Yermos de Hashmal Playa espiral

Rigel Betelgeuse

El ente que custodiaba la katana se retorció entre las sombras cuando tanto Adrien como yo nos abalanzamos sobre él. Pronto, la luz emergió y su cuerpo fue desapareciendo, dejando paso a los recuerdos míos que había custodiado. Primero, los pasados: Alyssa, Zael, Harold, mis padres... Y finalmente, los más recientes, desde Brigid, Erin y demás tripulación del Starlight, hasta compañeros del imperio, como Biggs y Wedge, y como Darek.

Todos estaban de vuelta y volvía a sentirme "pleno". Adrien en frente de mí me miraba, con ilusión en el rostro y admiración a partes iguales.

—Adrien... dudé de ti, sí. Lo siento —fue lo que alcancé a decir, ante se último comentario—. La vida no ha sido como ninguno de los dos esperábamos... No podíamos saber lo que nos iba a deparar el futuro.

Me sentí horrible. Delante mía tenía la prueba de que Adrien era una persona noble.

... De que Jazz era una persona noble. No tenía sentido seguir evitando ese nombre. Pero como le había dicho, las circunstancias en las que se desarrolló cada uno fueron distintas, ¿eh? Yo me llevé la mejor parte, me adoptó una familia, pude formarme, entrenar y formar parte del ejército, mientras que él.. no tuvo las mismas oportunidades. Desde luego, la criminalidad era algo totalmente construido, pese a mis prejuicios.

—Pero, ¿sabes? Nunca más lo haré. Porque eres un hombre noble, pase lo que pase. Te prometo que... velaré por ti. Porque tengas el futuro que te mereces.

Mientras pronunciaba estas últimas palabras, la Zanarkand se liberó del agarre de aquel monstruo y vino hacia mí, con el orbe colgando. Su hoja no era negra ya, y un plateado resplandeciente la bañaba ahora. La empuñé con una mano, decidido. Mis recuerdos no volverían a caer presos.

No mientras Jazz siguiese conmigo.

 

Tras la despedida de Adrien, despertó.

Rigel abrió los ojos finalmente, después de haber estado quién sabe cuánto tiempo abstraído. Y cuando lo hizo, Kein reaccionó con un sobresalto, nervioso.

—¡R-Rigel! ¿Qué te ha pasado? ¡Estabas ahí quieto, como un pasmarote!

Contenido oculto

Darek también lucía preocupado, al igual que Brigid y Erin, por supuesto. Pero el ex Titán se fijó entonces en la katana en la mano de Rigel, que, como pasó en su "sueño", ahora parecía desprovista de esa negrura, luciendo un filo plateado, casi translúcido, elegante.

Su hoja afilada había perdido esa oscuridad. ¿Significaba eso que había aplacado a esos espíritus? ¿Que había liberado, tal vez, los recuerdos de todos esos demonios? Seguía siendo un arma peligrosa, sin duda, con esa capacidad para acumular y acumular esencia y vacío, pero... tardaría mucho, mucho, en volver a oscurecerse, eso seguro. Y Rigel ya había demostrado ser capaz de poder con ella si se rebelaba.

—... comprendo —murmuró Darek, brazos cruzados y sonrisa orgullosa en su rostro—. De alguna forma, has domado la espada, ¿verdad? Ha intentado controlarte, pero has resistido, e incluso la has liberado. El Filo de Elérea se proclama como su nuevo dueño, y no al revés. Como debe ser.

Le dio un golpecito en el hombro a Rigel, satisfecho con su desempeño. Y, luego, los ojos del antiguo Comandante no pudieron sino clavarse en el gran árbol que había allí.

Harold... por fin descansaría en paz. Y si Fauna venía a la zona en algún momento, quizá, incluso, podría ser libre, en cierta manera. Rigel pudo despedirse de él, conocerlo, aunque fuese en aquellas circunstancias. Y ahora, pese a que la Zanarkand ya no usase sus recuerdos, en cierto modo... su filo guardaba el reflejo del que fue su cuidador.


Rigel, Brigid, Erin y Kein ganan 3 PH.
Rigel gana 1 PH extra.
Rigel obtiene la katana definitiva, la Zanarkand. Está disponible en su inventario.

¡Misión completada! La cadena de encargos de Harold llega a su fin.

 

Rigel Betelgeuse

La figura de Adrien fue poco a poco desvaneciéndose, mientras que hacía una promesa. La promesa de cuidarnos. Esa que él llevaba tanto tiempo cumpliendo por mí, y yo ni me había planteado.

Las cosas no volverían a ser iguales, ¿eh? De algún modo... Esperaba que esto no hubiese sido producto de mi imaginación. Que Jazz, de algún modo, hubiese sentido algo de todo esto. Quizás lo comprobaría más adelante.

Al volver a la vigilia, estaban allí todos: Darek, Erin, Brigid y Kein, expectantes y preocupados. No sabían qué había pasado, pero el filo plateado de la katana parecía indicarles que todo estaba en paz. Me encargué de hacérselo saber.

—La katana ha... Perdido su fuerza, parece. Lo conseguimos.

Todos se alegraron al oír la noticia, como era de esperar. A ninguno le preocupaba especialmente Harold, supuse, más allá de la relación que pudiera tener conmigo. Era comprensible que estuvieran más preocupados por mí, o por el poder que la katana podía desatar, que por un ángel cuyo destino ya estaba sentenciado. Con todo... Aún me costaba asimilar que no pudimos salvarlo.

Pero al menos, ahora Harold era libre. Y pronto, cuando pudiera regresar con Fauna, sería completamente libre.

—En... No nos queda mucho más que hacer por aquí. ¿Nos vamos?