Saint Seiya Los seis mundos según Saga

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Arkannos, 28 Noviembre 2022.

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    Arkannos

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    Escritora
    Título:
    Los seis mundos según Saga
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    7497
    Advertencias; Canibalismo, horror, vísceras, personajes MUY OoC, humor oscuro, NO YAOI, traumas y maltrato infantil… Bueno, algo así.

    Shaka tiene 6 años, Saga 14. Hay de por medio una ilusión empleada contra un menor y este se topa con seres horripilantes (casi una película de horror) Si son sensibles a este tipo de temas, por favor denle en "X" para que no se lleven una mala experiencia.

    Me tomé varias licencias artísticas, así que advertidos están de que la lógica en esta historia se sale por la ventana xD

    Los personajes son de Masami Kurumada.

    Este fic participa orgullosamente en el Trickor Treat Saint Week DMSL organizado por Draw Make Slash Lev ;D

    ¡Deseo de todo corazón que les guste este intento de terror! Y perdón por el atraso Draw :(

    Los seis mundos según Saga—

    —Eso ya lo se. —afirmó Shaka mirándole como si fuese el tonto más grande de todo el universo.

    Saga reprimió las ganas de tomar el libro que tenía entre sus manos y estampárselo en la cara a ese mocoso, esa era la quinta vez que le interrumpía en una de sus explicaciones sobre el Inframundo y los sirvientes de Hades.

    Como futuros Caballeros Dorados, todos debían conocer a sus enemigos sin excepción alguna. Desde los soldados más insignificantes hasta los mismísimos dioses Thanatos e Hypnos. Se le podría considerar como un conocimiento básico para su formación como guerreros al servicio de Athena.

    Desde que llegó el rubio, supo que no se llevarían para nada bien. Saga despreciaba con todo su ser a los engreídos y, para mala suerte, Shaka era uno de esos. Con su mirada, su tono de voz y aires altivos al caminar lo demostraba.

    Incluso se atrevió a dejar con la mano extendida al alegre de Milo, alegando con voz superior que no podía ser tocado por una persona llena de pecados y mundicia.

    Milo, como siempre, le dijo unas cuantas palabras que no debían decir niños de su edad y, sin voltear a verle, emprendió camino al templo de Aries seguido de Mu, Aioria, Aldebarán y Camus. Era más que obvio que a ninguno de ellos les simpatizó el hindú. Aunque Camus le regalo una media sonrisa al hacer enfadar a latoso peliazul.

    Incluso Aioria y Milo se atrevieron a decir que Emil y Ángelo eran más simpáticos.

    ¿Así que le dijo eso al Bicho? —recordó Saga la conversación que tuvo con su gemelo la noche que el futuro guardián de Virgo fue llevado al Santuario por Aioros, Shion y él.

    Sí, eso le dijo. le respondió —En cuanto llegamos a la India por él, supimos que sería un verdadero problema. Estaba rodeado de gente que le rezaba y le llevaban ofrendas. Creían que era la reencarnación de Buda.

    Kanon estalló en carcajadas al escucharle decir eso.

    ¿Buda? ¿Ese fideo con patas? Le faltan unos kilos más para ser Buda. —Saga simplemente le miró sin una pizca de gracia —Ya quita esa cara, era para que te rieras.

    Pues déjame decirte que no, no tengo motivos para reír. Además, tus chistes no tienen gracia. —se masajeó las cienes, el dolor de cabeza lo estaba matando —Shion me dijo que me haré cargo de su aprendizaje sobre la tropa de Hades, sus deberes en el Santuario y muchas cosas más hasta que tenga que partir a la India para continuar su entrenamiento.

    Uh, así que por eso estás de malas. —no era una pregunta, era una clara afirmación. La sonrisa burlona en el rostro de Kanon se amplió —Vas a tener que lidiar con el pequeño arrogante. Eso será divertido.

    Para ti, no para mí. —con lentitud se puso de pie, se daría una ducha para relajarse y después trataría de dormir un rato —Solo espero no lanzarlo por la ventana.

    Na, sobrevivirá a ti. Yo sigo vivo. —sonrió petulante, acomodándose sus largos cabellos azules.

    No lo creas —le respondió con seriedad —, sigue fastidiándome la existencia y te aseguro que vas a considerar la muerte como una bendición.

    Kanon en respuesta volvió a carcajearse y a mostrarle sin respeto alguno el dedo medio alzado en un puño. Saga solamente salió de la habitación.

    —¿Y qué más? —la voz fastidiada de Shaka hizo eco en la vieja biblioteca, sacando a Saga de sus recuerdos. Sin darle tiempo a responderle, el rubio habló —Como es claro que no tienes nada inteligente e interesante que decirme, me retiro. —se apoyó en la mesa para darse un impulso hacia atrás y bajar de la silla. Un tic en el ojo derecho del mayor indicaba que había llegado a su límite de paciencia.

    "Hasta aquí llegué…"

    Saga aferró con rapidez la muñeca de Shaka, forzándole con ese gesto a quedarse sentado. El menor frunció las cejas y abrió la boca, dispuesto a replicar por ser tocado sin permiso, pero antes de que lo hiciera el geminiano se le adelanto.

    —Ya que sabes tanto, —empezó a decirle, con una falsa sonrisa curveando sus labios —es claro que necesito que tú —"Maldito mocoso"me des clases sobre tus bastos conocimientos.

    El rubio ladeó la cabeza, mirándole suspicazmente con ese par de ojitos azules, analizando al peliazul.

    —¿Qué quieres saber exactamente? —los ojos del geminiano brillaron con malicia.

    —Háblame de los seis mundos.

    —¿Los Seis Caminos de la Reencarnación? —alzó su ceja y esbozó una sonrisa irónica —Mhnp… Sería un tema muy complejo para ti.

    "¿Así? ¿Quieres jugar con fuego? Juguemos con fuego entonces"

    Saga cerró el libro, apoyó los codos en la mesa y apoyó su barbilla sobre sus palmas cerradas, respirando fuertemente por la nariz. Se repitió una y otra vez "No lo lances por la ventana, no lo lances por la ventana, no lo lances por la ventana…" Lo curioso era que esa vocecita era idéntica a la de Kanon.

    —Te aseguro que no, no lo es. —aseveró con voz tranquila.

    Shaka rodó los ojos, soltó un suspiro cansado y se acomodó en su silla. Si tenía que contarle a ese tonto sus conocimientos sobre los Seis Caminos de La Reencarnación, se lo diría.

    —El primer mundo es el Infernal y en él están los…

    —¿Lo has visto? —le interrumpió Saga, provocando que una mueca de rabia apareciera la cara del infante. Para el peliazul no pasó desapercibido ese gesto.

    —Me molesta que me interrumpan. —le informó, apretando los puños.

    —A mí también me molesta, y mucho. —Shaka no apartó la mirada y Saga tampoco. Esmeralda chocando con el celeste sin dar señas de que alguno quisiera ceder un poco —Te pregunte si conoces el primer mundo. Responde.

    —Buda me habla de él. —respondió con voz molesta.

    —Ah, entiendo. —espetó burlón el mayor de los dos. Si Kanon lo viese en esos momentos se reiría en su cara por ponerse de tú a tú con un jodido mocoso de seis años —No lo has visto, tu, quien dice saber y conocer todo.

    —Algún día seré capaz de transportar las almas de los enemigos a esos mundos. —afirmó con seriedad —No tendré piedad de ellos.

    Y por la manera en que lo decía, Saga estaba seguro que así iba a ser. Eso no lo dudaba ni un poco. Sería un buen Santo de Athena, de eso no dudaba.

    —Lo sé, tu lograrás grandes cosas. —el menor infló el pecho con orgullo —Pero, creo que deberías saber a qué lugares enviaras las almas de tus enemigos. Debes verlos, explorarlos y vivirlos.

    En un parpadeo la habitación desapareció, Shaka abrió sus ojos sumamente asustado; Ya no estaba sobre la silla de la antigua biblioteca rodeado de libros polvorientos, ahora yacía sobre una roca al igual que Saga. El olor a almendras había desaparecido, siendo remplazado por un fétido olor a huevo podrido y pedos, que le provocaron una arcada.

    Alzó la vista al cielo, no era azul ni había nubes blancas con apariencia esponjosa, era de un color rosáceo y tonos violetas y a pesar de que no tenía nubes estaba lloviendo, las gotas humedecieron su rostro y en un acto reflejo se pasó ambas manos por la cara. Olisqueó un poco y su asco aumentó, era una lluvia de azufre.

    A lo lejos se podían ver ríos, pero no eran normales, estos eran ríos de sangre y desembocaban en un océano de la misma sustancia.

    —¿Q… qué? —tartamudeó el rubio, poniéndose de pie. Se llevó ambas manos a la boca para evitar gritar al ver el montón de cadáveres apilados unos sobre otros en diferentes grados de descomposición.

    A sus pies estaba algo que una vez fue un cuerpo humano de una mujer, de su estómago y pechos brotaban larvas de moscas y una sustancia viscosa de color marrón amarillento. No tenía ojos, pero no eran necesarios, la boca abierta expresaba un horror que no podía describir. De la impresión, Shaka tropezó con sus propios pies al querer retroceder y cayó de culo sobre un cuerpo que apenas y tenía piel.

    —¡AH! —gritó el pequeño, intentando ponerse de pie. Intentó apoyarse en la roca que estaba sentado, pero esta se transformó en un cadáver hinchado que al tocarlo de su estómago explotó, haciendo que en sus manos hubiera restos de sangre, grasa, tripas y gusanos. Para este punto, Shaka no pudo evitarlo y devolvió su desayuno sobre ese ser en descomposición.

    —¿Cuál es este mundo? —preguntó Saga con falsa inocencia, mirando con diversión al pequeño rubio. Una tenue aura dorada le rodeaba. Una parte de él, la bondadosa y sensata, le pedía que parara con esa ilusión y otra, la maliciosa, le decía que continuará, pues alguien tenía que bajar a ese niño de ese pedestal en el que la gente de su pueblo lo había subido. Shaka tenía que enfrentar el mundo real, al que estaba destinado a vivir quisiera o no.

    Además, un pequeño trauma no lo mataría.

    En cuanto el rubio dejó de vomitar, Saga le asió de los hombros para ponerle de pie. Shaka miró sus manos, el temblor era muy evidente y la palidez mortal en sus mejillas era preocupante.

    —El mundo infernal… —farfulló en voz baja al cabo de unos largos minutos. Saga se arrodilló frente a él, saco un pañuelo rojo y empezó a limpiarle la boca, para después limpiar sus manitas.

    —¿Aquí quienes reencarnan? —quiso saber Saga, aunque no era necesario. Él ya se lo sabía al derecho y al revés.

    —Los pecadores que han cometido actos nefastos a lo largo de su existencia. —respondió robóticamente. Sus ojos azules se enfocaban en los cuerpos putrefactos, el océano, los ríos de sangre y la lluvia.

    —Este es uno de los mundos a donde enviarás a los enemigos de Athena y del Santuario. —dijo Saga, alzando su mano derecha. Unió su dedo medio con el pulgar, para después provocar un sonoro chasquido. Un polvo dorado se fue esparciendo por el lugar, creando una espesa nube que fue consumiendo todo a su paso, dejando desolado el lugar. No se veía ni una sola alma, solo un cielo rojizo con matices negros y árboles secos —Y este es el mundo de los demonios devoradores o…

    —Fantasmas hambrientos… —su mirada finalmente se centró en Saga, una rabia había nacido en su interior ¿Cómo fue posible que cayera en algo tan tonto? Él, la reencarnación del mismísimo Buda —Es una ilusión ¡Me has hecho caer en una ilusión! —gritó, estampando sus puños en el pecho de Saga.

    El mayor alzó una ceja, esperaba cualquier cosa, menos eso.

    —No sé porque caí en algo tan estúpido como esto… —espetó el menor, caminando en círculos —¡Y menos caer ante alguien tan débil como tú!

    —¿Por qué crees que soy débil? —preguntó, ladeando la cabeza un tanto curioso por la respuesta.

    —Porque lo digo yo y punto. —contestó —Además tus ilusiones son tan básicas y malas, yo podría hacerlo mucho mejor. Mas bien, lo hago mejor. —dijo, poniendo los brazos en jarras. Saga esbozó una sonrisa irónica, se dejó caer al suelo, cruzándose de piernas.

    —Te aseguro que el pequeño vómito de hace rato contradice tal afirmación de que no soy bueno en lo que hago. —respondió alegremente —Y ya que estamos en eso de las ilusiones, ilústrame Shaka, demuéstrame que eres mejor que yo y te prometo que todo volverá a la normalidad.

    —¡No necesitas prometerme nada! —volvió a gritar furioso —Yo puedo volver todo a la normalidad con solo pensarlo.

    Saga soltó una carcajada. Todo sentido de culpa que sintió se estaba yendo por el drenaje.

    —¡Vamos Blondie! O haces una cosa u otra, ya decídete.

    —¡No me digas así! ¡Me llamo Shaka! —se arremangó las mangas de su túnica —Te demostrare mi poder… —el pequeño cerro sus ojos, poco a poco un halo de luz dorada con pequeñas luces plateadas le rodeó. Saga se inclinó hacia adelante, curioso por esa muestra de poder. Sí, Shaka sin duda era fuerte, lo único negativo es que no poseía el entrenamiento suficiente para manejar su cosmos a su antojo tal y como él lo hacía.

    Y estaba en lo correcto, así como esa preciosa luz apareció de un momento a otro se fue, dejando a Shaka jadeando por un poco de aire. Se apoyo en ambas rodillas, respirando con dificultad como si hubiera corrido mil kilómetros.

    Blondieee —canturreó —, me quede esperando. —le dijo Saga. El rubio se mordió la lengua para no responderle —Tienes mucho poder, eso te lo tengo que decir en voz alta. Como te dije hace unos minutos, seras un poderoso Santo… Pero a su tiempo, para manipular tu cosmoenergía a tu antojo necesitas entrenamiento, dedicación y paciencia. —Shaka alzó la vista, mirando con severidad al mayor. —Para realizar lo que yo estoy haciendo en estos momentos, me llevó años en aprenderlo. —Saga alzó levemente su cosmos, en la palma de su mano se formó una esfera dorada y antes de que Shaka pudiera reaccionar, la esfera salió volando en dirección a su pierna, impactando en ella haciéndole caer sobre su estómago.

    El menor se volteó boca arriba, soltando un par de bufidos. —No me dolió.

    Saga soltó un suspiro de resignación. No se lo diría a nadie, pero Milo y Shaka eran similares, ya se estaba dando cuenta de ello.

    —Descuida, si quisiera causarte dolor lo hubiera hecho sin dudar. —respondió, poniéndose de pie. Tomó a Shaka de un brazo y lo levantó.

    —Digas lo que digas, eres débil y tonto. —"Otra vez el Virgo al trigo" —Puede que tengas mayor manejo de cosmos, pero tus ilusiones son tontas… Si, hace rato vomité, pero no tiene nada que ver.

    —Si tú lo dices… —farfulló Saga, empezando a caminar por el lugar, Shaka le siguió sin dejar de hablar.

    —Aparte, esta ilusión no es buena, no están los fantasmas hambrientos por ningún lado. —dijo, volteando a sus costados. Sonrió victorioso cuando Saga detuvo su andar, sus músculos se tensaron y el menor se dio cuenta de ello —No veo ni uno solo por aquí.

    —Claro que hay uno. —Saga volteo lentamente, sonriendo como un verdadero psicópata —Es solo que estás demasiado ciego para verlo. Te lo mostraré, Shaka.

    El niño soltó un grito de terror cuando una especie de rectángulo plateado cayó entre él y Saga. Pedacitos de roca le golpearon en los brazos y rostro, tosió un par de veces por el polvo y carraspeó para no sentir ese picor en su garganta.

    Poco a poco el rectángulo plateado tomo forma, era un espejo de cuerpo entero estilo francés, su contorno era dorado con bonitas figuras de flores y en la parte de arriba había un escudo con la figura de Athena y un guerrero arrodillado frente a ella. El espejo era bonito, lo malo era el reflejo; ese era horripilante.

    —¿Ya viste al demonio hambriento? —preguntó Saga saliendó detrás del espejo, con pasos seguros se situó a sus espaldas. Sonrió triunfante al contemplar la mueca horrorizada del menor.

    Ahí, en el reflejo de cristal estaba la imagen de un pequeño Shaka con su piel ennegrecida pegada a los huesos y su estómago inflamado, sus cuencas estaban vacías, no tenía ojos, su boca muy abierta y en sus huesudos dedos se podían ver unas filosas uñas. El ser en el espejo se llevó ambas manos cadavéricas a su propio vientre y arrancó un pedazo de su carne, dejando al descubierto una gran parte de su intestino, para luego llevárselo a la boca y masticarla como si fuera lo más delicioso del planeta.

    El Shaka real, el que estaba a un par de centímetros de distancia, por poco caía de espaldas de no ser porque lo sostuvo a tiempo, el menor abrió la boca para soltar un grito, pero Saga lo impidió al taparle con su propia mano.

    —Shh, no querrás que nos ataquen. —murmuró en voz baja, en el espejo se podía ver que a espaldas de esa imitación de Shaka había otros seres similares que devoraban a los que caían al suelo muertos por la eterna hambre.

    —Es una ilusión, es una ilusión… —repitió Shaka una y otra vez contra la palma del mayor, sus ojos se ampliaron cuando su reflejo alzó la cabeza, mirándolo con esas cuencas vacías. En su boca había un trozo de piel y de sus labios se deslizaba una oscura sangre —¡Es una ilusión! —gritó fuera de sí, dándole un codazo a Saga en el estómago.

    El otro Shaka en el espejo soltó un chillido agudo ante ese grito, con ambas manos golpeo la superficie, causando que se agrietara, los seres tras el gritaron al unisonó y corrieron hacia el espejo. Saga chasqueo la lengua.

    —No digas que no te lo advertí. —los seres chillaron más embravecidos, agrupándose en el espejo, golpearon con puños, pies e incluso con sus propias cabezas.

    El espejo se rompió en mil pedazos.

    —¡Vámonos! —Saga se levantó rápidamente y cogió a Shaka para llevárselo sobre los hombros, echo a correr en dirección contraria, los cadáveres salieron del espejo como si este fuera una puerta. Chillaban y aullaban como perros corriendo tras de ellos.

    —¡Es una ilusión! —sollozó Shaka —¡Ya para Géminis! ¡Ya para!

    Saga siguió corriendo, si, sabía que era una ilusión, pero también tenía que meterle algo de drama ¿Qué era de una lección sin un poquito de trauma de por medio? Una sonrisa se extendió por su cara, era una sonrisa que si el rubio la viese se orinaría encima por lo siniestra que era.

    —¡Ya para! ¡Ya para! —chilló Shaka al ver como un ser se aproximaba más y más —¡Ya entendí tu punto! ¡Ya entendí…! ¡AAAAAAAAAAAAH!

    El otro Shaka le pescó de la muñeca izquierda y con la otra mano se aferró a su hombro derecho, hundiendo sus uñas en su piel. Se acercó lo suficiente y le dio una fuerte mordida en su antebrazo, provocando que el menor gritara más fuerte que antes.

    Saga rápidamente se dio la vuelta apartándose de esa cosa semihumana, con su mano libre creó una esfera de luz más grande y esta salió disparada rápidamente en contra del demonio, atravesando su vientre. Los intestinos salieron de ese enorme hueco y los fantasmas hambrientos se arrojaron sobre ellos para empezar a devorarlos con avidez.

    El peliazul encendió su cosmos, rodeando a Shaka y a él mismo. Chasqueo los dedos y una especie de grieta se abrió frente a ellos, Saga dio un salto y entró en ella.

    Cayeron sobre la yerba espesa. A su alrededor había arboles de casi treinta metros de alto, los más pequeños llegaban a los quince metros. La flora era vareada, había enredaderas, orquídeas y otras plantas más que muy difícilmente podía saber cuáles eran. El único sonido que se escuchaba era su propia respiración y una especie de gritos a lo lejos.

    Aunque no podía decir que eran gritos humanos, eran una mezcla de maullidos de un gato, ladridos de un perro y el llanto de un niño. Una sonrisa curvo sus labios, se estaba volviendo un verdadero experto en crear ilusiones, que hasta por breves instantes se le olvidaba que era él quien las hacía.

    Permaneció unos segundos mirando al cielo de tonos violetas, no había una sola estrella en ese manto nocturno. Extendió su mano y comenzó a mover sus dedos con lentitud, poco a poco una luna fue apareciendo, iluminando más el firmamento con una peculiar tonalidad rojiza. Era una luna sangrienta.

    No pudo seguir contemplando su creación, pues un quejido lastimero le hizo alzarse de golpe ¡¿Cómo fue posible que olvido a Shaka?! Una cosa era traumarlo y otra muy distinta era matarlo… accidentalmente

    —¿Blondie? ¡¿Blondie?! ¿Dónde estás?

    —Aquí… —respondió Shaka a un par de metros de distancia, levantándose lentamente del suelo, permaneció sentado sin ninguna intención de ponerse de pie. Su cabello rubio estaba completamente despeinado y tenía varias hojitas adheridas a él.

    —Creí por un instante que te había perdido. —suspiró Saga un tanto aliviado. Shaka podía estar siendo maltratado psicológicamente pero físicamente tenía que seguir completito…

    —Una de esas cosas me mordió… —dijo, soltando un sollozo. Sus labios temblaron.

    Mordido, pero completo.

    —Déjame ver… —el menor extendió el brazo, mostrando las marcas de los dientes en su piel. Saga entrecerró la mirada —Nada de qué preocuparse, solo tengo que ponerte la vacuna antirrábica y todo estará bien. —rasgó la parte baja de su camiseta y creó una especie de venda, la cual ató cuidadosamente alrededor de la herida. Sabia bien que al salir de la ilusión el niño no tendría nada en su brazo -posiblemente un moretón-, pero como solía decir Kanon; un poco de drama hace la vida más entretenida —Shaka, no vayas a llorar…

    —¡¿Cómo no quieres que llore?! —gritó furioso, varias lágrimas se agruparon en sus ojos, hasta que finalmente descendieron por sus pálidas mejillas —¡Te pedí que te detuvieras! ¡Ahora por tu culpa me tengo que vacunar! ¡¿Qué les diré cuando me vean la mordida?!

    —¡Yo te pedí que no gritaras! —gritó Saga de regreso, de las copas de los árboles salieron volando varias aves —Y les dirás que te mordió Aioria, nadie se atreverá a decir que no es cierto. —y vaya que nadie lo diría, el pequeño León tenía la mala costumbre de morder ya fuera en un juego o entrenamiento.

    —¡Son ilusiones! ¡Las ilusiones no te hacen daño!

    —En realidad…

    —¡Físicamente no deben hacer daño! —especificó Shaka —Pueden hacerte creer que caes de mil metros de altura y te dolerá ¡Pero no pueden hacer que un muerto viviente te arranque medio brazo!

    —Primero que nada; —Saga alzó una ceja y exhaló, hastiado —no exageres, no te arrancó medio brazo. Segundo; No puedo argumentar nada contra eso. —echo la cabeza hacia atrás y suspiró —Digamos que mis ilusiones si hacen daño, no se la razón y no hay vestigios de los anteriores Santos de Géminis que pudieran realizar tal hazaña. Es un don natural, supongo. —dijo, encogiéndose de hombros —Así que, si te cortan una pierna aquí, en el mundo humano será igual. —eso era mentira, en realidad estaba bromeando. No le pasaría nada al niño, solamente tendría dolor, mucho dolor.

    Un pajarraco canto a lo lejos, alertando al menor.

    —¿Ahora qué? —espetó Shaka, mirando con odio al mayor.

    —Ahora estamos en el tercer mundo, el de las bestias. —respondió con tranquilidad —¿No que sabias mucho de los seis mundos, Blondie? —le dijo burlón.

    Shaka tomó la sabia decisión de no responderle.

    —¿Y qué? ¿Vas a hacer parecer un espejo? ¿Vendrán las bestias tras de mi para devorarme? —bufó, enjuagándose las lágrimas.

    —¿Eso quieres? —preguntó, sonriendo divertido. A Shaka no le causo ni una sola pizca de gracia todo ese asunto. Jamás le paso por la mente que ese joven de catorce años fuera tan maquiavélico. El tonto fue él por menospreciarlo, eso ya estaba muy claro. Y no le quedaba duda alguna que, si Saga tenía tal poder para crear escenarios tan reales y precisos, sus otros compañeros no se quedarían atrás —En realidad creo que contigo ya fue suficiente. —Shaka alzó una ceja —¿O necesitas más? Faltan cuatro mundos por explorar, conocer y vivir. —el menor rápidamente negó con la cabeza. Saga sonrió y empezó abrirse paso entre la espesura de las plantas.

    ¿Más? No, gracias, ya había entendido, pero ¿Entendido que?

    —¿Qué propósito tenía todo esto? —preguntó, siguiéndole a un par de pasos de distancia.

    "Diversión" quiso decirle Saga, pero se contuvo a hacerlo.

    —Quería que entendieras que no todo es lo que parece, que no porque veas que soy tranquilo y pacífico soy inofensivo. Las apariencias engañan, Shaka. Cualquiera te puede tomar por sorpresa, incluido el enemigo. Y quiero que te bajes de esa estúpida nube cargada de arrogancia y desdén por los demás. —respondió sin voltear a verle —Y también lo hice porque me hiciste enfadar.

    —Bonita manera de darme lecciones. —resopló el menor, aún estaba temblando y la mordida punzaba cada vez más —Pudiste habérmelo dicho, te hubiera escuchado.

    —Me interrumpías, Blondie. —dijo, encogiéndose de hombros —Y no, no me hubieras escuchado. Y tampoco soy muy paciente, prefiero que aprendan con la práctica, el hablar y explicar es trabajo de Aioros.

    Shaka abrió la boca para replicar, pero no pudo decir nada cuando una mano le tomó de la nuca. Era fría y huesuda. Se quedo estático en su lugar, incapaz de dar un paso más. Quiso llamar al gemelo, pero su garganta no respondía. No se atrevía a voltear por temor a lo que estuviera tras de él.

    Lo que fuera que estuviera sujetándole, se acercó lo suficiente para sentir su respiración en el cuello, era pesada y con un silbido muy bajo. Ese ser empezó a olisquearle, inhalaba y exhalaba, el aliento de esa cosa olía a una extraña mezcla de vainilla con un animal en descomposición.

    El peliazul se estaba alejando cada vez más y no volteaba en su dirección ¡No volteaba!

    Otra mano se cerró en su brazo herido, Shaka se mordió los labios para no hacer ningún ruido. Miró por el rabillo del ojo y al ver a ese monstruo hizo lo que cualquiera haría en su lugar; Gritó.

    Saga volteo rápidamente y alzó ambas cejas al ver la escena; Un pequeño Shaka tratando de zafarse de las garras de… ¿Un humano araña?

    No podía definirlo. El cuerpo tenía forma de una tarántula, pero en lugar de patas tenía brazos humanos largos de un tono pálido, su cabeza era la de un bebé recién nacido, no tenía dos ojos eran seis de un rojo escarlata, nariz pequeña y en su boca tenía una hilera de dientes puntiagudos ennegrecidos. Shaka lanzaba manotazos a diestra y siniestra sin poder zafarse de esa cosa, que en cuestión de segundos lo tomó de un tobillo, alzándolo por los aires para dejarlo boca abajo.

    Shaka manoteó sin parar, pero en cuanto contemplo a ese ser cara a cara no pudo moverse, y en cuanto abrió la boca el asqueroso aliento le dio de lleno, provocándole una arcada. La larga lengua viscosa de la bestia le lamió la mejilla, saboreándole, se dio la vuelta con calma, con su presa en manos, lista para darse un festín con el hindú.

    Antes de que la araña emprendiera la huida, Saga salió disparado en su dirección, dio un salto y realizó una magistral vuelta en el aire y dio una fuerte patada en el cráneo del ser, el cual crujió ante el inesperado impacto. El animal cayó al suelo en un ruido sordo junto al pobre de Shaka.

    —Hay cosas que nunca entenderé de mí mismo. —farfulló el peliazul, mirando como la araña poco a poco se hacía polvo bajo sus pies. Shaka se levantó rápidamente, en posición defensiva —¿Estas bien? —preguntó, mirando de arriba abajo al niño.

    —¡¿Cómo quieres que este bien?! ¡Casi me mata! —gritó histérico, por más que intentaba calmarse no lo lograba ¡Ya eran muchas cercanías con la muerte en un día! ¡Y Saga estaba tan tranquilo que lo alteraba más!

    —Pero no te mato. —respondió Saga, dándole un par de palmaditas en la cabeza como si fuera un perro.

    —¡Me dijo cosas!

    —¿Qué te dijo? —Saga ladeó la cabeza, curioso.

    —No sé, no hablo arañol. —espetó —Lo único que entendí es que dijo comida… ¡Me iba a comer!

    —Mmm… No creo que coma porquerías. —la sonrisa de Saga era una muestra muy clara de que se lo estaba pasando muy bien.

    —¡Quiero irme a casa! —gritó el rubio, caminando en círculos —¡Odio aquí!

    Saga se rascó el cuello, mirando al niño que estaba a punto de sufrir un colapso. Tomó al menor de la mano en cuanto empezó a caminar, Shaka le siguió sin rechistar. Con dificultad se abrieron paso entre la maleza.

    Caminaron por un par de minutos, aunque en momentos se quedaban quietos cuando escuchaban chillidos. El rubio ya tenía rato que había dejado de llorar, solamente soltaba hipidos.

    —¿Cuándo me sacarás de esta ilusión? —dijo Shaka de repente, mirando con precaución una manada de mosquitos del tamaño de un canario que pasaron sobre sus cabezas. Con la manga de su camisa se limpiaba una que otra lágrima y se sonaba la nariz, tratando de no hacer mucho ruido. La manga estaba ya humedecida y se podían ver sus moquitos en ella. Saga chasqueo la lengua.

    —Agh, no hagas eso, es repugnante. —se detuvó, volvió a rasgar su camisa, dejando al descubierto parte de su abdomen. Le entregó el trapo a Shaka —Límpiate con eso… Y sobre lo que preguntaste, te diré que aún no es tiempo. —respondió Saga, analizando su alrededor —Tengo algo más que hacer… —un brillo se instaló en su mirada en cuanto contempló el páramo frente a él. Apenas estaba visible y la luna roja estaba en su máximo apogeo.

    En ese sitio la naturaleza era distinta, había cactus dispersos por el lugar y un pastizal seco, un pequeño lago de aguas negras y a lo lejos se podían contemplar unas montañas. El viento rugía con fuerza, enmarañándole los mechones a los dos. Shaka se asomó con cautela.

    —¿Qué estamos esperando exactamente?

    —A que llegue la presa, Shaka, a que llegue la presa. —el sonido de unos pasos le alertó, rápidamente le cubrió la boca al rubio y se agachó, ocultándose entre las ramas —Ahora calla y observa la magia. —sus ojos verdes se tornaron dorados en cuestión de segundos.

    Del otro lado del lugar, salió Kanon, vestido con un pantalón de franela estampado de ovejitas y sin camisa. Solamente traía puesta una pantufla de conejo. Su afilada mirada observaba a su alrededor con atención, con la guardia en alto; Listo para enfrentarse a cualquier amenaza.

    —¿Tu hermano es la presa? —cuestionó Shaka, estupefactó. Saga solamente asintió, sin dedicarle una mirada de reojo al menos.

    —¡Ya sé que eres tú Saga! —gritó, el mencionado en su lugar sonrió —¡A mí no me engañas más! ¡Así que deja de tontear y ya déjame dormir en paz y déjame salir de esta maldita ilusión! —espetó, gruñendo —¡Sabes bien que necesito mis doce horas de sueño embellecedor!

    Shaka permaneció en silencio, mirando de un hermano a otro. Cuando estuvo a punto de preguntarle a Saga porque hacia todo eso, el mayor chasqueo la lengua y en ese momento unos gritos ensordecedores le hicieron saltar en su lugar.

    Del lago emergieron tres bestias tan atemorizantes que no tenían nada que envidiarle a la araña humana que le había capturado a él; De la cintura para abajo tenían cuerpo de cocodrilo, con su cola larga y de piel rasposa, pero de la parte de arriba era una historia muy distinta, sus torsos eran de un escorpión con cuatro tenazas en cada costado y las que estaban unidas al los hombros terminaban con manos humanas de afiladas uñas. Las cabezas, Dios, las cabezas eran de jabalí. Tenían el hocico abierto, el más alto sacó su lengua y esta era una serpiente de cascabel, que al ver a Kanon siseó y mostró los colmillos.

    Kanon se quedó estupefacto en su lugar, sin saber reaccionar. Las bestias volvieron a chillar y corrieron en sus dos patas traseras en dirección del geminiano, empujándose violentamente entre ellos. Kanon sacudió la cabeza y sin perder tiempo corrió en la dirección contraria.

    Shaka se llevó ambas manos a la boca al ver como esos monstruos lograron darle alcance al menor de los Géminis. Saga solamente miraba con indiferencia y cierto gusto como Kanon caía al suelo y uno de esos seres se lanzó sobre él.

    —¡Joder Saga! —gritó el peliazul —¡Basta de tus malditas ilusiones! ¡Maniático de mierda!

    El menor de los peliazules gritó cuando una tenaza le apresó el brazo derecho, sin perder tiempo con su mano libre le asestó un puñetazo, arrancándole de golpe la tenaza, el ser chilló y Kanon rápidamente invirtió los papeles, situándose sobre él para coger con rudeza la cabeza y girarla con rapidez; El cuello de esa cosa crujió.

    Antes de que se pudiera poner de pie, otro monstruo le tomó del cabello, jalándolo con fuerza, las tenazas de este no tardaron en apresarle, se hundieron en sus costados, poco a poco la sangre brotó de las heridas. Kanon pataleo sin cansancio y antes de que pudiera gritar, la serpiente de cascabel se enroscó en su cuello, apretándole con fuerza. Los colmillos de esta particular serpiente se hundieron en su mejilla, robándole un sonoro grito desgarrador.

    El otro monstruo no tardó en llegar, se situó frente a Kanon y sin perder tiempo le tiró un zarpazo en el estómago, hundiéndole las uñas. Kanon vio con ojos desorbitados como sus intestinos colgaban de esa herida y al ver que ese ser metía sus asquerosas manos para sacar su hígado ¡Su maldito hígado!

    La bestia abrió ampliamente el hocico y de una sola mordida se tragó el órgano, los sonidos que realizaba al masticar eran tan repugnantes. La otra bestia no se quiso quedar atrás, no tardo en meter su mano en la herida abierta y empezó a remover su interior, como si estuviese buscando algo en concreto. Kanon sentía desfallecer en esos momentos, el dolor era intenso, agudo y paralizante.

    Y lo que paso después fue peor, mucho peor. La cosa que estaba frente a él se acercó lo suficiente para poder verle directamente a los ojos. No eran unos ojos de un simple jabalí, eran ojos humanos ¡Ojos humanos!

    No alcanzó a descifrar si había alguna clase de sentimiento en esas orbes de color azul cielo, no alcanzó a vislumbrar una pequeña muestra de que ese ser tenía empatía por él, pues sin darle tiempo de reacción le dio una fuerte y poderosa mordida en la nariz, arrancándola sin demora alguna. No alcanzó a gritar cuando lo volvió a morder en la mejilla, luego el mentón, la barbilla ¡Le estaba devorando su rostro!

    La bestia mordía su cara sin darle tregua alguna, dejando solamente sus ojos, para que viese la tortura a la que le estaban sometiendo.

    De la cara perfecta que Kanon se atrevía a presumir, ya no quedaba nada, ahora solo unos cuantos jirones de piel estaban adheridos a sus huesos, su mandíbula expuesta al igual que los dientes. No supo de donde saco fuerzas para darle voz a sus gritos.

    —¡SAGA! —gritó con desesperación, quería que parara, que lo sacara de esa maldita farsa para que en el mundo real Kanon le partiera toda la cara a Saga por jugar con su mente. Sí, Saga podría ser un jodido maestro en el arte de las ilusiones, pero en combate de cuerpo a cuerpo él lo superaba (solo por el pequeño hecho de que Kanon no peleaba limpio) y ni Shion podría detenerle en su venganza, la cual sería fría y con huesos rotos de por medio —¡SAGA!

    Y el mencionado estaba del otro lado, oculto entre los arbustos, siendo un espectador y director de toda esa obra que, si le preguntaran, era digna de ganarse un Oscar o un Globo de Oro. La manera en que esa bestia creada por su mente le arrancó la cara a su gemelo fue simplemente fenomenal y casi podría decirse que era real. Y el que haya agregado un poquito de vísceras de por medio era un plus mucho más eficiente para hacer que cualquiera se meara encima.

    "Si no fuera un Santo Dorado, con seguridad sería un escritor de horror" se dijo con orgullo imposible de ocultar.

    A su lado, Shaka ya estaba más pálido que la camisa que portaba. Su corazón latía rápidamente, un sudor frio bajaba por su frente y espalda. Su boca estaba completamente seca al igual que sus labios. Jadeó en busca de aire, pero por más que ordenaba a sus pulmones respirar, estos no le hacían caso. Se llevó ambas manos a la garganta y soltó un sofocado gemido, ante sus ojos varias luces brillantes empezaron a titilar, hasta que en todo se tornó de un blanco segador. Lo último que escuchó, fueron más gritos desgarradores y la voz calmada de Saga, llamándolo por ese particular apodo que le dio.

    Shaka se había desmayado.

    —X—​

    Blondiee… Blondie… Rubia… Shaka… Shaka… ¡Shaka!

    Abrió los ojos de golpe y con desesperación se apartó de los brazos que le sostenían, lanzó un par de golpes y patadas sin golpear a nadie en particular. Miró de un lado a otro, esperando ver bestias con cabeza de niños, jabalíes con cuerpos extraños, cuerpos putrefactos o demonios hambrientos por su carne… Pero no había nada de eso, no estaba en un páramo o desierto; estaba en la biblioteca, con los mismos libros mohosos haciéndole compañía y el calmante aroma a polvo y almendras.

    Y a unos cuentos metros se encontraba Saga, arrodillado, mirándole con una curiosa sonrisa y una ceja alzada.

    —Te desmayaste. —le informó el mayor, apartándose un mechón de la frente.

    —Tú… —balbuceó Shaka, mirándolo con horror, mientras se arrastraba más lejos de él ¡Ese hombre con cara de ángel no era un ángel! —Tu… ¡TU ERES UN DEMONIO! ¡UN DEMONIO! —gritó, y sin pensar le empezó a lanzar cuanto tuvo a la mano; pergaminos, libros ¡Incluso el cesto de basura!

    —¡Shaka! —vociferó Saga, apartándose de los misiles lanzados en su contra —¡Ya para!

    Antes de que pudiera acercarse un poco al niño, la puerta fue abierta rápidamente, provocando que ambos se quedaran paralizados.

    Shion miró de uno a otro sin entender, trataba de ocultar el jadeo por la carrera que pego a la biblioteca al escuchar los gritos, pero le era imposible ¡La edad ya no le ayudaba al viejo maestro!

    —¿Qué está pasando aquí? —demandó saber el Patriarca. Shaka se puso de pie y rápidamente se coloco detrás del maestro, abrazándolo de una pierna.

    —¡Ese es un demonio! —exclamó, señalando con el dedo índice al mayor, que aún estaba arrodillado y sin descaro alguno puso la cara más angelical que había visto en su existencia —Creó una ilusión, vi cuerpos en estado de descomposición, me ataco un reflejo mío de un ser muerto, una araña con cabeza de bebé y vi como tres bestias devoraban a su gemelo ¡Fue horrible! —sollozó.

    Shion tardo varios minutos en responder, analizando con cuidado cada palabra del niño. Por la manera en que se aferraba a él y las lágrimas en sus ojitos azules era claro que no le mentía.

    —¿Algo qué decir al respecto, Saga? —entrecerró la mirada y miró a Saga, en busca de una explicación más detallada.

    —Eso que dice es mentira. —farfulló Saga, negando suavemente con la cabeza —Lo que pasa es que se quedó dormido a media clase y tuvo una pesadilla.

    Shaka abrió la boca, sumamente indignado ¡¿Cómo se atrevía a decirle mentiroso?!

    —¿Mentira? ¡¿Mentira?! —gritó, saliendo detrás de la seguridad que le brindaba Shion. Se alzó las mangas de la camisa y volteo rápidamente al Patriarca, mostrándole el brazo que el Otro Shaka había mordido —¡¿ESTO LE PARECE UNA MENTIRA O UN SIMPLE SUEÑO?! ¡UNA DE ESAS COSAS ME MORDIO!

    Shion alzó ambos lunares y carraspeó, miró del brazo a Saga y de este a Shaka.

    —No tienes nada, Shaka. —y ante esa declaración, el menor bajo la vista y comprobó que su piel estaba en buen estado, no había sangre seca, marca de dientes o moretones.

    Saga le había mentido.

    —¡Dijiste que en el mundo real tendría la mordida! ¡Dijiste que me tendrían que poner la antirrábica! —gritó.

    —¿Yo? —Saga se señaló a sí mismo, con cara de no saber nada —¿En qué momento? —con calma se puso de pie, se sacudió el pantalón y se irguió, mirando con seguridad y sin nada que temer al menor —Ya te dije que fue una pesadilla, Shaka.

    —¡Entonces pregúntele a Kanon! ¡Él también estaba ahí! —jaló la túnica de Shion, con tanta desesperación y angustia que el peliverde temió que se desmayara o algo peor.

    —Que fue un sueño, entiende Blondie.

    —No me digas así. —si los ojos de Shaka fueran dagas, posiblemente Saga ya estaría ahogándose con su propia sangre.

    —¿Eres rubio o no? Si lo eres, ¿Verdad? Blondie…

    El rubio soltó un grito de rabia y antes de que se pudiera lanzar al ataque contra Saga, Shion le tomó de los hombros, deteniéndole.

    —Ya basta, niños, ya basta. —pidió con voz calmada —Saga, te prohíbo qué les pongas apodos a tus compañeros, sabes que no me gusta que hagas eso —el mayor bufó quedamente —Y no es la primera vez que alguno de los pequeños me reporta tus particulares travesuras. —Saga abrió la boca, viéndose sumamente indignado —Espero que no lo hayas hecho de nuevo, por tu bien.

    —¡Por supuesto que no, Padre! —exclamó ofendido. Shion entrecerró la mirada por segunda vez, aunque Saga fuese el mayor y más sensato de todos, no dejaba de ser un muchacho travieso y bromista.

    Aunque sus bromitas ya habían dejado un par de traumas en un par de Santos, empezando por Aioros.

    —Mas te vale Saga, más te vale. —tomó al niño de la mano —Ahora, lleva a Shaka a la cocina y que le preparen un té para que se calme… —ignoró olímpicamente la voz de Shaka diciendo "¡¿Me va a dejar con este demonio?! —Tengo un asunto urgente que atender, en la tarde hablaré detalladamente con ustedes dos… ¿Entendido?

    —Sí.

    —¡Yo no me quiero quedar con él!

    —Ya, ya, no quiero excusas. —palmeó suavamente la espalda del menor, indicándole con ese simple gesto a caminar hacia el gemelo. —Debo partir, así que cálmense los dos.

    Sin esperar respuesta, salió de la biblioteca, dejando nuevamente a los dos solos.

    Saga sonrió con petulancia y miró con burla al menor.

    —No te va a creer, Blondie.

    Shaka soltó un grito de guerra y se lanzó al ataque contra Saga.

    —X—​

    —¿Están castigados? —preguntó Aioros mirando con sorpresa a Milo y Aioria, los cuales asintieron —¿Los tres?

    —¡Si! —respondió el peliazul, sus ojitos estaban abiertos con asombro —Me dijeron mis contactos que Saga y Shaka estaban peleando en la biblioteca —Aioros intentó imaginarse esa simpática escena, aunque se imaginaba a Saga sosteniendo a Shaka de una pierna con una sola mano y con la otra sosteniendo un libro, leyéndolo —Y que poco después llegó Kanon solamente vestido en pantalón y se lanzó con todo contra Saga. —Milo sería un buen chismoso en un futuro, de eso estaba 100% seguro —Se agarraron a golpes y Shaka ayudo a Kanon, le lanzó varios libros a Saga en todo ese alboroto. Me contaron que hubo perdidas de una mesa, una silla, varios libros y pergaminos antiguos…

    —Y que en estos momentos los tres están siendo sermoneados por Shion, sus regaños se escuchan por todo el templo papal. —le interrumpió Aioria.

    —No es buena idea acercarse al templo del Patriarca… —dijo Aioros para sí mismo. Era seguro que Shion estaba más enojado que la vez que Saga casi mandaba al otro mundo a Camus al enviarlo por accidente a la Otra Dimensión —¿Saben por qué se estaban peleando?

    Ambos niños se miraron y se encogieron de hombros.

    —Géminis le mostró una ilusión de los seis mundos a Shaka y a Kanon —dijo una nueva voz, integrándose a la conversación. Era el pequeño Camus —Saga nuevamente a traumatizado a alguien más en este Santuario.

    Un silencio pesado cayó sobre los cuatro, y los recuerdos de las malditas ilusiones de Saga les llegó con rapidez, el mismo pavor y miedo que sintieron esa vez les paralizó, siendo Aioros el más afectado… Uno a uno recordó esos malditos traumas causados por el mayor de la orden de Athena.

    Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Aioria, su voz suave y un tanto atemorizada dijo;

    —Si ese fue el caso, les aseguro que, aunque Shaka sea un engreído y petulante, no merecía tal horror.

    Y todos, con un simple cabeceo, le dieron la razón.

    FIN—
    Muchísimas gracias por leer hasta el final :D

    SafiroBipolar
     

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