Mini-rol Promises [Gakkou Roleplay]

Estación de Shibuya
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La velocidad en la que había contestado ese mensaje no era algo de lo cual se sintiera bastante orgulloso a decir verdad. Ya tenía todo un plan en su cabeza, quedarse en su cuarto, oculto de todo el ruido y caos que le traía la presencia de su hermano y sus amigos en el departamento para tratar de conciliar el sueño desde la mañana y así, descansar lo máximo posible aprovechando su ausencia en esa actividad escolar.

Pero no, como siempre la informalidad de su amigo terminaba haciendo que cambiara todo.

¿Qué si podía verlo en la estación de Shibuya a las tres?

No, no realmente, era un jodido viaje de una hora en transporte que no le hacía nada de ilusión por lo lleno que seguro estaría el tren, pero la emoción fue más rápida que su pereza y antes de que pudiera razonarlo ya había mandado un simple: "Sí, tengo tiempo."

Ducharse, cambiarse y salir del departamento entre gritos de sus invitados de que les había tirado una de sus bebidas entre la torpe rapidez con la que intentó salir valió la pena, puesto que cuando llegó a su estación del tren más cercana, el tren en cuestión apenas estaba llegando y pudo acaparar uno de los asientos para poder viajar de manera más cómoda.

Y aunque en cada estación se obligaba a ver su celular de manera ansiosa para comprobar la hora, estuvo más que satisfecho cuando logró salir del subterráneo cuando el reloj marcó justo las tres en punto, a tiempo para buscar intranquilo la cabellera negra de su foráneo amigo.

—...Más te vale no llegar tarde, Daute...

 

No tenía en mi cabeza aquel viaje espontáneo, mucho menos el que mi madre fuese la que me pudiese ir, pero para mí sorpresa la prisa y lo que conllevaba terminó con la mujer que me dió la vida en una fiesta de té con sus amigas, lo suficientemente importante como para dejar de lado a su único heredero.

Madres.

Había encargado al chófer en llevarse mi maleta a casa, en lo que me bajaba en una esquina y el tipo me pedía que me subiera de nuevo.

—No pienso estar en Japón aburrido~ —meneé la mano en lo que el se bajaba, perdiéndome entre la multitud en lo que buscaba entre mis contactos a Yume.

Desde la última vez, no tenía idea de cuando volvería a verlo, y mejor temprano que tarde. Leí uno de los letreros, medianamente distraído con el caramelo que traía en la boca.

Estación de Shibuya.

Bajé las escaleras en lo que me zafaba la corbata con la derecha, denotando con el sonar del pasar del tren el cabello oscuro y la piel pálida. La hilera de dientes no tardó en mostrarse y un ligero color rosa invadió la punta de mi nariz.

—Ey partner, por aqui~

¿Qué hora vendría siendo? Las 3:15, quizá.
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Sin duda alguna estaba convencido que era molestia lo que iba creciendo en su pecho conforme los minutos pasaban, algunas veces tomaba su celular con claras intenciones de escribirle para preguntarle donde estaba, si iba a venir o si quizás había malinterpretado el día de alguna manera, pero siempre terminaba borrando el mensaje y guardando su celular para esperar de forma paciente.

A fin de cuentas, era de Daute de quien estaba hablando y por mucho que quisiera puntualidad, no podía esperarla con gran exactitud.

Por suerte, no tuvo que esperar más para su llegada y cuando escuchó su voz, pudo encontrarlo con una gran facilidad entre la multitud antes de caminar hacia él con tranquilidad con las manos en los bolsillos de su sudadera.

—Llegas tarde —Dijo simple, dando un golpe con su pie en la pierna del más alto, lo suficiente para que le resultara incómodo pero tampoco quería provocarle tanto dolor —, pero bienvenido a japón.

 

Era consciente del que probablemente Aaron llegaría puntual, por ser japonés o por simplemente ser un ser humano con valores bien inculcados, sin embargo me ceñía más por andar la ritmo que me daban las manos, en este caso, los pies. Acentué la sonrisa traviesa en lo que recibía el golpecillo, apoyando mi antebrazo sobre su cabeza en lo que me ponía a reír entre dientes.

—Se me fue la hora —murmuré, apartando el tacto para rebuscar en mi bolsillo izquierdo, extendiéndole una menta de fresa—. Cómo compensación.

Levanté las manos como a quien le apuntan con un arma, y luego sentí el como mis cabellos se menearon por el tren que pasaba velozmente dea estación.

—¿Interrumpí tus clases? —fui descansando las manos en mis costados.

Aunque no traía ni el uniforme ni la mochila, no recordaba nada de que fuesen días festivos y en la calle ya había visto más de un grupito con uniformes de otras escuelas, así que curioso, esperé su respuesta.

 

Bufó al sentir el contacto sobre su cabeza aunque si se le había dibujado una sutil sonrisa en su rostro por el contacto y la excusa, quizás si las extrañaba un poco...y los dulces sobre todo, casi siempre eran de marcas que no había probado.

—Gracias, la merezco por esperar tanto...—Abrió la envoltura para saborear la menta y la guardó en bolsillo para tirarla después, era un comentario dramático, pero se lo permitía —, no realmente... hay una especie de campamento y no tenía muchas ganas de ir entonces...estaba libre.

Se cruzó de brazos y luego de mirar hacia su alrededor, le señaló la salida con su cabeza antes de iniciar a caminar, no sabía muy bien que podrían hacer pero caminar era mejor que estar allí parados —¿Y tú? ¿Qué haces aqui en Japon? No es que no sea bueno, pero...me sorprende.

 

Levanté las cejas ligeramente y no demore mucho en relajarlas, echándome a caminar a su ritmo. Tampoco me veía a Aarón en un campamento, bueno, a menos que hubiese hecho un par de amigos, lo cual desconocía pero esperaba que así fuese. Salimos de la estación en lo que retomaba la charla luego de morder el caramelo en mi boca, tragando el dulzor.

—Bueno, ¿que te digo? —tonteé un poco en lo que regresaba a desordenar un poco más la corbata—. Mi madre me hizo viajar de último momento por una reunión que no tengo ni idea —levanté los hombros—, y luego, campante la canceló como si nada por ir a pasar la tarde con sus amigas.

Eché un vistazo por la calle, cómo mirando que podíamos hacer para pasar la tarde.

—Y esa es mi corta historia —finalicé risueño, regresando la vista a él—. ¿Te hice salir muy deprisa?

El tono burlón decoró cómo de costumbre, la pregunta.

>>¿O querías verme? Digo, yo extrañaba a mi mejor amigo~

 

Frunció el ceño con ligereza cuando vio que desordenaba más la corbata que traía, para tenerla así, ¿por qué no simplemente se la quitaba? Suspiró, dejando de prestar atención a eso y concentrarse en la historia que le contaba Daute.

—Supongo que ella también estaba emocionada de encontrarse con gente... —No podía ver él en sí que él cancelara algo importante por eso, teniendo en cuenta la cultura de quedar bien con las demás personas y así, pero, funcionaba distinto —, pero eso explica porqué estas vestido así, y no que decidiste simplemente viajar elegante porque sí.

Que también lo veía como una posibilidad, no sabía sus gustos.

Ante su última pregunta, lo golpeó en el brazo al tiempo que ponía los ojos en blanco —No salí deprisa, porque no fue mucho trayecto, pero si quería verte, no es algo que esperara que pasara, tan siquiera no tan...¿rapido?

 

No podía ocultarlo, se me hacía tremendamente entretenido el como Aaron le daba sentido lógico a una situación que no tenía excusa, como la de mi madre. Se me antojaba como algo característicamente con gracia de su parte, y él que fuese inocente a ello me entretenía más. Asentí, dejando en paz la corbata mal trecha para enterrar las manos en los bolsillos. Los trajes me resultaban algo incómodos, pese a estar acostumbrado a ellos, pero con la hora y el sol no se sentía nada bien encima.

Recibí el golpe y le enseñé los dientes luego de ver el blanco de sus ojos. Nada había cambiado, la confianza desde el primer día que me había tomado la libertad de cruzar, sus respuestas simples por demás, y la diversión que encontraba en ello, era inexplicable, como un simple click que encajaba con una facilidad ridícula.

—¿Me acompañarías a comprar algo para ponerme más cómodo? —Moví el mentón hacia una de las tiendas, sin fijarme realmente si había señalado un sitio costoso—. Podríamos hacer juego o algo en sudaderas~

Esperé a que el semáforo cambiara para pasar la calle, recapitulando sus palabras, para luego echarme a caminar y continuar la conversación, como si hablasémos de la tarea.

>>¿Aún después de lo del festival? —le miré de reojo, relajando los músculos faciales.

 

—Probablemente es la segunda cosa de chico rico qué te he oído decir...—La primera había sido esos snacks de carnes que no sabía ni pronunciar cuando fue a su casa (obviando directamente la magnitud de su casa) —, pero claro, no perdemos nada quitándote lo llamativo mientras andamos.

A fin de cuentas, un extranjero con traje ya es algo que llamaria la atención de manera normal, y si le sumabas algo de desastre al conjunto, probablemente se viera como alguna serie del momento.

Sus pasos se dirigieron entonces en dirección a la tienda qué Daute había señalado, sin esperar que su otra sugerencia lo tomara por absoluta sorpresa y lo hiciera sonrojar con levedad y despertara solo cierta molestia por la sugerencia de mostrar algo.

—... En japón no deberías hacer cosas así —Explicó, recordandose de la posición de extranjero de Daute. No podía saber de esas pequeñas cosas qué solían hacerse, qué no era algo aproposito para molestarlo o bromear—, normalmente solo las chicas o las parejas se visten a juego, sería raro.

Quizás ya fueran costumbres que se iban soltando cada vez más rápido, pero para él seguía siendo algo incrustado en su forma de vivir.

Y por supuesto, había otra pregunta para terminar de avergonzarlo, por mucho que quisiera mantener su rostro serio sabía que el color lo delataba —Supongo que...eso solo hacia que todo fuera un poco menos creíble, no se.

 

Me eché a reír entre dientes, moviendo los hombros al mermarle importancia a lo de las sudaderas. Sabía de sobra que los japoneses era por demás normativos, por lo que sugerí:

—Bueno, puede ser el inicio de dos chicos llevando sudaderas a juego, a fin de cuentas somos amigos, ¿cierto?

Escuché su respuesta a lo segundo, reteniendo el aire en los pulmones sin dejar de caminar, porque tampoco sabía cómo continuar sobre aquello, no esperaba siquiera que respondiese algo con respecto a mi comentario risueño de por si.

En lo que entramos a la tienda el aire acondicionado fue refrescante, acercándose una de las asesoras a atendernos.

—Hola, buscamos algo cómodo —me recorrió con la mirada luego de darnos la bienvenida, señalándonos el área deportiva—. Perfecto~ ah, Aaron, y ya que te niegas a compartir sudadera con tu mejor amigo, ¿que tal si compartimos estilo de camisa? Que casi no nos vemos, algo divertido podemos hacer juntos.

Era exactamente lo mismo del inicio, pero esperaba que sonara más relajado para él.

 

Hizo una mueca mientras asentía a sus palabras de forma lenta, procesando lo que le decía en silencio, si se esforzaba a en verlo de una forma menos japonesa o incluso solo un poco más Daute entendía que podía no tener mucho sentido pensar tanto en algo tan sencillo y podía simplemente verlo como se lo proponía sin ninguna clase de preocupaciones, porque precisamente eran amigos.

Solo era ese temor a ser juzgado por ojos extraños, sentir alguna clase de presión que incluso podía no llegar a existir.

No todo el mundo vivía como él.

—No tienes que decir que te estoy negando algo de esa manera dramática—Reprochó en voz baja para que tampoco la encargada tuviera que lidiar con eso, pese a que era totalmente normal que lo hubiera entendido de esa manera—, solo te dije que podía ser raro...para algunas personas, si no te molesta pese a saberlo, supongo que está bien.—Se cruzó de brazos y agradeció a la encargada antes de caminar hacia la sección señalada.

—...Y una sudadera se puede usar más veces —Y si se iba a animar a pagar, mínimo quería que fuera algo que podía usar seguido —, ¿te va eso de usar colores?

 

Era lo suficientemente descuidado como para leerlo, por lo que no se me pasaba por la cabeza el temor a ser señalado de forma externa, porque bueno, me daba igual. Un niñato que siempre había tenido el mundo a sus pies, y que todos los que me rodeaban trataban de agradarme por el poder socio-economico de mi viejo, no me daba para ver más allá.

La señorita se cubrió los labios casi como disimulando algún tipo de sonrisa expectante luego de las palabras de Yume, y terminé haciendo juego al pasar mi brazo izquierdo sobre el hombro de éste.

—Me va —respondí risueño—. A ver, guíame a las que te gusten~

Y a la final, tenía lo que quería~

 

Asintió a sus palabras, siendo completamente inconsciente de la reacción de la vendedora y fue caminando tranquilamente por la sección tratando de encontrar algo que pudiera sentir que era del estilo de Daute hasta que se topó con dos tipos de sudaderas, ambas de bloques de color solo que unas estaban divididas de manera vertical al terminar la manga y las otras se dividían en las mangas y el hoodie.

—Dijiste colores pero...siento que esa negra es de tu estilo, o quizás esa roja, ¿cual te gusta a ti?

 

Entretuve la vista con otras prendas en lo que Aaron se concentraba en dos, regresando mi atención a éstas al deslizar las pupilas ámbar por los colores señalados. ¿La negra o la roja? Me pensé un poco la respuesta al parecerme ambas por demás, buenas sudaderas de vestir.

—La roja —busqué sus ojos entonces—, ¿y tú con cuál te quedas?~

Tenía buen gusto, y al palpar la tela se sentía gruesa, así que vendría bien en para el aire acondicionado del aeropuerto, o si cambiaba el clima; y principalmente, para compartirla con él. La vendedora sujetó las prendas seleccionadas, en lo que me iba por una camisa blanca básica y un pantalón corto negro.

—¿Me ayudas con unas zapatillas blancas? Es para irme con todo puesto, y en la bolsa guardar este traje.

La jovencita sonrió con amabilidad, murmurando un por supuesto antes de perdeser en la sección de zapatos. No era muy complicado con el calzado, por lo que me senté, haciendo palmaditas en el puesto del lado para invitarlo a sentarse conmigo.

—¿Y cómo te ha ido en clases? ¿Me has extrañado y eso?~

 

Mientras Daute elegía, siguió viendo la selección de colores que había y le llamaran la atención, decantándose por dos colores, un verde menta y un violeta que miraba una y otra vez pensando en cuál de los dos estilos pudiera escoger Daute y cuando terminó inclinándose por la roja, supo cual era su elección final.

—La violeta...—Se acercó a la sección y después de buscar una de su talla la descolgó para cargarla en su brazo, luego, tomó asiento donde Daute le indicaba.

—¿Supongo que me va bien? No reprobé el último proyecto pero tampoco es que preste la atención necesaria a las clases —El sueño lo invadía demasiado cuando su hermano se quedaba en casa por no dejarlo descansar con sus fiestas o charlas con su grupo de amigos —, pero...bien... fuera de eso, creo que lo siento menos porque esta vez si puedo hablarte, la diferencia horaria tampoco es lo más ideal del mundo pero... ha servido.

>> ¿Tu que tal? ¿Cómo te trata la escuela?

 

Ya me lo imaginaba en clase aburrido, además de que tampoco recordaba el que tuviese más amistades además de Akaisa y mi persona, pese a no decirlo esperaba que hablase con más personas y no estuviese solo.

—¿Y fue divertido? Me refiero al último proyecto que realizaste —no tenía ni idea de su situación familiar, ni del hermano ni nada, por lo que tampoco preguntaba mucho por ello. Me rei ligeramente entre dientes—. A veces me olvidó de eso y simplemente te escribo, espero no haberte levantado con mis mensajes~

La chica llegó con tres pares de zapatos, me probé los primeros en lo que continuaba la charla.

—Bien, tengo varios amigos y solemos salir por ahí, así que estoy a gusto —negué con la cabeza hacia la chica sobre medirme el resto, me quedaría con los primeros tennis blancos. Ya solo era cambiarme el traje por lo que me levanté del asiento—, ¿Me ayudas a quitarme la corbata, partner?

 

Hizo una pequeña mueca mientras pensaba su respuesta, no sabía si llamarlo divertido o no porque con dos de esas personas del equipo ya había tenido un roce y el otro había sido un desconocido, si bien había sido interesante el tema...sentía que en cierta forma solo intentó hacer lo mejor que podía en ese momento.

—¿Quizás? Hicimos como un collage... de cosas, una chica tenía fotos de muchos lugares y alguien dibujo también sobre eso —Se alzó de hombros tratando de quitarle algo de peso —, solo no quería arruinar el proyecto y se consiguió, que es lo importante. —Con el tema de los mensajes se animó un poco más y se limitó a hacer un pequeño gesto con su mano para que supiera que no era realmente muy importante.

—Son bien recibidos, de igual forma creo que es más que obvio para los dos que cuando no hay respuesta es que dormimos, no pasa nada y me alegra que salgas, no te imagino quedándote quieto, solo estudiando.

Nuevamente le hizo una seña para pedirle que se acercara para evitar pararse del lugar, puesto que de igual forma iba a tener que esperarlo para cuando se cambiara —Me lo pides como si antes no hubieras estado al borde de hacerlo tú solo antes... —No era una queja, pero se esforzó un poco en que sonara como eso aunque estuviera feliz de sentirse de utilidad, no solo quedarse allí esperando.

 

Mi fuerte en sí nunca había llegado a ser esos trabajos en observar imágenes o recolectarlas, por lo que no inmiscuí de más sobre el proyecto, asumía que aprobaron y eso, que a la final era el objetivo.

—En definitiva, sería muy aburrido, aunque ya con la temporada de exámenes y las vacaciones de veranos supongo que debo esforzarme un poco más.

Acaté su pedido al inclinarme hacia adelante, dejándolo hacer con la prenda, riendo entre dientes para ya luego meterme a uno de los vestidores, cambiándome por completo a la ropa deportiva.

—¿Me acompañas a pagar? —me desplacé entonces hasta la caja, en la cual la chica que me había atendido nos deseaba un buen día luego de recibir la tarjeta débito y regresarla con el recibo de pago. Moví la mano en señal de despedida y me giré hacia Yume, con la frescura usual.

El día era por demás inesperado, pero agradable con el solo hecho de compartirlo con él.

—Luego del molesto traje, ¿te apetecen unos caramelos? Recuerdo que había una tienda por acá —visualicé a lo largo de la calle—. Pff, o me confundo de lugar, hay zonas en Japón que se me hacen muy similares.

 

Aprovechando la cercanía de estarle quitando aquella corbata aprovechó para darle un golpe con su dedo índice en medio de la frente, antes de simplemente deslizar la prenda de su cuello.

—Hazlo, los estudios son importantes y tú eres listo. —No tenía mucha idea tampoco de lo que siquiera Daute estudiaría o lo que podría costarle o no los temas de estudio, pero, si ya había logrado algo tan tedioso como aprender otro idioma para estar en otro país, y además un idioma complejo como lo era el japonés, no creía que lo demás pudiera ser particularmente difícil.

Luego le tocó esperar paciente, jugando con los extremos de la corbata hasta que salió y lo acompañó a hacer el pago, colgándose la tira de tela alrededor de su cuello antes de ir caminando a la par.

—Podemos, creo que está a unas cuadras...pero, creo que hay algo que nunca te he preguntado, ¿por qué te gustan tanto los dulces?

 

En algún momento de la caminata me dedique a discernir el cómo había puesto la tela suelta colgando sobre su cuello, sin evitar el juguete o de mi voz.

—Te queda ese estilo~ —regresé la mirada a la calle, sin prisa de por sí, recibiendo la pregunta que mamá solía hacerme—. ¿Por qué son deliciosos?

En mi cabeza sonaba más que obvio, pero sí que era un poco desmedido mi consumo por los caramelos, por algo la dentista me regañaba seguido. Fingí preocupación:

—¿Crees que soy un adicto a los caramelos?