les han dicho. Y creo que han sonado convincentes.

    — Dependerá de ellos, pero sé que contamos con la gran mayoría aquí — Cerv volteó en un segundo para ver a la multitud de humanos, y luego de eso, regresó su mirada a Tauvim.

    — Bueno, eso es algo que vamos a averiguar ahora — uno de los tres líderes de la Sociedad Galáctica se apartó de ellos y dio un paso al frente, mostrándose ante todos los humanos.

    Reunidos, pero no por eso totalmente de acuerdo con la idea de encontrarse allí mismo, todos los seres humanos supieron que aquel ser que tenían en frente era una figura de autoridad posiblemente a escalones más altos que los propios Siban y Cerv. El verlo acercarse decantó que iba a hablar, y así fue, siendo solo los más pequeños entre los presentes los que no fueron capaces de anticipar un gesto así proveniente de aquel ser tan misterioso.

    — ¡Es un placer saludarlos, humanos! — Tauvim se aseguró de ser escuchados por todos — ¡Me alegra verlos a todos ustedes aquí hoy! ¡Ahora mismo, la Sociedad Galáctica solamente tiene tres líderes! ¡Gracias a que Siban y Cerv cumplieron la misión que les encomendamos, seremos cinco en poco tiempo! ¡Pero siendo que todavía somos tres, me enorgullece ser el primer líder en darles la bienvenida! ¡Me llamo Tauvim, y para aquellos que estén un poco despistados, soy un velivino!

    Hizo una breve pausa para centrar su mirada en todos aquellos que estaban allí. Los que tenía más cerca de su posición eran los más fáciles de divisar, mientras que requería de un esfuerzo mayor para poder llegar a analizar los gestos de quienes iban detrás. Había varios humanos que sonreían al escucharlo, pero estos eran una minoría considerable a comparación de aquellos que no mostraban alegría o fruncían el ceño en dicho momento. Sabiendo que ganarse la simpatía de la mayoría en ese momento sería misión imposible, decidió no perder más tiempo.

    — ¡Nuestros enviados los han traído a ustedes aquí, el planeta Yarlem! — Tauvim creyó que habría sido más apropiado que Miraq estuviera en su lugar — ¡El primer planeta en ser atacado por Casseirem! ¡Espero que nadie apartara la vista de las ruinas cuando estaban siendo traídos a este lugar! ¡Eso que ustedes han visto de camino aquí es un oráculo, una ventana hacia el futuro de sus mundos si el demonio de Casseirem no es detenido! ¡Y es justamente por eso que están aquí! ¡Juntos le pondremos fin a su amenaza! ¡No importa lo que varios de ustedes puedan decirnos sobre él, la realidad es que nadie estará a salvo hasta que no veamos con nuestros ojos como una bomba nuclear acaba con su vida! — luego de haber dicho esas palabras, Tauvim dejó salir un silbido.

    Los soldados que estaban encarando de frente a la masa de humanos parada allí mismo, empezaron a abrirse hacia los laterales, y formando en compañía de los que les estaban escoltando un pasillo de gente. Tan cerca unos de los otros de manera que sería difícil escabullirse entre ellos incluso para una rata, la mitad del ejército de la Sociedad Galáctica que viajó con ellos estaba a su izquierda y la otra mitad a su derecha, quedando solo los que salieron detrás de Tauvim firmes en su lugar.

    — ¡Detrás de mí hay un crucero científico con un total de diez laboratorios en su interior! — Tauvim reveló la finalidad del navío que se encontraba detrás de su posición a todos los presentes — ¡Allí mismo vamos a empezar la construcción de las bombas nucleares que necesitamos para nuestro cometido! ¡Aquellos que estén dispuestos a colaborar con nosotros pueden entrar! ¡Varios de mis ayudantes los escoltarán hacia un salón comedor en donde serán bien alimentados y preparados para trabajar! ¡Quienes no estén dispuestos a darnos una mano, se quedarán aquí mismo! ¡No renunciaremos a ustedes todavía, pero no sirve de nada que se pongan a trabajar si no están comprometidos con nuestro objetivo!

    Las palabras dichas por aquel velivino tomaron por sorpresa a la gran mayoría de los humanos presentes allí. Por la manera en la que Siban y Cerv hablaron en el navío en el que fueron transportados, parecía que era urgente que contaran con todos para que el trabajo fuera más rápido y efectivo. Sin embargo, algunos veían con lógica que los que habían invertido un gran esfuerzo en el armado de esos laboratorios decidieran dejar afuera temporalmente a quienes no estuvieran dispuestos a colaborar de primera mano.

    Artem, Winter, Jessica e Iker se encontraban dispersos. Debido al orden en que fueron escogidos para descender al planeta Yarlem, y a la falta de oportunidades para reunirse en el viaje a través de la ciudad en ruinas, no pudieron reunirse entre las doscientas personas allí presentes. Aunque eso no les hizo ninguna falta. La Sociedad Galáctica se había comprometido a prestar ayuda para los humanos que estuvieran prisioneros en Tralio. Pensando más que nada en sus familiares, los cuatro jóvenes ingresaron al sitio, acompañados por más de los humanos que estaban en su grupo.

    Sky logró ver a Winter moverse entre la gente, y lo primero que hizo fue seguirlo. No sabía si los iban a llevar a otro mundo para que fueran testigos de más obras de destrucción por parte de Casseirem, pero ella había acordado con Winter que, cuando fueran rescatados, pediría que prestaran ayuda para los humanos cautivos allí. Además, ella estaba segura de que, si el padre de Arick viajaba en la nave, estaría encantado de conocer a un pariente suyo.

    Alicia logró ver a Sky caminando entre aquellos que iban a adentrarse al laboratorio, y sin pensárselo dos veces, optó por seguirla. La mujer sabía que, bajo una de sus uñas, sin que ella lo supiera, se encontraba el nano rastreador que le permitiría a todos en casa tener más probabilidades de encontrarlos. Quedarse cerca de ella facilitaría las cosas para ser rescatada también, y esperaba que Gina, en donde quiera que estuviera dado a que no la tenía a la vista, se percatara de que ella estaba ingresando a ese lugar.

    Gina aprovechó el movimiento de toda esa gente allí presente para buscar a su hija Hana con la vista. Le fue muy útil que los humanos que provenían de Tralio se movieran rápido hacia el laboratorio, dado a que eso le permitió ver a su hija entre la multitud a los pocos segundos de haber iniciado todo ese movimiento. La joven pre adolescente hizo lo mismo que ella, y cuando vio a su madre acercándose, corrió a sus brazos. Reunidas otra vez tras unas largas y angustiantes horas, ambas se abrazaron con fuerza.

    — Mi Hana, espero que esta sea la última vez que nos separamos — Gina le dio un beso en la frente tras esas palabras.

    — Veo que algunos están entrando a ese extraño lugar — la chica se preguntaba qué ganaban los suyos al hacer eso — ¿Por qué lo hacen?

    — Quizá tengan miedo y hayan considerado aceptar unirse a ellos — Gina creyó que algunos entre los humanos de Edagr podrían haberse visto intimidados por las ruinas.

    — ¿Y nosotras a dónde vamos? — Hana le preguntó a su madre, ya que no entendía casi nada de lo ocurrido.

    La soldado acercó su cabeza hacia el oído de su hija con la finalidad de susurrarle algo. Queriendo pasar desapercibida, la abrazó con fuerza simulando que estaba feliz de volverla a ver.

    — No tiene importancia a dónde vayamos, nos van a rescatar pronto — Gina quería darle esperanza a la chica.

    — ¿Entonces vamos a entrar? — Hana quería saber en dónde estaría su destino.

    — …No — Gina vio algo que no le agradó para nada.

    Entre los humanos que se habían puesto en marcha para ingresar al crucero científico de la Sociedad Galáctica, la mujer soldado pudo ver a Abel Hartka. Su figura resaltaba entre toda la gente, dado a sus años de edad y su apariencia tan anciana. La soldado desconocía los motivos para adentrarse al laboratorio, ya que no creía que a Abel realmente le pudiera importar lo que sucediera con nadie a raíz de una amenaza de Casseirem. No tenía deseos de compartir sitio con él, y creyó que Alicia y Sky reaccionarían así al verlo dirigirse al laboratorio.

    Pero muy desagradable fue la sorpresa que se llevó cuando vio que ni Sky ni Alicia se encontraban a la vista. Ella, su hija y un total de sesenta o más seres humanos, todos provenientes de Edagr, optaron por quedarse afuera del laboratorio. Llegó a reconocer a Nick y a su esposa entre quienes quedaron afuera, pero no podía ver a la hija de Gwyn y Thomas por ningún lugar.

    Para cuando se dio cuenta del error que cometió al haberse quedado allí, los soldados de la Sociedad Galáctica formaron un círculo dejándola rodeada por completo tanto a ella como a su hija y a los humanos que optaron por no colaborar. Quería hablarles y decir que deseaba ingresar al laboratorio, pero viendo que las armas les apuntaban a todos, temía que le dispararan con la intención de herirla nada más abriera la boca.

    — ¡Caminen, nos vamos de regreso a la nave! — ordenó un soldado mientras todos empezaban a moverse sin romper el círculo.

    Gina, atemorizada por el grito tan hostil que le dirigió aquel ser, no pudo hacer otra cosa más que sujetar con fuerza la mano de su hija, al tiempo que empezaba a ser llevada fuera de allí. Nick y su esposa eligieron el mismo camino que la soldado, tan pronto como vieron a Abel marchando junto a aquellos que iban a quedarse en el laboratorio, sintieron como si su propio cuerpo los estuviera repeliendo de aquel lugar. No fue hasta que empezó la marcha que se dieron cuenta de que Sky, la única persona entre todos ellos que tenía el nano rastreador implantado bajo la uña, no se encontraba allí.

    — No puede ser, creí haberla visto quedarse afuera — Nick maldecía para sus adentros — Ni bien tenga la oportunidad, pediremos que nos traigan aquí. Ahora no parece seguro hablar.

    Tauvim, Cerv y Siban contemplaron como una gran multitud de humanos cruzó la puerta de entrada hacia el navío que albergaba los laboratorios. La alegría les invadió cuando pudieron contar que un total de ciento treinta y siete seres humanos habían elegido prestarles la ayuda que les hacía falta en su misión. Aunque eso no quitaba el hecho de que estaban desilusionados por los sesenta y tres que optaron por mantenerse fuera.

    — O les falta empatía o sentido común — comentó Tauvim, para luego soltar un suspiro desganado — Les toca a ustedes convencerlos de que se unan a nosotros. Podrían llevarlos a nuestro planeta actual. Allí conocerían a Miraq y a Fielle. Quizá ellos sean capaces de hacerlos entrar en razón… y de paso, ustedes podrán tener su ceremonia para volverse parte de nuestro consejo de liderazgo.

    — Agradecemos el ascenso, Tauvim — Siban estaba muy satisfecha con haber logrado escalar tan alto.

    — Quizá un paseo por un planeta donde llevamos vidas precarias y el testimonio de nuestros otros líderes nos ayude a ponerlos de nuestro lado — Cerv no tenía idea de qué otra cosa podría decir para tratar de convencerlos — Pero al menos nuestra misión terminó y podremos dejar de ser enviados.

    — No se confundan, nuestra misión no ha terminado — Tauvim quiso detenerlo justo allí — Todo lo contrario. Ahora que finalmente tenemos a los humanos de nuestra parte, o al menos la mayoría, acabamos de empezar. Se han ganado un ascenso con méritos, pero lamento decirles que no habrá mucho tiempo para celebrar. No cuando hay trabajo por hacer.

    Con el ánimo un poco aplacado por esas palabras dichas por uno de los antiguos tres líderes a los que admiraban bastante, Cerv y Siban agacharon la cabeza e hicieron una reverencia para mostrar respeto. No dijeron una sola palabra más, aceptando su encargo para llevarse a los humanos restantes hacia el planeta en el que esperaban los otros dos líderes, Miraq y Fielle, para que ambos enviados pudieran conseguir el ascenso que les correspondía.

    Tras ver como las dos promesas en las que habían depositado su fe se marchaban una vez que su cometido original había sido cumplido, Tauvim y el resto de los soldados de la Sociedad Galáctica ingresaron al crucero científico, con la intención de que los seres humanos que optaron por prestar su ayuda fueran alimentados y así ser puestos a trabajar en su necesidad más urgente.

    […]

    Sky siguió a una gran multitud, quienes a su vez seguían el paso de los soldados de la Sociedad Galáctica, hasta que finalmente pudo llegar hasta una enorme sala con varias mesas con forma rectangular o circular distribuidas alrededor. En cada una de las paredes había una puerta. Ella ingresó por la entrada, que simplemente tenía detrás el pasillo por el cuál venía caminando. Desconocía qué habría detrás de las puertas situadas en los otros muros, pero lograba ver cómo estas se abrían y permitían el paso hacia sus interiores a los soldados que les tenían escoltados.

    La chica ingresó para seguir a Winter, pero al pasar por tantos pasillos en su trayecto hacia ese sitio, lo perdió de vista. Trataba de identificarlo entre las mesas. En las rectangulares había sitio para unas ocho personas, al menos, cada una llevaba unas ocho sillas alrededor como mínimo. En las circulares, por otro lado, solo había espacio para seis personas. Queriendo encontrarlo rápido, la chica miró hacia las mesas rectangulares, creyendo que allí tenía más posibilidades de hallarlo.

    — ¡Preciosa! — luego de escuchar el grito, Sky se dio la vuelta.

    Al mirar a su izquierda, pudo ver a Iker y a Jessica, ambos chicos con los que interactuó muy poco sentados en solitario en una mesa redonda con espacio solo para seis personas. Hizo una mueca de enfado en cuanto Iker le silbó, recordando lo que había hecho con ella la noche anterior. Ella logró ver como el joven Evanson le lanzaba un beso al aire.

    — Es para tu culo hermoso — le dijo con intenciones de molestarla — Con cariño…

    Desde su posición, Jessica e Iker vieron como la chica se daba la vuelta para apartarlos de su vista. Una vez que ella se alejó lo suficiente, la joven Delta quiso decirle unas palabras a su compañero.

    — Si tengo que adivinar… — la chica quería comentar.

    — Sí, la toqué — Iker le dio un pequeño golpe a la mesa, llegando a detectar que era de madera.

    — La mayoría de las veces te comportas como un cerdo — Jessica decía algo que había pensado en más de una ocasión.

    — Solo tienes envidia, Jessica — no se sintió cómodo con ese comentario — En casa estaba Airin, y aquí está Sky. No importa a dónde vayas, a ti siempre te sería imposible tener mi atención.

    — No tienes idea de lo agradecida que estoy de que un cerdo como tú no se quiera fijar en mí — Jessica apartó un poco la vista de él — Aunque me apena que Airin tenga que soportarte. Casi que siento pena por Sky también.

    Mientras sus dos compañeros estaban discutiendo, Winter se encontraba algo apartado de ellos, en una mesa de seis personas, en donde su único acompañante en aquel momento era su amigo y pareja de su novia, Artem. Ambos se habían reunido apenas llegaron a la sala, y lo primero que hicieron fue tomar asiento uno al lado del otro.

    — No he podido contar bien — decía el joven Lakor — Pero aquí mismo, somos más de cien, y veo que sigue entrando gente.

    — Y que lo digas — Artem pronto centró la vista en alguien — Parece que tu amiga eligió venir también.

    Sin saber a qué se refería, el joven Lakor siguió los ojos de su amigo, y pudo ver que Sky, su compañera de encierro, se acercó para tomar asiento en el mismo lugar que él, justamente al lado suyo. Se sonrojó un poco en el momento en el que Artem le dio un pequeño golpe en el hombro, para mirarlo acto seguido.

    — Oye, estoy intentando sobrellevar esta situación de mierda — el joven Hedrum le comentó — Para mí es difícil saber que todos nuestros seres queridos están en casa esperándonos.

    — Buenos días — Sky saludó al chico que estaba junto a él — No sé cuál es tu nombre.

    — Me llamo Artem, si no recuerdo mal, tú eres Sky — se presentó de forma amistosa, pero sin extender su mano.

    — Winter te habló de mí, por lo que veo — la joven lo miró, dándose cuenta de que él tenía la mirada agachada — He venido aquí por lo que hablamos…

    La joven Delleo miró a su alrededor, y cuando notó que no había soldados de la Sociedad Galáctica en las proximidades para tratar de obtener nada de sus palabras, se acercó y susurró.

    — Si nos rescatan, pediré a mis padres y a los demás que presten ayuda para los suyos — Sky dijo, siendo escuchada solo por Winter y Artem.

    — ¿Qué es eso de… lo que dijiste? — Artem no quería estropear nada.

    — Ella lo explicará — Sky pudo ver a Alicia acercándose a ella.

    La mujer, que había perdido de vista a la hija de Thomas y Gwyn en su camino, finalmente logró alcanzar su posición. Ante la vista de los dos jóvenes, ella se sentó al lado de Sky. Ambos se quedaron asombrados por su apariencia, en especial por el parche que tenía en uno de sus ojos. Luego de observarla, creyeron que estaban frente a frente a una soldado del ejército de la humanidad que quedó tras la unificación de Zenith y Black Meteor.

    — ¿Son amigos tuyos, Sky? — Alicia le preguntó a la joven.

    — Artem es el de más afuera — señaló la chica — Lo acabo de conocer. El chico al lado mío se llama Winter. Es mi compañero de encierro, y aunque no lo creas… su apellido es Lakor.

    Al igual que como ocurrió con la chica al momento de enterarse, Alicia también se vio muy sorprendida con dicha revelación. Ella siempre había creído que a Ace no le quedaba ningún familiar con vida tras haberse enterado de lo ocurrido con él tras ser adoptado por un comandante de Black Meteor. Lo tenía tan presente que no creyó que podría existir algún otro compartiendo su apellido más allá de él y sus dos hijos.

    — Es inesperado — la mujer lo miró bien, para darse cuenta de que no se parecían mucho — Quizá seas…

    — Mi padre es tío de Ace Lakor — Winter quiso aclarar las cosas.

    — Durante muchos años he creído que Ace no tenía familia de sangre, más allá de sus hijos — Alicia esperaba tener la oportunidad de que se conocieran — Si lo que dices es verdad, entonces, él y tú son primos.

    — Perdónenme si interrumpo esto, pero Sky dijo que tú nos explicarías algo sobre — Artem fue precavido acerca de quienes podrían estar cerca — Sobre un rescate — murmuró imitando a la chica más joven — He revisado previamente la mesa y no parece haber micrófonos ocultos. Así que, puedes decirnos si…

    — Es preciso, Sky es la clave — Alicia sujetó a la chica de las manos mientras pronunció esas palabras en voz baja — Debajo de una de sus uñas hay un nano rastreador. No tengo idea de cuánto tiempo van a tardar en llegar a nosotros, pero confío en que para estas alturas ya conocen nuestra ubicación.

    Las palabras dichas por Alicia llenaron de ilusión las caras de Artem y de Winter. Ambos jóvenes tuvieron que contener la emoción de saber que, aunque fueran personas de otro planeta, un grupo de humanos podría llegar en su rescate. Sabían que Sky iba a interceder en su favor, lo que quería decir que, de una u otra forma, podrían contar con apoyo para sus familiares presentes en el planeta Tralio. La única incógnita para ellos era saber quién sería capaz de brindárselos, si la Sociedad Galáctica o la humanidad del planeta Edagr.

    Sky, por su parte, estaba muy asombrada. Sin mover las manos de su sitio, empezó a mirarse con atención. Estaba segura de que el nano rastreador debía ser bastante diminuto como para tenerlo implantado sin siquiera sentirlo. No tenía idea de en qué momento se lo habrían colocado, pero confiaba en que Alicia no le mentiría, ni siquiera en un intento de hacerla sentir mejor. Creía en ella, y más que nada, tenía fe en que sus padres no se quedarían quietos mientras ella estaba desaparecida.

    Los cuatro estaban tan distraídos en sus pensamientos que no pudieron percatarse de que un quinto integrante se sentó a la mesa. Abel Hartka, ex líder de Black Meteor, arrastró una silla por el suelo para anunciar su llegada, ocasionando que todas las miradas pasaran a fijarse en él. Se sentó en la mesa, y nada más hacerlo, llegó a percibir la amenaza en las miradas de los otros cuatro integrantes en aquel lugar.

    — ¿Por qué desapareció su sonrisa de sus caras? — Abel también tenía curiosidad por el motivo de ellos para ser felices.

    — Porque tú llegaste — Alicia, quien era la única en conocerlo personalmente, lo quería incomodar para que se fuera — ¿Por qué viniste con nosotros?

    — No soy un idiota, Alicia, tú me conoces — el hombre apoyó su cabeza sobre ambas manos, mientras colocaba los codos en la mesa — Ayer, después de tener una discusión con mi compañero de encierro, me tomé un poco de tiempo antes de dormirme. Me di cuenta de que lo que realmente quiero es pasar mis últimos momentos de vida en libertad, de ser posible, en el bosque donde viví durante más de quince años. No quiero morir trabajando para nadie, y mucho menos para que unos alienígenas consigan bombas para pelear con un conquistador. No sé si ese tal Casseirem sigue con vida, pero incluso aunque así sea, yo estaré muerto antes de que hagamos contacto con él.

    — Eso no explica por qué te viniste a sentar aquí — Artem no sentía aprecio hacia su persona.

    — Como dije, no soy idiota — el anciano se repetía — La edad me ha hecho más sabio y el vivir en el bosque me hizo más atento. Recuerdo que Alicia mencionó que Michael y Agustina murieron.

    Sky prestó atención a las palabras de Abel, solo para darse cuenta de que era cierto. Cuando se encontraron con él, el ex líder de Black Meteor mencionó esos dos nombres. Ella no tuvo tiempo para reflexionar acerca de ello en su momento, dado a que la tensión por su aparición estaba por todo lo alto. Pero en aquel momento con más calma, ella se percató de que podrían estar hablando de la Agustina que aparecía en una foto con su amigo Arick siendo un bebé.

    — No menciones sus nombres — Sky regresó de sus pensamientos cuando Alicia encaró al hombre — Ellos deberían estar vivos, y tú muerto, maldito pedazo de mierda.

    — Quizá sería mejor, así yo no tendría que estar soportando esto — el hombre que en su momento fue líder de Black Meteor miró hacia arriba al decir eso — Pero fui capaz de asumir que Ace, Thomas y Gwyn siguen con vida si tú misma no los has mencionado.

    — Es correcto, ellos están vivos — Alicia le respondió, con algo de enfado por la manera en la que este hablaba de sus amistades como si no fueran nada.

    — No soy ciego, Alicia — Abel le dijo con severidad — Tú eres importante para ellos. Sé que ninguno de los tres te dejará ir. Van a venir a rescatarte, y cuando eso suceda, planeo estar cerca. Yo también quiero ser libre de este lugar.

    — Quizá te maten por haber desertado en plena guerra — Alicia encontró un pequeño consuelo en ese aspecto.

    — Aunque no me agrada para nada esa idea, prefiero eso a que me tengan trabajando aquí, construyendo armas nucleares como un maldito esclavo — Abel lanzó ese comentario acerca de su situación actual.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos, amigo. Este ha sido un buen capítulo, sin mucho sobresalto y sin nada realmente relevante, vemos que la trama sigue su curso a un ritmo más que aceptable. Construyéndose así, las cosas suceden a su debido tiempo y eso me agrada. No se siente apresurado ni lento. Dicho esto, pasaré a comentar lo más destacado para mí. :kuku:

    El comienzo nos muestra, en flashbacks, que la Sociedad Galáctica regresó a la Tierra solo para verla convertida en una bola de nieve inhabitable. Obviamente, su idea de pedir ayuda a la humanidad quedó truncada hasta que eventualmente les encontraron en Trailo y Edagr. Conocemos a nuevos personajes, la mayoría líderes (e intuyo que algunos ya los conozco de la historia secundaria de Casseirem :blue:), y descubrimos que Siban y Cerv obtendrán ese mismo rango una vez completen sus misiones: hallar y capturar doscientos humanos. En la actualidad, esto es un hecho y los humanos han sido llevados a Yarlem para ver en qué estado Casseirem dejó el planeta. Una gran ciudad en ruinas es revelada ante todos, cosa que intimida a muchos escépticos sobre el peligro del enemigo de la Sociedad Galáctica.

    Uno de sus líderes, llamado Tauvim, se presenta ante todos y les informa de que aquellos que saben construir las armas nucleares y los que quieran ayudar, tendrán acceso a un crucero con varios laboratorios en los cuales construir las armas. Aquellos que no están dispuestos a colaborar, irán a otro lado. Está claro que convencer a todos no va a ser sencillo y me preocupa que la Sociedad Galáctica pierda la paciencia y termine actuando de forma más dictatorial. Espero equivocarme... :ewww:

    Mientras personajes como Gina o Hana no se unen al convoy de gente que va a los laboratorios, otros como Sky, Winter y demás sí lo hacen. Es allí donde, tras encontrarse con el repelente de Iker (que asco de tipo :angrycat:) y Jessica, la joven Delleo se sienta junto a Artem y el joven Lakor. Alicia hace acto de presencia y se suma para confirmar las palabras de Sky: vendrán a rescatarles. Además, la soldado descubre que Winter es familia de Ace, lo que sin duda es una clara sorpresa :cref:. Pero en mitad de la conversación, aparece Abel en el lugar. Aunque su presencia no agrada nada, el ex líder de Black Meteor es inteligente y sabe que sus viejos soldados irán al rescate, por lo que planea estar cerca de aquellos que tienen más posibilidades de ser rescatados, todo porque no quiere pasar sus últimos años de vejez siendo un esclavo de la Sociedad Galáctica. Ya te lo he dicho, pero me agrada el contexto del personaje de Abel y que haya regresado ahora tras un tiempo de ausencia sin explicación ha merecido la pena. Su personaje da muchas herramientas para interferir en la trama y eso me encanta. :dancecat:

    Bueno amigo, no ha sido un comentario muy largo por mi parte, pero va dependiendo en función de los capítulos y lo que ocurra en ellos. Sé que pronto pasarán más cosas y tengo unas tremendas ganas de ver como se desarrolla todo. Sin más que añadir, nos vemos a la próxima. Es genial que hayamos podido hacer leídas en simultáneo y créeme que volverán. :nice:

    Cuídate mucho, te mando un fuerte abrazo.
     
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  3. Threadmarks: No te equivoques - Parte 1
     
    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Saludos. Aprovecho que tengo revisado el capítulo 13 para publicarlo hoy mismo. Si todo va bien, esta semana es mi última de universidad, por lo que ya a partir del siguiente estaría actualizando cronología y guía de personajes como se debe.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk con quien mantuvimos unas leídas en simultáneo fantásticas en estos días. Esas lecturas, por el momento, han finalizado, pero eso solo significa que comienza la espera para que regresen pronto. Es algo que estaré esperando. Por el momento, solo espero que disfrute este capítulo y los demás que vengan hasta que llegue el día. Su participación en este universo mediante los comentarios es algo que siempre me motiva a seguir escribiendo, y aunque lo sepa, jamás dejaré de agradecerle.

    En cuanto a este capítulo, diría que la introducción ya quedó atrás y es la hora de que un capítulo empiece a incluir más de un pov. Sin más para decir, dejo el capítulo.





















    No te equivoques – Parte 1:

    Arick se encontraba concentrado en la lectura del libro que había descargado a su dispositivo móvil en el momento en el que la puerta de la habitación que él compartiría con sus padres se abrió. Apartó la vista de la pantalla que estaba viendo, y pudo ver como su madre y su padre entraban a la habitación al mismo tiempo. Sus labores en la sala de comandos ya habían finalizado, y por eso que eligieron acudir al sitio donde se encontraba su hijo adolescente.

    — Arick — su padre le llamó la atención, al tiempo que él y su esposa se sentaban en la otra cama — Siéntate y míranos de frente.

    El chico no tardó más de tres segundos en obedecer. Sus padres estaban impresionados. Su hijo como tal no era demasiado rebelde, más allá de que se encontraba en una edad en donde esa clase de actitudes predominaba en los jóvenes, pero era toda una sorpresa para ellos el ver que su hijo les obedeció sin siquiera mostrar una pequeña queja.

    — Veo que es importante para ti haber venido por Sky — Natasha le comentó, recordando un suceso en el pasado — Hemos dicho que tendrías que hacernos caso, y no tardas ni un segundo en obedecer.

    — Es importante, y también es importante permanecer en la academia para mí — Arick le respondió a su madre — Quiero seguir el ejemplo de ustedes. Son héroes para mucha gente. Y tras leer varias cosas en clases de historia, lo son para mí también.

    — Me alegra que así nos veas, Arick — Ace le sonreía al contestarle — Queríamos hablarte de algo. Unas ciertas reglas. En esta nave hay un salón comedor muy extenso para un montón de personas. Esa sala junto con la que conecta la plataforma de descenso con el exterior son las únicas en donde pueden entrar casi todos los humanos a bordo. Esto no te lo enseñan en las clases, pero esta nave fue reconstruida luego de que se desmantelaron todas las naves de Zenith y Black Meteor. Creamos una de mayor tamaño que todas para casos de emergencia.

    — ¿Para qué me cuentan eso? — el chico lo preguntó por curiosidad.

    — En el salón comedor hay varios estantes que almacenan provisiones, no esperes manjares a bordo de la nave — Ace lo dijo con bastante calma — Es solo comida y agua. Cuentas con máquinas para prepararte jugos, café o calentar la comida que traemos. Eso en el salón comedor. Alrededor de toda la nave, hay varios cuartos de baño instalados. Xorxaik pronto te mandará sus ubicaciones… La razón por la que te comento esto es sencilla. Si tienes hambre, puedes irte a preparar algo en el salón comedor. Y si tienes que ir al baño, puedes irte a cualquiera de los que están disponibles. No tienes que pedir permiso para salir de aquí siempre que vayas a alguno de esos lugares. Y una vez termines, regresarás de inmediato a esta habitación.

    — Lo comprendo, apenas termine de comer tengo que dejar todo y regresar aquí lo más pronto posible — Arick respondió, sabiendo que sus padres serían estrictos al respecto.

    — Y no es solo eso — Natasha quiso añadir más — También recibirás la ubicación de la sala de comandos.

    — Está totalmente prohibido que vayas a esa sala — Ace le quitó las palabras de la boca — Más allá de que solo tienes permitido salir de aquí para ir al comedor o al baño, no te vamos a poner un castigo muy grande si llegas a estar un solo segundo en la habitación de alguien más. Si alguien te pide ayuda, entras cinco minutos y luego sales y no pasará nada contigo. Pero a la sala de comandos tienes prohibido acercarte. No solo no puedes entrar, no puedes estar siquiera cerca de ahí. Es justamente para eso por lo que se te envía la ubicación. ¿Ha quedado claro?

    Arick tragó saliva cuando escuchó la forma tan brusca en la que su padre le lanzó esa prohibición. Pese a que él no había roto ninguna regla desde que entró a la habitación, su padre se comunicó con él como si fuera de vida o muerte que él no pudiera entrar allí. No tenía idea por qué era tan crucial que no viera ni oyera nada desde el exterior, pero no tenía importancia alguna en ese momento. El chico, aún intimidado por esa forma de hablar, asintió con la cabeza, puesto a que no tenía el valor para decir una sola palabra.

    Viendo el efecto de sus palabras en él, Ace se puso de pie y se acercó a él para acariciar un poco su cabeza. El chico sonrió una vez más tras ese gesto de cariño por parte de su padre, y luego levantó la vista hacia él.

    — Sé que cumplirás — Ace estaba feliz por él — Eres un buen chico, Arick. Sabes que no habría aceptado nunca si no creyera que eres capaz de hacer esto.

    — Gracias, papá — el niño se apenó un poco por el halago — Yo siento que es por mi culpa que Sky haya sido capturada. Tenía que disculparme con ella tan pronto la rescataran. No puedo enviarle una carta o un mensaje. Tiene que ser personal.

    Natasha se tapó la boca para que no se escuchara la risa que dejó salir. La mujer todavía tenía grabado en su memoria el momento en el que Sky, tras haber paseado con ella y el resto de su familia, se le acercó a Arick y le dio un beso en la mejilla. La mujer sabía que, desde aquel momento, Arick tenía mucho interés en ella, y que, a lo largo de los años, ese interés fue convirtiéndose en algo más. Hasta le parecía tierno que él quisiera tener ese gesto con ella.

    — Te pareces mucho a tu padre — la mujer le dijo en voz alta, y de buena manera — Estoy seguro de que Sky también habría pedido venir con nosotros si la situación hubiera sido al revés.

    Arick se sonrojó un poco, tanto por el halago como por el comentario dado por su madre. Estaba feliz de que le hubieran dado esa oportunidad de viajar con ellos, y también por ver que tanto su padre como su madre lo apreciaban, y que lo demostraban.

    Dado a que no tenían mucha responsabilidad en la sala de comandos, Ace y Natasha eligieron quedarse en el cuarto de Arick para hacerle compañía. En un momento, el chico recibió en su dispositivo móvil un mapa de la nave en la que se encontraba, el cual actualizaría su posición en tiempo real con solo caminar. Tal y como sus padres le dijeron, contenía la ubicación del comedor, los baños y también de la sala de comandos. El chico quería estudiarlo a fondo, de manera que no estuviera cerca ni por error de adentrarse en la sala de comandos.

    Mientras el chico estaba analizando lo que le habían entregado, a Ace y Natasha les llegó una notificación a sus dispositivos. Arick los miró atentamente, sin preguntar para no mostrarse muy ansioso, pero con una expresión que delataba que quería saber de qué se trataba todo eso. Ace lo notó a la primera, y optó por no ocultarle nada a su hijo.

    — Xorxaik ha detectado algo — Ace le informó a su hijo — Necesitamos que la nave de los captores permanezca quieta durante cuatro días seguidos en el mismo planeta si queremos alcanzarlos.

    — ¿Cuatro días seguidos? — Arick no se veía muy feliz de escuchar eso — Si eso sucede ahora, tardaremos cuatro días en llegar hasta ellos… Pero estoy seguro de que no se han detenido aún.

    — Es correcto — Natasha le confirmó su sospecha — Según Xorxaik, siguen en movimiento en este mismo momento. Esperemos que se detengan pronto.

    Esa clase de noticia no le cayó para nada bien a Arick. Tan pronto como la recibió, juntó ambas manos y se las acercó a su pecho, casi como si estuviera rezando por la seguridad de su amiga y de todos los humanos que fueron secuestrados de su planeta. Tras hacer un par de cuentas, fue capaz de percatarse de que el viaje les podría tomar muchos días, y que luego les quedaba el regreso.

    — Creí que esto sería más rápido — Ace decía con algo de dudas — Espero que Azel esté bien en casa. Ya hemos avisado de esto a Thomas y a Gwyn para que sepan cuánto tiempo nos tomará el regreso una vez lleguemos hasta ellos.

    […]

    — Cuatro días… — Noak caminaba de un lado a otro.

    A la vista de Faron, Allecreod y del propio robot que había hecho ese cálculo, el soldado Jensen no se quedaba quieto. Con sus pasos recorría de arriba abajo y de izquierda a derecha toda la sala de comandos, demostrando a todos los presentes lo nervioso que estaba por la información recibida. En un momento, a su caminata tan intensiva se le sumó el empezar a comerse las uñas.

    — En cuatro días pueden pasar muchas cosas — Noak no dejaba de imaginarse escenarios horribles en su cabeza.

    — Tranquilo, si les han hecho daño, no nos iremos sin una venganza — Faron quería calmar sus ánimos.

    — Eso ni dudarlo — el soldado no aceptaría otra solución — Pero quiero encontrarme con ellas y verlas a salvo. Si voy a luchar, prefiero que sea por un rescate y no por venganza.

    — Secuestrar a cien humanos solo para matarlos no me parece un buen plan — Allecreod encontró algo que podría usar para tranquilizarlo — Algún motivo tienen que tener los que estén detrás de esto. Está claro que quieren algo de la humanidad, de lo contrario, no habrían optado por llevarse a cien de nosotros.

    — ¿Y si se ponen a hacer experimentos con ellos? — Noak no quería gritar, más por miedo a una sanción que por otra cosa — Es lógico que quieren algo de nosotros. ¿Y si quieren llevarnos para probar algo con nosotros de la misma forma en que nosotros hicimos con las bestias de Fientlig? En cuatro días pueden hacerles mucho daño. Desearía que nuestra nave fuera todavía más rápida.

    Los comentarios del soldado hicieron que un par de recuerdos llegaran a la mente tanto de Faron como de Allecreod. Con todo el tiempo que había transcurrido desde aquel día, ambos habían olvidado por completo el hecho de que la humanidad, antes de librar la guerra contra los edagrianos, realizó expediciones para poder tomar a varias bestias de Fientlig y que prestaran ayuda en el conflicto. Temían que un destino similar pudiera estar ocurriéndoles a todos los que fueron secuestrados, y mucho más al recordar el camino que tomaron los líderes respecto a dichos métodos.

    […]

    ¿Estás seguro de esto? — Thomas preguntó al comandante supremo del ejército — Una vez que comience, no hay vuelta atrás.

    En una zona urbana muy alejada de las tres ciudades de Edagr en las cuales se iban a asentar los seres humanos, los miembros del ejército que sobrevivieron a la guerra con los edagrianos se encontraban reunidos. Ace, como comandante supremo del ejército se encontraba al lado de su esposa Agustina. Gwyn, siendo también una comandante, iba acompañada por Thomas. Natasha era la última comandante en el grupo. Cerca de los cinco se encontraban además Faron, Allecreod, Alicia, Noak, Gina y Xorxaik.

    Tras el regreso de los seres humanos que se encontraban en el planeta Garak, el comandante supremo del ejército tuvo una idea que creyó que sería mejor discutir con el resto de las personas de confianza en la milicia. Todo estaba referido a la destrucción de las máquinas que habían robado del planeta Emiv, junto con la eliminación de la planta que producía la hosania, sustancia usada para poder controlar a los individuos. Todas las máquinas y las muestras de aquella planta se encontraban amontonadas y listas para ser quemadas por completo. Thomas, por su parte, quería asegurarse de que no hubiera arrepentimientos.

    Estas máquinas son muy peligrosas como para guardarlas bajo llave — Ace estaba firme en su decisión — Quiero que sean destruidas, y que no quede ni un solo archivo que hable de estas máquinas ni de las plantas. A ser posible, quisiera que también se eliminaran todos los archivos del planeta Emiv.

    Podrían serles útiles para resolver crímenes — Allecreod, como consejero, estaba en contra de dichas acciones, y no era la primera vez que lo manifestaba — Si un grupo de gente se organizara para cometer delitos, bastaría solo con capturar a uno de ellos y hacerlos caer a todos.

    No, estas máquinas deben irse — Agustina, quien sufrió al tener que enfrentar a su pareja en Emiv a raíz de la utilización de dichos artefactos, no quería que siguieran estando allí — Son muy útiles, como dices tú. Pero también tienen su peligro. ¿Y si alguien intentara robarlas? Tzorkun pudo controlar un planeta entero con estas máquinas. No quiero que a la humanidad le pase lo mismo. Además… me traen malos recuerdos.

    Su propósito era ser usadas para permitirnos probarlas en las bestias, nunca en los humanos — Ace recordó un reporte que había leído — El comandante Zion Stones tuvo la oportunidad de utilizarlas en el comandante Frans Badir, pero rechazó esa idea. Imagino que lo habrá hecho para no inspirar tentación en nadie más a utilizarlas. Ahora que la guerra contra los edagrianos terminó, esto debe irse. No puede quedar nada. Sharyn y Dustin ya no están, pero yo he sufrido de sus efectos. No quiero que nadie más lo haga. Quémalas.

    Viendo que no habría ninguna manera de hacer que el comandante supremo se echara para atrás en esa decisión, Thomas utilizó la gasolina que tenía a su alcance para rociar todas las máquinas y las plantas con ella. Una vez se aseguró de cubrirlo todo, encendió un fósforo, y tras alejarse para mantenerse a salvo, lo arrojó hacia la pila que habían formado.

    A la vista de todos ellos, estas máquinas empezaron a arder. Las plantas, siendo materia orgánica, fueron las primeras en perecer ante el poder de aquel fuego. El metal, por otro lado, tardó un poco más en sucumbir ante las llamas. Para cuando utilizaron el agua con el fin de evitar que el fuego se extendiera demasiado, todo el metal estaba totalmente ennegrecido, al punto de que sería inútil a partir de ese día. Sin embargo, la destrucción no iba a terminar allí. Junto a los vehículos que utilizaron para llegar, se encontraba un contenedor de basura. Con el fuego apagado, lo llevaron hacia el lugar, y fue allí que lanzaron una mirada a su robot.

    Xorxaik, ¿los archivos sobre las máquinas, las plantas y el planeta Emiv están eliminados? — Ace quería saber si estaba todo finalizado.

    No ha quedado nada, he borrado cada copia de los mismos — fueron las palabras del robot.

    Excelente, tú eres el único que puede manipular esos metales sin riesgo de quemarte — Ace se preparaba para la orden final — Compacta el metal sobrante en trozos más pequeños. Que no quede nada ni siquiera para ser estudiado en el futuro.

    Obediente a las personas a las que servía, el robot se acercó a los restos quemados de las máquinas creadas por Tzorkun, los cuales empezó a manipular con sus manos robóticas, que no corrían ningún riesgo de sufrir quemaduras o averías ocasionadas por el fuego. Allecreod, quien siempre estuvo fascinado por las máquinas creadas en otro mundo, veía todo como una verdadera lástima.

    El resto de los humanos, por su parte, sentían mucho alivio por ver como dichas máquinas quedaban totalmente destruidas. Alicia, Gwyn, Thomas, Ace y Agustina eran quienes más tenían en mente todo lo que se podría llegar a hacer teniendo esa clase de recursos. La esposa del comandante supremo lo tomó de la mano, y luego recostó su cabeza sobre su hombro.

    Faron, Natasha, Noak y Gina, quienes no tuvieron oportunidad para acudir al planeta Emiv, siempre vieron con cierta incomodidad dichas máquinas. Pero el ver a sus compañeros tener esa clase de reacción por la destrucción de esos objetos, les hizo pensar que la misión que tuvo lugar en aquel mundo debió ser bastante seria. Pese a que se encontraba algo distante, el soldado Jensen fue capaz de escuchar unas palabras de la boca de Agustina.

    Luchar contra ti fue de las peores cosas que me pasaron a lo largo de nuestra misión — la chica sonaba aterrada, pese a que las máquinas como tal ya no representaban amenaza alguna.

    Eso nunca volverá a pasar, nos hemos asegurado de ello — su esposo le dio un beso en la frente.

    […]

    — ¿Y si tienen alguna especie de proyecto que involucra convertir a los humanos secuestrados en armas para la guerra? — Noak estaba horrorizado con solo pensarlo.

    — Sus naves serán rápidas, pero un proyecto así no se acaba en solo un día — Allecreod sabía que tenía que tranquilizarlo — Cuatro días incluso es muy poco tiempo para que hagan algún daño significativo a los humanos.

    — Lo sé, lo sé… — el soldado sentía que tenía que relajarse más — Lo siento. No puedo calmarme con facilidad siendo que se llevaron a mi esposa y a mi hija. Cuando secuestraron a Arick, Sky y los otros niños, todos sabían quienes habían sido. Ahora no sabemos nada.

    — Me pregunto qué tanto sabrán ellos de todos nosotros — Faron se hizo esa pregunta — Quiero decir, ¿llevarse a los humanos así de la nada? Sé que la decisión de tomar a las bestias de Fientlig para sus experimentos la tuvo el fallecido comandante Zion Stones, pero al momento de hacerlo, el Zenith ya sabía que esas bestias eran poderosas y que comían carne. Hay muchos planetas en el universo, y cerca de Edagr no hay muchos que alberguen vida. Hael Arunyn era de los pocos. ¿Por qué elegir el nuestro?

    — Hay tantas cosas que quisiera saber ya mismo, y que me ayudarían a tranquilizarme si pudiera — Noak dejó de caminar para tomar asiento.

    Desde la silla, el soldado perteneciente a la división de DCT, invitado a colaborar en esa misión que debió haber sido realizada por los soldados de ER debido a la naturaleza de la misma, se cubrió el rostro con ambas manos. Allecreod sentía un poco de lástima por Noak. No podía evitar que se repitiera en él un deseo interno que había tenido lugar varias veces.

    — Ocurren cientos de desgracias desde que estoy con ellos — pensaba para sus adentros el ryfier — Y ninguna de esas me sucede a mí. Yo siempre estoy intacto, viendo como todo el sufrimiento se lo llevan ellos. He dicho miles de veces que daría mi vida con tal de ayudarlos, pero esa oportunidad nunca se presenta. Quizá, tal y como pasó con mi familia, yo esté condenado a ver como las desgracias le ocurren a los demás.

    […]

    — ¡No uses esa palabra con nosotros! — Artem le gritó con mucha hostilidad al ex líder del país extinto Black Meteor.

    La tensión parecía empezar a crecer en aquella mesa en donde se encontraban los jóvenes Hedrum, Lakor y Delleo, siendo acompañados por la exploradora Alicia Noble y el humano más repudiado entre toda la multitud. Abel Hartka se vio un poco sobre saltado por el grito tan repentino que le soltó Artem tan pronto como él dijo la palabra esclavo. Estaba claro que a él no le agradaba en lo más mínimo que hiciera uso de la misma, pero no por eso se dejaría intimidar por él. Sin mostrar nada más que una pequeña reacción al grito del chico, Abel le lanzó una mirada bastante centrada.

    — ¡Nosotros fuimos esclavizados por los traliod! — Artem se había frustrado en verdad — ¡Nos tomaron para forzarnos a pelear una batalla que no era nuestra! ¡Éramos esclavos, y los que se quedaron allí lo siguen siendo! ¡No se te ocurra usar esa palabra otra vez!

    Los gritos llamaron la atención de todos los humanos presentes en esa sala, así como también los de los soldados yarlemianos y velivinos que estaban haciendo de guardia. Artem, al darse cuenta de que estaba bajo una observación constante, decidió tranquilizarse un poco. Sentía vergüenza de ser visto así, y pronto se dio cuenta de que estaba gastando saliva en quien era la mayor escoria de la humanidad, al menos de la que había sobrevivido a la Caída de la Tierra.

    — Abel, ¿podrías irte de esta mesa? — Alicia lo pidió con amabilidad, más para evitar conflictos que por cortesía con él — Quisiera que Gina y Hana se pudieran sentar aquí.

    — Está bien, ya me doy cuenta de que no soy querido entre conocidos y desconocidos — el ex líder se dio la vuelta de su posición, pero permaneció sentado — Tan pronto ellas entren, yo me aparto de la mesa.

    Para Alicia, eso era mejor que nada. Sky, Winter y Artem se miraron entre ellos. El mayor de los jóvenes, llegando a la edad de diecinueve años, hizo un gesto para disculparse por haber alzado la voz, ya que consideraba que no había mostrado su mejor versión frente a ellos. Los cinco sentados en aquella mesa miraban atentamente como la gente entraba a la sala en donde se les iba a servir la comida, esperando por la entrada de Gina y de Hana. Winter no conocía a esas personas de nada, pero Artem había hablado con Gina al haber sido encerrado con ella. Sky y Alicia las conocían a ambas, y empezaron a preocuparse a medida que el tiempo pasaba y notaban como la gente seguía entrando y ellas no aparecían.

    Finalmente, unos diez segundos después de que un soldado oriundo del país ruso entró a la sala, varios velivinos y yarlemianos que escoltaban a la gente empezaron a adentrarse en su interior. La puerta de entrada se cerró detrás de uno de los yarlemianos más bajos en estatura, y eso les dio la señal a todos de que Gina y Hana no iban a encontrarse con ellos.

    — ¡No puede ser que pase esto! — Alicia se levantó de su silla.

    Queriendo asegurarse de que la mujer y su hija no se encontraran en otra mesa y que no se hubiera perdido el momento de su entrada al lugar, Alicia miró entre todos los que se encontraban allí. Le costó realizar la búsqueda entre tantos seres humanos allí, pero podía descartar mesas con rapidez tan pronto como no veía a una adolescente de doce años sentada allí. Su búsqueda le confirmó lo que tanto temía.

    — Gina y Hana no están aquí — Alicia se lo decía con preocupación a Sky.

    — ¿Por qué no vinieron con nosotras? — la chica se preocupaba, dado a que ella realmente apreciaba a las dos — Ella seguro también sabía lo mismo que tú — dijo en referencia al nano rastreador.

    — Tal vez el miedo le impidió entrar — Abel se sentía un poco decepcionado — Pero en vista de que ella no está aquí…

    — No — Alicia quería quitárselo de encima — No quiero ni verte. Eres una escoria y un cobarde. Antes muerta que tener que compartir una mesa contigo.

    — Bueno, no perdía nada por intentarlo — Hartka se puso de pie con ambas manos en alto — Tal vez Nick sea más comprensivo. Y ya que estoy, quisiera conocer a su esposa.

    El anciano movió la silla y luego se fue a recorrer la sala en busca del ingeniero y de la mujer que había visto con él. Alicia y Sky, por su parte, pusieron una cara de preocupación bastante notable por el hecho de que Gina y Hana no se encontraran presentes junto a ellas.

    — Ay, Gina… — Alicia decía con temor — ¿Por qué no entraste aquí? Espero que te traigan de vuelta antes de que lleguen.

    — Eso confirma lo que creí — la joven empezó a tener esa idea tras ver la reacción de la mujer — Soy la única que cuenta con un nano rastreador.

    — Así es, Sky — la mujer le respondió a su cuestión — Tú, Arick y Azel son los únicos que tienen uno. Noak y Gina se negaron a ponerle el nano rastreador a Cade y a Hana.

    — ¿Y qué hay de Kite? — la chica preguntó por su hermano adoptivo.

    — La idea era colocarles el rastreador siendo pequeños para que no lo supieran — la mujer le explicó el motivo a la chica — Kite fue adoptado cuando tenía cinco años. Era imposible hacerlo sin que se diera cuenta. Por eso él no cuenta con uno.

    — Eso quiere decir que no habrá manera de que encuentren a Gina y a Hana — Sky empezó a pensar las cosas de un modo pesimista.

    — No de la misma forma en que nos encontrarán a nosotros — Alicia le contestó a la adolescente — Pero estoy segura de que algo se nos va a ocurrir.

    Algo apenada puesto a que todo eso quería decir que, si Gina y Hana no eran traídas de regreso al planeta Yarlem pronto, el rescate podría darse sin que ellas estuvieran presentes, cosa que no caería nada bien para Noak si es que este se encontraba entre los soldados que hubieran partido en la misión. La joven Delleo dejó salir un suspiro para mostrar su ansiedad por el hecho de que Hana, una niña con la que ella había jugado un par de veces en el pasado, no estuviera allí.

    Winter, en un intento de tratar de calmar a quien fue su compañera de encierro, tocó la mano de Sky de forma suave. No dijo nada hasta que ella le dirigió la vista.

    — Descuida, estoy seguro de que todo va a salir bien para tu amiga — Lakor lo dijo con una sonrisa — Recuerda que esta gente nos quiere trabajando para ellos. Seguro las traerán a ambas muy pronto.

    Por el gesto de cariño y las palabras de consuelo dadas, Sky sonreía un poco tranquila a Winter. Para mostrarle la gratitud por tratar de hacerla sentir mejor, la chica sujetó la mano de su compañero, como señal de que tenía en cuenta esas palabras dichas por él. Artem miró atentamente como su amigo y la chica que este estaba conociendo hace muy poco se sostenían y se sonreían. Estaba claro de que todo era para tratar de subirse la moral, pero luego empezó a creer que podría haber algún otro motivo detrás de eso.

    Winter y Sky seguían sujetándose y sonriéndose sin siquiera darse cuenta de ello. Cuando ambos estaban dispuestos a soltarse, la chica, en un acto inconsciente, entrelazó sus dedos con los de él. Eso fue algo de lo que Winter sí pudo percatarse, y al ser tomado con la guardia baja, se sonrojó casi instantáneamente. A raíz de la vida que había tenido en el planeta Tralio, tanto antes como después de la aparición de sus habitantes, no tuvo tiempo para tener esa clase de conducta con ninguna de sus compañeras. Por eso mismo, su reacción no fue otra más que la de apenarse un poco. Al verlo, Sky se dio cuenta de lo que había hecho. Apartó su mano rápido, alejándola de la de él, para luego voltear la vista hacia otro lado mientras su cara se ponía igual que la de su compañero.

    — ¿Por qué hice eso? — pensaba para sus adentros — No lo noté al momento.

    Mientras la chica empezó a hablar con Alicia en un intento de hacerla sentir mejor respecto de la situación, Winter empezó a mirar a Artem. Quería ver si el novio de su hermana se había percatado de aquel gesto, y cuando vio una sonrisa en su rostro, se dio cuenta de que así había sido. El joven Lakor temía por el hecho de que pudiera abrir la boca en el momento en el que pudieran volver a ver a sus familias, algo con lo que él contaba.

    Mientras en aquella mesa se vivía esa situación, Abel paseaba por todo el interior de aquella sala, tratando de dar con el ingeniero Nick y con la mujer con quien lo había visto. Sabía que era repudiado por casi toda la humanidad, pero siendo que ninguno de los dos formó parte de la milicia, creyó que quizá no sería tan juzgado por su deserción por parte de él. El no encontrarlo por ningún lado le estaba cayendo mal, ya que eso era un indicador de que podría no encontrarse allí.

    — Maldita sea, Nick — Abel no quería hacerse esa idea — Tu cerebro nos vendría muy bien aquí. Sé que nos van a rescatar, y me gustaría que tu estuvieras con nosotros por si algo grave llegara a suceder. Tú eres dueño de una mente muy hábil para dominar cualquier tipo de tecnología. No puedes estar ausente ahora.

    Una de las mesas por las que el anciano había pasado fue la mesa de Iker y Jessica. Al momento de verlo pasar por delante suyo, el joven Evanson imploró para que Abel no deseara sentarse allí. El odio que sentía hacía él, el cual aumentó tras enterarse de su verdadera identidad, era inmenso. La única razón por la que no le había hecho nada era el miedo a las posibles represalias por parte de los soldados de la Sociedad Galáctica. Fuera de eso, su ser se moría de ganas por darle una paliza.

    — Sigue caminando, viejo decrépito — Iker no temió levantarle la voz, asegurándose de que llegara a sus oídos.

    Abel había escuchado esas palabras, pero sabiendo lo odiado que era por toda la humanidad, optó por no darle la satisfacción de responder ante los insultos. Se limitó a seguir caminando en busca de su objetivo, mientras que Iker y Jessica veían que todavía quedaba un lugar disponible en la mesa que ellos habían elegido para sentarse.

    — Se ha ido — Jessica le informó a su compañero — Menos mal. Lo que menos quiero es ver a ese monstruo ocupando un lugar junto a mí.

    — Las cosas que nos han contado no alcanzan para describirlo — Iker le comentó a su amiga — A todas sus características negativas hay que añadirle que también es un cobarde. Solo espero que, para cuando tengamos las armas nucleares construidas y podamos salir de aquí, este viejo no venga con nosotros.

    — Eso ni soñarlo — su compañera compartía ese deseo — Ha vivido durante años estando escondido entre los humanos del planeta Edagr. Eso quiere decir que es problema de ellos, no nuestro.

    — Aunque estoy seguro de que algunos entre los nuestros amarían ser capaces de darle una paliza — el joven Evanson pronto consideró esa opción — Nosotros nacimos en el espacio y nunca experimentamos lo que era vivir en el planeta Tierra. Pero estoy seguro de que todos los que vivieron en ese planeta querrían obtener un pedazo de él.

    — Oh, no te das una idea, chico — les contestó un hombre sentado junto a ellos, que era uno de los militares que estaba con ellos — Yo vivía en la Tierra. Era mucho más hermosa de lo que las fotos y videos que ustedes hayan visto son capaces de mostrar. El impacto psicológico que me ocasionó el haber abandonado mi hogar para vivir a bordo de un navío insulso fue inmenso. Créeme que, si tengo la oportunidad, le daré al menos un golpe a este malparido. Él es responsable de que perdiéramos nuestro hogar.

    Mientras todos los integrantes de esa mesa estaban distraídos mirando al ex líder del país otrora conocido como Black Meteor, varios miembros del ejército de la Sociedad Galáctica empezaban a salir desde atrás de las tres puertas interiores que tenía dicha sala. Estos estaban arrastrando carros pequeños que se movían mediante ruedas en la parte de abajo. Por encima tenían bandejas repletas de platos en los que se podía ver un trozo de carne cocinado del cual todavía salía un poco de humo, junto con algunas botellas de vidrio que contenían un líquido de color rojo, el cual todos asumieron que sería un reemplazo para el agua.

    Los yarlemianos y velivinos empezaban a servir los platos y los vasos, sin ninguna especie de utensilios o servilletas, en las mesas en donde se encontraban sentados todos los humanos. Y durante el tiempo que tardaron en darles ese servicio, Tauvim, uno de los líderes de la Sociedad Galáctica, hizo acto de presencia. El velivino esperó a que todos los humanos tuvieran su ración correspondiente, y una vez que los vio empezar a degustar su alimento, optó por decir unas palabras.

    — Esperábamos contar con más de ustedes el día de hoy — a través de unos parlantes escondidos a la vista de los humanos, se podía escuchar su voz resonar por toda la sala — Dado a que no están todos aquí hoy, pueden repetir comida o bebida si lo desean. Una vez que hayan terminado, los llevaremos a su estación de trabajo, y allí daremos comienzo con el proceso de fabricación de las armas nucleares que tanto nos hacen falta… Les aseguro que nadie aquí se arrepentirá de haber elegido prestarnos su ayuda el día de hoy. No puedo decir lo mismo de aquellos que hicieron lo contrario.

    Dichas palabras dichas por el líder no cayeron muy bien en Alicia ni en la joven Sky. Si bien no parecía sonar enojado en lo más mínimo al hablar, sabían que eso iba dirigido hacia aquellos que eligieron no entrar con los demás para colaborar en el proyecto que tanto quería llevar a cabo la Sociedad Galáctica. A la preocupación de que Gina y Hana no estuvieran allí al momento de que un posible rescate tuviera lugar, se le sumaba el miedo a que alguna especie de castigo les esperara por no haber mostrado solidaridad alguna con los miembros de dichas especies.

    La mujer y la joven comían lo más despacio que podían, tratando de dejar de lado esa preocupación que sentían por sus amigas, buscando algo en lo que aferrarse para tener esperanza de que no les harían ningún daño innecesario.

    — Que el universo nos ayude, Gina — Alicia pensaba con tristeza en ella — ¿Por qué no entraste conmigo y con Sky?

    […]

    — ¿No es un error? — Noak le preguntó con un poco de ansiedad al robot que viajaba con ellos — No pienso aceptar que una máquina capaz de procesar millones de bits por segundo se equivoque.

    — He comprobado esta información unas tres veces antes de revelarla — fue lo dicho por Xorxaik, ante el reclamo del soldado — Temiendo que mis sensores pudieran tener una falla, también los sometí a varios diagnósticos que no arrojaron error en ningún momento — tras ver una exhalación de alivio en el rostro de Noak, el robot decidió repetir lo dicho previamente — Con base en las posiciones que he estado obteniendo del nano rastreador de Sky, es correcto asumir que se encuentra hace más de cinco horas en el mismo sitio. Posiblemente un planeta.

    — ¿Está en movimiento? — Ace, quien estaba en la sala, quería saberlo todo al respecto.

    — Sí, y son movimientos constantes, pero lleva tres horas moviéndose en distancias inferiores a los setecientos metros — Xorxaik lanzó una información muy esclarecedora.

    Apenas había transcurrido un día desde que la exploración partió desde el planeta Edagr. Ace, Natasha y Noak permanecían en la sala de comandos en compañía de Xorxaik mientras que Faron y Allecreod se encontraban descansando.

    El anuncio de Xorxaik tras haber recolectado la información necesaria para poder afirmar que Sky no se encontraba moviéndose grandes distancias tal y como lo venía detectando en los instantes anteriores les arrojó una luz de esperanza a todos ellos. Sabían que Xorxaik no lo diría tan pronto detectara un cambio en los patrones de movimiento, pero incluso así les parecía que era algo demasiado bueno para que fuera verdad, y por esa misma razón se lo estaban tomando con pinzas pese a que sonaba como si fuera una buena noticia.

    — Dime, Xorxaik, tengo una pregunta — Natasha pronto recordó algo que debía estar al alcance del robot — Tienes en tu memoria varios archivos que contienen datos de los planetas estudiados por los edagrianos. ¿De casualidad no tendrás algo de información para brindarnos acerca del sector del universo en donde se encuentre Sky?

    — He buscado en mis bancos de datos todo tipo de información antes de darles esta notificación — el robot les respondió a los tres soldados, con algo que no era muy alentador para ninguno — Por lo que se ve, este sector del universo no parece haber sido de interés para Hark. O tal vez, nunca lo encontró en sus observaciones.

    — Bueno, si la especie que está detrás de todo esto proviene de un sector como ese, podemos concluir que no tiene nada que ver con el misterio de la Gran Catástrofe — Ace creyó que eso les serviría para descartar una hipótesis más adelante — Aunque primero hay que confirmar más datos.

    — Sea como sea, tenemos la ubicación de toda nuestra gente — Natasha tomó las manos de Ace, con algo de alegría y esperanza tras las noticias recibidas.

    — No, no de toda nuestra gente… — Noak lo dijo con su voz en un tono muy bajo — Solo de Sky. Tenemos que rogar para que Gina, Hana, Alicia, Nick y los demás se encuentren con ella. No solo eso, sino que permanezcan con ella hasta que pasen estos cuatro días. Más importante aún, que no se les ocurra moverse de su lugar.

    Ace y Natasha compartían la preocupación de su compañero en el momento en el que dejó salir de su boca esas palabras. En su alegría por tener noticias de aquellos que habían sido capturados para ser llevados lejos, no tomaron en cuenta que cabía la posibilidad de que la única persona a la que pudieran encontrar al llegar a su destino podría ser Sky. Tenían fe de que no sería la única, pero una parte escéptica dentro de ellos les decía que las cosas no podrían ser tan fáciles.

    — Comandante, ¿desea que notifique a la comandante Gwyn Fairin acerca de este hallazgo? — el robot le hizo esa pregunta a quien tenía la autoridad en aquel grupo — Todavía no han llegado mensajes suyos pidiendo una actualización de la misión. Pero la probabilidad de que lleguen siempre está.

    — No quiero que le digamos nada que pueda darle esperanzas — Ace pensó seriamente en la forma en que sus amigos podrían reaccionar ante esa noticia — Si algo llega a suceder durante estos cuatro días de espera, podrían salir bastante lastimados tras haber elevado sus expectativas. Lo mejor será mantener la discreción en todo momento. Hasta que no tengamos a como mínimo un humano de regreso con nosotros, limítate a decirle lo siguiente: “estamos reduciendo la distancia entre ellos y nosotros”. Es la única parte de la verdad en todo esto que encuentro que podemos decirle sin lastimarla ni a ella ni a Thomas.

    — Registrado para comunicarlo.

    Noak miró con una ligera molestia al comandante Lakor por haber dicho esas palabras. No iba a lanzar una queja alguna contra él ya que, de manera oficial, él era solamente un invitado a cooperar con la división de Exploración y Rescate del ejército, y no le correspondía realizar esa clase de críticas. Pero eso no quitaba el hecho de que no le gustara que Ace hiciera a Xorxaik mentir acerca de lo que debía responder tan pronto como ella o Thomas pudieran preguntar.

    — Si me hubiera quedado atrás, esa es la respuesta que me habrías dado — Noak no lo veía con buenos ojos, pero no dejó salir sus pensamientos — Su hija fue secuestrada, Ace. Ellos merecen saber la verdad en todo momento. Ocultarles la información real de lo que está pasando no me parece correcto. Además, esto quiere decir que a Cade también le llegará este mensaje. Él no tiene ni la menor idea de que hay una posibilidad de que en tres días más pueda llegar hasta su madre y su hermana. Creí que alguien con tu historia comprendería mejor el valor de la honestidad en esta clase de situaciones.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos amigo, he aprovechado un rato que tenía en el trabajo (por suerte donde estoy ahora me puedo traer el pc y leer :dancecat:) y he leído el capítulo. No me alargaré mucho con el comentario, pero déjame decirte que estuvo bueno tener varios povs. Iré directo al grano.

    El comienzo nos muestra a Arick recibiendo en la habitación a Ace y Natasha. Sus padres aprecian la obediencia del joven pero están allí para, principalmente, decirle a qué secciones puede ir de la nave y a cuales no. Arick no rechista, momento en el que Ace recibe un mensaje de Xorxaik para reunirse, dejando a Arick con la curiosidad. En la sala de comandos nos encontramos al resto del grupo principal (Noak, Faron, Xorxaik, Allecreod...) hablando acerca de lo que ha descubierto Xorxaik, y es que hasta que la nave de los secuestrados no esté quieta en algún lugar o planeta por cuatro días, no podrán alcanzarla. Esto pone bastante nervioso a Noak, que lógicamente no se siente bien teniendo a su mujer e hija secuestradas.

    Barajando muchas teorías, entre ellas la posibilidad de que estén experimentando con los secuestrados, trae un flashback en el que se descubre que las máquinas que usaba Tzorkun y ese gas que anulaba la voluntad de cualquiera fueron finalmente destruidas por Ace y los demás, al considerarlo más peligroso que beneficioso. Y bueno, personalmente lo entiendo, aunque creo que mantenerlo habría sido útil para algunas cosas. Pero su destrucción tampoco es un drama. Tras esto, regresando al presente, la lluvia de teorías sobre que podría estar sucediendo con los secuestrados deja a Noak bastante preocupado, mientras Allecreod se dice para sí mismo que está cansado de ser testigo de las desgracias ajenas y que daría su vida por los humanos (gesto sorprendentemente bonito de alguien que antaño fue un enemigo :nice:). Allecreod, hermano, si tienes ganas de que te pasen desgracias, te presto mi vida unos meses y así me liberas de ciertas cargas... angrysnake

    De ahí pasamos a otro pov, en el que vemos a Artem, Winter, Sky, Alicia y Abel sentados en la misma mesa. Al parecer, la ausencia de Gina y Hana preocupa a sus amigos, además de que tener a Abel al lado no es plato de buen gusto. El ex líder de Black Meteor es echado de la mesa mientras Sky y Winter comparten un momento un tanto íntimo que no escapa a los ojos de Artem... Y bueno, amigo, ya déjate de joder. Ya veo que Winter y Sky va a pasar, está bien, pero espero que esto solo signifique que se viene el prime de Arick. ¿No dicen que después de que te rompan el corazón te apuntas al gym y te pones mamadísimo? Eso quiero para Arick. Su primo le quitó al amor de su vida, al menos haz que sea tremenda beast como soldado, que las pibitas le lancen sostenes cuando él pase y que además pueda reírse de Sky cuando ella le vea rodeado de modelos posando para un calendario benéfico de soldados humanos. Dame eso, amigo. :eye:

    Y finalmente, parece que la distancia se está acortando entre la nave de los protas y la nave de Cerv y Siban. Bien, ojalá se queden en ese planeta por más tiempo. Entiendo que Ace no quiera dar esperanzas por el momento a Gwyn y Thomas, no sé porque Noak no entiende eso. No es mentir, sino ocultar información y a veces eso es mejor para no hacer daño o generar falsas ilusiones. Dale, Noak, que se te puso cara de rompe pelotas y temo que hagas alguna cagada. Relájate, sé un tipo chill de cojones. :yagami:

    En fin, amigo, Nos vemos a la próxima. Un abrazo y cuídate mucho.
     
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  5. Threadmarks: No te equivoques – Parte 2
     
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Ciencia Ficción
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    16
     
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    7783
    Saludos. Llegó la hora de publicar el siguiente capítulo de esta historia. Ahora que los povs ya se han empezado a mezclar, se vienen capítulos que irán escalando un poco más alto hasta que lleguemos al clímax.

    Quiero agradecer como cada semana a mi gran amigo Manuvalk por el tiempo dedicado a leer y comentar esta historia. Me alegra que el capítulo anterior le gustara, y el comentario que dejó ciertamente me alegró la tarde de una manera peculiar XD :) Espero que a medida que sigamos avanzando, los capítulos futuros le sigan gustando.

    También aprovecho para decir que he actualizado guía de personajes y cronología al capítulo actual, luego de posponerlo por mucho tiempo.

    Sin más para decir por ahora, les dejo el capítulo.


















    No te equivoques – Parte 2:

    — Ahora que son menos que antes, pueden elegir con quienes compartir sus habitaciones — la voz de Cerv se escuchaba en los parlantes ocultos de la nave.

    Gina apretó la mano de su hija con fuerza, y ambas sonreían por la noticia que acababan de recibir. No les gustaba estar en ese lugar, y de haber sabido que Sky, quien era una clave para su rescate, se había adentrado a la nave que habían dejado en el planeta Yarlem, Gina hubiera dirigido a su hija hacia ese mismo sitio.

    Sin más remedio que aceptar que debían estar allí, dada la brusquedad con la que los soldados de la Sociedad Galáctica los trasladaban, madre e hija fueron llevadas por la escolta de varios soldados hacia las habitaciones disponibles. Ambas cruzaron la puerta y vieron que el sitio en el que tendrían un lugar contenía un total de dos camas, siendo una para cada una. Hana fue a sentarse a una de ellas, mientras que la mujer y soldado de la división DCT detuvo al soldado antes de que abandonara el lugar.

    — Discúlpeme — Gina temía hacerlo enfadar — Me he arrepentido de estar aquí. Quisiera regresar y trabajar en la fabricación del arma nuclear.

    — Eso es algo bueno — el soldado le dio la espalda — Porque regresaremos en cuanto todos se sientan igual. Me alegra que ya se haya convencido alguien más.

    Cerró la puerta tras haber abandonado ese lugar, dejando a la mujer y a su hija encerradas del todo allí dentro. Gina, viendo la mala decisión que había tomado al respecto, se fue hacia la cama en donde estaba su hija, para así poder sentarse al lado de ella. Agradecida de que, por lo menos, podría estar junto a ella en ese momento, la mujer pasó su brazo por detrás del hombro de la pre adolescente, y luego la acercó a su cuerpo.

    — Mamá, ¿por qué estamos aquí si te arrepentiste tan pronto? — Hana no lo comprendía.

    — Me equivoqué, cariño — Gina le contestó con algo de pena — No debimos habernos separado de Alicia y Sky.

    Un enorme arrepentimiento invadía a la mujer, quien sentía que por su decisión precipitada había arruinado su oportunidad de ser rescatadas si el regreso al planeta Yarlem no se daba a tiempo antes de que el grupo de rescate pudiera alcanzarlos. Estaba segura de que sus amigos, y sobre todo Noak, nunca la dejarían de buscar hasta encontrarla, pero temía que su vida pudiera correr peligro.

    Con miedo por lo que estaba por acontecer en los siguientes días en los que fuera mantenida lejos de ese sitio, Gina se dedicó a abrazar a su hija para tratar de transmitirle algo de fortaleza. Hana, quien desconocía muchas cosas que sucedían a su alrededor, empezó a sentir un poco de preocupación por lo que pudiera ocurrir, aunque valoraba la presencia de su madre junto a ella.

    […]

    Siban y Cerv se encontraban a solas en la sala principal de la nave, en donde ambos se dividían las tareas de vigilancia y control, tanto de los sistemas principales como motores y propulsores como así también de los propios seres humanos. El aviso estaba dado, y el rumbo estaba fijado para que todos se dirigieran al planeta en donde la Sociedad Galáctica vivía tras haber perdido a Yarlem y a Veliv en las manos de Casseirem.

    Las cosas cambiaron en el momento en el que uno de sus soldados ingresó sin anunciar su llegada a la sala. Ambos enviados, que pronto se convertirían en líderes, lo miraron esperando a que explicara su presencia en ese lugar. Este se aproximó a Cerv, el velivino, quien se encontraba realizando tareas para monitorear a los seres humanos.

    — Creo que deberíamos mantener vigiladas a estas dos humanas — decía mientras con su dedo señalaba el monitor que mostraba la imagen de Gina y Hana.

    — ¿A qué se debe eso? — Cerv tenía mucha curiosidad al respecto.

    — No pasó mucho tiempo, pero ella ha pedido ser llevada al planeta Yarlem para cooperar con nosotros — le contestó el soldado, un velivino como él — Creo que hay algo raro en eso.

    — Tuvo su oportunidad para empezar a trabajar y brindarnos su ayuda — Siban empezaba a notarlo — Pero tan pronto como la traemos aquí, se arrepiente de no haberse quedado. Algo raro está pasando.

    — Gracias por notarlo y por informarlo, lo tomaré en cuenta al momento de vigilar — Cerv tenía en mente poner sus ojos en ambas prisioneras — Tal vez no sea nada, pero sería conveniente estar seguros de eso.

    Tras darle su gratitud al soldado por haber reportado algo que le pareció fuera de lo normal, Cerv le dio el permiso para que se retirara. Este se apartó sin decir nada más, dejando en la sala a los dos líderes del grupo en ese momento, quienes pronto recibirían un ascenso en su posición tras el cumplimiento de una misión que dio inicio hacía ya muchos años.

    — Cuando lleguemos a casa, seremos líderes — Siban no podía esperar a que el día transcurriera lo más pronto posible — Solo un día nos separa de nuestra ceremonia.

    — Se hizo esperar, compañera — Cerv estaba feliz por él y por ella también — Casseirem se encargó de aplazar todo esto. Si él no hubiera aparecido, tú habrías logrado tu ascenso en tres años más y yo en cinco…

    — Sé que ese bastardo sigue con vida, y merodeando el universo — la mujer yarlemiana no dudaba de ello — Pese a sus esfuerzos, seré líder para cuando lo volvamos a ver. Como una civil me expulsó de mi mundo, pero como una líder me encargaré de sepultar su leyenda.

    Ambos se empezaban a imaginar lo diferentes que serían sus vidas, incluyendo también las de todos los miembros de la Sociedad Galáctica, en el momento en el que tuvieran el nombramiento que tanto habían deseado tener. Aun con ellos ascendiendo al poder, su consejo de liderazgo seguiría siendo integrado por menos de seis personas, como era originalmente antes de que el enemigo apareciera en su mundo.

    […]

    Un día había transcurrido desde que la nave comandada por Cerv y Siban dio inicio a su vuelo para alejarse de Yarlem. Y solo eso bastó para que llegaran hasta el mundo en el que el resto de su población habitaba. Gina, Hana, y el resto de los seres humanos a bordo recibieron la notificación de que realizarían un descenso a la brevedad. Cuando el tiempo finalmente transcurrió y la nave que ambos usaban se adentró a la atmósfera, la noticia fue transmitida a través de los parlantes situados en el interior de la nave.

    En tan solo tres minutos, madre e hija se encontraban en una sala desde la cual se abrió una compuerta, permitiéndoles a ambas en conjunto con el resto de los humanos allí presentes descender a tierra firme una vez más. Al mirar alrededor, vieron que el escenario era bastante lúgubre cuando lo comparaban con el planeta Edagr.

    Suelos grises e inertes debajo de sus pies. El cielo totalmente cubierto por nubes negras desde las cuales se podía observar que estaba cayendo agua hacia el planeta. Cadenas de montañas rocosas de un tamaño colosal impidiendo ver más allá del horizonte, sin una sola capa de nieve para cubrir la fealdad que se podía observar allí. Pero lo que más llamó la atención de toda la humanidad allí presente no era el paisaje tan siniestro, sino la enorme estructura que veían frente a sus ojos.

    Más alta que un edificio de veinte pisos, y tan amplia como el Coliseo ryfier que pudieron ver en imágenes, se erigía ante ellos un arca que permitía a los yarlemianos y velivinos mantener sus vidas en conjunto sin tener que colonizar planetas, de modo que una huida en caso de emergencia fuera posible de realizar.

    — Es inmenso — expresó uno de los hombres de la milicia que se encontraba allí.

    — Es una obra de arte de la ingeniería — Nick, presente allí para contemplarlo, quedó maravillado con la existencia de aquella arca — Estoy seguro de que debe estar equipado con máquinas capaces de generar oxígeno. Eso quiere decir que tienen la posibilidad de habitar cualquier mundo al que deban escapar.

    — Esto es todo a lo que Casseirem los habrá empujado — la esposa del ingeniero creía que esa era la razón de su existir.

    Cerv, Siban, y todos los soldados de la Sociedad Galáctica que habían descendido, mostraban sonrisas en sus rostros tras haber escuchado esa conclusión de parte de una de las humanas. Creyeron que esas palabras podrían tener un impacto en todos los demás, y así hacerles dar cuenta de forma definitiva de la gravedad que representaba la amenaza de Casseirem para todos ellos.

    Un tercio de los soldados que estaban en el suelo planetario se adelantaron al grupo de seres humanos, comenzando así con su escolta hasta la entrada de aquella gran estructura. Siban y Cerv, prontos a recibir su tan deseado ascenso, decidieron darles una pequeña charla para que se anticiparán a las cosas que verían allí.

    — Esta es nuestra nave arca — el velivino tomó las primeras palabras — Ofrece bastantes comodidades, pero no se compara a la vida que puede ofrecer un planeta.

    — Es la única forma de mantenernos preparados para una aparición de Casseirem — Siban trató de agregar más dramatismo a lo que los rodeaba — Las ciudades de nuestros mundos eran espléndidas, pero sus enormes tamaños nos impidieron salvar a los nuestros cuando se produjo el ataque, dejándolos a merced del mismísimo demonio.

    — Véanlo bien, humanos — Cerv lo decía con bastante molestia en su tono — Este es el futuro de su especie si Casseirem aparece en su planeta. Un monstruo como él es superior a todo lo que han enfrentado antes. Si no quieren pasar el resto de sus vidas en un arca como esta, lo mejor sería que cambiaran esa actitud tan quejumbrosa y aceptaran nuestra oferta. Tendrán tiempo suficiente para reflexionar acerca de todo esto. Nos vamos a asegurar de ello.

    Gina, Hana, Nick, y el resto de los humanos que rechazaron la propuesta de quedarse en el planeta Yarlem para dar inicio con la fabricación de las bombas atómicas que los enviados de la Sociedad Galáctica querían construir, fueron escoltados hacia la entrada de aquella nave arca, tal y como el velivino la había descrito.

    Un ruido desde detrás les llamó la atención, y al darse la vuelta, vieron con sus propios ojos como la nave que los había trasladado de un mundo a otro, se elevaba para acercarse por la parte superior al arca. La altura de dicho edificio era tal que no les permitió ver en dónde se había situado, pero todos asumieron que en el techo posiblemente se encontraría una plataforma que permitiría a dicha nave ingresar hacia el interior, demostrando así la diferencia de tamaño entre una y la otra.

    Habiendo guardado su vehículo espacial en un sitio seguro, una compuerta gigantesca se levantó ante los ojos de todos los humanos presentes allí, dándoles el acceso a lo que era el arca construida por la Sociedad Galáctica. Quienes entraron primero fueron los soldados del frente, dejando a los humanos para ser los siguientes, y finalmente, el último grupo de soldados de la Sociedad Galáctica. Pese a lo que todos habrían creído, el lugar tenía muy poca iluminación, al punto que unas pequeñas luces blancas que alumbraban muy poco era todo lo que había allí dentro.

    — Es imposible que esto no sea intencional — Nick pensó en que quizá todo eso era parte de un plan de disuasión.

    — Tal y como lo hacíamos con nuestras ciudades, esta arca también se divide en varios sectores — Siban habló en voz alta, produciendo un eco en todo el sitio — Este lugar corresponde al sector de los criminales. Muy pocos de nosotros tienden a causar problemas dada nuestra situación tan desesperada, pero la necesidad de construir este sector fue una realidad en su momento.

    — Es el sitio perfecto para dejarlos a ustedes — Cerv complementó, demostrando un ensayo en sus palabras en coordinación con las de Siban — Los que se quedaron en Yarlem para colaborar son personas empáticas o con el suficiente sentido común para ver el peligro que representa Casseirem. Ustedes son personas más difíciles de convencer, y, por lo tanto, no son dignos de vivir con nosotros en la Sociedad Galáctica.

    — Les asignaremos celdas compartidas a varios de ustedes, y les llevaremos comida dos veces al día — la yarlemiana les explicaba cómo sería su cronograma — Tendrán un total de tres oportunidades para ir al baño comunal, en donde los llevaremos en turnos. Esa es la vida que les ofreceremos mientras estén en nuestra arca sin ser miembros de nuestra Sociedad.

    — Cambiarlo todo dependerá de ustedes — Cerv les comentó la salida sencilla — Tan pronto como todos estén de acuerdo, serán llevados a Yarlem para ser puestos a trabajar. Mientras tanto, se quedarán aquí. Iluminaremos el sitio para poder tenerlos vigilados.

    Siendo escuchado por los trabajadores que se encargaban de llevar a cabo las tareas de monitoreo constante en el interior de dicha arca, las luces que se encontraban allí se encendieron abruptamente, ocasionando una ceguera temporal a los humanos tan pronto como sus ojos recibieron toda esa luz. Fue allí que el sitio se pudo ver con mayor claridad por todos ellos. El lugar estaba conformado por un total de dos pisos donde lo único que había eran paredes con puertas que daban entradas a lo que serían las celdas para los prisioneros. Los humanos querían divisar con la mirada la puerta que les daría acceso al baño comunal, pero no había ningún detalle que diferenciara una puerta con las dos que tenía a su costado o bien en un piso superior o inferior dependiendo del caso.

    Gina pronto se dio cuenta de que quizá podría tener una oportunidad de regresar a Yarlem tras lo dicho por Siban. Si todos iban a ser llevados a los baños comunales en turnos, ella podría hablar con todos los humanos allí presentes acerca de la importancia de regresar lo más pronto posible al planeta en donde se habían llevado a los demás soldados.

    — Disculpen… — Gina empezó a hablar tímidamente — ¿Iremos todos juntos a los baños comunales? ¿O nos van a dividir en grupos?

    Cerv y Siban se miraron con cierta preocupación tras escuchar la pregunta de aquella humana. Desde que recibieron el aviso de uno de sus soldados de su extraño y repentino cambio de opinión acerca de no haberse quedado en Yarlem, sospecharon que ella no lo preguntaba de forma inocente, sino intentando ganar una pequeña ventaja. La expresión que ponían en sus caras decía más que cualquier palabra, y fue eso lo que los llevó a tomar una decisión.

    — Cuando dije que serían llevados en turnos, me refería a que iríamos celda por celda asignando sus tiempos para acudir a ese sitio — Siban tuvo que improvisar para darle su respuesta — No deben preocuparse por eso, serán nuestros guardias quienes les indiquen en qué momento del día tienen su oportunidad para hacerlo.

    La mujer se dio cuenta de que sus esfuerzos serían en vano, puesto a que solamente sería capaz de comunicar la información pertinente al rescate entre aquellos que compartieran la misma celda en la que ella fuera puesta. Una expresión de desgano se formó en ella, quien se resignó a pensar que su tiempo para irse de ese lugar iba a depender exclusivamente de todos los humanos capturados y aprisionados allí.

    Aliviados por el hecho de que no preguntara nada más, los dos enviados de la Sociedad Galáctica les dieron a sus soldados las indicaciones para poder asignar una celda a todos los presentes allí. Habiendo cumplido ya con su deber, ambos se marcharon hasta el final de la sala, en donde la compuerta del sector se abrió, permitiéndoles así la salida de la zona de celdas y el poder irse a recibir el ascenso que se les había prometido por haber cumplido la misión.

    Gina y Hana fueron tomadas por tres soldados, quienes recibieron la orden específica de no encerrarlas con nadie más. En el camino hacia sus celdas, madre e hija vieron como la Sociedad Galáctica destinaba a cuatro, cinco y, en algunos casos, seis humanos en las mismas celdas, mientras que a ellas dos las colocaron en un lugar aislado de todo el resto. Cuando la puerta se cerró detrás de ellas, las dos pudieron ver que el lugar en donde fueron encerradas solamente contaba con dos camas separadas a dos metros en un cuarto de tamaño diminuto para caminar, pero bastante amplio en altura.

    Las dos camas eran de madera, y cada una contaba con un colchón con espacio sobrante para cualquier soldado de la Sociedad Galáctica que pudieran haber observado hasta el momento. Hana, sin tener más opción ante la carencia de cualquier otro objeto o comodidad en el lugar, simplemente se tiró sobre una de las camas, para luego de eso lanzar una mirada algo extrañada a su madre, quien no dejaba de mirar en todas las direcciones.

    — Mamá, ¿qué estás buscando? — Hana quería ver si podía ser de ayuda.

    — No estoy buscando nada, Hana… — Gina no quería comprometerla — Solo estoy mirando este lugar y comparándolo con las cárceles en las cuales encerramos a nuestros criminales.

    Hana no se creyó para nada las palabras de su madre, y estaba a punto de cuestionarla por eso, hasta que se dio cuenta de lo que podría estar sucediendo de verdad.

    — Mamá está buscando cámaras — la chica pensó, creyendo que no habría otra respuesta para su conducta — Será mejor hacer de cuenta que no tengo idea de nada.

    Tal y como la chica de doce años había asumido, Gina se encontraba buscando el lugar en busca de alguna cámara oculta. Las paredes eran metálicas y grisáceas, casi muy parecidas a las que había en la nave que se encargó de llevarla tanto a ella como a su hija. Pero sabía que estaban bajo una observación. La mujer quería resolver una inquietud que la estaba consumiendo bastante.

    — ¿Será que se han dado cuenta de que yo sé que hay una oportunidad de que nos rescaten? — la soldado no podía evitar pensar en que quizá había cometido alguna clase de error que había delatado su conocimiento en algo que el resto ignoraba.

    […]

    — Ha sido una buena jornada de trabajo — Tauvim se encontraba reunido en una sala pequeña y con baja iluminación, acompañado de aquellos que aseguraban que sabían cómo armar una bomba con las características que ellos requerían y también por un par de soldados más.

    El que tenía el rol de ser un líder de la Sociedad Galáctica se encontraba protegido detrás de un cristal blindado, mientras sus soldados se encontraban de pie detrás de los hombres que sabían cómo llevar a cabo la construcción de un arma de destrucción masiva. Tras haber pasado sin problemas el cuarto día de trabajo al que los habían sometido, al velivino le dieron deseos de realizar una reunión de rutina con aquellos expertos.

    — ¿Qué tanto tiempo necesitan para completar la primera? — preguntó tras su alabanza.

    — Mire, Tauvim… — uno de los expertos estaba algo nervioso — Si bien, este laboratorio tiene lo que precisamos y la tecnología adecuada para trabajar de forma segura, la gente que tenemos para trabajar aquí no está capacitada.

    — Eso no ha respondido a la pregunta que te hice — Tauvim quería una respuesta directa.

    — Nos tomaría un mes si pudiéramos contar con gente capacitada para esto… pero en vista de que no la tenemos, yo creo que podría tardar alrededor de unos cinco meses — respondió nuevamente, pero con la voz algo temblorosa.

    — Yo comprendo que no todos pueden ser expertos en todo — el velivino no daba tranquilidad, pese a que sus palabras querían expresarlo — Pero ustedes son una raza que perdió su mundo de origen. Nuestra Sociedad Galáctica tomó la decisión de enseñar a todo el mundo, sin importar su edad, los conocimientos básicos para dominar el viaje espacial y la fabricación de armas, junto con las técnicas más avanzadas de supervivencia. Sabíamos que iba a ser imposible que los doscientos humanos que hubiéramos recogido de sus mundos tuvieran una idea acerca de este tema, pero teníamos fe de que un tercio de la población supieran lo que estuvieran haciendo.

    — Lamento mucho que nuestra especie y la de ustedes no se desenvuelva de la misma manera en el fin del mundo — fue lo que expresó el hombre que hablaba en representación de los demás — Pero cuando quedamos sin un mundo en donde vivir, es mucho más complicado enseñarles a los demás acerca de cómo construir una bomba atómica. Si fuera tan sencillo, seguro ustedes ya lo habrían solucionado.

    — Bueno, te pregunté cuanto te iba a tomar construirla, y tú me respondiste cinco meses — Tauvim se sintió ofendido por esa última declaración del humano, por lo que retomó la conversación en su punto de interés — ¿Qué crees que pueda hacer para acelerar el proceso? El tiempo es valioso. Y preferiría estar preparado si una pista de Casseirem llegase a aparecer.

    — Bueno, para acelerar el proceso nos hará falta mucha más mano de obra… — el humano lo vio como una oportunidad de interceder por los suyos — Pero no de aquellos que habitan en Edagr. Si pudiera traernos a más humanos que se encuentran habitando el Tralio, estoy seguro de que sería factible para nosotros acelerar el proceso.

    — ¿Cuánto? — Tauvim no tenía interés en hacer algo como eso, y se esforzó en ocultarlo bien.

    — No… es imposible de cuantificar — el experto en ingeniería nuclear y armamentística no quería hacer promesas — Dependerá de quienes se encuentren con vida al momento en el que ustedes lo rescaten. Y en qué estado mental…

    — Pensaré en otra solución — Tauvim decidió cortarlo allí — Como ya te habrán dicho Siban y Cerv, el salvar a más humanos en su mundo requeriría que enviáramos más tropas al planeta Tralio. No vamos a iniciar un conflicto con seres que no se han metido con nosotros. Mucho menos si no son capaces de darme una estimación que me deje satisfecho. Si las personas que están aquí no están capacitadas, entonces capacítalas. Conviértelas en elementos útiles para el trabajo. Eso es todo lo que tengo para decirte.

    Sin dar tiempo a una respuesta por parte del orador o de los que lo acompañaban, los soldados de la Sociedad Galáctica que se encontraban en la sala junto a Tauvim y ellos los tomaron y los sacaron rápidamente de la misma, para poder llevarlos hacia el comedor, en donde se encontraban esperando los demás humanos por que se les sirviera una comida tras una jornada laboral más bajo la custodia de Tauvim.

    Estando totalmente a solas, el velivino se quedó bastante pensativo en lo que había conversado con los seres humanos. Le parecía increíble el descaro con el que los expertos le solicitaron un rescate para los suyos atrapados en Tralio. Esperaba que en algún momento alguien se lo implorara, pero creyó que eso tardaría más semanas en llegar. Ver que tan pronto como les dio a entender que su trabajo estaba dándose en buenas condiciones, pero a poca velocidad fue el desencadenante para ese pedido, le hizo pensar sobre si habrían tomado la decisión correcta al ofrecer a la humanidad un puesto en la Sociedad Galáctica en vez de una alianza temporal.

    — Su espíritu tan ventajero es sorprendente, tratando de aprovecharse de nosotros sin siquiera tener el estatus de ser socios nuestros — Tauvim no dejaba de sorprenderse con ese aspecto de los seres humanos — Estoy seguro de que, si estuvieran cara a cara con el propio Casseirem, irían a negociar con él, pese a saber todo lo que les hemos contado.

    […]

    En el salón comedor, la humanidad estaba esperando con ansias por la comida que se les debía servir tras acabar sus tareas. Una vez que los expertos que juraron tener conocimientos en armar las bombas nucleares llegaron, todos creyeron que iban a recibir su ración de comida a la brevedad, pero se llevaron una gran sorpresa cuando ya más de una hora había pasado y todavía no tenían sus alimentos a la mesa.

    Iker, quien se encontraba sentado en compañía de Jessica y otras personas más, se empezó a quejar acerca de su situación.

    — ¡Hey, ¿a qué mierda esperan?! — sus gritos llamaron la atención de los que estaban sentados en mesas cercanos — ¡Hemos trabajado tal y como nos lo pidieron! ¡Les toca alimentarnos, cerdos de mierda! ¡No sé cómo esperan que trabajemos con la panza vacía!

    — Iker, tranquilo — Jessica también estaba molesta, pero no quería caer en provocaciones — Ellos dijeron que nosotros somos una ayuda necesaria. Saben que necesitamos estar bien alimentados si queremos trabajar en condiciones. Tal vez hayan tenido un problema en las cocinas.

    — Si tuvieron un problema, bien podrían haber enviado a alguien a decirlo y no dejarnos con la duda y el hambre — el joven Evanson le contestó — Incluso hasta podrían pedirnos ayuda, que eso no va a matar a nadie.

    — Tal vez ellos tengan un orgullo que proteger — Jessica veía válido el punto de su amigo, y por eso eligió no seguir hablando del tema.

    En una mesa cercana, Winter y Artem vieron esa pequeña escena que había armado el cadete a soldado, sintiendo un poco de pena por el carácter tan reprochable que estaba mostrando. Viendo lo mal que él los estaba dejando parados frente a todos los demás, ambos jóvenes apartaron la vista de él y la centraron en Sky y Alicia, quienes también vieron esa actitud del chico que fue capturado junto a ellos desde la mesa en donde se encontraban.

    — Su amigo es todo un… personaje — Alicia no quería insultarlo abiertamente.

    — Es realmente un incordio cuando se le da la posibilidad — Artem respondió, sin ofenderse por esa manera en que se referían a Iker — Aunque lo hizo sin intención alguna, él fue el responsable de que los traliod nos encontraran en su momento.

    — ¿De verdad? — Sky estaba un poco impresionada con eso — Quiero decir, puedo creerme que él sea problemático. Pero, ¿realmente es para tanto?

    — Oh sí, a Iker no lo puedes dejar sin vigilancia, porque si le das la oportunidad, actúa impulsivamente — Winter recordó la vez en la que lo estaba observando con sus prismáticos a la distancia — Yo espero que en algún momento algo lo haga cambiar para mejor. No le conviene quedarse así.

    — Y si fuera peor, en el camino hasta aquí, le tocó estar encerrado con el infame Abel Hartka — Artem divisó al anciano sentado a solas a un par de mesas a la distancia — Estoy seguro de que un tipo tan despreciable como él habrá dejado alguna huella en él.

    — Abel es un ser que es capaz de sacar lo peor de la gente — Alicia les comentó a los tres jóvenes acerca de una característica del ex líder de Black Meteor — Es bueno que esté en una edad tan avanzada. Independientemente de cómo se desenvuelva toda esta situación con la Sociedad Galáctica y él tenga la suerte de vivir, no creo que dure mucho tiempo con vida.

    Antes de que alguno de los jóvenes pudiera hacer alguna pregunta al respecto al hombre más despreciado en la sala o pudieran cambiar de tema, los soldados de la Sociedad Galáctica hicieron acto de presencia en la sala para poder entregar a los seres humanos el plato de comida que les daban siempre una vez que la jornada de trabajo llegaba a su final. El hambre en varios de ellos era notoria, y estaban ansiosos por la llegada de la comida, tanto fue así que una vez que los platos fueron colocados en las mesas, el silencio reinó en toda la sala, llegando a escucharse nada más que las pisadas de los soldados, junto con alguna persona que masticaba con fuerza al comer.

    Abel Hartka, desde la mesa en la que se encontraba en solitario, no podía evitar tener la impaciencia de un niño pequeño. El hombre ya había manifestado su deseo de ser libre y no tener que trabajar para la Sociedad Galáctica en la construcción de un arma, y por esa misma razón estaba desesperado para poder ser rescatado y sacado de ahí.

    — ¿Por qué les está costando tanto llegar hasta aquí? — maldecía para sus interiores al mismo tiempo que golpeaba la mesa suavemente — Alicia es su compañera, y Sky es la hija de Thomas y Gwyn… ¿Acaso no les importa lo que pueda pasar con ellas? Están demorándose mucho en llegar. Me da igual si me dejan libre para irme al bosque, si me asesinan, o si me dan una condena para quedarme en prisión. Morir sin tener que trabajar como un esclavo a esta edad es todo lo que quiero. Y no pienso darles a todas estas personas que me odian la satisfacción de ver como su odio me orilla al suicidio. No me decepcionen, si es que ganaron la guerra contra los edagrianos, imagino que podrán solucionar este problema.

    Dado el hambre que todos los humanos allí presentes tenían, todos ellos habían terminado de comer en tan solo unos quince minutos. Habiendo recibido ya la cura para el apetito que arrastraban desde que su jornada laboral había llegado a su fin, los soldados de la Sociedad Galáctica les retiraron los platos, para luego dejarles el espacio a los humanos y que pudieran usar el comedor como una especie de sala recreativa para hablar con sus más cercanos antes de que llegara la hora de dormir.

    — Gina y Hana todavía no fueron traídas aquí — Alicia expresó su miedo por lo que hubiera podido pasar con ellas — Sé que dijeron que nos necesitaban para esto, pero tengo miedo de que estén sufriendo algo y que no podamos hacer nada. Ni siquiera saberlo.

    — ¿Cuánto tiempo crees que pase hasta que se de ese momento que me comentaste? — Sky tenía miedo de cometer una equivocación y revelar el hecho de que un rescate podría estar próximo a llegar — Lo que tiene que preocuparnos es que suceda y ellas no estén aquí.

    — Es difícil saberlo, para eso nos haría falta conocer mejor a qué distancia estamos de Edagr exactamente — Alicia creía que decir esas cosas no supondría peligro — Pero estoy segura de que no pasarán más de cinco días a partir de hoy antes de que algo suceda.

    El hecho de que la mujer no pudiera estar tranquila respecto al paradero de su amiga y de la hija que esta tenía, dejaba con algo de tristeza a Sky, así como también a Artem y Winter. En esos días en los que tuvieron que convivir tanto en el trabajo llevado a cabo en los laboratorios como en el área recreativa, los jóvenes Hedrum y Lakor llegaron a tener un cierto aprecio para con la joven Delleo así también con la exploradora Alicia Noble. Ambos estaban enterados acerca del pasado que arrastraba dicha mujer, habiendo perdido a su familia y a un par de amigos importantes, por lo que se veían, en cierta forma, identificados con ella al estar un poco alejados de sus familias en aquel momento, con la diferencia de que sus seres queridos no habían fallecido, o al menos, no tenían confirmación de que eso hubiera pasado.

    Sky, algo apenada por ver que no había forma de saber en qué momento podría darse el rescate, así como tampoco el regreso de Gina y Hana con ellas, tuvo que apartar la vista para tratar de encontrar algo más en lo que centrarse. Fue cuando miró a su derecha que su mirada cruzó caminos con la de Winter. El chico también estaba buscando alguna distracción que pudiera darle algo de alivio en aquel momento, sobre todo porque él deseaba que el rescate llegase pronto para poder interceder por sus seres queridos atrapados en Tralio, tal y como Sky prometió que sucedería. Al momento en el que sus miradas se encontraron, ambos empezaron a sonreírse dado a que rememoraron una conversación que habían tenido el día anterior.

    […]

    Winter, quisiera que tú y yo pudiéramos hablar a solas respecto a algo — Sky interceptó al chico tan pronto como este llegó al salón comedor para la primera comida del día.

    Ambos, durmiendo en habitáculos separados en esa ocasión, fueron de los primeros veinte en llegar, y eso les dio la oportunidad de encontrarse con una sala bastante vacía, en la cual tenían varias mesas a disposición para poder sentarse y charlar sin ser interrumpidos por nadie más. El joven Lakor creyó que era un buen momento, ya que también quería tener una charla con la chica, pero nunca parecía encontrar la oportunidad. Asintió con la cabeza a su petición, y fue por eso que ambos se marcharon a la mesa más alejada de la última que se encontraba ocupada. Los dos tomaron asiento, y fue allí cuando la chica decidió dar inicio a su charla.

    En estos últimos días… bueno, no sé realmente cómo puedo explicarlo — Sky no sabía de qué manera explicarlo y que se entendiera bien — Creo que, por la situación tan particular en la que nos metieron ha podido contribuir a que esto sucediera… Pero creo que tú y yo estamos tratándonos con demasiada confianza. Y no voy a mentirte, realmente me agrada tu compañía. Eres un buen chico, pero yo… no sé cuánto tiempo más podremos estar aquí, y también sé que, si no le ponemos un alto a todo esto, podríamos terminar en un callejón sin salida y terminar de un modo que podríamos herir nuestros propios sentimientos, o peor, los de alguien más.

    Sky, creo que te comprendo — Winter estaba aliviado de que la conversación fuera por ese lado — No puedo ocultar la verdad. Me pareces una chica muy atractiva, y tu compañía ha sido realmente agradable. Pero todo es como lo dices tú, se originó a partir de que nos encerraran juntos. Creo que realmente lo que estamos sintiendo es algo producto de las circunstancias. Tú dijiste que sentías algo por un chico llamado Arick, y yo comparto lo mismo hacia una compañera mía… No estamos pensando en ellos porque ninguno de los dos está aquí, y toda esta situación tan tensa con la Sociedad Galáctica nos tiene concentrados únicamente en el día a día. Si seguimos así, puede que acabemos realmente confundidos. Lo empecé a sentir en el momento en el que sujetaste mi mano de manera tan afectiva. Nunca podría decirte que no me gustó ese momento, pero que me haya gustado no lo hace correcto.

    Me alegra ver que sientes lo mismo que yo, estuve demasiado confundida en estos últimos días, y temía haberte dado a entender cosas que no correspondían — Sky suspiró con alivio al escucharlo decir eso — Creo que este es el mejor momento para que acordemos que lo nuestro quedará así. Seremos dos amigos que se conocieron bajo un contexto un tanto extraño, y que por eso empezamos a sentirnos en confianza el uno con el otro. Pero que todo lo demás que surgió a partir de eso no es algo real. Tú no estás loco por mí, de la misma forma en que yo no estoy loca por ti. Cada uno de nosotros tiene a alguien especial en mente, y es por culpa de esta situación que no lo estamos pudiendo pensar con claridad.

    Qué bueno que eligieras discutirlo ahora, yo quería hacerlo, pero temía que pudiera incomodarte al pedírtelo — el joven Lakor sonreía al mismo tiempo que extendía su mano sobre la mesa — Podemos ser buenos amigos, Sky. Y eso es todo lo que tú y yo llegaremos a ser. Solo amigos.

    Aliviada por haberse quitado de encima unos pensamientos que estaban ocasionándole una confusión ligera que podría terminar convirtiéndose en algo más grande a futuro, Sky estrechó la mano de quien fue su compañero de encierro. Ambos se dieron un fuerte apretón de manos acompañado por una sonrisa, aliviados por tener una preocupación menos en sus mentes con las que tuvieran que lidiar. Estaba claro que ambos habían sentido una ligera atracción cuando se conocieron, y el no tener a sus seres queridos cerca los hizo buscar seguridad en el otro, llegando a provocar que ciertos sentimientos empezaran a surgir en ellos.

    Con la conversación que tuvo lugar por pedido de la chica, ambos acordaron que todo aquello que vivieron a raíz de la convivencia bajo el cautiverio de la Sociedad Galáctica terminaría allí mismo, sin darle oportunidad de avanzar más para interferir con sus sentimientos por personas que se encontraban ausentes.

    […]

    — Esto representa un problema — comentó el comandante Lakor para todos los que se encontraban junto a él — ¿Xorxaik? ¿Puedes confirmar efectivamente que Sky se encuentra allí dentro?

    El comandante de la división de ER del ejército humano proveniente de Edagr se encontraba junto con Natasha, su esposa y subcomandante, Noak, Faron, Allecreod y el robot que este mismo había construido. Su viaje para llegar a la ubicación en la que el ser hecho de metal detectó a Sky había llegado a su fin. Tan pronto como se acercaron lo suficiente como para poder activar las cámaras telescópicas de la nave para estudiar el terreno al que debían acudir, estas empezaron a mostrar a través de un monitor en la sala de comandos la imagen de un navío espacial de gran tamaño. El comandante había pedido una confirmación, pero lo que más quería era que la respuesta del robot fuera negativa.

    — Desconozco si Sky Delleo se encuentra allí mismo, dentro de ese crucero — contestó el robot, que revisó de nuevo sus sensores y el software para detectar el rastreador — Pero el nano rastreador que se le implantó se encuentra allí mismo.

    — Todo esto es un maldito problema — Noak golpeó la palma de una de sus manos con el puño de la otra — No podemos descender cerca de su ubicación sin que nos vean llegar.

    — Y tan pronto como nos vean llegar, podrían despegar y desaparecer de nuestra vista — Natasha creyó que no tendrían una forma de acercarse a ellos y pasar desapercibidos — Nos costó cuatro días completos alcanzarlos, y si cometemos un error, podríamos perderlos en tan solo tres minutos.

    — Cómo desearía que tuviéramos una lanzadera o una cápsula de descenso para esta clase de misiones — el comandante Lakor recordó la tecnología utilizada por los xaromitantes — No tenemos forma de descender hasta la superficie de aquel planeta sin llevar la nave a tierra firme.

    — ¿Y qué tal aterrizar fuera de la vista de la nave y luego acercarnos lentamente? — Faron sugería lo primero que se le ocurría.

    — No creo que sea conveniente, las imágenes que capta la cámara telescópica muestran un planeta convertido en ruinas — Allecreod recordaba las primeras fotos captadas por la nave — Si llega a producirse un derrumbe mientras estamos cruzando la ciudad, muchos de los nuestros quedarán sepultados bajo los escombros. No es algo que nos convenga, ni ahora ni nadie.

    — ¡Pero algo vamos a tener que hacer! — Noak se frustraba bastante por la situación — ¡Mi hija, mi esposa, Sky, Alicia, Nick y todos los demás que fueron secuestrados podrían encontrarse allí dentro! ¡Estuvimos cuatro días viajando e implorando para que no se fueran a ningún lado, y ahora resulta que no podemos siquiera acercarnos!

    El silencio volvió a aparecer en dicho cuarto, dado a que nadie tenía ni la más ligera idea de qué clase de aproximación utilizar para poder acercarse sin alertar a quienes fueran los secuestradores, ocasionando la partida de aquellos a quienes iban a rescatar. Haber venido desde tan lejos para encontrarse con un obstáculo como ese era una frustración enorme para todo el mundo.

    Ace Lakor, el comandante de una división del ejército dedicada al rescate como una de sus prioridades, se veía demasiado frustrado al ver que estaba fracasando al ser incapaz de dar con una solución que permitiera llevar a cabo el rescate de toda la gente que había sido secuestrada. Veía la imagen de esa nave tan inmensa en su monitor con la esperanza de que algún indicio cayera a su mente lo más pronto que fuera posible. En un instante, tras haber contemplado el tamaño colosal de aquel crucero en comparación con su nave le hizo pensar en algo que quizá podría resultar. Pero antes de dar alguna clase de orden, eligió compartirlo con los demás, haciendo una pregunta más al robot antes de dar inicio con la orden.

    — Xorxaik, ¿tú puedes controlar la nave con precisión usando tus sistemas de navegación? — el comandante Lakor se ganó la atención de todos al lanzar esa pregunta.

    — Está dentro de mis capacidades — el robot contestó a su pregunta — Pero para poder hacerlo, necesito que el enlace entre mi procesador y los sistemas de la nave no se vean sometidos a interferencias. Si usted quiere que yo controle la nave por mi cuenta, es necesario que yo me quede a bordo. Descender a tierra firme y tratar de controlar la nave podría terminar ocasionando un accidente tan solo con la presencia de una señal siendo transmitida por cualquier clase de dispositivo.

    — Eso es todo lo que quería saber, creo que nos servirá de utilidad — el comandante creía que estaba más que servido con esa respuesta.

    — ¿Qué tienes en mente, Ace? — fue la pregunta de Faron, quien no comprendía el porqué de esa pregunta.

    — Miren el tamaño de esa nave — decía el comandante mientras señalaba hacia la estructura — Es enorme. Eso quiere decir que sería muy sencillo para nosotros colocar nuestra nave en una posición en la que podría producirse un choque entre nuestra nave y la suya.

    — ¿Por qué querrías provocar un choque como ese? — Allecreod no veía sentido en lo que decía.

    — No quiero provocar un choque, pero quiero que nuestra nave sea colocada en una posición tal que los que viajan allí dentro se den cuenta que no podrán despegar sin que se produzca un choque entre naves — Ace quería explicar su plan lo más rápido posible — De esa manera, nos aseguraremos de que esa nave no se moverá de su posición, y que permanecerá en tierra firme el tiempo suficiente para que podamos realizar nuestro rescate.

    — ¿Y qué tiene que ver Xorxaik en todo esto? — Faron seguía sin comprenderlo del todo.

    — Porque Xorxaik tiene una capacidad de procesamiento que le permitirá acceder a la información que las cámaras telescópicas le brinden de forma precisa — Natasha creía que estaba entrando en el tema — En definitiva, él podrá calcular la orientación que deberá tener la nave para obstruir cualquier ruta de escape que quieran utilizar los que secuestraron a los nuestros.

    — Lo comprendiste a la perfección — Ace le lanzó una sonrisa a su esposa — Xorxaik va a controlar la nave por su cuenta, de manera que pueda reaccionar de inmediato a cualquier movimiento que puedan realizar estos seres.

    — ¿Eso donde nos deja al resto de nosotros? — Noak sentía curiosidad por su participación en dicho plan.

    — En tierra firme — el comandante de ER le explicó su propósito — Nuestra nave se acercará lo más posible a tierra firme, pero sin aterrizar del todo. Xorxaik abrirá la plataforma de descenso, y todos los soldados daremos un salto para caer en tierra firme en menos de diez segundos. Una vez que todos estemos desplegados en el suelo, Xorxaik hará que nuestra nave se eleve y se sitúe por encima de la nave en donde tienen retenidos a los nuestros. Eso cortará su ruta de escape, y nos permitirá disponer de todo el tiempo del mundo para rescatar a los nuestros. Lógicamente, antes de que empiece el acercamiento, todos debemos tener equipadas las armaduras y las armas preparadas; estacionados en la sala y listos para descender. Una vez que todos estemos allí, nos aproximaremos al planeta. No antes.

    — Es un buen plan, Ace, al menos sirve para evitar que los captores puedan escapar — Allecreod se lo reconoció, siendo incapaz de pensar en algo mejor en ese momento — Pero Xorxaik es nuestra arma más poderosa. Tu plan involucra dejarlo aquí mismo, lejos de lo que podría convertirse en un campo de batalla. Perderíamos cada ventaja que él podría entregarnos.

    — ¿Alguien tiene una idea mejor? — Ace sabía que era un riesgo no contar con el mejor recurso bélico que tenía disponible — Estoy totalmente abierto a ideas.

    Lo cierto era que nadie más en esa sala tenía un plan que pudiera garantizar con altas probabilidades que los captores que se habían aventurado en Edagr para llevarse a varios seres humanos no escaparían. El comandante de la división de ER dio la que parecía ser la única solución para acercarse a salvar a los suyos sin terminar perdiéndolos de vista.

    — No se me ocurre nada que pueda sernos de utilidad — Noak era sincero respecto a su situación — Pero eso no quiere decir que tu plan me agrade del todo. No solo por el hecho de que Xorxaik se quedará aquí, sino por el hecho de que, si no descendemos a tiempo, ellos despegarán antes de que podamos colocar nuestra nave por encima de la suya.

    — Es un riesgo, Noak — Ace se lo explicó — Cada plan, por más perfecto que pueda parecer, tiene uno. La razón por la que elegí comentarlo con ustedes es porque yo confío plenamente en todos los que estamos aquí, y sé que seremos capaces de lograrlo a tiempo.

    — Ace, me agrada que muestres una confianza que esté más cerca de ser inspiradora que arrogante, pero si llegas a equivocarte con esto, ellos escaparán y los perderemos de vista una vez más — el soldado Jensen seguía manteniendo dudas al respecto.

    — En ese caso, daré un aviso a todos los soldados respecto de cómo llevaremos a cabo mi plan — el comandante no sentía que pudiera hacer más — Y pediré a todos aquellos que no se crean aptos para conseguir descender de la nave a tiempo permanezcan aquí como apoyo. De esa manera, nos aseguraremos de dar el salto solo con aquellos que crean en sí mismos para lograrlo, de la misma forma en que yo creo en ellos.
     
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    Manuvalk

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    Hola, amigo. Siento la demora, pero ya he podido leer el siguiente capítulo de esta magnífica historia. Ha sido un muy buen capítulo el de hoy y me alegra que se vayan mezclando algunos povs. Voy a comentar lo más destacado, para mí, de cada escena.

    El comienzo nos muestra a Gina y Hana siendo llevadas a una especie de habitación por uno de los soldados de la Sociedad Galáctica. La mujer pronto se percata de que ha sido un error no ir con Alicia y Sky, por lo que le informa al soldado de que ha decidido unirse a la ayuda por construir las bombas nucleares, algo que aprecia el soldado. Sin embargo, hasta que sean llevadas de vuelta al lugar de la fabricación, deberán quedarse ahí. Y es vital que se reúnan con los demás por si el rescate se da pronto. Así, en la siguiente escena vemos como dicho soldado notifica a Siban y Cerv sobre el cambio repentino de idea que ha tenido Gina. No pensé que fueran a percatarse, pero tiene sentido. La Sociedad Galáctica no es idiota y está muy atenta a todo. Ahora Gina y Hana van a estar más vigiladas y eso es un problema para el futuro rescate... :aniblush:

    Acto seguido pasamos a ver donde son llevadas Gina y Hana (Nick y su esposa también están ahí), siendo un mundo realmente jodido donde los yarlemianos y velivinos deben vivir en una especie de colonia/arca (buena idea para escapar si surgen problemas, por ejemplo, Casseirem). Los humanos observan el paisaje desolador y dicha gran arca, viendo ante ellos la situación en la que Casse ha dejado a la Sociedad Galáctica. Cerv y Siban los llevan allí dentro, concretamente a una sección para criminales que apenas han usado, por lo que la consideran el lugar perfecto para esos humanos que no quieren contribuir. Nuevamente, Gina hace una pregunta que pone en alerta de sospecha a ambos líderes y esto queda demostrado cuando madre e hija reciben una celda exclusiva para ellas mientras que en otras celdas hay hasta cinco o seis humanos amontonados. Consciente de que podría haberse delatado mínimamente, Gina busca la posibilidad de que haya cámaras en el habitáculo. Yo creo que obviamente las hay :angrycat:.

    Después tenemos una breve escena en la que Tauvim, uno de los líderes de la SG, pretende saber cuanto tiempo tomará construir la primera bomba atómica, cosa que el tipo más capacitado de los humanos estima en cinco meses, ya que la gente que tiene a su disposición no tiene ni idea. Y a ver, es lógico, muchos querrán ayudar pero no tendrán ni pajolera idea de como hacerlo. Tampoco podían esperarse que todos los humanos fuésemos expertos en armas de destrucción masiva :ewww:. Tauvim recibe además una disimulada petición de rescate para los humanos en Trailo, por lo que se percata de que los humanos son muy ventajistas (lo somos :yagami:). Aunque bueno, de ahí a decir que negociaríamos con Casseirem... Más bien dudo que Casseirem sea alguien que quiera hacer negocios.

    Pasamos a ver a Alicia, Artem, Winter y Sky (también a Iker y Jessica, pero el primero hace el idiota en un par de líneas y no se merece mención). También está Abel, apartado de todos y maldiciendo a la nada por la demora con la que se está dando el rescate que planean Ace y los demás. Alicia se ve preocupada por no tener cerca a Gina y Hana, Artem y Winter parecen haber empatizado con ellas... y este último cruza miradas con Sky. Esto nos lleva a un flashback en el que ambos deciden, tajantemente, que no van a dar rienda suelta a esos sentimientos que empezaban a tener entre sí. Y es que decir que son producto de las circunstancias suena verdaderamente maduro, aunque también te digo, eso no los hace sentimientos irreales. Mi opinión sobre esto es que me parece genial que Winter siga teniendo interés en Airin y Sky en Arick, pero es innegable que ambos se sienten atraídos y eso no se puede ignorar. Temo y estoy casi seguro de que esto no acaba aquí y será un problema a largo plazo... Ojalá me equivoque, pero sabes lo que pienso y sé que querrás jugar con eso para joderme angrysnake.

    Finalmente pasamos a ver a Ace y compañía, que ya saben donde se encuentra la señal de Sky y que está la nave enemiga aterrizada en un mundo. Viendo que está todo en ruinas y que sus enemigos tienen la capacidad de escapar con rapidez, Ace propone que Xorxaik controle la misma nave y la ponga a modo de parapeto para que el arca no pueda escapar sin chocarse de lleno con la nave humana, lo que les da ciertas opciones de que no huya. Y en cierto modo está bien, pero yo veo una laguna: ¿y si esa arca tuviese cañones? Bastaría con derribar la nave humana y luego irse volando. No sé, es un plan peligroso pero tampoco tienen muchas más opciones. Algunos saltaran a la superficie y se adentrarán en esa arca para rescatar a los suyos.

    Ojalá el plan se dé exitosamente, aunque estamos hablando de LGC, por lo que dudo que todo vaya a salir a pedir de boca. En fin, amigo, buen capítulo, nos veremos al siguiente. :kuku:
     
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    Agus estresado

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    Piscis
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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Ciencia Ficción
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    Saludos. Ya va siendo tiempo de publicar un nuevo capítulo de LGC. A mi consideración, este es el mejor de los primeros 15 que hemos estado viendo hasta ahora, aunque eso ya queda más para que lo juzgue el lector.

    Quiero agradecer como hago cada semana a mi gran amigo Manuvalk por su presencia en esta historia. Cada uno de sus comentarios me saca una sonrisa, ya que es agradable ver que disfruta con la historia a medida que avanzamos. Ojalá disfrute este y todos los demás capítulos que quedan.

    Sin más para decir, dejo el capítulo.


















    Te vas a arrepentir:

    — Acércanos al planeta, Xorxaik — Ace dio la orden a través de un comunicador de su armadura al robot — Y prepárate para abrir la compuerta y despegar una vez todos saltemos.

    — A la orden, comandante Lakor — respondió el robot a quien daba las órdenes en la nave.

    La totalidad del ejército humano que había acudido en la misión se encontraba en la sala en la cual se situaba la compuerta que daba el acceso al exterior y permitiría el descenso a tierra firme, uno que debía hacerse de manera ordenada si querían que saliera como se había planeado. Allecreod, creador de Xorxaik, también se encontraba junto a ellos, listo para dar el salto acompañando a todos los humanos allí presentes. Cada soldado humano llevaba una armadura de color negro bastante oscuro, con un casco del mismo color en cada zona exceptuando en la parte que cubría el rostro, la cual contaba con un visor blindado y polarizado que evitaba que se pudiera ver bien a quien estuviera detrás. Los soldados de la división de DCT contaban con guanteletes de color rojo y detalles de ese mismo color en las hombreras y el torso. Los de ER, por el contrario, contaban con esos mismos detalles, pero pintados de un color azul claro, de modo que se distinguiera la división de cada uno.

    Natasha, Noak, Faron y algunos otros soldados no llevaban puestos sus respectivos guanteletes, dado a que tenían pensado poder disponer de su capacidad de materializar energía en caso de que fuese necesario. Había algunos soldados que no contaban con ese poder, tal como era el caso del comandante Lakor, quien lo había perdido tras su incidente en Hael Arunyn. Al estar imposibilitados para usar dicho poder, optaron por protegerse las manos al completo.

    El único que tenía la cabeza totalmente descubierta era el propio Allecreod, al igual que era el único que no iba armado con un rifle de combate, sino con su lanza a la que ya estaba acostumbrado a pelear.

    Pese a que la nave contaba con un sistema de gravedad artificial que impedía que se sintiera un cambio de dirección o un aumento de velocidad, la brusquedad con la que Xorxaik dio inicio al descenso al planeta fue percibida por los soldados, quienes empezaban a aumentar su nerviosismo al saber que pronto podrían encontrarse en un combate por el bien de su gente.

    Los únicos que, además de eso, pensaban en otra cosa eran el comandante y la subcomandante de la misión, que no podían evitar pensar en la última charla que habían tenido antes de situarse en ese lugar.

    […]

    Van a traerla a salvo, ¿verdad? — Arick sonaba un poco ansioso.

    A eso hemos venido, hijo — Ace lo abrazó con fuerza — Rescataremos a todos los que podamos.

    ¿Y si no pueden salvarla a ella? — el chico no quería imaginar ese escenario.

    Haremos nuestro mayor esfuerzo por salvar a Sky, hijo — Natasha quería hacerle entender algo importante — Alicia, Gina, Hana y Nick están allí también. Y queremos salvarlos a todos. Pero papá y yo somos líderes del ejército y no podemos tener favoritos.

    No es nuestra idea dejar que ninguno de ellos muera, Arick — el comandante lo miró a los ojos al decirle eso — Pero si tenemos que elegir entre dos grupos diferentes de personas, tu madre y yo tenemos la obligación de ir por el grupo más numeroso. Nuestra obligación es rescatar. No podemos regresar a casa habiendo dejado morir a la mayoría por voluntad propia.

    Arick se puso a temblar cuando escuchó eso. Sabía que sus padres eran los mejores en el ejército, al menos de los que habían acudido a esa misión. Pero justamente ellos dos estaban imposibilitados para salvar directamente a la chica por la que él había optado por acudir al viaje, dado a que tenían que poner su prioridad en la humanidad. Él lo comprendía a la perfección, y no estaba en posición para cuestionarles por eso, pero no por esa razón le terminaba de gustar.

    Ace y Natasha sabían que tenían qué hacer su mejor esfuerzo por salvar a todo el mundo y no dejar a nadie atrás, y no querían irse dejando esa sensación tan amarga en el adolescente.

    Arick, yo sé que tu viniste aquí por ella — Natasha se acercó a él para apoyar sus manos en sus hombros — Créeme que no queremos regresar aquí y darte la noticia de que no pudimos salvarla. Lo haremos lo mejor que podamos.

    Lo sé, mamá — Arick apreciaba esa honestidad — Confío en ustedes. Sé que si alguien puede salvar a Sky son papá y tú. Sé que ella estará aquí pronto, lo presiento.

    Hay… otra cosa más de la que tenemos que hablarte — Ace se puso un poco serio al decirlo — Hijo, todos los soldados que vinieron con nosotros van a descender a ese planeta. Te vas a quedar en solitario en la nave con Xorxaik, que estará controlando todo. Si mamá y yo no lo logramos…

    No digas eso, no quiero estar preocupado por ustedes — Arick no se sintió a gusto con esas palabras.

    Es una posibilidad, y como futuro soldado que quieres ser, tienes que tenerla en cuenta te guste o no — Ace le dio un pequeño regaño a su hijo — Si mamá y yo no lo logramos, tú regresarás a casa con Xorxaik. Gwyn y Thomas tendrán que decidir cómo seguir adelante sin nosotros, pero más allá de eso… tendrás que cuidar a Azel. Él puede que tenga trece años, pero todavía tiene mucho por aprender. Es tu hermano, así que estoy seguro de que podrán convivir juntos en tanto alguien los cuide.

    Papá, no voy a volver a casa para decirle a Azel que tú y mamá murieron — el chico se sentía todavía más inconforme con lo que oía.

    No serás tú quien lo tenga que decir, de eso se encargará Xorxaik — Natasha añadió a lo dicho por Ace — No necesitas una carga como esa sobre tus hombros. Tu papá y yo te amamos, y por eso vinimos aquí. En caso de que algo salga mal, nos queremos despedir de ti.

    Arick no se encontraba relajado precisamente luego de que le dijeran que el viaje había llegado a su fin y que lograron llegar a la ubicación de Sky, pero esas palabras que sus padres le dijeron lo pusieron bastante nervioso. Temía por el hecho de no volverlos a ver nunca más, ni a ellos ni tampoco a Sky, Alicia o los demás que fueron capturados. Las lágrimas empezaron a recorrer el rostro del chico, quien sentía como si se estuviera formando un nudo en su pecho. Tan pronto como lo vieron reaccionar así, la pareja que lideraba a ER se acercó a él. Ace y Natasha lo abrazaron y luego besaron sus mejillas. Una vez disolvieron el abrazo, el padre del chico limpió las lágrimas de su ojo derecho, dejando a que su esposa hiciera lo mismo con el izquierdo.

    El joven Lakor les mostró una sonrisa a los dos, tratando de hacerles ver que tenía fe de que no les pasaría nada. Pero la realidad era que, tras ese intercambio de palabras, no podía evitar tener miedo de lo que pudiera pasar allí abajo.

    Buena suerte… — Arick luchaba por no volver a soltar lágrimas — Los quiero.

    Nosotros también, amor nuestro — Ace le respondió a su primogénito.

    Con la ansiedad dominando su mente, el adolescente que mantenía el mejor promedio en las academias militares los veía cruzar la puerta para dirigirse a su misión.

    […]

    — ¡Salten! — Natasha fue quien dio la orden tan pronto como la compuerta se abrió.

    La nave se encontraba a menos de dos metros y medio de altura del suelo en un sector bastante despejado, altura que el comandante consideró suficiente para que pudieran saltar sin lastimarse. Con los rifles enganchados a la espalda y confiando en que la mutación que sus cuerpos sufrieron a raíz de la catástrofe, los soldados humanos tomaron una ligera carrera y dieron el salto hacia adelante, aterrizando sobre el suelo de forma brusca. Algunos caían de pie de forma casi perfecta, otros se tambaleaban ligeramente, y otros no pudieron hacer pie y terminaron cayendo al suelo del todo, solo para terminar levantándose inmediatamente después. Una vez que estaban en condiciones, empezaron a correr hacia adelante, de modo tal que se pudieran acercar a la estructura de gran tamaño que habían vislumbrado desde el espacio.

    En menos de dos minutos, todos los soldados que fueron convocados a la misión se encontraban en aquel planeta en ruinas que habían observado desde el espacio con cámaras telescópicas de su nave. Un segundo después de que el último de ellos descendiera, el robot que controlaba la nave ascendió despacio para no causar un efecto dañino sobre los soldados que estaban en el suelo. Tras ganar altura suficiente, todos vieron como la nave se colocó por encima del crucero que se encontraba detenido en el suelo, de modo que este ya no pudiera despegar sin producir un choque sobre la estructura superior.

    — ¡Avancen, vamos a rescatar a los nuestros! — dio la orden Ace, mientras veía que Noak y Natasha corrían al lado suyo.

    Desde un poco más atrás, Allecreod, Faron y un total de diez soldados los seguían casi a la par, dejando al resto de los convocados para la misión un par de metros alejados. Todos los seres humanos allí presentes movían las piernas de modo tal que pudieran acercarse rápido a esa estructura para tratar de localizar una entrada para así poder cumplir con la misión de rescatar a los suyos.

    […]

    Tauvim se encontraba vigilando a los seres humanos que tenía retenidos. Tras haber terminado con la comida que se les había servido, todos se encontraban en la sala de recreación, como una recompensa por haber trabajado tan bien, aunque no por eso a la velocidad que él y los demás en la Sociedad Galáctica esperarían.

    El velivino se encontraba pensando acerca de la charla que tuvo con los humanos expertos en armas nucleares. Por momentos creía que tendrían que recurrir a la captura de más humanos con tal de poder acelerar el trabajo, y eso era algo que no le gustaba. Si se dejaba convencer, los seres a los que quería usar le terminarían ganando ventaja.

    — Cuando los otros humanos que no aceptaron quedarse vengan aquí, veremos qué tan rápido vamos — Tauvim creía que esa era su esperanza para dejar ese tema de lado — ¿Por qué demonios están tardando tanto en convencerlos si son tan pocos? ¿Tan obstinada puede llegar a ser una especie que perdió su hogar?

    Los pensamientos del líder de la Sociedad Galáctica se vieron interrumpidos en el momento que una alarma empezó a sonar por toda la estructura. Sobresaltado porque no lo esperaba para nada, el velivino dio un salto en su lugar, y pudo ver como en el monitor con el que estaba observando a los humanos se empezaban a ver imágenes desde el exterior. En ellas se distinguía a seres armados y equipados con armaduras negras, todos acercándose desde diferentes direcciones hacia su crucero espacial científico.

    — Tauvim, ¿lo está viendo? — preguntó uno de sus soldados por su comunicador.

    — ¡Efectivamente, no hacía falta preguntar! — se molestó bastante por esa pregunta, resultándole una obviedad — ¡¿Por qué demonios el crucero no despegó al espacio?!

    — Hay una nave espacial situada sobre nosotros — le contestó ese mismo soldado — Si intentamos ascender, chocaremos y produciremos un colapso en el cielo. Muchos de nosotros podríamos morir, y podríamos perder a los humanos tambien.

    — ¡Imposible! — ante la frustración, el velivino se golpeó el pecho — ¡Pide refuerzos a los demás líderes! ¡Inicia una transmisión para que todos vean lo que sea que vaya a suceder, metan a los humanos en un área segura y alerta a los soldados para que se armen y preparen para pelear!

    Tras recibir una respuesta afirmativa de su soldado, el único líder de la Sociedad Galáctica que se encontraba allí presente se dirigió al exterior de la sala en donde se encontraba. Nada más al salir tenía la entrada hacia una habitación que tenía una pequeña armería. De allí mismo, Tauvim sacó una armadura que se colocó en menos de un minuto, un arma similar a una pistola humana, pero con un tamaño mayor, y un escudo que podía cubrirle desde la rodilla a la cabeza si lo sujetaba bien.

    Antes de empezar a moverse, el líder velivino se acercó a una consola en la sala anterior a la que se encontraba, todo para dar un mensaje a los humanos cautivos.

    […]

    — ¡Dios mío, ¿qué sucede?! — preguntó una mujer, algo atemorizada.

    — ¡¿Estamos en peligro?! — Alicia se vio contagiada por el nerviosismo y eligió preguntar a quien fuera que estuviera escuchando, suponiendo que había alguien.

    Tras haber escuchado la alarma resonar por todo el lugar y después de su traslado a una sala que parecía un bunker de emergencia a bordo del crucero, todos los seres humanos metidos allí empezaban a gritar del pánico por lo ocurrido. No estaban preparados mentalmente para afrontar una situación como esa. Una emergencia sucediendo en un planeta en el que habitaban era fácil de evadir, pero en ese momento se encontraban siendo retenidos en un planeta en ruinas y en el interior de una nave espacial cuyos dueños eran seres de otros mundos. No tenían a dónde correr, y si ese bunker no podía mantenerlos seguros de una amenaza desconocida, nada podría salvarlos.

    — ¡¿Qué está sucediendo?! — uno de los expertos en armas nucleares se temía lo peor — ¡¿No cometimos ningún error en el laboratorio?! ¡¿Verdad?!

    — ¡Guarden la calma, humanos! — la imagen de Tauvim apareció en un holograma que se materializó en la puerta del bunker — ¡Tenemos bajo control esta situación! ¡Una especie extraña ha aterrizado en este planeta! ¡Nos haremos cargo!

    — ¡¿Casseirem?! — Jessica se imaginó que una alarma como esa solo sonaría ante alguien como él.

    — ¡No, no es Casseirem! — Tauvim los quería tranquilizar a todos — ¡Él ya ha tomado todo lo que pudo de este mundo! ¡Lo único que queda en este mundo son ciudades en ruinas, agua contaminada imposible de limpiar y un suelo en donde solo el dos por ciento de lo que se cultiva no sale podrido! ¡Él no regresaría tan pronto a este mundo! ¡Nos vamos a ocupar de lo que sea que esté causando esto!

    Finalizadas esas palabras, el holograma de Tauvim desapareció, dejando un caos más leve que antes en el bunker donde los humanos fueron encerrados para ser protegidos. Los que temían que hubiera podido ocurrir un accidente en el laboratorio y los que no deseaban conocer tan pronto al conquistador llamado Casseirem se vieron un poco más aliviados, pero eso no les quitaba el miedo de que pudieran estar cara a cara con una amenaza que pudiera resultar grave para ellos.

    Alicia, Sky, Winter y Artem se encontraban juntos, y tras haber escuchado lo dicho por el líder de la Sociedad Galáctica que quedó en el planeta junto a ellos, los cuatro sospechaban de que se trataba del rescate que Alicia había explicado y prometido. Fue allí que una pregunta pasó por sus mentes.

    — ¿Deberíamos decir algo? — Sky susurró para que solo ellos escucharan — Esta gente está muy nerviosa.

    — No, sé que tu intención es buena — Alicia no lo veía como una buena idea — Pero esto podría alterar todavía más a la gente, y quizá darle indicios a la Sociedad Galáctica que vinieron por nosotros.

    — ¿Crees que no lo saben ya? — Winter quería saber por qué no sospechaba de eso.

    — Puede ser, pero por la forma en que habló Tauvim, no lo parece para mí — la mujer le dio su punto de vista.

    — Bueno, esperemos que sean ellos y no otros seres — Artem creía que se lo tomaban muy a la ligera — No hay que descartar posibilidades.

    Desde más atrás de ellos, escucharon entre los gritos y los murmullos como alguien había empezado a reírse incontrolablemente. Todos se calmaron un poco y buscaron al dueño de aquella risa, solo para encontrarse con que se trataba de Abel Hartka. El anciano lanzaba carcajadas mientras sus ojos empezaban a soltar un par de lágrimas por tanto reírse. Varios de ellos temían que este fuera a hacer algo, y quienes no tenían miedo se vieron incomodados y hasta molestos por esa forma tan estrepitosa de hacer alboroto en un momento así.

    — Vienen a rescatarnos — Abel pensaba mientras luchaba para contener su risa — No les duró ni una sola semana el tenernos esclavos.

    Abrumado por el regocijo que sentía al imaginarse siendo libre y la manera en que la Sociedad Galáctica se llevaría un mal trago si el rescate tenía éxito, el ex líder de Black Meteor cayó de rodillas para seguirse riendo como loco.

    Iker y Jessica, que no tenían idea de lo que le pudiera estar ocasionando esa risa, simplemente le dieron la espalda. Suponían que incluso en momentos como esos estarían siendo vigilados, y que lastimar a un humano prisionero podría ser perjudicial para ellos, por lo que optaron por ignorarlos.

    Alicia, Sky, Artem y Winter recordaron al líder hablando acerca de saber que iban a ser rescatados, y supusieron que esa era su forma de reaccionar ante un momento así.

    — Está senil — Artem sentía asco por él — Espero que se siga riendo y no diga nada.

    — Si esto realmente sucede como creemos… — Alicia pensó en quienes estaban ausentes — Oh, no. Gina, Hana y Nick no están aquí.

    — ¿Crees que podrían llegar a encontrarlos? — preguntó Sky, algo afligida tras lo dicho por Alicia.

    — No lo sé, a ti es a la única a la que podrían llegar a rastrear — Alicia no veía posible que lograran dar con nadie que estuviera ausente — Tal vez los archivos de este crucero tengan algo…

    […]

    — ¿Tauvim? ¿Qué es lo que haremos? — preguntó un soldado a su líder — Están rodeando el crucero buscando una forma de entrar. Son superiores en número a nosotros.

    — Solo nos queda salir a enfrentarlos, pero primero tenemos que recolectar más información. En caso de que lleguemos a fracasar, necesitamos que en casa sepan a qué nos enfrentamos.

    El velivino se encontraba parado al frente de la compuerta de salida junto a todos los soldados que se quedaron en compañía de él, siendo poco más de sesenta, en comparación con el total ciento treinta que se hallaban situados en las afueras de su nave espacial. Una desventaja que nadie de los que iba junto a su líder creía que podrían evadir.

    — Por lo que me dijeron, tan pronto como recibieron el mensaje, enviaron a Siban y a un escuadrón completo para que nos apoyen — le decía uno de los soldados yarlemianos presentes allí — Pero incluso nuestra nave más rápida tardará un día en llegar.

    — Eso quiere decir que tenemos una tarea fácil de entender, pero difícil de realizar — fueron las palabras de su líder — Resistir durante un día.

    — ¿Cómo? — un velivino no podía imaginar una forma de solucionar el conflicto.

    — Saldré con un grupo de siete para ver si podemos distraerlos — Tauvim no podía pensar con claridad, y dijo lo primero que se le vino a la mente — El resto mire por las cámaras y busque la salida más segura. Salgan discretamente y estén en posición para apoyarnos por si la cosa se pone violenta. Primero trataré de desarmar todo esto.

    Una vez que la orden estaba dada, lo único que le restaba al líder de la Sociedad Galáctica era elegir a sus siete acompañantes. Entre los sesenta soldados reunidos con él en el sitio, eligió a quienes tenían mayor altura, buscando dar a los enemigos una imagen que pudiera ser intimidante para así ver si conseguía mejores resultados. Al dar la orden, la compuerta por la que varios humanos capturados entraron al crucero se abrió, permitiéndole a él y a sus siete acompañantes salir al exterior con un arma de fuego en una mano y el escudo en la otra.

    […]

    — ¡Conmigo! — comunicó Natasha por medio del sistema de las armaduras — ¡Han salido del edificio!

    Para encontrar una entrada más rápida al interior de esa nave colosal, los humanos y el ryfier que viajaron a ese lugar se distribuyeron para rodear la estructura y buscar algo que pudiera asemejarse a una compuerta de ingreso. Tan pronto como Natasha notó movimiento, ella y los soldados que estaban en sus cercanías alertaron a los demás para ponerse en posición.

    Ace, comandante por encima de ella en rango, se situó a su lado. Faron, Noak y Allecreod se pararon en los extremos de una fila que se formó detrás de ellos, estando el ryfier tirado a la izquierda y los dos humanos del ejército a la derecha. La primera fila detrás de los líderes se componía de un total de cincuenta seres humanos, quienes pusieron su rodilla en el piso y adoptaron una formación rectilínea para dar visual a los setenta y cinco soldados que se pararon detrás de ellos. Todos con las armas levantadas y apuntándole a los ocho seres que salieron del cuartel enemigo.

    Todos sonreían al ver como los recién salidos de allí fijaban su vista en la nave que se situaba por encima de su navío, casi como si estuvieran orgullosos de ver que la estrategia dio resultado. Centraron su vista en siete de estos, quienes llevaban lo que parecía ser un traje de protección que les cubría el cuerpo por completo.

    — No tienen armaduras, de lo contrario, no necesitarían de los escudos — Noak se veía confiado de sus posibilidades.

    El que más destacaba entre ellos era el octavo miembro, que sí tenía puesta una armadura que cubría cuerpo y cabeza, aunque eso no evitaba que llevara un escudo. No podían ver bien sus armas desde la distancia que guardaron, pero supusieron que quizá no tendrían tanto poder de fuego. El que llevaba armadura se adelantó a sus acompañantes, listo para dar inicio a una charla mientras veía como le apuntaban desde todos lados.

    — ¡¿Quiénes son ustedes?! ¡¿A qué vinieron a esta ruina de planeta?! — Tauvim tenía en mente que debía hacer todo el tiempo posible para darle tiempo a los suyos de reagruparse.

    — ¡Tú sabes quienes somos! — gritó Ace, desafiando a quien le habló, creyendo que sería un comandante o un jefe de guerra.

    — ¡No puedo ver sus caras ni sus cuerpos! — Tauvim le respondió, tratando de apelar a la lógica — ¡No sé quiénes puedan ser!

    — ¡Te lo haré fácil, entonces! — el comandante de ER quería sonar amenazante — ¡Somos seres humanos del planeta Edagr! ¡Hemos venido aquí a buscar y recuperar a los humanos que ustedes se llevaron! ¡Te agradecería que nos los entregaras a todos sanos y salvos, y seguro que los que están aquí contigo también te lo agradecerían!

    — ¡No tengo ni la más mínima idea de qué son los seres humanos! — Tauvim supo que un error en sus palabras lo condenaría.

    — ¡Si no tienes idea de qué somos, ¿por qué te llevaste a varios de nosotros?! — preguntó Ace, quien sabía que le mentían.

    — ¡Ese es el asunto, no nos hemos llevado a ningún humano ni de su mundo ni de ningún otro!

    — ¡Eso es mentira, sabemos que tienes a nuestra gente dentro de ese gran navío!

    — ¡¿Qué te hace pensar en eso?! ¡¿Cómo estás tan seguro?!

    — ¡Varios de los nuestros tienen rastreadores escondidos en sus cuerpos, en caso de que algo como esto sucediera! ¡Un rastreador que no se puede detectar sin un software especial! ¡Seguimos su lectura hasta este mundo, y sabemos que están aquí!

    — ¡Me alegro mucho por ustedes y esa pieza de tecnología que dices tener! — Tauvim sabía que eso era posible, pero quería esforzarse por negarlo — ¡Pero lamento decirte que tu tecnología es defectuosa! ¡Nosotros no tenemos a ningún humano allí dentro!

    — ¡Puede que nuestro sistema se haya equivocado, pero no he venido hasta aquí para nada! — Ace no se dejaría engañar por esa táctica — ¡Déjame entrar para comprobarlo por mí mismo!

    — ¡De eso nada, no pondrán un pie allí dentro! — Tauvim se veía bastante tenso al respecto.

    — ¡Si no tienen a nuestra gente, ¿por qué están tan asustados?! — Natasha se sumó a la charla.

    — ¡Porque no tenemos idea de quienes son ustedes, y no los queremos en el interior de nuestra nave! — Tauvim sabía que, de seguir por ese camino, terminaría acorralado.

    — ¡En ese caso, deja que entre solamente yo! — Ace puso una solución sobre la mesa — ¡El resto de los míos se queda aquí afuera! ¡Yo recorreré la nave en solitario acompañado por ti y los tuyos! ¡Si no encuentro a ningún humano allí dentro, me iré en paz!

    El velivino se vio contra las cuerdas con ese pedido. Sería muy sospechoso si se rehusara a una alternativa como esa, ya que eso delataría que estaban escondiendo algo y que negarse a que un humano entre sin compañía y en desventaja solo los habría expuesto del todo. Uno de sus soldados no lo veía de esa manera, y por esa misma razón cuestionó a su líder al respecto.

    — Tauvim, si ordenamos atar y amordazar a los humanos para que guarden silencio, podríamos asegurarnos de que no los encuentren — murmuró uno de los velivinos bajo sus órdenes.

    — Es imposible que nos encontraran tan pronto de forma casual — el líder de la Sociedad Galáctica no quería eso — Es tal como dicen. Varios de los que están aprisionados aquí tienen un rastreador, y eso los ha conducido hasta este mundo. Si lo dejamos entrar, no importa donde los escondamos, los va a encontrar.

    — ¿Qué le vamos a decir? — un yarlemiano lo cuestionó — Este silencio será sospechoso. Podrían abrir fuego en cualquier momento.

    — Resistir, no hay otra respuesta — Tauvim sabía que no podía guardar más silencio — ¡No puedo permitir eso! ¡Tengo varios proyectos secretos allí y no me interesa permitir que nadie los vea, mucho más un desconocido!

    — ¡Quizá no me hayas entendido! — Ace gritó de una forma amenazante — ¡Vine desde muy lejos para buscar a los humanos secuestrados! ¡No me iré de aquí sin echar un vistazo a esa nave! ¡Te estoy ofreciendo la oportunidad de dejarme entrar sin que salgan heridos! ¡Puedo hacerlo sin derramar una sola gota de sangre o tiñendo este suelo gris del color de sus entrañas! ¡Tú eliges!

    — ¡Tus amenazas me asustan, en verdad, pero no eres el único que está en posición de hacerlas! — Tauvim entró en su terreno — ¡Puedes derramar toda la sangre que quieras, pero te aseguro que si me matas solo le pondrás una cuenta regresiva a tu vida! ¡Tengo amigos que no descansarán hasta hacerte el doble de lo que tú me hagas a mí!

    — ¡Y yo puedo asegurarte que, si no regreso a mi mundo con los humanos que has secuestrado, vendrán otros peores que yo! — el comandante de la humanidad encontró una respuesta que creyó apropiada — ¡Soy el más razonable que tendrás el lujo de conocer después de lo que hiciste!

    Tauvim y los siete soldados que estaban allí parados se vieron entre la espada y la pared tras las palabras dichas por quien afirmaba ser un humano. La estrategia de persuadirlos de que no había humanos en ese mundo no dio resultado, y las amenazas para tratar de detenerlos y calmar sus aires solo parecía haberlos hecho enfurecer más. El líder de la Sociedad Galáctica no sabía cómo responder en un tono amenazante, y supo que quizá debía probar otro enfoque.

    — Me han superado dos veces — Tauvim los miraba con resentimiento mientras maldecía internamente — Está claro que una especie como esta sería la única capaz de desarrollar un arma que supera en poder a las creadas por Casseirem. Nadie sería capaz de ensayar esta clase de respuestas a lo que estoy diciendo. Todo lo que sale de su boca es producto de su naturaleza.

    — ¿Qué es lo que vamos a hacer? — un yarlemiano creía que estaban derrotados — Todavía no tenemos la confirmación de que los nuestros estén en posición.

    — No puedo engañarlos, y no puedo amenazarlos — el velivino dio un paso al frente para tirar su escudo y luego de eso el arma que tenía en la mano.

    Tanto sus seguidores como los enemigos se veían confundidos ante el gesto que mostró aquel ser. No podían entender si estaba dando alguna clase de señal o si se preparaba para alguna maniobra extrema tal y como detonar algún dispositivo. Algunos humanos retrocedían por precaución, mientras que otros movían los cañones de las armas para apuntarle a aquel ser.

    Luego de quedar indefenso, Tauvim levantó ambas manos al aire, tratando de dar la mejor impresión que pudiera.

    — ¡Ustedes ganan! — el velivino se vio superado del todo — ¡Todo lo que ustedes decían era verdad! ¡Tenemos a los suyos encerrados allí dentro! ¡Pero todo tiene una explicación! ¡Estamos llevando a cabo un experimento para poder desarrollar armas, y nos hemos llevado a varios humanos de su mundo para que nos enseñaran sus conocimientos! ¡Podemos llegar al fondo de esto sin tener que recurrir a la violencia! ¡¿Qué tal si les explico toda la situación y hacemos un trato?!

    — ¡Tauvim, ¿qué está haciendo?! — uno de los de su misma especie no se creía lo que escuchaba decirle.

    — Hago tiempo — respondió el líder a quien lo cuestionaba — Ellos dicen que varios de los suyos tienen rastreadores, pero no hemos recibido noticias de que haya llegado un grupo de humanos hacia el mundo donde hemos escondida el arca. Dudo mucho que se lanzaran de esta forma sin tener todos los frentes controlados. Eso quiere decir que todos los que tienen rastreadores están aquí. Pase lo que pase, no perderemos a los humanos que tenemos de reserva.

    — ¿Vas a entretenerlos hasta que llegue Siban? Se requiere un día para eso.

    — Tarde o temprano íbamos a tener que acercarnos a ellos para hablar, y explicarles que hemos secuestrado a varios de los suyos por un motivo importante — Tauvim lo explicó desde su punto de vista — Parece que la única manera de evitar nuestra muerte es teniendo esa conversación ahora… ¡¿Y bien?! — preguntó a los recién llegados — ¡Me he ofrecido a colaborar! ¡¿Cuál es su respuesta?!

    Noak estaba indignado con lo que relató aquel ser, al que desconocía por completo más allá del nombre que le fue revelado por uno de los que estaba detrás de él.

    — Secuestraron a mi esposa y a mi hija para un experimento… — Faron lo escuchó murmurar — Le voy a agujerear el cráneo por completo.

    — Tranquilo, Noak, puede que no haga falta — Faron centró la vista en Ace.

    Los soldados estaban expectantes ante las órdenes que pudieran llegar desde sus comandantes, tanto así que varios de ellos cambiaron su vista hacia ellos, dejando de centrarse en los enemigos. Ace y Natasha estaban atónitos a lo dicho por aquellos que habían secuestrado a los suyos. El hecho de que hubieran alterado su sistema de comunicaciones para infiltrarse en su mundo y llevarse a varios humanos al azar para desarrollar armas les parecía irreal, casi imposible de que sucediera.

    — Si Thomas o Gwyn hubieran venido aquí, quizá ya habrían abierto el fuego — Ace le decía a su esposa — Ahora sabemos la verdad detrás de este escenario tan horrible.

    — Quizá Xorxaik pueda extraer archivos de sus máquinas — Natasha se veía un poco dubitativa — Yo desconfío de todo lo que nos puedan decir. Ya nos mintieron una vez, nada les impide hacerlo dos veces.

    — Verdad o no, no me interesa ningún trato con él — el comandante de ER tenía en claro su objetivo — Vine aquí para rescatar a los humanos. Y me iré de aquí con ellos.

    Dado a que tenían puestos los cascos con el visor polarizado, nadie entre los soldados de la Sociedad Galáctica tenía idea de lo que estaban diciendo. Algunos incluso sospechaban que ni siquiera estaban hablando entre sí, sino con otros seres que pudieran ir a bordo de la nave que tenían sobre sus cabezas, haciendo algo de sombra en ese mundo con cielos grises.

    — Tauvim, estamos en posición — el velivino recibió la confirmación de sus soldados — Cuando des la orden, atacaremos por sorpresa.

    — Quiero evitarlo, tenemos las de perder, y no creo que valga la pena morir ante ellos siendo que nuestro enemigo es Casseirem — Tauvim creía que quizá las cosas podrían salir bien — Estén atentos igualmente.

    — Estaremos listos para protegerlo hasta que pueda tomar su escudo y su arma — le decía uno de los soldados desde atrás.

    Asintió en silencio y pronto fijó su vista en los dos que iban al frente, quienes fueron los únicos que le dirigieron la palabra en ese momento. Presentía que no saldría nada de la boca de los demás.

    — ¡A lo largo de nuestra historia hemos tenido malos entendidos con varios seres de otras especies! — Ace empezó a explicarle a Tauvim, mientras Allecreod lo miraba tras decir eso — ¡Pero esto que ustedes han hecho no fue un malentendido! ¡Ustedes vinieron a nuestro mundo y se llevaron a los nuestros! ¡Y luego de eso, me has mentido en la cara tan pronto como llegué! ¡No me interesan tus explicaciones ni tus tratos, Tauvim! ¡Pero tampoco me interesa pelear contigo! ¡Dame a los humanos que te llevaste de mi planeta y me marcharé en paz! ¡Sin derramar sangre, tal y como te lo había dicho!

    — No tienen conocimiento de los humanos que sacamos de Tralio — decía ilusionado uno de los yarlemianos estacionados atrás.

    — No, pero seguro conocen a la perfección a los que nos llevamos de Edagr — fue la contestación de un velivino — Y no todos están aquí. Luego de mentirles y amenazarlos, no podemos entregar a ninguno menos. Y hacerles saber que faltan humanos aquí no es opción.

    — ¡No puedes llevártelos! — Tauvim se movía ligeramente para poder tirarse al suelo, ya que presentía que las cosas se iban a poner feas — ¡Los necesitamos para algo importante! ¡Estoy dispuesto a explicártelo todo si me lo permites!

    — ¡Fiarme de ti no es algo a lo que esté dispuesto, y si así fuera, los soldados que vienen conmigo no me lo permitirían ni perdonarían! — Ace se preparaba para dar la orden de ataque, y quería que sus palabras fueran un mensaje inentendible para los enemigos, pero claro para los suyos — ¡Te doy una última oportunidad para liberar a los humanos cautivos!

    — ¡He mentido en varias cosas que te he dicho, pero hay un detalle en el que he sido honesto por completo! — el líder velivino sacó su última carta — ¡Si me matas aquí y ahora, te prometo que mis amigos no van a descansar hasta matarte! ¡Conocen la ubicación de tu mundo, y sabes que tarde o temprano estarán allí! ¡No hagas algo de lo que te puedas arrepentir!

    — ¡Parece que ustedes ya lo han hecho! — el comandante Lakor supo que la negociación se había terminado allí mismo — ¡Ataquen!

    Tan pronto como su comandante dio la orden, Noak, quien estaba ansioso por recuperar a su esposa y a su hija, fue el primero en disparar. Ace, Natasha, Faron, Allecreod y el resto de los soldados pasaron al ataque. Quienes iban al frente y todavía estaban de pie se agacharon para así dar campo de visión a los que estaban detrás, centrando sus disparos en Tauvim, a quien percibieron como el líder.

    Los soldados de la Sociedad Galáctica abrieron fuego contra los enemigos al tiempo que corrían hacia su líder con los escudos bajos para poder protegerlo. Tauvim se arrojó al suelo tan pronto como oyó disparar el primer balazo, arrepintiéndose de haber soltado su escudo y su arma. Su intento para dar una imagen positiva ante los humanos solo le compró unos segundos más, pero lo había dejado totalmente indefenso.

    Mientras él trataba de alcanzar su pistola y su escudo, podía escuchar como las balas disparadas por los seres humanos impactaban contra los escudos de aquellos que luchaban junto a él. Una vez tuvo su pistola en mano, fue cuestión de tomar su escudo para levantarse y así protegerse de los disparos al mismo tiempo que entraba a la lucha.

    — ¡Resistan lo más que puedan! — Tauvim no tenía muchas esperanzas en la victoria — ¡No podemos dejar que escapen de este mundo hasta que Siban esté aquí!

    Con el elemento sorpresa de su lado, el resto de los soldados yarlemianos y velivinos que esperaron hasta el último minuto se metieron en la batalla, tomando por sorpresa a varios humanos que tenían la vista centrada en Tauvim y sus siete escoltas. En tan solo veinte segundos, el intercambio de balas se volvió mucho más intenso, convirtiendo el campo abierto en una zona de conflicto donde todos luchaban por quienes estaban dentro del crucero científico propiedad de la Sociedad Galáctica.
     
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    Manuvalk

    Manuvalk el ahora es efímero

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    Saludos, amigo mío. He aprovechado que tenía un rato para leer, ya que ahora con el cambio de horario que tengo en el trabajo se me complica hacer algunas cosas. La verdad es que me ha descuadrado mi rutina, pero bueno, afortunadamente solo será así por dos semanas. Dicho esto, pasaré a comentar el capítulo de hoy sin explayarme. En líneas generales, me ha gustado. :dancecat:

    El comienzo nos muestra que el plan de rescate se va a poner en marcha. Vemos previamente un flashback en el que Ace y Natasha tranquilizan a Arick sobre si podrán rescatar o no a Sky, porque ciertamente, cualquier posibilidad de éxito o fracaso está ahí. Su hijo se muestra preocupado, especialmente cuando sus padres le indican que tal vez podrían perder la vida. Al final, se trata de una misión peligrosa. La familia Lakor hace fuerza para sobreponerse a ello. :nice:

    Tras esto, pasamos a ver a Tauvim. El líder velivino se percata desde las cámaras que unos intrusos se aproximan a la nave y que su ruta de escape está bloqueada, por lo que sí o sí deben afrontar la amenaza. La Sociedad Galáctica se pone en alerta y se prepara para un conflicto armado, pero el líder de estos opta por presentarse ante ellos primero en un intento por evitar la lucha. La cosa comienza con un intercambio de palabras entre Tauvim y Ace, donde el velivino pretende disimular y mentir sobre los humanos capturados, pero gracias al rastreador de Sky, Ace tiene la certeza de que están ahí. Viendo que no va a disuadir a los humanos recién llegados, Tauvim decide revelar la verdad y darle así una explicación ventajosa en lo que llegan sus refuerzos, pero ninguno quiere ceder a las pretensiones del otro y termina estallando el conflicto. :shani:

    Personalmente, se veía venir, ya que ninguno va a aceptar las condiciones del otro porque tienen intereses muy diferentes. Ace solo quiere recuperar a su gente y Tauvim solo quiere la ayuda de los humanos forzosamente, por lo que estaban condenados a no entenderse. Lo peor de esto es como el resto de la SG va a tomarse el conflicto, ya que tal vez opten por no querer a los humanos de su lado o incluso por hacer un secuestro en masa y capturarlos a todos. Aunque no parece que tengan recursos para ello, si cuentan con tecnología interesante. Sea como sea, ha empezado la lucha y pocas veces es para bien... :angrycat:

    Bueno amigo, te mando un gran abrazo y nos veremos a la próxima. :kuku:
     
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    Agus estresado

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    La Gran Catástrofe VIII Humanidad en Conflicto
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    Buenas. Toca publicar un nuevo capítulo de LGC. Dado a que estoy por entrar de vacaciones y no estaré en casa por una semana, me quedé sin tiempo para actualizar guías de personaje o cronología, así que eso quedará como tarea para el otro año.

    Quiero agradecer a mi gran amigo Manuvalk por hacer el esfuerzo para encontrar tiempo, leer y comentar cada capítulo de la historia. Me gusta mucho entrar al foro y encontrarme con sus comentarios. Y sabe que significa bastante para mí. Espero siga disfrutando de los que están por venir.

    Sin más para decir, dejo el capítulo.














    El eslabón más fuerte:

    — ¡Es una locura, Vyon! — Airin le gritó a su hermano mellizo — ¡No vayas! ¡Ni siquiera lo pienses!

    — No me has dicho nada que yo no sepa, Airin — le contestó su hermano, guardando silencio ante los presentes — Sé que es una locura, pero también es una oportunidad. Y la pienso usar.

    Los dos hermanos hijos de los ya fallecidos Gavril Utkin y Lara Furlan se encontraban rodeados por un montón de seres humanos y traliods, encontrándose todos en una calle amplia y libre de casas, conformada solo por caminos de tierra que se dividían en sub secciones diferentes.

    Momentos antes, Hufan e Yma estuvieron allí presentes, todo para dar un anuncio a toda la gente. Comunicaron a toda la humanidad lo ocurrido con Vitali Lakor y Renji Yukimura en el día anterior, con la excepción de que ninguno de los seres de esa raza tenía el conocimiento de lo que en realidad pasó, haciendo que todos creyeran que la muerte del comandante se debiera solamente a una pelea.

    Decidido a buscar a un nuevo representante para la humanidad que no tuviera miedo de lidiar con la muerte, los monarcas del mundo se vieron a la tarea de realizar una especie de competencia. Improvisaron un puesto en el centro de esa calle, y realizaron invitaciones a todos los seres humanos presentes en la zona. Lo único que se les comunicó fue el hecho de que iban a ser sometidos a una prueba en la que tendrían que utilizar sus conocimientos para saber qué hacer, y su fortaleza mental para tener la capacidad de hacerlo. Del ganador de un concurso que era todavía desconocido para todos, surgiría el nuevo representante de la humanidad en el reino de los traliod.

    Vyon ansiaba tener la oportunidad de inscribirse. Le gustaban sus posibilidades, y creía que era una forma de engañar a los líderes de los traliod que quería colaborar.

    — Me revelarán todos sus secretos cuando gane esta competencia — el chico le dijo a su hermana — Encontraré la manera de vengar la muerte de mamá y sacarnos a todos de esta vida miserable. Solo necesito tiempo.

    — No vas a sobrevivir, ellos consideran que su actividad es brutal — advertía su hermana una vez más — Recuerda que son más fuertes que nosotros. Todo es mil veces peor para nosotros visto desde su perspectiva. No lo lograrás. Y además… cuando vean que tú eres el hijo de Lara, quizá se aprovechen de eso para eliminarte.

    — Les va a resultar mal, Airin — Vyon se veía con fe ante la prueba — No soy ajeno a los métodos brutales de estos seres. Usaré todo lo que papá me enseñó cada vez que me encontraba con él a solas. Ahora que conozco más sobre estos tipos, no me dejaré matar. Te lo aseguro.

    — Incluso si todo esto que dices te ayuda a no morir, no creo que tengas oportunidad de ganar — Airin no quería permitirle ir — Varios soldados van a participar de esta actividad. Ellos seguro te superarán.

    — No lo creo, ¿acaso no les viste las caras? — Vyon le cuestionó — Todos se ven como si hubieran perdido a un ícono. La muerte del comandante Yukimura seguro los golpeó. Si la actividad fuera a realizarse un mes después, estoy seguro de que no podría con nadie. Pero no será así. Será hoy mismo. Es mi única oportunidad.

    — Solo te pido que no lo hagas, ya he perdido a mamá y a papá — su hermana le imploraba — No quiero perderte a ti.

    — Tendrás que usar otro argumento — la miró a los ojos — Porque no me importa que no me tengas nada de fe. No voy a morir aquí hoy.

    — Mamá y papá nunca habrían querido que participaras en una actividad como esta — Airin creyó que eso lo haría reflexionar — Tú mismo incluso dijiste que ya no querías vengarte de lo que hicieron. ¿Eso no te basta?

    — No, porque estoy seguro de que ellos querrían venganza después de todo lo que pasó — el chico no escuchaba a razones — Y aunque ellos no lo quieran, yo sí lo quiero. Estaba dispuesto a dejar pasar la venganza por lo de papá porque íbamos a escapar de aquí. Pero ahora estamos atrapados. Si queremos ser libres, ellos deben morir, y si van a morir, quiero mi venganza.

    Airin le dio un empujón algo brusco que no sirvió de mucho para mover a Vyon más allá de un par de metros. El chico veía muy enfadado como su hermana se marchaba, junto con otras personas que se alejaban del sitio al no verse interesadas en participar en una actividad o competencia que fuera patrocinada por los seres que los tenían esclavizados.

    El joven Utkin se acercó hasta el puesto improvisado en el que tenía que registrarse para la competencia, poniendo su nombre y su apellido. En el camino se cruzó a varios soldados que pasaban por dicha zona, al ex presidente Dmitri Koslov, y por último al anterior ser humano que ostentaba el puesto por el que él aspiraba.

    Vitali Lakor se encontraba marchándose del sitio junto con su hija Valiana, pero ambos se detuvieron en cuanto observaron al hijo de los fallecidos comandantes. Intrigado por el hecho de que no se estuviera apartando para regresar a su casa, el ingeniero cuestionó sus motivos para estar allí.

    — ¿Vyon? — no creía que fuera a participar — ¿Por qué te estás acercando al puesto?

    — Voy a participar de esta competencia — fue allí que se dio cuenta que cometió un error — Mejor dicho, voy a ganar esta competencia.

    — No creo que te permitan participar — Valiana no se refería al hecho de que él era hijo de Lara — Tú solo eres un adolescente.

    — Ellos no mencionaron nada acerca de un rango de edad mínimo para entrar — el joven Utkin le respondió a Valiana — Además, ¿qué diferencia hay? Casi no hay diferencia entre tener dieciocho o diecisiete, y cumpliré esa edad en un mes. No veo por qué me tengo que quedar afuera.

    — ¿No has pensado en lo peligroso que puede llegar a ser? — Vitali cuestionaba la cordura del cadete a soldado — Estos tipos quieren a alguien capaz de afrontar situaciones difíciles. Puede que cualquiera que se anote sea incapaz de sobrevivir.

    — Como se lo he dicho a mi hermana, yo confío en mis posibilidades — Vyon le contestó al adulto.

    — No sé qué es lo que pensarían tus padres si vieran eso — Valiana creía que era un disparate lo que salía de la boca del chico.

    — Yo desde luego nunca dejaría que mis hijos participaran de esta clase de atrocidades — el ingeniero habló tratando de persuadirlo de que no lo hiciera.

    — Yo no soy tu hijo, Lakor — la forma en que le contestó fue bastante fría — No te tienes que preocupar de mí.

    — …Ciertamente — Vitali supo que estaba perdiendo el tiempo.

    Padre e hija, algo molestos con la forma en la que Vyon se expresó acerca de una cuestión familiar, incluso aunque el chico supiera que no tenían noticia alguna de Winter, se marcharon dejándolo para que pudiera hacer lo que le viniera en gana. Ni el ingeniero ni el joven cadete olvidaron la conversación que tuvieron en el momento en el que Gavril estuvo inconsciente tras la desaparición de Airin.

    Vyon aprovechó su oportunidad para hacerle pasar un mal rato al padre de Winter, devolviéndole así el mal momento que vivió cuando su hermana no aparecía por ningún lado. Tras cruzar a muchas otras caras, algunas conocidas y otras no, el cadete llegó hasta el puesto improvisado. Hufan e Yma se encontraban allí, junto a un total de tres traliod que estaban registrando a los participantes de la competencia.

    Vyon creía que ellos dos se habían marchado tras terminar de hablar, y no se los esperaba encontrar allí.

    — Esto es bueno, tengo que aprender a no dejarme intimidar por ellos — Vyon pensaba mientras se acercaba al puesto — ¿Qué es lo que tengo qué hacer para participar? Porque me muero de ganas de hacerlo.

    — Tienes que dejar registrado tu nombre y tu apellido, humano — Hufan quería hacerle creer que había olvidado quien era, aunque eso no había ocurrido — Y ya que estás aquí, te explicaré una regla importante.

    — ¿Cuál es esa regla? — se vio algo impaciente.

    — No importa cuántos vayan a participar, ni cuantos sobrevivan — Hufan sonó lo más severo que pudo — Solo habrá un ganador. Quien gane será el representante de la humanidad, y el resto tendrá que ponerse a trabajar. Si recibes alguna herida no mortal pero que te incapacite para realizar tareas, lo lamento mucho por ti, pero serás llevado a trabajar igualmente. Si no te asusta la idea, firma la hoja con tu nombre y estarás dentro.

    El humano quería mostrarse rudo en aquel momento, dado a que en sus propias palabras dio por sentado que necesitaba aprovechar el momento para que nada de lo que los tiranos le dijeran le pudiera intimidar. Pero saber que cualquier herida que le pudiera suceder no le impediría ser llevado a realizar trabajos era otra cosa totalmente diferente a lo que había imaginado. Tragó saliva un poco intimidado, y sentía cómo sus piernas le estaban empezando a temblar. Notó una sonrisa en el rostro de Yma, quien luchaba internamente para no lanzar una carcajada en aquel momento.

    Con gran resentimiento a los líderes traliod por lo que ocurrió con toda la especie humana, sobre todo sus padres, Vyon eligió firmar igualmente. Y al momento de hacerlo, habló consigo mismo.

    — El fracasado de Winter me derrotó cuando me dejé llevar — Vyon recitaba para sí mismo mientras escribía su nombre — Tengo que dejar mi frustración aquí o moriré inevitablemente.

    Una vez que dejó registro de su nombre y apellido para participar en la actividad organizada por los monarcas del planeta, Vyon contó los nombres de los demás participantes. No reconocía a ninguno, pero asumía que todos eran soldados. Eran un total de veintitrés, algo que lo emocionaba un poco.

    — Esperaba al menos a cincuenta participantes antes de llegar a anotarme — Vyon expresó a los líderes traliod.

    — Vinieron más de quinientos humanos, pero tan pronto escucharon la regla que puso mi amado Hufan, huyeron sin pensarlo — contestó la reina — No se ven capaces para lograrlo, aparentemente.

    — Son cobardes, hicieron bien al quitárselos de encima antes de empezar — Vyon quería dejar una buena impresión, creyendo que ninguno de los dos lo reconocía — ¿A qué hora da inicio esta competencia?

    — Uno de los nuestros tocará un cuerno que resuena siempre que una cacería es exitosa — Hufan le comunicó para que reconociera la señal — Cuando escuches el primero debes presentarte a la puerta sur este de la ciudad. Solo esperaremos unos minutos y luego tocaremos el cuerno una segunda vez. Si no estás allí para cuando suene, olvídate de participar.

    — Estaré atento, entonces — el chico empezó a retroceder — Nos veremos pronto… mis reyes.

    La falsa cortesía mostrada por el joven humano no logró engañar a ninguno de los líderes. Los tres sirvientes suyos que estaban allí para dejar a los humanos registrarse para la actividad tardaron un poco de tiempo en reconocerlo. Pero el rey y la reina supieron que se trataba de uno de los hijos de la comandante Lara, a quienes ellos dos conocían como matriarca.

    — No quiero que gane — Hufan decía en voz alta, aprovechando la ausencia de humanos en las inmediaciones — Yo maté a su madre en frente suyo. Si le doy la oportunidad, intentará traicionarme como lo hizo ella.

    — Es muy joven, amor mío — Yma quería consolarlo — No ganará. De hecho, será un milagro si no es de los primeros en morir.

    Haciendo un poco de caso a su pareja, ambos reyes de los traliod se quedaron allí hasta que todos los demás humanos que restaban por acercarse hicieran lo propio. Tras el paso de unos minutos, continuaron inscribiendo a los seres humanos hasta que dieron con un total de cincuenta y dos participantes. Viendo como nadie más se estaba acercando, rey y reina supieron que era hora de ir a buscar los cuernos y hacerlos resonar para poder convocar a todos los participantes que tenían, aunque esperaban contar con ausencias de último minuto.

    […]

    Cuando el primer cuerno resonó, Vyon, que estaba cerca de la puerta del sur este empezó a moverse. No tenía pensado apresurar el paso, ya que sabía que podía llegar hasta su sitio objetivo antes de que sonara por segunda vez, y que darse prisa solo contribuiría a cansarse. Siendo que no sabía a qué tipo de obstáculo se enfrentaría, el joven se lo tomaba con calma.

    — ¡Vyon! — la voz de su hermana se escuchó detrás suyo.

    Con algo de molestia porque creía que estaba por pasar por lo mismo que antes, el joven se dio la vuelta para verla. En su mente, la situación ideal sería que ella se acercara únicamente para despedirse, pero tenía por certeza que intentaría alguna otra estrategia para convencerlo de que no se dirigiera a competir por el cargo de representante de la humanidad. Al girar, pudo ver que no venía sola, ya que Rosary estaba con ella.

    — ¡Al fin te encontramos! — exclamó Airin, con alivio de haberlo alcanzado — ¡Te buscamos por todos lados!

    — ¿Vienen a desearme suerte? — el chico cruzó los brazos algo molesto — Porque tengo que ir hacia la puerta antes de que suene el segundo cuerno.

    — Vinimos aquí para evitar que te vayas — Rosary le decía con bastante miedo — Por favor, Vyon. No puedes hacer esto. Hufan e Yma seguro saben quién eres. Sé que eres fuerte, y no creo que seas incapaz de ganar una competencia, sin importar cuál pueda ser. Pero ellos realizarán alguna clase de trampa para que no ganes.

    — No parecían recordarme cuando me fui a inscribir — el joven no hacía caso a las advertencias — Si no quisieran que yo ganara, no me habrían dejado participar. Dudo que se tomen alguna molestia para eliminarme. Eso les supondría trabajo. Les sería más sencillo dejarme fuera de esto.

    — Vyon, no vayas a hacer esto — Rosary tomó sus brazos para poder sujetarlo — Tengo un mal presentimiento sobre esto. No quiero perderte ahora. Por favor…

    — Rosary, confía en mí — el chico se dio cuenta de las intenciones de la chica — ¿Recuerdas que Winter casi nunca me invitaba a sus cumpleaños?

    — Sí, pero ¿qué tiene que ver eso con esto? — la chica tenía un gran desconcierto hacia lo que decía.

    — En cada uno de esos días, mi padre me llevaba a los bosques y ríos de dentro de los muros y me enseñaba técnicas de supervivencia — el joven Utkin supo que eso la tranquilizaría — No importa a dónde me lleven estos sujetos, yo encontraré la forma de sobrevivir. Soy fuerte, soy inteligente, y soy el único que no está afectado por la muerte de Renji porque nunca formé un vínculo muy fuerte con él. No solo creo que soy capaz de sobrevivir. Soy capaz de ganar…

    — Vyon, sabes que esto es muy difícil para mí, porque eres mi único hermano y también mi única familia con vida — le decía su hermana — Eres importante para mí, y no quiero que te mueras. Pero si yo y Rosary no podemos detenerte… lo único que podemos hacer es desearte suerte. Sé que no soy lo suficientemente fuerte como para lesionarte y hacer que te quedes aquí. Solo prométeme que vas a regresar con vida.

    — Estás hablando de mí, Airin, si no creyera que tengo oportunidades de sobrevivir, nunca habría aceptado hacerlo — Vyon se acercó a su hermana para abrazarla — Prometo que ganaré esto, y si Hufan e Yma me dan alguna clase de privilegio con la nueva posición que me van a otorgar, lo usaré para conseguirnos una casa más grande… Y eso va para ti también, Rosary.

    — ¿De qué hablas, Vyon? — le preguntó la chica.

    — Tú nos llevaste a tu hogar para que podamos estar acompañados — decía el joven mientras se separaba de su hermana para ir a abrazarla a ella — Te juro que te devolveré el favor. Puedes estar segura de eso.

    — Buena suerte, Vyon — Rosary, viendo que fracasó en su intento por detenerlo, le dio un beso en la mejilla — Sobrevive allí afuera.

    — Haré eso y más, crean en mí — Vyon sonreía mientras se apartaba de ellas para dirigirse a la puerta del sur este.

    Asustadas ante la posibilidad de que algo pudiera ocurrirle, Airin y Rosary se tomaron de la mano para darse fuerza. Pese a que admiraban la seguridad que tenía en sí mismo el chico, no podían evitar preocuparse por el hecho de que esa pudiera ser la última vez que lo vieran. Ambas estaban un poco más tranquilas por el hecho de que al menos tenía la mente fría para realizar esa competencia, aunque hubieran preferido que nunca se hubiera anotado en primer lugar.

    — Airin, vayamos a entrenar un poco — Rosary le sugería a su amiga.

    — ¿Para qué entrenar? — preguntó la hermana de Vyon.

    — Si Vyon sobrevive, pero no gana esto, estará molesto — fue la conclusión de la chica — Y si los reyes vuelven a lanzar esta actividad, querrá participar otra vez. Ahora no estamos a su nivel como para lastimarlo lo suficiente para hacerlo abandonar. Pero la próxima vez no nos daremos ese lujo.

    — Me gusta esa forma de pensar tuya — la chica sonreía ante esa posibilidad — Créeme que, si creyera que entre las dos pudiéramos hacerle el daño suficiente, lo habríamos intentado. Ahora no habría servido. Nos habría derrotado y luego se hubiera ido cansado a competir. Es un cabeza dura.

    — Bueno, si hablar con él no sirve, lo que tendremos que hacer será usar la fuerza — la chica se soltó de su amiga, para luego juntar sus manos — Ahora solo nos queda esperar a que regrese de una pieza… Ay, Vyon.

    — Me creo que mi papá le habrá enseñado muchas cosas, y él sabía mucho acerca de combate y supervivencia — su amiga quería tranquilizarla — En tanto no se enfrente a una amenaza desconocida, sé que podrá salir con vida de esto. Pero como dices tú, tiene que regresar de una pieza.

    Dispuestas a seguir la sugerencia dicha por Rosary, tanto ella como Airin se retiraron para poder realizar un entrenamiento entre las dos. Se suponía que el día de ayer sería su único día libre. Pero lo sucedido con el comandante Renji Yukimura y Vitali Lakor cambió el esquema para todos. Hufan e Yma anunciaron que no enviarían a los humanos a trabajar sin tener un representante apto para el puesto. Por esa misma razón, tan pronto como se anunciase al nuevo representante de los seres humanos, todos regresarían a sus puestos de trabajo habituales.

    Eso se traducía como un día libre para todos los humanos, y las dos cadetes que quedaban en el planeta lo vieron como la oportunidad perfecta para tener un entrenamiento y así tratar de mejorar sus capacidades. Todo con el fin de evitar que su compañero quisiera repetir próximamente el intento de alistarse a una competencia por ser el representante de la humanidad ante los traliod.

    […]

    Vyon se encontraba con los ojos vendados. Encima de una plataforma de traslado, el joven Utkin iba acompañado por un total de trece humanos, siendo catorce solamente los que iban a competir, incluyéndolo a él. Para el momento en el que el segundo cuerno de caza fue hecho sonar por los traliod, menos de un tercio de quienes se inscribieron estaban allí. Para él todo era un beneficio, ya que tendría menos competencia.

    — Son débiles — pensaba Vyon para sí mismo mientras era trasladado a ciegas — Se creyeron con la fuerza necesaria para participar, pero luego se vieron aterrados ante la idea. Hicieron bien. Me están poniendo las cosas mucho más fáciles.

    Junto a él, atados del todo por encima de la plataforma de traslado se encontraban un total de seis mujeres y siete hombres. Todos ellos mayores de dieciocho años, y algunos de ellos por bastante. De la misma forma, todos tenían el rol de soldados en el ejército. Justo como Vyon lo razonó y como el propio Renji creía, la muerte del propio Yukimura causó un efecto negativo en el ejército. Los soldados quedaron tan desmoralizados que rechazaron por completo la idea de participar en la competencia realizada por los traliod, más allá de que algunos de por sí ya tendrían miedo de hacerlo.

    Unas dos horas después de que inició el viaje, Vyon pudo sentir cómo estaba empezando a ser desatado de sus ataduras tan solo unos cinco minutos después de que la plataforma se detuviera. Tras ser bajado de aquella unidad de traslado tan típica de los habitantes del planeta Tralio, pudo sentir cómo era conducido un par de pasos, para luego ser levantado y colocado sobre una montura, en la que podía reconocer que había un guerrero sentado.

    — Será más rápido ahora que se han presentado pocos — un guerrero era el que hablaba ante todos — El patriarca Hufan me ha dejado las instrucciones para esta competencia. Saliendo de la provincia antes gobernada por el patriarca Jil, se encuentra el bosque más peligroso de nuestro mundo. Un patio de juegos para Ybryr cuando este todavía estaba vivo.

    Vyon sentía deseos de maldecirlo directamente, pero temía que pudiera haber alguna especie de represalia por hacerlo. El guerrero que estaba haciendo de orador sonaba orgulloso por el hecho de que Ybryr se encontrase muerto, siendo que no fue otro más que Hufan el que le dio el golpe de gracia, y que ese mismo golpe no fue un golpe como tal, sino un homicidio con un arma de fuego creada por los humanos.

    — Sin nosotros, ustedes ya habrían sucumbido ante Ybryr — Vyon no podía presionar los puños dado a que tenía las manos atadas, posiblemente para evitar que se quitara el vendaje de los ojos.

    — Será el escenario perfecto para la prueba — continuó hablando aquel guerrero — Su objetivo es muy fácil de comprender. Nuestros jinetes los llevarán hacia el otro extremo del bosque a bordo de las monturas. Luego de eso, ustedes tendrán que encontrar la forma de regresar. Será un viaje rápido de ida para ustedes, pero eso es porque nuestros jinetes son cazadores que ya reconocen este bosque. Ustedes irán con los ojos vendados para no poder tomar nota de los alrededores. Y deberán regresar a pie hacia la provincia. Sé que ustedes tienen conocimientos en la naturaleza porque vimos en persona el sitio en el que vivían antes de nuestra aparición. Pero ahora no tendrán nada más que sus propias manos y su cerebro como recursos. Esta prueba los enfrentará a los peligrosos animales que habitan en el bosque, de manera que podremos evaluar su astucia para sobrevivir, y su fortaleza mental al encontrarse a las bestias que los van a acechar.

    — ¿Quién será el ganador? — preguntó una de las mujeres del ejército.

    — Quien llegue primero, y en caso de empate, los llevaremos de regreso al bosque para que repitan la prueba — el guerrero a cargo de las explicaciones les dio una respuesta inesperada — Todos ustedes serán soltados en diferentes lugares del bosque, distanciados lo suficiente como para que les sea difícil encontrarse. Pero en caso de que lo intenten y lo consigan, nos aseguraremos de que no les sirva de mucho, puesto a que no se salvarán de tener que luchar por su cuenta.

    Tanto Vyon como el resto de los participantes de la competencia se veían impresionados por el nivel de cinismo que se reflejaba en la forma en que Hufan e Yma se encargaron de preparar la prueba de modo tal que formar alianzas para sobrevivir no fuera una opción válida en aquel momento. Un par de soldados anotados allí habían optado por inscribirse con la idea de seguir esa estrategia, trabajar unidos y ganar juntos. Pero viendo que no era una opción, deberían hacer el intento para triunfar por su cuenta.

    Antes de partir, el guerrero a cargo de la actividad les dio la última indicación.

    — Este bosque es muy extenso, y es posible que se desorienten — comentó ante todos — Los jinetes que irán con ustedes llevarán varios cuernos que harán resonar. Eso será una guía para que ustedes sepan hacia qué dirección apuntar. Pero tan pronto como llegue la noche, los cuernos dejarán de sonar. Quien no haya llegado para esa hora, tendrá que encontrar el camino de regreso por su cuenta y sin indicios.

    — Iremos retrocediendo, cada vez que hagamos sonar los cuernos, nos iremos moviendo un poco más hacia el límite de la provincia — uno de los jinetes quería meter algo más de miedo — Tocaremos los cuernos hasta el anochecer, pero si tardan demasiado, terminarán quedándose sin la posibilidad de oírlos mucho antes. Y sepan que es probable que los cuernos alerten a las criaturas salvajes que habitan en el bosque.

    — No contestaré más preguntas, con esto es más que suficiente para que puedan acudir a la competencia — el organizador se preparaba para despedirlos — Que el más fuerte de ustedes, tanto física como mentalmente, gane.

    Estando los catorce participantes a bordo de una montura, los jinetes que portaban un cuerno de caza y un garrote para defensa personal, se marcharon con los participantes de la competencia encima.

    Vyon tomó aire a un ritmo tranquilo. Estaba un poco alterado luego de conocer todos los detalles de la competencia. Esperaba que no fuera nada sencillo, pero incluso esa clase de tarea le parecía un poco extrema. Tras inhalar y exhalar durante un par de minutos, el chico consiguió llegar a una paz mental que le haría mucha falta en aquel momento.

    — Papá, mírame — el chico recordaba los días en los que se reunía con él — Voy a ganar aprovechando todo lo que me enseñaste.

    […]

    ¿Otra vez no te invitaron al cumpleaños de Winter? — preguntó Gavril a su hijo, con una sonrisa en su rostro.

    No, pero no lo necesito, Winter es el más tonto de nosotros — Vyon despreciaba bastante a su compañero cadete — No me interesa ser su amigo.

    No deberías despreciarlo así, hijo, todos tienen un potencial oculto que solo pocos podemos ver — Gavril se acercó para acariciarle los cabellos — Pero bueno, me estoy acostumbrando a estas salidas contigo.

    ¿Qué consejo de supervivencia me vas a enseñar ahora? — Vyon se veía muy ilusionado por aprender de él.

    Te enseñaré a cómo reconocer a los animales salvajes del bosque, y también a cómo defenderte de ellos — su padre decía mientras se lo llevaba en una caminata por el bosque dentro de la zona amurallada — En el interior de los muros no hay esa clase de animales, pero cuando llegues a cierta edad, tendrás que salir. Será mejor que vayas aprendiendo a cómo defenderte de ellos.

    […]

    Invadido por la nostalgia de aquel recuerdo con su padre, fallecido hace más de un año a manos de Elber, Vyon quedó tan distraído que le costó darse cuenta de que el jinete que lo trasladaba había ordenado a su montura el detenerse. Para él nada más habían transcurrido un par de segundos en los que rememoró aquel día en el que dio un paseo por el bosque junto a su padre, pero en realidad, una hora de diferencia e incluso unos minutos más habían tenido lugar.

    Lo primero que hizo el jinete fue asegurarse de que estaban a salvo, y una vez se dio cuenta de que estaban así, bajó de su montura para luego ayudar a Vyon a prepararse para la competencia. Poco hizo además de apartarlo un poco de la entrada a la zona repleta de árboles y quitarle las ataduras de las manos.

    Estando liberado el chico, él corrió hacia su montura, para darle la indicación final.

    — ¡Quítate la venda de los ojos y luego regresa hacia la provincia! — fue la orden del jinete, que luego lanzó un grito.

    Vyon creyó que la venda le sería sustraída por su propio escolta, pero para cuando se la sacó de los ojos usando sus manos ya liberadas, no pudo ubicarlo más con la vista. El chico se dio cuenta de que todo aquello fue un truco para evitar que este siguiera con la vista al jinete. Ni siquiera tuvo una oportunidad de preguntarle alguna clase de indicación.

    — ¿Cuánto tiempo pasé a bordo de ese animal? — se decía para sí mismo — Bah… Da igual, seguro que a pie y teniendo que estar alerta de que no me ataquen, voy a tardar mucho más en regresar.

    El joven Utkin decidió guardarse la venda que cubría los ojos en el bolsillo de su pantalón, en caso de que la necesitara por si recibía alguna clase de herida que empezara a desprender algo de sangre. Sin saber si podía empezar o no a emprender el camino de regreso, Vyon optó por iniciar, con tal de ganar algo de tiempo para que no se le hiciera de noche mientras todavía se encontrase allí.

    — Quizá deba buscar algún palo y una piedra para encender fuego — el joven creyó que no estaría de más — Será pesado, pero hacerlo de noche me será difícil, además, el fuego sirve para ahuyentar a algunos animales.

    Mientras estaba metido en sus pensamientos, el chico escuchó como resonaban los cuernos de caza tocados por los jinetes que habían trasladado a los participantes a las afueras del bosque. Sorprendido por el hecho de que ya los hubiera podido escuchar, este empezó a avanzar para no perder el tiempo. Recordando el importante hecho de que los jinetes iban a avanzar a medida que el tiempo pasara, empezó a mover las piernas hacia adelante, observando a los alrededores para no dejarse sorprender por ningún depredador, pero estando atento para ver si podía localizar algo que le ayudara para hacer un fuego o que pudiera servirle como arma.

    El bosque estaba lleno de árboles caídos que conformaban troncos de madera seca, y el joven no recordaba que su recorrido hubiera sido tan agitado, posiblemente a raíz de la experiencia del jinete en aquellos bosques, partiendo del hecho de que eran cazadores.

    Apuntaba con la vista a cada ángulo para tratar de encontrar alguna ventaja allí dentro, y fue cuando miró a la derecha que pudo observar una silueta moviéndose entre los árboles. Con cuidado de no alertar al animal que sabía que estaba acechándolo, Vyon se arrimó hacia el árbol más grande para observarlo con atención. Pudiendo ver allí que se trataba de un animal salvaje con piel de color blanco.

    — Un cazador silencioso — recordaba de las lecciones de su padre — Tienen patas que les permiten moverse sin hacer ruido, pero su pelaje no ayuda en su camuflaje. Serás sencillo de evadir.

    Vyon se movió lentamente retrocediendo un poco, sabiendo que era el sonido de sus pisadas al correr las que le hacían más fácil al animal seguirle el rastro. Tras retroceder unos cuantos pasos, el joven Utkin se empezó a mover en diagonal, mirando siempre a la zona en donde había podido localizar al depredador, pero sin descuidarse del resto del paisaje. Una vez que pasaron diez minutos, el joven adolescente se dio cuenta de que lo había despistado al no poderlo divisar más, lo que fue una señal para que retomara el recorrido hacia adelante.

    Corrió durante quince minutos por el interior de un bosque donde los árboles empezaban a hacerse cada vez más bajos en altura y con ramas más gruesas, y no fue hasta que escuchó un grito que detuvo su avance.

    — ¡Auxilio! — la voz era de un hombre que parecía ser joven — ¡Alguien! ¡Ayúdenme!

    — Eso podría atraer animales en los alrededores — Vyon empezó a moverse de puntillas para hacer poco ruido — Veré si puedo rodearlo.

    No tenía intenciones de inmiscuirse en una pelea para salvar la vida de nadie, sobre todo tras enterarse que un empate solo llevaría a reiniciar la prueba para él y los que estuvieran empatados. Solamente quería apartarse lo más que pudiera de la fuente de aquel ruido.

    — ¿Qué es ese ruido? — pensó para sí mismo al quedarse quieto.

    Concentrado de lleno en todo el bosque que lo rodeaba, el joven Utkin logró distinguir un ruido más que sobresalía un poco por encima de los gritos de desesperación provenientes de uno de los humanos que se anotó para la competencia. Una vez que lo identificó, supo que se trataba de un animal salvaje. Quedándose quieto totalmente, pudo confirmar qué estaba en lo correcto.

    Una bestia cuadrúpeda con el pelaje negro y melena de color rojo como si fuera un león, se apareció frente a él, delante de unos árboles que se alzaban en frente suyo. Necesitó de unos veinte segundos para poder reconocerlo, pero tan pronto como lo vio levantar la cabeza como si estuviera intentando percibir un olor, el joven recordó una lección dada por su padre.

    […]

    Estos animales tienen un olfato único, según nuestras observaciones — Gavril le mostró por su dispositivo móvil una foto de un animal — Les cuesta detectar un olor, pero tan pronto como lo logran, fijan su vista en su objetivo y no lo pierden. No hay manera de evadirlo una vez que te detecten, tus únicas opciones son pelear hasta matarlo o trepar un árbol hasta que se aburra y se vaya.

    ¿No corro peligro de que trepe y me alcance? — Vyon preguntaba, mirando con asombro y un poco de miedo a la criatura que su padre le mostraba — Podría quedarme sin salida si me subo a un árbol.

    Este animal no sabe trepar, así que una vez estés sobre un árbol, estarás a salvo — su padre le explicaba una táctica salvavidas — Estará mirándote por unos minutos, pero cuando vea que no bajas de allí, se alejará para buscar otra presa. Debes darle tiempo suficiente para que se aleje y te pierda el rastro.

    ¿Vas a enseñarle esto a todos los demás? — el joven que tenía doce años en ese tiempo disfrutaba de ser el único que conocía ese detalle.

    En algún momento, pero de momento, el único que tiene el lujo de saberlo eres tú — le contestaba Gavril, para luego de eso alzarlo en sus brazos — Mientras todos se divierten en la fiesta de Winter, tú estás aprendiendo algo que ellos tardarán más en descubrir. Los sorprenderás a todos cuando eso suceda.

    Estando en brazos de su padre, Gavril empezó a moverlo por los aires para tratar de hacerlo disfrutar ese momento. Para Vyon era una sensación bastante agradable, y fue por eso que empezó a reírse a carcajadas mientras su padre jugaba con él. Pese a estar en las puertas de la adolescencia, Vyon disfrutaba esos momentos que le daba su padre.

    […]

    — No podrás alcanzarme — Vyon habló con el animal, sabiendo que no lo podría entender — Vete a buscar otro objetivo si tienes hambre.

    Tal y como su padre le había comentado, el animal de pelaje negro y melena terminó por detectar a Vyon al encontrarse a poca distancia. Pero el joven Utkin se anticipó y ya se encontraba de pie sobre la rama gruesa de un árbol para cuando el animal se le acercó. Sujetándose para no caer mientras esperaba a que el depredador se marchara, Vyon lo miraba fijamente. Estaba bastante maravillado por la belleza de aquel ser vivo. Quedó maravillado al verlo en una imagen desde el teléfono de su padre, y tenerlo cara a cara, aunque fuera en una situación algo peligrosa, le resultaba encantador.

    Ambos se miraban sin mover un solo músculo. El humano para no tambalearse y caer, y el animal atento esperando un error en él. Pasados unos doce minutos desde que subió al árbol, el acechador se dio cuenta de que el joven no caería, y se empezó a marchar. Vyon no le quitaba el ojo de encima.

    Tanta era la distracción del joven humano que no se dio cuenta de que estaba siendo acechado por otra clase de organismos. Desde la copa del árbol aparecieron tres insectos del tamaño de una cucaracha hogareña, con un color grisáceo que podía camuflarse con facilidad en el tronco del árbol y con una especie de aguijón en la cabeza. Una ligera cosquilla fue sentida en la mano de Vyon que se encontraba haciendo de apoyo en el tronco, y cuando se percató de que tenía unos tres insectos abordándolo, apartó la mano de allí. Los tres bichos que subieron a su mano le picaron, y el joven tardó un segundo en poder sacudírselos después de que sintió los tres pinchazos con una fuerza considerable para el tamaño tan pequeño de esos insectos.

    Utkin dejó salir un par de gemidos de dolor mientras se aseguraba de aplastar a los insectos para evitar más picaduras. Una vez que se aseguró de que no tuviera más insectos en la piel o la ropa, se examinó la mano, pudiendo ver tres ronchas que se formaron casi instantáneamente, notando como salía algo de sangre con un poco de pus de una de ellas.

    — ¡Mierda! — exclamó mientras se sujetaba la herida — ¡Arde mucho!

    En un intento para ver si podía conseguir algún efecto positivo, Vyon tomó la venda que se había guardado y trató de ponérsela alrededor de su muñeca en un intento de hacer algo de presión y evitarse alguna infección. Sin embargo, teniendo una sola mano disponible al no haber sido picado en una extremidad inferior, no logró hacer un nudo que presionara lo suficiente. Con el susto al no haber podido identificar al insecto que le había picado, Vyon dio un salto y empezó a correr con el objetivo de buscar alguna fuente de agua limpia que le sirviera para poder hacer el intento de desinfectarse su herida.

    Sabía que ante cualquier herida abierta tenía que limpiarla y luego cerrarla, pero no había recibido nunca consejos para tratar con piquetes venenosos. Al correr al frente para ver si podía divisar algún charco o pozo en el que pudiera limpiarse, movía su cuerpo de forma tal que el veneno que le inyectaron los tres insectos que le picaron se estaba empezando a transportar por su torrente sanguíneo con bastante facilidad. Al cabo de cinco minutos, al síntoma del picor de su mano se le sumó un leve frío que invadía la parte superior de su cuerpo.

    — ¡Me envenenó! — Vyon luchaba para seguir moviéndose — ¡No es posible que me haya distraído así! ¡¿Qué tengo que hacer ahora?!

    El joven hizo su esfuerzo para buscar entre sus recuerdos alguna conversación con su padre que le pudiera dar un indicio de qué hacer en esos casos. Pero sin un anti veneno o algo para limpiar o desinfectar su herida, producto de encontrarse en la intemperie, poco podría hacer.

    — Dijeron que en los bosques habitaban insectos venenosos — el chico lo oyó decir a uno de los traliod — ¿Cómo pude olvidarme de eso? Me voy a morir si no hago algo.

    Pese al frío que sentía, cuando prestó atención a su cuerpo, notó que estaba sudando de forma ligera, y al tocarse la frente fue capaz de percibir que tenía bastante fiebre. Le causaba mucho más miedo el hecho de saber que, pese a que sus maestros le enseñaran que contaba con un sistema inmune mutado a causa de la radiación a la que se expusieron sus padres en la Gran Catástrofe, el veneno le estaba haciendo efecto y muy rápido.

    — ¿Será tan mortal, o es porque me dejé picar por tres insectos? — Vyon sentía que se empezaba a agitar mucho más mientras avanzaba.

    En tan solo siete minutos, el veneno se extendió por varias zonas de su cuerpo. Vyon cayó al suelo con el cuerpo paralizado, sintiendo frío, experimentando fiebre y una enorme hinchazón en la mano. Aunque había caído, se rehusaba a rendirse, y con las fuerzas restantes, trató de moverse hacia adelante para tratar de seguir su búsqueda de una fuente de agua.

    Los cuernos de caza que portaban los jinetes volvieron a sonar, señal de que pronto se moverían de aquel lugar. El chico ya no estaba luchando para tratar de ganar la competencia, sino que se esforzaba por tener oportunidad de sobrevivir. El cansancio se apoderaba cada vez más y más de él, hasta que se quedó sin fuerzas para moverse. Lo único que salía de él eran lágrimas, creyendo que iba a morir envenenado y sus restos quedarían allí para cualquier depredador que anduviera cerca. El otro escenario que imaginó era siendo devorado por un cazador mientras el veneno le arrancaba la vida de su cuerpo.

    — Airin, Rosary… — el chico pensó en su hermana y su amiga, quienes quisieron impedirle anotarse a la competencia — Tenían razón… No debí haberme anotado para esta competencia… Fue un error… Me voy a morir aquí… — de pronto, sus pensamientos cambiaron hacia otras personas — Mamá, papá… He fallado. Se suponía que yo era apto para sobrevivir. Me han enseñado mucho, y, aun así, fracasé… Lo siento… No tenía la intención de morir aquí. Perdónenme por haberme equivocado al participar, y por el haber permitido que una distracción acabara conmigo.

    Luego de esos pensamientos, las fuerzas de Vyon quedaron totalmente mermadas. No podía mover más sus músculos, y su sangre estaba totalmente contaminada por todo el veneno que los tres insectos le habían inyectado con sus picaduras. Quedó inconsciente en tan solo tres minutos de haber sido paralizado del todo, y antes de que diez minutos pudieran seguir teniendo lugar, el joven Utkin terminó perdiendo la vida.

    Para cuando el tercer cuerno de caza fue hecho sonar por los cazadores, sus oídos ya no pudieron escucharlos, quedando solo su cadáver en el sitio que fue su caída.
     
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